El BCE en alerta por Grecia
febrero 20, 2015
El BCE se prepara para la posible salida de Grecia de la zona euro
Las alarmas han saltado después de que la reunión del Eurogrupo haya sido aplazada para las 16:30 horas de esta tarde, mientras que el ministro de finanzas alemán, Dijssembloem, hará declaraciones a las 15:00 horas en el marco de este encuentro.
A pesar de todas las negociaciones que se están llevando cabo entre las autoridades monetarias europeas y Grecia, los socios europeos estarían preparándose incluso para la salida de Grecia del euro, según publica el medio alemán Der Spiegel.
Desde hace meses hemos oído declaraciones de líderes europeos, principalmente alemanes, diciendo que la eurozona está preparada para una salida de Grecia del euro, ya que los cortafuegos levantados en los últimos meses, evitarían el contagio a otros países.
Ahora bien, para la propia Grecia, una salida de la zona euro podría provocar que sus costes de devolución de la deuda se multiplicaran incluso por 3. Esto restaría libertad al país para proseguir con las reformas propuestas. Como explica José Lizán, gestor de SICAVs de Auriga SV, «si Grecia quiere acabar con la austeridad, va a tener el triple porque si sale del euro no va a tener ni el tercio de los ingresos que tiene ahora. Tendría un shock de dos o tres años y luego vendría la regeneración de la economía. Pero si se piensan que no van a tener austeridad, los primeros años van a ser peores de lo que piensan. Si que ganarían una competitividad brutal con la devaluación del dracma, pero tardaría unos dos años en regenerarse después de un shock inicial tremendo. Además, que sus deudas con el euro se triplicarían por la devaluación de sus divisas«.
Hoy los ministros de Finanzas del euro discutirán en una reunión especial el futuro financiero de Grecia. El programa de crédito y la reforma actual expiran la próxima semana, poniendo en peligro la situación económica del país, que no puede hacer frente a los vencimientos de deuda y el pago de pensiones que le sobrevienen en los próximos meses. La eurozona –con Alemania a la cabeza- han rechazado una extensión puramente técnica del préstamo y exigen mayores de compromiso con las reformas.
Ayer, Grecia solicitó formalmente la aprobación de un ‘crédito puente’ que le dé 6 meses más de tiempo para renegociar la devolución de su deuda. Mientras, el Ejecutivo heleno prometía cumplir con las exigencias del rescate e, incluso, reconocer la supervisión de la troika. En cambio, las condiciones del ‘crédito puente’ que ha propuesto Grecia serían bastante más laxas. Alemania no está dispuesta a pasar por este aro. No obstante, aunque las negociaciones hoy en el Eurogrupo no lleguen a buen puerto, Daniel Pingarrón, estratega de mercados de IG, cree que «será la próxima semana cuando haya un acuerdo. Ahora con el Ibex por encima de 10.800 puntos, las posibilidades que se dan al Grexit son nulas«.
Grecia está asfixiada por los compromisos de devolución de la ayuda pues entre febrero y julio se concentran vencimientos de deuda por más de 20.000 millones de euros y, hasta el final del año, las amortizaciones alcanzan los 30.200 millones. En total, Grecia tiene que afrontar el reembolso de algo más de un 10% de su deuda, pero la recesión, la caída de los ingresos públicos y las presiones de la banca reducen su margen de maniobra. Además, una salida de la zona euro empeoraría las cosas para el país heleno, pues volver al dragma podría suponer triplicar su deuda por el efecto de la devaluación de la divisa.
Actualmente, la deuda de Grecia asciende a 315.509 millones de euros, lo que supone el 176% de su PIB. Tres cuartas partes de ésta se encuentra en manos de la troika. El Fondo Monetario Internacional, por su parte, es prestamista del 10% de la suma y el Banco Central Europeo, del 6%. Por países, Alemania es el mayor prestamista de Grecia, habiéndole dejado hasta 66.310 millones de euros, seguido de Francia (49.800 millones) , Italia (43.750 millones) y España (29.080 millones).
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Cómo no resolver una crisis
junio 17, 2012
Cómo no resolver una crisis
Por Joe Nocera
Las reacciones de EE.UU. y Europa frente a sus crisis son casos a comparar. En un caso es un país y en el otro son 17.
Hay un momento delicioso en la película Malas noticias, de HBO, en que Christine Lagarde, entonces ministra de Economía de Francia, llama a Hank Paulson, secretario del Tesoro de EE.UU. Es septiembre de 2008 y Lehman Brothers acaba de implosionar después que el gobierno no lo rescató. Hay pánico en el aire.
“Hank ¿cómo dejaste que cayera Lehman? ¿Qué diablos estabas pensando?”, lo reta. Le pide que salve a AIG, que parece ser el próximo en desplomarse. “Esto no es sólo un problema de Estados Unidos”, concluye Lagarde. (Nota: fui asesor en la película) ¡Qué ironía! Aquí estamos, más de tres años y medio después, y en ese tiempo la zona del euro coqueteó con la catástrofe financiera. Hoy Lagarde lidera el FMI, que existe, en gran parte, para ayudar a los países a sobrevivir a esas catástrofes. Sin embargo, ni ella ni nadie en Europa está dispuesto o es capaz de hacer más que usar curitas para parar el desangre.
Un colapso de la eurozona, si sucede, sería devastador para las economías ya castigadas de Europa, y llevaría a una contracción crediticia generalizada, desempleo masivo y economías deprimidas en todo el Viejo Continente. Pero afectaría también a la economía de EE.UU. y sería un golpe fuerte a las perspectivas de reelección del presidente Obama. Parafraseando a Lagarde, esto no es sólo un problema europeo.
Las reacciones de EE.UU. y Europa frente a sus respectivas crisis son casos a comparar. El gobierno de Bush y la Fed aunaron esfuerzos: no sólo salvaron a AIG y recapitalizaron los bancos, sino que compraron miles de millones de dólares de hipotecas subprime que estaban intoxicando al sistema bancario y garantizaron casi toda la deuda de los bancos. Uno podrá decir lo que quiera sobre el riesgo moral que implica el rescate de bancos, pero la estrategia funcionó. Con el anuncio al mundo de que sería el prestamista de última instancia, Washington evitó un colapso bancario y, muy posiblemente, una depresión.
En la zona del euro no hay prestamista de última instancia. Alemania, que tiene el dinero y el poder para desempeñar ese papel, se niega a hacerlo. El Banco Central Europeo está condicionado por la política y por su escaso sentido de misión. Apenas la semana pasada, no quiso bajar las tasas de interés, en buena medida, según su presidente, Mario Draghi, porque “No creo que sería correcto para la política monetaria contrarrestar la inacción de otras instituciones”.
En la crisis del euro, la reacción de los gobernantes europeos ha sido tibia, reticente y poco convincente. Quieren jugar a las escondidas, y nada más. La decisión que se tomó en el fin de semana de prestarle a España US$125.000 millones para apuntalar su sistema bancario es típica . Por un lado, es improbable que alcance. Por otro, servirá de muy poco para mejorar los problemas de fondo españoles, que incluyen un 25% de desocupación, una economía en franco declive y un déficit federal en alza que puede requerir su propio salvataje. ¿Usted se pregunta por qué la gente ya especula con que la siguiente será Italia? Porque los inversores no confían en que el problema se haya solucionado. ¿Por qué tendría que haber confianza? No la hubo en todo este tiempo.
Una diferencia grande entre EE.UU. y la eurozona es que EE.UU. tiene un gobierno y ellos 17. Los alemanes están hartos de que se les pida que salven a quienes para ellos son los inútiles griegos. Los griegos están igual de hartos de los planes de austeridad que los alemanes les imponen. Y así, interminablemente.
Se dice que Europa necesita una integración fiscal y política para salvar al euro, pero no hay voluntad política para ello, y es probable que nunca la haya. Sucede que los gobiernos soberanos no ceden de buena gana su soberanía. Si la eurozona debe ser salvada, los europeos tendrán que salvarla.
Todo lo que han hecho durante el último año sugiere que prefieren arriesgarse a un desastre financiero que casarse con países con costumbres y políticas muy diferentes de las propias. La razón que explica por qué Europa no tiene un prestamista de última instancia es que sus ciudadanos no lo quieren.
En cuanto a EE.UU., todo lo que podemos hacer es observar y esperar lo mejor. Pero no se sorprenda demasiado si Obama llama a Angela Merkel y le pregunta: “¿Cómo dejaste que cayera el euro? ¿Qué diablos estabas pensando?”.
Joe Nocera es escritor y columnista de The New York Times.
Europa y su crisis podrían arrastrar al mundo
junio 17, 2012
Europa y su crisis podrían arrastrar al mundo
Por Dani Rodrik
CAMBRIDGE – Consideremos el siguiente escenario. Después de una victoria del partido de izquierda Syriza, el nuevo gobierno de Grecia anuncia que renegociará los términos de su acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea. La canciller alemana, Angela Merkel, se mantiene firme en su postura y dice que Grecia debe cumplir con las condiciones existentes.
Por miedo a la inminencia de un colapso financiero, los depositantes griegos corren hacia la salida. El Banco Central Europeo se niega a salir al rescate y los bancos se quedan sin efectivo. El gobierno instituye controles de capital y se ve obligado a emitir dracmas para proporcionar liquidez doméstica. Tras quedar Grecia fuera de la eurozona, los ojos viran hacia España. Alemania es categórica: hará lo que haga falta para impedir una corrida bancaria. El gobierno español anuncia recortes. Aliviada por los fondos del Mecanismo de Estabilidad Europeo, se mantiene a flote durante varios meses.
Pero la economía española sigue deteriorándose y el desempleo se encamina a 30%. Protestas contra las medidas de austeridad del primer ministro Mariano Rajoy lo llevan a convocar a un referendo. Su gobierno no obtiene el apoyo necesario y renuncia, hundiendo al país en un caos político. Merkel reduce el respaldo a España con el argumento de que los alemanes ya hicieron lo suficiente. Lo que viene, una corrida bancaria, una crisis financiera y una salida del euro en España.
En una minicumbre convocada a las apuradas, Alemania, Finlandia, Austria y Holanda anuncian que no renunciarán al euro. Esto no hace más que aumentar la presión financiera sobre Francia, Italia y el resto de los miembros. Conforme se instala la realidad de la disolución parcial de la eurozona, la crisis financiera se propaga de Europa a Estados Unidos y Asia.
Nuestro escenario continúa en China, donde el liderazgo enfrenta su propia crisis. La desaceleración de la economía ya exacerbó el conflicto social y los recientes acontecimientos en Europa echaron más leña al fuego. En un momento en que las órdenes de exportación europeas se cancelan, las fábricas chinas se enfrentan a despidos generalizados.
El gobierno chino decide no arriesgarse a más conflictos y anuncia un paquete de medidas para impulsar el crecimiento económico e impedir los despidos. Estas medidas incluyen un respaldo financiero directo a los exportadores y una intervención en los mercados de divisas para debilitar el renminbi.
En Estados Unidos, el presidente Mitt Romney acaba de asumir, luego de derrotar a Barack Obama por ser demasiado blando con las políticas económicas chinas. La combinación del contagio financiero de Europa, que ya derivó en una crisis de crédito, y una inundación de importaciones a bajos precios provenientes de China dejó a la administración Romney en un brete. Anuncia derechos generalizados de importación sobre las exportaciones de ese origen. Sus seguidores del Tea Party, críticos a la hora de movilizar el respaldo electoral, lo instan a retirarse de la Organización Mundial de Comercio.
En los años siguientes, la economía mundial cae en la Segunda Gran Depresión. El desempleo aumenta y los gobiernos optan por soluciones como protección comercial y depreciación del tipo de cambio competitivo. Conforme los países se hunden en la autarquía económica, repetidas cumbres económicas globales arrojan escasos resultados.
Son pocos los países que se salvan de la carnicería económica. Aquellos a los que les va relativamente bien comparten tres características: bajos niveles de deuda pública, dependencia limitada de las exportaciones o los flujos de capital y sólidas instituciones democráticas. De modo que Brasil e India se podrían considerar refugios, aunque sus perspectivas de crecimiento también se reducen.
Como en la Gran Depresión, las consecuencias políticas son más serias y las implicancias a más largo plazo, importantes. El colapso de la eurozona obliga a una realineación importante de la política europea. Francia y Alemania compiten como centros de influencia frente a los estados más pequeños. Los partidos de centro pagan el precio por su respaldo a la integración europea y son repudiados en las encuestas por los partidos de extrema derecha o extrema izquierda. Los gobiernos nativistas comienzan a expulsar a los inmigrantes.
Para los países cercanos, Europa ya no brilla como un faro de democracia. El Medio Oriente árabe toma un giro decisivo hacia estados islámicos autoritarios. En Asia, el conflicto económico entre Estados Unidos y China se desborda hasta rayar en el conflicto militar.
Años más tarde, le preguntan a Merkel, ya retirada y vuelta una ermitaña, si piensa que debería haber hecho algo diferente. Su respuesta llega demasiado tarde como para cambiar el curso de la historia. ¿Un escenario remoto? Tal vez, pero no lo suficiente.
Fuente: La Nación, 17/06/12.
Informe ING IM: La Eurozona y su posible final
junio 4, 2012
Un capítulo más en la saga soberana del euro
Los acontecimientos del pasado mes en España, Francia y Grecia y la tensión renovada que han acusado en los mercados financieros han llevado a ING IM a publicar un informe con varios escenarios posibles para la Eurozona y su posible final.
¿Cuál será el escenario que prevalezca? Es complicado de predecir, según comenta la gestora en su último informe “Focus Point – Another Chapter on the Euro Sovereign Saga”: mientras ING IM tiene muchas esperanzas en que se encuentre una solución a largo plazo, incluso este escenario optimista se alcanzaría tras un camino largo, arduo y muy volátil. El camino estará sembrado de encrucijadas que llevarán al euro a diversos escenarios, desde la supervivencia tensa al colapso parcial. Por lo tanto, ING IM aconseja en este informa que los inversionistas no se cieguen con el final del euro. Por el contrario, deben monitorizar de cerca los acontecimientos y ser capaces de adaptarse a los escenarios que surjan por el camino.
Grecia vota su permanencia en el euro
A muy corto plazo ING IM sugiere que el abandono de Grecia del euro es una posibilidad. Primero vendrán las elecciones del 17 de junio, y luego con mucha probabilidad, otras elecciones en las que los griegos voten sobre su permanencia en la Eurozona. Primero tenemos que preguntarnos si Grecia permanecerá en el euro pero sobre todo, debemos plantearnos las consecuencias de que no lo haga.
El sistema financiero griego peligra
En el caso de que Grecia salga del euro es posible que los fondos procedentes de la UE y del FMI desaparezcan y no parece probable que el sistema privado esté dispuesto a reemplazarlos. Por el contrario, según opina ING IM, es previsible una salida masiva de fondos privados depositados en los bancos griegos buscando destinos más seguros. El gobierno impondría controles de capital y límites a la retirada de efectivo de los bancos, pero no hay nada pueda frenar por completo el dinero en pánico. Este escenario situaría el sistema financiero griego al borde del colapso con necesidad de recapitalizarse y acceder a cantidades ilimitadas de liquidez.
¿Volver al dracma?
Según apunta ING IM en su informe, el país no tendría otra opción que volver a reintroducir el dracma para recuperar la capacidad de proveer liquidez al sistema financiero y monetizar la deuda pública. Se sucedería una escalada de la inflación dado el bajo grado de credibilidad de la nuevo moneda que erosionaría en parte las ganancias de competitividad que se hubieran conquistado con una divisa débil como el dracma.
ING IM apunta que algunos expertos hablan de la posibilidad de introducir un comité monetario encargado de fijar la cotización de la divisa, pero esto eliminaría los “beneficios” de un banco central que pueda proporcionar liquidez al sistema bancario. En definitiva, se produciría un endurecimiento de las condiciones financieras y de la disponibilidad del crédito en Grecia que, combinados con la pérdida de confianza en el país, generarían una caída en picado del PIB. ING IM añade que en esta tesitura, no sería de extrañar una desintegración social y política del país.
El contagio es inevitable
Desde el punto de vista de ING IM, la salida de Grecia del euro provocaría un contagio sustancial a otros países periféricos, tanto a través de los mercados de deuda soberana como del sistema financiero, y también por medio de la economía real a medida que el sentimiento empresarial y del consumidor se traslade a otros países. Tampoco puede descartarse un contagio de las protestas sociales. Como respuesta (o meramente ante la amenaza) de estos hechos, ING IM cree que los fondos del ESM y del FMI, al igual que el BCE, prepararían una respuesta contundente para contener estos acontecimientos.
En el mejor de los casos, todo derivaría en una sistema bancario único europeo, con una supervisión coordinada y un marco legal único que condujera la recapitalización del sistema financiero. ING Investment Management ha argumentado con anterioridad que el talón de Aquiles de Europa es que la unión monetaria ha generado una integración financiera profunda sin estar acompañada de una unión regulatoria.
Seguimos improvisando
Lo descrito anteriormente, incluyendo la salida de Grecia del euro, se engloba en el escenario de “improvisación”, en el que ING IM sitúa a la Eurozona. En este escenario las autoridades, a la vista de las restricciones políticas a las que se enfrentan, van realizar reformas mínimas, aunque encaminadas a mejorar la integración del sistema en Europa. Según ING IM la salida de Grecia del euro no va a considerarse como el final de la Eurozona porque los restantes mercados periféricos se perciben de forma sustancialmente distinta en lo relativo a reformas estructurales y al cumplimiento de los objetivos de déficit. La salida de Grecia de la Eurozona no será el detonante de una solución rápida y completa al problema soberano del euro pero irónicamente, puede actuar como catalizador para acelerar el proceso.
Fuente: Funds Americas, 01/06/12.
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→ Solicite el informe completo (en inglés) enviando un e-mail a: [email protected]
Las empresas se preparan para lo peor de la crisis europea
junio 2, 2012
Las empresas se preparan para lo peor de la crisis europea
Por Vanessa Fuhrmans y Dana Cimilluca
Mientras los gobiernos europeos se apresuran para aliviar los temores de que Grecia abandone el euro, muchas empresas se preparan para lo peor.
Las multinacionales alistan varios planes de contingencia para adaptarse a una serie de circunstancias, desde un congelamiento de los pagos transfronterizos y disturbios en Grecia a un quiebre más amplio de la zona euro.
Un área en la que han hecho hincapié es preservar el valor de su dinero en efectivo. El temor es que los euros sean convertidos a dracmas y devaluados. En caso de que ello ocurra, se espera que Grecia imponga controles para impedir una fuga de capitales.
La cervecera holandesa Heineken NV está sacando efectivo de Grecia y la zona euro para colocarlo en monedas como el dólar y la libra esterlina. Las medidas son parte de la rutina normal de gestión de efectivo de la empresa, pero ahora se están haciendo más a menudo y en forma más focalizada, informó un vocero. «Nos aseguramos de no dejar demasiado efectivo en Grecia para limitar nuestra exposición», añadió. Otras compañías, como el grupo de licores Diageo PLC y la farmacéutica GlaxoSmithKline PLC, han adoptado precauciones similares.
Mientras tanto, varias firmas griegas han hecho uso de sus líneas de crédito con bancos extranjeros y locales por temor a perder acceso a ellas si el país vuelva a adoptar la dracma como moneda e impone controles al ingreso de capitales, dijo un directivo de un banco con operaciones en el país. El ejecutivo prefirió no identificar a las empresas o los bancos involucrados.
El operador europeo de turismo TUI AG y el vendedor inglés de electrónicos Dixons Retail PLC tienen planes listos para cambiar o proteger clientes y activos en caso de agitación social en Grecia. En algunos casos, están tomando como modelo métodos ensayados y probados en África del Norte durante la Primavera Árabe del año pasado. TUI dijo que, de ser necesario, podría desplazar a otros destinos a clientes que planeaban viajar a Grecia.
La consultora alemana Roland Berger recomienda a sus clientes corporativos ser precavidos e incluir en sus contratos cláusulas que estipulen qué moneda o tasa de cambio será usada en caso de que Grecia abandone el euro.
Las empresas que operan en Grecia y España también están insistiendo en el pago de cuotas iniciales más elevadas, en algunos casos de hasta 50%, por productos o servicios.
Una salida de Grecia de la zona euro «sería un desastre total y no se debería subestimar», señaló Benedict James, socio de la firma de abogados inglesa Linklaters. «El escaso trabajo que estábamos haciendo sobre este tema se convirtió hace unas semanas en una cantidad importante», afirma. El trabajo se concentra en los contratos de negocios y cuáles podrían darse por terminados en caso de que Grecia abandone el euro y adopte la dracma como moneda.
El último capítulo en la prolongada crisis europea se desató tras los sólidos resultados que el partido de izquierda radical Syriza obtuvo en las elecciones griegas del 6 de mayo. Si Syriza triunfa en los comicios del 17 de junio y cumple su promesa de dejar de cumplir las severas condiciones impuestas por los paquetes de rescate, Grecia podría quedar sin acceso a la financiación internacional y verse obligada a retomar la dracma.
El nerviosismo sobre la salud de la banca y la economía española ha exacerbado las preocupaciones sobre una salida griega del euro y una posible división del bloque de 17 países que comparten la divisa.
El gigante minorista francés Carrefour SA está consolidando su red en Grecia en menos locales de mayor tamaño para enfrentar el desplome de las ventas. También está poniendo en los estantes más productos de marca propia y menos de gigantes como Nestlé SA, Danone SA y Procter & Gamble Co.
Otras empresas también contemplan escenarios en caso de un quiebre mayor de la zona euro.
Directivos de la European Aeronautic Defence & Space Co. (EADS), la matriz de Airbus, dicen que un regreso a las monedas nacionales obligaría al conglomerado a replantear todo su negocio, desde dónde expandirse hasta la selección de sus proveedores y los salarios.
«Si regresamos, la moneda alemana probablemente será más fuerte que el resto, lo cual plantea dudas sobre expansión a largo plazo», dijo un vocero del conglomerado. «Existe un potencial para que exploten tensiones dentro del grupo porque los niveles salariales serían diferentes» de país a país, manifestó. EADS evalúa la creación de un banco interno para proteger su acceso y el de sus clientes al crédito. La medida también le permitiría acceder a los fondos baratos del Banco Central Europeo, tal y como lo hizo hace poco la automotriz francesa PSA Peugeot-Citroën SA.
Fuente: The Wall Street Journal, 31/05/12.
La medicina amarga para la crisis griega
junio 1, 2012
Los argentinos tienen la medicina amarga para la crisis griega
Por Michael J. Casey
Ahora que una salida de Grecia de la eurozona es ampliamente considerada inevitable, vale la pena reflexionar en lo siguiente:
–Las encuestas muestran que más del 70% de los griegos no quieren abandonar el euro.
–Angela Merkel y la mayoría de los demás líderes de la eurozona, si bien lamentan el día que permitieron el ingreso de Grecia a su club, están aterrados del contagio financiero que podría causar su salida.
–Ninguno de los tres principales partidos que se disputan el control del gobierno griego son partidarios de salir del euro.
.–El Instituto Internacional de Finanzas, que representa a los mayores bancos del mundo, está librando una intensa campaña para que Grecia permanezca en la unión monetaria.
–Las cuentas de Grecia no están sujetas a la presión del mercado de la misma manera en que lo están las de España porque sus necesidades de refinanciación de deuda actualmente están cubiertas por el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y el Fondo Monetario Internacional.
Para que ocurra lo «inevitable», en otras palabras, un grupo de personas debe conscientemente tomar decisiones que sabe que producirán un resultado que ninguno quiere. De hecho, hace falta que tomen medidas que podrían desencadenar un caos financiero de tal magnitud que terminará sus carreras políticas.
Aun cuando suene irracional, la historia de las crisis financieras nos dice que las fuerzas económicas y políticas con frecuencia pueden obligar a los gobiernos a cometer suicido político. Con esa historia en mente, los inversionistas han concluido que los políticos en Grecia y Alemania no salvarán la brecha entre un público griego cansado de la austeridad y un electorado alemán que no quiere entregar más dinero sin que haya un mayor ajuste.
El precedente más importante para esto fue la crisis de Argentina de 2001, que culminó con un final igualmente impopular de la paridad del peso argentino con el dólar y un estallido de caos financiero y político.
Entonces, igual que ahora, un organismo externo de acreedores del sector público (el FMI) y el mayor gobierno que lo respalda (Estados Unidos) estaban bajo presión política para abstenerse de prestar dinero a un país con reputación de mala disciplina. (Recuerde la advertencia del secretario del Tesoro de Estados Unidos Paul O’Neill en contra de que Argentina consuma el dinero de «plomeros y carpinteros estadounidenses»). También había resistencia política entre los argentinos al programa de austeridad del FMI, incluida una rebelión abierta contra el recorte de un 13% en las pensiones y los salarios del sector público, que obligó al gobierno a anular la medida.
Finalmente, las decisiones del gobierno argentino -en particular, el muy impopular «corralito», que limitaba los retiros desde los bancos locales- y del FMI, que se negó a aprobar el desembolso de US$1.300 millones a comienzos de diciembre de 2001, puso al país en la senda autocumplida del impago y la devaluación. Pocos argentinos querían terminar el plan de «convertibilidad» de la moneda, y aun así en el plazo de un mes, tras un colapso político que consumió a cinco presidentes en dos semanas, eso es lo que ocurrió.
Pedí a los dos encargados de política argentinos más directamente involucrados en el intento de salvar Argentina de ese desenlace que reflexionaran sobre aquellos momentos y ofrecieran consejo a los griegos. Sorprendentemente, sus recetas difirieron, lo cual pareció corresponderse con el grado en que cada uno de ellos estaba políticamente comprometido en proteger el plan de convertibilidad hace 10 años.
«Para mí es una barbaridad que muchos recomienden una salida del euro», dijo Domingo Cavallo, quien fue ministro de economía hasta la caída del presidente Fernando de la Rúa el 21 de diciembre de 2001. «Cuanto más lo recomienden, más se agravará la crisis de Grecia». Dice que Grecia debería aferrarse al euro porque una salida solo suscitará hiperinflación y convertirá al país en el «paria de Europa», de manera muy semejante a como Argentina se volvió un renegado internacional por sus acciones.
Cavallo era conocido como el padre del plan de convertibilidad, al haber introducido la paridad con el dólar durante su primer periodo como ministro en 1991, la cual inmediatamente puso fin a la pesadilla hiperinflacionaria. Diez años después, De la Rúa lo trajo nuevamente para tratar de salvar el sistema. Toda su reputación estaba comprometida en ello. Cavallo, quien en estos días da clases en Yale, rechaza la opinión generalizada de que la paridad debía acabar. Para él, su término reflejó «un fracaso de la dirigencia».
Pero -le pregunté- cómo debería haber lidiado el gobierno con la feroz resistencia de la sociedad a la austeridad. Cavallo respondió que, «Eso es lo que significa gobernar. Tener que tomar decisiones difíciles». De manera similar, dijo, el FMI y los acreedores de Argentina carecieron de liderazgo al no reconocer las ramificaciones internacionales de sus acciones. Al cerrar el grifo para Argentina, dijo Cavallo, atizaron las llamas del sentimiento antimercado y antiestadounidense en Latinoamérica, lo cual llevó a Hugo Chávez al poder en Venezuela y causó el fracaso del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, respaldado por Washington. Debería ser una advertencia para Alemania, dijo.
Daniel Marx, quien era secretario de finanzas bajo Cavallo hasta que renunció abruptamente el 15 de diciembre de 2001, tiene una perspectiva diferente. Dijo que las medidas más importantes eran «crear consenso político» dentro de la sociedad griega y establecer políticas que «distribuyen las pérdidas equitativamente» y protegen «el tejido social», incluso una devaluación si fuera necesario.
No está claro que el consejo de alguno sea de mucha utilidad para Grecia en esta etapa tardía. Pero a su manera, cada uno se concentra en lo que es necesario: líderes que ven más allá de los costos políticos de corto plazo y deciden lo que es verdaderamente lo mejor para la sociedad. Salga o no Grecia del euro, si la decisión se toma bajo estas condiciones, será para mejor.
Fuente: The Wall Street Journal, 01/06/12.
¿Cuánto costará el «Grexit»?
mayo 25, 2012
El divorcio será millonario y vertiginoso
Por Luisa Corradini
PARIS – ¿Cuánto costará el «Grexit», es decir la salida de Grecia de la zona euro? La respuesta a esa pregunta es: entre 150.000 y 350.000 millones de euros, según estimaciones realizadas por economistas especializados y gobiernos de la región. Pero no es todo. Si Atenas abandona el euro para reemplazarlo por el dracma, que sufriría una devaluación de 50% a 60%, el país experimentaría una brutal recesión con una abrupta caída del PBI de 15% y una inflación de 30%.
Un golpe de esa naturaleza desangraría a las instituciones multilaterales que financiaron los planes de rescate acordados desde 2010, pero sobre todo sería un mazazo para los otros 16 países de la zona euro, teniendo en cuenta la feroz desaceleración económica que afecta a toda Europa (ver aparte).
Las simulaciones que circulan en gobiernos, ministerios, bancos y fondos de inversiones muestran que todos los actores políticos y económicos se preparan febrilmente para un posible big one de la zona euro provocado por la salida de Grecia. A pesar de las instrucciones de secreto impartidas por Bruselas, la Unión Europea (UE) también terminó por admitir que los países de la unión monetaria preparan planes de emergencia para el caso de que Grecia abandone la moneda única.
El Banco Central Europeo (BCE), por su parte, puso en funcionamiento una célula encargada de estudiar los diversos escenarios de crisis. Esa war room, que funciona en la sede de vidrio y cemento del BCE, en Fráncfort, fue confiada al alemán Jörg Asmussen, miembro del directorio y ex consejero del ministro de Finanzas germano, Wolfgang Schäuble.
Alemania y Finlandia reconocieron que trabajaban en un escenario de esa índole y hasta el Bundesbank consideró en su último informe mensual que la salida de Grecia era una hipótesis «manejable».
Esta es la primera vez que los planes de contingencia incluyen estimaciones cifradas sobre el costo que tendría el «Armagedón», como empiezan a decir los analistas cuando aluden a la salida de Grecia.
La alternativa ideal sería un «divorcio de común acuerdo», que tendría un costo de 50.000 millones de euros, sobre todo para la UE y el FMI. Pero esa hipótesis no entusiasma demasiado a los actores políticos griegos que son partidarios de una «ruptura completa». En la práctica, el cambio de signo monetario equivaldrá a un default. Eso significa que -en el mejor de los casos- Grecia suspenderá sine die el pago de la deuda y, en la peor de las hipótesis, dejará de «honrar su firma», como se dice en la jerga bancaria.
Los primeros afectados por la Grexit serían la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE, y el FMI, que entre ambos prestaron 73.000 millones de euros en los diferentes programas de rescate acordados al gobierno de Atenas de 2010. El Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), creado especialmente en 2010 para acudir en ayuda de Grecia, perdería en ese huracán financiero 40.000 millones de euros.
El costo piscológico
El BCE atesora en sus arcas títulos de la deuda griega, comprados sobre todo en el mercado secundario, por valor de 45.000 millones de euros. Esos bonos probablemente se convertirán en papeles tan valiosos como los títulos del empréstito ruso de 1906, repudiado por los bolcheviques en 1918. Otros bancos centrales, incluyendo el de China, acumularon bonos por 11.000 millones.
A esa cifra es preciso agregar los 62.000 millones de euros que poseen todavía los bancos privados y que, en caso de default, deberán pasar a «pérdidas y ganancias» o reducir su valor a una suma insignificante.
El costo total de la salida de Grecia sumaría unos 335.000 millones de euros, cifra equivalente al PBI de Bélgica.
Las simulaciones preparadas hasta ahora son incapaces de cifrar los daños colaterales que causaría esa decisión: la repercusión psicológica que tendría para los 311 millones de habitantes que quedan en la zona euro, el riesgo de un auténtico efecto dominó sobre los países más endeudados -España, Portugal, Irlanda, Italia e incluso Francia- y, sobre todo, la posibilidad de una corrida bancaria.
Fuente: La Nación, 25/05/12.
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El ‘Grexit’ podría hacer perder un billón de euros
El coste de la salida de Grecia del euro, llamado ‘Grexit’, es ya un rompecabezas para los posibles afectados. Algunos cálculos sitúan entre quinientos mil millones y un billón de euros las consecuencias. Empezando por los propios contribuyentes que, a través de sus países, el Banco Central Europeo y el Fondo de Estabilidad Financiera, han destinado 291.000 millones en ayudas al país heleno. A ello, hay que añadir la exposición de los bancos con más de setenta mil millones.
“Aunque Grecia no tiene un peso considerable en la eurozona, su salida supondría un choque, una situación nueva”, analiza este responsable del banco francés Natixis. “Esto modificaría los equilibrios en el seno de la Unión Europea para saber si el coste de que Grecia salga es superior o inferior al dre que se quede… “.
Precisamente, las entidades financieras más expuestas son las francesas, seguidas de las alemanas. Entre ambas, suman más de la mitad de los poseedores de bonos públicos y, sobre todo, de créditos a empresas griegas. Portugueses, italianos o españoles llegan mucho más lejos.
Pero, esta posible salida de Grecia de la moneda única, podría crear un verdadero contagio a otros países periféricos. El caso de riesgo más alto es el de la filial Emporiki, del francés Crédit Agricole. El conjunto de los bancos europeos poseen de de más de un billón de euros en deuda de España, Portugal, Italia e Irlanda.
Fuente: Euronews, 23/05/12.
Ver video: http://es.euronews.com/2012/05/23/el-grexit-podria-hacer-perder-un-billon-de-euros/