Danske Bank: un caso de Lavado de Dinero monumental

octubre 10, 2018 · Imprimir este artículo

Danske Bank: el elevado costo de juntar un mal cumplimiento, una gerencia desidiosa y unos auditores complacientes

Por Juan Alejandro Baptista.

danske bank

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Miles de millones de dólares en multa, un gran daño reputacional, 8 empleados procesados penalmente y una enorme cantidad de dinero ilícito siendo aprovechado por criminales son algunas de las consecuencias del escándalo de Lavado de dinero que protagoniza el banco danés Danske Bank A/S, acusado de permitir el lavado de más de US$ 234.000 millones a través de su sucursal en Estonia.

El dinero ilícito procedente de Rusia y de otras naciones de la ex Unión Soviética fue procesado entre 2007 y 2015 por la sucursal del banco. Durante ese período, diversos indicadores mostraban el movimiento irregular de fondos, sin embargo la directiva de la entidad, con sede en Dinamarca, decidió ignorarlos.

El banco especificó que unos 15.000 clientes no residentes de Estonia realizaron 9,5 millones de transacciones de pago con un valor total de US$ 234.000 millones, una cantidad que es 10 veces superior a la economía total del pequeño país balcánico. Unos 6.200 fueron considerados por los investigadores como clientes que reúnen los “indicadores más altos de riesgo”.

Los reguladores de Dinamarca, Reino Unido, Estados Unidos y de algunas naciones europeas están adelantando las investigaciones y, según algunas estimaciones preliminares emitidas por The Wall Street Journal, las multas combinadas que enfrenta el banco pudieran estar sobre los US$ 4.600 millones.

Limitado presupuesto para ALD

En el año 2008, el banco ejecutó un proceso de modernización tecnológica a nivel global, pero la directiva decidió no realizar la adaptación en la sucursal de Estonia, alegando que “era muy costosa y requería de muchos recursos”, según indicaron voceros de la entidad.

Las investigaciones realizadas por el mismo banco develaron que gran parte de las fallas en el programa de cumplimiento fueron ocasionadas porque la sucursal de Estonia no contaba con sistemas tecnológicos adecuados, que permitieran implementar un adecuado manejo de información, un registro efectivo de clientes, una gestión de riesgos eficiente y un monitoreo transaccional con los mismos estándares que la matriz de la entidad.

Ignorar al corresponsal

Otra enorme falla de la directiva del banco fue ignorar la preocupación del JP Morgan Chase, su banco corresponsal hasta el año 2013. El gigante estadounidense decidió cortar la relación comercial por las deficiencias mostradas por la entidad danesa en su portafolio de clientes no residentes de Estonia. Lejos de ordenar una auditoría de cumplimiento que le permitiera identificar las fallas e iniciar los correctivos necesarios, los líderes de la entidad prefirieron ignorar la situación.

Auditorías complacientes

Los reguladores también están analizando el papel desempeñado por las firmas responsables de hacer auditorías (de cumplimiento y financiera) a la entidad durante el período cuestionado. En 2013, cuando el flujo de dinero sospechoso alcanzó su punto máximo, la sucursal de Estonia obtuvo un rendimiento del 402% sobre el capital asignado, mientras que todo el grupo obtuvo un 6,9%.

En mayo, la Autoridad de Supervisión Financiera (FSA por sus iniciales en inglés) emitió una fuerte crítica contra los directivos del banco por no haber reaccionado adecuadamente y a tiempo ante las distintas señales de alerta. Sin embargo, el mismo argumento está siendo utilizado ahora por las autoridades europeas para investigar el desempeño de la agencia danesa FSA en materia de supervisión.

Según una investigación del diario The Irish Times, entre 2010 y 2014 el Danske Bank alternó entre diversas firmas: Grant Thornton, PwC, KPMG, Deloitte y EY. (Durante este tiempo, las unidades danesas de KPMG y EY se fusionaron, al igual que Grant Thornton y PwC). En los informes anuales del banco, todos los auditores aprobaron sistemáticamente sus números, sin plantear ninguna preocupación por las operaciones de la entidad.

Fuente: lavadodinero.com, 05/10/18.


Danske Bank y el techo de vidrio muy grande del continente europeo

Por Álvaro Tomas.

Resulta raro que los grupos periodísticos, como el Consorcio de Periodistas Investigativos Internacionales (ICIJ), no hayan hecho sus navidades con el escándalo de Danske Bank de Dinamarca. Hubiera sido un banco en Panamá o en el Caribe y estuvieran celebrando con champaña. Resulta aún más raro que los franceses no se hayan montado en su pedestal y hayan criticado la falta de controles en Dinamarca y Estonia (miembros de la Unión Europea y de la OCDE), en lo que la “Comisión Europea ha descrito el caso de lavado de dinero del banco más grande en Dinamarca como el mayor escándalo en Europa” (The Guardian, 20/09/2018).  The Financial Times, del 3 de octubre pasado, lo llama como “el escándalo de lavado de dinero más grande en la historia del mundo”.  A pesar de la magnitud del escándalo, Verá Jeurová, comisionada europea de justicia, expresó: “Este es el mayor escándalo que tenemos en Europa y que también sirve como una lección no agradable de que debemos ser más vigilantes y mucho más prudentes revisando las actividades bancarias”. Esa declaración es tan, pero tan cínica, que es brillante. Aplausos de pie.

Lectura recomendada:  El allanamiento a Hotesur CFK & LB SH

Las personas que les encanta achicopalarse ante las exigencias de organismos y países que –sin tener ni  jurisdicción ni autoridad moral discriminan a Panamá– no se han dado cuenta de las dimensiones de esta operación de lavado. El entramado de blanqueo de Odebrecht, comparado con esto,  es un juego de Lego. Y así tienen el tupé los europeos de llamarnos delincuentes y lavadores. Será que no han leído la nota de Bloomberg, con fecha 3 de octubre escrita por Ott Ummelas,  que dice “Danske Bank se ha convertido en un sinónimo en Dinamarca de lavado. Pero hay señales crecientes de que este solo representa una parte pequeña de la máquina europea de plata sucia”. “Solo representa una pequeña parte…”, me parece que viene material para escribir por un par de años más. Y esperemos que se metan los gringos a investigar si usaron su sistema bancario para lavar plata rusa. ¡Uff! Pobres europeos.

Recapitulemos. La única sucursal de Danske Bank en Estonia (1.3 millones de habitantes) fue utilizada por delincuentes desde el año 2007 para blanquear la suma de 234 mil millones de dólares o el equivalente a 10 veces el tamaño de la economía de ese país. Esa pequeña sucursal de Danske Bank en Estonia representaba, únicamente, el 0.5% de los activos del banco danés, pero 8% de las utilidades antes de impuestos del banco. Nadie vio, ni pensó, nada raro. Para entender estas dimensiones, digamos que es el equivalente a que un banco panameño en su sucursal de Chitré haya hecho operaciones bancarias a la vista de reguladores, corresponsales bancarios, comerciantes, autoridades policiales y judiciales y periodistas por 550 mil millones de dólares.  Los daneses tampoco discriminaron de a dónde provenían los fondos: Estonia, Rusia, Reino Unido, Chipre y más de 130 países. Ya en el año 2013 -no por decisión de GAFI, de la Unión Europa o porque estaban en una lista de esas que les encantan a los gabachos- perdieron sus dos bancos corresponsales de sus cuentas en dólares. Aun así, los reguladores no se imaginaron nada.  Debió ser el frío que producen los hielos marinos del mar Báltico que les congeló el cerebro.

A finales de ese mismo año, un empleado denunciante ( whistleblower) llamado Howard Wilkinson informó en un correo electrónico a sus superiores en Danske Bank, Estonia, sobre el “fallo casi completo de los procesos” al referirse a una sociedad constituida en el Reino Unido (otro miembro de la OCDE) que estaba “inactiva” con un balance de 965 mil dólares y de la cual el banco, cito a  The Financial Times, “no sabía quién era su beneficiario final” (las palabras más temidas en los bancos y bufetes de abogados panameños). Ante la insistencia del señor Wilkinson en que se corrigieran las fallas de cumplimiento, un ejecutivo del banco le dijo, según  The Financial Times, que “Danske Bank no tiene la obligación de reportar cuentas de clientes falsos a las autoridades”. ¿Me estás vacilando Álvaro? No, no lo estoy vacilando. A nuestra Superintendencia de Bancos le da un derrame cerebral colectivo si se entera de que un ejecutivo de un banco local piensa así.

Danièle Nouy, el regulador principal de la Unión Europea, ha dicho que Europa debe ir más allá y crear un organismo centralizado para manejar el tema de lavado de dinero.  Por ahora no existe la voluntad política por lo que cada país miembro se encarga de vigilar su sistema financiero. Mientras tanto, los billones en plata ilícita seguirán su fácil camino a través del sistema financiero europeo. Los del Viejo Continente tienen un techo de vidrio muy grande para andar tirando tantas piedras.

—El autor es abogado.

Fuente: prensa.com, 08/10/18.


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