El día que un venerado arquitecto trabajó como obrero
Por Ricardo Reyes Anariba.
La vida, en el ejercicio profesional, nos presenta, en determinadas situaciones, retos difíciles que enfrentar.
Ya sea por el contexto social en el que trabajamos, por creencias que dominan la mente de las personas, o por sensaciones físicas que genera una obra que estamos realizando que no se pueden controlar. Y este es el caso que hoy nos interesa…
¿Quién es el venerado arquitecto?
Nos referimos a Frank Lincoln Wright o Frank Lloyd Wright (8 de junio de 1867 – 9 de abril de 1959), ilustre diseñador, escritor y educador estadounidense.
Le encantaba diseñar obras que estuvieran en armonía con la ecología y su paisaje natural, una tendencia adelantada a su tiempo, ya que denotaba una preocupación y cuido del medio ambiente.
Este gusto por la naturaleza se puede ver, por ejemplo, en su obra de la Casa de la Cascada, Fallingwater (1935), que ha sido llamada “la mejor obra de todos los tiempos de la arquitectura estadounidense” (1) y es, precisamente, durante la construcción de esta magnífica obra de arquitectura, que Wright tuvo que trabajar como obrero.
La Casa de la Cascada (Fallingwater)
Esta es “una casa de verano construida para un millonario de Pittsburgh (EE.UU.), Fallingwater (1937) se ha denominado la casa moderna más famosa del mundo. La casa, en voladizo sobre una cascada, es una de las obras maestras de Frank Lloyd Wright” (2), es considerada actualmente como un Monumento Histórico Nacional de los EE.UU.
Esta casa tiene unos voladizos impresionantes. Durante su construcción se cuenta que, cuando se iba a demoler la última viga del encofrado de madera que sostenía el voladizo de la gran terraza que daba al vacío, los obreros se negaron a realizar el trabajo por considerarlo peligroso, ya que había riesgo que se desplomara y les quitara la vida.
Es así, que “los jefes del Sindicato de la Construcción comunicaron cortésmente a Wright que no estaban dispuestos a pagar el seguro a las familias de los hombres que quedarían sepultados bajo los escombros de aquella locura arquitectónica” (3).
Dicha situación enfureció al arquitecto Wright, que, sin mediar palabra, tomo un pico y se dirigió solo a demoler el armazón de madera. Algunos obreros que presenciaban la situación se hicieron la señal de la cruz al ver eso, y él hizo el trabajo.
Pero la terraza, como sabemos, todavía está intacta después de muchas décadas.
La vida es una serie de eventos, siempre hay una rutina diaria y situaciones difíciles que nos enfurecen. Algunas veces, parece que se cae el mundo encima de nosotros pero, realmente, son las situaciones difíciles las que nos ponen a prueba y las que nos hacen sacar lo mejor de nosotros mismos.
La suma y forma de responder a esos momentos difíciles a lo largo de nuestra vida es lo que realmente define a la persona que somos.
Cuando una persona es capaz de manejar esas situaciones difíciles de manera positiva, con fe en sí misma y con valor, no solo crece interiormente en fuerza y sabiduría, sino que, además, aprende a valorar la felicidad desde otra dimensión.Referencias:
(1) Brewster, Mike (28 de julio de 2004). Frank Lloyd Wright: arquitecto de Estados Unidos. Business Week.
(2) National Park Service. Fallingwater. Lista de resumen de hito histórico nacional de los EE.UU. Servicio de Parques Nacionales. Programa de Monumentos Históricos Nacionales.
(3) Zevi, Bruno. Saber ver la arquitectura. Editorial Poseidón, cuarta edición 1981, capitulo 5, página 126.
Hoy el mayor peligro es el terrorismo con el uso de la violencia con fines políticos. El fundamentalismo islámico es el mayor desafío no solo para las sociedades musulmanas sino para todas las culturas y religiones. Geopolítica, diplomacia y religión presentan una trilogía indisoluble
La geopolítica se ha convertido en un instrumento de la disciplina fundamental de las relaciones internacionales, estudia las relaciones entre el espacio geográfico con sus proyecciones y la política. Trata de comprender y explicar el complejo y dinámico mundo de la diplomacia en función de la paz y del conflicto. Hoy, problemas como los de Siria y su guerra interminable, la confrontación no terminada entre las dos Coreas y el diferendo palestino-israelí, la percepción del desafío nuclear iraní, la crisis de la Unión Europea, los desafíos de la democracia latinoamericana y tantas otras cuestiones, ya no son enfocadas en la visión maniquea del mundo bipolar con dos bloques rivales bajo la hegemonía del capitalismo y el comunismo. El imperativo de la diplomacia, por la existencia del arma nuclear, es el de la solución pacífica de las controversias internacionales por el diálogo y la negociación. Esto exige la comprensión de cada pueblo, nación y civilización, pero también el conocimiento y el acercamiento al Estado extranjero, pero también a su pueblo y a su cultura. De allí la tridimensionalidad de la diplomacia actual y de la geopolítica, en la expresión de normas y derecho, tanto nacional como internacional, para poder dar respuesta a lo fenomenológico del hecho social, bajo criterios de valores y de ética.
Un nuevo modelo
Los hombres y los pueblos continúan organizándose en un territorio con fronteras y formas estatales y regímenes políticos diferentes. Todos se reclaman democráticos y sujetos a la defensa de los Derechos Humanos. Con el ejemplo de la Unión Europea (UE) se ha venido conformando un nuevo modelo de Estado regional o una nueva geopolítica, bajo el principio de la supranacionalidad y en la búsqueda de mayores espacios geopolíticos y geoeconómicos. En América Latina el Mercosur, la Comunidad Andina, el Caricom, el Sistema de Integración Centroamericano y la Alianza del Pacífico están en esta dirección y han privilegiado lo ecológico y el pluralismo, mientras que sistemas continentales como el ALBA y Unasur tienden a desaparecer por la politización e ideologización de los mismos.
El hecho nuclear también es parte de la nueva geopolítica y la diplomacia. El reciente debate atómico impulsado por el presidente Trump con Corea del Norte y con Irán, abre una nueva amenaza heredada de la Guerra Fría como es la proliferación nuclear donde el binomio de las bombas atómicas con los sistemas de misiles pueden terminar con nuestra historia y cultura. Ya no son solo los cinco Estados del Consejo Seguridad los que posean esta arma de destrucción masiva, sino también Israel en el Medio Oriente, India y Pakistán en el Lejano Oriente y en la península coreana el régimen de Pyongyang.
Factor esencial
En la nueva geopolítica mundial y dentro de los espacios de las civilizaciones con su territorio, población, idioma y su sistema cultural que implica valores espirituales, intelectuales e ideológicos; las religiones constituyen un factor esencial para la guerra o para la paz, especialmente las grandes religiones monoteístas: el cristianismo, el judaísmo y el Islam. Pero también otras religiones como el hinduismo, el budismo, el taoísmo y el confusionismo. La Iglesia católica con sus últimos Papas ha reconocido la importancia esencial en la geopolítica y la diplomacia moderna del fenómeno religioso. Se ha pronunciado por ecumenismo y por el diálogo interreligioso, incluyendo la posibilidad de un futuro Parlamento Mundial de las Religiones, más allá del compromiso político y diplomático de la Organización de las Naciones Unidas y su carácter intergubernamental. Toda religión implica creencias y prácticas culturales, individuales y colectivas dentro de la comunicación del hombre con lo sagrado o lo divino. El sistema comunista proclamó el ateísmo como parte de la revolución social, pero con la caída del Muro de Berlín y el fin de la Cortina de Hierro desde 1991 en lo que era la Unión Soviética y sus áreas de influencia, hay un renacimiento espiritual. Las tres grandes religiones monoteístas cubren casi todo el planeta, mientras que las demás están circunscritas a regiones determinadas. El cristianismo ha logrado superar el binomio religión-política y ha influenciado con su filosofía humanista el ideal democrático de la sociedad. El Islam, que también es una religión de vocación universal, no ha logrado resolver este dilema tanto en la versión chiíta propia de Irán como de la sunita de Arabia Saudita.
Precisamente, hoy el mayor peligro es el terrorismo con el uso de la violencia con fines políticos. El fundamentalismo islámico es el mayor desafío no solo para las sociedades musulmanas sino para todas las culturas y religiones. Geopolítica, diplomacia y religión presentan una trilogía indisoluble en función de la seguridad nacional e internacional; y el terrorismo y la proliferación nuclear, una amenaza constante contra la cual debemos actuar.
«Es casi imposible salir de la vigilancia digital: a los jóvenes los tenemos monitorizados desde antes de nacer»
Paloma Llaneza no tiene Facebook ni WhatsApp. Esta presitigiosa abogada y consultora de seguridad se autodefine como «muy militante» de su privacidad personal. Ahora, en un necesario libro, expone de forma amena pero implacable cómo nos están monitorizando casi sin darnos cuenta y por qué este sistema extractivo es tan peligroso. Y tan difícil de evitar.
MADRID – Empecemos el libro ‘Datanomics’ (Deusto, 2019) cerca del final. ¿Quién no ha pensado alguna vez que la privacidad en la era digital no nos afecta porque «no somos tan importantes como para que nos vigilen» o «no tenemos nada que ocultar»? La abogada y consultora Paloma Llaneza es la autora de esta obra que pone blanco sobre negro un enorme problema de escala global: la extracción sistemática de nuestra identidad en manos de menos de una decenas de gigantescas empresas opacas, que además han crecido sin apenas control en los últimos 20 años.
«He tenido la oportunidad de transmitir una preocupación que tengo sobre cómo una industria pensada para vendernos cosas y vivir de la publicidad, algo que parecía muy venial, se ha convertido en un monstruo que pone en cuestión hasta el funcionamiento mismo de la democracia moderna«, sostiene Llaneza en una entrevista con Público, y añade: «Me parece que es un tema que a la gente no le gusta oír, porque parece que venimos a echar la bronca, pero me apetecía la idea de contar qué es lo que hay, para que cada uno tome la decisión que considere oportuna«.
Porque, ¿cuál es el problema de tener perfiles en redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram? ¿Es acaso ‘peligroso’ buscar en Google? ¿Cómo que debería borrar el WhatsApp?
Llaneza, partidaria de «ponerlo todo en cuestión», da varios pasos hacia atrás y se plantea dos cuestiones nucleares: ¿Qué ganan las empresas de internet si ofrecen servicios sin coste? ¿Y qué hacen esas empresas realmente con nuestros datos personales, es decir, cómo les sacan rentabilidad?
A lo largo del libro queda reflejado cuál es el verdadero núcleo del negocio de estos gigantes de internet. Es conveniente recordar que las principales compañías del mundo son las llamadas GAFA (acrónimo de Google, Apple, Facebook y Amazon), tanto por valor en el mercado como por marca.
Del libro se desprende que los usuarios somos una mano de obra esencial e ideal,al alimentar sus sistemas de datos de forma gratis y despreocupada. Además, esos datos personales son la fuente de su riqueza, ya que ceban con ellos sus sistemas de aprendizaje automático.
La finalidad inicial era vender mejor productos, con publicidad más relevante para el usuario (Google, Facebook) o directamemente (Amazon); estas empresas conocen cada vez mejor nuestros anhelos y secretos, nos conocen «de verdad». Como resultado, serán capaces de predecir nuestros comportamientos y deseos. Suena distópico, pero está pasando.
Llaneza sostiene que «estas empresas están pensadas específicamente para recoger hasta nuestro último suspiro con una finalidad en principio de venta de publicidad, pero que se ha ido perdiendo por el camino hasta un límite que, en mi opinión, se está convirtiendo en insostenible«.»Cuando Google o Facebook me conoce, es capaz de enseñarme sólo aquello que yo deseo ver»
Para ello, diseñan productos realmente adictivos, aplicaciones cuyo diseño está específicamente pensado para reclamar nuestra atención permanente mediante notificaciones, avisos, actualizaciones. Incluso la forma que plantea Twitter para refrescar la cuenta en la aplicación recuerda a la palanca de una máquina tragaperras. Mientras estamos entretenidos, ansiosos, esperando aprobación social en firma de «me gusta» o de retuit, enviamos una riada de datos sobre nuestra vida, rutina, localización, filias y fobias.
«En el momento en que Google o Facebook me conoce, es capaz de enseñarme sólo aquello que yo deseo ver y, de esta forma, reafirmarme en mis sesgos«, comenta. Es decir, si busco en Google con mi cuenta abierta, el algoritmo me mostrará resultados de búsqueda que estima es más útil para mí según muchos factores, como lo que he buscado anteriormente, con quién me relaciono o qué opiniones tengo, en la línea de mis gustos y preferencias.
«Además consiguen un efecto añadido muy pernicioso, que es que piense que lo que veo es lo que piensa todo el mundo«, afirma, y añade: «Es decir, que piense que el resultado de la búsqueda que me ofrece el algoritmo es el mismo para todo el mundo, lo que me lleva a pensar que todo el mundo piensa igual que yo o que el que no piensa como yo va en contra de los hechos, es decir, de lo que me muestra el buscador o la red social». Es un importante refuerzo al sesgo de confirmación: si la red dice lo mismo que yo es que tengo razón.
Todo ello construye el llamado «filtro burbuja», con efectos peligrosos especialmente en manos de nuestros gobernantes, partidos políticos y propagandistas. Veamos por qué.
Elecciones, propaganda y datos
Recientemente se ha modificado la Ley Electoral en España para dar cobertura legal a los partidos que deseen, por un lado, recopilar «opiniones políticas en el marco de sus actividades electorales» y, por otro, «utilizar datos personalesobtenidos en páginas web y otras fuentes de acceso público para la realización de actividades políticas durante el periodo electoral». Todo ello a las puertas de los cruciales comicios que se van a celebrar el 26 de abril y el 28 de mayo.
Llaneza es muy crítica con estos preceptos, cree que son peligrosos y aboga por su supresión. «En primer lugar, es aberrante que los mismos partidos políticos que se benefician de la aplicación de la norma sean los que tengan la capacidad de aprobarla«, critica la abogada, que añade: «Me parece terrible que de pronto nos encontremos que en un sistema de separación de poderes nadie haya pensado que los partidos políticos puedan legislar a su favor».
Paloma Llaneza presenta su libro ‘Datanomics’, de la Editorial Deusto (Planeta). PÚBLICO
«En segundo lugar», alerta, «se permite a las formaciones políticas hacer algo que no se permite hacer a ninguna empresa en este país, ya sea de marketing, bancaria, de seguros o sencillamente que venda pipas: recoger datos de las redes sociales sin un segundo consentimiento, hacer un análisis sobre ellos, segmentarlos y de este modo lanzar publicidad electoral dirigida, en este caso para ‘venderles’ un voto».
Para esta experta, «la norma debería de ser directamente derogada, es vergonzosa su existencia». Todo ello, mientras desde la Agencia Española de Protección de Datos insisten en que estarán vigilantes y aplicarán la normativa de forma absolutamente restrictiva (borrador de circular, PDF).
«La Agencia de Protección de Datos no es la única que debería tomar medidas, sino sobre todo las Juntas Electorales, que tienen la obligación de controlar la publicidad electoral», recuerda Llaneza. «Son ellos son los que deberían decir no a esta publicidad en Facebook, Google, etc, pero claro, ¿cómo se distingue en redes sociales la propaganda electoral pagada y marcada de la publicidad que pueden realizar redes de simpatizantes que funcionan como prescriptores naturales? ¿Es esto último publicidad electoral o no?».
Fuera del foco
Si bien las grandes compañías de internet y redes sociales han anunciado una serie de medidas para luchar contra la desinformación y la propaganda electoral no indicada como tal, Paloma Llaneza se muestra muy escéptica.
«De repente», apunta la autora, «estas empresas se han visto arrastradas a un debate político, que ni siquiera es el núcleo de su negocio —el dinero que ganan por las campañas electorales no es algo central en sus cuentas de resultados ni mucho menos—, de modo que todo lo que está pasando genera para ellas ruido, no un retorno de inversión o alegrías para los accionistas».
«Yo creo que lo que están intentando hacer es tratar de que dejemos de examinar su modelo de negocio, que es el dato y el perfilado de la gente para vender publicidad, o para pasárselo a las autoridades chinas o a quien toque en cada momento», incide.»Volar por debajo del radar es casi imposible hoy en día»
Para Llaneza, «todas estas polémicas sobre las campañas electorales han sacado a estas compañías de la opacidad con la que han operado hasta ahora, las han expuesto al escrutinio sobre su modelo de negocio». Y apunta: «Cuando veo, por ejemplo, cómo estudiaron a fondo los perfiles para luego crear una especie de ‘filtro burbuja’ que facilitó la campaña a favor del ‘brexit’ en Reino Unido, en realidad lo que estoy analizando es el algoritmo de empresas como Google o Facebook que se utiliza para vender publicidad a una persona basándose en el conocimientro profundo de esa persona«.
«Con todo ello», concluye, «desvelo el modelo de negocio que hay detrás, y dejo a las claras cómo de perverso es el funcionamiento de estas empresas».
Esta experta cree que las compañías «están deseando que el foco se aparte de ellas con una serie de medidas para controlar los mensajes políticos y su distribución que en absoluto van a cambiar la situación». «Lo único que ha hecho la política es infiltrarse por un camino preexistente, que es el mismo negocio nuclear de las redes sociales, de modo que o se cargan su negocio principal, o es muy difícil que desaparezca ese problema«, estima.
Así pues, para Llaneza el problema de intentar controlar o paliar la propaganda (o la desinformación) es que ésta utiliza el mismo canal natural que la propia red social usa para perfilar profundamente a sus usuarios: «Ese mecanismo es el núcleo de su negocio, por lo que es imposible que desaparezca sin desaparecer ella misma».
Poco o nada que hacer
Llaneza es brutalmente honesta cuando se plantea cómo intentar evitar la extracción de datos personales a la que estamos todos sometidos. Considera importante ser conscientes de ello. Esa es la razón de ser de ‘Datanomics’. «Los sistemas de comunicación están pensados para que generen una cantidad brutal de datos y cualquiera puede recogerlos», razona, «lo que pasa es que, además, hay empresas cuyos modelos de negocio es, precisamente, recoger aún más datos».
Así pues, según la abogada, «lo único que podemos hacer es, por un lado, minimizar el uso de los servicios que son particularmente extractivos, y por otro ser conscientes de que la huella digital nos acompaña queramos o no». «Volar por debajo del radar es casi imposible hoy en día», asevera.»A los jóvenes de hoy los tenemos monitorizados desde que son un cigoto»
Porque casi todos tenemos una huella digital, nos guste o no. Y las nuevas generaciones, la Generación Z, incluso «antes de nacer». «Me llaman la atención la cantidad de gente que envía hasta las ecografías de los futuros bebés por WhatsApp«, apunta la autora. «Por no mencionar los sistemas monitorización de bebés, de música, etc. que funcionan en el mundo de la internet de las cosas; vamos, que a los jóvenes de hoy los tenemos monitorizados desde que son un cigoto«, añade.
Llaneza incluso recuerda que, hoy en día, «no tener una huella digital, en sí mismo, se ha convertido en un problema: las agencias de información, las policías, etc., piensan que aquél que no tiene huella digital es que tiene algo que ocultar».
«Es muy complicado salir de esta monitorización», afirma, y apunta: «Yo sigo pensando que sólo nos queda el derecho; lo único que los queda es que existan unas normas, que existan mecanismos para ejecutarlas con medios suficientes, y sobre todo ir creando conciencia entre los ciudadanos».
«Ojalá los políticos dejen de discutir sobre temas que no son relevantes para los ciudadanos en su día a día y empiecen a trabajar en lo que verdaderamente importante«, concluye Llaneza, «no sólo en asuntos evidentes como las condiciones de trabajo o el salario mínimo, sino sobre los datos y su tratamiento, asuntos que son nucleares para el ejercicio de nuestras libertades y de la democracia».
Qué hacemos con los GAFA
En el libro ‘Datanomics’, Paloma Llaneza recoge varias de las propuestas de reformas legislativas que deberían abordarse de modo que los poderes públicos puedan poner coto a las actividades de los gigantes de Silicon Valley. Son medidas que incentivarían la innovación y limitarían algunas de las actividades que son caldo de cultivo para la desinformación y la invasión de la privacidad de las personas.
De ellas, la autora destaca una de ellas: «Si tuviese que elegir una, aplicaría las normas de competencia a las GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon y otras grandes de la red) y las trocearía; yo creo que mejoraría la competencia, habría otras empresas funcionando con otros criterios y otros accionistas».
«Creo que una medida tan radical como trocear Google, Facebook o Amazon quizá sea lo que se necesita para empezar a solucionar el problema de la recogida masiva de datos», afirma, ya que «eso desagregaría la información, haría que no toda la información estuviese en manos de una persona o entidad».
Asimismo, la autora sostiene que también permitiría que la red creativa fuese mayor. «Aunque haya quien piense que los que estamos a favor de la privacidad estamos en contra de la innovación, está pasando lo contrario: se innova menos;y cuando hay una compañía que desarrolla algo innovador, es comprada para incorporar esa innovación a la recogida de datos masivos que realizan esos gigantes».
TN Autos calculó el presupuesto para un vehículo cero kilómetro y usado. Las cifras para tres escenarios de utilización. Contrapunto con el relevamiento de una universidad.
Nafta, peajes, estacionamiento, seguro, patente y mantenimiento. Un auto nuevo de gama baja con cochera mensual, y que de lunes a viernes ingresa y sale de la ciudad de Buenos Aires, implica un gasto de $16 000 por mes. En el caso de ser modelo 2014, la cifra baja a $13 800. Si se estaciona en garaje propio o la calle, lava en casa y no se cruzan peajes, el monto cae a $6705.
Los datos surgen de un relevamiento de TN Autos realizado para un modelo promedio como el Volkswagen Gol. La cifra del gasto «full» se contrapone a la de un trabajo publicado recientemente por la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav), que para el mismo tipo de uso estableció un costo mensual de $20 000.
Vos, ¿cuánto gastás?
En los tres casos aquí analizados el cálculo se realizó para un conductor que realiza 60 kilómetros diarios durante 22 días hábiles (1320 km al mes). Los valores de patente (bimestral) y mantenimiento se dividieron por doce, para tener un aproximado mensual.
A continuación se detallan los tres escenarios: auto 0 km y 2014 con cochera, peajes y lavado, y un tercero en un esquema más «gasolero», sin estos tres ítems.
Gastos mensuales VW Gol Trendline 0 km ($579 000)
Nafta: $4173 (dos tanques de nafta súper)
Peajes: $3300
Estacionamiento: $3200
Seguro: $2500
Patente: $1466
Mantenimiento: $881
Lavado: $600
Total mensual: $16.120
Para el cálculo del combustible se consideró el valor de la nafta súper de YPF en Capital al día de la fecha ($37,6). Como se explicó en esta nota, el Gol no necesita nafta premium. Se tomó un consumo promedio mixto (ciudad y autopista) de 8,4 litros -medición de TN Autos- cada 100 kilómetros.
Para los peajes se calculó el precio de la hora pico en Panamericana ($75), mientras que el valor de estacionamiento es el promedio para una cochera en Capital, según la Cámara de Garajes, Estacionamientos y Afines de la República Argentina.
El seguro considerado fue el terceros completo con granizo, y el valor corresponde a Provincia Seguros para Capital y Gran Buenos Aires (por ejemplo en Córdoba baja a $2000).
En cuanto al monto de patente, es el informado por la Administración Gubernamental de Ingresos Públicos (Agip), mientras que para el lavado se tomó el precio promedio de $300 cada uno. Se incluyeron dos por mes.
Por último, para llegar al valor de mantenimiento se dividió por 12 meses el precio de la VTV anual ($1144) y del sérvice oficial del Gol, que para los 15 000 kilómetros es de $9440. En el ejemplo expuesto el conductor recorre 15 800 km por año.
Según la Universidad Nacional de Avellaneda, bajo estas condiciones el gasto de mantener un auto de gama baja (como el Gol) es de $19.848, es decir, $3728 más.
Las mayores diferencias con el relevamiento de TN Autosestán en el combustible, que para los mismos 1320 km por mes estimaron en $6434 (vs. $4173), y en los $5366 que calcularon de peaje (vs. $3300). Así y todo, la Undav contempló solo un lavado y no incluyó el valor del service oficial, sino solo el de la VTV.
Gastos mensuales VW Gol 2014
Con idéntico uso al del ejemplo anterior (1320 km al mes), el mismo auto pero modelo 2014 requiere $2300 menos por mes, según TN Autos. Las variaciones con el 0 km se advierten lógicamente en lo que paga de patente ($502 vs $1466), seguro ($1730 vs. 2500) y mantenimiento ($300 vs. $881).
Detalle de los gastos:
Nafta: $4173
Peajes: $3300
Estacionamiento: $3200
Lavado: $600
Seguro: $1730
Patente: $502
Mantenimiento: $300
Total mensual: $13.805
Gastos mensuales VW Gol 2014 (sin cochera, lavado ni peajes)
Como cada persona le da al auto un uso diferente, este escenario plantea uno más realista para aquellos que tienen garaje propio o lo dejan en la calle, lo lavan ellos mismos (o no lo limpian) y, por los recorridos que hacen, pueden evitar pagar peajes.
Según cálculos de la herramienta Statista Digital Market Outlook, la publicidad en plataformas sociales se convertirá en el año 2020 en la preferida de todas las digitales, por encima de la de motores de búsqueda. Así, el próximo año, los anunciantes gastarán 110.000 millones de euros en todo el mundo, frente a los alrededor de 101.000 millones de la destinada a «Google Search» y compañía.
Este año, Estados Unidos será el país que cuente con el mayor volumen de gasto en publicidad en medios sociales, con un total de 32.400 millones de euros, 90,2% del cual irá a parar a dispositivos móviles. En España, los anunciantes gastarán 1.023 millones de euros, 66,2% en soportes portátiles, tal y como muestra este gráfico de Statista.
Sherman Kent: El padre del análisis en Inteligencia Estratégica
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Sherman Kent fue durante tres décadas analista de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) y, más tarde, de la CIA. En el intervalo desde su servicio en la II Guerra Mundial y su regreso a la CIA en 1950, Sherman Kent escribió la obra por la que aún hoy es considerado el padre del análisis en inteligencia estratégica. La obra, titulada Strategic Intelligence for American World Policy sigue considerándose obra de referencia para los analistas de todo el mundo. Sherman Kent permaneció en la CIA hasta su retiro en 1967.
Mucho tiempo antes, Sherman Kent se había doctorado en Historia por la Universidad de Yale e impartía clases en la facultad de Historia de esa misma universidad. El lector se preguntará, no sin motivo, cómo pudo aquél irónico y bromista profesor de Historia de la universidad de Yale (sus amigos de pregrado le llamaban Buffalo Bill «el cowboy cultivado») inventar toda una metodología en inteligencia. La respuesta está en su especialización. Como señala Jack Davis, Sherman Kent no fue un profesor de Historia convencional, sino que enseñaba la historia como una serie de cambios metodológicos y cognitivos. Explicaba a sus alumnos la importancia de verificar sus fuentes y dejar atrás sus predilecciones y prejuicios personales. Como el lector podrá comprobar eso no está muy lejos del trabajo de cualquier analista. Su modelo de evaluación de fuentes en términos de fiabilidad de la fuente y credibilidad de la información aún sigue teniendo plena vigencia en los servicios de inteligencia de todo el mundo.
Sherman Kent (06/12/1903 – 11/03/1986) fue un profesor de historia de la Universidad de Yale que, durante la Segunda Guerra Mundial y 17 años de la Guerra Fría prestó servicios en la Agencia Central de Inteligencia , fue pionero en muchos de los métodos de Análisis de Inteligencia. A menudo se lo llama «el padre del análisis de inteligencia».
Kent era el hijo del congresista estadounidense William Kent.
Se graduó de The Thacher School y de la Universidad de Yale, donde estudió historia europea con la intención de pasar su carrera como académico. Después de graduarse en 1926, pasó varios años enseñando e investigando, y luego se unió a la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) con el estallido de la guerra en Europa en 1942.
Sherman Kent primero sirvió en la Rama de Investigación y Análisis del OSS como Jefe de la División Europa-África. En esta función, supervisó gran parte del proceso que ahora se consideraría preparación de inteligencia del espacio de batalla en apoyo de la planificación de la Operación Antorcha , la invasión aliada de 1942 en el norte de África.
Después de un período de posguerra en el National War College, regresó a Yale durante tres años, durante los cuales escribió su obra clásica, Strategic Intelligence for American World Policy (disponible para descargar en PDF, ver arriba). En noviembre de 1950, durante la crisis que siguió, la incursión comunista china en la Guerra de Corea, que provocó una acumulación y reorganización de la comunidad de inteligencia estadounidense, fue llamado a Washington, DC, para ayudar al historiador de Harvard William L. Langer, con quien había trabajado en OSS, para formar una nueva Oficina de Estimaciones Nacionales (ONE) de la CIA. Sucedió a Langer como jefe de ONE en 1952, sirviendo en ese puesto durante los siguientes quince años bajo cuatro directores de la Central Intelligence, en cuatro administraciones presidenciales.
ONE era una organización pequeña, formada por un Consejo de Estimaciones Nacionales de entre cinco y doce expertos de alto rango, un equipo profesional de 25-30 especialistas regionales y funcionales, y un personal de apoyo. Hasta que se disolvió, seis años después del retiro de Kent, en una reorganización de la CIA (Watergate), ONE preparó más de 1.500 estimaciones especulativas de inteligencia nacional para el presidente y los principales responsables de la política exterior.
Kent lideró ONE a través de años de desafíos y crisis, incluidas las acusaciones de McCarthy contra uno de los asesores jóvenes de Kent, el futuro asesor presidencial William Bundy , y los «fracasos predictivos» durante la Crisis de los Misiles Cubanos y otras alertas de la Guerra Fría.
El papel único y duradero de Kent dentro de la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos. Fue formalizar metodologías y «tradecraft» analíticos, al tiempo que fomentó la creación de una «literatura de inteligencia» para proporcionar un mecanismo formal para la transferencia de conocimientos y experiencias entre generaciones de analistas (hoy lo llamaríamos Gestión del Conocimiento).
Sherman Kent se retiró de la CIA en 1967 y murió en 1986.
En 2000, la CIA estableció una escuela con el nombre de Kent dedicada a la búsqueda del profesionalismo en el arte y la ciencia del Análisis de Inteligencia.
Durante los últimos años, la cadena de bloques o blockchain ha sido una promesa incuestionable. Partiendo del aparentemente simple principio de que podemos asegurar la inviolabilidad de una transacción distribuyendo su proceso y almacenaje en muchos dispositivos y proporcionando una prueba de su registro obtenida y fijada con un sello de tiempo mediante criptografía, el paper original del desconocido (o desconocida, o desconocidos) Satoshi Nakamoto se convirtió en una de esas obras elevadas a la categoría de los modernos incunables, algo que automáticamente muchos vimos como la solución perfecta, matemática y computacionalmente elegante, y adecuada para todo tipo de sistemas transaccionales.
De la noche a la mañana, y tras el pequeño precio que había que pagar para llegar a entender su mecanismo y funcionamiento, blockchain se convirtió en el nuevo mantra, en el término incontestable, en lo que había que tener en todo proyecto para dotarlo automáticamente de atractivo, en la solución universal. Pero… ¿y si no fuera así? ¿Y si, como en tantas otras ocasiones, una tecnología prometedora sigue el conocido patrón del hype cycle y, tras alcanzar el pico de las expectativas sobredimensionadas, resultase que no es capaz de superar la prueba de una adopción masiva? ¿Podemos cuestionarnos blockchain sin miedo a parecer unos ignorantes o unos tecnófobos?
El conocido tweet de Vint Cerf en julio del pasado 2018 con un diagrama de flujo unívoco que afirma que nadie necesita blockchain debería llevarnos a pensar, y no necesariamente sobre la falacia de autoridad. Las reservas de Vint venían ya de algunos años antes, y el tiempo y la reflexión no habían logrado matizarlas en absoluto, más bien lo contrario.
El pasado 6 de febrero, otra figura legendaria en el ámbito de la seguridad, Bruce Schneier, publicaba un artículo en Wired titulado “There’s no good reason to trust blockchain technology“, con muchísimo más nivel de detalle que las críticas de Vint, y con una separación mucho más clara entre la base tecnológica como tal, blockchain, y algunas de sus implementaciones concretas como bitcoin. Según Schneier, el concepto de confianza en la cadena de bloques no estaba tan meridianamente claro como algunos pretendían, y además, el algoritmo de consenso era el más caro e ineficiente que habíamos visto en la historia de la humanidad.
En efecto, los usos de cadenas de bloques públicas hasta el momento han desembocado en aberraciones energéticas como la que subyace bajo las especulativas explosiones en popularidad de las criptomonedas, en donde prácticamente el único escenario mínimamente esperanzador tiene que ver con Vitalik Buterin y la posibilidad – o mejor, la necesidad – de reducir el consumo de energía de los mecanismos transaccionales de ethereum en nada menos que un 99%. Pero más allá del consumo energético, que de por sí supondría ya un freno importantísimo a la adopción masiva, resulta que además, Schneier está en lo cierto en lo referente al mecanismo de confianza, y las frases hechas del tipo “in crypto we trust”, “in math we trust” o “in code we trust” son simplemente eso, frases hechas que quedan muy bonitas, pero detrás de las cuales se esconde una realidad evidente: las cadenas de bloques, como todo, también tienen vulnerabilidades que pueden ser explotadas.
El resultado de este progresivo cuestionamiento es evidente: en las listas elaboradas por los analistas sobre las tendencias tecnológicas de 2019, la cadena de bloques brilla por su ausencia. Esto, como tal, no quiere decir nada: ni los analistas son infalibles, ni la tecnología es un hit parade. Pero indudablemente, el hecho refleja un cuestionamiento que hasta el momento, en toda la fase de comprensión y en la primera de aplicación de la tecnología de la cadena de bloques que hemos vivido, no había tenido prácticamente lugar. Estamos pasando de un cuestionamiento derivado del “no lo entiendo”, a uno motivado por el “ya lo he entendido, y no me parece interesante”, sea “porque gasta mucho”, “porque el algoritmo de consenso es demencialmente ineficiente”, o “porque el concepto de confianza no es seguro”.
¿Suponen este tipo de problemas una enmienda a la totalidad? Muy posiblemente no, muchos de los elementos, como el de la distribución del registro, la prueba criptográfica o el propio concepto de consenso, tengan seguramente mucho desarrollo que aprovechar en el futuro. Pero en su estado actual, todo indica que la tecnología de la cadena de bloques como tal podría no estar lista para un proceso de adopción masivo, que forzar esa adopción podría tener consecuencias poco recomendables, y que no es suficiente un paperaparentemente brillante y de origen misterioso para poner en marcha un proceso que cambie el mundo tal y como lo conocemos.
De ser una de las tecnologías consideradas clave para el futuro y la solución aparentemente natural y definitiva para todos los sistemas transaccionales, la cadena de bloques está entrando en una nueva fase, en un abismo de desilusión del que no siempre se puede salir. Suficiente como para que algunas compañías que se estaban planteando lanzarse a desarrollos sobre esta tecnología se los replanteen, para que el desmesurado interés inicial se enfríe o para que algunos sean conscientes de que a la tecnología de la cadena de bloques, posiblemente, le hagan falta algunos hervores más.
Wimbledon y la Liga Nacional, o cómo Twitter deja de ser una red social para convertirse en una plataforma de contenidos
Por Marcelo Gantman – 11/07/2017
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La oficina central de Twitter en San Francisco desbordaba de euforia el viernes pasado (07/07/17). El modelo de transformar la red social en una plataforma de contenidos en vivo acababa de dar noticias sorprendentes desde la Argentina. La segunda final de la Liga Nacional de Básquet entre San Lorenzo y Regatas Corrientes fue vista por 600 mil usuarios únicos, con un acumulado de 1.6 millones de visualizaciones. El tráfico llegó en un 14 por ciento desde la Argentina , un porcentaje similar desde Brasil, un curioso 13 por ciento desde Japón y números consistentes en Estados Unidos, México y Gran Bretaña. El 55 por ciento de la audiencia fueron menores de 25 años y el 80 por ciento menores de 35. El 60 por ciento fueron hombres.
Twitter contrastó esas métricas con otro acontecimiento que había tenido muchos seguidores en Latinoamérica: la final de MasterChef en México, un formato de TV replicado en varios países de la región. Ese evento tuvo 200 mil usuarios únicos. El básquet argentino triplicó esa transmisión. Twitter había anunciado la novedad apenas ocho horas antes del partido, mientras que el acuerdo hecho con Wimbledon para poner en su red un canal exclusivo fue anticipado a los medios con mucho margen. El fanatismo por el básquet argentino sepultó la cautela con la que esperaban los números.
En realidad, para la AdC , se trató de profundizar una estrategia digital ya lanzada desde su propia plataforma: La Liga Contenidos genera un total de 1.200 partidos por streaming de forma gratuita, además de ofrecer compactos de los partidos, entrevistas y transmisiones especiales en YouTube y Facebook Live. Las transmisiones por Twitter de las finales que restan simplemente amplifican el camino elegido por el básquet de clubes. El streaming de los partidos desde su plataforma le permite a la Liga no depender de los espacios en la grilla de la TV y garantizarles a clubes y a patrocinadores la emisión de cada juego desde cualquier punto del país. Nada muy diferente de lo que hará desde la próxima temporada la liga francesa de básquet, que acaba de cerrar su patrocinio global con Amazon, el gigante del comercio electrónico que en su diversificación apuesta por su plataforma de streaming de series, cine y deportes en vivo.
El plan disruptivo de La Liga fue motivo de curiosidad en el exterior. Juan Diego García Squetino, director de marketing y patrocinios, fue invitado a presentar su caso en el Simposio de Innovación Deportiva de Ciudad de México (River Plate también estuvo) y para el curso de marketing digital que Google ofrece en la Universidad de Columbia en Nueva York. El interés apuntaba a contar cómo una organización deportiva decidió sumar más audiencia e internacionalizar su marca eligiendo una estrategia puramente digital.
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Este camino tendrá otra etapa más audaz. La Liga apunta al esquema de NBA League Pass, el contenido que ofrece la NBA por afuera de sus contratos televisivos y que le permite llegar a todos los mercados por su propia cuenta. La Liga estima llegar en su primer año a los 22 mil suscriptores pagos con su oferta de Liga Nacional, Liga Femenina, Liga de Desarrollo y TNA. Ese arriesgado plan de negocios se completará con beneficios especiales de los patrocinadores de la Liga (La Caja,Banco Nación, Movistar, Aerolíneas Argentinas y Peak, entre otros) para los suscriptores y para los compradores anticipados de los abonos para las canchas de cada uno de los equipos.
Las tendencias del deporte profesional, como cada actividad cultural que es relevante, señalan que los contenidos van hacia donde ya se encuentra la audiencia. El impacto dado por La Liga en Twitter es la muestra global de un fenómeno que el básquet de clubes ya había desatado a nivel local.
El anuncio de las transmisiones de las finales de La Liga por Twitter
Compacto de la segunda final de La Liga entre San Lorenzo y Regatas Corrientes
El canal de Wimbledon, una novedad en Twitter
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Barcelona se desploma en el ránking de ciudades europeas para invertir
Ha pasado del 16º al 27º lugar de la lista en un año mientras que Madrid ha subido del 5º al 4º
La incertidumbre política han influido en el interés de los inversores destaca el informe de PWC
Por Max Jiménez Botías.
Imagen nocturna de la Torre Glòries.
A principios del 2018 Barcelona no estaba entre las 10 ciudades más atractivas desde el punto de vista inmobiliario para los inversores europeos. De hecho, ocupaba el puesto 16º. Un año más tarde, el atractivo incluso ha decaído: la ciudad ha pasado al puesto 27º entre las grandes capitales europeas que tienen mayor interés para los inversores del sector.
Curiosamente se sitúa entre un grupo de grandes urbes afectadas particularmente por una situación delicada desde el punto de vista político o económico. Romaocupa el puesto 28º y Londres el puesto 29ª. La convulsa situación económica que vive Italia pesa sobre las expectativas inversoras, como el ‘brexit’ ha movido a los protagonistas del sector inmobiliario a dar la espalda al Reino Unido. ¿Y Barcelona?: «La situación política en Catalunya y España tiene mucho que ver con esa caída de interés», explica Rafael Bou, socio de la consultora PWC, que ha sido el responsable de presentar el estudio de la consultora, ‘Tendencias del Mercado Inmobiliario en Europa. 2019’, este miércoles en Barcelona. «El dinero tiende a evitar el riesgo y es lo que muestra la tendencia actual», ha explicado Bou.
En el informe del 2018, cuando Barcelona se situaba en el 16ª lugar de la lista, el conflicto derivado del ‘procès’ aún no se había dejado notar en el interés de los inversores. «El descenso en la posición este año es consecuencia de la incertidumbre que se ha generado a partir de entonces», ha destacado Bou. El caso es que la caída de Barcelona en el ránking se ha visto acompañada por una mejora de la posición de Madrid, que ha pasado del quinto al cuarto lugar de la lista y es la única gran ciudad española que figura entre los 10 destinos europeos más atractivos para invertir. «Lo cierto es que algunos inversores que han desistido de invertir en Barcelona han canalizado sus proyectos hacía Madrid», ha explicado Bou.
Los países que más interesan
Así las cosas, Portugal, Irlanda, Alemania, Austria y Finlandia –además de España, gracias a Madrid– son los países que concitan mayor voluntad inversora en el sector inmobiliario en estos momentos. Y entre las ciudades, destaca Lisboa, que ocupa el número uno del ránking después de haber avanzado 10 puestos en la lista de PWC. «La calidad de vida», el «positivo liderazgo» y que es un actor para la parte tardía del ciclo trabajan en su beneficio ante los grandes fondos. La economía portuguesa se mueve a un buen ritmo y su capital es un destino internacional para compañías y turistas. «Está entre las ciudades que le gusta a todo el mundo», señala el informe que se ha realizado a partir de una encuesta entre 300 inversores inmobiliarios europeos.
En el número dos del ránking, Berlín cuentan con muchos y devotos fans, pero las rentas se encuentran ya en un nivel elevado y eso, por otra parte, beneficia a Fránkfort (5º) y Hamburgo (6º), que figuran con Múnich (10º) entre las 10 ciudades preferidas para invertir. «Se espera que el ‘brexit’ beneficie a esas ciudades, particularmente a la primera», destaca el informe. «La presencia del BCE, su red de transporte y el relativo bajo coste de la vida, comparado con Londres y París, resultan buenos incentivos», dice el informe.
Destaca, por otra parte el salto en la lista de Helsinki, capital finlandesa, al octavo lugar de la listas, después de haber avanzado 10 puestos. «La economía finlandesa crece de forma robusta y los inversores internacionales han comenzado a fijarse en ese mercado. Se ve como un destino para la parte final del ciclo», destaca el informe.
Superar el rezago para insertarnos en la cuarta globalización
Ahora lo que se globaliza ya no es lo que producimos, sino lo que hacemos. Y los servicois, protagonistas.
Por Marcelo Elizondo.
Dice Richard Baldwin (lanzando su último libro “The Globotics Upheavel”) que la globalización no solo no se detiene sino que avanza mutando de naturaleza.
Que es un lógico proceso de arbitraje ya que hay dos maneras legitimas de enriquecerse: vender más caro o comprar más barato; y la globalización ha permitido incrementar la riqueza en el mundo haciendo que los eficientes abastezcan mercados lejanos, los consumidores lleguen a lo que de otro modo no tendrían y los precios monetarios de la evolución desciendan.
Pero sostiene que han habido diversas globalizaciones. La primera (que comenzó en el siglo XIX) separó la producción del consumo y generó el primer auge del comercio internacional de bienes (se produce donde se es más eficiente y se destina a mercados importadores) aprovechando el avance del transporte y sin soporte gubernamental.
A ella le siguió la segunda globalización (como la explica P. Martin) que fue la que desarrolló aún más el comercio transfronterizo pero al amparo de instituciones internacionales creadas tras la Segunda Guerra Mundial. El comercio mundial de bienes creció 150 veces entre 1960 y 2018.
La tercera se produjo desde los años ’90 del siglo pasado, cuando la revolución de las comunicaciones hizo que lo que cruzaran las fronteras fueran no solo los bienes sino también las fábricas, produciéndose el crecimiento de la inversión transfronteriza (que se quintuplicó entre 1990 y 2017) y llevando la producción a países y continentes lejanos manteniendo sus características, pese a deslocalizarla, a través del envío internacional de know how (hay unas 100.000 empresas multinacionales en el mundo). Ha sido la época de mudanza productiva de los países ricos a los emergentes, a la que Gary Gereffi llamó la revolución de las cadenas globales de producción.
Pero, ahora, avanza una cuarta y reciente globalización que consiste en la internacionalización directa de la producción de servicios, lo que permite crear redes productivas en diversos lugares en el mundo en simultáneo a través de “telecommuting” o telemigraciones: personas conectadas en tiempo real trabajando en conjunto sin importar en qué lugar del planeta se encuentran (algo así como estar sentado frente a la computadora en una ciudad pero en términos reales actuar en una oficina en otro país).
Dice Baldwing que en esta nueva etapa lo que se globaliza (a diferencia de las anteriores) no es ya lo que producimos sino lo que hacemos. Y que los servicios son los protagonistas, pero no solo por su exportación -que se multiplicó por 12 desde 1980- sino por su mera producción -según UNCTAD el 46% del valor agregado en el comercio de mercancías físicas que se produce en el mundo está explicado por la incorporación de servicios en los bienes dentro de un mismo país-.
Ya todo es parte de un sistema (inversión emisiva y receptiva, comercio de bienes y servicios, alianzas estratégicas entre empresas integradas en procesos transfronterizos). El trabajo en sí se vuelve internacional y la competitividad ya es primordialmente una necesidad de las personas (y, luego, de las empresas en las que actúan) y no meramente de países.
Mientras, además, lo que se globaliza no es solo la economía sino la cultura, los movimientos y las prácticas. Esto explica que mientras el comercio de bienes físicos creció una vez (se duplicó) en un decenio, el flujo mundial de datos que abastece la producción creció 45 veces en ese lapso.
Pues ante este nuevo panorama es bueno advertir que en Argentina estamos algo atrasados. Al parecer no ingresamos con intensidad en las globalizaciones anteriores ya que las exportaciones mundiales de bienes y servicios (23 billones de dólares) representan 28% del producto planetario pero nuestras exportaciones explican 16% del nuestro y somos el país de Sudamérica con menor evolución en exportaciones desde que comenzó el siglo XXI, excluida Venezuela. Y además nuestro acervo de inversión extranjera directa (unos 100.000 millones de dólares) equivale solo al 15% del de Brasil, y es menor que el de México, Chile, Colombia, Panamá y Perú; mientras la emisión de inversión extranjera argentina al exterior es muy menor a la de Chile, Brasil, México o Colombia.
Pero como esta nueva globalización es de personas, aun sin moverse de su tierra, tenemos mucho pendiente en la educación y la instrucción. En el último índice del WEF, la mayor fortaleza argentina es su capital humano, y en habilidades de las personas el lugar en el ranking que nos toca es el 51ro (entre 140); pero en Argentina solo el 19% de los jóvenes adultos tienen un título terciario mientras un estudio de la OCDE muestra que a nivel global el porcentaje es 42% -y nos superan en esta materia Chile, (30%), Colombia (27%), Costa Rica (28%) y México (21%)-. A la vez, en Argentina se gradúan 31 universitarios por cada 10.000 habitantes por año, mientras en Brasil lo hacen 44 y en Chile y Colombia 61.
La inserción internacional, pues, ya no será externa sino que comienza en casa. Y exigirá además de comercio e inversiones internacionales, a personas globales.