El importante mensaje de Los tres días del cóndor
septiembre 16, 2025 · Imprimir este artículo
Por Gustavo Ibáñez Padilla.
La muerte de Robert Redford revive inevitablemente la memoria de una de sus interpretaciones más icónicas: Joseph Turner, el lector y analista de la CIA en Three Days of the Condor (Los tres días del cóndor, 1975). Una película que, bajo el ropaje de un thriller de suspenso, puso en primer plano una figura poco comprendida y muchas veces relegada por el imaginario popular: la del Analista de inteligencia, el eslabón clave en la transformación de datos dispersos en conocimiento estratégico capaz de guiar decisiones de vida o muerte.
Lejos del glamour del espía con gabardina, Turner es un lector meticuloso que detecta patrones ocultos en libros, artículos y publicaciones aparentemente inocuas. Su tarea consiste en “leer entre líneas” para identificar tendencias, amenazas y estrategias ocultas. Es decir, hacer aquello que en la jerga se denomina Análisis de inteligencia, el corazón del trabajo que sostiene a los servicios y que, en última instancia, protege a las naciones.

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El Ciclo de Kent: de la información al conocimiento útil
Para comprender el verdadero valor de la labor de Turner, conviene recurrir al clásico Ciclo de Kent, formulado por Sherman Kent, considerado el padre de la inteligencia moderna. Este ciclo describe el proceso continuo por el cual la información se transforma en inteligencia:
─Planeación: se definen las preguntas estratégicas que el decisor necesita responder.
─Obtención: se recolectan datos desde múltiples fuentes, abiertas y secretas.
─Procesamiento: se depura, clasifica y traduce la información.
─Análisis y producción: se interpreta y sintetiza, elaborando escenarios y estimaciones.
─Difusión: el conocimiento llega en forma clara y precisa al decisor.
─Retroalimentación: el ciclo se ajusta a partir de nuevas necesidades o fallos detectados.
En esta cadena, el analista es el alquimista, quien convierte un torrente caótico de datos en conocimiento estructurado. Turner, en la película, descubre un patrón en novelas de espionaje baratas que anticipa una operación clandestina real. Allí reside la metáfora: la inteligencia no se basa en gadgets espectaculares, sino en la capacidad de discernir lo invisible en lo evidente.
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Inteligencia: mucho más que espionaje
El cine ha contribuido a consolidar la idea de que inteligencia equivale a espionaje. Pero la realidad es más amplia y sofisticada. La inteligencia estratégica busca dotar a los líderes de un mapa preciso de amenazas, riesgos y oportunidades.
Su función no es solo espiar; es comprender. Comprender al adversario, pero también comprender el contexto, las tendencias tecnológicas, los movimientos financieros, los cambios sociales. Inteligencia es tanto la CIA como los equipos de analistas financieros de Wall Street, los especialistas en ciberseguridad de Silicon Valley o las unidades de prevención de delitos en la policía urbana.
El mundo moderno, hiperconectado y saturado de información, multiplica la necesidad de analistas capaces de separar la señal del ruido.
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La contracara: la Contrainteligencia
Cada disciplina tiene su espejo. En este caso, la Contrainteligencia. Si la inteligencia busca conocer al adversario, la contrainteligencia procura impedir que el adversario nos conozca a nosotros.
Se trata de un entramado de medidas defensivas y ofensivas para proteger secretos, operaciones y vulnerabilidades. Su campo abarca desde la
disciplina del secreto y el principio de necesidad de saber hasta técnicas de engaño, velo y decepción.
En palabras simples: mientras la inteligencia ilumina, la contrainteligencia oscurece. Y ambas se entrelazan en una danza perpetua.
En este punto resulta inevitable recordar a Sun Tzu, quien en El arte de la guerra afirmaba: “Conócete a ti mismo y conoce a tu enemigo y en cien batallas nunca correrás peligro”. La frase condensa la esencia de la inteligencia (conocer al otro) y de la contrainteligencia (conocerse y protegerse a uno mismo). Ambas disciplinas, como hermanas mellizas, forman el núcleo de la seguridad estratégica.
Ejemplos abundan:
─El caso de Aldrich Ames en la CIA y Robert Hanssen en el FBI muestran cómo la contrainteligencia fallida puede desangrar a un sistema entero.
─En contraste, la operación de engaño “Fortitude” durante la Segunda Guerra Mundial, que hizo creer a Hitler que el desembarco aliado sería en Calais
y no en Normandía, es un hito de contrainteligencia exitosa.
La Regla 99/1: cuando todo pasa en un instante
Aquí entra en juego la que yo denomino como Regla 99/1: “En Contrainteligencia y Seguridad, el 99% del tiempo no pasa nada, y en el 1% restante pasa todo”.
La sentencia es tan simple como brutal. Los sistemas de seguridad -estatales, corporativos o personales- enfrentan un dilema estructural: la rutina y la calma prolongada conducen a la relajación. Es humano bajar la guardia cuando nada ocurre durante meses o años. Pero es precisamente en ese instante de descuido cuando se produce la irrupción devastadora: un ataque terrorista, un hackeo masivo, un fraude financiero.
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Ejemplos recientes lo prueban:
─El 11 de septiembre de 2001, cuando la rutina de seguridad aérea parecía suficiente hasta que no lo fue.
─El ciberataque a SolarWinds en 2020, que permaneció oculto durante meses hasta golpear simultáneamente a múltiples agencias estadounidenses.
─El colapso de Lehman Brothers en 2008, anticipado por pocos analistas que supieron ver más allá de balances maquillados.
La regla 99/1 obliga a sostener la disciplina permanente, incluso cuando nada parece amenazante. Ese es el verdadero desafío de la seguridad moderna.
Conceptos esenciales del oficio
El mundo de la inteligencia y la contrainteligencia se rige por principios técnicos que merecen ser divulgados:
─Disciplina del secreto: restringir el acceso a la información sensible.
─Necesidad de saber: solo quien requiere un dato para su función lo obtiene.
─Sigilo: la capacidad de actuar sin dejar huellas detectables.
─Velo y engaño: generar confusión deliberada en el adversario.
─Decepción: inducir al enemigo a adoptar decisiones equivocadas.
Estos conceptos son aplicables no solo en organismos estatales, sino también en la empresa privada, en la política y hasta en la vida cotidiana.
Desde proteger datos personales hasta evitar caer en una estafa digital, la inteligencia y la contrainteligencia están más cerca de lo que parece.
El legado de Robert Redford y la actualidad del Cóndor
Los tres días del cóndor sigue siendo vigente porque anticipó preguntas que hoy son centrales:
─¿Hasta qué punto los servicios de inteligencia deben actuar sin control democrático?
─¿Puede un simple analista descubrir conspiraciones que los jerarcas prefieren ignorar?
─¿Cómo evitar que la maquinaria del secreto se vuelva contra la propia sociedad que dice proteger?
Robert Redford encarnó al ciudadano común arrojado a un laberinto de poder, secreto y traición. Su personaje recordaba que detrás de cada análisis de inteligencia hay una persona de carne y hueso que debe decidir entre callar o denunciar, entre obedecer o exponer la verdad.
La inteligencia como función vital
La muerte de Robert Redford nos invita a revisitar Los tres días del cóndor, pero sobre todo a reflexionar sobre el rol insustituible de la inteligencia y la contrainteligencia en el siglo XXI.
El mundo vive bajo la ilusión de normalidad el 99% del tiempo, pero basta un 1% para que todo cambie. Solo los sistemas que comprenden esta lógica y mantienen la guardia alta sobreviven.
Por eso, la inteligencia no es un lujo de espías hollywoodenses, sino una función vital del Estado moderno, de las empresas y de los ciudadanos.
En un entorno marcado por la incertidumbre, la hiperconexión y la fragilidad, aprender a pensar como un analista de inteligencia puede marcar la diferencia entre la seguridad y el desastre.
La lección es clara: la inteligencia protege, la contrainteligencia preserva, y ambas son indispensables para la libertad, la soberanía y la vida misma. Hoy más que nunca, es momento de tomarlas en serio.
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Fuente: Ediciones EP, 16/09/25.
Información sobre Gustavo Ibáñez Padilla
Más información:
Inteligencia es anticipación
Antecedentes del Ciclo de Inteligencia de Sherman Kent
La Inteligencia y sus especialidades en la Sociedad del conocimiento
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