El Banco Central Europeo inyecta liquidez

marzo 1, 2012

El Banco Central Europeo inyecta otra gigantesca dosis de liquidez

Por David Enrich y Charles Forelle

 

LONDRES — El Banco Central Europeo otorgó 529.500 millones de euros (US$712.810 millones) en préstamos baratos a tres años a 800 bancos, el esfuerzo más reciente de la entidad por detener una crisis financiera que está entrando en su tercer año.

Los préstamos del miércoles se suman a los 489.200 millones de euros en créditos similares que el BCE repartió a 523 bancos a fines de diciembre. La meta de la entidad es ayudar a bancos con problemas a pagar deudas que vencen y persuadirlos para que presten a gobiernos y clientes con pocos recursos. La aceptación de los préstamos de esta semana fue más o menos consistente con lo que banqueros, inversionistas y analistas habían previsto.

Los préstamos de diciembre contribuyeron a un gran impulso de la deuda española e italiana, en particular entre bonos que vencen antes de que se venzan los préstamos del BCE. Esta vez, los títulos españoles e italianos a dos años registraron alzas moderadas, lo que redujo los rendimientos.

El precio del bono de Italia a 10 años, un indicador clave de la confianza de los inversionistas en la zona euro, también se fortaleció, lo que impulsó el retorno a 5,19%, comparado con 5,31% antes de que el BCE revelara la magnitud de sus créditos.

De todos modos, la reacción del mercado en general fue tibia, una señal de que el tamaño del programa no sorprendió. La gran disponibilidad de liquidez es suficiente para aliviar los temores de que los mercados de bonos podrían quedarse sin dinero, pero no tan grande como para sugerir que habrá grandes volúmenes de efectivo que inundarán los mercados.

El BCE no revela las identidades de los bancos que pidieron prestado, con la esperanza de evitar se que le asigne cualquier estigma al programa. Cerca de dos tercios de los créditos fueron a bancos de tres países de la zona euro: dos en la llamada «periferia», probablemente España e Italia, y uno en el «corazón», tal vez Francia o Alemania.

Una serie de bancos europeos informó que participó. En España, Banco Bilbao Vizcaya Argentaria SA, que pidió prestados 11.000 millones de euros en diciembre, afirmó que recibió una cantidad similar en esta ocasión. El banco británico Lloyds Banking Group PLC tomó 11.400 millones de libras (US$18.100 millones) luego de no participar en la ronda anterior. Intesa Sanpaolo SpA, de Italia, tomó prestados 24.000 millones de euros, duplicando los 12.000 millones que recibió dos meses antes.

«Nos está dando una póliza de seguros contra cualquier problema de liquidez», señaló en una entrevista el presidente de la junta directiva de Intesa, Andrea Beltratti.

La Operación de Refinanciación a Largo Plazo (LTRO, por sus siglas en inglés) del BCE ha emergido como quizás el arma más poderosa en el arsenal europeo para combatir la crisis.

Antes de que se anunciara el año pasado, los préstamos del BCE en general tenían que ser devueltos en un año como mucho. Ahora los bancos pueden pedir prestado virtualmente cantidades ilimitadas durante tres años a una tasa de interés de 1%, bien por debajo de lo que pagarían si tomaran un crédito en otro lado.

Un fenómeno similar de carry trade, o bicibleta financiera, ayudó a los bancos de EE.UU. a salir de la crisis de 2007-2008.

La primera entrega de liquidez del BCE en diciembre eliminó en gran medida el riesgo de que un banco se desplomara de repente por quedarse sin dinero.

También redujo las probabilidades de que los bancos tuvieran que deshacerse de grandes cantidades de préstamos y otros activos para reducir sus necesidades de financiación.

Algunos bancos, en particular en España e Italia, usaron partes de esos fondos para comprar bonos con mayores retornos emitidos por sus gobiernos en un momento en que muchos inversionistas seguían nerviosos, lo que ayudó a reducir los costos de financiación de los gobiernos.

Muchos bancos, en cambio, usaron los fondos principalmente para pagar deudas que vencían o simplemente depositaron el dinero en otros bancos o en el mismo BCE, aunque ofrecieran un retorno menor. La inyección no logró satisfacer la esperanza de algunos políticos de que estimulara los préstamos de los bancos a los consumidores en economías europeas con problemas.

La pregunta ahora es si los bancos usarán la segunda dosis de liquidez del BCE para financiar nuevos préstamos e inversiones, en especial a individuos y pequeñas empresas sedientas de crédito en medio de la crisis bancaria.

Beltratti, por ejemplo, indicó que Intesa usará una parte de los 24.000 millones de euros que tomó prestados esta semana para comprar bonos del gobierno italiano con vencimientos a tres años o menos.

«Aún hay margen para una estrategia de corretaje rentable», dijo, y agregó que el banco también destinará dinero a crétidos nuevos.
Fuente: The Wall Street Journal, 29/02/12.

El rescate no es el fin de la historia griega

febrero 21, 2012

El rescate no es el fin de la historia griega

Por Simon Nixon

 

Tras semanas de llevar la situación al borde del precipicio, mucha animosidad y el incumplimiento de fecha límite tras fecha límite, un acuerdo de deuda griega finalmente podría estar al alcance de la mano. Los ministros de Finanzas europeos se reunirán el lunes para decidir si aprobar un paquete de rescate de 130.000 millones de euros (US$170.900 millones) diseñado para reducir las deudas de Grecia a 120% de su PIB para 2020.

En los últimos días, un acuerdo había parecido imposible, tomando en cuenta el colapso casi total de la confianza de la euro zona en la clase política griega en general y en el líder de la oposición —y probable próximo primer ministro— Antonis Samaras. Incluso ahora, un acuerdo depende de que Grecia acceda a realizar sacrificios aún más humillantes en cuanto a la soberanía del dinero de rescate para priorizar el pago de intereses de deuda, y donde la zona euro tenga poderes extra en el escrutinio de los asuntos griegos.

Pero un acuerdo será un alivio para Grecia, la zona euro y los mercados: una cesación de pagos grave casi sin dudas llevaría a Grecia a abandonar la zona euro en circunstancias desconocidas pero potencialmente catastróficas. Por supuesto, Grecia aún deberá sortear muchos más obstáculos antes de recibir el dinero. El rescate depende de que Atenas logre asegurarse 100.000 millones de euros en alivio de deuda por parte de bonistas del sector privado, ya sea un acuerdo voluntario o al poner en marcha cláusulas de acción colectiva que deberán ser agregadas a los bonos en retrospectiva. Además, Grecia aún tiene que cumplir con más de 20 condiciones pendientes impuestas en su rescate previo de 110.000 millones de euros.

En tanto, el rescate deberá ser ratificado por buena parte de los parlamentos nacionales de la zona euro, incluidos los de Alemania, Finlandia y Holanda, países que tienen reservas sobre el acuerdo.

El que alivio proporcionado por el acuerdo sea de corto plazo o más duradero depende de lo que suceda a continuación. El segundo rescate griego sólo contribuirá a una resolución de la crisis del euro si las autoridades europeas reconocen que es sólo un paso en lo que seguramente sea un largo proceso para solucionar las fallas en la unión monetaria europea y no el último paso de ese proceso.

La racha favorable en los mercados desde diciembre le debe mucho al optimismo cauto de que la euro zona finalmente esté desarrollando una respuesta política coherente a la crisis del euro como a las medidas decisivas tomadas por el Banco Central. Los inversionistas apuestan a que los cambios de gobierno en Italia y España, y la creación de un pacto fiscal han generado el espacio político para la integración política y fiscal más profunda que se necesita para terminar con la crisis. Los mercados considerarán el acuerdo griego como una confirmación más de que existe la voluntad política para salvar al euro. Si los líderes, en cambio, interpretan este alivio como evidencia de que su trabajo está hecho y no realizan reformas más profundas, los mercados se tomarán una venganza terrible.

Eso es así porque pocos creen que un rescate que deja a Grecia con una carga de deuda equivalente a 120% de su PIB tenga posibilidades de funcionar. Cierto, cualquier evaluación de la sustentabilidad de la deuda griega posterior al rescate dependerá en parte de la tasa de interés y el perfil de vencimiento de la nueva deuda de país, incluyendo cualquier cambio a los términos de préstamos del sector oficial. La proporción deuda-PIB incluso podría caer por debajo de 120% antes de 2020 si la aceptación del canje de bonos por parte del sector privado es de 100% y el BCE accede a renunciar a las ganancias sobre su propia exposición de 45.000 millones de euros, según Credit Suisse. Pero esto depende en gran medida de lo que suceda con la economía griega. Muchos temen que tras cinco años de recesión durante los cuales el PIB cayó 14%, Grecia esté experimentando una fatiga ante la austeridad y que ya no hay apoyo político para implementar las reformas estructurales vitales para impulsar el crecimiento. Además, luego de dos años de objetivos no conseguidos, la confianza en los pronósticos oficiales es comprensiblemente muy baja.

La percepción de que este rescate no funcionará es tóxica ya que significa que la membresía de Grecia en la zona euro sigue en entredicho. Luego del acuerdo más reciente, el sector privado quedará con apenas un 30% de la deuda soberana griega, la cual se encontrará amparada por las leyes británicas, limitando las posibilidades de una nueva reducción de deuda en el futuro. Eso sugiere que cualquier pérdida futura quedará en manos de los contribuyentes griegos, algo que lo hace más difícil de vender políticamente y que podría alimentar las demandas de que Grecia sea expulsada de la unión. ¿Quién comerciará con Grecia si pende esa amenaza sobre ella? ¿Quién proveerá las inversiones vitales para crear nuevos empleos y crecimiento?

Por lo tanto, los líderes deben usar cualquier respiro que les de el rescate para profundizar la integración europea. Los inversionistas necesitan convencerse de que existe la voluntad política para salvar al euro, los votantes en Grecia necesitan convencerse de que vale la pena salvarlo.

La crisis ha desatado fuerzas poderosas y poderosamente repelentes a lo largo del continente, lo cual se refleja en el creciente apoyo a los partidos extremistas. Al mismo tiempo, la creciente aversión al riesgo entre los bancos, inversionistas y empresas amenaza con resquebrajar silenciosamente a la euro zona, a medida que los flujos de capital trasnacionales y el comercio se congelan. El BCE ha contribuido a esta balcanización del sistema financiero al permitir que los bancos centrales nacionales fijen reglas de colateral individuales.

Sólo una poderosa demostración de acción política colectiva puede revertir estas tendencias. Aliviar los términos del rescate de Portugal e Irlanda, reconociendo el cumplimiento de sus programas de austeridad, enviaría una señal de que la euro zona entiende la importancia de la zanahoria tanto como del garrote. La Unión Europea también debe profundizar urgentemente el mercado común, incluyendo el continuar con las medidas para liberalizar los sectores de energía y servicios y reformar la política agrícola común. También debería expandir el Banco de Inversión Europeo e impulsar los fondos estructurales para financiar un Plan Marshall genuino para Grecia y otros países periféricos.

Finalmente, la euro zona necesita reconocer que no habrá una solución a la crisis hasta que el destino de su sistema bancario se separe del de sus bonos soberanos. Eso requerirá la creación de un seguro de depósitos pan europeo y finalmente los euro bonos para darle a los bancos un activo alterno sin riesgos.

A menos que esto es lo que tengan en mente los ministros de finanzas de la euro zona cuando se sienten el lunes, no tienen por qué estar firmando el acuerdo. Para continuar con un rescate imperfecto, sin un plan para acelerar la integración de la euro zona y crear una unión monetaria funcional sería un acto de cinismo calculado que simplemente profundizaría la agonía griega, y la europea.
Fuente: The Wall Street Journal, 20/02/12.

La (des)Unión Europea: cómo se globalizó la crisis

febrero 19, 2012

La (des)Unión Europea: cómo se globalizó la crisis

Por Charles Forelle y Marcus Walker

 

Durante una reunión a puertas cerradas en Washington el 14 de abril (de 2011), el esfuerzo de Europa por contener su crisis de deuda comenzó a desmoronarse.

En la mansión de 19 dormitorios del embajador francés, ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales de las mayores economías del mundo escucharon a Dominique Strauss-Khan, entonces cabeza del Fondo Monetario Internacional, lanzar un ultimátum.

Grecia, el país que desató la crisis de deuda, necesitaría un rescate mucho mayor al planeado, indicó Strauss-Khan. A no ser que Europa aportara más efectivo, el FMI, que un año antes había acordado compartir la carga con los países europeos, no entregaría más ayuda para Atenas.

La advertencia causó una división entre los representantes de la zona euro sobre quién debería pagar para salvar a Grecia de la mayor bancarrota nacional de la historia. ¿Sólo los contribuyentes europeos? ¿O los bancos que le habían prestado a Grecia demasiado durante la burbuja de crédito global también deberían sufrir las consecuencias?

Al FMI no le importaba cómo, mientras todo quedara resuelto para mediados de año. «Necesitamos una decisión», afirmó Strauss-Khan.

Iba a ser un período fatídico para Europa. Una investigación de The Wall Street Journal, basada en más de dos decenas de entrevistas con autoridades de la zona euro, reveló la forma en que la unión monetaria cayó en la indecisión y no logró hacer frente ni a las preocupaciones inmediatas de los inversionistas ni a la debilidad fundamental que socavaba al euro. La consecuencia fue que una crisis en unas pocas economías pequeñas se convirtió en una amenaza para la supervivencia de la moneda común de Europa y un peligro para la economía global.

En abril, tras un año de drama y rescates, la zona euro parecía haber contenido la crisis inmediata a Grecia y otros países pequeños. De forma crucial, economías del bloque como España e Italia habían evitado la fuga desesperada de capitales.

Pero para julio, la división entre líderes de la zona sobre quién debía soportar la carga de la deuda de Grecia había llevado a los inversionistas a rehuir todos los países del euro con finanzas frágiles. Como un incendio fuera de control, la creciente incertidumbre amenazaba con envolver a todo el sur endeudado de Europa, arrasar con los recursos de su norte más rico y destruir el símbolo del sueño europeo de unidad, su moneda común.

Ahora, cuando los líderes del bloque se apresuran a labrar una alianza política más cercana, la lección de ese período se amplifica. La confianza del inversionista en la deuda pública es parte del cimiento del que dependen todos los estados. Y en la moneda común europea —un experimento único con el sustento de 330 millones de personas— los países ganarán o perderán esa confianza juntos.

La disputa en la reunión de Washington dividió a dos de los grandes hombres del continente, ambos nacidos en 1942 y ambos entre los padres del euro.

Wolfgang Schäuble, el ascético e irascible ministro de Finanzas de Alemania, comprendió el ultimátum del FMI. La zona euro debía idear un segundo paquete de rescate para Grecia para mediados de año, justo un año después de acordar un préstamo por 110.000 millones de euros, o US$140.000 millones.

Pero entonces, afirmó Schäuble: «No podemos simplemente comprar la parte de los inversionistas privados» con dinero de los contribuyentes. Los tenedores de bonos de Grecia tendrían que prestar más dinero, propuso Schäuble, en vez de tomar el pago por los bonos cuando venzan.

Jean-Claude Trichet, el cortés presidente francés del Banco Central Europeo, advirtió que no era conveniente obligar a los bonistas a aportar más dinero, lo que definitivamente retrasaría el pago. «Los inversionistas evitarían todos los bonos de la zona euro», dijo.

La reunión de abril terminó sin conclusiones.

El debate sobre obligar a los bonistas a contribuir al nuevo rescate para Grecia —conocido como involucramiento del sector privado— dividió a los países de la zona euro.

Alemania tenía aliados. En Holanda y Finlandia, gobiernos nuevos les habían prometido a los votantes que no pagarían por los problemas en países mediterráneos menos frugales. Romper esas promesas podría causar rebeliones en el Parlamento.

Pero Francia se sumó al BCE a la hora de resistirse a compartir la carga con los tenedores de bonos.

Tres semanas después de la reunión en Washington, el viernes 6 de mayo, irrumpió el pánico. El semanario alemán Der Spiegel reportó que Grecia pensaba abandonar la zona euro, y que las autoridades sostendrían una reunión secreta esa noche en Luxemburgo. El informe era cierto a medias. Hubo una reunión, pero Grecia no iba a marcharse.

Dentro de una casa de campo, altos funcionarios de la zona euro le dijeron al ministro de Finanzas de Grecia que esperaban más austeridad y reformas más rápidas a cambio de un nuevo paquete de ayuda.

Entonces Schäuble dijo que quería hablar sobre cómo funcionaría compartir la carga con los bonistas. Trichet, habitualmente de modales serenos, perdió la paciencia. «Quiero dejar sentada mi posición», insistió. «No estoy de acuerdo con que se involucre el sector privado, así que no tomaré parte en una discusión sobre los detalles prácticos».

La determinación de Trichet fue vital. Si el BCE dejaba de aceptar los bonos griegos como garantía por sus préstamos a bancos debido a que los bonos estaban en cesación, entonces los bancos griegos, que estaban llenos de los bonos de su gobierno, se quedarían rápidamente sin efectivo y colapsarían. Eso aumentaría radicalmente el costo de un rescate.

En Grecia, se iniciaba una nueva ola de huelgas y protestas masivas. Los manifestantes, enojados sobre la imposición europea de más recortes del gasto y aumentos de impuestos, chocaron con la policía frente al Parlamento de Atenas en las protestas más extensas y violentas en un año.

El jefe del FMI debía hablar del tema con la canciller alemana, Angela Merkel, en Berlín el 15 de mayo, y con ministros de la zona euro en Bruselas al día siguiente.

Strauss-Khan no pudo asistir. La policía de Nueva York lo sacó del avión con destino a París en el que se encontraba y lo acusó de atacar sexualmente a una mucama de hotel. (Los cargos fueron retirados luego, y los fiscales afirmaron que dudaban de la confiabilidad de la mucama).

El FMI envió a Bruselas un funcionario de menor rango, quien no tenía peso para apartarse del plazo impuesto por el Fondo.

El 1 de junio, el segundo de Schäuble, Jörg Asmussen, presentó un plan alemán durante una reunión de autoridades de Finanzas en Viena, en el palacio de Hofburg. Implicaba presionar a los bonistas griegos para que canjearan su deuda griega por nuevos bonos que vencerían mucho más adelante. Eso recortaría la cantidad de financiación que Grecia necesitaría de los contribuyentes europeos.

Grecia se sumergía en el caos. La exigua mayoría del acorralado primer ministro, George Papandreu, se desgastaba. El 15 de junio, una manifestación en la plaza central de Atenas se salió de cauce.

Solo en su oficina, Papandreu llamó al líder de la oposición parlamentaria y ofreció abrir el camino hacia un gobierno de unidad nacional. Las conversaciones fracasaron, y el gobierno griego siguió adelante muy debilitado.

Incluso Merkel tenía algunas dudas sobre la férrea insistencia de su ministro de Finanzas en que los bonistas griegos soportaran pérdidas. El 17 de junio, conversó sobre un plan más suave con el presidente francés Nicolás Sarkozy: un acuerdo de caballeros por el cual los bonos griegos serían pagados pero los bonistas se ofrecerían a comprar otros nuevos.

Schäuble se plantó. El veterano político conservador era el mayor partidario en Berlín del sueño europeo, pero también era el guardián de las finanzas de Alemania.

Cuando los ministros de Finanzas se volvieron a reunir el 20 de junio, Schäuble fue más allá. Debería decírseles a los bonistas griegos que no sólo deben aceptar un retraso en el pago, sostuvo, sino también perdonar parte de la deuda griega.

A medida que la economía griega avanzaba hacia una caída libre, sus deudas aumentaban más allá de la capacidad del país de pagar, sostuvieron los alemanes y sus aliados del Norte. Trichet y los países del Sur se resistieron. Las conversaciones se prolongaron durante horas. Los ministros sabían que no podían irse sin lograr algún tipo de acuerdo.

El Parlamento griego debatió las medidas de austeridad adicionales que pedía Europa.

Europa no había resuelto cómo mantener a flote a Grecia. El FMI —cuya demanda de una decisión había desatado toda la discusión— suavizó su ultimátum. Funcionarios del Fondo sostuvieron que estaban satisfechos con que Europa ideara algún tipo de rescate nuevo, y le envió a Grecia su ayuda el 8 de julio.

No fue suficiente para calmar a los mercados. La venta generalizada en los mercados de bonos obligó a los líderes a convocar a una cumbre de emergencia el 21 de julio.

Decidida a no permitir que la cumbre culminara sin un acuerdo, Merkel invitó a Berlín a Sarkozy, quien se oponía a la propuesta alemana sobre pérdidas para los bonistas.

Finalmente, Sarkozy afirmó que aceptaría que se involucrara el sector privado, si Merkel dejaba de oponerse a darle al fondo de rescate de la zona euro amplios poderes para comprar deuda de países débiles directamente y tomar medidas para proteger a países como España e Italia contra el contagio en el mercado de bonos. Merkel accedió.

A regañadientes, Trichet dio su aprobación. Pero fijó condiciones. Los gobiernos deberían asegurar los bonos griegos contra cesación de pagos para que el BCE pudiera continuar aceptándolos como colateral. Y deberían dejar en claro que ningún otro país excepto Grecia podría reestructurar su deuda.

Cuando los líderes de reunieron en la cumbre, Merkel admitió que el fantasma de las pérdidas para los bonistas estaba causando agitación en los mercados. Pero, indicó, reducir parte de la deuda griega era esencial.

Los 17 países del euro debieron acordar la participación del sector privado. Pero ante los cálculos de que el plan reduciría la deuda griega en sólo 19.000 millones de euros sobre más de 350.000 millones de euros en total, el primer ministro holandés, Mark Rutte, no quiso seguir adelante.

Horas más tarde, los líderes emitieron un comunicado. Para apaciguar a los que se resistían, mencionó los puntos clave de forma amplia y sin expresar compromiso; ofrecía la posibilidad de garantías para Finlandia (que quería más colateral a cambio de más crédito para Grecia) y describía el complejo acuerdo sobre bonistas en unas pocas oraciones y un lenguaje vago que le traería problemas al bloque más adelante.

Funcionarios tuvieron problemas para explicar el nuevo rescate griego y las pérdidas para bonistas. Analistas bancarios emitieron informes imprecisos.

La confianza de los inversionistas tambaleó cuando se hizo evidente que el compromiso alcanzado por Europa incluía lo peor de ambos mundos. Grecia sería empujada a un incumplimiento histórico: la primera vez en casi 60 años que un país desarrollado de Occidente no podía pagar sus deudas. Pero la cesación era tan pequeña que a Grecia aún le quedaba con una agobiante carga de deuda.

Y luego los funcionarios europeos se fueron de vacaciones. Los bonistas no. Huyeron en masa.
Fuente: The Wall Street Journal, enero 2012.

Construyendo puentes para el euro

febrero 19, 2012

Construyendo puentes para el euro

Por Nicholas Hastings

 

LONDRES — Un crédito puente para Grecia podría ser justo lo que necesita el euro.

Mientras los mercados esperan la reunión de ministros de finanzas del Eurogrupo el lunes con la esperanza de que finalmente aprueben el rescate por 130.000 millones de euros para Grecia, se supone que el riesgo de incumplimiento se eliminará y el euro repuntará.

Pero este no es el caso.

Un acuerdo el lunes se verá más como una medida precipitada que deja dividido al gobierno de Alemania, al gobierno griego alienado y dominado por la Unión Europea, y al propio pueblo griego con mayores probabilidades de elegir a un gobierno contrario a la austeridad en abril.

Agregue el intento del Banco Central Europeo de crear otros 15.000 millones de euros en financiamiento mediante un canje de bonos que hará que otros tenedores de bonos se sientan engañados, y las probabilidades de que el plan de rescate completo fracase y Grecia de todos modos caiga en un incumplimiento, seguirán siendo tan altas como antes.

Hace unos días surgió una propuesta en Alemania para proporcionar un crédito puente a Grecia con el fin de cubrir el pago programado para el 20 de marzo y postergar un paquete de rescate hasta después de las elecciones del país. Pero la propuesta fue descartada rápidamente con el apuro de los políticos por cumplir el plazo del lunes.

Sin embargo, ese ejercicio podría tener mucho más mérito de lo que parece a primera vista.

En primer lugar, y quizás lo que es más importante, un crédito puente daría tiempo para aliviar las tensiones entre Alemania y Grecia.

Puede que los fuertes intercambios entre los líderes políticos de ambas naciones hayan sido beneficiosos para la muchedumbre, pero sólo dificultan las negociaciones.

Un crédito puente también permitiría a Grecia realizar las elecciones en una atmósfera un poco menos frenética al eliminar parte de los plazos inmediatos para el pago. Cualquier rescate que se negocie después de las elecciones atraería mucha más confianza del mercado que un plan elaborado antes de que Grecia decida su nuevo gobierno.

Pero existen otras dos razones muy importantes para un crédito puente.

Están los planes del BCE de ofrecer otra operación de refinanciamiento a largo plazo a los bancos europeos al final de este mes. En cuanto a su predecesor en diciembre, se espera que los ingresos de estos créditos baratos sean usados por los bancos para apuntalar los mercados locales de bonos y reducir más los costos de financiamiento.

La otra razón es la continua mejoría de la economía mundial.

Cada semana que pasa, surgen nuevas cifras que muestran que la recuperación en Estados Unidos está cobrando fuerza, e incluso los funcionarios de la Fed exhiben posturas menos acomodaticias de lo que lo hacían no hace mucho. La noticia de que las solicitudes de beneficio por seguro de desempleo disminuyeron alentó las esperanzas de que el sector de consumo recibirá más flujos de dinero y que finalmente acelerará la recuperación de las empresas.

Las sólidas cifras de empleo de Australia e incluso la inesperada mejora en las ventas minoristas del Reino Unido el mes pasado contribuyen a dar la impresión de que la amenaza de una recesión global se está desvaneciendo.

Para los países de la eurozona en crisis, y en particular para Grecia, estas solo pueden ser buenas noticias y proporcionan un telón de fondo más positivo para negociar un rescate más convincente y reducir las probabilidades de contagio hacia otros países periféricos.
Fuente: The Wall Street Journal, 17/02/12.

Moody’s rebaja la calificación de la deuda de seis países de la euro zona

febrero 14, 2012

Moody’s rebaja la calificación de la deuda de seis países de la euro zona

Por Drew Fitzgerald

 

Moody’s Investors Service rebajó el lunes las calificaciones de deuda de seis países europeos y advirtió que sus calificaciones máximas para Austria, Francia y Reino Unido podrían estar en riesgo.

La firma rebajó la calificación de deuda de Italia en un escaño a «A3», lo que corresponde a cuatro escaños sobre el territorio de grado especulativo, y mantuvo la perspectiva Negativa para la tercera mayor economía de la eurozona.

Las calificaciones de España, Malta, Portugal y Eslovenia también se rebajaron en un escaño y mantuvieron sus perspectivas Negativas, indicó Moody’s.

Las perspectivas de Austria, Francia y Reino Unido pasaron a Negativas.

La medida de Moody’s sigue medidas similares tomadas el mes pasado por Standard & Poor’s y Fitch Ratings donde se rebajaron las calificaciones de varios países de una sola vez. Al igual que S&P y Fitch, Moody’s citó las preocupaciones por la actual crisis de deuda, la manera en la que está siendo manejada y el impacto sobre varias economías de la región como causal de las rebajas. Moody’s mencionó además la fragilidad de los mercados financieros en Europa y las posibilidades de futuros problemas en el sistema debido a la crisis.

Moody’s rebajó el lunes las calificaciones de deuda de Italia, Malta, Portugal, Eslovaquia, Eslovenia y España. Las calificaciones de los seis países fueron rebajadas el mes pasado por S&P. En tanto, Fitch rebajó el mes pasado las calificaciones de deuda de Italia, Eslovenia y España.

Si bien Moody’s fue el último en tomar medidas, fue el más severo con Portugal y España. La rebaja de Moody’s a la deuda de Portugal lleva la calificación de deuda del país más hacia territorio chatarra, con «Ba3», tres escaños por debajo del grado de inversión.

Donde Moody’s sí se diferenció de las medidas recientes tomadas por otras calificadoras fue al modificar la perspectiva para Reino Unido. Moody’s señaló el lunes que los recientes acontecimientos señalan débiles prospectos macroeconómicos para Europa, lo que hace más difícil para los países implementar medidas de austeridad para reducir su deuda.
Fuente: The Wall Street Journal, 14/02/12.

El euro ahora necesita observar a los griegos

febrero 10, 2012

El euro ahora necesita observar a los griegos

Por Nicholas Hastings

 

LONDRES — El euro posiblemente esté descontando a Grecia, pero no puede permitirse descontar a los griegos.

En las últimas semanas, la moneda única ha permanecido firme debido a que las inyecciones de liquidez, conocidas como LTRO, del Banco Central Europeo han ayudado a reducir los costos de financiamiento de la deuda de los países periféricos.

Debido a que el riesgo de contagio desde Grecia ha disminuido y las perspectivas de crecimiento mundial en general han mejorado, los inversionistas se han mostrado contentos por seguir realizando coberturas de sus posiciones al descubierto en euros.

Las promesas de la canciller alemana Angela Merkel de mantener a Grecia en la unión monetaria, y las sugerencias del BCE de que está preparado para flexibilizar sus normas de financiamiento monetario para proporcionar a Grecia incluso más efectivo, han ayudado para que el euro sortee con éxito las últimas etapas de la crisis de deuda de Grecia.

De hecho, los inversionistas se han confiado tanto en que el gobierno griego alcanzará un acuerdo con la troika —lo que le asegurará obtener un segundo rescate de 130.000 millones de euros y cumplir con su primer vencimiento de pagos por 14.500 millones de euros para el 20 de marzo— que las opciones de divisas muestran que la volatilidad a un mes ha caído a un mínimo de nueve meses.

En pocas palabras, eso significa que los temores de un colapso indeseable del euro en el corto plazo están cediendo rápidamente.

Esto sigue siendo así pese a que siguen aumentando las tensiones.

Los ministros de Finanzas de la zona euro han rechazado el último paquete de austeridad, y el ministro de Finanzas griego, Evangelos Venizelos, volvió el jueves por la noche a Atenas con instrucciones de recortar otros 325 millones de euros, proporcionar seguridad sobre su implementación y obtener la aprobación general del parlamento para el domingo.

Luego, el lunes debería complementarse con un acuerdo con los tenedores de bonos del sector privado, permitiendo a los ministros volver a reunirse y sellar todo el miércoles.

Pero, todo esto justo en momentos cuando los griegos podrían comenzar a tener algo más que decir.

Datos de esta semana muestran que, incluso sin la última ronda de fuertes reducciones de gastos, la economía griega ya está implosionando. La producción industrial cayó 11,3% adicional, el desempleo se sitúa sobre 20% y la tasa de desempleo juvenil ascendió sobre 45%.

Los sindicatos ya han respondido con una serie de huelgas, que incluyen la última paralización por 48 horas el viernes y sábado. El ministro de Trabajo ya renunció y aunque el gobierno afirma que tendrá una saludable mayoría para aprobar la votación del domingo, el resultado difícilmente se puede dar por hecho debido a que más miembros del parlamento han recibido presión para votar en contra del paquete.

Como admitieron funcionarios griegos, la votación será más una votación sobre la permanencia del país como miembro del euro que otra cosa.

Todo esto, por supuesto, se produce antes de cualquier implementación real de los últimos recortes, los cuales posiblemente no encuentren mucho respaldo antes de las elecciones una vez que el gobierno tecnócrata de Lucas Papademos renuncie dentro de unos pocos meses.

A medida que aumente el riesgo de mayores desórdenes sociales y se ponga más en duda la pertenencia de Grecia en el euro, los inversionistas bien podrían encontrar que asumir nuevas posiciones al descubierto en la moneda única sea probablemente su mejor forma de defensa.

Esto bien podría explicar que aunque la volatilidad a corto plazo posiblemente haya caído en el mercado de opciones, las de más largo plazo aún están aumentando a medida que los inversionistas cubren sus apuestas sobre cómo se las arreglarán los propios griegos.
Fuente: The Wall Street Journal, 10/02/12.

El euro cambia, ¿pero hacia qué?

enero 25, 2012

El euro cambia, ¿pero hacia qué?

Por David Cottle

 

LONDRES (Dow Jones) — Entonces, ¿qué es el euro ahora?

¿Un activo de riesgo, una moneda de financiamiento de carry trade o sólo un fracaso anticuado?

Era mucho más fácil definirlo al final del año pasado. Las correlaciones en máximos récord entre la moneda única y los nerviosos mercados de acciones lo explicaban. El euro era un «activo de riesgo», como esas acciones, materias primas y las monedas de sus productores. Entonces, cuando los inversionistas se sentían optimistas sobre el crecimiento mundial se retiraban, cuando no (y generalmente no lo hacían) regresaban.

Ahora un nuevo año puede ser solo un concepto, una mera vuelta de hoja en el calendario, pero ya parece que algo ha cambiado. El euro está saliendo de la lista de activos riesgosos, dejando al resto. Las correlaciones entre los movimientos de las acciones y del euro respecto del dólar siguen siendo elevadas, pero son levemente inferiores a los niveles récord registrados en el último trimestre de 2011.

Ciertamente parece que el sentido común de los mercados se ha vuelto un poco más perspicaces. Los inversionistas no están más relajados sobre el futuro de la zona euro, pero sí parecen más dispuestos a creer que el resto del mundo puede crecer incluso mientras Europa languidece, lo cual ciertamente no era así a finales del año pasado cuando todos parecían estar en la misma bolsa.

Además, el informe más reciente del Mercado Monetario Internacional mostró un número récord de posiciones en descubierto netas en el euro frente al dólar en la semana al 17 de enero.

Por lo tanto, se podría argumentar con bastante certeza que el euro se está transformando en una moneda de financiamiento de carry trade, en la que se toman préstamos para financiar operaciones en activos de mayores rendimientos en otro lugar, lo cual ahora parecería tener sentido en este mundo económico más diferenciado. Tiene las dos credenciales claves del carry trade, tasas básicas bajas y descendiendo y, al menos según los especuladores, muy pocas posibilidades de recuperar el terreno perdido.

Los analistas de SchneiderFX parecen tener pocas dudas. «Dejemos una cosa en claro: el euro siempre ha sido una moneda de carry trade». Lo que ha cambiado desde los recortes de tasas del Banco Central Europeo y las provisiones de liquidez en el último trimestre de 2011 es que simplemente hay más euros en circulación, añadieron, lo que significa que habrá demanda de activos con mayores rendimientos, y que habrá «áreas» de crecimiento en lugares donde pueden desplegarse capitales occidentales.

No obstante, estas operaciones de carry trade financiadas con euros solo tienen sentido en tanto los inversionistas crean que puede haber una recuperación sustentable en todas partes, especialmente en Estados Unidos, que de la nada se ha transformado en un héroe en un espacio de tiempo muy corto. Demasiado corto para algunos.

«Gran parte de la debilidad del PIB de Estados Unidos en el tercer trimestre fue atribuida a una pausa en la acumulación de inventarios», dijo el economista jefe de Monument Securities, Stephen Lewis.

Una reanudación de la tendencia sería un beneficio extraordinario, dijo, pero a menos que las tenencias en inventarios no solo sigan creciendo sino que continúen acelerándose, no se repetiría. «Las posibilidades son, entonces, que los trimestres futuros decepcionen las expectativas de una recuperación sostenida del crecimiento del PIB de Estados Unidos».

Si está en lo cierto, también decepcionará a los inversionistas que creen que Estados Unidos puede crecer incluso si Europa no lo hace, incluidos los operadores de carry trade.
Fuente: The Wall Street Journal, 24/01/12.

 

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