Hezbolá es una organización con una red global que ha estado involucrada en diversas actividades políticas, criminales y terroristas durante casi 40 años. La variedad de sus actividades y funciones lo convierte en un caso complejo, generando debates sobre cómo se le puede etiquetar: si se trata de una organización cómplice de Irán en zonas de conflicto, una organización terrorista dirigida principalmente a judíos, un grupo de contrabando que domina las redes globales de contrabando de cigarrillos, un grupo de lavado de dinero o una organización narcotraficante involucrada en el tráfico mundial de cocaína.[1] Fuertemente influenciado por el régimen iraní, el grupo ha extendido su influencia en Oriente Medio, Latinoamérica y Estados Unidos. Tras detallar sus orígenes, recursos financieros y actividades globales, este artículo se centra explícitamente en la participación de Hezbolá en el tráfico de cocaína desde Latinoamérica.[2]
Orígenes y recursos financieros de Hezbolá
Hezbolá se formó durante la guerra civil de quince años del Líbano en 1982. El asentamiento de grupos palestinos a finales de la década de 1970 afectó la demografía del Líbano, y la población sunita creció cada vez más contra los chiítas y los cristianos. El hecho de que estos grupos comenzaran a usar el sur del Líbano como base para atacar a Israel resultó en su ocupación. Además, esos años registraron la discriminación y marginación de la comunidad chiíta bajo el gobierno de la minoría cristiana. Respaldados por el régimen recién establecido en Irán que resultó de la revolución de 1979 que derrocó a la dinastía Pahlavi, los chiítas libaneses tomaron las armas contra la ocupación israelí. El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI o Pasdaran), un ejército privado fundado por Ruhollah Khomeini, encargado de proteger la Revolución Islámica, proporcionó fondos, entrenó milicias chiítas y ayudó a formar Hezbolá. El grupo llevó sus actividades más allá de las fronteras del Líbano, convirtiéndose en un activo vital para Irán y sirviendo a sus representantes en todo el Medio Oriente.
Muy rápidamente, Hezbolá se convirtió en una organización transnacional y transregional financiada por diversos recursos. Primero, Irán proporciona armas y dinero para la organización. Según los Informes Nacionales sobre Terrorismo 2020 del Departamento de Estado , Hezbolá recibe 700 millones de dólares anuales de Irán.[3] Segundo, el grupo, que no está totalmente sancionado por los países de la UE, recauda millones de dólares de sus leales en Estados Unidos y Europa. Tercero, la extorsión contribuye a los ingresos de Hezbolá, influyendo en los negocios dirigidos por miembros de la diáspora libanesa sobre cuánto deben pagar, Hezbolá construye conexiones con y explota a las comunidades de la diáspora en África y África Latina. Cuarto, la extracción de recursos de empresas comerciales y agrícolas permite a los partidarios de Hezbolá blanquear dinero para la organización. Quinto, los delitos financieros, la explotación del sistema bancario permite a la organización obtener ingresos. Por ejemplo, el Banco Libanés Canadiense lavó cientos de millones de dinero de la droga para Hezbolá, blanqueando a través de bancos en los EE. UU. Por último, Hezbolá está directamente involucrado en actividades criminales, como el tráfico de drogas y el contrabando de cigarrillos, a través de las cuales obtiene enormes cantidades de dinero.[4]
Las redes globales de Hezbolá
Hezbolá es una organización global predominantemente activa en Oriente Medio, Latinoamérica y Estados Unidos. En Oriente Medio , Hezbolá es un partido político musulmán chiita y un grupo militante con sede en el Líbano. Se le conoce como «un Estado dentro del Estado» debido a su extenso aparato de seguridad, organización política y red de servicios sociales.[5] Fuentes del gobierno estadounidense han calificado a Hezbolá como un sustituto, una marioneta y la vanguardia de un movimiento revolucionario de influencia iraní. Es el socio no estatal más esencial y de mayor trayectoria de Irán.[6] Hezbolá trasladó a su personal vital de posiciones centradas en Israel a Irak, Yemen y Siria, actuando como una postura regional de apoyo a los intereses iraníes. Tras el asesinato del comandante de la Fuerza de Cuartel General de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI-QF), el general Qasem Soleimani, Hezbolá ha asumido un papel de liderazgo en la coordinación de las fuerzas chiitas en Oriente Medio.[7]
El grupo ha sido designado como organización terrorista por muchos países, incluyendo Estados Unidos, Argentina y Paraguay, y sigue estando fuertemente involucrado en ataques terroristas en Oriente Medio. La base de datos del Centro de Análisis de Tendencias y Terrorismo Global (GTTAC) registró 44 ataques de Hezbolá en Israel, Líbano y Siria entre 2018 y 2022. El análisis reveló que 18 de estos ataques ocurrieron en Israel y tuvieron como objetivo a agentes fronterizos israelíes, lanzando morteros, cohetes y misiles que impactaron en territorio israelí. En Líbano, el grupo fue autor de 12 ataques en el mismo período, en los que sus miembros abrieron fuego contra las fuerzas del orden, atacaron a partidos políticos rivales, se enfrentaron con residentes sunitas y atacaron a manifestantes y periodistas. En Siria, Hezbolá está bajo el mando estricto del CGRI y su objetivo es mantener el régimen de Bashar al-Assad. El grupo estuvo involucrado en 14 ataques en el mismo período, donde tuvo enfrentamientos armados con militantes de ISIS, saqueó tiendas en Siria y atacó a grupos rebeldes respaldados por Turquía y Rusia, así como a vehículos militares turcos.[8]
La participación de Hezbolá en actividades ilícitas ha aumentado significativamente en las últimas dos décadas. Su participación en las redes de cocaína se ha expandido desde el proyecto Cassandra, una operación de una década de duración lanzada en 2007 con el objetivo de detener el tráfico de drogas del grupo hacia Estados Unidos y Europa.[9] Además de sus actividades delictivas en África Occidental,[10] Europa y[11] Latinoamérica, la organización también cuenta con sólidas redes de narcotráfico en Oriente Medio. Por ejemplo, participa en el tráfico de Captagon en los laboratorios a lo largo de la frontera entre Líbano y Siria.[12] Además, Turquía documentó casos de narcotráfico que demuestran los vínculos de Hezbolá con narcotraficantes turcos.[13]
En Estados Unidos , Hezbolá ha intentado atacar a las fuerzas armadas y policiales estadounidenses. Por ejemplo, en 2018, dos agentes de Hezbolá que planeaban atentados en Michigan y Nueva York fueron arrestados.[14] Además, los casos judiciales demuestran que Hezbolá estaba involucrado en el contrabando de cigarrillos en Estados Unidos. En uno de estos casos, una célula de Hezbolá traficó cigarrillos de Carolina del Norte a Michigan, con el objetivo de generar ingresos a partir de la diferencia en las tasas impositivas sobre los cigarrillos entre ambos estados.[15] En un caso judicial reciente, en abril de 2023, la fiscalía estadounidense acusó a un presunto financista de Hezbolá que intentó evadir las sanciones estadounidenses que se le impusieron. El sospechoso participó en más de 440 millones de dólares en transacciones financieras que violaban las sanciones, incluyendo la importación de bienes a Estados Unidos y la exportación principalmente de diamantes y obras de arte.[16]
Hezbolá en América Latina
La influencia del grupo en Latinoamérica se remonta a la más reciente ola de migración árabe a la región, que coincidió con la Guerra Civil Libanesa. Actualmente, se estima que 18 millones de latinoamericanos tienen ascendencia árabe. La mayor parte de esta población emigró inicialmente a principios del siglo XX, principalmente desde Siria y Líbano. Esta primera ola de migración árabe a Sudamérica se vio impulsada por la libertad de expresión imperante en la región en ese momento y la posibilidad que esta ofrecía a los intelectuales de publicar sus ideas sin censura. De hecho, un número importante de editoriales árabes se establecieron en Brasil, Argentina y otros países latinoamericanos durante estos años, y desempeñaron un papel clave en la difusión de ideas progresistas y la promoción de autores en el mundo árabe.[17]
Para la segunda mitad del siglo XX los factores que impulsaron la migración árabe a Latinoamérica cambiaron de naturaleza y comenzaron a responder a la violencia generada por la Guerra Civil Libanesa (1975-1990) y la consiguiente crisis económica que atravesó el país. En particular, el colapso del sistema educativo impulsó la migración de jóvenes y familias, ya que las familias libanesas tradicionalmente otorgaban gran importancia a la educación.[18] A medida que las familias intentaban reunirse en el extranjero, el creciente número de atentados terroristas en Beirut generó un escrutinio mundial sobre todos los libaneses y, en consecuencia, los trámites de visa y nacionalización se volvieron mucho más difíciles para los migrantes libaneses. Esto impulsó a quienes se habían reubicado temporalmente a buscar nuevas nacionalidades en sus países de acogida, ya sea mediante procesos estándar o mediante fraude. El acceso a la ciudadanía en países latinoamericanos a través de la corrupción es una práctica que continúa ocurriendo en la región, como lo demuestran los recientes escándalos en Colombia y Venezuela.[19] Fue durante este período que tanto Hezbolá como Irán explotaron esta migración de refugiados colocando numerosos agentes con doble ciudadanía y reclutando simpatizantes entre los inmigrantes árabes y musulmanes en el continente americano.
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Los primeros actos terroristas de Hezbolá en América Latina formaron parte de la internacionalización del conflicto árabe-israelí. El primero de ellos fue el atentado contra la embajada de Israel en Buenos Aires en marzo de 1992. El objetivo era vengar la muerte de su líder, Abbas al-Musawi, y su hijo de cinco años, Hussein, quienes murieron en un ataque aéreo israelí el 16 de febrero de 1992, fuera de las fronteras libanesas. Poco más de dos años después, en 1994, se produjo una gran explosión en el centro judío de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que causó la muerte de 85 personas y heridas a otras 150. La justicia argentina determinó que el ataque fue planeado y financiado por el gobierno de la República Islámica de Irán y perpetrado por el Hezbolá libanés.[20]
Los años siguientes registraron la participación de Hezbolá en actividades terroristas en toda la región. Por ejemplo, en 2014, la policía peruana detuvo a un miembro de un grupo que planeaba un atentado terrorista en Lima. En otra investigación policial, la policía chilena desmanteló un complot terrorista de Hezbolá ese mismo año. En 2017, las fuerzas del orden bolivianas incautaron suficiente material precursor de explosivos para fabricar una bomba de dos toneladas y media en un almacén afiliado a Hezbolá. En 2021, la policía colombiana frustró un plan de Hezbolá para asesinar a un ciudadano israelí y a estadounidenses en venganza por el asesinato en enero del comandante de la Fuerza Quds de Irán, Qasem Soleimani.[21]
Además de sus acciones terroristas, las actividades criminales de Hezbolá en América Latina también se remontan a principios de la década de 1990 y se han concentrado principalmente en la Triple Frontera (TBA) entre Brasil, Argentina y Paraguay .[22] Las agencias de inteligencia oficiales señalan el contrabando, la falsificación de documentos, el lavado de dinero, el contrabando, la piratería de software y música, y el tráfico de armas y drogas, como otras fuentes de financiación en toda la región.[23] Paralelamente, se ha registrado que las actividades de Hezbolá también incluyen la recaudación de fondos y el proselitismo.
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Hezbolá y el tráfico de cocaína
A principios de la década de 2000, los vínculos de Hezbolá se habían extendido por la mayor parte de Latinoamérica y se había registrado su presencia en Paraguay, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, Brasil y Chile.[24] En ese momento, ante el continuo aumento de la demanda mundial de drogas ilegales, la organización comenzó a considerar el tráfico de cocaína como medio para financiar sus actividades. El primer indicio claro de los vínculos directos de Hezbolá con el narcotráfico se remonta a principios de la década de 2000, cuando las autoridades descubrieron una red internacional de contrabando de cocaína y lavado de dinero, liderada por un financista de Hezbolá llamado Chekry Harb.[25]
Las operaciones de Harb vincularon inicialmente a la Oficina de Envigado de Colombia , grupos paramilitares de derecha y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ( FARC ), con una red corrupta en el puerto de Aqaba en Jordania y una organización de contrabando que la llevaba por tierra a Siria.[26] Sin embargo, dada la naturaleza fluctuante del mercado internacional de drogas y la consiguiente dinámica cambiante en la etapa de producción, los vínculos de Hezbolá con el tráfico de drogas ilegales desde Colombia mutarían constantemente a lo largo de los años.
Cocaína colombiana incautada por la DEA.
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A principios de la década de 2000, cuando se identificaron las actividades de Harb, el mercado de producción de cocaína en Colombia estaba altamente concentrado en un puñado de organizaciones grandes, bien establecidas y jerárquicas. Sin embargo, como consecuencia de la aplicación de la ley durante las últimas dos décadas, el negocio de fabricación y distribución de cocaína se ha dispersado en una multitud de grupos más pequeños y relativamente independientes que operan horizontalmente, la mayoría de ellos escindidos de los cárteles históricos, e incentivados por la persistencia de la demanda global.
Así, por ejemplo, el Cártel de Medellín surgió de la Oficina de Envigado tras la muerte de Pablo Escobar y posteriormente se dividió en una serie de grupos paramilitares, que a su vez, tras su desmovilización en 2005, se dividieron en una docena de grupos más. Hoy en día, uno de estos grupos, las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), también conocidas como el Clan del Golfo, es uno de los actores clave en el mercado actual de distribución de cocaína.
En el mismo sentido, la desmovilización de las FARC en 2016 generó una serie de grupos disidentes que pasaron a controlar porciones más pequeñas de las diferentes etapas del negocio de la cocaína en sus zonas de influencia. Se han identificado al menos una docena de estos grupos, conocidos como disidencias de las FARC o Bacrim ( Bandas Criminales ), y aunque actúan de forma independiente, dos facciones principales han surgido en el país mediante alianzas entre ellas: el llamado «Estado Mayor Central», liderado por alias Iván Mordisco, y la facción «Segunda Marquetalia», liderada por alias Iván Márquez.
Paralelamente, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), un grupo guerrillero de larga trayectoria, incluido en la Lista de Terroristas del Departamento de Estado, se convirtió en un actor clave en el tráfico de cocaína tras la desmovilización de las FARC y los grupos paramilitares. Actualmente, el ELN controla la gran mayoría de las economías ilegales que existen a lo largo de la frontera que Colombia comparte con Venezuela.
Para hacer frente a este nuevo escenario, Hezbolá ha logrado establecer dos rutas principales para participar en el tráfico internacional de cocaína: una a través de Venezuela, que se hizo disponible después de que Mahmud Ahmadinejad y Hugo Chávez fortalecieran los lazos bilaterales a principios de la década de 2000,[27] y otra a través de la zona de la triple frontera, basada en sus vínculos de larga data con las redes criminales allí.[28] Estas dos rutas vinculan la producción sudamericana con los consumidores europeos que pasan por Siria y Líbano, al tiempo que financian las actividades terroristas de Hezbolá.
Los vínculos de Hezbolá con Venezuela surgieron como consecuencia del acercamiento entre Irán y la nación sudamericana a principios de la década de 2000, y se vieron facilitados en parte por la corrupción generalizada en el sistema migratorio venezolano. En 2012 se identificó una red internacional dedicada a la venta de visas y pasaportes venezolanos desde diferentes embajadas de todo el mundo a ciudadanos de Siria, Líbano, Jordania, Irán e Irak.[29] Estas investigaciones apuntaron a que miembros de Hezbolá adquirían dichos documentos.
La ciudadanía venezolana también fue otorgada con la aprobación de las más altas esferas del gobierno, y en algunos casos benefició directamente a Hezbolá. Este es el caso del conocido como el Clan Nassereddine: un grupo de familiares con doble ciudadanía libanesa y venezolana, que se vinculó estrechamente con la Revolución Bolivariana y participó en numerosas actividades delictivas en apoyo de Hezbolá. Ghazi Atef, el mayor de los hermanos Nassereddine, nació en el Líbano en 1962 y se nacionalizó venezolano en el año 2000. Rápidamente se convirtió en el segundo diplomático de mayor rango de Venezuela en Siria y posteriormente fue nombrado Director de Asuntos Políticos de la Embajada de Venezuela en el Líbano, cargos que utilizó para expandir la influencia de Hezbolá por toda Latinoamérica. Abdallah y Oday, los hermanos menores de Ghazi, eran acusados de dirigir una red de lavado de dinero y un centro de entrenamiento de Hezbolá desde la Isla Margarita.[30]
El gobierno colombiano sostiene que los Nassareddines también estaban involucrados en el tráfico de cocaína y armas, beneficiando tanto a las FARC como a Hezbolá. Informes recientes indican que Ghazif coordinó la logística para el ingreso de un avión de carga libanés lleno de armas a Venezuela, con el fin de intercambiarlas por cocaína proporcionada por las FARC.[31] Esta información fue corroborada durante una acusación formal del Departamento de Justicia contra Adel El Zebayar (ciudadano sirio-venezolano que se desempeñó como congresista venezolano entre 2000 y 2015), en la que se señaló que la participación de Ghazif en esta operación había comenzado en 2009.[32]
Basándose en las redes históricas de contrabando a lo largo de la frontera colombo-venezolana, Hezbolá también ha establecido una red de células operativas para participar en el tráfico ilícito. Uno de los epicentros de este comercio ilegal es la ciudad de Maicao, donde Ali Mohamad Saleh, excombatiente de Hezbolá con vínculos con la Oficina de Envigado, dirigió una operación persistente de tráfico de drogas, armas, contrabando, contrabando de grandes cantidades de dinero y lavado de dinero, cuyas ganancias financiaron a Hezbolá. Ayman Saied Joumaa, un capo de la droga colombo-libanés, también originario de Maicao,[33] dirigió una organización narcotraficante que vinculaba a la Oficina de Envigado en Colombia[34] y a Los Zetas en México[35] con Hezbolá en el Líbano.
Una segunda ruta de cocaína que conecta a Hezbolá con Latinoamérica atraviesa la Triple Frontera Sur (TBA), donde la organización mantiene vínculos tradicionales con las economías criminales existentes. Las condiciones geográficas de esta región han facilitado el comercio ilegal de cocaína durante décadas: al norte, las regiones que suministran la cocaína de mayor pureza; al sur y al este, los puertos que la transportan a los mercados de consumo más rentables. Al igual que en el caso de Maicao, Colombia, familias libanesas mantienen vínculos históricos con el tráfico ilegal transfronterizo en la TBA. Estos vínculos se han convertido en un activo para los objetivos de Hezbolá en el narcotráfico y el lavado de dinero en la región.[36]
Las incautaciones de cocaína en los últimos años indican un aumento en el número de cargamentos de cocaína negra provenientes de los países del TBA. La cocaína negra es el resultado de un proceso químico mediante el cual la sustancia ilegal se convierte en briquetas de carbón vegetal para mezclarla con cargamento legítimo, lo que la convierte en un método muy eficaz para ocultarla y transportarla a través del sistema de comercio internacional. El aumento de las exportaciones de carbón vegetal desde los países del TBA durante los últimos cinco años coincide con la participación de Hezbolá en el envío de cocaína negra, como se muestra en la Figura 1.[37]
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El negocio de exportación de cocaína negra de Hezbolá a través de la TBA aumentó significativamente después de que Hassan Mohsen Mansour, un comerciante de carbón libanés-canadiense con vínculos con Hezbolá que operaba desde Colombia, fuera capturado por las autoridades francesas en 2016 por cargos de tráfico de cocaína negra y lavado de dinero.[38] Esto resultó en la pérdida de contactos corruptos a lo largo de la ruta de tráfico de Hezbolá y la correspondiente necesidad de establecer otra ruta.
Poco después del arresto de Mohsen Mansour, se identificaron por primera vez operaciones de producción de cocaína negra en la Zona de Barreras de Frontera (ZBFT). En 2016, Ali Issa Chamas, narcotraficante libanés, fue arrestado por las autoridades en Ciudad del Este, Paraguay, por estar involucrado en un cargamento de cocaína negra. Chamas reveló posteriormente ante el tribunal que el jefe de la operación residía en Colombia.[39] Tiempo después, en 2018, una estructura criminal compuesta por tres colombianos fue desmantelada mientras se preparaba para enviar un cargamento de estas briquetas a Latakia, un puerto sirio bajo el control nominal del régimen de Asad y utilizado frecuentemente por Hezbolá.[40] Durante los años siguientes, las incautaciones de cocaína negra en la ZBFT han aumentado constantemente, tanto en número como en volumen.[41]
En conclusión, el aumento de la producción de cocaína en Colombia, Perú y Bolivia, junto con el aumento de las exportaciones de carbón vegetal desde Paraguay, Argentina y Brasil, las fronteras tradicionalmente porosas y la débil aplicación de la ley en la Triple Frontera (TBA), sugieren que esta región se ha convertido en un centro de operaciones de cocaína negra, así como en una nueva e importante fuente de financiación para Hezbolá. Las sorprendentes incautaciones de cocaína negra realizadas recientemente en puertos paraguayos respaldan definitivamente esta afirmación.
[2] Muchos consideran que Hezbolá está totalmente controlado por el régimen iraní. Otros cuestionan esta afirmación, preguntándose si tiene objetivos más allá de los de su patrocinador. Levitt (ibid.), por ejemplo, postuló que la tendencia de Hezbolá hacia la delincuencia se debe en parte a que Irán ha reducido su apoyo, lo que genera la necesidad de fuentes de ingresos más diversas.
[12] Baria Alamuddin, “El papel de Hezbolá en el tráfico mundial de drogas: la conexión con África Occidental”. Arab News. 9 de octubre de 2021, https://www.arabnews.com/node/1944626 .
[ 1 4] “Estados patrocinadores del terrorismo: Un análisis de la red global de terrorismo de Irán”. Washington: DC, 115.º Congreso (2017-2018), Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes, Subcomité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes sobre Contraterrorismo e Inteligencia . 17 de octubre de 2018, https://www.congress.gov/event/115th-congress/house-event/108155/text .
[22] En realidad, existen dos «Áreas de la Triple Frontera (ATF)» en Latinoamérica. La primera, la zona fronteriza en la confluencia de Argentina, Brasil y Paraguay, y la segunda en las fronteras de Chile, Bolivia y Perú. Véase Alma Keshavarz, «Irán y Hezbolá en las Áreas de la Triple Frontera de Latinoamérica: Una Mirada a la «Antigua ATF» y la «Nueva ATF». Small Wars Journal , 12 de noviembre de 2015, https://smallwarsjournal.com/jrnl/art/iran-and-hezbollah-in-the-tri-border-areas-of-latin-america-a-look-at-the-«old-tba»-and-the ; y Robert J. Bunker y John P. Sullivan, «Evolución de los Cárteles: Potenciales y Consecuencias». Crimen Organizado Transnacional . Vol. 4, núm. 2. Verano de 1998: págs. 54-74, https://www.academia.edu/3173100/Cartel_Evolution_Potentials_and_Consequences para un análisis preliminar de la TBA del Sur.
[23] Rex Hudson, “Grupos terroristas y del crimen organizado en la Triple Frontera de Sudamérica”. Washington, D.C.: División de Investigación Federal, Biblioteca del Congreso . Julio de 2003, https://irp.fas.org/cia/product/frd0703.pdf .
[24] Roger F. Noriega y José R. Cárdenas, “La creciente amenaza de Hezbollah en América Latina”. American Enterprise Institute . 2011, http://www.jstor.com/stable/resrep03113 . Véase también, Dardo Lopez-Dolz, “Iran and Hezbollah in The Western Hemisphere”. Washington: DC, 114 h Congress (2015–2017), Declaración ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Subcomité para el Hemisferio Occidental y Subcomité para Oriente Medio y África del Norte. 18 de marzo de 2011, https://docs.house.gov/meetings/FA/FA07/20150318/103177/HHRG-114-FA07-Wstate-Lpez-DolzD-20150318.pdf .
[33] Jeferson Guarin P., “FARC-Hezbolá: El éxito de los grupos intermediarios entre Venezuela e Irán y su convergencia en las Américas”. Security and Defence Quarterly . Vol. 31, n.º 4. pp. 117-134, https://doi.org/10.35467/sdq/130934 .
[39] Emanuele Ottolenghi, “La lavandería: Las redes de lavado de dinero y narcotráfico de Hezbolá en América Latina ” . Estudios de Seguridad y Política de Medio Oriente n.° 194. Ramat Gan. Israel: Universidad Bar-Ilan, Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos. Julio de 2021, https://besacenter.org/wp-content/uploads/2021/07/194web.pdf .
─El Dr. Mahmut Cengizes profesor asociado y miembro del cuerpo docente del Centro contra el Terrorismo, el Crimen Transnacional y la Corrupción (TraCCC) y de la Escuela Schar de Política y Gobierno de la Universidad George Mason (GMU). Cuenta con una amplia experiencia internacional de campo, habiendo brindado asistencia en materia de desarrollo de capacidades y capacitación a socios gubernamentales y no gubernamentales en Oriente Medio, Asia y Europa. El Dr. Cengiz es autor de siete libros y numerosos artículos académicos y capítulos de libros que abordan críticamente cuestiones relacionadas con el terrorismo, el crimen transnacional, la financiación del terrorismo y la trata de personas. Su libro de 2024, Murder by Mail ( Asesinato por correo ), en coautoría con Mitchel P. Roth, ofrece un análisis histórico del correo armado, rastreando su desarrollo a lo largo de dos siglos. Colabora regularmente con Small Wars Journal y <iHomeland Security Today . Desde 2018, el Dr. Cengiz ha sido una figura clave en el establecimiento y desarrollo continuo del Centro Global de Tendencias y Análisis del Terrorismo (GTTAC). Además de sus contribuciones a la investigación y a las políticas públicas, el Dr. Cengiz imparte cursos de posgrado sobre terrorismo, política de seguridad estadounidense y narcoterrorismo en la Universidad George Mason. Es miembro de Small Wars Journal–El Centro .
Paraguay colocó un bono a 10 años por u$s 500 millones a una tasa del 4,7%
El país debutó en los mercados externos hace cuatro años y ya lleva emitidos u$s 1.880 millones desde que el presidente Horacio Cartes llegó al poder en el 2013.
Paraguay colocó un bono a 10 años por 500 millones de dólares con un rendimiento de 4,70%, dijo ayer, que destacó que la demanda fue seis veces superior a la oferta.
Los fondos recaudados se destinarán a financiar infraestructura, gasto de capital y a refinanciar parte de su deuda en circulación.
Paraguay delimitó un monto máximo de 500 millones de dólares para la emisión pero la demanda superó los 3.000 millones, dijo un comunicado del ministerio de Hacienda sobre la operación, que fue dirigida por Citigroup.
«Luego de varios días de intensas reuniones en Londres y Nueva York cerramos una emisión exitosa. Paraguay se destaca a nivel internacional (…) hoy 150 inversores mostraron interés de invertir en Paraguay», señaló el ministro de Hacienda de Paraguay, Santiago Peña, en su cuenta de Twitter.
«El mundo se hace eco de la confianza que transmite Paraguay, bonos colocados a una de las mejores tasas de Latinoamérica, 4,7 por ciento», aseguró por su parte el presidente Horacio Cartes. La guía inicial de rendimiento se había fijado en el área de 4,80 por ciento, +/- 5 puntos básicos.
La emisión estuvo en entredicho por un conflicto con legisladores de la oposición y del oficialismo disidente, que cuestionaron la legalidad de la operación tras el veto del Poder Ejecutivo al proyecto de Presupuesto 2017. La Corte Suprema de Justicia respaldó al Gobierno.
El ministerio señaló en el comunicado que «a pesar de los desafíos políticos enfrentados, los resultados mostraron una vez más que Paraguay sigue siendo un país caracterizado por el cumplimiento de sus obligaciones».
El país debutó en los mercados internacionales hace cuatro años y ha emitido 1.880 millones de dólares en deuda desde que el presidente conservador Horacio Cartes llegó al poder en el 2013.
Cómo fue el plan de Paraguay para lograr créditos a baja tasa
Repercusiones positivas del trabajo de los Dres. Antonio Hyman, Mariano Federici y Juan Félix Marteau en Paraguay, en el marco de las asistencias técnicas del FMI y del BID para realizar la Estrategia Nacional y la Evaluación de Riesgos de Lavado de Activos y Financiación del Terrorismo.
El país latinoamericano ejecutó en 2013 un extenso programa que incluyó puntos centrales para seducir a inversores extranjeros. La deuda a 30 años y su tasa, envidia de Venezuela y Argentina.
Fue un trabajo de años. Y no fue fortuito, ni mágico. Paraguay dedicó mucho tiempo a intentar insertarse en el contexto financiero internacional contradiciendo la tendencia que vivía la región con la influencia del chavismo. Primero con la decisión del ex presidente Federico Franco y ahora con la política económica de Horacio Cartes, el país latinoamericano logró ser un caso atractivo para los mercados mundiales.
El proceso de Paraguay, sin embargo, no fue fácil ni automático. Requirió varios años hasta que sus finanzas estuvieran ordenadas y prolijas y el gobierno mostrara verdaderos signos de cambio hacia los estándares exigidos por los organismos multilaterales de crédito. Pero además, debía evidenciar transparencia en dos ejes que resultan fundamentales para quienes compran deuda: lavado de dinero y lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
El gobierno de Asunción tenía pésimos récords en estas materias. Desde que en 2008 ingresara en la “lista gris” del Grupo de Acción Financiera Internacional contra el Lavado de Dinero (GAFI, FATF, por sus siglas en inglés) por un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) que su situación se agravó. En ese informe, el organismo reprochaba a Paraguay las “importantes lagunas” respecto a “los riesgos en Lavado de Dinero (LD) y Financiamiento del Terrorismo (FT), tanto en el sector público como en el privado. El país está lejos de alcanzar la mayoría de las recomendaciones de GAFI”.
Pero la drástica evaluación no terminaba allí. También ponía el foco en el “cuantioso contrabando existente en las fronteras con la Argentina y Brasil (que) facilita el lavado de dinero en Paraguay”. Ese lugar, conocido como la Triple Frontera facilita el “tráfico de estupefacientes, el contrabando y la falsificación de mercaderías”. ¿Qué país podría querer invertir en Paraguay dadas la baja calificación y la situación que allí se experimentaba? Más aún cuando el gobierno no mostraba ningún avance en su lucha.
También el Fondo Monetario reprochaba a Paraguay su falta de tenacidad en la lucha contra el terrorismo. En ese sentido, el organismo de crédito hace referencia a las “cantidades de dinero que son enviadas periódicamente a Medio Oriente tanto a través de transferencias cablegráficas y otros medios informales”. En numerosas investigaciones periodísticas, Infobae explicó cómo funcionaba la ruta del dinero entre la Triple Frontera (y América Latina en general) y el grupo terrorista Hezbollah, cuyos miembros operan en la región.
Hacia 2008, incluso, Paraguay tampoco contaba con una legislación pertinente que le permitiera sancionar a aquellos que financiaran actividades terroristas. “No tiene disposiciones específicas que permitan congelar fondos de terroristas u otros activos de las personas y entidades jurídicas designadas”.
Estos puntos y la falta de esfuerzos dejaron a Paraguay al margen del mundo. Si bien era un país que nunca había experimentado una ingerencia internacional relevante, la apertura que pretendía el nuevo gobierno que continuó al depuesto sacerdote Fernando Lugo requerían un cambio financiero, pero sobre todo cultural en materia económica.
Al año de estar a cargo del gobierno, el ex presidente Federico Franco aprobó el “Plan Estratégico del Estado Paraguayo en su Lucha contra el Lavado de Dinero, el Financiamiento del Terrorismo y la Proliferación de Armas de destrucción Masiva”. Firmado el 11 de junio de 2013, el decreto del Poder Ejecutivo permitiría al país sanear su imagen en el exterior y conseguir que los mercados depositaran su atención en ese territorio desconocido para la mayoría del globo.
Para lograr el plan integral, Franco no sólo convocó a sus hombres de confianza, a todos los ministros y a los mejores técnicos que tenía disponibles la nación. También hizo partícipe del proyecto al sector privado. Fue así como la Asociación de Bancos del Paraguay, la Asociación de Casas de Cambios, la Asociación Paraguaya de Compañías de Seguros, la Asociación de Entidades Financieras, el Colegio de Contadores de Paraguay, la Cámara Paraguaya de Empresas Inmobiliarias y el Colegio de Escribanos del Paraguay fueron instituciones que contribuyeron desde su perspectivas a optimizar el plan trazado por el gobierno.
El ambicioso proyecto tenía el apoyo, además, del Banco Central de Paraguay, la Unidad de Información Financiera de Paraguay (UIF), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional. Entre las misiones que se propuso el plan “interinstitucional”, Asunción buscaba “afianzar el prestigio e imagen del país ante la comunidad internacional” y “proteger la reputación del sistema financiero y de la economía”.
En el texto se enumeran además los “esfuerzos” que realizó Paraguay para salir de la “lista gris” impuesta por el GAFI que le impedía la llegada de inversiones genuinas. La reforma en el Código Penal, la llegada de comisiones internacionales de la OEA para fiscalizar los avances en la lucha contra la corrupción, también medidas tendientes a mejorar la lucha contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo. El trabajo conjunto con oficinas del GAFI y el Fondo fueron clave para acelerar los procesos y dejar atrás la temida “lista gris”. En diciembre de 2012, cuatro años después de haber ingresado, el “Pleno de GAFI removió a Paraguay de ese ranking “por haber cumplido las exigencias” de ese organismo.
Uno de los objetivos que tienen este tipo de regulaciones es atacar el corazón de las bandas delictivas internacionales. Paraguay entendió a la perfección que debía “privar a las organizaciones criminales y terroristas (de su) patrimonio -muchas veces cuantioso- para desarrollar sus actividades y afianzar su poder en territorio nacional, regional o global”.
En la oferta de la colocación de deuda de mil millones de dólares a treinta años, el memo descriptivo hizo referencia a las innumerables medidas que Paraguay había ejecutado en los últimos años “contra el lavado de dinero destinado a financiar el terrorismo al aprobar una importante legislación y el fortalecimiento de sus sistemas de controles y de supervisión”.
En tal sentido el memorando enumera que la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad) implementó “regulaciones relativas a las remesas que no fueran hechas a través de bancos u otras entidades financieras” y exigiendo “información en relación a lo transferido”. Por caso, ejemplifica con casos en que el gobierno sancionó a aquellas empresas que no cumplieron con los recientes requisitos impuestos por la administración. “Como resultado de ello Paraguay no es más sujeto de control por parte del GAFI”, señala el documento presentado por J.P. Morgan y el Bank of America Merrill Lynch.
Por la guerra a la obesidad, las gaseosas se pasan a la stevia
Nutrición. Varias multinacionales, como Coca-Cola y Pepsi, están empezando a utilizar este edulcorante natural en sus bebidas. La historia detrás de este nuevo «oro verde» que los guaraníes descubrieron hace 1.500 años.
Una plantación de stevia Guayaibi, 175 km al norte de Asunción, Paraguay. La stevia endulza 300 veces más que la caña de azúcar y varias empresas multinacionales ya han lanzado sus propias bebidas con stevia. (AFP)
La stevia, conocida por los guaraníes como la Ka-á Je-é, es el nuevo «oro verde» de Paraguay, productor de este edulcorante natural al que sucumben las multinacionales de refrescos, a la caza de alternativas saludables en tiempos de obesidad y diabetes.
Mucho antes de que los grandes fabricantes de gaseosas se tentaran por esta hierba capaz de endulzar entre 100 y 300 veces más que el azúcar, Japón la descubrió y la explota desde la década de 1970.
Multinacionales como Coca Cola, Pepsi y Nestlé, entre otras grandes marcas, ya empezaron a sustituir los endulzantes químicos y apuestan al Ka-á Je-é («hierba dulce» en guaraní) para atraer consumidores. La demanda se incrementó en coincidencia con la apertura de los mercados de la Unión Europea, donde aprobaron el uso de la stevia en 2011, y de Estados Unidos, cuyas autoridades sanitarias consideraron recientemente que es apta para el consumo, luego de varios obstáculos para aceptarla en la década de 1990.
Coca Cola hasta cambió su tradicional etiqueta roja por una verde para promocionar su producto endulzado con Ka-á Je-é, cuyo lanzamiento mundial se hizo en Argentina, contóFernando Chilavert, directivo de Pure Circle South America, proveedora de Coca Cola, Pepsi, Unilever, Danone y Nestlé, entre otras.
Chilavert asegura que la stevia sigue con una tendencia ascendente y que en el mundo se acostumbrarán a usarlo porque las instituciones oficiales de salud la recomendarán en reemplazo de las azúcares procesadas. «Terminará imponiéndose en las bebidas gaseosas o aguas saborizadas, jugos, productos lácteos, té, salsas y hasta panificados», aseguró.
Para los paraguayos esta hierba que promete como hace una década lo hizo la soja -oleaginosa que disparó hasta más del 13% el PIB de este país-, sigue siendo un pastizal que se cultiva de forma artesanal, cortando con machetes. En el corazón de su hábitat, en Guayaibí, una frondosa región a 175 km al noreste de Asunción, en el departamento de San Pedro, conocido por el ananá y las bananass, «se puede cosechar stevia hasta cuatro veces al año sin mucho esfuerzo», explicó José Velázquez, un ingeniero agrónomo acopiador en esta zona.
Estudios científicos aseguran que la stevia no tiene calorías ni carbohidratos y que tampoco aumenta los niveles de azúcar en la sangre. Fue esto lo que llevó a crear en Japón en 1971 la firma Morita Kagaku Kogyo Co., la primera productora comercial de stevia. Ahora en Paraguay quieren «estar preparados para atender la creciente demanda internacional», dijo a el ministro de Agricultura, Jorge Gattini. «Hoy tenemos una producción menor a las 2.000 hectáreas. Nuestra proyección es llegar a las 10.000 para ser competitivos», precisó Gattini.
El «oro verde«, como lo denominan los científicos, es seguro para las personas que padecen diabetes y obesidad, dos males que acechan a la población occidental a raíz de los cambios en la calidad de los alimentos y los hábitos de consumo. «La epidemia de obesidad se vuelve global y cuesta cada vez más caro al sistema de salud, y el azúcar tradicional es uno de sus causantes», recordó la nutricionista Lourdes del Puerto.
Los indios guaraníes lo usaban como tisana, un té de uso gástrico para asentar la comida. También lo mascaban como hacen los bolivianos con la coca. «Es un potente antiparasitario», afirma el historiador Jorge Rubbiani sobre esta planta que es considerada como «uno de los mayores legados de nuestros pueblos originarios que regala el Paraguay al mundo».
Con una economía de mercado abierta al mundo y a los inversores extranjeros, Paraguay está creciendo a un ritmo excelente, que está entre los más elevados de la región. Por esto, no causa sorpresa el vigor con que, por ejemplo, crece hoy la ciudad de Asunción, en medio de un clima de confianza y renovado optimismo.
Recientemente, Paraguay colocó bonos por mil millones de dólares en el mercado internacional, a 30 años de plazo, con un rendimiento del 6,1 por ciento. El financiamiento externo así obtenido será utilizado sustancialmente para impulsar proyectos energéticos y de infraestructura. Paraguay, cabe apuntar, tiene la misma buena calificación crediticia que países como Hungría, Croacia o Costa Rica.
De esta manera, nuestro vecino se transforma en uno de los llamados países «de frontera» que están recibiendo inversiones desde el mercado internacional de capitales, como Ecuador, que ha colocado bonos a 10 años de plazo, con un rendimiento del 7,95%; o como Kenia, que ha emitido bonos a 10 años, con un rendimiento del 6,87%; o como Costa de Marfil, que lo ha hecho a 10 años, con un rendimiento de 5,62%, o Senegal, cuyos bonos a 10 años tienen un rendimiento del 6,25 por ciento.
La Argentina, entrampada en una disputa no resuelta con algunos de sus acreedores, está, en cambio, en situación de incumplimiento, imposibilitada de obtener financiamiento en el mercado internacional de capitales, en medio de una fuerte caída del nivel de actividad económica y sin el financiamiento requerido por su desarrollo. Así, Paraguay avanza mientras nuestro país está paralizado, en un pantano del que parece empeñado en no querer salir.
Nuestra Presidenta acaba de visitar ese país. Su viaje -es necesario recordarlo- había sido precedido por años de una injustificable política de constante hostigamiento político y económico a la nación hermana que comenzó con su claramente ilegal y humillante suspensión del Mercosur y de la Unasur para permitir así el ingreso de la Venezuela totalitaria de Hugo Chávez.
Se trató de un episodio lamentable, que fue seguido de una desaprensiva y agresiva política consistente en edificar toda suerte de trabas a la navegación del río Paraguay que, pese a los reiterados reclamos, no se corrigió generando con ello daños importantes a la economía de ese país.
Como si esto fuera poco, la Argentina mantiene sin designar titular en su embajada en Paraguay, lo que puede interpretarse como otra señal de frialdad.
Por todo esto, el desagradable clima que prevaleció en la recepción paraguaya a la visita de Cristina Fernández de Kirchner debió haberse previsto. También, el fracaso de la que parece haber sido una intempestiva gestión de cobro vinculada a la represa de Yacyretá, que pretendió ejecutar la Presidenta, gestión que, naturalmente, debería hacerse también respecto de la enorme deuda que, desde hace muchos años, Cuba ha acumulado y mantiene con nuestro país, de la que, en cambio, no se habla.
La relación con Paraguay merece una sincera, total y profunda reconsideración con el fin de ser mejorada para regresar a la normalidad que desgraciadamente se extravió como natural consecuencia de la política de conflicto y agresiones económicas puesta en marcha desde nuestra administración. Inicialmente, para congraciarnos a cualquier costo con Hugo Chávez y, luego, por una injustificable expresión de resentimiento y despecho.
En momentos en los que el éxito está acompañando a Paraguay, y cuando la Argentina se encuentra profundamente empantanada en la maraña de desaciertos kirchneristas, este tema no puede quedar relegado.
Fuente: Editorial del diario La Nación, 18/08/14.
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La compañía aérea paraguaya confirmó a través de un comunicado de su página web que a partir del 1º de agosto cancela todas las operaciones regulares. La empresa explicó en el texto que la medida se debe a “cuestiones estrictamente económicas, vinculadas a la crisis financiera de la región”. “La imposibilidad de sumar nuevas rutas debido a la falta de apoyo de países vecinos, limita nuestro crecimiento y provoca daños económicos irreparables”, continúa el comunicado. La transportadora también anticipó que honrará “todos nuestros compromisos asumidos”. Sol del Paraguay se convierte así en el tercer carrier de la región que dejó de volar en los últimos meses, tras el cierre de AeroSur y Pluna. Fuente: La Agencia de Viajes Latinoamérica nº 529, 01/08/12.
Etiquetas: Aerolínea Sol del Paraguay, Sol Líneas Aéreas, compañía aérea SOL.