Datos correspondientes a la medición realizada en forma online durante marzo de 2021. Se incluyeron las respuestas de 1.187 encuestados, mayores de 18 años, de todo el país.
Los argentinos se encuentran angustiados básicamente por dos temas: cuestionamiento a la situación económica actual y posiblemente a la futura, así como escepticismo sobre un plan en el Gobierno que logre revertirla positivamente y un clima de inseguridad.
Se mantiene la crítica a la gestión de Gobierno, en baja desde julio del año pasado, incluso entre quienes lo votaron.
Rodríguez Larreta se mantiene al frente del ranking de imagen, seguido por Vidal y Patricia Bullrich. El jefe de gobierno
porteño es valorado por todos los votantes: 84% Juntos por el Cambio, 55% por los de los otros partidos e incluso por el 26% de quienes adhirieron al partido gobernante.
El presidente Fernández y el gobernador Kicillof basan su imagen en los votantes al Frente de Todos superando en
algunos puntos en esta misma fuerza política a la valoración de la Vicepresidenta.
María Eugenia Vidal, junto con Rodríguez Larreta y Santilli son las únicas figuras con balance positivo en su imagen
EL CAMPO ESTÁ EMBARCADO EN UN PROCESO TECNOLÓGICO Y HUMANO QUE DA EMPLEO A LOS JÓVENES Y NUTRE LAS CIUDADES DEL INTERIOR. PARA CONSOLIDARSE NECESITA CONSENSO POLÍTICO Y MENOS IMPUESTOS.
Por Iván Ordóñez.
Es difícil proponer algo sin diagnóstico, y para los fenómenos sociales como la economía un diagnóstico se hace con buena investigación histórica. En la actualidad Roy Hora es a mi entender el mejor historiador contemporáneo del agro argentino, sobre todo de sus orígenes. Una de sus tesis centrales es que la pampa argentina de fines del siglo XIX era un mar de pequeños productores (muchos arrendatarios, algunos dueños y muy pocos colonos) con islas de grandes explotaciones autosuficientes, conocidas como las estancias. El trabajo de Hora desafía abiertamente la visión de buena parte del progresismo argentino sobre el pasado remoto y el presente del campo.
Otra de las tesis de Hora es que, contrariamente a lo que se cree, los productores ganaderos de principios de siglo eran empresarios innovadores en tecnologías blandas y duras. Ese ciclo expansivo se termina en la década del 30, cuando se combinan la colonización final del territorio agrícola y la creación de las juntas reguladoras de granos y carnes, que en un principio fueron una transferencia de recursos desde la aduana a los productores agropecuarios, pero en pocos años se transformaron en el eje de lo que se llamó “discriminación de las pampas”.
A las juntas le siguieron la agencia estatal que monopolizaba el comercio exterior (IAPI, sigla de Instituto Argentino de Promoción del Intercambio), los impuestos a las exportaciones y las cuotas de exportación. Durante largos períodos estos instrumentos actuaron de manera combinada, siempre con los mismos objetivos: reducir el precio de los alimentos que consumen los argentinos y elevar la recaudación del fisco. El primer objetivo casi nunca se cumplió, el segundo sólo en el corto plazo. Existe una diferencia fundamental entre los impuestos a las exportaciones y el resto de los instrumentos: juntas, IAPI y cupos dejan un lugar abierto a la discrecionalidad, que a su vez abre la puerta a la corrupción.
La “parálisis de las pampas” es un hecho verificable: durante medio siglo (entre 1936 y 1989) la producción de granos creció apenas de 19 millones a 26 millones de toneladas.
El “daño colateral” de esta estrategia, que de manera casi ininterrumpida es la regla en política agropecuaria argentina, es muy claro: ataca la facturación de los productores agropecuarios, sin discriminar entre sus ganancias. Así afecta en mayor medida a los productores que enfrentan mayor volatilidad climática o que se encuentran lejos de los centros de consumo. Además, desincentiva la inversión en tecnología.
La “parálisis de las pampas” es un hecho verificable: durante medio siglo (entre 1936 y 1989) la producción de granos creció apenas de 19 millones a 26 millones de toneladas. La nada misma. En el mismo período, por otra parte, la cantidad de cabezas de ganado cayó de 3 vacas a 1,6 vacas por habitante.
Es imposible entender la “parálisis de las pampas” sin entender la “discriminación de las pampas”. Es imposible entender la “segunda revolución de las pampas”, que introdujo los fertilizantes sintéticos y la siembra directa, sin entender el pasado lejano que relata Roy Hora y la revolución que implicaron los 90, cuando por primera vez en 60 años le dejaron al campo vender al mismo dólar al que pagaba sus insumos. El espíritu innovador del que habla Hora seguía ahí: ahora por fin tenía los recursos. En 1997 la producción de granos alcanzó las 52 millones toneladas, el doble que siete años antes.
Los agronegocios argentinos tienen a los agricultores más jóvenes del mundo productor de alimentos y el mayor índice de ingenieros agrónomos por hectárea.
De la misma manera, es imposible comprender la “tercera revolución de las pampas”, que estamos viviendo y que está basada en la digitalización de la producción, la introducción de nuevos materiales y el cuidado del medio ambiente, sin tomar en cuenta que los agronegocios argentinos tienen a los agricultores más jóvenes del mundo productor de alimentos y el mayor índice de ingenieros agrónomos por hectárea.
Hacer agricultura es más que sembrar una semilla. La compleja red de contratos que producen los agronegocios genera empleos de calidad para jóvenes hiperformados, de programadores a ingenieros agrónomos, para jóvenes que no lograron terminar el secundario (a fin de cuentas, la mitad de los adolescentes argentinos) y también para aquellos que tienen una tecnicatura.
UTOPÍA FARM-OSA
Es imposible pensar cualquier intervención pública sobre el paisaje rural sin abrir la conversación sobre la excesiva carga tributaria que enfrenta la actividad, particularmente la producción de granos. Como un negativo, es imposible hablar de política hortícola sin reconocer que casi la totalidad de sus productos se comercializa en negro.
Para crecer, los productores argentinos de commodities necesitan una reducción de la carga impositiva, particularmente de ese mal impuesto que son las retenciones. Ya sin esa brutal transferencia de ingresos de la ruralidad a la urbanidad los recursos se volcarán en dinamizar la ruralidad. Los ejemplos de que esto es real y no una quimera abundan en nuestro pasado, pero también en nuestros contemporáneos.
El pequeño productor pampeano de commodities para prosperar precisa de tres elementos: proteger su flujo de ingresos ante las fluctuaciones climáticas y de precios, mejorar su conectividad física y virtual y finalmente un entorno urbano atractivo para vivir. Lo primero se soluciona con seguros climáticos, mercados de futuros y rentabilidad plena sin tributos especiales. Lo segundo y lo tercero, facilitando que la riqueza que produce se transforme en infraestructura social en el lugar en el que reside. Un ejemplo de esto se encuentra en el excelente trabajo de Humberto Miranda que describe el proceso de urbanización en la frontera agrícola en el nordeste brasileño entre 1990 y 2010. El paisaje de las comunidades rurales cambió radicalmente: se multiplicaron las ciudades de hasta 20.000 habitantes y otras crecieron hasta los 50.000 habitantes. Un fenómeno similar se da en el estado de Goiás, con ciudades de menor porte como Quirinopolis o la capital del estado, Goiania, que entre 1990 y 2010 duplicó su población, hasta alcanzar el millón y medio de habitantes.
¿Por qué mientras Paraguay es una película excitante de progreso en Formosa la tasa la de actividad es de apenas el 30% y dos tercios de los empleos son estatales?
Desde 2000 en Paraguay, en la zona lindera a Ciudad del Este y gracias al impulso de los brasiguayos, la producción de soja y maíz se multiplicó casi por cuatro, arañando hoy los 5 millones de hectáreas. Eso no es todo: las pujantes colonias de menonitas que escaparon de la Unión Soviética al norte de Formosa (una zona que muchos no dudarían de calificar de monte desértico) se destacan por producir una parte sustantiva de los lácteos, carnes y hortalizas que consumen los paraguayos.
¿Por qué mientras Paraguay es una película excitante de progreso en Formosa la tasa la de actividad es de apenas el 30% y dos tercios de los empleos son estatales? Obviamente, con estos indicadores el 94% del presupuesto de la provincia se sostiene con aportes de la Nación, que en el fondo son aportes de la provincia y la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, no está predestinado que sea así. Surcada por dos ríos monumentales como el Bermejo y el Pilcomayo, más de 200 kilómetros de costa del Paraná frente a Asunción, una ciudad de 2,7 millones de habitantes, existe la posibilidad de Farm-osa: una provincia que si no alimenta al mundo, al menos lo hace con su región.
No tenemos que irnos de Argentina para encontrar comunidades rurales prósperas y exitosas: Tandil, Rafaela, Villa María y Río Cuarto son polos de atracción de población. ¿Qué hermana a esas ciudades rurales de tres provincias distintas? No son capitales provinciales, poseen una matriz productiva diversificada que pivotea en los agronegocios como eje y cuentan con al menos una sede universitaria. Ahí vive una Argentina posible.
El negocio orientado hacia el mercado interno es un negocio que se achica y empobrece; los agronegocios deben reorientarse a pensar un mercado global para recobrar dinamismo.
En el mundo de las especialidades –aquellos productos que no se estandarizan como los granos– es necesario crear mercados concentradores reales que blanqueen el negocio y eleven la transparencia en la formación de precio. La combinación de ambos factores elevará la calidad de los productos, desde la cebolla y la leche hasta el durazno y la carne vacuna. Ese salto de calidad permitirá a su vez un salto exportador; ese salto exportador traccionará con demanda un incremento en la producción, que se traducirá en mejoras en la productividad e inversión en el negocio hortícola y frutal, en las carnes tradicionales y “no tradicionales” y en los miles de alimentos que produce el ecosistema de agronegocios. El negocio orientado hacia el mercado interno es un negocio que se achica y empobrece; los agronegocios deben reorientarse a pensar un mercado global para recobrar dinamismo. El vino y la soja nos lo enseñan.
El blanqueo permitirá elevar la transparencia en la formación de precio de las especialidades y así lograr un múltiple objetivo en apariencia contrapuesto: que el productor gane más a la vez que el consumidor paga menos.
LA MALDICIÓN DE EXPORTAR ALIMENTOS
Tal maldición no existe. Los importadores chinos de carne roja que representan la mitad de nuestras exportaciones pagaron en promedio por el kilo de carne a los frigoríficos argentinos exportadores unos 320-350 pesos durante 2020, un número muy similar al que los porteños pagaron en la carnicería de su barrio por el mismo producto. La cuarentena estricta y larga destruyó más de 3 millones de empleos informales y golpeó el salario real de los trabajadores formales: el poder de compra de los argentinos se desmoronó. La carne no está cara; los argentinos somos más pobres.
El desafío para desarrollar el país en torno a la exportación de alimentos es la construcción de una coalición política que promueva la idea y esta solo es posible si hay incentivos claros para hacerlo. Estos incentivos son posibles si se construye un consenso social que da votos en pos de que esa coalición gobierne. Esos votos, a su vez, jamás estarán si existe la percepción de que la exportación compite con el consumo local. Esto no puede dirimirse solo en el plano discursivo.
Los ministerios son importantes, pero todas estas iniciativas precisan agencias con poder de fuego. Los bancos estatales como el Nación, Provincia y BICE requieren de divisiones especializadas en agronegocios más robustas, que abandonen el paradigma “one size fits all” y se aboquen a crear soluciones acordes a los productores de commodities y especialidades. La AFIP de un país cuyo principal sector productivo son los agronegocios debe abandonar la postura autocomplaciente de que “es difícil cobrarle impuesto a las ganancias al campo”. La potencia tecnológica con la que hoy cuenta la agencia de recaudación es la clave para abandonar impuestos que agregan al sesgo anti exportador (como los derechos de exportación o los ingresos brutos) y focalizarse en impuestos “virtuosos” como el impuesto a las ganancias. Un SENASA plenamente alineado es la pieza que cierra ese circuito, porque permitiría acompañar la transparencia fiscal con la garantía de inocuidad.
¿Qué le diremos a nuestros a nietos? ¿Que tuvimos la oportunidad pero nos faltó el coraje?
Finalmente, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) tiene un rol privilegiado en esta estrategia. Su capilaridad supera la de cualquier otro organismo estatal del país: hay estaciones experimentales en cada rincón del territorio. Sin embargo, debe modernizarse: la visión productivista debe integrarse con un objetivo comercial, los productores agropecuarios (grandes y pequeños) buscan ganancias, el INTA debe asistirlos en el objetivo de ganar dinero de manera sustentable, no en “producir más”.
Nada de lo expuesto es extremadamente novedoso; es apenas un compendio de mejores prácticas tomadas de otros países. El éxito de estas políticas se juega en su diseño, pero sobre todo en la implementación. Deben conjugarse calidad profesional y voluntad política, humildad para escuchar al sector privado con sus aportes y dotes para la persuasión a la hora de seducirlo para sumarse a soluciones superadoras. Demandan una claridad de visión y una pasión por cambiar que no abunda. Muchas de estas iniciativas no requieren de recursos adicionales, solo de mejor coordinación en el uso de recursos públicos y privados, trabajando juntos.
Las grandes organizaciones siempre muestran falencias a la hora de administrar recursos para alcanzar múltiples objetivos. El mantra tiene que ser sencillo: exportar más. En un nuevo gobierno, todo el accionar debe pasar un test simple: ¿sirve para exportar más? Si la respuesta es afirmativa, ese es el camino correcto. Caso contrario, desechar.
¿Qué le diremos a nuestros a nietos? ¿Que tuvimos la oportunidad pero nos faltó el coraje? ¿Que teníamos las respuestas pero no la capacidad de generar acuerdos? ¿Que no nos animamos? El descenso al subdesarrollo está amenazando nuestra libertad, nuestra capacidad de elegir libremente qué queremos hacer, nuestro derecho a buscar la felicidad. El tiempo de desarrollar la Argentina, exportar y sacar millones de la pobreza es ahora.
Una vez más, como quien quiere tirar la moneda tantas veces hasta que salga «ceca», el Congreso debate sobre el aborto. Así de fácil, lo mismo que tirar una moneda al aire, se discute sobre la vida de otro, o, más bien, sobre la vida de miles de «otros».
Igual de disparatado, pero tal vez menos injusto, sería que debatieran sobre la vida de cualquiera de los que se disponen a aprobar el aborto, quienes, como mínimo, tendrían el derecho a hacer un alegato en su defensa, a diferencia de un bebé inocente y sin posibilidades de esquivar el instrumento o la droga que lo mata inesperadamente en su propio santuario. Sería un teatro del absurdo, claro, pero la Argentina es el país donde el absurdo aparece como algo normal a costa del incesante repiqueteo de la propaganda.
¿Qué tuvo que ocurrir, cuántas batallas debió perder el lenguaje, qué veneno debió haber trastornado a la lógica para que la muerte de un bebé sea algo políticamente correcto y, en cambio, la defensa de la vida sea una actitud fascista? ¿No era el culto a la muerte lo que caracterizaba precisamente al fascismo, como escribió Pablo Giussani? Un culto, efectivamente, no una opinión.
Una opinión es el argumento de alguien que se presenta en un programa de televisión o escribe en un periódico a fin de sostener su posición en favor del aborto. Pero no es una opinión la marea verde que se agita en las calles, que danza, que pintarrajea catedrales, que proclama estar librando una batalla, que pinta grafitis contra «los fetos» o que se jacta de maltratar en la vía pública a muñecos con forma de bebés.
¿No es esa, acaso, la confesión expresa de la existencia de una vida distinta a la de la madre? ¿No es ese el reconocimiento de que no es la compasión lo que mueve esa ola? También lo es la persecución a los médicos que convencen a la madre de no abortar y conducen el embarazo hasta el nacimiento. El ensañamiento con quienes salvan la vida es el revés mismo de la compasión.
El aborto, una bandera histórica de la izquierda, fue rechazado en su momento por el gobernador socialista de Santa Fe Hermes Binner, y por el entonces presidente de Uruguay, también de izquierda, Tabaré Vázquez. Médicos ambos, no quisieron violar el más puro de los juramentos, que es la defensa de la vida.
Al tiempo de enviar el proyecto, el presidente de la Nación sostuvo que, desde la recuperación de la democracia, se registraron más de 3.000 muertes por abortos clandestinos.
Si tan bien contabilizaron los casos ¿dónde están las denuncias? ¿Alguien lleva a los tribunales a los responsables de esas clínicas clandestinas, desde los gobiernos o desde la militancia proaborto?
La legalización de un crimen con el argumento de que se comete de peor manera en la clandestinidad sería equivalente a sostener que, como los violadores asesinan a sus víctimas para no ser descubiertos, habría que despenalizar la violación, de modo que ya esos depravados no tengan que asesinarlas. Absurdo y repugnante.
La noche posterior al ingreso del proyecto en el Congreso, el Cabildo de Buenos Aires y el Ministerio de Salud fueron iluminados con luces verdes por Amnesty International, una organización que, como casi todas las dedicadas a los derechos humanos, defiende la vida, la libertad y la integridad física de todo tipo de personas, incluyendo terroristas y narcotraficantes, a fin de que obtengan un juicio justo o que, una vez condenados, reciban un trato humano, lo cual está bien.
Lo que no está bien, lo paradójico, lo que repugna al sentido común es la contradicción de defender los derechos de los culpables y presionar en favor de la muerte de los inocentes.
No es una sorpresa. En 2018, cuando en la Argentina se debatió tristemente un proyecto similar, también Amnistía Internacional publicó un aviso de una página entera en la contratapa de The New York Times a fin de apoyar la iniciativa.
Ninguna propaganda apareció aquí, al menos recuadrada. ¿Debemos suponer que el aparato internacional que se mueve en pos del aborto invirtió cientos de miles de dólares a 8500 kilómetros de distancia y no desembolsó un peso donde se votaría el proyecto?
El silencio frente a esa pregunta es demasiado pesado y su peso sofoca el grito inaudible de los inocentes, que son las víctimas del aborto.
El caso de Amnistía Internacional es un ejemplo entre miles. Si lo que se desea es saber quiénes tienen en el mundo interés en promocionar el aborto, lo mejor es recordar el lema del FBI: «Siga al dinero«.
De acuerdo con una noticia del diario The Irish Times, en 2017, la Comisión The Standards in Public Office de Irlanda, un equivalente a la Oficina Anticorrupción de la Argentina, ordenó a Amnesty International devolver 137.000 euros que le había donado Open Society, la fundación de George Soros, para promover el aborto en ese país. La directiva se apoyó en la violación de la Constitución y de las reglas de ética electoral.
La multinacional del aborto, Planned Parenthood, financió con más de cinco millones de dólares a organizaciones abortistas argentinas
Como Amnistía Internacional, hay millares de organizaciones en el planeta que trabajan día y noche en favor del aborto. La gran mayoría de ellas reciben financiación, precisamente, de Open Society, que cuenta con decenas de miles de millones de dólares para fines filantrópicos. Y algunos lo son, realmente. Las mentiras únicamente se digieren cuando se combinan con unas cuantas verdades.
Ingeniería social: El impulsor de la Agenda Globalista, George Soros, promueve el aborto.
Pero la fundación Open Society, con la que el Ministerio de Educación de la Nación firmó en marzo un acuerdo, promueve, por otro lado, el aborto como política de Estado; la legalización de las drogas y, especialmente, la despenalización de su comercialización minorista; llama a poner fin a la guerra contra el narcotráfico; alienta acciones contra la represión policial a la venta de estupefacientes; financia a movimientos populistas; a través del BDS Movement impulsa el boicot contra Israel, un Estado aliado de los Estados Unidos y de los valores occidentales y democráticos en Oriente Medio; patrocina políticas abolicionistas en materia penal y apoya a movimientos indigenistas, como los de los mapuches radicalizados en el sur argentino. Una colección de acciones contra las democracias de Occidente, cuyas estructuras se propone transformar desde sus entrañas.
Soros destinó US$32.000 millones de su fortuna a Open Society. ¿Se comprende, entonces, de dónde salen los «verdes»?
La conocida periodista israelí Rachel Ehrenfeld, que preside el American Center for Democracy en Nueva York, a propósito de la campaña de Open Society en favor de la despenalización de la droga, escribió que «Soros usa su filantropía para cambiar -o más precisamente deconstruir- los valores y las actitudes morales del mundo occidental.»
George Soros promueve la legalización de las drogas
Una cultura de la droga demanda una sociedad de la angustia, de la culpa, de la pobreza y de la desesperanza; el derrumbe de los pilares de la nación, de la familia y de la concordia social.
Al otro lado de la discusión, están los movimientos provida, algunos de carácter religioso, otros laicos y otros incluso feministas, como en la Argentina Feministas de la Nueva Ola o la organización Feminist for Life en Estados Unidos. Pero no alcanzan contra el dinero del aborto.
«No me preocupa -decía Martin Luther King- el grito de los violentos y los deshonestos. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos».
La primera sorpresa es saber que ha sido dirigido y producido por una joven de 18 años. La segunda, que no es su primer film, sino el tercero. La tercera y principal, el talento de Hannah Victoria para llevarnos de la mano de su historia hasta una profunda reflexión más necesaria que nunca.
El aborto es un asesinato. Uno de los crímenes más viles y cobardes que pueda concebirse, pues atenta contra la vida de un ser totalmente indefenso sin ninguna capacidad de respuesta. Acaso después de esto no habría nada más que decir. Solo la pérdida completa del sentido común, en la que Hannah Arendt cifraba los orígenes del totalitarismo, puede explicar que hoy por hoy se discuta en nuestro país la legalización del aborto.
Poco importa que un gobierno que comete un desacierto tras otro —dicho de manera benevolente— haya abierto el debate sobre el tema cual cortina de humo para disimular sus dificultades; en primer lugar, el empobrecimiento manifiesto al que se ve sometida la inmensa mayoría de la población como efecto de las políticas implementadas. Sea como fuere, la bola se ha echado a rodar y no hay quien la detenga.
Examinemos algunos de los argumentos esgrimidos por los apólogos del aborto
La presión de los medios masivos de difusión, que no de comunicación, a favor de la dichosa legalización es sencillamente abrumadora. Periodistas de toda laya, actrices y actores consagrados, estrellitas efímeras de televisión, opinólogos del momento, «panelistas», prostitutas VIP —y no tan VIP—, agitan sin cesar sus pañuelitos verdes, con la expectativa de obtener réditos de su opinión políticamente correcta. Sueñan con aumentar su puntaje en los celulares interconectados, como muestra un episodio magnífico de la serie Black Mirror.
Ahora bien, examinemos algunos de los argumentos esgrimidos por los apólogos del aborto (perdón, de su legalización). Desde ya, no vale la pena detenerse un instante en las «estadísticas» que blasonan, pues se ha demostrado fehacientemente su falsedad. Vayamos a los argumentos. Uno de los más difundidos y recurrentes sostiene que la mujer es «dueña de su cuerpo». La pregunta es, ¿dónde se sitúa quien afirma esto? ¿Dónde radica su subjetividad? Obviamente, no en el cuerpo. El sujeto, el sí mismo, residiría exclusivamente en la mente, conforme al dualismo antropológico establecido en los albores de la modernidad por René Descartes. El yo se identifica con la mente, el cuerpo es un objeto sobre el cual la mente tendría «derecho» a disponer según su real antojo. Forma de pensar de 1650 a la que se añade la sagrada propiedad privada capitalista; de ahí el erigirse en «dueño» de ese objeto llamado «cuerpo». ¿No sería hora de que el individuo se pensase de una forma más integral, si se quiere como una totalidad indisoluble cuerpo-mente, sin relaciones de propiedad de una parte sobre otra?
La vida que amanece en el seno materno no forma parte de ese cuerpo, es una vida distinta
Por lo demás, cabe agregar que la vida que amanece en el seno materno no forma parte de ese cuerpo. Es un huésped que se aloja transitoriamente en él, un inquilino, una vida distinta que habita durante un tiempo en el vientre materno.
Otro argumento aduce que, en las primeras etapas de gestación, esa vida distinta que prospera desde el momento mismo de su concepción —algo ya incuestionable desde el punto de vista científico— no es todavía «persona». Pero pretender determinar cuándo un viviente humano comienza a ser persona es un disparate. Pues «persona» es una categoría metafísica que, como tal, no cabe situar en el tiempo, a no ser por una convención jurídica que, sea cual fuere, siempre pecará de arbitrariedad. Los conceptos metafísicos son de naturaleza extratemporal, procurar situarlos en el tiempo es ignorar la inconmensurabilidad entre lo temporal y lo extratemporal. Se trata de dos órdenes diferentes, inconmensurables, como acabamos de decir. Algo similar ocurre con los conceptos matemáticos: solo que a nadie se le ocurriría preguntar cuándo la suma de los ángulos interiores de un triángulo empezó a ser igual a 180 grados.
La legalización del aborto sería una cuestión de “salud pública”, ajena a toda “creencia”
En los últimos días es frecuente escuchar una novedosa sandez. La legalización del aborto —que nada tendría que ver con su promoción, se sostiene hipócritamente— sería una cuestión que atañe a la «salud pública», ajena a toda «creencia». ¡Como si la «salud pública» no fuese una creencia ligada a los presupuestos inherentes al Estado moderno! ¡Como si la «salud pública» fuese un tema ideológicamente neutro que se ubica más allá de toda creencia! ¡Un mínimo de conocimiento histórico, por favor!
Un capítulo aparte es el empeño de los abortistas por reducir la oposición a la legalización del aborto a la resistencia de las confesiones religiosas, en particular, la Iglesia Católica. Es decir, estereotipar al adversario. Quien me conozca o haya leído mis escritos sabrá cuán lejos estoy, como muchos otros opositores, de defender convicciones religiosas.
Bajo excusas piadosas se apunta la control de la natalidad
Pero en realidad no tiene demasiado sentido sumar más argumentos y contraargumentos. Según creo, las cosas pasan por otro lado en un «debate» signado por el cinismo y la hipocresía. Bajo la excusa piadosa de que las mujeres de condición humilde posean los mismos «derechos» que las de clase media o alta,cuyos asesinatos se llevan a cabo en un contexto más favorable, se apunta claramente al control de la natalidad, o sea, para decirlo con todas las letras, a limitar el nacimiento de «negritos». Las señoras de clase media o alta, a quienes se suman entusiastamente por otras razones organizaciones de mujeres fálicas, lesbianas, travestis, transexuales y un largo etcétera, confían en que, si reducimos el número de «negritos», destinados a convertirse en «negros de mierda», disminuirán a la larga los asaltos, los secuestros, los asesinatos a mansalva y otros males similares que aquejan actualmente a nuestra sociedad.
Por supuesto, a las mujeres humildes, que se empeñan en reproducirse «irracionalmente», nadie las ha consultado ni las consultará. Son bestias ignorantes sometidas por machistas irredentos y huérfanas de la consabida «educación sexual» (lo cual supone que la sexualidad es susceptible de educación, cosa que primero habría que empezar por preguntarse; desde Agustín de Hipona hasta Sigmund Freud, pasando por múltiples eslabones intermedios, se sabe que la tarea está condenada en última instancia al fracaso). «Educación sexual»: sexo seguro, políticamente correcto.
Quizá lo más triste es el cinismo de la “izquierda” y de los sectores “progresistas”, ayer en firme oposición al control de la natalidad preconizado por los poderes imperialistas y hoy a la vanguardia de la legalización del aborto
En resumen, es mucho más fácil eliminar de cuajo una vida naciente que mejorar las condiciones económicas y sociales de manera tal que cualquier mujer embarazada pueda parir en condiciones dignas y criar a sus hijos del mejor modo. Esto último, claro está, implica una transformación profunda que morigere radicalmente las desigualdades económicas y sociales, cada vez más agudas, que imperan en nuestra sociedad.
Pero quizá lo más triste es el cinismo de la «izquierda» y de los sectores «progresistas» en general, ayer en firme oposición al control de la natalidad preconizado por los poderes imperialistas hacia los pueblos del Tercer Mundo, y hoy a la vanguardia de la legalización del aborto como forma de proporcionar a las mujeres humildes condiciones análogas a las de las clases más favorecidas, según predican.
No sería la primera vez que diputados y senadores cedan ante el empuje de los medios y de los grupos activistas que pretenden imponer sus demandas autoritariamente al resto de la sociedad
Personalmente, no me hago ilusiones. Creo que la batalla está perdida. Ojalá me equivoque. Pero no sería la primera vez que, más allá de sus convicciones, diputados y senadores cedan ante el empuje de los medios y de los grupos activistas que pretenden imponer sus demandas autoritariamente al resto de la sociedad. Además, hace mucho tiempo que los argentinos no protagonizamos un baño de sangre. El terrorismo y la represión ilegal ya han quedado lejos en el pasado. Tal vez los argentinos necesitemos de tanto en tanto, debido a nuestra idiosincrasia, asesinatos en masa. Estamos ante las puertas de otro, incomparablemente más siniestro que cualquiera de los que tengamos memoria.
Se cayó Brubank y los usuarios denunciaron vaciamiento de cuentas: repercusiones en redes
Quienes pudieron entrar a sus cuentas vieron sus balances en cero, así como transferencias «fantasma» y acreditaciones que no hicieron
Brubank, el banco digital liderado por el ex CEO de Citibank Juan Bruchou, presentó durante las últimas horas graves problemas de funcionamiento.
Además de impedir el acceso a los usuarios, quienes pudieron entrar a sus cuentas vieron sus balances en 0, así como transferencias «fantasma» y acreditaciones que no hicieron.
Las denuncias contra estos «vaciamientos de cuenta» no tardaron en llegar a las redes sociales, donde cientos de usuarios publicaron sus capturas con la pantalla de error, quejas hacia la entidad y hasta memes. PeluS@PeluSallaberry
Todo esto se dio en un contexto donde el servicio de atención del banco digital promete atención diferencial que los bancos tradicionales pero su sistema de respuesta puede tardar horas y hasta día.
«Me sacaron $3500 de mí cuenta Brubank. Me aparecen 2 transferencias que no hice, pero no me figuran los datos de la persona a quién se le transfirió la plata. Espero una solución», se queja un usuario en Twitter.
@brubankarg Me sacaron $3500 de mí cuenta Brubank. Me aparecen 2 transferencias que no hice, pero no me figuran los datos de la persona a quién se le transfirió la plata. Espero una solución @brubankarg
Según se difundió en las últimas horas, el problema surgió porque habilitaron al banco digital a recibir el IFE por parte del gobierno. Ante la avalancha de usuarios, el sistema no resistió y tuvo una falla crítica. Cristian@cristianivic
Todos los del IFE puteando porque Brubank les desapareció parte o la totalidad de los $10 mil.
Con la aparición de estos problemas, los usuarios afectados se preguntaron se preguntaron sobre el respaldo que tiene el banco digital y si podrán recuperar nuevamente el dinero que desapareció de sus cuentas.
En una forma claramente ilegal, la CNV está presionando a los operadores bursátiles, con la intención de controlar la compra de dólares por vías alternativas.
Presión a las sociedades de Bolsa para que limiten la venta de dólares alternativos
Recibieron llamados para que limiten la publicidad de la operatoria y el pedido de que revelen el nombre de sus mayores clientes.
Adrián Cosentino, ex funcionario durante la gestión de Amado Boudou y Hernán Lorenzino y actual titular de la Comisión Nacional de Valores.
Llamados y un mail sospechoso. Las sociedades de Bolsa están en la mira del Gobierno. Además de que el Banco Central busca sacarlas del negocio de compra y venta de dólar oficial, la Comisión Nacional de Valores -reguladora del mercado bursátil- desplegó una serie de estrategias informales para instarlas a limitar o al menos bajar el perfil de las operaciones que permiten adquirir dólares de manera legal mediante operaciones en la Bolsa.
Con la aparición del cepo, que solo permite comprar US$ 200 por mes por persona y con el impuesto solidario del 30%, las casas de Bolsa -muchas que ya vendían dólar oficial- empezaron a ofrecer de manera más abierta el dólar MEP. Es el que se consigue comprando un bono en pesos y vendiéndolo en dólares. Es legal y no tiene tope de compra. El contado con liqui (CCL) es una operación similar pero que termina con los billetes fuera del país.
Inicialmente, las sociedades de Bolsa (Agentes de Liquidación y Compensación) recibieron el llamado de funcionarios de la CNV sugiriéndoles que no publicitaran ante el público el dólar MEP y CCL. En estas empresas dicen que el mensaje era: no pueden promocionar algo que no existe como producto de inversión (en realidad la operación es compra y venta de acciones y bonos).
Algunos de los operadores no tuvieron tiempo de digerir el «consejo amigo» que ya tenían en sus casillas un mail enviado desde una dirección personal bajo el nombre de uno de los vocales de la CNV que solicitaba que en 24 horas la sociedad le enviara al organismo oficial los nombres de los 10 clientes que habían operado el mayor volumen de dólar MEP, dólar cable y CCL tanto en compra como en venta entre el 6 y el 28 de abril. [Este pedido, cursado de esta forma, es claramente ilegal.]
Ante la sorpresa que generó el mail, el presidente de la Cámara de Agentes de Bolsa, Alejandro Porzio, le mandó una carta al titular de la CNV, Adrián Cosentino, para «solicitar alguna precisión ante la consulta que recibimos de nuestros asociados acerca de información requerida por CNV en relación a operaciones diarias referidas a los denominados ‘Dólar MEP, Dólar Cable y Dólar Contado con Liquidación «.
En la misiva se aclara que el pedido había sido hecho «a través de un canal que no es el habitual» y que había generado «cierta inquietud» entre las sociedades de Bolsa porque los datos que se pedían eran confidenciales y sensibles. Además, indicaron que «llama la atención la solicitud de tal información teniendo en cuenta que la CNV ya recibe dicha información acorde a lo dispuesto en la normativa vigente» a diario.
Conferencia de Jorge Castro, Pascual Albanese y Jorge Raventos
El Martes 3 de marzo, de 19:00 a 20:30 hs, en el auditorio de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) –Paraguay 1457, primer piso, C.A.B.A.– tendrá lugar el encuentro mensual del Centro de reflexión para la acción política Segundo Centenario.
El tema a tratar será “Trump, Bolsonaro y la encrucijada estratégica de la Argentina”, con tres exposiciones a cargo de Jorge Castro, Pascual Albanese y Jorge Raventos.
Entrada libre y gratuita, no requiere inscripción.
En 1895 Argentina tuvo el PBI per cápita más alto del mundo, ¿qué salió mal?
Por Marcelo Duclos.
Es sabido que hacia finales del siglo XIX Argentina había logrado posicionarse como uno de los países más ricos del planeta. A la hora de elegir, por aquellos años, un destino para emigrar, daba exactamente lo mismo ir a Nueva York o a Buenos Aires. Muchas familias que salían de Europa u Oriente Medio quedaron divididas entre Estados Unidos y Argentina, ya que un destino u otro se podía decidir a partir de un boleto más económico o a un horario de salida del barco.
Se ubica ese proceso virtuoso entre 1880 y 1940, años en que la mayoría de inmigrantes decidieron que Argentina sería un buen lugar para vivir, con oportunidades laborales, paz, libertad religiosa y un porvenir para la familia.
Los recién llegados seguramente no imaginaron que el «sueño argentino» se convertiría en la realidad muy pronto. De la mano del esfuerzo y el trabajo la mayoría se convirtió en propietarios y comerciantes exitosos. Pero probablemente lo más difícil de advertir era que todo quedaría en la nada. Que ese crecimiento se estancó y que el país que se convirtió en una potencia desarrollada, en un par de décadas pasó a ser el único caso de estudio de «desdesarrollo», como alternativa a los países desarrollados, en desarrollo y no desarrollados.
Lo que siempre se comentó acerca de la opulencia argentina de aquellos años era que el país se encontraba en una élite de cinco países de posición privilegiada. Sin embargo, una actualización del Maddison Historical Statistics reveló que en 1895 y 1896 Argentina no era uno de los países más ricos, sino el número uno, con el PBI per cápita más alto del mundo. Los siguientes puestos fueron para Estados Unidos, Bélgica, Australia, Reino Unido y Nueva Zelanda.
El historiador económico Angus Maddison (1926-2010) se dedicó a recolectar los datos para la realización de estadísticas, con importantes investigaciones, sobre todo previas a 1960. Luego de su muerte, la Universidad de Groningen continuó con su legado con el «Proyecto Maddison».
¿Cómo se explica el éxito?
Luego de la Revolución de Mayo en 1810 y la Independencia en 1816, Argentina no pudo encontrar fácilmente un modelo de prosperidad. Luego de los gobiernos de Juan Manuel de Rosas, y su derrocamiento en la Batalla de Caseros (1852), el país tomó el proyecto de Constitución de Juan Bautista Alberdi (1853/60), de clara orientación liberal. El nuevo marco político y legal fue proinmigración, defendió la libre empresa, mantuvo al Estado apartado del desarrollo productivo y se limitó a ofrecer el marco jurídico apropiado dentro de un Estado de derecho. Los resultados en materia de atracción de inmigrantes, en crecimiento, desarrollo económico y ahora en estadísticas son tan claros, que no merecen ninguna explicación. La relación entre las políticas aplicadas y los resultados son tan evidentes como el caso opuesto en la Venezuela actual.
¿Cómo se explica la decadencia?
Como hacen falta pocos años para cosechar buenos resultados, también en poco tiempo se puede arruinar un proceso virtuoso. Luego de las tres presidencias constitucionales, producto de elecciones libres y democráticas, en 1930 Argentina sufre su primer golpe de Estado militar. El daño institucional fue aún mayor cuando la Corte Suprema de Justicia de entonces avaló la figura del gobierno de facto que cortó con la democracia incipiente. Luego de la lucha entre radicales y conservadores, un nuevo alzamiento militar en 1945 terminó con la llegada de Juan Domingo Perón al año siguiente a la presidencia.
Allí se cambió la Constitución, que pasó de un modelo liberal a desconocer la inviolabilidad de la propiedad privada, en el marco de un fascismo inspirado en el modelo italiano de Benito Mussolini. Luego del golpe que derrocó a Perón en 1955, ya la Constitución que se puso en vigencia era un híbrido entre las de Alberdi y Perón. Aunque estaba el espíritu liberal de los Artículos 14 y 19 , apareció el 14 bis con los «derechos sociales», herencia del peronismo.
A partir de ese momento todo fue estatismo, crisis de déficit, inflación y parches insuficientes que se convirtieron en soluciones tan precarias como contraproducentes en el largo plazo. La solución para el futuro, aunque resulte paradójico, está en los libros de historia. La única diferencia con relación al boom que vivió la Argentina fundacional con el que puede venir en el futuro, es que la tecnología y la globalización podrían hacerlo mucho más fácil, rápido, sencillo y exponencial.
¿Es demasiado tarde para retomar el rumbo?
Si no nos conformamos con la nostalgia y queremos aprovechar las oportunidades y potenciales que tenemos para volver a ser, debemos tener en claro el camino, con la misma claridad conceptual de un Alberdi o un Sarmiento, que hasta se daban el lujo de pelearse entre ellos. Cuando vemos las discusiones y las aptitudes intelectuales de nuestra clase política actual, el panorama parece sombrío.
La Argentina de hoy nos muestra una discusión entre una oposición que propone la más impúdica decadencia y un oficialismo que manifiesta buenas intenciones y poco más, porque considera que no es momento político de algo mínimamente más audaz. Julio Argentino Roca, que se le plantó a la Iglesia Católica en 1884 para quitarle el registro de personas y crear un registro civil laico, se revuelca en la tumba. Las autoridades de hoy le tienen más temor al sindicato docente que lo que en su momento le tuvieron los héroes de la patria al ejército de Rosas.
Seguramente las dos primeras asignaturas que tenemos son las de poner el Estado en su lugar y cambiar la concepción acerca del comercio. Dejar de mirar el libre intercambio (interno y externo) como algo digno de sospecha y abrazarlo como un salvavidas en aguas profundas, porque es lo que es.
Cuando un trabajador pueda pasar por la puerta de un comercio que tenga en su vidriera el famoso letrero de «Se necesita personal» para ingresar y trabajar, y se pueda emprender y producir sin la pesada carga gubernamental, volveremos a ser lo que fuimos… y más.
Maraña tributaria: la lista completa de los 166 impuestos que se pagan en la Argentina
La lista incluye tributos nacionales, provinciales y municipales17 de enero de 2020
La cuenta es contundente: 42 impuestos nacionales, 41 impuestos provinciales, 83 “tasas” municipales. Total: 166 tributos que pesan sobre cualquier posesión o actividad en la Argentina.
La cuenta la hizo la Fundación Libertad y Progreso en base a datos del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), que fundó el economista Nadin Argañaraz, y lista desde los impuestos más conocidos y fiscalmente rendidores para la AFIP, como el impuesto a las Ganancias, el IVA, el impuesto a los Bienes Personales, los “Derechos de Exportación” (más conocidos como “retenciones”) y el impuesto al cheque.
Una categoría aparte, siempre entre los tributos “nacionales” son los “impuestos internos”, de los que muy pocos se salvan: tabaco, bebidas alcohólicas, cervezas, bebidas analcohólicas, jarabes, extractos y concentrados, champañas, objetos suntuarios, vehículos automóviles y motores, embarcaciones y aeronaves de recreo o deportes, productos electrónicos, seguros y telefonía satelital.
La creatividad tributaria no se agota allí: también están los impuestos sobre los combustibles líquidos y al dióxico de carbono, a la energía eléctrica, el impuesto “de emergencia” a los gigarrillos, a los espectáculos cinematográficos, aquel que se destina al “Fondo Especial del Tabaco”, el recargo al Gas Natural, el impuesto al juego, y también, por supuesto, los Derechos de Importación, la tasa de estadística y el impuesto a la renta financiera.
“Argentina es un infierno tributario, es uno de los países con mayor presión fiscal del mundo”, le aseguró hoy a Infobae Martín Litwak, CEO de Untitled, una boutique de servicios legales especializados en planificación patrimonial internacional, y autor de “Cómo protegen sus activos los más ricos y por qué deberíamos imitarlos”, libro que presentó en Punta el Este. “Los paraísos fiscales existen gracias a los infiernos tributarios”, agrego el abogado argentino.
La cantidad de tributos no es proporcional a su eficacia recaudatoria. Aproximadamente el 80% de la recaudación fiscal del país es de origen nacional, las provincias aportan cerca de 16 % del total y los municipios explican el restante 4%. En cuanto al gasto, provincias y municipios se llevan el 40%; la diferencia se cubre con muy variados métodos de transferencia de fondos, desde la Coparticipación Federal hasta Adelantos del Tesoro, amén de una miríada de fondos y leyes especiales.
Nación, provincias, municipios
Si se quiere escapar no ya del impuesto, sino al menos de la territorialidad tributaria, el contribuyente argentino será alcanzado por el impuesto a los pasajes al exterior, al que ahora se vino a agregar el tributo número 42 de la lista de cargos “nacionales”, el impuesto PAIS, del 30% para quien quiera acceder a divisas extranjeras, sea con fines de turismo, ahorro o cualquier otro destino.
Las provincias suman a esa panoplia el impuesto inmobiliario y el impuesto a los Ingresos Brutos, que las agencias recaudadoras provinciales cobran sobre todas y cada una de las etapas del proceso productivo, haciendo que su impacto final sobre los precios, por “efecto cascada”, sea mucho mayor que las alícuotas de un dígito del tributo, que cada tanto retocan gobernadores y legislaturas.
Además, las provincias gravan el juego (loterías, rifas, concursos, tómbolas y otros juegos de azar), y también cobran impuesto a los automotores y a “la transmisión gratuita de bienes”. Tampoco se les olvida gravar la “generación de residuos sólidos urbanos», sean éstos “húmedos” o ”áridos”, amén de hacerlo con el uso de superficie, espacio aéreo a subsuelo de la “vía pública”, que será pública pero no gratuita.
Mercedes Marcó del Ponto, directora de la AFIP
También hay tasas o «derechos” como los que gravan el ejercicio de “profesionales liberales”, derechos de cementerio, de timbres, o penalizaciones como las tasas de depósito por mercadería en infracción.
A nivel municipal, la enumeración es un homenaje a la inventiva de ediles y jefes comunales. En principio, las “tasas” municipales deben ser la contrapartida de servicios específicos, cuestión ardua de comprobar. Las tasas más conocidas, según la localidad que se trate son “Seguridad e Higiene”, “Comercio e Industria”, “Limpieza e Higiene”, a menudo complementadas por lo que se debe oblar por las consabidas “habilitaciones”.
Derecho de patentes, derecho de oficina, derecho a los espectáculos públicos, tasa por inspección de pesas y medidas, tasa por “control de marcas y señales”, por “plusvalía urbanística”, por servicio de inspección veterinaria, por venta ambulante, registro de conductos, por uso de la Terminal de Ómnibus, por control de animales en la vía pública, tasa de deportes, tasa de salud. Y así hasta llegar a 166.