Distributismo: La búsqueda de una economía equitativa a lo largo de la historia

diciembre 12, 2023

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

En el universo de las teorías económicas que han marcado la historia, el Distributismo se destaca como una propuesta única y profundamente arraigada en la enseñanza social de la Iglesia Católica. Esta corriente, promovida principalmente por los pensadores Gilbert Keith Chesterton y Hilaire Belloc, encuentra sus raíces en la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII, publicada en 1891. A través de los años, el Distributismo ha evolucionado y se ha nutrido de las reflexiones posteriores, especialmente en la encíclica Quadragesimo Anno de 1931, dictada por el Papa Pío XI.

El Fundamento Histórico del Distributismo: Rerum Novarum y Quadragesimo Anno

“La propiedad individual debe ser honrada como sagrada y respetada como inviolable.”

Papa León XIII. Rerum Novarum.

La encíclica Rerum Novarum abordó la cuestión social y económica de su tiempo, planteando la necesidad de equilibrar los derechos de los trabajadores y la propiedad privada. El Papa León XIII abogó por una distribución justa de la riqueza y reconoció el valor del trabajo como medio para el desarrollo humano. Este mensaje impactó en los pensadores del momento, dando lugar al surgimiento del Distributismo como una alternativa a las corrientes económicas dominantes.

Pío XI, en su encíclica Quadragesimo Anno, avanzó en la reflexión sobre el orden económico y social. Introdujo el Principio de Subsidiariedad, un concepto fundamental en el Distributismo. Este principio sostiene que las funciones sociales deben ser llevadas a cabo por la instancia más cercana al individuo, evitando la intervención estatal innecesaria y fomentando la autonomía y responsabilidad local.

Según Pío XI: “La justicia exige que cada cual tenga lo suyo, y que a nadie se le impida disponer libremente de su propiedad.” (Quadragesimo Anno).

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El Distributismo y la Distribución Justa de la Riqueza

El Distributismo aboga por una distribución más equitativa de la propiedad y la riqueza. Se basa en la creencia de que una distribución más amplia de la propiedad productiva contribuye a una sociedad más justa y equilibrada. Esto contrasta con sistemas donde la propiedad y el poder se concentran en manos de unos pocos.

G. K. Chesterton expresó: “El Distributismo es la idea de que la propiedad es la única libertad que queda.” (The Outline of Sanity).

Uno de los beneficios clave que promueve el Distributismo es la prevención de la excesiva concentración de poder. Al evitar la formación de monopolios y oligopolios, se fomenta la competencia, lo que beneficia tanto a los consumidores como a los emprendedores. Una economía con una distribución más equitativa del capital propicia un entorno donde las pequeñas empresas pueden prosperar, estimulando la innovación y la diversificación.

H. Belloc y G. K. Chesterton

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Ser Dueño de uno mismo: El Empresario Distributista

“La propiedad local es el fundamento de la libertad individual.”

Hilaire Belloc. El estado servil.

El Distributismo defiende la idea de que cada persona debería ser dueña de su propio negocio. Al ser propietario de los medios de producción, se fomenta la autonomía y la responsabilidad individual. Esto no solo beneficia al individuo, sino que también contribuye positivamente a la sociedad al fortalecer la red de pequeñas empresas locales.

“No se concibe una sociedad capitalista en la que la mayoría no tienen nada y solo haya dos o tres que tengan capital -dice Chesterton-. Igual que no se concibe una comunidad de hombres casados donde todos sean solteros menos dos o tres que tienen un harén en su casa”.

La propiedad descentralizada no solo tiene beneficios económicos, sino que también tiene un impacto profundo en la dignidad humana. El trabajo se convierte en una expresión de la libertad responsable y en un medio para el desarrollo personal. La conexión directa entre el esfuerzo individual y los frutos del trabajo refuerza la noción de que cada persona contribuye de manera única al bien común.

La Dignidad del Trabajo y la Libertad Responsable

“El trabajo es el único medio real para la independencia.”

G. K. Chesterton. Ortodoxia.

El Distributismo sostiene que el trabajo es más que un medio para obtener ingresos; es un elemento vital para la dignidad humana y la realización personal. A través del trabajo, el individuo contribuye al progreso de la sociedad y experimenta una conexión directa entre esfuerzo y recompensa. Este vínculo fortalece la autonomía y la responsabilidad individual, elementos fundamentales para el bienestar de la sociedad.

La libertad responsable, concepto enraizado en la enseñanza social católica, implica que la libertad individual está intrínsecamente ligada a la responsabilidad hacia los demás y hacia la sociedad en su conjunto. En el contexto del Distributismo, esta libertad se manifiesta a través de la propiedad y gestión descentralizadas, permitiendo que cada individuo participe activamente en el desarrollo económico.

Perspectivas Económicas: El Papel del Estado y la Importancia del árbitro

Aunque el Distributismo destaca la importancia de la propiedad descentralizada, no aboga por la eliminación total del Estado. Más bien, sostiene que el Estado tiene un papel crucial como árbitro para garantizar la igualdad ante la ley y el acceso equitativo a las oportunidades. Este equilibrio entre la propiedad individual y la intervención estatal busca prevenir abusos y garantizar un entorno donde todos los ciudadanos tengan la posibilidad de prosperar.

Milton Friedman, un gran defensor del libre mercado, señaló: “El gobierno tiene tres funciones principales. Debe proveer la defensa contra las fuerzas externas, mantener el orden interno y establecer un marco para la ejecución de contratos y la resolución de disputas.” (Capitalismo y libertad).

Economistas notables, incluso aquellos que defienden el libre mercado, reconocen la necesidad de una intervención gubernamental para mantener la equidad. El reconocido economista alemán Konrad Adenauer aseveró: “La economía de mercado no significa ‘dejar hacer’, sino ‘hacer hacer’.” (Aspects of the Question of the Social Market Economy). Esta perspectiva coincide con la premisa del Distributismo de equilibrar la propiedad descentralizada con la intervención estatal necesaria para garantizar la justicia social.

Lecciones de la Historia y el camino a seguir

La historia económica ofrece lecciones valiosas sobre las consecuencias de la concentración extrema de poder y riqueza. El Distributismo, arraigado en las enseñanzas de la Iglesia Católica y enriquecido por la reflexión de pensadores como Chesterton, Belloc y Pío XI, ofrece una perspectiva valiosa para abordar los desafíos económicos contemporáneos. Aprender de la historia implica reconocer la importancia de una distribución justa de la riqueza y la propiedad, no solo como un medio para un desarrollo económico sostenible, sino como un camino hacia una sociedad donde la dignidad humana y la libertad responsable sean verdaderamente respetadas y promovidas.

Fuente: Ediciones EP, 12/12/23.

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Desentrañando el Conflicto de Agencia: Los aportes del Distributismo

octubre 12, 2023

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

En el entramado complejo de las relaciones económicas, surge el Conflicto de Agencia como un fenómeno determinante. Este concepto denota la disparidad de intereses entre quienes toman decisiones en una organización y aquellos que tienen un interés financiero en ella. Esta discrepancia puede minar la efectividad y la eficiencia de una entidad, ya sea una corporación, una cooperativa o una organización sin fines de lucro. Intentaremos explorar el Conflicto de Agencia y sus implicaciones, desglosando sus ramificaciones en diversas estructuras organizativas. Y luego, para solucionar este dilema, apelaremos a una alternativa arraigada en la Doctrina Social de la Iglesia Católica: el Distributismo. Este paradigma busca suavizar las asperezas del Capitalismo desenfrenado. A través de las perspicaces reflexiones de G. K. Chesterton y Hilaire Belloc, ahondaremos en cómo el Distributismo constituye una respuesta concreta al Conflicto de Agencia.

El Conflicto de Agencia: Desentrañando sus Matices

El Conflicto de Agencia radica en la discrepancia entre los intereses de los dueños de una organización y los individuos que están encargados de tomar decisiones en su nombre. Los accionistas, quienes buscan maximizar su inversión, pueden ver sus intereses en contraposición a los de los gerentes, quienes pueden estar más inclinados a buscar su propio beneficio a corto plazo. Este desencuentro puede ser particularmente evidente en empresas donde los ejecutivos, al no ser propietarios, pueden tener incentivos para maximizar sus propios beneficios, a menudo a expensas de los accionistas.

Un ejemplo simple de Conflicto de Agencia es el caso de un dueño de una pequeña tienda de comestibles que contrata a un gerente para que administre el negocio en su ausencia. El dueño quiere maximizar las ganancias y la eficiencia, mientras que el gerente puede tener incentivos personales diferentes, como obtener un salario alto o tener un horario más flexible. Si el gerente prioriza sus intereses sobre los del dueño, esto podría generar un conflicto de intereses y afectar el rendimiento y la rentabilidad de la tienda.

El Impacto del Conflicto de Agencia en Diferentes Contextos

Empresas y Sociedades Anónimas: Estas entidades son el caldo de cultivo perfecto para el Conflicto de Agencia. Los accionistas, al no tener un control directo en la gestión, pueden sentirse frustrados si los gerentes no actúan en su interés. Un caso paradigmático es el de la empresa Enron en la década de 1990, donde los directivos llevaron a cabo prácticas fraudulentas que llevaron al colapso de la compañía.

Cooperativas: Aunque las cooperativas están diseñadas para alinear los intereses de los miembros y los gestores, no están exentas de este conflicto. Por ejemplo, en una cooperativa agrícola, los líderes podrían estar tentados a tomar decisiones que favorezcan a un grupo selecto de miembros en detrimento del bienestar de la comunidad en su conjunto.

ONGs: Si bien no persiguen fines lucrativos, las ONGs tampoco están inmunes al Conflicto de Agencia. Los líderes y directivos pueden estar tentados a priorizar la expansión y visibilidad de la organización sobre la efectividad en la entrega de servicios o ayuda.

Distributismo: Una Alternativa Arraigada en la Doctrina Social de la Iglesia

A finales del siglo XIX, el Papa León XIII publicó la encíclica Rerum Novarum («De las cosas nuevas» o «De los cambios políticos», es la trigésimo octava encíclica del papa León XIII y la primera encíclica social de la Iglesia católica), sentando los cimientos del Distributismo. Esta doctrina promueve la distribución equitativa de la propiedad y la riqueza, en contraposición a la concentración excesiva en manos de unos pocos.

La encíclica afirma que “Se halla en la misma ley natural el fundamento y razón de la división de bienes y de la propiedad privada”. Posteriormente, en 1931, el Papa Pio XI expandió estos principios en su encíclica Quadragesimo Anno.

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El Legado Intelectual de Chesterton y Belloc

G. K. Chesterton y Hilaire Belloc, dos mentes agudas de su tiempo, abrazaron con fervor la causa del Distributismo. Belloc argumentaba que la propiedad de la tierra debería estar dispersa entre la mayor cantidad posible de propietarios, evitando así la opresión y la desigualdad. Chesterton, por su parte, defendía la propiedad descentralizada como medio para preservar la libertad y la dignidad humana. Chesterton expresó este principio de manera clara y contundente: “La propiedad privada es la ley natural del hombre”. También sintetizó el significado del distributismo al afirmar: “Demasiado capitalismo no quiere decir muchos capitalistas, sino muy pocos capitalistas”.

Chesterton y Belloc.

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Cómo el Distributismo aligera el Conflicto de Agencia

El Distributismo presenta una solución palpable al Conflicto de Agencia al propiciar una estructura económica en la que la propiedad y el control están dispersos entre una amplia base de individuos y familias. Esto fomenta la participación activa y la responsabilidad de los propietarios en la toma de decisiones, reduciendo así el riesgo de intereses divergentes (el concepto: “Atendido por sus propios Dueños”). Un ejemplo ilustrativo es el caso de las cooperativas agrícolas en Emilia-Romaña, Italia, donde la propiedad y gestión colectiva han demostrado ser altamente efectivas para impulsar el desarrollo sostenible y la prosperidad local.

El Rol del Estado como Árbitro: Balanceando la Ecología Económica

Friedrich von Hayek, el destacado economista, sostuvo con perspicacia: “El gobierno tiene la responsabilidad de garantizar un marco legal y económico en el que los individuos puedan prosperar, pero no de dictar resultados específicos”. Este principio condensa la esencia de la Economía de mercado, donde el Estado actúa como árbitro para garantizar la justicia y la equidad, sin coartar la iniciativa individual.

Las funciones principales del Estado deben ser mantener la unión nacional, la paz, el orden, la justicia, la defensa común, el bienestar general y la protección de la libertad de todos los habitantes.

Un Llamado a la Reflexión y la Acción

Al rememorar las lecciones forjadas en el crisol del tiempo, nos vemos compelidos a actuar. No como espectadores pasivos, sino como agentes del cambio. El Conflicto de Agencia no es un destino ineludible, sino un reto que puede ser superado con determinación y sabiduría. A medida que escribimos el próximo capítulo de nuestra historia económica, es imperativo recordar que las lecciones del pasado son faros que nos guían hacia un futuro más equitativo y sostenible para todos. En las palabras del filósofo Albert Schweitzer, “el propósito de la vida es servir, mostrar compasión y hacer la diferencia en la vida de los demás”. Esto, en última instancia, es el núcleo del Distributismo y la clave para mitigar el Conflicto de Agencia en nuestra sociedad. En este camino hacia una economía más equitativa, cada uno de nosotros tiene un papel fundamental que desempeñar, y es nuestro deber colectivo llevar adelante esta transformación hacia un futuro más justo y equitativo.

El Conflicto de Agencia y la propuesta del Distributismo nos instan a reflexionar sobre el tipo de sociedad que deseamos construir. Nos desafían a considerar cómo podemos equilibrar la búsqueda legítima del beneficio individual con la responsabilidad social y el bienestar común. Este equilibrio no es una quimera inalcanzable, sino una meta a la que podemos aspirar colectivamente.

Es crucial reconocer que el camino hacia una economía más distributiva no está exento de desafíos y obstáculos. Requiere una colaboración comprometida entre distintos actores: gobiernos, empresas, organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil en su conjunto. En este proceso, el Estado emerge como un árbitro indispensable, garantizando que las reglas del juego sean justas y equitativas para todos los ciudadanos.

Al mirar hacia el futuro, es esencial recordar que no se trata simplemente de cambiar las estructuras económicas, sino también de fomentar un cambio cultural y de valores. Requiere una transformación en la manera en que concebimos el éxito, valorando no solo la acumulación de riqueza individual, sino también el bienestar colectivo y el respeto por la dignidad de cada individuo.

La lección que nos brinda esta reflexión sobre el Conflicto de Agencia y el Distributismo es que tenemos la capacidad y la responsabilidad de dar forma a nuestra economía y sociedad. No somos meros espectadores de fuerzas incontrolables, sino agentes activos del cambio. Podemos aprender de la historia y utilizar ese conocimiento para construir un futuro más equitativo y sostenible.

En palabras del filósofo Edmund Burke, “la sociedad es un contrato eterno entre el pasado, el presente y el futuro”. Este contrato implica una responsabilidad hacia aquellos que nos precedieron, hacia nuestros contemporáneos y hacia las generaciones venideras. Es nuestra tarea honrar este contrato, buscando siempre el bien común y la justicia en nuestras acciones y decisiones.

El paradigma del Distributismo nos recuerda que la economía no es un fin en sí misma, sino un medio para el bienestar y la realización de las personas. Nos desafía a buscar un equilibrio armonioso entre la libertad individual y la responsabilidad colectiva. Si tomamos este desafío en serio y trabajamos juntos en pos de un futuro más justo y equitativo, estaremos escribiendo un capítulo significativo en la historia de la humanidad.

Fuente: Ediciones EP, 07/10/23.

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Una alternativa: El Distributismo

julio 10, 2023

Una defensa libertaria del distributismo

El distributismo no significa lo que crees que significa.

No es una especie de socialismo bautizado que debería llamarse más exactamente «redistribucionismo». El distributismo es radical. Es autosuficiente. Es una anarquía de hombre contra el mundo con la que incluso el acólito más comprometido de Ayn Rand solo puede soñar. ¿No me crees? Luego crea a la libertaria católica honoraria Dorothy Day, y su descripción de los padres del distributismo:

GK Chesterton, Hilaire Belloc… y el Padre Vincent McNabb fueron los grandes distributistas que se opusieron al estado servil, el ‘estado providencial’ como lo llamó recientemente el Papa Pío XII… [Ellos] habrían temido la palabra ‘anarquista’, y solo la habrían entendido en su connotación popular. Yo mismo prefiero la palabra «libertario», por ser menos apta para ofender. 1

Quizás sea mejor, sin embargo, describir el Distributismo en términos de dos cosas que definitivamente no son: Socialismo y Capitalismo.

La brújula económica

El socialismo se puede definir como la propiedad y el control del gobierno de los medios de producción. 2 En esa descripción, podemos ver distintos aspectos de la relación entre el gobierno y los medios de producción: propiedad y control. Y, en esta descripción, “gobierno” tiene un opuesto: el individuo privado. Eso nos da una brújula de dos ejes y cuatro cuadrantes, muy parecida a la popular brújula política, que podemos usar para identificar cuatro paradigmas económicos comunes. Los extremos de los ejes están entre el gobierno y el individuo privado, siendo un eje «Propiedad» y el otro «Control».

Así que vamos a llenar los espacios en blanco. Ya tenemos la propiedad y el control del gobierno, que es el socialismo. En el otro extremo, está la propiedad y el control privados, llamémoslo liberalismo clásico. (Podría usar otro término como «mercados libres», pero eso parece demasiado específico. Y el capitalismo es una subcategoría, a la que llegaremos más adelante). Ahora nos quedan los dos híbridos. Coincidentemente, uno es un sistema bastante nuevo y el otro es un arreglo bastante obsoleto. El primero es el control gubernamental de los medios de producción de propiedad privada: que no es casualmente la definición económica del fascismo. Obviamente la palabra está cargada de connotaciones ligadas a cómo se ha buscado políticamente, tanto a través del nacionalismo popular como del autoritarismo individual. Pero, en el ámbito puramente económico, reinando en el motor de la economía, sin tener que nacionalizar completamente sus partes, era el objetivo tanto del corporativismo de Mussolini como del New Deal de FDR, independientemente de cómo los dos hombres buscaran lograr esos fines. Finalmente, tenemos la propiedad estatal de los medios de producción controlados de forma privada. Eso es básicamente feudalismo, en el que los nobles reclamaban la propiedad de la tierra y la propiedad, pero los siervos trabajaban esa tierra con diversos grados de autonomía e independencia.

Así que tenemos nuestra brújula económica, que se ve así:

El socialismo está a la vista, pero ¿dónde encaja el distributismo en todo esto? El distributismo es una teoría económica con raíces en la enseñanza social moderna temprana de la Iglesia Católica en general, y la encíclica del Papa León XIII, Rerum Novarum , en particular, que dice:

Por lo tanto, es claro que el principio principal del socialismo, la comunidad de bienes, debe ser rechazado por completo, ya que solo perjudica a aquellos a quienes parece destinado a beneficiar, es directamente contrario a los derechos naturales de la humanidad e introduciría confusión y desorden. en el bien común. El primer y más fundamental principio, por lo tanto, si uno se propone aliviar la condición de las masas, debe ser la inviolabilidad de la propiedad privada. 3

En el contexto de la propiedad privada inviolable y el control privado de la propiedad, parecería que el Distributismo tendría que estar en la esquina inferior derecha. Una lectura más profunda de la encíclica parece confirmarlo también, con un mayor énfasis tanto en el valor inherente del acto comunitario de imbuir la personalidad de uno en la Creación mediante el trabajo en la propiedad de uno (p. 9), así como en el derecho de un padre para pasar su propiedad a sus hijos (p. 13). La línea se vuelve un poco más borrosa una vez que salimos de la encíclica y nos adentramos en las obras más interpretativas de GK Chesterton. En el contorno de la cordura, su colección de ensayos sobre distributismo, Chesterton tiende a dejar que un agrarismo idealista influya en su prosa y, siendo un buen inglés, su agrarismo idealizado era necesariamente monárquico y feudal. Si bien se puede argumentar que un contrato de arrendamiento de 999 años es prácticamente indistinguible de la verdadera propiedad, 4 lo más interesante de la visión más medieval de Chesterton sobre la propiedad es que resalta la tensión que identificó entre Distributismo y Capitalismo: Control.

Entonces, ¿qué es el capitalismo?

Ahora que tenemos algunas definiciones básicas para los sistemas económicos, incluido el socialismo (también conocido como lo que no es el distributismo), es hora de profundizar un poco más. Primero, vamos a referirnos a la definición de Chesterton, de The Outline of Sanity , que creo que nos pondrá en el camino correcto:

Cuando digo “Capitalismo”, comúnmente me refiero a algo que puede enunciarse así: “Esa condición económica en la que existe una clase de capitalistas groseramente reconocible y relativamente pequeña, en cuya posesión se concentra tanto capital como para necesitar una cantidad muy pequeña de capital. gran mayoría de los ciudadanos sirviendo a esos capitalistas por un salario”. 5

Si bien la nota sobre la dependencia del salario es importante, me gustaría reformular esa definición desde un punto de referencia más clásicamente liberal, smithiano:

El capitalismo es la aplicación del concepto de especialización y división del trabajo a la propiedad y uso del Capital como medio de producción en sí mismo.

Con esa definición como marco de referencia, es mucho más fácil ver cómo el distributismo y el capitalismo son algo opuestos: el primero enfatiza la propiedad productiva individual, con propiedad que refleja la huella digital de su dueño, mientras que el segundo enfatiza la propiedad de propiedad por un pequeño pocos, que luego contratan empleados para que los productos reflejen la huella de la marca. Dada esa distinción, tal vez sea más fácil al menos reconocer por qué la enseñanza católica preferiría lo que llamamos una organización distributista de una economía, en lugar de una capitalista. El sistema capitalista, en el que los asalariados están subordinados a los asalariados y sus patrocinadores capitalistas, es de naturaleza muy marcial e inevitablemente está dirigido hacia fines materialistas. Mientras tanto, el Distributista es autosuficiente y autodirigido, trabajando directamente con la Creación para mejorarla, imbuyendo el trabajo de su mente, cuerpo y alma en su pequeño rincón del mundo creado, para la mejora de sí mismo, su familia y su comunidad. Eso no quiere decir que los empleados, e incluso los propios capitalistas individuales, no puedan construir resultados tan positivos en sus vidas y en las vidas de sus vecinos, pueden hacerlo. Pero un sistema está dirigido hacia ese fin, mientras que, en el otro, ese fin es un accidente. Por cada George Bailey, hay un Henry Potter

Revisando nuestra brújula económica anterior, entonces, si el distributismo se trata de control privado y el capitalismo se trata de propiedad privada, podemos decir que pueden habitar en cualquier lugar dentro de su respectiva mitad de la brújula, en lugar de simplemente un cuadrante. Se superponen, en esos ejes, en el cuadrante del liberalismo clásico, pero, como hemos dicho, siguen siendo sistemas en oposición. Resulta que hay un eje Z en esa brújula que, derivado de un punto clave en la definición de Capitalismo, puede decirse que es un espectro entre Generalización y Especialización.

Una organización capitalista es de propiedad privada y emplea a personas que se especializan en tareas específicas que apoyan a la organización. Una organización distributista está controlada de forma privada por, y quizás emplea, personas que usan muchos sombreros y realizan muchas tareas diferentes en apoyo de esa organización. Incluso el padre del capitalismo moderno, Adam Smith, notó la distinción entre especialistas y generalistas, en, como era de esperar, dado el enfoque posterior de Chesterton en el agrarismo, el contexto único de la agricultura:

La naturaleza de la agricultura, en verdad, no admite tantas subdivisiones del trabajo, ni una separación tan completa de un negocio de otro, como las manufacturas. Es imposible separar tan enteramente el negocio del vidriero del del agricultor de maíz, como comúnmente se separa el oficio del carpintero del del herrero. El hilandero es casi siempre una persona distinta del tejedor; pero el labrador, el rastrillador, el sembrador de la semilla y el segador del grano, son a menudo lo mismo. Las ocasiones para esos diferentes tipos de trabajo regresan con las diferentes estaciones del año, es imposible que un hombre esté constantemente empleado en cualquiera de ellos. 6

Si bien el capitalismo se basa en un sistema en el que hay un grupo específico de capitalistas especializados, se deduce que también habría muchos más especialistas. Trabajadores especializados, que operan máquinas y fabrican los artilugios, gerentes especializados, que dirigen y motivan a esos trabajadores, administradores especializados, que cuentan los componentes de los artilugios y fabrican los artilugios y, quizás lo más revelador para los cabilderos especializados libertarios, que trabajan con legisladores y reguladores para asegurarse de que sus widgets sean los más valiosos disponibles. El “capitalismo de compinches” es, de hecho, el resultado natural de un sistema capitalista especializado, en el que las empresas capitalistas pueden contratar especialistas para presionar al gobierno, y el gobierno puede contratar burócratas especialistas para regular las empresas.

Dada la naturaleza del socialismo y la tendencia natural del capitalismo especializado a capturar el control del gobierno para sus propios fines, se deduce que los gobiernos, en última instancia, existen para proteger a los propietarios. Afortunadamente para nosotros, eso también es válido para el distributismo, aunque no de la misma manera:

Una vez establecida una propiedad muy dispersa, hay una opinión pública más fuerte que cualquier ley; y muy a menudo (lo que en los tiempos modernos es aún más notable) una ley que es realmente una expresión de la opinión pública”. 7

Si se pueden alcanzar los fines distributistas, entonces el gobierno no solo protegerá el control privado de la propiedad, sino que la propiedad igualitaria de la propiedad creará instituciones privadas tan fuertes que, en muchos casos, el gobierno será innecesario. Sin embargo, a diferencia de las sugerencias de los distributistas originales, no necesitamos una “reforma agraria” masiva ni una redistribución gubernamental forzada de la propiedad para lograrlo. Más bien, necesitamos un gobierno que se mantenga al margen y una clase de empresarios distributistas que no teman ser generalistas.

Un distributismo libertario del futuro

Con base en nuestras definiciones, aquí hay una regla general básica para aplicar en el futuro: cada pequeña empresa, particularmente una de propiedad familiar, es fundamentalmente de naturaleza distributista. No es casualidad que la subsidiariedad y la solidaridad, dos conceptos que a menudo se consideran opuestos cuando se contemplan en un paradigma centrado en el Estado, se unifiquen en la relación entre el propietario de una pequeña empresa y su cliente. Dos personas se conocen e intercambian parte del trabajo de su vida, implícitamente para el cliente, explícitamente para el propietario del negocio, con el fin de mejorar la vida del otro de una manera que no podrían haberlo hecho por su cuenta.

Hace algún tiempo, estaba viendo un programa de viajes en el que el anfitrión visitaba un pequeño restaurante con un “agujero en la pared”, donde la abuela de la familia estaba sentada en el comedor, dando la bienvenida a los invitados y preparando la comida en una mesa. De inmediato, dudé que tal acción, preparar comida en un comedor, fuera muy bien recibida por los departamentos de salud de Estados Unidos. Pero ¿por qué no sería? Tal situación es quizás más segura, desde la perspectiva del cliente, que tener tal actividad encerrada en una cocina. Si ahí está la abuela, llenando y enrollando tamales, nada se le oculta al cliente, que es libre de ver si está bien, sana e higiénica. Mientras tanto, la abuela mantiene su dignidad humana al continuar ayudando con el negocio y la familia en la que ha dedicado toda una vida de arduo trabajo y cuidado. incluso si no pudiera estar de pie en una cocina abarrotada todo el día. Parece que la abuela debería tener la libertad de ayudar al negocio de su familia de esa manera. Por otro lado, tal vez un joven de 18 años que trabaja en Taco Bell no debería estar haciendo burritos de frijoles en el comedor, sin supervisión alguna. Hay una diferencia entre esas situaciones, por lo que, tal vez, debería haber una diferencia en la forma en que la ley las trata.

Eso me lleva a la primera (y hasta ahora única) solución política para avanzar hacia una economía distributista: la regulación progresiva. Bueno, más propiamente, es más un sistema de desregulación progresiva. Las empresas grandes, con múltiples ubicaciones y que cotizan en bolsa tienen poca supervisión constante e intercambio de información, y mucho poder de cabildeo para protegerse de ser perjudicados por la regulación. Ellos mismos crearon el laberinto de reglas y regulaciones. , por lo que se quedan con ellos, por ahora. Por otro lado, las empresas pequeñas, de propiedad familiar y con una sola ubicación tienen una gran cantidad de supervisión constante, el incentivo y los medios para mantener las buenas prácticas, y una incapacidad general para ocultar las malas prácticas a los clientes. No deben ser reguladas. en absoluto. Pura anarquía. Entre, a medida que los incentivos y los medios para mantener las buenas prácticas se distribuyen entre más personas, cada una con menos participación, podría haber niveles de regulación que compensen esa pérdida de intercambio de información y participación. Algunos estados tienen las llamadas «Leyes de la Industria Casera», en las que las pequeñas empresas en el hogar, como las dirigidas por personas que podrías conocer en un mercado de agricultores, básicamente no están reguladas. La estructura está en su lugar; solo necesita expansión.

Y si los capitalistas y compinches pueden lograr una pequeña desregulación por sí mismos, como libertarios, podemos decir «Oh, maldita sea».

En realidad, solo hay otras dos acciones que el gobierno puede tomar y que potencialmente podrían apoyar la expansión de la actividad económica organizada de acuerdo con los principios distributistas. La primera es bastante simple: libere las tierras federales en todo el oeste y asígnelas a personas que las mejorarán, de la misma manera que el Medio Oeste fue desembolsado a través de las Leyes de Homestead. El otro tema sigue siendo un problema en busca de una solución, que puede encontrarse en la política de gobierno, o puede que no. Esencialmente, si el uso especializado del capital como medio de producción en sí mismo, el capitalismo, se opone al distributismo, entonces la financiación de proyectos distributistas intensivos en capital es un problema. Además, debido a que actualmente no existe una larga tradición de comercio Distributista, con pequeños propietarios construyendo negocios, Entrenando a los aprendices y sus hijos en su arte, y legándoles esos negocios para el futuro, el proceso de una transición general a la organización Distributista será empinado. Hay algunas oportunidades disponibles a través de la tecnología, como la impresión y fabricación en 3D (ver más abajo) y el crowdfunding, pero aún queda mucho trabajo por hacer para identificar una solución aquí.

Entonces, ¿qué pasa con la fabricación a gran escala u otras operaciones intensivas en capital? Históricamente, los distributistas han tratado de aplicar algún tipo de modelo cooperativo propiedad de los empleados, como una forma de especializarse un poco, al mismo tiempo que distribuyen la propiedad. Hay algunas empresas que operan con este modelo, aunque muy pocas son explícitamente distributistas. Afortunadamente, la tecnología está comenzando a permitir que las pequeñas empresas, e incluso los individuos, sean dueños de sus propios medios de producción. La economía colaborativa permite a las personas convertir los bienes de capital que poseen, como casas y automóviles, en un negocio de taxi o alquiler de una sola persona. 8 Eso es Distributista. Las Tiendas en línea brindan los medios para que las personas individuales lleguen y atiendan a los clientes en todo el mundo y reduzcan los costos de transacción en el proceso. Eso es Distributista. La Impresión en línea permite que las personas publiquen sus propios trabajos, sin tener que pasar por grandes editoriales. Eso es Distributista. Quizás la mayor oportunidad de todas, la revolución de los fabricantes en la impresión 3D y el mecanizado robótico proporciona las herramientas para que las personas operen una pequeña o mediana empresa de fabricación, con requisitos de capital muy bajos. Eso no es solo distributista, sino que también es el eje que puede permitir que toda una cadena de empresas distributistas opere en serie a lo largo de la red de la economía. El futuro es distributista.

Aparte del único cambio de política de desregulación progresiva, no hay mucho más que el estado pueda hacer cuando se trata de hacer que el distributismo suceda. Es un sistema que busca la interacción y la actividad económica del tamaño humano y, por lo tanto, realmente necesita acciones del tamaño humano para hacerlo crecer y florecer. Si no está listo para dar el salto al distributismo completo, lejos de la estabilidad de los salarios de 9 a 5 y libre del riesgo desembolsado de los pocos capitalistas que lo emplean, hay algo que puede hacer para desarrollar la mentalidad distributista… hacer cosas. Eso es todo. Adopte, o tómese más en serio, un pasatiempo creativo y productivo, en el que pueda intercambiar los productos de su oficio con viejos y nuevos amigos, e incluso venderlos. Podrías trabajar en el jardín, elaborar cerveza, hacer artesanías en cuero, tejer, reparar autos o lo que sea que se adapte a tus intereses, habilidades y capacidades.9 Sea lo que sea, conviértalo en algún tipo de trabajo productivo y no especializado que pueda imbuir con su espíritu y personalidad, y al mismo tiempo proporcione algún valor productivo para los demás. Porque eso es Distributismo.

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Notas

1 Dorothy Day, La larga soledad.

2 En rigor, el socialismo marxista pretende tener los medios de producción en propiedad y controlados por el Proletariado, pero todos sabemos que, en la práctica, el Proletariado cede ese poder a su apoderado el Partido, que es el gobierno de facto.

3 Rerum novarum, pág. 15

4 Además, ¿el hecho de estar obligado a pagar impuestos sobre la propiedad, sobre la propiedad, para siempre, es tan diferente de un “arrendamiento” indefinido de la propiedad por parte del gobierno?

5 GK Chesterton, El esquema de la cordura. También cabe destacar que, al leer las críticas de la Iglesia al «capitalismo» con esa definición en mente, y no con un sentido vago de «mercados libres» o «propiedad», encuentro que esas críticas, durante los más de cien años desde Rerum Novarum, hacen mucho más sentido.

6 Adam Smith, La Riqueza de las Naciones.

7 GK Chesterton, El esquema de la cordura.

8 Algunos afirmarán que usar su “propiedad personal” para ganarse la vida es vulgar e inhumano. Yo respondo que los lofts, apartamentos y otros espacios habitables por encima de las tiendas en las áreas más antiguas del «centro» no siempre fueron solo lugares para que vivieran los hipsters de lujo.

9 Bono: si se mantiene lo suficientemente pequeño, ¡sin impuestos ni reguladores!

Fuente: thelibertariancatholic.com

Más información: http://ligadistributista.blogspot.com



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El feminismo según Chesterton

agosto 8, 2019

El feminismo según Chesterton, confrencia a cargo del Dr. Jorge Ferro, Doctor en Letras 

Feminism brought the confused idea that women are free when they serve their employers, but are slaves when they help their husbands.

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G. K. CHESTERTON. La mujer y el hogar.

Por Paloma Morell.

Chesterton pone palabras a mi experiencia.

Cada vez que leo algún artículo sobre el feminismo  no dejo de  pensar en mi propio modo de vivir, como si yo fuera un ser extraño, un alienígena en este planeta.

En cambio, leyendo a Gilbert Keith Chesterton en multitud de ensayos, me he sentido como si un desconocido, expresando su pensamiento acerca de la mujer, hubiera comprendido exactamente mi  modo de ver la vida y  relatara mis propias creencias, y no a manera de dogmas sino como  acontecimientos experimentados.

La imagen de mujer que presenta Chesterton en sus ensayos es contraria a la que nos encontramos  en la sociedad actual, y muy especialmente en algunas ideologías radicales.

En ningún momento, él infravalora el ser de la mujer, su papel fundamental en la sociedad, su propia naturaleza, sino que, por el contrario, la ensalza y alaba, cualquiera que sea su decisión y actitud libremente aceptada.

Yo quiero explicar, junto a Chesterton, el hecho de que han sido distintas ideologías las que han intentado hacernos ver que el papel, el trabajo y la actitud de la mujer como educadora de sus hijos y su presencia en el hogar familiar, tiene mucho menos valor que el estar trabajando fuera de casa, y que la mujer que tiene una independencia económica es la verdaderamente libre y la única capaz de realizarse como tal.

En la actualidad, hay un empeño constante en cambiar el rol social que la mujer ha tenido durante muchos años;  yo hablaría más bien, de aumentar el número de actividades o roles que una mujer puede realizar y escoger, para sentirse satisfecha por haber logrado llevar a cabo aquello a lo que ella aspiraba.

Pretendo poner de relieve, con la ayuda de Chesterton, la importancia de la mujer en la educación de los hijos y su elección de dedicarse a ello, no como un tema baladí, sino como asunto fundamental, para la familia en particular y para la sociedad en general.

Antes de extenderme en este aspecto, me gustaría destacar la relevancia que la educación ha tenido siempre, en todos los ámbitos, lugares y épocas. Se la ha considerado, en cualquier aspecto, por encima de todo. Esto se debe a que en los jóvenes está la esperanza del mundo, un mundo que abarca todos los aspectos del hombre: morales, éticos, sociales, psicológicos, políticos, tecnológicos, etc.

No se aporta con esto nada  que no se hubiera considerado ya en la época clásica en Grecia y Roma  (y no por ello pasado de moda), donde la educación era un tema tan crucial que se buscaban  mentores y sabios para que los hijos llegaran a ser “grandes” hombres de su época. Ya Protágoras escribía :

“Se sabe que la vida del individuo, desde su nacimiento se halla sujeta a influjos educadores. La nodriza, la madre, rivalizan en formar al niño cuando le enseñan y le muestran lo que es justo e injusto, lo bello y feo. Como un leño torcido tratan de enderezarlo pues hasta la naturaleza exuberante decae si se pierde o es abandonada. Lo obtenido de la naturaleza se hace infecundo  si no es cultivada […] sólo es preciso el trabajo en el momento adecuado en aquel en el que la naturaleza es blanda, y lo que se enseña es fácilmente asimilado y se graba en el alma”.                                                                                                                                                                                              Werner Jaeger: “Paideia: Los ideales de la cultura griega”

Entre muchas de las grandes mujeres de esta época, se sabe que Cornelia, la madre de los Gracos, dedicó su vida a instruir a sus hijos como un fin fundamental. La familia era el pilar sobre el que se sostenía la antigua educación romana. La máxima autoridad era el padre, pero la madre también era objeto de una gran consideración, ya que ella misma era la que educaba a los hijos, y si ella no podía, escogía con mucho celo a una institutriz que le ayudase, dispuesta a imponer  unas pautas de comportamiento recto y sobre todo basado en la moral.

Quintiliano, por su parte, ya expresaba que la educación se inicia antes del acceso a la escuela primaria. Para él, la mente comienza a formarse durante los primeros años de  la vida. Lo que precede a los niveles de enseñanza desde los 7 años, es la educación dentro de la familia, constituyéndose la madre en el primordial agente educador.

Después de unos históricos prolegómenos y unas cuantas ideas, que ahora expondré, acerca de la ideología marxista, de donde se supone que ha surgido nuestra actual ideología feminista, me centraré  en los textos de Chesterton, pues creo, que aclaran bien como se ha ido llegando paulatinamente a esta situación extrema.

El siglo XIX dio a luz una serie de ideologías,  en las que  no tenía cabida el papel de la mujer como ama de casa y madre educadora de sus hijos. En la actualidad se ha creado un estereotipo de  mujer moderna, trabajadora, independiente, posicionada, feminista, que solo piensa y decide por  y para ella,  y a quien nada tienen qué decir los que están a su alrededor. Hay realmente un sistema de pensamiento que presiona, de una manera  solapada, para que la mujer crea que  será feliz si solo piensa en ella, si es totalmente autónoma en sus decisiones y si no admite una opinión o  consideración externa.

He recogido un fragmento del trabajo de María Teresa Cid Vázquez  “La mujer y la familia ¿una relación por descubrir?” donde expresa el pensamiento de Engels, en el que ya se apuntaba esa necesidad de sacar a la mujer de la esclavitud de la familia.

“La familia es una sociedad injusta basada en la esclavitud de la mujer. Está presente el proletariado y su marido el capitalismo. Observó que la primera premisa para la emancipación de la mujer era la incorporación de todas las mujeres a la vida pública. La desaparición de la familia sería la condición necesaria para que surja algo totalmente nuevo en el hombre: la persona socialista libre e igual. La concepción marxista de la igualdad significa la abolición de las  diferencias de comportamiento y del mundo inferior de los individuos que conforman la sociedad”

El propio Engels manifiesta  en su ensayo ”El origen de la familia, la propiedad privada y el estado” por un lado, su  visión sobre el carácter social  de la familia y  por otro, la crítica al carácter privado de esta y al rol de la mujer fuera de la producción social;  esta es considerada por él “la criada principal” y para toda la ideología comunista y socialista, “la esclava del hogar”.

 “…En el antiguo hogar comunista, que comprendía numerosas familias conyugales con sus hijos, la dirección del hogar, confiada a las mujeres, era una industria pública y tan necesaria socialmente como la obtención de víveres por los hombres. Las cosas cambiaron con la familia patriarcal y todavía más con la familia individual monogámica. El gobierno del hogar perdió su carácter social. La sociedad ya no tuvo nada que ver con ello .El gobierno del hogar se transformó en servicio privado y la mujer se convirtió en la criada principal, sin tomar ya parte en la producción social. Solo la gran industria moderna le ha abierto de nuevo-aunque solo a la mujer proletaria-el camino a la producción social. Pero  esto se ha hecho de tal suerte que, si la mujer cumple con sus deberes en el servicio privado de la familia, queda excluida de la producción social y no puede ingresar nada. Y si quiere tomar parte en la industria social y tener sus propios ingresos, le es imposible cumplir con los deberes familiares. La familia individual moderna se funda en la esclavitud doméstica, franca o más o menos disimulada, de la mujer, y la sociedad moderna es una masa cuyas moléculas son las familias individuales]…[De igual modo, el carácter particular del predominio del hombre sobre la mujer en la familia moderna, así como la necesidad y la manera de establecer la igualdad social efectiva de ambos, sólo se manifestará con toda nitidez cuando el hombre y la mujer tengan  según la ley, derechos absolutamente iguales. Entonces se verá que la liberación de la mujer exige, como primera condición, la reincorporación de todo el sexo femenino a la  económica de la sociedad.”

 (F. Engels: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado).

Estos movimientos ideológicos que surgieron en el siglo XIX e incluso algunos en la actualidad, no han sabido ver en el papel de la mujer en su entorno doméstico, la grandeza de la maternidad y  la importancia de su ser de educadora, tan importante para la sociedad  aunque no se traduzca en producción social; porque lo que se pierde de vista en este pensamiento y en el propio sistema capitalista es el sentido profundo del hombre, que no es sólo producción, materialismo, pragmatismo y utilitarismo  sino que su verdadero ser y lo que le hace realmente feliz es su espiritualidad, su amor, escrito con mayúsculas y sin miedo a pronunciarlo  y que es lo que realmente mueve el mundo, que le hace donarse sin resignación y sin ese sentimiento imperante y falso, que se nos quiere trasmitir constantemente a día de hoy, de que esa entrega le lleva irremediablemente a la esclavitud.

En cuanto a un tema relacionado con este, el de la educación y estado de los hijos, Engels recoge en su ensayo “La mujer, el niño y la familia” el informe del general Grainger sobre la condición moral de los jóvenes; afirma que “ el sistema  de trabajo capitalista los ha llevado, por muchas razones , a una de las fuentes más seguras de inmoralidad”; también afirma, “el descanso doméstico y el bienestar de las familias a las que pertenecen estos niños y jóvenes está completamente sacrificado a este estado de cosas extremadamente antinatural”.

Por otra parte, el ensayo de Engels ”Las madres arrebatadas a sus hijos”, refiriéndose al trabajo de la mujer en la fábrica, creo que  podría considerarse como una visión acertada para la actualidad que vivimos; claro está, con otra circunstancia histórica, política y económica:

El trabajo de la mujer en la fábrica disuelve completamente la familia para ella.   Es fatal, y esta disolución tiene, en la sociedad actual que se basa en la familia, las consecuencias más desmoralizadoras, tanto para los esposos como para los hijos. Una madre que no tiene tiempo para ocuparse de su hijo, no puede ser una madre para él, fatalmente se vuelve indiferente, lo trata sin amor, sin cuidados, como un niño totalmente extraño. Los  niños que han crecido en semejantes condiciones están más tarde completamente perdidos para la familia; no podrán sentirse nunca a gusto en la familia que funden ellos mismos, puesto que no han conocido más que el aislamiento en su vida, y es por eso que contribuyen necesariamente a la destrucción, general, de la familia en el caso de los obreros”.

Pero, ¿no es esta situación la que acontece también en las familias actuales, donde ambos padres trabajan  y los hijos llevan una vida en solitario? ¿Donde los maestros de nuestros hijos son las redes sociales, los amigos, en iguales condiciones, o el móvil, que les hace creer que están acompañados hasta que realmente se encuentran con su propia realidad?

Muchas de las ideas feministas, que no representan, ni mucho menos, a todas las mujeres, nos han hecho olvidar las verdaderas necesidades y anhelos de nuestros hijos; y aunque pensáramos en ello, ya hay quien se encarga de alejarnos de esa idea, como si  de una tradicionalista, poco inteligente y resignada a las tareas domesticas  se tratara, o como si no quisiéramos  contribuir con la sociedad, realizando como una más,  un trabajo remunerado;            cuando una de las mayores aportaciones que puede hacer una mujer a la sociedad  de hoy en día es educar a nuestros próximos jefes de gobierno, médicos, empresarios, profesores, etc. para que sepan razonar y actuar con sentido común y no dejar que el estado o cualquiera les eduque como  más  convenga a  sus propios fines.

Chesterton ya consideraba, el socialismo y  el capitalismo entre los enemigos  modernos de la familia, como apunta en uno de sus artículos.

    ”Lo que ha destruido a la familia en el mundo moderno ha sido el Capitalismo[…]lo que ha roto los hogares y fomentado los divorcios, y lo que ha tratado las viejas virtudes domésticas con más y más desprecio es la época y el poder del Capitalismo. Es éste el que ha forzado una contienda moral y una competición  comercial entre los sexos, el que ha destruido la influencia del padre a favor de la influencia del patrono; el que  ha sacado al hombre de su casa para encontrar trabajo, el que le ha forzado a vivir cerca de sus fábricas o firmas comerciales en lugar de hacerlo cerca de la familia; y sobre todo el que ha fomentado por razones comerciales una procesión de publicidad ostentosa que en sí misma lleva todo lo que nuestra madre y nuestros padres llamaban dignidad y modestia…”(“Los enemigos de la familia”.pag.258).

Puede creerse en algún momento que Chesterton aparece como un hombre que infravalora a la mujer, por defender la función que ella tiene en el hogar, cuando lo que manifiesta  en realidad es la grandeza de esa opción, su importante repercusión en la vida futura del hombre y la capacidad femenina de asumirla con arrojo y en libertad.

Decía Chesterton en un ensayo recogido en el libro “El amor o la fuerza del sino”:

 ”Estoy totalmente al corriente de las modificaciones necesarias y de los compromisos producidos por la condición accidental de nuestro tiempo. No soy irrazonable sobre todo esto. Pero lo que están discutiendo no es la sugerencia  de que el ideal debe ser modificado sino la sugerencia de que el ideal debe ser abolido… el lugar donde los niños nacen, donde los hombres mueren, donde se presenta el drama de la vida mortal, no es una oficina, ni un comercio, ni un despacho, es algo mucho más pequeño en tamaño y mucho más grande en alcance .Y aún cuando nadie sería tan estúpido en pretender que es el único lugar donde las mujeres deben trabajar, tiene un carácter de unidad y universalidad que no se encuentra en ninguna de las experiencias fragmentarias de la división del trabajo”.

Continua diciendo en el ensayo “La gloria del hogar”:

 ”El hogar no es una prisión, ni siquiera un asilo, tampoco hace al caso de que ciertas personas deberían ser encerradas en el hogar bajo llave porque son débiles mentales o incapaces .Todo lo contrario; los que creen en la dignidad de la tradición doméstica -de hecho la mayoría de la humanidad- consideran el hogar como una esfera de enorme importancia social y de supremo significado espiritual, y hablar de ser confinado a él es como hablar de ser confinado a un trono…Puede que haya mujeres que no se encuentren a gusto en la vida de la familia como ha habido hombres que no se encontraron a gusto en sus tronos. Hay esposas que no quieren ser madres y hay abogados que no quieren  ser jueces…No podemos asumir como tan a menudo asumen los dos lados de esta curiosa controversia, que traer al mundo y educar y gobernar los seres vivientes del futuro es una tarea servil, adecuada para una persona tonta”.

           (EL amor o la fuerza del sino “de dentro a fuera”)

     “Este asunto de la mujer que trabaja y la mujer que se queda en casa es una cosa muy grande, y este relato construido sobre él tiene una significación muy importante. Resulta en efecto que la mente moderna no es consistente consigo misma. Se las ha ingeniado para poner uno de de sus crudos  ideales en perfecta contradicción con el otro. La gente de tipo progresista está constantemente diciéndonos que la esperanza del mundo está, en la educación, la educación lo es todo. Nada es tan importante como instruir a la nueva generación [ …]y nunca parece darse cuenta de lo que implica. Porque si hay una sola gota de verdad en este hablar, sobre la educación del niño, entonces no hay nada más que insensatez en el noventa por ciento de lo que se habla sobre la emancipación de la mujer[…]si la educación es la cosa más grande del mundo ¿qué sentido puede haber en hablar de una mujer siendo liberada de la cosa más grande del mundo?[…]En breve si la educación es realmente el asunto de mayor relevancia, entonces con toda seguridad la vida doméstica es la de mayor relevancia, y la vida oficial o comercial es la de menos relevancia…

       La gente ya no está tan segura de que la libertad de una mujer consiste en tener un llavín sin hogar, ya no está del todo convencida de que todas las amas de casa son monótonas y prosaicas mientras que todas las mujeres que llevan las cuentas son fascinantes y poéticas…

      No podemos insistir en que los primeros años de la vida son de una importancia suprema y en que las madres no son de importancia suprema, o que la maternidad es un asunto de suficiente interés para los hombres pero no de suficiente interés para las madres .Cada palabra que se dice sobre la importancia tremenda de los hábitos triviales desarrollados en la niñez se añade a la demostración de que ser niñera no es algo trivial .Todo tiende al regreso de una sencilla verdad que dice: el trabajo privado en la casa es el trabajo verdaderamente grande y el trabajo público es el empleo pequeño. El hogar humano es una paradoja porque es más grande por dentro que por fuera”

Yo observo que muchas mujeres defensoras de que su verdadera realización como mujer está en el trabajo fuera de su casa, no dejan de hablar al mismo tiempo de su abatida realidad, ésta que viven cada día, en la que después de una larga y dura jornada de trabajo tienen que continuarla en casa, porque,  por su manera de ser y entender la vida perciben con más perspicacia  la cantidad de asuntos importantes que hay que resolver en ella, no ya las tareas domésticas, que cada vez más comparte con el marido, sino que advierte la necesidad que tienen los hijos de que se les escuche tranquilamente, se les aconseje oportunamente y se les instruya en el camino apropiado para ser feliz y para ser una persona que asuma sus propias responsabilidades. Las madres que trabajan, muchas veces, tienen que combatir por dar una educación libre de ese sentimiento de culpa que cada vez más aparece entre ellas, por el hecho de que su hijo no la ha visto en todo el día o en gran parte de él, o el responder a sus necesidades con tanto cansancio que no pueden controlar ni su propio carácter, o porque los problemas que trae del trabajo le suponen un impedimento para dedicarse a su hijo con cierta serenidad. Viene a colación un fragmento de su ensayo “lo que está mal en el mundo” en el que expone su visión del hombre y de la mujer, y que muchos podríamos compartir partiendo de nuestra propia pericia:

”Algún comerciante impaciente, algún misionero superficial, camina por una isla y ve a la mujer cavando la tierra mientras el hombre toca la flauta; e inmediatamente dice que el hombre es un señor de la creación y la mujer una sierva . No recuerda que podría ver lo mismo en la mitad de los jardines traseros de Brixton, simplemente porque las mujeres son más conscientes y más  impacientes, mientras que los hombres son al mismo tiempo más inactivos y mas ávidos de placer. Puede ocurrir tan a menudo en Hawai como en Hoxton. Es decir, la mujer no trabaja porque el hombre le diga que trabaje y ella obedezca. Por el contrario, la mujer trabaja porque le ha dicho al hombre que trabaje y él no ha obedecido”.

En este sentido, Chesterton dudaba de que las mujeres fueran nunca torturadas  como lo son hoy en día por el absurdo intento de convertirlas en emperatrices domésticas y funcionarias competitivas al mismo tiempo.

Según Chesterton

 “la cuestión más inmediata es, que su misma eficiencia es la definición de su esclavitud […]la moderna mujer trabajadora soporta una doble carga, pues aguanta tanto el difícil oficialismo de la nueva oficina como la distraída escrupulosidad del antiguo hogar […] si las mujeres tienen que estar sujetas a la aburrida regla del comercio, tenemos que encontrar algún modo de emanciparlas de la salvaje regla de la conciencia. Pero lo cierto es que imagino que les parecerá más fácil dejar a un lado la conciencia y acabar con el comercio. Tal como están las cosas, la moderna empleada o secretaria se agota poniendo una cosa en su sitio en el libro de cuentas y luego se va a casa a ponerlo todo en su sitio en el hogar”

Siguiendo en esta línea  Chesterton dice

“la mayoría de los feministas probablemente estarán de acuerdo con él en que las mujeres están bajo una vergonzosa tiranía…pero yo quiero destruir la tiranía. Ellos quieren destruir a las mujeres. Es la única diferencia. Si recuperamos la clara visión de la mujer como una torre con muchas ventanas, el eterno femenino fijo desde el que sus hijos, los especialistas, pueden avanzar; si conservamos la tradición de una cuestión fundamental que es incluso más humana que la democracia e incluso más práctica que la política; si , en una palabra, es posible restablecer la familia, libre del sucio cinismo y la crueldad de la era comercial […]creo en la familia ;por tanto remendaría la familia como remendaría una silla[…]

       “He aquí dos instituciones que siempre han sido fundamentales para la humanidad, la familia y el Estado, con este último ponen a punto su maquinaria, refuerzan sus negras líneas dogmáticas, hacen al gobierno más fuerte en todos los sentidos. Mientras dejan el hogar en ruinas, restauran la colmena, especialmente los aguijones.]

Cuando leo a Chesterton, me llama especialmente la atención el hecho de que para él, la mujer es imprescindible que esté en casa para que se mantenga el sentido común en el mundo; la tarea en casa  no es “trivial” ni “monótona”, ni “insignificante”,  ni “descolorida” y de poca importancia para el alma. Es  una función gigantesca la que tiene la mujer que decide ocuparse de su casa y de la educación de sus hijos y así es como yo lo he vivido.

He estado siempre  trabajando en casa, como si de una gran empresa se tratara, como si algo realmente importante estuviera llevando a cabo. Cada día he podido observar, tranquilamente, el entorno que me rodeaba, los problemas de los que he tenido a mi alrededor, marido e hijos y ahora ya también nuestros padres, reconocerle sus méritos y alegrarme con sus alegrías  y así no estar ausente y perderme todas estas pequeñas grandes cosas, por un supuesto trabajo que me haría realizarme y que me daría una independencia económica; y me pregunto yo, para que quiero independizarme de lo que más quiero, si lo que realmente me hace sentirme persona es ese vivir con y para la familia. Habremos vivido muchos momentos de precariedad, pero lo que también es cierto es que se han creado muchas necesidades inútiles para las que se trabaja tan duramente y nos hace perder el norte de lo verdaderamente importante. Cuantas veces nuestros hijos preferirían que estuviéramos cerca más tiempo, que darles todo aquello que no  hace más que alejarlos de nosotros.

Tuve la satisfacción, no sin dificultades, de enseñar a mis hijos moral, costumbres, teología, higiene etc., de considerar más importante enseñarle a mis hijos palabras, vocabulario, matemáticas, astrología, botánica, ciencia, en el día a día con la vida, que enseñar esto a otros muchachos en un colegio. Transmitir a mis hijos el universo entero que yo he conocido, de hacerlos creativos, diseñadores, músicos, íntegros en su proceder, filósofos, críticos, conocedores de sus imperfecciones etc.

He considerado que esta opción de ama de casa que tanto escandaliza en el mundo de hoy, es uno de los trabajos más bellos y gratificantes; y comparto con Chesterton y con muchas mujeres  esa gran idea de “la mujer que mira hacia todos lados por las ventanas del alma y es capaz de contestar a todo”

Se presenta Chesterton razonable y lleno de sentido común  en todos sus ensayos, pero se enfrenta a la lógica imperante en nuestra sociedad actua­­l. Hoy día han surgido nuevas ideologías basadas en Engels y Marx que mueven y persuaden a la mujer para que piense que es ella la que decide sobre su propia vida de una manera independiente y no parezca que alguien le obliga. No le ofrecen otras alternativas posibles en las que ellas puedan encontrar la aceptación de la sociedad, otros modelos distintos al estereotipo de mujer que parece ser el admitido hoy.

 ¨El arte de la domesticidad me parece tan especial y tan valioso como todas las antiguas artes de nuestra especie¨

BIBLIOGRAFÍA

Werner Jaeger:

“Paideia: los ideales de la cultura griega”

Maria Teresa Cid Vázquez:

“La mujer, la familia ¿una relación por descubrir?”

Friedrich Engels:

“El origen  de la familia, propiedad privada y el estado”

“Las madres arrebatadas a sus hijos”

“La mujer, el niño y la familia”

G.K. Chesterton:

“Los enemigos de la familia”

“La gloria del hogar”

“De dentro a fuera”

“Lo que está mal en el mundo”

“El amor o la fuerza del sino”

Fuente: chestertonblog.com

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Éste es el tiempo que falta para la conferencia: 

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Padre Brown: Elogio de la razón pura

mayo 5, 2018

Elogio de la razón pura
Por Hernán Ferreirós.

Hace más de cien años, la literatura inglesa nos presentó a un detective amateur capaz de dar prodigiosos saltos lógicos que le permitían descubrir a un falso clérigo por el modo que usa la sal de mesa o a un asesino por la caligrafía de una nota.

Padre Brown 01No se trata de Sherlock Holmes, sino de un detective menos célebre pero igualmente eficaz: el padre Brown, cura provinciano cuyos rasgos pedestres y natural modestia contrastan con su intelecto singular. Este personaje fue la creación más conocida del escritor, polemista y humorista británico G. K. Chesterton. Los 51 relatos que protagonizó, publicados entre 1910 y 1936, fueron un divertimento y un desafío intelectual para los lectores, pero también un vehículo para las ideas del autor acerca de la teología y la fe. 


Cristiano devoto, antisocialista y conservador (y por ello un autor antipático), Chesterton no centra su militancia religiosa en el hecho anecdótico de que su protagonista sea un cura, sino en que es un cura capaz de resolver racionalmente enigmas que parecen inexplicables: si el universo puede ser entendido y está regido por la razón, entonces hay un Dios. «La razón y la justicia imperan hasta en la estrella más solitaria y remota -dice Brown- en llanuras de ópalo, bajo riscos cortados de perlas lo mismo se encontrará usted con la sentencia «No robarás».»


Un argentino podrá argumentar que sabe de lugares donde esta sentencia no corre, pero no vale la pena discutir porque los cuentos no se agotan en su carga confesional. Como notó Borges en un ensayo sobre el escritor, éste también tenía una «voluntad demoníaca» que hizo de él un gran tejedor de pesadillas, comparable a Kafka. La batalla entre lo monstruoso, lo irracional y la razón se da en la doble naturaleza de cada historia. Borges señala que son a la vez cuentos fantásticos y policiales porque Chesterton realiza el tour de force de dar las dos explicaciones de cada enigma: la sobrenatural y la lógica. Siempre se impone la segunda porque, como dice el padre Brown, «atacar la razón es mala teología».

Vigilando a los detectives
El regreso del padre Brown a la pantalla (existe un film de 1954 con Alec Guiness y otra serie inglesa de principios de los 70), junto con el de Sherlock Holmes tanto en la grandiosa Sherlock como en la no tan grandiosa Elementary, devuelve a los espectadores la felicidad de una trama que se propone desconcertar y sorprender sólo con su ingenio, en lugar de con gadgets y crímenes abominables.

En la actualidad, el tipo de relato policial que se impuso en la TV consiste en las interminables variantes de CSI que se concentran en el procedimiento policial y en la tarea de los forenses antes que en el trabajo racional de un detective. Los procedimientos «científicos» de estas series en verdad funcionan como una forma de magia: dan el nombre de un culpable sin que tengamos la necesidad de entender cómo se llegó hasta él. Un policial clásico es lo opuesto: el cómo importa más que el quién.


En su texto llamado «Cómo escribir una historia de detectives», Chesterton explica que «la historia se escribe para el momento en que el lector entiende». Nos provoca una gran satisfacción entender cómo, por ejemplo, Sherlock Holmes deduce, a partir del homicidio de un astrónomo, que un paisaje de Vermeer es falso (en pocas palabras: las estrellas del cielo en el cuadro corresponden a su posición actual y no a la que tenían en la época en que debió ser pintado).

En momentos como ése, no sólo comprendemos el alambrado lógico de la trama, sino también cuánto del relato fue construido minuciosamente para llevarnos de la nariz hasta ese descubrimiento. Chesterton agrega: «El policial es el único género en que a los lectores les gusta sentirse menos inteligentes que el protagonista». No está claro que al público le guste tal cosa. Más bien, en un buen policial no tiene más remedio. Acaso por eso tienen éxito los que le piden mucho menos.

El candor de G.K. Chesterton
La nueva serie producida por la BBC en 2013 (ya tiene una segunda temporada emitida en el exterior y una tercera en camino) transplanta a Brown (Mark Williams, el padre de Ron Weasley en Harry Potter) a los años 50 y a un pueblito que sería idílico si no muriera alguien todas las semanas.
El programa parece mantener la inocencia de las ficciones televisivas del período retratado, que se corresponde con la candidez de los escritos de Chesterton. A la vez, acaso por la necesidad de convertir relatos de 20 páginas en programas de 48 minutos, cada tanto decide ir en sentido contrario e incorporar una subtrama «modernizadora».

En el primer episodio, «El martillo de Dios» -que se repetirá hoy, a las 6 y a las 11-, basado en un cuento de 1910, se injerta una relación gay que se siente fuera de lugar en el púdico universo del autor.

Tal como en los textos, aquí el padre Brown está constreñido por leyes morales antes que penales: su interés es resolver crímenes para salvar almas, más que para distribuir castigos. El elemento religioso es insoslayable, pero está puesto al servicio de la trama detectivesca. No se trata aquí de predicar, sino de aplicar la fuerza de la razón (que para Chesterton, a quien le gustaba pensar con la forma de paradojas, era el objeto de la fe) para remontar los hilos de un crimen. El programa se toma su tiempo para hacerlo, pero reserva una recompensa: las soluciones son meditadas, precisas y proyectan un optimismo diáfano. Esta adaptación no parece televisión de hoy, sino de cuando el género policial era a la vez más simple y más interesante.


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Dato importante:
Padre Brown, detective. Film & Arts.

Fuente: La Nación, 09/07/14.
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Las aventuras del Padre Brown llegan a la televisión.
Por Gonzalo Palermo.

El primer gran admirador de la obra de Chesterton, por estas latitudes, fue Jorge Luis Borges. Por eso no existe mejor manera de explicar la mecánica básica de los cuentos del Padre Brown -el personaje de gran parte de la obra del escritor londinense- que citar al propio autor de El Aleph. «Cada una de las piezas de la Saga del Padre Brown presenta un misterio, propone explicaciones de tipo demoníaco o mágico y las reemplaza, al fin, con otras que son de este mundo».

Borges escribió varias reflexiones sobre Chesterton, dispersas aquí y allá, pero la que mejor condensa la vida y obra del autor es el ensayo Sobre Chesterton. Ese esquema básico -a) misterio, b) coqueteo con lo fantástico y c) resolución realista- es también aplicable a otros varios autores y ficciones. Sin ir más lejos, y por citar un ejemplo reciente, True Detective apostó en cierta forma a esto.

Chesterton dedicó 25 años de su carrera al Padre Brown, entre 1911 y 1936, con más de medio centenar de relatos. En la brevedad fue donde Chesterton mejor desplegó sus habilidades. De ahí que este personaje, que inmediatamente se convirtió en uno de los detectives británicos más populares (en rigor no es detective, o no es detective de los que tienen placa, pero sí lo es intelectualmente y de raza) fuera adaptado a la televisión, la radio y el cine.

La cadena ITV británica (que hoy produce Downton Abbey) ya había llevado al Padre Brown a la televisión, en 1974, con Kenneth Moore como protagonista. El año pasado la BBC decidió retomar al personaje y la serie, que llega a Sudamérica mañana, fue un éxito.

Mark Williams (Harry Potter) es quien interpreta a Brown ahora, en esta serie donde solo unos pocos relatos originales de Chesterton fueron adaptados; en general, los capítulos plantean misterios nuevos, especialmente creados para la televisión. «Tiene un enorme corazón y empatía, que es la esencia del personaje, y además puede hacer comedia, lo que es fundamental», dijo la productora Ceri Meyrick sobre el actor principal.

La otra gran diferencia es que la acción, que transcurre en el pueblo ficticio de Cotswold, se ubica en los años 50 en vez de principios del siglo pasado, como en el original.
Eso sí: un padre Brown utilizando celulares y apoyándose en análisis de ADN hubiera terminado por desvirtuar completamente el sentido de la obra original, por lo que se agradece la leve actualización que le dieron. Algo parecido pasó recientemente con Sherlock, otro éxito de la BBC, donde el sagaz investigador está en el siglo XXI.

¿Por qué no hubiera resistido bien el Padre Brown la modernización que tan bien le vino a Sherlock Holmes? Porque son antagonistas. Mientras Holmes resuelve los casos aplicando la lógica convencional, el método y la investigación tradicionales, Brown se apoya en su intuición, su capacidad de comprender el comportamiento humano y su experiencia en el confesionario.

En los casos del Padre Brown y el resto de su obra, Chesterton depositó dosis de su lado oscuro para encontrar la luz al final. Hay obsesión pero nunca desemboca en la locura. Habla, como escribe Borges, «de una cárcel de espejos» y «de un laberinto sin centro» pero su fe en lo humano siempre triunfa.

Una inspiración para Chesterton
Chesterton se inspiró en hechos reales para crear a su personaje más célebre y uno de los más importantes de la literatura británica de todos los tiempos. En 1904 conoció a John O`Connor, un párroco de Bradford, en Yorkshire, de quien se haría muy amigo. Más tarde, en 1922, el sacerdote sería una pieza clave en su conversión hacia el catolicismo.

A esto siguió la idea de crear un detective que además de resolver casos pudiera expresar su visión filosófica del mundo. Así nació el Padre Brown. «Me permití la peligrosa libertad de tomar a mi amigo y darle algunas vueltas. Ensucié su ropa, transformé su semblante inteligente en un rostro de rechoncha estupidez. Disfracé al Padre O`Connor como el Padre Brown», escribió el autor en su autobiografía.
Ese personaje ficticio pasaría a ser casi tan real como en el que se inspiró.
Fuente: El País (Uruguay), 05/07/14.
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Padre Brown 02