Escenarios con Grecia fuera del euro

mayo 19, 2012

Escenarios con Grecia fuera del euro

Por BRUSELAS. ESPECIAL

 

La Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE) trabajan desde hace semanas en la posible salida de Grecia de la zona euro. Así lo reconoció ayer el comisario europeo de Comercio, el liberal belga Karel De Gucht, en una entrevista al diario de su país De Standaard.

Es la primera vez que un alto responsable europeo admite que el bloque comunitario ha preparado grupos de trabajo para enfrentarse al abandono griego de la moneda única. Funcionarios de la Unión llevan semanas reconociendo bajo anonimato que esos trabajos ya habían empezado, pero ningún cargo político lo había admitido hasta ahora.

De Gucht añadía en la entrevista que “hace año y medio había peligro de un efecto dominó, pero hoy hay, tanto en el seno del Banco Central Europeo como de la Comisión Europea, servicios que estudian escenarios de emergencia en caso de que Grecia no salga adelante”.

“La salida de Grecia no significaría el fin del euro, como pretenden algunos”, añadió De Gucht. “Lo importante es saber si todo el mundo puede conservar la sangre fría en las próximas semanas”, agregó.

En un movimiento extraño para los usos de las instituciones europeas, un portavoz del Ejecutivo comunitario desmintió las palabras de su jefe. Olivier Bailly utilizó su cuenta de Twitter para decir que “La Comisión Europea niega firmemente estar trabajando en un escenario de salida de Grecia”.

Olli Rehn, comisario de Economía, también desmintió a su compañero. De Gucht había dicho a De Standaard que no podía “decir nada más”. En público, sus principales dirigentes, como el presidente José Durao Barroso y el mismo Rehn, repiten cada vez que tienen un micrófono delante que quieren que Grecia continúe en el euro.

El FMI sí reconoció esta semana, por boca de su directora general, Christine Lagarde, que hacía “preparativos técnicos” por si se diera la eventualidad de que Grecia volviera a su antigua moneda nacional.
Fuente: Clarín, 19/05/12.

La eurozona desafía a sus detractores

mayo 16, 2012

La eurozona desafía a sus detractores

Por Richard Barley

 

La eurozona se niega a seguir el guión. Se predijo que el bloque monetario volvería a entrar en recesión durante el primer trimestre; sin embargo, la economía no registró cambios, una mejora en relación a la contracción de 0,3% del trimestre anterior y muy por delante de las previsiones generales que anunciaban un declive de 0,2%, según los datos facilitados el martes por Eurostat. La eurozona podría ser mucho más resistente de lo reconocen sus detractores.

Ciertamente la recesión se esquivo en gran parte gracias a Alemania que es responsable de 27% del Producto Interno Bruto de la eurozona y alcanzo un crecimiento de 0,5%, muy por encima de las expectativas de 0,1%. No obstante, Bélgica, Austria, Finlandia, Eslovaquia y Estonia también registraron un crecimiento de entre 0,2% a 1,3% durante el trimestre. Una de las sorpresas más grandes fue que Portugal apenas registro una contracción de solamente 0,1% y desafío los miedos sobre el efecto de la austeridad.

Por supuesto, Europa todavía no está a salvo. La economía francesa, la segunda más grande del bloque, ni creció ni se contrajo en el trimestre y estuvo apoyada por un aumento de los gastos del gobierno con motivo de las elecciones, el cual podría desvanecerse en los próximos trimestres. Holanda, España, Italia, Portugal y Chipre están en recesión. Los datos estadísticos sugieren que el segundo trimestre ha tenido un arranque poco auspicioso y el riesgo de una posible salida de Grecia del euro es enorme; los mercados quedaron duramente golpeados por el colapso de las conversaciones en Grecia para formar un gobierno de coalición.

La división del crecimiento norte sur puede representar una fuente de problemas. Si la perspectiva económica empeora más para España e Italia y los rendimientos siguen aumentando, los inversionistas en bonos pueden cuestionar seriamente otra vez las dinámicas de la deuda. La divergencia en el crecimiento puede avivar las tensiones políticas, sobre todo sobre el grado de apoyo a las economías en dificultades por parte del banco central europeo.

Sin embargo, la divergencia en las economías regionales es una parte normal de la unión monetaria. Los países periféricos están reduciendo las importaciones y llevando a cabo reformas, mientras que los países del Norte como Alemania se centran en reequilibrar sus economías mediante un aumento del consumo doméstico. Una mayor integración económica es el requisito para completar ese reequilibrio y mantener la aceptación popular.

Los grandes perdedores de los datos publicados el martes son los políticos del Reino Unido que presentaron como la razón de su reciente flojo desempeño económico la crisis en la eurozona. La relativa resistencia de Europa demuestra que la mayor parte la debilidad inglesa tiene que ver con factores domésticos.
Fuente: The Wall Street Journal, 16/05/12.

Grecia: La salida del euro dejó de ser tabú

mayo 15, 2012

La salida del euro dejó de ser tabú

Por Aurelia End

 

Agencia AFP. BERLIN – La salida de Grecia de la zona euro dejó de ser un tema tabú en Alemania, donde el prestigioso semanario Der Spiegel tituló en tapa esta semana «Adiós a la Acrópolis«, el ministro de Finanzas habla abiertamente de esta posibilidad y los economistas calculan el costo que tendría para la economía alemana.

Es un tabú que también cayó en Europa, donde se endurece el mensaje para que Atenas aplique la austeridad pese al descontento en la calle y el caos político en el que se encuentra el país desde las últimas elecciones (ver aparte).

Tanto para los responsables alemanes como para los de la Unión Europea (UE), o incluso para el Banco Central Europeo (BCE) -el mayor defensor de una zona euro preservada con sus fronteras actuales-, el escenario de la salida ha dejado de constituir el cataclismo del que se hablaba hace sólo unos meses.

El jefe del Banco Central de Bélgica, Luc Coene, también planteó la posibilidad de un «divorcio amistoso» en el Financial Times. En su tapa, Der Spiegel, de centroizquierda, recogió hace unos días las declaraciones contundentes del ministro de Finanzas, el conservador Wolfgang Schäuble. El viernes, en una entrevista, cuando se le preguntó sobre los riesgos de una salida de Grecia del euro, respondió: «Europa no cae tan fácilmente», antes de subrayar que no puede «obligar a nadie» a conservar la moneda única.

Anteayer, cuando se lo consultó sobre los eventuales preparativos de Berlín para este escenario, Schäuble dijo al diario Die Welt que sería «curioso» que el gobierno de la canciller Angela Merkel «no se preparase para todos los escenarios posibles». Hasta ahora, sólo algunos diputados y economistas ultraliberales habían mencionado tal posibilidad. Pero ante el estancamiento político griego, el «Grexit» (término empleado por los mercados para evocar la salida de Grecia) es una idea generalizada.

La primera economía europea, también primera contribuyente a todos los planes de ayuda a Atenas, ya ha calculado la factura y la considera soportable, gracias a la solidez de su economía. Los expertos creen que el costo de una salida de Grecia, que supondrá el impago de las ayudas que corresponden a Alemania, sería de 86.000 millones de euros. Y podría elevarse a más de 100.000 millones, si se tiene en cuenta la parte de Alemania en el FMI, también un acreedor de Grecia, así como las pérdidas de los bancos públicos regionales.

La Comisión Europea, en tanto, afirmó ayer que desea que Grecia se mantenga en la zona euro, pero con la condición de que respeten los compromisos asumidos con sus acreedores. Su presidente, José Manuel Durão Barroso, fue elíptico: «No quiero hablar de un país específico, pero si un país no respeta las reglas, es mejor que se vaya del club»..

Fuente: La Nación, 15/05/12.

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Der Spiegel cree que Atenas “debe abandonar el euro ya”

 

Der Spiegel se posiciona claramente ante la persistencia del callejón sin salida político de Grecia y el riesgo de que la crisis de la deuda helena arrastre consigo a la moneda única. El semanario de Hamburgo clama en portada “Adiós Acrópolis”, explicando “por qué Grecia debe abandonar el euro ya”.

Haciéndose eco de las dudas alemanas sobre la capacidad de los partidos políticos griegos de formar un Gobierno tras las elecciones legislativas del 6 de mayo, Der Spiegel explica que “en Berlín, la situación en Grecia evoca la de la República de Weimar”, y reaviva el espectro del régimen posterior a la Primera Guerra Mundial en Alemania. Minada por la inestabilidad, sirvió de base para el nazismo:

La llamada ‘vergüenza’ de los alemanes por [las condiciones impuestas por] el tratado de paz de Versalles parece que en el caso de los griegos se ve representada en los objetivos de recuperación financiera exigidos por Bruselas. Como en los años veinte en Alemania, son los partidos extremistas los que salen beneficiados.

Incluso aunque lo deseable es que Grecia salga de la zona euro, señala Der Spiegel,

Nadie puede forzar a los griegos a abandonar el euro. Pero está claro que eso revertiría en su propio interés. […] La salida de Grecia de la zona euro es la única oportunidad para el país se recupere. Los griegos tendrían su propia moneda, que podrían devaluar. Así las importaciones serían más caras y las exportaciones, más baratas. […] La solidaridad entre los Estados europeos no está vinculada a su pertenencia al euro, y por ello el resto de los países deberán también ayudar a Grecia con grandes sumas de dinero.

Otro argumento esbozado por el semanario: la salida de Grecia de la unión monetaria “mandaría una señal clara al resto de los países en quiebra: no se chantajea a Europa”.

Fuente: Presseurop, 14/05/12.

 

Los beneficios del euro

mayo 10, 2012

Oda al atribulado euro

Por Amar Bhidé

 

La aplastante derrota del domingo de la coalición gobernante de Grecia en las elecciones parlamentarias está alimentando los temores de que el país abandonará la zona euro y tratará de devaluar para salir de la crisis.

Algunos creen que ese es el camino correcto. Argumentan que Grecia y otros países de la periferia sur del continente nunca deberían haberse unido al euro. La dura competencia mundial deprime los precios, mientras que los rígidos mercados laborales sostienen los salarios. Un menor tipo de cambio aliviaría estas presiones, pero la competitividad de los exportadores en Alemania y otros países del norte mantienen alto el valor del euro.

El argumento para huir del euro para devaluar es un error. Grecia y otras economías periféricas perdieron poco al renunciar a sus monedas nacionales. Tampoco su membresía hizo que la euro zona fuera demasiado extensa como para comprometer su éxito. Al contrario, su tamaño y heterogeneidad es una ventaja.

Se supone que las devaluaciones de moneda dan una salida a los países con empresas con desventajas competitivas crónicas y mercados laborales rígidos. La devaluación equivale a una reducción de precios que permite a las empresas locales mantener o incluso ampliar su participación en los mercados internacionales. La devaluación, indica el argumento, también aumenta el precio de las importaciones, dando a las empresas locales una ventaja en su propio mercado.

Fundamentalmente, en este punto de vista, las devaluaciones hacen viables a las empresas en dificultades, ya que pueden reducir los precios en relación con sus competidores internacionales sin tener que recortar de forma explícita los salarios que pagan a sus empleados.

Pero he aquí el truco. La devaluación funciona en la medida en que no desata una exigencia de aumentos salariales, a pesar de que la depreciación de la moneda aumenta el precio de las importaciones y reduce el poder adquisitivo de los trabajadores.

Claro, los empleados podrían ser susceptibles a una ilusión del dinero y preocuparse sólo de sus salarios nominales. Pero no son las demandas de los trabajadores individuales lo que hace a los mercados laborales excesivamente rígidos, sino los sindicatos y otros participantes institucionalizados. Los sindicatos que no negocien recortes salariales con sus empleadores probablemente no permitirán que la devaluación erosione su salario real de una manera menos visible. De hecho, los contratos sindicales contienen a menudo protecciones contra la inflación.

La devaluación es una intervención contundente, impuesta de arriba hacia abajo, cuyos beneficios y costos se difunden de maneras impredecibles y a menudo indeseadas. Por ejemplo, la devaluación puede impulsar las ganancias y los salarios de las empresas que ya son internacionalmente competitivas, al mismo tiempo que hacen poco para ayudar a aquellas que lidian con venenosas relaciones laborales, rígidas normas de trabajo y onerosas obligaciones pensionales.

Peor aún, las devaluaciones recortan los ingresos reales de aquellos que menos pueden permitirse las pérdidas: los ancianos que dependen de sus escasos ahorros y pensiones, los empleados con bajos salarios no sindicalizados y que carecen de habilidades valiosas, y las pequeñas empresas que ni siquiera consiguen un impulso temporal de sus márgenes de ganancias, debido a que se mueven sólo en el mercado local.

Por el contrario, cuando los países renuncian a su opción de devaluar mediante a su incorporación a la unión monetaria, advierten un beneficio claro y tangible: la reducción de costos e incertidumbre del comercio, la inversión y el desplazamiento dentro de la zona de la moneda. La gente y las empresas no tienen que pagar por la conversión de las divisas o preocuparse por los cambios en los tipos de cambio.

También se espera menor volatilidad en relación con los tipos de cambio con otras monedas, ya que el rendimiento combinado y las perspectivas del conjunto, con sus muy diversas economías, será más estable que el de las partes.

Es cierto, el aumento de las exportaciones en una parte —Alemania, en el caso de la zona euro— puede provocar una apreciación de la moneda común que altera los precios y costos en otras partes de la unión. Pero los países con sus propias monedas no son inmunes a los cambios no deseados en sus tipos de cambio. A medida que la libra esterlina aumentó con las exportaciones de petróleo del Mar del Norte en la década de 1980, los fabricantes británicos se vieron en dificultades. Hoy en día, los ingresos de capital no deseado han creado un dolor de cabeza a Suiza por el tipo de cambio.

Por último, está la cuestión de la independencia del banco central. Los gobiernos pueden hablar de dientes para afuera, pero en tiempos de estrés enfrentan una fuerte tentación de obligar a los bancos centrales a cubrir los déficits presupuestarios a través de la impresión de dinero. A menudo, los banqueros no esperan que se les diga (como lo indican las recientes rondas de flexibilización cuantitativa de la Reserva Federal).

Conseguir que los gobiernos democráticos acuerden crear una autoridad monetaria independiente para una gran unión monetaria multinacional es una idea desalentadora: el Banco Central Europeo es el único caso conocido. Pero una vez creado, es relativamente difícil que los gobiernos nacionales intervengan, dada la independencia sin igual del BCE.

El público parece estar por delante de muchos expertos y políticos sobre el tema. Aunque las mayorías en Reino Unido y Dinamarca —los países que se mantuvieron fuera de la zona euro— no expresan arrepentimiento, encuestas de Eurobarometer todavía muestran un respaldo público considerable a la moneda común en todos los países que se unieron.

A pesar de la crisis, la mayoría de los griegos e irlandeses —como los alemanes y franceses— creen en el euro. Y con buena razón: el sobreendeudamiento soberano y la solvencia bancaria son serios problemas para Europa, pero la moneda común está haciendo muy bien su trabajo.-

-Bhidé, profesor de negocios internacionales de la Escuela Fletcher de la Universidad Tufts, es el autor de «A Call for Judgment: Sensible Finance for a Dynamic Economy».
Fuente: The Wall Street Journal, 09/05/12.

Grecia sigue amenazando el euro

mayo 10, 2012

Después de dos años, Grecia sigue amenazando el euro

Por Marcus Walker

 

ATENAS—Dos años después de que Europa rescatara a Grecia para proteger al euro, la operación se ha convertido en una debacle que amenaza con aniquilar la moneda común.

Después de que las elecciones del 6 de mayo en Grecia dejaran a los partidos a favor del rescate en una posición demasiado débil para formar gobierno, es probable que se celebren nuevos comicios en junio, pero no hay garantía de que surja un gobierno estable. Para el mes que viene, Atenas debe identificar nuevos recortes presupuestarios del orden de los 11.500 millones de euros, unos US$15.000 millones, o arriesga la suspensión de los préstamos internacionales que necesita para pagar las pensiones y administrar las escuelas. Si no consigue el dinero, no tendrá más remedio que imprimirlo.

La crisis griega representa la culminación de un experimento radical de austeridad y reforma económica que han dejado al país al borde del colapso social y político. La historia del fallido rescate sugiere que imponer políticas de austeridad severa sobre los países de la zona euro no salvará la moneda y puede agravar la crisis.

El ejemplo griego ilustra la contradicción entre la disciplina exigida por Alemania, a cambio de ayudar a otros miembros de la zona euro, y el sufrimiento económico que otras sociedades pueden soportar. Grecia demuestra que lo que es necesario para justificar un rescate ante el escéptico electorado alemán puede constituir una calamidad política en la endeudada periferia de Europa.

«El programa es un suicidio, no sólo para Grecia sino también para el euro», dice Louba Katseli, ex ministra de Finanzas de Grecia. «En España, Portugal, Italia, en todas partes se está cometiendo el mismo error», afirma en alusión a la insistencia de la Unión Europa en recortar el gasto en medio de una recesión.

Alemania reiteró el miércoles que Grecia debe cumplir sus promesas de austeridad. Los gobiernos de la zona euro decidieron aplazar parte del próximo tramo del rescate como una advertencia a los políticos griegos.

El rescate de Grecia orquestado por la UE y el Fondo Monetario Internacional fue el mayor paquete de ayuda financiera otorgado a un país de la historia, con un total de 245.000 millones de euros en préstamos pagados o prometidos. También ha involucrado la mayor cesación de pagos de la historia, eliminando de un plumazo 100.000 millones de euros de deuda soberana griega.

No obstante, la reestructuración de la deuda griega dejó dos grandes desafíos pendientes: controlar una deuda creciente que ya es 1,5 veces el tamaño de la economía y forzar una rebaja de los salarios y los precios para impulsar la competitividad del país.

Para mantener a Grecia a flote, la UE y el FMI duplicaron su apuesta en marzo, expandiendo el paquete de asistencia pese a la creciente parálisis política del país.

Según varias fuentes cercanas, la responsabilidad del desastre recae sobre una clase política que no pudo o no quiso reformar el país, un programa irrealista que asumía un rápido repunte económico pese a la austeridad draconiana y el peso de la deuda, y la desconfianza entre Grecia y sus acreedores.

«Era casi una misión imposible», asegura George Papandreou, ex primer ministro de Grecia que negoció el rescate original y luego abandonó el cargo el año pasado tras una revuelta en su partido.

Papandreou relata que cuando le pidió a Angela Merkel condiciones más llevaderas en 2010, la canciller alemana respondió que el programa de ayuda tenía que ser doloroso. «Necesitamos asegurarnos de que nadie más quiera esto», contestó Merkel. La economía griega se ha contraído 14% en los últimos tres años y el FMI pronostica, en privado, un retroceso de 6,5% este año.

Europa teme que una salida de Grecia del euro podría desatar una fuga de capitales de Portugal, España y otras economías alicaídas del bloque. Algunas autoridades europeas argumentan, en privado, que el euro podría soportar la salida de Grecia porque los mercados entienden que su crisis es especialmente severa.

A otros les preocupa que al provocar corridas contra los bancos y los mercados de bonos soberanos, la salida de Grecia podría hacer peligrar el euro. Eso colocaría a Alemania y el norte de Europa ante un dilema: ver cómo colapsa la pieza central de décadas de integración política en Europa o apresurarse a formar una unión fiscal más profunda, incluyendo una emisión de bonos comunes, para salvar al euro.

Cuando el FMI y los países de Europa le ofrecieron a Grecia en mayo de 2010 un paquete de rescate de 110.000 millones, pensaron que habían actuado en forma decidida para evitar una calamidad.

El acuerdo exigía que Grecia pusiera en orden sus finanzas públicas y modernizara un sobrecargado sistema burocrático y un enjambre de leyes que habían hecho que su economía fuera poco competitiva.

Si bien todos concordaban en que Grecia necesitaba controlar el gasto fiscal, el FMI esgrimió que los cambios estructurales deberían tener prioridad y los recortes de gasto serían paulatinos, con el fin de proteger la economía.

Pero Alemania se opuso. Las reformas estructurales tendrían que hacerse al mismo tiempo que la implementación de un drástico plan de austeridad para reducir el déficit fiscal de 15,8% del Producto Interno Bruto en 2009 a menos de 3% para 2014. El cronograma fue poco realista. Los recortes de gastos y alzas de impuestos arrastraron a la economía a una recesión tan severa que el déficit se estancó en alrededor de 10% del PIB.

Normalmente, cuando el FMI impone medidas de austeridad, obliga al país a devaluar su moneda, con el objetivo de abaratar sus exportaciones y, de este modo, compensar la caída de la demanda interna. Pero Grecia no tiene una moneda propia que devaluar. Su espiral descendente se parece más al que sufrió Argentina hace una década, cuando intento mantener un tipo de cambio fijo frente al dólar a pesar de que la austeridad del FMI acentuaba la recesión, lo que desembocó en una crisis social y política.

Pese a sus dudas sobre el plan, Grecia empezó con paso firme a imponer medidas. Las encuestas mostraban un sólido apoyo público a los esfuerzos por reducir la burocracia, la corrupción y la evasión de impuestos, y eliminar los privilegios de algunos grupos de interés. Abogados, taxistas, empleados ferroviarios y otros grupos contaban con protecciones contra la competencia o ventajas fiscales, causando la creación de carteles y mucho despilfarro.

El ministro de Finanzas George Papaconstantinou, atacó el déficit público. Sus medidas redujeron la deuda a 10,6% del PIB en 2010. Pero la disciplina pronto se volvió víctima de la política.

En el segundo trimestre de 2011, las políticas de austeridad y el colapso de la confianza de las empresas los consumidores precipitaron a la economía a una caída libre. Las manifestaciones sacudieron el centro de Atenas. En junio, Papandreou reemplazó a su ministro de Finanzas con su mayor rival, Evangelos Venizelos. Descrito como uno de los oradores más elocuentes de Grecia, Venizelos aceptó el puesto reacio, temeroso de echar por tierra sus ambiciones políticas, según fuentes cercanas.

Muchos griegos esperaban que fuera un duro negociador con Europa y el FMI. Venizelos intentó en un par de ocasiones conseguir un relajamiento de las condiciones del rescate. Pero la UE y el FMI lo presionaron para despedir a más funcionarios y cerrar empresas estatales poco rentables. El ministro se negó. Al ministerio de Finanzas le quedaba menos de 1.000 millones de euros en sus arcas. La cuenta mensual para pagar salarios públicos y pensiones cuadruplicaba esa cifra. Grecia evitó la bancarrota simplemente al no pagar a sus proveedores.

Venizelos tuvo que volver a recurrir a los ministros de Finanzas europeos, que se reunieron en Cracovia, Polonia, a mediados de septiembre. Venizelos se mostró más cooperativo, pero el programa griego iba mal encaminado. En octubre, el FMI, ahora bajo el liderazgo de Christine Lagarde, obligó a Europa a reconocer la realidad: las cifras no cuadraban.

Eso forzó a los líderes europeos a concederle a Grecia un nuevo paquete de asistencia. Una cumbre de la UE el 26 de octubre llevó a que los acreedores asumieran una pérdida de 53,4% en sus bonos soberanos griegos y más préstamos. Pero esta vez, la mayoría de la deuda griega estaba en manos de autoridades de la zona euro y el FMI en vez de inversionistas privados. La deuda de Grecia cayó de 356.000 millones en 2011 a una proyección de 327.000 millones para este año.

Merkel y otros líderes europeos pensaron que el arreglo zanjaba la crisis griega de una vez por todas. El gobierno de Atenas, sin embargo, se estaba cayendo a pedazos.

Los partidos tradicionales, el socialista Pasok y el conservador Nueva Democracia, fueron duramente castigados en las elecciones del domingo. Los electores los culpan de haber sumergido a Grecia en la crisis de la deuda y, posteriormente, de haberla destruido en su intento por sacarla del atolladero. de la crisis de la deuda.
Fuente: The Wall Street Journal, 09/05/12.

La evolución del euro

abril 24, 2012

Hay que mirar fuera, no dentro de la eurozona

Por Nicholas Hastings

 

LONDRES (Dow Jones) — Los acontecimientos fuera de la zona euro dictarán ahora el desempeño de la moneda.

Durante semanas, el euro pareció estar a punto de desplomarse nuevamente por debajo de US$1,30. Las crecientes tensiones políticas en los países periféricos, los mayores costos de financiamiento, la evidencia de que incluso la economía alemana está desacelerándose, y los temores de que el pacto fiscal tendrá que ser abandonado, tuvieron un impacto mínimo.

Incluso la noticia de esta semana acerca de que el gobierno holandés del primer ministro Mark Rutte había colapsado en las negociaciones sobre la austeridad fiscal no pudieron amainar el viento que hace navegar al euro. De hecho, el euro continuó encontrando un respaldo bastante bueno, y se negoció al alza en torno a US$1,32.

La razón para esto es que los inversionistas siguen confiando en Alemania y continúan inyectando su dinero en los bonos del gobierno alemán, donde los rendimientos han sido presionados hacia nuevos mínimos récord y el bono a 10 años ofrece solo 1,56%.

Por supuesto, en algún momento esos bajos rendimientos comenzarán a perder atractivo, especialmente si la propia economía alemana comienza a enfilar hacia una recesión, o si el gobierno de Angela Merkel aparece demasiado aislado.

Sin embargo, por el momento, los rendimientos alemanes, los bonos del gobierno alemán, y por extensión el euro, no lucen tan mal.

El problema es que la mayoría de las alternativas no tienen mucho que ofrecer. Una combinación de un menor crecimiento a nivel mundial, junto con los problemas de la deuda de zona euro, están teniendo consecuencias en todo el mundo.

Empecemos con Estados Unidos. El dólar posiblemente haya lucido brevemente como una buena alternativa ante el euro a comienzos de este año, cuando la recuperación en EE.UU. lucía fuerte y la Fed parecía estar volviéndose más restrictiva.

Pero todo eso ha cambiado. El crecimiento de EE.UU. ha sido decepcionante y se especula que la Fed podría anunciar una relajación preventiva de la política monetaria tan pronto como esta semana.

En el resto del mundo, la libra y la corona sueca han estado desempeñándose bastante bien frente al euro, pero ambas monedas parecen encaminarse a una reversión, la libra por los temores de que el déficit presupuestario del Reino Unido no se esté reduciendo tan rápidamente como se esperaba, y la corona debido a la fuerte exposición de Suecia a la rápida contracción de la economía de la zona euro.

Incluso el dólar australiano ha perdido lustre. La moneda ha sido respaldada desde hace tiempo por la fortaleza de la economía australiana y el alto nivel de las tasas de interés de ese país. Pero ahora está bajo una presión de venta debido a que la inflación está cayendo mucho más rápido de lo esperado, mientras que el lento crecimiento de China ha llevado al Banco de la Reserva de Australia a adoptar una postura más expansiva. En otras palabras, los rendimientos australianos están también en una senda descendente.

La única moneda que parece estar demostrando ser una fuerte competencia para el euro es el yen.

Como muchos otros bancos centrales, el Banco de Japón también está contemplando un mayor expansionismo monetario, y los mercados esperan que el banco extienda su programa de compras de activos este mismo viernes. Pero esto probablemente no perjudicará al yen, debido a que Japón sufre una deflación.

Como destaca Bank of Tokyo-Mitsubishi: «La continua convergencia de los rendimientos mundiales hacia los bajos rendimientos ofrecidos en Japón sigue siendo un soporte para el yen, donde la deflación en Japón tiene como resultado una elección de los rendimientos reales, contrariamente a las otras grandes economías, donde los rendimientos reales siguen profundamente en territorio negativo».

De modo que el euro posiblemente siga siendo por ahora menos atractivo frente al yen, pero existen ciertos indicios inmediatos de que va a volverse menos popular frente a la mayoría de las otras grandes monedas.

Como sugieren los sorpresivamente buenos resultados de la subasta de bonos alemanes del martes, los inversionistas están contentos de respaldar a los mercados del centro de la zona euro en el futuro, sin importar cuán altos se hayan vuelto los riesgos políticos y económicos.
Fuente: The Wall Street Journal, 24/04/12.

Las defensas de la zona euro

abril 13, 2012

Midiendo el tamaño del las defensas de la zona euro

Por Richard Barley

 

España insiste en que no necesita un rescate. Pero el incremento de la rentabilidad de la deuda estatal española está consiguiendo que las herramientas de la eurozona para combatir la crisis se analicen con lupa. El Fondo Europeo de Estabilidad Financiera ha logrado aumentar sus poderes y se ha adelantado la entrada en vigor del nuevo Mecanismo Europeo de Estabilidad en un año. ¿Pero cómo funcionarán en la práctica?

La eurozona afirma que el FEEF y el MEDE juntos pueden prestar otros 700.000 millones de euros. Pero esta cantidad no está disponible inmediatamente. Al FEEF aun le quedan 248.000 millones de euros, que están disponibles hasta mediados de 2013, cuando el FEEF deje de existir. El MEDE entrará en vigor en julio de 2012. Tiene un volumen crediticio máximo de 500.000 millones de euros, pero el importe total no será accesible hasta 2014, dado que los países deben aportarle capital en un periodo de dos años. Y el MEDE, al igual que el FEEF, tendrá que pedir dinero prestado en los mercados para poder conceder fondos.

El importe de los fondos disponibles, junto al desajuste temporal, hace que la barrera sea inadecuada para hacer frente a crisis importantes. Después de todo, si se produce un desastre, los inversionistas querrán acceder al dinero inmediatamente en lugar de tener que esperar meses. RBS calcula que la cifra total de ayudas –en caso de que Italia y España la necesiten, y que Grecia, Irlanda y Portugal requieran más fondos– podría ascender a entre 1,1 billones de euros y 1,2 billones de euros (millones de millones) en los próximos tres años. Por ahora, lograr ayuda fuera de la eurozona parece improbable.

Un rescate con éxito de un país grande, por tanto, tendrá que incluir un mecanismo para preservar su acceso a la financiación de los mercados. Aquí es donde entra en juego la nueva flexibilidad del FEEF. Puede comprar bonos en el mercado primario o secundario, conceder un préstamo para recapitalizar los bancos o incluso proporcionar a los países una línea de crédito preventiva. Los planes de compra de bonos pueden hacer ganar tiempo al intentar frenar la subida de la rentabilidad, que asustaría a los inversionistas del sector privado. Mientras, las ventas del mercado primario podrían favorecerse mediante un seguro de crédito parcial provisto por el FEEF. Y las compras en el mercado secundario podrían contar con el impulso de fondos de inversión en los que los inversionistas han comprometido 60.000 millones de euros.

El problema es que estos instrumentos no se han puesto a prueba. En una fuerte pérdida de confianza de los mercados, el seguro parcial podría no suponer el incentivo suficiente para que los inversionistas compren, dados los temores de pérdidas extremadamente elevadas en un escenario de impago. Las compras del mercado secundario podrían simplemente dar a los inversionistas actuales un salida más que atraer nuevos compradores.

El mayor obstáculo podría ser que para que cualquiera de estas opciones esté disponible, un país debe pedir ayuda, y la eurozona debe estar de acuerdo a la hora de darla. Esto será un amargo trago político para ambas partes. Además corre el riesgo de que la confianza del mercado se vea mermada antes de que se entregue la ayuda. Incluso un préstamo para recapitalizar los bancos exigiría un tratamiento delicado para evitar el pánico.

Debido a los fallos de la barrera, el Banco Central Europeo podría verse de nuevo forzado a jugar el papel de bombero reacio.
Fuente: The Wall Street Journal, 12/04/12.

La ruptura de la euro zona no es la solución

abril 6, 2012

La ruptura de la euro zona no es la solución

Por Richard Barley

 

La búsqueda del Santo Grial sigue su curso. Hay cinco candidatos preseleccionados para hacerse con las 250.000 libras del Wolfson Economics Prize, que pide a los economistas que preparen un plan de contingencia para una ruptura de la eurozona. Pero las propuestas no parecen sino confirmar que a la eurozona le interesa lo contrario: una mayor integración política y fiscal.

Algunas de las propuestas contemplan una salida limitada de uno o varios países, como el plan de la inversora privada Catherine Dobbs de redenominar todos los euros existentes en una cesta de dos nuevas divisas para intentar evitar la fuga de capitales. Pero es probable que los mercados financieros se cuestionen instantáneamente la credibilidad de los restantes miembros del bloque, lo que podría llevar a más salidas y desestabilizaría el proceso. Neil Record, de Record Currency Management, argumenta, por el contrario, que la única opción es un plan secreto para el total desmantelamiento de la eurozona, al tiempo que se mantiene un mercado único de la Unión Europea.

Los términos del premio generan una tendencia inherente a argumentar que la ruptura puede ser un proceso manejable que no tiene por qué estar abocado al desastre. Jonathan Tepper, de la firma de análisis Variant Perception, sostiene que la historia contiene ejemplos de rupturas de divisas, como en el imperio austro-húngaro en 1919 o en la antigua Checoslovaquia en 1992-93, que causaron turbulencias macroeconómicas sorprendentemente leves. Pero el euro es una divisa de reserva mundial. Ha generado una profunda integración financiera en un mundo mucho más interconectado que en el pasado.

El mayor problema, en cualquier caso, no es qué hacer con la divisa, sino qué hacer con la deuda que se ha generado. Capital Economics señala que cualquier país que saliera de la divisa buscaría redenominar y suspender pagos de su deuda. La quiebra de Grecia era de hecho manejable, pero se tardó 18 meses en preparar a la opinión pública, un lujo del que no es probable que goce el euro en caso de ruptura. Y los economistas de Nomura señalan que el total de instrumentos denominados en euros y que se rigen por leyes extranjeras, que no podrían redenominarse, podría superar los 30 billones de euros (millones de millones).

Además, hasta los votantes griegos quieren mantener el euro. Los países europeos pequeños corren el riesgo de volverse irrelevantes sin él. Los problemas de la moneda son innegables. Pero intentar arreglarlos parece preferible a arriesgarse al caos en la que es, en conjunto, la segunda mayor economía del mundo.
Fuente: The Wall Street Journal, 04/04/12.

Nouriel Roubini: El euro debe depreciarse para impulsar el crecimiento

marzo 30, 2012

El euro debe depreciarse para impulsar el crecimiento, dice Roubini

Por Giovanni Legorano

 

CERNOBBIO, Italia (EFE Dow Jones) — La barrera de rescate europea cuenta con una serie de recursos, pero su uso no solucionará el problema de la ausencia de crecimiento económico en la periferia de la Unión Europea, dijo el viernes Nouriel Roubini, cofundador y presidente de Roubini Global Economics.

En declaraciones a la prensa durante una conferencia, Roubini dijo que la liquidez por sí misma no relanzará el crecimiento, en referencia al problema inmediato que afrontaron los rescates de Grecia, Portugal e Irlanda, si no se adoptan otros cambios. «La única manera de estimular el crecimiento de la periferia europea es aumentando sus exportaciones, lo que sólo puede ocurrir con una enorme reducción del valor del euro», afirmó Roubini.

Mientras que Alemania podría arreglárselas con tasas en el cruce euro/dólar de entre 1,30 y 1,40, no puede aplicarse la misma variable a la periferia del continente, indicó, para añadir que está «seriamente preocupado» por la economía española.

«España podría perder acceso al mercado en los próximos meses si los diferenciales suben más. Entonces habrá recursos del fondo de rescate, pero vimos lo que pasó con Grecia y Portugal, te ayudan pero no solucionan tus problemas de deuda pública. En Grecia no funcionó, en Portugal no está funcionando y en Irlanda está funcionando parcialmente», apuntó.
Fuente: The Wall Street Journal, 30/03/12.

La crisis financiera queda atrás, pero Europa no reacciona

marzo 18, 2012

La crisis financiera queda atrás, pero Europa no reacciona

Por Jorge Castro

 

La crisis de la deuda europea queda atrás. La aprobación del canje de títulos griegos por acreedores que representan 86% del total, y que aceptaron un recorte “voluntario” de 75%, es un éxito político de envergadura para el gobierno de Atenas y la Zona Euro, Alemania y Francia en primer lugar . El objetivo del canje era reducir en 107.000 millones de euros (U$S 139.742 millones) la deuda griega; y ha logrado hacerlo por 177.000 millones de euros (U$S 231.162 millones).

Lo notable de lo ocurrido en Europa en los últimos 30 días no tiene su eje en Grecia, sino en Italia y España . En ambos, la tasa de interés para pagar el refinanciamiento de su deuda cayó en más de 40% en relación a octubre pasado; y esto ha sucedido mientras la crisis griega se agravaba. En marzo, la tasa de interés por los títulos italianos a 10 años descendió a 4,09%; y en España a 4,83%. En agosto ambos ofrecieron tasas superiores a 7,5%.

La Zona Euro no enfrenta solo una crisis financiera. Por debajo de ella, y todavía más importante debido a su carácter histórico-estructural, se encuentra su incapacidad de competir en una economía globalizada , en la que el eje del proceso de acumulación se ha trasladado a los países emergentes (China/India/Brasil), al tiempo que Estados Unidos experimenta una nueva revolución tecnológica (Facebook/Twitter/Steve Jobs). Esto se presenta como el doble filo de una tijera cuyo corte es letal.

La dificultad de Europa para adaptarse a las nuevas condiciones globales de competitividad, se agrava por la reducción en términos absolutos de su población, sumada a su envejecimiento generalizado . Italia es representativa de esta situación demográfica: su crecimiento poblacional es negativo (0,1% anual entre 2003 y 2008). Más de 24% de los italianos tienen 60 años o más; y 40% de la franja entre 30 y 40 años viven solteros con sus padres.

Al unificarse el sistema mundial por la implosión de la Unión Soviética (1991), Europa intentó competir a través de la ampliación y profundización de su mercado interno. Para eso incorporó a los países de Europa Oriental, más las dos pequeñas islas de Chipre y Malta y lanzó la moneda única (Euro/1999), asumida por los 17 integrantes de la Zona. El resultado fue una etapa de crecimiento y aumento del comercio internacional, sobre todo intra-europeo. Pero las dos medidas de orden doméstico pronto se revelaron como limitaciones decisivas en el nuevo contexto global. En primer lugar, el punto de referencia respecto a la competitividad/productividad regional no estuvo situado en lo más avanzado de la economía mundial, sino en el marco interno europeo.

Fue sinónimo de Alemania, potencia productiva e industrial sólo que en el sector de la manufactura tradicional (automotores, máquinas-herramientas) y no en las actividades altamente innovadoras de informática e Internet, ajenas a la República Federal.

La moneda única terminó de unificar a los 17 países de la Zona, pero lo hizo tras eliminar el riesgo en los préstamos a Europa periférica (Italia, España, Grecia, Portugal e Irlanda) ; y así logró el “milagro” de que préstamos a 30 años en Grecia tuvieran el mismo costo que en Alemania. Por eso los países de la periferia europea crecieron durante 10 años, a pesar de que sus niveles de productividad eran negativos o divergentes con los de la República Federal. Así, el intento europeo de competir en la nueva economía global tuvo un doble carácter interno; y esto mientras el capitalismo experimentaba la más grande transformación productiva y tecnológica desde la Revolución Industrial (1780).

El capitalismo es un proceso de “destrucción creadora”, que se ha acelerado con la irrupción de un sistema hiperconectado y global; y en los últimos 10 años, toda la “creación” ocurrió fuera de Europa y prácticamente nada de la “destrucción” sucedió dentro de sus fronteras. Llegó para Europa el momento de la verdad; y esto cuando la crisis de la deuda queda atrás.
Fuente: Clarín, 18/03/12.
El Dr. Jorge Castro es analista internacional y presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico.
Más información en: www.agendaestrategica.com.ar

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