Software para estimar el riesgo de un ataque cardíaco

marzo 1, 2018

Nuevo software de Google podría anticipar el riesgo de un ataque cardíaco

Por Drew Harwell y Carolyn Y. Johnson.

(UK Biobank/Google/The Washington Post)
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Al observar el ojo humano, los algoritmos de Google podrían predecir si alguien tenía hipertensión arterial o si corría el riesgo de tener un ataque cardíaco o un derrame cerebral, según algunos investigadores de Google. Esa observación abrió una nueva oportunidad a la inteligencia artificial en la vasta y lucrativa industria de la salud mental.

De acuerdo a un estudio del hallazgo, publicado por la revista Nature Biomedical Engineering, los algoritmos no superaron los procedimientos médicos existentes, como los análisis de sangre.El trabajo debe ser validado y repetido en más personas antes de tener una aceptación más amplia, según indicaron varios médicos externos.

Pero el nuevo enfoque podría basarse en las capacidades actuales de los médicos al proporcionar una herramienta que las personas podrían usar algún día para detectar de forma rápida y sencilla los riesgos de salud que pueden contribuir a la enfermedad cardíaca, la principal causa de muerte en todo el mundo.

infarto«Esta puede ser una forma rápida para que las personas evalúen el riesgo», escribió en un correo electrónico Harlan Krumholz, un cardiólogo de la Universidad de Yale que no participó en el estudio. «Una vía es capacitar a las personas con opciones rápidas para obtener información útil sobre su salud«, agrega en ese sentido.

Los investigadores de Google incluyeron imágenes escaneadas de las retinas de más de 280,000 pacientes en Estados Unidos y el Reino Unido en sus intrincados algoritmos de reconocimiento de patrones, conocidos como redes neuronales. Esos escaneos ayudaron a entrenar al sistema a observar signos reveladores que tendían a indicar peligros de salud a largo plazo.

Los profesionales médicos de hoy en día pueden buscar signos similares al de la retina extrayendo la sangre del paciente o evaluando factores de riesgo como su edad, sexo, peso y si fuman. Los propios sistemas, ahora, pueden revisar los datos que se necesitan para aprender los patrones que, a menudo, se encuentran en los ojos de las personas en situación de riesgo.

El verdadero poder de este tipo de solución tecnológica es que podría marcar el riesgo con una prueba rápida, barata y no invasiva que podría administrarse en una variedad de entornos, lo que permitiría a las personas saber si deberían someterse a un seguimiento.

La investigación fue realizada por Google y Verify Life Sciences, una subsidiaria de Alphabet (matriz de Google).

La idea de que los ojos de las personas pueden revelar signos de enfermedades cardiovasculares subyacentes no es tan extravagante como podría parecer. La diabetes y la presión arterial alta, por ejemplo, pueden causar cambios en la retina.

Krumholz advirtió que el procedimiento de escaneo de un ojo no está listo para reemplazar otros enfoques más convencionales. Maulik Majmudar, director asociado del Healthcare Transformation Lab, en el Massachusetts General Hospital, calificó el modelo de «impresionante», aunque señaló que los resultados muestran lo difícil que es hacer mejoras significativas en la predicción del riesgo cardiovascular. La edad y el género son poderosos predictores de riesgo, sin la necesidad de ninguna prueba adicional.

Cuando se presentaron imágenes de los ojos de dos personas diferentes, una que sufrió un episodio cardíaco adverso importante, como un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular dentro de los cinco años posteriores a la foto y otra que no, los algoritmos pudieron seleccionar correctamente al paciente que cayó enfermó.

Tecnologías similares de aprendizaje profundo se han disparado en los últimos cinco años y se usan ampliamente hoy en día en sistemas como la búsqueda de imágenes de Google y el reconocimiento facial de Facebook.. También se muestran prometedores en otros ámbitos de la salud, incluso buscando signos de cáncer en los escáneres de rayos X revisados por radiólogos.

Los investigadores de Google utilizaron métodos similares de aprendizaje automático en 2016 para buscar la retinopatía diabética, una enfermedad ocular que es una causa importante de ceguera. Esta vez, también usaron una técnica de aprendizaje automático conocida como «atención suave», para ayudar a identificar qué partes de la imagen fueron más instrumentales para impulsar la predicción de los algoritmos. Hoy en día no está claro cómo y por qué llegaron a esa conclusión: un problema que podría influir en la confianza de los resultados por parte de los médicos o pacientes.

La idea de que las características distintivas de la enfermedad podrían detectarse a través del análisis computacional ha sido atractiva para los ingenieros. DeepMind, la firma de desarrollo de inteligencia artificial, con sede en Londres, que Google compró en 2014 y que con frecuencia opera de manera autónoma, publicó una investigación que muestra algoritmos similares que podrían ayudar a detectar signos de glaucoma y otras enfermedades oculares.

En esa línea, a finales del año pasado, Apple lanzó un estudio de corazón relacionado con su reloj Apple Watch para ver si podía detectar y alertar a las personas sobre ritmos cardíacos irregulares que podrían ser un signo de fibrilación auricular, una de las principales causas de accidente cerebrovascular.

Fuente: Infobae, 01/03/18.


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Con WhatsApp aceleran el acceso a tratamientos de infarto

octubre 20, 2017

Con WhatsApp, bajan casi 1 hora el acceso a tratamientos de infarto

El Instituto Cardiovascular de Buenos Aires analizó 896 casos entre 2012 y 2017.

Con WhatsApp, bajan casi 1 hora el acceso a tratamientos de infarto

La ambulancia alerta por WhatsApp y va directo a la sala de quirófanos.
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Un estudio que analizó 896 casos entre 2012 y 2017 en el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, demostró que el uso del programa de comunicación por Internet WhatsApp bajó en 50 minutos el promedio los tiempos de acceso al tratamiento de una persona con infarto de miocardio agudo. “Cuando alguien tiene un dolor de pecho se contacta para que vaya la ambulancia. Cuando llega te hacen el electro y te dicen si tenés un infarto. Si es así el médico manda el estudio por el celular y eso permite que ya se prepare el quirófano”, le explicó a Clarín el doctor Nicolás Lalor, del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires y jefe de Cardiología de la Clínica Anchorena.

Los resultados, que se presentaron ayer en el 43° Congreso Argentino de Cardiología, demostraron que quienes usaron el soft de comunicación WhatsApp redujeron casi una hora el acceso al tratamiento. El promedio bajó de 200 a 150 minutos.

En el mismo congreso médico, ayer, advirtieron además que casi la mitad de los argentinos afectados por infartos demoró más de tres horas en promedio en ser atendidos desde el inicio de los síntomas hasta la intervención coronaria.

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Los resultados preliminares del estudio ARGEN IAM-ST, que involucró los reportes de 1.670 personas con infarto que llegaron a las guardias de 247 centros del país, indicaron que en el 45,6% de los casos hubo demoras de más de tres horas, en promedio, desde los primeros síntomas hasta arribar a una sala con capacidad para realizar una angioplastia. Dentro de ese grupo, en el 18,4% de los casos la demora fue entre 3 y 6 horas, en el 14,3% de entre 6 y 12, en el 7,8% entre 12 y 24 y en el 5,1% de más de 24 horas.

Fuente: Clarín, 19/10/17.


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Los riesgos cardíacos de las mujeres

junio 3, 2017

Las mujeres son más vulnerables a los problemas cardíacos de lo que se cree

Por Marlene Cimons.
The Washington Post.

(iStock)

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Según las agencias gubernamentales, en los Estados Unidos una de cada cuatro mujeres muere por una enfermedad cardíaca, la misma proporción que entre hombres. Para la Asociación Nacional del Corazón, la proporción es una de cada tres. En todo caso, las enfermedades coronarias, el tipo más común de enfermedad cardíaca, son la primera causa de muerte de hombres y mujeres.

Por la investigación se ha comenzado a reconocer que «los hombres y las mujeres son diferentes en muchos aspectos, no sólo en cuanto a los sistemas reproductivos», dijo Janine Clayton, directora de la oficina de investigación sobre salud de la mujer en los Institutos Nacionales de Salud (CDC). Esto es especialmente cierto cuando se trata de enfermedades del corazón: las diferencias entre hombres y mujeres pueden ser sorprendentes.

En un hombre, el signo más frecuente de ataque al corazón es el dolor de pecho. Las mujeres también lo experimentan, pero son más propensas a sentir náuseas, dificultad para respirar, mareos, indigestión, dolor en el hombro o la mandíbula o incluso en la espalda, y una fatiga que puede durar días, según el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre (NHLBI).

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Además, las mujeres sufren ataques al corazón sin obstrucción coronaria con más frecuencia que los hombres, lo que dificulta detectar el peligro con antelación. En esos casos la placa arterial no se acumula y causa una obstrucción, sino que se extiende uniformemente por las paredes de los vasos sanguíneos y pasa inadvertida en las pruebas. Sin embargo, estas mujeres tienen un riesgo alto de sufrir infartos como resultado de un estrechamiento de las arterias pequeñas del corazón.

«Las células y los pulmones de las mujeres son diferentes a los de los hombres», dice Clayton, y las mujeres tienen vasos sanguíneos coronarios más pequeños. «Si muchos vasos sanguíneos pequeños están implicados múltiples (en un ataque al corazón)», agrega, «no se sienten fuertes dolores de pecho». Pero puede dar lugar a una enfermedad coronaria microvascular, que afecta a las paredes y el revestimiento interior de los vasos sanguíneos pequeños que se ramifican en las arterias coronarias más grandes.

Estos vasos normalmente no tienen placa arterial, pero a veces causan espasmos y la disminución del flujo sanguíneo al músculo cardíaco, lo cual afecta la capacidad de bombeo de sangre del corazón. «Cuando el músculo que rodea la pared de la arteria tiene un se obstruye el flujo de sangre, aunque no es una obstrucción típica», dice Nakela Cook, director del NHLBI.

Clayton concuerda: «Las mujeres tienden a sufrir un tipo de enfermedad cardíaca en la que los vasos sufren espasmos cortos y luego se normalizan. Por ejemplo, si una mujer hace una prueba de estrés y no está sufriendo un espasmo, el resultado de la prueba será normal».

Las mujeres también son vulnerables a la miocardiopatía de Takotsubo, un tipo de debilidad muscular también conocido como «síndrome de corazón roto«, que fue descrito por primera vez en 1990 en Japón y está relacionado con el estrés emocional extremo. Más del 90% de los casos informados ocurren en mujeres de 58 a 75 años, según la Escuela de Medicina de Harvard.

Por último, la disección espontánea de la arteria coronaria, otra afección más común entre mujeres, se produce cuando la vía de suministro de sangre al corazón se desgarra espontáneamente, y a veces forma un coágulo de sangre o un colgajo cerca del desgarro.

Esto puede estar relacionado con la displasia fibromuscular, un trastorno que produce una reducción del flujo sanguíneo a varios órganos, no sólo al corazón, de acuerdo con Pamela Ouyang, la directora del Centro de Salud Cardiovascular de Mujeres Johns Hopkins. «Un alto porcentaje de personas (con esta disección) presenta esta anormalidad en otros vasos sanguíneos», dice. «Es mucho más común en mujeres que en hombres.»

También puede tener una conexión hormonal. «Los hombres son mucho menos propensos a sufrir un desgarro», dijo Cook. «Parece que ocurre en los momentos en que el estrógeno está en sus niveles más altos, como durante el embarazo. Tenemos que ver si la terapia hormonal también puede desencadenarlos. Lo hemos visto en mujeres mayores, aunque no necesariamente pensamos que los mecanismos son los mismos».

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Las hormonas han sido un foco del escrutinio, sobre todo porque las mujeres tienden a tener ataques al corazón más tarde en la vida que los hombres, típicamente después de la menopausia; también viven más que los hombres.

«Está claro que las mujeres premenopáusicas tienen menos enfermedades cardiovasculares que los hombres, pero una vez que llegan a ser post-menopáusicas, igualan a los hombres«, señaló Elizabeth Murphy, jefa de Fisiología Cardíaca en el NHLBI. El razonamiento indicaría que «el estrógeno tiene propiedades protectoras».

Históricamente, las enfermedades cardíacas se consideraban de hombres, y la mayoría de los estudios se realizaba sobre ellos. Ya no es el caso. Pero la creencia persiste entre muchos médicos y entre mujeres.

«Los médicos necesitan elevar su grado de sospecha cuando las mujeres presentan estos síntomas vagos», dijo Clayton. «Si tenemos pruebas de que el sexo importa, como es el caso, tenemos que aplicar ese conocimiento al tomar decisiones de tratamiento». Del mismo modo, las mujeres no deben ignorar síntomas extraños o sospechosos. «Es importante que una mujer reconozca que está teniendo un ataque al corazón porque el tiempo es un factor crítico», indicó Ouyang.

Fuente: infobae.com, 01/06/17.


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Las dos principales causas de muerte

febrero 9, 2015

Cardiopatías y ACV, las dos principales causas de muerte

Por Nora Bär.

La enfermedad coronaria, el ataque cerebrovascular, las infecciones respiratorias bajas (principalmente la neumonía), la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y los accidentes de tránsito fueron el año pasado las cinco primeras causas de muerte en el país.

corazon-sanoEl ranking surge del más detallado estudio sobre 240 enfermedades realizado en 188 países. El trabajo, coordinado por el Instituto para la Medición y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington (IHME, por sus siglas en inglés) y en el que intervinieron más de 700 investigadores, analizó cómo cambió el escenario epidemiológico global en el último cuarto de siglo.

Arroja resultados alentadores: en el período que va de 1990 a 2013, muy pocas dolencias aumentaron su tasa de mortalidad y la expectativa de vida (o esperanza de vida al nacer) creció globalmente más de seis años. Los argentinos sumamos más de tres: para los hombres, pasó de 69 años a 72,3, y para las mujeres, de 76,1 a 79,6. Los hombres chinos ganaron más de 7,5 años, y las mujeres, casi 10. En América latina, los peruanos sumaron más de siete; Paraguay casi no cambió, y Chile agregó más de seis (los hombres pasaron de 69,5 a 76,3; las mujeres, de 76,5 a 81,7).

«Se vive más, gracias en parte a la reducción en las tasas de mortalidad por enfermedades cardiovasculares en los países con ingresos altos y al descenso de muertes infantiles en los países con ingresos bajos, pero las desigualdades siguen siendo las mismas entre las regiones», afirman los autores.

Aunque hay diferencias entre países, los científicos destacan que en el balance general descienden las tasas de mortalidad por enfermedades infecciosas y cardiovasculares, por la mayoría de los tumores, incluidos el de mama, el de útero y el de colon, y se hicieron grandes avances en la reducción de la mortalidad por enfermedades como el sarampión y la diarrea (con disminuciones de 83% y 51%, respectivamente).

Por otra parte, aumentaron los trastornos por el uso de drogas y las enfermedades renales crónicas, y algunos tipos de cáncer, como el de páncreas y el de riñón.

«Los cambios más notorios que se dieron en la Argentina durante ese período se debieron a una reducción de la mortalidad por complicaciones del parto pretérmino neonatal, las anomalías congénitas y la enfermedad cardíaca isquémica -comenta desde Mar del Plata Alicia Lawrynowicz, jefa del Servicio de Metodología de la Investigación, del Instituto Nacional de Epidemiología Dr. Juan H. Jara, coautora del trabajo-. En cambio, las muertes por neumonía, EPOC y enfermedad de Alzheimer aumentaron notablemente.»

La imagen que deja ver este relevamiento es que en el mundo una de cada tres muertes se debe a la cardiopatía isquémica, el accidente cerebrovascular y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), afecciones muy vinculadas con los estilos de vida.

«Las principales dos causas de muerte son enfermedades no transmisibles cardio y cerebrovasculares, aquellas donde los programas de prevención y las mejoras en los tratamientos tienen su mayor impacto -opina Luciano Sposato, investigador argentino que trabaja en el London Health Sciences Centre, de la Universidad de Western Ontario, en Canadá, que también firma el estudio-. Entre la población económicamente activa, están los accidentes de tránsito y el suicidio. Acá también es clave el Estado. En temas de prevención de accidentes de tránsito, la Argentina está a años luz de los países que lograron cambios importantes. Se necesitan desde un drástico cambio cultural hasta normas y controles mucho más estrictos.»

Según Sposato, cuando se comparan causas de muerte se puede hacer una estratificación de países ricos, pobres e intermedios.

«Como ejemplo del primer grupo, se puede pensar en los Estados Unidos y Canadá -explica-. En el grupo de los países pobres se puede ubicar a los de África. Los de América latina están en el punto intermedio, aunque a algunos, como la Argentina, se los clasifica como high income [de altos ingresos]. Cada uno de estos conjuntos tiene un perfil de mortalidad similar. En los más desarrollados prevalecen las causas de muerte asociadas con el desarrollo socioeconómico y con una mayor expectativa de vida, las enfermedades de la abundancia, como la enfermedad coronaria o el ACV. Eso no significa que no haya pobreza, sino que el desarrollo económico trae más enfermedades asociadas con cambios en la dieta (empeora la calidad y aumenta en cantidad de calorías) y con el nivel de actividad física. Además, disminuyen las muertes por enfermedades infecciosas, que suelen encontrar sus víctimas en personas más jóvenes. Esto hace que aumente la expectativa de vida y predominen otras enfermedades, como el infarto y la demencia.»

Entre las dolencias que conspiraron contra una mayor longevidad en América latina están la diabetes, otros trastornos endócrinos y la enfermedad renal crónica; en América del Norte, los trastornos mentales; en el sur de Asia, Asia Pacífico y el sur de África Subsahariana, las lesiones intencionales; en Europa del Este y Asia Central, la cirrosis, y el VIH/sida en el África subsahariana.

«Los países latinoamericanos comparten algunas causas de muerte con los de altos ingresos, como la enfermedad coronaria y el ACV, y otras con los africanos, como las enfermedades respiratorias bajas. Tenemos una mezcla de los dos extremos -comenta Sposato-. Algo interesante es que hay un índice bastante innovador, llamado de «progreso social». América del Norte tiene un índice de 85; América latina, de 65, y África, de 45. Esto confirma que existe una íntima relación entre desarrollo social y causas de mortalidad.»

Para armar este complejísimo rompecabezas de datos, los investigadores recurrieron a múltiples fuentes. «Primero nos abocamos a revisar exhaustivamente la bibliografía y los datos que proporcionaron los autores principales -detalla Lawrynowicz-. Luego, aportamos estadísticas oficiales, publicaciones nacionales, regionales o locales con la validez necesaria para ser incluidas en la base de datos. Algunos provienen de fuentes oficiales, como los censos de población o las estadísticas vitales. Es importante destacar que los que aporta la Dirección de Estadísticas e Información en Salud a nivel internacional son considerados de buena calidad.»

Tal como afirma Christopher Murray, director del IHME, en la actualidad hay mejores recursos para prolongar la vida, pero también hay más personas que llegan a edades muy avanzadas. «Ésta es una tendencia alentadora -subraya-. Sólo debemos asegurarnos de estar tomando las decisiones correctas en el presente en cuanto a las políticas de salud a fin de prepararnos para los problemas médicos que están surgiendo.»

Para Sposato, en la Argentina esto debería traducirse en invertir y educar a la población y a los profesionales de la salud y en trazar políticas consensuadas de largo plazo que no cambien con el gobierno de turno.

«Decirle a la gente que el colesterol y la hipertensión son malos para la salud no alcanza -afirma Sposato-. Ya se sabe que la gente no cambia de hábitos sólo por saber que algo le hace mal. Hay formas mucho más innovadoras de abordar este problema.»

Para el especialista, también debería mejora la remuneración de los profesionales de la salud y habría que generar un entorno más favorable para la interacción médico-paciente. «No se puede hacer prevención cuando una consulta dura entre 5 y 15 minutos», agrega.

Lawrynowicz coincide: «Hay que apuntar a la formulación de políticas de salud de largo plazo tendientes a la disminución de las desigualdades e inequidades».

También aconseja tener en cuenta las diferencias entre grupos de edad y género que pueden requerir acciones diferenciales, establecer y fortalecer programas de educación continua desde edades tempranas, y centrar la inversión en prevención y promoción de la salud por medio de un sistema integrador, transdisciplinario y que trabaje en conjunto con la comunidad.

Según los pronósticos, si se mantiene la tendencia de los últimos 23 años, para 2030 la expectativa de vida seguirá en alza: en los promedios globales, las mujeres superarán los 85 y los hombres, los 78. El problema, entonces, será no sólo agregar años a la vida, sino también vida a los años.

Fuente: La Nación, 08/02/15.

Más información:

Día Mundial del ACV – Accidente Cerebro Vascular

ACV y Enfermedades Críticas

El 42% de los argentinos adultos sufre hipertensión crónica

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Cardiopatías: la mayoría no avisan y atacan a gente que se siente sana

enero 26, 2015

Cardiopatías: la mayoría no avisan y atacan a gente que se siente sana
Por Victoria De Masi

El corazón es un músculo noble, una máquina diseñada con precisión que no descansa. Tan imprescindible es que al dañarse se manifiesta levemente, porque tiene que seguir pulsando para llevar sangre oxigenada a todo el cuerpo. Cuando el corazón está enfermo casi no da signo de alarma. Pero cuando avisa, el infarto puede estar muy cerca. Una patología de base como la hipertensión combinada con el estrés, son suficientes. La mayoría de las cardiopatías no muestra síntomas y suceden en personas que se creen sanas, indican los especialistas consultados por Clarín. Como concluyó ayer la autopsia que le practicaron a los restos del diseñador, Jorge Ibañez murió en forma súbita, a los 44 años, por una falla cardíaca presumiblemente derivada de una hipertensión no tratada (ver aparte).

Las cardiopatías (segunda causa de muerte en menores de 45 años) son enfermedades del corazón y pueden ser congénitas o adquiridas. Entre las últimas, la enfermedades de las válvulas cardíacas son las más frecuente. “El primer síntoma de la enfermedad cardíaca es que no hay síntomas. Cuando se manifiesta, la cardiopatía está avanzada”, avisa Daniel López Rosetti, jefe del servicio de Medicina del Estrés del hospital municipal de San Isidro. La muerte súbita de causa cardíaca es, en la mayoría de los casos, producto de una arritmia muy grave. Esta arritmia puede ser corregida dentro de los primeros minutos con un choque eléctrico o con reanimación cardiopulmonar, conocimiento que muy pocos tienen si no se trata de personal médico.

Se decía que las enfermedades coronarias eran parte del universo masculino. Sin embargo, a causa del tabaquismo, el estrés y la toma de anticonceptivos orales, aumentó la posibilidad de enfermedades cardíacas femeninas, sobre todo luego de la menopausia, cuando la hormona llamada estrógeno baja y pierde su función de proteger el sistema cardiovascular. “La cardiopatía más común siendo hombre, mayor de 35 años y con antecedentes de hipertensión, es la enfermedad coronaria: se tapona alguna arteria y se produce un infarto. Es una causa de muerte muy común”, detalla Conrado Estol, especialista en enfermedad vascular. En la lista de factores de riesgo, primero está la hipertensión y le siguen el tabaquismo, el estrés, el colesterol, la diabetes, la falta de ejercicio físico y el exceso de peso.

“En personas sin enfermedad previa del corazón, en 9 de cada 10 casos un coágulo que tapa una arteria coronaria. Es un infarto cardíaco que en los primeros minutos u horas se complica de manera dramática. Si la arritmia se produce en el hospital, el 95% de las personas son rescatadas con vida y tienen buen pronóstico, de ahí la insistencia de los cardiólogos de que –frente a cualquier dolor de pecho sospechoso– hay que consultar rápido”, explica Carlos Tajer, presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología y Jefe de Cardiología del Hospital El Cruce.

El otro gran capítulo son las arritmias en pacientes con enfermedad cardíaca avanzada, atribuibles a un daño extenso del músculo del corazón, miocardio. “El músculo del corazón puede dañarse por razones genéticas, como el caso de la miocardiopatía hipertrófica, por enfermedades infectocontagiosas como el Chagas o las miocarditis virales, como consecuencia de otros problemas como infartos, afectación valvular o por una hipertensión arterial mal controlada”, suma Tajer. En Argentina, 1 de cada 3 argentinos es hipertenso y la mitad no lo sabe.

Cada quince minutos se produce una muerte súbita en el país, lo que significa que 40 mil personas al año fallecen de esta manera. Es inesperada, rápida y de causa natural”, apunta López Rosetti. Dolor en el pecho, taquicardía, palpitaciones o falta de aire son los síntomas que avisan que la cardiopatía avanzó. Lo hábitos saludables son una gran ayuda para combatir ciertas enfermedades, sin embargo nadie está exento de sufrir un infarto o fallecimiento por muerte súbita. Estol destierra un mito: “Todos llegan al hospital y dicen ‘pero jugaba al fútbol’, ‘pero si era atleta’, ‘si ni siquiera fumaba’. Estadísticamente sabemos que el 80% de las enfermedades del corazón ocurren en personas de bajo riesgo, es decir que con la hipertensión y el estrés es suficiente”.

Reducir el consumo de sal –en Argentina se ingieren doce gramos diarios cuando lo sugerido es cuatro–, hacer ejercicio –basta con salir a caminar o jugar al golf–, evitar o abandonar el hábito del tabaco y hacerse un chequeo completo al año son las maneras de prevenir una enfermedad cardíaca.

Fuente: Clarín, 16/03/14.

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Más información:
Los riesgos cardiovasculares
ACV y Enfermedades críticas

 

Cardiopatía

En sentido amplio, el término cardiopatía (del gr. kardí(ā) καρδία ‘corazón’ y pátheia πάθεια ‘enfermedad’) puede englobar a cualquier padecimiento del corazón o del resto del sistema cardiovascular. Habitualmente se refiere a la enfermedad cardíaca producida por asma o por colesterol. Sin embargo, en sentido estricto se suele denominar cardiopatía a las enfermedades propias de las estructuras del corazón.

Clasificaciones

Según la Etiología:

Cardiopatías congénitas. Ejemplos: comunicación interauricular, comunicación interventricular, tetralogía de Fallot, etcétera.
Cardiopatías adquiridas. Ejemplos: fiebre reumática, enfermedad de Kawasaki, etcétera.
Cardiopatía isquémica. Ejemplos: aguda: angina de pecho / crónica: infarto al miocardio.
Cardiopatía hipertensiva social.
Cardiopatías valvulares o valvulopatías. Ejemplos: insuficiencia mitral, estenosis mitral, etcétera.
Miocardiopatías. Ejemplos: miocardiopatía chagásica, miocardiopatía dilatada, miocardiopatía hipertrófica o concéntrica.
Trastornos del ritmo o de conducción. Ejemplos: fibrilación auricular, bloqueo auriculo-ventricular, etcétera.

Según la causa primaria de la enfermedad:

Cardiopatía congénita. Cuando la enfermedad se debe a un problema del desarrollo y maduración fetal.
Cardiopatía hipertensiva. La secundaria a hipertensión arterial.
Cardiopatía isquémica. La secundaria a patología de las arterias coronarias.
Cardiopatías primarias. Las que no reconocen causa aparente alguna.

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Día Mundial del ACV – Accidente Cerebro Vascular

octubre 29, 2012

En los países pobres hay más accidentes cerebrovasculares

Por Nora Bär

Debilidad en una parte del cuerpo, confusión, problemas para hablar, un dolor que «parte» la cabeza… Cualquiera de estas señales y otras, como vértigo, pérdida del equilibrio o falta de coordinación, puede indicar el comienzo de un cuadro que en el país se presenta una vez cada cuatro minutos: el accidente cerebrovascular (ACV), segunda causa de muerte y primera de discapacidad.

Se sabe que el ACV es ya una epidemia cuyas proporciones no sólo se miden en el drástico impacto que puede tener sobre la vida y el bienestar de los pacientes y de sus familiares, sino también por la carga que implica para los sistemas sanitarios.

Un trabajo firmado por dos investigadores argentinos que hoy publica en forma destacada la revista Stroke exhibe otra cara de este escenario epidemiológico: por primera vez demuestra, estadísticamente, que los países más pobres y los que menos proporción de su PBI invierten en salud son los que tienen una mayor incidencia y mortalidad por accidente cerebrovascular, mayor proporción de eventos hemorrágicos (causados por la ruptura de una arteria cerebral), y también aquellos en los que el ACV se presenta a edades más tempranas.

«Diversas investigaciones anteriores se habían centrado en la relación entre el riesgo de ACV y la situación financiera individual o familiar -explica el doctor Luciano Sposato, uno de los autores de este estudio y también director del Departamento de Neurología de Adultos del Instituto de Neurología Cognitiva y del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro-. Lo que nosotros hicimos fue «cruzar» los datos ajustados del PBI con los de 48 estudios poblacionales realizados entre 1998 y 2008 en 22 países de los cinco continentes. Lo que vimos fue que muchos de los ACV que ocurren en una población determinada se explican por el estatus socioeconómico del país. No sólo eso, sino también la mortalidad, la proporción de hemorragias y la edad a la que los pacientes los padecen. En los países más pobres se presentan más temprano que en los de mayor PBI.»

Esta singular ecuación introduce un nuevo factor para el diseño de políticas públicas de salud, ya que hasta ahora «el riesgo de ACV y sus consecuencias se consideraban resultados de factores étnicos, genéticos, ambientales, socioeconómicos y de la calidad de la atención médica», escriben Sposato y Gustavo Saposnik, coautor del estudio y director del Centro de Investigación en Stroke del Hospital St. Michael’s, de la Universidad de Toronto.

Para llegar a esta conclusión, los científicos tuvieron que revisar 5000 estudios y analizar en profundidad 48 trabajos de 30 ciudades.

Se encontraron con que en los países de alto PBI el ACV se presenta a edades más tardías y tiene menor mortalidad. Pero también que la inversión en salud resultó ser otro factor que podía alterar este balance: «Si un país pobre invierte una proporción mayor del PBI en salud, tiene mejores marcadores», explica Sposato.

Para Saposnik, la explicación de este fenómeno no es tan obvia como parece. «No pudimos determinar cómo invierte cada país su presupuesto en salud, pero sí constatar una alta correlación del gasto en salud con el de prevención -dice, a través de una comunicación telefónica desde Toronto-. La alta inversión en salud está relacionada directa o indirectamente con una mayor inversión en prevención.»

En Canadá, se calcula que sólo los costos directos del ataque cerebral rondan los 30.000 dólares por paciente. Por otro lado, en el nivel poblacional la inversión en prevención exige unos pocos dólares por persona.

Según este trabajo, el bajo producto bruto interno de un país explica el 32% del riesgo de ACV, el 43% de la mortalidad a los 30 días, el 43% del exceso de hemorragias cerebrales y el 47% de la mayor frecuencia de en jóvenes.

Por su parte, la menor inversión proporcional en salud explica el 26% del riesgo, el 45% del exceso de mortalidad a los 30 días, el 32% del exceso de hemorragias cerebrales y el 36% de la mayor frecuencia en jóvenes.

Economía y salud

«Hasta ahora, la literatura médica sugería que los países latinoamericanos tienen mayor frecuencia de ACV hemorrágicos que isquémicos [aquellos en los que la obstrucción de una arteria impide la llegada de oxígeno al cerebro] por mal control de los factores de riesgo y por alcoholismo -dice Sposato-. Sin embargo, a partir de estos hallazgos, esa mayor frecuencia se puede explicar por menor riqueza.»

Podría pensarse que si un país tiene más recursos invertirá más en salud, ofrecerá atención médica de mejor calidad y sus habitantes observarán estilos de vida más saludables. Todo esto puede ser cierto, pero el trabajo de Sposato y Saposnik muestra que no sólo importa la riqueza, sino también qué proporción se invierte en salud.

«Son dos parámetros independientes -explica Sposato-. Sin embargo, aunque se especulaba con que podría haber alguna relación entre ACV y desempleo, nosotros no la encontramos.»

Para Saposnik, una de las virtudes que tiene este trabajo es que tomó en cuenta países de los cinco continentes y que se basó en estudios poblaciones y no de hospitales individuales.

Y así como los países pobres tienen mayor mortalidad e incidencia de ACV, lo contrario también es cierto. «En aquellos con mayor PBI -agrega este último-, las personas padecen cuadros de menor gravedad, de menor mortalidad y a edades más avanzadas.» En Canadá se presentan anualmente 50.000 nuevos pacientes con ACV, y entre 300.000 y 500.000 de ellos están vivos en la actualidad. En ese país se produce un ataque cerebral cada diez minutos. «Hace veinte o treinta años -dice Saposnik-, había una visión nihilista. Hoy se ha logrado una reducción significativa de la mortalidad, que a los 30 días es del 15%, aproximadamente.»
Fuente: La Nación, 28/10/11.

Más información:

https://www.economiapersonal.com.ar/acv-y-enfermedades-criticas/

https://www.economiapersonal.com.ar/los-riesgos-cardiovasculares/

https://www.economiapersonal.com.ar/la-enfermedad-vascular-periferica/

https://www.economiapersonal.com.ar/vivir-mas-de-cien-anos/