Las empresas que aplican la inteligencia a sus negocios consiguen “anticipar el futuro”, “prevenir riesgos e identificar oportunidades” y convertirse en “resilientes” e “influenciadoras”. En definitiva, consiguen sobrevivir compitiendo en un mundo cambiante y vertiginoso. Consiguen ganar.
Desde la perspectiva del mundo profesional y del mundo académico, en distintas vertientes, Gertrudis Alarcón, managing director de GAT Intelligence y responsable de ACFE en España (la mayor y más prestigiosa asociación de examinadores de fraude certificados del mundo); Hugo Zunzarren, Director Técnico y de Operaciones en ID Inteligencia y representante de ASEPIC (Asociación Española para la Promoción de la Inteligencia Competitiva); Enrique Ávila, Subdirector del Centro Nacional de Excelencia en Ciberseguridad y Joaquín del Toro, consultor de Seguridad y Lecturer and Technical Consultant en la Sociedad de Estudios Internacionales (SEI) y Profesor del Master en Inteligencia Global y Nuevas Tecnologías del ENTI, ofrecieron las claves de lo que es y para qué sirve realmente la inteligencia, “sin apellidos”, aplicada al mundo de la empresa.
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Gestionar la información estratégica para cada organización empresarial, darle valor útil y, por último, protegerla es la principal función de la inteligencia. En este sentido, la formación de los analistas de inteligencia en nuestras universidades, másters y postgrados resulta esencial.
Business Intelligence, o inteligencia empresarial, se refiere al uso de datos en una empresa para facilitar la toma de decisiones. Es un conjunto de estrategias y herramientas enfocadas al análisis de datos de una empresa mediante el análisis de datos existentes.
Para Gertrudis Alarcón “un proceso de inteligencia requiere de personas, herramientas y planificación estratégica para alcanzar los objetivos”. Sólo así el valor de la inteligencia será tangible (más dinero, beneficios) aunque también, su valor intangible, se traduce al final en términos monetarios: “conseguir un mayor y mejor conocimiento del entorno y los competidores nos ayuda a decidir mejor” y a visualizar escenarios que podrían plantearse en el futuro.
Según el estudio mundial ‘The Information Generation: Transforming The Future, Today‘ (La Generación de la Información: transformando el futuro, hoy), realizado por el Institute For The Future, un 49% de las empresas admite que no sabe cómo obtener valor de sus datos.
La inteligencia sirve para conocer cómo se estructura el entorno en cada momento y eso ayuda a las empresas a poder ejercer su influencia en los resortes que sirvan a sus fines. “Los demás también lo hacen y por eso hablamos de contrainteligencia, de lucha de inteligencias”, apunta Hugo Zunzarren.
“La inteligencia es más proclive a detectar riesgos -ganas lo que no pierdes-, pero identificar oportunidades es lo que verdaderamente justifica el servicio contratado y la inversión en inteligencia”. Además, “las organizaciones no saben cómo utilizar la información para influir de forma estratégica”. En este sentido, dibujar escenarios futuros y conducir a la organización por el camino más adecuado para conseguir maximizar sus beneficios resulta primordial.
Se trata de que las empresas que utilizan la inteligencia se conviertan en “resilientes”, capaces de reaccionar ante los cambios del mercado, tan cambiante, dinámico y disruptivo, tal y como señala Enrique Ávila. Este tipo de inteligencia permite algo fundamental: “controlar el relato” para influir estratégicamente en los actores clave para la organización (clientes, reguladores, competidores, entorno político, etc). Según Ávila, “el paradigma ha cambiado; el mundo digitalizado en el que vivimos hace que ahora la reputación se pueda perder de forma instantánea y para siempre”. Por eso, este tipo de uso de la inteligencia ayuda a empresas de todos los sectores y tamaños.
Tecnología o Personas
Las herramientas con las que cuenta la inteligencia son numerosas, tecnológicas y humanas, y se aplican eligiendo cuáles son las mejores en cada caso para conseguir, en tiempo y forma, los objetivos de cada organización. Las técnicas, procesos y softwares son utilizados por los analistas para poder dar una recomendación final al decisor de la compañía. En este sentido, la parte “técnica” de la inteligencia sirve para “automatizar procesos sin valor añadido”, pero lo importante al final “no son los programas informáticos, sino los analistas que los usan para obtener conocimiento”, apunta Hugo Zunzarren. Según el estudio mencionado, el 52% de los encuestados admite que se encuentran desbordados por una sobrecarga de información.
El 70% de los encuestados afirma que puede extraer conocimiento de los datos, pero sólo el 30% está siempre conectado y puede actuar basándose en su información en tiempo real. Por eso, el famoso big data no sustituye ni invade el terreno de la inteligencia. “Ayuda a tratar la información, pero no tiene valor en sí mismo. Una simple hoja de cálculo puede bastar en muchos casos. Es el analista el que programa el sistema para encontrar lo que busca, por eso, lo esencial sigue siendo el talento”, explica Enrique Ávila.
El papel de la universidad es, por tanto, el de “entrenar habilidades”. Enseñar a ver oportunidades donde otros sólo ven riesgos y conseguir así “una visión pluridisciplinar, de 360º, de pensamiento trasversal, pluri-ideológico también”.
Resulta esencial que “las células o equipos de inteligencia integren perfiles pluridisciplinares, distintos entre sí, porque si tuviéramos a todos los perfiles daltónicos, por ejemplo, desaparecerían determinados colores, no porque no existiesen, sino porque seríamos incapaces de verlos”, ejemplifica Hugo Zunzarren.
Por lo tanto, “tecnología y personas” según define Joaquín del Toro, para quien “la cultura de la inteligencia” ha llegado a España para quedarse. “En este país se está empezando a entender que el analista de inteligencia va a ser parte esencial de las organizaciones. Es preciso avanzar, ofreciendo una buena formación, como hacemos en numerosas universidades españolas. Hace años, el director de seguridad de una compañía no era visto como algo innecesario. Dentro de poco veremos como algo habitual al departamento de inteligencia en el organigrama de la empresa, como existe el departamento de marketing o el de finanzas”.
Ciberseguridad
La información tiene un valor estratégico. Es un intangible que debe ser adecuadamente protegido, “porque el ciberespacio ha cambiado el modelo de influencia”, señala Enrique Ávila. Si alguien conoce nuestras fortalezas y debilidades, fácilmente rastreables gracias por ejemplo a las redes sociales, puede influenciar a nuestros clientes, por ejemplo.
“En esta era de infoxicación, parece que la información, como está disponible para todos, no tiene valor”. Más allá del proxy y el firewall (seguridad de perímetro) y de la protección de la infraestructura de la red, está la difusión que uno haga de la información. “Ahora que todo se comparte, si no se protege lo más valioso, se pierde. Si no se protege la diseminación de la información, creando redes de confianza, perdemos el control sobre esa información y eso nos convierte en extremadamente vulnerables”.
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La inteligencia competitiva, económica, empresarial, estratégica, corporativa, colectiva, la inteligencia en redes sociales, la inteligencia ligada al riesgo país, la inteligencia para la internacionalización… la inteligencia, en definitiva, “sin apellidos”, está al servicio de las empresas y los expertos reclaman ya que empiece a ocupar el lugar que le corresponde en cada organización.
Fuente: investigacioneinteligencia.wordpress.com
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Etiquetas: business intelligence, ciberataques, ciberseguridad, inteligencia para empresas, planificación estratégica, ventajas competitivas, globalizacion, inteligencia, inteligencia de fuentes abiertas, riesgos.
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