Apple se endeuda, pero sus ganancias crecen

mayo 4, 2014

Apple se endeuda, pero sus ganancias crecen.
Por Jorge Castro.

Apple, la mayor empresa de alta tecnología del mundo, lanzó esta semana títulos de deuda por U$S 17.000 millones, con plazos de maduración de hasta 30 años. El lanzamiento se hizo como respuesta a una demanda 5 / 6 veces superior (U$S 120.000 millones), que le ofrecen los mercados de Europa, EE.UU. y Asia.

El objetivo de la compañía fundada por Steve Jobs es recaudar fondos por U$S 90.000 millones, destinados a acelerar la compra de firmas de alta tecnología (high tech) vinculadas a la “nube” (cloud computing). En los últimos 18 meses, Apple compró 24 nuevas firmas de alta tecnología (startups).

Apple dispone de capitales líquidos, inmediatamente disponibles, por U$S 150.000 millones, logrados a través del récord de ganancias de los últimos 5 años, producto del boom de ventas de smartphones.

Los bonos de Apple tienen niveles de rendimiento similares a los títulos del Tesoro norteamericano.

Significa que su financiamiento se realiza en gran parte por debajo de la tasa de inflación.

El caso Apple no es la excepción, sino la regla en EE.UU. Las 1.100 principales compañías que cotizan en Wall Street (Standard & Poors) disponen de U$S 1,23 billones de fondos líquidos y este récord de capitales aumentó 15% en los últimos tres años.

En este período (2011-2013), el endeudamiento del gran capital estadounidense con el sistema financiero internacional se multiplicó por tres, y alcanzó el récord histórico de U$S 4 billones.

Nunca ha sido tan alto el endeudamiento de las grandes empresas del capitalismo avanzado como en este momento de su historia, en el que su nivel de ganancias es récord.

Esta paradoja coincide con una inversión en capital de U$S 869.000 millones en 2013, y las empresas high tech han respondido por 60% de ese total.

La experiencia norteamericana muestra que las grandes empresas, a medida que aumentan el stock de capital, multiplican su endeudamiento y profundizan la división del trabajo entre producción transnacional y sistema financiero. El momento culminante es cuando las grandes firmas tienen que financiar su capital para reproducirlo, como consecuencia de una nueva revolución tecnológica.

Las grandes modificaciones de la oferta productiva son las que reclaman un más alto nivel de endeudamiento.

No hay predominio del sistema financiero sobre la producción en el capitalismo avanzado. Todo lo contrario. Se trata de sucesivas revoluciones tecnológicas de carácter endógeno en la estructura productiva, que requieren montos crecientes de financiamiento. Más que nunca, el capitalismo del siglo XXI es un “modo de producción”.

El costo de una inversión se mide en el mundo de la alta tecnología por la productividad futura (estimada) de los activos en que se invierte, no por la tasa de retorno inmediatamente esperable.

Por eso, el costo del capital (tasa de interés) no se determina por el nivel actual de ganancias, sino según las expectativas que despierta el nuevo ciclo de innovación tecnológica-productiva.

En el primer trimestre del año, Apple vendió 43,7 millones de smartphones (U$S 26.000 millones) y las colocaciones en China ascendieron a U$S 9.300 millones, una cifra superior a los ingresos obtenidos en Europa, Medio Oriente y África, sumados.

En los próximos dos años, 70% / 80% de los actuales usuarios de Internet móvil cambiarán sus equipos por los de la siguiente generación (5S / 6S), sobre todo los menores de 30 años, que son 2/3 de ellos.

La nueva revolución tecnológica es la combinación de dos vectores: Internet móvil (smartphones), sumado al acceso virtualmente gratis a la “nube”. A través de ella, Internet se convierte en una avenida virtual, global e instantánea, en la que se procesan todas las actividades humanas, en cada una de sus fases, todo el tiempo. El capital financiero no es la fase superior del capitalismo.

Fuente: Clarín, 04/05/14.

Jorge Castro

El auge de la economía española

abril 27, 2014

La economía española, en un gran repunte.
Por Jorge Castro.

Las exportaciones industriales españolas crecieron 2,8% anual en febrero, tras haberse expandido 1,7% el mes previo, la mayor tasa de crecimiento desde noviembre de 2010. El resultado es que en el primer trimestre del año las exportaciones manufactureras aumentaron 4,7%, lo que implica la continuidad de los niveles de 2013, en que se expandieron 5,2% con respecto al año anterior, y ascendieron a 234.240 millones de euros (US$ 324.329 millones), cifra que convirtió a España en el país de más rápido crecimiento de las ventas externas industriales de la Zona Euro, por encima de Alemania (+2,1%). Por eso el déficit comercial se redujo 48,1% y España logró el primer superávit de cuenta corriente de su historia desde que se llevan registros (1971).

Las exportaciones industriales fuera de Europa representan 37,4% del total, encabezadas por las que se dirigen a Asia y Brasil, que crecieron 10,3% y 28,8%, respectivamente. El año pasado, España fue también el tercer país del mundo en relación al aumento de las exportaciones manufactureras, después de Gran Bretaña (+15,4%) y China (+8%). Las exportaciones industriales que crecen más rápidamente son las de bienes de capital (+18,7%, que representan 21,2% del total) y las de la industria automotriz (+ 9,8%, 14,3% del total).

Las empresas transnacionales (ETN´s) son el factor decisivo del éxito exportador español.

El sector automotor, completamente transnacional desde 1986, es el 8° productor mundial, y el más competitivo de la Zona Euro, por encima del alemán. El stock de inversión extranjera directa (IED) en España asciende a US$ 634.539 millones, que equivale a 42,7% del PBI y es responsable de 40% de las exportaciones. La IED aumentó 3,5% por año entre 2011 y 2013, mientras que experimentaba en el mundo avanzado una caída de 32%. Hay que agregar que no existe brecha estructural (productividad/tecnología) entre las terminales y las proveedoras de partes y componentes (en su mayor parte españolas), que constituyen una red altamente competitiva e internacionalizada, profundamente integrada con las plantas productoras.

La principal IED en España es alemana, con 1.440 filiales de la República Federal (RFA), seguida por la francesa y norteamericana. De ahí que el stock de IED en relación al producto sea el primero del mundo avanzado, sólo por detrás de Gran Bretaña.

España es la mayor plataforma de las ETN´s en la Zona Euro, y la segunda de Europa, después de la británica; y la productividad de todos los factores (PTF) del sector transnacional es 55% superior al de las firmas domésticas y el doble la productividad del trabajo.

La potencia exportadora española responde a un segundo impulso: sus 1.805 compañías transnacionales.

De ellas, 25 integran el segmento de arriba de las 100 mayores del mundo, porcentaje mayor que el de Italia y Suecia, sólo por debajo de las francesas (39) y alemanas (37).

Los costos laborales por unidad de producto han caído 30% en los últimos 4 años y la productividad industrial ha aumentado un porcentaje superior. Se incrementa en el sector manufacturero 2,5% por encima de los niveles alemanes, lo que hace que la industria española converja aceleradamente con la primera de Europa. Son los beneficios del retraso histórico, medido según la diferencia en el stock de capital fijo, que es el ranking propio del capitalismo globalizado.

Si esta tendencia permanece, o si se acelera en los próximos 10 años, España estaría entre los países europeos de mayor competitividad/productividad manufacturera del sistema mundial. Es inútil calificar de recuperación económica lo que está sucediendo en España; es una noción puramente cuantitativa. Lo que vive la economía española es un cambio de naturaleza, un salto cualitativo.

Aunque es temprano para decirlo, quizás esta segunda década del siglo XXI sea una de las mejores de la historia española.

Jorge Castro

Jorge Castro

Fuente: Clarín, 26/04/14.

La industria brasileña, rumbo a la reconversión

abril 13, 2014

La industria brasileña, rumbo a la reconversión.
Por Jorge Castro.

El núcleo de los acontecimientos mundiales en los últimos diez años es el traslado del eje de la acumulación global de los países avanzados a los emergentes. Esta transferencia en lo esencial se ha completado, a partir del momento en que China, tras haberse convertido en la primera potencia manufacturera y comercial, ha comenzado a crecer sobre la base del consumo doméstico y no más a través del auge extraordinario de sus exportaciones, como hizo en los 30 años previos.

Significa que el capitalismo ha concluido, a partir de la crisis global 2008-2009, el mayor giro estratégico de su historia, desde la Revolución Industrial desatada en Gran Bretaña en 1780. Pero el futuro no ha esperado, y se ha volcado súbitamente sobre el presente. Esta es la época de la instantaneidad, no la del dominio del tiempo o la del control del espacio.

Por eso ha emergido en los países avanzados (EE.UU./Alemania/Reino Unido) una nueva revolución industrial. El resultado es que el eje de la acumulación global, tras haber arribado recientemente a los países emergentes, retorna ahora al mundo avanzado y establece una nueva división internacional del trabajo, en la que las reglas de juego –productividad/competencia/innovación– las fijan los países que fueron la cuna del capitalismo industrial, no sus herederos periféricos.

En el nuevo sistema, la manufactura está completamente digitalizada y el factor crucial de acumulación no es ni el capital ni el trabajo, sino la “inteligencia colectiva”, que es la síntesis de todos los conocimientos de la humanidad multiplicada por el incesante aumento de los protagonistas.

Esta situación presenta un desafío existencial para los países emergentes dotados de una amplia estructura industrial, que poseen un rico acerbo de cultura y habilidades manufactureras, como Brasil y la Argentina.

Es imposible desarrollar la manufactura brasileña y argentina sobre la base de extrapolar lo realizado en los últimos diez años.

No es cuestión de grado, sino de naturaleza.

En la etapa de sustitución de importaciones (ISI), el desacople entre producción nacional y extranjera no era obstáculo para la expansión de la industria. La nueva revolución industrial impide hoy mantener esa disparidad estructural.

La aceptación de las nuevas reglas de competitividad se transforma en requisito de sobrevivencia.

Brasil no puede eludir el nuevo marco de lo posible e imposible.

Sus costos de producción son 2 y 3 veces los de sus competidores y la productividad manufacturera se incrementa 1% por año, o menos. Por eso, la industria brasileña pierde posiciones incluso en el mercado doméstico y disminuye cada vez más su capacidad exportadora (62% de las exportaciones fueron materias primas en 2013); y la apreciación del real ha adquirido un carácter estructural debido a la baja tasa de ahorro interno (14% del PBI), con la consiguiente dependencia de los flujos del capital extranjero.

La industria argentina se caracteriza por su condición desarticulada y heterogénea, con bolsones de productividad hondamente diferenciados y aislados entre sí. En ella ha surgido un sector exportador de capital nacional y extranjero que es responsable de 30% de las ventas externas; y en este núcleo de avanzada, tres grandes firmas de capital nacional se han convertido en protagonistas de primera línea de la economía mundial.

Lo esencial de la industria argentina es la aparición de un nuevo agro completamente desruralizado, cuyo nivel de productividad está entre los dos primeros del mundo. Brasil y la Argentina enfrentan un desafío de 5/10 años de vigencia temporal para reconvertir sus industrias en los términos de la nueva revolución industrial. Si no lo hacen, o fracasan al hacerlo, emergerán como lo que son -la principal plataforma de producción de proteínas del siglo XXI-, pero ajenos y pasivos frente al nuevo núcleo central de productividad e innovación del siglo XXI.

Fuente: Clarín, 13/04/14.

Jorge Castro

El comercio acelera los cambios geopolíticos

abril 6, 2014

El comercio acelera los cambios geopolíticos.
Por Jorge Castro.

El comercio internacional de México con el resto de América Latina representa 4% del total, y menos del 1% el que mantiene con sus pares de la Alianza del Pacífico (Colombia, Perú y Chile); y sus exportaciones manufactureras (US$ 330.615 millones en 2013) son más del doble que la suma de las ventas industriales del resto de la región y se dirigen en un 92% al mercado norteamericano.

La participación en la Alianza no representa para México una mejora en sus exportaciones, sino un posicionamiento geopolítico/estratégico global, dentro del proceso de integración mundial acelerado de la segunda década del siglo XXI.

Los cuatro miembros de la Alianza tienen acuerdos de libre comercio (TLC) con EE.UU. y Europa, y dos de ellos poseen sendos tratados con China (Chile y Perú). La relevancia de los países de la Alianza del Pacífico no se mide por el PBI, el monto de las exportaciones o la específica inserción internacional, sino por su condición de protagonistas de las redes que constituyen el actual sistema mundial.

La integración del capitalismo representa hoy el marco de lo posible y lo imposible para todos los países y regiones del mundo. El sistema se caracterizó en la década pasada por el traslado del eje del proceso de acumulación desde el mundo avanzado al emergente. En la década actual, el equilibrio internacional se revierte, como consecuencia del despliegue de una nueva revolución industrial en los países avanzados.

La balanza del poder mundial ofrece hoy una doble dimensión: la fijación de las reglas de juego de la economía global (comercio/ inversiones/transferencia de tecnología) y el plano estrictamente geopolítico (estratégico/militar), como ha quedado de relieve con la crisis ucraniana y la contienda estratégico/naval entre China y Japón (Mar del Sur y el Este de China); y por carácter aproximativo con EE.UU., garante de seguridad del ex imperio nipón.

China es la principal potencia comercial del mundo y su industria constituye el núcleo decisivo de las cadenas globales de producción. Esto sucede cuando la República Popular se ha convertido en un actor fundamental de la nueva estructura del poder mundial, en la que EE.UU. no ejerce más la unipolaridad hegemónica que asumió en 1991.

La secuencia de las exportaciones chinas es la siguiente: eran 31% mayores que las de EE.UU. en 2009, crecieron a 62% en 2012 y se duplicarían en 2015. Al mismo tiempo, China aumenta sistemáticamente el gasto militar. En 2013 ascendió a US$ 114.500 millones (+10,7% respecto de 2012) y es el segundo del mundo después de EE.UU.

El gasto de defensa en EE.UU. alcanzó a US$ 577.000 millones el año pasado, cifra superior a la suma de los gastos militares de los 10 países que lo siguen en orden de importancia.

China destina 1/3 de su presupuesto militar al desarrollo de una flota naval de aguas profundas, que ya incursiona en el Índico y en el Pacífico Sur, hasta acercarse a las costas americanas.

La respuesta norteamericana al desafío chino son dos iniciativas de carácter estrictamente estratégico: el acuerdo del Transpacífico, con el que aspira a integrarse con 12 países de la región, incluyendo Japón; y el tratado del Transatlántico, con el que se integraría con 27 países europeos, encabezados por Alemania.

La más relevante es la iniciativa del Transatlántico, porque alberga a los protagonistas de la “nueva revolución industrial”.

EE.UU. y China son aliados estratégicos (Annenberg, California, 3-5 junio 2013) y al mismo tiempo contendientes geopolíticos, que pujan en el mundo entero, pero especialmente en Asia, en las aguas del Sur y Este del Pacífico (poder naval).

La integración no es lo contrario del conflicto, sino una forma sublimada de realizarlo.

Es una contienda que en vez de frenar la globalización, la acelera y profundiza. Todo surge del conflicto y gracias a él.

Fuente: Clarín, 06/04/14.

Jorge Castro

La nueva Revolución industrial

marzo 30, 2014

Ya se desató una nueva revolución industrial.
Por Jorge Castro.

La producción manufacturera norteamericana creció 3,1% en los primeros tres meses del año, con una expansión prevista de 4,1% en 2015; y su segmento de alta tecnología aumentó 6,8% en ese período, con una previsión de 8,4% el próximo año, que sería el piso del resto de la década. El sector manufacturero representa 9% del PBI y ocupa a 11,3 millones de trabajadores, de los cuales 4 millones se desempeñan en las líneas de montaje. Pero es responsable de 75% del gasto privado en investigación y desarrollo (I&D) y autor de 60% de las exportaciones.

Hay un auténtico boom de productividad en la industria estadounidense (+6% por año desde 2008), con un auge del producto del 30% y una disminución similar de la fuerza de trabajo.

En EE.UU. ocurre algo más que un salto de la productividad. Lo que ha acontecido es una modificación hondamente disruptiva de la naturaleza del proceso de acumulación industrial.

Ha emergido una “nueva revolución industrial” fundada en la completa digitalización de la manufactura y en la que más de la mitad de la tasa de inversión se realiza en capitales intangibles (innovación científica/tecnológica/organizativa).

El valor agregado (plusvalía) por trabajador ocupado ascendió en 2013 a US$ 68.156, y en la alta tecnología trepó a US$ 110.000, los mayores valores de la historia norteamericana.

El ciclo de innovación estadounidense ofrece rasgos nítidos: las horas de trabajo por unidad de producto cayeron 30% en los últimos 10 años y el stock de equipos de alta tecnología aumentó 80% en ese período.

De ahí que la industria norteamericana se haya transformado en la avanzada de la productividad en el mundo.

El punto de partida habría ocurrido en 2005, con la aparición de una serie de innovaciones tecnológicas cuya fusión ha originado esta nueva fase del capitalismo industrial.

Este cambio histórico se funda en los siguientes datos: los costos de los equipos de computación caerían 95% en los próximos 20 años y el costo de su almacenamiento se reduciría a una centésima parte, mientras que la capacidad de procesamiento de la información se multiplicaría por un factor de 200.

Prever el futuro es una empresa más cercana al pálpito que al análisis económico o científico. Lo que se puede hacer es identificar las tendencias centrales del presente que adelantan las líneas fundamentales de su desarrollo.

La “nueva revolución industrial” muestra ya algunos rasgos esenciales: caen los costos laborales, hasta tornarse insignificantes en el horizonte (1% o quizás menos) y se desvanece la categoría (teórica y práctica) de economía de escala, debido a que los costos de producción son los mismos para fabricar un producto o 100 millones.

También desaparece el aspecto marginal/cuantitativo de la estructura de costos, y esto se experimenta junto con una disminución excepcional en el largo plazo de los valores de la producción. Este cambio de naturaleza está acompañado por una flexibilidad extraordinaria de los instrumentos de producción y una capacidad igualmente superior de particularización de los productos.

El hecho central de la época es el traslado del eje de la acumulación global de los países avanzados a los emergentes. Ahora, el despliegue de la “nueva revolución industrial” en EE.UU. implica su retorno al mundo avanzado y el surgimiento de una nueva división internacional del trabajo, que distingue –como todas ellas– entre el núcleo central y las regiones accesorias. El último resorte de preeminencia en el capitalismo es el nivel de productividad de los protagonistas. La manufactura alemana (“Industrie 4.0”) estima que la “nueva revolución industrial” acarrea ganancias de productividad de 30% o más en los próximos diez años, que serían 40%/50% en las series cortas de producción.

Los datos sobre EE.UU. en el primer trimestre de 2014 probablemente tienen un alcance global.

Fuente: Clarín, 30/03/14.

Jorge Castro

Putin reformula la geopolítica mundial

marzo 23, 2014

Putin reformula la geopolítica mundial.
Por Jorge Castro.

La anexión de Crimea por Rusia reformula el mapa geopolítico mundial surgido de 1991, cuando el colapso de la Unión Soviética convirtió a EE.UU. en la potencia hegemónica de la estructura unipolar de poder que duraría 17 años. Este vuelco estratégico transforma al episodio ucraniano en la expresión de una nueva estructura del poder mundial, en la que EE.UU. no ejerce más la unipolaridad hegemónica que había asumido en 1991. Ahora comparte las decisiones estratégicas de gobernabilidad del sistema con un grupo de países emergentes, entre ellos China y Rusia.

No hay “nostalgia imperial” en la crisis ucraniana, o un ansia obsesiva por renovar la “Guerra Fría”, sino una revisión de la relación de fuerzas mundiales realizada en el corazón de Europa, sobre la premisa de que la política internacional es ajena al pasado y al futuro y sólo fiel al “eterno presente”.

Rusia, como sistema de poder, es inseparable del colapso geopolítico de 1991, cuando se derrumbó el régimen soviético y al mismo tiempo -y esto es lo más importante- se desintegró el Estado ruso fundado por los Romanov en 1613.

Así cayó el sistema político/militar cuatro veces centenario que ganó bajo su encarnación soviética la Segunda Guerra Mundial, al imponerse al Tercer Reich en la batalla de Stalingrado (1942-1943); y que luego disputó, en una muestra sin par de energía política, durante 40 años la hegemonía mundial con EE.UU. No se comprende a Rusia hoy sin advertir que la Unión Soviética cayó en 1991 mientras mantenía intacta su estructura de defensa, incluso el arsenal misilístico de cabeza nuclear con el que disputaba la primacía estratégica con EE.UU. La importancia de Vladimir Putin en la historia rusa es porque ha reconstruido el Estado en los últimos 15 años. Lo hizo mediante una cultura estratégica forjada en 1500 años de historia, fundada en las nociones de hegemonía, poder e imperio, luego universalizadas en la etapa soviética por las figuras de Lenin y Stalin.

Es lo que Raymond Aron denomina el “hecho ruso”.

Putin carece de un plan estratégico integral en la crisis ucraniana. Actúa sobre la premisa de que, en caso de conflicto, “(…)primero combato, y después veo”, que fue lo que hizo tras el derrocamiento del presidente Victor Yanukovich en Kiev. Ahora, tras anexar Crimea, Putin ha propuesto un acuerdo político, cuyos rasgos esenciales son los siguientes: neutralidad de Ucrania, lo que implica el rechazo a toda posible adscripción a la OTAN; estructura federal y parlamentaria, desechando el sistema presidencialista y centralizado actual; y ratificación de que el ruso es la segunda lengua oficial.

Por eso sugiere crear un “grupo de apoyo internacional” (Rusia, UE, EE.UU.), que garantice la “soberanía, integridad territorial y neutralidad de Ucrania”, y del que participen todas sus fuerzas políticas y regionales.

Esta oferta caracteriza el conflicto como la obra de una “profunda crisis del Estado ucraniano”, que ha provocado una aguda polarización y un drástico agravamiento de los antagonismos domésticos.

Está descartado el uso de la fuerza militar por Occidente.

Así, Putin domina el espacio y tiene el tiempo a su favor. Significa que se encuentra en situación de fuerza y lleva las de ganar. George F. Kennan señaló que la política exterior rusa, incluyendo la fase soviética, muestra dos rasgos permanentes: su afirmación como gran potencia, con independencia del encuadre internacional; y el reclamo constante de hegemonía en su cinturón exterior.

La preocupación rusa por su status internacional -agrega Kennan- está en relación inversa con su honda inseguridad doméstica; resultado de invasiones letales y de profunda vulnerabilidad social y económica. La ausencia de Rusia de la historia mundial como gran potencia es una rareza histórica propia de las últimas dos décadas. Ahora, gracias a la nueva estructura del poder global, esa rareza histórica se ha corregido.

Fuente: Clarín, 23/03/14.

Jorge Castro

China liberaliza más su sistema financiero

marzo 16, 2014

China liberaliza más su sistema financiero
Por Jorge Castro

El gobierno chino lanzó hace 9 meses el proceso de reformas del sistema financiero, destinado a eliminar el control de las tasas de interés y a incentivar la competencia con los bancos estatales, con el objetivo de desregular completamente la cuenta corriente y así acelerar la internacionalización del renminbi.

Este cronograma se ha adelantado. Alibaba -el mayor grupo de alta tecnología de la República Popular- creó hace 8 meses un fondo online de crédito (Yuebao), que tenía 81 millones de usuarios en febrero y recursos por US$ 83.000 millones, US$ 10.000 millones más que la totalidad de los activos accionarios (equities) del país. Esto lo convierte en el mayor mercado de crédito online del mundo, por encima de los gigantes de Wall Street.

Lo notable no es la cifra, sino la celeridad de su incremento. Los usuarios de Alibaba/Yuebao eran 49 millones el 15 de enero y treparon a 81 millones el 26 de febrero. El nuevo mercado online ofrece una tasa de interés de 6% anual, el doble que los bancos estatales (3,3%) y el mismo nivel que la inflación anualizada (2,8% en febrero).

Los depositantes de Yuebao integran la nueva clase media china, sobre todo en su segmento más joven (18/29 años), sin distinción entre población rural y la urbana. Este sector está integrado hoy por 500 millones de personas, que serían 1.000 millones en 2030.

Entonces China se convertiría, en un sentido estricto, en una sociedad de clase media. La conducción china ha resuelto establecer ahora 5 grandes entidades financieras privadas en el corazón del sistema de bancos estatales y planea otorgar la concesión de las 3 más importantes a las dos más grandes empresas de alta tecnología/Internet: Alibaba y Tencent.

Este año, Alibaba cotizará en la Bolsa de Nueva York, con una colocación de acciones (IPO) que superaría los US$ 100.000 millones y dejaría atrás a Facebook.

En este período (1/2 años), las tasas de interés serían completamente liberalizadas, dejando su formulación y nivel exclusivamente en manos del mercado. Esto implica terminar con la totalidad de las regulaciones del sector externo y adelantar para los próximos 3/5 años la internacionalización del renminbi, hasta convertirlo en moneda global, junto al euro y el dólar estadounidense.

Lo que está en juego en China no es un principio de Sun Tzu, sino de Napoleón: “el espacio que se pierde se puede recuperar, pero el tiempo que se pierde no se recupera jamás”. La desregulación del sistema financiero desata un proceso pleno de riesgos y surcado por crisis, pero en el que el único error letal es no actuar.

La reforma financiera es la clave de la reestructuración de la economía y de la sociedad china, y su núcleo estratégico es la liberalización de las tasas de interés. El resultado de esta extraordinaria iniciativa es un aumento del costo del capital, que obliga compulsivamente a las empresas estatales a recortar sus costos en forma drástica y aumentar la productividad.

El subsidio que reciben las compañías del Estado debido por la represión financiera asciende a 6% del PBI por año, que se sustrae al consumo y se recorta del crédito al sector privado. El juicio político-estratégico distingue entre lo esencial y lo accesorio, y se concentra en lo esencial.

Descarta ante todo la idea del “modelo” y se preocupa sólo por imponerse en el punto crítico del que todo depende. Actúa sobre la premisa de que triunfar allí es triunfar y perder allí es fracasar en toda la línea.

Este es el significado de la reforma financiera en China. No es una cuestión técnica, sino política. Todo depende de cuánto poder tiene y de cuánta es la voluntad de quien ejerce la conducción del Partido y el Estado para imponerse a los intereses creados (empresas y bancos estatales y sus representantes en la cúpula del poder político).

Todo indica que Xi Jinping es el líder de la República Popular con más poder político desde Deng Xiaoping (1978 / 1992).

Fuente: Clarín, 16/03/14.

Jorge Castro

El capitalismo se vuelca hacia la bioeconomía

marzo 9, 2014

El capitalismo se vuelca hacia la bioeconomía
Por Jorge Castro

Después de la crisis global 2008-2009 ha emergido un nuevo mecanismo de acumulación que se orienta a abarcar la totalidad de la población del planeta en los próximos 20 años, y que al mismo tiempo asegura el surgimiento de un medio ambiente con 2° centígrados más de temperatura al concluir el siglo.

El capitalismo es sinónimo de revolución industrial y ha culminado su extraordinario despliegue iniciado en 1780 al convertirse China en la mayor potencia industrial del mundo. En el camino, el sistema ha infligido un daño irreversible a la naturaleza al convertirla en un insumo del proceso industrial. El resultado de este esfuerzo exitoso de dominación es el calentamiento de la atmósfera (cambio climático).

La población del mundo tendrá 2.000 millones más de habitantes en 2050 y 1.000 millones serán rescatadas de la pobreza, con un consumo de recursos que triplicará al de los últimos 200 años.

China vendió el año pasado 21 millones de automotores y el parque automotor alcanzó a 240 millones de unidades. En las próximas tres décadas treparía a 400 millones, la tercera parte del actual parque norteamericano.

El capitalismo es un mecanismo autoinducido de acumulación que se desarrolla a través de la absorción y despliegue de sucesivas revoluciones tecnológicas. Como fenómeno histórico, no es obra de un determinismo tecnológico, sino que surge en forma de ondas largas (40 / 60 años) de la interacción entre economía, tecnología y política. Esta última es la decisiva. Es la que desata las ondas largas, al convertirse en acontecimientos geopolíticos de alcance global.

El rasgo esencial del mecanismo de acumulación surgido en 2008 es la continua optimización en el uso de los recursos, provocada por la virtual desaparición de la fricción en su procesamiento. De ahí que caigan en forma sistemática los costos de transacción.

Este mecanismo no necesita destruir la naturaleza para procesarla y por eso surge ahora la cuestión del cambio climático.

La humanidad sólo se plantea problemas que puede resolver” (Marx).

La raíz del cambio climático es la destrucción de la naturaleza realizada por la economía industrial, sobre todo a partir del surgimiento del motor de combustión interna, potenciado – sin costo económico hasta 1973 (primer shock petrolero) – por el uso masivo de combustibles fósiles.

La necesidad impone ahora un nuevo rumbo. En los últimos 10 años, EE.UU. ha tenido los nueve años más cálidos de toda su historia y la temperatura promedio en julio y agosto en el Medio-Oeste (Corn belt) es hoy 2° centígrados más de lo que era en 1850. Nada convierte a una persona en más inteligente que la posibilidad de ser ejecutado en un plazo de dos semanas, constató Oscar Wilde.

Lo esencial de la bioeconomía es que no antagoniza a la naturaleza, sino que adopta sus reglas y se convierte en “ciencias de la vida”. De ahí que su categoría central sea la sustentabilidad, la reproducción de la vida.

La agricultura avanzada sustenta materialmente a la bioeconomía. Es la forma contemporánea en la que el capitalismo se apodera de la actividad agrícola y la convierte en la superación productiva de la economía industrial, al punto de absorberla y darle un nuevo significado. Al dejar atrás las tres primeras revoluciones industriales, el capitalismo asume ahora la lógica de la vida.

Fiel a su naturaleza, aumenta incluso la productividad biológica y hace que la naturaleza se torne capitalista y trabaje más, más rápido y mejor. La “renta agrícola” era la ganancia de la tierra en el pasado y ahora se convierte en una fuente excepcional de rentas surgidas del conocimiento más avanzado, que es el de la biología.

La transformación incesante del capitalismo hace que siempre se reencuentre con su punto de partida.

Fuente: Clarín, 09/03/14.

Jorge Castro

En Venezuela está en marcha otro “Caracazo”

febrero 24, 2014

En Venezuela está en marcha otro “Caracazo”
Por Jorge Castro

Todo indica que en Venezuela está en pleno desarrollo un nuevo “Caracazo”, con una movilización generalizada de la totalidad de los sectores sociales, y en la que el elemento decisivo de la crisis tendrá lugar al producirse la participación masiva de la marginalidad del Gran Caracas, la más combativa del continente, que por cuatro veces ocupó la capital desde 1958.

En el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez se produjo el último Caracazo (27/02/89-04/03/89). Los marginados del Gran Caracas, que viven en los “barrios” de las alturas de la capital, saquearon e incendiaron las zonas residenciales, edificios públicos, comisarías, hasta que la intervención del ejército los desalojó -encabezados por los paracaidistas de Maracay-, a un costo de 5.000 vidas.

La crisis venezolana ha adquirido un carácter orgánico (político/económico), mediado por el descontrol fiscal y el déficit del sector externo, que este año experimenta el primer saldo negativo de su historia. Tres son los rasgos que caracterizan al sistema chavista en el momento actual: el profundo debilitamiento del presidente Nicolás Maduro, que agudizó el vacío de poder provocado por la desaparición de Hugo Chávez; la completa militarización del régimen, que le otorga al ejército el control de la totalidad de los resortes de poder; y un déficit fiscal de 15%/20% del PBI, que se ha trasladado al sector externo, cuando le restan al Banco Central US$ 15.000 millones disponibles.

Venezuela es el quinto país petrolero del mundo y posee las mayores reservas del planeta, por encima de Arabia Saudita. Las exportaciones de crudo le brindaron ingresos entre 1999 y 2013 por US$ 760.000 millones.

Chávez llegó al poder en 1998 y el precio del crudo era US$ 8/barril. Ahora es US$ 107.

El punto álgido de la crisis venezolana es el siguiente: llenar el tanque de combustible de un automóvil salía US$ 0,11 en diciembre de 2013; y recuperar el precio que tenía en 1998 exigiría multiplicarlo por 122, lo que exige una devaluación de 300%.

El subsidio implícito tiene un costo fiscal de US$ 45.000 millones al año.

La identidad venezolana se funda en la convicción de que Venezuela es uno de los países más ricos del mundo; y tienen razón. Los “petroestados” se caracterizan por su economía rentística y la debilidad de sus instituciones. El petróleo es la única fuente de renta genuina y el resto de la sociedad se encuentra básicamente subsidiada.

El chavismo realizó una gigantesca transferencia de recursos hacia los sectores populares.

Por primera vez en la historia venezolana, la marginalidad recibió en forma directa 30%/35% de la renta petrolera, a través de las “misiones sociales” y con la gestión de los voluntarios cubanos. La tasa de inflación asciende a 56% anual y la carencia de recursos básicos (especialmente de la canasta alimentaria) alcanza a 40%. Por eso Maduro ha iniciado, forzadamente, el inexorable proceso de ajuste. Las importaciones cayeron 12,1% (US$ 8.200 millones) en el último trimestre de 2013, el bolívar se devaluó 32% y el tipo de cambio oficial (SITME) fue eliminado, a través el cual se habían perdido 30% de las reservas el año pasado.

Por eso el bolívar perdió 70% de su valor en 12 meses.

El chavismo ha vuelto a su fuente y a su razón de ser, que es el ejército.

Hugo Chávez es inseparable del protagonismo político de los militares venezolanos.

El teniente coronel Chávez fue el jefe de la juventud militar que se insurreccionó contra la República de Punto Fijo (1958-1998), el 4 de febrero de 1992; y hoy son sus camaradas de promoción los que controlan el país y las instituciones castrenses.

El ejército de Venezuela se tornó chavista por el liderazgo extraordinariamente carismático del jefe de la insurrección del 4 de febrero de 1992.

Es el ejército de siempre, que tiene ahora entre sus manos la totalidad de los recursos de poder y cuando está en pleno desarrollo un nuevo “Caracazo”.

Fuente: Clarín, 23/02/14.

Jorge Castro

La innovación define el horizonte de Estados Unidos

diciembre 22, 2013

La innovación define el horizonte de EE.UU.
Por Jorge Castro

La economía norteamericana creció 3,6% en el tercer trimestre del año, tras haberse expandido 2,5% en el segundo. Crece así en los niveles de expansión de su tasa potencial de largo plazo (3% anual) y ha dejado atrás la crisis de 2008/9 y el período de bajo crecimiento que la continuó por 3 años y medio.

La expansión es encabezada por la industria manufacturera, que en noviembre alcanzó a 57,3 del índice ISM, dos puntos más que en julio (55,4), lo que asegura que se podrá alcanzar el récord histórico de la actividad a fin de año.

El auge manufacturero es consecuencia de uno de los más grandes giros tecnológicos de la historia de EE.UU., que ha desatado un boom de productividad en el sector (+34% desde 2007), con una caída en la estructura de costos superior a 10%.

EE.UU. experimenta algo más que una fase de expansión de la industria manufacturera. Lo que sucede es una “nueva revolución industrial”, caracterizada por la completa digitalización de la producción y la distribución, con la creación de nichos especializados de alcance global.

El sustento de esta transformación de la industria es una segunda revolución tecnológica, que es la explosión del shale gas y shale oil. La producción ha aumentado 45% este año y el precio del gas ha caído 30% en este período. De ahí que los costos de la producción industrial hayan disminuido un porcentaje similar (20% / 30%).

Lo propio de la acumulación estadounidense es que el incremento de la productividad no es obra de un aumento correlativo de la tasa de inversión. Al contrario, la relación fondos disponibles / inversión en capital fijo de las 500 principales empresas norteamericanas es la más baja desde 1935.

El alza de la productividad en EE.UU. es pura innovación.

Esta es la paradoja estadounidense, reveladora del carácter crítico, desequilibrado e inestable del sistema capitalista. El proceso de ahorro / inversión / ampliación productiva (acumulación) del capitalismo es la cuadratura del círculo. En estas condiciones, lo asombroso es que se pueda pensar que EE.UU. ha ingresado en una etapa de “estancamiento secular”, debido al agotamiento de su capacidad de innovación.

La economía norteamericana es la frontera del capitalismo global.

Y lo que sucede fuera de EE.UU. en materia de innovación y crecimiento es lo siguiente: el producto chino se ha multiplicado 25,59 veces entre 1950 y 1999, y a partir de 2000 ha aumentado 3 veces más. Corea del Sur se ha expandido 38,93 veces y Taiwán 46,84 veces. La OCDE calcula que China y los países del sudeste asiático sumados tendrán en 2030 un PBI mayor a la combinación de EE.UU. y Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España.

El estado de la investigación científica y tecnológica en EE.UU. adelanta lo que viene. El descubrimiento de la secuencia del genoma (DNA) y la creación de células vivas han revolucionado la microbiología celular y la ingeniería genética, transformadas en la punta de lanza de la bioeconomía, que es la avanzada productiva de la innovación química, bioquímica y energética, y equivale por su envergadura a una nueva revolución industrial.

EE.UU. y China pujan por el dominio de las supercomputadora s, dotadas de una capacidad de procesamiento de información capaces de descubrir lo nuevo en todas las franjas del conocimiento.

Nunca ha sido más fácil, rápida y prácticamente gratis la tarea de la investigación. Se ha ampliado como nunca el campo de lo posible. La innovación tecnológica crea en el capitalismo las oportunidades de inversión y desata el proceso de formación de capital. Esto es lo que sucede hoy en EE.UU. y en la economía mundial, sobre todo en China / Asia, nuevo eje de la acumulación global.

Advertir esta tendencia clave es cuestión de lucidez, no de optimismo. Un pesimista es hoy alguien insuficientemente informado.

Fuente: Clarín, 22/12/13.

Jorge Castro

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