La realidad detrás de Black Lives Matter
agosto 31, 2020
Black Lives Matter: hacia una dictadura izquierdista global a través de la violencia callejera
Se veía venir. En los disturbios constantes de los últimos meses desde la muerte asfixiado de Geroge Floyd han muerto decenas de personas durante los enfrentamientos con la policía, saqueos y disturbios. La cifra exacta es un tanto misteriosa porque el orden mediático establecido ha determinado que las protestas contra Trump son pacíficas. Aunque muera gente. Aunque ardan barrios enteros.
En los últimos días sin embargo la violencia ha dado un salto cualitativo. Un joven dispara (aparentemente en defensa propia) contra un grupo de ultraizquierdistas que participaban en una revuelta, matando a dos de ellos e hiriendo a otro. Los medios relatan que se trata de un racista pro Trump asesino de pacíficos manifestantes que protestaban contra el racismo. Las imágenes, sin embargo, además del intento de linchamiento del joven previo a los disparos muestran al herido empuñando una pistola contra él. Aunque las imágenes son inequívocas, casi ningún medio las muestra. Los atacantes del joven son ultraizquierdistas con antecedentes penales y militancias extremistas que no se publican.
Ayer un simpatizante de Trump fue asesinado de dos tiros. Supuestamente se trataría de un miembro de un grupo ultraderechista. No obstante, ¿qué son entonces los que lo mataron? ¿Es que en cualquier caso son menos ultras los asesinos que la persona asesinada? Los medios, en vez de condenar la violencia de la extrema izquierda, culpan a Trump de que empiecen a ser asesinados simpatizantes de Trump.
Todo lo que está sucediendo en los EEUU resulta muy preocupante porque hasta cierto punto empezamos a atisbar el riesgo de una guerra civil y una dictadura izquierdista global.
Es decir, la violencia política ya forma parte del paisaje cotidiano en muchos lugares de los EEUU. La gente se está matando por sus ideas. Los medios, abrumadoramente izquierdistas, si los que matan son de los suyos echan la las culpas al muerto. Aunque las imágenes muestren una ciudad en llamas, si los corresponsales simpatizan con los manifestantes insisten contra toda evidencia en calificar las protestas de “pacíficas”.
Toda la violencia ultrzizquierdista a la que asistimos en los últimos tiempos viene amparada por lemas absolutamente justificativos y mentirosos. Las vidas de los negros nos importan a todos, pero parece que sólo les importan a los simpatizantes del Black Lives Matters. Si te autodenominas antifascista, las víctimas de tu violencia pasan a convertirse en fascistas. Si los agresores se autodenominan anti racistas, los agredidos por ellos pasan a ser racistas. Se pone en duda que sean violentos porque son antiracistas o antifascistas, pero en realidad debería ponerse un duda que fueran anti racistas o antifascistas porque son violentos. El problema es que el 90% de los medios ya han abrazado el discurso único ultraizquierdista. Si justifican que te pisen la cabeza o hasta te disparen por no pensar como ellos y no arrodillarte con el puño en alto, justificaran cualquier otro derecho que se te arrebate.
A lo que estamos asistiendo en definitiva es a un experimento social en que se va a comprobar si la izquierda global puede hacer lo que quiera, incluyendo prender fuego a las calles cuando no gobierna, y sin embargo no pagar un precio electoral por desplegar toda esa violencia antidemocrática. Es decir, si el predominio mediático de la izquierda es tal que le permite agredir a sus rivales sin pagar un precio electoral, seguramente le será difícil resistir la tentación de no agredir efectivamente a sus rivales. El caso es que, al menos según las encuestas (que publica adecuadamente la columna mediática uniforme), para acabar con Trump parece que se puede usar la gasolina y ser además premiado en las urnas. El que controla los medios puede hacer lo que quiera y justificarlo después como quiera. En el año 2011 la experta en Ciencias Políticas de la Universidad de Harvard, Erica Chenoweth, junto con otra autora, publicó un ensayo titulado Why Cvil Resistance Works (“Por qué la resistencia civil funciona”). La tesis del estudio era que se podía derrocar a un gobierno en cualquier democracia con sólo tener la capacidad de movilizar en la calle a un escaso pero híper militante 3,5% de la población. Esto supone por ejemplo sacar a la calle a 11,5 millones de personas, una cifra pequeña en porcentaje sobre el total de la población de los EEUU, pero una cantidad de personas muy difícil de controlar para las fuerzas policiales, especialmente sin una fuerte dosis de violencia policial que a su vez sería utilizada para culpabilizar a la policía, victimizar a los alborotadores y retroalimentar el conflicto ampliando el apoyo a la movilización.
Aunque el foco del conflicto en este momento se encuentra en los EEUU, lo cierto es que el problema ya ha adquirido una dimensión global. Si en España hubiera habido 50.000 muertos con un gobierno de derechas que hubiera recomendado no usar mascarillas y hacer vida normal después de haber estado con infectados y en zonas de riesgo, ¿cuál sería el nivel de violencia que veríamos en las calles? No hay apenas ningún país en el que la izquierda no tenga un predominio mediático casi total. Los errores de la derecha se amplifican por mil, los de la izquierda se minimizan casi por completo. Si en los EEUU se puede derrocar a un presidente por una especie de levantamiento precediendo a las elecciones, lo mismo puede suceder en cualquier lugar. Si la izquierda llega al poder en los EEUU premiada tras protagonizar una especie de revuelta está por ver cómo podría la derecha volver jamás al gobierno. O sea, si la izquierda tiene el poder de hacer tal cosa ya desde la oposición, ¿qué esperanzas puede tener la derecha de frenar eso fuera del gobierno? Desde luego en la historia ha habido multitud de dictaduras de izquierdas, pero a lo que podríamos enfrentarnos ahora por primera vez es a una dictadura izquierdista global, basada en el control de los medios y la kale borroka a partes iguales. En realidad lo uno fácilmente lleva a lo otro como argumentábamos antes. Cuando se dispone de un poder mediático casi total, capaz de dar cobertura y justificación a cualquier cosa, es raro que no se acabe haciendo cualquier cosa bajo la certeza de que se dispone de ese escudo mediático justificativo, exculpativo o, según convenga, silenciador.
La lista de cosas que la izquierda va declarando incuestionables a escala global crece cada día. ¿Y cuál sería la salida a una dictadura izquierdista global? No lo sabemos porque nunca hemos asistido a una dictadura global. Parece evidente que la caída de Trump, guste más o guste menos Trump, podría ser el pistoletazo de salida de ese nuevo régimen induscutible. Una victoria de Trump por sí sóla, no obstante tampoco sería más que una derrota temporal si no se empieza o a desmantelar el poder mediático de la izquierda o a levantar un poder mediático alternativo. No sólo en los EEUU, en todo el planeta. Lo único que evidencia lo que está sucediendo en los EEUU es que la batalla es absolutamente global. Y que la victoria o la derrota en esa batalla, con todo lo que eso implica, también puede ser global.
Fuente: navarraconfidencial.com, 31/08/20
Más información:
Manipulación mediática
La realidad sobre la agitación popular
Un mundo que cambia. César Vidal
Rumores y mentiras al estilo Goebbels
.
Vincúlese a nuestras Redes Sociales:
LinkedIn YouTube Facebook Twitter
.
.
La realidad sobre la agitación popular
junio 4, 2020
¿Por qué arden los EEUU?
Navarra Confidencial. Redacción.
En plena pandemia coronavírica las calles de los EEUU arden en medio de lo que aparentemente es una revuelta racial, provocada por la muerte de un negro detenido por la policía. La muerte de George Floyd habría sido la gota destinada a colmar el vaso de la indignación popular alimentada por el coronavirus, la crisis económica y el general descontento con Trump. Nos dicen que a Trump se le muere la gente en los hospitales o se le agolpa en la puerta de la Casa Blanca tratando de quemarla con él dentro. Los medios progresistas de todo el mundo no pueden ocultar su satisfacción.
Sin embargo, en todo el rompecabezas anterior hay una serie de piezas que no encajan en absoluto. Matan a un negro en Minneapolis y tan pronto arde en represalia una iglesia en Washington como se asalta una tienda de Apple en Seatle. ¿Por amor a la libertad? ¿Luchando contra la discrimación racial? En realidad sólo una chusma radical adornando sus ganas de quemar una iglesia o robar un iPhone. ¿Pero cómo, quién y para qué se ha creado el caldo de cultivo que propicia esta situación?
Desde luego hay problemas sociales en los EEUU y una causa justa para protestar por la muerte de Geroge Floyd, pero el policía que provocó su muerte ya ha sido expulsado del cuerpo, encarcelado y acusado de cargos que podrían costarle 25 años de cárcel. ¿Para qué hace falta entonces asaltar y quemar los comercios o rodear la Casa Blanca?
Por otro lado, que la policía estadounidense mate a un negro no es un hecho precisamente novedoso. Si nos retrotraemos a 2016, por ejemplo, el último año de Obama, nos encontramos con que 266 negros fueron muertos por la policía. Pero lo que aún es más interesante: ese año 574 blancos fueron abatidos por la policía.
Lógicamente habría que tener en cuenta la proporción de blancos y negros sobre el conjunto de la población, aunque la raza a la que policía estadounidense dispara menos claramente no es la blanca, sino la asiática. Si los niveles de delincuencia entre los negros son mayores que entre los asiáticos o los blancos, tampoco puede extrañar demasiado que el porcentaje de negros muertos a manos de la policía sea mayor que el de asiáticos o el de blancos, así como el consiguiente porcentaje de errores o excesos. Hablamos sin embargo de muertes que en general seguramente están justificadas y tienen lugar en enfrentamientos con la policía. Unos 50 policías estadounidenses mueren también al año en una sociedad bastante violenta en la que proliferan las armas y tiroteos. Lo que en todo caso vemos es que la muerte de negros a manos de la policía no es una cuestión de Trump, sino que viene de lejos. Tampoco veremos nunca protestas populares ni actos de pillaje por la muerte de un blanco. Ni por todos lo negros, aunque más tarde entraremos en por qué ahora y por qué por este caso concreto este estallido. Objetivamente, sin embargo, cualquier policía sabe que disparar contra un blanco le puede traer muchos menos problemas que disparar contra un negro, no al revés.
Hablando de números, también interesa recordar que los algo más de 100.000 muertos en los EEUU a causa del coronavirus parecen muchos en términos absolutos, pero hay que tener en cuenta que en España ha habido entre 23.000 y 45.000 muertos según las diversas cifras oficiales (los datos del Momo también son oficiales). Es decir, teniendo en cuenta que la población de los EEUU es 7 veces la española, los 100 mil muertos allí son proporcionalmente bastante menos que los 23.000 de aquí, no digamos si computamos 45.000. O sea, la indignación popular por la gestión del coronavirus estaría bastante más justificada en España contra Pedro Sánchez y Pablo Iglesias que en los EEUU contra Trump.
Al margen de todo lo anterior, hay algo más en la violencia desatada en las calles de las ciudades de los EEUU.
La violencia que estamos observando se parece demasiado a la que vimos hace unos meses en Chile, en Ecuador o hasta en Cataluña. O en Francia, con los chalecos amarillos. ¿En qué categoría metemos la violencia callejera que estamos viendo en los EEUU? ¿En la violencia de origen racial o en la de origen político? Cualquiera que siga los medios de la izquierda, tanto da que en España o en los EEUU, puede comprobar fácilmente que no se trata de acabar con el racismo, sino con Trump. La izquierda, tanto da también que en España o en los EEUU, sencillamente no ha podido aceptar aún la victoria democrática de Trump.
Toda esta violencia que estamos viendo y la gasolina aportada por los medios tiene que ver con esa incapacidad de aceptar el resultado de las urnas cuando no gana la izquierda. Y eso mismo lo vimos en Chile hace poco. En realidad, todas las protestas callejeras violentas que vemos en el mundo tienen un denominador común, acaso con la excepción de Hong Kong, y es que las protagoniza la extrema izquierda. Pensemos en el caso de España, desde el 15M y el rodea el Congreso hasta las algaradas en Cataluña, pasando por la kale borroka. La violencia callejera tiene un claro signo izquierdista. Cuando no gobierna la izquierda, o sea cuando las urnas no reflejan lo que la izquierda desea, surge una violencia que no existe cuando es la derecha la que no tiene el poder o pierde las elecciones. ¿Quiénes son los demócratas?
Aunque podría parecer un tanto paranoico, lo cierto es que existe una teoría que se llama la “Regla del 3,5%”. En el año 2011,un par de expertas en Ciencias Políticas de la Universidad de Harvard publicaron un ensayo titulado “Por qué la resistencia civil funciona”. El ensayo proponía que, a la vista de diversos movimientos revolucionarios, para derribar un gobierno sólo hace falta el apoyo de un 3,5% de la población, siempre que se trate de un apoyo muy militante y comprometido. En el caso de los EEUU hablaríamos de unos 11 millones de personas. Aunque realmente son un porcentaje pequeño, 11 millones de personas echadas a la calle son una masa casi incontrolable. O haría falta un uso de la fuerza tan violento para controlarlas, y daría lugar a tales imágenes (debidamente utilizadas), que el gobierno acabaría perdiendo el respaldo mayoritario y entrando en crisis, abonando la tesis del ensayo. Obviamente los porcentajes no funcionan igual, y así lo reconocía el propio ensayo, en el caso de una dictadura. El ensayo también reducía las posibilidades de éxito de la revuelta si eran los agitadores los que hacían un uso intenso de la violencia. En tal caso, y a lo mejor es algo que acaba favoreciendo a Trump, son los agitadores los que acababan perdiendo muchas de las simpatías con las que podían contar al principio. Lo inquietante de la tesis, no obstante, es que quien controle a un 3,5% de radicales puede derribar gobiernos a placer. Si no se ganan las elecciones, el 3,5% es el Plan B.
Todo lo anterior, por otro lado, aparte de un análisis de actualidad viene a ser también un preludio a la pregunta de qué estaría pasando si en este momento en España, con 43.000 muertos, estuviera gobernando la derecha. Es posible que si estuviera gobernando la derecha no hubiera 43.000 muertos pero, en cualquier caso, aunque hubiera habido la mitad, ¿no habrían empezado a arder ya las sedes del PP, de Ciudadanos y de VOX? Es cada vez más difícil a escala global imaginar una crisis del tipo que sea con la derecha gobernando sin que ardan las calles. La respuesta a lo que pasaría ahora en España con esta crisis si gobernara la derecha a lo mejor tiene relación con si pensamos que lo que estamos viendo en los EEUU es una cuestión racial o hay algo más. ¿Estaría sucediendo ese estallido social si no gobernara Trump? ¿Contaría con el respaldo mediático con el que cuenta? ¿Vamos hacia un mundo en el que, como consecuencia de la hegemonía del discurso dominante, la violencia en las calles se va a ir normalizando allá donde no gobierne la izquierda? Según lo que se vaya viendo saque su conclusión cada cual.
Fuente: navarraconfidencial.com, 02/06/20.
.
Exnuncio del Vaticano en Estados Unidos envió «enérgica» carta de respaldo al Presidente Trump
Por Aníbal Palomino.
Monseñor Carlo María Viganò denunció al ‘Deep State’ o ‘Estado Profundo’ y lo que él mismo denominó ‘Iglesia Profunda’.
Las protestas vandálicas por parte de grupos terroristas como Antifa y otras organizaciones de extrema izquierda como Black Lives Matters justificando su accionar terrorista con la desafortunada muerte del ciudadano estadounidense George Floyd, siguen dando de qué hablar en todo el mundo. Esta vez el turno fue para Monseñor Carlo María Viganò.
Viganò, prelado conservador y defensor de la sana doctrina, fue designado Nuncio Apostólico del Vaticano en Estados Unidos por Su Santidad Benedicto XVI en 2011 y ejerció hasta 2016.
Monseñor Viganò saludó a Trump como un presidente que por primera vez “Defiende valientemente el derecho a la vida, que no se avergüenza de denunciar la persecución de los cristianos en todo el mundo, que habla de Jesucristo y del derecho de los ciudadanos a la libertad de culto”.
Donald Trump se destaca como presidente conservador que defiende la vida y la libertad religiosa. Entre sus acciones más valerosas están pedir bendición de su mandato el día que tomó posesión, luchar contra el aborto quitándole todos los fondos federales a la multinacional Planned Parenthood; y su más reciente acto fue visitar el Santuario Nacional de San Juan Pablo II, para pocos días después firmar la orden ejecutiva que protege la libertad religiosa en Estados Unidos.
Estas y otras acciones que ha llevado de la mano con su esposa Melania Trump, su vicepresidente Mike Pence y su equipo de gobierno, han desatado la furia del ‘Deep State’ y sus aliados entre los cuales se cuentan varios miembros del Partido Demócrata como Barak Obama, Joe Biden, Bill y Hillary Clinton, además de multimillonarios como Bill Gates y George Soros, a los que se suman organizaciones de extrema izquierda como Antifa o Black Lives Matter, así como los grandes medios de comunicación e, incluso, tienen aliados de extrema izquierda en Iberoamérica e islamistas radicales.
Según el prelado Viganò, todo se debe a una lucha espiritual entre el bien y el mal. Sobre el tema, dijo en su carta:
“Está bastante claro que el uso de protestas callejeras es instrumental para los propósitos de aquellos que desean ver a alguien elegido en las próximas elecciones presidenciales que encarna los objetivos del Estado Profundo”.
Obispo Carlo María Viganò
A su vez, Monseñor Viganò también exaltó la madurez del pueblo norteamericano para ver la falsedad de los medios de comunicación. Al respecto comentó:
“El pueblo estadounidense es maduro y ahora ha entendido cuánto los medios de comunicación no quieren difundir la verdad, sino que buscan silenciarla y distorsionarla, difundiendo la mentira que es útil para los propósitos de sus amos”.
Monseñor Viganò exaltó la visita de Donald Trump al Santuario Nacional de San Juan Pablo II, en Washington, por la cual el mandatario recibió fuertes críticas por parte de la jerarquía católica. Vignanò acusó a los obispos críticos de Trump de estar «alineados con el lado opuesto».
Finalmente, vale la pena recordar que la trágica muerte del ciudadano afrodescendiente George Floyd, fue cometida por un policía blanco en complicidad con otros tres policías, uno de origen asiático, otro de origen blanco y otro de origen afro. El hecho ocurrió en Minneapolis, capital del estado de Minnesota, y tanto la ciudad como el estado, son gobernados por miembros del partido Demócrata.
Esta es la carta completa de Monseñor Carlo María Viganò a Donald Trump:
7 de junio de 2020
Domingo de la Santísima Trinidad
Señor Presidente,
En los últimos meses hemos sido testigos de la formación de dos lados opuestos que yo llamaría Bíblicos: los hijos de la luz y los hijos de la oscuridad. Los hijos de la luz constituyen la parte más conspicua de humanidad, mientras que los hijos de la oscuridad representan una minoría absoluta. Y Sin embargo, los primeros son objeto de una especie de discriminación que los coloca en una situación de inferioridad moral con respecto a sus adversarios, quienes a menudo sostienen posiciones estratégicas en el gobierno, en la política, en la economía y en los medios. De una manera aparentemente inexplicable, los buenos han sido tomados como rehenes por los malvados y por aquellos que los ayudan, ya sea por interés propio o por miedo.
Estos dos lados, que tienen una naturaleza Bíblica, siguen la clara separación entre la descendencia de la Mujer y la descendencia de la Serpiente. Por un lado, están aquellos que, aunque tienen mil defectos y debilidades, están motivados por el deseo de hacer el bien, ser honestos, formar una familia, por trabajar, por dar prosperidad a su tierra natal, para ayudar a necesitados y, en obediencia a la Ley de Dios, merecer el Reino de los Cielos. Por otro lado, hay quienes se sirven a sí mismos, que no tienen nada de principios morales, que quieren demoler la familia y la nación, explotan a los trabajadores para hacerse excesivamente ricos, fomentan divisiones internas y guerras, y acumulan poder y dinero: para ellos la ilusión falaz del bienestar temporal algún día, si no se arrepienten, cederá ante el terrible destino que les espera, lejos de Dios, en condenación eterna.
En la sociedad, señor presidente, estas dos realidades opuestas coexisten como enemigos eternos, así como Dios y Satanás son enemigos eternos. Y parece que los hijos de la oscuridad, a quienes podemos identificar fácilmente con el Estado Profundo al cual usted se ha opuesto sabiamente y que está librando una guerra feroz contra usted en estos días – han decidido mostrar sus cartas, por así decirlo, revelando ahora sus planes. Ellos parecen estar tan seguros de tener todo bajo control que han dejado de lado esa circunspección que hasta ahora tenían al menos parcialmente de ocultar sus verdaderas intenciones. Las investigaciones ya en curso revelarán la verdadera responsabilidad de quienes manejaron la emergencia de Covid no solo en el área de la atención médica, sino también en política, economía y medios de comunicación. Probablemente descubriremos que en esta colosal operación de ingeniería social hay personas que han decidido el destino de la humanidad, apropiándose del derecho a actuar contra la voluntad de los ciudadanos y sus representantes en los gobiernos de las naciones.
También descubriremos que los disturbios en estos días fueron provocados por aquellos quienes, al ver que el virus se desvanece inevitablemente y que la alarma social de la pandemia está disminuyendo, necesariamente han tenido que provocar disturbios civiles, porque serían seguidos por una represión que, aunque legítima, podría ser condenada como una agresión injustificada contra la población. Lo mismo también está sucediendo en Europa, en perfecta sincronía. Está bastante claro que el uso de protestas callejeras es fundamental para los propósitos de aquellos que desean ver a alguien elegido en las próximas elecciones presidenciales quien encarne los objetivos del Estado Profundoy que exprese esos objetivos fielmente y con convicción. No sorprendería si, en unos pocos meses, nos enteramos una vez más que escondidos detrás de esos actos de vandalismo y violencia hay quienes esperan sacar provecho de la disolución del orden social para construir un mundo sin libertad: Solve et Coagula, como enseña el adagio Masónico.
Aunque pueda parecer desconcertante, las alineaciones opuestas que he descrito también se encuentran en círculos religiosos. Hay Pastores fieles que cuidan el rebaño de Cristo, pero también hay mercenarios infieles que buscan esparcir el rebaño y entregar las ovejas para que sean devoradas por lobos hambrientos. No es sorprendente que esos mercenarios sean aliados de los hijos de la oscuridad y odien a los hijos de la luz: así como hay un Estado Profundo, también hay una iglesia profunda que traiciona sus deberes y renuncia a sus compromisos apropiados ante Dios. Así el Enemigo Invisible, contra quien los buenos gobernantes luchan en los asuntos públicos, también es contrarrestado por buenos pastores en la esfera eclesiástica. Es una batalla espiritual, de la que hablé en mi reciente Apelación que se publicó el 8 de mayo.
Por primera vez, Estados Unidos tiene en usted un presidente que defiende valientemente el derecho a la vida, a quien no le da vergüenza denunciar la persecución de cristianos en todo el mundo, que habla de Jesucristo y del derecho de los ciudadanos a la libertad de culto. Su participación en la Marcha Por La Vida, y más recientemente su proclamación del mes de abril como el Mes de Prevención de Abuso Infantil Nacional, son acciones que confirman de qué lado usted desea seguir luchando. Y me atrevo a creer que los dos estamos del mismo lado en esta batalla, aunque con diferentes armas.
Por esta razón, creo que el ataque al cual usted fue sometido después de su visita al Santuario Nacional de San Juan Pablo II forma parte de la narrativa orquestada de los medios que no busca luchar contra el racismo y llamar al orden social, sino agravar las disposiciones; no es para traer justicia, sino para legitimar la violencia y el crimen; no para servir a la verdad, sino para favorecer a una facción política. Y es desconcertante que haya obispos, —como aquellos a quienes recientemente he denunciado— quienes, por sus palabras, prueban que están alineados con el lado opuesto. Están subordinados al estado profundo, al globalismo, al pensamiento alineado, al Nuevo Orden Mundial que invocan cada vez con más frecuencia en nombre de una hermandad universal que no tiene nada de cristiano, sino que evoca los ideales Masónicos de aquellos que quieren dominar el mundo expulsando a Dios de los tribunales, de las escuelas, de las familias, y tal vez incluso fuera de las iglesias.
El pueblo estadounidense es maduro y ahora ha entendido cuánto los principales medios de comunicación no quieren difundir la verdad sino buscan silenciarla y distorsionarla, difundiendo la mentira que es útil para los propósitos de sus maestros. Sin embargo, es importante que los buenos, que son la mayoría, se despierten de su lentitud y no acepten ser engañados por una minoría de personas deshonestas con propósitos no reconocibles. Es necesario que los buenos, los hijos de la luz, se unan y hagan oír sus voces. ¿Qué manera más efectiva hay para hacer esto, señor presidente, que, en oración, pidiéndole al Señor que lo proteja a usted, a los Estados Unidos y a toda la humanidad de este enorme ataque del enemigo? Ante el poder de la oración, los engaños de los hijos de las tinieblas colapsarán, sus complots serán revelados, se mostrará su traición, su poder aterrador terminará en nada, sacado a la luz y expuesto por lo que es: un engaño infernal.
Sr. Presidente, mi oración se dirige constantemente la amada nación estadounidense, donde tuve el privilegio y el honor de ser enviado por el Papa Benedicto XVI como nuncio apostólico. En esta hora dramática y decisiva para toda la humanidad, yo estoy orando por usted y también por todos los que están a su lado en el gobierno de los Estados Unidos. Confío en que el pueblo estadounidense esté unido conmigo y en oración al Dios Todopoderoso.
Unidos contra el Enemigo Invisible de toda la humanidad, los bendigo a ustedes y a la Primera Dama, a la amada nación estadounidense, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
- Carlo María Viganó
Arzobispo Titular de Ulpiana
Ex nuncio apostólico en los Estados Unidos de América
Fuente: razonmasfe.com, 07/06/20
Los artículos firmados reflejan la opinión personal de su autor y no representan necesariamente la opinión de esta consultora.
Vincúlese a nuestras Redes Sociales:
LinkedIn YouTube Facebook Twitter
.
.