Diferencias entre el aseguramiento de las personas y los seguros de daños a las cosas
La respuesta a la pregunta que plantea el titular es clara: sí, nada impide contratar varios seguros de vida. Este tipo de productos aseguradores como los de accidentes personales son seguros de personas. No son seguros de daños a las cosas. Hay una evidente diferencia entre ambos grupos de seguros.
Cuando se asegura un bien material contra los daños que este pueda sufrir, lo que se pretende es que su propietario sea indemnizado con la finalidad de recuperar el bien o el importe de su valor en el mercado, lo que le permitirá poder adquirir otro de parecidas características. En los seguros de daños hablamos de “indemnización efectiva”.
Contravendría el principio asegurador que alguien asegurara varias veces un mismo bien, obteniendo de cada uno de los aseguradores diferentes indemnizaciones que acabaran sumando un importe superior al que intrínsecamente tenía el propio bien. Ello está previsto en nuestra legislación, de modo que si se demuestra la mala fe o dolo del asegurado, aquellos contratos serían nulos y no percibiría ninguna indemnización.
Otra situación prevista es aquella en la que no se aprecia dolo por parte del asegurado. Ya sea por haber pactado con varios aseguradores el aseguramiento de un mimo bien (“coaseguro”), bien, por haberlo asegurado varias veces sin ánimo de estafar a los aseguradores, sino por circunstancias ajenas a la mala fe (“concurrencia de seguros”: no es infrecuente en los pisos vivienda la concurrencia de aseguradores del edificio: póliza de la comunidad de propietarios y póliza concertada a través de entidad de crédito). En ambos casos, coaseguro o concurrencia de aseguradores, el asegurado será indemnizado por el importe real de los daños, repartiéndose los aseguradores el importe de la indemnización de manera proporcional a las sumas aseguradas por cada una de ellas.
Pero en los seguros de personas el fundamento conceptual es distinto. ¿Puede alguien justipreciar el valor de una persona? Imposible. Los aseguradores pueden aceptar o no el aseguramiento de una persona. Pueden aceptar o no el capital que el tomador pretende asegurar. Pueden preguntar al asegurado si ya tiene contratados otros seguros de vida (y el asegurado deberá contestar fehacientemente si los tiene o no, incluso indicar los capitales asegurados si así se le pregunta). Pero una vez celebrado el contrato y pagadas las primas, si son varios los aseguradores que deben pagar una prestación por el fallecimiento del asegurado (o por su invalidez), sea a un mismo beneficiario o a distintos, estos aseguradores no podrán pretender repartir entre ellos una supuesta “indemnización”.
¿Prestación o indemnización?
¿Cuál sería el importe a asumir entre todos? ¿Habría una cifra a partir de la cual la prestación sería “excesiva”? No, cada uno de los aseguradores deberá pagar al beneficiario o beneficiarios designados en sus pólizas el importe convenido en las mismas. Por ello se prefiere hablar de “prestación” en lugar de “indemnización”, que en todo caso sería una indemnización relativa o paliativa, en ningún caso se trataría de una indemnización pretendidamente efectiva.
En resumen, las prestaciones aseguradas en las pólizas de seguros de vida o de accidente personales son acumulables entre ellas sin límite alguno.
Además el asegurador o aseguradores que hayan pagado a los beneficiarios importes garantizados en seguros de vida o de accidentes personales no podrán subrogarse en los derechos de estos beneficiarios con la pretensión de repetir contra los terceros responsables del fallecimiento o la invalidez. Los beneficiarios de un seguro de vida o de accidentes conservan en su totalidad el derecho de reclamar y ser indemnizados por aquellos que causaron el fallecimiento o la invalidez del asegurado o a sus aseguradores de Responsabilidad Civil.
Podemos acudir a la vía del ejemplo:
– El asegurador de un seguro del hogar indemniza a su asegurado por los daños registrados en su vivienda a raíz de un incendio proveniente de la vivienda contigua. El asegurador se subrogará en los derechos de su asegurado, es decir, una vez haya indemnizado a su cliente podrá ejercer el derecho de reclamación contra el propietario de la vivienda que causó el incendio en casa de su asegurado o contra su asegurador de responsabilidad civil, con el fin de recuperar la cifra indemnizada a su cliente. Por el contrario, el asegurado ya indemnizado por los daños en su vivienda no puede pretender volver a ser indemnizado por el causante por los importes que ya percibió de su propio asegurador.
– En cambio aquella persona que percibe como beneficiario de un seguro de vida una prestación por el fallecimiento del asegurado, que supongamos era su padre, a causa de un accidente de circulación causado por un tercero, conserva todos sus derechos en tanto que hijo de la víctima para reclamar la indemnización que le corresponda (se aplicará en este caso del “Sistema de valoración de daños y perjuicios causados a las personas en accidentes de circulación”, conocido como “baremo de autos”) al causante del accidente de circulación o a su asegurador de responsabilidad civil, sin que el asegurador del seguro de vida pueda subrogarse en ese derecho y ejercerlo en modo alguno.
Así pues, nuestra obligación como asegurados es contestar a las preguntas que en su cuestionario nos proponga el asegurador, pero podemos contratar tantos seguros de vida para caso de fallecimiento (o de ahorro) y tantos seguros de accidentes personales como deseemos. Y nuestro beneficiario o beneficiarios recibirán las prestaciones pactadas sean cuales sean los importes que les correspondan en aplicación a lo pactado en esos contratos de seguro.
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Ante
el deterioro financiero, ¿vuelve el ladrillo como refugio?
Por Gustavo Ibáñez Padilla.
El resultado electoral del domingo 27 de octubre, con el triunfo de la fórmula Fernández/Fernández, provocó expectativas negativas en la gente y obligó al Banco Central a imponer un duro cepo cambiario –limitando la compra a 200 dólares mensuales por persona–.
Con el nuevo gobierno, el mercado descuenta un empeoramiento de la situación económica, un mercado de cambios diferenciado, con diversas variedades de dólar (comercio exterior, turístico, financiero…) y turbulencias en el manejo de la deuda externa (postergación de vencimientos, quitas y defaults selectivos).
Ante
esta fuerte restricción en la posibilidad de conseguir dólares se produce una
caída en las transacciones inmobiliarias, impactando necesariamente en la
cantidad de operaciones y en los precios.
Sin embargo, cabe recordar que el mercado inmobiliario es imperfecto y posee una gran inercia. Cuando ocurren estas crisis muchos propietarios optan por retirar su inmueble del mercado antes que aceptar una baja del precio. Por esta razón los precios disminuyen menos que los de otros activos financieros de mayor liquidez como acciones o bonos. Respecto al primer trimestre de 2018, los bienes raíces bajaron entre 12% y 25%, según Reporte Inmobiliario.
El
mercado argentino de propiedades está en este momento inmovilizado, a la espera
de que se estabilicen las variables y las expectativas. Nadie quiere cerrar una
operación sin tener certeza de cuánto vale realmente el dólar y cuál será la
evolución esperada de su cotización.
Es preciso conocer cuáles serán las nuevas políticas económicas y que confianza lograrán conseguir por parte de la gente. Recordemos que el pasado nos condena y que quien se quemó con leche cuando ve una vaca llora.
Paradójicamente, explican los expertos en finanzas inmobiliarias, se avizoran buenas expectativas para los desarrollos de real estate (vulgarmente conocidos como las obras desde el pozo) ya que el ladrillo es un activo dolarizado y se convierte en estas circunstancias en una de las pocas alternativas de inversión disponibles. Además, el pozo permite ingresar en un plan de inversión financiado en el tiempo, que preserva su valor en dólares pero que ajusta sus aportes según la inflación del peso, en forma más acorde a la evolución de los ingresos de las personas.
En
síntesis, es una situación conocida y ya vivida por los argentinos, se deteriora
el mercado financiero y los que disponen de algún excedente de dinero lo
vuelcan en desarrollos inmobiliarios. Como efecto colateral positivo esto
dinamiza la economía nacional, generando nuevos puestos de trabajo y
colaborando en la recuperación de la Argentina. Creando así un círculo virtuoso
que permitiría la recuperación del propio mercado inmobiliario.
Es
de esperar que, como parte del nuevo plan económico que instrumentará Alberto
Fernández, desde el próximo diez de diciembre, se dispongan pronto medidas
económicas, impositivas, laborales y reglamentarias que faciliten una rápida
reacción de la industria de la construcción, conocida por ser “madre de
industrias”. Después de todo, la única forma de salvar a nuestra querida
República Argentina es trabajando más y en forma eficaz y eficiente.
Entrevista a Elaine King: «Hoy la gente habla más de sexo que de la necesidad de ahorrar»
Por Juan Carlos Cuadros Guedes.
Elaine King: «Hoy la gente habla más de sexo que de la necesidad de ahorrar». Experta en finanzas personales sugiere que se debe inculcar a niños habilidades y hábitos y financieros para que enfrenten el futuro
“Si bien las habilidades financieras se aprenden, los valores y las actitudes frente al dinero forman parte de un legado familiar o son innatos e instintivos, o quizá son una mezcla de ambos. Lo importante es cómo alcanzar el éxito y ser feliz”, afirma Elaine King, experta en planificación financiera y reconocida administradora de fortunas en los Estados Unidos.
Planificar la economía en casa no es una tarea difícil; solo requiere deseo, conocimiento y determinación. Elaine King es joven y emprendedora, y llegará en los próximos días a Lima con la intención de inspirar en las familias peruanas mejores hábitos de ahorro que les permitan organizar y administrar mejor su dinero.
¿Por qué planificar nuestros gastos?
El tiempo pasa y jamás hacemos un alto para pensar en el futuro. Y así como el tiempo pasa, nuestro dinero igual.
Si no planificamos nuestros gastos a diario, al final nos preguntaremos qué pasó con el dinero, adónde fue a parar y será imposible volver en el tiempo para recuperarlo.
Los consumidores buscan una satisfacción inmediata. Por eso gastan…
Y a veces más de la cuenta. Ese es el mayor problema. No saber aguantar la respiración para pensar y decidir una compra. ¿Puedo vivir sin esa laptop? ¿Puedo dejar de comprar eso nuevo? Un estudio hecho en Estados Unidos reveló que la gente deja de lado un seguro de vida para comprar ropa o un televisor plasma. No piensan en los hijos y menos en ellos mismos.
No cultivan hábitos financieros.
Es lamentable. Hoy la gente habla más de sexo que de la necesidad de ahorrar. Los hábitos financieros deben inculcarse a los niños en casa y desde muy pequeños. Como el hábito de lavarse los dientes. Mi mamá siempre me decía: “Al despertarte debes lavarte los dientes”. Y es una práctica que hoy realizo voluntariamente. Lo mismo debe ser con el ahorro y la necesidad de planificar.
La gente necesita desarrollar una filosofía de vida y no solo pensar en un orden cuando hay dificultades.
La planificación financiera es un proceso integral a largo plazo que involucra la administración juiciosa del dinero. Como cualquier empresa debemos sentarnos una vez al año y elaborar una estrategia a seis y doce meses: cómo vamos a alcanzar nuestros objetivos, cómo vamos a llegar a ellos. Ese es el secreto, las finanzas personales deben llevarse de la misma forma: ¿cómo voy a pagar la educación de los hijos?, ¿cómo voy a ahorrar y en cuánto tiempo? ¿Necesito un seguro? ¿Tengo para pagar la deudas?
¿Qué opina de aquellos que se hacen de dos o tres tarjetas de crédito y luego no saben cómo hacer para pagarlas?
Las tarjetas de crédito son un instrumento para pagar en caja cuando uno no carga efectivo y tiene esa plata depositada en el banco. No es ni debe ser un instrumento para comprar lo que no se puede pagar. Es un peligro pensar así. Es vivir artificialmente. Si gastas con tu tarjeta de crédito y pagas solo el mínimo, te demorarás años en pagar tus deudas. Te vuelves esclavo de la tarjeta. Y es una tontería, pues si compras un iPod ahora y lo pagas con tarjeta, cuando termines de cancelar las cuotas habrá un equipo nuevo y no podrás tenerlo.
¿Cuántas tarjetas es recomendable tener?, ¿dos, tres?
Solo dos, nada más. Una de débito para pagar los gastos inmediatos y una de crédito para ciertas ocasiones muy especiales que puedan atenderse a tiempo. Lucir varias en una billetera es aparentar y hacerse de problemas.
¿Y cómo debe ser la planificación en casa? ¿Los dos deben aportar lo mismo? ¿Un fondo común?
Es difícil, pero no imposible. Un buen comportamiento se logra con hábitos. El problema se presenta cuando en la pareja uno es gastador y el otro ahorra. Dicen que los opuestos se atraen no solo en lo físico sino también en personalidades financieras. Yo recomiendo a las parejas sentarse y hacer un presupuesto: los gastos de luz, agua, cable, los niños, etc. Y aportar cada uno en proporción del sueldo. Si uno gana más que el otro, debe ser proporcional. Pero eso sí, lo que le sobre a cada uno, el manejo debe ser individual. Si uno lo quiere gastar, que lo haga. Si lo quiere ahorrar, es su decisión. Lo mejor es conversar.
¿Debemos invertir en seguros? Hablo de seguros de vida, de salud, contra todo riesgo.
Siempre que pensemos en los demás, sí. A veces no pensamos en que algo nos puede pasar y dejamos pasar buenas oportunidades de contratar un seguro. Lo mejor es ahorrar para contratar uno. Los chinos lo han logrado con disciplina. Pueden tener necesidades, pero todos ahorran para atender sus enfermedades en el futuro.
¿Nació en el Perú?
Sí. Eso me ayudó a ser como soy. A ver la vida de otra manera: con mucha responsabilidad en el gasto.
Los pobres gastan más en papel higiénico que los ricos
Universitarios estadounidenses hicieron una investigación y concluyeron que las personas de bajos recursos pierden más dinero a la hora de ciertas compras.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que la gente pobre gasta más en productos básicos para el hogar. ¿El motivo? Por sus posibilidades económicas compran lo indispensable y pierden así la posibilidad de aprovechar ofertas o comprar lo necesario en mayores cantidades.
El análisis lo realizaron una profesora asociada de la Universidad de Michigan, Yesim Orhun, y el posgraduado Mike Palazzolo, que se especializan en el análisis de estrategias de las compras de productos básicos. A raíz de este estudio concluyeron que los ricos gastan menos plata que los pobres cuando compran artículos como papel higiénico o servilletas de papel.
El cálculo se hizo sobre un análisis de 100 mil hogares, según publicó The Washington Post. «La diferencia llega al 5,9% por cada rollo de papel. Esto se debe a que los pobres no aplazan las compras hasta las rebajas o liquidaciones y evitan comprar paquetes más grandes (por falta de vehículo o espacio para almacenarlos en casa) incluso cuando esto les permite ahorrar», explica actualidad.rt.com.
A estos factores se suman que los pobres no suelen ser socios de las cadenas de supermercados mediante las que se puede acceder a descuentos y beneficios, o tampoco tienen tarjetas de crédito que les permitan, a largo plazo, licuar el gasto. Otro punto es que estas personas tienen que recurrir a comprar, por ejemplo, pañales o cigarrillos sueltos ya que es lo que está a su alcance pero eso enaltece los costos.
Mantener un auto nuevo ya cuesta el doble que alquilar un departamento chico
Relevamiento de Clarín para un 5 puertas de gama media. La suba de las naftas disparó los gastos. Para un 0km llegan a 8 mil pesos por mes. Esto también contempla cochera, seguro, patente, service y otros extras. Un dos ambientes en La Boca o Liniers promedia los $ 4 mil.
Recorrer los trayectos cotidianos a bordo de un auto propio siempre fue costoso para la clase media, pero en los últimos meses la carga se volvió mucho más pesada. Tras la fuerte suba del combustible y de otros gastos inevitables, mantener un auto básico puede ahora salir casi $ 8.000 al mes, el doble de lo que se paga en varios barrios por alquilar un departamento chico.
Ese presupuesto –mayor a $ 263 por día, según relevó Clarín– es lo mínimo que hoy necesita una familia porteña sin cochera en la vivienda para solventar el uso de un cinco puertas naftero recién salido del concesionario: modelos como el Clio Mio, el 207 Compact, el Palio Fire, el Fiesta y el Gol Trend con valores de $ 195.000 a $ 260.000.
¿Qué se tuvo en cuenta para llegar a la cifra? Como gastos principales, dos tanques y medio de nafta súper de YPF (125 litros, $ 2.135), el alquiler de una cochera fija en un garaje de un barrio de nivel medio ($ 1.900) y la cuota de un seguro contra terceros con adicional contra granizo ($ 1.400).
También se incluyó un proporcional mensual del pago de la patente ($ 587) y del primer service programado en un concesionario oficial, que según la marca ya ronda los $ 3.565 ($ 297 por mes) y es obligatorio para mantener la garantía de fábrica.
Finalmente se agregaron sólo dos lavados mensuales ($ 420) y un adicional de $ 1.250 para extras como peajes, estacionamientos por hora, propinas a “cuidacoches” y visitas imprevistas al taller, entre otros. Se trata de un monto conservador, teniendo en cuenta que una estadía de sólo tres horas en los garajes del Centro puede costar más de $ 150 y que usar autopistas porteñas como la 25 de Mayo y la Perito Moreno, ida y vuelta, ya se paga entre $ 50 y $ 60 por día según el horario.
Así, cuando se juntan todos los gastos, la calculadora da su veredicto: se deja en el auto un importe mensual total de $ 7.989. Un presupuesto 32% mayor al calculado por este diario en octubre pasado y que ya duplica el costo de alquilar un departamento usado de dos ambientes en barrios como Constitución, La Boca o Liniers, según los precios promedio que releva el portal Reporte Inmobiliario. El costo de mantener y usar el coche, a su vez, representa ahora el 40% del ingreso medio de las familias porteñas, calculado en $ 19.713 por el organismo estadístico de la Ciudad. Hace dos años y medio, la misma cuenta daba 33%.
Aunque el gasto, desde luego, puede ser mayor. Si la cuenta incluyera nafta premium de Shell, seguro contra todo riesgo, cochera en un garaje de un barrio “top”, un lavado semanal y mayores gastos varios, entonces la suma mensual puede superar los $ 10.000.
La novedad de este relevamiento fue que, con los mismos parámetros de uso, los gastos del combustible desplazaron del primer lugar a los del estacionamiento. Fue luego de que la nafta tuviera este mes un alza del 10% que la dejó 31% más cara que a fin de año y un contundente 45% por encima del precio que tenía hace 12 meses.
Tras el último incremento, la nafta más barata del mercado pasó a salir $ 17,08 por litro en Capital. En consecuencia, llenar un tanque de 50 litros ahora cuesta al menos $ 854. Pero para quienes cargan premium, el gasto pasó a estar entre los $ 19,30 y los $ 20 por litro, según el local, con lo cual llenar un tanque ya puede salirles hasta $ 1.000. Estas cifras ya parecen estar causando un menor uso de los autos.
Los garajes también hicieron su aporte. En barrios de clase media típica, los que en octubre aún cobraban $ 1.400 a $ 1.600 por mes por una cochera fija hoy las están ofreciendo por $ 1.800 o $ 1.900.
Por otra parte, el incremento en los precios de los autos (55,9% interanual, según la Ciudad) y de los repuestos trajo fuertes alzas en los seguros. Como ya se informó, las renovaciones cuatrimestrales o semestrales están llegando con aumentos del 30% en las cuotas, y aún mayores para los que tienen coberturas contra todo riesgo.
Si el gasto mensual se multiplica por 12, surge que mantener y usar el auto se lleva unos $ 96.000 en un año. Casi la mitad de lo que sale comprar el auto de nuevo.
El dinero es una de las mayores fuentes de discordia matrimonial, y puede ser una de las más difíciles de resolver. Esto se debe a que cuando las parejas discuten sobre cómo gastar dinero, no solo están debatiendo sobre el tema inmediato. Están expresando ansiedades subconscientes de las que quizás in siquiera ellos están conscientes, y chocando con los temores que su pareja no ha articulado.
Quizás se trata de una infancia en la pobreza, o simplemente el temor constante de pobreza, que causa que un cónyuge deteste gastar dinero. Quizás la cuenta bancaria secreta de un primer cónyuge está causando desconfianza en un segundo matrimonio.
¿Qué pueden hacer las parejas para evitar tropezar con estos antecedentes emocionales cada vez que necesitan hablar sobre sus tarifas y su presupuesto? Pueden empezar por simplemente reconocer que todos reaccionan emocionalmente con el dinero, y después dedicar tiempo para descubrir qué recuerdos podrían estar impulsando la conducta de cada cónyuge.
Una pareja que se toma el tiempo para profundizar en sus patrones de dinero puede ganan un mayor entendimiento y potencialmente prevenir peleas, y llegar a acuerdos mutuos A continuación, cinco áreas comunes de conflicto, y cómo los terapeutas trabajan con las parejas para resolverlos.
¿Qué hacer cuando un cónyuge es más gastador y el otro más ahorrador?
Esta es probablemente la causa más común de tensión financiera en una relación: un cónyuge tiende a gastar impulsivamente, sin pensar sobre el futuro, el otro quiere economizar lo más que se pueda. El conflicto puede adoptar muchas formas, pero las raíces —y las soluciones— son raramente sencillas.
Brad Klontz, psicólogo, planificador financiero y profesor asociado de la Universidad Estatal de Kansas trabajó con una pareja que estaba experimentando un conflicto claro: La esposa sugería pequeños lujos —como salir a comer— y el esposo reaccionaba con ira.
La irritación del esposo con su mujer tenía su raíz en un temor profundamente arraigado, afirma Klontz. Creció en una familia humilde —incluyendo un periodo en que su madre dependía de asistencia pública— y le preocupaba que pudiera terminar allí de nuevo.
Por su parte, la esposa creció en una familia de clase media alta. Le regalaron un auto cuando cumplió 16 años, y no tuvo que trabajar de adolescente. ¿Su perspectiva sobre el dinero? Todo va a salir bien. Era despreocupada. No había ahorrado ni un centavo. Habría tiempo para eso más adelante.
Además, dice, “ella valoraba la comodidad”. Y esos valores chocaron contra los temores de su esposo. Por ejemplo, en los comienzos de su matrimonio, ella quería comprar un sillón. Eso causó tensión en la relación. “Había mucho conflicto entorno al dinero, ya que por cada 1% que ella quería gastar en lugar de ahorrar, a él le causaba un ataque de ansiedad”, apunta Klontz. “En su familia, nadie había ahorrado. Sus parientes vivían de la asistencia social. Había mucho temor que eso le ocurriría a él y a sus hijos”.
¿La solución? Primero, aprender a escuchar. Klontz les pidió que contestaran preguntas como “¿Cuál es tu mayor temor?”. Hablar sobre sus historias le ayudo al matrimonio a cambiar la ira y culpa por la compasión, dice Klontz.
“La labor, para (el esposo) consistía en cambiar su convicción de que ‘jamás habrá suficiente’ a una de ‘necesitamos una estrategia un poco más equilibrada’”, explica Klontz.
Después de que Klontz repasó sus metas de largo plazo, la pareja llegó a un acuerdo mutuo: el esposo reduciría su tasa de ahorro a 20%, y la esposa empezaría a ahorrar 20%. Además, el esposo estuvo de acuerdo que la esposa podía realizar decisiones de gastos, como comprar un sillón o planear unas vacaciones.
Otra estrategia útil: fijar metas concretas, dice Amanda Clayman, una terapeuta financiera en Nueva York.
Simplemente decir, “somos unos pésimos ahorradores. Necesitamos ahorrar más”, no ayudará a una pareja a progresar, anota. Establezca una meta específica de ahorro, aconseja, y reconozca como afectará los gastos diarios.
¿Cuánto dinero debería darle a un hijo adulto?
Los desacuerdos sobre cuánto apoyo darle a un hijo adulto pueden convertirse en asuntos secretos, cuando uno de los progenitores proporciona dinero bajo la mesa porqué el otro insiste en que es hora cortar el cordón umbilical del hijo, dice Susan Zimmerman, una terapeuta acreditada y cofundadora de Mindful Asset Planning en Minneapolis.
Imagínese, por ejemplo, que una esposa le está dando dinero a su hija de 26 años, que tiene un buen trabajo pero sigue quedándose sin dinero cada mes. La esposa no le dice a su esposo, ya que este cree que es hora de que su hija se valga por sí misma.
El primer paso de Zimmerman es asegurarse que el matrimonio esté de acuerdo con que hacer las cosas a la espalda del otro es un problema que debe resolverse. Después, presenta la idea que dar demasiado puede ser perjudicial para el crecimiento de la hija o hijo.
Su objetivo es ayudarle a la pareja a establecer reglas que ambos pueden seguir, incluyendo la cantidad de dinero que es aceptable dar, bajo qué circunstancias —como una pérdida de trabajo— y por cuánto tiempo.
Zimmerman dice que también es importante para el progenitor que está proveyendo el apoyo comprenda el motivo por el que lo está haciendo. Podría ser completamente benigno. Pero también podría estar impulsado por un sentido de incomodidad de que no quiere que su hijo o hija esté enojado con él.
Para ese padre o madre, dice Zimmerman, es importante reconocer la necesidad de superar esa incomodidad y concentrarse en el objetivo más importante: ayudarle a su hijo a volverse económicamente responsable, y recordar que dar demasiado puede crear una dependencia no saludable.
Una estrategia sencilla para una pareja que batalla para discutir el tema: cada cónyuge escribe la cantidad que consideran aceptable dar. Cuando revelan lo que han escrito, Zimmerman les pregunta: “¿De dónde cree que viene esa cifra?”
A menudo, la cantidad está vinculada a un recuerdo de la infancia, pero también podría ser una estimación de cuánto un cónyuge puede prescindir cada mes. No hay respuestas incorrectas, dice, y toda respuesta ayuda a los cónyuges a empezar a comprenderse mejor entre sí.
¿Qué hacer cuando los cónyuges tienen prioridades distintas con los gastos grandes?
Un cónyuge quiere comprar un nuevo comedor; el otro quiere tomar unas vacaciones lujosas. Uno quiere comprar un velero; el otro quiere renovar la casa.
Este tipo de conflicto por gastos grandes puede surgir porqué cada cónyuge escucha las mismas palabras pero las interpreta de manera distinta. Por ejemplo, cuando el esposo dice que quiere un velero, Clayman dice, en algunos casos lo que realmente está diciendo es, “Trabajo duro. Me merezco esto”. Su esposa, sin embargo, no sabe lo que está detrás del deseo de su esposo porque éste no lo está expresando.
Después, cuando ella cuestiona la lógica de comprar un enorme producto suntuario, su reacción es, “¿Por qué no crees que me lo merezco?” Clayman dice. Él no quiere explicar lo que está sintiendo en un nivel emocional, por tanto quizás diga, “Gano lo suficiente para comprar esto”. El subtexto es: “No discutas conmigo sobre esto”.
De la misma forma, la esposa podría sentir un sentimiento similar cuando argumenta a favor de una renovación de la casa. O quizás haya un motivo más de fondo; quizás está constantemente intentando rebasar una infancia en la que tenía muy poco. Pero, igualmente, no divulga nada de esto, por tanto cuando su esposo cuestiona la necesidad de una renovación, ella interpreta la oposición de su esposo como rechazo hacia ella: una reacción común cuando gente enfrente desaprobación sobre sus decisiones monetarias. La esposa, Clayman, siente: “No me ves. No te importan mis necesidades”.
La clave para el acuerdo mutuo es afirmar y validar los valores y necesidades de su cónyuge, dicen los expertos. Olivia Mellan, una asesora de dinero y relaciones, guía a parejas a emplear tres pasos: imitación, validación y empatía. La imitación, al igual que el método de Klontz, implica repetir palabra por palabra lo que el otro cónyuge dice sobre un objetivo monetario.
Después el oyente valida esa perspectiva y considera cual podría ser el estado emocional de su pareja. A continuación, la forma en que un cónyuge podría validar y mostrar empatía con alguien que quiere un velero: “Tiene sentido que quieras un velero. Amas el océano, y de esta manera puedes estar en el océano todo lo que quieras. Me imagino que te estás sintiendo frustrado por el tiempo que has esperado por un velero”.
El proceso se repite para el otro cónyuge. Esa conversación amable, dice Mellan, es la entrada al acuerdo mutuo.
¿Cómo ponerse de acuerdo sobre los hijos de un matrimonio anterior?
Las familias mezcladas están predispuestas para conflictos sobre dinero. Los cónyuges normalmente vienen con diferentes niveles de ahorros e ingresos. Y podrían tener ideas distintas sobre cómo quieren tratar a sus hijos. Cuando esas actitudes distintas chocan, eso puede llevar a batallas acaloradas que sacan emociones profundas a la superficie.
Dave Jetson, fundador de Jetson Counseling en Dakota del Sur, ofrece un ejemplo de su trabajo con Rick Kahler, un asesor financiero y fundador de Kahler Financial Group en Rapid City, Dakota del Sur.
Dos cónyuges estaban batallando sobre cómo repartir el dinero entre sus hijastros en un testamento. (La pareja no tenía hijos juntos, pero cada uno tenía hijos con un matrimonio previo). Tenían un acuerdo prenupcial que estipulaba cómo serían divididos sus activos premaritales, pero la pareja no podía ponerse de acuerdo sobre cómo repartir los activos que adquirieron desde que se casaron.
Los cónyuges habían decidido establecer un fideicomiso, en que en el caso de la muerte de un cónyuge, el otro sería mantenido, y el dinero sería entregado a todos los hijos tras la muerte del segundo cónyuge. Pero había un escollo: la esposa estaba preocupada de que después de la muerte de su esposo, los hijos de su marido encontraría una forma de sacar a sus hijos del fideicomiso.
El conflicto, dice Jetson, se trataba menos de dinero y más de asuntos emocionales, que provenían de una falta de confianza. En lo profundo, la esposa temía que a su esposo le importaban más sus hijos que ella y sus hijos. Tenía miedo que sus hijos no serían cuidados.
Jetson ayudó a la pareja a hablar sobre estos temas. Ambos cónyuges acordaron que tras la muerte de uno de ellos, los fondos serían canalizados a un fideicomiso para el mantenimiento del sobreviviente y después serían distribuidos equitativamente a los hijos tras la muerte del cónyuge sobreviviente.
¿Cómo se puede administrar el conflicto cuando un cónyuge controla las finanzas?
Las discusiones sobre quién está controlando el dinero a menudo ocurren porque las parejas nunca hablan sobre cómo tomarán las decisiones monetarias.
Pero a pesar de que no están hablando al respecto, las decisiones sobre dinero se están tomando y cada cónyuge está actuando con sus expectativas no expresadas. Por ejemplo, el cónyuge que gestiona la cuenta de corretaje quizás invierta en acciones de alto riesgo, mientras que el otro piensa que el portafolio está bien diversificado. Cuando ocurre un desplome en la bolsa de valores, se suscitan las peleas.
A menudo, el cónyuge que cede el control de la gestión diaria del dinero es el “ahorrador”, anota Clayman, la terapeuta financiera. Este o esta no ponen atención a los gastos diarios, y después se molesta con el “gastador” cuando las cosas no avanzan según su plan no divulgado.
Los conflictos también pueden surgir cuando los cónyuges tienen “una diferencia bastante significativa en sus ingresos y uno piensa, ‘Si yo gano más, me toca tener mayor poder en las decisiones”, apunta Zimmerman.
En otros casos, el cónyuge que controla las finanzas podría realizar prácticas que desconciertan al otro. Zimmerman recuerda a una pareja en la que la esposa quedó escandalizada al descubrir que su esposo tiraba las facturas a la basura si andaban cortos de dinero.
“Eso simplemente excedía su imaginación”, dice Zimmerman.
Dice que incluso si está sorprendido por la conducta de su pareja, es importante minimizar el escándalo. “Veamos esto desde la perspectiva de curiosidad en lugar de la perspectiva de ‘quién está haciendo algo equivocado’. La clave es minimizar la defensiva, si no es que eliminarla por completo”.
Pide a las parejas considerar los menajes sobre el dinero que recibieron en su niñez para “realmente ayudar a la gente a aprender sobre sí mismos en el frente monetario”, afirma Zimmerman. Cuando los clientes divulgan esas lecciones monetarias, ella pregunta: “¿Es así como basas tu conducta financiera? ¿Cómo actúas de esa forma?”.
Cinco tips para evitar que los gastos de diciembre nos dejen en bancarrota
Por Diego Yañez Martínez.
Las fiestas de fin de año, sumadas a los pagos y la organización de las vacaciones, hacen que los egresos aumenten considerablemente; consejos de qué hacer con el aguinaldo.
Fiestas de fin de año. Navidad. Año nuevo. Y después vacaciones. Se sabe: diciembre es un mes difícil para el bolsillo y el aguinaldo se suele escurrir entre estos gastos a los que se suma además, en muchos casos, la cancelación de deudas. Así, sin más, se suele repetir una imagen: encontrase, sin previo aviso, con el saldo de la tarjeta al rojo vivo. Por ello, diversos especialistas consultados por LA NACION, recomiendan como esencial la planificación y además tratar de dejar algo del dinero, de ser posible, para ahorros e inversión.
Diversificar el aguinaldo, coinciden, parece ser lo más sensato. En ese sentido se debe realizar un presupuesto y ajustarse a él . Siempre es conveniente, remarcan, calcular con tiempo los gastos y tomar las previsiones necesarias para afrontarlos.
La experiencia personal de Gustavo Ibáñez Padilla, especialista en finanzas de particulares y autor del «Manual de Economía Personal«, es que la mayoría, aunque no lo aconseja, «asigna el aguinaldo en su totalidad a los gastos de fin de año».
Un sondeo realizado por LA NACION da muestra de ello. De 20 personas consultadas, 14 dijeron que tienen el aguinaldo destinado para las vacaciones, 3 para tapar agujeros y sólo 2 en ahorrar.
Qué hacer con el Aguinaldo
«Una de las mejores formas de utilizar los ingresos extraordinarios como el aguinaldo, es signarlos al plan de inversión personal. Si no es posible hacerlo en su totalidad, conviene hacerlo entonces en un porcentaje preestablecido», señalaPadilla. En ese sentido manifiesta que «el ideal es invertir a largo plazo el 100% del aguinaldo, si no resulta factible, entonces, se debe asignar un porcentaje predeterminado y respetarlo siempre».
Para Ibáñez Padilla «los gastos suntuarios como vacaciones quedan en el último lugar o también pueden presupuestarse como un ahorro corriente a lo largo del año». Según sostiene se puede invertir tiempo y dinero en capacitación personal aprovechando el período del verano , «que a veces tiene menor carga laboral».
Coincide con él, aunque con una visión más moderada, Marcelo Elbaum, director académico de la Escuela Argentina de Finanzas Personales . «Normalmente el aguinaldo suele usarse para las vacaciones, aunque es prudente no excederse con el monto de los gastos. De todos modos, también lo que se suele aconsejar es ir construyendo un fondo para cubrir imprevistos que debería ser entre 3 y 6 meses de sueldo: con lo que si no se tiene, el aguinaldo podría ser un buen puntapié «, opina.
Para Elbaum, «el aguinaldo es importante porque es una suma fija, y eso posibilita, por lo general que sea más fácil ahorrarlo, que cuando se recibe de manera mensual». Sugiere, dado el contexto inflacionario actual, no apresurarse en cancelar deudas que sean en pesos a tasa fija y, en cambio, sí hacerlo con las que cobran interese y la deuda es a tasa variable.
Cuánto ahorrar y cuánto gastar
La lógica para no sucumbir a las tentaciones y pasarse con los gastos es realizar una lista con las necesidades principales. Pero la pregunta es, ¿cuánto es el ideal para gastar, y cuánto dejar para ahorros?
Si bien la cuestión es subjetiva el economista Nicolás Litvinoff, director del sitio web estudinero.net , dice que «no recomendaría destinar más de un 20% a gastos; el otro 80% lo utilizaría para tratar de hacer inversiones que dejen alta rentabilidad».
La clave para Litvinoff pasa por «no considerar el aguinaldo como un ingreso esperado». «Gastarlo no parece lo más coherente», expresa.
Según el economista que se especializa en finanzas personales, depende del monto del aguinaldo las posibilidades de inversión, pero siempre se debe buscar alternativas. «Si se cuenta con un ingreso promedio, lo mejor es tratar de buscar inversiones creativas. Un caso el de vinos finos tintos, que dejan rentabilidad anual en pesos de alrededor del 25%», señala. También recomienda negocios en Internet que tiene un barrera de entrada baja.
Para Elbaum, en cambio, es preferible quedarse con liquidez. » Hay que ir pensando que el 2013, va a ser un año difícil, con un crecimiento agónico, con no mucha creación de empleo, por lo que es importante conservar la liquidez. Dado que el tipo de cambo oficial se va a depreciar entre un 18% y 20% el año que viene, la inversión estrella será las colocaciones a plazo en pesos donde el capital se ajuste por tipo de cambio oficial y en dicho caso se podrá obtener un rendimiento cercano al 30%», dice.
En cualquier caso lo importante es prever y tener un presupuesto armado y no salirse de él. A grandes rasgos, lo mínimo que se debe guardar es un 15% del aguinaldo.
Tips
1) No considerar el aguinaldo como un ingreso esperado
2) Realizar una lista con las necesidades
3) Cancelar sólo las deudas que tienen tasa variable y cobran intereses. Dado el contexto inflacionario no conviene apresurarse y cancelar la que son en pesos a tasa fija
4) Asignar un presupuesto diversificado en: vacaciones, cancelación de deudas, y separar al menos un 15% para ahorros
5) De ser posible, realizar inversiones creativas. Hay distintas posibilidades de acuerdo a los ingresos.
El dato
El nombre real del aguinaldo es Sueldo Anual Complementario (S.A.C). La figura del «aguinaldo» fue instituida por decreto, en diciembre de 1945, un par de meses antes de que se llevaran a cabo las elecciones en las que triunfó Juan Domingo Perón. Consiste en un salario anual complementario, y debe pagarse en dos cuotas, al 30 de junio y al 31 de diciembre. Para la liquidación se toma el 50 % de la mayor remuneración devengada por todo concepto dentro del primer semestre o segundo, según corresponda. Así quedó establecido en el artículo 3º del Decreto Nº 1.078/84.
Aguinaldo se le llama en algunos países al regalo de dulces que se reparten principalmente en fiestas infantiles y posadas navideñas. Pero, jurídicamente, es un pago especial que se abona a los trabajadores asalariados.
“Del dicho al hecho hay un gran trecho” es una expresión que todos los latinos conocemos bien. Está llena de sabiduría porque refleja la realidad que experimentamos al momento de poner en marcha nuestros planes o tomar decisiones. Si estos retrasos se limitaran a cosas de poca importancia como sacar la basura o limpiar el auto, el problema no sería tan grave. Pero lamentablemente no es así. En las decisiones más importantes de la vida muchas veces fallamos y no hacemos lo que sabemos que debemos hacer.
El gran trecho al momento de comprar un seguro de vida
Un estudio elaborado por la Fundación LIFE, una organización sin fines de lucro dedicada a educar a los latinos acerca de los seguros, y LIMRA nos informa acerca del trecho que existe entre los latinos con respecto al seguro de vida. El “Estudio Barómetro sobre Seguros 2011″ es el primer estudio hecho que analiza la relación que tienen los latinos con los seguros de vida. Los resultados son alarmantes.
Según el estudio, 7 de cada 10 consumidores hispanos reconoce que tener un seguro de vida es importante para ellos y sus familias. Sin embargo, sólo el 54% ha comprado un seguro de vida. Entre aquellos que tienen un seguro de vida, el 22% —más de 1 de cada 5— reconoce que no es suficiente y debe comprar uno de mayor cobertura. Es decir que la mayoría de los hispanos sabe que el seguro de vida es importante, pero no lo tiene o el que tiene no es suficiente. Esto sí es un gran trecho.
No son válidas las razones que justifican la falta de un seguro
El estudio también indica que los latinos que no cuentan con un seguro de vida dan varias razones para no haber realizado la compra de algo que saben que es importante:
• 92% dice tener otras prioridades financieras, es decir que prefieren gastar el dinero en otras cosas;
• 83% indica que el seguro de vida es muy caro;
• 74% admite que no tiene suficiente conocimiento acerca del seguro para comprarlo; y
• 58% espera que alguien los contacte para tomar la decisión de comprar o no el seguro de vida.
Como asesor financiero, continuamente escucho todo tipo de razones para justificar malas decisiones financieras o la inacción en asuntos financieros importantes. En realidad, muchas veces son simplemente excusas. Con algo tan importante como la compra de un seguro de vida, no son válidas las razones que se dan para no adquirir un seguro. Para aquellos que tienen otras prioridades financieras, es importante reconocer que no existe prioridad mayor que el bienestar de su familia. Si una familia no tiene una póliza de seguro vigente para uno o ambos padres, una muerte prematura puede significar la debacle financiera de la familia. No sólo deberán superar la pérdida de un ser querido, sino también lidiar con todas las deudas y la falta de un ingreso. No hay mayor prioridad que asegurarse de que su familia esté cuidada en caso de que ocurra lo inesperado.
Para aquellos que no han comprado una póliza de seguro de vida porque creen que es muy costosa, en realidad las condiciones económicas actuales han creado una situación donde el seguro de vida es asequible para la gran mayoría de familias hispanas. En muchos casos por menos de lo que costaría una cena familiar en un restaurante es posible cubrir la cuota mensual de una buena póliza de seguro de vida.
Para las personas que sienten que no tienen suficiente conocimiento acerca del seguro o están esperando que alguien los llame, les recomiendo que tomen la iniciativa de informarse. Existen muchos recursos para conocer más sobre los seguros de vida. El sitio web www.cosaspasan.org de la Fundación LIFE ofrece muchos recursos sin costo alguno para informarse acerca del seguro. Tampoco cuesta nada hablar con agentes que venden seguros de vida y hacerles todas las preguntas que uno quiera. El deber del vendedor no es sólo vender, sino también informar y educar. No tiene uno que esperar hasta que lo llamen; es el deber de la persona que necesita el seguro ponerse en marcha.
No permita que exista un trecho entre su deseo de tener un seguro de vida y la compra del mismo. Visite hoy www.cosaspasan.org y llame a varios agentes para comenzar a informarse y tener la certeza de que si algo pasa, su familia estará protegida. Fuente: LIFE Foundation.