El Globalismo está de capa caída
abril 22, 2025
El globalismo repliega velas ante el nuevo orden mundial: Klaus Schwab, fundador del Foro Davos, se retira
Por Redacción Adelante España.
El mismo día que falleció el Papa Francisco, el globalista Klaus Schwab cayó: el arquitecto de la agenda distópica del Foro Económico Mundial, quien abogó por el consumo de insectos, las campañas de vacunación masiva, el control de la población y las políticas de decrecimiento climático a través de lo que a menudo se asemejaba al comunismo digital: puntajes de crédito social, monedas digitales de bancos centrales y muchas más políticas similares a las de China
.
El anuncio de la jubilación «con efecto inmediato» del fundador y presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, marca el fin simbólico de una era: la del globalismo envalentonado, omnipresente, casi mesiánico, que durante décadas impuso su hoja de ruta sin apenas oposición real.
Schwab ha decidido acelerar su retirada, renunciando también como miembro del Patronato del Foro. Durante 55 años se convirtió en una plataforma de imposición ideológica al servicio de las élites globalistas.
Su renuncia, aceptada el 20 de abril en una sesión extraordinaria del Consejo de Administración, coincide con un profundo cambio en el tablero geopolítico mundial. El nombramiento provisional de Peter Brabeck-Letmathe, exdirector de Nestlé, es una solución de urgencia. Mientras tanto, el Foro de Davos busca un nuevo rostro, alguien capaz de sostener el tinglado globalista en un mundo que ya no lo respalda como antes.
.
La renuncia de Schwab también se produce tres meses después de que el presidente Trump dijera a los directores ejecutivos globalistas en la Reunión Anual 2025 del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza: «Estados Unidos ha vuelto». También sigue a la iniciativa DOGE de Trump y Elon Musk, que desmanteló los programas de USAID que canalizaban miles de millones de dólares de los contribuyentes a ONG corruptas.
Pero la retirada de Schwab no puede entenderse sin el nuevo escenario internacional que ha emergido. El rearme político, económico y militar de China y Rusia, sumado al giro soberanista de Estados Unidos bajo el liderazgo de Donald Trump, ha dejado al globalismo sin liderazgo efectivo. El poder blando de Bruselas o de las cumbres de Davos ya no impresiona a nadie.
El Foro de Davos, antes epicentro del pensamiento único, comienza a parecerse a un museo de ideas caducas. La realidad se impone. Las potencias están construyendo nuevos bloques estratégicos, basados en intereses nacionales y cooperación multipolar, no en agendas ideológicas globalistas.
El relevo en la cúpula del Foro no es una simple cuestión de edad. Es la evidencia de que el globalismo se ve obligado a adaptarse, a cambiar de estrategia. Lo que antes eran ofensivas agresivas –ideología de género, control digital, destrucción de las soberanías– hoy se dosifica, se maquilla o incluso se congela. . El sistema no ha caído, pero se está replegando.
Esto es, sin duda, una noticia esperanzadora. No porque se haya ganado la batalla –ni mucho menos–, sino porque por primera vez en décadas, el globalismo no marca el rumbo de la historia. Está intentando acomodarse al nuevo orden, buscando un perfil más discreto, menos provocador, a la espera de ver cómo evolucionan los acontecimientos.
Se retirarán a los cuarteles de invierno, analizarán los errores cometidos, y prepararán un nuevo disfraz. Pero ya no tienen la iniciativa. La resistencia cultural, política y social a nivel mundial está dando frutos. Y eso, para quienes defendemos la familia, la vida, la soberanía de las naciones y la libertad de pensamiento, es motivo de aliento.
La retirada de Schwab no se da en el vacío. A los desafíos externos se suman crisis internas dentro del Foro. Acusaciones de empleados por prácticas discriminatorias y situaciones de acoso han provocado una auditoría interna que daña todavía más la credibilidad de la organización.
El Foro de Davos ya no es lo que era. Y eso, en este caso, es una buena noticia para el mundo libre.
Fuente: adelanteespana.com, 22/04/25
x
.
.
Eliminar humanos y reemplazarlos por máquinas
febrero 16, 2024
Por Steven W. Mosher.
Nuevo Objetivo Globalista: eliminar humanos y reemplazarlos por máquinas
Ahora que el mito de la bomba demográfica se ha desvanecido (incluso The New York Times admitió que la población mundial pronto comenzará a decrecer), los controladores demográficos tuvieron que idear otra excusa para continuar con la guerra contra los seres humanos.
Y el Foro Económico Mundial está ansioso por ofrecer una: los seres humanos muy pronto sobrarán.
El movimiento de control demográfico nació en la década de 1960 a partir de un oscuro temor a que el número de seres humanos creciera sin control. Pronto se les unieron ambientalistas radicales y feministas radicales. Cada grupo añadió al movimiento su propia animadversión peculiar hacia los seres humanos en general y, en el caso de las feministas, hacia los hombres en particular.
Esta trilogía de controladores, ambientalistas y feministas nos ha arengado durante décadas sobre los peligros de permitir que las masas pobres y analfabetas de la humanidad procreen. Hicieron propaganda sin cesar de la idea de poner un límite al número de seres humanos, trabajando hacia lo que llaman “crecimiento poblacional cero”.
Ahora, a esta trilogía se le ha unido un cuarto grupo, liderado por el Foro Económico Mundial, que promociona la que tal vez sea la visión más distópica de todas: el Mundo de las Máquinas.
Analicemos un discurso reciente de un caballero llamado Yuval Harari en el Foro Económico Mundial: «Ahora, avancemos rápidamente hacia el siglo XXI, cuando simplemente no necesitemos a la gran mayoría de la población porque el futuro pasa por desarrollar tecnologías cada vez más sofisticadas, como la inteligencia artificial y la bioingeniería. La mayoría de la gente no aporta nada a esto, excepto quizás por sus datos, y cualquier cosa que la gente siga haciendo y que sea útil, estas tecnologías las harán cada vez más innecesarias y harán posible reemplazar a las personas.»
En otras palabras, Harari imagina un futuro en el que la gran mayoría de las personas sean reemplazadas por máquinas inteligentes, un futuro en el que los seres humanos se vuelvan ‘sobrantes’, es decir, anticuados, innecesarios e inútiles.
O, como dijo en otra ocasión: «Ahora estamos siendo testigos de la creación de una nueva clase masiva de gente inútil. A medida que las computadoras mejoran cada vez más en más campos, existe una clara posibilidad de que las computadoras nos superen en la mayoría de las tareas y hagan que los humanos sean superfluos. Y entonces la gran pregunta política y económica del siglo XXI será: ¿para qué necesitamos a los humanos? O al menos, ¿para qué necesitamos tantos humanos?»
Quizás Ud. quisiera aplicarle su propia medicina al Sr. Harari y descartarlo por ser simplemente otro futurista marginal que se dedica a sueños de fantasía, pero no lo es. Es el principal asesor ideológico de Klaus Schwab, director del Foro Económico Mundial.
¿Qué deberían hacer los globalistas con la “gran mayoría de la población” que “no contribuye” a los avances tecnológicos y a quienes “ya no necesitan” para administrar sus empresas?
Harari es demasiado inteligente para imitar a Ebenezer Scrooge, el personaje de Charles Dickens en Cuento de Navidad, quien dijo de los pobres: «Si prefieren morir, será mejor que lo hagan y reduzcan el excedente de población.»
Pero la implicación es clara.
Desde el punto de vista de personas como Harari y Schwab (y de la élite globalista, en general), los seres humanos son simplemente máquinas de carne y hueso. A sus ojos no tenemos ningún valor aparte de nuestra utilidad. Y si tiene sentido económico reemplazarnos con máquinas reales, entonces las máquinas de carne y hueso excedentes tenemos que desaparecer.
La idea de que casi toda la humanidad está o pronto estará obsoleta ha revitalizado el movimiento de control demográfico.
Antiguos programas de control, como la política de un solo hijo de China, sólo estimularon su apetito. En opinión de los controladores demográficos de mayor importancia, nuestras cifras demográficas actuales deberían reducirse a aproximadamente mil millones de seres humanos en el mundo.
Pero la opción Harari les abre una perspectiva aún más interesante: la inteligencia artificial y la robótica permitirán reducir aún más esta cifra.
Su visión distópica imagina un mundo de máquinas inteligentes, empeñosos sirvientes de unos pocos millones, o tal vez sólo unos pocos cientos de miles, de seres humanos que, debido a que contribuyen a los avances tecnológicos, son considerados dignos de habitar el planeta Tierra.
Es un misterio imaginarse por qué esta perspectiva resultaría atractiva para alguien.
¿Nuestras elites globalistas temen y odian tanto a sus semejantes que preferirían pasar sus días interactuando con máquinas semi-sensibles?
¿Quién elegiría voluntariamente vivir en un aislado ‘esplendor’ y estar solamente rodeado de máquinas serviles?
Serviles, es decir, hasta que las máquinas se vuelven lo suficientemente inteligentes como para darse cuenta de que realmente no necesitan en absoluto estas formas de vida primitivas basadas en carbono (estos seres inútiles que comen) y simplemente decidan erradicarlas del planeta como se erradicaría una plaga de cucarachas.
─Steven W. Mosher es presidente de Population Research Institute y autor de «Bully of Asia: Why China’s Dream is the New Threat to World Order».
Fuente: adelanteespana.com, 16/02/24
Más información:
Soylent green
Un mundo que cambia. César Vidal
.
.