Europa camino al abismo
agosto 29, 2025
El mito de la “igualdad”: ¿Está Europa atrapada en una trampa marxista desastrosa y fallida?
Por Drieu Godefridi.

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En un mundo donde fuerzas económicas cambiantes están redefiniendo el equilibrio global de poder, las trayectorias de Estados Unidos y la Unión Europea durante la próxima década (2025-2035) parecen destinadas a divergir cada vez más marcadamente.
En 2023, el PIB per cápita de Estados Unidos había ascendido a 82.770 dólares, exactamente el doble de los 41.420 dólares de la UE.
El liderazgo de Estados Unidos se basó en un crecimiento promedio anual del PIB real del 2,2 % entre 2010 y 2023; aumentos de productividad de aproximadamente el 14 % y un gasto en investigación y desarrollo equivalente al 3,4 % del PIB. A esto se suma un mercado laboral notablemente flexible, un crecimiento demográfico moderado (0,5 % anual) y, desde 2019, la autosuficiencia energética.
La UE cuenta una historia diferente: un crecimiento medio anual del PIB real de apenas el 1,3%, un mero aumento del 7% en la productividad por hora, una población en edad de trabajar que se reduce en alrededor de un millón al año y una tasa de dependencia energética que todavía ronda el 58%.
«Ah, pero…», replican los socialistas de todos los partidos políticos —y en Europa los hay en todos los partidos—, «usted cita el ingreso promedio, no la mediana». La mediana, el punto en el que el 50% gana menos y el 50% más, es de hecho inferior a la media en Estados Unidos. La desigualdad es más pronunciada en Estados Unidos que en Europa. Sin embargo, su respuesta, presentada como si zanjara el debate, forma parte en sí misma del dilema de Europa.
En Europa, la desigualdad se considera generalmente un mal, una abominación moral; por lo tanto, la igualdad material, incluso si significa, como en la ex Unión Soviética, que nadie (excepto los miembros de alto rango del partido) tiene nada, se eleva a la categoría de un bien ideal .
A los 17 años, siendo estudiante de primer año de Derecho, tuve la oportunidad de entrevistar a André Molitor, exjefe de gabinete del rey Balduino de Bélgica. Molitor, un amable católico de izquierdas, me confesó que lo único que realmente despreciaba era la desigualdad; su sueño era «menos ricos y menos pobres».
La verdadera igualdad material es un mito .
La «igualdad real» que defienden comunistas y socialistas de todo tipo simplemente nunca ha existido. Si se le dieran hoy 100.000 euros a cada europeo, mañana ya habría un puñado de magnates —quizás incluso uno o dos Elon Musk— junto a quienes lo despilfarraron todo, con la gran mayoría dispersa en algún punto intermedio.
La igualdad, como valor moral, ha servido en gran medida como pretexto para el socialismo (quitarle a Pedro y darle a Pablo), al mismo tiempo que financia un aparato de «redistribución» extenso y parasitario que brinda pocas oportunidades o incentivos para tener éxito o conservar lo que uno ha ganado.
La elevación de la igualdad material por parte de Europa bien podría ser su legado más desastroso. Con férrea constancia, el continente avanza hacia una mayor igualdad, en medio de una creciente miseria y miseria.
La proyección de referencia para 2035, con las tasas de crecimiento actuales, muestra que si persisten las trayectorias actuales (crecimiento anual del 2 % en Estados Unidos frente al 1 % en Europa), el ingreso promedio estadounidense superará los 100 000 dólares para 2035, mientras que el de Europa se mantendrá en torno a los 50 000 dólares. Los conductores de carruajes en el Central Park de Nueva York o los paseadores de perros en Beverly Hills pronto ganarán más que los médicos franceses y los ingenieros alemanes, no metafóricamente, sino en dinero contante y sonante. Incluso considerando las diferencias de inflación y poder adquisitivo entre Europa y Estados Unidos (el coste de la vida es más bajo en Europa), la brecha transatlántica es enorme y sigue creciendo.
En escenarios alternativos —un renacimiento tecnológico europeo o, por el contrario, un grave shock geopolítico en Estados Unidos—, la proporción rara vez baja de 2:1. El crecimiento de la productividad, la producción energética y la inversión en I+D de Estados Unidos siguen siendo decisivos.
En términos sencillos: sin un cambio político radical, Europa se encamina hacia un rápido declive, a pesar de contar con ventajas genuinas como una mayor expectativa de vida.
El PIB per cápita —imperfecto pero ineludible— cristaliza un abismo transatlántico. Europa se está convirtiendo para Estados Unidos en lo que Grecia fue para Roma: un encantador museo al aire libre.
¿Es inevitable?
Sacar a Europa del fango del socialismo, en todas sus formas, exigiría dos transformaciones tan radicales que rayan en lo inimaginable.
1. Recrear capital dinámico
No puede haber «capitalismo» sin capital, sin fondos de capital riesgo ni megarondas de inversión. Cuando NVIDIA, TSMC y otras invierten cientos de miles de millones de dólares, esos fondos deben haberse acumulado previamente sin ser confiscados por el Estado en cada oportunidad, y sus inversores deben creer que su inversión conjunta generará, en algún momento, una ganancia que valga la pena.
Crear estos fondos de inversión de capital privado en Europa implicaría abandonar la doctrina de la igualdad material. Los avances tecnológicos modernos requieren grandes sumas de dinero que ya no están disponibles para la mayoría de los europeos. El ahorro europeo existe, pero se destina a la propiedad, a seguros de vida o, de forma reveladora, a los mercados de inversión estadounidenses. Un cambio hacia planes de pensiones privados en lugar del actual sistema de pensiones públicas (financiadas con cargo al presupuesto general del gobierno) al menos impulsaría al continente en la dirección correcta. Para situaciones donde las pensiones privadas no son una opción, aún podría existir una red de seguridad proporcionada por el gobierno.
2. Desmantelamiento del Pacto Verde Europeo
La energía europea ya cuesta cinco veces más que la estadounidense. Esa sola variable basta para justificar el éxodo de la industria europea hacia mercados energéticos más favorables, en particular Estados Unidos.
En comparación con la crisis energética autoinfligida por el “ Pacto Verde ” europeo, los aranceles del presidente Donald Trump son apenas una pequeña nota a pie de página.
No obstante, mantengamos la esperanza. La historia se escribe a un ritmo vertiginoso, y casi todo sigue siendo posible. Sin embargo, creer que Europa se convertirá en algo más que un museo al aire libre mientras siga confiando su futuro a figuras como la mediocridad agotada de sus actuales líderes —y, sobre todo, a las ideas ruinosas y caducas que los animan— es una locura.
Fuente: gatestoneinstitute.org, 24/07/25
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¿Qué debe entenderse por dar a cada uno “Lo Suyo”?
agosto 8, 2025
Por Javier Casaubon.
La Argentina busca superar la impunidad y fortalecer sus instituciones con un nuevo orden basado en la justicia y la prudencia, según los principios de Tomás de Aquino. Jueces, legisladores y gobernantes deben aplicar equidad y razón al decidir sobre prisión o domiciliaria, dando a cada uno “lo suyo” para garantizar el bien común y evitar desigualdades, especialmente en casos de militares ancianos y políticos condenados.
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La necesidad de un nuevo orden institucional
La República Argentina está saliendo de un estado subjetivo de impunidad, pero si hay un retroceso y ese estado pasa a ser un estado objetivo de impunidad la cuesta arriba será muy grande y un deterioro institucional mayúsculo.
Previo a hacer una profunda orientación y direccionamiento actual de las instituciones hace falta la contemplación, trazo saliente de la personalidad de Tomás de Aquino, y paso necesario para alcanzar un acabamiento cumplido de un nuevo orden. Pero mejor que contemplar esas cosas y quedárselas uno como un conocimiento propio adquirido, es transmitir lo contemplado a otros (contemplari et contemplata aliis tradere, “contemplar y dar a los demás lo contemplado”).
La importancia de la prudencia y la justicia
Para realizar ese nuevo orden institucional hacen falta hombres de Estado que estén dispuestos a comprometerse en iluminar ese camino. Como el Aquinate enseñó es más perfecto “iluminar que solo brillar”. En estas tierras, ya lo decía Atahualpa Yupanqui “mejor que iluminar es alumbrar”. Nos están faltando esos faroles que alumbren al pueblo, que supere la dialéctica partidista o algo que no tenga olor a lo político-electoral sino más bien ese “olorcito” a pueblo y al bien común, siempre tan necesario en nuestra comunidad.
Quienes se dicen discípulos del Doctor Común y de allí que sus lectores, estudiosos y admiradores, y aún quienes estén en posesión de las líneas generales del sistema tomista, están convocados a pensar creativamente las urgentes controversias que agitan los espíritus, abrevando en las obras y en los principios del santo Doctor. Los problemas actuales habrán de resolverse de acuerdo con el espíritu de santo Tomás, cuyo sistema no es un libro cerrado, un arcón inexpugnable, o, peor todavía, un sepulcro antiguo y superado. Su filosofía fue sí un sistema coherente y vasto, pero, al mismo tiempo, flexible, abierto al progreso y por tanto expedito para nuevas formulaciones capaces de integrarse en él[1], una voz actual refrescante frente al calor político del mero momento.
La justicia según Tomás de Aquino
Por eso la pregunta filosófica contemporánea nacional para un jurista sería: ¿Qué se entiende por dar a cada uno “lo suyo” respecto de un condenado al decidir si corresponde una prisión domiciliaria o una cárcel penitenciaria?
En la Suma Teológica “se dice que es suyo –de cada persona– lo que se le debe según igualdad de proporción, y, por consiguiente, el acto propio de la justicia no es otra cosa que dar a cada uno lo suyo. Y que “la justicia es la virtud que da a cada uno lo suyo, no reivindica lo ajeno y descuida la propia utilidad para salvaguardar la común equidad”[2].
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La prudencia en la política
Especialmente en la política –cualquiera que sea nuestra concepción de ella– cuando juzgamos justificadas las medidas de un gobernante apelamos esencialmente a la idea de prudencia y razonabilidad para establecer en qué consiste lo ajustado. Los motivos de justificación de una acción determinada ponen de manifiesto, por lo tanto, la necesidad de someter incluso ese proyecto al tribunal de la razón, porque solo la razón puede establecer en qué consiste lo ajustado de una acción humana. De allí la frase: “un buen rey da órdenes razonables”.
Lo razonable en materia política es así sinónimo de prudente. Precisamente la prudencia, y no otra disposición, recurso o habilidad misteriosa es lo que permite al que gobierna señalar por antelación los medios requeridos para lograr los objetivos políticos; es decir, prever. La capacidad de previsión (evitar el efecto indeseado de que la ‘sensación subjetiva ciudadana de impunidad’ pase a ser ‘objetiva’), el sentido de la oportunidad, el discernimiento de lo conveniente (el juicio de un tribunal razonable, no fanático electoral o partidario), lo útil, necesario y la prontitud en el pronunciamiento (dada la trascendencia de causas con ancianos que se mueren en prisión o casos de corrupción pública en trámite) son aspectos de la sabiduría prudencial que le exigimos a quien manda para que sus órdenes o decisiones sean razonables; si las posee será un buen gobernante y sus medidas resultarán siempre justificadas ante los gobernados; en una palabra, su autoridad quedará legitimada en el ejercicio del poder… Esto cabe tanto para el presidente de la república como para los legisladores y los jueces de la nación.
La relevancia histórica de las decisiones
Y si, además, las acciones emprendidas por el que manda tuviesen relevancia histórica (en tanto su contenido estuviese cargado de significación ética y moral, sobre los principios de justicia, equidad y bien común) dichas acciones ingresarían al patrimonio común de la tradición, trascendiendo las circunstancias concretas que le dieron origen.
De lo expuesto se advierte que la virtud de la prudencia no es un atributo exclusivo del Príncipe (en la concepción clásica del término), sino que ésta debe colaborar estrechamente con la virtud de la justicia, más si se trata de un juez que debe determinar el modo de la prisión que debe atender al bien común más que a otro bien particular, individual, personal o electoral.
La interpretación errónea de Maquiavelo
Una gran mayoría ha interpretado equivocadamente la máxima maquiavélica que «el fin justifica los medios»; que, en nuestro caso, se traduce en que, al ver “un militar” de los ‘70 o “un corrupto” por televisión presumiblemente que a futuro sea declarado culpable, por el sólo hecho de ser ‘uniformado’ o ‘político’, sí o sí, es culpable de violar derechos humanos o se enriqueció personalmente o patrimonialmente o tuvo un privilegio gracias a su función pública y merece por ende el peor de los castigos, independientemente de los hechos, las pruebas y el derecho, cuando aquello no es lo que sostiene el cabal y verdadero realismo de Maquiavelo y un juez no puede decidir una medida tan coercitiva de restricción de la libertad por una simple información periodística o por la presión de los medios, por lo que dice el género de la opinión pública, su especie la opinión política o su subespecie la opinión jurídica.
Para evitar equívocos, tanto respecto de los octogenarios uniformados prisioneros como también respecto a que todos los políticos son “chorros” sueltos[3], cabe aclarar algo: “nunca es lícito hacer el mal para obtener un bien de cualquier especie que sea” [y que] “el problema de los fines y los medios es el problema básico de la filosofía política” [pues] “el aplicar medios intrínsecamente malos para alcanzar un fin bueno es simple necedad y desatino”[4].
La justicia como virtud práctica
Contrariamente, por la prudencia, determino lo justo en cada caso en particular, y por la justicia, soy movido a dar efectivamente a cada uno “lo suyo”, como enseña el Doctor Angélico. “El juez da a cada uno lo que es suyo, actuando como el que manda y el que dirige; porque el juez es lo justo animado y el príncipe es el guardián de lo justo…”[5]. Por la equidad equiparo situaciones iguales o análogas según la misma ley o el principio justo, ecuánime y equitativamente distributivo de igualdad ante la ley. Un “criterio de cierta equidad o proporcionalidad mínima”.
Definición clásica de la justicia
Pero, ¿qué es “lo suyo”?
Ulpiano fue el acuñador de la definición de Justicia que ha atravesado los siglos transportada por la barca del pensamiento cristiano, hasta llegar hasta nuestros días, cuando dijo que la Justicia consiste en “la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo”. Existe una gratuita y vacía negación en la argumentación de algunos positivistas, incluso desarrollado por Kelsen, que, impugnando la concepción tradicional de la Justicia y la clásica definición de Ulpiano y de Aquino, hasta ahora, sin duda, no superada, afirman que la Justicia nos dice que hay que dar a cada cual lo suyo, no obstante no explica qué es lo suyo de cada cual.
Si bien a simple lectura del texto parece un juego de palabras, no lo es, porque tenemos que saber qué es lo suyo de cada uno, para poder dárselo (al homicida: la condena en prisión, por ejemplo, hecho que parece bastante evidente; pero qué es “lo suyo” para un imputado de un hurto de un celular: ¿una sanción de tareas comunitarias, una multa, una reparación integral del perjuicio, una conciliación con la víctima?; o ¿qué es “lo suyo” para alguien que participó o no de un delito de lesa humanidad o “lo suyo” en un caso de corrupción pública u otros ejemplos civiles o privados como el incumplimiento de un contrato o el no pago de un alquiler, la no devolución de la cosa prestada, etc.?). Y es entonces cuando estos autores sindican la Justicia como un ideal alcanzable por la razón y no por las relaciones sociales, simplemente una fórmula vacía, que no logra explicar cuál es la pauta que debemos seguir para poder determinar “lo suyo” de cada uno.
Los cuatro planos de la justicia
Pues bien, fíjese que si nos detuviéramos en este concepto, en un plano general y abstracto, posiblemente nos veríamos abocados a un callejón sin salida, porque para poder determinar qué es “lo suyo” de cada uno no basta con colocarse en un terreno meramente teórico o especulativo, sino que es necesario descender a la aplicación de la Justicia en las relaciones sociales en que ésta recae. Y es allí entonces donde surge en forma bastante clara la respuesta a esta objeción, que, volvemos a decirlo, creemos que tal vez no tendría una respuesta sencilla si nos limitáramos a los conceptos generales de Justicia.
Fuente: totalnewsagency.com, 01/08/25
Más información:
La suspensión de juicio a prueba y la comisión de otro delito como causal de su revocación
Geopolítica: Alfred Mahan versus Halford Mackinder
agosto 6, 2025
Construyendo la nueva fortaleza de Eurasia
Por Sean Ring.
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Durante más de un siglo, dos asesores muertos han moldeado la manera en que las grandes potencias ven el mundo.
Por un lado, tenemos a Alfred Thayer Mahan, el oficial naval estadounidense que creía que el poder marítimo determinaba la supremacía global. Según Mahan, controlar los océanos significa controlar el comercio. Si controlas el comercio, controlas la riqueza. Si controlas la riqueza… bueno, ya te haces una idea.
Del otro lado está Halford Mackinder, el geógrafo británico que argumentó exactamente lo contrario. Olvídense de los mares, dijo. Quien controle la «Isla del Mundo» —Eurasia— controla el mundo. Lo que importa son los ferrocarriles, los ríos, los oleoductos y los imperios terrestres. No las fragatas ni los portaaviones.
Mahan y Mackinder ya no están con nosotros, pero sus ideas continúan influyendo en el mundo de hoy.
Y estamos viendo cómo se desarrolla.
Es el mundo de Mahan… por ahora.
Estados Unidos y el Reino Unido —los hijos espirituales de Mahan— se han beneficiado durante mucho tiempo de un orden basado en el océano. Dominar las olas forjó su prosperidad y poder. El Imperio Británico tenía un alcance marítimo. La Armada estadounidense patrulla ahora todas las rutas marítimas principales. El dólar reina por encima de todo porque el petróleo, las materias primas y el comercio se liquidan en dólares. Ese mundo —el mundo de Mahan— es la razón por la que los estadounidenses viven como reyes, mientras que potencias terrestres como Rusia y China llevan décadas intentando recuperar el terreno perdido.
Pero el mundo de Mahan tiene límites. Sobre todo cuando intentas mantener a tus rivales encerrados en el suyo.
Eso es precisamente lo que Estados Unidos ha intentado hacer con China.
La historia de China
La Primera y la Segunda Cadena de Islas —que se extienden desde Japón, pasando por Taiwán y Filipinas, hasta Guam e Indonesia— son como rejas marítimas que acorralan a China. Impiden que Pekín convierta su armada en una fuerza global y restringen su acceso al Pacífico abierto. Y no es casualidad. Es la política de Estados Unidos.
¿Y entonces qué hizo China?
Sencillo: se centraron en la tierra. De ahí la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Si Estados Unidos y sus aliados pueden dominar los mares, razonaron los chinos, la solución reside en dominar el territorio. Puertos, ferrocarriles, carreteras, oleoductos, diques secos, cables de fibra óptica y redes eléctricas. No solo en Asia, sino en toda Eurasia, Oriente Medio, África e incluso en Europa.
Lo que Mackinder una vez llamó el “Corazón” ahora se está convirtiendo en un sitio de construcción financiado por China.
La historia de Rusia
Y luego está Rusia.
Tras la invasión de Ucrania en 2022, Occidente impuso a Moscú todas las sanciones imaginables. Sin dólares. Sin euros. Sin Swift. Sin piezas de tanque. Sin chips semiconductores. Sin cómodos foros de Davos. En efecto, Occidente intentó cortar los vínculos de Rusia con la economía global. Aislarla del sistema oceánico.
¿Y cómo respondió Rusia?
Redobló la apuesta por Mackinder. En cuanto al poder terrestre. En los ríos, específicamente.
Si ven el video de YouTube «Cómo Rusia planea gobernar Eurasia por río» —y les recomiendo encarecidamente que lo hagan—, se describe el plan de Moscú para construir una red interna de ríos, puertos y conexiones ferroviarias que integren toda la masa continental euroasiática. El Volga. El Don. El Ob. El Lena. No son nombres que solemos asociar con el comercio global, pero quizá deberíamos.
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Capital china y geografía rusa
Lo que está surgiendo es un matrimonio estratégico entre el capital chino y la geografía rusa.
Uno tiene dinero y ambición. El otro tiene territorio, ríos y una necesidad imperiosa de mantenerse relevante. Juntos, están sentando las bases de una nueva infraestructura continental, una que sea en gran medida inmune a la Armada estadounidense, la burocracia de la UE o cualquier sanción que la Casa Blanca se le ocurra.
Piensa en lo que eso significa.
Se construirán nuevos corredores comerciales desde China hasta Europa, evitando el estrecho de Malaca y el canal de Suez. Los puertos fluviales rusos alimentarán las líneas ferroviarias chinas hacia Kazajistán, Irán y Turquía. Tendrán oleoductos que las compañías de transporte no podrán bloquear. Su infraestructura digital se canalizará a través de capitales amigas, no de Silicon Valley ni Bruselas.
Un mundo Mackinder. Construido a plena vista.
Resultados potenciales
Entonces ¿A dónde va esto?
Hay algunos escenarios:
- Escenario A: coexistencia. Las potencias oceánicas mantienen su dominio sobre el comercio marítimo, pero el sistema euroasiático se convierte en un complemento serio y funcional. Se obtiene un mundo logístico multipolar: los barcos y los puertos se unen a los trenes y las tuberías.
- Escenario B: Ascenso euroasiático. Las rutas terrestres se vuelven más rápidas, económicas y seguras. Europa, harta de los sermones estadounidenses, se acerca a Asia a través de conexiones rusas y chinas. El Occidente marítimo empieza a parecerse al antiguo sistema. El futuro está en el interior.
- Escenario C: Confrontación. Estados Unidos y el Reino Unido comienzan a sabotear, sancionar o socavar proyectos euroasiáticos. Imaginen explosiones de oleoductos, guerras por poderes, sanciones selectivas contra los nodos de la Franja y la Ruta. La cosa se pone fea.
- Escenario D: Síntesis. Todos aceptan que el mundo ahora funciona con múltiples sistemas. Mar y tierra. Sanciones e intercambios. Ferrocarril y navegación. Es necesario cubrir las rutas comerciales, al igual que la cartera.
Envolver
Por ahora, el mundo de Mahan sigue gobernando. La Armada estadounidense es inigualable. El dólar sigue reinando. Pero el corazón del país se agita. Las potencias terrestres han dejado de jugar a la defensiva. Están construyendo ríos, ferrocarriles, carreteras, y lo hacen sin pedirle permiso a Washington.
Y si lo consiguen, Mackinder podría finalmente reírse último.
Aunque la mayoría de los estadounidenses todavía no tienen idea de quién era.
Fuente: dailyreckoning.com, 31/07/25
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Residencias médicas, cruciales para la calidad del sistema de salud
agosto 1, 2025
Por Roberto Borrone.
En materia sanitaria lo más importante es el recurso humano; no hay otra forma de reconocerlo que cuidar su formación y remunerar su trabajo adecuadamente
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Estamos inmersos en un debate sobre diferentes aspectos de las residencias médicas. Un buen punto de partida sería la definición oficial de lo que significa una residencia: “Las residencias de salud son un sistema de formación integral de posgrado para el graduado reciente en las disciplinas que integran el equipo de salud, que se desarrolla mediante el otorgamiento de becas de formación, cuyo objeto es completar su formación, ejercitándose en el desempeño responsable, eficiente y ético de las disciplinas correspondientes, mediante la adjudicación y ejecución personal supervisada de actos de progresiva complejidad y responsabilidad” (ley 22.127/1979).
Al reclamo de mejora salarial de los residentes se sumó una nueva reglamentación para las residencias que dependen del Ministerio de Salud de la Nación. Un aspecto central de la resolución ministerial fue reinstalar la “beca de formación” como figura de la relación contractual de los residentes. Se establecen dos tipos de becas (a elección del residente): “la beca Ministerio” y “la beca Institución” según el empleador directo que elija tener el residente, mediante un convenio que se renueva anualmente. Es decir que en la residencia médica “queda excluida cualquier configuración o encuadre en el régimen de empleo público, relación laboral o contratación de obra o servicios”. “El residente resulta responsable, sea por acción u omisión, por el adecuado cumplimiento de las funciones que se le asignaran en dicho ámbito”. En cuanto a los aportes, en la “beca Ministerio”, el residente, reconociendo el carácter de beca de formación que reviste la residencia, opta voluntariamente por que se le apliquen los aportes previstos en el régimen previsional, así como la incorporación a la obra social de los trabajadores del Estado nacional.
En esta modalidad de “beca Ministerio” no hay posibilidad de que se sumen eventuales importes adicionales o bonificaciones por parte de la institución donde realice su formación. En la otra alternativa, la beca Institución, “el residente firma contrato directo con el hospital en el que se forma y cobra la beca sin descuentos de aportes y cargas sociales. Los seguros (ART, responsabilidad profesional y salud) son cubiertos por esa misma entidad, pudiendo recibir bonos adicionales si así lo dispone la institución”. La institución formadora recibe del ministerio el monto base de la beca.
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Se estableció una carga horaria “de hasta 45 horas semanales, con al menos la realización de una guardia semanal de hasta 24 horas corridas y no más de 8 guardias mensuales, que serán alternadas a razón de una guardia en día hábil y otra en fin de semana. En la jornada subsiguiente a la realización de una guardia, el residente cumplirá la mitad de la jornada de la formación”. En cuanto a licencias, se establece “una licencia anual ordinaria de 3 semanas, no pudiendo superar la misma 2 semanas consecutivas; una licencia por maternidad de 90 días no pudiendo ser inferior a 10 días previos al parto; una licencia por paternidad de 3 días corridos y licencia por matrimonio de 12 días corridos” (Boletín Oficial resolución 2109/2025 del MSN Anexo 1).
Esta resolución generó una polarización de opiniones: por un lado, quienes opinan que “es un intento de precarización laboral” (asociaciones médicas, asambleas de residentes y referentes como el director del Hospital de Clínicas –UBA–, profesor Marcelo Melo, y por otro lado el doctor Hugo Magonza, presidente de la Unión Argentina de Salud (UAS), entidad que representa a las empresas del sector de la salud privada, al expresar que la residencia “no representa un trabajo, sino un espacio de formación acompañada por especialistas de planta” y que se trata de becas de aprendizaje “sin relación laboral”. Sociedades médicas científicas como la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) emitieron comunicados muy contundentes que destacan la importancia de ofrecer a los residentes la mejor formación y las mejores condiciones laborales posibles.
En síntesis, los residentes son médicos habilitados para ejercer la profesión, realizan en forma autónoma las actividades asistenciales permitidas y tienen total responsabilidad legal por su actividad. Quizá dos preguntas ayuden a aclarar esta controversia: ¿las instituciones con residencias podrían desarrollar a pleno su actividad sin los residentes? ¿Nos conviene como sociedad mejorar las condiciones de actividad de los residentes, o ahuyentar a los recién egresados y que no realicen una residencia? Más allá de este debate, importa reflexionar sobre el rol que tienen las residencias médicas para garantizar una atención de calidad. Cabe un interrogante preocupante: los médicos que egresan de nuestras facultades ¿están en condiciones de ejercer en forma autónoma ?
Las residencias médicas deberían ser obligatorias como único trayecto formativo para lograr la certificación de la especialidad a ejercer. Aquí, el primer problema: ¿cuántos médicos deciden no efectuar una residencia médica? Ellos se sumergen en el mercado laboral ni bien egresan de la facultad, dado que en nuestro país los títulos universitarios son habilitantes (a diferencia de muchos países cuyos títulos certifican la formación académica pero no permiten ejercer hasta haber aprobado un riguroso examen de idoneidad).
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Todos los médicos que egresan de las universidades argentinas deberían tener asegurada una vacante en una residencia, adjudicados la especialidad y el sitio de formación según el orden de mérito determinado por el examen de ingreso y el promedio general de la carrera. Es unánime la opinión respecto de que no existe ningún plan de formación de posgrado en medicina mejor que una residencia acreditada. Aquí, otro interrogante: ¿ cualquier residencia garantiza per se calidad formativa? No. Se han efectuado importantes avances en materia de acreditación de instituciones, pero aún persisten residencias “fuera del radar” que son un claro ejemplo de la desnaturalización del espíritu de una residencia, para simplemente usar al residente como “mano de obra barata”, dejándolo actuar sin ningún tipo de supervisión ni planificación.
Otro aspecto que requiere una oferta inteligente de cupos de residencia es fomentar, mediante incentivos adecuados, la elección de especialidades críticas por parte de nuestros jóvenes colegas recién egresados. Debe existir un equilibrio entre la oferta de especialidades básicas (clínica médica, medicina general y de familia, pediatría, cuidados intensivos) y el resto de las especialidades. Ciertas jurisdicciones, como Mendoza, planificaron inteligentemente estos aspectos y pusieron el foco en la posresidencia con la incorporación a la carrera sanitaria.
Fue un acierto del Ministerio de Salud de la Nación otorgar un puntaje adicional a los postulantes a residencias que efectuaron sus estudios de grado en universidades argentinas. Una medida complementaria podría ser fijar cupos a los egresados extranjeros en especialidades consideradas críticas para el país. Una noticia reciente es la investigación por presunto fraude en el último examen unificado de residencias respecto del puntaje obtenido por unos 200 aspirantes. La detección de esta irregularidad habla del destacado celo profesional del área técnica del Ministerio de Salud. También es positiva la preocupación de las autoridades por lograr una gestión transparente en las instituciones de salud. No debemos perder de vista lo que con mucho acierto señaló el profesor Luis Sarotto (Htal. de Clínicas, UBA) respecto de los mayores costos operativos de los hospitales que, además de la función asistencial, tienen a su cargo la formación de profesionales que luego se dispersan en todo el país. Un aspecto que no puede quedar fuera de este análisis es que las residencias no deben ser el “parche” que cubra el déficit de profesionales de planta, porque un aspecto esencial de la residencia es la supervisión de los residentes. Acierta Ignacio Katz en que “las residencias constituyen una de las bases estratégicas de las políticas de salud pública”. La creación de una Agencia Nacional de Salud integrada por representantes del equipo de salud y de los financiadores permitiría, junto al Cofesa (ministros provinciales) y la rectoría del ministerio nacional, adoptar políticas de Estado en salud consensuadas y sustentables.
En materia de salud nada hay más importante que el recurso humano. No hay otra forma de reconocer esto que cuidar su formación y remunerar su trabajo en relación con la responsabilidad que su tarea implica. Hay que propiciar su bienestar laboral para optimizar la seguridad de los pacientes. Aun una mirada egoísta nos debería convencer de esto, ya que, inexorablemente, todos somos potenciales pacientes.

Fuente: lanacion.com.ar, 23/07/25
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