El crecimiento de la India
abril 3, 2016
India excluye las reformas drásticas
Por Jorge Castro.
Las exportaciones cayeron 4,7% en 2015 y son menos del 2% del total mundial. El crecimiento se basa en la demanda doméstica.
Contrastes. India, país muy conectado y con altos niveles de pobreza extrema.
India creció 7,5% en 2015 y fue la de más rápida expansión entre las grandes economías del mundo. El PBI se hundió 6 puntos entre 2010 y 2012 (pasó de 11% a 5,3%), y volvió a crecer a tasas superiores en 2013, 2014 y 2015 (6,4% / 7,2% / 7,5%). Hay indicios de que ha ocurrido un alza del potencial de largo plazo de 1 punto o más, que lo llevaría a 8% por año en 2018 / 2019.
El déficit de cuenta corriente se redujo el año pasado a 1,4% del PBI, tras haber llegado a 4,8% en 2012, debido a la caída del precio del petróleo; y la brecha fiscal disminuyó un punto porcentual (3,5% del PBI en 2015).
La población india sería la mayor del planeta en 2030 (1.500 millones), y el 70% tendría entonces menos de 30 años. La población en edad de trabajar aumentaría 20%, hasta los 1.000 millones.
Más de 70% de la expansión india proviene del sector servicios (5 puntos en 7,5% de alza en 2015), en tanto que el PBI industrial es 15% del producto y su contribución a la fuerza de trabajo es virtualmente nula (2% del total).
El PBI agrícola (17% del producto) es ejercido por 700 millones de campesinos. El nivel de incremento de su productividad es irrelevante. Las exportaciones cayeron 4,7% en 2015, y representan 2% del total mundial. El crecimiento indio depende casi exclusivamente de la demanda doméstica.
Entre los tres grandes emergentes (China, India, Brasil), es el que recibe menos inversión extranjera directa (IED) – US$20.000 millones en 2015 –; y el stock de IED es 1% del global. Brasil tiene 1/6 de la población india (230 millones), y el año pasado recibió 3 veces más IED (US$66.500 millones).
El ahorro doméstico es elevado (31,6% del PBI), pero la inversión ha caído en los últimos 4 años (39% del PBI en 2011/ 34,2% en 2015); y esto ocurre cuando la economía se expande, lo que frena las expectativas sobre el largo plazo.
La infraestructura india es ruinosa. Ocupa el puesto 90 entre 144 países (Davos) y la corrupción de las redes burocráticas es una de las tres más elevadas del globo.
India es un país extraordinariamente interconectado. Más de 900 millones de personas tienen acceso a la telefonía celular y son 300 millones los que disponen de Internet móvil (smartphones). Es sede del más importante sistema de servicios de la industria de alta tecnología del mundo, con eje en Bangalore, que ocupa a 2,5 millones de personas, dos tercios de los cuales con grado universitario o postgrado, usualmente en EE.UU.
En 2015 se establecieron 200 millones de cuentas bancarias a través de Internet, con 11 sistemas de pagos; y son 151 millones los subsidios a la pobreza que se abonan mediante la telefonía celular.
El poder político es extremadamente disperso, con un sistema federal profundamente heterogéneo (social, económica y lingüísticamente), en que el Senado, que representa a los 28 estados, veta o frena las leyes de fondo que propone el Ejecutivo.
El proceso de reformas en India tiene necesariamente un carácter incremental, y su impacto económico depende de su orientación y de la agregación en el largo plazo.
En los últimos dos años se ha modificado profundamente la gestión de la inversión pública federal (gobierno Narendra Modi), y hay en ejecución un programa de desarrollo de infraestructura de US$50.000 millones en 5 años.
El sistema indio excluye los cambios drásticos. Todo depende del rumbo y de la acumulación de ganancias de productividad.
India es esencialmente estable y dispone de la mayor democracia en funcionamiento del planeta desde hace 67 años, en un subcontinente con 101 lenguas, y con un único idioma común: el inglés.
Fuente: Clarín, 03/04/16.
Caja de ahorro y Tarjeta de débito gratis
abril 2, 2016
Desde hoy se podrá tener caja de ahorro y tarjeta de débito gratis
Por Mariano Gorodisch.
Si se tiene un paquete de productos, primero habrá que darlo de baja. No tendrán costos las transferencias por cajero o home-banking hechas por personas físicas. Pero si se extrae dinero de otro banco, aunque sea de la misma red, el costo es de $ 20 cada extracción. Tener una tarjeta de crédito saldrá más de $ 100 por mes, entre renovación y mantenimiento de cuenta. Una caja de ahorro en dólares pasa a más de $ 200 por mes.
Los bancos empezaron a mandar cartas a sus clientes anunciando que, desde el 1 de junio, aumentarán hasta 20% las comisiones.
Esta será la primera suba, ya el 1 de julio seguramente anunciarán otro tarifazo, esta vez desde septiembre (deben anunciarlo con 60 días de anticipación). Pero esta vez no habrá tope de suba, ya que el Banco Central liberó las comisiones a partir de septiembre, por lo que puede producirse una cartelización entre las entidades nucleadas en Adeba (bancos nacionales) y en ABA (internacionales), de modo de ponerse de acuerdo mediante un benchmark entre ellas, al no tener que pedirle permiso al regulador.
La buena noticia es que desde hoy las cajas de ahorro y las tarjetas de débito serán gratuitas. Tampoco tendrán costos las transferencias por cajero o home-banking hechas por personas físicas, pero para no pagar nada, primero hay que darse de baja si se tiene algún tipo de paquete de productos y conservar la caja de ahorro vieja, o abrir una caja nueva en otro banco sin cargo. La apertura es muy simple, ya que al ser un producto sin descubierto, no piden más que el DNI y algún recibo de servicios. Para abrir una cuenta corriente, por ejemplo, siempre piden un informe Veraz o similar.
Al ser gratuita la caja de ahorro, con la posibilidad de abrirse libremente en el banco que se desee y contar con transferencias gratis, será fácil migrar de un banco a otro que ofrezca mejores comodidades o condiciones. De este modo, el BCRA apunta a fomentar la competencia entre bancos.
Costos a tener en cuenta
Hay que tener en cuenta que si se extrae dinero de otro banco, aunque sea de la misma red, el costo es de $ 20 cada extracción. Tener una tarjeta de crédito saldrá más de $ 100 por mes, entre renovación y mantenimiento de cuenta, ya que a todos los precios informados hay que agregarle el 21% del IVA.
Para tomar un ejemplo de un banco de primera línea, la renovación anual sale $ 540, pero si se trata de un plástico internacional trepa a $ 830, una gold a $ 1810, una platinum a $ 2590 y una signature o black $ 3240. Los que se llevan las de ganar son los tarjetahabientes de las cuentas sueldo, que lo suelen tener bonificado.
Con las tarjetas de débito hay que cuidarlas, porque la reposición por hurto, robo o extravío se cobra más de $ 50; mientras ahora, con los nuevos aumentos, una caja de ahorro en dólares pasa a salir más de $ 200. En tanto, el alquiler de cajas de seguridad tendrá un incremento del 20%.
«A los que tienen sólo tarjeta de débito se los denomina en la jerga los sub bancarizados, porque es un segmento de la población que no suele tener acceso a una tarjeta de crédito», revela Miguel Fernández, director de VeriTran. «Para un banco, atender a una persona le cuesta un promedio de u$s 2 por mes, al prorratear el costo del call center, la compra de cash dispensers (ATMs que sólo sirven para extraer efectivo, que salen u$s 10.000), cajeros automáticos (tienen un valor de entre u$s 12.000 y u$s 15.000) y costo del envío en papel del resumen de la cuenta. Ante esto, los bancos tienden a llevar a la gente a los medios electrónicos para que el costo de modelo de atención tienda a cero», explica.
Fuente: cronista.com, 01/04/16.
Furor por el Tesla Model 3: más de 200 mil reservas en 48 horas
abril 2, 2016
Locura por el Tesla Model 3: más de 200 mil pedidos en 48 horas
El modelo más económico de Tesla fue presentado el 31 de marzo y ya recaudó más de 200 millones de dólares en concepto de reservas. Este suceso ha provocado que la compañía reconsidere la planificación de su producción.
Tesla Motors presenta el Model 3 en California.
«Un auto para el mercado de masas», así fue considerado el nuevo Tesla 3 que, a sólo 24 horas de su lanzamiento, había registrado casi 200 mil pedidos, equivalentes a 200 millones de dólares -la reserva se toma por sólo 1.000 dólares-. Actualmente, esa cantidad de reservas está en 230 mil, según el Tweet de Elon Musk, creador y presidente de la compañía.
Considerando que el valor del Model 3 comienza en 35 mil dólares, Tesla podría recaudar unos 7.500 millones de dólares si se confirman las ventas de los pedidos registrados en menos de dos días. La compañía informó que el precio promedio de los modelos reservados, teniendo en cuenta las opciones de equipamiento, es de 42 mil dólares.
El Tesla Model 3 durante la presentación de ayer. Atrás, una pantalla mostraba todos los pedidos que se registraban online.
Lo curioso es que Tesla comenzará su producción recién en 2017, y los clientes deberán esperar hasta fines de ese año o incluso a 2018 para poder subirse al Model 3.
Musk, quien se mostró totalmente sorprendido por el éxito de su lanzamiento, comentó que planea reconsiderar su producción. Se prevé una capacidad de 500.000 unidades al año, lo que será posible principalmente gracias a la fábrica de baterías que la compañía instaló en el desierto de Nevada, Estados Unidos.
La cuenta oficial de Tesla Motors sorprendida con la cantidad de público que asistió a la presentación. «La cola más larga».
El Model 3, una versión más compacta de su hermano mayor el Model S (72.000 dólares). Eléctrico 100%, y de tracción en las cuatro ruedas, tiene una excelente autonomía de 346 kilómetros y un gran poder de aceleración, consiguiendo llegar de 0 a 100 km/h en menos de 6 segundos.
El Tesla Model 3 comenzará a fabricarse en 2017. Tiene una autonomía de 346 kilómetros y puede acelerar de 0 a 100 km/h en menos de 6 segundos.
Fuente: Clarín, 02/04/16.
La Justicia, el problema número uno de Argentina
abril 2, 2016
La Justicia, el problema número uno del país
Por Jorge Lanata.
El principal problema de la Argentina es la Justicia. En realidad, la ausencia de ella. A la Justicia, o a su ausencia, remiten muchas de las faltas que a diario sufre nuestra población. Cuando el Estado apela juicios que ya sabe perdidos a jubilados que morirán antes de poder cobrarlos, es justicia lo que falta. Cuando un empresario puede crecer postergando 8.000 millones de pesos de impuestos y usa ese dinero para comprar empresas, mientras la AFIP cae sobre el pobre tipo que se atrasó con el monotributo, es la Justicia la que no funciona. La Justicia tiene que ver con el trabajo, la educación, las relaciones personales y, sobre todo, con el sistema de valores que rige la convivencia. No puede dar todo lo mismo y -como lo definió Ulpiano en el siglo III D. C- justicia es dar a cada uno lo suyo. Nuestro sistema judicial es viejo, venal y corrupto. Un juez puede condenar a un detenido sin haberlo visto jamas, o puede venderle su libertad a sola firma.
“Cada mil personas que hoy están cometiendo un delito, sólo tres van a ir a la cárcel”, dijo Mauricio Macri durante su campaña presidencial. Según un informe del Ministerio de Justicia conocido en 2008, ese año hubo 1.300.000 hechos delictivos, y la cantidad de sentencias condenatorias (prisión efectiva, condicional, multas, etc.) fue de 30.000, esto es un 2,3 por ciento del total.
Un informe del 2011 de la Junta Federal de Cortes y Superiores Tribunales de Justicia de las Provincias Argentinas y Ciudad Autónoma de Buenos Aires (JUFEJUS) asegura que las condenas en el fuero penal fueron del 2,12%. A la vez, el 73 por ciento de la población carcelaria está formado por presos sin condena firme; y según el portal Chequeado.com el 45% de los presos de la provincia de Buenos Aires, pasados los tres años de detención nunca llegó a juicio. Y no se trata sólo de la presencia de filósofos dandys del Derecho Penal a lo Zaffaroni, también es ésta una historia de abulia, burocracia, y marañas legales. El lenguaje de la calle lo aclara :“Acá nadie va en cana”.
La corrupción -ergo la impunidad, o sea la falta de justicia- estuvo ausente en la campaña de Cambiemos, al menos en el discurso macrista. Allí se impuso el pensamiento que Jaime Durán Barba expresó en INFOBAE después del triunfo: “Sólo el 14% de la gente quiere a Cristina Kirchner presa, el 86% no” (…) “Ni un minuto con el pasado”, insistió Durán Barba ante Macri en los días previos al discurso de apertura de sesiones en el Congreso.
En estos días, el murmullo popular es insistente: ¿alguien irá preso? El caso Báez se ha transformado en la estrella del minuto a minuto: cualquier televidente observa incluso a los programas de la tarde estirando el tema. La evasión de Cristóbal López o las sociedades de Jorge Rial corren en el mismo sentido. ¿Y si quienes votaron en octubre lo hicieron asqueados de la corrupción y esperan en verdad un cambio?
¿Podrá aceptar el presidente que no sólo triunfó por sí mismo sino como símbolo de un cambio del estado de cosas? ¿Y si todos estamos aún esperando que el nuevo gobierno haga de una vez, por primera vez, justicia? La Justicia se aplica en el presente pero garantiza el futuro. El mensaje del Estado a la población es claro: hay reglas que no debemos romper, hacerlo trae consecuencias de las que no se puede escapar. Lola, mi hija menor, tiene once años: tengo que poder decirle que la policía está ahí para protegerla, que los jueces son justos, que ante la ley somos todos iguales y que si tiene razón pelee por ella porque vive en un país donde van a defenderla.
¿Y, Lanata, va a ir alguien en cana?, me preguntan en la calle todo el tiempo.
Nunca sé que responder.
Podrá bajar alguna vez la inflación, podrá recuperarse el empleo, llegarán inversiones y, ojalá, Argentina comience a ser un país estable. Pero sin Justicia no hay futuro.
Fuente: Clarín, 02/04/16.
Pequeñas delicias de nuestros smartphones
abril 2, 2016
¿Quién necesita adrenalina, si tiene un smartphone?
Por Ariel Torres.
Experiencias místicas, notificaciones inoportunas y otras emocionantes aventuras en la era del teléfono inteligente.
Uno se queja de lo mal que andan las comunicaciones móviles y todo eso, pero, la verdad, somos unos desagradecidos. Si lo que cuentan en la vida son las experiencias, vaya, ¡es fantástico!
Pongamos por caso los cortes. Me da escalofríos sólo pensar que hay millones de personas en el mundo que no conocen esa indescriptible sensación de quedarse hablando solo. Cuando esto ocurre uno no sabe si esperar, porque quizá la pausa es transitoria, o cortar. Lo mejor sería cortar, meditamos, porque si la llamada se interrumpió el otro podría estar discando de nuevo. Mejor cortemos y llamemos inmediatamente, para no darle tiempo a discar y que le dé ocupado. (Quizá ya le está dando ocupado, por supuesto.)
Lo que no sabemos -ni tenemos modo de saber- es que no fue una pausa transitoria y como estuvimos cerca de 35 segundos hablando solos, el otro hace rato que está discando nuestro número. Le da ocupado. Y ahí viene una de las experiencias místicas -bueno, no sé si tanto, pero sí un toque extrasensoriales- que nos brinda la telefonía celular en la Argentina. Nos quedamos un instante esperando que el otro nos llame. Pero nuestro interlocutor está haciendo lo mismo, aguardando a que llamemos nosotros, en la creencia de que si disca nos dará ocupado. Y si bien no podemos hablar, una suerte de hilo dorado une nuestras mentes en ese momento, cada uno mirando intensamente la pantallita, esperando que el teléfono suene, reprimiendo el impulso de discar, pensando lo mismo, sintiendo lo mismo, en una comunión espiritual que en otras latitudes ignoran por completo. Lo que se pierden.
Más aún: ¿hay acaso una sensación de triunfo mayor que la de restablecer, por fin, el enlace? No. Ni debe existir en la historia de la civilización una frase más innecesaria que la que pronunciamos en ese instante. «Se cortó», decimos, casi al unísono.
Frase innecesaria en todos los casos, excepto cuando acabamos de atravesar una amarga discusión con nuestro cónyuge, en cuyo caso no queremos decir simplemente «Se cortó», sino más bien: «Te aclaro que yo no corté el teléfono, porque pienso que es algo insolente y hasta un poco infantil, y ya sé que vos creés que soy insolente y un poco infantil, y por eso te aclaro que no, que yo no corté, y cuando digo que no corté no quiero que lo tomes como que corté y me arrepentí y ahora volví a llamar, sino que de verdad se cortó, andan re mal estas cosas». Sabemos, asimismo, que si la otra persona nos responde con un: «Sí, andan re mal estas cosas» significa, dependiendo del tono, que no nos cree una palabra o que no fue una buena idea volver a llamar.
Me han comentado que existe una suerte de acuerdo consuetudinario que manda volver a discar al que llamó originalmente, en caso de que se corte. Puede ser. Pero, ¿cómo podemos saber que nuestro interlocutor sabe de este acuerdo? ¿Y si no lo sabe? ¿Y si lo sabe, pero no sabe si nosotros lo sabemos? ¿Y si lo sabe e imagina que nosotros también lo sabemos, pero no sabe si sabemos que él también lo sabe? Es un problema. Organicemos una mesa debate.
La calidad de las comunicaciones móviles también nos proporciona toda clase de experiencias auditivas que en otros lugares, pobre gente, nunca han de conocer. Por ejemplo, recién hablé con un amigo y súbitamente su voz empezó sonar como la de Optimus Prime. Así, de la nada. De golpe pasó al estilo de un cantante ochentoso, con mucha reverberación (mejor conocida en la jerga como reverberancia o rever, a secas). Luego con mucho flanger. Por último sus palabras se aceleraron frenéticamente, como en las aclaraciones legales que vienen después de los avisos de radio y que no se entienden absolutamente nada. Y entonces, adiós, se esfumó. Pero volvió, esta vez bastante normal. «¿Me oís?», repetía, un poco alelado, como alguien que ha sido teletransportado por primera vez. Siguió, por supuesto, el inevitable intercambio de «¿Me oís?», «¿Ahora me oís?», «Sí, sí, ahora sí, no, ¡ay!, no, se te entrecorta», «¿Ahora?», etcétera.
Queda usted notificado
Hay, sin embargo, un menú delicioso de nuevas experiencias que nos han traído los teléfonos inteligentes a todos y en todas partes del mundo.

Recordarán los celulares de antes. Qué aburrimiento. La batería duraba una semana. No tenían problemas de conectividad (entre otras cosas porque no tenían conectividad). La pantalla no se rompía aunque se te cayera de un piso 90. Y, sobre todo, no exudaban notificaciones ni se ponían a hacer cosas solos.
Ese tedio atroz es cosa del pasado. Ahora, por ejemplo, te encontrás en tu primera cita y de pronto te das cuenta de que tu celular calienta. Por supuesto, no querés dar la impresión de que no le estás prestando atención a esa persona que te gusta. O que sos tan pero tan nerd que necesitás palpar tu smartphone a cada rato. Pero es inevitable, porque está que hierve; en un punto te vienen a la cabeza todos esos videos de YouTube donde se ven notebooks y celulares entrando en combustión . La otra persona tampoco puede dejar de observar la morosidad con que ponés la mano sobre el teléfono, y es por otro lado obvio que no, no le estás prestando atención. Así que al final, quizá con un dejo de preocupación, te pregunta: «¿Pasa algo con tu teléfono?» Pensás en decirle que está muy caliente, pero no te parece que sea el contexto adecuado. Así que respondés que no, que no pasa nada, al tiempo que, subrepticiamente, mantenés apretado el botón de arranque para reiniciarlo y matar esa app que debe haberse vuelto loca y está haciendo trabajar al microprocesador como si fuera el último día del mundo. Tu cita nota que ahora, además de palparlo, lo estás apretando, y empieza a alarmarse. Pero volvés a la charla aliviado, lográs recuperar el clima de cortejo, todo vuelve a ser perfecto y entonces, como esas 4×4 fuera de control que se meten adentro de una tienda en los documentales captados por cámaras de seguridad, los sobresalta la música insufrible que las operadoras le ponen en el arranque y que tienen de romántico tanto como un quirófano de campaña.
Te hacés el distraído y ponés tu sonrisa más compradora. Funciona, siempre funciona. Pero claro, todo ese calor significa una sola cosa: consumo de electricidad. Así que a la batería le quedan sólo unos minutos de hálito vital y ahí, cuando un ejército de Cupidos volvía a revolotear alrededor de la mesa, el teléfono pronuncia otro sonido contrariado y te solicita que enchufes el cargador. Es un momento crucial. Una interrupción se podría soportar. Dos, no. Entonces intentás salvar la noche y le decís: «Disculpame, es que lo reinicié para tratar de matar un proceso que lo estaba recalentando, y vos sabés que a mayor consumo, mayor disipación de temperatura, así que eso me comió la batería».
Si te perdona esa, es el amor de tu vida.
Pero anda bien, ¿eh?
Los nuevos teléfonos nos han enseñado también la humildad. ¿Cuántos objetos personales exhibiríamos todos destrozados? Un hilito suelto en un botón de la camisa y ya nos da vergüenza. Si el botón osa soltarse vamos por todos los escritorios mendigando aguja e hilo. No aceptaríamos comer en platos rotos y un mueble estropeado nos hace cancelar las visitas hasta que llegue el restaurador. Un cepillo de dientes con mucho millaje es inaceptable. Un cristal rajado da un aspecto de abandono que no podemos soportar. Pero se nos quiebra la pantalla del celular y seguimos así durante meses, no tanto porque es caro cambiarla (lo es, como toda la electrónica en la Argentina), sino porque como el repuesto es difícil de conseguir nos vamos a quedar sin celular durante dos semanas, ¿y quién puede sobrevivir dos semanas sin teléfono?
He estado en reuniones sociales en las que se comparan rajaduras, grietas, fisuras, mellas, orificios, cuarteamientos, estrías, rozaduras, ajamientos, erosiones, muescas, rayones y esquirlas como veteranos que cotejan cicatrices, y todo con la misma resignada aclaración: «Pero anda bien, ¿eh?»
Y hablando de adrenalina, ¿no es un momento de suspenso que reíte de Hitchcock cuando nos disponemos a levantar el teléfono del piso, donde ha caído de plano, haciendo un ruido que no augura nada bueno? ¿Y no es también un alivio inefable cuando miramos la pantalla y está intacta, tanto que saltamos en una pata (si nadie nos ve) y bailamos un rato con alegría paroxística?
Sabemos asimismo que es sólo cuestión de tiempo antes de que se nos vuelva a caer, y entonces, tal vez, si los hados no están de nuestro lado, pasaremos a formar parte de la banda de las pantallas quebradas. ¿Pero anda bien, eh?
Volver a empezar
Como los teléfonos inteligentes son en realidad computadoras personales de bolsillo, hemos recuperado varias experiencias que el celular estándar nos había arrebatado.
La primera es que otra vez tenemos que hacer backup, reiniciar porque se colgó todo, instalar software, desinstalar software, nos quedamos sin espacio de disco, sin memoria y, más tarde o más temprano, inexorablemente, nos veremos obligados a restaurarlo al estado de fábrica, que es el equivalente a formatear y reinstalar el sistema operativo. Los clásicos siempre vuelven.
Segundo, caramba, una de las mejores cosas de la computación: las preguntas. Antes -qué cosa más angustiante- prendías el teléfono y ya, tenías un teléfono. Ahora, no. Ahora lo encendés y te solicita una cuenta en algún proveedor (Apple, Google, etcétera), tenés que activarlo, decidir el idioma, la hora, el signo astrológico, informar tu edad, tu peso, ingresar 42 contraseñas, un PIN y acordarte de qué estabas haciendo el 12 de abril de 1986 a las 4 menos 20 de la tarde (fue sábado). Cuando, luego de aproximadamente 45 minutos, conseguís que el teléfono deje de importunarte y se comporte como un teléfono, te relajás y pensás que lo peor ha pasado. Pero no, porque no es un teléfono. Así, durante el tiempo que lo tengas a tu servicio, volverán los interrogantes cabalísticos y los mensajes 110% innecesarios. Por ejemplo, un cuadrito blanco que dice Aplicaciones recomendadas se detuvo, con un botón Aceptar. Bueno.
No quiero olvidarme de otro placer propio de Síbaris (hoy Síbari) que hemos recuperado gracias a los teléfonos inteligentes: la configuración. ¿Cuántos ajustes había que hacerle a un celular de los de antes? Cero, ninguno, nada. Como mucho, elegías el ringtone. Una época oscura, la verdad. Por suerte, ahora no sólo tenemos 24.000 opciones, sino que hasta se ha vuelto complicado acallar la maldita cosa. Para empezar, podés cambiar el volumen del tono de llamada, de las notificaciones, de películas y música y del sistema. Después, podés elegir los ringtones para cada aplicación, y cuáles de todas las notificaciones emitirá (sonido, vibración, LED, color del LED, humo en aerosol, burbujas de jabón, etcétera). Asimismo, es posible silenciar grupos de Whatsapp o establecer un período durante el cual el telefonito no nos importunará, excepto si se dan ciertas condiciones, que por supuesto es menester definir. No entiendo cómo podíamos tolerar el tedio de los celulares de antes, que con sólo mantener presionado numeral, se silenciaban.
Hoy, antes de ir a la cama, debemos reservar en la agenda una buena media horita para asegurarnos de que las notificaciones hayan sido del todo desactivadas.
Lógico, después dormís de un tirón toda la noche.
Fuente: La Nación, 02/04/16.
Más información:
Diez formas de aprovechar un celular viejo
Protocolo de las Comidas de trabajo
abril 2, 2016
Comidas de trabajo, claves para salir airoso
Por Sebastián Ríos.
Estos encuentros que parecen informales encierran una serie de códigos que siempre deben tenerse en cuenta.

«Eran casi las 4 de la tarde y no había forma de dar por finalizado el almuerzo de trabajo. Del otro lado de la mesa, la charla había derivado a temas improductivos, lo que me sugería que mis interlocutores no eran los más apropiados para llevar adelante el proyecto en cuestión», cuenta Agustín, de 45 años, gerente de marketing de una empresa del rubro textil. Una comida de trabajo no es igual a cualquier otra reunión ni tampoco es un almuerzo con amigos. Se juegan códigos implícitos, gestos y detalles imperceptibles, pero fundamentales para que un negocio tenga éxito o… naufrague.
Aun así se trata de un ítem poco transitado entre los «especialistas» del reunionismo, que generalmente se ocupan de los detalles intramuros de la compañía, dejando en ascuas a quienes se preguntan: «¿Dónde convocar a un almuerzo? ¿Qué hay que tener en cuenta? ¿Cómo lograr que la reunión pueda ser disfrutada como algo informal, pero al mismo tiempo que pueda llegar a ser productiva?» Lo que sigue es un catálogo con algunos consejos para llegar a buen puerto:
¿Cómo elegir el lugar?
«Es muy importante la comodidad y el gusto del invitado», dice el experto en recursos humanos Alejandro Melamed. «Cercanía del lugar donde se encuentra y el tipo de comida que se alinee con sus apetencias» son dos aspectos fundamentales. «En general, uno busca un punto intermedio entre su lugar de trabajo y el de la persona con quien se va a reunir, o trata de acercarse al lugar donde trabaja la otra persona, priorizando su comodidad», dice Ignacio Romano, director de Asuntos Corporativos del laboratorio Pfizer, que aclara que a la hora de elegir el lugar del encuentro, la comida suele ser un factor secundario, salvo cuando la reunión es con extranjeros, que quieren probar carne y vino argentinos.
Un factor que sí colabora con el desarrollo del encuentro es que el ambiente sea tranquilo y poco ruidoso. Así, muchos optan por los restaurantes de hoteles -como el clásico bar del Sheraton Park Tower en Retiro o Club 31, en el hotel Recoleta Grand-, que ofrecen espacios aislados del bullicio, o establecimientos gastronómicos que cuentan con salas privadas, como Elena, Don Julio o Roux. «Nuestra cava, en el subsuelo, tiene una sola mesa, lo que lo hace muy apropiado para reuniones de trabajo. Es un lugar completamente privado y eso hace que incluso, a veces, los almuerzos de trabajo se extiendan bastante», comenta Martín Rebaudino, chef de Roux.
¿Sólo hablar de negocios?
Ir directo al asunto que convoca el encuentro no parece ser lo más indicado, así como tampoco lo más habitual (al menos en nuestro país). «No es recomendable ir al punto -confirma Melamed-, ya que las comidas de trabajo brindan la posibilidad de socializar. En ese sentido, una buena recomendación es estudiar previamente al interlocutor, para generar opciones previas de diálogo relacionadas con sus hobbies, gustos o experiencias.»
Romano coincide: «El conocimiento personal de con quién uno se está reuniendo facilita la relación profesional y hace que luego se pueda ir más rápido a los temas profesionales sobre la base de la confianza. Así, el comienzo del almuerzo de trabajo será un update, con temas como las vacaciones, algún comentario sobre política y luego sí ir al tema puntual que motiva la reunión».
Ahora bien, política, fútbol, ¿no son temas conflictivos para una reunión de trabajo? «El fútbol es algo que distingue a los argentinos y es una temática que suele estar. Del mismo modo que, en asuntos corporativos, la política está presente e incluso puede ser el motivo de la reunión. Eso sí, en todos los casos hay que hablar con la mayor objetividad posible, sabiendo que hay puntos de vista distintos.»
¿Celulares prendidos o apagados?
Lo ideal, coinciden los entrevistados, es dejarlo de lado durante la comida o al menos reducir al mínimo su uso. «Si uno en una reunión busca la construcción de la comunicación, lo ideal es evitar su uso», afirma Teresa Pérez del Castillo, gerente de Comunicaciones para Coca-Cola. «El celular no se apaga», opina por su parte Romano: «Si la llamada pueda esperar, uno contesta más tarde. Pero no siempre es posible». Rebaudino confirma que, en la realidad, el celular está siempre presente: «Se usa mucho en los almuerzos de trabajo, lo que es entendible, ya que forma parte del trabajo y están en ese horario».
¿Qué comer (y beber)?
«La comida es una excusa para tener el encuentro profesional, no el centro del mismo. Si es al mediodía es más frugal, considerando que debe dejar espacio para el diálogo y la continuidad laboral», afirma Melamed. En cuanto al alcohol, «al mediodía se suele evitar o bien sólo una copa. Si es a la noche se suele ingerir más, pero siempre teniendo en cuenta que luego quizás haya que conducir».
Pérez del Castillo dice que su empresa cuenta incluso con parrilla y sillones en la terraza, donde suelen realizar almuerzos de trabajo internos y con invitados. «Generalmente, el menú es picada y asado, para que sea un momento descontracturado, que favorezca la integración», cuenta y aclara que el alcohol no está presente en las comidas.
¿Quién paga?
«Hay que diferenciar dos tipos de reuniones de trabajo -advierte Melamed-. Las que son internas de la empresa y las que son con interlocutores externos (proveedores, clientes, consultores, organismos de contralor, competencia, etcétera). En el primero de los casos, siempre debe pagar el de mayor nivel jerárquico si es por cuestiones laborales. Si el objetivo es social se estila que cada uno pague lo suyo. En el segundo de los casos, el que paga es el que invita. Sin embargo, muchas empresas internacionales tienen políticas de no permitir invitaciones de ningún tipo, por lo que en estos casos, cada uno paga su parte.»
Incluso existen algunas compañías que, permitiendo que sus ejecutivos inviten a almorzar o cenar, establecen ciertos límites. En Pfizer, por ejemplo, cuenta Romano que existe un código de ética -que se sintetiza en el llamado «Libro azul»-, donde se establece que «en todas las reuniones con profesionales de la salud, clientes o eventualmente funcionarios del gobierno hay un límite de 75 dólares. Si uno invita a alguien, ese es el límite que se puede pagar por el almuerzo o cena de otra persona, lo que en Buenos Aires es más que holgado». Para quien esté en la duda puede ser un dato a tener en cuenta.
Fuente: La Nación, 02/04/16.
Smartphones como mercados móviles en Asia
abril 1, 2016
El comercio móvil es el sector más nuevo dentro del e-commerce y el de mayor crecimiento, por las enormes ventajas que ofrece.
También conocido como M-commerce o comercio móvil en español, es el comercio electrónico por medio de transacciones realizadas desde dispositivos móviles, tipo smartphones o tablets.
En Asia el crecimiento del M-commerce es realmente explosivo y los celulares inteligentes se convierten en verdaderos mercados móviles que permiten todo tipo de transacciones comerciales, con agilidad, rapidez y simplicidad.
Fuente: Ediciones EP – The Wall Street Journal, 2016.
Comparación del mCommerce con el eCommerce tradicional, en todo el mundo:
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Haga click en la imagen de abajo:
Dr. House & Hugh Laurie
abril 1, 2016
Locos por Hugh Laurie

La primera cosa atípica de Hugh Laurie es su altura. A diferencia de muchos actores de Hollywood, es en realidad más alto de lo que parece en la pantalla. Oficialmente, mide 1,89 metros; extraoficialmente, parece más alto.
Cuando nos encontramos por primera vez, en un patio tranquilo del centro de Los Ángeles, tenía una expresión levemente distante, una mirada familiar para los fanáticos de Dr. House, la popular serie de Fox que Laurie protagonizó durante ocho años interpretando a un diagnosticador misántropo.
“Por favor no lo tomes a mal, pero ahora me vendría muy bien un cigarrillo”, dice Laurie. Se mueve, revisa sus bolsillos en busca de un escurridizo paquete de cigarrillos y luce un poco molesto hasta que su mano da con uno. Se acerca a una puerta abierta, se encorva contra el viento, lo enciende, da un par de pitadas y exhala. “Bien, ahora sí, ¿decías?”
Sonríe y busca la única silla al reparo del sol. “De cuando en cuando, he dejado de fumar”, dice más tarde. “Y hay algo sobre el dejar de fumar que pone ansiosas a las personas: ‘Bueno, si dejo de fumar, ¿me pierdo de algo? Si me libro de esta cosa, seguramente, en términos de la física newtoniana, debe quedar un espacio vacío’”.
En Hollywood hoy en día, lo único más extraño que una estrella que fuma en público es una que lo hace mientras habla de la física de Newton. Tal vez lo más extraordinario en Laurie sea que, a pesar de su consumada y duradera carrera, reconoce sin reparos que es un loco del más alto grado y un prisionero de sus propias dudas.
No es que considere estas cualidades como algo particularmente especial. “Me aburro de mí mismo”, afirma. “De hecho, me he quedado dormido a mitad de una oración en el sofá de mi terapeuta, me he aburrido tanto de mí”. Dicho esto, y conociendo su publicitado agotamiento mental cuando terminó Dr. House, podría resultar contradictorio que en su próxima serie de televisión, Chance, Laurie encarne a un psicólogo. En la oscura serie original de Hulu, que debuta este año en Estados Unidos, personifica al doctor Eldon Chance, un psiquiatra forense de San Francisco conocido por evaluar a acusados de crímenes. “Abrí el libreto y ya en la primera página dije: ‘Oh, es una lástima’, porque obviamente no puedo hacer esto”, cuenta Laurie, quien al principio se negó a hacer otro papel de médico. “Después de unas tres páginas, en realidad me olvidé completamente de eso. Y pensé: ‘Esta es una creación y un enfoque completamente diferentes. No hay bromas en esto. Esto es sobre sufrimiento real’”.
En este tema, Laurie sabe de lo que habla. Desde finales de los 90, el actor ha venido hablando de su depresión. Esa aflicción, dijo en una entrevista de 2002 con el Evening Standard, “afectó todo, mi familia y mis amigos. Fue un dolor en el trasero. Estaba muy triste y ensimismado”.
La primera vez que hago referencia a esa confesión, sin embargo, Laurie se encoge de hombros y dice: “Quisiera no haberlo mencionado nunca”, y cambia de tema.
Llegados a este punto, prefiere hablar de su rol en El infiltrado, una miniserie de seis capítulos basada en el best seller de John le Carré que AMC emite en América Latina desde febrero y presentará en EE.UU. este mes. El protagonista de la historia, un recepcionista de hotel llamado Jonathan Pine, es reclutado como agente encubierto por el servicio secreto británico, el MI6, para capturar a un traficante internacional de armas.

Laurie, que es un poco polímata, es un lector obsesivo de Le Carré y el género de espionaje; en 1996 publicó El vendedor de armas, una novela satírica bien recibida por la crítica. En Gran Bretaña, se ganó hace tiempo el estatus de héroe por A Bit of Fry & Laurie, una comedia televisiva que creó con su mejor amigo, el estimable Stephen Fry. Laurie trabajó muchos años en dos series británicas clásicas: La víbora negra y Jeeves and Wooster. Como si eso fuera poco, lanzó dos discos de blues y tocó en un quinteto de jazz.
“Amo a Le Carré desde el primer momento”, dice Laurie. “Pero este era una especie de libro sagrado para mí. Fue su primera novela pos-Guerra Fría. Y yo estaba maravillado y aliviado de ver que él no había encontrado material que no sólo le permitía continuar su visión, sino de hecho superarla. Cuando iba por el tercer capítulo, levanté el teléfono —la única vez que he hecho algo así— e intenté obtener los derechos cinematográficos”. Hace una mueca. “Ni siquiera sabía qué significaba tener los derechos, pero había escuchado esa frase”.
Aunque no tuvo éxito con su oferta, Laurie siguió en contacto con uno de los hijos del escritor, el productor Simon Cornwell, que administra los intereses cinematográficos de Le Carré. Dos décadas después, cuando el proyecto salió del olvido de Hollywood conocido como “el infierno de la etapa de desarrollo”, Laurie se lanzó encima.
Había sólo un obstáculo: siempre se había imaginado haciendo el papel de Pine, el elegante y joven protagonista. Sin embargo, para ese entonces Laurie ya había pasado hacía rato los 50 años (hoy tiene 56). “Tuve que asimilar el hecho de que no iba a ser el gerente nocturno”, dice. “Ya no estoy cualificado, si es que alguna vez lo estuve, y, dicho sea de paso, no lo estuve. Nunca fui lo suficientemente viril y elegante para ser el gerente nocturno. Así que tuve que dar un paso al costado y ver cómo Tom Hiddleston lo interpretaba”.
Hiddleston, de 35 años, es conocido por interpretar al villano Loki en Thor y The Avengers (Los Vengadores). No obstante, pronto quedará asociado al astuto personaje de Pine. Laurie interpreta al blanco de Pine, Richard Onslow Roper, un traficante de armas con la mente de un chacal y los medios de Creso.
Laurie estaba tan familiarizado con el material y con Pine que quiso transmitirle su visión a Susanne Bier, la directora de El infiltrado, y a Hiddleston, a veces al punto de generar conflicto. Incluso intentó reescribir algunas escenas, pero sus colegas no se lo permitieron. “Él dijo: ‘Pongámonos de acuerdo en no ponernos de acuerdo’”, recuerda Bier. “Fue muy liberador. Había mucho deseo de hacer las cosas bien”.
A pesar de ser famoso por interpretar a un antihéroe como House, Laurie es nuevo en eso de ser un supervillano. Cuando responde preguntas estrictamente vinculadas con su oficio, Laurie habla con la impasible erudición que revela su educación en Eton y Cambridge. “Cada antagonista debe sentirse como si fuera protagonista”, señala. “Cada uno es la estrella de su película. Debemos ocupar el papel central de nuestros propios dramas, y claramente Roper ocupa el rol central en el suyo”.
Luego de una digresión sobre roles protagónicos, Laurie menciona que Tom Hanks, a quien admira especialmente, le envió una carta halagando a Laurie por el papel de estrella invitada que cumplió hace poco en la comedia Veep, de HBO. “Absolutamente sorprendente”, dice Laurie acerca de ese gesto.

Sin embargo, cuando le menciono al pasar que la compañía productora de Hanks tiene un acuerdo con HBO, la cuestión cambia. “Oh”, dice Laurie. De pronto luce afligido, entrecierra los ojos. “¿Crees que ellos le dijeron que la escribiera?”.
“No”, le digo. “En absoluto”.
“¿Crees que ellos la enviaron?”.
Y allí están otra vez las dudas. “Por algún motivo, hay algo en él que no puede aceptar que es un genio”, explica Bier. “Y siempre tiene que burlarse de sí mismo o menospreciarse. En realidad es encantador, pero hay momentos en que uno piensa: ‘¿No puede pasarla bien?’”. Mientras filmaba la miniserie, Laurie se encontró con frecuencia en ese estado. “Las dudas y ansiedades acechaban en cada línea”, recuerda. “Siempre tengo dudas. Y paso toda la filmación repasando la lista de personas a las que deberían haberles dado el papel”.
Durante esta filmación en particular, su lista de actores favoritos incluyó uno que ha muerto recientemente. “Siento que no debería ni siquiera decir su nombre porque ahora se siente como una falta de respeto”, dice. “Pero siempre he sido un gran admirador de Alan Rickman. Creo que tiene, o tenía, una presencia tan poderosa, una suerte de malicia sedosa que lograba evocar”. Suspira mientras observa el cielo. “En realidad no debería decir esto”.

Hacia el final de la serie Dr. House, en la que según reportes cobró US$700.000 por capítulo, algunos medios publicaron que quería abandonar su notoriedad y obligaciones y volver a Inglaterra, donde vive con su esposa de hace 26 años, Jo Green. Tienen tres hijos adultos, Charlie, Bill y Rebecca.
“Oh, no, no, no”, dice Laurie. “Sí usé la frase ‘jaula de oro’. Eso fue un error. Pero eso estaba relacionado con la experiencia de interpretar a un personaje epónimo en un programa de televisión, y en consecuencia verme confinado a una caja negra durante 100 horas por semana. Pero me pagaron increíblemente bien por eso. No, no hubo un sentimiento de retiro”.
Al final, cuenta Laurie, “me di cuenta de que nunca iba a superarlo, por lo que debía simplemente parar. Además, mi lado presbiteriano no me permitiría disfrutar de las cosas positivas. Por lo que ni lo intento”.
Agrega: “Pero aunque cada palabra que saliera de mi boca haya sido fielmente reportada, si eso fuera posible, de todas maneras lo odiaría, porque no quiero ser fielmente representado”.
Espera, ¿qué?
“Porque me aburro de mí mismo. Porque soy aburrido. No, realmente lo soy”.
Al igual que Laurie, Stephen Fry atribuye la actitud de su amigo a su presbiterianismo crónico. Laurie fue criado en Oxford, Inglaterra, por lo que Fry describe como “padres que creyeron en las virtudes de la modestia al punto de su propia abnegación. El engreimiento, la satisfacción propia y el orgullo fueron los tres pecados mortales en la casa de los Laurie, creo. Y si bien hay algo que se puede decir por eso, tal vez puede tomarse demasiado a pecho”.
Que Laurie sea un entrevistado expansivo se debe a su grado de inconformismo. Lanza una profusión de calificativos, disculpas y ramas de olivo, porque no quiere verse de la forma equivocada, es decir pomposo, aburrido o rudo.
“A veces veo a Hugh a través de los ojos de un extraño”, expresa Fry. “Especialmente de personas de los medios. Y podría parecer un poco malhumorado y distante, pero no lo es. Es un personaje extraño que realmente considera las cosas”.
PARA CUANDO TERMINÓ Dr. House en 2012, Laurie no consideró en absoluto volver a interpretar a un doctor en una serie estadounidense. Chance, sin embargo, tenía un par de cosas a favor. En primer lugar, no hay nada como Dr. House. La nueva serie es agresivamente oscura. El personaje de Laurie entra en un torbellino de múltiples identidades, intriga sexual y locura. En muchas maneras, Chance es el anti-Dr. House.
Segundo, despertó su interés en el tema de la psicología humana. Hace poco, Laurie se devoró The Brain, la serie de PBS conducida por el neurocientífico David Eagleman. Y la semana pasada, cuenta, pasó cinco horas con Richard Taylor, un psiquiatra forense famoso por evaluar a los más infames asesinos y pirómanos británicos. “Las aberraciones del cerebro humano siempre han sido interesantes para mí”, afirma Laurie. “En parte por eso estoy haciendo la serie. Y estoy buscando la mayor cantidad de perspectivas en el túnel”.
El hecho de que “el túnel” sea la metáfora central en una memoria que yo había escrito acerca de mis propias aventuras con la depresión y la locura no pasa desapercibido por Laurie, ya que bromea con que había comprado 10 copias de mi libro para tener uno en cada habitación. A lo largo de nuestra conversación, Laurie hace referencias, oblicuas y no tan oblicuas, a sus dificultades psicológicas. En un momento, se inclina hacia mí y me pregunta: “¿Aún escuchas el túnel cada tanto?”. Pero cuando le hago la misma pregunta, objeta, diciendo que compró el libro sólo para fines investigativos. “Me estoy por embarcar en el papel de un neuropsiquiatra”, dice.
Finalmente, luego de dar vueltas alrededor del asunto, le pregunto por qué ahora evita hablar de la depresión.
“Puedo entender que podría ser percibido como una indulgencia en muchos niveles, porque, en primer lugar, soy absurdamente afortunado de estar donde estoy, haciendo lo que hago, y por haber vivido la vida que vivo. Doy gracias por eso todos los días”, expresa. “Y de hecho pasar algo de tiempo tratando de conseguir compasión —‘Oh, no tienen idea de lo que sufro’— es como indecente, de alguna manera”.
“Bueno”, le digo, “si lo encuadras de ese manera…”.

“Y también pienso que, hasta cierto punto, se retroalimenta. Si lo admites y confrontas, podrías obtener lo mejor de ello. Pero podrías también simplemente darle oxígeno a todo el asunto.”
“¿Hay también un temor de que la gente simplemente te identifique constantemente como ese Tipo?”.
“Sí. Y la gente depresiva se apega a la depresión porque, hasta cierto punto, les resulta familiar. Es conocida. Es parte de lo que uno es, que tal vez, si me rindo, si me curo a mí mismo, bueno, ¿y luego qué?”, dice Laurie y hace una pausa.
“Eso quizás sea incorrecto”, afirma y profundiza: “Pero sobre todas las cosas, un actor privilegiado, occidental, razonablemente saludable que está viviendo la vida que vivo no tiene por qué, realmente. Es simplemente maleducado. Es maleducado quejarse”.
“Eso suena británico”.
“Sí, supongo que sí. Creo que los británicos ciertamente responderían así”.
Laurie se sienta y se pasa la mano por el pelo. Su sonrisa sugiere una capitulación benigna. “Creo que soy muy diferente ahora, por las razones que mencioné antes, en las que probablemente no querría meterme”. Pero luego lo hace. “Creo que me aflijo menos que antes. Mejor. Realmente mejor. No sé si eso me hace una mejor persona. Pero esa introspección deprimida que tenía está más bajo control. La veo venir y tengo herramientas para eludirla”.
Punto final…
“Por supuesto, ahora pienso que tal vez no debería haber dicho eso de ninguna manera”.
Fuente: The Wall Street Journal, 31/03/16.
El fraude en el sector de los Seguros
abril 1, 2016
“Hay que desarrollar una cultura antifraude integral en el sector asegurador, que involucre a la intermediación”
Por Paloma González Durán.
El segundo Congreso de COPADES, celebrado hace escasas fechas en México, generó entre los asistentes una reacción “aún más dinámica y profunda” que la primera convocatoria, que tuvo lugar en 2015 en Bogotá. Como explica en esta entrevista exclusiva Manrique Saborio, Gerente general de BCRA Internacional S.A., “el resultado de los Congresos nos ha mostrado que hay un genuino interés en conocer más de cerca la problemática, no solo desde la perspectiva teórica y filosófica, sino también práctica, es decir, cómo resolvemos o mitigamos el impacto que genera el fraude a las compañías de seguros”. Como avanza, la tercera edición se desarrollará en España, en abril de 2017.
Manrique Saborío Dorado
P.- ¿Cuál es su balance sobre el desarrollo del II COPADES?
Manrique Saborío.- En términos generales, estimo que el evento en México generó una reacción de parte de los participantes aún más dinámica y profunda que la que en origen se tuvo en Bogotá. El público, en definitiva, fue muy sensible a las distintas temáticas que fueron tratadas por los oradores, evidenciando un legítimo interés y preocupación por las problemáticas que enfrentan las aseguradoras. Es pertinente señalar que el balance mostrado en ambos eventos responde a una necesidad real del sector que muestra el creciente problema del fraude del cual son víctimas las compañías aseguradoras.
P.- ¿Ha cumplido el evento las expectativas iniciales (organización, asistencia, logística)?
Manrique Saborío.- El evento ha ido cumpliendo con las expectativas más allá de lo pensado inicialmente y ratifica nuestro criterio de que es en absoluto necesario continuar con el esfuerzo de desarrollar una cultura antifraude integral en el sector asegurador, que involucre al sector de intermediación que tiene un perfil de comportamiento similar en cualquier región.
P.- ¿Por qué se escogió México como escenario para el desarrollo del II COPADES? ¿Qué os ha aportado que se celebrase allí?
Manrique Saborío.- México es un país con una situación social complicada por temas de crimen organizado y un fraude creciente, del cual al sector asegurador no le es posible sustraerse y en consecuencia ha sido víctima, tal y como lo señalaron varios de los oradores mexicanos. En virtud de ello, estimamos que, al ser un mercado referente en Latinoamérica, es importante abrir un espacio mediante el cual se someta a discusión y análisis por parte de los actores del sector asegurador esta problemática que va más allá del fraude, pues tiene implicaciones que surgen de las actividades del crimen organizado.
La próxima edición, en España
P.- Se ha planteado que España acoja el III COPADES, previsto para abril de 2017. ¿Por qué este mercado y esta fecha? ¿Qué esperáis obtener del mismo?
Manrique Saborío.– España, en definitiva, es un absoluto referente en el mundo de los seguros y del cual Latinoamérica se ha nutrido; ahora, un valor agregado en el mercado español es que ha habido una experiencia destacada en los temas de prevención y combate del fraude. No obstante lo anterior, en virtud de las distintas idiosincrasias que manejamos entre España y Latinoamérica con el transcurso y desarrollo de nuestras historias, esta temática (El fraude a los Seguros) ha ido generando experiencias cuyas particularidades, en definitiva, se hace necesario intercambiar y compartir por los expertos y asistentes al evento a fin de enriquecer nuestras experiencias y fortalecer el conocimiento de metodologías y mejores prácticas para optimizar los esfuerzos de prevención y combate del fraude al sector asegurador.
P.- Existe la intención de crear una nueva website de COPADES e imagen gráfica, con un logo padre, además del logo local de cada lugar en el que se celebre, ¿hay esgrimida ya alguna idea de lo que se quiere para la edición de España?
Manrique Saborío.- Efectivamente, nuestra intención va dirigida en los siguientes ejes:
1.- Debe proyectar la idea de que Europa y América se están uniendo o dándose la mano como regiones.
2.- Proyectar como objetivo el estudio, análisis de la prevención y lucha contra el fraude a los seguros, así como la prevención del LA-FT.
3.- Debe ser un logo MADRE de proyección internacional, porque, a nivel local, habrá un logo específico (Colombia, México y España). Finalmente, la idea es que el Congreso Panamericano Sobre Delitos de Seguros (COPADES INTERNACIONAL) rote anualmente (mes de abril) de Sudamérica a Norteamérica y Europa.
P.- Desde su cargo como gerente general del Buró Coordinador de Riesgos Asegurados Internacionales S.A. ¿Qué objetivos persigue? ¿Qué metas ha impulsado hasta ahora y que retos tiene aún pendiente?
Manrique Saborío.- BCRA Internacional S.A. (www.bcrain.com) tiene entre sus objetivos principales ser un líder en los servicios auxiliares de seguros en Costa Rica y para la región Latinoamericana, especialmente en el desarrollo de la cultura antifraude, atendiendo sus necesidades específicas de investigación y desarrollando un centro de inteligencia de información que provea información oportuna para prevenir el fraude, cumpliendo un rol preventivo y reactivo ante la problemática. BCRA Internacional es una entidad joven, pero con un equipo de trayectoria y experiencia; estamos en el proceso de consolidación que nos permita marchar con fuerza y determinación en los objetivos de servicio que nos hemos trazado. Tenemos como reto primordial lograr que el sector asegurador internacional comprenda que las compañías deben competir en precios y servicios, pero en los temas de prevención y combate del fraude a los seguros, deben funcionar unidas como un equipo.
Necesaria cultura antifraude
P.- A su juicio, ¿cómo se podría desarrollar una cultura antifraude en las compañías de seguros?
Manrique Saborío.- Este es un tema amplio, que, en primera instancia, requiere de paciencia, tiempo y persistencia, pues se trata de un cambio cultural, lo cual implica que la estructura mental -a veces incluso de una generación- aprenda a ver las cosas de una forma diferente. El gremio asegurador es, en términos generales, un sector con características conservadoras; no obstante, la dinámica de la sociedad es de un movimiento vertiginoso que obliga a cambiar paradigmas, lo cual puede provocar una actitud de disposición de los altos jerarcas y directivos frente al fuerte y evidente problema del fraude. Debemos ver esta problemática de forma integrada en cuanto al tratamiento del problema, pero no solo eso, sino de que las compañías logren la confianza de compartir más la información sensible de aquellos clientes indeseables. Esto tan solo es una pequeña mención de lo que implica el desarrollo de cultura antifraude. El resultado de los congresos nos ha mostrado que hay un genuino interés en conocer más de cerca la problemática, no solo desde la perspectiva teórica y filosófica, sino también práctica, es decir, cómo resolvemos o mitigamos el impacto que genera el fraude a las compañías de seguros.
España es un absoluto referente en el mundo de los seguros del cual Latinoamérica se ha nutrido
Fuente: inese.es, 01/04/16.
Un ejemplo del Cine sobre los Fraudes a los Seguros: