Inteligencia Estratégica en América Latina. Calidad y eficiencia en la gestión estatal
Por José Gabriel Paz.
«El rol de la inteligencia es extraer la certeza de la incertidumbre y facilitar una coherente decisión en un medio ambiente incoherente.» —Paul Chaves
En América Latina, el ámbito de la inteligencia estratégica1 es un campo escasamente considerado en el mundo académico y absolutamente desconocido para la sociedad en general y esto es así porque sobre ella reposa una pesada carga de prejuicios de cierta aprensión y del recelo que provoca una mala fama, algunas veces, válidamente ganada.
Se ha arraigado en el inconsciente colectivo la idea de que la inteligencia —en general— es una disciplina en la que bajo el manto del secreto, justifica la existencia de una oscura área en el corazón del Estado en la cual están permitidas actividades fuera de la ley, se entromete en la vida privada de las personas, tiene absoluta discrecionalidad en los gastos sin rendición de cuentas, colabora con tenebrosos intereses de la política del partido del gobierno y es el ámbito de todo tipo de prácticas asociadas con artes incompatibles con el Estado de Derecho. La literatura y la cinematografía han contribuido en mucho en la proyección de una imagen distorsionada de la finalidad y actividades de los servicios de inteligencia, reduciéndolas al terreno de las aventuras épicas, como en los casos de Mata Hari o de James Bond, o las novelas de Le Carré, Clancy, o Forsyth.
Sin embargo, a pesar de haber ciertas experiencias patológicas que por desviación del poder, legítimamente justifican esa percepción nacida del contexto social, es necesario evitar los enfoques estereotipados para no perder de vista su necesidad e importancia como esencial herramienta del Estado, la que debe ser respetada y valorada en la medida que se halle inserta en un marco de estricto acato a la ley, bajo el adecuado control y debidos procesos de transparencia.
Uno de los temas centrales en la inteligencia estratégica es la formación de su personal, tarea compleja en mérito a las específicas propiedades y cualidades necesarias para cumplir eficientemente con su tarea, así, es el interés del presente trabajo analizar algunos aspectos importantes de la inteligencia estratégica nacional, de la labor profesional de su personal y de la formación de sus recursos humanos, en la búsqueda de precisar criterios de calidad para una mejor gestión estatal en América Latina.
¿Es la Inteligencia estratégica una disciplina militar?
Ante las diversas perspectivas que hay en América Latina sobre este tema y a fin de delimitar, de mejor manera, el ámbito en el que se encuentra el objeto de análisis a abordar, es importante discernir si la inteligencia estratégica es de naturaleza civil o militar, lo que es importante, por cuanto hay diferencias en la forma de concebir la conformación de los organismos especializados, las perspectivas de análisis y la formación de su personal.
Son varios los países de América Latina en los que aún suele haber una confusión conceptual entre la inteligencia estratégica nacional y la inteligencia estratégica militar, aunque a simple vista surge que poseen diferente nivel y campo de interés. La confusión se puede dar en que muchas veces la diferencia no radica ni en las fuentes ni en el modo de trabajo ni en el carácter civil o militar de los miembros de los servicios de inteligencia, sino en el ámbito de actuación y uso de la inteligencia.2
Guillermo Holzmann Pérez, expresa con propiedad que “…por años se ha considerado que la noción de inteligencia comprende y compete sólo a la función militar. En la actualidad, ya no es así. Un fenómeno homólogo ha sucedido con la estrategia, que históricamente fue de raigambre castrense y, en la actualidad, define los parámetros fundamentales de la gestión económica a través del mundo…”3
La inteligencia estratégica nacional es el conocimiento procesado y especializado, elaborado en el más alto nivel, con la finalidad de satisfacer las necesidades de la conducción política-estratégica para el proceso de toma de decisiones, siendo por tanto una institución mayormente civil. Por su lado, la inteligencia estratégica militar es aquella que en particular estudia el factor de poder militar de aquellos países que se consideran enemigos u oponentes reales o potenciales, para satisfacer las necesidades de la conducción estratégica militar.4
En la inteligencia estratégica nacional hay muchas materias ajenas al campo militar y que son necesarias para cumplir con los requerimientos de la conducción política del Estado, como aquellos temas relacionados con asuntos políticos, diplomáticos, económicos, psicosociales, científico-tecnológico —entre otros tópicos— y donde lo militar participa concomitantemente como otra área de interés.
Pero no debe perderse de vista que a pesar de la variedad de los tópicos que confluyen en el ámbito de la inteligencia estratégica, hay ejes que son predominantes según las circunstancias y si la amenaza principal es de carácter militar, es razonable que todos los niveles de la inteligencia se concentren en ese punto y en este caso el peso de lo militar será el predominante en el campo de la inteligencia estratégica. De hecho, hay países en permanente conflicto donde prácticamente toda la inteligencia es militar y en ellos es difícil percibir las diferencias que existen entre los distintos niveles de la inteligencia dado que tienen el mismo campo de acción y la diferencia más importante está en el ámbito geográfico en el que se concentran, aunque estos límites muchas veces también se diluyen en pos de su objetivo.5
El enfoque militar posee caracteres que no siempre son adecuados a la inteligencia estratégica nacional, tales como el predominio de una doctrina unitaria, la falta de contradicción y la preocupación centralizada en las cuestiones militares. Desde el punto de vista organizacional su estructura es vertical y fuertemente jerárquica, los criterios de profesionalismo son suplantados por las exigencias de grado y ascenso de la carrera militar y esto tiene correlato en la forma de concebir la educación en sus ámbitos académicos.
El vínculo intimo que hay entre la inteligencia estratégica nacional con las actividades del nivel político-estratégico del Estado, hace que sea necesario un conocimiento profundo de la actividad propia de este nivel, ámbito que no todos los militares conocen en mérito a la especificidad de su educación profesional y la falta de un nexo habitual con la alta política. Lo expresado no significa que el profesional militar no tenga aptitud para cumplir con tareas de la inteligencia estratégica nacional, lo que sin duda alguna es posible en la medida que cuente con adecuada preparación para su función6, así como también corresponde aclarar, que desde el punto de vista de la formación del personal de inteligencia estratégica, hay algunas experiencias educativas surgidas del medio militar, que cumplen con criterios de calidad académica, son ajustados a las necesidades del país, satisfacen los fines institucionales y de formación, cubriendo así un importante espacio en la disciplina ante la carencia de apropiadas instituciones del Estado y de civiles expertos.
¿Cuál es la tarea de la Inteligencia estratégica nacional?
El proceso decisorio en el nivel de la conducción político-estratégico del Estado, lleva a la permanente e importante labor de elegir en un sentido y por una razón determinada en temas trascendentes y, muchas veces, el problema central del decisor7 no es “qué decidir”, sino “no poder decidir” por falta de un asesoramiento idóneo y oportuno.
La tarea del decisor se basa muchas veces en su intuición, en su información y conocimiento y, en su pensamiento lógico, por lo que al igual que todo mecanismo decisional humano, se encuentra presente un significativo componente psicológico y es por ello que la personalidad del decisor será finalmente determinante. Sin embargo, el decisor siempre debería considerar el valor y la importancia de la inteligencia estratégica, puesto que es el resultado de un proceso lógico, analítico, sistemático y profesional. Una decisión sin “inteligencia” puede resultar una decisión ingenua, condenada al fracaso por ignorar elementos contextuales —públicos y secretos— que no hacen viable la decisión, o que puede producir consecuencias no deseadas por quien decide.8
La inteligencia estratégica —teniendo en cuenta el marco de referencia nacional o mundial— pretende brindar al decisor un conjunto de herramientas indispensables para la toma de decisiones. Por la constante movilidad y variabilidad del marco de referencia, la tarea es buscar otorgarle al decisor la capacidad de adaptabilidad para adecuarse al cambio, brindarle la mayor certidumbre y previsibilidad para anticipar las acciones, así como dotarlo de la capacidad de responder en tiempo oportuno a las variables condiciones y resultados.
A fin de precisar su alcance, Jorge Jouroff, expresa que la inteligencia estratégica es la producción de conocimiento sobre áreas o problemas vitales para el interés nacional para asesorar en el más alto nivel político, a fin de anticipar, prevenir y resolver situaciones de amenaza o riesgo para el Estado, aclarando que es fundamentalmente analítica y no operativa.9
Lo que la inteligencia estratégica debe dar al nivel político-estratégico no es una opinión política ni un consejo, tampoco busca justificar obsecuentemente las razones para el obrar del decisor, lo que provee es un juicio técnico científicamente fundado que el máximo nivel del Estado podrá tener en cuenta para adoptar una decisión.
En esto, debe tenerse en consideración la observación de Sherman Kent, que permite establecer la equidistancia entre el nivel decisional y la inteligencia estratégica, al señalar: “…la inteligencia no es quien determina los objetivos; no es el arquitecto de la política; no es el hacedor de proyectos; no es el realizador de las operaciones. Su tarea es cuidar que los hacedores estén bien informados; brindarles la ayuda necesaria, llamar su atención hacia un hecho importante que puedan estar descuidando y, a pedido de los mismos, analizar cursos alternativos sin elegir uno u otro10…”
Podrá tener influencia, podrá dar previsibilidad y, a veces, reducir la incertidumbre, pero es importante notar que el éxito de la inteligencia, no consiste en el grado de influencia que logre ejercer sobre la política. Su misión es, exclusivamente, informar al decisor político con exactitud, oportunidad y objetividad acerca de la situación, los posibles cursos de acción y sus previsibles consecuencias. La adopción de la decisión constituye un resorte exclusivo del decisor político.11 El éxito de la inteligencia estratégica estará dado, cuando el nivel político-estratégico adopte el criterio técnico ofrecido y tenga éxito por la elección de ese camino.
Las organizaciones de Inteligencia estratégica
Las organizaciones nacionales de inteligencia estratégica12 son las estructuras especializadas responsables de llevar a cabo la tarea del análisis y producción de la inteligencia estratégica y, para ello, deben colectar, seleccionar y analizar información vital y estratégica del Estado, produciendo la información refinada y con valor agregado necesaria para el decisor.
Su tarea —teniendo como guía los objetivos y fines nacionales e intereses vitales de la Nación, se orienta a colaborar para lograr o fortalecer la superioridad estratégica del país (sea política, económica, militar, ideológica, tecnológica, etc.), o para disminuir los efectos de las amenazas, riesgos o preocupaciones —tanto posibles como probables— en escenarios de mediano y largo plazo. Esa tarea colaborará en forma determinante en el establecimiento de los objetivos políticos y las políticas nacionales, así como en la definición de escenarios de cooperación y de conflicto y en la localización de oportunidades. Por ello, la inteligencia estratégica se constituirá en una importante base de formación de la política y de la planificación nacional, lo que abarca todos los campos del poder.
Es importante tener en cuenta que la razón de ser de la estructura de inteligencia estratégica, es “…servir únicamente a su “cliente” o “consumidor(es)”. El cliente es el que necesita la información para tomar decisiones, usualmente es el Presidente y algunos colaboradores cercanos como los Ministros…”13 y, por esto, es imprescindible saber qué es lo que necesita el cliente para tomar decisiones.
La vía normal por la que el decisor expresa las necesidades a la estructura de inteligencia, es el “requerimiento de inteligencia” y por ello es importante que ese consumidor conozca del funcionamiento de la estructura, su utilidad y capacidades, puesto que su comprensión le permitirá ser preciso en las necesidades que serán expresadas en el requerimiento. Pero cabe señalar que la estructura de inteligencia también puede ser proactiva y anticiparse a las circunstancias, poniendo en conocimiento del decisor las cuestiones sobre las cuales probablemente deberá decidir, al revelar los riesgos y amenazas que es posible deba evitar o superar.
En orden a la compleja tarea a cumplir, es indispensable comprender que la estructura de inteligencia estratégica no debe ser un organismo de carácter coyuntural al servicio del gobierno de turno. Debe ser un servicio estable —subsistente a los cambios de gobierno— con una burocracia profesional permanente y altamente calificada. Su personal debe provenir de un sistema de reclutamiento y de selección apropiado, sustentado en rigurosos criterios, donde la condición de ingreso y permanencia se base en los máximos niveles de la educación formal.
Por ello, es una sustancial tarea de la estructura ocuparse de obtener un recurso humano de alta calidad, preparado a través de estrictos procesos de formación y capacitación que garanticen su aptitud y calidad técnica y que sea una carrera profesional que genere interés por las posibilidades de crecimiento personal, económico y laboral del recurso humano, con incentivos y ascensos basados en criterios de mérito y excelencia. Según lo señala Carlos Maldonado Prieto, “…uno de los elementos centrales del profesionalismo de cualquier actividad, sobre todo, en el caso de la inteligencia, debido a las altas responsabilidades en cuestiones relativas a la seguridad del Estado, es la formación de su personal…”14 Esta es una cuestión superlativa en la gestión de la inteligencia estratégica, en la medida que quienes tienen la tarea de participar en los delicados procesos de análisis y producción de inteligencia, requieran de un adecuado conjunto de conocimientos sustentados por parámetros de calidad académica que los hagan aptos para cumplir con su función.
Importancia del recurso humano
El enorme valor del recurso humano obliga a las organizaciones de inteligencia, a una seria consideración de las cuestiones relativas a la selección de sus miembros y a los procesos educativos, para garantizar que su calidad sea acorde con las complejas tareas de su desempeño profesional.
La saturación de información15 que hay en la actualidad, puede convertirse en un importante obstáculo en la labor si no se posee un recurso humano de alta calificación que pueda aprovechar la misma. El mejor ejemplo de esto es el caso de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, donde a pesar que Estados Unidos contaba con innumerables recursos humanos y técnicos y una sobreabundante información, no pudieron impedir oportunamente la agresión, ni comprender el avance del terrorismo y su proyección mundial. En los días posteriores al ataque, se reveló que había una enorme cantidad de datos obtenidos durante años de labor por distintas agencias de inteligencia y aparecieron cientos de extensos informes, fotografías y detalles precisos sobre la vida de los terroristas en Estados Unidos y en otras partes del mundo que daban cuenta de su peligrosidad, pero el exagerado acopio de información no sirvió de nada y su utilidad se valoró tarde. La descontrolada profusión de información, la falta de interconexión en la comunidad de inteligencia, la ineficacia de las estructuras para tamizar el maremágnum informativo y la carencia de un recurso humano apto —capaz de discernir lo importante de lo superfluo, ante el caudal de información— impidieron la posibilidad de la reunión, análisis y procesamiento de la información que condujera a una inteligencia útil.
Así, la función sustancial dentro del organismo de inteligencia la desarrollan los analistas, que es el personal especializado que lleva a cabo el estudio valorativo de la información sin refinar y, a través de su procesamiento, generan inteligencia. Contribuyen a su labor los grupos de expertos, quienes aportan conocimientos específicos desde la perspectiva de las diversas disciplinas participantes.
Los requerimientos que deberán responder son de la más variada índole e involucran cuestiones de la política interna o internacional, economía, tecnología, geoestrategia, energía, diversas amenazas contra la seguridad, medios de transporte, ecología, comunicaciones, etc., y numerosos temas más, que se corresponden con conocimientos de múltiples disciplinas. Es por ello que el personal de inteligencia requiere un amplio espectro de capacidades, en la medida que su ámbito de acción contempla múltiples aspectos del ámbito nacional e internacional.
La información a la que acceden los analistas es obtenida principalmente a través del uso de fuentes abiertas, el aporte de otros servicios de inteligencia, la contribución de unidades orgánicas de la estructura del Estado, así como de otros efectores y de ese material se deducirán los elementos validos o útiles para el consumo específico de inteligencia. Sobre esa información obtenida en bruto, se realiza la tarea deductiva, extrayendo sus productos sustanciales tales como la valoración de la fuente, la interpretación de procesos y de su contexto, el establecimiento de su significación como instrumento de inteligencia y esta información convenientemente agrupada, integrada, evaluada y analizada, genera el producto que es la información procesada, conocimiento especializado, o inteligencia útil para perfilar y construir decisiones en ámbitos naturalmente interrelacionados como economía, seguridad y defensa, relaciones entre Estados, o el bienestar de los ciudadanos.16
La calidad del profesional de inteligencia, sus aptitudes, sus cualidades intelectuales y su conocimiento, se verá directamente reflejada en la excelencia de su trabajo. Esto es tan importante, grave y trascendente que los errores en la inteligencia estratégica pueden llegar a afectar seriamente la estabilidad del país y la seguridad internacional.
En orden a lo antes expresado, puede verse como ejemplo el caso de la decisión del gobierno de Estados Unidos de ir a la guerra con Irak en el año 2003, donde el principal fundamento para la acción bélica fue el asesoramiento proporcionado por la inteligencia. Sin embargo, el reporte17 del 7 de julio del 2004 del Comité de Inteligencia del Senado de los Estados Unidos, el cual analiza los informes de inteligencia sobre Irak referidos al supuesto intento de adquisición de uranio en Niger, los programas de destrucción masiva, los vínculos con al Qaeda, las violaciones de los derechos humanos, etc., llega a la conclusión que las anteriores estimaciones de inteligencia estratégica que apoyaban la invasión de Irak, se basaban en apreciaciones poco razonables y, fundamentalmente, no respaldada por la inteligencia disponible. La conclusión a la que arriba el Comité es que Estados Unidos entró en guerra a consecuencia de las erróneas apreciaciones de la inteligencia del país, por lo que el asesoramiento técnico inadecuado, en este caso, fue determinante para una desacertada decisión política que desató la acción militar.
La formación del recurso humano
Habida cuenta las importantes actividades intelectuales que lleva a cabo el analista para cumplir, eficientemente, con su labor requiere de ciertas cualidades personales, actitudes, conocimientos y competencias decisivas para desarrollar su tarea con idoneidad.
Entre las cualidades personales se destacan significativas dotes intelectuales, lucidez, competencia, capacidad de análisis y de síntesis, capacidad de estudio y de observación, habilidad creativa, dedicación, autocritica y, en orden a las especiales características de su tarea, la discreción, la prudencia y la mesura son fundamentales.
Vale la pena también tener en cuenta algunas condiciones que Sherman Kent considera necesarias en el analista, al señalar: “…no debe ser meramente un receptor pasivo de impresiones. Continuamente, debe hacerse, a sí mismo, embarazosas preguntas. Debe ser imaginativo en la búsqueda de nuevas fuentes de información confirmatoria o contradictoria, debe constituirse en crítico de cada nueva evidencia, debe ser paciente y cuidadoso en la ordenación de los hechos que son irrecusables, debe ser objetivo e imparcial en su selección de hipótesis. En resumen, aunque su trabajo no es primariamente un trabajo de investigación, debe poseer las cualidades y el comando de la técnica de un investigador adiestrado…”18
En cuanto a los conocimientos que requiere el analista, debe apreciarse que esta es una cuestión íntimamente ligada a la configuración del organismo, naturaleza principal de los requerimientos y función que deba cumplir el personal. La necesidad de interdisciplinariedad del ámbito de la inteligencia, no puede llevar a la creencia de la necesidad de un “multianalista” que pueda incursionar en todos los saberes. Lo recomendable es que haya variedad en el personal, que provengan de diversas disciplinas de estudio y que tengan cierta especialización en los temas de interés, requisito sustancial impuesto por la complejidad del mundo actual.
Si bien no hay un catálogo que permita establecer cuál es la disciplina más ajustada al perfil del analista, podrían ser aptos para la actividad los graduados universitarios de los campos del derecho, relaciones internacionales, ciencias políticas, economía, sociología, antropología, historia, ingeniería, tecnologías de la comunicación o periodismo, aunque esto no es taxativo. El dominio de idiomas también resulta un conocimiento adicional necesario.
A esas titulaciones universitarias —básicas para el ingreso a la carrera de inteligencia— es necesario adicionarle, a través de un estricto proceso de formación, las habilidades y conocimientos técnicos específicos, tales como las relativas al desarrollo del ciclo de inteligencia, el dominio de los métodos de pensamiento analítico riguroso, la gestión de fuentes y las técnicas de obtención de información, el manejo de herramientas de abordaje, las destrezas en la aplicación de los procedimientos e instrumentos propios de la gestión del conocimiento, uso de la prospectiva, desarrollo de la creatividad, pensamiento estratégico, así como la metodología en la elaboración de informes, entre otras capacidades necesarias.
Debe ser un propósito ineludible de la organización de inteligencia que el personal a su cargo se capacite permanentemente, no sólo en su conocimiento técnico, sino que también para que alcance los máximos niveles de postgrado en el sistema de educación superior. Para ello, es necesario contar con un plan de educación que contenga los criterios de desarrollo educacional del personal, conforme a objetivos y necesidades, en el que se prevean metas y procesos de capacitación continua, así como también es necesario que la educación se convierta en una exigencia de la carrera y un estimulo para el crecimiento profesional.
En América Latina muchas de las estructuras de inteligencia estratégica forman y capacitan a su personal a través de elementos educativos propios, aunque algunas lo hacen en instituciones de inteligencia militar y otras en instituciones académicas externas. Se advierte un creciente interés en dichas estructuras por adoptar cánones de calidad académica con criterio universitario y, para ello, en algunos casos, se ha buscado propiciar en el interior de la organización la creación de carreras especificas de postgrado enmarcados en el sistema oficial de educación y, en otros casos, se han vinculado a universidades para la creación de ese tipo de carreras, elevando así, considerablemente, el nivel educativo del personal de inteligencia en la búsqueda de una mayor calidad de sus resultados en la actividad laboral.
Es importante mencionar la experiencia educativa de la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI, por sus siglas en español) de Argentina, que ha desarrollado la “Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional” junto a la Universidad Nacional de La Plata, programa académico acreditado en el sistema de educación superior nacional y cuyo objetivo es brindar una formación compuesta de conocimientos generales, específicos e interdisciplinarios y habilidades metodológicas necesarias para su uso en diversas áreas del conocimiento y del quehacer público o privado.19 Su oferta está abierta al público en general y, para ser admitido, se requiere que el aspirante posea título de grado universitario. Este programa ha sido un importante paso en los estudios de la inteligencia estratégica, dado que ha brindado un enorme aporte intelectual y académico a la organización de inteligencia y a su personal, pero también debe valorarse el significativo avance y apertura que representa este vinculo entre el mundo académico y la inteligencia, lo que propicia una nueva forma de relacionamiento y colaboración institucional con universidades y centros de estudios, cada vez más común en América Latina.
En contraposición, todavía hay países en los que la capacitación del personal se sostiene sobre un endeble andamiaje de cursos y diplomados —muchas veces inconexos— cuyo nivel no satisface, en lo más mínimo, las exigencias de calidad de los recursos humanos, ni tampoco responde a las necesidades propias de las complejas funciones a cumplir.
A manera de conclusión
La inteligencia estratégica es una compleja actividad que aporta conocimiento especializado al máximo nivel político de un país y, por tanto, requiere de una estructura moderna, eficiente y que cuente con el personal idóneo, adecuadamente formado para su tarea. El exigente rendimiento profesional de los recursos humanos es una cuestión fundamental en toda organización de inteligencia y, por ello, debe ser un permanente objetivo institucional mantener elevados estándares en la calificación de su personal y en su formación, al garantizar que, en todo momento, cuente con el amplio espectro de conocimientos y habilidades que necesita para cumplir su tarea.
La calidad del profesional de inteligencia está sujeta no sólo a sus condiciones personales, sino también será producto del proceso educativo por el que haya transitado. Por ello, la organización deberá ser diligente en su tarea de obtener, formar y capacitar el personal altamente competente que necesita y es indispensable que esté alerta en cuanto las necesidades educativas de la organización, verifique la alta calidad de la estructura académica a cargo de la formación de sus recursos humanos, revise y actualice los contenidos de los programas de estudio y la correspondencia de éstos con los perfiles profesionales deseados.
Las capacidades profesionales de quienes trabajan en el ámbito de la inteligencia deben ser superlativas, requieren estar dotados de la suficiencia necesaria para poner en práctica sus conocimientos, experiencia y las herramientas a su alcance para la producción de inteligencia y hay que entender que su tarea no se trata de un ejercicio puramente académico, sino que es una actividad que tiene consecuencias políticas trascendentes. Por ello, es riesgoso delegar tan delicada labor a quien, por su desconocimiento, tiene que recurrir a su imaginación para comprender complejos procesos en los que no ha sido formado, pero también vale la pena tener en cuenta que el conocimiento solo no basta, puesto que el conocimiento si no se sabe poner en práctica, muchas veces, es peor que la ignorancia.
En América Latina es necesario un mayor acercamiento al campo de la inteligencia por parte de la sociedad en general y del mundo académico en particular, siendo preciso sostener una “cultura de inteligencia” que permita comprender el uso, necesidad, función y finalidad de la inteligencia como irreemplazable estructura del Estado y donde su buen funcionamiento —enmarcados en criterios de legalidad y transparencia— sirve, protege y beneficia a la sociedad en su conjunto. En esto, el ámbito universitario puede hacer un importante aporte, al incentivar los estudios sobre la materia, desmitificar su tarea y promover el acercamiento con los organismos de inteligencia, para colaborar con su aporte intelectual como es habitual en muchos países del mundo.
Varias de las páginas de la historia sobre los conflictos contemporáneos, los fracasos de los gobernantes y de los Estados, están escritas gracias a los errores de la inteligencia estratégica. Muchos de los logros de la paz, del mejoramiento de las relaciones entre Estados, del mayor bienestar de las comunidades y de los países, han sido logrados por una buena inteligencia estratégica. La búsqueda del éxito en la gestión estatal, es el fundamento que debe impulsar a formar recursos humanos de excelencia, con los conocimientos, habilidades, capacidades y aptitudes necesarias para lograr la mayor calidad del personal, lo que conducirá a un mejor servicio del Estado. La falta de calidad del personal, su ignorancia y falta de aptitud, tendrá como resultado una fatal y previsible consecuencia: el fracaso.
Referencias bibliográficas
1. Debido a los diversos términos que se emplean en América Latina como expresión del máximo nivel de la inteligencia del Estado, se usará en forma equivalente: “Inteligencia Estratégica Nacional”, “Inteligencia Estratégica Civil”, “Inteligencia Estratégica del Estado” “Inteligencia Estratégica General” o sólo “Inteligencia Estratégica”.
2. ESTEBAN NAVARRO, Miguel Ángel, “Necesidad, funcionamiento y misión de un servicio de inteligencia para la seguridad y la defensa”, en Cuadernos de Estrategia 127, “Estudios sobre inteligencia: fundamentos para la seguridad internacional” Grupo de trabajo 5/03 Instituto Español de Estudios Estratégicos, Ministerio de Defensa, España, 2003 pág. 69
3. HOLZMANN PEREZ, Guillermo, “Sistema de inteligencia en el estado chileno: Reflexiones acerca de su función”, en Documento de trabajo N°53, Universidad de Chile, Instituto de Ciencia Política, 1996
4. ESTEVEZ, Eduardo, “La reformulación de la inteligencia estratégica”, en Documento preparado para el curso “Fuerzas Armadas y Sociedad en el Mercosur. La Construcción de un Sistema de Seguridad Regional”, Departamento de Posgrado, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1997
5. Esto se manifiesta en el caso de la inteligencia de Israel, donde a pesar de que formalmente son estructuras distintas, el Mossad realiza la inteligencia exterior, Aman la inteligencia militar y Shabak la inteligencia interior, sin distinción de niveles, confluyen prioritariamente hacia el campo de la seguridad y defensa nacional. Su diferencia principal es el ámbito geográfico en el que concentran su actuación y aunque son independientes, en base a su gran interconexión y coordinación y escasa compartimentación conforman un sistema donde las tres trabajan como una única estructura con un mismo objetivo. Muchas veces pareciera que se superponen en su labor, pero todo se conjuga tras un único interés.
6. Como bien lo señala Jorge Serrano Torres “…La disyuntiva no es la primacía entre civiles y militares, sino entre profesionales idóneos o incapaces para el trabajo especializado de inteligencia…” en “Democratización de la función de inteligencia” NDIC 2009 xlvii
7. Se usa en el presente trabajo indistintamente la expresión “decisor”, “usuario”, “cliente” o “consumidor” para referirse al tomador de decisiones que requiere de la inteligencia estratégica.
8. GODOY, Horacio, ¨Las relaciones internacionales en el proceso de globalización de la economía y la política: los nuevos actores en el nuevo escenario mundial” en Revista de la Escuela Nacional de Inteligencia, Volumen I, N° 1, Primer Trimestre 1992, pág. 138
9. JOUROFF, Jorge “Inteligencia y cultura. Una oportunidad para Uruguay” en “Democratización de la función de inteligencia” NDIC 2009 pág. 139
10. KENT, Sherman, “Inteligencia Estratégica para la política mundial norteamericana”, Editorial Pleamar, Buenos Aires, 1986; pág. 213
11. UGARTE, José Manuel, “La relación entre la inteligencia y la política, y sus consecuencias en las estructuras y las normas de los Sistemas de Inteligencia”, FAS, Brasilia, 2005, pág. 13
12. En Argentina “Secretaría de Inteligencia (SI)”, en Brasil “Agência Brasileira de Inteligência (ABIN)”, en Chile “Agencia Nacional de Inteligencia (ANI)”, en Colombia “Dirección Nacional de Inteligencia (DNI)”, en México el “Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN)”, en Estados Unidos, la principal es la “Agencia Central de Inteligencia (CIA)”.
13. CHAVES, Paul, “Los Espías no Bastan: Definiendo las Políticas Públicas en Materia de Servicios de Inteligencia en Costa Rica”, en Center for Hemispheric Defense Studies, REDES 200, Research and Education in Defense and Security Studies, Washington D.C., May 22-25, 2001
14. MALDONADO PRIETO, Carlos, “Profesionalismo del personal de inteligencia: El caso de Chile”, en “Profesionalismo de Inteligencia en las Américas”, Center for Strategic Intelligence Research, Washington DC, 2003, pág. 269
15. Las expresiones “infoxicación” y “explosión de la información” se emplean con relación al fenómeno que se da en la actualidad, producido por el exceso y sobreabundancia de información, que dificulta la identificación de información relevante para la decisión, o genera desconcierto por la falta de un método para comparar y procesar diferentes tipos de información por su magnitud.
16. “Introducción”, Cuadernos de Estrategia 127, “Estudios sobre inteligencia: fundamentos para la seguridad internacional” Grupo de trabajo 5/03 Instituto Español de Estudios Estratégicos, Ministerio de Defensa, España, 2003, pág. 8
17. “Report on the U.S. Intelligence Community’s Prewar Intelligence Assessments on Iraq”, Véase en http://web.mit.edu/simsong/www/iraqreport2-textunder.pdf Consultado el 12/03/2013
18. KENT, Sherman. “Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Norteamericana”. Editorial Pleamar, Argentina 1994 Pag. 86-87
9. Desde el año 2013 el programa se encuentra suspendido.
Dr. José Gabriel Paz, J.D., Ed.M., Director del Instituto de Investigaciones en Geopolítica, Defensa y Seguridad de la Universidad del Salvador (Argentina), Director del Master en Defensa y Seguridad Hemisférica (USAL-CID, Washington DC), Director del Master en Defensa y Seguridad Centroamericana (USAL-CDN, Honduras), Asesor del Center for Latin American Economy and Trade Studies del Chihlee Institute of Technology de la Republica de China. Graduado del Postgrado de Inteligencia Estratégica (ESG) Argentina, Contacto: [email protected]
La National SecurityAct de 1947, Pub. L. No. 235, 80 Cong., 61 Stat. 496 (July 26, 1947), firmada por el presidente de Estados Unidos Harry S. Truman, fue un acta que realineó y reorganizó las fuerzas armadas estadounidenses, la política exterior, y el aparato de inteligencia, luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial.
La mayoría de las disposiciones del acta tomaron efecto el 18 de septiembre de 1947, un día después de que el senado confirmara a James V. Forrestal como el primer secretario de Defensa.
El acta combinó el Departamento de Guerra y el Departamento de la Marina en la National Military Establishment (NME) dirigida por el secretario de Defensa. También fue responsable de la creación de un Departamento de la fuerza aérea separado del existente «United States Army Air Forces». Inicialmente, cada uno de los tres departamentos mantuvieron un estatus de cuasigabinete, pero el acta fue corregida el 10 de agosto de 1949 para asegurar su subordinación a la Secretaría de Defensa. Al mismo tiempo, la NME fue renombrada Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Además de la reorganización militar, La National Security Act estableció el consejo de Seguridad Nacional, una central de coordinación para la política de seguridad nacional en la rama ejecutiva, y la Agencia Central de Inteligencia (CIA); la primera agencia de inteligencia estadounidense establecida en tiempos de paz.
El acta y sus cambios, junto con la doctrina del presidente Truman y el Plan Marshall, fueron los mayores componentes administrativos para la guerra fría ejecutados por su mandato.
El término inteligencia proviene del latín intelligentia, que a su vez deriva de inteligere. Esta es una palabra compuesta por otros dos términos: intus (“entre”) y legere (“escoger”). Por lo tanto, el origen etimológico del concepto de inteligencia hace referencia a quien sabe elegir: la inteligencia posibilita la selección de las alternativas más convenientes para la resolución de un problema. De acuerdo a lo descrito en la etimología, un individuo es inteligente cuando es capaz de de escoger la mejor opción entre las posibilidades que se presentan a su alcance para resolver un problema.
Tipos de Inteligencia
Por Rafael Jiménez.
Análisis GESI, 43/2018
Resumen: El tratamiento de cualquier materia induce muy pronto a clasificar todas sus formas o modalidades. Este hecho es más acusado cuando se trata de una materia como la inteligencia, cuya aparición en el dominio público es relativamente reciente, aunque su práctica se remonte al principio de los siglos.
Este capítulo relaciona una amplia taxonomía de la inteligencia, que abarca las dimensiones que puede presentar (a qué se puede referir el concepto inteligencia: producto, proceso u organización); las clases que puede presentar el producto según el nivel de decisión de sus destinatarios; la identificación de ese mismo producto según su finalidad; los tipos de dicho producto según la necesidad de información que satisface; las formas de determinar el producto según el medio en el que se encuentre la información de la que parte; la identificación del mismo producto en función del método de obtención de la información de partida; las modalidades de la inteligencia según el territorio sobre el que se elabora; y cómo se la puede identificar en función de la materia o campos del conocimiento.
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1. Dimensiones de la inteligencia
Antes de abordar la clasificación de los tipos de inteligencia es preciso referirse a las dimensiones o conceptos que se pueden expresar con el término inteligencia.
El primero que lo hizo, siempre referido a la inteligencia como componente de la seguridad nacional, fue Sherman Kent en 1949[1], que identificó el término con tres conceptos: a) el producto derivado de la transformación de la información y el conocimiento en inteligencia; b) la organización que realiza esta tarea; y c) el procesomediante el que se lleva a cabo.
La inteligencia como producto es el resultado que se obtiene al someter los datos, la información y el conocimiento a un proceso intelectual que los convierte en informes adecuados para satisfacer las necesidades de los decisores políticos, militares, policiales, empresariales, etc., así como para proteger a aquellos mediante las tareas de contrainteligencia.
La inteligencia como proceso comprende los procedimientos y medios que se utilizan para definir las necesidades de los decisores, establecer la búsqueda de información, su obtención, valoración, análisis, integración e interpretación hasta convertirla en inteligencia, y su difusión a los usuarios. También incluye los mecanismos y medidas de protección del proceso y de la inteligencia creada por medio de las actividades de contrainteligencia necesarias.
La inteligencia como organización se refiere a los organismos y unidades que realizan las anteriores actividades de transformar la información en inteligencia y la protegen.
2. La Inteligencia según el nivel de decisión
Una vez determinado el concepto de inteligencia como producto, su contenido puede referirse a materias políticas y generales del Estado o más detalladas. Por tanto, en función del nivel de decisión del usuario para quien se elabora, la inteligencia puede ser de los siguientes tipos:
2.1. Inteligencia nacional
Es la que precisa el Gobierno de la Nación para definir y desarrollar su política en el más alto de sus niveles de decisión. La inteligencia nacional la elaboran los servicios de inteligencia de nivel nacional, cuya dependencia funcional suele ser del Presidente del Gobierno, aunque administrativamente estén adscritos o integrados en algún departamento ministerial.
2.2. Inteligencia departamental
Es la que necesitan los titulares de los distintos Ministerios del Gobierno de la Nación para ejecutar la política de sus respectivos departamentos. La elaboran los servicios de información e inteligencia dependientes de los respectivos departamentos ministeriales, cuyos productos tienen una aplicación directa en la ejecución de las correspondientes políticas ministeriales. A diferencia de la inteligencia nacional, que se elabora para decisores externos, la departamental constituye un insumo propio de los titulares y altos cargos de los Ministerios en su responsabilidad de ejecución de la política ministerial, así como de los mismos servicios que la elaboran.
2.3. Inteligencia operativa
Es la inteligencia que se genera y se utiliza para planear y ejecutar cualquier tipo de operaciones, tanto de carácter militar como policial o de inteligencia. Su nivel de elaboración y utilización es el más elemental y tiene una aplicación directa en el desarrollo de las operaciones de cualquier organismo o unidad.
3. La inteligencia según su finalidad
De forma similar a la que se ha definido anteriormente según el nivel de decisión del usuario para quien se elabora la inteligencia, esta puede tener distintas finalidades, que permiten clasificarla de la siguiente manera:
3.1. Inteligencia estratégica
Es la inteligencia que se elabora para facilitar la definición de los objetivos de la política y los planes generales de un Estado, para lo que debe tenerse en cuenta el entorno en que se encuentra y las metas que ha fijado el Gobierno.
Para ello, la inteligencia estratégica debe identificar los actores que intervienen en ese entorno, sus características y cómo pueden evolucionar. De esta manera presta una atención especial a los indicios que pueden significar riesgos y derivar en amenazas, o proporcionar oportunidades para la Nación.
La inteligencia estratégica se halla muy vinculada a la prevención y a la prospectiva, advirtiendo de amenazas a los intereses vitales de la seguridad nacional y de las oportunidades para el Estado, con lo que se convierte en la principal herramienta en poder de los gobernantes para diseñar y desarrollar las políticas exterior y la de seguridad nacional.
En el ámbito militar, la inteligencia estratégica tiene como finalidad facilitar la elaboración de los planes relativos a la conducción de las operaciones de nivel estratégico.
En el ámbito empresarial, la inteligencia estratégica tiene la finalidad de facilitar la toma de decisiones de sus directivos ante las amenazas o riesgos para la empresa, o aquellas que puedan facilitar un éxito u oportunidad de desarrollo. En concreto, se especializa en el análisis de los competidores para entender sus éxitos futuros, estrategias actuales, la posible evolución industrial y comercial, y sus capacidades. También incluye la inteligencia sobre los principales clientes, proveedores y socios.
Un caso particular de la inteligencia estratégica lo constituye la denominadainteligencia de alerta, que es la que tiene por finalidad prevenir al usuario de las amenazas contra los intereses nacionales o empresariales, para que pueda decidir con tiempo las medidas políticas, diplomáticas, militares, económicas, industriales, comerciales o de cualquier otro tipo que puedan neutralizarlas o hacerles frente.
3.2. Inteligencia táctica
La inteligencia táctica es la que se elabora para contribuir a la planificación y el diseño de las acciones concretas que permitan alcanzar un objetivo de alcance limitado, subordinado a los grandes objetivos de la inteligencia estratégica.
En el ámbito militar, la inteligencia táctica está destinada a la elaboración de los planes que permitan la conducción de las operaciones tácticas.
En el ámbito empresarial tiene un carácter más operacional, al consistir en la adopción de acciones concretas para conseguir un objetivo en una situación inmediata. Incluye aspectos como los términos de venta de los competidores, sus políticas de precios y los planes que tienen para cambiar la forma en que se diferencian sus productos de los propios.
3.3. Inteligencias operativa y operacional
La inteligencia operativa es la que se elabora para permitir la organización y ejecución de acciones para el cumplimiento de una misión, entendiendo por esta la que le es encomendada a un oficial de inteligencia, solo o dirigiendo un grupo, para lograr un propósito determinado.
En el ámbito militar, el término apropiado es inteligencia operacional y se encuentra en una posición intermedia entre la estratégica y la táctica. Su elaboración tiene como finalidad apoyar la planificación y la realización de campañas en el teatro de operaciones, en el nivel operativo.
3.4. Inteligencia prospectiva
La inteligencia prospectiva se inicia a partir de la inteligencia estratégica y está orientada a determinar de modo anticipado las opciones de evolución de una situación y las posibilidades y probabilidades de actuación de los elementos involucrados en ella, con objeto de reducir la incertidumbre por el futuro en entornos caracterizados por la complejidad, el cambio y la inestabilidad.
El término de inteligencia prospectiva se emplea específicamente para precisar los objetivos estratégicos de una organización y planificar las acciones necesarias para lograrlos. Asimismo, se utiliza para adoptar decisiones que contribuyan a conducir una realidad determinada hacia un escenario futuro deseable.
Tiene un alto componente de estimación, por lo que también se la conoce comointeligenciaestimativa o predictiva.
Se trata de una inteligencia muy compleja y costosa, por la necesidad de contar con especialistas instruidos en las técnicas de la prospectiva y en los diversos campos que influyen en el futuro de una organización, así como por la necesidad de contar con tiempo para elaborarla. Ambas circunstancias condicionan de tal modo su generación que no es habitual que se elabore en las organizaciones ni servicios de inteligencia, más ocupados por los demandantes en elaborar inteligencia actual y de inmediato futuro.
4. La inteligencia según la necesidad de información que satisface
La elaboración de inteligencia se produce como consecuencia de la aparición de un requerimiento concreto, sea de los potenciales usuarios o del propio servicio de inteligencia que debe elaborarla. De esta forma, la inteligencia puede ser:
4.1. Inteligencia básica
La inteligencia básica es la que se produce para satisfacer los requerimientos de inteligencia permanentes y generales de la organización de que se trate.
Se emplea sobre todo para responder a las necesidades de información que se plantean durante la producción de inteligencia estratégica e inteligencia prospectiva o estimativa. Por tanto, se elabora atendiendo a los objetivos estratégicos de la organización. Dado que se convierte en un importante almacén de inteligencia, también se utiliza para atender demandas de información durante la producción de inteligencia táctica, operativa y operacional.
La producción de inteligencia básica se realiza de un modo rutinario y programado a partir de fuentes de información abiertas, generalmente obras de referencia, estados y descripciones generales, guías de seguimiento, etc., como enciclopedias, bases de datos, anuarios, directorios, etc.
Esta inteligencia tiene un grado de permanencia mayor que cualquier otra y a ella se incorpora la que se extrae de la inteligencia estratégica que se ha elaborado durante el desarrollo de la actividad de la organización, por lo que también suele recibir la denominación de inteligencia general de la organización, convirtiéndose en un activo informacional de esta.
4.2. Inteligencia actual
Es la inteligencia que tiene por finalidad satisfacer los requerimientos de inteligencia puntuales y concretos de una organización. Presenta el estado de una situación o de un acontecimiento en un momento dado y puede señalar opciones de evolución en un corto plazo, así como indicios de riesgos inmediatos.
Se emplea principalmente para responder a las demandas de información que surgen durante la aparición de un fenómeno o acontecimiento imprevisto, durante un proceso de toma de decisiones sobre un acontecimiento de interés nacional o durante la planificación y el desarrollo de una misión.
Suele ser la más demandada por los gobernantes, cuyos plazos de previsión y decisión son generalmente cortos.
Como fin complementario, la inteligencia actual pone al día la inteligencia básica y los análisis realizados por la inteligencia estratégica. Esto permite disminuir las necesidades de información durante las gestiones de crisis.
Los productos de la inteligencia actual suelen adoptar la forma de informes específicos para atender una demanda concreta y actual de información; o la de informes breves y periódicos, muchas veces diarios, sobre cuestiones de interés general y frecuente sobre las que los decisores políticos desean mantener un conocimiento permanente.
4.3. Inteligencia crítica
Como un caso particular de la inteligencia actual surge el concepto de inteligencia crítica, que es la que se elabora para satisfacer los requerimientos informativos que se producen durante la gestión de una crisis.
El tiempo dedicado a la obtención y procesamiento de datos e información y a la valoración, análisis, integración e interpretación durante una crisis se reduce al mínimo imprescindible con objeto de dar a conocer el estado de la situación con la máxima urgencia posible, que además suele evolucionar con rapidez. Por tanto, elaborar inteligencia que permita al responsable político tomar decisiones rápidas y acertadas exige tanto disponer de información concreta sobre lo que ocurre como contar con unas buenas reservas de inteligencias básica y actual que permitan contextualizar el sentido de la nueva información disponible y mejorar su comprensión.
Los productos más habituales durante la gestión de crisis son alertas e informes de situación sobre la evolución de los acontecimientos. La forma de materialización de dichos informes se convierte muchas veces en modo de gráficos, mapas, esquemas, croquis, etc., que, convenientemente ilustrados, permiten un rápido conocimiento de dicha evolución de la situación.
En situaciones de crisis puede ocurrir que, ante la perentoria necesidad de tomar una decisión, se suministre información a los responsables sin analizar ni interpretar suficientemente, o con una estimación provisional muy sujeta a la evolución de los acontecimientos. En estos casos se deja a dichos responsables la tarea de valorar la información que se les suministra, en beneficio de la urgencia con que se puede poner a su disposición. Esta excepcionalidad es motivo de debate, por lo que supone de trasladar la responsabilidad del análisis de inteligencia a los decisores políticos, modificando el funcionamiento habitual del ciclo de inteligencia.
5. La Inteligencia según el medio en el que se encuentra la información
La información de partida para la elaboración de inteligencia puede encontrarse en muy diferentes medios, dando lugar a distintos tipos de inteligencia que reciben el nombre de la que haya sido su componente principal. De esta manera, la inteligencia puede clasificarse del siguiente modo:
5.1. Inteligencia HUMINT o de fuentes humanas
Es la que se elabora a partir de información recogida o suministrada directamente por personas. Sus resultados dependen fundamentalmente de la actuación del hombre mediante sus sentidos, ayudándose o no con medios auxiliares (cámaras, grabadoras, fotocopiadoras, etc.).
En los servicios de inteligencia se consideran diversos tipos de fuentes humanas, cuya actividad facilita en algún grado la obtención de información. En el CNI esta diversidad ha dado lugar a la siguiente clasificación:
Contacto: persona ajena a un servicio de inteligencia al que proporciona información, de modo consciente o inconsciente y de forma ocasional o regular, pero cuya dirección no es posible o conveniente realizar por parte del servicio. Puede recibir algún tipo de contraprestación.
Informador: persona ajena a un servicio de inteligencia al que proporciona información, de modo consciente o inconsciente y de forma ocasional o regular, bajo la dirección de un miembro del servicio. Suele percibir algún tipo de contraprestación.
Colaborador: persona ajena a un servicio de inteligencia, que coopera para este, de modo consciente o inconsciente y de forma ocasional o regular, realizando una serie de actividades, dirigidas por un oficial de inteligencia, en beneficio de los cometidos asignados al servicio. También suele percibir algún tipo de contraprestación. Por tanto, se diferencia del informador en que no suele facilitar información, o al menos no es su cometido principal, sino que facilita tareas que debe realizar el servicio.
Agente: persona ajena a un servicio de inteligencia que realiza alguna actividad abierta o encubierta en beneficio del servicio y bajo la dirección de un miembro del mismo, tras recibir adiestramiento especial. Los agentes se reclutan habitualmente para llevar a cabo o dar asistencia en tareas de obtención de información y en operaciones de contrainteligencia. Normalmente el agente recibe algún tipo de contraprestación. No debe confundirse el tipo de agentecomo fuente humana, con la misma denominación de agente con que se identifica a los miembros de los servicios de inteligencia que realizan actividades secretas, abiertas o encubiertas, generalmente encuadrados en unidades operativas de obtención de información.
La información obtenida a partir de fuentes humanas es muy útil porque puede proporcionar datos imposibles de obtener por otros medios. Para ello es necesario que se encuentren situadas en el lugar y momento adecuados para adquirir esa información, formación suficiente para apreciarla y poseer un buen y oportuno sistema de comunicación para hacerla llegar al servicio.
La obtención de información por medios humanos, para que sea valiosa, debe superar dos momentos críticos: a) la captación o infiltración de la fuente en el lugar donde pueda acceder a la información deseable; y, b) la valoración de la información adquirida por parte del oficial de relación y de los analistas; el primero es responsable de evaluar la fiabilidad de la fuente, de la que debe conocer su formación, capacidades, vulnerabilidades, intereses, posibilidades, condiciones (facilidades y riesgos) en las que actúa, etc.; mientras que los segundos, los analistas que reciban el fruto de su adquisición, son los principales responsables de evaluar la calidad de la información proporcionada, así como de remitir al órgano de obtención donde se encuentre el oficial de relación su valoración de la información recibida y, unida a ella, la percepción sobre la fiabilidad de la fuente que la ha proporcionado.
5.2. Inteligencia OSINT o de fuentes abiertas
Es la que se elabora a partir de información obtenida de recursos informativos de carácter público.
Por fuente abierta se entiende todo documento con cualquier tipo de contenido, fijado en cualquier clase de soporte que se transmite por diversos medios y al que se puede acceder en modo digital o no, puesto a disposición pública, con independencia de que esté comercializado, se difunda por canales restringidos o sea gratuito.
La información que transmiten las fuentes abiertas se caracteriza por su singularidad, su rápido modo de obtención, su fácil actualización, su bajo coste en relación con la procedente de otras fuentes y su adquisición sin correr riesgos. Es un axioma que no se debería recoger información pública mediante medios clandestinos, complejos, arriesgados y costosos en términos económicos y políticos.
La información procedente de fuentes abiertas es la más utilizada para la producción de inteligencia estratégica, inteligencia básica, inteligencia económica e inteligencia científica. Además, esta información es indispensable para analizar adecuadamente la información clandestina.
La actual y creciente reivindicación de la importancia de la información OSINT se debe a la confluencia de dos fenómenos: a) la aparición del concepto de multinteligencia, que rechaza el uso de una única autoridad informativa para crear inteligencia; y b) la ampliación del concepto de seguridad obliga a los servicios de inteligencia a recabar, analizar y evaluar información de índole muy variada y en materias donde las fuentes abiertas son imprescindibles.
Dada la amplitud y variedad de fuentes públicas, la tipología clásica la clasifica del siguiente modo[2]:
5.2.1. Fuentes de información primaria
Son las que contienen información original, de primera mano y que, por tanto, no han recibido ningún tipo de tratamiento. Dentro de este grupo se suele distinguir: fuentes de información primaria editadas, que forman parte de los circuitos habituales de publicación y distribución y cuya existencia queda verificada por procedimientos legales (ISSN, ISBN, NIPO), entre las que destacan los libros, las revistas, las películas o los discos; y las fuentes de información primaria inéditas, que pertenecen a lo que se ha dado en llamar literatura gris, y que está compuesta por tesis doctorales, presentaciones, pre-prints, actas de congresos o informes científico-técnicos, entre otras, que por lo general tienen una visibilidad menor y suelen carecer de control bibliográfico.
5.2.2. Fuentes de información secundaria
Son las resultantes del tratamiento documental de las fuentes de información primaria y proceden de la aplicación de técnicas documentales que proporcionan valor añadido (los resúmenes, la agrupación en clasificaciones de materias, la correspondencia con otros idiomas y, sobre todo, la relación de unos documentos con otros). Entre este tipo de fuentes se encuentran las bases de datos, los catálogos, los repertorios bibliográficos y los repertorios legislativos.
5.2.3. Fuentes de información terciaria
Podrían asimilarse a las fuentes secundarias, pero el Programa General de Información de la UNESCO les atribuye una finalidad específica: la consolidación de la información mediante productos que analizan críticamente el conjunto de unidades documentales propias de una disciplina, extrayendo de cada una de ellas lo más relevante en cuanto a innovación y progreso. Formarían parte de este tipo de fuentes las revisiones (review) y los estados de la cuestión.
5.2.4. Obras de referencia
Son las que fueron ideadas para la consulta puntual de algunas de sus entradas y entre ellas destacan: enciclopedias, diccionarios, anuarios, glosarios, o las modernasFrequently Asked Questions (FAQ).
Además de esta clasificación académica, otras tipologías se fijan en el emisor (fuentes gubernamentales, parlamentarias, judiciales, policiales, académicas, etc.), en el soporte (impresas, audio, video, informáticas, etc.), en el coste (venales o gratuitas), en la periodicidad, en el destinatario o en el grado de especialización (fuentes generales y fuentes especializadas). De esta manera se pueden clasificar las fuentes OSINT de la siguiente forma:
5.2.5. Fuentes de información institucional
Publicaciones oficiales (boletines oficiales, del registro mercantil, etc.), estadísticas, legislación, jurisprudencia, sistemas de seguimiento legislativo, documentación parlamentaria, y documentación emitida por organismos internacionales.
5.2.6. Fuentes de información económica
Estudios de mercado, informes económico-comerciales de países, información sobre contratación pública, etc.
5.2.7. Fuentes de información geopolítica
Barómetros de conflictos, documentos de comités de expertos y de think tanks.
5.2.8. Fuentes de información sociológica
Estudios de opinión pública, participación electoral, flujos migratorios, encuestas demoscópicas, congresos de partidos políticos y sindicatos, etc.
5.2.9. Fuentes de información de seguridad y defensa
Blanqueo de capitales, tráfico ilícito, terrorismo, infraestructuras críticas, corrupción, ciberdelincuencia, etc.
5.2.10. Fuentes de información bibliográfica
Bases de datos bibliográficas.
5.2.11. Fuentes de información de prensa
Editoriales y editorialistas, análisis de la prensa, servicios de seguimiento de medios, recortes (clipping).
5.2.12. Fuentes de redes sociales y páginas web
Monitorización de redes y páginas informáticas.
5.2.13. Fuentes archivísticas
Destinadas a recoger la producción de documentación de las administraciones modernas y de las empresas; están sometidas a procesos de selección y constitución de colecciones.
5.3. Inteligencia SIGINT o de señales
Es la inteligencia que se elabora a partir de la obtención y el procesamiento de datos provenientes de la detección, interceptación y descifrado de señales y transmisiones de cualquier clase. Es un término genérico, pues dada la gran cantidad de posibles orígenes de señales electromagnéticas y acústicas, una primera clasificación de la inteligencia SIGINT puede diferenciar las siguientes:
5.3.1. Inteligencia COMINT o de comunicaciones
Es la inteligencia obtenida a partir de emisiones electromagnéticas de equipos y sistemas de tecnologías de la información y de las comunicaciones (STIC); por ejemplo, ordenadores, impresoras, faxes, teléfonos, télex, líneas de comunicaciones, agendas electrónicas, tarjetas inteligentes, etc.
Un caso particular de inteligencia COMINT lo constituye la inteligencia cibernética o CYBINT[3], que es la inteligencia elaborada a partir de datos, protegidos o no, del espacio cibernético. Este, a su vez, está definido como el espacio virtual compuesto por dispositivos computacionales conectados en red, donde las informaciones digitales se transmiten, son procesadas o almacenadas. Un ejemplo muy claro de inteligencia CYBINT es la que puede obtenerse a partir de datos adquiridos en las redes sociales. La inteligencia cibernética está íntimamente ligada a la de fuentes abiertas.
Cuando las emisiones de las que se obtiene la información son involuntarias o no deseadas por el emisor se denominan TEMPEST, como por ejemplo las emitidas por las líneas de conducción de comunicaciones, los teclados de ordenador, las radiaciones de las pantallas, etc.
5.3.2. Inteligencia ELINT o electrónica
Es la inteligencia obtenida a partir de emisiones electromagnéticas de medios ajenos a las telecomunicaciones (radares, equipos de ayuda a la navegación, perturbadores de sistemas de comunicación, etc.).
Este tipo de inteligencia, a su vez se subdivide en las siguientes clases:
5.3.2.1. Inteligencia RADINT o de emisiones radar
Es la inteligencia que se obtiene a partir de las emisiones de los radares.
5.3.2.2. Inteligencia TELINT o telemétrica
Es la que se obtiene a partir de emisiones de equipos electromagnéticos de telemetría.
5.3.3. Inteligencia MASINT o de medición de señales
Es la que se elabora a partir de la obtención y el procesamiento de datos provenientes de sensores destinados a recoger las señales que emiten fenómenos físicos distintos a las emisiones electromagnéticas, como el sonido, el movimiento, la radiación, etc. Estas señales se denominan firma del equipo o equipos. Los sensores se dedican a identificar toda característica distintiva asociada con la fuente o el emisor y facilitar la detección y la localización de este último.
De acuerdo con la señal que mide se distinguen diversos tipos específicos de medición de señales:
5.3.3.1. Inteligencia ACINT o acústica
Es la inteligencia derivada de la obtención y el análisis de los fenómenos acústicos producidos por cualquier emisor (buque de superficie, submarino, torpedo, aeronave, dron, vehículo terrestre, proyectil, maquinaria, etc.).
5.3.3.2. Inteligencia TELINT o telemétrica
Ya citada anteriormente (ver 5.3.2.2), permite el análisis de la firma de equipos telemétricos, instalados, por ejemplo, en misiles, satélites, armas de precisión, etc.
5.3.3.3. Inteligencia NUCINT o de radiaciones nucleares
Es la que se obtiene a partir de la medición de señales procedentes de radiaciones nucleares (bombas radiológicas o sucias, bombas atómicas, etc.).
5.4. Inteligencia IMINT o de imágenes
Es la inteligencia que se elabora a partir del análisis de imágenes adquiridas por medios técnicos, como cámaras fotográficas, medios de grabación de imágenes, radares, sensores electro-ópticos, visores térmicos o infrarrojos, ubicados en plataformas terrestres, navales, aéreas o espaciales. En este tipo de inteligencia destacan:
5.4.1. Inteligencia GEOINT o geoespacial
La observación geoespacial, identificada como GEOINT, es el resultado de la explotación y análisis de la información de imágenes y geoespacial para describir, valorar y visualizar características físicas y georreferenciar (situar) actividades en el planeta.
5.4.2. Inteligencia PHOTINT o fotográfica
Es el tipo de inteligencia obtenida mediante el análisis e interpretación de la fotografía aérea, realizada por aviones, helicópteros o drones (JSTARS) de detección y seguimiento de objetivos terrestres o móviles provistos de videofotografía y termografía. Los JSTARS son plataformas aéreas (aviones, helicópteros o drones) que disponen de medios de detección, identificación y seguimiento de objetivos terrestres y móviles, así como de medios de comunicación y señalamiento a los vectores de lanzamiento para atacar a dichos objetivos terrestres o móviles (aéreos y navales).
5.5. Inteligencia TECHINT o técnica
Es el tipo de inteligencia que se elabora a partir de la obtención y el procesamiento de información mediante el uso de medios técnicos. Es un término genérico con el que se designa el uso conjunto de datos provenientes de las inteligencias SIGINT e IMINT.
6. La inteligencia según el método de obtención
La inteligencia también puede clasificarse según el método utilizado para obtener los datos y la información que le sirven de base. Las denominaciones de estos tipos de inteligencia coinciden con los descritos en el punto anterior, excepto que no existe inteligencia OSINT, sino que esta puede obtenerse por métodos HUMINT, SIGINT o IMINT, o varios de ellos simultáneamente.
De esta manera, se pueden clasificar los procedimientos de obtención de información según el método utilizado para su adquisición y según el medio en que se encuentra, dando lugar a la siguiente tabla comparativa:
La inteligencia según el método de obtención y comparación con el medio en el que se encuentra la información que le dará nombre: procedimientos de obtención de información.
La inteligencia que se elabora con la información obtenida según un método o contenida en un medio determinado adquiere el mismo nombre. Por ejemplo, la inteligencia elaborada a partir de información obtenida, única o predominantemente, por métodos o en medios HUMINT se denomina Inteligencia HUMINT.
7. La Inteligencia según el territorio sobre el que se elabora
Aunque las amenazas sean globales, los servicios de inteligencia pueden especializar sus tareas en el territorio nacional o fuera de él, dando lugar a una nueva clasificación de la inteligencia por el lugar sobre el que se elabora. Asimismo, la cada vez mayor intervención de organismos multinacionales en misiones internacionales de mantenimiento de la paz ha obligado a generar un tipo de inteligencia específico, adaptado a las necesidades de las misiones abordadas, en el que intervienen varios de los servicios de inteligencia de los países que conforman dichos organismos multinacionales.
Generalmente, los países desarrollados tienden a contar con dos o más servicios de inteligencia de nivel nacional, mientras que la mayor parte de los países sólo cuentan con uno que atiende las necesidades del Gobierno de su país en todo el mundo. Una clasificación de la inteligencia según el territorio del que se ocupa es la siguiente:
7.1. Inteligencia interior
Es el tipo de inteligencia que se ocupa de identificar y seguir la evolución de los riesgos y amenazas a la seguridad procedentes del interior del Estado al que pertenece el servicio de inteligencia, con el fin de apoyar el proceso de adopción de medidas preventivas o de neutralización por parte del Gobierno.
Para ello, la inteligencia interior centra su atención en la investigación de las intenciones, las actividades y la capacidad de individuos y organizaciones que tienen o pueden evolucionar hacia finalidades desestabilizadoras o de franca agresión al orden político establecido o a los intereses nacionales.
7.2. Inteligencia exterior
La inteligencia exterior se ocupa de identificar y seguir la evolución de los riesgos y amenazas a la seguridad procedentes del exterior del Estado al que pertenece el servicio de inteligencia, con el fin de apoyar la adopción de medidas preventivas o de neutralización por parte del Gobierno, así como las que pueda diseñar para promover los intereses nacionales.
Para ello, la inteligencia exterior centra su atención en la investigación de las intenciones, las actividades y la capacidad de personas, organizaciones y naciones extranjeras que puedan atentar contra la soberanía, el orden político establecido, los intereses nacionales y la integridad territorial. Igualmente, se ocupa de detectar oportunidades favorables para la promoción y defensa de los intereses nacionales fuera de las propias fronteras.
7.3. Inteligencia multinacional
Es el tipo de inteligencia realizada sobre un conjunto de naciones o región geográfica, en la que intervienen servicios de distintos países con una finalidad común, como puede ser la que precisan organizaciones multinacionales, como la OTAN, la Unión Europea, la ONU, los países integrantes del Acuerdo UKUSA, etc. Los servicios que elaboran este tipo de inteligencia reciben el nombre de centros de fusión de inteligencia.
8. La Inteligencia según la materia o campos del conocimiento
Los múltiples campos sobre los que tienen que actuar los servicios y otros organismos que producen inteligencia, permiten identificar una nueva clasificación de su producto en función de la materia o campo del conocimiento sobre el que se centra. De esta forma, se pueden hallar los siguientes tipos de inteligencia:
8.1. Inteligencia geográfica
Es la que procede del estudio de las características naturales y artificiales de un espacio o zona geográfica determinada. Generalmente es complementaria de otros tipos de inteligencia.
8.2. Inteligencia política
Es la que trata la política interior y exterior de los gobiernos y las actividades de los movimientos políticos. En los servicios de inteligencia de nivel nacional ocupa una gran parte de su actividad productora.
8.3. Inteligencia sociológica
Se fundamenta en el conocimiento de la estructura y de todos los factores sociales de una nación o zona determinada.
8.4. Inteligencia militar
Identificada como MILINT, es la que se elabora a partir de la información relativa a naciones extranjeras, fuerzas o elementos hostiles o potencialmente hostiles y áreas de operaciones reales o potenciales. Es un ámbito de la inteligencia propio de las fuerzas armadas, por lo que la información que cobra mayor importancia es la relativa a la doctrina, organización, orden de batalla, capacidades, fuerzas, medios, estrategias y tácticas de fuerzas armadas u organizaciones de cualquier tipo, que empleen o puedan emplear procedimientos militares, hostiles o potencialmente hostiles.
La finalidad de la inteligencia militar es facilitar la toma de decisiones en los procesos de dirección y ejecución de las operaciones militares, disminuyendo las incertidumbres de los jefes y sus estados mayores, proporcionándoles la inteligencia oportuna, pertinente, precisa, predictiva y adaptada sobre el enemigo y otros aspectos del área de operaciones que permitan la planificación, ejecución y conducción de las operaciones.
La inteligencia militar, en el siglo XXI, no es la mera descripción de las fuerzas enemigas, de sus medios y capacidades de combate, sino que consiste también en el entendimiento de su cultura, motivaciones, finalidad y objetivos que persiguen. Es decir, no sólo se debe conocer y entender al adversario, sino que es imprescindible conocer y valorar la población de la que surge o proviene, el apoyo que recibe o puede recibir de ella y el apoyo que pueden recibir las fuerzas propias. Se trata de entender el entorno en el que se realizan las acciones de una operación, el llamado entorno operativo.
8.5. Inteligencia científica y tecnológica
Es la que se ocupa de la obtención y el procesamiento de información de carácter científico y tecnológico en los ámbitos civil y militar de interés para la seguridad. Su finalidad es detectar y efectuar el seguimiento de proyectos y actividades de investigación y de desarrollo científico y tecnológico emprendidos por organizaciones o países extranjeros, que puedan derivar en situaciones de riesgo para la seguridad nacional e internacional, con objeto de poder adoptar contramedidas efectivas. Mediante sus análisis puede valorarse el carácter y la capacidad armamentística de posibles adversarios, así como los avances científicos y tecnológicos que pueden derivar en la creación de armas u otros productos susceptibles de representar una amenaza para la seguridad.
La inteligencia científica y tecnológica está ampliando cada vez más su objetivo de atención tradicional, el armamento y los sistemas de armas, para abarcar los campos de las inteligencias económica y competitiva, lo que supone que se ocupe también de la identificación, seguimiento y evaluación de los avances científicos y tecnológicos, dentro de los marcos legales, que se producen en los distintos sectores de interés económico público o privado, con independencia de su posible uso militar.
Una última finalidad de la inteligencia científica y tecnológica lo constituye la que permite adoptar avances tecnológicos ajenos para evitar pasar por largas y costosas etapas previas de investigación.
La inteligencia científica usa de modo intensivo las fuentes de información abiertas, ya que se dedica a vigilar las investigaciones que se realizan en los mundos académico y empresarial antes de que se efectúe su aplicación industrial. En cambio, la inteligencia tecnológica, por estar más relacionada con el seguimiento de las aplicaciones que realizan empresas y organismos públicos de investigación de los conocimientos obtenidos en la investigación básica, también utiliza información procedente del espionaje industrial o de medios técnicos, como la fotografía aérea, la observación por satélite, la cibernética y la interceptación y escucha de señales acústicas.
La inteligencia tecnológica no se debe confundir con la inteligencia técnica (TECHINT), que, como se expresa en el punto 6, es la que se elabora a partir de información obtenida por métodos técnicos (SIGINT e IMINT).
8.6. Inteligencia económica
La creciente integración de los asuntos económicos en el concepto de seguridad ha dado lugar a la necesidad de elaborar inteligencia sobre ellos. Sin que exista unanimidad en el concepto de inteligencia económica, esta puede entenderse como la que se ocupa de la obtención y el procesamiento de la información financiera, económica y empresarial de un Estado para permitir una eficaz salvaguarda de los intereses nacionales, tanto en el interior como en el exterior.
En el mismo ámbito de la inteligencia económica también se incluyen otras acciones complementarias más específicas, como la sensibilización de las empresas nacionales sobre la necesidad de adoptar medidas preventivas contra el espionaje económico, la realización de análisis macroeconómicos de los Estados en los que se pretende invertir o hay inversiones de empresas del país, la protección interna y la promoción y protección externa en el mercado de la industria nacional, el control del tráfico de material de defensa y de doble uso civil y militar, y la creación de una cultura de inteligencia económica.
Las fuentes de información abiertas predominan para la producción de inteligencia económica, pero también se hace uso, cuando es necesario, de información secreta obtenida por medios encubiertos. Esto último es lo que diferencia la inteligencia económica que realizan los servicios de inteligencia y la que producen otros órganos de la Administración o empresas privadas especializadas.
La acepción «inteligencia económica» tuvo su origen en la década de 1970-80 en Francia, entendiéndola como los conocimientos que precisan el Estado o las empresas para alcanzar sus objetivos estratégicos. El Informe Martre[4] (1994), enfocado esencialmente al desarrollo de la inteligencia económica y estratégica de las empresas, definió la inteligencia económica como «el conjunto de acciones coordinadas de investigación, tratamiento y distribución, en vista a su explotación, de la información útil a los actores económicos −ya sean empresas u organizaciones estatales−. Informaciones que se han de aportar mediante métodos legales, con todas las garantías de protección necesarias para preservar el patrimonio empresarial en las mejores condiciones de coste y marco temporal».
La inteligencia económica «implica ir más allá de acciones parciales provenientes del análisis documental, de acciones de vigilancia, de la protección del patrimonio competitivo, de acciones de influencia, etc., para lograr una intencionalidad estratégica y táctica»[5]. De esta forma se entronca con la estrategia y su puesta en acción (táctica), y es el elemento esencial de investigación e interpretación de las intenciones y capacidades de los competidores, ya sea como defensa de la posición actual del Estado o empresa que la practica, o como medio para obtener una supremacía concreta de acuerdo con los intereses estratégicos. La inteligencia económica, por tanto, se apoya en la vigilancia del entorno competitivo, diferenciándose de otros procesos o sistemas de inteligencia en tres elementos principales: sus fines son exclusivamente económicos; trabaja con fuentes abiertas; y debe ser ética en todas sus acciones.
No obstante estas descripciones de la inteligencia económica en sus orígenes, en el presente siglo se ha empezado a determinar la inteligencia económica como la obtenida a partir de información financiera, económica y empresarial de un Estado, diferenciándola de la competitiva o empresarial, que la realizan las empresas. De esta forma, la inteligencia económica la llevan a cabo tanto los servicios de inteligencia −que utilizan información secreta obtenida por medios encubiertos−, como otros órganos de la Administración, fundamentalmente de los Ministerios de Hacienda y de Economía (o sus órganos adscritos), y empresas especializadas, que sólo utilizan fuentes abiertas.
8.7. Inteligencia competitiva
De la misma forma que se produce con la inteligencia económica, no hay unanimidad en la definición de inteligencia competitiva, que, además, se ha visto identificada en su definición como inteligencia empresarial, como término más moderno que englobaría a la inteligencia competitiva y a la inteligencia de negocios (business intelligence).
El Equipo Económico del CNI definió en 2009 la inteligencia competitiva como «una herramienta de gestión o práctica empresarial que consiste en un proceso sistemático, estructurado, legal y ético, por el que se recoge y analiza información que, una vez convertida en inteligencia, se difunde a los responsables de la decisión para facilitar esta, de forma que se mejora la competitividad de la empresa, su poder de influencia y su capacidad de defender sus activos materiales e inmateriales».
Los objetivos de la inteligencia competitiva son planificar y adoptar medidas para mantener la competitividad de la empresa y afrontar con mayores garantías los rápidos y continuos cambios a los que se ve sometida toda organización. Para lograrlo se ocupa de la obtención y el procesamiento de información sobre los elementos que caracterizan la realidad política, social, económica, cultural, legal y tecnológica que rodea a la empresa y sobre los agentes que actúan en ella. Presta una especial atención a la identificación y el seguimiento de señales indicadoras de cambios significativos en el entorno, por lo que trabaja con datos procedentes del exterior de la organización, que obtiene sobre todo de fuentes de información abiertas.
Por tanto, la diferencia principal entre la inteligencia económica y la inteligencia competitiva es que la económica la realiza el Estado fundamentalmente, mientras que la competitiva la realizan las empresas.
Por otra parte, la diferencia entre la inteligencia competitiva y la de negocios estriba en que la competitiva analiza el entorno de la empresa, utilizando fuentes externas e información abierta; mientras que la inteligencia de negocios se realiza a partir de los datos internos de la propia actividad de la empresa, para mejorar su rendimiento, fidelizar clientes y obtener beneficios.
La práctica de la inteligencia de negocios se basa en el empleo de tecnologías y aplicaciones informáticas que permiten buscar, recuperar, analizar y visualizar de modo unificado datos heterogéneos y dispersos entre diferentes sistemas, con independencia de las aplicaciones empleadas para su creación y almacenamiento y de que estén en ficheros de texto o estructurados en bases de datos. Estas herramientas, haciendo uso de técnicas de minería de información, establecen asociaciones entre los datos y desvelan patrones ocultos, de acuerdo con el cumplimiento de unos criterios estadísticos y preestablecidos, que ayudan a la interpretación. La inteligencia de negocios sirve de apoyo para la gestión de diversas áreas de las empresas, como producción, finanzas, relación con clientes y proveedores, ventas, recursos humanos o logística.
Dentro de la inteligencia competitiva se encuentra incluida la inteligencia de mercados,que se obtiene a partir de la información relevante sobre el mercado en el que la empresa desarrolla su actividad y cuyo fin inmediato es proporcionar conocimiento permanente sobre el mismo, para facilitar el proceso de toma de decisiones al trabajar sobre necesidades específicas de la empresa.
8.8. Inteligencia criminal
También este término concita varias interpretaciones y se presta a confusión con otros conceptos, como inteligencia policial, inteligencia de seguridad pública, investigación criminal, criminología, criminalística, etc.
Inicialmente se entendía como inteligencia policial a la destinada al mantenimiento de la seguridad interior, el orden público y la persecución de la delincuencia. Pero desde finales del siglo XX y en este XXI, la inteligencia criminal abarca un ámbito mucho mayor que el estrictamente policial, al constituir una inteligencia que hoy elaboran, en distintos países, los servicios de inteligencia, las fuerzas armadas, unidades policiales, los servicios de aduanas, el sistema penitenciario, las instituciones financieras e incluso empresas privadas de seguridad.
De esta forma, la inteligencia criminal es un tipo de inteligencia útil para obtener, evaluar e interpretar información y difundir inteligencia necesaria para proteger y promover los intereses nacionales de cualquier naturaleza (políticos, comerciales, empresariales), frente al crimen organizado, al objeto de prevenir, detectar y posibilitar la neutralización de aquellas actividades delictivas, grupos o personas que, por su naturaleza, magnitud, consecuencias previsibles, peligrosidad o modalidades, pongan en riesgo, amenacen o atenten contra el ordenamiento constitucional y los derechos y libertades fundamentales.[6]
En cuanto a su diferenciación con la investigación criminal/policial, también identificada como actividad de policía judicial, la diferencia principal estriba en que esta se realiza al suscitarse un caso y se culmina con los logros investigativos obtenidos, alcanzando su esclarecimiento y resolución, mientras que la inteligencia es permanente; no reacciona ante la comisión de un delito, sino que opera continuamente sobre toda persona, actividad u organización que pueda parecer sospechosa de constituirse en una amenaza o implique un riesgo para la seguridad. Cuando hay ausencia de inteligencia o las medidas que propone no se aplican, el delito ya se ha cometido; el trabajo de inteligencia ha resultado infructuoso y el delito efectivamente materializado pasa a ser objeto de la investigación criminal/policial.
Por consiguiente, la inteligencia no persigue la resolución de un hecho delictivo. No opera en el ámbito de los tipos penales, sino en la esfera de las situaciones predelictuales; intenta aportar conocimiento para anticiparse y permitir a las autoridades neutralizar o disuadir las amenazas, riesgos y conflictos (carácter preventivo). La investigación criminal/policial actúa de forma absolutamente represiva, ya que interviene después de la comisión de un delito específico para identificar a sus autores y aportar las pruebas legales que posibiliten su procesamiento penal.
Otro aspecto que facilita la confusión de los términos lo constituye el hecho de que una misma información puede tener una doble finalidad: constituir indicios y pruebas para descubrir los elementos integrantes del hecho criminal para su enjuiciamiento (investigación criminal/policial), o constituir insumos que empleará el analista de inteligencia, que no el investigador policial, en la elaboración del producto de inteligencia, con independencia del momento exacto en el que se produce el conocimiento, sea este anterior o posterior al hecho delictivo. La afluencia continua de nuevos datos fruto de la comisión de delitos genera la imagen errónea de que siempre se llega tarde, resultando infructuoso cualquier esfuerzo por elaborar inteligencia.
Esta confusión se produce porque la fase de recolección de información para la elaboración de inteligencia (policial y criminal) y la fase de recolección de información, indicios y pruebas de la investigación criminal/policial, en muchas ocasiones discurren de forma simultánea versando sobre los mismos objetivos. Esta circunstancia genera confusos episodios de solapamiento al resultar harto complejo establecer las líneas de demarcación entre ambas, para identificar con nitidez donde empieza una y acaba la otra, por lo que el elemento esclarecedor reside en identificar sus utilidades y fines, que sí están bien diferenciados[7].
Por su parte, la inteligencia de seguridad pública, conocida por el acrónimo CRIMINT, puede definirse como la que sirve para identificar y neutralizar las amenazas reales y potenciales a la seguridad del Estado o a su orden constitucional resultante de actos de subversión, terrorismo y espionaje cometidos por personas, Estados o grupos nacionales o extranjeros. Asimismo, este término se aplica a las actividades de apoyo a las funciones de la policía, el mantenimiento del orden público y de la justicia criminal.
También relacionada con la inteligencia criminal y dentro de la CYBINT (ver punto 5.3.1) se encuentra la inteligencia de medios sociales (SOCMINT), que es la que está referida a las redes sociales y medios de comunicación de plataforma digital y los datos que las mismas generan. Contribuye a la seguridad pública a través de la identificación de actividades criminales, de la alerta temprana sobre desórdenes y amenazas al orden público, o a la construcción de conocimiento inmediato en situaciones rápidamente cambiantes. Es un tipo de inteligencia reciente que precisa un desarrollo legal.
8.9. Inteligencia sanitaria
Conocida como MEDINT y de aplicación fundamentalmente militar, es la que se deriva de la obtención y análisis de los elementos de epidemiología y ambientales en una determinada zona, así como los riesgos nucleares, biológicos, químicos y radiológicos (NBQR) para las fuerzas propias; de las capacidades sanitarias disponibles, propias y adversarias; de la infraestructura sanitaria y del personal sanitario existente en el teatro donde se efectúan las operaciones, tanto para su explotación en beneficio propio, como para la atención de la población civil de futuras zonas ocupadas[8].
8.10. Inteligencia de objetivos
Identificada con el acrónimo inglés TARINT es el tipo de inteligencia que facilita la selección de objetivos militares y realiza la evaluación de daños. En el apoyo a la selección de objetivos, trata de describirlos y situarlos. En caso de un objetivo compuesto por varias partes, o conjunto de blancos, indica sus vulnerabilidades, importancia relativa y la elección más conveniente de medios y momento de ataque para producir los efectos deseados. Los aspectos que deciden el ataque a un objetivo son su facilidad para ser identificado, la importancia relativa para contribuir a obtener el resultado final y el cumplimiento de la misión.
La evaluación de daños proporciona la información necesaria para conocer si se han logrado los efectos deseados.
8.11. Inteligencia psicológica
Conocida como PSYOPS es el tipo de inteligencia necesaria para la planificación, conducción y evaluación de las operaciones psicológicas, que proporciona información relativa a opiniones, creencias, actitudes o aspiraciones de las audiencias objetivo, así como sobre aspectos de carácter político, económico, militar, social y cultural de interés para las operaciones y para determinar los efectos que los productos y actividades de las operaciones psicológicas tienen en las audiencias objetivo.
8.12. Inteligencia sociocultural
Identificada por el acrónimo SOCINT, se elabora a partir de la información sobre asuntos sociales, políticos, económicos y demográficos para comprender las creencias, valores, actitudes y comportamientos de un actor o grupo social determinado, con el fin de prevenir y neutralizar amenazas a la seguridad. Es un tipo de inteligencia complementario de otras.
8.13. Inteligencia cultural
Bajo el acrónimo CULINT se identifica la inteligencia elaborada a partir de información social, política, económica y demográfica que proporciona un conocimiento que permite comprender la forma de actuar y las motivaciones de cualquier tipo de actor (aliado, neutral o enemigo), así como anticipar sus reacciones ante determinados acontecimientos. Analiza su cultura para entender mejor su visión del mundo, sus comportamientos y su forma de tomar decisiones. Ello hace posible interpretar mejor sus acciones y, por tanto, diseñar estrategias de cooperación o reacción mucho más efectivas. Es también un tipo de inteligencia identificado recientemente, que se está desarrollando debido a las cada vez más numerosas actividades multinacionales en respuesta a la globalización de las amenazas.
8.14. Inteligencia holística
Es la que se elabora por cualquier servicio que debe abordar el análisis y la interpretación de un asunto o de una situación con una perspectiva multidisciplinar, integrando información proveniente de múltiples fuentes y realizada por un equipo de trabajo de especialidades y procedencias diversas formado exclusivamente para la ocasión.
El concepto de inteligencia holística es relativamente reciente y está motivado por la continua ampliación del concepto de seguridad y, por tanto, el aumento de la complejidad de los asuntos que atienden los servicios de inteligencia, a lo que cabe añadir la sobreabundancia de información que se obtiene por medios técnicos.
Jiménez Moyano, Francisco. Manual de Inteligencia y Contrainteligencia. CISDE Editorial, 2012.
Kent, Sherman: Strategic Intelligence for American World Policy. Princeton, NJ, 1949. Edición en castellano 4ª Edic.: Buenos Aires, Editorial Pleamar, 1986.
[1] Kent, Sherman: Strategic Intelligence for American World Policy. Princeton, NJ, 1949. Edición en castellano: 4ª Edic. Buenos Aires, Editorial Pleamar, 1986.
[2] Sánchez Blanco, E.: OSINT (inteligencia de fuentes abiertas), en Díaz Fernández, A. M.:Conceptos fundamentales de inteligencia. Tirant lo blanch, Valencia, 2016, pp. 274-276.
[6] Sansó-Rubert Pascual, D. ¿Inteligencia criminal?: Líneas de demarcación y áreas de confusión. La necesidad de reevaluar su rol en la esfera de la seguridad y en la lucha contra la criminalidad organizada, en Velasco, Fernando y Rubén Arcos (eds.), Cultura de Inteligencia, un elemento para la reflexión y la colaboración internacional, Plaza y Valdés. Madrid. 2012. pp. 347-360.
[7] Sansó-Rubert Pascual, D. Inteligencia criminal, en Díaz Fernández, Antonio, (Dtor).Conceptos fundamentales de inteligencia. Tirant lo blanch. Valencia. 2016. pp. 223-231.
[8] Jiménez Moyano, F. Manual de Inteligencia y Contrainteligencia. CISDE Editorial. 2012. p. 33.
Editado por: Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI). Lugar de edición: Granada (España). ISSN: 2340-8421.
Se han constituido a lo largo del pasado y presente siglo como una pieza fundamental tanto de la seguridad nacional como de la política exterior de numerosos estados, amén de convertirse en fuente inagotable de inspiración para el mundo del cine y la literatura. Considerados por algunos como la delgada línea que protege a los países y ciudadanos de la inmensidad de amenazas que pululan por el globo y por otros como entes al servicio de los más oscuros propósitos del entramado estatal, la inteligencia y los servicios de inteligencia son, a día de hoy, actores de enorme importancia en todos los niveles de las relaciones internacionales.
El concepto de inteligencia
En contra de la creencia popular de reducir la inteligencia a espionaje, lo que abarca este término es mucho más amplio, y además de ser el correcto, es el que nos proporciona una visión general y completa de todo aquello que la inteligencia abarca. Partiendo de esta perspectiva, podemos definir la inteligencia como la información procesada que está destinada, por un lado, a ayudar a la toma de decisiones de un determinado receptor y por otro lado, la que se considera como un núcleo central para hacer frente a las amenazas y riesgos que puedan afectar antes o después tanto a los estados como a sus ciudadanos, tales como el terrorismo, el crimen organizado, flujos migratorios descontrolados, proliferación de armamentos, etc. Aquí hay que distinguir, y así lo hace el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) español, entre información e inteligencia. Información la entendemos como el simple punto de partida de cara a la elaboración de inteligencia, que como hemos dicho, es información ya procesada, esto es analizada, valorada, contrastada e interpretada.
Quienes realizan esta labor son los Servicios de Inteligencia. De manera resumida, son organismos del Estado que tienen como misión obtener información no alcanzable por otros órganos y difundir inteligencia sobre diversas amenazas, a fin de hacer posible su prevención y facilitar la toma de decisiones por parte de la autoridad competente, que por la importancia que tienen los servicios de inteligencia en la estructura de seguridad nacional, suele ser el Gobierno.
Bajo la definición antes ofrecida, podemos englobar casi cualquier aspecto político-económico que necesite de información elaborada de cara a obtener una ventaja o un mejor conocimiento de una situación determinada. La inteligencia más habitual es la que procede del Estado y está encaminada a la mejora de la seguridad nacional y la prevención de agresiones al Estado y sus ciudadanos, pero actualmente la inteligencia ha evolucionado hasta abarcar también cuestiones económicas, bien en facilitar la seguridad económica del propio estado, bien promovida por las empresas privadas en una perspectiva de mercado competitivo.
Sea como fuere, la elaboración de inteligencia sigue un ciclo muy marcado y que a grandes rasgos sigue seis etapas, si bien se pueden resumir en cuatro: dirección, obtención, elaboración y difusión. En la primera fase, la de dirección – en el ciclo como etapa de “análisis de las necesidades” –, el Estado fija un objetivo en materia de seguridad o política exterior a alcanzar. Esto es fundamentalmente una decisión política. Por poner dos ejemplos, esta decisión puede abarcar desde luchar con más ahínco contra un potencial agresor – un grupo terrorista o una mafia del narcotráfico – hasta investigar a un tercer país de cara a tener un informe más detallado de su desarrollo económico. En la siguiente fase, la de obtención, se consulta a las fuentes que el servicio de inteligencia tenga disponibles y sean útiles para el cometido en cuestión. Esto es simplemente recopilación de información, tanto de fuentes secundarias – más accesibles aunque menos fiables – como de fuentes primarias – con mayor dificultad de acceso pero con información de calidad –. Hasta aquí la recogida de información; ahora viene la inteligencia como tal. En la tercera gran fase, la etapa de elaboración, se traslada toda esa información recopilada a un grupo de analistas, que trabajarán con ella con la intención de que al final quede una información procesada que, siguiendo las pautas establecidas en el objetivo político, le sea útil a los decisores políticos para realizar las acciones más correctas posible al tener información fiable y completa. Esto último será la llamada fase de difusión.
Este ciclo de la inteligencia se retroalimenta constantemente, puesto que en base a la nueva información disponible, los decisores políticos reajustarán su agenda de cara a incluir distintas preferencias. Esto sería, por ejemplo, la creencia de que un grupo terrorista es muy peligroso para la seguridad nacional, pedir un informe a Inteligencia y que tras éste, comprobar que dicho peligro es inexistente, por lo que ese grupo terrorista perdería importancia dentro de la agenda política, cuyo puesto pasaría a ser ocupado por otro asunto.
Hasta aquí todo parece muy correcto e inocente, como si la inteligencia fuese una cosa sencillísima y que funciona en armonía. En absoluto. El análisis es cierto que no entraña más dificultad ni variedad que la de una o varias personas analizando e interpretando información de cara a hacer un informe para el político de turno. Lo complicado, y que a veces se interna en lo ilegal, es la recogida de información. Esta es sin duda la parte más “artística” de la inteligencia, ya que en ella es en la que giran todas las grandes y conocidas tramas en torno al espionaje o las operaciones encubiertas. Podemos resumir en que hay cuatro vías por las que se puede obtener información de cara a una posterior elaboración de inteligencia: la humana, por imágenes, por señales y mediante fuente abierta. La primera de ellas, la inteligencia humana, procede, como su propio nombre indica, de fuentes humanas. Este es el método más antiguo y el que popularmente se conoce como “espionaje”. Al haber dos tipos de fuentes, la inteligencia humana varía. Por ejemplo, si estuviésemos recopilando información sobre un cártel de la droga, la inteligencia humana de fuentes primarias sería preguntar a un confidente o a un infiltrado en la banda, mientras que en fuentes secundarias sería hablar con un experto – académico o periodista – en ese cártel; la inteligencia por imágenes se obtiene de imágenes obtenidas por diversos métodos, tales como aviones, satélites, personas, etc.; la inteligencia por señales consiste principalmente en la interceptación de comunicaciones de terceros, lo que se conoce coloquialmente como “escuchar”; por último, la inteligencia por fuentes abiertas es la obtención de información disponible de manera pública, como en periódicos, revistas especializadas o internet. Este método es actualmente uno de los más utilizados y con mayor potencial, sobre todo gracias a la red de redes.
El quién es quién de la Inteligencia mundial
La Inteligencia es un aspecto clave en la política de seguridad de los estados. Es por ello que casi todos los países del mundo tienen unos servicios de inteligencia organizados y cuya permanencia y funcionamiento es casi de obligado cumplimiento para ellos. Por lo general, los estados pequeños o medianos – entendiendo esto como el peso de los mismos en la escena internacional –, tienen unos servicios de inteligencia orientados a la seguridad interior, en proteger al país de amenazas externas y a menudo, transnacionales. En el caso de los países que tienen un papel regional o global de importancia, la proyección de la inteligencia también acaba acoplándose con la política exterior, y dentro de esta se convierten en un actor relevante por recursos y capacidad operativa, haciendo además de la seguridad nacional algo que combatir de manera extraterritorial, en otros países, no sólo en el propio.
En este último aspecto comentado, no han sido pocas la veces, especialmente en los últimos cien años, en la que los servicios de inteligencia han sido protagonistas o importantes participantes en cambios políticos bruscos y de relevancia. Estos, por supuesto, venían de los estados con numerosos recursos destinados a estas actividades. A día de hoy, muchos de esos servicios de inteligencia con peso histórico siguen siendo los predominantes en el planeta, y es por ello que hablaremos brevemente de ellos.
La naturaleza de los mismos es variada. En algunos existe una agencia de seguridad interior y otra de seguridad exterior, mientras que otros países tienen un solo servicio de inteligencia; también hay lugares en los que la inteligencia depende de la policía de dicho país, del ejército o es un organismo independiente de todos ellos. A causa de estos factores, algunos estados tienen uno, dos o incluso tres servicios de inteligencia funcionando a la vez, coordinándose y cooperando además de manera habitual con sus policías nacionales, servicios de aduanas, fuerzas armadas, servicios de inteligencia de otros países o incluso Organizaciones Internacionales como Interpol.
CIA/FBI/NSA (Estados Unidos)
La primera potencia económica actual y hegemón global desde la Segunda Guerra Mundial no se ha privado de tener un buen entramado de inteligencia que responda adecuadamente a las necesidades e intereses que han tenido y tienen los Estados Unidos a partir de 1945. De los tres pilares principales que sujetan la seguridad nacional norteamericana, la Central Intelligence Agency (CIA) es, además de la más conocida, la más importante. Su papel es exclusivamente exterior, por lo que centra sus labores de inteligencia fuera de las fronteras de Estados Unidos.
Creada en 1947, sus principales cometidos se centran en la elaboración de inteligencia, así como la actuación en materia de antiterrorismo, redes de tráfico de drogas, personas o armas, proliferación de armamentos y la lucha contra diversos tipos de riesgos y amenazas que pudiesen hacer peligrar a los EEUU. Sus enorme disponibilidad histórica de recursos, tanto económicos como técnicos y humanos, ha hecho de la CIA un actor presente en infinidad de países a partir del comienzo de la Guerra Fría y dentro de la política exterior “inamistosa” de los Estados Unidos en los últimos setenta años, ha sido su principal brazo ejecutor. En América Latina saben bien del protagonismo de la CIA en su historia política reciente. Guatemala, Chile o Cuba fueron objetivo de Langley dentro de la política de contención del comunismo. Los dos primeros golpes de estado fueron exitosos para los intereses estadounidenses, ya que tanto los presidentes Jacobo Arbenz en 1954 y Salvador Allende en 1973 fueron sustituidos por dictaduras militares favorables a Estados Unidos; el intento en Cuba fracasó en Bahía de Cochinos. En otros lugares, tales como Irán durante la revolución de 1979 y la crisis de los rehenes de la embajada estadounidense, Afganistán, Pakistán – incluyendo la muerte de Bin Laden – o Irak, la presencia de la CIA ha sido vital para los intereses de Washington.
Dentro de las fronteras norteamericanas, la misión de salvaguardar la seguridad nacional recae en la Federal Bureau Agency (FBI). Su fundación, que se remonta a 1908, fue el primer paso en dotar al entramado institucional estadounidense de un cuerpo policial y de justicia a nivel federal. Con el tiempo y gracias al reforzamiento del estado central, las funciones del FBI han ido derivando hacia un cuerpo dedicado a las investigaciones criminales que afectan a todo el país. Como servicio de inteligencia se ha configurado más bien como de contrainteligencia, ya que además de combatir amenazas como el terrorismo o el cibercrimen, también emplea especial atención en prevenir el espionaje y la inteligencia de terceros países.
Por último, la recientemente conocida National Security Agency (NSA) por sus espionajes en Europa, es el tercer puntal de la inteligencia estadounidense. Lleva funcionando desde 1952 y su labor es muy concreta pero no por ello poco importante: seguridad de la información. Esto, al ser la materia prima de la inteligencia, es primordial que sea fácilmente obtenida la ajena y convenientemente protegida la propia. En los últimos años, con la proliferación cada vez más rápida de las tecnologías de la comunicación e información, Internet o redes sociales, el correcto trabajo con la información se ha vuelto totalmente necesario, más todavía para el país que pretende seguir siendo primera potencia mundial.
Al contrario que la CIA o el FBI, la NSA era un servicio totalmente desconocido para el gran público. Su trabajo, que es menos “de campo”, había pasado muy desapercibido durante décadas hasta que en 2013, Edward Snowden, exempleado de la CIA y la NSA que filtró toda una serie de actuaciones ilícitas de la NSA en Europa, con intercepciones de millones de llamadas y mensajes telefónicos, incluyendo los de algunos presidentes europeos. Este descarado espionaje, a veces apoyado por servicios secretos nacionales europeos, provocó una crisis entre muchos estados europeos y los EEUU que obligó a Obama a remodelar la NSA.
MI5/MI6 (Reino Unido)
Los británicos, allá en 1909, sintieron la necesidad de crear un servicio de información e inteligencia que les ayudase a entender mejor un mundo, especialmente Europa, cada vez más convulso y que caminaba al precipicio por el que el Viejo Continente se arrojó en 1914. Así nació el Secret Service Bureau. En su origen, y así ha perdurado hasta nuestros días, el servicio secreto británico se desdobló en dos secciones: el MI5, encargado de la seguridad e inteligencia interior, y el MI6, cuyas funciones de inteligencia se desarrollan fuera de las fronteras del Reino Unido.
La época dorada de ambas secciones fue durante las dos guerras mundiales. En el teatro europeo, las actividades del MI6 fueron constantes en las guerras contra Alemania, y fue entonces donde la inteligencia británica perfeccionó su sistema, ya que recordemos que hasta la segunda mitad del siglo XX no aparecería la inteligencia estadounidense, por lo que en aquellos años, el MI5 y el MI6 no tenían rival.
Con el comienzo de la Guerra Fría, la inteligencia británica quedó alineada con los intereses de la inteligencia norteamericana, que al menos en Europa era contener y combatir el comunismo. Así, los servicios secretos del Reino Unido perdieron bastante autonomía, quedando a menudo relegados a colaboradores de la CIA en sus operaciones en el continente europeo. En esta época, uno de las mayores manchas en el expediente del MI6 vino en 1990 cuando se descubrió en Italia la relación de la inteligencia británica y estadounidense con el grupo terrorista Gladio y la Operación Gladio.
La finalidad de dicha operación era formar grupos paramilitares anticomunistas en diversos países europeos para que actuasen de guerrilla en caso de invasión soviética de Europa Occidental. Al final acabó derivando en la consolidación de varias células terroristas en países del sur de Europa como Italia, Grecia, Turquía o España cuya misión era combatir el avance social y electoral de la izquierda comunista, muchas de las veces por métodos violentos. Con el paso de los años, Gladio quedó bastante desligado de las intenciones de la inteligencia británico-estadounidense, produciéndose atentados muy sangrientos y colaboraciones en golpes de estado, como en Grecia o Turquía.
Mosad (Israel)
Israel se convirtió ya desde su nacimiento en 1948 en un país en permanente estado de alerta. Su conformación como estado, así como las fricciones étnico-religiosas con los vecinos hizo que desde el primer día todos los estados limítrofes con Israel le fuesen hostiles, una hostilidad que se demostró con la primera guerra árabe-israelí de 1948-1949. Esta hostilidad, si bien se ha relajado en los últimos tiempos – ya no hay guerras abiertas –, no ha desaparecido, por lo que Israel sigue amenazado, bien por los países musulmanes de la zona, bien por el terrorismo islamista.
Con esta situación sobre la mesa, en 1949 se fundó el Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales, cuyas siglas en hebreo son Mosad. Sus operaciones han sido numerosas, sobre todo de cara a mantener la estabilidad en Oriente Medio en general y la de Israel en particular. El Mosad no es que sea muy distinto a otros grandes servicios secretos de cara a combatir amenazas fuera de sus fronteras, pero bien es cierto que los israelíes siempre han sido bastante contundentes con sus objetivos y han predicado abiertamente el “ojo por ojo”. Desde las operaciones “cazanazis” en la posguerra, cuyo culmen llegó con la captura por parte del Mosad con posterior juicio y ejecución pública de Adolf Eichmann, el planificador del exterminio de judíos en el régimen nazi hasta la Operación Cólera de Dios, diseñada de cara a eliminar a los autores palestinos del asesinato de 11 atletas israelíes durante los Juegos Olímpicos de Munich de 1972. Esta última acción tuvo bastante visibilidad gracias a la película “Munich”, de Steven Spielberg. Por supuesto, otra gran cantidad de operaciones y eliminaciones se han sucedido a lo largo de los años, operaciones que además son publicitadas por el propio estado israelí con la intención de demostrar que quien atenta contra Israel puede recibir un golpe de vuelta.
La Unión Soviética fue una potencia la mayor parte de los años en los que existió. Tenía un poder industrial y una influencia política considerable, además de unas fuerzas armadas numerosas complementadas por una notable capacidad nuclear. La mano de su servicio secreto, el KGB, llegaba a cualquier rincón del planeta con precisión y eficacia. Todo eso terminó en 1991 cuando el gigante soviético se desmoronó y el principal perjudicado fue su sucesor, Rusia. El oso ruso, aquejado de la crisis de su predecesor, desapareció durante dos décadas de la escena internacional, relegado a potencia regional en Europa Oriental, el Cáucaso y Asia Central. La influencia política soviética y la red del KGB se esfumó con la sustitución de la hoz y el martillo por la tricolor rusa. Sobrevivieron algunas estructuras, pero sólo nominalmente. En la realidad, los servicios secretos rusos habían perdido gran parte del terreno ganado desde que León Trotsky empezase a organizar el Ejército Rojo.
Actualmente, parece que Rusia comienza a despertar. Su inclusión en el grupo BRIC, la consolidación en Europa Oriental y su extensión a Oriente Medio a colación de la guerra civil en Siria ha hecho que los servicios secretos del Kremlin deban estar a la altura de la proyección que desea Moscú.
Al igual que las grandes potencias político-militares del mundo, Rusia también posee un servicio de inteligencia interior y otro exterior, además de la inteligencia militar. Los servicios de inteligencia civiles proceden directamente del soviético KGB, disuelto en 1991 tras la implicación en el fallido golpe de estado en la todavía URSS. Así, el servicio interior se personificó en el Servicio Federal de Seguridad (FSB), encargado de labores de contraespionaje y antiterrorismo – que en Rusia ha sido un problema grave sobre todo con el terrorismo checheno – y dependiente directamente del Kremlin. En la vertiente exterior, el servicio secreto ruso se enmarca bajo el Servicio de Inteligencia Extranjera o SVR, que se encarga, como en la mayoría de potencias, de realizar la mayor parte de la inteligencia de dichos países. En los últimos tiempos, el SVR ha estado presente – al igual que otros servicios secretos, obviamente – en Ucrania, Siria o Asia Central. Por último, el GRU (Departamento Central de Inteligencia) es la rama militar de la inteligencia rusa, ligada también a las operaciones especiales.
En el apartado de las intervenciones sonadas de la inteligencia rusa, destacan por el envenenamiento de sus objetivos. Dejando en el olvido las operaciones del KGB, los servicios secretos rusos han sido sospechosos en diversos escándalos por muertes. Los casos más conocidos, los relativos al polonio-210. En 2006, el exagente del KGB Alexander Litvinenko, que trabajaba para el CNI español y el MI6 británico, fue envenenado con el comentado elemento radiactivo, que acabó causando su muerte. El agente, crítico con ciertas políticas de Vladimir Putin, fue supuestamente envenenado por el FSB o el SVR, ya que figuraba en la lista de objetivos del FSB. El segundo caso con polonio tuvo el dudoso honor de protagonizarlo Viktor Yuschenko, también en 2006. Quien liderase la Revolución Naranja en Ucrania y se convirtiese en presidente tras derrotar a Viktor Yanukóvich – el recién depuesto presidente ucraniano – fue envenenado con el susodicho polonio 210 en una cena con los servicios secretos. Yuschenko tuvo mejor suerte que Litvinenko y consiguió salir vivo del incidente. La sombra de la autoría siempre rondó sobre los servicios secretos rusos, ya que el envenenado Yuschenko era un presidente enormemente proeuropeo y nacionalista ucraniano, algo absolutamente contrario a los intereses de Moscú, que no tiene – y así ha quedado claro en la última crisis a orillas del Mar Negro – ninguna intención de dejar que Ucrania se acerque a Europa.
ISI (Pakistán)
No es un caso frecuente, pero existen algunos países que han vivido siempre entre la espada y la pared. Uno de ellos, Israel, ya lo hemos visto; otro ejemplo bien podría ser Pakistán. Su posición geográfica entre Irán, Afganistán e India hace que sea un pivote regional y un punto de paso obligado para muchas dinámicas de la región. Si a esto le añadimos la enorme enemistad con la India y la capacidad nuclear, sus necesidades estratégicas y de seguridad son enormes.
En 1948 fue creado por tanto el Inter-Service Intelligence o ISI pakistaní, un servicio de inteligencia que sustituía a los servicios de los distintos cuerpos del ejército de cara a tener un servicio unitario y que funcionase bajo directrices del gobierno y no de los militares – aunque en Pakistán esta diferencia no es demasiado palpable –. Sus funciones son las básicas de cualquier servicio secreto, si bien en el caso del servicio pakistaní, las funciones de seguridad interior y exterior están concentradas en el ISI, por lo que desarrolla tanto labores de inteligencia como de contrainteligencia, antiterrorismo y coordinación de mandos y operaciones.
El papel del ISI se empezó a incrementar con la desestabilización de Oriente Medio-Asia Central a partir de la Revolución Iraní y el recrudecimiento de la Guerra Fría. Así Pakistán, aliado por conveniencia – no por convicción – de Estados Unidos, siguió de cerca los sucesos que llevaron al exilio del Sha en Irán en 1979, al igual que colaboró con la CIA en financiar y armar a los talibanes que luchaban en Afganistán contra las tropas soviéticas. Por supuesto que como operaciones propias, la zona de Cachemira, eterna disputa regional, ha sido un foco constante de intentos del servicio secreto pakistaní de desequilibrar la balanza a favor de Islamabad.
MSS (China)
La proyección del Imperio del Medio ha sido tan rápida que en unas pocas décadas han tenido que renovar muchas estructuras y políticas, tanto internas como exteriores. El desmarque prematuro de China de las dinámicas EEUU-URSS durante la Guerra Fría hizo que las amenazas, al menos militares, se relajasen bastante, y por lo general China tuvo un desarrollo regional tranquilo. Todo eso cambió a partir de los años 80, cuando el régimen de Pekín se propuso hacer despegar al país. Con cifras de crecimiento desorbitadas, China fue adelantando progresivamente a muchos países en su potencial económico y asentó una influencia regional y global creciente. A día de hoy China participa y tiene voz en todo el planeta, especialmente en África y por supuesto, Asia. En el interior, conflictos no resueltos como el del Tíbet o los uigures de Xinjiang resultan a veces un dolor de cabeza para el Partido Comunista Chino; fuera de sus fronteras, la expansión económica y política en África, la tensión en el Mar de China o las relaciones con el grupo BRIC son prioridades absolutas y que precisan de una inteligencia que respalde la política china.
El Ministerio de Seguridad Estatal de la República Popular China (MSS) fue instituido en 1949, en cuanto se proclamó la RPC. Su control, al igual que por ejemplo el ejército chino, depende del Partido Comunista Chino y no del propio Estado. Sus labores se centran en la seguridad de China tanto fuera como dentro de las fronteras del país. Bien es cierto que el MSS no ha tenido operaciones de envergadura similares a las que haya podido hacer la CIA o el Mosad, sino que el modelo chino de inteligencia se centra más en la recopilación de información. Sus redes de espionaje son extensísimas y numerosas, apoyándose en muchos casos en los inmigrantes chinos que existen en los países a espiar. Así, África, Europa o Estados Unidos son puntos clave de la inteligencia de Pekín. Con este último país ha habido bastantes escándalos de espionaje, ya que unas cuantas veces se han destapado redes chinas infiltradas en lo más profundo del entramado político-militar norteamericano. Igualmente, la otra gran baza de la inteligencia china es el ciberespionaje. Esta rama, muy verde todavía en muchos países, es aprovechada por el MSS para lanzar masivos ataques cibernéticos a bases de datos en EEUU, Europa o Australia.
DGSE (Francia)
Francia es un país al que se le lleva décadas dando por muerto en la escena internacional, pero siempre, cuando el hambre aprieta, acaba por remarcar su papel. Es cierto que como potencia global ha perdido todo o casi todo, pero es indudable que en Europa ha sido en los últimos tiempos un polo de poder junto con Alemania. Además, se ha hecho notar en África central – Mali o la República Centroafricana – para defender sus intereses, especialmente su seguridad energética, con un despliegue que pocos países en el mundo pueden hacer.
Por todo esto, en 1982 nacía la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE), sucediendo al Servicio de Documentación Exterior y Contraespionaje. Entre sus funciones destaca la elaboración de inteligencia para proteger los intereses franceses en el exterior y labores de contraespionaje para impedir lo propio en suelo galo. Como operaciones importantes de la DGSE destacan el hundimiento del barco de Greenpeace Rainbow Warrior en 1985, los intentos de asesinar al dictador libio Muammar al-Gadafi a finales de los setenta y la ejecución de un golpe de estado en la República Centroafricana en 1979 para instaurar un gobierno francófilo.
INTCEN/SITCEN/EUROPOL (Unión Europea)
Sí, la UE tiene servicios de inteligencia. Pequeños y con poco peso, pero tiene. Su importancia no radica en el momento actual, sino en el peso que podrían llegar a adquirir en unas décadas si la Unión Europea sigue avanzando políticamente, ya que acabaría siendo un pilar fundamental de la seguridad y política exterior europea. Nunca está de más conocer unos actores que a día de hoy son absolutamente desconocidos en la escena internacional, y más para el ciudadano de a pie.
Con el desarrollo del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) a partir de 2010, varios organismos de inteligencia han quedado incluidos en dicha estructura. El primero de ellos, el Centro de Análisis e Inteligencia de la UE (INTCEN), nació en 1999, pero tuvo el impulso a partir del comentado desarrollo del SEAE. Junto con el Centro de Situación de la UE (SITCEN), forman la espina dorsal de la inteligencia europea. Entre sus funciones destacan proveer de información exclusiva a su organización; proveer asesoramiento e informes y un amplio espectro de productos basados en inteligencia y fuentes abiertas; actuar como un punto de entrada en la UE para información clasificada procedente de estados miembros, civiles y servicios de seguridad; por último, apoyar y asistir a los presidentes del Consejo Europeo y la Comisión en el ejercicio de sus respectivas funciones en el área de las relaciones exteriores.
Por último, EUROPOL. La función de EUROPOL es, desde su sede en La Haya, prevenir y combatir riesgos y amenazas que afecten a la seguridad ciudadana de la Unión Europea. No se incluyen aspectos militares, sino que todo son riesgos y amenazas “civiles”, que además son trasladadas a los estados miembro, competencias de las policías o los cuerpos de seguridad de los estados. Por tanto, sus fines claros son combatir el terrorismo, los delitos de índole económica, las mafias, el tráfico de personas, drogas, cibercrimen y en definitiva, los grandes problemas que afectan de manera transnacional a la Unión Europea, no solamente a uno o unos pocos países.
El presente artículo es el resultado de una investigación básica que iniciamos a requerimiento de nuestro amigo y colega argentino Julio Esteban Fabiano, por allá en mayo del año 2012. El requerimiento inició con una solicitud de Fabiano. Necesitaba organizar un curso de historia de la inteligencia para sus alumnos en Buenos Aires y quería saber si existía una referencia histórica del origen del ciclo de inteligencia como lo conocemos hoy en día, más antigua que la planteada por Sherman Kent en su libro Inteligencia Estratégica del año 1949.
Yo le indique a Fabiano que nunca me había preocupado en particular de ese tema, pero que era interesante y con mucho gusto lo iba a apoyar en la búsqueda. Y sin ser profesionales de esa área de la ciencia, un par de analistas de inteligencia se embarcaron en una misión de historia.
Previo al inicio de la investigación y con miras a orientar a aquellos interesados en el tema que no conozcan el Ciclo de Inteligencia, procedemos a dar uno de sus aceptados conceptos por parte de la comunidad de inteligencia internacional y presentar una de sus versiones gráficas.
El Ciclo de Inteligencia es un proceso de cinco fases que se emplea para la transformación de información en inteligencia o conocimiento. Las cinco fases del proceso son las siguientes:
Dirección y Planificación: Se reciben las tareas asignadas al órgano de inteligencia y se elabora la planificación de lo que debe hacerse para producir la inteligencia. Se establecen las direcciones a seguir y se determina lo que se sabe de la misión asignada y lo que se desconoce para buscarlo. Se establecen las diferentes formas y métodos para obtener la información.
Búsqueda o colecta: La información requerida se obtiene por medios abiertos o encubiertos, se elabora el llamado plan de búsqueda y se establecen que medios y métodos van a ser necesarios emplear para buscar o colectar la información. Normalmente en esta fase se evalúan la fuente y la información colectada.
Procesamiento: Toda la información recibida que viene normalmente en diferentes tipos de formatos, reportes escritos, fotografías, audios, vídeos, imágenes satelitales, mapas, etc, se llevan a un reporte que pueda ser revisado por los analistas de forma sencilla “traducida”.
Análisis y producción: Durante esta fase, se revisa toda la información procesada y se organiza de forma tal que se obtenga el mejor panorama de lo que sabemos y ocurre del objetivo que nos dieron a investigar “armar el rompecabezas”. Es aquí donde se da respuesta a la interrogante o requerimiento recibido. Se evalúa que es lo que está ocurriendo, que puede ocurrir en un futuro y como afecta la misión de la organización.
Difusión: Es la fase final y consiste en entregar un reporte escrito al líder de la organización que solicitó el requerimiento de información sobre los hallazgos obtenidos. Los resultados de la investigación pueden originar nuevos requerimientos del líder de la organización que se transforman en nuevos requerimientos de información y así el ciclo se inicia de nuevo.
Ciclo de Inteligencia de cinco fases empleado por la CIA
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Existen variantes a este ciclo de inteligencia, algunas organizaciones manejan solo cuatro fases: Dirección, obtención o búsqueda, elaboración y difusión. En la elaboración se hacen las fases de procesamiento y análisis.
Si bien estuvimos de acuerdo desde un comienzo de la investigación que el término Ciclo de Inteligencia no se usó como tal en la antigüedad y menos con la aplicación del proceso de cinco fases que conocemos hoy en día para producir conocimiento, debíamos ir hasta la antigüedad para conseguir al menos alguna semejanza con el actual ciclo y tratar de detectar las mejores similitudes debidamente escritas y registradas en la historia.
Fabiano inicialmente propuso como registro histórico escrito más antiguo de la inteligencia, el episodio de los doce espías enviados por Moisés hacia la tierra prometida, registrado en el antiguo Testamento en el libro Números 13:1-14:12, escrito aproximadamente en el 1400 A.C. Donde los requerimientos de información en forma de pregunta que le hizo Moisés a los doce príncipes israelitas fueron las siguientes: ¿Cómo están la tierra y el pueblo que la habitan? ¿Eran fuertes o débiles sus habitantes? ¿Poco o muy numeroso? ¿Era la tierra que habitaban buena o mala? ¿Eran las ciudades fortificadas o abiertas? ¿Era la tierra fértil o infertil?
No observamos en este episodio registrado de la historia, algún indicio del ciclo de inteligencia moderno, mas si pudimos observar lo que es un clásico registro de Elementos Esenciales de Información que todo órgano de búsqueda de inteligencia debe llevar adelante como parte del proceso de producción de conocimiento.
Para esas fechas había entrado en contacto con la Doctora Rose Mary Sheldon, historiadora y arqueóloga dedicada a la inteligencia. Me había solicitado que le tradujera uno de sus artículos de reciente publicación, en este se trataba la historia del analista de inteligencia “más antiguo registrado de la historia”, con fecha de ocurrencia más antigua aún que el episodio de los doce israelitas enviados por Moisés a la tierra prometida. Es el caso del rey Shamshi-Adad I que vivió en lo que hoy es Siria, antigua Mesopotamia. Este rey de acuerdo a tablillas de barro recuperadas de distintas excavaciones arqueológicas ya analizadas y fechadas para el año 1800 A.C., dejan a Shamshi-Adad I como el agente de inteligencia más antiguo registrado de la historia, incluso más antiguo que los doce espías de Moisés. En las excavaciones de una de las ciudades antiguas llamada Mary, se detectó un centro de inteligencia, donde se recopilaban las tablas de arcilla provenientes de diferentes reinos enemigos para ser traducidas y analizadas por los expertos de Shamshi.
De la traducción de las tablillas de arcilla, se ha determinado que Shamshi-Adad I empleaba espías con diferentes propósitos, también empleaba la inteligencia para fines militares, para impedir la traición, la subversión y para garantizar la seguridad interna del reino.
Shamshi-Adad I es el analista de inteligencia registrado más antiguo de la historia
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En el caso de Shamshi-Adad I, no observamos alguna aproximación para la investigación del moderno ciclo de inteligencia.
El siguiente paso propuesto por Fabiano fue revisar El Arte de la Guerra de Sun Tzu. Escrito hace unos 500 años A.C., es uno de los libros de obligatoria lectura de casi todas las escuelas militares del mundo. Dedica Sun Tzu el artículo XIII y último de su libro a los agentes secretos. En este indica los diferentes tipos de agentes y las misiones asignadas para que proporcionen a su soberano o comandante, de todas las informaciones que puedan ayudar a derrotar al enemigo. El autor cierra el capítulo con el siguiente comentario: “Por este motivo solamente el soberano sabio y el general que sepan utilizar como agentes a las personas más inteligentes tendrán la certeza de realizar grandes cosas. Las operaciones secretas son esenciales en la guerra; de ellas depende el ejército para realizar cada uno de sus movimientos”.
Finaliza Sun Tzu con una máxima de la inteligencia militar: “Un ejército sin agentes secretos es como un hombre sin ojos y sin oídos”. De allí aquella frase típica que se leía en todas las oficinas o unidades de inteligencia: “El oficial de inteligencia son los ojos y oídos del Comandante o de la Unidad”.
Sun Tzu tampoco nos aportó mayores detalles en nuestra búsqueda del ciclo de inteligencia moderno.
Le hice saber a Fabiano que recordaba un escritor más moderno que había empleado si la palabra Inteligencia expresamente en otro libro clásico del estudio de la guerra. Carl von Clausewitz en su Arte de la Guerra (1832), emplea directamente el término de inteligencia y la define de la siguiente forma: “Por inteligencia entendemos aquí todas las informaciones sobre el enemigo y su país que, en definitiva, constituyen la base de nuestros planes y operaciones”. Obviamente que ese si era un concepto más cercano al que manejamos todos en la actualidad, sin embargo, el escrito sobre la inteligencia en la guerra de Clausewitz es muy corto y se enfoca más en la actitud y experiencia del oficial de inteligencia que en el propio proceso en sí.
Con el Mayor General Carl von Clausewitz, conseguimos un primer concepto de nuestro ciclo de inteligencia. Al menos de la inteligencia moderna o como la conocemos hoy en día y que era lo que estábamos buscando.
Habiéndose agotado la poca bibliografía existente sobre el tema y como habíamos conseguido ya un concepto moderno de inteligencia en el libro de Clausewitz, le propuse a Fabiano seguir una línea de investigación con los alemanes, buscar fuentes humanas que de alguna forma nos pudiesen orientar mejor en la investigación. Clausewitz había estudiado en la Academia Prusiana de la Guerra, que fue disuelta durante la segunda mundial y posiblemente algún historiador alemán nos pudiera indicar si conocía de algún libro de inteligencia redactado en esa academia o de alguna asignatura relacionada con nuestro tema.
Logramos contactar en esta línea de investigación, al Doctor Wolfang Krieger quien para el momento fungía como Director de la Asociación Internacional de la Historia de la Inteligencia (http://intelligence-history.org/) con sede en Alemania. Le hicimos saber al Doctor Krieger primero de la investigación que estábamos llevando adelante en búsqueda de quien había inventado el ciclo de inteligencia, y en segundo lugar, de la hipótesis de que pensábamos podían existir algunos escritos de la Academia Prusiana de la Guerra, relacionados con el ciclo de inteligencia moderno y sus fases.
El Doctor Krieger muy gentilmente nos respondió. De la segunda pregunta nos dijo que no había hecho alguna investigación sobre el tema y que no tenia mayor información al respecto (nos quedó abierta esa línea de investigación con la Academia Prusiana de la Guerra), pero si conocía de un especialista de los Estados Unidos dedicado a la investigación sobre el ciclo de inteligencia. Y nos refirió al Doctor Arthur Hulnick de la Universidad de Boston.
Contactamos al Doctor Hulnick y este nos comentó que él había estudiado en sus comienzos en la inteligencia (Hulnick de acuerdo a su currículo se unió a la Agencia Central de Inteligencia de los EUA en 1964) el Ciclo de Inteligencia del libro de Sherman Kent de Inteligencia Estratégica de 1949 (lo que nos hacía cruce con la información original de Fabiano). Nos recomendó contactar a un colega de la Universidad de Mercyhurst, el Doctor Kristan Wheaton que según tenía entendido, estaba llevando adelante una investigación con un grupo de trabajo sobre los orígenes del ciclo de inteligencia.
Contactamos al Doctor Kristan Wheaton quien realmente contaba con información completamente nueva para nosotros y con un Ciclo de Inteligencia registrado bibliográficamente, más antiguo que el de Sherman Kent. Nos informó que ya tenía tiempo trabajando con un equipo de estudiantes en esta tarea. Nos indicó que había conseguido un Ciclo de Inteligencia que había sido publicado un año antes (1948) del libro de Sherman Kent. Se trataba de un libro de inteligencia militar bajo el título de Intelligence is for Commanders, La inteligencia es para Comandantes, escrito por los Tenientes Coroneles Robert Glass y Phillip Davidson. En este libro se presentó y se nombró textualmente el término ciclo de inteligencia como lo conocemos modernamente y que observamos en la gráfica a continuación:
Se observa claramente el nombre de Ciclo de Inteligencia y las fases que responden o que dan apoyo al cumplimiento de la Misión:
Dirección del esfuerzo de búsqueda o colecta.
Búsqueda o colecta de información.
Procesamiento de la información.
Uso de la inteligencia.
El libro La Inteligencia es para Comandantes, era un texto para la enseñanza de las técnicas de la inteligencia militar como se impartía en esos días. El libro trae hojas transparentes (conocidas como papel cebolla en algunos círculos) para que los alumnos levantaran sobre las cartas o mapas a manera de calcos, los puntos críticos, la ubicación de las unidades enemigas, las direcciones de aproximación, etc. Es la versión antigua de lo que se conoce o se explica hoy en día en las escuelas de inteligencia militar como la Preparación de Inteligencia del Campo de Batalla.
Podemos observar la portada del libro La Inteligencia es para Comandantes a continuación:
Portada del libro Intelligence is for Commanders de Glass y Davidson (1948)
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Nos explicaba el Doctor Wheaton que si bien después de una búsqueda intensiva con su grupo de investigadores, el Ciclo de Inteligencia de Glass y Davidson era el más antiguo bibliográficamente registrado que habían conseguido; pero que había tenido la oportunidad de obtener descripciones (no exactas aunque muy parecidas) del ciclo de inteligencia de la década de 1920. Y que seguía en la búsqueda. Nos decía que todavía tenía la inquietud por saber quien había sido la primera persona u organización que había hecho uso del término de Ciclo de Inteligencia, de sus fases y porque razón.
Nosotros le explicamos al Doctor Wheaton que coincidíamos con su inquietud y que estábamos pendientes con una línea de investigación que nos parecía interesante por Alemania, dado el uso del término de Inteligencia por parte de Clausewitz ya en el siglo XIX, y de las posibilidades de conseguir mayor información haciéndole seguimiento a los estudios que se impartían en lo que fuera la Academia Prusiana de la Guerra, sobre todo a comienzos del siglo XX. Le pareció al momento una propuesta y línea de investigación interesante. Si obteníamos algún resultado, nos agradecía lo compartiéramos con él. Por supuesto que si fue nuestra respuesta.
Obviamente que hasta aquí llegamos con nuestra investigación para apoyar al amigo y colega Julio Esteban Fabiano con su clase de historia del Ciclo de la Inteligencia, para sus alumnos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Algunas reflexiones finales de este corto y sencillo trabajo de investigación que exponemos a continuación:
El ciclo de Inteligencia que empleamos hoy en día tiene sus raíces en el mundo militar.
El ciclo de inteligencia pudo haber nacido a comienzos del siglo XX, coincidiendo con el auge de la revolución industrial y el uso de procesos para las distintas actividades complejas de la época, incluyendo el uso del proceso de la Inteligencia en la guerra.
El ciclo de inteligencia más antiguo del que tenemos referencia bibliográfica hasta el momento, es el de los Tenientes Coroneles Robert Glass y Phillip Davidson, de su libro La Inteligencia es para Comandantes, publicado en el año 1948.
Si este artículo despierta el interés en algunos colegas que quieran integrarse a la búsqueda, bienvenidos. Y por favor si consiguen alguna nueva bibliografía o línea de investigación, compártanla con nosotros.
Estos seis hábitos te harán más inteligente, según la ciencia
Conoce algunas actividades reveladas por distintos estudios científicos, que ayudan a incrementar la capacidad mental o inteligencia.
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La inteligencia es la capacidad del intelecto para resolver problemas de forma creativa. Es decir, que esa cualidad no es igual a tener mas conocimientos o mejor memoria, sino a saber cómo combinar esos conocimientos en función de resolver una situación concreta. Por supuesto, para eso es bueno tener más conocimientos… y recordarlos.
Por lo tanto, desarrollar una mayor inteligencia es un trabajo más integral. Y de acuerdo con estudios científicos existen 6 hábitos que mejoran las capacidades cerebrales.
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La mente requiere todo tipo de ejercicios
Los ejercicios no sólo son físicos; también hay gimnasia mental, que pone a punto el mecanismo del pensamiento. Veamos qué hacer:
Escribir a mano
Según un estudio de 2014, este sencillo ejercicio obliga al cerebro a interpretar la información y expresarla manualmente, involucrando procesos más complejos y llegando más eficazmente a la memoria a largo plazo. Escribir en un teclado no surte el mismo efecto.
Aprender otros idiomas
Se ha demostrado que aprender otros idiomas hace crecer físicamente la corteza cerebral y al hipocampo. Quienes hablan dos idiomas tienen más materia gris en las partes del cerebro asociadas a la atención, el autocontrol y la memoria a corto plazo.
Aprender música
Un estudio indica que, tocar un instrumento musical hace trabajar todo el cerebro y mejora la motricidad fina. El desarrollo de la sensibilidad emocional mejora las habilidades comunicativas. Además, la notación musical puede considerarse otro idioma.
Leer historias de ficción
Internarse en el mundo fantástico estimula la zona del cerebro responsable del lenguaje y el procesamiento. Se imprime una huella cerebral de esas actividades, como la memoria de un músculo tras hacer ejercicios, reveló una investigación hecha por neurocientíficos.
Ejercitarse
El deporte mejora las funciones ejecutivas, expande la memoria de trabajo, la capacidad de hacer varias tareas en determinado tiempo y la concentración en una actividad específica.
Comer chocolate
¡Esto le gustará a la mayoría! El chocolate mejora el flujo sanguíneo en el cerebro y las funciones cognitivas. Las personas que comen chocolate al menos una vez por semana mejoran su pensamiento abstracto, su memoria operativa, visual y espacial.
Y tú ¿qué esperas? todas esas actividades son placenteras y te harán más inteligente.
La inteligencia se hereda, siempre y cuando la familia no sea pobre
Por Matt Ridley
Actualmente, no hay duda de que la inteligencia se hereda: es más probable que los adultos inteligentes tengan hijos inteligentes. Sin embargo, en los años 70, sugerir que el coeficiente intelectual (CI) podía heredarse era una herejía intelectual, que podía castigarse con el equivalente a la hoguera.
Más que cualquier otra evidencia, fue el estudio de gemelos lo que produjo el cambio. Born together—Reared Apart (algo así como Nacidos juntos, criados por separado), un nuevo libro de Nancy L. Segal sobre el Estudio Minnesota de Gemelos Criados por Separado (Mistra, por sus siglas en inglés), narra la historia del cambio. En 1979, Thomas Bouchard de la Universidad de Minnesota leyó un informe en un periódico sobre gemelos del estado de Ohio, que tras ser separados al nacer habían sido reunidos. Resultó que ambos poseían hábitos misteriosamente similares. Bouchard comenzó a reunir historias clínicas de gemelos criados por separado y a invitarlos a Minneapolis para estudiarlos.
Para 1990, Segal y otros médicos estaban listos para publicar sus resultados en la revista Science. Para entonces habían medido el CI de 48 pares de mellizos o gemelos criados por separado y 40 pares de mellizos o gemelos criados juntos. Los primeros eran 69% similares en CI, comparado con 88% en el caso de los segundos, en ambos casos una semejanza mucho mayor que para cualquier otro par de individuos, incluso hermanos. Otras variables además de la genética, como posesiones materiales en el hogar, tenían poca influencia, y tampoco importaba el grado de contacto social entre los hermanos en cada par asociado con su similitud en CI.
El ensayo atrajo abundantes críticas, y durante años hubo una silenciosa campaña para desacreditar el estudio Mistra al afirmar que se basaba en anécdotas, que subestimaba el contacto entre gemelos, que no tomaba en cuenta una tendencia que tienen los mellizos reunidos a exagerar sus similitudes o asumía muy poca semejanza entre las familias que adoptaron a los gemelos.
Sin embargo, como afirma Segal, los científicos del Mistra fueron meticulosos al abordar estos y otros puntos.
Hoy, un tercio de un siglo después de que comenzara el estudio y cuando otras investigaciones de gemelos reunidos llegaron a la misma conclusión, las cifras son sorprendentes. Los gemelos idénticos criados por separado son más similares en CI (74%) que los gemelos no idénticos criados juntos (60%) y mucho más que pares de padres e hijos (42%); medio hermanos (31%); hermanos adoptivos (29%-34%); gemelos virtuales, o niños de edad similar pero sin relación familiar que fueron criados juntos (28%); pares de padres e hijos adoptivos (19%), y primos (15%). Nada más que los genes puede explicar esta jerarquía.
Pero, como aceptan tanto Bouchard y Segal, la alta incidencia en la inteligencia heredada se aplica principalmente a familias no pobres. Críe a un niño hambriento o enfermo y el ambiente sí afecta el CI.
Fuente: The Wall Street Journal, 2012.