Medicina prepaga: ni ángeles ni demonios

enero 6, 2025

Por Roberto Borrone.

John Quincy Archibald y su esposa, Denise, presencian cómo su hijo Michael se desploma en un partido de béisbol en Chicago y lo trasladan inmediatamente al hospital. Después de una serie de estudios, el Dr. Raymond Turner y Rebecca Payne, la administradora del hospital, informan a John que su hijo tenía una patología cardíaca severa y que morirá si no se somete a un trasplante. El procedimiento es muy costoso: US$250.000, con un pago inicial de US$75.000 requerido para incluir el nombre de Michael en la lista de receptores de órganos. John les dice que contaba con un seguro, pero después de revisar su póliza le explican que, debido a que la compañía para la que trabajaba redujo a John su turno de trabajo, su seguro de salud había cambiado y la nueva póliza no cubría la cirugía, lo que obligaba a John y a Denise a conseguir los US$75.000. La familia intenta recaudar el dinero, pero solo logra obtener un tercio del monto necesario. El hospital, ante la falta del pago requerido, planea dar el alta a Michael. Una indignada y angustiada Denise insta a John a hacer algo. En un intento desesperado por evitar la muerte de su hijo, John entra a la sala de emergencias del hospital con una pistola, toma a once rehenes y exige que el nombre de su hijo sea incorporado en la lista de receptores.

Con el transcurrir de las horas se establece una relación empática entre los rehenes y este padre angustiado, quien también respeta la necesidad de atención médica de ellos. John acepta liberar algunos rehenes para que se agregue el nombre de su hijo a la lista. En paralelo a la tensa negociación, el jefe de policía autoriza que un francotirador del grupo policial de élite (SWAT) se introduzca en el hospital. John logra aprehenderlo y lo utiliza como escudo humano al salir junto a él a la vista de un gran número de oficiales que le apuntan con armas y una multitud que lo apoya. John exige que su hijo sea llevado a la sala de emergencias. La policía acepta su solicitud. Una vez que llega su hijo, John revela a los rehenes su intención de suicidarse para que su corazón sea utilizado para salvar a su hijo. Convence al Dr. Turner para que realice la operación, y dos de los rehenes son testigos de su decisión. John se despide de Michael por última vez, entra en el quirófano y carga una bala en el arma. Esto demuestra que su pistola no estaba cargada y que nunca tuvo la intención de matar. John aprieta el gatillo, pero el seguro lo bloquea. En esos segundos decisivos su esposa se entera de que una donante fue trasladada al hospital para la ablación de órganos y evita que John se suicide. Liberados el resto de los rehenes, a Michael se le efectúa el trasplante exitosamente. Después de observar el procedimiento con Denise, John es puesto bajo custodia policial. La historia se convierte en objeto de un debate nacional sobre la calidad y accesibilidad de los seguros privados de salud y la atención médica. Tiempo más tarde, luego del juicio John es absuelto de los cargos de intento de asesinato, pero se lo condena por la toma de rehenes.

Este es el argumento resumido de la película John Q., estrenada en 2002 y protagonizada magistralmente por Denzel Washington, bajo la dirección de Nick Cassavetes.

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Veintidós años después, en diciembre de 2024, los medios informan sobre el asesinato en Manhattan de Brian Thompson, el máximo directivo de una de las principales empresas gerenciadoras y aseguradoras de medicina privada de los Estados Unidos (United Healthcare). El homicida, Luigi Mangione, un joven de 26 años, licenciado en informática por la Universidad de Pensilvania, dejó un mensaje críptico con palabras muy significativas en la munición encontrada: “delay” (retrasar), “deny” (negar) y “depose” (deponer). Estas palabras fueron inmediatamente vinculadas con la estrategia comercial de las compañías de seguros de salud privados ante la necesidad de determinadas prestaciones médicas por parte de sus afiliados. Se las menciona como la estrategia de las tres “d” de estas compañías en las que el núcleo es el negocio financiero. El homicidio quedó envuelto en una inesperada reacción de grupos de ciudadanos que expresaron en las calles su disconformidad con la estrategia comercial de sus compañías de seguros de salud privados. El asesino se había convertido inesperadamente en una suerte de “vengador” de los abusos de esas compañías. Según un artículo de CNN, “el asesinato desató lo que algunos observadores describen como la ira y frustración acumuladas de los estadounidenses con la industria del seguro de salud de la nación”. Según otro artículo de BBC News, Mangione tenía un manifiesto de tres páginas escrito a mano que incluía quejas contra el sistema de salud en los Estados Unidos.

Asesinato en Manhattan de Brian Thompson, 2024

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¿Qué reflexiones podemos hacer sobre la atención de la salud gerenciada por empresas? Las empresas de medicina prepaga (en Argentina) son emprendimientos comerciales con fines de lucro y no hay nada condenable en esto en tanto y en cuanto la calidad de sus servicios sea irreprochable, al igual que el cumplimiento de sus obligaciones contractuales con sus afiliados. Ninguna empresa de medicina prepaga obliga a nadie a afiliarse y tampoco obligan a los médicos a integrar sus cartillas de prestadores. Sus prestaciones tienen la suficiente calidad como para ser elegidas por mucha gente, aunque implique un gran esfuerzo en la economía familiar y a pesar del evidente deterioro de sus servicios en los últimos años y los crecientes reclamos. La inexistencia de una alternativa equivalente apuntala dicha adherencia. Respecto de los profesionales, las empresas de medicina prepaga no son responsables de la debilidad de los médicos para defender sus honorarios en la relación contractual. Mano de obra profesional de alta calificación a bajo costo no es lo que abunda en otras áreas de la economía.

Las polémicas en torno a la desregulación de las cuotas han desnudado el verdadero núcleo del problema: la medicina prepaga es para 6 a 7 millones de argentinos (14% de la población) una opción a la que se aferran en muchos casos en forma desesperada ante la alternativa de lo que consideran quedar “a la intemperie”. El sistema público de salud de financiación estatal no es considerado una opción “elegible” por el segmento de afiliados a la medicina prepaga. Esto merece una observación: son numerosas las instituciones de salud públicas que, a pesar del abandono del Estado, logran brindar un servicio digno gracias al esfuerzo y el profesionalismo del equipo de salud. Pero el “heroísmo” de los profesionales no es suficiente.

¿Qué certezas tenemos, hasta el momento, con la nueva administración en materia de salud? La desregulación, la libre elección de la obra social o la prepaga, la eliminación de triangulaciones e intermediaciones parasitarias y la auditoría de obras sociales son algunos de los principios y acciones rectoras. Otra de las certezas es que la orientación es respetar el “federalismo sanitario”. La idea transmitida es un Ministerio de Salud de la Nación concentrado en una función de rectoría y todas las instituciones asistenciales públicas quedando en la órbita provincial o municipal, según cada caso. El problema es que hay una gran disparidad entre las provincias respecto de sus recursos disponibles. Una reflexión al respecto: evitemos que la inequidad siga estando generada (ente otras razones) por el código postal de cada paciente, en el sentido de que la calidad prestacional esté determinada por el lugar de residencia.

El otro subsistema de salud –la seguridad social–, constituido por las obras sociales, tiene también sus luces y sus sombras. Allí existen “islas” de una solidaridad segmentada en la que la calidad prestacional está vinculada al poder económico de cada rama de actividad (en el caso de las obras sociales sindicales). Sería injusto generalizar desacreditando su funcionamiento. Hay obras sociales que funcionan bien. Paralelamente está germinando la idea de los seguros de salud provinciales.

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Una reflexión final: el Estado nacional no puede retirarse de su obligación de garantizar un sistema público de salud de calidad en todo el país. Sobre la base de esa columna vertebral, los otros subsistemas podrían perfectamente convivir y armonizar sus servicios. Un modelo a imitar para el subsistema público podría ser, por ejemplo, el de Costa Rica, con redes integradas de instituciones asistenciales. En el caso específico de la medicina prepaga, lo razonable sería que fuera una opción complementaria (de un sólido sistema público) y dejar de ser una opción “desesperada” ante la ausencia de alternativas “elegibles”. Un escenario virtuoso en una economía liberal de mercado requiere la existencia de competencia. No hay virtud cuando se “pesca en la pecera”.

Dr. Roberto Borrone, Profesor consulto de Oftalmología de la Facultad de Medicina de la UBA. Hospital de Clínicas (UBA). Doctor en Medicina (UBA).

Fuente: lanacion.com.ar, 06/01/25


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Hacia un país sin médicos clínicos ni pediatras suficientes

octubre 31, 2024

Por Roberto Borrone.

Estamos ante una realidad inocultable: hay una proporción creciente de jóvenes profesionales que se inclinan por especialidades que ofrecen potencialmente mejor remuneración y mejor calidad de vida

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Estamos transitando un preocupante camino hacia un escenario sin médicos clínicos ni pediatras suficientes para satisfacer la demanda.

Al analizar los datos del reciente concurso de 2024 para el ingreso a las residencias médicas surgen evidencias muy claras respecto de las especialidades elegidas por los aspirantes. Estos datos no hacen más que confirmar la tendencia que se venía observando en los últimos años.

Se trata de un fenómeno que ocurre también más allá de nuestras fronteras. Un reciente artículo de Katherine Jordan titulado “Where are all the pediatricians?” (¿Dónde están los pediatras?) fue publicado en la prestigiosa revista oficial de la Asociación Médica Americana –EE.UU.– y citado por el dr. Edgardo Flamenco en la plataforma médica Intramed. Paralelamente, 4 años atrás, fueron muy impactantes los datos presentados por el Dr. Pedro Silberman y colaboradores en un artículo publicado durante la pandemia del Covid-19 en la Revista Argentina de Salud Pública, en el cual se expresaba que “de los 181.189 médicos en actividad en la Argentina, quienes se desempeñan en una especialidad relevante para el tratamiento del Covid-19 representan solo el 8 % (14.460 médicos)” y de los 3078 médicos residentes que en 2020 se desempeñaban en residencias financiadas por el Ministerio de Salud de la Nación, solo el 13,8 % (427 profesionales) estaban recibiendo formación en una especialidad relevante para la pandemia. Con este marco de situación podemos sumergirnos en datos muy recientes del examen único de 2024 para el ingreso a las residencias. Es el concurso más importante desde el aspecto cuantitativo para el ingreso a las residencias médicas en la Argentina. ¿Qué conclusiones podemos sacar de su análisis ? ¿Qué datos de interés nos aporta cotejarlo con el mismo examen de 2018?

En el análisis desagregado surge que la proporción de aspirantes argentinos descendió del 80,88% (2018) al 67,29% (2024): los médicos aspirantes a las residencias nacidos en el exterior crecieron de un 19,12% en 2018 (1064/5566) a un 32,71% en 2024 (2292/7007). ¿Qué porcentaje de esos médicos extranjeros, al terminar la residencia, regresan a sus respectivos países –donde tienen sus familias y reciben mejor remuneración–? Es razonable intuir que un porcentaje importante de los médicos extranjeros que adquieren su entrenamiento en las residencias argentinas luego no ejercerán en el país. Esto no implica ningún juicio de valor respecto de los colegas extranjeros que se especializan en la Argentina. Los cinco países de nacimiento de los aspirantes extranjeros a las residencias en el concurso de 2024 con mayor peso cuantitativo fueron, en orden porcentual decreciente: Ecuador, 11,77%; Colombia, 7,78%; Bolivia, 7,44%; Brasil, 2,21%, y Venezuela, 1,58 %. En 2018 Ecuador se ubicaba en el tercer lugar (2,41%) y en la quinta posición en lugar de Venezuela se ubicaba Perú (0,68%). Las instituciones formadoras (facultades de Medicina) de los aspirantes que rindieron el examen de 2024 fueron estatales argentinas en un 53,10%; extranjeras, 30,40%, y privadas argentinas, 16,40%. Respecto del género de los aspirantes de 2024, las colegas representaron un 62,75%, consolidando la tendencia hacia la feminización de la medicina. Respecto de la preferencia de especialidad por parte de los aspirantes cuando se inscriben para el concurso de ingreso a las residencias, los datos muestran una preocupante tendencia.

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Las 15 especialidades más elegidas por los médicos aspirantes argentinos en el examen único de 2024 fueron: anestesiología (11,81%), cirugía general (9,01%), pediatría (8,80%), clínica médica (8,46%), tocoginecología (8%), cardiología (6,94%), oftalmología (5,90%), ortopedia y traumatología (4,94%), diagnóstico por imágenes (4,88%), psiquiatría (4,16%), medicina general y/o familiar (3,90%), dermatología (3,54%), terapia intensiva (2,16%), neurocirugía (1,87%) y neurología (1,76%). Las especialidades más elegidas por los médicos aspirantes extranjeros fueron –en orden decreciente de frecuencia–: cirugía general, ortopedia y traumatología, diagnóstico por imágenes, dermatología, pediatría, anestesiología, cardiología, tocoginecología, otorrinolaringología, clínica médica y urología.

Es muy notoria la escasa diferencia porcentual en las preferencias entre las grandes especialidades clínicas y el resto de las especialidades teniendo en cuenta que la demanda en atención primaria es abrumadoramente mayor para la clínica médica, la medicina general y/o familiar y la pediatría. Esto se refleja muy claramente al comparar los cargos ofrecidos en el concurso de 2024 (primera cifra) versus los exámenes rendidos para ocupar esos cargos (segunda cifra): pediatría, 760/514; clínica médica, 613/443; medicina general y/o familiar, 415/187; tocoginecología, 333/466; cirugía general, 304/639; terapia intensiva, 256/138; ortopedia y traumatología, 246/427; cardiología, 204/425; anestesiología, 203/647; psiquiatría 201/238; diagnóstico por imágenes, 172/411; emergentología, 92/42; oftalmología, 86/334; anatomía patológica, 71/57; urología, 54/173. Se trata de un listado parcial, con las especialidades con mayor oferta de cargos.

Una inferencia ante estos datos contundentes es que los aspirantes prefieren las especialidades que tienen una o más de las siguientes características: que sean especialidades quirúrgicas; en el caso de las especialidades clínicas, prefieren aquellas en las que el médico especialista tiene la posibilidad de efectuar estudios complementarios que requieren equipamiento, y/o especialidades con prácticas que buscan objetivos estéticos. Ante esos datos, decidí cotejar “en el terreno” esa tendencia. Al finalizar mi clase inaugural en la Cátedra de Oftalmología en el Hospital de Clínicas (UBA), les pregunté a los alumnos qué especialidad iban a elegir. Es importante destacar que nuestra asignatura se cursa en el último año de la carrera. De los 70 alumnos presentes solo el 7% manifestó que va a optar por clínica médica y el 4%, por pediatría.

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Estamos ante una realidad que es inocultable: hay una proporción creciente de médicos aspirantes a las residencias que se inclinan por especialidades que ofrecen potencialmente una mejor remuneración del trabajo profesional y, en muchos casos, una mejor calidad de vida. Los datos de las preferencias de los aspirantes extranjeros comparten esa tendencia.

No hace mucho, en estas páginas, había definido la consulta médica como “la cenicienta de la medicina”. El punto es que la dramática desvalorización social y económica del acto médico más trascendente –la consulta médica– ha determinado un alejamiento de las jóvenes generaciones de médicos respecto de especialidades donde precisamente la consulta médica es la única prestación. Este es el caso de la clínica médica, la medicina general y/o familiar, y la pediatría.

Se dice, con justificada insistencia, que tener datos confiables es esencial para poder planificar. Los datos que nos ofrece el Observatorio Federal de Talento Humano en Salud del Ministerio de Salud de la Nación son un insumo vital para elaborar políticas públicas de salud. A partir de estos datos se deberían implementar estrategias creativas para estimular la elección de esas especialidades críticas. En esa línea de acción, el Ministerio de Salud de Mendoza promovió el dictado de la ley 9526, titulada “Sistema provincial de residencias formativas”, cuya reglamentación fue publicada recientemente en el Boletín Oficial. Uno de los objetivos de esta ley es intentar revertir la falta de profesionales en determinadas especialidades básicas, como pediatría. El instrumento descripto en la ley es crear “becas formativas diferenciales” para promover –mediante una remuneración significativamente mayor respecto de las residencias de otras especialidades– la elección de residencias críticas por parte de los médicos jóvenes. Sería importante también considerar la vida profesional luego de la residencia para que quienes elijan esas especialidades tengan también un escenario profesional adecuado, desde lo económico y desde la calidad de vida. Debemos urgentemente corregir la tendencia que nos muestran los datos para evitar que, en un futuro cercano, lograr un turno con un médico clínico o un pediatra confiable se convierta en un penoso desafío.

Dr. Roberto Borrone, Profesor consulto de Oftalmología de la Facultad de Medicina de la UBA. Hospital de Clínicas (UBA). Doctor en Medicina (UBA).

Fuente: lanacion.com.ar, 08/10/24


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La pauperización médica en Argentina

julio 5, 2024

Por Roberto Borrone.

Peligrosas consecuencias de la pauperización médica

¿Por qué debería preocupar a la sociedad que los profesionales de la medicina estén sometidos a un proceso de empobrecimiento?, porque se está gestando un problema de extrema gravedad en la atención.

En los últimos meses hemos leído y escuchado reiteradamente la expresión “abuso de posición dominante” referida a las controversias y consecuencias generadas por la desregulación de diferentes áreas, entre otras, la salud. Cabe rescatar el concepto de “posición dominante” como reflejo de una asimetría de poder al momento de establecer, por ejemplo, condiciones contractuales de trabajo. Los médicos, sea cual fuere el subsistema de salud (público, seguridad social –obras sociales– o medicina prepaga), invariablemente se enfrentan a una “posición dominante” que los ubica en condiciones laborales muchas veces inaceptables.

Hospital Perrando, Resistencia. Chaco.

Paralelamente, existe un factor de trascendente importancia en el tema, que consiste en la culposa y contradictoria relación de los médicos con el dinero. Me refiero al “atavismo” cultural que se remonta al principio de los tiempos de la medicina, cuya traducción –aún vigente– es la figura sacerdotal del médico. Este simbolismo del ejercicio profesional de la medicina como un “apostolado” ha sido sumamente útil para quienes disponen de alguna “posición dominante” ante los médicos en sus diversos escenarios laborales. Los médicos, encandilados con la idea de una imaginaria profesión liberal (degradada desde hace mucho), han caído en esa trampa psicológica. Esto ha conspirado contra su derecho a desarrollar la profesión en condiciones acordes con la exigente preparación y la superlativa responsabilidad de su labor. Toda actividad médica que tuviera una pincelada de inquietud “gremial” fue durante décadas vista, por los propios médicos, como “vergonzante”, ubicada en las antípodas de la imagen profesional esperable. Este escenario configuró una “tormenta perfecta”: los médicos interactuando con quienes ejercen “posiciones dominantes” y al mismo tiempo enfrentando sus propias contradicciones e inhibiciones conductuales. La sociedad (los empleadores de los médicos, intermediarios y pacientes) siempre exigió a los médicos ajustarse a la figura del buen samaritano, tan presente en el inconsciente colectivo.

En un reciente editorial de La Nación (“Los costos ocultos de la salud privada”) se enumeran “los desafíos para financiar la salud de la población”. Se describe, en esa categoría: “El avance de las tecnologías médicas, fármacos, dispositivos, procedimientos para el diagnóstico, la rehabilitación y las prácticas defensivas por la amenaza legal”. Esa enumeración es absolutamente fiel a la realidad. Lo destacado es que el rubro honorarios profesionales es mencionado, con todo acierto, como la variable de ajuste ante cada crisis

¿Por qué debería preocupar a la sociedad que los médicos estén sometidos a un proceso de pauperización? Las consecuencias de la degradación de las condiciones laborales de los médicos ya son más que evidentes e incluso medibles. Con una finalidad didáctica las denomino “la crisis médica de la triple C”: crisis de cantidad, crisis de calidad y crisis de confiabilidad. La crisis de cantidad se evidencia en un hecho impensado hasta hace pocos años. En los concursos de residencias médicas no se cubren las vacantes disponibles en especialidades médicas críticas como pediatría, neonatología, clínica médica, medicina familiar, terapia intensiva, anatomía patológica, nefrología y psiquiatría infanto-juvenil. El principal motivo, incluso evaluado en encuestas, es la poca rentabilidad y la agobiante exigencia que implica el ejercicio de esas especialidades. La Sociedad Argentina de Pediatría y otras sociedades médicas científicas vienen advirtiendo sobre las consecuencias claramente previsibles de esta situación.

La crisis de cantidad tiene, en los últimos años, un nuevo condimento: los médicos extranjeros que se especializan en nuestras residencias (uno de cada tres médicos de los que se postularon en 2023) ya no se quedan a ejercer en nuestro país, debido a que en sus países de origen la remuneración es nítidamente mejor. A esto hay que sumar la creciente emigración de médicos especialistas argentinos en su búsqueda de mejores condiciones laborales. Muchas guardias ya no disponen de determinados especialistas durante las 24 horas. Veamos qué significa la crisis de calidad. Un porcentaje creciente de médicos recibidos en nuestras facultades de Medicina están optando por no incorporarse a una residencia médica (el mejor sistema de entrenamiento para formarse en una especialidad). Para las 4930 vacantes que se ofrecieron en 2023 en el examen único de ingreso a las residencias médicas hubo 4295 postulantes. Se estima que un 30% de los egresados de las facultades de Medicina finalmente no se incorporan a las residencias. La relación entre el número de postulantes que finalmente rindieron y el cupo ofrecido en el examen único en las especialidades críticas es la siguiente: pediatría y especialidades articuladas, 491/841; clínica médica, 433/683; medicina general y/o medicina de familia, 180/479; terapia intensiva, 123/280. Las especialidades clínicas en las que la única prestación es la consulta son las menos elegidas debido a los magros ingresos. (Fuente: Observatorio Federal de Talento Humano en Salud. Ministerio de Salud de la Nación).

¿Cuál es el motivo que lleva a nuestros jóvenes colegas a tomar esta preocupante decisión de no formarse en una residencia? Nuevamente el motivo fundamental es la baja remuneración, sumada a las condiciones hostiles de trabajo. La crisis de calidad también se verifica en médicos ya egresados de las residencias que al enfrentarse a un deterioro progresivo de sus remuneraciones (sueldos y honorarios) se ven obligados a incorporarse a la vorágine agotadora del pluriempleo. En ese contexto, no les queda margen de tiempo (ni energías) para la educación médica continua que exige nuestra profesión para mantenernos actualizados. Otra consecuencia es la sobrecarga de trabajo en los servicios hospitalarios en las especialidades críticas, al mermar el número de profesionales en ellas. Todo este panorama conspira claramente contra la calidad de la prestación.

Respecto de la crisis de confiabilidad, se trata de algo muy delicado, dado que erosiona los aspectos éticos de nuestra profesión. La honestidad intelectual al abordar este tema obliga a admitir que algunos profesionales, ante esta situación laboral tan adversa, apelan a estrategias y/o prácticas “compensatorias” claramente reprochables, como la sobreprestación y alianzas comerciales encubiertas, entre otras.

En síntesis, están muy claras las razones por las cuales la sociedad y sus líderes deberían preocuparse por este tema. Lo que ha ocurrido en las últimas décadas, con todas las administraciones, es que los médicos no figuramos en ninguna agenda política porque evidentemente no movemos “el amperímetro” del interés político. Tampoco podemos los médicos esperar demasiado de la sociedad, agobiada desde hace mucho por otras preocupaciones, pero también impregnada por aquella imagen cultural del buen samaritano a quien, a diferencia de otros profesionales, se le exige cumplir con su “apostolado” sin otras consideraciones.

¿Quiénes deberían liderar el cambio que requiere evitarle a la sociedad esa triple crisis de cantidad, calidad y confiabilidad de la medicina? La respuesta son las sociedades médicas científicas, que urgentemente deben involucrarse activamente en estos temas referidos al ejercicio profesional. Algunas de ellas ya lo están haciendo (pero aún en un plano discursivo). Un gran número de estas sociedades fueron fundadas hace 100 años, cuando el escenario del ejercicio profesional de la medicina era muy distinto y el acceso a la información científica no tenía la fluidez que permite la tecnología actual. Por eso sus estatutos solo estaban enfocados en temas científicos y académicos. Ha llegado el momento de aggiornarse para, además de lo científico, ocuparse de los nuevos desafíos laborales que implica el ejercicio de la medicina.

La pauperización de los médicos está gestando un problema de extrema gravedad en la atención de la salud en todos los subsistemas. A los gobiernos este tema no les interesa, la sociedad está angustiada por otras cuestiones y los médicos no encontramos aún una forma eficaz de canalizar esta preocupación. Todos los argentinos deberíamos preguntarnos: ¿quién cuidará nuestra salud en un futuro cercano?

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─El Dr. Roberto Borrone es Profesor consulto de la cátedra de Oftalmología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Hospital de Clínicas. Doctor en Medicina (UBA).

Fuente: La Nación, 21/05/24


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Cambios en el Sistema de Salud Argentino

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En Argentina faltan salud y educación

marzo 27, 2024

Al Pacto de Mayo le faltan salud y educación

La verdadera riqueza sustentable de los países líderes del siglo XXI radica en el conocimiento; a su vez, no hay posibilidad de que los niños adquieran conocimientos sin los micronutrientes necesarios

Por Roberto Borrone.

En el último segmento del discurso presidencial de apertura de las sesiones ordinarias legislativas se convocó a los gobernadores, autoridades de los partidos políticos y ex primeros mandatarios a rubricar un pacto de 10 medidas económicas a las que se les asigna jerarquía de políticas de Estado. El denominado Pacto de Mayo. Es indudablemente una propuesta auspiciosa –más allá del análisis de la “letra chica” que merecerá cada punto–, dado que propicia retomar una atmósfera de consensos luego de “tempestades” de crispación. Mi sesgo profesional como médico y profesor universitario me hizo notar inmediatamente la ausencia de la salud y la educación entre los 10 puntos. En un pacto como lo sería el de Mayo, en un país organizado federalmente y en el cual salud y educación están en la órbita de cada jurisdicción, es ilógico que estos aspectos fundamentales no estén incluidos.

Ante mi inquietud, profesionales amigos del mundo del derecho y la economía esgrimieron como argumento que solo con una economía saneada sería posible poner el foco en una reestructuración virtuosa de los sistemas de salud y educativo. Lo prioritario, refieren, es “apagar el incendio”. La traducción sería que salud y educación (entre otros) son objetivos de “segunda generación” que requieren de la concreción previa de aquella batería de medidas económicas. Mi réplica es que esto colisiona con el concepto de que la verdadera riqueza sustentable de los países líderes del siglo XXI en realidad radica en el conocimiento. A su vez, no hay posibilidad de que los niños adquieran conocimientos sin un buen estado de salud en general y, fundamentalmente, sin los micronutrientes necesarios para una buena “salud cerebral”.

¿Alguien puede dudar del valor que tiene para la economía de un país del siglo XXI que su población tenga un excelente estado de salud y una educación de primer nivel accesible para todos? Es ocioso repetir la muy baja performance de los jóvenes de nuestro país en las pruebas internacionales que testean los conocimientos adquiridos. “Somos lo que la educación hace de nosotros” (Francisco Mora) es una impactante frase referida por Guillermo Jaim Etcheverry (exdecano de la Facultad de Medicina y exrector de la UBA), quien hace muchos años nos advirtió sobre la “tragedia educativa” que se desarrollaba en la Argentina.

Un artículo reciente se enfocó en un caso concreto: Corea del Sur. Su título y contenido fueron contundentes: “La revolución educativa, la clave del éxito económico de Corea del Sur” (Infobae, 19/01/2024). Ese país asiático pasó de un alto grado de pobreza y analfabetismo al momento de la firma del armisticio de la Guerra de Corea, en 1953, a lograr “uno de los mayores crecimientos económicos, educativos y de desarrollo del mundo”. La clave fue la inversión en un sistema educativo de calidad. “Generar capital humano fue un modo de obtener recursos valiosos”, es la reflexión de Byun Koo Cho, director del Centro Global de Intercambio de Conocimiento y Desarrollo de Corea del Sur. Evaluaciones internacionales como PISA (OCDE), Timss (matemáticas y ciencias) y Pirls (comprensión lectora) ubicaron a Corea del Sur en la cima del rendimiento educativo. Sus calificaciones en matemáticas, lengua y ciencias lo colocan entre los 10 países más destacados. Las claves fueron:

* Políticas públicas educativas a largo plazo que se sustentan más allá de cada administración. No se trata de estrategias estáticas, sino que cada 5 años los expertos reevalúan los programas de estudio para adaptarlos a los cambios tecnológicos y sociológicos. Los jóvenes egresan con las competencias que el mundo laboral les exige.

* Alta inversión en el sistema educativo (más del 10% del PBI).

* Una rigurosa formación de los docentes para que la instrucción de los alumnos responda a las exigencias actuales. Todo esto se complementó con una alta inversión en investigación y desarrollo en las empresas. En cuanto a estrategias educativas, la utilización de instrumentos de inteligencia artificial (IA) permite una enseñanza más personalizada y un monitoreo del progreso de cada alumno detectando dificultades y fortalezas.

En un reciente artículo en La Nación, Guillermina Tiramonti enfatizó: “Es necesario introducir cambios en las instituciones de formación de los docentes para mejorar el perfil de estos agentes que deben enseñar en la era digital”. La autora reclama “comenzar a diseñar una escuela que nos posibilite tener docentes bien pagos y alumnos que aprendan”. Hay que dejar atrás el modelo basado en el enciclopedismo, que tenía cierto sentido hasta la primera mitad del siglo pasado.

Por su parte, también en estas páginas, Alieto Guadagni y Francisco Boero expresaron que, mientras Alberdi decía que “gobernar es poblar”, la extrapolación al siglo XXI de su aserto podría expresar que “gobernar es educar”. Los autores remarcan algo contundente: “La pobreza afecta duramente a quienes tienen una escasa escolarización”, y reclaman quebrar “el círculo de reproducción intergeneracional de la pobreza”. Reclaman que en todo el país se cumpla el calendario anual mínimo de 180 días efectivos de clases (según ley 25.864/2003) y la jornada extendida en el nivel primario (ley 26.206), situación actualmente disponible solo para el 15% de los alumnos.

En materia de salud, el Pacto de Mayo sería una oportunidad óptima para definir el “trazo grueso” de una reorganización del sistema público de salud. Hasta ahora conocemos dos novedades en materia de salud: la desregulación de las cuotas de las empresas de medicina prepaga (subsistema que atiende al 13% de la población) y la equiparación de las prepagas con las obras sociales, con libre elección y sin intermediación para elegir la cobertura entre ambas opciones. Queda pendiente algo fundamental: comenzar a definir un proyecto para el subsistema público de financiación estatal (en él se atiende al menos el 36% de la población).

Cuando hablamos de salud, debemos considerar también sus determinantes, tales como la nutrición infantil. Asegurar una nutrición adecuada con los micronutrientes indispensables para el desarrollo del cerebro infantil y sus funciones cognitivas (memoria, atención) –en el marco de niveles de pobreza e indigencia inéditos– es un imperativo ético que una cosmovisión economicista debe focalizar.

Uno de los pioneros en este tema, el médico y biólogo Nevio Borrone, expresó el concepto de “la inteligencia como política de Estado”, refiriéndose a medidas para favorecer el desarrollo de la “inteligencia natural”.

El Gobierno debe dejarse ayudar por los expertos, muchos de ellos agrupados en organizaciones multidisciplinarias como los grupos PAIS y Medeos, ambos con propuestas concretas disponibles. Estos son solo dos ejemplos de fuentes de consulta de primer nivel. A todos los que nos interesa que el Gobierno tenga una buena gestión nos preocupa que una mirada economicista dogmática deje fuera del foco temas centrales para el desarrollo de nuestro país.

Lo urgente (economía y seguridad) y lo importante (salud y educación) deben ser abordados de forma tal de generar un circuito virtuoso, dado que lo importante le dará sustentabilidad en el tiempo a lo urgente.

Salud y educación pública de calidad comparten un objetivo: posibilitar realmente una igualdad de oportunidades. Solo sobre esa base será posible para cada argentino desarrollar sus potencialidades con verdadera libertad. El Pacto de Mayo debe incluir educación y salud, si es que realmente aspiramos a un desarrollo económico sustentable en el tiempo. Parafraseando a Jaim Etcheverry y a Mora, “somos lo que la educación y la salud hace de nosotros”.

─Roberto Borrone es Profesor consulto de la cátedra de Oftalmología de la Facultad de Medicina (UBA). Hospital de Clínicas. Doctor en Medicina (UBA).

Fuente: lanacion.com.ar, 15/03/24


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Argentina: La salud necesita urgentes definiciones del Gobierno

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Argentina: La salud necesita urgentes definiciones del Gobierno

febrero 16, 2024

Por Roberto Borrone.

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La salud es en la actualidad un tema de “necesidad y urgencia”, como fue acertadamente definido en un artículo de Rubén Torres y Natalia Jorgensen. En esa misma línea un reciente editorial de La Nación expresaba: “Suenan sirenas en el área de salud”. A pesar de este contexto dramático, los artículos del DNU 70/2023 no abordaron el núcleo del problema. Solo se enfocaron en un subsistema que atiende al 13% de la población (medicina prepaga) desregulando sus cuotas. En un gobierno que tiene vocación de ser “refundacional” (y está en todo su derecho por el respaldo recibido en las urnas), se perdió esa gran primera oportunidad de definir el rumbo en cuanto a su política de salud.

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Es imprescindible que las autoridades incluyan este tema dentro de sus prioridades, y lo que la lógica indica es que, para abordarlo en forma sistémica, sería esencial convocar a una ronda de consultas con todas las partes involucradas (profesionales del equipo de salud, directivos de instituciones prestadoras privadas, directivos del ámbito académico y científico, directivos de las entidades de la seguridad social –obras sociales–, directivos de las instituciones públicas de salud, directivos de las instituciones formadoras del recurso humano –universidades– y entidades que nuclean a médicos sanitaristas y a economistas de la salud).

Es vital en temas técnicos consultar a los expertos y a quienes tienen una invalorable experiencia “de campo”. Hay que superar el eterno error de intentar resolver temas técnicos con una mirada exclusivamente política acorde con el color ideológico de la administración circunstancial.

Todos los expertos en temas de salud, ante esta falta de definiciones, se hacen varias preguntas básicas: ¿qué rol le asigna el Gobierno al Estado en el sistema de salud ? ¿Cuál será la columna vertebral de un hipotético nuevo sistema de salud? ¿Estará basado en un sistema de salud pública de calidad ? ¿Existirá un nuevo subsistema constituido por la confluencia de obras sociales sustentables y empresas de medicina prepaga compitiendo entre sí? ¿El sistema de salud será estructurado fundamentalmente con el subsistema privado dejando un subsistema estatal marginal? ¿Cómo se compensarán las inequidades que genera nuestra organización federal teniendo en cuenta las asimetrías entre las provincias?

Estas preguntas están íntimamente conectadas con la concepción que tenga el Gobierno respecto de la salud. ¿Es un bien transable pasible de ser manejado con las reglas del mercado o es un tema que deber ser manejado en el marco de un sistema basado en la solidaridad? Todos los expertos están de acuerdo en que, sea cual fuere el abordaje del tema salud, las dos objetivos básicos son la equidad y la eficiencia. El Gobierno tiene todo su derecho a elegir el camino. Pero lo que las circunstancias exigen es que este tema se defina y explicite urgentemente. “No hay viento favorable para el que no sabe adónde va” (Séneca).

La base debería ser un sistema público de calidad que garantice el cumplimiento del espíritu y la letra de la Constitución nacional al poner en cabeza del Estado garantizar el cuidado de la salud de toda la población. El concepto es que la salud es un derecho humano fundamental e indispensable para el ejercicio de los demás derechos. El destino de un paciente no puede estar condicionado por su área geográfica de residencia, su tipo de cobertura y/o su capacidad de pago. Actualmente el sistema público de salud, abrumado por la demanda y la falta de recursos humanos y de estructura, no está dando –salvo excepciones– una respuesta satisfactoria en términos de equidad y eficiencia, a pesar del heroísmo de muchos profesionales del equipo de salud.

Este sistema podría ampliar su base de sustentación con instituciones prestadoras más allá de las instituciones públicas. Una articulación público-privada sería una opción razonable si los pacientes pudieran acceder a un espectro ampliado al estar amparados por un seguro público con un nomenclador razonable que permita el uso de la capacidad instalada de instituciones prestadoras privadas. El subsistema de la seguridad social es muy heterogéneo en sus algo más de 300 obras sociales. Algunas dan un muy buen servicio a sus afiliados, pero un porcentaje importante no son viables por distintas razones.

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Nada se ha informado hasta ahora respecto del abordaje que harán las autoridades en relación con el PAMI. ¿Seguirá igual? ¿Se descentralizará en las diferentes jurisdicciones provinciales ? ¿Habrá libre elección del prestador, tanto en atención ambulatoria como en internación? ¿Podrán los jubilados continuar en su obra social si así lo desean ? ¿Sería posible la permanencia de los jubilados en su prepaga mediante algún aporte del Estado cuando el monto de la jubilación torne imposible la continuidad en un sistema al cual se aportó durante muchos años y con lo que implica interrumpir el vínculo con sus médicos de confianza en una edad de gran vulnerabilidad?

Hay dos aspectos centrales en el análisis de cualquier sistema de salud: cuál es su fuente de financiación y cuál es su estrategia de gestión. No alcanza con asegurar un presupuesto suficiente sino que, además, tan importante como eso es lograr un adecuado modelo de gestión. En esa línea el académico doctor Jorge Neira ha destacado la importancia de mejorar la calidad de las bases de datos del área salud, expresando que “sin datos confiables no hay gestión y sin gestión no hay calidad”. Es fundamental tener clara la estructura de costos, tema muchas veces ocultado. Todo el ecosistema de salud debe reconocer la importancia de “medir y evaluar la calidad de sus resultados y rendir cuentas de la inversión en recursos” (Amanda Rubilar). La transparencia es un “insumo” muy importante.

Un sistema de salud centrado en lo público no implica negar la importancia del sistema privado. La única diferencia es que si el sistema público es “competitivo” en el sentido de dar una respuesta equitativa y eficiente, la opción por un seguro privado de salud quedaría como una opción regida por un contrato entre privados, y no como una alternativa desesperada para “no caer” en el sistema público.

El “plan maestro” debería ser no modificar lo que funciona bien, corregir lo que no funciona y articular recursos para aprovechar la capacidad instalada disponible optimizando su eficiencia. Nuestro país –y más en las actuales circunstancias– es un escenario para poner el foco en lo posible (aunque no sea lo ideal).

Es prioritario reparar urgentemente la deuda económica y moral pendiente con los profesionales del equipo de salud. Sería ideal lograr que el trabajo full time en las instituciones públicas de salud fuera una opción atractiva para los profesionales del equipo de salud. Esa modalidad laboral es un pilar fundamental para un funcionamiento eficiente de esas instituciones. Debería ser un objetivo deseable para nuestras futuras generaciones de médicos y no una “estación” de paso más dentro de agotadoras jornadas de pluriempleo. La financiación de la capacitación, como lo destaca Carlos Vasallo, es otro eje fundamental.

Ante tantas necesidades y urgencias en materia de salud, hacen falta definiciones del Gobierno para que el barco encuentre vientos favorables para llegar a un puerto acogedor, tanto para los pacientes como para los profesionales del equipo de salud.

─Roberto Borrone es Profesor consulto de la cátedra de Oftalmología de la Facultad de Medicina de la UBA; doctor en Medicina (UBA).

Fuente: La Nación, 16/02/24


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Cambios en el Sistema de Salud Argentino

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Cambios en el Sistema de Salud Argentino

enero 8, 2024

En salud, la única forma de gozar de libertad es tener un sistema equitativo y eficiente

Por Roberto Borrone.

El Gobierno tiene que dejarse ayudar por expertos y entender que entre una posición “estatista” y una “mercantilista” existen otras opciones racionales

“Cambio” y “libertad” son las dos aspiraciones que, según la mayoría de los analistas, generaron el significativo caudal de votos que apoyó al nuevo gobierno, autodefinido como libertario. El voto mayoritario ha expresado un deseo de “cambio” y que ese cambio se traduzca en una “dosis” de Estado que sea profesional y eficiente en sus prestaciones mediante una desregulación (“libertad”) que simplifique la vida y estimule el desarrollo económico.

Dentro de ese marco conceptual y con los riesgos que implica el análisis de eventos aún en desarrollo y que no están definidos, es oportuno analizar las probables implicancias de los artículos referidos al área de la salud en el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 70 / 2023.

Una primera consideración es que en materia de atención de la salud la única forma que tiene el paciente de gozar de verdadera libertad es disponer de un sistema de salud que sea equitativo y eficiente. Sin estas condiciones su libertad de elección es una entelequia, una construcción teórica, porque estará limitada en la vida real por una segmentación con barreras infranqueables. En el mejor de los casos sólo podrá elegir dentro de un “menú” predeterminado.

Vale la pena plantear algunos interrogantes centrales que interpelan al lector y obviamente a las autoridades competentes. ¿La salud es un bien transable? ¿Estamos todos de acuerdo en que el acceso equitativo a servicios de salud de calidad es un derecho básico? Dicho en otros términos: ¿estamos de acuerdo en que es inaceptable que haya una salud de “primera”, otra de “segunda” y otra de “tercera”, según capacidad de pago, cobertura y área geográfica de residencia? El medicamento, ¿es un “bien social” o un “bien de mercado”? ¿Estamos de acuerdo en que la venta de medicamentos (aun los de venta libre, con sus posibles efectos secundarios) conlleva una responsabilidad profesional (propia e indelegable del farmacéutico) y que no puede ser equiparada a la venta de hilo dental ni estar en manos de un empleado no profesional?

¿Estamos de acuerdo en que la prescripción obligatoria de medicamentos por su nombre genérico (droga), como lo establece el DNU, es aceptable sólo en un ámbito en el que exista un mercado de genéricos con estricto control de bioequivalencia y biodisponibilidad (efectividad terapéutica del producto)? ¿Estamos de acuerdo en que el concepto de salud pública abarca a todos los subsistemas de salud ? (La diferencia reside en la fuente de financiación.) ¿Estamos de acuerdo en que las enfermedades “huérfanas” (relacionadas con la pobreza) y las enfermedades raras (infrecuentes) no pueden quedar desatendidas por una visión mercantilista de la salud?

¿Estamos de acuerdo en que la construcción de un sistema de salud racional y equitativo comienza por el fortalecimiento del subsistema de salud de financiación estatal ( lo que habitualmente se denomina “salud pública”) como ocurre en casi todos los países que admiramos desde este punto de vista? ¿Estamos de acuerdo en que la diferencia de origen entre el subsistema de la seguridad social (obras sociales) y el subsistema de la medicina prepaga es el espíritu solidario de las primeras y el espíritu empresarial de las segundas ?

Si estamos de acuerdo en estas premisas, hay motivos para preocuparnos con lo planteado en el DNU en materia de salud y así lo han expresado entidades como la Academia Nacional de Medicina, la Asociación Médica Argentina y diversas sociedades científicas (médicas y farmacéuticas).

Era legítimo el reclamo de las empresas de medicina prepaga en cuanto a establecer una actualización de sus cuotas. En definitiva, el usuario de ese sistema sabe que ha establecido un vínculo contractual con una empresa y no con una sociedad de beneficencia. El punto es si en los servicios de salud, catalogados como uno de los servicios “esenciales”, el usuario debe quedar expuesto, sin regulación alguna, a los aumentos que dispongan las empresas. ¿Esto podría generar la tentación de una “depuración del padrón” ? (Afiliados con alto requerimiento de servicios por su edad que se “caen” del sistema por la elevación de las cuotas). Seguramente surgirán “planes low cost”, para contener a quienes se “caigan” del sistema, pero obviamente cambia el nivel de cobertura. Esto está en evolución.

Lo que ha llamado poderosamente la atención en la comunidad médica es que en el centro del escenario de las nuevas disposiciones ha quedado un subsistema (prepagas) que sólo atiende al 13 % de la población (6.000.000 de afiliados). Nada se ha resuelto respecto a la salud pública de financiamiento estatal. El otro punto que merece un análisis profundo es la equiparación de la medicina prepaga con las obras sociales, con el objeto de generar una competencia entre ambos subsistemas. ¿Quedarán realmente en igualdad de condiciones para competir? Si las cuotas de la medicina prepaga aumentan notoriamente, habrá seguramente una migración selectiva de pacientes de altos sueldos desde las obras sociales hacia ellas. ¿Esto producirá más inequidad entre los dos subsistemas al desfinanciarse las obras sociales?

Paralelamente, está claro que es irracional la existencia de más de 300 obras sociales de las cuales se calcula que el 70 % no está en condiciones financieras de cubrir el Programa Médico Obligatorio (PMO), conjunto de prestaciones básicas que por ley deben ser cubiertas a los afiliados. En definitiva, lo que el DNU establece en cuanto al área de la salud, no puede ser considerado un proyecto de sistema de salud.

Al inicio del artículo se enfatizó que una mayoría de la sociedad se expresó electoralmente reclamando un “cambio”. Es una excelente oportunidad para el nuevo gobierno de generar ese cambio en salud con un objetivo en el que todos estamos de acuerdo: lograr un sistema de salud equitativo y eficiente. A todos los que estamos responsablemente (y desinteresadamente) preocupados por el tema salud, nos ha llamado la atención que no se haya efectuado una consulta previa con las instituciones del equipo profesional de salud.

Desde estas páginas hemos sugerido la necesidad de crear un Consejo Asesor del Ministerio de Salud constituido por representantes de todas las entidades del equipo de salud, que asesore y permita diseñar políticas públicas de salud sustentables en el tiempo independientemente del color político de la administración de turno. El Gobierno tiene que dejarse ayudar por expertos de todos los subsectores de la salud y entender que entre una posición “estatista” y una posición “mercantilista”, existen en materia de salud opciones racionales intermedias que pueden permitir lograr ese doble objetivo de equidad con eficiencia.

A todos nos interesa, y mucho, que al Gobierno le vaya bien. Para que eso ocurra debe tener una actitud abierta y no clausurar el debate con quienes emiten observaciones efectuadas con honestidad intelectual. De lo contrario caería en el sesgo cognitivo denominado “martillo de Maslow” (“si la única herramienta que tienes es un martillo todos los problemas parecen un clavo”). Encerrarse en un fundamentalismo centrado en las leyes del mercado, al menos en salud, no es una opción racional. No perdamos otra oportunidad.

─Roberto Borrone es Profesor consulto de la cátedra de Oftalmología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA); doctor en Medicina (UBA). Hospital de Clínicas “José de San Martín”.

Fuente: lanacion.com.ar, 08/01/24

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Un ejemplo de abuso en el Sistema de Salud norteamericano

Venta corta y farmacéuticas

El tercer capítulo del documental DIRTY MONEY, emitido por Netflix, se denomina Venta corta y farmacéuticas. Se trata del caso de una farmacéutica llamada VALEANT, que mediante manejos financieros se convirtió en una de las más importantes, y ganó fortunas con sus acciones. Dichos empresarios compraban farmacéuticas pequeñas, con medicamentos muy específicos, y le subían el precio exageradamente, esto impactó gravemente en el sistema de seguro de salud. Operadores del mercado bursátil de compras y ventas de muy corto plazo empezaron a investigar la operatividad de la farmacéutica VALEANT, que compraba laboratorios medicinales con el lema “apostemos a la gerencia”, en particular la financiera, y no a la ciencia”, y aumentaban exponencialmente sus precios, en cientos o en ocasiones en miles de veces, damnificando a los usuarios de los medicamentos y a las aseguradoras de salud, con el gran encarecimiento de los servicios. Frente a la gran cantidad de personas que no podían pagar los medicamentos o eran llevados a la penuria, el caso llegó a dirigentes políticos como Hillary Clinton que los pusieron en evidencia y al Congreso norteamericano. Sobre esto último es muy interesante la parte de la interpelación que le hace un Subcomité del Senado presidido por la Senadora Collins, pero quien lleva adelante la interpelación a los principales accionistas y de esta empresa es la Senadora Claire McCaskill. Ella reconoce que es sorprendente que no hubiera nada ilegal, fuera de toda ética) y el estado norteamericano sea “impotente” para frenar ganancias exorbitantes o rentas extraordinarias de empresas en general, y en particular de aquellas que tienen que ver con la salud humana. El libre mercado, las ganancias de los inversores y la codicia prácticamente sin límites, están por encima de la salud humana y de las aspiraciones de la sociedad. Valeant se defendió de las acusaciones diciendo que «fija sus precios sobre la base de una serie de factores, incluidos los beneficios clínicos y el valor que llevan a pacientes, médicos, prepagas y la sociedad en su conjunto.» Dicen que los pacientes están protegidos de los aumentos por los seguros de salud y los programas de asistencia financiera que brinda la compañía, de manera que a nadie se le niega el medicamento que necesita.

Al relacionar el actuar de la empresa VALEANT, con el primer pilar del código de conducta Ética Empresarial: Conexión de la estrategia y las operaciones de la empresa con los valores éticos,podemos mencionar que NO se rigió bajos los valores morales y éticos que ellos mismos han implementado, los cuales podemos mencionar:

 Resaltar el compromiso con el comportamiento ético y el cumplimiento a la ley. Establecer normas básicas de comportamiento ético y legal.

 Aumentar la atención frente a problemas legales y éticos.

 Describir situaciones en las que se necesita ser especialmente cuidadosos e indicar dónde y cómo obtener ayuda para abordar éstos y otros problemas éticos y legales.

 Informarse respecto a los procedimientos para reportar violaciones conocidas o que se sospechen a las Normas o las leyes.

 Prevenir y detectar las infracciones a las Normas y a la ley.

Así mismo podemos mencionar que han infringido sus propias leyes de competencia económica la cual dice: Se debe conocer y cumplir con las leyes de competencia económica, así como con cualesquiera otras leyes, reglas y reglamentos aplicables. Todas las leyes de competencia económica, sin importar de qué país provengan, son de extrema importancia. Estas leyes prohíben una amplia gama de transacciones o prácticas. Debemos entender que las leyes de competencia económica prohíben no sólo las acciones y conversaciones destinadas a fijar precios o repartir participaciones en el mercado, sino que también pueden prohibir las acciones concertadas por los competidores incluso con objetivos beneficiosos, como mejorar la seguridad o evaluar con mayor exactitud los productos. Este tipo de acciones pueden originar sanciones penales tanto para las personas involucradas como para Valeant.

Fuente: https://www.coursehero.com/file/103494071/ANALISIS-DEL-CAPITULO-3-DIRTY-MONEYdocx/


Valeant Pharmaceuticals

Esta empresa canadiense figura en los documentales de Dirty Money pues hizo millones de dólares a costa de gente que necesitaba medicamentos específicos para vivir.

A diferencia de otras empresas del sector, Valeant no invertía gran parte de su capital en investigación y desarrollo, de hecho solo el 3% de su cartera de inversión radicaba en la búsqueda de nuevos medicamentos. En lugar de ello, invertían en acciones de otras compañías hasta adquirirlas completamente, devoraban a la competencia financieramente aprovechando las licencias y patentes ya aprobadas de estas otras empresas, con lo cual ganaban tiempo y el esfuerzo lo hacían otros.

Una vez que habían adquirido una cuota casi monopólica de cualquier medicamento, procedían a incrementar su precio, radicalmente. Una sola pastilla podía quintuplicar su precio en un solo año, algunos medicamentos incrementaban más aún su valor, pero todos los productos por lo menos duplicaban anualmente. Con este mecanismo, y vendiendo drogas vitales para el público, sus indicadores y ratios financieros se disparaban de manera record en Wall Street.

Cuando tu producto es inelástico y controlas casi en su totalidad a la oferta, resulta demasiado sencillo incrementar los precios a voluntad, es algo que Mike Pearson (Ex CEO de Valeant) tenía muy en claro. Sin embargo no hubo nada ilegal en los movimientos de esta empresa, los inversionistas sí perdieron millones de dólares en el valor de sus acciones (pues cayeron aproximadamente en un 90% a 2015) pero a la fecha los precios de los medicamentos permanecen inflados, y con márgenes de más de 400% pueden sentirse tranquilos pues tienen garantizadas sus ganancias en un mediano plazo.

Fuente: https://letotabo.wordpress.com/2018/09/07/dirty-money-documentaries-review/


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Los candidatos presidenciales, ante los desafíos del sistema de salud

septiembre 13, 2023

Por Roberto Borrone.

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La crisis en el sector ha escalado a un nivel que no tiene antecedentes; se necesitan respuestas concretas, porque está en juego un bien esencial sin el cual no se puede cumplir un proyecto de vida pleno

Estamos transitando el tramo preelectoral de unos comicios que determinarán qué tipo de administración tendrá el país en múltiples aspectos que tienen una influencia directa en la vida de todos los argentinos. Si bien es cierto que la evolución de la economía prevalece claramente sobre otras preocupaciones, la crisis en el sector de la salud ha escalado en los últimos meses a un nivel que no tiene antecedentes por su magnitud. En ese marco, propongo una serie de preguntas que los candidatos presidenciales y sus respectivos equipos técnicos vinculados al tema salud deberían tener en cuenta.

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Los diagnósticos sobre nuestro sistema de salud han sido repetidos hasta el hartazgo. En virtud de la etapa decisiva que estamos viviendo en la vida política de nuestro país, necesitamos respuestas concretas. El “qué” se debe hacer debe estar indisolublemente ligado al “cómo” se planea hacerlo. Ya sabemos que nuestro sistema de salud presenta una fragmentación que no existe en otros países. Coexisten en él, sin ninguna integración ni articulación, tres subsistemas: el público, el de la seguridad social (obras sociales sindicales, provinciales y PAMI) y el de las empresas de medicina prepaga. Al funcionar como compartimentos estancos, la consecuencia es que, si bien la Argentina dedica globalmente un porcentaje importante de su PBI a la salud (10%), lo hace en forma ineficiente.

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Pero el problema más grave es que la calidad del servicio de salud que se recibe depende del área geográfica en la que resida el paciente y del tipo de cobertura que tenga. Es muy cruel traducir esto en palabras, pero existe una medicina de primera, otra de segunda y otra de tercera, sin que esos niveles necesariamente estén vinculados (y esto hay que destacarlo) a los diferentes subsistemas a los que puede pertenecer el paciente. No es infrecuente en nuestro país –dependiendo de las instituciones– recibir una excelente atención en el subsector público y una deficiente atención en el sector privado, aunque esto parezca un contrasentido

En síntesis, tenemos dos problemas básicos en el sistema de salud: inequidad e ineficiencia. Aquí, entonces, surgen las preguntas para los candidatos. ¿Qué plan tienen para resolver la inequidad e ineficiencia de nuestro sistema de salud? ¿Tienen pensado articular los tres subsistemas, descentralizar en las provincias la coordinación de la atención de la salud generando seguros de salud provinciales con integración público-privada? ¿Están de acuerdo con optimizar la gobernanza nacional a cargo del Ministerio de Salud de la Nación coordinado con los ministerios de Salud provinciales (Cofesa)? ¿Cuál es su posición respecto del subsidio a la oferta y el subsidio a la demanda ?

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Otra temática que deberían tener en cuenta los candidatos y sus equipos técnicos es la impactante crisis que están transitando los profesionales de la salud, específicamente la crisis generada por la escasa remuneración que perciben los que cuidan nuestra salud en los tres subsistemas. La consecuencia directa de este problema es que las nuevas generaciones de médicos están decidiendo no dedicarse a las especialidades clínicas, dado que la remuneración del trabajo intelectual médico que se despliega en la consulta médica está en su nivel histórico más bajo. Esto se traduce en que, en especialidades críticas, comienza a existir un grave déficit de profesionales. Este es el caso de la pediatría, la neonatología, la clínica médica, la medicina familiar, la terapia intensiva, la psiquiatría, entre otras. La segunda consecuencia de esta situación es que están emigrando muchos colegas jóvenes, en tanto que otros ejercen parte de su semana laboral en países vecinos, en los que cobran honorarios que triplican a los percibidos en nuestro país.

En este sentido, ¿qué plan tienen los candidatos y sus equipos para mejorar los sueldos y honorarios –según corresponda– de los profesionales de la salud? ¿Están pensando en nuevas formas de contratación? ¿Qué piensan hacer para estimular la dedicación a especialidades médicas críticas? Por otra parte, todos estamos de acuerdo en que el derecho a la salud tiene que convivir en un delicado equilibrio con la sustentabilidad del sistema. Entramos aquí en el escenario de los amparos de salud que los pacientes interponen ante la Justicia para acceder a prestaciones (por ejemplo, nuevas medicaciones y cirugías) que diferentes coberturas niegan a sus afiliados en forma reiterada por no estar contempladas en el Programa Médico Obligatorio (PMO). Surgen entonces más preguntas: ¿cómo planean implementar la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias? ¿Consideran modificar el Programa Médico Obligatorio? ¿Cuál será la estrategia ante enfermedades de alto costo?

Un tema que merece especial consideración es el PAMI. Sus dos características principales consisten en que se trata de la obra social con mayor número de afiliados y, por obvias razones etarias, debe hacer frente a una alta demanda de prestaciones. Es un imperativo ético ofrecer a los pacientes del PAMI una óptima calidad prestacional. La libre elección del prestador por parte del paciente y la libre inscripción de prestadores debería ser la base de la organización, junto a rigurosas auditorías externas. Es inmoral que un PAMI centralizado sea una inmensa “caja” a disposición de la administración política. También son inmorales la sobreprestación o la subprestación como conductas “adaptativas” al pago por prestación o al pago capitado, respectivamente, cuando no existe el debido control. En este sentido, entonces: ¿hay algún plan para descentralizar el PAMI? ¿Se piensa en implantar la libre elección de prestadores por parte de los pacientes y la libre inscripción de prestadores? ¿Se implementará el pago por prestación o el sistema capitado?

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Por otra parte, deberían enfocarse con especial atención los temas vinculados a la salud mental. Es público y notorio que la ley de salud mental ha generado controversias. También son muy evidentes las dificultades que deben enfrentar pacientes y familiares involucrados en este tipo de patologías para hallar contención, tratamiento y rehabilitación adecuados. ¿Hay, entonces, planificada una revisión de la ley de salud mental?, ¿en qué aspectos?

Finalmente, una cuestión de gran importancia en relación con futuras inversiones en infraestructura en salud es la necesidad de jerarquizar el nivel primario de atención de la salud. Ese nivel, organizado en centros multidisciplinarios estratégicamente distribuidos, permite resolver un elevado porcentaje de consultas y cumplir un rol fundamental en la promoción de la salud y en la prevención. Descongestiona, además, la demanda de atención en los hospitales, optimizando así el funcionamiento de estos para la atención de mayor complejidad. A futuro, entonces, ¿se piensa en la necesidad de generar Centros de atención primaria multidisciplinarios adecuadamente equipados?

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Esperemos obtener respuestas concretas a estas preguntas, dado que está en juego un bien esencial (nuestra salud) sin el cual nadie puede cumplir en plenitud su proyecto de vida.

─Roberto Borrone es Profesor consulto de Oftalmología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Doctor en Medicina (UBA).

Fuente: La Nación, 12/09/23


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El Hospital de Clínicas, un orgullo de la medicina argentina

agosto 10, 2023

Por Roberto Borrone.

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En el contexto de una sociedad abrumada por noticias vinculadas a aspectos económicos y sociales y las turbulencias del año electoral, hubo una noticia que rápidamente fue sepultada por la coyuntura. Una excelente noticia para la salud pública de nuestro país, es decir, para toda la comunidad, y un motivo de inocultable orgullo para los médicos que estamos vinculados a la Universidad de Buenos Aires (UBA) en particular. A fines de junio, el ranking internacional HospiRank ubicó al Hospital de Clínicas José de San Martín de la UBA en el primer lugar entre los hospitales públicos nacionales y como uno de los mejores de América Latina en función de múltiples ítems vinculados al equipamiento diagnóstico y a su infraestructura cuantitativa y cualitativa quirúrgica. (La Nación, 22 /6/2023)

Si bien en la medicina actual la infraestructura es un aspecto trascendente, un análisis del Hospital de Clínicas que se detenga sólo en esos aspectos dejaría de lado el verdadero “fuego sagrado” de la institución, que lo destaca claramente: la calidad de los profesionales del equipo de salud que lo componen. Allí se concentran, como en muy pocas instituciones de salud de la Argentina, servicio por servicio, los egresados más destacados de la Facultad de Medicina de la UBA y del resto de las universidades. El Hospital de Clínicas se distingue en forma contundente en cada uno de sus tres pilares: la asistencia, la docencia y la investigación. Es la síntesis perfecta de lo que se espera de un hospital universitario.

La producción científica de sus profesionales tiene una escala insuperable, tanto en publicaciones nacionales como del exterior.

A nivel asistencial los datos que su actual director, Marcelo Melo, detalla con genuina satisfacción nos muestran que diariamente circulan por el hospital 10.000 personas y que anualmente se atienden más de 360.000 consultas y se realizan, en sus 30 quirófanos, más de 8.000 cirugías. La trascendencia social del hospital es reflejada claramente por sus estadísticas. La cobertura de los pacientes internados en el año 2022 fue la siguiente: 39,8 % fueron pacientes sin cobertura; 37,5 % del PAMI; y el 32,7 % restante de diferentes obras sociales. De los pacientes sin cobertura 55 % procedían del conurbano, 37 % de la CABA, 3 % del exterior; 2.2 % del interior y el 2.3 % sin el dato disponible. Las intervenciones quirúrgicas de 2022, según el tipo de ingreso, fueron el 38.8 % ambulatorias; 37 % en pacientes internados y 24,2 % urgencias. El 35,4 % de las cirugías fueron realizadas en pacientes sin cobertura.

El hospital recibe a 1500 alumnos de la UBA por año en sus 30 cátedras de la Facultad de Medicina y en las de Farmacia, Bioquímica y Psicología, como así también a becarios de múltiples países latinoamericanos y alumnos de grado de países europeos que realizan pasantías.

La División de Docencia e Investigación, a cargo del profesor Alberto Ferreres, es un área de extrema importancia en el contexto de un hospital universitario como “el Clínicas”. Allí se supervisa la formación profesional de posgrado y los múltiples trabajos de investigación que se realizan en el hospital. Investigaciones como la publicada recientemente en el exterior sobre aspectos genéticos de la enfermedad de Alzheimer (identificando tres sitios cromosómicos asociados con un riesgo reducido de padecer la enfermedad), uno de cuyos autores es el actual decano de la Facultade Medicina de la UBA, el profesor Luis Ignacio Brusco. La Facultad y el hospital tienen una virtuosa sinergia. Es importante destacar también el permanente apoyo al Hospital de Clínicas por parte de la Universidad de Buenos Aires, cuyo rector es el destacado médico e investigador Ricardo Gelpi.

Una organización de vital importancia del Hospital es su Asociación Médica, cuyo presidente actual es el profesor Luis E. Sarotto (h), un infatigable generador, junto a su equipo, de múltiples iniciativas. Paralelamente la “Fundación Hospital de Clínicas” presidida por Alejandro Macfarlane, es un ejemplo en la canalización de la solidaridad hacia la institución.

Como se puede apreciar, una institución prestigiosa como el Hospital de Clínicas es el resultado de múltiples líderes virtuosos comprometidos con ella contando, además, con un recurso humano excepcional.

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El hospital muestra un curriculum vitae inigualable en nuestro país, dado que su historia de 142 años se entronca con la historia de la medicina argentina. Su antecedente inmediato fue el “Hospital de Hombres”, ubicado en San Telmo. Muchos de sus médicos, como Cleto Aguirre (primer profesor titular de Oftalmología), fueron los impulsores del primer edificio “del Clínicas”, según datos destacados por el profesor Roberto Iérmoli. El origen lo tenemos que rastrear en el año 1877, al iniciarse la construcción del antiguo edificio, en la manzana de la actual Plaza Houssay, comenzando la atención en 1881. Su denominación inicial fue “Hospital Buenos Aires” y en 1883 pasó a llamarse “Hospital de Clínicas”, al ser transferido a la Facultad de Medicina por el entonces ministro de Educación del presidente Julio A. Roca, el Dr. Eduardo Wilde . El diseño de su construcción, estaba inspirado (según lo describieran los profesores Pérgola y Sanguinetti ), en el hospital Friedrichsheim de Berlín y en el lazareto de Carlsruhe. Un año antes del inicio de su actividad, durante el conflicto por la federación de Buenos Aires, se convirtió en cuartel de rifleros y se comenzó a usar como hospital para asistir a los heridos de los cruentos combates de Puente Alsina, Corrales y Barracas.

A lo largo de su historia el hospital contó con médicos excepcionales, verdaderos próceres de la medicina argentina como los doctores Pirovano, Posadas, Ayerza, Arce, Houssay, Castex, Justo, Aráoz Alfaro, Ingenieros, E. Finochietto, Lanari, Cantón, Roffo, Garrahan, Loudet, Chutro, Balado, Agote, Rojas, Pardo, M. Herrera Vegas, Padilla, Brea, Santas, Fustinoni, de Robertis, Dassen, Cossio, Mazza, Escudero Ahumada, Carrillo, R. Wernicke, Aguirre, Burucúa, Stoppani, Cordero y Aráuz, entre tantos otros. En 1949 comenzó la construcción del actual edificio, una imponente obra de 135.000 metros cuadrados conformada por 13 plantas y tres subsuelos.

En el Hospital de Clínicas se efectuó la primera filmación de una cirugía en el mundo. Fue realizada en 1899, siendo el cirujano el doctor Alejandro Posadas. La filmación conservada dura 7 minutos y la cirugía fue generada por un quiste hidatídico pulmonar. En “el Clínicas” se realizó por primera vez en la Argentina las punciones / biopsias renales; la primer aplicación de la asepsia, la primer aplicación de insulina; el primer cateterismo cardíaco; las primeras toracotomías, las primeras residencias médicas en Argentina (el mejor sistema de formación médica de posgrado) y el primer Comité de Bioética en un hospital público, entre otros eventos históricos.

El Hospital de Clínicas es, además, líder en la realización de múltiples cirugías y procedimientos efectuados en un hospital público del país. Un listado parcial de estos logros incluye la cirugía mínimamente invasiva y la cirugía robótica (primer hospital público en América Latina en ejecutarla, en 1995); el abordaje mínimamente invasivo que realizó en forma pionera la División de Cirugía Torácica para resecar un pulmón con vaciamiento ganglionar ; la cirugía de descompresión orbitaria en enfermedad de Graves, el crosslinking corneal para tratar al queratocono ;el trasplante corneal endotelial ; el implante de válvulas oculares en cirugía del glaucoma; la enucleación prostática y la litotricia con láser de Holmium ; la ureteroscopía flexible; la cirugía fluorescente con el colorante verde de indocianina en múltiples especialidades quirúrgicas; la sala para entrenamiento quirúrgico con simulador de videolaparoscopía, la realización de endoscopía digital spyglass y litotricia de la vía biliar; el trasplante de microbiota intestinal; la cápsula de pH inalámbrica (diagnóstico de reflujo gastro-esofágico); la ablación endoscópica por radiofrecuencia en esófago de Barrett; desarrollo de un sistema automatizado para el dosaje de cortisol en cabello como biomarcador de estrés crónico; el primer centro universitario multidisciplinario del dolor crónico y cuidados paliativos. Como dato reciente se destaca este año la adquisición de un resonador magnético multipropósito de última generación.

En su proyección hacia la comunidad, los diferentes servicios del Hospital de Clínicas realizan anualmente múltiples campañas gratuitas destinadas a la detección precoz de diferentes patologías (hipertensión arterial, patología prostática, cáncer mamario, enfermedades respiratorias, patologías de la piel, cataratas, glaucoma, osteoporosis, enfermedades neurológicas, control de escoliosis en niños, etc). Dentro de esa interrelación con la sociedad se destaca el reconocimiento que la DAIA le efectuara al hospital en 2017, 23 años después del atentado a la AMIA, por “la atención heroica que brindó su equipo de salud a las víctimas”

En definitiva, por su pasado ilustre y su pujante presente, el Hospital de Clínicas de la UBA es un claro ejemplo de una medicina argentina de calidad superlativa, de la cual nos debemos sentir muy orgullosos.

─Roberto Borrone es Profesor consulto de Oftalmología de la facultad de Medicina de la UBA, doctor en Medicina.

Fuente: La Nación, 10/08/23.


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