“Tolerancia represiva”, la exitosa estrategia de la izquierda que domina el mundo
“Entonces la tolerancia liberadora significaría intolerancia hacia los movimientos de la derecha, y tolerancia de movimientos de la izquierda”
Por Vanesa Vallejo.
Por estos días la gente, incluso dentro del liberalismo, suele asociar a la izquierda con tolerancia. Tan grave confusión proviene fundamentalmente de un esfuerzo deliberado y una estrategia bien pensada de los izquierdistas para hacerse con la bandera de la tolerancia. En primer lugar, han conseguido cambiar el significado de la palabra.
La mayoría de la gente suele creer que, en general, ser tolerante significa no ofender al otro. De modo que si alguien, por ejemplo, se niega a relacionarse con una persona o grupo, porque no le gusta su modo de vida, es tildado de intolerante. Pero la tolerancia no tiene que ver con no ofender, ni significa no discriminar. Un intolerante es aquel que calla mediante la violencia a quien dice algo que no le agrada.
En ese sentido, tolerante es precisamente aquel que defiende el derecho del otro a ofender, discrepar y llevar la contraria. Después de todo, ¿qué de tolerante hay en escuchar solo a quien dice lo que queremos oir?. De modo que los de Hazte Oír que pusieron a circular un bus en el que se leía “los hombres tienen pene y las mujeres tienen vagina” no son intolerantes por ofender a algunos, pero sí lo son quienes usando el poder coercitivo del Estado los obligaron a sacar de circulación el bus.
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Ahora bien, fíjense que el concepto actual de tolerancia, que ha sido completamente diseñado por la izquierda, se refiere a la ofensa pero delimita muy bien contra quién se puede ser ofensivo y contra quién no. ¿Por qué no se tilda de intolerante a quien dice que los creyentes somos seres primitivos e ignorantes? Resulta que ofender a los cristianos, heterosexuales, blancos, hombres, conservadores está bien.
De hecho hemos llegado a un estado asqueroso en el que se llama tolerante a aquel que ofende y calla a lo que hoy se conoce como “políticamente incorrecto”. Parece que ese es el deber de la “buena gente”. Es decir, hoy en día el “tolerante” es el intolerante de izquierda: el izquierdista que calla al de ideas y valores contrarios.
Por ejemplo, aquellos lobbies que presionan para que en todos los colegios se les diga a los niños que no se nace mujer u hombre sino que se debe experimentar, suprimiendo el derecho de los padres a educar como quieran a sus hijos, se hacen con la bandera de la tolerancia.
Pero todo esto que ocurre no es fruto de una degeneración casual del verdadero significado de tolerancia. He dicho que es una estrategia magistral de la izquierda. En 1965 Herbert Marcuse, miembro principal de la escuela de Frankfurt, escribió su ensayo “Tolerancia Represiva”, donde deja escrito el plan de acción para imponer lo que hoy llamamos “corrección política”.
En resumen, Marcuse plantea que no se deben tolerar (permitir) todas las opiniones, sino solo aquellas que él (la izquierda) considera “liberadoras”. De nuevo, la izquierda solo pide tolerancia para quienes dicen lo que a ellos les gusta.
“Pero esta tolerancia no puede ser indiscriminada e idéntica con respecto a los contenidos de expresión, ni de palabra ni de hecho; no puede proteger falsas palabras y acciones erróneas que de manera evidente contradicen y frustran las posibilidades de liberación. …aquí ciertas cosas no pueden decirse, ciertas ideas no pueden expresarse, ciertas orientaciones políticas no pueden sugerirse, cierta conducta no puede permitirse sin hacer de la tolerancia un instrumento para el mantenimiento de la sumisión abyecta”
Abiertamente Marcuse dice que solo se pueden tolerar opiniones “liberadoras” (de izquierda), hay que censurar las opiniones de derecha.
“Entonces la tolerancia liberadora significaría intolerancia hacia los movimientos de la derecha, y tolerancia de movimientos de la izquierda”
La escuela de Frankfurt, y Marcuse, lograron su cometido. Increíblemente consiguieron que se conozca como tolerante a aquel que calla a quien les lleva la contraria.
Legitimaron la persecución y la censura a ideas contrarias a las suyas. Quien, por ejemplo, promueve abiertamente la homosexualidad es tolerante, no importa si ofende o calla a un cristiano. Pero quien promueve la heterosexualidad es intolerante, mala persona, fascista y lo que se les ocurra, aún si lo único que hace es defender sus principios. Incluso parece que entre más agresivo sea alguien a la hora de callar a los “políticamente incorrectos” más tolerante se le considera.
Vivimos en un mundo donde hay que pensar dos veces las cosas para no ser tildado de intolerante o fascista. Pregúntese cuántas cosas se calla usted a diario para no ser señalado o por no meterse en problemas incluso legales. Vivimos en la dictadura moral de la izquierda.
La idea, al final, es callar a todo aquel que se oponga a su plan de acabar con los valores y las instituciones evolutivas que han hecho grande a occidente y que han permitido la libertad y el capitalismo. Nos queda un arduo trabajo en el que debemos ser valientes para aguantar los señalamientos morales si es que queremos que nuestros hijos vivan en un mundo libre.
Una guía para principiantes sobre la economía socialista
Marian L. Tupy explica las principales razones por las cuáles la economía socialista fracasa: bloqueo del sistema de precios, incentivos perversos, entre otras.
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En estos últimos años me ha tocado hacer varias presentaciones a alumnos de colegios y universidades sobre la importancia de la libertad económica y de la amenaza persistente que representa el socialismo —como se puede observar, por ejemplo, en el reciente colapso económico de Venezuela. Un problema que he encontrado es que los jóvenes, hoy en día, no tienen una memoria personal sobre lo que fue la Guerra Fría, ni mucho menos un entendimiento de lo que fue la organización social y económica del bloque soviético, aspectos que no son priorizados o son ignorados por los programas educativos estadounidenses. Por esta razón he escrito una guía básica de la economía socialista, basada en mi propia experiencia creciendo en un país bajo un régimen comunista. Espero que este ensayo —tal vez un poco más largo— sea leído por muchos “millennials”, quienes frecuentemente son atraídos hacia ideas fracasadas de tiempos pasados.
Como un niño, creciendo en la Checoslovaquia comunista, por muchos años, pasaba caminando por un edificio en construcción que tenía como destino transformarse en un centro de salud o una clínica. La construcción de este edificio pequeño con forma de cuadrado era muy lenta y bien descuidada. Partes de la estructura se caían a pedazos incluso mientras el resto del edificio seguía construyéndose.
Recientemente volví a Eslovaquia. Un día, mientras manejaba a través de la capital, Bratislava, pude notar que un nuevo barrio se había desarrollado sobre una colina en la que dos años atrás no existía nada. Este enorme desarrollo de casas modernas y hermosas contaba con excelentes calles y un gran supermercado. Este nuevo barrio proveía hogares, privacidad y seguridad a cientos de familias.
¿Cómo puede ser posible para una empresa privada, planificar, construir y vender un vecindario completo en menos de dos años pero para un planificador central comunista imposible construir un edificio pequeño en casi una década?
Una parte importante de la respuesta yace en los “incentivos”. La empresa que construyó este vecindario en Eslovaquia no lo hizo por amor a la humanidad. Esta compañía desarrolló el proyecto, porque sus dueños (accionistas o inversores) buscaban obtener utilidades. Tal como lo expresó en 1776 Adam Smith, el padre fundador de la economía, “No es por la bondad del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés”.
En un mercado que funciona de forma normal, es raro encontrar sólo una empresa que provea un tipo de producto o servicio. Las personas que compraron casas en el barrio que mencioné anteriormente, no estaban forzadas ni obligadas a hacerlo. Podrían haber comprados otras casas hechas por otros constructores en otras partes de la ciudad y probablemente a precios distintos. La competencia, en otras palabras, fuerza a los inversores (los capitalistas) a ofrecer productos mejores a precios más competitivos —un proceso que nos beneficia a todos.
Los comunistas se oponían tanto al lucro como a la competencia. Ellos veían al lucro como innecesario e inmoral. Desde su perspectiva, los capitalistas no trabajaban en un sentido convencional. El verdadero trabajo de construir puentes y de trabajar la tierra era hecho exclusivamente por los trabajadores. Los capitalistas simplemente se metían al bolsillo los excedentes de la compañía una vez que a los trabajadores se les había pagado el salario. En otras palabras, los comunistas creían que la clase capitalista explotaba a la clase trabajadora —y eso era incompatible con su objetivo de una sociedad igualitaria y sin clases.
Pero los capitalistas no son ni inmorales ni innecesarios. Por ejemplo, los capitalistas muchas veces invierten en nuevas tecnologías. Empresas que han revolucionado nuestras vidas como Apple o Microsoft, recibieron su financiamiento inicial de inversores privados. Dado que es su propio dinero el que está en juego, los capitalistas tienden a hacer un mejor trabajo en identificar las buenas oportunidades de inversión que el que hacen los burócratas del Estado. Es por esta razón que las economías capitalistas, y no las comunistas, son líderes en innovación y progreso tecnológico.
Más aún, invirtiendo en nuevas tecnologías y creando nuevas empresas, los capitalistas son capaces de proveer a los consumidores con una variedad abrumadora de productos y servicios, de crear empleo para miles de millones de personas y de contribuir con billones de dólares (“trillions” en inglés) al ingreso fiscal. Por supuesto que toda inversión involucra un nivel de riesgo. Los capitalistas solo cosechan grandes beneficios cuando invierten sabiamente. Cuando hacen malas inversiones, los capitalistas muchas veces deben enfrentarse a la ruina financiera.
Desafortunadamente, los comunistas no compartían la visión anterior y prohibieron la inversión privada, la propiedad privada, la toma de riesgos y el lucro. Todas las empresas privadas grandes que están en manos de privados, como las fábricas de zapatos y las siderurgias fueron nacionalizadas. La gran mayoría de pequeñas y medianas empresas, como almacenes de alimentos y granjas familiares fueron también expropiadas por el Estado. Sus dueños, rara vez recibieron compensación alguna. Todos se transformaron en trabajadores y todos trabajaban para el Estado.
Para prevenir nuevas desigualdades de ingreso y que se formen nuevas clases sociales, todos fueron pagados más o menos de la misma manera. Esto resultó ser un gran problema. Como las personas no podían ganar más cuando se esforzaban más en el trabajo, no se esforzaban más. Los comunistas trataron de motivar o incentivar a la fuerza laboral a través de la propaganda. Afiches y posters de trabajadores fuertes y determinados eran instalados por todas partes dentro del Imperio Soviético. Películas sobre los abnegados trabajadores de las minas y las granjas se proyectaban para inculcar a la población el fervor socialista.
La propaganda por sí sola no era capaz de aumentar la productividad de los trabajadores comunistas a los niveles del mundo occidental. Para incentivar a la fuerza de trabajo, los regímenes comunistas hicieron uso del terror. Los trabajadores que eran sorprendidos vagando en el trabajo muchas veces eran denunciados por sabotaje y eran fusilados. Comúnmente eran enviados a los Gulag —un sistema de campos de trabajo forzado. Algunas veces, las autoridades arrestaban y castigaban a personas inocentes a propósito. El terror arbitrario, los comunistas creían, harían que los trabajadores sean más productivos.
Al final, decenas de millones de personas en la Unión Soviética, China, Camboya y otros países comunistas fueron enviados a campos de concentración. Las condiciones de vida y de trabajo en estos campos de concentración eran inhumanas y millones de personas perdieron su vida en ellos. Mi tío abuelo, quien fue acusado y condenado por ser partidario de la oposición democrática y clandestina en la Checoslovaquia comunista, fue enviado a trabajar en las minas de uranio para proveer al programa soviético de armas nucleares. Trabajando sin protección alguna contra la radiación, murió de cáncer.
Para fines de los ochenta, los regímenes comunistas habían perdido gran parte de su fervor revolucionario. El terror y el miedo venían en declive y la productividad se desplomaba aún más. Así fue que hacia finales de los ochenta, un trabajador industrial promedio de Europa Occidental era casi ocho veces más productivo que su par polaco. En otras palabras, con el mismo tiempo y con los mismos recursos que un trabajador polaco producía $1 en valor de productos, su contraparte de Europa Occidental era capaz de producir $8 en valor de productos.
Conforme reemplazaron el fin de lucro con la propaganda y el terror, también reemplazaron la competencia con la producción monopolística. Bajo el capitalismo, las empresas compiten para atraer clientes bajando los precios y mejorando la calidad. Así es como un joven hoy puede elegir entre jeans hechos por Diesel, Guess, Calvin Klein, Levi´s, entre muchos otros.
Los comunistas pensaban que dicha competencia era tanto innecesaria como irracional. En su lugar, los países comunistas solían tener un productor monopólico de autos, zapatos, lavadoras, etc. Pero los problemas surgieron rápidamente. Dado que en los países comunistas los productores no tenían que competir contra alguien, no tenían ningún incentivo para mejorar sus productos. Compare, por ejemplo, el BMW 850 que se fabricaba en Alemania Occidental en 1989 con el Trabant que era fabricado en Alemania Oriental en el mismo año.
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Los fabricantes comunistas eran protegidos de competir localmente debido a que tenían un monopolio. También eran protegidos de la competencia extranjera mediante prohibitivamente altos aranceles e incluso la prohibición total de importaciones. Dicho de otra forma, los fabricantes tenían una base “cautiva” de consumidores. El fabricante de los autos Trabant no tenía que preocuparse de perder clientes, dado que los clientes no tenían a quién más comprarle automóviles.
Además, los trabajadores de la planta de autos Trabant recibían una remuneración fija e invariable, sin importar la cantidad de autos que produjeran. Como resultado, producían menos autos de los que se necesitaban. Las personas en Alemania Oriental debían esperar años, incluso décadas, antes de poder comprar un automóvil. De hecho, la escasez de la gran mayoría de productos de consumo, desde productos importantes como automóviles hasta los mundanos como el azúcar, era ubícua. Hacer fila se volvió parte del diario vivir.
En el capitalismo, la escasez se regula a través de los movimientos de los precios. Algunos precios, como por ejemplo el de las monedas que se transan globalmente, cambian virtualmente cada segundo. Otros precios cambian más lentamente. Si existe escasez de frutillas, por ejemplo, su precio aumentará. Como resultado, menos personas podrán comprar frutillas. De esta manera, las personas que valoran más las frutillas y están dispuestas a pagar el precio más alto siempre podrán obtenerlas.
El movimiento de los precios comunica información muy importante a los capitalistas. Los capitalistas invierten su dinero en aquellas oportunidades de negocios que son más rentables. Si el precio de algo está subiendo, quiere decir que no se está produciendo de eso lo suficiente. Los inversionistas se precipitan invirtiendo capital nuevo, esperando obtener ganancias. La producción aumenta. Así la economía en general tiende a un “equilibrio” o a un punto en el que el capital es distribuido en forma bastante aproximada a donde éste se necesita.
Los precios son una fuente de información fundamental, pero, ¿de dónde vienen? En una economía capitalista o de libre mercado, nadie establece o fija los precios. Estos surgen de manera “espontánea” en el mercado. Cada vez que compro una taza de café cuando voy al trabajo, por ejemplo, estoy incrementalmente subiendo el precio del grano de café. Cada vez que dejo de comprar mi taza de café, porque voy atrasado al trabajo, le bajo el precio en una cantidad pequeñísima. Si todos dejáramos de tomar café al mismo tiempo, el precio colapsaría.
Los comunistas prohibieron el lucro, los capitalistas, la competencia, el libre comercio y mucha de la propiedad privada (si no toda) —todo lo cual es necesario para que los precios precisos puedan surgir. Al contrario, decenas de millones de precios para productos desde tractores hasta un pedazo de pan eran fijados anualmente (o cada ciertos años) por burócratas del Estado. Dado que no podían predecir con precisión cuanto pan se debía producir (la oferta) ni tampoco cuanto pan se iba a consumir (la demanda), estos burócratas casi siempre se equivocaban en fijar los precios.
La fijación de precios asociada con la baja productividad hacían que la escasez fuera peor. Si el precio de la harina se fijaba muy alto, las panaderías harían muy poco pan y así el pan desaparecería de las tiendas rápidamente. Si el precio de la harina se fijaba muy bajo, se haría demasiado pan y gran parte de este terminaría echándose a perder. Dicho de otra forma, las economías comunistas eran muy ineficientes.
Para complicar aún más las cosas, los comunistas algunas veces fijaban mal los precios a propósito. El precio de la carne, por ejemplo, se mantenía bajo año tras año solamente por consideraciones políticas. Los precios bajos creaban una ilusión de que los productos eran asequibles. En viajes al exterior, usualmente los oficiales comunistas se llenaban la boca diciendo que los trabajadores en el Imperio Soviético podían comprar más carne y otros productos alimenticios que sus contrapartes occidentales. La realidad era que las tiendas generalmente estaban vacías. Como consecuencia, el dinero tenía un uso limitado. Para poder sortear la escasez, muchas personas en países comunistas recurrieron al trueque de bienes y favores (servicios).
Bajo el comunismo, el Estado era dueño de todos los medios de producción, como las fábricas, las tiendas y las granjas. Para poder tener algo con que hacer trueque primero se debía “robar” al Estado. Un carnicero, por ejemplo, robaba carne y la cambiaba por verduras que el verdulero había también robado. El proceso era ineficiente, pero también corrompía la moral. Mentir y robar se volvieron algo normal y la confianza entre las personas se deterioró. Lejos de motivar la hermandad entre las personas, el comunismo hizo que las personas sospecharan unas de otras y fuesen más resentidas.
Desde luego que no todos fueron afectados de la misma forma por la escasez. Los oficiales del gobierno y sus familias generalmente evitaban las dificultades diarias que el resto vivía, ya que tenían acceso a tiendas, colegios y hospitales especiales. El comunismo comenzó como un movimiento que buscaba mayor igualdad. En realidad, fue un retorno al feudalismo. Como las sociedades feudales, las sociedades comunistas tenían una aristocracia compuesta por los miembros del Partido. Como las sociedades feudales, las sociedades comunistas tenían una población de sirvientes prácticamente sin derechos y con muy poca posibilidad de movilidad social. Tal como las sociedades feudales, éstas se mantenían a través de la fuerza bruta.
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Muchas veces me preguntan cómo estas sociedades lograron mantenerse por tanto tiempo si eran tan ineficientes. Parte de la respuesta se debe a la fuerza bruta con la cual los comunistas se mantenían en el poder. También se explica por el surgimiento de contrabandistas que hicieron que la economía pudiera fluir un poco mejor. Por ejemplo, cuando a una fábrica comunista de zapatos se le acababa el pegamento, el gerente de la fábrica llamaba a su “contacto clandestino” del mercado negro. Este contacto lograba contrabandear de una fábrica de pegamento o del extranjero el pegamento. El contrabando era ilegal, evidentemente, pero muchas veces era mejor (o más eficiente) que tratar con la burocracia gubernamental, lo que podría haber tomado años. Por lo tanto, la longevidad del comunismo se debió, en parte, al surgimiento de un pseudo mercado de bienes y favores (servicios).
—Este artículo fue publicado originalmente en CapX (EE.UU.) el 16 de septiembre de 2016.
El Cuerpo Médico Forense de la Justicia Nacional (CMF), dependiente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN), por intermedio del Centro de Asistencia Judicial Federal, es un organismo esencial para dotar al servicio de justicia del asesoramiento técnico médico-legal que requiere una proporción muy significativa de causas judiciales.
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La medicina legal “tiende puentes entre la Medicina y el Derecho” y en esa línea de pensamiento el gran maestro de esta disciplina, el doctor Nerio Rojas la definió hace 100 años como “la aplicación de los conocimientos médicos a los problemas judiciales”. Hoy su estructura es obviamente más amplia, dado que son múltiples las disciplinas científicas forenses que interactúan para dar respuesta a los requerimientos de la Justicia.
El CMF es una de las áreas del Estado que requiere mayor expertise de sus integrantes. Además del título universitario de grado, sus profesionales cuentan con al menos dos carreras universitarias de posgrado (especialistas en una rama de la medicina y especialistas en medicina legal), contando además con doctorados, maestrías y, en muchos casos, una destacada actividad docente universitaria. Se accede al cargo de perito del CMF a través de un riguroso y exigente concurso público de antecedentes y oposición.
La dilatada y sobresaliente historia de 128 años del CMF merece ser reseñada. Según nos ilustra Juan Carlos Romi (“Historia del Cuerpo Médico Forense”), los primeros antecedentes sobre pericias médico legales oficiales estuvieron a cargo sucesivamente del Tribunal del Protomedicato, del Tribunal de Medicina, de los Médicos de Policía, el Consejo de Higiene Pública y, por último, del Departamento Nacional de Higiene. Durante el gobierno de Martin Rodríguez, su secretario de gobierno Rivadavia creó en 1822 el cargo de médico de policía, para que efectuara las pericias médico-legales.
En 1860, por resolución del gobierno del presidente Santiago Derqui, la Facultad de Medicina pasó a asesorar a los jueces. Luego de la federalización de la República se reorganizaron los Tribunales de la Capital y se creó el cargo de médico de Tribunales (1881). Esto respondió a la necesidad de que la función del médico de Tribunales fuera distinta a la del médico de Policía. El presidente Julio A. Roca y el ministro de Justicia Eduardo Wilde designaron en 1882 al primer médico de Tribunales, nombramiento que recayó en el doctor Julián Fernández. Este era nieto de los doctores Juan Antonio Fernández y Cosme Argerich, catedráticos fundadores de la Universidad de Buenos Aires. Como un hecho anecdótico, se sabe que el doctor Julián Fernández asistió al presidente Roca en el atentado que éste sufrió el 10 de mayo de 1886, cuando se dirigía a la inauguración del período de sesiones del Congreso Nacional.
El 3 de julio de 1896, durante la presidencia de José Evaristo Uriburu, se aumentó a seis el número de médicos de tribunales y se crea el Cuerpo Médico Forense (CMF). El ministro de Justicia era el doctor Antonio Bermejo, luego ministro de la Corte Suprema entre 1903 y 1905. Luego de tres locaciones efímeras, en 1911 el CMF tuvo su sede en el subsuelo del Palacio de Justicia. Finalmente, en 2007 y por gestión del entonces decano Víctor Poggi, se trasladó a su edificio actual. La Morgue Judicial funciona desde 1908 en un edificio que comparte actualmente con la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA (luego del traslado de la Facultad de Medicina en 1948).
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En una primera etapa, el CMF dependió de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, hasta 1950, cuando pasó a depender de la Corte Suprema de Justicia. En 1961, la Cámara retomó su superintendencia, pero en la década del 90 el CMF vuelve a depender de la CSJN, y actualmente continúa bajo su órbita.
A partir de la creación de los Tribunales Orales se impuso a los médicos peritos del CMF la tarea de exponer e ilustrar durante los debates sobre lo manifestado en las pericias practicadas. Surgió entonces, ante la complejidad de los avances de la medicina en general y de la medicina legal en particular, la necesidad de que los peritos forenses sean divididos en especialidades, para que cada forense se encargara de intervenir solamente en los casos acordes a su formación médica.
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Esto determinó una nueva estructura funcional, y el CMF en su sede central se dividió en los siguientes compartimentos: Departamento de Generalistas y especialidades clínicas y quirúrgicas (evaluación de los aspectos físicos de los peritados); Departamento de Salud Mental (infantojuvenil y adultos), integrado por peritos psiquiatras y psicólogos forenses; Laboratorio de Genética Forense; Departamento de Odontología Forense, y Departamento de Docencia, Investigación y Bioética. Junto a los peritos forenses trabajan médicos especialistas en diferentes disciplinas para realizar pericias muy específicas. La Morgue Judicial está integrada por un equipo multidisciplinario : los peritos tanatólogos (autopsias) y peritos especializados en diagnóstico por imágenes, estudios histopatológicos, antropología forense, toxicología y química legal. Cuenta, además, con un importante Museo.
Sus calificadas evaluaciones han sido requeridas en ocasión de las principales catástrofes. Recientemente, destacados profesionales de la Morgue Judicial participaron en el Centro Nacional de Medicina y Ciencias Forenses del Estado de Israel de un proceso de capacitación para realizar autopsias virtuales.
El Laboratorio de Genética Forense dispone de tecnología acorde a la incesante y exigente demanda de dicha especialidad. La CSJN, a través del Centro de Asistencia Judicial Federal, suscribió un convenio de colaboración con la Fundación Manuel Sadosky –dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Nación– para que el CMF utilice el software GENis, una herramienta informática que sirve para contrastar perfiles de ADN provenientes de muestras biológicas. El Departamento de Docencia, Investigación y Bioética coordina y planifica las actividades académicas, el desarrollo de protocolos y la publicación de la revista Cuadernos argentinos de ciencias forenses, órgano de difusión científica de la institución.
En tiempos de evaluación de la tarea desarrollada en múltiples áreas del Estado, es importante tomar conciencia sobre la excelencia de organismos como el CMF. Decisiones judiciales basadas en sus informes periciales atañen a la libertad de los justiciables (causas por lesiones), permiten acceder a prestaciones de la seguridad social (retiros por invalidez), dictaminar sobre amparos de salud en los que se reclama por prestaciones como provisión de drogas o cobertura de intervenciones quirúrgicas, sobre el estado de salud en individuos privados de su libertad, causas vinculadas a violencia doméstica y de género, causas vinculadas a la responsabilidad profesional médica; determinar la capacidad para estar en juicio, la causa de muerte (autopsias judiciales); identificar restos humanos; establecer vínculos biológicos (paternidad, sucesiones); hacer análisis de rastros e indicios desde la perspectiva criminalística, etc. Estas, entre otras, forman parte de una inconmensurable constelación de situaciones en las que el asesoramiento del CMF a los jueces reviste una trascendencia de primera magnitud.
Estadísticas actualizadas del CMF demuestran con elocuencia la impactante labor que allí se realiza: más de 40.000 exámenes periciales anuales, 1.138 evaluaciones anuales en Cámara Gesell (2023) y 3.554 autopsias (2023). Es un gran desafío y una enorme responsabilidad integrar el CMF, además de un motivo de genuino orgullo. Pero lo más trascendente para la sociedad en general y para la justicia en particular es contar con sus calificados servicios a la hora de dar una respuesta técnica objetiva, imparcial y de alta confiabilidad.
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─Roberto Borrone es Profesor consulto de la cátedra de Oftalmología de la Facultad de Medicina de la UBA, Hospital de Clínicas (UBA); doctor en Medicina (UBA). CMF (CSJN).
El término inteligencia proviene del latín intelligentia, que a su vez deriva de inteligere. Esta es una palabra compuesta por otros dos términos: intus (“entre”) y legere (“escoger”). Por lo tanto, el origen etimológico del concepto de inteligencia hace referencia a quien sabe elegir: la inteligencia posibilita la selección de las alternativas más convenientes para la resolución de un problema. De acuerdo a lo descrito en la etimología, un individuo es inteligente cuando es capaz de de escoger la mejor opción entre las posibilidades que se presentan a su alcance para resolver un problema.
Tipos de Inteligencia
Por Rafael Jiménez.
Análisis GESI, 43/2018
Resumen: El tratamiento de cualquier materia induce muy pronto a clasificar todas sus formas o modalidades. Este hecho es más acusado cuando se trata de una materia como la inteligencia, cuya aparición en el dominio público es relativamente reciente, aunque su práctica se remonte al principio de los siglos.
Este capítulo relaciona una amplia taxonomía de la inteligencia, que abarca las dimensiones que puede presentar (a qué se puede referir el concepto inteligencia: producto, proceso u organización); las clases que puede presentar el producto según el nivel de decisión de sus destinatarios; la identificación de ese mismo producto según su finalidad; los tipos de dicho producto según la necesidad de información que satisface; las formas de determinar el producto según el medio en el que se encuentre la información de la que parte; la identificación del mismo producto en función del método de obtención de la información de partida; las modalidades de la inteligencia según el territorio sobre el que se elabora; y cómo se la puede identificar en función de la materia o campos del conocimiento.
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1. Dimensiones de la inteligencia
Antes de abordar la clasificación de los tipos de inteligencia es preciso referirse a las dimensiones o conceptos que se pueden expresar con el término inteligencia.
El primero que lo hizo, siempre referido a la inteligencia como componente de la seguridad nacional, fue Sherman Kent en 1949[1], que identificó el término con tres conceptos: a) el producto derivado de la transformación de la información y el conocimiento en inteligencia; b) la organización que realiza esta tarea; y c) el procesomediante el que se lleva a cabo.
La inteligencia como producto es el resultado que se obtiene al someter los datos, la información y el conocimiento a un proceso intelectual que los convierte en informes adecuados para satisfacer las necesidades de los decisores políticos, militares, policiales, empresariales, etc., así como para proteger a aquellos mediante las tareas de contrainteligencia.
La inteligencia como proceso comprende los procedimientos y medios que se utilizan para definir las necesidades de los decisores, establecer la búsqueda de información, su obtención, valoración, análisis, integración e interpretación hasta convertirla en inteligencia, y su difusión a los usuarios. También incluye los mecanismos y medidas de protección del proceso y de la inteligencia creada por medio de las actividades de contrainteligencia necesarias.
La inteligencia como organización se refiere a los organismos y unidades que realizan las anteriores actividades de transformar la información en inteligencia y la protegen.
2. La Inteligencia según el nivel de decisión
Una vez determinado el concepto de inteligencia como producto, su contenido puede referirse a materias políticas y generales del Estado o más detalladas. Por tanto, en función del nivel de decisión del usuario para quien se elabora, la inteligencia puede ser de los siguientes tipos:
2.1. Inteligencia nacional
Es la que precisa el Gobierno de la Nación para definir y desarrollar su política en el más alto de sus niveles de decisión. La inteligencia nacional la elaboran los servicios de inteligencia de nivel nacional, cuya dependencia funcional suele ser del Presidente del Gobierno, aunque administrativamente estén adscritos o integrados en algún departamento ministerial.
2.2. Inteligencia departamental
Es la que necesitan los titulares de los distintos Ministerios del Gobierno de la Nación para ejecutar la política de sus respectivos departamentos. La elaboran los servicios de información e inteligencia dependientes de los respectivos departamentos ministeriales, cuyos productos tienen una aplicación directa en la ejecución de las correspondientes políticas ministeriales. A diferencia de la inteligencia nacional, que se elabora para decisores externos, la departamental constituye un insumo propio de los titulares y altos cargos de los Ministerios en su responsabilidad de ejecución de la política ministerial, así como de los mismos servicios que la elaboran.
2.3. Inteligencia operativa
Es la inteligencia que se genera y se utiliza para planear y ejecutar cualquier tipo de operaciones, tanto de carácter militar como policial o de inteligencia. Su nivel de elaboración y utilización es el más elemental y tiene una aplicación directa en el desarrollo de las operaciones de cualquier organismo o unidad.
3. La inteligencia según su finalidad
De forma similar a la que se ha definido anteriormente según el nivel de decisión del usuario para quien se elabora la inteligencia, esta puede tener distintas finalidades, que permiten clasificarla de la siguiente manera:
3.1. Inteligencia estratégica
Es la inteligencia que se elabora para facilitar la definición de los objetivos de la política y los planes generales de un Estado, para lo que debe tenerse en cuenta el entorno en que se encuentra y las metas que ha fijado el Gobierno.
Para ello, la inteligencia estratégica debe identificar los actores que intervienen en ese entorno, sus características y cómo pueden evolucionar. De esta manera presta una atención especial a los indicios que pueden significar riesgos y derivar en amenazas, o proporcionar oportunidades para la Nación.
La inteligencia estratégica se halla muy vinculada a la prevención y a la prospectiva, advirtiendo de amenazas a los intereses vitales de la seguridad nacional y de las oportunidades para el Estado, con lo que se convierte en la principal herramienta en poder de los gobernantes para diseñar y desarrollar las políticas exterior y la de seguridad nacional.
En el ámbito militar, la inteligencia estratégica tiene como finalidad facilitar la elaboración de los planes relativos a la conducción de las operaciones de nivel estratégico.
En el ámbito empresarial, la inteligencia estratégica tiene la finalidad de facilitar la toma de decisiones de sus directivos ante las amenazas o riesgos para la empresa, o aquellas que puedan facilitar un éxito u oportunidad de desarrollo. En concreto, se especializa en el análisis de los competidores para entender sus éxitos futuros, estrategias actuales, la posible evolución industrial y comercial, y sus capacidades. También incluye la inteligencia sobre los principales clientes, proveedores y socios.
Un caso particular de la inteligencia estratégica lo constituye la denominadainteligencia de alerta, que es la que tiene por finalidad prevenir al usuario de las amenazas contra los intereses nacionales o empresariales, para que pueda decidir con tiempo las medidas políticas, diplomáticas, militares, económicas, industriales, comerciales o de cualquier otro tipo que puedan neutralizarlas o hacerles frente.
3.2. Inteligencia táctica
La inteligencia táctica es la que se elabora para contribuir a la planificación y el diseño de las acciones concretas que permitan alcanzar un objetivo de alcance limitado, subordinado a los grandes objetivos de la inteligencia estratégica.
En el ámbito militar, la inteligencia táctica está destinada a la elaboración de los planes que permitan la conducción de las operaciones tácticas.
En el ámbito empresarial tiene un carácter más operacional, al consistir en la adopción de acciones concretas para conseguir un objetivo en una situación inmediata. Incluye aspectos como los términos de venta de los competidores, sus políticas de precios y los planes que tienen para cambiar la forma en que se diferencian sus productos de los propios.
3.3. Inteligencias operativa y operacional
La inteligencia operativa es la que se elabora para permitir la organización y ejecución de acciones para el cumplimiento de una misión, entendiendo por esta la que le es encomendada a un oficial de inteligencia, solo o dirigiendo un grupo, para lograr un propósito determinado.
En el ámbito militar, el término apropiado es inteligencia operacional y se encuentra en una posición intermedia entre la estratégica y la táctica. Su elaboración tiene como finalidad apoyar la planificación y la realización de campañas en el teatro de operaciones, en el nivel operativo.
3.4. Inteligencia prospectiva
La inteligencia prospectiva se inicia a partir de la inteligencia estratégica y está orientada a determinar de modo anticipado las opciones de evolución de una situación y las posibilidades y probabilidades de actuación de los elementos involucrados en ella, con objeto de reducir la incertidumbre por el futuro en entornos caracterizados por la complejidad, el cambio y la inestabilidad.
El término de inteligencia prospectiva se emplea específicamente para precisar los objetivos estratégicos de una organización y planificar las acciones necesarias para lograrlos. Asimismo, se utiliza para adoptar decisiones que contribuyan a conducir una realidad determinada hacia un escenario futuro deseable.
Tiene un alto componente de estimación, por lo que también se la conoce comointeligenciaestimativa o predictiva.
Se trata de una inteligencia muy compleja y costosa, por la necesidad de contar con especialistas instruidos en las técnicas de la prospectiva y en los diversos campos que influyen en el futuro de una organización, así como por la necesidad de contar con tiempo para elaborarla. Ambas circunstancias condicionan de tal modo su generación que no es habitual que se elabore en las organizaciones ni servicios de inteligencia, más ocupados por los demandantes en elaborar inteligencia actual y de inmediato futuro.
4. La inteligencia según la necesidad de información que satisface
La elaboración de inteligencia se produce como consecuencia de la aparición de un requerimiento concreto, sea de los potenciales usuarios o del propio servicio de inteligencia que debe elaborarla. De esta forma, la inteligencia puede ser:
4.1. Inteligencia básica
La inteligencia básica es la que se produce para satisfacer los requerimientos de inteligencia permanentes y generales de la organización de que se trate.
Se emplea sobre todo para responder a las necesidades de información que se plantean durante la producción de inteligencia estratégica e inteligencia prospectiva o estimativa. Por tanto, se elabora atendiendo a los objetivos estratégicos de la organización. Dado que se convierte en un importante almacén de inteligencia, también se utiliza para atender demandas de información durante la producción de inteligencia táctica, operativa y operacional.
La producción de inteligencia básica se realiza de un modo rutinario y programado a partir de fuentes de información abiertas, generalmente obras de referencia, estados y descripciones generales, guías de seguimiento, etc., como enciclopedias, bases de datos, anuarios, directorios, etc.
Esta inteligencia tiene un grado de permanencia mayor que cualquier otra y a ella se incorpora la que se extrae de la inteligencia estratégica que se ha elaborado durante el desarrollo de la actividad de la organización, por lo que también suele recibir la denominación de inteligencia general de la organización, convirtiéndose en un activo informacional de esta.
4.2. Inteligencia actual
Es la inteligencia que tiene por finalidad satisfacer los requerimientos de inteligencia puntuales y concretos de una organización. Presenta el estado de una situación o de un acontecimiento en un momento dado y puede señalar opciones de evolución en un corto plazo, así como indicios de riesgos inmediatos.
Se emplea principalmente para responder a las demandas de información que surgen durante la aparición de un fenómeno o acontecimiento imprevisto, durante un proceso de toma de decisiones sobre un acontecimiento de interés nacional o durante la planificación y el desarrollo de una misión.
Suele ser la más demandada por los gobernantes, cuyos plazos de previsión y decisión son generalmente cortos.
Como fin complementario, la inteligencia actual pone al día la inteligencia básica y los análisis realizados por la inteligencia estratégica. Esto permite disminuir las necesidades de información durante las gestiones de crisis.
Los productos de la inteligencia actual suelen adoptar la forma de informes específicos para atender una demanda concreta y actual de información; o la de informes breves y periódicos, muchas veces diarios, sobre cuestiones de interés general y frecuente sobre las que los decisores políticos desean mantener un conocimiento permanente.
4.3. Inteligencia crítica
Como un caso particular de la inteligencia actual surge el concepto de inteligencia crítica, que es la que se elabora para satisfacer los requerimientos informativos que se producen durante la gestión de una crisis.
El tiempo dedicado a la obtención y procesamiento de datos e información y a la valoración, análisis, integración e interpretación durante una crisis se reduce al mínimo imprescindible con objeto de dar a conocer el estado de la situación con la máxima urgencia posible, que además suele evolucionar con rapidez. Por tanto, elaborar inteligencia que permita al responsable político tomar decisiones rápidas y acertadas exige tanto disponer de información concreta sobre lo que ocurre como contar con unas buenas reservas de inteligencias básica y actual que permitan contextualizar el sentido de la nueva información disponible y mejorar su comprensión.
Los productos más habituales durante la gestión de crisis son alertas e informes de situación sobre la evolución de los acontecimientos. La forma de materialización de dichos informes se convierte muchas veces en modo de gráficos, mapas, esquemas, croquis, etc., que, convenientemente ilustrados, permiten un rápido conocimiento de dicha evolución de la situación.
En situaciones de crisis puede ocurrir que, ante la perentoria necesidad de tomar una decisión, se suministre información a los responsables sin analizar ni interpretar suficientemente, o con una estimación provisional muy sujeta a la evolución de los acontecimientos. En estos casos se deja a dichos responsables la tarea de valorar la información que se les suministra, en beneficio de la urgencia con que se puede poner a su disposición. Esta excepcionalidad es motivo de debate, por lo que supone de trasladar la responsabilidad del análisis de inteligencia a los decisores políticos, modificando el funcionamiento habitual del ciclo de inteligencia.
5. La Inteligencia según el medio en el que se encuentra la información
La información de partida para la elaboración de inteligencia puede encontrarse en muy diferentes medios, dando lugar a distintos tipos de inteligencia que reciben el nombre de la que haya sido su componente principal. De esta manera, la inteligencia puede clasificarse del siguiente modo:
5.1. Inteligencia HUMINT o de fuentes humanas
Es la que se elabora a partir de información recogida o suministrada directamente por personas. Sus resultados dependen fundamentalmente de la actuación del hombre mediante sus sentidos, ayudándose o no con medios auxiliares (cámaras, grabadoras, fotocopiadoras, etc.).
En los servicios de inteligencia se consideran diversos tipos de fuentes humanas, cuya actividad facilita en algún grado la obtención de información. En el CNI esta diversidad ha dado lugar a la siguiente clasificación:
Contacto: persona ajena a un servicio de inteligencia al que proporciona información, de modo consciente o inconsciente y de forma ocasional o regular, pero cuya dirección no es posible o conveniente realizar por parte del servicio. Puede recibir algún tipo de contraprestación.
Informador: persona ajena a un servicio de inteligencia al que proporciona información, de modo consciente o inconsciente y de forma ocasional o regular, bajo la dirección de un miembro del servicio. Suele percibir algún tipo de contraprestación.
Colaborador: persona ajena a un servicio de inteligencia, que coopera para este, de modo consciente o inconsciente y de forma ocasional o regular, realizando una serie de actividades, dirigidas por un oficial de inteligencia, en beneficio de los cometidos asignados al servicio. También suele percibir algún tipo de contraprestación. Por tanto, se diferencia del informador en que no suele facilitar información, o al menos no es su cometido principal, sino que facilita tareas que debe realizar el servicio.
Agente: persona ajena a un servicio de inteligencia que realiza alguna actividad abierta o encubierta en beneficio del servicio y bajo la dirección de un miembro del mismo, tras recibir adiestramiento especial. Los agentes se reclutan habitualmente para llevar a cabo o dar asistencia en tareas de obtención de información y en operaciones de contrainteligencia. Normalmente el agente recibe algún tipo de contraprestación. No debe confundirse el tipo de agentecomo fuente humana, con la misma denominación de agente con que se identifica a los miembros de los servicios de inteligencia que realizan actividades secretas, abiertas o encubiertas, generalmente encuadrados en unidades operativas de obtención de información.
La información obtenida a partir de fuentes humanas es muy útil porque puede proporcionar datos imposibles de obtener por otros medios. Para ello es necesario que se encuentren situadas en el lugar y momento adecuados para adquirir esa información, formación suficiente para apreciarla y poseer un buen y oportuno sistema de comunicación para hacerla llegar al servicio.
La obtención de información por medios humanos, para que sea valiosa, debe superar dos momentos críticos: a) la captación o infiltración de la fuente en el lugar donde pueda acceder a la información deseable; y, b) la valoración de la información adquirida por parte del oficial de relación y de los analistas; el primero es responsable de evaluar la fiabilidad de la fuente, de la que debe conocer su formación, capacidades, vulnerabilidades, intereses, posibilidades, condiciones (facilidades y riesgos) en las que actúa, etc.; mientras que los segundos, los analistas que reciban el fruto de su adquisición, son los principales responsables de evaluar la calidad de la información proporcionada, así como de remitir al órgano de obtención donde se encuentre el oficial de relación su valoración de la información recibida y, unida a ella, la percepción sobre la fiabilidad de la fuente que la ha proporcionado.
5.2. Inteligencia OSINT o de fuentes abiertas
Es la que se elabora a partir de información obtenida de recursos informativos de carácter público.
Por fuente abierta se entiende todo documento con cualquier tipo de contenido, fijado en cualquier clase de soporte que se transmite por diversos medios y al que se puede acceder en modo digital o no, puesto a disposición pública, con independencia de que esté comercializado, se difunda por canales restringidos o sea gratuito.
La información que transmiten las fuentes abiertas se caracteriza por su singularidad, su rápido modo de obtención, su fácil actualización, su bajo coste en relación con la procedente de otras fuentes y su adquisición sin correr riesgos. Es un axioma que no se debería recoger información pública mediante medios clandestinos, complejos, arriesgados y costosos en términos económicos y políticos.
La información procedente de fuentes abiertas es la más utilizada para la producción de inteligencia estratégica, inteligencia básica, inteligencia económica e inteligencia científica. Además, esta información es indispensable para analizar adecuadamente la información clandestina.
La actual y creciente reivindicación de la importancia de la información OSINT se debe a la confluencia de dos fenómenos: a) la aparición del concepto de multinteligencia, que rechaza el uso de una única autoridad informativa para crear inteligencia; y b) la ampliación del concepto de seguridad obliga a los servicios de inteligencia a recabar, analizar y evaluar información de índole muy variada y en materias donde las fuentes abiertas son imprescindibles.
Dada la amplitud y variedad de fuentes públicas, la tipología clásica la clasifica del siguiente modo[2]:
5.2.1. Fuentes de información primaria
Son las que contienen información original, de primera mano y que, por tanto, no han recibido ningún tipo de tratamiento. Dentro de este grupo se suele distinguir: fuentes de información primaria editadas, que forman parte de los circuitos habituales de publicación y distribución y cuya existencia queda verificada por procedimientos legales (ISSN, ISBN, NIPO), entre las que destacan los libros, las revistas, las películas o los discos; y las fuentes de información primaria inéditas, que pertenecen a lo que se ha dado en llamar literatura gris, y que está compuesta por tesis doctorales, presentaciones, pre-prints, actas de congresos o informes científico-técnicos, entre otras, que por lo general tienen una visibilidad menor y suelen carecer de control bibliográfico.
5.2.2. Fuentes de información secundaria
Son las resultantes del tratamiento documental de las fuentes de información primaria y proceden de la aplicación de técnicas documentales que proporcionan valor añadido (los resúmenes, la agrupación en clasificaciones de materias, la correspondencia con otros idiomas y, sobre todo, la relación de unos documentos con otros). Entre este tipo de fuentes se encuentran las bases de datos, los catálogos, los repertorios bibliográficos y los repertorios legislativos.
5.2.3. Fuentes de información terciaria
Podrían asimilarse a las fuentes secundarias, pero el Programa General de Información de la UNESCO les atribuye una finalidad específica: la consolidación de la información mediante productos que analizan críticamente el conjunto de unidades documentales propias de una disciplina, extrayendo de cada una de ellas lo más relevante en cuanto a innovación y progreso. Formarían parte de este tipo de fuentes las revisiones (review) y los estados de la cuestión.
5.2.4. Obras de referencia
Son las que fueron ideadas para la consulta puntual de algunas de sus entradas y entre ellas destacan: enciclopedias, diccionarios, anuarios, glosarios, o las modernasFrequently Asked Questions (FAQ).
Además de esta clasificación académica, otras tipologías se fijan en el emisor (fuentes gubernamentales, parlamentarias, judiciales, policiales, académicas, etc.), en el soporte (impresas, audio, video, informáticas, etc.), en el coste (venales o gratuitas), en la periodicidad, en el destinatario o en el grado de especialización (fuentes generales y fuentes especializadas). De esta manera se pueden clasificar las fuentes OSINT de la siguiente forma:
5.2.5. Fuentes de información institucional
Publicaciones oficiales (boletines oficiales, del registro mercantil, etc.), estadísticas, legislación, jurisprudencia, sistemas de seguimiento legislativo, documentación parlamentaria, y documentación emitida por organismos internacionales.
5.2.6. Fuentes de información económica
Estudios de mercado, informes económico-comerciales de países, información sobre contratación pública, etc.
5.2.7. Fuentes de información geopolítica
Barómetros de conflictos, documentos de comités de expertos y de think tanks.
5.2.8. Fuentes de información sociológica
Estudios de opinión pública, participación electoral, flujos migratorios, encuestas demoscópicas, congresos de partidos políticos y sindicatos, etc.
5.2.9. Fuentes de información de seguridad y defensa
Blanqueo de capitales, tráfico ilícito, terrorismo, infraestructuras críticas, corrupción, ciberdelincuencia, etc.
5.2.10. Fuentes de información bibliográfica
Bases de datos bibliográficas.
5.2.11. Fuentes de información de prensa
Editoriales y editorialistas, análisis de la prensa, servicios de seguimiento de medios, recortes (clipping).
5.2.12. Fuentes de redes sociales y páginas web
Monitorización de redes y páginas informáticas.
5.2.13. Fuentes archivísticas
Destinadas a recoger la producción de documentación de las administraciones modernas y de las empresas; están sometidas a procesos de selección y constitución de colecciones.
5.3. Inteligencia SIGINT o de señales
Es la inteligencia que se elabora a partir de la obtención y el procesamiento de datos provenientes de la detección, interceptación y descifrado de señales y transmisiones de cualquier clase. Es un término genérico, pues dada la gran cantidad de posibles orígenes de señales electromagnéticas y acústicas, una primera clasificación de la inteligencia SIGINT puede diferenciar las siguientes:
5.3.1. Inteligencia COMINT o de comunicaciones
Es la inteligencia obtenida a partir de emisiones electromagnéticas de equipos y sistemas de tecnologías de la información y de las comunicaciones (STIC); por ejemplo, ordenadores, impresoras, faxes, teléfonos, télex, líneas de comunicaciones, agendas electrónicas, tarjetas inteligentes, etc.
Un caso particular de inteligencia COMINT lo constituye la inteligencia cibernética o CYBINT[3], que es la inteligencia elaborada a partir de datos, protegidos o no, del espacio cibernético. Este, a su vez, está definido como el espacio virtual compuesto por dispositivos computacionales conectados en red, donde las informaciones digitales se transmiten, son procesadas o almacenadas. Un ejemplo muy claro de inteligencia CYBINT es la que puede obtenerse a partir de datos adquiridos en las redes sociales. La inteligencia cibernética está íntimamente ligada a la de fuentes abiertas.
Cuando las emisiones de las que se obtiene la información son involuntarias o no deseadas por el emisor se denominan TEMPEST, como por ejemplo las emitidas por las líneas de conducción de comunicaciones, los teclados de ordenador, las radiaciones de las pantallas, etc.
5.3.2. Inteligencia ELINT o electrónica
Es la inteligencia obtenida a partir de emisiones electromagnéticas de medios ajenos a las telecomunicaciones (radares, equipos de ayuda a la navegación, perturbadores de sistemas de comunicación, etc.).
Este tipo de inteligencia, a su vez se subdivide en las siguientes clases:
5.3.2.1. Inteligencia RADINT o de emisiones radar
Es la inteligencia que se obtiene a partir de las emisiones de los radares.
5.3.2.2. Inteligencia TELINT o telemétrica
Es la que se obtiene a partir de emisiones de equipos electromagnéticos de telemetría.
5.3.3. Inteligencia MASINT o de medición de señales
Es la que se elabora a partir de la obtención y el procesamiento de datos provenientes de sensores destinados a recoger las señales que emiten fenómenos físicos distintos a las emisiones electromagnéticas, como el sonido, el movimiento, la radiación, etc. Estas señales se denominan firma del equipo o equipos. Los sensores se dedican a identificar toda característica distintiva asociada con la fuente o el emisor y facilitar la detección y la localización de este último.
De acuerdo con la señal que mide se distinguen diversos tipos específicos de medición de señales:
5.3.3.1. Inteligencia ACINT o acústica
Es la inteligencia derivada de la obtención y el análisis de los fenómenos acústicos producidos por cualquier emisor (buque de superficie, submarino, torpedo, aeronave, dron, vehículo terrestre, proyectil, maquinaria, etc.).
5.3.3.2. Inteligencia TELINT o telemétrica
Ya citada anteriormente (ver 5.3.2.2), permite el análisis de la firma de equipos telemétricos, instalados, por ejemplo, en misiles, satélites, armas de precisión, etc.
5.3.3.3. Inteligencia NUCINT o de radiaciones nucleares
Es la que se obtiene a partir de la medición de señales procedentes de radiaciones nucleares (bombas radiológicas o sucias, bombas atómicas, etc.).
5.4. Inteligencia IMINT o de imágenes
Es la inteligencia que se elabora a partir del análisis de imágenes adquiridas por medios técnicos, como cámaras fotográficas, medios de grabación de imágenes, radares, sensores electro-ópticos, visores térmicos o infrarrojos, ubicados en plataformas terrestres, navales, aéreas o espaciales. En este tipo de inteligencia destacan:
5.4.1. Inteligencia GEOINT o geoespacial
La observación geoespacial, identificada como GEOINT, es el resultado de la explotación y análisis de la información de imágenes y geoespacial para describir, valorar y visualizar características físicas y georreferenciar (situar) actividades en el planeta.
5.4.2. Inteligencia PHOTINT o fotográfica
Es el tipo de inteligencia obtenida mediante el análisis e interpretación de la fotografía aérea, realizada por aviones, helicópteros o drones (JSTARS) de detección y seguimiento de objetivos terrestres o móviles provistos de videofotografía y termografía. Los JSTARS son plataformas aéreas (aviones, helicópteros o drones) que disponen de medios de detección, identificación y seguimiento de objetivos terrestres y móviles, así como de medios de comunicación y señalamiento a los vectores de lanzamiento para atacar a dichos objetivos terrestres o móviles (aéreos y navales).
5.5. Inteligencia TECHINT o técnica
Es el tipo de inteligencia que se elabora a partir de la obtención y el procesamiento de información mediante el uso de medios técnicos. Es un término genérico con el que se designa el uso conjunto de datos provenientes de las inteligencias SIGINT e IMINT.
6. La inteligencia según el método de obtención
La inteligencia también puede clasificarse según el método utilizado para obtener los datos y la información que le sirven de base. Las denominaciones de estos tipos de inteligencia coinciden con los descritos en el punto anterior, excepto que no existe inteligencia OSINT, sino que esta puede obtenerse por métodos HUMINT, SIGINT o IMINT, o varios de ellos simultáneamente.
De esta manera, se pueden clasificar los procedimientos de obtención de información según el método utilizado para su adquisición y según el medio en que se encuentra, dando lugar a la siguiente tabla comparativa:
La inteligencia según el método de obtención y comparación con el medio en el que se encuentra la información que le dará nombre: procedimientos de obtención de información.
La inteligencia que se elabora con la información obtenida según un método o contenida en un medio determinado adquiere el mismo nombre. Por ejemplo, la inteligencia elaborada a partir de información obtenida, única o predominantemente, por métodos o en medios HUMINT se denomina Inteligencia HUMINT.
7. La Inteligencia según el territorio sobre el que se elabora
Aunque las amenazas sean globales, los servicios de inteligencia pueden especializar sus tareas en el territorio nacional o fuera de él, dando lugar a una nueva clasificación de la inteligencia por el lugar sobre el que se elabora. Asimismo, la cada vez mayor intervención de organismos multinacionales en misiones internacionales de mantenimiento de la paz ha obligado a generar un tipo de inteligencia específico, adaptado a las necesidades de las misiones abordadas, en el que intervienen varios de los servicios de inteligencia de los países que conforman dichos organismos multinacionales.
Generalmente, los países desarrollados tienden a contar con dos o más servicios de inteligencia de nivel nacional, mientras que la mayor parte de los países sólo cuentan con uno que atiende las necesidades del Gobierno de su país en todo el mundo. Una clasificación de la inteligencia según el territorio del que se ocupa es la siguiente:
7.1. Inteligencia interior
Es el tipo de inteligencia que se ocupa de identificar y seguir la evolución de los riesgos y amenazas a la seguridad procedentes del interior del Estado al que pertenece el servicio de inteligencia, con el fin de apoyar el proceso de adopción de medidas preventivas o de neutralización por parte del Gobierno.
Para ello, la inteligencia interior centra su atención en la investigación de las intenciones, las actividades y la capacidad de individuos y organizaciones que tienen o pueden evolucionar hacia finalidades desestabilizadoras o de franca agresión al orden político establecido o a los intereses nacionales.
7.2. Inteligencia exterior
La inteligencia exterior se ocupa de identificar y seguir la evolución de los riesgos y amenazas a la seguridad procedentes del exterior del Estado al que pertenece el servicio de inteligencia, con el fin de apoyar la adopción de medidas preventivas o de neutralización por parte del Gobierno, así como las que pueda diseñar para promover los intereses nacionales.
Para ello, la inteligencia exterior centra su atención en la investigación de las intenciones, las actividades y la capacidad de personas, organizaciones y naciones extranjeras que puedan atentar contra la soberanía, el orden político establecido, los intereses nacionales y la integridad territorial. Igualmente, se ocupa de detectar oportunidades favorables para la promoción y defensa de los intereses nacionales fuera de las propias fronteras.
7.3. Inteligencia multinacional
Es el tipo de inteligencia realizada sobre un conjunto de naciones o región geográfica, en la que intervienen servicios de distintos países con una finalidad común, como puede ser la que precisan organizaciones multinacionales, como la OTAN, la Unión Europea, la ONU, los países integrantes del Acuerdo UKUSA, etc. Los servicios que elaboran este tipo de inteligencia reciben el nombre de centros de fusión de inteligencia.
8. La Inteligencia según la materia o campos del conocimiento
Los múltiples campos sobre los que tienen que actuar los servicios y otros organismos que producen inteligencia, permiten identificar una nueva clasificación de su producto en función de la materia o campo del conocimiento sobre el que se centra. De esta forma, se pueden hallar los siguientes tipos de inteligencia:
8.1. Inteligencia geográfica
Es la que procede del estudio de las características naturales y artificiales de un espacio o zona geográfica determinada. Generalmente es complementaria de otros tipos de inteligencia.
8.2. Inteligencia política
Es la que trata la política interior y exterior de los gobiernos y las actividades de los movimientos políticos. En los servicios de inteligencia de nivel nacional ocupa una gran parte de su actividad productora.
8.3. Inteligencia sociológica
Se fundamenta en el conocimiento de la estructura y de todos los factores sociales de una nación o zona determinada.
8.4. Inteligencia militar
Identificada como MILINT, es la que se elabora a partir de la información relativa a naciones extranjeras, fuerzas o elementos hostiles o potencialmente hostiles y áreas de operaciones reales o potenciales. Es un ámbito de la inteligencia propio de las fuerzas armadas, por lo que la información que cobra mayor importancia es la relativa a la doctrina, organización, orden de batalla, capacidades, fuerzas, medios, estrategias y tácticas de fuerzas armadas u organizaciones de cualquier tipo, que empleen o puedan emplear procedimientos militares, hostiles o potencialmente hostiles.
La finalidad de la inteligencia militar es facilitar la toma de decisiones en los procesos de dirección y ejecución de las operaciones militares, disminuyendo las incertidumbres de los jefes y sus estados mayores, proporcionándoles la inteligencia oportuna, pertinente, precisa, predictiva y adaptada sobre el enemigo y otros aspectos del área de operaciones que permitan la planificación, ejecución y conducción de las operaciones.
La inteligencia militar, en el siglo XXI, no es la mera descripción de las fuerzas enemigas, de sus medios y capacidades de combate, sino que consiste también en el entendimiento de su cultura, motivaciones, finalidad y objetivos que persiguen. Es decir, no sólo se debe conocer y entender al adversario, sino que es imprescindible conocer y valorar la población de la que surge o proviene, el apoyo que recibe o puede recibir de ella y el apoyo que pueden recibir las fuerzas propias. Se trata de entender el entorno en el que se realizan las acciones de una operación, el llamado entorno operativo.
8.5. Inteligencia científica y tecnológica
Es la que se ocupa de la obtención y el procesamiento de información de carácter científico y tecnológico en los ámbitos civil y militar de interés para la seguridad. Su finalidad es detectar y efectuar el seguimiento de proyectos y actividades de investigación y de desarrollo científico y tecnológico emprendidos por organizaciones o países extranjeros, que puedan derivar en situaciones de riesgo para la seguridad nacional e internacional, con objeto de poder adoptar contramedidas efectivas. Mediante sus análisis puede valorarse el carácter y la capacidad armamentística de posibles adversarios, así como los avances científicos y tecnológicos que pueden derivar en la creación de armas u otros productos susceptibles de representar una amenaza para la seguridad.
La inteligencia científica y tecnológica está ampliando cada vez más su objetivo de atención tradicional, el armamento y los sistemas de armas, para abarcar los campos de las inteligencias económica y competitiva, lo que supone que se ocupe también de la identificación, seguimiento y evaluación de los avances científicos y tecnológicos, dentro de los marcos legales, que se producen en los distintos sectores de interés económico público o privado, con independencia de su posible uso militar.
Una última finalidad de la inteligencia científica y tecnológica lo constituye la que permite adoptar avances tecnológicos ajenos para evitar pasar por largas y costosas etapas previas de investigación.
La inteligencia científica usa de modo intensivo las fuentes de información abiertas, ya que se dedica a vigilar las investigaciones que se realizan en los mundos académico y empresarial antes de que se efectúe su aplicación industrial. En cambio, la inteligencia tecnológica, por estar más relacionada con el seguimiento de las aplicaciones que realizan empresas y organismos públicos de investigación de los conocimientos obtenidos en la investigación básica, también utiliza información procedente del espionaje industrial o de medios técnicos, como la fotografía aérea, la observación por satélite, la cibernética y la interceptación y escucha de señales acústicas.
La inteligencia tecnológica no se debe confundir con la inteligencia técnica (TECHINT), que, como se expresa en el punto 6, es la que se elabora a partir de información obtenida por métodos técnicos (SIGINT e IMINT).
8.6. Inteligencia económica
La creciente integración de los asuntos económicos en el concepto de seguridad ha dado lugar a la necesidad de elaborar inteligencia sobre ellos. Sin que exista unanimidad en el concepto de inteligencia económica, esta puede entenderse como la que se ocupa de la obtención y el procesamiento de la información financiera, económica y empresarial de un Estado para permitir una eficaz salvaguarda de los intereses nacionales, tanto en el interior como en el exterior.
En el mismo ámbito de la inteligencia económica también se incluyen otras acciones complementarias más específicas, como la sensibilización de las empresas nacionales sobre la necesidad de adoptar medidas preventivas contra el espionaje económico, la realización de análisis macroeconómicos de los Estados en los que se pretende invertir o hay inversiones de empresas del país, la protección interna y la promoción y protección externa en el mercado de la industria nacional, el control del tráfico de material de defensa y de doble uso civil y militar, y la creación de una cultura de inteligencia económica.
Las fuentes de información abiertas predominan para la producción de inteligencia económica, pero también se hace uso, cuando es necesario, de información secreta obtenida por medios encubiertos. Esto último es lo que diferencia la inteligencia económica que realizan los servicios de inteligencia y la que producen otros órganos de la Administración o empresas privadas especializadas.
La acepción «inteligencia económica» tuvo su origen en la década de 1970-80 en Francia, entendiéndola como los conocimientos que precisan el Estado o las empresas para alcanzar sus objetivos estratégicos. El Informe Martre[4] (1994), enfocado esencialmente al desarrollo de la inteligencia económica y estratégica de las empresas, definió la inteligencia económica como «el conjunto de acciones coordinadas de investigación, tratamiento y distribución, en vista a su explotación, de la información útil a los actores económicos −ya sean empresas u organizaciones estatales−. Informaciones que se han de aportar mediante métodos legales, con todas las garantías de protección necesarias para preservar el patrimonio empresarial en las mejores condiciones de coste y marco temporal».
La inteligencia económica «implica ir más allá de acciones parciales provenientes del análisis documental, de acciones de vigilancia, de la protección del patrimonio competitivo, de acciones de influencia, etc., para lograr una intencionalidad estratégica y táctica»[5]. De esta forma se entronca con la estrategia y su puesta en acción (táctica), y es el elemento esencial de investigación e interpretación de las intenciones y capacidades de los competidores, ya sea como defensa de la posición actual del Estado o empresa que la practica, o como medio para obtener una supremacía concreta de acuerdo con los intereses estratégicos. La inteligencia económica, por tanto, se apoya en la vigilancia del entorno competitivo, diferenciándose de otros procesos o sistemas de inteligencia en tres elementos principales: sus fines son exclusivamente económicos; trabaja con fuentes abiertas; y debe ser ética en todas sus acciones.
No obstante estas descripciones de la inteligencia económica en sus orígenes, en el presente siglo se ha empezado a determinar la inteligencia económica como la obtenida a partir de información financiera, económica y empresarial de un Estado, diferenciándola de la competitiva o empresarial, que la realizan las empresas. De esta forma, la inteligencia económica la llevan a cabo tanto los servicios de inteligencia −que utilizan información secreta obtenida por medios encubiertos−, como otros órganos de la Administración, fundamentalmente de los Ministerios de Hacienda y de Economía (o sus órganos adscritos), y empresas especializadas, que sólo utilizan fuentes abiertas.
8.7. Inteligencia competitiva
De la misma forma que se produce con la inteligencia económica, no hay unanimidad en la definición de inteligencia competitiva, que, además, se ha visto identificada en su definición como inteligencia empresarial, como término más moderno que englobaría a la inteligencia competitiva y a la inteligencia de negocios (business intelligence).
El Equipo Económico del CNI definió en 2009 la inteligencia competitiva como «una herramienta de gestión o práctica empresarial que consiste en un proceso sistemático, estructurado, legal y ético, por el que se recoge y analiza información que, una vez convertida en inteligencia, se difunde a los responsables de la decisión para facilitar esta, de forma que se mejora la competitividad de la empresa, su poder de influencia y su capacidad de defender sus activos materiales e inmateriales».
Los objetivos de la inteligencia competitiva son planificar y adoptar medidas para mantener la competitividad de la empresa y afrontar con mayores garantías los rápidos y continuos cambios a los que se ve sometida toda organización. Para lograrlo se ocupa de la obtención y el procesamiento de información sobre los elementos que caracterizan la realidad política, social, económica, cultural, legal y tecnológica que rodea a la empresa y sobre los agentes que actúan en ella. Presta una especial atención a la identificación y el seguimiento de señales indicadoras de cambios significativos en el entorno, por lo que trabaja con datos procedentes del exterior de la organización, que obtiene sobre todo de fuentes de información abiertas.
Por tanto, la diferencia principal entre la inteligencia económica y la inteligencia competitiva es que la económica la realiza el Estado fundamentalmente, mientras que la competitiva la realizan las empresas.
Por otra parte, la diferencia entre la inteligencia competitiva y la de negocios estriba en que la competitiva analiza el entorno de la empresa, utilizando fuentes externas e información abierta; mientras que la inteligencia de negocios se realiza a partir de los datos internos de la propia actividad de la empresa, para mejorar su rendimiento, fidelizar clientes y obtener beneficios.
La práctica de la inteligencia de negocios se basa en el empleo de tecnologías y aplicaciones informáticas que permiten buscar, recuperar, analizar y visualizar de modo unificado datos heterogéneos y dispersos entre diferentes sistemas, con independencia de las aplicaciones empleadas para su creación y almacenamiento y de que estén en ficheros de texto o estructurados en bases de datos. Estas herramientas, haciendo uso de técnicas de minería de información, establecen asociaciones entre los datos y desvelan patrones ocultos, de acuerdo con el cumplimiento de unos criterios estadísticos y preestablecidos, que ayudan a la interpretación. La inteligencia de negocios sirve de apoyo para la gestión de diversas áreas de las empresas, como producción, finanzas, relación con clientes y proveedores, ventas, recursos humanos o logística.
Dentro de la inteligencia competitiva se encuentra incluida la inteligencia de mercados,que se obtiene a partir de la información relevante sobre el mercado en el que la empresa desarrolla su actividad y cuyo fin inmediato es proporcionar conocimiento permanente sobre el mismo, para facilitar el proceso de toma de decisiones al trabajar sobre necesidades específicas de la empresa.
8.8. Inteligencia criminal
También este término concita varias interpretaciones y se presta a confusión con otros conceptos, como inteligencia policial, inteligencia de seguridad pública, investigación criminal, criminología, criminalística, etc.
Inicialmente se entendía como inteligencia policial a la destinada al mantenimiento de la seguridad interior, el orden público y la persecución de la delincuencia. Pero desde finales del siglo XX y en este XXI, la inteligencia criminal abarca un ámbito mucho mayor que el estrictamente policial, al constituir una inteligencia que hoy elaboran, en distintos países, los servicios de inteligencia, las fuerzas armadas, unidades policiales, los servicios de aduanas, el sistema penitenciario, las instituciones financieras e incluso empresas privadas de seguridad.
De esta forma, la inteligencia criminal es un tipo de inteligencia útil para obtener, evaluar e interpretar información y difundir inteligencia necesaria para proteger y promover los intereses nacionales de cualquier naturaleza (políticos, comerciales, empresariales), frente al crimen organizado, al objeto de prevenir, detectar y posibilitar la neutralización de aquellas actividades delictivas, grupos o personas que, por su naturaleza, magnitud, consecuencias previsibles, peligrosidad o modalidades, pongan en riesgo, amenacen o atenten contra el ordenamiento constitucional y los derechos y libertades fundamentales.[6]
En cuanto a su diferenciación con la investigación criminal/policial, también identificada como actividad de policía judicial, la diferencia principal estriba en que esta se realiza al suscitarse un caso y se culmina con los logros investigativos obtenidos, alcanzando su esclarecimiento y resolución, mientras que la inteligencia es permanente; no reacciona ante la comisión de un delito, sino que opera continuamente sobre toda persona, actividad u organización que pueda parecer sospechosa de constituirse en una amenaza o implique un riesgo para la seguridad. Cuando hay ausencia de inteligencia o las medidas que propone no se aplican, el delito ya se ha cometido; el trabajo de inteligencia ha resultado infructuoso y el delito efectivamente materializado pasa a ser objeto de la investigación criminal/policial.
Por consiguiente, la inteligencia no persigue la resolución de un hecho delictivo. No opera en el ámbito de los tipos penales, sino en la esfera de las situaciones predelictuales; intenta aportar conocimiento para anticiparse y permitir a las autoridades neutralizar o disuadir las amenazas, riesgos y conflictos (carácter preventivo). La investigación criminal/policial actúa de forma absolutamente represiva, ya que interviene después de la comisión de un delito específico para identificar a sus autores y aportar las pruebas legales que posibiliten su procesamiento penal.
Otro aspecto que facilita la confusión de los términos lo constituye el hecho de que una misma información puede tener una doble finalidad: constituir indicios y pruebas para descubrir los elementos integrantes del hecho criminal para su enjuiciamiento (investigación criminal/policial), o constituir insumos que empleará el analista de inteligencia, que no el investigador policial, en la elaboración del producto de inteligencia, con independencia del momento exacto en el que se produce el conocimiento, sea este anterior o posterior al hecho delictivo. La afluencia continua de nuevos datos fruto de la comisión de delitos genera la imagen errónea de que siempre se llega tarde, resultando infructuoso cualquier esfuerzo por elaborar inteligencia.
Esta confusión se produce porque la fase de recolección de información para la elaboración de inteligencia (policial y criminal) y la fase de recolección de información, indicios y pruebas de la investigación criminal/policial, en muchas ocasiones discurren de forma simultánea versando sobre los mismos objetivos. Esta circunstancia genera confusos episodios de solapamiento al resultar harto complejo establecer las líneas de demarcación entre ambas, para identificar con nitidez donde empieza una y acaba la otra, por lo que el elemento esclarecedor reside en identificar sus utilidades y fines, que sí están bien diferenciados[7].
Por su parte, la inteligencia de seguridad pública, conocida por el acrónimo CRIMINT, puede definirse como la que sirve para identificar y neutralizar las amenazas reales y potenciales a la seguridad del Estado o a su orden constitucional resultante de actos de subversión, terrorismo y espionaje cometidos por personas, Estados o grupos nacionales o extranjeros. Asimismo, este término se aplica a las actividades de apoyo a las funciones de la policía, el mantenimiento del orden público y de la justicia criminal.
También relacionada con la inteligencia criminal y dentro de la CYBINT (ver punto 5.3.1) se encuentra la inteligencia de medios sociales (SOCMINT), que es la que está referida a las redes sociales y medios de comunicación de plataforma digital y los datos que las mismas generan. Contribuye a la seguridad pública a través de la identificación de actividades criminales, de la alerta temprana sobre desórdenes y amenazas al orden público, o a la construcción de conocimiento inmediato en situaciones rápidamente cambiantes. Es un tipo de inteligencia reciente que precisa un desarrollo legal.
8.9. Inteligencia sanitaria
Conocida como MEDINT y de aplicación fundamentalmente militar, es la que se deriva de la obtención y análisis de los elementos de epidemiología y ambientales en una determinada zona, así como los riesgos nucleares, biológicos, químicos y radiológicos (NBQR) para las fuerzas propias; de las capacidades sanitarias disponibles, propias y adversarias; de la infraestructura sanitaria y del personal sanitario existente en el teatro donde se efectúan las operaciones, tanto para su explotación en beneficio propio, como para la atención de la población civil de futuras zonas ocupadas[8].
8.10. Inteligencia de objetivos
Identificada con el acrónimo inglés TARINT es el tipo de inteligencia que facilita la selección de objetivos militares y realiza la evaluación de daños. En el apoyo a la selección de objetivos, trata de describirlos y situarlos. En caso de un objetivo compuesto por varias partes, o conjunto de blancos, indica sus vulnerabilidades, importancia relativa y la elección más conveniente de medios y momento de ataque para producir los efectos deseados. Los aspectos que deciden el ataque a un objetivo son su facilidad para ser identificado, la importancia relativa para contribuir a obtener el resultado final y el cumplimiento de la misión.
La evaluación de daños proporciona la información necesaria para conocer si se han logrado los efectos deseados.
8.11. Inteligencia psicológica
Conocida como PSYOPS es el tipo de inteligencia necesaria para la planificación, conducción y evaluación de las operaciones psicológicas, que proporciona información relativa a opiniones, creencias, actitudes o aspiraciones de las audiencias objetivo, así como sobre aspectos de carácter político, económico, militar, social y cultural de interés para las operaciones y para determinar los efectos que los productos y actividades de las operaciones psicológicas tienen en las audiencias objetivo.
8.12. Inteligencia sociocultural
Identificada por el acrónimo SOCINT, se elabora a partir de la información sobre asuntos sociales, políticos, económicos y demográficos para comprender las creencias, valores, actitudes y comportamientos de un actor o grupo social determinado, con el fin de prevenir y neutralizar amenazas a la seguridad. Es un tipo de inteligencia complementario de otras.
8.13. Inteligencia cultural
Bajo el acrónimo CULINT se identifica la inteligencia elaborada a partir de información social, política, económica y demográfica que proporciona un conocimiento que permite comprender la forma de actuar y las motivaciones de cualquier tipo de actor (aliado, neutral o enemigo), así como anticipar sus reacciones ante determinados acontecimientos. Analiza su cultura para entender mejor su visión del mundo, sus comportamientos y su forma de tomar decisiones. Ello hace posible interpretar mejor sus acciones y, por tanto, diseñar estrategias de cooperación o reacción mucho más efectivas. Es también un tipo de inteligencia identificado recientemente, que se está desarrollando debido a las cada vez más numerosas actividades multinacionales en respuesta a la globalización de las amenazas.
8.14. Inteligencia holística
Es la que se elabora por cualquier servicio que debe abordar el análisis y la interpretación de un asunto o de una situación con una perspectiva multidisciplinar, integrando información proveniente de múltiples fuentes y realizada por un equipo de trabajo de especialidades y procedencias diversas formado exclusivamente para la ocasión.
El concepto de inteligencia holística es relativamente reciente y está motivado por la continua ampliación del concepto de seguridad y, por tanto, el aumento de la complejidad de los asuntos que atienden los servicios de inteligencia, a lo que cabe añadir la sobreabundancia de información que se obtiene por medios técnicos.
Jiménez Moyano, Francisco. Manual de Inteligencia y Contrainteligencia. CISDE Editorial, 2012.
Kent, Sherman: Strategic Intelligence for American World Policy. Princeton, NJ, 1949. Edición en castellano 4ª Edic.: Buenos Aires, Editorial Pleamar, 1986.
[1] Kent, Sherman: Strategic Intelligence for American World Policy. Princeton, NJ, 1949. Edición en castellano: 4ª Edic. Buenos Aires, Editorial Pleamar, 1986.
[2] Sánchez Blanco, E.: OSINT (inteligencia de fuentes abiertas), en Díaz Fernández, A. M.:Conceptos fundamentales de inteligencia. Tirant lo blanch, Valencia, 2016, pp. 274-276.
[6] Sansó-Rubert Pascual, D. ¿Inteligencia criminal?: Líneas de demarcación y áreas de confusión. La necesidad de reevaluar su rol en la esfera de la seguridad y en la lucha contra la criminalidad organizada, en Velasco, Fernando y Rubén Arcos (eds.), Cultura de Inteligencia, un elemento para la reflexión y la colaboración internacional, Plaza y Valdés. Madrid. 2012. pp. 347-360.
[7] Sansó-Rubert Pascual, D. Inteligencia criminal, en Díaz Fernández, Antonio, (Dtor).Conceptos fundamentales de inteligencia. Tirant lo blanch. Valencia. 2016. pp. 223-231.
[8] Jiménez Moyano, F. Manual de Inteligencia y Contrainteligencia. CISDE Editorial. 2012. p. 33.
Editado por: Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI). Lugar de edición: Granada (España). ISSN: 2340-8421.
Por José Luis Pibernus. Comandante General (R) de Gendarmería Nacional.
La República Argentina cuenta con una de las reservas más grande del mundo de combustible no convencional, el yacimiento de Vaca Muerta, en la cuenca neuquina, que posiciona al país como la tercera potencia en shale, detrás de China y de EE UU.
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Además, según la Administración de Información Energética – EIA, nuestro país ocupa el cuarto lugar en recursos de petróleo no convencional detrás de Rusia, Estados Unidos y China. Esta agencia destaca el enorme potencial de Vaca Muerta en términos de obtención de gas (308 TCF) y petróleo (16,2 miles de millones de barriles), proyección que multiplica por diez las actuales reservas de nuestro país.
Esta potencialidad, con su planificación en inversiones y explotación, constituye la llave para asegurar el autoabastecimiento energético de nuestro país y ser actor en el escenario exportador de combustible, entonces, no debiera ser una discusión por parte de los argentinos, respecto a la necesidad de brindar al complejo, las medidas de seguridad estatal que garanticen la producción y el alcance de los futuros proyectos.
Porque simple y llanamente Vaca Muerta es un objetivo estratégico. Y como tal es la operacionalización de uno de los intereses nacionales concebidos como vitales para la supervivencia y el desarrollo de la Nación. Y por lo tanto, debe ser una prioridad para la gestión de gobierno y también del sistema de seguridad nacional.
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Al ser un objetivo que garantizará el desarrollo futuro, también debe ser un punto de interacción de todos los argentinos en cuanto a considerar la necesidad de su debida protección. Sin embargo, numerosas voces estallaron en contra y neutralizaron la Resolución del Ministerio de Seguridad de la Nación 768/2019 que extendía la jurisdicción de Gendarmería Nacional dentro de los límites de la formación geológica de referencia para disponer un sistema de seguridad bajo responsabilidad de la fuerza federal. Y desde aquel entonces, el complejo viene creciendo con la seguridad que dentro de las posibilidades disponen las empresas privadas y ajustados a los planes propios como usuarios/inversores, y sin intervención o participación alguna del Estado y sus instrumentos de seguridad.
Nadie cuestiona que Atucha sea un objetivo estratégico; y al respecto en el año 1976 el entonces gobierno mediante el decreto 1074/76, extendió la jurisdicción de Gendarmería Nacional al ámbito perimetral abarcando las instalaciones de la Comisión Nacional de Energía Atómica ( instalaciones principales y de apoyo) en todo el territorio nacional. Es decir el complejo nuclear que genera energía eléctrica, tiene un encuadre jurídico para la seguridad y Vaca Muerta ninguno.
Aquellas voces críticas e ideologizadas de 2019, no consideraron la amenaza terrorista, que no necesita exponerse mediante hipótesis, indicios o señales y que motiven las medidas de seguridad necesarias sobre objetivos de valor. Casualmente, este flagelo mundial aprovecha las vulnerabilidades, la incertidumbre, la ignorancia y la falsa confianza. ¿ O nos olvidamos de la AMIA, de la Embajada de Israel, las actividades terroristas en la región y la amenaza reciente sobre Argentina?
Los ataques terroristas sobre este tipo de instalaciones están vigentes. El 3 de setiembre de 2024, Colombia sufrió el décimo quinto ataque con explosivos sobre oleoductos en las últimas semanas, en el trayecto Caño Limón-Coveñas, obligando a activar el plan de emergencia y contingencia para controlar el derrame de crudo y la contaminación ambiental. Estos ataques contra los oleoductos comenzaron a afectar las operaciones y podrían reducir la producción de petróleo y gas.
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Proteger los principales recursos es facultad y obligación del gobierno, estableciendo un plan o Programa Antiterrorista, utilizando los instrumentos profesionales disponibles o en capacidad de ser afectados. En definitiva, una decisión del ejercicio de autoridad.
La reciente creación del Comando Unificado de Seguridad Productiva (Res 893/2024) establece una organización de organismos del mismo Ministerio de Seguridad y de sus fuerzas federales, con el objetivo específico de ejecutar tareas destinadas a la prevención y control del “orden” en los enclaves productivos del País. Medida que se orienta a los conflictos internos de tipo gremiales y por lo tanto, no tendrían capacidad para disuadir la amenaza terrorista.
Se plantea aquí, la necesidad de considerar un dispositivo complejo de seguridad sobre todo el área de producción, con un plan y con intervención del Sistema de Inteligencia Nacional (Contrainteligencia) y coordinaciones a nivel local de otros recursos de seguridad y de atención a emergencias.
La seguridad de éstos tipos de instalaciones, en la mayoría de los Estados modernos tienen su sistema de seguridad antiterrorista protegiendo como objetivos estratégicos, aún sin amenazas. Es decir un conjunto de medidas preventivas, disuasivas y de protección que garantizan el funcionamiento, reduzcan los impactos de cualquier sabotaje, hasta con previsiones de resiliencia ante un ataque mayor.
Estas medidas son inherentes y pertinentes a toda infraestructura crítica u objetivo estratégico. La elaboración de un plan o programa, con la asignación de responsabilidades dentro del mismo Estado es una condición necesaria para garantizar la continuidad y el incremento de las inversiones, el logro de los objetivos y sus metas como así disuadir a cualquier potencial atacante. Y este plan y su consiguiente dispositivo, deberá ser continuamente modificado buscando efectividad mediante las evaluaciones de amenazas que deben proporcionar los sistemas de inteligencia del Estado y de las agencias extranjeras aliadas.
Esta propuesta frente a la evidente vulnerabilidad de Vaca Muerta, surge de las experiencias concretas y recomendaciones de la Unión Europea, de Naciones Unidas y de la misma doctrina española que siempre fue considerada fuente de nuestra legislación en materia de seguridad. La protección de infraestructuras críticas tiene tres niveles, el técnico directamente sobre los dispositivos de producción, el segundo del usuario explotador, y el tercero y necesario del Estado.
Queda entonces, planteada nuestra visión de la necesidad de dar a la “joya energética argentina” un marco legal de objetivo crítico (estratégico) y el nivel de protección que como tal corresponde para permitir, libre de amenazas, el alcance de los proyectos de explotación que generen la independencia energética del país.
El Mito de la Caverna es una de las alegorías más famosas de la filosofía occidental presentada por Platón en su obra «La República«. Esta alegoría no sólo ofrece una profunda reflexión sobre la naturaleza del conocimiento y la verdad, sino que también plantea preguntas fundamentales sobre la psicología humana y nuestra relación con la realidad. En particular, el mito ilustra cómo las personas tienden a preferir imágenes distorsionadas de la realidad en lugar de enfrentarse a la verdad.
El Mito de la Caverna: Un resumen breve
En el mito, Platón describe a un grupo de personas que han estado encadenadas en el interior de una caverna desde su nacimiento. Estas personas están atrapadas de tal manera que solo pueden mirar hacia una pared frente a ellas. Detrás de ellos, hay un fuego, y entre el fuego y los prisioneros, otras personas pasan cargando objetos que proyectan sombras en la pared. Los prisioneros, que nunca han visto el mundo exterior, creen que las sombras que ven son la única realidad existente.
Un día, uno de los prisioneros es liberado y llevado fuera de la caverna. Al principio, la luz del sol lo ciega, y le resulta difícil aceptar la realidad exterior, pero con el tiempo, empieza a comprender que lo que veía dentro de la caverna eran meras ilusiones, sombras de objetos reales. Al darse cuenta de la verdad, siente el deseo de regresar a la caverna y liberar a sus compañeros. Sin embargo, cuando regresa, los prisioneros lo rechazan y se niegan a creerle, prefiriendo mantenerse en su estado de ignorancia.
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La atracción de la ilusión
En el Mito de la Caverna, Platón plantea una cuestión esencial: ¿por qué los seres humanos prefieren vivir en una realidad distorsionada, en lugar de buscar la verdad? La respuesta radica en la poderosa atracción de la ilusión, una tendencia profundamente arraigada en la naturaleza humana.
La ilusión, en muchas formas, ofrece un refugio cómodo frente a las incertidumbres y desafíos del mundo real. Las sombras en la caverna, esas representaciones engañosas de la realidad, simbolizan las narrativas simplificadas, las creencias arraigadas y las distorsiones de la verdad que predominan en la sociedad. Estas sombras no solo son aceptadas, sino que a menudo son deseadas porque proporcionan una sensación de seguridad y estabilidad. La verdad, en contraste, es compleja, a menudo incómoda, y requiere un esfuerzo significativo para comprenderla y aceptarla.
Uno de los factores clave que explica la atracción de la ilusión es la comodidad. En un mundo donde el acceso a la verdad puede ser arduo y desafiante, las personas tienden a preferir una realidad más fácil de digerir. Las sombras, aunque limitadas y distorsionadas, son familiares y seguras. En cambio, la búsqueda del conocimiento y la verdad puede llevar a situaciones de inseguridad y desorientación.
Este deseo de comodidad explica por qué muchos se conforman con verdades parciales o superficiales. Cuestionar la realidad implica adentrarse en territorios desconocidos, y no todos están dispuestos a afrontar esa incertidumbre.
El miedo también juega un papel crucial en la atracción hacia la ilusión. En el mito, el prisionero liberado inicialmente experimenta dolor y confusión al enfrentarse a la luz del sol y al mundo exterior. Este proceso de adaptación es incómodo, y muchos preferirían evitarlo. El miedo a lo desconocido, al cambio y a la posibilidad de que nuestras creencias más arraigadas sean erróneas, refuerza la tendencia a aferrarse a las sombras.
Este miedo al cambio y a lo desconocido no es solo individual, sino también colectivo. Las sociedades pueden estructurarse en torno a ilusiones compartidas, donde cualquier intento de desafiarlas es percibido como una amenaza a la estabilidad y cohesión del grupo.
En la actualidad, la atracción por la ilusión se ha intensificado en la era digital. Los medios de comunicación, las redes sociales y las industrias del entretenimiento crean constantemente nuevas «sombras» que capturan la atención del público. Estas ilusiones modernas, desde las noticias falsas hasta las representaciones idealizadas de la vida en las redes sociales, son cuidadosamente diseñadas para ser atractivas y consumibles.
En lugar de ser un simple reflejo de la realidad, estas imágenes distorsionadas son a menudo preferidas porque son más emocionantes o gratificantes que la verdad misma. Proporcionan una narrativa clara y sencilla en un mundo que, en realidad, es caótico y complejo. Esta preferencia por la ilusión sobre la verdad refuerza la caverna moderna en la que muchos eligen vivir.
La Manipulación de las Sombras
En el Mito de la Caverna, las sombras proyectadas en la pared representan una realidad distorsionada, una ilusión que los prisioneros creen como verdad absoluta. Platón utiliza esta metáfora para advertir sobre los peligros de la manipulación de la percepción, un fenómeno que sigue siendo relevante en la sociedad moderna. Hoy en día, las sombras platónicas han evolucionado y son utilizadas de manera consciente por diferentes actores que buscan influir en las creencias y comportamientos de las masas.
En la alegoría, los prisioneros están encadenados de tal forma que solo pueden ver las sombras en la pared, sin conocer la fuente de esas proyecciones. Los objetos que crean esas sombras están manipulados por otros individuos situados detrás de ellos, fuera de su campo de visión. En términos contemporáneos, estos manipuladores de sombras representan a aquellos que controlan los medios de comunicación, las narrativas políticas, y la información en general.
Los gobiernos, las corporaciones, y los líderes de opinión han aprendido a utilizar las sombras, es decir, las imágenes y mensajes que llegan al público, para moldear las percepciones. Esto puede manifestarse a través de la propaganda, la publicidad, las noticias falsas, y las narrativas simplificadas que distorsionan la realidad en beneficio de ciertos intereses. Estas sombras no son necesariamente la verdad, pero son presentadas de manera que se perciban como tal.
En la era digital, la manipulación de las sombras ha alcanzado nuevas dimensiones. Las fake news y la desinformación se han convertido en herramientas poderosas para controlar la narrativa pública. Al igual que las sombras en la caverna, estas falsas representaciones de la realidad son diseñadas para influir en las creencias y emociones de las personas.
La desinformación apela a los sesgos cognitivos y emocionales de los individuos, reforzando sus preconceptos y haciendo que las mentiras sean más convincentes que la verdad. Esto crea una realidad alternativa en la que las sombras son más atractivas que los hechos, generando divisiones sociales y políticas profundas.
Otra forma de manipulación es la creación de un falso consenso. Los controladores de las sombras pueden proyectar la ilusión de que una determinada creencia o comportamiento es ampliamente aceptado, incluso cuando no lo es. Esto se logra a través de la repetición de mensajes, la amplificación de ciertas voces y la censura de opiniones disidentes. El objetivo es hacer que las personas crean que están en lo correcto al seguir la corriente, cuando en realidad están siendo guiadas por una ilusión.
El falso consenso refuerza la percepción de que las sombras son la realidad, y disuade a las personas de cuestionar lo que ven y oyen. La presión social y el deseo de conformidad juegan un papel crucial en este proceso, manteniendo a las masas atrapadas en la caverna.
En la actualidad, las redes sociales se han convertido en una nueva caverna donde las sombras son más omnipresentes y personalizadas que nunca. Los algoritmos que controlan las plataformas digitales están diseñados para mostrar a los usuarios contenido que refuerza sus creencias preexistentes, creando burbujas de información que distorsionan la realidad.
Esta manipulación algorítmica de las sombras no solo refuerza las ilusiones, sino que también dificulta el acceso a la verdad. Los usuarios de redes sociales a menudo se encuentran atrapados en ecosistemas cerrados de información, donde las sombras proyectadas por otros usuarios y por los algoritmos se convierten en la única realidad que conocen.
La resistencia a la verdad
En el Mito de la Caverna de Platón, uno de los aspectos más inquietantes es la resistencia a la verdad que muestran los prisioneros encadenados. Aunque la verdad les es presentada, ellos la rechazan, prefiriendo aferrarse a las sombras y las ilusiones que conocen. Esta alegoría no solo refleja la dificultad de aceptar la realidad, sino también cómo la naturaleza humana a menudo lucha contra el cambio, el conocimiento y la revelación de verdades incómodas.
La resistencia a la verdad se manifiesta a menudo como negación. Cuando las personas se enfrentan a una verdad que desafía sus creencias más profundas, pueden optar por rechazarla para evitar el dolor o el desconcierto que esta pueda causar. En la caverna, los prisioneros se sienten seguros en su ignorancia; las sombras, aunque distorsionadas, son familiares y les brindan un sentido de control sobre su realidad.
Esta negación no es solo un acto de voluntad, sino también un mecanismo de defensa psicológico. La verdad puede ser desestabilizadora, y la mente humana tiende a protegerse de aquello que amenaza su estabilidad emocional o su identidad. Por eso, al igual que los prisioneros, las personas a menudo eligen ignorar las verdades que desafían su visión del mundo, incluso cuando esas verdades están claramente a la vista.
Uno de los factores más poderosos detrás de la resistencia a la verdad es el miedo a la incertidumbre. La verdad, en muchos casos, no solo desmantela creencias erróneas, sino que también introduce la ambigüedad y el caos en la vida de las personas. Este miedo a lo desconocido hace que muchos prefieran la seguridad de sus ilusiones.
En el mito, el prisionero liberado experimenta un doloroso proceso de adaptación cuando se enfrenta a la luz del sol y a la realidad exterior. Este proceso es simbólico de la lucha interna que muchas personas enfrentan cuando son confrontadas con una verdad incómoda. El cambio que la verdad exige puede ser tan aterrador que, para muchos, es más fácil permanecer en la oscuridad de la caverna.
El conformismo social también juega un papel crucial en la resistencia a la verdad. Las personas tienden a aceptar y perpetuar las creencias y narrativas que prevalecen en su entorno social, incluso si en el fondo sospechan que no son ciertas. En el mito, los prisioneros se reafirman mutuamente en su creencia en las sombras, creando un consenso falso que refuerza su resistencia a la realidad.
El conformismo puede ser una barrera poderosa para la aceptación de la verdad, especialmente cuando se combina con la presión social. Las personas que cuestionan las creencias comunes a menudo son vistas como amenazas para la estabilidad del grupo y pueden ser aisladas o castigadas. Este miedo a la marginalización social refuerza la tendencia a resistir la verdad y a mantenerse dentro de los límites de lo que es aceptable dentro del grupo.
Otro aspecto de la resistencia a la verdad es la ilusión de control que brindan las sombras. Las creencias erróneas o distorsionadas pueden ofrecer una falsa sensación de comprensión y dominio sobre el mundo. Aceptar la verdad implica reconocer la propia vulnerabilidad y la complejidad del mundo, lo que puede resultar abrumador. En la caverna, las sombras son simples y fáciles de comprender, mientras que la realidad es vasta y compleja. Esta simplicidad engañosa puede ser un poderoso incentivo para resistir la verdad.
La resistencia a la verdad también puede estar motivada por la desconfianza hacia la fuente de esa verdad. En el mito, cuando el prisionero liberado regresa a la caverna para compartir lo que ha visto, los demás prisioneros lo rechazan y desconfían de él. Esto refleja una dinámica común en la sociedad: la verdad puede ser descartada si la fuente que la transmite no es percibida como confiable o si contradice lo que se ha aceptado previamente.
Este fenómeno se observa en debates públicos y políticos, donde las personas a menudo desestiman hechos y evidencias simplemente porque provienen de una fuente que consideran ajena a sus creencias o intereses. La resistencia a la verdad, en este sentido, se convierte en un acto de defensa ideológica más que en una búsqueda de la realidad.
Reflexión final
El Mito de la Caverna sigue siendo una advertencia poderosa sobre los peligros de la ignorancia y la manipulación. Aunque las sombras en la pared pueden ser tentadoras, es esencial cuestionar la realidad que se nos presenta y buscar la verdad, incluso cuando es incómoda o difícil de aceptar.
La tendencia humana a querer ser engañada con imágenes distorsionadas de la realidad es un reflejo de nuestra vulnerabilidad ante la comodidad y el miedo. A pesar del poder de la manipulación de las sombras, Platón sugiere que es posible liberarse de la caverna y buscar la verdad. Sin embargo, esta liberación requiere un esfuerzo consciente para cuestionar la realidad que se nos presenta, investigar más allá de las apariencias y estar dispuestos a enfrentar la incomodidad de la verdad.
La educación crítica y la alfabetización mediática son herramientas esenciales para resistir la manipulación de las sombras. Al aprender a identificar las distorsiones y cuestionar las narrativas dominantes, las personas pueden comenzar a ver más allá de las sombras y acercarse a una comprensión más completa de la realidad.
Para el 2050 la población mundial empezará a decrecer y a envejecer peligrosamente
Por Steven W. Mosher.
El mundo se está quedando sin niños. Las tasas de natalidad caen en picada. Comenzó en la Europa de la posguerra y en las décadas posteriores se ha extendido a todos los rincones del planeta.
Muchas naciones ya están sintiendo esta espiral de muerte, y cada año se llenan más ataúdes que cunas.
Sólo el año pasado, Japón perdió casi un millón de personas, mientras que Polonia perdió 130.000.
Sin embargo, la historia más dramática es la de China, hogar de una sexta parte de la población mundial.
La devastación que ha causado durante décadas la política de un solo hijo ha llevado a una decadencia absoluta a esa nación que durante siglos fue la más poblada del mundo.
China finalmente admitió que su población estaba disminuyendo, pero muchos demógrafos creemos que en realidad las cifras han estado decreciendo durante casi una década.
La cifra oficial de población del gobierno chino de 1.440 millones también exagera enormemente las cifras reales: algunos analistas dicen que tienen una sobreestimación de 130 millones de personas.
India ya superó a China en población y sigue creciendo, pero no por mucho tiempo.
El gobierno de India informó en 2021 que cada mujer en ese país tiene un promedio de solo dos hijos en toda su edad reproductiva, muy por debajo de los 2,25 necesarios para sostener la población actual.
La misma historia se está repitiendo en todo el mundo: las tasas de natalidad en Iberoamérica, Oriente Medio e incluso África no sólo están cayendo, sino que se están desplomando.
El resultado de todos estos vientres vacíos es que la humanidad acaba de alcanzar un hito importante, pero ciertamente no es uno que debamos celebrar.
Por primera vez en los 60.000 años en que los seres humanos habitan el planeta, no estamos teniendo suficientes bebés para reemplazarnos. No es de extrañar que Donald Trump haya sugerido proporcionar FIV gratuita a todos los estadounidenses “porque necesitamos más bebés”, afirmó en Michigan.
La población seguirá creciendo hasta mediados de siglo debido a que la expectativa de vida es cada vez más larga. Pero cuando este impulso demográfico termine (y terminará), alcanzaremos un segundo hito sombrío en la trayectoria descendente de la humanidad:
Por primera vez desde la Peste Negra de la Edad Media, el número de personas en el mundo disminuirá.
La peste bubónica del siglo XIV fue la peor pandemia de la historia de la humanidad. Acabó con la mitad de la población de Europa y quizás con un tercio de la población de Oriente Medio.
Pero mientras esta plaga llenaba fosas comunes, los sobrevivientes seguían llenando cunas. Y como la tasa de natalidad se mantuvo alta, le tomó aproximadamente un siglo, pero la población mundial se recuperó.
Esta vez, puede que no seamos tan afortunados. Todos los factores que influyen en la fertilidad, desde las tasas de matrimonio hasta la urbanización y los niveles de educación, están haciendo que los nacimientos disminuyan.
Ahora bien, quizás no haya sabido hasta ahora acerca de la escasez de nacimientos actual.
Y esto es porque agencias internacionales poderosas como el Fondo de Población de las Naciones Unidas o el Banco Mundial han hecho todo lo posible para mantenerlo fuera del alcance de la opinión pública.
Es más, a estas agencias, creadas durante el auge de la histeria sobre la “superpoblación” en los años 1960, les gusta sobreestimar los nacimientos en un país y aumentar las cifras de población en otro.
Por ejemplo, la ONU, en su informe anual Perspectivas de Población Mundial, afirma que el año pasado nacieron 705.000 bebés en Colombia, cuando el propio gobierno del país estima la cifra en sólo 510.000.
Y esta diferencia no podría considerarse un error de redondeo.
Tampoco lo es la afirmación de la ONU de que las mujeres de India siguen teniendo un promedio de 2,25 hijos, lo que desafía las propias estadísticas publicadas del país, que muestran que ahora esa cifra está por debajo de los 2,0.
Toda esta manipulación de cifras permite a la ONU afirmar que la tasa de fertilidad total mundial el año pasado fue de 2,25, todavía por encima del nivel de reemplazo.
Incluso se equivoca respecto de la tasa de reemplazo de fertilidad, que dice que es de 2,1 hijos por mujer.
Esto es erróneo porque en muchos países el aborto por selección de sexo distorsiona fuertemente la proporción de sexos a favor de los niños.
Para compensar las decenas de millones de niñas no nacidas que faltan en China, India y otros países asiáticos, esos países necesitan entre 2,2 y 2,3 niños en promedio.
La ONU exagera las cifras humanas por la misma razón que la administración Biden-Harris exagera las cifras de empleo: para obtener ganancias financieras y supervivencia política.
Hay miles de millones de dólares en juego para esas agencias internacionales cuya financiación se alimenta del oscuro temor al aumento del número de seres humanos.
El movimiento de control de la población no tiene intención de irse en silencio a la tumba, aunque sigue cavando la de la humanidad, y por eso alimenta este miedo irracional e infundado.
No es cierto que la población mundial esté creciendo de forma explosiva. Lo cierto es que está a punto de colapsar. Por eso es hora de poner fin a la guerra contra la población.
Mucho más que un pasatiempo: las matemáticas del Solitario
Por Miguel Barral.
El juego del Solitario habría sido inventado por un aristócrata francés durante su encierro en La Bastilla. Eso cuentan algunas versiones sobre su origen, que se situaría en la primera mitad del siglo XVII —pues esa fue la época en la que el monarca Luis XIV empleó la fortaleza como prisión para los nobles que no le eran afines. Sea más o menos creíble, este legendario origen pone de manifiesto tanto la antigüedad como la naturaleza del juego: un pasatiempo sencillo, que se puede jugar en cualquier sitio y que permite matar las horas en soledad; y de ahí su atemporal popularidad y vigencia.
Pero no ha sido hasta finales de 2019, cuando por fin se ha logrado determinar la probabilidad de ganar una partida. Esta cuestión, que durante décadas había sido objeto de estudio por parte de aficionados y matemáticos, se ha resuelto recurriendo a un programa informático para poder abordar los complejos y laboriosos cálculos.
Al margen de historias y leyendas, la primera referencia documentada sobre el juego corresponde a un grabado francés que representa a Anne-Joulie de Rohan-Chabot (1648-1709), princesa de Soubise, jugando al solitario. Esto sustentaría otra versión diferente sobre su origen, que identifica al matemático francés Pelisson como su inventor para entretenimiento de Luis XIV, conocido como el Rey Sol. Sin embargo, tal y como se refleja en el grabado, el juego representado es una modalidad del Solitario conocida como Solitario Noble o del Noble (y en inglés como Peg Solitaire) que se juega sobre un tablero con clavijas; y que atendiendo a ello podría ser el precursor u origen del juego de cartas.
Pasatiempo 1:
El Solitario (del) noble se juega sobre un tablero, que en su versión más habitual tiene forma de cruz y 33 agujeros, con el central vacío y los restantes ocupados por piezas o clavijas. El objetivo es que solo quede una pieza ocupando la posición central.
Para ello, el jugador debe ir eliminando clavijas una a una a base de saltar con una de ellas sobre otra —en horizontal o vertical— para ocupar un hueco libre. Tal que así:
A continuación se presentan dos configuraciones iniciales más sencillas. El reto es alcanzar el objetivo de que solo quede una clavija en la posición central:
nbsp;
EL SOLITARIO CON CARTAS
La modalidad jugada con cartas, que a la postre es la que ha acabado identificándose como Solitario, habría surgido a finales del siglo XVIII en los países bálticos como una forma de adivinación de la fortuna. Una hipótesis sustentada por el auge que en esa misma época experimentó la cartomancia y por el hecho de que en Escandinavia el juego era denominado Cabale, término que se ha vinculado a la Cábala judía.
Desde allí se habría extendido rápidamente al resto de Europa, tal y como atestigua que la primera referencia al término en el Oxford English Dictionary data de 1801. También que la primera obra conocida sobre el Solitario (una colección de juegos) apareciese publicada en Rusia en 1826; a la que poco después seguirían otras en Alemania y Francia. El juego se volvió tan popular que ya en sus Grandes Esperanzas (1864), Charles Dickens presenta a uno de los personajes jugando al Solitario.
Pasatiempo 2:
“Adivina” cuál es la carta que falta
Casi desde el mismo momento en que se popularizó, el Solitario concitó la atención de los matemáticos, que apoyados en la reciente rama de la Teoría de Juegos, trataron de determinar, entre otras cuestiones, la probabilidad de ganar una partida. Un cálculo que se les ha resistido desde entonces y que ha llegado a ser calificado como uno de los problemas más desconcertantes de las matemáticas.
Pasatiempo 3:
El Solitario danés es un juego o pasatiempo matemático en el que hay que colocar los naipes con valores del 1 al 10 en esta disposición:
De tal modo que la suma de los cuatro naipes que conforman cada rombo y la suma de los cuatro naipes dispuestos en la fila central sea igual a 20, a 21, a 22, a 23 y a 24. ¿Cómo hay que colocarlos para que sumen 20 y 22?
EL PROGRAMA MÁS UTILIZADO DE MICROSOFT
A finales del s. XX el Solitario experimentó un nuevo e inesperado impulso con la aparición de los ordenadores personales. Y gracias en gran medida a Microsoft, que decidió incorporar el juego —en concreto, la modalidad conocida como Klondike— en el sistema operativo Windows 3.0 argumentando que se trataba de una forma amena e intuitiva de que el nuevo usuario se familiarizase con el manejo del ratón y de la interfaz gráfica. Desde entonces, no solo lo ha mantenido en todas las versiones posteriores de Windows, sino que ha introducido nuevas modalidades de juego en lo que constituye una apuesta segura ya que, según Microsoft, el Solitario es el más utilizado de sus programas, por delante incluso del Word y del Excel.
Ese “factor Microsoft” justifica que en el s. XXI el Klondike se haya convertido, con mucho, en la modalidad del Solitario más extendida y jugada. Y precisamente ha tenido que ser con el empleo de ordenadores (y en concreto con un programa de Inteligencia Artificial bautizado como Solvitaire) que se ha conseguido, por fin, establecer la probabilidad de ganar una partida para 45 modalidades diferentes del juego. Entre ellas, el Klondike, para el que el porcentaje de éxito se cifra en 81,96% ¿Será esta alta probabilidad de ganar otra de las claves de la popularidad del juego?
Pasatiempo 4
¿Una última partida al Solitario Noble? Como no podía ser de otra forma, ahora el reto es resolver la disposición usual, con 32 clavijas:
Pasatiempo 1:
Numerando las 33 posiciones del tablero de esta forma:
La solución para la configuración 1 es: 10-24, 15-17, 24-10, 19-17, 10-24.
Y para la 2: 10-02, 24-10, 19-17, 17- 05, 02-10, 15-17, 10-24, 29-17.
Pasatiempo 2:
El 3 de tréboles. En todas las filas la suma de las cartas impares es igual a la suma de las cartas pares. Y en cada fila se alinea una carta de cada palo.
Pasatiempo 3:
Pasatiempo 4:
Existen diversas soluciones, una de ellas es ésta:
En el complicado mundo en el que se desenvuelve la sociedad actual, la importancia de generar ingresos, ahorrar e invertir a largo plazo resulta indispensable para aquellos que buscan no solo estabilidad financiera, sino también la construcción de un futuro próspero. Este enfoque, que combina la prudencia económica con estrategias de inversión a largo plazo, ha sido forjado a lo largo de la historia por individuos visionarios y marca el camino a seguir para quienes procuran el éxito financiero.
La tríada del éxito financiero: Generar, ahorrar e invertir
En el corazón de cualquier estrategia financiera sólida y sostenible se encuentra la tríada del éxito: generar ingresos, ahorrar e invertir. Estos tres pilares se entrelazan de manera sinérgica, formando la base sobre la cual se construye la prosperidad financiera.
Generar ingresos: La semilla del éxito
La generación de ingresos no es simplemente un medio para satisfacer nuestras necesidades diarias, sino una herramienta poderosa para crear riqueza a largo plazo. El reconocido empresario e inversor Warren Buffett insiste siempre con su mantra: “No pongas todos tus huevos en la misma canasta.” Este principio esencial destaca la importancia de diversificar las fuentes de ingresos, mitigando así los riesgos asociados con la dependencia de una única fuente.
La creación de múltiples fuentes de ingresos no solo proporciona estabilidad financiera, sino que también abre puertas a oportunidades de inversión y crecimiento. Emprendimientos secundarios, inversiones, y fuentes de ingresos pasivos como los dividendos de acciones son ejemplos concretos de cómo diversificar los ingresos puede potenciar nuestro poder adquisitivo.
Ahorrar: Pagarse a uno mismo primero
El ahorro, a menudo descripto como “pagarse a uno mismo primero”, es el cimiento de la seguridad financiera. Adoptar un estilo de vida frugal, donde se priorizan las necesidades sobre los deseos, permite acumular un fondo de emergencia y capital para futuras inversiones.
Históricamente, aquellos que han alcanzado la riqueza han sido expertos en el arte de ahorrar. Henry Ford, pionero de la industria automotriz, observó: “Ahorrar es el hábito de toda una vida; no algo que empieza cuando se tiene un salario.” Este hábito, inculcado desde temprana edad, se convierte en el motor que impulsa el éxito financiero a largo plazo.
Invertir: El camino hacia el futuro
Invertir inteligentemente es la piedra angular para transformar los ahorros en verdadera prosperidad. La estrategia del “dólar cost averaging” destaca como una herramienta efectiva para reducir la volatilidad del mercado a lo largo del tiempo. Al invertir una cantidad fija de dinero regularmente, se compra más cantidad de activos cuando los precios son bajos y menos cuando son altos, promediando así el costo total.
Seleccionar una moneda fuerte, como el dólar estadounidense, actúa como un salvavidas en tiempos de incertidumbre económica. La estabilidad del dólar ha resistido el paso del tiempo, sirviendo como refugio para inversores en busca de seguridad y preservación del capital.
Inversiones a Largo Plazo: Claves para el éxito sostenible
En el menú de opciones financieras, la elección de la jurisdicción adecuada para las inversiones es crucial. La seguridad jurídica y la previsibilidad regulatoria son factores determinantes para el crecimiento sostenible de los activos financieros. Países con marcos legales robustos y políticas económicas estables ofrecen un terreno fértil para el florecimiento de inversiones a largo plazo.
La flexibilidad en los aportes de inversión es otra característica esencial. La capacidad de adaptarse a cambios en la situación financiera personal sin penalidades excesivas brinda la libertad necesaria para ajustar la estrategia de inversión conforme evolucionan las circunstancias.
La elección de instituciones financieras que priorizan la inversión a largo plazo se vuelve imperativa. Compañías de Seguros de Vida, a través de seguros de vida y anualidades, ofrecen no solo seguridad financiera, sino también beneficios fiscales y la posibilidad de establecer un legado para las generaciones futuras.
Minimizando riesgos: Estrategias para la Protección Financiera
En el complicado mundo de las finanzas, minimizar riesgos es una habilidad esencial. Considerar el impacto de los impuestos y los costos asociados con las inversiones es crítico para maximizar los retornos netos. La Planificación Sucesoria también juega un papel fundamental, asegurando que la riqueza acumulada se transfiera de manera eficiente y según los deseos del inversor.
La protección contra embargos y demandas judiciales es una consideración adicional. Estrategias como la creación de fideicomisos y el uso de activos protegidos pueden ser empleadas para salvaguardar el patrimonio ante posibles eventualidades legales.
La búsqueda de Asesoramiento Profesional de calidad se convierte en una herramienta invaluable. Expertos financieros con experiencia pueden proporcionar orientación personalizada, ajustando estrategias según las metas y necesidades específicas de cada individuo.
Cerrando el ciclo: Hacia un futuro financiero brillante
En el cierre de esta travesía a través de los fundamentos del éxito financiero, queda claro que generar ingresos, ahorrar e invertir a largo plazo son los cimientos sobre los cuales se construyen fortunas duraderas. El legado financiero que dejamos para nuestras futuras generaciones no solo está moldeado por nuestras acciones presentes, sino también por la previsión y la sabiduría con las cuales administramos nuestros recursos.
Al adoptar una mentalidad de crecimiento financiero, diversificar ingresos, practicar el ahorro inteligente y aplicar estrategias de inversión a largo plazo, no solo mejoramos nuestro desempeño económico personal, sino que también creamos un impacto positivo en las vidas de aquellos que nos rodean. La prudencia financiera trasciende el presente, tejiendo un tapiz de seguridad y prosperidad que perdura a través del tiempo.
En última instancia, el camino hacia un futuro financiero brillante es un viaje que cada individuo puede emprender. Al abrazar estos principios y aplicarlos con diligencia, no solo aseguramos nuestro propio bienestar económico, sino que también construimos un legado de estabilidad y éxito para las generaciones venideras. La clave reside en la acción informada, la paciencia, la persistencia y la dedicación a un plan financiero a largo plazo.
Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard, y todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, Internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la Red, sino que, además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.
Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector y, casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro y, sobre todo, si aquello que leía era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, surgía en su mente algo así como un recóndito rechazo a continuar con aquel empeño intelectual. Así lo cuenta: «Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo».
Preocupado, tomó una decisión radical. A finales de 2007, él y su esposa abandonaron sus ultramodernas instalaciones de Boston y se fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado, donde no había telefonía móvil e Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí, a lo largo de dos años, escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se titula en inglés The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains y, en español: Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011). Lo acabo de leer, de un tirón, y he quedado fascinado, asustado y entristecido.
Carr no es un renegado de la informática, no se ha vuelto un ludita contemporáneo que quisiera acabar con todas las computadoras, ni mucho menos. En su libro reconoce la extraordinaria aportación que servicios como el de Google , Twitter , Facebook o Skype prestan a la información y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que todo esto acarrea a las empresas, a la investigación científica y al desarrollo económico de las naciones.
Pero todo esto tiene un precio y, en última instancia, significará una trasformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano como lo fue el descubrimiento de la imprenta por Johannes Gutenberg en el siglo XV, que generalizó la lectura de libros, hasta entonces confinada en una minoría insignificante de clérigos, intelectuales y aristócratas. El libro de Carr es una reivindicación de las teorías del ahora olvidado Marshall MacLuhan, a quien nadie hizo mucho caso cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios no son nunca meros vehículos de un contenido, que ejercen una solapada influencia sobre éste, y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar. MacLuhan se refería sobre todo a la televisión, pero la argumentación del libro de Carr, y los abundantes experimentos y testimonios que cita en su apoyo, indican que semejante tesis alcanza una extraordinaria actualidad relacionada con el mundo de Internet.
Los defensores recalcitrantes del software alegan que se trata de una herramienta y que está al servicio de quien la usa y, desde luego, hay abundantes experimentos que parecen corroborarlo, siempre y cuando estas pruebas se efectúen en el campo de acción en el que los beneficios de aquella tecnología son indiscutibles: ¿quién podría negar que es un avance casi milagroso que, ahora, en pocos segundos, haciendo un pequeño clic con el mouse , un internauta recabe una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en bibliotecas y a especialistas? Pero también hay pruebas concluyentes de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse.
No es verdad que Internet sea sólo una herramienta. Es un utensilio que pasa a ser una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta, se va adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que este sistema hace por él y, a veces, mejor que él. No es una metáfora poética decir que la «inteligencia artificial» que está a su servicio soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, sus esclavos. ¿Para qué mantener fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo que un programador de sistemas ha llamado «la mejor y más grande biblioteca del mundo»? ¿Y para qué aguzar la atención si pulsando las teclas adecuadas los recuerdos que necesito vienen a mí, resucitados por esas diligentes máquinas?
No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe O’Shea, filósofo de la Universidad de Florida, afirme: «Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos». Lo atroz de esta frase no es la afirmación final, sino que el filósofo de marras crea que uno lee libros sólo para «informarse». Es uno de los estragos que puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke: «Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros».
Esos alumnos no tienen la culpa de ser ahora incapaces de leer Guerra y paz o el Quijote . Acostumbrados a picotear información en sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de concentración, han ido perdiendo el hábito y hasta la facultad de hacerlo, y han sido condicionados para contentarse con ese mariposeo cognitivo a que los acostumbra la Red, con sus infinitas conexiones y saltos hacia añadidos y complementos, de modo que han quedado en cierta forma vacunados contra el tipo de atención, reflexión, paciencia y prolongado abandono a aquello que se lee, y que es la única manera de leer, gozando, la gran literatura. Pero no creo que sea sólo la literatura a la que Internet vuelve superflua: toda obra de creación gratuita, no subordinada a la utilización pragmática, queda fuera del tipo de conocimiento y cultura que propicia la Web. Sin duda que ésta almacenará con facilidad a Proust, Homero, Popper y Platón, pero difícilmente sus obras tendrán muchos lectores. ¿Para qué tomarse el trabajo de leerlas si en Google puedo encontrar síntesis sencillas, claras y amenas de lo que inventaron en esos farragosos librotes que leían los lectores prehistóricos?
La revolución de la información está lejos de haber concluido. Por el contrario, en este dominio cada día surgen nuevas posibilidades, logros, y lo imposible retrocede velozmente. ¿Debemos alegrarnos? Si el género de cultura que está reemplazando a la antigua nos parece un progreso, sin duda sí. Pero debemos inquietarnos si ese progreso significa aquello que un erudito estudioso de los efectos de Internet en nuestro cerebro y en nuestras costumbres, Van Nimwegen, dedujo luego de uno de sus experimentos: que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos reduce «la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de conocimientos». En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos.
Tal vez haya exageraciones en el libro de Nicholas Carr, como ocurre siempre con los argumentos que defienden tesis controvertidas. Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos científicos que describe en su libro. Pero éste me da la impresión de ser riguroso y sensato, un llamado de atención que -para qué engañarnos- no será escuchado. Lo que significa, si él tiene razón, que la robotización de una humanidad organizada en función de la «inteligencia artificial» es imparable. A menos, claro, que un cataclismo nuclear, por obra de un accidente o una acción terrorista, nos regrese a las cavernas. Habría que empezar de nuevo, entonces, y a ver si esta segunda vez lo hacemos mejor.
Fuente: La Nación, 06/08/11.
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Nicholas Carr
Portada del libro
Un mundo distraído. Nicholas Carr autor de Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?
MADRID.- La tercera parte de la población mundial ya es ‘internauta’. La revolución digital crece veloz. Uno de sus grandes pensadores, Nicholas Carr, da claves de su existencia en el libro Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? El experto advierte de que se “está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma”, según ‘El País’.
El correo electrónico parpadea con un mensaje inquietante: “Twitter te echa de menos. ¿No tienes curiosidad por saber las muchas cosas que te estás perdiendo? ¡Vuelve!”. Ocurre cuando uno deja de entrar asiduamente en la red social: es una anomalía, no cumplir con la norma no escrita de ser un voraz consumidor de twitters hace saltar las alarmas de la empresa, que en su intento por parecer más y más humana, como la mayoría de las herramientas que pueblan nuestra vida digital, nos habla con una cercanía y una calidez que solo puede o enamorarte o indignarte.
Nicholas Carr se ríe al escuchar la preocupación de la periodista ante la llegada de este mensaje a su buzón de correo. “Yo no he parado de recibirlos desde el día que suspendí mis cuentas en Facebook y Twitter. No me salí de estas redes sociales porque no me interesen.
Al contrario, creo que son muy prácticas, incluso fascinantes, pero precisamente porque su esencia son los micromensajes lanzados sin pausa, su capacidad de distracción es enorme”. Y esa distracción constante a la que nos somete nuestra existencia digital, y que según Carr es inherente a las nuevas tecnologías, es sobre la que este autor que fue director del Harvard Business Review y que escribe sobre tecnología desde hace casi dos décadas nos alerta en su tercer libro, Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus).
Cuando Carr (1959) se percató, hace unos años, de que su capacidad de concentración había disminuido, de que leer artículos largos y libros se había convertido en una ardua tarea precisamente para alguien licenciado en Literatura que se había dejado mecer toda su vida por ella, comenzó a preguntarse si la causa no sería precisamente su entrega diaria a las multitareas digitales: pasar muchas horas frente a la computadora, saltando sin cesar de uno a otro programa, de una página de Internet a otra, mientras hablamos por Skype, contestamos a un correo electrónico y ponemos un link en Facebook.
Su búsqueda de respuestas le llevó a escribir Superficiales…(antes publicó los polémicos El gran interruptor. El mundo en red, de Edison a Google y Las tecnologías de la información. ¿Son realmente una ventaja competitiva?), “una oda al tipo de pensamiento que encarna el libro y una llamada de atención respecto a lo que está en juego: el pensamiento lineal, profundo, que incita al pensamiento creativo y que no necesariamente tiene un fin utilitario. La multitarea, instigada por el uso de Internet, nos aleja de formas de pensamiento que requieren reflexión y contemplación, nos convierte en seres más eficientes procesando información pero menos capaces para profundizar en esa información y al hacerlo no solo nos deshumanizan un poco sino que nos uniformizan”.
Apoyándose en múltiples estudios científicos que avalan su teoría y remontándose a la célebre frase de Marshall McLuhan “el medio es el mensaje”, Carr ahonda en cómo las tecnologías han ido transformando las formas de pensamiento de la sociedad: la creación de la cartografía, del reloj y la más definitiva, la imprenta. Ahora, más de quinientos años después, le ha llegado el turno al efecto Internet.
Pero no hay que equivocarse: Carr no defiende el conservadurismo cultural. Él mismo es un usuario compulsivo de la web y prueba de ello es que no puede evitar despertar a su ordenador durante una breve pausa en la entrevista. Descubierto in fraganti por la periodista, esboza una tímida sonrisa, “¡lo confieso, me has cazado!”. Su oficina está en su residencia, una casa sobre las Montañas Rocosas, en las afueras de Boulder (Colorado), rodeada de pinares y silencio, con ciervos que atraviesan las sinuosas carreteras y la portentosa naturaleza estadounidense como principal acompañante.
PREGUNTA. Su libro ha levantado críticas entre periodistas como Nick Bilton, responsable del blog de tecnología Bits de The New York Times, quien defiende que es mucho más natural para el ser humano diversificar la atención que concentrarla en una sola cosa.
RESPUESTA. Más primitivo o más natural no significa mejor. Leer libros probablemente sea menos natural, pero ¿por qué va a ser peor? Hemos tenido que entrenarnos para conseguirlo, pero a cambio alcanzamos una valiosa capacidad de utilización de nuestra mente que no existía cuando teníamos que estar constantemente alerta ante el exterior muchos siglos atrás. Quizás no debamos volver a ese estado primitivo si eso nos hace perder formas de pensamiento más profundo.
P. Internet invita a moverse constantemente entre contenidos, pero precisamente por eso ofrece una cantidad de información inmensa. Hace apenas dos décadas hubiera sido impensable.
R. Es cierto y eso es muy valioso, pero Internet nos incita a buscar lo breve y lo rápido y nos aleja de la posibilidad de concentrarnos en una sola cosa. Lo que yo defiendo en mi libro es que las diferentes formas de tecnología incentivan diferentes formas de pensamiento y por diferentes razones Internet alienta la multitarea y fomenta muy poco la concentración. Cuando abres un libro te aíslas de todo porque no hay nada más que sus páginas. Cuando enciendes el ordenador te llegan mensajes por todas partes, es una máquina de interrupciones constantes.
P. ¿Pero, en última instancia, cómo utilizamos la web no es una elección personal?
R. Lo es y no lo es. Tú puedes elegir tus tiempos y formas de uso, pero la tecnología te incita a comportarte de una determinada manera. Si en tu trabajo tus colegas te envían treinta e-mails al día y tú decides no mirar el correo, tu carrera sufrirá. La tecnología, como ocurrió con el reloj o la cartografía, no es neutral, cambia las normas sociales e influye en nuestras elecciones.
P. En su libro habla de lo que perdemos y aunque mencione lo que ganamos apenas toca el tema de las redes sociales y cómo gracias a ellas tenemos una herramienta valiosísima para compartir información.
R. Es verdad, la capacidad de compartir se ha multiplicado aunque antes también lo hacíamos. Lo que ocurre con Internet es que la escala, a todos los niveles, se dispara. Y sin duda hay cosas muy positivas. La Red nos permite mostrar nuestras creaciones, compartir nuestros pensamientos, estar en contacto con los amigos y hasta nos ofrece oportunidades laborales. No hay que olvidar que la única razón por la que Internet y las nuevas tecnologías están teniendo tanto efecto en nuestra forma de pensar es porque son útiles, entretenidas y divertidas. Si no lo fueran no nos sentiríamos tan atraídos por ellas y no tendrían efecto sobre nuestra forma de pensar. En el fondo, nadie nos obliga a utilizarlas.
P. Sin embargo, a través de su libro usted parece sugerir que las nuevas tecnologías merman nuestra libertad como individuos…
R. La esencia de la libertad es poder escoger a qué quieres dedicarle tu atención. La tecnología está determinando esas elecciones y por lo tanto está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma. Google es una base de datos inmensa en la que voluntariamente introducimos información sobre nosotros y a cambio recibimos información cada vez más personalizada y adaptada a nuestros gustos y necesidades. Eso tiene ventajas para el consumidor. Pero todos los pasos que damos online se convierten en información para empresas y Gobiernos. Y la gran pregunta a la que tendremos que contestar en la próxima década es qué valor le damos a la privacidad y cuánta estamos dispuestos a ceder a cambio de comodidad y beneficios comerciales. Mi sensación es que a la gente le importa poco su privacidad, al menos esa parece ser la tendencia, y si continúa siendo así la gente asumirá y aceptará que siempre están siendo observados y dejándose empujar más y más aún hacia la sociedad de consumo en detrimento de beneficios menos mensurables que van unidos a la privacidad.
P. Entonces… ¿nos dirigimos hacia una sociedad tipo Gran Hermano?
R. Creo que nos encaminamos hacia una sociedad más parecida a lo que anticipó Huxley en Un mundo feliz que a lo que describió Orwell en 1984. Renunciaremos a nuestra privacidad y por tanto reduciremos nuestra libertad voluntaria y alegremente, con el fin de disfrutar plenamente de los placeres de la sociedad de consumo. No obstante, creo que la tensión entre la libertad que nos ofrece Internet y su utilización como herramienta de control nunca se va a resolver. Podemos hablar con libertad total, organizarnos, trabajar de forma colectiva, incluso crear grupos como Anonymous pero, al mismo tiempo, Gobiernos y corporaciones ganan más control sobre nosotros al seguir todos nuestros pasos online y al intentar influir en nuestras decisiones.
P. Wikipedia es un buen ejemplo de colaboración a gran escala impensable antes de Internet. Acaba de cumplir diez años…
R. Wikipedia encierra una contradicción muy clara que reproduce esa tensión inherente a Internet. Comenzó siendo una web completamente abierta pero con el tiempo, para ganar calidad, ha tenido que cerrarse un poco, se han creado jerarquías y formas de control. De ahí que una de sus lecciones sea que la libertad total no funciona demasiado bien. Aparte, no hay duda de su utilidad y creo que ha ganado en calidad y fiabilidad en los últimos años.
P. ¿Y qué opina de proyectos como Google Books? En su libro no parece muy optimista al respecto…
R. Las ventajas de disponer de todos los libros online son innegables. Pero mi preocupación es cómo la tecnología nos incita a leer esos libros. Es diferente el acceso que la forma de uso. Google piensa en función de snippets, pequeños fragmentos de información. No le interesa que permanezcamos horas en la misma página porque pierde toda esa información que le damos sobre nosotros cuando navegamos. Cuando vas a Google Books aparecen iconos y links sobre los que pinchar, el libro deja de serlo para convertirse en otra web. Creo que es ingenuo pensar que los libros no van a cambiar en sus versiones digitales. Ya lo estamos viendo con la aparición de vídeos y otros tipos de media en las propias páginas de Google Books. Y eso ejercerá presión también sobre los escritores. Ya les ocurre a los periodistas con los titulares de las informaciones, sus noticias tienen que ser buscables,atractivas. Internet ha influido en su forma de titular y también podría cambiar la forma de escribir de los escritores. Yo creo que aún no somos conscientes de todos los cambios que van a ocurrir cuando realmente el libro electrónico sustituya al libro.
P. ¿Cuánto falta para eso?
R. Creo que tardará entre cinco y diez años.
P. Pero aparatos como el Kindle permiten leer muy a gusto y sin distracciones…
R. Es cierto, pero sabemos que en el mundo de las nuevas tecnologías los fabricantes compiten entre ellos y siempre aspiran a ofrecer más que el otro, así que no creo que tarden mucho en hacerlos más y más sofisticados, y por tanto con mayores distracciones.
P. El economista Max Otte afirma que pese a la cantidad de información disponible, estamos más desinformados que nunca y eso está contribuyendo a acercarnos a una forma de neofeudalismo que está destruyendo las clases medias. ¿Está de acuerdo?
R. Hasta cierto punto, sí. Cuando observas cómo el mundo del software ha afectado a la creación de empleo y a la distribución de la riqueza, sin duda las clases medias están sufriendo y la concentración de la riqueza en pocas manos se está acentuando. Es un tema que toqué en mi libro El gran interruptor. El crecimiento que experimentó la clase media tras la II Guerra Mundial se está revirtiendo claramente.
P. Internet también ha creado un nuevo fenómeno, el de las microcelebridades. Todos podemos hacer publicidad de nosotros mismos y hay quien lo persigue con ahínco. ¿Qué le parece esa nueva obsesión por el yoinstigado por las nuevas tecnologías?
R. Siempre nos hemos preocupado de la mirada del otro, pero cuando te conviertes en una creación mediática -porque lo que construimos a través de nuestra persona pública es un personaje-, cada vez pensamos más como actores que interpretan un papel frente a una audiencia y encapsulamos emociones en pequeños mensajes. ¿Estamos perdiendo por ello riqueza emocional e intelectual? No lo sé. Me da miedo que poco a poco nos vayamos haciendo más y más uniformes y perdamos rasgos distintivos de nuestras personalidades.
P. ¿Hay alguna receta para salvarnos’?
R. Mi interés como escritor es describir un fenómeno complejo, no hacer libros de autoayuda. En mi opinión, nos estamos dirigiendo hacia un ideal muy utilitario, donde lo importante es lo eficiente que uno es procesando información y donde deja de apreciarse el pensamiento contemplativo, abierto, que no necesariamente tiene un fin práctico y que, sin embargo, estimula la creatividad. La ciencia habla claro en ese sentido: la habilidad de concentrarse en una sola cosa es clave en la memoria a largo plazo, en el pensamiento crítico y conceptual, y en muchas formas de creatividad. Incluso las emociones y la empatía precisan de tiempo para ser procesadas. Si no invertimos ese tiempo, nos deshumanizamos cada vez más. Yo simplemente me limito a alertar sobre la dirección que estamos tomando y sobre lo que estamos sacrificando al sumergirnos en el mundo digital. Un primer paso para escapar es ser conscientes de ello. Como individuos, quizás aún estemos a tiempo, pero como sociedad creo que no hay marcha atrás. Fuente: Newsletter del Siglo XXI, 09/02/11.