Esquema Ponzi con criptomonedas
diciembre 15, 2020
Córdoba. Ocho detenidos por una megaestafa mundial con criptomonedas
Por Gabriela Origlia.
CÓRDOBA.- Ocho sospechosos fueron detenidos en esta provincia acusados de ser parte de una megaestafa con criptomonedas. La maniobra, de alcance internacional, rondaría los U$S 3000 millones.
Los delitos que se les atribuyen a los sospechosos son asociación ilícita y estafa reiterada en concurso real por un presunto chantaje. Los investigados habrían utilizado el esquema Ponzi de estafa piramidal. La investigación en Córdoba está a cargo del fiscal Enrique Gavier
Los detenidos era parte de una empresa denominada OneLife y buscaban inversores para OneCoin, un sistema ideado por la ciudadana búlgara Ruja Ignatova, quien figura en el listado de pedidos de detención, aunque está desaparecida desde 2017.
A comienzos del año pasado, la Justicia de los Estados Unidos acusó a Ignatova de fraude electrónico, fraude de valores y lavado de dinero.
En la Argentina la firma ofrecía la modalidad de inversión en el marco de un sistema piramidal: cada inversor que ponía dinero para comprar las supuestas criptomonedas debía acercar dos o más inversionistas para replicar el modelo. Por cada nuevo cliente, la promesa era que recibiría beneficios extras.
Uno de los inversores fue el denunciante. Había sido contactado en marzo de 2018 cuando fue incorporado a un grupo de WhatsApp que ya existía. La víctima relató que desde la empresa prometían que el valor del OneCoin iría subiendo de manera importante desde el 8 de enero de 2019, cuando se convertiría en la primera «pública» en el mercado internacional. Aseguraban que cumplía con todas las normas legales para ser aceptada por las principales entidades financieras y los gobiernos.
Durante todo ese período, la empresa organizaba reuniones en hoteles de Córdoba, San Luis, Buenos Aires, La Pampa y de Brasil para ir sumando nuevos inversores. Siempre la promesa era el éxito apenas la criptomoneda saliera al mercado. Insistían en que la inversión debía hacerse, para ser redituable, antes del 8 de enero de 2019. Cuando llegó la fecha nada de lo prometido se cumplió y empezaron los reclamos para que les devolvieran los dólares y/o euros invertidos. Ante la imposibilidad de recuperar el dinero, el damnificado presentó la denuncia el 30 de junio último.
Gavier comenzó a investigar y ordenó esta semana los allanamientos, detenciones e imputaciones. Durante el trabajo realizado se detectaron decenas de estafas mediante la venta de «paquetes educativos para inversiones en criptomoneda». Cada paquete requería una inversión de U$S 65.000 y se podían comprar entre varios.
El fiscal explicó que los imputados junto con los organizadores de nivel nacional e internacional -hasta el momento, prófugos- organizaban reuniones de carácter informativo, donde realizaban el «reclutamiento» de los clientes «quienes se beneficiarían incrementando monedas en sus cuentas virtuales por invertir sus dineros y acercar más inversores. La promesa de que esta moneda saldría al mercado con una cotización en fuerte alza prevista para el año 2019 nunca se cumplió».
Gavier dispuso la imputación y detención de 12 personas, de las cuales hay cuatro prófugas: Ignatov Konstantin, Ruja Ignatov o Ignatova, Eduardo Alejandro Taylor y, José Gordo, Gustavo Adolfo Amuchástegui, Andrés Matías López, Mariana Noel López, Edgar Nicolás Moreno, Manuel Vicente Peralta Guevara, Mónica Gabriela Blasco, Daniel Cornaglia y Ricardo Beretta, por los delitos de asociación ilícita y estafa reiterada en concurso real.
En los allanamientos realizados en los últimos días en casas de los acusados, escribanías, estudios jurídicos y las sedes de la empresa OneLife y de Compañía Bursátil SA, se secuestró material de merchandising, celulares, notebooks, dólares y más elementos probatorios.
La organización, según la reconstrucción de Gavier, tiene sede en Bulgaria y se dedica al»criptodelito»; sus operaciones fueron extendiéndose en todo el mundo.
El denunciante que disparó la causa en Córdoba invirtió US$ 70.000 y se decidió a ir a la Justicia cuando notó que era cada vez más difícil dar con los referentes de la empresa. Taylor era una de las caras visibles en la Argentina de OneCoin.
Desde la firma, en 2018 difundieron una gacetilla anunciando que «empresarios cordobeses tenedores de la criptomoneda OneCoin adquieren propiedades en Panamá por US$ 15 millones». El contador Amuchástegui actuó como vocero y afirmó que adquirieron 52 propiedades, el 95% «pagado con OneCoins».
Hace un tiempo Miura Capital Panamá, Casa de Valores panameña regulada por la Superintendencia del Mercado de Valores, advirtió que «hace más de dos años, la prestigiosa web especializada en el mercado de las criptomonedas, Cointelegraph, enviaba un aviso para navegantes sobre OneCoin, la moneda virtual ficticia basada en bitcoin que ha llegado a recaudar más de US$11,5 millones solo en la India. Destapado después como un sistema piramidal, este fondo de inversión en la moneda online por antonomasia no es el único que ha usado el ‘esquema Ponzi’ en el ecosistema de las criptodivisas. El crecimiento en el número de ‘altcoins’ -alternativas al bitcoin- que se ha producido en los últimos meses hace muy difícil ‘separar el grano de la paja’, según expertos consultados, y abona el terreno para que proliferen los esquemas estafa y las monedas inexistentes».
Describe que las autoridades de Mumbai presentaron cargos contra la fundadora de OneCoin, Ruja Ignatova, en el marco de una investigación contra los promotores de esta moneda. La acusan de engaño y estafa y su nombre se ha sumado a una lista de 30 sospechosos que ha emitido la Unidad de Delitos Económicos de la policía india. «La red OneCoin funciona a escala mundial y, de hecho, su sede está en Bulgaria, pero a diferencia de otros bancos centrales que sólo se han limitado a emitir alertas sobre este timo, la India ha pasado a la acción y desde el pasado mes de abril ha arrestado a más de 20 personas relacionadas con la red piramidal y ha incautado dos millones de dólares», continúa la web de la firma panameña. La compañía, agrega, está en la «lista de observación de autoridades de Bulgaria, Finlandia, Suecia, Noruega, Letonia y Bélgica, quienes han prevenido de los potenciales riesgos involucrados en este tipo de negocios».
Fuente: La Nación, 15/12/20.
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¿Quién impulsa el Aborto?
diciembre 15, 2020
¿Qué hay detrás del aborto?
Por Carlos A. Manfroni. 15/12/20
Una vez más, como quien quiere tirar la moneda tantas veces hasta que salga «ceca», el Congreso debate sobre el aborto. Así de fácil, lo mismo que tirar una moneda al aire, se discute sobre la vida de otro, o, más bien, sobre la vida de miles de «otros».
Igual de disparatado, pero tal vez menos injusto, sería que debatieran sobre la vida de cualquiera de los que se disponen a aprobar el aborto, quienes, como mínimo, tendrían el derecho a hacer un alegato en su defensa, a diferencia de un bebé inocente y sin posibilidades de esquivar el instrumento o la droga que lo mata inesperadamente en su propio santuario. Sería un teatro del absurdo, claro, pero la Argentina es el país donde el absurdo aparece como algo normal a costa del incesante repiqueteo de la propaganda.
¿Qué tuvo que ocurrir, cuántas batallas debió perder el lenguaje, qué veneno debió haber trastornado a la lógica para que la muerte de un bebé sea algo políticamente correcto y, en cambio, la defensa de la vida sea una actitud fascista? ¿No era el culto a la muerte lo que caracterizaba precisamente al fascismo, como escribió Pablo Giussani? Un culto, efectivamente, no una opinión.
Una opinión es el argumento de alguien que se presenta en un programa de televisión o escribe en un periódico a fin de sostener su posición en favor del aborto. Pero no es una opinión la marea verde que se agita en las calles, que danza, que pintarrajea catedrales, que proclama estar librando una batalla, que pinta grafitis contra «los fetos» o que se jacta de maltratar en la vía pública a muñecos con forma de bebés.
¿No es esa, acaso, la confesión expresa de la existencia de una vida distinta a la de la madre? ¿No es ese el reconocimiento de que no es la compasión lo que mueve esa ola? También lo es la persecución a los médicos que convencen a la madre de no abortar y conducen el embarazo hasta el nacimiento. El ensañamiento con quienes salvan la vida es el revés mismo de la compasión.
El aborto, una bandera histórica de la izquierda, fue rechazado en su momento por el gobernador socialista de Santa Fe Hermes Binner, y por el entonces presidente de Uruguay, también de izquierda, Tabaré Vázquez. Médicos ambos, no quisieron violar el más puro de los juramentos, que es la defensa de la vida.
Al tiempo de enviar el proyecto, el presidente de la Nación sostuvo que, desde la recuperación de la democracia, se registraron más de 3.000 muertes por abortos clandestinos.
Si tan bien contabilizaron los casos ¿dónde están las denuncias? ¿Alguien lleva a los tribunales a los responsables de esas clínicas clandestinas, desde los gobiernos o desde la militancia proaborto?
La legalización de un crimen con el argumento de que se comete de peor manera en la clandestinidad sería equivalente a sostener que, como los violadores asesinan a sus víctimas para no ser descubiertos, habría que despenalizar la violación, de modo que ya esos depravados no tengan que asesinarlas. Absurdo y repugnante.
La noche posterior al ingreso del proyecto en el Congreso, el Cabildo de Buenos Aires y el Ministerio de Salud fueron iluminados con luces verdes por Amnesty International, una organización que, como casi todas las dedicadas a los derechos humanos, defiende la vida, la libertad y la integridad física de todo tipo de personas, incluyendo terroristas y narcotraficantes, a fin de que obtengan un juicio justo o que, una vez condenados, reciban un trato humano, lo cual está bien.
Lo que no está bien, lo paradójico, lo que repugna al sentido común es la contradicción de defender los derechos de los culpables y presionar en favor de la muerte de los inocentes.
No es una sorpresa. En 2018, cuando en la Argentina se debatió tristemente un proyecto similar, también Amnistía Internacional publicó un aviso de una página entera en la contratapa de The New York Times a fin de apoyar la iniciativa.
Ninguna propaganda apareció aquí, al menos recuadrada. ¿Debemos suponer que el aparato internacional que se mueve en pos del aborto invirtió cientos de miles de dólares a 8500 kilómetros de distancia y no desembolsó un peso donde se votaría el proyecto?
El silencio frente a esa pregunta es demasiado pesado y su peso sofoca el grito inaudible de los inocentes, que son las víctimas del aborto.
El caso de Amnistía Internacional es un ejemplo entre miles. Si lo que se desea es saber quiénes tienen en el mundo interés en promocionar el aborto, lo mejor es recordar el lema del FBI: «Siga al dinero«.
De acuerdo con una noticia del diario The Irish Times, en 2017, la Comisión The Standards in Public Office de Irlanda, un equivalente a la Oficina Anticorrupción de la Argentina, ordenó a Amnesty International devolver 137.000 euros que le había donado Open Society, la fundación de George Soros, para promover el aborto en ese país. La directiva se apoyó en la violación de la Constitución y de las reglas de ética electoral.
Como Amnistía Internacional, hay millares de organizaciones en el planeta que trabajan día y noche en favor del aborto. La gran mayoría de ellas reciben financiación, precisamente, de Open Society, que cuenta con decenas de miles de millones de dólares para fines filantrópicos. Y algunos lo son, realmente. Las mentiras únicamente se digieren cuando se combinan con unas cuantas verdades.
Pero la fundación Open Society, con la que el Ministerio de Educación de la Nación firmó en marzo un acuerdo, promueve, por otro lado, el aborto como política de Estado; la legalización de las drogas y, especialmente, la despenalización de su comercialización minorista; llama a poner fin a la guerra contra el narcotráfico; alienta acciones contra la represión policial a la venta de estupefacientes; financia a movimientos populistas; a través del BDS Movement impulsa el boicot contra Israel, un Estado aliado de los Estados Unidos y de los valores occidentales y democráticos en Oriente Medio; patrocina políticas abolicionistas en materia penal y apoya a movimientos indigenistas, como los de los mapuches radicalizados en el sur argentino. Una colección de acciones contra las democracias de Occidente, cuyas estructuras se propone transformar desde sus entrañas.
Soros destinó US$32.000 millones de su fortuna a Open Society. ¿Se comprende, entonces, de dónde salen los «verdes»?
La conocida periodista israelí Rachel Ehrenfeld, que preside el American Center for Democracy en Nueva York, a propósito de la campaña de Open Society en favor de la despenalización de la droga, escribió que «Soros usa su filantropía para cambiar -o más precisamente deconstruir- los valores y las actitudes morales del mundo occidental.»
Una cultura de la droga demanda una sociedad de la angustia, de la culpa, de la pobreza y de la desesperanza; el derrumbe de los pilares de la nación, de la familia y de la concordia social.
Al otro lado de la discusión, están los movimientos provida, algunos de carácter religioso, otros laicos y otros incluso feministas, como en la Argentina Feministas de la Nueva Ola o la organización Feminist for Life en Estados Unidos. Pero no alcanzan contra el dinero del aborto.
«No me preocupa -decía Martin Luther King- el grito de los violentos y los deshonestos. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos».
Fuente: lanacion.com.ar, 15/12/20.
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Cuándo revisar su Plan Financiero
diciembre 11, 2020
Cuándo revisar su Plan Financiero
Por Gustavo Ibáñez Padilla
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Sorpresas Estratégicas
diciembre 3, 2020
Sorpresas estratégicas e Inteligencia de alerta temprana
Por Javier Jordán
Global Strategy Report, 56/2020
Resumen: Este documento analiza las causas de las sorpresas estratégicas en materia de Defensa agrupadas en cuatro conjuntos de factores: limitaciones metodológicas, sesgos cognitivos, patologías en las organizaciones responsables de generar inteligencia de alerta temprana, y escasa receptividad política que conduce a un déficit de respuesta.
En la vida algunas sorpresas resultan agradables pero en materia de Defensa rara vez lo son. Esto se debe a las tres notas características de las sorpresas estratégicas: van en contra de las expectativas, suponen un fallo de la alerta temprana y, habitualmente, llegan sin contar con la preparación adecuada (Kam, 1988: 8).
En el marco de una relación antagónica la sorpresa se convierte en un multiplicador de fuerza (Handel, 1984: 229-230). De modo que quien se perciba en situación de inferioridad se sentirá especialmente tentado a utilizarla como instrumento compensatorio. Esto puede suceder a nivel estratégico (ataque japonés a Pearl Harbour en diciembre de 1941 u ofensiva preventiva israelí en junio de 1967) y a nivel táctico: la sorpresa es un elemento indispensable en los golpes de mano de la guerrilla o las acciones terroristas.
No obstante, la sorpresa también forma parte de la planificación militar cuando la correlación resulta favorable pues debilita la resistencia del adversario. Por ello el Ejército Rojo continuó con las acciones de maskirovka (ocultación, engaño) durante los años 1944 y 1945 a pesar de que su ventaja sobre el ejército alemán ya era significativamente superior (Dick, 2019). La sorpresa forma parte por tanto de la propia naturaleza de la guerra.
Pero a pesar de ese efecto multiplicador, la sorpresa rara vez constituye un factor decisivo sobre el resultado final del conflicto, pues no existe correlación positiva entre los éxitos iniciales derivados de sorpresas estratégicas y la victoria en la guerra (Cancian, 2018: 32). Es más, puede ocurrir que el éxito del ataque sorpresa supere las expectativas y no se explote adecuadamente (Handel, 1984: 230).
La sorpresa no se circunscribe a la transición de paz a guerra, o cuándo y en qué sector del frente se producirá un ataque. La sorpresa puede ser también tecnológica. Para la Wehrmacht fue de lo más desagradable encontrarse en los primeros compases de la invasión de Rusia con el hasta entonces desconocido T-34. Y a los norteamericanos les ocurrió algo parecido al descubrir la superioridad en combate aire-aire del Zero durante los primeros meses de la guerra en el Pacífico. Por otro lado, la sorpresa es doctrinal cuando la efectividad de un sistema ya conocido se utiliza en combate de una manera innovadora. Un caso de libro fue el éxito en el empleo de las unidades acorazadas en mayo de 1940, que resultó una sorpresa para franceses y británicos pero también para gran parte de la propia Wehrmacht.
La sorpresa tecnológica y la doctrinal pueden tener efectos estratégicos. Por ejemplo, ¿serán verdaderamente eficaces los aviones de ataque de quinta generación y los misiles stand-off contra un sistema de defensa aérea avanzado? ¿Sobrevivirán los portaviones norteamericanos al A2/AD de China en las aguas del primer anillo de islas? De ahí que Colin S. Gray (2005: 43) afirme sabiamente: “las etapas iniciales de un conflicto consisten en una carrera entre los beligerantes para corregir sus respectivas creencias equivocadas sobre cómo se desarrollaría la guerra”.
Las sorpresas también pueden ser políticas y diplomáticas. Por ejemplo, un realineamiento de alianzas (como el de la Alemania nazi con la Unión Soviética en agosto de 1939), un hecho consumado por debajo del umbral de la guerra (invasión rusa de Crimea en 2014), o afectar a las interacciones dentro de un conflicto o crisis donde suele darse un amplio margen para el oportunismo político o la flexibilidad estratégica ante circunstancias dinámicas (en el conflicto de Siria ha habido varios casos a lo largo de estos casi diez años).
Evidentemente, la sorpresa admite grados (Parker & Stern, 2005: 303). Pocas veces es completa. Como ya he comentado al hablar del COVID-19, los ‘cisnes negros’ son un fenómeno relativo. Dependen de la perspectiva del observador. Lo que para unos es altamente improbable para otros es algo que tarde o temprano acabará ocurriendo. Es frecuente que tras producirse un error grave de anticipación se descubran informaciones relevantes y disponibles que por una u otra razón no fueron consideradas en la cadena de alerta y respuesta temprana (Grabo, 2010: 20). Y este es el tema del presente Report: por qué se producen las sorpresas estratégicas en materia de Defensa.
A la hora de explicar el origen de las sorpresas hay que prestar atención a distintas dimensiones y a la interacción entre ellas. Normalmente, el problema es sistémico y multivariable. Algo que ya detectaron Eliot Cohen y John Gooch (2006: 54-56) al analizar diversos desastres militares. Por ello al agregar las distintas variables que explican las sorpresas, podemos establecer cuatro conjuntos de factores: metodológicos, cognitivos, organizacionales y políticos. Veamos cada uno de ellos.
Limitaciones metodológicas
Desde esta perspectiva, la sorpresa puede deberse a varias razones. En primer lugar a que la naturaleza de lo que se quiere conocer escape las posibilidades de los métodos disponibles. Se trata de la conocida diferencia entre puzles y misterios (Treverton, 2001: 11-12). Los primeros, al igual que los crucigramas se pueden resolver porque sus componentes existen. Se trata de dar con ellos y encajarlos correctamente. Por ejemplo, quién está financiando los nuevos programas de adquisiciones militares de Marruecos (que exceden el músculo financiero del país): ¿Emiratos? ¿Arabia Saudí? ¿Estados Unidos, financiando parte de la venta?; o ¿qué nivel de operatividad tienen realmente esos equipos una vez que llegan a las unidades? Son preguntas que tienen respuesta.
Los misterios aluden sin embargo a intenciones futuras o a los caminos que puede recorrer la interacción entre distintas variables clave. Siguiendo con el ejemplo de Marruecos, ¿esos programas de adquisiciones constituyen un mero reemplazo de generaciones armas próximas a la obsolescencia o serán también la herramienta para una acción exterior más asertiva? ¿El arsenal marroquí se orientará solo a la disuasión frente a Argelia o aumentará el margen de actuación, junto a otras estrategias (híbridas), en las disputas territoriales con España?
Los puzles y los misterios requieren aproximaciones metodológicas diferentes. Por su naturaleza, los puzles son el objeto propio de los medios de obtención de inteligencia, de la investigación científica y de la indagación periodística. Forman parte de lo empírico. De lo constatable.
Los misterios por su parte pertenecen al campo de la prospectiva estratégica, al análisis y construcción de futuros alternativos. Su esclarecimiento no admite una respuesta simple y directa, sino un esfuerzo por entender las fuerzas motrices (drivers) cuya interacción puede dar lugar a distintos mañanas. Y, una vez identificadas dichas fuerzas, la respuesta a los misterios requiere un sistema de vigilancia prospectiva que siga la evolución de los diferentes drivers y esté atento a nuevas fuerzas emergentes con el fin de obtener cierto grado de anticipación estratégica.
En consecuencia, un sistema de alerta temprana se expone a grandes sorpresas asociadas a los misterios si se orienta de manera desproporcionada a la resolución de puzles, priorizando la inteligencia de actualidad –lo que ocurre ese día o esa semana– a costa casi por completo del análisis estratégico y la prospectiva. La inteligencia de actualidad (current Intelligence) no es sinónimo de inteligencia de alerta temprana (Grabo, 2010: 15-16). Y si existe un desequilibrio excesivo a favor de la inteligencia de actualidad se debilita la producción de inteligencia en su conjunto.
El análisis estratégico y la prospectiva no ofrecen garantía plena por sus propias limitaciones metodológicas. Pero ambos proporcionan una perspectiva más amplia que ayuda procesar las ‘señales débiles’ –piezas aparentemente aisladas de información de interpretación ambigua– que adquieren significado al conectarlas con patrones y tendencias identificadas en un esfuerzo previo de análisis estratégico y de prospectiva. Dicho de otro modo, la inteligencia de alerta temprana está abocada al fracaso si la arquitectura institucional y la cultura de la organización no contemplan el estudio sistemático del futuro.
El conocimiento anticipativo, que se basa en buena medida en marcos explicativos correctos y en un buen sistema de vigilancia prospectiva, ayuda a convertir las señales débiles en señales de alerta temprana.
En segundo lugar, la inteligencia de alerta temprana –especialmente en el ámbito militar– suele utilizar sistemas de indicadores que evalúan la capacidad y las intenciones de un potencial adversario. Como es sabido las capacidades militares incluyen los elementos materiales e inmateriales del MIRADO-I (Materiales, Infraestructuras, Recursos humanos, Adiestramiento, Doctrina, Orgánica e Interoperabilidad). Son observables y hasta cierto punto medibles. A la vez, mantener el despliegue y un alto nivel de alistamiento de gran parte de la fuerza resulta prohibitivo. De modo que el incremento sustancial de los niveles de preparación para el combate y los despliegues no justificados constituyen señales clásicas y poderosas de alerta (Grabo, 2010: 46-47).
A su vez, las intenciones engloban tanto las genéricas (por ejemplo, la postura de Defensa) como las específicas e inmediatas (por ejemplo, en el marco de una pre-crisis). Las intenciones específicas de un actor potencialmente agresivo se pueden estimar a partir de las intenciones genéricas –los objetivos conocidos de sus decisores políticos–, las declaraciones públicas, la posibilidad de alcanzarlos a través de un determinado curso de acción, que cuente con medios para ello y que haya descartado otras vías menos hostiles para lograrlos (Grabo, 2010: 236). También de la importancia concedida por ese a determinados objetivos, que puede ser muy diferente a la de quien analiza. Un ejemplo de esto último, fue el modo como los británicos minusvaloraron los sentimientos de los dirigentes y de la sociedad argentina hacia las Malvinas en vísperas de la invasión de abril de 1982 (Hopple, 1984: 348). Obviamente, el problema es irresoluble –un misterio– cuando esas élites políticas no han decidido qué curso de acción seguir.
Los sistemas de indicadores constituyen un elemento esencial de la inteligencia temprana pero al mismo tiempo se ven afectados por limitaciones metodológicas:
- Ambigüedad, sobre todo en lo referente a las intenciones. La movilización militar es difícil de esconder pero los juegos políticos son menos transparentes, lo que lleva a que la combinación de ambos conduzca a distintas interpretaciones: ¿el despliegue de unidades del ejército iraquí en la frontera de Kuwait en julio de 1990 era una demostración de fuerza en clave diplomática o el paso previo a una invasión? Algo similar ocurrió con el despliegue del ejército egipcio los días previos la guerra del Yom Kippur: a pesar de que los indicadores alertaban de un ataque no se podía descartar por completo la hipótesis de las maniobras militares (Honig, 2008: 75). La inteligencia de alerta entraña una valoración basada en probabilidades, no en certezas absolutas (Grabo, 2010: 23-24). Y cuanto mayor sea la ambigüedad, mayor peso tendrán sobre el analista sus propias presunciones (Betts, 1978: 70).
- Engaño, que aumenta la ambigüedad. Como dicen los anglosajones: “The enemy gets a vote”. En el bando adversario hay personas muy inteligentes, bien entrenadas, y que hacen brillantemente su trabajo (Cancian, 2018: 25-26). Toda operación militar antagónica incorpora acciones de engaño para ocultar –al menos al comienzo– el auténtico curso de acción. Los engaños más eficaces son además aquellos que simulan lo que la víctima quiere creer. Por tanto, el analista de inteligencia ha de mantener una actitud de desconfianza por defecto, sin descartar informaciones potencialmente alarmantes hasta estar razonablemente seguro de que existe una explicación para esa anomalía (Grabo, 2010: 82). Pero al mismo tiempo esta inclinación ha de ser equilibrada para no generar, como veremos, cansancio de la alarma y falsos positivos.
- Paradoja de la sensibilidad. Cuanto más se afinen los indicadores (en grado de detalle), más riesgo de falsos positivos. Pero a la vez, unos indicadores demasiado genéricos corren el riesgo de no medir bien los cambios amenazantes (Betts, 1978: 63), por lo que se trata de encontrar un equilibrio.
Los sistemas clásicos de indicadores requieren una profunda adaptación al vigilar los conflictos en la zona gris, con empleo de estrategias híbridas (multidimensionales) y caracterizados precisamente por la ambigüedad y el gradualismo.
Los indicadores militares de alerta temprana tradicionales se construyen asumiendo que el adversario tiene que dar una serie de pasos a la hora de preparar una acción hostil (incrementar el nivel de alistamiento, desplegar la fuerza, activar la cadena logística, etc.). Dichos pasos se deducen de la experiencia histórica, del conocimiento específico de la doctrina militar del país estudiado y de las lecciones aprendidas en crisis o conflictos previos (Grabo, 2010: 60-63).
Sin embargo, en los conflictos en la zona gris los cursos de acción son múltiples, difíciles de prever y multidimensionales (MCDC Countering Hybrid Warfare Project, 2019: 25-32). A ello se añaden los problemas de atribución en lo relacionado por ejemplo con acciones hostiles en el ciberespacio y con operaciones de influencia a través de redes sociales (Treverton, 2018: 17). El sistema de indicadores debe vigilar por ello los distintos instrumentos de poder a disposición del adversario: político, económico, social, informacional, militar, etc. (‘conocidos desconocidos’) y permanecer atento a acciones de manipulación creativas (‘desconocidos desconocidos’) que combinen el uso coordinado de dichos instrumentos para obtener ganancias estratégicas mediante la coerción (Cullen, 2018: 4).
Para complicar más la ecuación, la combinación de acciones en el marco de estrategias híbridas suele tener efectos no previstos, incluso para quienes las orquestan. Al interaccionar con otras variables en sociedades complejas e interconectadas, las consecuencias son dispares e imprevisibles (Mushrush, 2015: 34-35). En particular si quien está desarrollando dichas acciones híbridas lo hace en el marco de una ‘estrategia de caos’ con el propósito de generar disfunciones en el proceso de toma adversario (Jensen & Doran, 2018: 23).
Se trata así de vigilar indicadores prestablecidos de carácter multidimensional, y de anticipar y buscar patrones a partir de lo que está ocurriendo (U.S. Army Special Operations Command, 2016: 10). Lo cual requiere un conocimiento profundo del oponente. De sus fines, medios y modos habituales, incluida la comprensión de sus valores y de su cultura. También son útiles herramientas analíticas que estimulan la creatividad tipo ‘sombrero rojo’ o matrix games. Pero aun así el riesgo de falsos positivos resulta inevitable. La principal garantía es contar con medios de obtención (HUMINT, SIGINT) que permitan tener acceso a la caja negra del proceso de toma de decisiones adversario para conocer cuáles son sus intenciones y estrategias, y de ese modo anticipar, vigilar y responder a sus acciones híbridas.
Limitaciones cognitivas
Tienen que ver con los sesgos de análisis que ya he comentado en otros post previos como este o este otro, que además han sido abordados en Global Strategy (2020) en lo relativo al COVID-19 por Luis De la Corte. Por tanto solo voy a destacar los siguientes:
- Sobrecarga cognitiva, cuanta más información, más ruido. Paradójicamente, el gran problema de la inteligencia de alerta no suele ser la escasez de información sino la saturación (Grabo, 2010: 229-230). Es una de las causas que Roberta Wohlstetter (1962: 387) identifica en su clásico Pearl Harbour. Warning and Decision: “En pocas palabras, fracasamos al anticipar el ataque contra Pearl Harbour no por falta de información relevante como por una plétora de informaciones accesorias”.
- Cansancio de la alarma ante repetidos falsos positivos que erosionan la credibilidad del sistema de indicadores y de los marcos teóricos que los respaldan (Parker & Stern, 2005: 311). La invasión alemana de Noruega en abril de 1940 y la de Holanda un mes más tarde estuvieron precedidas de numerosas falsas alarmas que restaron crédito al “que viene el lobo” auténtico (Betts, 1980: 559). En la película El Ángel se da a entender que Ashraf Marwan aprovechó este sesgo en el contexto previo a la guerra del Yom Kippur, aunque Uri Bar-Joseph niega que fuera un agente doble en The Angel: The Egyptian Spy Who Saved Israel, el libro en el que se basó dicha película. En casos excepcionales, el cansancio de alarma puede deberse a la ‘trampa de la efectividad’. Es decir, a éxitos de alerta temprana cuya respuesta disuade de acciones hostiles (Chan, 1979: 172).
- Marco explicativo incorrecto. Es una de las fuentes de error más conocidas, y suele ir asociada a otros sesgos cognitivos: exceso de confianza, wishful thinking, sesgo de confirmación, no buscar informaciones ausentes que contradigan los presupuestos de partida, arrogancia epistémica al sumar años de experiencia que han solidificado ese marco cognitivo, huir de la complejidad descansando en la explicación simplificada del marco adoptado y, en ocasiones, etnocentrismo. Como consecuencia las señales débiles ‘tácticas’ que permitirían dar la voz de alarma no son interpretadas correctamente y no consiguen por sí solas modificar las presunciones ‘estratégicas’ (Ben-Zvi, 1976: 394). Uno de los casos más conocidos está asociado de nuevo a la guerra del Yom Kippur, pues la inteligencia militar israelí daba por sentado que ni Siria ni Egipto iniciarían una guerra hasta que sus respectivas fuerzas aéreas superaran a la israelí. Pero en su lugar ambos países optaron por sistemas antiaéreos móviles avanzados para negar el espacio aéreo operacional a la IAF (Gross Stein, 1980: 155-156; Handel, 1984: 242; Ben-Zvi, 1997: 136-137;). Como también es sabido, tras aquella experiencia los israelíes establecieron un sistema de explicaciones alternativas (ipcha mistabra: “lo contrario es probable” o el equivalente al ‘abogado del diablo’ occidental) para desafiar los marcos explicativos dominantes (Pascovich, 2018: 858).
- Falta de pensamiento creativo. Según el informe de la Comisión (2014: 336) que investigó los atentados del 11 de septiembre de 2001, uno de los principales errores consistió en un “fallo de imaginación y una mentalidad poco abierta a ese tipo de posibilidades” en la anticipación, detección y prevención de dichos ataques. De nuevo, la construcción y análisis de escenarios, los ejercicios de ‘equipo rojo’, de ‘sombrero rojo’, los ‘matrix games’ y –en el ámbito militar los wargames, la experimentación y los ejercicios–, son útiles a la hora de generar escenarios y líneas de actuación plausibles que escapan al análisis convencional (Cancian, 2018: 83-90). También resulta interesante el análisis de hipótesis en competición para explorar y contrastar diferentes explicaciones a una conducta sospechosa, o emplear una matriz de análisis morfológico para visualizar las opciones múltiples del adversario y elaborar a partir de ellas indicadores de seguimiento.
Patologías estructurales en las organizaciones de Inteligencia
Determinados aspectos de la arquitectura, la praxis o la cultura de la organización de Inteligencia pueden resultar problemáticos a la hora de anticipar sorpresas. Ya hemos mencionado que un desequilibrio que enfatice en exceso la producción inteligencia de actualidad descuidando el análisis estratégico y la prospectiva tiene costes en términos de anticipación y de pérdida de visión periférica. Igualmente, la ausencia de un sistema de indicadores o un diseño defectuoso de estos también dificulta el seguimiento de las amenazas.
Y a todo lo anterior, habría que sumar los sospechosos habituales en la literatura sobre errores de inteligencia:
- Problemas de conexión entre los órganos de obtención y de análisis dentro de la propia organización de Inteligencia. No se trata solo de que la información recolectada llegue a los analistas, sino que exista una coordinación correcta que traduzca los interrogantes de los analistas en nuevos requerimientos de obtención (Grabo, 2010: 38).
- Defectos de la arquitectura de Inteligencia nacional que dificultan la coordinación entre las distintas organizaciones que participan en su elaboración. No en vano la comunidad de Inteligencia norteamericana tiene su origen histórico en la sorpresa del ataque japonés a Pearl Harbour. La compartimentalización de la inteligencia es un fenómeno que la literatura anglosajona sobre Inteligencia denomina stovepiping, transmitiendo la imagen de varias chimeneas que lanzan el humo en vertical –la inteligencia al decisor– sin conexión entre ellas. Este problema también estuvo presente en los atentados del 11-S. Los centros de fusión y el rol efectivo de los directores o autoridades nacionales de Inteligencia –en caso de que existan– tienen como función evitarlo.
- Competencia malsana entre las distintas instituciones que componen la comunidad de Inteligencia. Cierto grado de competición resulta saludable. El problema es cuando se politiza corporativamente y se convierte en lucha de feudos, lo que obviamente complica la comunicación y coordinación.
Escasa receptividad de quienes han de responder
Un último conjunto de factores a la hora de explicar las sorpresas tiene que ver la aceptación de la inteligencia de alerta temprana por parte de los responsables de alto nivel. En esta dimensión los problemas no se encuentran tanto en la inteligencia anticipativa como en lo que algunos autores denominan el warning-response gap (George & Holl, 1997: 9). Según Richard K. Betts (1978: 61-63), es en este nivel donde se han producido los errores históricos más conocidos: Pearl Harbour, la invasión nazi de la Unión Soviética, la intervención de China en Corea en 1950 y el estallido de la guerra del Yom Kippur. En todos ellos hubo: 1) señales de alerta que no fluyeron de manera efectiva a través de la cadena de mando; y 2) señales fragmentadas que sí llegaron a los decisores pero fueron desechadas porque contradecían sus presupuestos estratégicos. El ejemplo por antonomasia es la negativa de Stalin a aceptar más de ochenta alertas específicas de invasión alemana, ordenando incluso ejecutar a alguna fuente por lo que él entendía como ‘desinformación’ (Cancian, 2018: 33).
Aunque la carencia entre alerta y respuesta puede ser de carácter táctico –una acción hostil concreta de impacto limitado–, es especialmente interesante analizar este fenómeno cuando la sorpresa es estratégica: un cambio de tendencia de gran calado y de enorme impacto. Algo que en principio tendría más base para interpelar a los decisores, que suele presentarse con tiempo –no de manera repentina–, pero que sin embargo no consigue su atención. Un fenómeno que Michele Wucker (2016) desarrolla con profundidad en The Gray Rhino. How to Recognize and Act on the Obvious Dangers We Ignore.
De manera también esquemática destaco algunos factores que crean esa fractura entre la alerta y la respuesta adecuada.
- Relación precaria entre quienes producen inteligencia y los decisores políticos. Puede deberse a falta de credibilidad como consecuencia de errores previos de los primeros. Pero también a falta de interés sobre las cuestiones de inteligencia por parte de los segundos. Uno de los ejemplos más conocidos fue la relación del presidente Bill Clinton con el entonces director de la CIA, James Woolsey. En palabras de este último: “no es que tuviera mala relación con el presidente, sino que simplemente no tenía ninguna”. O como expresó en otra ocasión sarcásticamente: “¿recuerda a aquel tipo que estrelló una avioneta en el césped de la Casablanca? Era yo tratando de conseguir una reunión con el presidente” (Warner, 2014: 260).
- Competición con otros asuntos de la agenda política. Se trata de un viejo problema estudiado por la Ciencia Política. No es tanto el caso de la alerta ante problemas inmediatos (una crisis internacional a punto de estallar o una amenaza fundada de atentado terrorista) como de la alerta ante sorpresas estratégicas cuyo gestación ocupa un tiempo más dilatado. El proceso por el que unos asuntos tienen prioridad sobre otros en la agenda política ha sido explicado entre otros por John Kingdon (1995: 77-86) en su teoría de las corrientes múltiples, y en gran medida también resulta aplicable al warning-response gap. En el primer epígrafe de esta publicación explico los elementos esenciales de la propuesta de Kingdon. Para que un asunto no urgente escale puestos en la agenda, los servicios de Inteligencia han de actuar a veces como ‘emprendedores políticos’: recabando la atención de otras burocracias, actores sociales e incluso medios de comunicación, como vía indirecta para llegar a los decisores políticos; sobre todo, si el asunto en cuestión no coincide con las afinidades y prioridades de dichos decisores.
- Falta de tiempo y de reflexión por parte de los responsables políticos. Se encuentra relacionado con el punto anterior y a primera vista parece un obstáculo trivial, pero es otro factor que explica la falta de respuesta ante eventualidades anticipadas. Se crean cuellos de botella donde la inteligencia de alerta queda aprisionada. En alusión a un problema distinto a las sorpresas estratégicas, el ex Secretario de Defensa, Robert McNamara (1996: xxi) exponía en sus memorias una consideración que resulta válida para lo que estamos analizando: “Una de las razones por las que las Administraciones Kennedy y Johnson no llegaron a un planeamiento ordenado y racional de las cuestiones referentes a Vietnam fue la asombrosa diversidad y complejidad de otros asuntos a los que nos enfrentábamos. Dicho de manera sencilla, nos veíamos ante un diluvio de problemas; el día tenía sólo veinticuatro horas y, a menudo, no disponíamos de tiempo para pensar con claridad”. Esta situación se agudiza en un contexto de crisis, donde las consideraciones a corto plazo tienen un protagonismo desproporcionado que resta influencia al cálculo de los costes a largo plazo (Lebow, 2007: 73).
- Ir contra la línea o encuadre político establecido. Ya que en tal caso quienes dirijan la política preferirán explicaciones alternativas a los informaciones que motivan la alarma, que –como ya he señalado– es a menudo ambigua (Chan, 1979: 172; Ben-Zvi, 1997: 115). Para quien produce la inteligencia el reto consiste entonces en mantener el compromiso con la verdad, sin caer en el vicio conocido como inteligencia para agradar (intelligence to please,) a la espera de obtener la atención y aprobación del nivel político.
En función de los casos, estos problemas pueden estar más o menos interrelacionados y a la postre acaban creando un patrón de ignorancia, negación y distracción respecto al problema emergente, con distinta intensidad en la cadena que va desde los responsables de la vigilancia hasta quienes han de decidir y articular las respuestas.
Y, para concluir, a partir de los cuatro conjuntos de factores analizados en este Report (limitaciones metodológicas, sesgos cognitivos, patologías en las organizaciones de Inteligencia, y escasa receptividad política que conduce a un déficit de respuesta) se deducen diversas líneas maestras para anticipar las sorpresas. Una de ellas, acorde con los contenidos de esta web, consiste en equilibrar el análisis de actualidad con el análisis estratégico y la prospectiva, –empleando técnicas que estimulen la creatividad y desafíen los marcos cognitivos establecidos– para a partir de ambos disponer de un sistema de vigilancia que siga la evolución de los indicadores seleccionados. Esto ayuda a identificar y dar sentido a las señales débiles, convirtiéndolas en señales de alerta temprana.
Referencias
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Editado por: Global Strategy. Lugar de edición: Granada (España). ISSN 2695-8937
Fuente: global-strategy.org, 2020
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