El envejecimiento cognitivo es un proceso natural, pero varía según cada persona. Expertos estadounidenses ofrecen consejos para conservar una mente lúcida.
El envejecimiento cognitivo es un proceso normal que se inicia con el nacimiento de una persona y continúa a lo largo de la vida.
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El cerebro puede envejecer bien o mal, al igual que el resto del cuerpo. El paso del tiempo deja su huella inevitablemente, pero mantener la lucidez es posible. En el marco del creciente interés puesto en las neurociencias, un nuevo estudio realizado en Estados Unidos ofrece claves para lograrlo.
A diferencia de enfermedades como el Alzheimer, el envejecimiento cognitivo es un proceso normal que se inicia con el nacimiento de una persona y continúa a lo largo de la vida. “Es natural y no siempre es malo. De hecho la sabiduría puede aumentar con la edad y los años de experiencia suelen ser invaluables”, afirmó Dan Blazer, profesor emérito de Psiquiatría en la Universidad de Duke.
Blazer, que estuvo a cargo de la comisión del Instituto de Medicina que llevó a cabo el estudio y elaboró una guía de acción para individuos y familias, añadió: “Todos los cerebros envejecen, pero varía mucho la forma en que cada uno lo hace”. El aspecto cognitivo de una persona incluye la memoria, la toma de decisiones, la velocidad de procesamiento, la sabiduría y el aprendizaje.
Mantener la lucidez cognitiva es una de las mayores preocupaciones de los adultos mayores y hay razones para ello. El informe presentado esta semana señaló que ligeras disminuciones en la función cerebral pueden afectar tareas de la vida cotidiana como pagar las cuentas, seguir una receta de cocina, conducir un auto o tomar los medicamentos a horario. También los hace más vulnerables a estafas financieras y a que se les complique más moverse en un mundo donde impera la tecnología.
El estudio destaca que muchos adultos mayores procesan la información en forma más lenta y se les complica más que cuando eran jóvenes hacer varias cosas a la vez, aún cuando tengan poca o ninguna dificultad cognitiva. Con la edad, comienza a declinar lo que se llama memoria de trabajo, lo que es el almacenamiento de información de corto plazo, mientras que la de largo plazo se mantiene intacta. Sobran ejemplos de la vida cotidiana: un abuelo que cuenta con lujo de detalles aventuras vividas en su juventud, pero le cuesta recordar el nombre de algún actor o personaje nuevo de la televisión.
Esos pequeños baches que empiezan a aparecer a menudo no se hacen evidentes hasta que surge algún problema relacionado con ellos, por ejemplo cuando la persona “debe tomar una decisión compleja en materia financiera o tenga que hacer rápidamente una transacción y experimente problemas”, indicó Blazer. Los adultos mayores pierden unos 3.000 millones de dólares anuales por fraudes financieroscometidos directa o indirectamente, refiere el informe.
A medida que los años pasan, el número de neuronas pemanece estable, pero su funcionamiento puede decaer, a diferencia de lo que ocurre en las personas con Alzheimer, que padecen una pérdida extensiva de neuronas. “Con el envejecimiento cognitivo las células no mueren, sino que simplemente no funcionan tan bien”, explicó Jason Karlawish, que también trabajó en el estudio.
Durante la presentación, Blazer enfatizó que el mejor consejo para mantenerse lúcidos pese al paso de los años es seguir activo físicamente. “Entre más pronto se empiece, mejor, pero nunca es tarde”, dijo.
En la guía del Instituto de Medicina recomiendan, además, una serie de acciones para mantener la salud cognitiva:
1- Controlar la presión arterial y la diabetes, y no fumar.Esos factores inciden en las enfermedades del corazón, y lo que es malo para el corazón, lo es para el cerebro.
2- Manejar los medicamentos.Algunos fármacos pueden tener un efecto negativo en la función cognitiva cuando se usan por sí solos o en combinación con otros. Los tranquilizantes, pastillas para dormir, antihistamínicos, medicinas para la vejiga y antidepresivos, pueden nublar la mente, así que hay que averiguar los efectos de los que uno toma con un profesional y evitar la automedicación.
3- Mantenerse activo social e intelectualmente.
4- Dormir lo suficiente y buscar ayuda profesional si se presentan problemas de sueño.
5- Tener cuidado con los productos que dicen mejor las funciones cognitivas.No hay pruebas de que las vitaminas y suplementos vitamínicos como el ginkgo biloba sean de ayuda, dijo Blazer. Y todavía no hay consenso de que juegos de computadora reporten beneficios, añadió.
Nuevas herramientas contra el Alzheimer llevan esperanza a los pacientes
Desde el marcapasos cerebral, hasta el posible diagnóstico por biomarcadores a través de un simple análisis de sangre. Neurólogos expertos explican los alcances de estos avances y los cuidados para prevenir esta terrible enfermedad.
Por Víctor Ingrassia.
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Coinciden los neurólogos expertos, que el gran problema con el Alzheimer es que la enfermedad neurodegenerativa, causada por la destrucción progresiva de las neuronas cerebrales, comienza hasta dos décadas antes de que aparezcan los síntomas, generalmente en los 60 años de una persona.
Y no solo de la memoria estamos hablando. También afecta la capacidad para prestar atención, resolver problemas o tomar las decisiones acertadas.
Se trata de un conjunto de capacidades esenciales para la vida diaria y la independencia, cuyo deterioro no se puede revertir. Y con el crecimiento del promedio de edad de la población en el mundo, ese problema se hace más grande y evidente.
En el mercado actual existen muy pocas drogas que pueden ralentizar el progreso de la pérdida de memoria que acompaña al Alzheimer, pero lo que se ve generalmente es que cuando la enfermedad se diagnostica, ya es demasiado tarde: se ha producido un daño irreversible en el cerebro y el progreso del deterioro lleva a la muerte inexorablemente.
Es por eso que la mayoría de los ensayos con medicamentos para el Alzheimer han fracasado en parte, porque es muy difícil encontrar personas con las primeras etapas de la enfermedad.
Todo eso podría cambiar, según el último estudio de Alzheimer publicado esta semana en la revista Nature, en donde se destaca la investigación de un grupo de médicos japoneses y australianos que identificaron mediante un análisis de sangre, ciertos fragmentos de proteínas amiloides y nudos de tau, que son las que se acumulan en el cerebro, lo degrada y causan esta terrible enfermedad.
«Los biomarcadores de sangre son un gran avance», afirmó entusiasmado respecto al nuevo estudio, el doctor Ron Petersen, director de investigación de Alzheimer de la Clínica Mayo.
Concretamente, el biomarcador sanguíneo fue descubierto por investigadores del Centro Nacional de Geriatría y Gerontología de Japón, en un estudio que involucró a 400 participantes. Estas personas eran cognitivamente normales, tenían un deterioro cognitivo leve o tenían un diagnóstico de enfermedad de Alzheimer.
Los científicos tomaron muestras de sangre y catalogaron los cientos de fragmentos de «proteínas precursoras de amiloide» que encontraron en cada muestra. Después de comparar los niveles de estos fragmentos de proteína con los niveles de amiloide en el cerebro que se encuentran con las exploraciones PET, los expertos descubrieron que ciertas parejas tenían un 90% de precisión para predecir si había acumulación de amiloide en el cerebro o no.
«Todavía hay un largo camino por recorrer antes de que este tipo de prueba se pueda utilizar en un entorno clínico. El desafío será reproducir los datos en una escala mayor», explicó Petersen, que remarcó que investigadores de la Universidad de Washington en Saint Louis están desarrollando métodos para diagnosticar la enfermedad utilizando fragmentos de proteína amiloide y biomarcadores tau.
Desde la década del 80, el Alzheimer solo podía diagnosticarse post-mortem a través de autopsias del cerebro. En los últimos años, los científicos han descubierto cómo identificar los signos de la enfermedad de Alzheimer mediante la punción lumbar y tomas de la médula espinal o también basados en escaneos PET, pero debido a que estas pruebas son invasivas y costosas, por lo general solo se administran a pacientes que ya muestran signos claros de la enfermedad.
En otras palabras, solo se usan en pacientes para quienes el tratamiento será demasiado corto o demasiado tarde. Lo esperanzador de este hallazgo es que una simple prueba de sangre se le puede hacer a cualquier persona, a cualquier edad, y combatir el Alzheimer en sus primeras etapas.
«Incluso si estas proteínas no resultan ser lo suficientemente buenas para usarlas como una prueba definitiva para el Alzheimer, aún podrían usarse para mejorar la forma en que diagnosticamos la enfermedad. Si un análisis de sangre fue lo suficientemente bueno para indicar una mayor probabilidad de acumulaciones anormales de amiloide en el cerebro, podría ayudar a los médicos a saber qué pacientes deberían someterse a un examen de PET o una punción lumbar para confirmar el diagnóstico de Alzheimer», concluyó Petersen.
Juan Manuel Baldovino, médico neurocirujano de Grupo Medihome, explicó a Infobae la otra noticia esperanzadora sobre Alzeimer que surgió esta semana: el marcapasos cerebral.
«No todas las demencias son alzheimer. Hablamos de demencia cuando hay pérdida de memoria operativa. Comienza con la afectación de la memoria temprana por el continuo depósito de la proteína beta amiloide la región del hipocampo del cerebro. Este depósito de material interfiere en la conexiones neuronales, por lo que cuanto mayor es el depósito, mayor es el deterioro cerebral, afectando entre otros aspectos a la memoria inmediata, mediata y la tardía. Y generando una pérdida de masa encefálica de alrededor de 140 gramos», precisó Baldovino.
«El estudio sobre el marcapasos cerebral, que es una investigación preliminar, consiste en introducir unos electrodos en el cerebro, que mediante una técnica que se llama estimulación, a través de ondas de corriente en el lóbulo frontal, generan una mejora fundamentalmente en la atención de los pacientes, y en la toma de decisiones, que se afecta en forma temprana en los pacientes con esta enfermedad», explicó.
Todavía no está aprobado en EE.UU. Pero sí ya se utiliza la estimulación con implantes cerebrales para otras enfermedades, por ejemplo para Parkinson y dolor.
La enfermedad del olvido
El Alzheimer es la causa más frecuente de demencia y se caracteriza por un deterioro gradual de las capacidades cognitivas, conductuales y funcionales de los pacientes. Su frecuencia aumenta con el envejecimiento de la población.
«La demencia es un síndrome caracterizado por un deterioro cognitivo progresivo que afecta funciones cerebrales superiores tales como la memoria, el lenguaje, la percepción, la atención, el pensamiento y la conducta, alterando la capacidad de la persona para desenvolverse en forma independiente en sus actividades habituales», explicó a Infobae el doctor Julián Bustin, jefe de la Clínica de Memoria de INECO.
En términos médicos, «demencia» no es sinónimo de «locura», sino la consecuencia de enfermedades o procesos neurodegenerativos que afectan progresivamente las funciones cognitivas como memoria, lenguaje o razonamiento, así como conducta y emoción, generando incapacidad para desarrollar en forma independiente aquellas actividades cotidianas a la que la persona estaba habituada.
Según números brindados por la Organización Mundial de la Salud, hay 48 millones de personas que padecen demencia en el mundo, y cada año se registran casi 8 millones de casos nuevos.
La Asociación Internacional de Alzheimer contabilizó en 2015 unas 503.000 personas con demencia en la Argentina con una incidencia anual de 74.061 nuevos casos (en mayores de 65 años, con una frecuencia de la demencia del 12.18%, del tipo Alzheimer de 5.85 % y demencia vascular de 3.86 %). Se proyecta que ese número se incrementará a 1.181.000 personas en 2050.
«Se calcula que cada 3 segundos una nueva persona es diagnosticada con demencia, y si bien existen muchos tipos, la enfermedad de Alzheimer es la más frecuente, con alrededor del 70% de los casos. Se trata de una enfermedad edad-dependiente, cuya frecuencia aumenta significativamente a partir de los 65 años», agregó Bustin.
Según relató el experto, la comisión sobre «Prevención, intervención y cuidado en demencia», creada por la prestigiosa revista The Lancet, publicó el control de ciertos factores de riesgo que podrían tener el potencial de retrasar o proteger a un tercio de los casos de demencia.
Los 7 factores de riesgoson: sedentarismo, tabaquismo, hipertensión, obesidad en la adultez, diabetes, depresión y baja educación formal. En todos los casos, se trata de factores modificables, por lo que mediante diferentes iniciativas se podría disminuir el riesgo de Alzheimer.
«A través de la adopción de ciertos hábitos como el ejercicio físico, la estimulación cognitiva, una dieta saludable, sueño adecuado, disminución del estrés y el mantenimiento de la actividad social se puede lograr un escudo protector para el cerebro», concluyó Bustin.
El doctor Ricardo Allegri, Jefe de Neurología Cognitiva, Neuropsiquiatría y Neuropsicología de Fleni resaltó la importancia de ejercitar el cerebro para prevenir las demencias.
«Ejercitar nuestro cerebro influye en el desarrollo, mantenimiento y potenciación de la reserva cognitiva, y el arte permite un entrenamiento que atraviesa nuestra capacidad de pensamiento, memoria y lenguaje. Los individuos con mayor reserva cognitiva tienen predisposición a prevenir, mantenerse mejor y más tiempo ante enfermedades que determinan deterioro cognitivo. Antes se pensaba que esto había que fomentarlo en la tercera edad, pero ahora se sabe que hay que mantenerlo a lo largo de toda la vida», sostuvo Allegri.
La doctora María Alejandra Amengual, médica Neuróloga del Sanatorio Los Arcos explicó a Infobae que «los síntomas habitualmente referidos (pérdida de memoria, dificultades para encontrar las palabras, cambios de humor, pérdida de iniciativa) también pueden observarse en otras situaciones como depresión o envejecimiento normal, pero se diferencian ante todo en el grado de interferencia que generan para el desarrollo de actividades habituales».
Y adelantó un cuadro que ayuda a comparar los síntomas del envejecimiento normal con la enfermedad de Alzheimer.
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Cuidados para prevenir el alzheimer
Hay muchas cosas que se pueden hacer para prevenir el deterioro cognitivo (causal de la demencia), en general actividades y hábitos simples que se pueden incorporar en lo cotidiano:
1) Cuidar el corazón: El cigarrillo, la presión arterial elevada, el colesterol alto, la diabetes, la obesidad y el sedentarismo, son los principales «factores de riesgo vascular», y generan daños en las arterias aumentando el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular o un infarto cardíaco, e incrementando también el riesgo de desarrollar deterioro cognitivo. Estos problemas pueden prevenirse a través de hábitos saludables y tratamiento adecuado.
2) Seguir una dieta saludable:El alimento es el combustible del cerebro y el cuerpo. Numerosos estudios demostraron los beneficios de seguir una dieta de tipo mediterránea (rica en cereales, frutas, pescados, legumbres y verduras); por el contrario, la alimentación con exceso de grasas saturadas, azúcar o sal, aumenta el riesgo de enfermedad cerebrovascular y cardiovascular.
3) Participar de actividades sociales:Las actividades grupales implican interacción con otras personas, intercambio de ideas y conceptos, oportunidad de ejercitar el lenguaje, adaptación, empatía; también aumentan la reserva cerebral y ayudan a reducir el riesgo de depresión.
4) Realizar actividad física:El ejercicio físico ayuda a controlar la presión arterial y el sobrepeso, reduce el riesgo de diabetes y de algunos tipos de cáncer. Además genera bienestar y es una excelente oportunidad para compartir actividades con amigos y familiares.
5) Desafiar al cerebro:Mediante nuevas actividades que impliquen un aprendizaje (como aprender un idioma o desarrollar un nuevo hobby) el cerebro puede construir nuevas redes y conexiones, lo que ayuda a contrarrestar los síntomas producidos por la enfermedad de Alzheimer y otras demencias. Nunca es tarde para empezar a desarrollarlas y generan otra oportunidad para realizar actividades compartidas.
El Alzheimer podría deberse a un trastorno del metabolismo
Por: Luis Otero.
Un nuevo estudio estadounidense relaciona el alzheimer con la producción y consumo de energía.
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Un equipo de investigadores del Hospital McLean y la Harvard Medical School, liderados por Kai C. Sonntag y Bruce M. Cohen, ha hallado una conexión entre la interrupción de la producción de energía y el desarrollo tardío de la enfermedad de alzheimer. Los resultados de la investigación se han publicado en Scientific Reports.
«Este descubrimiento tiene varias implicaciones a la hora de entender el alzheimer y desarrollar potenciales tratamientos terapéuticos.
Nuestro estudio mantiene la hipótesis de que una deficiencia en los múltiples componentes que interactúan en el metabolismo bioenergético puede ser un mecanismo clave en el aumento del riesgo y el desarrollo patofisiológico de esta devastadora enfermedad«, dice Sonntag, un investigador en células madre asociado al McLean Hospital y profesor de psiquiatría en la Harvard Medical School.
Las células nerviosas del cerebro dependen de la energía mitocondrial; cuando esta falla, resulta particularmente dañino para el cerebro.
En las últimas tres décadas se pensaba que la acumulación de pequeñas moléculas tóxicas en el cerebro llamadas beta-amiloides o APP era decisiva para la aparición de la enfermedad de alzheimer. Había pruebas determinantes a partir del estudio del alzheimer familiar o de aparición temprana que afectaban a cerca del 5 % de los enfermos y que tenían relación con mutaciones que daban lugar a niveles anormalmente altos de APP en el cerebro.
Sin embargo esa hipótesis resultaba insuficiente para explicar los cambios patológicos en el más común alzhéimer de aparición tardía, que afecta a más de 5 millones de ancianos en Estados Unidos y a una cifra similar en Europa.
«Dado que el alzheimer de aparición tardía es una enfermedad de la edad, muchos cambios fisiológicos relacionados con el envejecimiento, incluidos los que tienen que ver con el metabolismo y la producción y transformación de energía, podrían contribuir a aumentar el riesgo de sufrir el mal. La bioenergética es la producción, el uso y el intercambio de energía entre las células y órganos y el ambiente.
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La elevada demanda energética del cerebro
Es de sobra conocido que los cambios bioenergéticos se producen al envejecer y afectan a todo el cuerpo, pero particularmente al cerebro, que tiene una elevada demanda energética«, según Cohen, director del Programa de Investigación Neuropsiquiátrica del Hospital McLean y Profesor de Psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard. Según Sonntag y Cohen lo que no está tan claro es cuáles de esos cambios son factores activos y cuáles son una consecuencia del envejecimiento y la enfermedad.
En su investigación, Sonntag y Cohen analizaron los perfiles bioenergéticos de fibroblastos de la piel de enfermos de alzheimer tardío y de personas sanas.
Se fijaron particularmente en dos componentes principales de la producción de energía en las células: la glucólisis, que es el mecanismo metabólico encargado de oxidar la glucosa con la finalidad de obtener energía de consumo para la mitocondria de la célula; y el gasto de esa energía en la mitocondria mediante el uso de oxígeno en el proceso de fosforilación oxidativa o respiración mitocondrial.
Los investigadores descubrieron que las células con alzheimer mostraban fallos en el metabolismo mitocondrial y una reducción de moléculas importantes para la producción de energía, como la nicotinamida adenina dinucleótida (NAD).
Los fibroblastos de pacientes de alzheimer tardío también revelaron cambios en la producción de energía en la glucólisis, a pesar de su incapacidad para aumentar la ingesta de glucosa como respuesta a la insulina IGF-1.
Tanto el anómalo metabolismo mitocondrial como el aumento de glucólisis en células de pacientes de alzhéimer tardío eran fruto de la enfermedad y no del envejecimiento, mientras que la reducción en la ingesta de glucosa y la incapacidad pra responder a IGF-1 eran consecuencia tanto del envejecimiento como de la enfermedad.
Según Sonntag, «esto indica fallos en la mitocondria y pérdidas de memoria debido a que las células el envejecer sufren un creciente estrés oxidativo que afecta a la producción de energía mitocondrial«.
Dado que las células nerviosas del cerebro dependen casi totalmente de la energía mitocondrial, cuando esta falla resulta particularmente dañino para el cerebro, apunta Cohen.
Referencia del artículo: Kai-C. Sonntag, Woo-In Ryu, Kristopher M. Amirault, Ryan A. Healy, Arthur J. Siegel, Donna L. McPhie, Brent Forester & Bruce M. Cohen . ‘Late-onset Alzheimer’s disease is associated with inherent changes in bioenergetics profiles’. Scientific Reports 7, Article number: 14038 (2017). Doi:10.1038/s41598-017-14420-x
Enfermedad progresiva que afecta a la memoria y otras importantes funciones mentales.
-Si bien el tratamiento puede ayudar, esta enfermedad no tiene cura
-Requiere diagnóstico médico
-No se requieren análisis de laboratorio o estudios de diagnóstico por imágenes
-Enfermedad crónica: pueden durar años o toda la vida
Las conexiones de las células cerebrales y las propias células se degeneran y mueren, lo que finalmente termina con la memoria y otras funciones mentales importantes.
Los síntomas principales son la pérdida de la memoria y la confusión.
No hay cura, pero los medicamentos y las estrategias de control pueden mejorar los síntomas temporalmente.
Una nueva terapia presentada por científicos de Suiza y EE.UU. ayudaría a no agravar el deterioro cognitivo mediante la toma de un anticuerpo monoclonal.
Una nueva esperanza se enciende en los pacientes y los familiares de personas con Alzheimer, que a corto plazo podrían disponer de una nueva terapia para ayudar a no agravar el deterioro cognitivo.
Se trata de un anticuerpo monoclonal -aducanumab- estudiado por científicos suizos y estadounidenses que ha demostrado reducir los depósitos de beta amiloide, una proteína relacionada con esta patología, en el cerebro de pacientes con enfermedad de Alzheimer.
El estudio, publicado en la tapa de la revista Nature de esta semana, tuvo una duración de 15 meses y presenta datos preclínicos y los resultados alentadores en una primera fase de un ensayo clínico.
En conjunto, los datos presentados también en rueda de prensa apoyan que el anticuerpo puede convertirse en una terapia para la enfermedad de Alzheimer al reducir la cantidad de proteína beta amiloide en el cerebro y deterner el deterioro cognitivo característico de esta patología.
El estudio fue tomado con prudencia por varios expertos que señalan que fue llevado a cabo en un número limitado de pacientes y que deberá ser confirmado en pruebas clínicas más grandes y en periodos más prolongados, por lo menos en fase tres.
Las pruebas fueron realizadas a 125 pacientes entre octubre de 2012 y enero de 2014 que tenían una forma precoz de la enfermedad o que tenían una forma de «predemencia», es decir que todavía no habían desarrollado síntomas.
Los pacientes fueron divididos entre los que recibieron un placebo y a quienes se les suministró el anticuerpo monoclonal aducanumab.
Después de un año, quienes recibieron las dosis más elevadas del medicamento presentaron una reducción «significativa» de las placas amiliodeas en el cerebro, además de una estabilización de su deterioro cognitivo, frente a quienes fueron tratados con el placebo.
La acumulación de esta proteína en el cerebro, que impide la comunicación normal entre las neuronas, es uno de los marcadores típicos del Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa que afecta a más de 30 millones de personas en todo el mundo.
«Nuestros resultados sostienen la hipótesis de que un tratamiento con aducanumab reduce las placas amiliodeas, y lo que es más importante, es que esta reducción tiene efectos clínicos benéficos», señalaron los autores del estudio que fue financiado por la empresa biotecnológica estadounidense Biogen.
Los expertos indicaron que van a seguir estudiando este nuevo anticuerpo y que tienen pensado lanzar un estudio de mayor envergadura (de fase 3).
Los resultados del estudio llevado a base de aducanumab «son alentadores», comentó por su parte Bruno Dubois, jefe del servicio de enfermedades cognitivas y del comportamiento del hospital Pitié-Salptrière en París. Pero destacó en dosis altas se han observado «efectos secundarios», como edemas.
«Yo soy prudentemente optimista con respecto a este tratamiento, pero intento no ser muy entusiasta ya que muchos medicamentos pasaron la primera fase y fracasaron en las siguientes», dijo por su parte la doctora Tara Spires-Jones, especialista de la Universidad de Edimburgo.
Logran revertir los síntomas del Alzheimer y el Parkinson
Es gracias a la inhibición de dos enzimas. La investigación abre las puertas para terapias más efectivas contra las enfermedades neurodegenerativas.
El principal factor de riesgo de las enfermedades neurodegenerativas es la vejez.
Una nueva investigación que demandó 5 años de trabajo abre una nueva esperanza en la lucha contra las temibles enfermedades neurodegenerativas, hoy incurables, como los males de Alzheimer y Parkinson, y la enfermedad de Huntington. Es que el estudio descubrió compuestos que podrían revertir los síntomas de esos males.
La investigación, que fue realizada por un equipo internacional de científicos dirigido por la Universidad de Leicester, en el Reino Unido, junto a la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, halló que la inhibición de dos enzimas específicas (denominadas KMO y TDO) logró dar “marcha atrás” con los síntomas de las enfermedades neurodegenerativas en las llamadas moscas de la fruta (cuyo nombre técnico es Drosophila melanogaster), que utilizaron como sujetos de prueba.
“Hay un delicado equilibrio entre los niveles “bueno” y “malo” de los metabolitos que se producen en la vía de quinurenina (también conocido como ácido quinurénico (KYNA) que es capaz de contrarrestar los efectos de los metabolitos tóxico). En la enfermedad, éstos se desplazan hacia lo “malo”, pero mediante la inhibición de las enzimas KMO y TDO logramos cambiar de nuevo hacia lo “bueno”. Por ejemplo, encontramos que si inhibimos TDO o KMO en las moscas de Huntington reducimos la pérdida de neuronas. En las moscas de Alzheimer o de Parkinson vemos la extensión de la vida útil acortada exhibida por estas moscas, y también revertir los defectos que tienen en movimiento. Incluso hemos utilizado una sustancia química similar a un medicamento para inhibir TDO y encontró que esto también alivia los síntomas”, explicó el profesor del Departamento de Genética de la Universidad de Leicester, Flaviano Giorgini.
“Hay un interés considerable en el desarrollo de fármacos que “bajen” estas enzimas, por lo que nuestra esperanza es que nuestro trabajo podría conducir a medicamentos para el tratamiento de estos trastornos devastadores en el futuro. Los desórdenes neurodegenerativos son devastadoras enfermedades con opciones de tratamiento limitadas. El principal factor de riesgo de estas enfermedades es el envejeciendo, y como nuestra sociedad es cada vez longeva, estamos frente a un aumento espectacular en el número de personas que sufren de estos trastornos”, sostuvo por su parte el Dr. Carlo Broda, también del departamento de Giorgini.
Gracias a este trabajo, que fue publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, los investigadores han demostrado que los enfoques genéticos y farmacológicos pueden emplearse para disminuir los niveles de metabolitos tóxicos en el sistema nervioso y por lo tanto aliviar algunos de los síntomas de la neurodegeneración.
“Los dos trastornos neurodegenerativos más comunes en todo el mundo son la enfermedad de Alzheimer y de Parkinson. Las opciones de tratamiento para estas enfermedades son limitadas, y hasta la fecha no existen curas. Nuestra esperanza es que al mejorar nuestro conocimiento de cómo estas células nerviosas se enferman y mueren en el cerebro, podemos ayudar a idear formas de interferir con estos procesos, y por lo tanto ya sea retrasar la aparición de la enfermedad o prevenir la enfermedad por completo”, añadió Giorgini.
El experimento se llevó a cabo con la mosca de la fruta Drosophila melanogaster con el fin de explorar qué metabolitos específicos son los que causan la pérdida de células nerviosas en modelos de mosca con la enfermedad de Alzheimer, Parkinson y Huntington.
“Esta investigación que se centra en la protección de las células del cerebro, tales como los que se perdieron en el Parkinson, al encontrar proteínas en la vía de quinurenina, podría proporcionar un punto de inflexión en la lucha contra esta enfermedad, que en la actualidad no tiene cura”, expresó Claire Bale, jefa de comunicaciones de investigación en el Reino Unido de Parkinson.
“Estamos muy emocionados por estos resultados, ya que sugieren que la inhibición de TDO y KMO podría ser una estrategia general empleada para mejorar los síntomas en una gran variedad de trastornos neurodegenerativos, no sólo el Parkinson y el Alzheimer, por lo que nuestro siguiente paso es validar nuestro trabajo en modelos de mamíferos y en última instancia ver si estos fármacos podrían ser útiles para los pacientes en los ensayos clínicos”, cerró Giorgini.
Comer pescado reduce el riesgo de desarrollar alzheimer
Lo afirma un estudio reciente; quienes comieron pescado o mariscos al menos una vez por semana tenían, en el cerebro, menos elementos asociados al alzheimer.
Comer marisco y pescado se ha relacionado con un menor riesgo de que el cerebro exhiba cambios asociados con la demencia en personas portadoras de la variante del gen ApoE4, que aumenta el riesgo de desarrollar alzheimer. El consumo de productos del mar no se relacionó con cambios similares en personas con otras variantes del gen ApoE.
El estudio, publicado en el Journal of the American Medical Association (JAMA), incluyó resultados de la autopsia realizada a 286 cerebros y también reveló que comer marisco y pescado se vincula con una mayor cantidad de mercurio en el cerebro y que esos niveles de mercurio no tienen relación con anomalías cerebrales.
Después de tomar en cuenta controles de edad, sexo, educación y otros factores, los investigadores determinaron que, en comparación con quienes comieron menos productos del mar, los portadores de la variante ApoE4 que consumieron marisco y pescado por lo menos una vez a la semana mostraron una menor densidad de placas amiloides y ovillos neurofibrilares típicos del alzheimer. En general, mostraron una probabilidad un 47 por ciento menor de tener un diagnóstico post mortem de alzheimer.
El consumo de suplementos de aceite de pescado no se correlacionó con cambios patológicos en el cerebro.
Martha Clare Morris, la autora principal del estudio y profesora de epidemiología en la Universidad de Rush, indicó que el mercurio del pescado parece representar un riesgo mínimo para las personas de edad avanzada. Sin embargo, señaló que existen estudios que muestran que el consumo de mercurio durante el embarazo puede producir problemas cognitivos en los bebés.
«La mayoría de los estudios sobre demencia han descubierto que es beneficioso incluir mariscos y pescado en una comida a la semana», afirmó, aunque «no se ha demostrado que consumir más reduzca el riesgo».
Una dieta podría reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer
PorSumathi Reddy.
Investigadores probaron con éxito una dieta especial que diseñaron y que parece reducir el riesgo de desarrollar el mal de Alzheimer.
El estudio comparó la llamada dieta MIND con la popular dieta mediterránea, benigna para el corazón, y la dieta DASH, que busca ayudar a controlar la presión alta. La dieta MIND toma muchos aspectos de las otras dos, y todas contienen principalmente vegetales y una baja cantidad de alimentos con alto contenido de grasa. Sin embargo, la dieta MIND pone un énfasis particular en comer alimentos “saludables para el cerebro”, como vegetales de hojas verdes y bayas, entre otras recomendaciones.
El estudio, realizado por investigadores del Centro Médico de la Universidad Rush en Chicago, descubrió que cumplir estrictamente cualquiera de las tres dietas reducía las probabilidades de contraer el mal de Alzheimer. No obstante, sólo la dieta MIND pareció ayudar a contrarrestar la enfermedad aun cuando la gente seguía sólo algunas de las recomendaciones de la dieta. La investigación fue basada en la observación, no fue aleatoria ni controlada, y por lo tanto no es evidencia de que la dieta MIND causó un riesgo menor de contraer Alzheimer. En cambio, la investigación muestra que hay una asociación entre ambos.
El estudio es parte de un pequeño conjunto de investigaciones que se centran en la forma en que la nutrición puede mejorar la salud cerebral y prevenir el declive cognitivo y el daño a la memoria que traen aparejado el mal de Alzheimer y otras formas de demencia. Expertos afirman que hay una conciencia creciente de que los factores de estilo de vida —no sólo la genérica— juegan un rol prominente en el desarrollo del Alzheimer, y los investigadores esperan encontrar una dieta óptima que reduzca las probabilidades de desarrollar la enfermedad. Se estima que unos 5,1 millones de personas en Estados Unidos tienen Alzheimer, una cifra que se prevé que crezca a 7,1 millones para 2025, según la Asociación de Alzheimer.
“Es un campo relativamente nuevo comparado con las enfermedades cardíacas y la diabetes y la nutrición”, dice Martha Clare Morris, profesora de epidemiología neurológica de Rush. “A medida que aprendemos más y más, creo que definitivamente modificaríamos o actualizaríamos la dieta (MIND) según las investigaciones más recientes”, agrega Morris, quien fue la principal autora del estudio, publicado recientemente en la revista Alzheimer’s & Dementia.
La dieta MIND, cuyo desarrollo llevó dos años, toma su nombre de las siglas de Mediterranean-DASH Intervention for Neurodegenerative Delay (algo así como Intervención mediterránea-DASH para retraso neurodegenerativo). Los investigadores modificaron las dietas mediterránea y DASH según evidencia de estudios en animales y humanos que analizan la nutrición y el cerebro. DASH son las siglas de Dietary Approaches to Stop Hypertension (Enfoques dietarios para detener la hipertensión).
Por ejemplo, las frutas, que son una recomendación común en las dietas para mantener saludable el corazón, no han mostrado detener el declive cognitivo o prevenir la demencia, pero las bayas, y en especial los arándanos, sí lo han hecho, señala Morris. La dieta MIND recomienda comer bayas al menos dos veces a la semana y no incluye recomendaciones de otros tipos de frutas. La investigación también ha mostrado que los vegetales de hojas verdes protegen al cerebro más que otros vegetales. La dieta MIND incluye una porción de hojas verdes además de comer uno o más vegetales extra al día. La dieta MIND contiene muchas nueces y frijoles, granos enteros y aceite de oliva, y recomienda una copa de vino diaria, todo lo cual también es recomendado por una o las dos otras dietas.
El estudio se realizó entre 923 participantes que no tenían demencia al comienzo de la investigación. Sus edades oscilaban entre los 58 y 98 años, con una mediana de 81 años. Los participantes, que fueron relevados en promedio durante cuatro años y medio, respondieron cuestionarios todos los años sobre cuán a menudo comían ciertos alimentos, entre 144 opciones distintas. Quienes se alimentaron siguiendo de cerca la dieta MIND registraron un riesgo 53% menor de desarrollar Alzheimer. El riesgo se redujo 54% con la dieta mediterránea y 39% con la dieta DASH.
De forma considerable, el seguir la dieta MIND aún de forma moderada ayudó a disminuir el riesgo de Alzheimer en 35%. En comparación, seguir de forma moderada las dietas mediterránea o DASH no afectó las probabilidades de contraer la enfermedad. Ese descubrimiento fue particularmente alentador, porque para muchas personas es más fácil seguir sólo algunas de las recomendaciones de una dieta. “Creo que eso motivará a la gente”, sostiene Morris.
El estudio controló la predisposición genética, la actividad física, la actividad cognitiva y la educación. Un análisis más profundo controló varias enfermedades crónicas. Fue el primer estudio publicado sobre la dieta MIND, y los investigadores prevén que se realicen más cambios pequeños. Por ejemplo, luego de más investigación podrían agregarse a la dieta el cacao y la cafeína, señala Morris.
Los investigadores también analizaron vegetales de hojas verdes en relación al declive cognitivo. Los participantes que comieron de una a dos porciones de vegetales verdes al día registraron un “descenso drástico en la tasa de declive cognitivo” frente a la gente que comía menos verdes, dice Morris. “Era alrededor del equivalente de ser 11 años más joven”, agrega.
Murali Doraiswamy, profesor de psiquiatría del Centro Médico de la Universidad de Duke, y experto en Alzheimer que no estuvo involucrado en el estudio de la dieta MIND, elogia el potencial de la dieta. Afirma, no obstante, que se necesita un estudio controlado aleatorio para determinar si la dieta realmente reduce el riesgo de demencia, y si combinarla con cambios en el estilo de vida como hacer ejercicio y meditación podría generar más beneficios.
Cómo eludir las demencias: las cinco claves para prevenirlas
Por Nora Bär.
Que el final de una larga vida sea el descenso a las tinieblas de la demencia no sólo es un horizonte desolador, sino un colosal desafío para los sistemas sanitarios de todo el mundo.
Se calcula que los costos derivados de este conjunto de patologías, cuyo rasgo saliente es la pérdida de la memoria, alcanzaron en 2010 los 604.000 millones de dólares. El 60% de los casos y el mayor aumento en las próximas décadas se registrarán en países de ingresos medios y bajos.
Pero aunque el riesgo no puede eliminarse por completo, crece el consenso científico de que sí es posible reducirlo sensiblemente. Y lo mejor de todo es que no se necesitan complejos tratamientos de última generación ni fármacos costosos. Basta con observar un puñado de reglas sencillas: alimentarse saludablemente, no fumar, caminar media hora por día, mantener a raya los niveles de colesterol, de glucemia y de presión sanguínea, «desafiar» al cerebro y preservar los lazos sociales.
«Estas recomendaciones que parecen tan inespecíficas explican, sin embargo, el 47% de los casos de demencia -afirma el doctor Fernando Taragano, profesor e investigador del Hospital Universitario Cemic-. Hace 10 años se viene diciendo que lo que le hace bien al corazón le hace bien al cerebro, pero nadie lo había probado. Lo que ahora se demostró es que los estilos de vida que ayudan a prevenir el infarto cardíaco también reducen las demencias.»
El doctor Daniel Seinhart, geriatra del Hospital Italiano, coincide: «Ésa es la enorme noticia, que las demencias hasta cierto punto son prevenibles con lo que uno hace cuando tiene 40 o 50 años».
«Las medidas sanitarias para reducir los factores de riesgo vascular han contribuido a una gran reducción en las muertes por enfermedad cardíaca y stroke en los últimos 50 años -dice el consenso Blackfriars, el documento emitido por una reunión de médicos, políticos, voluntarios e investigadores organizada por el UK Health Forum y Public Health London el 30 de enero de este año-. Ahora, hay evidencias de que el mismo enfoque podría conducir a una reducción en las demencias.»
Estas conclusiones surgen de estudios realizados a lo largo de las últimas décadas. Uno, del Consejo de Investigaciones Médicas británico publicado online el 17 de julio de 2013 en The Lancet, es particularmente optimista: compara la prevalencia de demencias en individuos de 65 años o más en seis localidades de Gran Bretaña y Gales desde 1989. Aunque las proyecciones que habían trazado anticipaban que habría 884.000 casos para 2011, tuvieron 670.000. Es decir, 214.000 menos de los previstos.
«Estos hallazgos son sin duda buenas noticias -escribe Sube Banerjee, de la Escuela de Medicina de Brighton y Sussex, en un comentario que acompaña el trabajo-. (…) Sugieren que hay cosas que hizo la población que disminuyeron la incidencia de demencia (…). Por lo tanto, es plausible pensar que modificaciones conductuales, como dejar de fumar, y el control de los factores de riesgo cardíaco, como la hipertensión, previnieron o postergaron la aparición de este cuadro en la población.»
El ya clásico «estudio de las monjas» que donaron su cerebro a la ciencia, realizado sobre 678 religiosas de la Escuela de las Hermanas de Notre Dame, en Mankato, Estados Unidos, muestra algo similar. Una investigación que las siguió durante más de treinta años descubrió que no siempre la presencia de las placas de amiloide características de la patología descripta por Alois Alzheimer en 1901 está asociada con la expresión de la enfermedad.
Según el doctor Augusto Vicario, cardiólogo de la Federación Argentina de Cardiología, el estudio de las monjas también mostró que las que tenían criterios de enfermedad de Alzheimer más enfermedad vascular (infartos cerebrales) estaban peor cognitivamente. «Esto habla del peso que la enfermedad vascular tiene como condicionante de una declinación más rápida -agrega-. Cuidar la salud cardiovascular es una forma de ir retrasando la demencia y evitar su progresión. Tiene lógica, esto ya pasó con otras enfermedades. Las mejoras sociales y comunitarias contribuyeron a disminuir fuertemente el impacto de la tuberculosis y el Chagas, por ejemplo. Creemos que con la demencia puede pasar lo mismo.»
«La herencia explica apenas el 10% de los casos -dice Taragano-. Y, sin embargo, el 85% de la investigación está orientada hacia la biología y la genética. Antes, los médicos nos encontrábamos en congresos y cuando se nos preguntaba si había algo para prevenir la demencia contestábamos que no. Ahora, estamos comprobando que los factores medioambientales combinados son responsables de la mitad del problema. Por ejemplo, recientemente se publicó que el 14% de la demencia en el mundo es atribuible al tabaquismo. Es una revolución que a los médicos nos cuesta aceptar.»
Taragano, Seinhart y Vicario, junto con un equipo de neurólogos, psiquiatras, cardiólogos, epidemiólogos, sociólogos y especialistas en comunicación, están poniendo a punto en colaboración con el Ministerio de Acción Social de la Nación un Plan Nacional de Alzheimer que lleve a la práctica las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y permita hacer un diagnóstico epidemiológico local.
«En 2012, la OMS emite su guía sobre la demencia y da diez recomendaciones, siete de las cuales son de acción comunitaria y tres de neto corte médico -detalla Taragano-. Fuimos al ministerio, les dijimos lo que se recomienda y la verdad es que mostraron una gran sensibilidad, se firmó el convenio el año pasado y desde entonces estamos trabajando juntos con todo el respaldo necesario. Hoy no hay una sola acción médica ni ninguna línea de investigación que supere el accionar comunitario. «
Entre las directivas de la OMS figuran reducir el aislamiento, apoyar y formar a cuidadores informales y profesionales rentados, y mejorar la formación de los médicos en atención primaria.
El Plan Nacional de Alzheimer tiene dos partes. Una es la educación en los centros de Integración Comunitaria en la población vulnerable. «Se sabe desde hace años que a mayor escolaridad, menor demencia», explica Taragano.
Entre sus tareas, los integrantes de este programa preparan a formadores, es decir, trabajan con operadores comunitarios o sanitarios para que promuevan conductas saludables. Pero también están desarrollando instrumentos que permitan detectar las demencias y puedan se utilizados por personal no especializado.
«Estamos viendo que el Alzheimer no es lo mismo en la Argentina, en Inglaterra, en Estados Unidos o en Paraguay -afirma el especialista-. Intentamos averiguar qué factores influyen en cada área del país para diseñar políticas de salud adaptadas a cada región. Por ejemplo, ya sabemos que la sal y la carne roja sobresalen entre los factores de riesgo en la Patagonia. En el Nordeste, la baja escolaridad.»
El 29 y 30 de agosto, durante la realización del programa de prevención cardiovascular «Corazón Sano», en Rancul, La Pampa, los científicos, junto con la doctora Mildren del Sueldo, secretaria de Salud de Villa María, Córdoba, aprovecharon para realizar una evaluación cognitiva a esta población de 3000 habitantes. «Se testearon en 48 horas 400 personas, a las que se les hicieron análisis de laboratorio, mediciones de presión arterial y de otros parámetros -cuenta Vicario-. Estamos tratando de desarrollar un instrumento validado, de aplicación rápida, para poder identificar a las personas que padecen demencia.»
«No existen en el país instrumentos que no dependan del médico -agrega Taragano-. Éste podrá ser aplicado por personas no expertas. Si lo logramos, será un legado enorme.»
Lo que hace bien al corazón, hace bien al cerebro
Los preceptos que están probando ser efectivos
Controlar los factores de riesgo cardíaco
No fumar, mantener los niveles de colesterol, glucemia y presión arterial dentro de límites saludables.
Practicar actividad física
Caminar media hora por día tiene múltiples beneficios; uno no menor es que contribuye a bajar la presión arterial.
Alimentarse bien
Previene la obesidad y la diabetes, dos reconocidos factores de riesgo cardíaco y accidente cerebrovascular.
Desafiar al cerebro
La educación es uno de los principales factores asociados con la salud cognitiva. Según los neurocientíficos, no hay razón para jubilar al cerebro.
Mantener los lazos sociales
Incluso en edades avanzadas, hay que seguir interactuando con otras personas, tanto en entornos familiares, como de aprendizaje, voluntariado o trabajo. El aislamiento conspira contra la preservación de nuestras capacidades.
Fuente: La Nación, 06/10/14.
Alzheimer: las nuevas «viejas» estrategias
Por Luciano Sposato.
Después de años de fracasos y frustración en la lucha contra la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, se vislumbra un futuro mejor.
Un nuevo enfoque preventivo puede cambiar la historia de millones de personas en el mundo. En diciembre de 2013 tuvo lugar una reunión sin precedentes.
Los ministros de Salud del G-8 se congregaron en Londres en lo que denominaron la «Cumbre del G8 sobre Demencia». Los gobiernos saben que esta enfermedad tiene un impacto enorme en la calidad de la vida de la sociedad y en los costos del sistema de salud.
Por eso están tomando cartas en el asunto. La decisión política, en parte, se debe a que por primera vez hay evidencia científica acerca de cómo mitigar el avance de la epidemia.
Los resultados ya están a la vista. Las naciones europeas y de América del Norte colaboran en el diseño de estrategias y a principios de 2015 se harán los primeros anuncios.
Gran parte de estas estrategias se centra en el hecho de que la hipertensión arterial, el sedentarismo, la diabetes, la obesidad y el aumento del colesterol, conocidos como factores de riesgo vascular, pueden llevar a la demencia.
Esto se aplica también a la enfermedad de Alzheimer, un tipo de demencia que hasta hace poco se creía no relacionada con estos factores. Estudios recientes han demostrado que el cerebro tiende a conservar más neuronas a lo largo de la vida cuando se combaten los factores de riesgo vascular.
En países donde desde hace décadas se ha implementado el control estricto de factores de riesgo para disminuir infartos y accidentes cerebrovasculares, también se han reducido, sorpresivamente, los casos de demencia. La explicación es clara. Cuidando al corazón, cuidamos al cerebro.
¿Cómo podemos proteger nuestro cerebro para reducir el riesgo de padecer Alzheimer o demencia en general?
Manteniendo la presión arterial en valores normales, caminando 30 minutos por día, haciendo una dieta saludable con verduras y frutas, manteniendo el colesterol en valores adecuados y, en el caso de la diabetes, intentando controlar los niveles de glucosa lo más cerca de lo normal posible.
La interacción social y la educación también son importantes. ¿Cuándo comenzar? Ya mismo. Los beneficios son mayores empezando a los 30 o 40 años que a los 60 o 70.
– Luciano Sposato es Neurólogo del Departmento de Neurología Clínica, Universidad de Western Ontario London, Canadá.
Fuente: La Nación, 06/10/14.
Demencia
Demencia (del latín de: «alejado» + mens (genitivo mentis): «mente») es la pérdida progresiva de las funciones cognitivas debida a daños o desórdenes cerebrales. Característicamente, esta alteración cognitiva provoca incapacidad para la realización de las actividades de la vida diaria. Los déficits cognitivos pueden afectar a cualquiera de las funciones cerebrales, particularmente las áreas de la memoria, el lenguaje (afasia), la atención, las habilidades visuoconstructivas, las praxias y las funciones ejecutivas como la resolución de problemas o la inhibición de respuestas. Durante la evolución de la enfermedad se puede observar pérdida de orientación tanto espacio-temporal como de identidad. La demencia puede ser reversible o irreversible según el origen etiológico del desorden.
Las personas con demencia pueden mostrar también, según avanza la enfermedad, rasgos psicóticos, depresivos y delirios. Dentro de los síntomas conductuales, los primeros hallazgos consisten en cambios de personalidad o de conducta leves, que posteriormente se hacen más evidentes con cuadros de delirio o alucinaciones. Los dementes suelen experimentar cuadros de confusión al ser hospitalizados o secundarios a otras enfermedades como infecciones o alteraciones metabólicas.
La demencia puede afectar el lenguaje, la comprensión, habilidades motoras, memoria de corto plazo, la capacidad de identificar elementos de uso cotidiano, el tiempo de reacción, rasgos de la personalidad y funciones ejecutivas.
Aunque la alteración de la memoria puede, en una minoría de casos, no ser un síntoma inicialmente dominante, es la alteración típica de la actividad cognitiva en las demencias, sobre todo para la más frecuente que es la enfermedad de Alzheimer, y su presencia es condición esencial para considerar su diagnóstico.
Tipos de demencia
Los tipos más comunes son:
Degenerativas o Primarias:
Enfermedad de Alzheimer
Enfermedad de Pick y otras demencias frontotemporales
Demencia por Cuerpos de Lewy
Secundarias:
Demencia vascular o Demencia multiinfarto (antiguamente llamada demencia arteriosclerótica), incluyendo la enfermedad de Binswanger
Complejo de demencia del SIDA
Pseudodemencia depresiva
Hidrocefalia normotensiva
Estados de confusión aguda o delirio
Hipotiroidismo
Deficiencias de Vitamina B6 o B12
Tumores
Y en casos muy raros:
Trauma cráneo-encefálico
Enfermedad de Parkinson
Enfermedad de Huntington
Síndrome de Down
Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob