Once fue un crimen horrendo. Ocupados en desviar fondos hacia las valijas del latrocinio organizado, funcionarios corruptos y empresarios sin escrúpulos abandonaron el mantenimiento de los trenes hasta que una de esas formaciones, convertida como casi todas en un montón de fierros viejos donde la gente se hacinaba como ganado, no frenó cuando debía y provocó la muerte de 52 personas. El crimen de Nisman fue otra cosa. Hay que inscribirlo en la saga del atentado a la AMIA, en el que murieron 85 personas, y hay que leerlo junto a la denuncia por encubrimiento contra la entonces presidenta Cristina Kirchner, que el fiscal estaba por hacer en el Congreso. Las muertes de Once son la consecuencia irreparable del robo y el desprecio por el otro. La muerte de Nisman, también irreparable, cifra una historia donde la ambición y la mentira alcanzan dimensiones de tragedia griega, en las que simples humanos que se creen dioses llaman, con sus transgresiones, a la desgracia y la furia divina.
Tuvieron que pasar casi tres años para que se confirmara lo que la mayoría, en silencio, sospechaba o sabía. Antes hubo que sacarles el expediente a la jueza Palmaghini y sobre todo a la fiscal Fein, que en lugar de deducir desde el primer día lo que decían las pruebas se ocupaban, según parece, de diluirlas, y luego de neutralizar su elocuencia dejando que pasara por ellas la lima del tiempo, que todo lo borra, un recurso que conocen bien en Comodoro Py. Allí, a la justicia federal, debió ir la causa desde el principio. Era la muerte de un fiscal. Que, además, acababa de hacer una denuncia gravísima contra la presidenta. Pero en ese entonces Justicia Legítima era una máquina aceitada. Y aturdía la voz de Aníbal Fernández, que insistía en que el fiscal se había suicidado. El motivo, según el ministro del Interior, era obvio: el «bodoque» que contenía la acusación de traición a la patria contra su jefa lo había avergonzado hasta tal punto que Nisman no tuvo más alternativa que quitarse la vida.
Hoy se sabe que esa denuncia era sólida. Y a Nisman, dicen los peritos y confirma el fiscal, lo mataron dos personas, después de golpearlo y drogarlo. Con el arma «amiga» que le llevó Diego Lagomarsino. Ahora el técnico informático será indagado como supuesto partícipe necesario del asesinato, que habría ocurrido mientras los custodios miraban para otro lado. ¿Hacían falta tres años para cambiar la carátula?
Mientras, los jueces y fiscales que cumplen con su trabajo hacen mucho por conjurar, con su valor, los agujeros negros que todavía nos acechan. Detrás de ellos está la sociedad argentina, que por fin parece haber entendido que la corrupción del sistema y la consagración de la impunidad son la raíz de nuestros males.
La pericia de la Gendarmería determinó que Alberto Nisman fue asesinado a sangre fría
Veintiocho especialistas de la fuerza llegaron a una conclusión terminante: el fiscal fue asesinado de un tiro en la cabeza por profesionales que «limpiaron» el escenario para simular un suicidio
Por Román Lejtman.
Alberto Nisman.
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Hace pocas horas, en el Edificio Centinela de la Gendarmería Nacional, se debatió un interrogante que cruza a la sociedad argentina y tiene repercusión internacional: ¿Alberto Nisman fue asesinado por denunciar un pacto para encubrir el atentado de la AMIA?
El debate técnico se hizo frente a una réplica exacta del baño donde apareció muerto el fiscal federal, y tuvo como protagonistas a34 peritos que representaban a las partes en conflicto y a la Gendarmería, designada por la justicia para determinar si a Nisman lo mataron o se suicidó.
La Gendarmería tiene una conclusión terminante: el fiscal fue asesinado de un tiro en la cabeza, que se intentó ocultar modificando el escenario del crimen, para simular un presunto suicidio gatillado por una eventual crisis anímica.
La Gendarmería desplegó veintiocho peritos que exhiben distintas especialidades, desde expertos en balística a psicólogos. Mientras que los estudios Lanusse y Romero Victorica –querellantes-, y Rusconi –defensor de Diego Lagomarsino-, se presentaron con seis peritos en el Edificio Centinela, escenario clave de la pericia que terminó con la principal incertidumbre del caso Nisman.
Para los peritos de la Gendarmería y de los estudios Lanusse y Romero Victorica ya no hay dudas respecto a lo que sucedió con Nisman. Fue asesinado. Y las evidencias son las siguientes:
1. Se hicieron tres pericias (en La Plata y Salta) que comprobaron que el arma usada para matarlo deja residuos de disparo, mientras que no encontraron ningún resto de pólvora en Nisman cuando revisaron su cadáver.
2. El arma fue encontrada en la puerta del baño al lado del cuerpo, lo que demuestra que le dispararon y tiraron la pistola junto al cadáver.
3. El disparo fue hecho detrás de la oreja y en forma perpendicular, y no se apoyó el caño. Ese no es un procedimiento habitual en un suicida. No hay forma física de hacerlo.
4. Nisman tenía un golpe en la pierna izquierda y otro en la cabeza. Son golpes profesionales para reducir a una víctima, que no encuadran en una hipótesis de suicidio.
5. Se encontraron restos de Ketamina, una sustancia usada para apaciguar a una probable víctima. No se hallaron rastros de esta sustancia en la vivienda que utilizaba el fiscal federal.
6. Nisman recibía en su departamento a la madre, a las dos hijas, a sus dos secretarios, a la señora del personal doméstico, a sus custodios, a sus amigos y a Lagomarsino. Tras conocerse su muerte, se hizo una pericia para recoger huellas, y solo se encontraron dos muestras que pertenecían al fiscal asesinado. Y nada más. Es decir: los asesinos de Nisman limpiaron todas las huellas.
La semana próxima, todos los peritos volverán a encontrarse en el Edificio Centinela. Cumplirán con el rito del artículo 252 del Código de Procedimiento Penal que ordena la elaboración de las conclusiones, para luego elevarlas a la justicia federal.
Esta instancia procesal no tiene misterios. La defensa de Lagomarsino asegurará que fue suicidio, mientras que la Gendarmería y los peritos de la querella sostendrán lo contrario. Es decir: a Nisman lo mataron a sangre fría. Una faena política ejecutada por profesionales.
Con esas conclusiones, el fiscal federal Eduardo Taiano deberá decidir si avala la pericia de la Gendarmería o sostiene la hipótesis del suicidio. Taiano ya prepara una serie de medidas que causarán conmoción en la sociedad argentina. Esto ocurrirá unos días antes de los comicios del 22 de octubre.
«Riesgo máximo» en la fiscalía que investiga la muerte de Nisman
La oficina que ocupa Eduardo Taiano y su equipo en el centro porteño está en riesgo. Así lo advierte un informe de seguridad que hizo Gendarmería. Faltan cámaras y custodios.
Por Nicolás Wiñazki.
El fiscal federal Eduardo Taiano se retira el 29 de Junio de 2015 de los Tribunales Federales de Retiro, en Ciudad Autonoma de Buenos Aires, Argentina. Foto Pedro Lazaro Fernandez buenos aires Eduardo Taiano fiscal federal salida de tribunales.
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En el edificio donde funciona la nueva fiscalía que investiga la muerte de Alberto Nisman, al mando de Eduardo Taiano, hay un pasadizo secreto. Está ubicado en el tercer piso. Conecta a esa propiedad con la de al lado.
Nadie lo controla. Cualquier intruso audaz, sea quien sea, podría entrar o salir por allí sin ser detectado. ¿Con qué fines? Buenos o malos. No importa. El problema es que es una opción sin riesgo para su potencial protagonista.
Vulnerable. El edificio de la calle 25 de mayo, donde está la fiscalía relevada. LUCIANO THIEBERGER
En el piso de abajo, el segundo, están las oficinas en las que trabajan Taiano y su equipo. Son, en total, seis personas. Los ascensores no funcionan. En sus despachos guardan información sensible sobre la investigación de la muerte violenta del fiscal del caso AMIA. Lo hacen en una habitación con paredes de mampostería barata, sin techo, que se cierra sólo con una puerta de madera con llave.
A esta conclusión llegó un informe preparado por la Gendarmería en el que se tuvo en cuenta cuáles son las condiciones de trabajo de Taiano y su equipo, usando como “hipótesis” a la de “riesgo máximo”.
El título de la carpeta del análisis está titulado “Informe de Seguridad 01/06”. Y lleva como agregado este texto: “Organismo: Sede Anexo Fiscalía Nacional en lo Criminal Correccional Federal N 3”. El lugar está ubicada en pleno microcentro porteño.
El informe fue encargado por la Dirección de Inteligencia Criminal que depende del Ministerio de Seguridad.
Sus resultados son sorprendentes. Como custodia, la fiscalía de Taiano tiene un solo gendarme en la puerta de los despachos en los que trabaja con su equipo, y un policía federal en la entrada principal al edificio.
Los miembros de Gendarmería se esfuerzan por cumplir con sus obligaciones lo mejor posible. Cumplen turnos de 24 horas con relevos a las 8. No tienen lugar para descansar.
La vulnerabilidad y el riesgo con los que trabajan Taiano y sus asistentes son altos. Tampoco existe un modo que permita conocer si algo raro pasó o pasa allí en tiempo real. No hay cámaras. Tampoco alarmas.
El lugar en el que están guardados los papeles más confidenciales de la causa es una habitación sin caja fuerte, con puerta de madera que se cierra con una llave. Las paredes son de mampostería. Las ventanas de esos despachos dan al frente del edificio.
No tienen rejas. Solo vidrio.
El fiscal Taiano ya recibió amenazas de muerte sofisticadas desde que instruye el expediente que debe dilucidar la muerte de su colega Nisman.
Aún así, trabaja junto a su gente en condiciones inseguras. A pesar de estos contratiempos, su fiscalía avanzó en el caso, y más si se compara lo hecho durante casi dos años antes por la ya jubilada fiscal del fuero ordinario, Viviana Fein. Las pruebas que recolectó Taiano sin embargo, no pueden resguardarse en otro lado que no sea esa pieza tan vulnerable. Así lo indica el informe de seguridad.
Desde octubre del año pasado, el nuevo fiscal de la causa de la muerte de Nisman intenta conseguir mejoras para la seguridad de su fiscalía.
Fuentes judiciales afirmaron que la Procuración General de la Nación, a cargo de Alejandra Gils Carbó, se las negó argumentando que no le alcanza el presupuesto para cumplimentar con las medidas básicas que recomendó Gendarmería.
El edificio de su nuevo espacio laboral –mantiene, por supuesto, la fiscalía federal en el edificio de Comodoro Py 2002– está poco vigilado. No tiene garaje para autos. Está ubicado en pleno centro. Por la puerta pasan miles de personas caminando en los días de semana. Estacionan motos que traban esa dinámica callejera, caótica e insegura.
Las oficinas en las que se trabaja para conocer cómo, cuándo y por qué murió Nisman dan a la calle 25 de mayo. Cada ambiente tiene grandes ventanales incapaces de frenar cualquier intento violento por romperlos.
Las “zonas críticas” que detectó el informe de Gendarmería –muy detallado– son las más básicas.
La conclusión es que todo está mal en la fiscalía de Taiano. El “área exterior” del edificio. El “acceso principal”.
El “área interior”. Cada zona carece de sistemas de seguridad acorde con los protocolos primarios para resguardar a oficinas como ésta.
La puerta para entrar al edificio está vigilada por un solo policía. El acceso al edificio, por caso, no tiene “una barrera contra atentados”, anotaron los expertos que lo analizaron pensando en una tesis de seguridad de “máximo riesgo”. Entre otras conclusiones, los especialistas determinaron que la fiscalía debería contar con cámaras, ventanales blindados, sensores de movimiento, materiales ignífugos, habitaciones que tengan techo, y paredes más firmes.
A eso se le debería sumar más custodios en las puertas de la calle y del segundo piso. El enigmático pasadizo del tercero debería estar vigilado. Y las cerraduras, ser más modernas.
Paradojas de la Argentina: un fiscal federal, Taiano, que investiga la muerte de un colega suyo producida por un disparo mortal, Nisman, trabaja en un lugar un riesgoso para él. Y su equipo.
Caso Nisman: la Corte declaró la competencia de la justicia federal
La muerte del fiscal de la AMIA: Por unanimidad, el máximo tribunal ordenó que la causa vuelva a manos del juez federal Ercolini.
Por Daniel Santoro.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró la competencia de la Justicia federal en la investigación del caso Nisman, dándale la razón al reclamo de la familia del fiscal de la AMIA. De esta forma, la causa deberá volver a pasar a manos del juez federal Julián Ercolini y el fiscal Eduardo Taiano. Así rechazó la decisión de la Cámara de Casación porteña de que la causa volviera a manos de la jueza del fuero penal ordinario Fabiana Palmaghini, criterio que también había sostenido la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó.
«La cuestión planteada en la presente resulta sustancialmente análoga a la resuelta en la fecha en el expediente» en el 2015 dice el fallo donde se hablaba de la jurisdicción de la justicia federeal.
La resolución señala que se escuchó a «la señora Procuradora General de la Nación, se hace lugar a la queja, se declara procedente el recurso ex- traordinario, se deja sin efecto la sentencia apelada y se declara la competencia de la justicia federal con asiento en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para que entienda en la presente causa».
A principios de año, luego de escuchar el testimomio del ex jefe de la SIDE Antonio Stiuso, la jueza Palmaghini había pasado la causa al juez federal Ercolini. Pero la defensa del técnico Diego Lagomarsino apeló y la Cámara de Casación porteña -integrada por jueces de Justicia Legítima- ordenó que volvier a manos de Palmaghini.
Caso Nisman: en una solicitada piden la destitución del juez Rafecas
Familiares de víctimas del atentado de la AMIA cuestionan su decisión de no haber hecho lugar a la denuncia por encubrimiento del fallecido fiscal contra la ex presidenta y otros funcionarios.
El juez federal Daniel Rafecas ingresa a los Tribunales de Comodoro Py.
BUENOS AIRES — Los familiares de víctimas del atentado a la AMIA, dirigentes y referentes de la comunidad judía publicaron una solicitada para pedir la remoción del juez Daniel Rafecas.
“El juez Rafecas debe ser removido”, se titula el texto que apunta a la negativa del magistrado para hacer lugar la denuncia de Alberto Nisman, contra Cristina Kirchner, el ex canciller, Héctor Timerman, entre otros, por presunto encubrimiento de los imputados, tras el cuestioando Memorándum de Entendimiento con la República Islámica.
Entre los firmantes se encuentran los diputados Elisa Carrió y Waldo Wolff, los ex ministros Graciela Fernández Meijide, Nicolás Gallo, Horacio Jaunarena, Juan Llach y Jesús Rodríguez, la ex vicejefa de gobierno porteña, Cecilia Felgueras y el ex representante ante las Naciones Unidas Emilio Cárdenas, entre otros.
EL TEXTO COMPLETO
“Los abajo firmantes consideramos un deber cívico reclamar la destitución, acorde con los procedimientos vigentes, del Juez Daniel Rafecas por manifiesta inconducta en el ejercicio de la magistratura. Subrayamos su actuación en relación con la denuncia del Fiscal Alberto Nisman, fechada el 14 de enero de 2015, contra la entonces Presidente de la Nación, Sra. Cristina Fernández de Kirchner, su canciller Héctor Timerman y los intervinientes en negociaciones paralelas dirigidas a sancionar el Memorándum de entendimiento con Irán, ratificado por ley 26.843 del 27 de febrero de 2013.
Dicha denuncia, sostenida por el representante del Ministerio Público ante el Juzgado de Rafecas, fue desestimada en tiempo record. El extenso escrito de denuncia propuesto por el Fiscal Nisman perfila un amplísimo marco probatorio y sostiene que las personas denunciadas han cometido el delito de encubrimiento de los responsables del mayor ataque terrorista sufrido en el país: el perpetrado contra la sede de la AMIA el 18 de julio de 1994, que cobró 85 vidas.
La decisión de Rafecas fue apelada por el Fiscal Gerardo Pollicita y mantenida por el Dr. Germán Moldes ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, con la lamentable intervención de la Sala I que, con igual o mayor ligereza que el Juez Rafecas, confirmó la decisión de éste último merced al indignante voto de los Jueces Jorge Ballestero y Eduardo Freiler y la destacable disidencia del Dr. Eduardo Farah. El Fiscal Dr. Javier De Luca por su parte desistió también del recurso ante la Cámara de Casación. Hace tiempo que ha quedado comprobada la solidez del encuadramiento jurídico formulado por el Dr. Nisman. En cambio, nunca se han investigado los hechos materia de la denuncia.
Ha llegado la hora de la apertura del trascendente caso, sofocado en su inicio por el Juez Rafecas y los magistrados que acompañaron su intolerable parcialidad”, por eso “apoyamos con fervor los esfuerzos que hoy se realizan para la apertura de la causa iniciada con la denuncia del Dr. Nisman. Se plantea un imperativo ineludible para los jueces pues el encubrimiento de un delito de lesa humanidad, como la voladura de la Amia, constituye también otro delito de lesa humanidad.
Recientemente, ante el pedido de apertura de la causa formulado por la AMIA [NdR: en rigor, fue la DAIA], el Juez Rafecas persistió una vez más en su negativa a estudiar el caso y rehusó reconsiderar el expediente iniciado con la denuncia del Fiscal Alberto Nisman. Sospechado de un claro ‘temor de parcialidad’, Rafecas había sido ya apartado de la causa que involucraba al ex vicepresidente Amado Boudou en negociaciones incompatibles con el cargo y lavado de dinero. El procedimiento abierto entonces en el Consejo de la Magistratura fue cerrado después de su ‘meritoria’ desestimación del pedido del Fiscal Nisman.
Ante reiterados ejemplos de parcialidad y mal desempeño del Juez Rafecas, exigimos su inmediata remoción para despejar el camino que conduce a la investigación de los gravísimos hechos denunciados que costaran la vida del fiscal Alberto Nisman. No habrá mejor homenaje a su memoria”.
«Delta Main», la extraña clave de los espías para nombrar a Nisman
Los prefectos que vigilaban al fiscal reportaban: «Entra Delta Main, sale Delta Main». ¿Qué significa ese código?
Por Héctor Gambini.
Alberto Nisman.
El fiscal Nisman no estaba custodiado sino vigilado. Los hombres que lo rodeaban parecían estar más pendientes de informar sus movimientos que de cuidarlo o preservarlo de posibles ataques. El fiscal de la Nación que investigaba el atentado a la AMIA se había vuelto un enemigo político del gobierno de Cristina Kirchner, y era ese mismo gobierno «enemigo» el que debía garantizarle la seguridad.
Se sabe. Las garantías fallaron.
Las fallas fueron tan pero tan extrañas que los custodios del fiscal quedaron imputados en el caso por su muerte. Su conducta el día en que buscaron a Nisman durante 11 horas hasta encontrar su cadáver en el baño de su departamento ya está en la historia de la criminalística mundial: así, exactamente eso, paso por paso, es lo que no se debe hacer.
A los desatinos del cuidado del fiscal le siguieron los desatinos de una investigación que es un inventario del desastre. Con decenas de argumentos, así lo consideraron este martes los jueces de la Cámara del Crimen porteña, que hicieron lugar al pedido para que la causa pase a la justicia federal al considerar que Nisman bien pudo haber sido asesinado por razones vinculadas a su trabajo.
Si está la idea de que la Justicia es lenta, no será el caso Nisman el que la cambie. Lo que ocurrió el martes es que la justicia finalmente resolvió en cuál de sus jurisdicciones debe investigarse la muerte de Nisman. Pasaron 434 días desde que el fiscal fue hallado muerto en el baño de su departamento, con un arma que no tenía sus huellas ni dejó rastros en sus manos.
Pero lo justo es justo. En su fallo, los jueces Mario Filozof, Rodolfo Pociello Argerich y Julio Lucini no miran para otro lado. Se involucran en el análisis meticuloso del expediente y desgranan punto a punto los «graves errores» cometidos en la investigación que encabezó la fiscal Viviana Fein, quien desde el primer momento orientó el rumbo del expediente hacia un suicidio que, a pesar de sus esfuerzos, no pudo probar.
Los jueces enumeran falencias increíbles (todavía hoy no se sabe en detalle quiénes vivían en el complejo de las torres Le Parc el día de la muerte de Nisman) y llegan a un punto crucial del expediente, que sigue tan abierto como el primer día. Pociello Argerich y Lucini eligen argumentar juntos y directamente anuncian: «Haremos hincapié inicial en cómo los desplazamientos de Nisman eran controlados».
Los jueces describen allí que, además de los 10 policías federales asignados a su custodia, a Nisman lo vigilaba personal de Prefectura que tenía como «principal tarea, reportar sus entradas y salidas. Tanto era así que modulaban al comando radioeléctrico ‘entra delta main, sale delta main’«. Y se preguntan los jueces: «Esa información algún destino y uso debía tener». Hasta ahora no se sabe.
Los mismos camaristas aseguran que Nisman era consciente de ese control, y que así se lo dijo a la funcionaria de la fiscalía de su mayor confianza, Soledad Castro, el viernes 16 de enero del año pasado, apenas dos días antes de morir. «Mirá cómo tengo que trabajar», se quejó ante ella, en relación a las cortinas cerradas de su departamento, «en una clara referencia a que se sentía observado».
Siguen los camaristas: «Lejos de vislumbrarse como un acontecimiento aislado, en este punto adquiere relevancia la aparente presencia de un efectivo de inteligencia de la mencionada fuerza (Prefectura) que la noche del 17 de enero de 2015 habría estado frente al complejo Le Parc, donde vivía Nisman, hablando vía nextel…».
El fiscal aparecería muerto al día siguiente.
Lo sabían él, sus empleados, los agentes de la ex SIDE con los que tenía contacto cotidiano y, obviamente, el gobierno de Cristina Kirchner. Nisman era puntillosamente vigilado. Esa información sobre él de las distintas fuerzas -Policía Federal, Prefectura, ex SIDE- está en cualquier lado menos en los 60 cuerpos del expediente. Tampoco aparecen allí los destinatarios finales de esa información ni muchos menos las decisiones que se tomaban con ella.
Pero, ¿qué significa la expresión Delta Main? ¿Por qué los prefectos que lo vigilaban llamaban a Nisman así?
Delta es la cuarta letra del alfabeto griego y designa a la letra D. Main es una palabra en inglés que significa «principal» o «mayor».
Expertos en Seguridad consultados para esta nota dieron tres interpretaciones sobre la enigmática clave, ordenadas seguidamente desde la más inocente hasta la más conspirativa:
La primera explica que Delta y Mike (y no Main) integran el código radiofónico internacional. En ese código, son la D y la M. Ese código es el que se utiliza principalmente en aeronáutica, y designa a las letras por palabras, para que no haya errores en la modulación. Así las letras A, B, C, D, E, F y G, por ejemplo, se designan Alfa, Bravo, Charlie, Delta, Eco, Foxtrot y Golf. Allí mismo, la T es Tango, la N, November y la M, Mike.
El código fue ideado por los primeros miembros de la Organización de Aviación Civil Internacional, una agencia de la ONU creada en 1944.
«Delta Mike es la denominación interna que tiene en Prefectura el destino Puerto Madero. Es habitual que, cuando un prefecto le dice a otro por radio que va para Puerto Madero, le diga voy para Delta Mike. No significa más que eso», contó una fuente vinculada a Prefectura. Esta fuente no pudo explicar por qué los prefectos que vigilaban a Nisman lo llamarían con la clave del destino donde ellos trabajan. Es decir, entra Puerto Madero, o sale Puerto Madero.
La segunda interpretación es más inquietante. Delta Mike es la clave que usan en el Ejército de los Estados Unidos para designar a los francotiradores. Significa DM, que sintetiza la expresión en inglés Designated Marksman. Tirador designado o tirador selecto. Un militar que «marca» el objetivo a ráfagas para que luego los snipers (tiradores especializados) disparen con mayor precisión.
Aquí se explica también que el delta mike suele trabajar junto al sniper, y que no necesariamente dispara sino que «marca» el objetivo a su compañero tirador actuando generalmente con prismáticos. Una especie de «guía» del francotirador, que indica «el tercero de la fila», por ejemplo, para que su compañero dispare al objetivo señalado.
Por deformación, en otros sitios se llama también Delta Mike al objetivo del francotirador. DM podría ser, así, el que está en la mira.
La tercera de las interpretaciones toma a la expresión Delta Main citada en el expediente del caso Nisman directamente como correcta; no como si Main fuese una mala interpretación fonética de Mike. Así, se habla de una D (Delta) principal o mayor (el significado literal de main en inglés). ¿Y qué sería una D principal?
«Se pueden tejer mil conjeturas, entre ellas la de death, muerte». Así, Delta Main, designaría la muerte mayor, o la principal muerte. ¿Llamarían así a Nisman mientras estaba vivo? «Es una conjetura arriesgada, audaz y hasta inverosímil, pero, ¿no es inverosímil que Nisman haya aparecido muerto en su casa unas horas antes de ir a denunciar a la Presidenta? Y, sin embargo sucedió», argumenta esta fuente.
En esta hipótesis, es posible que los prefectos que marcaban cada uno de los movimientos de entradas y salidas de Nisman de su casa no supieran lo que estaban diciendo cuando modulaban Delta Main en lugar de Nisman, y que la clave tuviese significado únicamente para los agentes de inteligencia que ordenaron las operaciones de vigilancia.
Lo increíble no es que la justicia tenga una explicación más ingenua, rebuscada o conspirativa para analizar las claves con que denominaban al hombre que días después sería hallado muerto. Lo increíble es que no tenga ninguna.
Todavía, 434 días después.
Tampoco se sabe exactamente cuántos y quiénes estuvieron en la escena del crimen que las autoridades debían preservar y transformaron en un chiquero. Los mismos jueces recuerdan que el ex secretario de Seguridad Sergio Berni llegó al lugar con los pies llenos de barro y caminó así por todo el departamento sin que nadie le dijera nada.
Ni se sabe por qué tardaron 8 meses en llamar de nuevo al médico de la prepaga que vio el cadáver de Nisman y dijo que no estaba como lo fotografió la Policía. O sea, que el cuerpo fue movido entre que él se fue y llegó la fiscal Fein.
Ni por qué un pelo que aparece fotografiado junto a la vaina servida de la bala que mató a Nisman nunca fue peritado para ver si era de la víctima o de un potencial asesino. Los jueces concluyen que «pese a que el desplazamiento de Nisman era controlado por distintas fuerzas, nadie lo cuidaba».
Nisman: pasan la causa al fuero federal y denuncian a la fiscal Fein
El cambio fue votado por unanimidad, y dos de los tres jueces dijeron que es «plausible» que el fiscal haya sido asesinado.
Ganadora. La ex esposa de Nisman, Sandra Arroyo Salgado, retirándose de la audiencia del viernes ante la Cámara Federal.
La Sala VI de la Cámara del Crimen convalidó hoy el pase a la Justicia federal de la causa en la que se investiga la muerte del fiscal Alberto Nisman. La medida había sido pedida por la familia del fiscal que investigaba el atentado contra la AMIA y que apareció muerto el año pasado luego de denunciar por encubrimiento de los autores del atentado a la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
La resolución fue firmada por los camaristas Marcelo Lucini, Mario Filozof y Rodolfo Pociello Argerich y en la misma se ordena remitir copia de las actuaciones a la Procuración General de la Nación y al Consejo de la Magistratura para que se investigue si hubo mal desempeño de sus funciones por parte de la fiscal Viviana Fein y del juez que intervino en el procedimiento la noche en que fue hallado Nisman muerto en su departamento, Manuel De Campos.
El pase de la causa a la Justicia federal fue dispuesto de manera unánime aunque dos de los camaristas, Lucini y Pociello, admitieron como «plausible» la hipótesis de la querella de que Nisman haya sido asesinado por su labor como fiscal de la causa AMIA.
La jueza de instrucción Fabiana Palmaghini, que llevaba el expediente hasta ahora, se había declarado incompetente hace tres semanas y, pese a que lo había rechazado en otras ocasiones, también opinó que la causa debía seguir su camino en el fuero federal. Pero como el único imputado en el caso, el técnico informático Diego Lagomarsino, apeló esa decisión, la Cámara celebró una audiencia pública con todas las partes el viernes pasado, antes de resolver que el caso cambiará de manos.
En un puñado de días, y en sucesión llamativa, el fiscal general Ricardo Sáenz dictaminó que a Nisman lo habían asesinado; y el temido y siempre turbio espía Jaime Stiuso volvió al país, se presentó a declarar y sostuvo que el supuesto asesinato, en enero de 2015, había sido obra de un grupo vinculado al gobierno de Cristina (Kichner), a quien cuatro días antes Nisman había acusado de encubrir a iraníes por el atentado a la AMIA.
Esto, a menos de tres meses de la asunción presidencial de Mauricio Macri, bastó para que saltara por el aire la gruesa losa que el gobierno de Cristina Kirchner había colocado, en defensa propia, sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman.
Ahora se destapó la cloaca. Lo que quedó al descubierto promete desagradables consecuencias judiciales, políticas, o ambas a la vez, para una lista que encabeza la propia ex Presidenta, seguida en orden aleatorio por el ex supersecretario Carlos Zannini, el tan verborrágico ex jefe de espías Oscar Parrilli, el teniente general en retiro rotundo César Milani, el hiperquinético ex secretario de Seguridad Sergio Berni y el jefe de la Policía Federal, Román Di Santo, quien ocupa ese puesto desde hace tres años.
Integra además esa nómina la defenestrada fiscal Viviana Fein, pieza decisiva en la construcción del segundo entierro de Nisman, el de la causa por su muerte. También su jefa espiritual y operativa, la todavía procuradora general Alejandra Gils Carbó. A ellas podría sumarse la jueza Fabiana Palmaghini, que sorprendió al declararse incompetente en la causa luego de haber rechazado esa petición puntual de la familia de Nisman un par de semanas atrás. Su fundamento para dejar ahora el caso fue que existía violación de correspondencia de Nisman (correos electrónicos y teléfono celular), un delito federal que ya estaba en el expediente desde hacía más de seis meses. En cambio Palmaghini mencionó la cuestión del presunto homicidio apenas lateralmente.
Tampoco está claro en qué terminará la peripecia de Stiuso, el hombre que llevó de la mano a Nisman en la investigación contra los iraníes por el atentado a la AMIA, a quien Cristina defenestró finalmente y que terminó señalado como “autor intelectual” de la denuncia de encubrimiento presidencial.
En gentil devolución, el gobierno kirchnerista señaló entonces a Stiuso como posible instigador de la muerte de Nisman. Fue cuando el kirchnerismo hablaba de crimen antes de volver a hablar de suicidio, como parte de su exitosa estrategia de enchastre y confusión general.
En el último año, entre su declaración original ante la fiscal Fein y su estruendoso regreso de esta semana, Stiuso se refugió en los Estados Unidos. Allí disfrutó de una protección seguramente labrada en su larga vinculación operativa con la CIA. De allí que esta llamativa sucesión de hechos en el caso Nisman sea vista en ciertos ámbitos políticos y judiciales como una operación cuyo garante de última instancia sería la administración de Washington y su representación local, La Embajada.
En las líneas menores de los alcanzados por el caso Nisman habría que anotar al grupo Quebracho, siempre sospechado de estar penetrado, cuando no directamente teledirigido por los servicios de inteligencia. Y al jerarca piquetero Luis D’Elía, antisemita y proiraní notorio, un personaje que hostiliza a la familia Nisman por el caso AMIA desde el lejano tiempo en que el fiscal estaba casado con la jueza Sandra Arroyo Salgado y ambos convivían en un departamento del barrio de Palermo, adonde D’Elía organizó escraches y marchas.
Las intimidaciones y amenazas a los Nisman nunca cesaron del todo. El fiscal y su ex mujer habían sido agresivamente fotografiados hace nueve años, al salir de la clínica tras el nacimiento de Kala, su hija menor. Y a fines del año pasado la hija mayor, Iara, llamó a su madre –de viaje en el interior del país– porque desde un auto que entró al country donde viven se estaban tomado fotos de manera ostensible hacia su casa.
El Gobierno asegura que permanece ajeno a todo este tráfico contaminado, aunque sus efectos políticos puedan beneficiarlo por el previsible acorralamiento judicial y político del kirchnerismo duro y su Jefa.
Pero en la Casa Rosada dicen, con cierto rencor fermentado, que “esta banda es la que persiguió a Macri y le inventó la causa por las escuchas”. Cuando se refieren a “esta banda” hablan de Stiuso y de su equipo: jueces, juezas, fiscales, gestores judiciales, espías, víctimas a medida, toda gente a generoso sueldo –formal o informal– del kirchnerismo durante la “década ganada”.
El cambio de gobierno creó un contexto favorable para que el caso Nisman avanzara, superando la paralización judicial. Pero sería muy aventurado afirmar que el macrismo haya tenido algo que ver, directamente, con los hechos de los últimos días.
La capacidad de operación de los funcionarios de Macri sobre la Justicia resulta por ahora bastante menguada. Es todo un cambio saludable, vista la profusa contaminación en sentido contrario ocurrida cuando Stiuso estaba al servicio de los Kirchner y sus operadores hacían y deshacían, repartiendo premios y castigos en cámaras, juzgados y fiscalías estratégicos.
Pero esa limitada capacidad operativa es también fruto del fracaso en algún intento de acortar distancias con los magistrados. El ministro de Justicia, Germán Garavano, a través de un juez federal trató de armar un encuentro con integrantes de ese fuero decisivo. Su convocatoria resultó mínima.
Así, aún reconociendo que la disposición del macrismo a respetar la independencia de los jueces es indudable, el Gobierno termina haciendo de la carencia una virtud.
A los jueces federales, lobos solitarios que nunca cazan en manada, no es sencillo reunirlos. Mucho menos cuando uno de los proyectos de reforma judicial que impulsa el Gobierno implica una dilución de su poder por la creación de una decena de juzgados para casos de criminalidad organizada. “Nos quieren dejar solamente los casos de los pibes que agarran fumándose un porro”, exagera un juez que ha sabido hacer uso intensivo del poder que le da su cargo.
Hoy los jueces federales se miran de reojo entre sí, calculando a quién podría caerle la causa Nisman si se consolida el alejamiento de la jueza Palmaghini y el cambio de fuero. Aunque el motivo del apartamiento haya sido la violación de correspondencia de Nisman, parece claro que cualquiera que tome el caso iría directo sobre las circunstancias de la muerte del fiscal. Sería una mala noticia para Cristina y su séquito.
La Justicia parece despertar de un largo sueño respecto de la ex Presidenta. No es el caso del juez Claudio Bonadio, que había avanzado con el caso Hotesur hasta que el cristinismo consiguió sacarlo de la causa. Pero ahora la tiene citada a indagatoria a Cristina por el multimillonario negocio del dólar futuro que benefició a grandes corporaciones y al poder financiero. Este caso pone en la primera línea de involucrados al ex titular del Banco Central, Alejandro Vanoli, y a su jefe político, el entonces ministro y hoy diputado Axel Kicillof.
En estos días, el juez Ariel Lijo volvió a mover la causa por la financiación de la campaña de Cristina en 2007 y citó como sospechosos a ex funcionarios y empresarios. Y el fiscal Carlos Rívolo pidió el juicio oral en la causa por enriquecimiento ilícito contra Ricardo Jaime, ex secretario de Transporte, ya condenado por la tragedia de Once. Dicen en Tribunales que el avance de esta causa por enriquecimiento podrá finalmente enviarlo a prisión.
El caso Hotesur, en su capítulo de presunto lavado de dinero en los hoteles de la familia Kirchner, pasó del juez Daniel Rafecas a su colega Julián Ercolini. Después de una pericia la causa quedaría lista para avanzar de modo decisivo: las pruebas de lavado serían contundentes.
A Rafecas, el mismo que había rechazado la denuncia de Nisman contra Cristina, le quedó el tramo de Hotesur referido a las contrataciones que Aerolíneas Argentinas hizo en esos hoteles. Esta semana el diario La Nación reveló que la empresa que Cristina le prestó a La Cámpora para que gestione algo, le pagó casi 5 millones de dólares a la empresa de la familia Kirchner desde el año 2008. Eso equivale al alquiler de 15 habitaciones todos los días de todas las semanas de todos los meses de todos esos años. Algo tendrá que hacer Rafecas. Algo que quizás a Cristina no le guste.
El bochorno insostenible de la causa Nisman es un espejo en el que ningún juez hoy quiere mirarse.
Con el cambio de gobierno, los hechos se han precipitado en la investigación sobre la muerte del fiscal del atentado a la AMIA; la hipótesis del asesinato, ya instalada en sede judicial, no parece descabellada.
Por Rogelio Alaniz.
Antonio Stiuso habló. Su voz está muy lejos de ser la palabra de Dios, pero era una palabra esperada por todos. Stiuso habló casi 17 horas. Sus afirmaciones no son palabra santa y cometeríamos un error si le creyéramos al pie de la letra, pero cometeríamos un error mucho más grande si cerráramos los oídos a esas palabras.
Por lo pronto, después de estas declaraciones, la jueza Fabiana Palmaghini consideró prudente sacarse la causa de encima. Sus motivos no parecen ser muy convincentes, y mucho menos profesionales, pero lo cierto es que ahora será la justicia federal la que tomará las riendas del asunto, una competencia que, de acuerdo con la investidura del fiscal Alberto Nisman, debería haberse establecido desde que fue encontrado muerto en su departamento.
No hacía falta que Stiuso hablara para que supiéramos del chiquero que deliberadamente se hizo en el escenario del crimen o de las reiteradas irregularidades en la investigación. Dicho con otras palabras: Stiuso no dice nada que quienes abonaban la teoría del crimen no hubieran ya expresado, pero en este caso se trata del hombre que en septiembre del año pasado fue acusado por la entonces presidenta de ser un protegido de Estados Unidos.
Pues bien, Stiuso volvió y habló. No lo hizo antes, pero lo hace ahora. ¿Qué cambió de un año a esta fecha? Obvio, cambió el gobierno, una novedad que no debería influir en las decisiones de la Justicia, pero que en la Argentina influye. Primero, la jueza Palmaghini se hace cargo de la causa; después, el dictamen del fiscal Ricardo Sáenz instala por primera vez en el campo jurídico la palabra «crimen».
Pero ahora los hechos parecen precipitarse: Stiuso declara y dice sin tapujos que Nisman fue asesinado porque lo que investigaba molestaba al gobierno de Cristina Kirchner. Unas horas después, en el Congreso, Mauricio Macri, la máxima autoridad política del país, dice ante la Asamblea Legislativa que Nisman murió en circunstancias inciertas y que sería deseable que comenzaran a aclararse. El Presidente no pronunció la palabra crimen, pero exigir desde su investidura que una muerte como la de Nisman se aclare es algo más que una insinuación.
La hipótesis del crimen fue la que ganó el sentido común de la gente, por la sencilla razón de que esto es lo que suele ocurrir cuando un funcionario de la estatura de Nisman aparece muerto pocas horas antes de lanzar una denuncia que colocaba al poder en el banquillo de los acusados.
Claro, los procedimientos de la Justicia y la propia búsqueda de la verdad no los resuelven las «hinchadas». Sin embargo, cuando ocurren episodios de esta naturaleza, el peso de la opinión pública es insoslayable. Visto desde esta perspectiva, la publicidad no sólo es inevitable, sino que en algún punto es deseable, en tanto permite que el conflicto salga de la oscuridad y el secreto.
¿Nisman se suicidó porque súbitamente lo aterrorizó la presentación ante legisladores, algunos de los cuales habían prometido recibirlo con los botines de punta? No perdamos de vista las perspectivas: no era Nisman precisamente quien tenía algo que perder si efectivizaba sus denuncias.
Resulta poco creíble que un hombre que derrochaba vitalidad, entusiasmo y confianza decida suicidarse de la noche a la mañana. Su ex esposa y su secretaria privada expresan la misma convicción. No, no era previsible el suicidio, pero además, en caso de haberlo consumado por motivos inescrutables, un hombre como Nisman, un funcionario con actividad pública desde hacía años, un padre preocupado por la relación con sus hijas y un fiscal con una autoestima consistente, antes de tomar la decisión fatal, deja un mensaje, una señal, algo que explique o justifique su acto.
Presidentes latinoamericanos como Getulio Vargas, Osvaldo Dorticós y José Manuel Balmaceda se quitaron la vida, pero dieron explicaciones. Lo mismo puede decirse de Leandro Alem, Lisandro de la Torre o Leopoldo Lugones. Todos, en todos los casos, dejaron una o varias cartas para explicar o justificar sus actos. Esto no sucedió con Nisman. No es que todo suicida tenga la obligación de dejar una carta, pero admitamos que la mayoría de los suicidas lo hacen. Nisman no lo hizo y eso no prueba nada, pero sugiere mucho.
¿Es tan descabellada la hipótesis del crimen en un país donde, en los últimos veinte años, funcionarios públicos como Rodolfo Echegoyen, Horacio Estrada y Marcelo Cattáneo, para no mencionar a Lourdes Di Natale, la secretaria de Emir Yoma, fueron «suicidados» en condiciones parecidas a la de Nisman?
Lamentablemente, y más allá de la buena intención de algunos, parece difícil que se logre establecer la verdad. Es probable que la duda siga flotando en el aire como un fantasma o un espantajo. La certeza íntima de que se trata de un crimen, esa convicción que impugna a una zona sombría y siniestra del poder, será, me temo, muy difícil de ser probada jurídicamente. Como los casos de Echegoyen, Cattáneo, Estrada o Di Natale, la muerte de Nisman corre serios riesgos de sumarse a la ya amplia galería de funcionarios públicos de los que no se sabe con certeza jurídica si se suicidaron o fueron «suicidados».
¿Crimen perfecto? No lo sabemos. Pero sí sabemos que no hay crímenes perfectos, sino investigaciones imperfectas. Y sospechosos silencios. Silencio por Nisman, silencio por su denuncia, silencio por los responsables del atentado contra la AMIA. Demasiados silencios para atribuirlos a la casualidad.
Según Stiuso, a Nisman lo mataron por el trabajo que estaba haciendo
El ex espía le apuntó a los funcionarios que negociaron el Memorándum con Irán.
Por
Alberto Nisman, ex fiscal UFI-AMIA. (Foto: Reuters)
Antonio Horacio Stiuso, el ex director general de Operaciones de la ex Secretaría de Inteligencia, declaró ayer durante 15 horas en un ambiente hermético y con un fuerte operativo de seguridad.
Sin embargo, con el transcurso de las horas comienzan a surgir algunos datos de su declaración ante la jueza Fabiana Palmaghini, que investiga la muerte de Alberto Nisman.
Según Todo Noticias, en base a fuentes judiciales Stiuso señaló que a al fiscal Nisman lo mataron por el trabajo que estaba haciendo, en referencia a la denuncia por encubrimiento en al atentado a la AMIA contra Cristina Kirchner y funcionarios de su gobierno.
En mayo del año pasado, un fallo de la Cámara de Casación Penal cerró dicha denuncia por considerar que había «inexistencia de delito».
Ahora, la causa por encubrimiento contra la ex presidenta podría reactivarse a partir de los datos aportados por Stiuso ante la jueza Palmaghini.
El ex espía dio varios nombres, remarcó que se investigue a quiénes redactaron el Memorándum con Irán y también a los funcionarios que negociaron con los iraníes sobre este tratado, que provocó una obstaculización del Ejecutivo a la investigación por el atentado a la AMIA