Abby Johnson (Ashley Bratcher) es una de las directoras más jóvenes de una de las clínicas «Planned Parenthood» que existen en la nación. Ejerciendo ese cargo ha estado involucrada hasta en 22.000 abortos y ha aconsejado a innumerables mujeres con respecto a la toma de decisiones relacionadas con la reproducción. Su pasión por la materia la llevaría a convertirse en la portavoz de la franquicia, luchando por establecer la legislación en que la ha que creído firmemente desde su adolescencia. Sin embargo, un día su perspectiva toma un inesperado rumbo tras presenciar algo que la marcará de por vida. (FILMAFFINITY)
Artículo publicado en Foro Patriótico el 05/12/2020.
La irracionalidad del aborto
Cualquiera que sea nuestra concepción de la política, cuando juzgamos justificadas las medidas de un gobernante apelamos a ideas como ajuste, oportunidad, conveniencia. Hablamos de medidas ajustadas, medidas oportunas, medidas convenientes. Los motivos de justificación de una acción determinada ponen de manifiesto, por lo tanto, la necesidad de someterla al tribunal de la razón, porque sólo la razón puede establecer en qué consiste lo ajustado, conveniente u oportuno de una acción humana. De allí la frase: “Un buen rey da órdenes razonables”.
Lo razonable en materia política es así sinónimo de prudente. Precisamente la prudencia, y no otra disposición, recurso o habilidad misteriosos es lo que permite al que gobierna señalar por antelación los medios requeridos para lograr los objetivos políticos; es decir prever. La capacidad de previsión, el sentido de la oportunidad, el discernimiento de lo conveniente, la prontitud en el pronunciamiento son aspectos de la sabiduría prudencial que le exigimos a quien manda para que sus órdenes sean razonables; si las posee será un buen gobernante y sus medidas resultarán siempre justificadas ante los gobernados; en una palabra, su autoridad quedará legitimada en el ejercicio del poder… Y si, además, las acciones emprendidas por el que manda tuviesen relevancia histórica (en tanto su contenido estuviese cargado de significación moral) dichas acciones ingresarían al patrimonio común de la tradición, trascendiendo las circunstancias concretas que le dieron origen.
Tenemos que tomar conciencia de la situación que atraviesa el país. Una conciencia abierta al debate en todos los ámbitos. Pero este conocimiento no puede ser moralmente indiferente o aséptico, en la medida en que estamos transitando hechos históricamente relevantes, sino que implica un discernimiento de lo bueno y de lo mal a la luz de la verdad, es decir, implica un juicio valorativo. No se trata de tomar conciencia “a secas” (que es una pura abstracción), sino la mejor conciencia moral respecto de los que está bien y está mal porque estamos ante un hecho y una verdad objetiva. De ahí que la tarea debe comenzar por modelar el juicio crítico del asunto y sembrar la inquietud por profundizar el tema porque está en juego una vida humana.
Las mujeres y hombres pro aborto insisten en su engañoso eufemismo llamando a dicho crimen como “Interrupción del embarazo”, encubrimiento del homicidio con lenguaje cortés, dado que los embarazos no se “interrumpen” porque la interrupción es el cese transitorio de una actividad para su posterior reanudación, pero el aborto es un acto de naturaleza definitiva e irreversible: precisamente porque la muerte es un hecho de naturaleza definitiva e irreversible: “ahorcar es interrumpir la respiración” decía con sorna Julián Marías.
El hecho de que en una determinada fase de su vida el hijo necesite el ambiente del vientre materno para subsistir, no implica que no sea una parte distinta de la madre. Como sostenemos, desde la fecundación el niño tiene ya su patrimonio genético y su propio sistema inmunológico diferente del de la madre con quien mantiene una relación que, para ejemplificar, diríamos que es asimilable a la que sustenta un astronauta respecto de su nave: si saliese de ella moriría, pero no por estar transitoriamente adentro forma parte de la misma.
Bajo el ropaje de “salud pública”, los “derechos de la mujer” y de la falsa dialéctica casi luciferina de “salvar la vida de la madre y no del niño” se encubre una gran farsa que merece ser denunciada con todas las letras; toda vez que está en juego nuestra identidad cultural y, en segundo lugar, nuestro destino como nación, constituyendo la aprobación de esta ley a favor del aborto la última y más grave de las amenazas contra el futuro de la población argentina dado que se presenta como una verdadera confederación filicida.
El aborto es la muerte del concebido. Esta muerte puede ocurrir por causas naturales o por interferencia externa; esto, la muerte del niño por nacer, el ser más inocente e indefenso del universo, es un crimen.
Es sabido que el inciso 2° del artículo 86 del Código Penal exime de pena a los abortos “si el embarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente”. Es decir, fue, es y sigue siendo delito, pero no punible para la mujer que aborta, nada más, o sea, funciona como una excusa absolutoria únicamente para la madre.
Si bien existen fundadas y motivadas razones médicas, científicas, religiosas en contra del aborto nosotros vamos a aportar un único argumento, pero sólo desde la lógica.
Dicho ello, supongamos ahora un suceso extremo para demostrar la irracionabilidad del asunto, del argumento. Imaginemos el peor de casos: la violación de una niña de 13 años con síndrome de Down por parte de un pariente intrafamiliar depravado, pero por el grado de avance de la gestación no se encuentra dentro del plazo límite de “interrupción del embarazo” que pregonan arbitrariamente quienes están a favor del aborto legal, seguro y gratuito según el antojadizo almanaque que manejan; no obstante, las autoridades públicas competentes autorizan igualmente la práctica del aborto eugenésico dada la excepcionalidad del caso bajo estudio.
¿Qué hacemos? ¿Matamos al bebé?
El bebé tiene la mejor defensa que un inocente pueda tener. Una defensa metafísica, más allá de lo físico: «cuando se cometió el delito el no existía». Al que hay que condenar es al violador no condenar a pena de muerte y asesinar al bebé. Salvo Dios, ¿quién se arroga el derecho divino de decidir quién debe morir y quién debe vivir?
¿Quién puede asegurar que detrás de esa vida truncada no se escondía un extraordinario científico o artista, un gran deportista o un excelente estratega?
¿De qué derechos humanos nos hablan? Si el primer derecho humano es la vida por nacer, que es el primer sujeto a defender o tutelar sus derechos y no solamente desde una situación de la madre. Aun cuando la práctica del aborto sea clandestina o un riesgo para la salud y la vida de la madre, pareciera ser que el niño no cuenta. Los derechos y valores de toda persona deben ser considerados desde su concepción para evaluar correctamente su dignidad como ser humano único e irrepetible. El respeto de la ley natural y de las leyes biológicas está por encima de los intereses, la voluntad y la libertad de las madres por más que se trate de un embarazo no deseado. Los principales derechos positivos se basan en el derecho natural.
Porque si se niega que el hombre tiene naturaleza corpórea/espiritual y sostenemos, a través de un consenso social (una ley del Congreso), que se reduce a pura materia no existiría razón alguna para prohibir la tortura ni razón que nos lleve a respetar su vida desde la concepción hasta la muerte natural.
Quedarían así justificadas y legalizadas todas las aberraciones que, lamentablemente, se dan de hecho en países con gobiernos supuestamente democráticos.
Esto es importante: lo que está en juego no es una simple lucha política o un derecho de salud pública sino «la pretensión destructiva del plan de la creación de Dios». Tomemos conciencia, ello es grave, el resultado y la finalidad son sumamente graves.
Por otra parte, decir que el homicidio voluntario se refiere sólo a la muerte del inocente es una arbitrariedad. Homicidio voluntario, objetivamente hablando, es la muerte de cualquier hombre o mujer, inocente o culpable, por decisión y a mano del propio ser humano. En un asunto tan grave que no podemos jugar con eufemismos lingüísticos o leguleyos y menos aún médicos, diplomáticos o económicos. Importa una concepción filosófica y humanística de la vida, del ser. En eso radica también la maldad objetiva de la pena capital que en nuestro país no se le aplica ni siquiera al peor violador y asesino serial, pero sí se le quiere imponer al ser más inocente e indefenso del planeta.
Análogamente, podemos decir que, si se pone tan gran atención al respeto de toda vida, incluida la del reo y la del agresor injusto, también le corresponde al feto humano, pues el mandamiento «no matarás» tiene un valor absoluto cuando se refiere a la persona inocente. Tanto más si se trata de un ser humano débil e indefenso, que sólo en la fuerza absoluta del mandamiento de Dios encuentra su defensa radical frente al arbitrio y a la prepotencia ajena.
Además, evitar nacimientos en Argentina implicará en un futuro un suicidio colectivo; toda vez que geopolítica, estratégica, demográfica y geográficamente tenemos un territorio deshabitado y una población insuficiente, nada más tentador para los grandes imperios del mañana.
Hay instituciones internacionales que trabajan en la difusión de esta “cultura de la muerte”. Los países pobres en los que la familia sigue siendo un punto de anclaje fundamental de la vida social son el blanco prioritario de las políticas eugenésicas y maltusianas. Grandes fundaciones manejadas por millonarios occidentales llevan a cabo programas de exterminio de niños no nacidos. Este combate por difundir la muerte a cualquier precio es una monstruosidad y supone un empleo descontrolado del poder económico para destruir a los débiles e indefensos. Estos hombres bailan sobre los cadáveres de cientos de miles de frágiles seres sacrificados para poder conservar su dominio; donde se califica de «amenaza» para la seguridad mundial la «explosión demográfica» en algunos países en desarrollo, como el nuestro, que, pese a irnos mal económicamente, tiene una sólida cultura arraigada en los verdaderos derechos humanos.
La masacre del nasciturus o niño por nacer está adherida a una corriente radical o extremista del feminismo que actúa desde organizaciones vinculadas a Naciones Unidas con abundantes recursos financieros y una red de apoyos políticos que componen una trama global.
Como ha dicho Ronald Reegan: “Tienen suerte los abortistas de que no se les haya aplicado las recetas que ellos patrocinan”.
Es una necesidad estratégica para nuestro país aumentar no disminuir considerablemente su población en las próximas décadas, de ahí la gravedad de comprender cabalmente la disminución de la tasa de natalidad, que se suma a la necesidad de fomentar la inmigración hacia nuestro despoblado territorio. Esta situación es la que señala con mayor énfasis la responsabilidad de gobernantes y dirigentes de todos los partidos políticos que, desde hace años permanecen impávidos ante este verdadero drama poblacional. Ni que hablar de la ceguera de quienes, no solo permanecen inactivos ante el bajo aumento de nuestra población, sino que en una actitud incomprensible e imperdonable pregonan la adopción de todos los métodos habidos y por haber que tienden a disminuir los nacimientos, actitud que es totalmente incompatible con los intereses nacionales.
No es casualidad que, en Argentina, cuando se negocia con el F.M.I., simultáneamente se debatiera la ley para aprobar el aborto. Eso ocurrió durante la gestión del ex presidente Mauricio Macri y también está sucediendo lo mismo ahora durante la administración del presidente Alberto Fernández.
¿Podrá un bebé en el vientre de su madre gritar la voz de ¡Alerta!?
Cuando Orwell publicó su gran novela futurista 1984, estaba describiendo un mundo que todavía no existía. No había INADI o policía del pensamiento, lo que él llamaría el Ministerio de la Verdad… Tampoco había Corte alguna de Derechos Humanos, que bajo pretensión de justicia violan cuanto derecho natural y bien fundamentado exista: derecho a la vida, a la familia, a la búsqueda de la verdad. Y ni siquiera podía vislumbrarse o imaginarse un “lenguaje inclusivo”, con pronombres obligatorios como pasa en Canadá. La feminista radical marxista Monique Wittig todavía no lo había inventado como método de supresión del hombre y la mujer para dar lugar al mentado “género”… Pero aún así, Orwell vislumbró una sociedad totalitaria signada por la escasez, una oligarquía imposible de derrocar, y la manipulación y uso del lenguaje como herramienta política para dominar a la sociedad y negar la realidad. Y por eso introdujo en su novela la “neolengua” (newspeak), el lenguaje obligatorio impuesto por el gobierno para transformar el pasado y controlar el presente, o como lo dijo en frase inigualable: “Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado”. Y parte de ese control se ejercía por medio de estadísticas mentirosas, por así decir como un INDEC de la mentira… Tampoco podía concebirse al gobierno como un Gran Hermano (Big Brother). El espionaje era el tradicional. Si querían saber sobre uno, te seguían, te intervenían la línea telefónica, pero si uno se cuidaba quedaba fuera de la órbita del Estado. Hoy en día eso es imposible, con TV o celulares que transmiten constantemente el alrededor, aplicaciones en el celular que reenvían todo tipo de información. Orwell lo vislumbró.
“Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado” (1984)
1984 fue en su momento una advertencia sobre los peligros del totalitarismo presente en germen dentro de las democracias liberales de occidente (de hecho, Orwell estuvo presente en la conferencia de los Aliados en Teherán de 1944 y estaba totalmente convencido de que Stalin, Churchill y Roosevelt trabajaban unidos para dividir al mundo), como un “si esto continúa así, en su momento, tarde o temprano, el totalitarismo va a llegar a occidente”…. Y ese momento, hoy, ha llegado. Orwell no trató de profetizar, ya que el futuro siempre será tan complejo como el presente. Pero pudo vislumbrar situaciones que algún día podrían hacerse presentes si el mundo continuaba en el rumbo que venía. Y eso es lo que convierte a 1984 en una novela terroríficamente actual… Lo inimaginable en ese entonces se convirtió en la realidad cotidiana. ¿Quién hubiera pensado que un Estado aplicaría tecnología de reconocimiento facial por doquier, como está ocurriendo en China?
La primera vez que escuché sobre esta novela tenía 16 años. Fue junto a un lago en la Patagonia Argentina, mientras descansábamos con mis compañeros de curso luego de un día muy cansador en la montaña. Estábamos hablando de libros con nuestro rector, quien era y es una persona excepcional y que conocía a fondo la literatura apocalíptica, tanto la bíblica como la imaginaria. El Señor del Mundo de Benson y Su Majestad Dulcinea de Castellani ya los conocía bien, pero me llamaron la atención otros dos cuya existencia ignoraba y que él nos recomendó leer: 1984 y Farenheit 451. Más de 20 años pasaron de esa noche y 70 años de la publicación de 1984, que de novela pasó a ser una realidad. Dura realidad. Tan dura que leerlo hoy da miedo por la cercanía de ciertos eventos. Es decir, el futuro imaginario de Orwell es hoy totalmente posible y ya se está cumpliendo de modo incluso mucho más peligroso y sofisticado de lo imaginado por el autor inglés. De hecho en un principio la novela se iba a titular: “El último hombre en Europa” (The Last Man in Europe)…
La imposición internacional de la ideología de género es un ejemplo claro de ese “control de la realidad” descrito por Orwell, donde el Estado es omnipotente y se rechaza a la ciencia por ser objetiva: “El método empírico de pensamiento, sobre el cual se fundaron todos los logros científicos del pasado, se opone a los principios más fundamentales del Partido.” Aunque hoy en día el Estado o Partido de 1984 debería entenderse como la masonería, la ONU y sus tantos organismos supranacionales, cuyo tentáculo se inmiscuye en todo ámbito de la sociedad, sin importar la soberanía o leyes de un país. Ante el monstruo ideológico que se levanta, no debemos quedarnos quietos. Es ese deseo de despertar y actuar del personaje principal lo que mantiene la tensión durante toda la novela. Winston Smith, el héroe de la novela, cuenta cómo el Partido «le dijo que rechazara la evidencia de sus ojos y oídos». Pero Winston jura, por el contario, defender «lo obvio» y «lo verdadero». Frase épica ante tremenda coyuntura cultural. La mentira impuesta por el Estado ante la realidad visible de cada día: “El mundo sólido existe, sus leyes no cambian. Las piedras son duras, el agua moja, los objetos sin soporte caen hacia el centro de la tierra”. Defender lo obvio se convierte en un crimen. Y Winston entonces decide ser criminal antes que negar la realidad. Es ahí que la libertad llega al extremo de ser “la libertad de decir que 2+2=4”, aunque el Estado me obligue a decir que es 5.
En Oceanía, el país imaginario donde transcurren los eventos, el gobierno insiste en definir su propia realidad y la propaganda impregna las vidas de personas distraídas por periodismo sensacionalista «que no contiene casi nada excepto deporte, crimen y astrología» y películas llenas de sexo, que distraen de toda preocupación por la política o la verdad histórica. Demasiado parecido a nuestra realidad actual. Orwell supo describir en 1984 el mecanismo para adormecer a las masas. Hoy en día se ve en un Marcelo Tinelli, por ejemplo, perfecto pervertidor útil al servicio del Nuevo Orden Mundial.
El Estado tiene su INADI, que Orwell osa llamar el “Ministerio de la Verdad”, donde se vuelve a escribir la historia, y se reescriben artículos de noticias y libros pasados para cambiar los hechos y las fechas: el pasado se describe como una época ignorante que ha dado paso a los esfuerzos del Partido para hacer que Oceanía vuelva a ser grandiosa (no importa que la evidencia muestre lo contrario, como condiciones de vida aterradoras y gran escasez de alimentos y ropa, pintura perfecta de la Venezuela actual). Parecido a lo que el Iluminismo hizo en su momento con el gran momento medieval: pintarlo como oscurantismo para reescribir quién es el nuevo hombre.
Siempre me pregunté por qué se llamaba 1984. ¿Por qué esa fecha? ¿Será porque era un juego de números con el año en que fue escrito el libro en 1948 (aunque fue publicado en 1949)? ¿O porque el autor favorito de Orwell, G. K. Chesterton, había descrito a 1984 como el escenario de El Napoleón de Notting Hill? ¿O porque en una de las novelas de Jack London (The Iron Heel) un nuevo grupo político toma el poder en 1984? Lo cierto es que para 1984 ya teníamos institucionalizada la “postverdad” en las universidades. El Post Modernismo ya había alcanzado su esplendor máximo, la Escuela de Frankfurt había hecho su trabajo, la universidad moderna ya estaba totalmente infiltrada de una nueva serie de valores, con facultades de estudio de la mujer y el género dirigidas por feministas rabiosas que destilaban odio por doquier hacia nuestra Civilización Occidental. Para ese entonces, 1984 era más posible que nunca. Pero tuvieron que pasar varias cosas más para que nos percatemos del peligro. Y, aun así, la gran mayoría prefiere su letargo, sus diarios llenos de escándalos, horóscopos y crímenes, y por las noches su “Tinelli”, sea como se llame el perverso útil de turno.
Crisis de energía (vital): vivir en la «sociedad del cansancio»
La economía y el marketing toman nota de nuestra forma de abordar la vida cotidiana y la incorporan en sus modelos predictivos.
Por Sebastián Campanario.
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La convicción de que el acelere y el agotamiento de fin de año llegan cada vez más temprano: octubre y noviembre ya parecen diciembre en ese aspecto. Y paradojas que se suceden: más estrés a la hora de planificar las vacaciones (una «sobreagenda del tiempo libre»); un boom de técnicas de productividad personal que convive con listas de pendientes cada vez más abrumadora, o una mayor conciencia de hábitos saludables a la par de un deterioro de la salud pronunciado y un agotamiento físico, emocional y existencial.
La descripción del primer párrafo es algo más que una «sensación»: es un fenómeno estructural, global y que ataca con más saña a la generación de 35-60 años. Esta «sociedad del cansancio» viene siendo abordada por estudios de distintas disciplinas y está produciendo cambios drásticos en la forma en la que consumimos y tomamos decisiones en la vida cotidiana. La economía y el marketing ya lo están incorporando en sus modelos predictivos.
«En la generación de jóvenes adultos y de mediana edad notamos un crecimiento empinado de los niveles de estrés, fatiga y agobio. Todos estamos más abrumados por la exigencia del cambio, no nos alcanza el tiempo y siempre sentimos que debemos algo», cuenta a LA NACION Fabián Jalife, director de BMC Innovación, quien viene estudiando este tema en profundidad. Una investigación reciente, que alterna los títulos de «La sociedad del cansancio» y «El consumidor consumido» llevó a Jalife a relevar 70 papers y libros sociológicos de época (desde Zygmunt Baumann hasta Yuval Noah Harari) para encontrar elementos comunes que arrojen luz sobre este hastío de época. «El resultado es un consumidor abrumado, descreído y ensimismado; agotado por el mandato de «salir de la zona de confort» y de tomar riesgos, tensionado por exigencias de otro planeta (¿Hasta cuándo tengo que estar en forma? ¿Cuánto dinero más debo tener?), buscando conexiones, pero a la vez sintiéndose cada vez más solo», agrega.
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El especialista en consumo y sociedad Guillermo Oliveto advierte este fenómeno en todos los números que viene relevando para la Argentina en 2017. «No es casual que en un año donde el consumo de alimentos cayó un 2% y el de indumentaria el 5%, el turismo internacional crezca al 19% y el interno al 15%, medido en volumen. El viaje, en la era de las redes sociales, es ante todo contenido. Pero además, en la era del cansancio, expresa como ningún otro bien la lógica de la conexión-desconexión. A mayor conectividad, mayor necesidad de desconexión; a mayor tecnología, mayor necesidad de vivir experiencias físicas. Lo que más aumenta es el turismo de fines de semana largo, que remite a la necesidad de períodos de descanso fragmentados para poder desconectar», explica Oliveto, fundador de la consultora W.
El consumo para paliar este cansancio desborda el turismo (vacaciones antes, aunque sean más cortas, a lugares que promuevan el descanso y la desintoxicación), dice Jalife y sus rastros se ven en otros rubros de ventas récord, como los ansiolíticos y antidepresivos. «Nos sentimos desbordados, pero a su vez necesitamos sentirnos así, dado el prestigio que ha adquirido a nivel social el «estar ocupado». Si estoy ocupado me quejo porque estoy agobiado y no tengo tiempo libre, pero a su vez si no me llegan mails me agarra ansiedad. Hay una tiranía de andar por la vida de una manera óptima», sigue Jalife.
Exigencias de otro planeta
El deterioro que está provocando en la salud esta «sociedad del cansancio» está siendo bien documentado en investigaciones de economistas y sociólogos. Hay un empeoramiento muy marcado en los últimos diez años, que llegó al extremo de reducir levemente la expectativa de vida en países desarrollados para determinados sectores de la sociedad. Los estadounidenses de entre 50 y 60 años presentan síntomas marcadamente peores que quienes tenían esa edad hace diez años, según una muestra de más de 20.000 casos mencionada en un trabajo de los economistas de Michigan Hwang Jung Choi y Robert Schoeni.
En otro paper, el aclamado economista Angus Deaton -Premio Nobel 2015- coescribió junto a su colega de Princeton Anne Case que los suicidios , las drogas y el alcohol provocaron en los últimos años un pico sin precedentes de muertes entre americanos blancos de mediana edad. Un detalle: Deaton es considerado «un optimista» entre los economistas. Su best seller El Gran Escape pone el foco en la idea de que el mundo -en perspectiva- siempre mejora.
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Este combo de deterioro en salud con aumento del prestigio social de «estar muy ocupado» -entre las clases acomodadas esta actitud hoy da un mejor estatus que la compra de bienes de lujo- tiene varias hipótesis explicativas. «En tiempos de «infoxicación» (intoxicación por información) el cansancio es la norma. Hay muchos más estímulos que capacidad de procesarlos -dice Oliveto-, hay muchas más opciones que tiempo, y lo que se conoce como «FOMO» (el miedo a estar perdiéndonos algo mejor) genera mucha ansiedad. Siempre lo bueno puede estar pasando en otro lado y eso es estresante y agotador».
En los cuadros gerenciales altos el fenómeno se advierte de manera clara. «Se acelera la presión sobre los negocios que tienen 100 años de historia que de golpe tienen tasas de crecimiento despreciables frente a los start ups, y eso genera angustia», marca Jalife en una entrevista con la revista Reporte Publicidad.
Si la vara de comparación es Elon Musk y sus viajes a Marte, estamos complicados. «Hay una estigmatización negativa sobre lo viejo, sobre lo que no se reinventa – dice Jalife-, esto genera una clase de ejecutivos superestresada, que tiene la presión de crecer a tasas exponenciales, pero a su vez no perder lo acumulado hasta acá». Como dijo sir Martin Sorrell, el jefe del grupo de comunicación de WPP: «Tenemos el desafío de cambiar el motor del avión en pleno vuelo, ni más ni menos».
A la par del deterioro de los indicadores de salud, nunca la «expectativa de vida» en el campo corporativo para los CEO fue tan baja: en los Estados Unidos un 40% de los directores ejecutivos no llegan a los ocho meses en su cargo. ¿Y por qué esta «economía del cansancio» se ensaña con particular crueldad con la franja etaria de la mediana edad? Es probable que allí estén las mayores exigencias para el management medio-alto; y que también por una cuestión de ciclo de vida comience allí el tipping point -punto de aceleración exponencial- de achaques y síntomas de una peor salud.
Jalife tiene otra explicación: «Hay por estos días una radicalización de la singularidad -el «sé tu mismo»-; cada uno tiene que ir construyéndose y encontrando nuevas áreas de oportunidades, pero debe hacerlo en ciclos cortos, reinventándose permanentemente», y esta es una tarea mucho más difícil para la generación de 40-60 que para los adolescentes o para los millennials.
Por este mismo fenómeno, también, son un suceso de ventas los libros de Arianna Huffigton sobre la importancia del descanso (La Revolución del Sueño). Huffington postula que en la facultad, ante la opción de estudiar, tener una vida social activa y dormir bien, «hay que elegir dos de tres». El biólogo Diego Golombek, cuenta cómo en lo referido al deterioro de hábitos de sueño, en las últimas décadas se verifica un «patrón exponencial» negativo. Golombek y su equipo lanzaron esta semana una encuesta (está en www.cronoargentina.org) para saber «cómo, cuánto y cuándo duermen los argentinos».
Es que la economía del cansancio obliga a tomarse la planificación del descanso en forma mucho más consciente. «La tecnología nace vieja y a la vida de hoy, plagada de novedades permanentes, la corremos siempre de atrás. Por eso la única para estar en estado es retirarse con cierta frecuencia y regularidad», concluye Oliveto. «Ahí está el negocio de la desconexión. Hijo del cansancio y la ansiedad, fuente no ya de sabiduría, que sería mucho pedir, sino de algo más básico, necesario y esencial: la superviviencia«.
Buenos Aires volvió a ser elegida como la mejor ciudad para estudiar de Latinoamérica
Se ubicó en el puesto 23 a nivel mundial por sus “universidades, diversidad y elogios de los estudiantes”. Todos los resultados
Por Maximiliano Fernández.
Buenos Aires, otra vez elegida como la mejor ciudad para estudiar de la región
Por cuarto año consecutivo, Buenos Aires fue elegida como la mejor ciudad para estudiar de Latinoamérica. El nuevo ranking “Best Student Cities” que la consultora británica QS dio a conocer hoy la ubica en el puesto 23 del mundo, bastante por encima de sus competidoras de la región.
Según explica el informe al que accedió Infobae, “la calidad de sus universidades, una cohorte estudiantil diversa y los constantes elogios de los estudiantes que han estudiado allí” hicieron que Buenos Aires revalidara su liderazgo regional. En segundo lugar, más de 30 puestos por detrás, está Santiago de Chile.
El ranking incluyó a 10 ciudades latinoamericanas. El rendimiento fue dispar: dos mejoraron (Monterrey y Lima), cuatro cayeron (Buenos Aires, Santiago, San Pablo y Bogotá), una se mantuvo estable (Ciudad de México) y otras tres se clasificaron por primera vez (Río de Janeiro, Quito y Montevideo).
Al respecto, Ben Sowter, vicepresidente de QS, analizó: “La clasificación de ciudades estudiantiles de este año es la más amplia de la historia, y no es de extrañar que Buenos Aires sea un lugar sumamente envidiable para estudiar, ya que cuenta con uno de los sistemas de educación superior más sólidos de América Latina, así como con la mejor universidad según el Ranking de QS”.
El resto de las métricas también le dan muy bien. La ciudad cuenta con la población estudiantil más diversa de la región, con una puntuación de 76,2 en el indicador “student mix”. Asimismo, es el destino de estudios más deseado en lo que respecta a calidad de vida y el grado en que los futuros estudiantes desean estudiar allí. Parte de ello se debe a que estudiar en Buenos Aires es barato si se considera la posibilidad de cursar en una universidad pública.
Por último, también Buenos Aires se destaca en la métrica de la voz de los estudiantes, que pondera la opinión de 98 mil jóvenes respecto a su estancia en una ciudad determinada. Los estudiantes valoran la experiencia de vivir en la ciudad más allá de lo estrictamente académico.
“También es evidente que las singulares facetas culturales y sociales de la ciudad dejan una impresión duradera y profunda en las personas que estudian en ella. Esto, a su vez, la hace extremadamente atractiva para los futuros estudiantes”, puntualizó Sowter.
Por su parte, Francisco Resnicoff, subsecretario de Relaciones Internacionales del gobierno porteño, indicó: “La atracción de estudiantes internacionales es un eje central de la estrategia de proyección internacional de la Ciudad. Buenos Aires ya está consolidada como el mejor destino de la región y a través de StudyBA trabajamos para recuperar el flujo de estudiantes que teníamos antes de la pandemia, promocionando internacionalmente a la Ciudad y promoviendo el intercambio con universidades de mercados estratégicos, como China y México”.
Los resultados a nivel mundial
El ranking consideró a 140 ciudades de todo el mundo. Para clasificar, deben alcanzar una población de al menos 250.000 habitantes y contar con al menos dos universidades dentro del ranking de instituciones. Por cuarto año consecutivo, Londres ocupa el primer lugar y le siguen de cerca Seúl y Múnich, que comparten el segundo puesto.
En general, remarca el informe, las ciudades del mundo se están volviendo menos accesibles para los estudiantes según las medición. El 90% de los lugares cayó en la métrica que evalúa la asequibilidad.
Alemania, Australia y Reino Unido resultaron los países más favorecidos del ranking. Los tres cuentan con dos de las diez mejores ciudades estudiantiles del mundo cada una. Por su parte, Boston volvió a ser la mejor clasificada de Estados Unidos, pero perdió su lugar dentro del top 10. Edimburgo, que por primera vez ingresó a la elite, tomó su puesto.
Hoy en día existen muchas formas de generar tráfico web y, aun así, las personas sufren porque según ellas no lo pueden generar, o no saben cómo generar suficiente tráfico web…
… Pues bien, en el video tutorial que está en esta página, vamos a “Descubrir cuál es la fuente de tráfico web más efectiva, y a resolver este problema de una vez por todas”
Para poder resolver este enigma, primero vamos a revisar., ¿Cuáles son algunas de las fuentes de tráfico web más usadas y reconocidas?
SEO: (Search Engine Optimization) Es el posicionamiento en los motores de búsqueda. El SEO se centra en los resultados de búsqueda orgánicos, es decir, que no son pagados. Esta fuente es gratis.
SEM: (Search Engine Marketing) Es la forma genérica para la Publicidad En Buscadores. Te Permite optimizar la visibilidad y a aumentar la accesibilidad de los sitios y páginas web gracias a los motores de los buscadores. Esta fuente es de pago.
PPC: Es el Pago Por Clic. Son las campañas de publicidad de pago en las que el anunciante paga por cada clic realizado por el usuario o cliente potencial. Esta fuente es de pago.
RSS: (Really Simple Syndication) Se utiliza para difundir información actualizada frecuentemente a usuarios que se han suscrito a las fuentes de contenidos. Esta fuente es gratis.
Email marketing: Es la publicidad por correo electrónico. Uno de sus objetivos principales es, convertir suscriptores en clientes. Esta fuente es gratuita.
Marketing de contenidos: Es la estrategia que sirve para acercarte a tu público objetivo, a través de la creación de contenidos relevantes y valiosos. Las personas llegan a ti cuando buscan información en internet. Esta fuente es gratuita.
Video marketing: Es el uso del vídeo, es decir, material audiovisual con el fin de promocionar un producto o servicio. Se trata de añadir vídeos a tu marketing de contenidos. Esta fuente es gratis, y de pago.
Marketing en Social Media: Es el conjunto de acciones realizadas en las redes sociales para promocionar un sitio web mediante enlaces, imágenes, videos, y otros contenidos. Esta fuente es gratis y de pago.
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Entonces, ¿Cuál es la fuente de tráfico web más efectiva?
La respuesta es: Todas.
Así es, todas estas fuentes de tráfico son efectivas. Entonces, ¿Por qué usar la frase “más efectiva”? Porque deseo que entiendas que es un error concentrarse en una sola fuente de tráfico. Permíteme por favor darte un ejemplo.
Imagina que te concentras solo en el tráfico web PPC (Pago Por Clic). Al ignorar las otras fuentes de tráfico, es cómo construir castillos en la arena, porque en el momento que dejes de hacer PPC, tu tráfico se detendrá y se derrumbará.
¿Cuál es realmente el problema?
El problema que realmente tienen las personas que no generan tráfico web es, debido a la pereza y desidia. Es decir, no se ponen a trabajar, y también porque no invierten dinero. Es así de sencillo.
¿Cuál es la Gran Diferencia Entre el tráfico Gratis Vs el de Pago?
A parte de lo obvio, la gran diferencia radica en el tiempo. En el tráfico de pago los resultados se dan desde el primer día que se coloca la campaña de publicidad, incluso en horas. Sin embargo, los resultados esperados usando el tráfico gratuito, pueden durar varios meses, incluso años. Esa es la gran diferencia.
Entonces, ¿cómo se pueden acelerar los resultados con el tráfico gratuito?
La respuesta es muy simple. Entre más hagas, más pronto obtendrás resultados. Esto esta relacionado con la cantidad de trabajo que pongas en tu estrategia de marketing. Entre más trabajes, y materialices contenidos y técnicas de marketing, más pronto aparecerán los resultados que buscas.
Mis Conclusiones:
Si en tu caso el dinero no es problema, y necesitas obtener tráfico web de forma rápida. Entonces invierte en publicidad de pago. Sobre todo, en el PPC (Pago Por Clic), y todo lo relacionado con el SEM (Publicidad En Buscadores). Sin embargo, y muy importante. No te olvides de las demás fuentes de tráfico web.
Si, por el contrario, no tienes dinero (presupuesto) para invertir en publicidad de pago. Entonces, concéntrate en las diferentes fuentes de tráfico web gratuitas que he mencionado, sin dejar ninguna por fuera. La clave para obtener resultados rápidos estará en la cantidad de trabajo que le pongas.
De reina de las criptomonedas a cabeza de “los más buscados”
Ruja Ignatova, la empresaria que consiguió captar inversiones por más de 4.000 millones de dólares a través de OneCoin, está en busca y captura por Fraude y Lavado de dinero
Ruja Ignatova es una estafadora convicta búlgara-alemana. Conocida como la fundadora del esquema OneCoin.
Por Antonio Ortuño. El País.
Las criptomonedas representan una ilusión de riquezas instantáneas muy propia del siglo XXI. Dinero digital que puede adquirirse por centavos y venderse, a la vuelta de un tiempo, en miles: así se promueven. Son, de algún a manera, la actualización de la fiebre del oro o la nueva búsqueda de El Dorado. Algunos las consideran una herramienta para romper con la dominación de los grandes bancos y entidades financieras, puesto que solo la oferta y la demanda deciden las fluctuaciones de una criptomoneda, y no un Estado, banco central o compañía. Para otros, se trata de una burbuja especulativa más, una estafa para captar personas ambiciosas, pero cándidas, que guarda más de una similitud con los esquemas piramidales. No faltan en el tablero presidentes, como ocurre con el salvadoreño Nayib Bukele, que apuesten el destino de su Gobierno al éxito del bitcoin, la criptomoneda más conocida y popular. Y tampoco faltan historias turbias, como la de la ciudadana búlgaro alemana Ruja Ignatova, conocida como la “cripto-reina”, evadida desde 2017 y a quien el FBI colocó, la semana pasada, en lo alto de su lista de personas más buscadas, junto a varios narcotraficantes y homicidas de primer orden (la Europol había hecho lo mismo unas semanas antes).
A Ignatova se le acusa de fraude y lavado de dinero, pues fue la fundadora y cabeza de OneCoin, una criptomoneda lanzada en 2014 y que consiguió captar inversiones por más de 4.000 millones de dólares, según investigaciones de la cadena pública británica BBC, antes de que se hiciera evidente que no tenía manera de operar. Ignatova no se presentó en una reunión con promotores de su empresa que se realizaría en Lisboa, Portugal, en octubre de 2017. Días después, según consta en registros policiacos, abordó un vuelo rumbo a Atenas. Desde entonces no se sabe nada de ella. Las autoridades recibieron decenas de denuncias y se vieron obligadas a indagar. Dos promotores de la criptomoneda, por cierto, fueron encontrados muertos en julio de 2020 en Mazatlán, México. Se sucedieron también una serie de condenas para colegas suyos en lugares como Singapur y Estados Unidos.
Muchos de quienes invirtieron dinero en OneCoin fueron seducidos por la personalidad firme y carismática de su propietaria y convencidos por su currículo académico, que incluía un doctorado en Derecho por la prestigiosa Universidad de Contanza, en Alemania, ubicada en el estado de Baden-Württemberg, en donde Ruja se asentó desde niña, luego de que su familia migrara desde Bulgaria. La mujer aseguraba, además, haber trabajado en la prestigiosa consultora McKinsey e incluso haber cursado estudios en Oxford.
Lo que no sabían quienes le confiaron sus ahorros era que Ignatova contaba con un prontuario criminal previo. Ella y su padre adquirieron una empresa en 2012 y al poco tiempo la declararon en quiebra en circunstancias dudosas. Recibieron una condena de cárcel suspendida y una amonestación. De poco sirvió, porque en 2013 estuvo involucrada, en un papel principal, en una estafa con criptomonedas llamadas BigCoin y luego BNA. Ambas captaron una base de clientes provenientes de China y ambas colapsaron al momento del lanzamiento.
Ahí le nació a Ignatova la idea de OneCoin. Con notable cinismo, se presentó como creadora de un esquema novedoso en el mar de criptomonedas que comenzaron a brotar luego de Bitcoin y consiguió reunir un océano de recursos. Es muy recordada una presentación pública suya en la Wembley Arena, ante una multitud, en la que aseguró que OneCoin barrería a Bitcoin y los demás del mercado. Salió de allí ovacionada y millonaria.
Solo que no. OneCoin nunca operó, era imposible convertir la moneda en dinero real, y ni siquiera, según las autoridades, contaba con una blockchain, es decir, la estructura de datos segura que toda “cripto” necesita para funcionar, y que garantiza que no pueda ser falsificada o mal utilizada.
El hermano de Ignatova, Konstanin, uno de sus principales apoyos en la estafa, fue detenido en Estados Unidos en 2019 y alcanzó un acuerdo con los furiosos inversionistas de OneCoin para evitar una condena de hasta 90 años de prisión. Ruja, sin embargo, sigue evadida. Las teorías sobre su paradero son múltiples. Algunos la dan por muerta; otros piensan que se hizo cirugías estéticas y aún sigue allí, escondida y potencialmente lista para intentar un nuevo golpe.
“Soy catedrático de informática. Como mis colegas, sé que la tecnología de bitcoin es basura”
El profesor brasileño Jorge Stolfi ha firmado junto a 1500 expertos una carta al Congreso de EE.UU. sobre los riesgos de confiar ciegamente en las criptomonedas
Por Jordi Pérez Colomé. EL PAÍS.
El profesor Jorge Stolfi, durante una charla en un taller sobre matemáticas en Sao Paulo (Brasil) en 2018
Aprincipios de mayo Jorge Stolfi, catedrático de Ciencias de la Computación en la Universidad de Campinas (Brasil), puso este tuit en inglés: “Todo científico de la computación debería poder ver que las criptomonedas son sistemas de pago totalmente disfuncionales y que la “tecnología de blockchain” (también los “contratos inteligentes”) es un fraude tecnológico. ¿Podrían decirlo en voz alta?” Stolfi tiene ahora 9.400 seguidores. Entonces tenía menos. Para el discreto mundo de las ciencias de la computación, los 2000 retuits y 7000 likes que recibió le hicieron viral.
Stolfi decía algo que había repetido otras veces. Ni siquiera lo veía polémico. Pero el aparente “criptoinvierno” actual, donde bitcoin ha pasado desde noviembre de casi 60.000 dólares a 20.000, le dio vida. El tuit fue el impulsor de una carta que 1500 especialistas firmaron para el Congreso de EE.UU: “Escribimos para instarles a adoptar un enfoque crítico y escéptico con la afirmación de la industria de que los activos cripto son una tecnología innovadora que es indiscutiblemente buena”, decían. Entre los firmantes está el profesor de Harvard Bruce Schneier o Kelsey Hightower, jefe de ingeniería de Google Cloud.
En esta conversación por videollamada desde Campinas con EL PAÍS, Stolfi explica qué es lo que ve tan claro la comunidad informática, por qué funciona bitcoin como un sistema piramidal y cuáles pueden ser los motivos de su posible quiebra.
¿Por qué han decidido mandar la carta ahora?
La reacción habitual de mis colegas es: “La tecnología de bitcoin y blockchain no me interesa, tecnológicamente es basura, voy a seguir haciendo mi propia investigación”. El tuit despertó a esta gente.
Será basura, pero se invierten miles de millones de dólares en cripto.
Sí, y por eso igual la gente creyó que era importante firmar la carta. Por ejemplo, uno de los firmantes es un profesor de Berkeley. En su departamento, otro profesor tiene una empresa de blockchain. No sé cómo se ve desde fuera la política interna de las universidades, pero es habitual que los profesores no hablen en público sobre qué hacen otros colegas, incluso cuando es algo realmente malo.
Pero el otro igual sí piensa que blockchain es útil.
Bueno, tiene una empresa. No sé si cree en ella, pero está ganando dinero. Eso es un problema. Hay cientos de startups que hacen blockchain. Todas consiguen dinero, es su momento. Para la gente implicada en esos proyectos, es dinero. Es una motivación para creer en la tecnología.
¿De dónde se supone que viene el beneficio de invertir en bitcoin?
El único modo de sacar dinero de bitcoin es vendiéndolo a otra persona. Cuando lo haces, alguien acepta comprar tu bitcoin por ejemplo por 2000 dólares más. Si compras o vendes de otro inversor, eso no cambia el dinero total que hay: tú recibes el dinero que el otro pone. Pero si se lo compras a un minero, el dinero sale del sistema. Se puede computar el dinero que ha salido: unos 20.000 millones de dólares. Es la diferencia entre lo que han puesto los inversores y lo que han sacado. Es el tamaño de las pérdidas.
¿Es posible que como sociedad invirtamos millones en algo que no entendemos?
Es exactamente lo que pasa en la industria cripto. Muy poca gente parece saber que hay dinero que entra de inversores y dinero que sale para los creadores de varias de las trampas y mineros. Estos esquemas piramidales se derrumban cuando ya no hay más tontos a los que engañar.
Por eso dice que bitcoin no existirá en 20 años.
No me atrevería a predecir cuándo el suministro de gente tonta se acabe. No sabría poner una fecha para su final, pero llegará. No puede seguir así siempre, porque depende de más gente poniendo dinero que sacándolo. Eso nunca cambiará.
El esquema piramidal de Bernie Madoff duró 25 años. Aquello estaba oculto. Aquí todo el mundo puede ver cómo funciona.
Sí, es brillante. La información de que es un esquema piramidal está ahí, pero la mayoría de la gente que invierte no lo sabe. La gente dice que no es un esquema piramidal porque no hay una figura ni se esconde nada, pero las definiciones de los esquemas no requieren esas dos cosas. El único requisito es que los beneficios para los inversores lleguen de nuevos inversores.
¿Qué aconsejaría a gente que tiene dinero en cripto?
Vende si puedes y no mires atrás. Conozco personalmente a gente que ha vendido su casa para invertir en bitcoin.
¿Qué les dice?
No les digo nada. ¿Quieres que vaya y les diga que he oído que has invertido en bitcoin y eres tonto?
En la carta dicen que no ayuda a la gente común.
Como todos los esquemas piramidales no hay manera de saber cuándo explotará. Está garantizado que la quiebra ocurrirá antes de que la mayoría de gente se dé cuenta. Son los que perderán dinero. Siempre habrá inversores más pequeños dispuestos a comprar, que serán los perdedores. Hay al menos 10 millones de personas que han invertido y siguen invirtiendo en bitcoin, según algunas estimaciones.
¿Y si no se terminara nunca el suministro de tontos? ¿Ya no sería un esquema piramidal?
Puede decirse lo mismo de cualquier esquema piramidal. Como las estafas de los príncipes nigerianos, tienen como objetivo gente que no lo entiende. Es como la lotería. Es estúpido porque solo un 40-50% del dinero que la gente pone en el juego vuelve como premios. Matemáticamente no tiene sentido: la gente pone dinero y sacará menos dinero. Más que esperar a que el suministro de bobos se acabe, pueden pasar dos cosas: uno, las autoridades regulatorias pueden cerrarlo porque es una estafa piramidal, o dos, entidades como el FBI pueden pararlo porque no sigue las normas de blanqueo. No sé cuál pasará primero.
Las razones del tuit original
En el tuit original dice dos cosas. Primero, que las criptomonedas no sirven para pagar. ¿Por qué?
No tienen comparación con sistemas de pago como tarjetas de crédito o Paypal. Bitcoin tiene un límite de cuatro transacciones por segundo. Visa hace 10.000 por segundo. Bitcoin no llega a 400.000 en un día y hay 4 millones de personas usándola: eso implica un pago por usuario cada 10 días. No puede ser un pago comercial significativo.
Y segundo: blockchain es un fraude tecnológico.
Porque promete hacer algo que realmente no puede cumplir y, aunque pudiera, no es algo que sea útil para construir sistemas reales. Promete una base de datos descentralizada donde varias organizaciones puedan contribuir a prueba de alteraciones: no es posible borrar ni cambiar, solo añadir. Pero eso se ha usado desde siempre. Un gran banco o un sistema crítico deben tener una base de datos así por varias razones: si el sistema se estropea, debes ir hacia atrás y ver qué pasó, por ejemplo. La gente sabía hacer bases de datos distribuida durante años.
¿Y la descentralización?
Es lo único que blockchain podría aportar: la ausencia de una autoridad central. Pero eso solo crea problemas. Porque para tener una base de datos descentralizada debes pagar un precio muy alto. Debes procurar que todo los mineros hagan “pruebas de trabajo” o de “participación”. Lleva más tiempo. Tampoco es tan segura porque en el pasado ha habido ocasiones donde han tenido que rebobinar varias horas para eliminar transacciones malas, en 2010 y en 2013. Las condiciones que permitieron rebobinar siguen ahí. Hay un pequeño grupo de redes a los que se puede llamar para rectificar. Por eso es un fraude: promete hacer algo que la gente ya sabe hacer.
Pero permite evitar un gobierno o banco central.
Bitcoin tiene seis redes que controlan el 80% del poder de minería. Por tanto, pueden controlar lo que entra en los bloques. Eso no es lo que Satoshi [creador de bitcoin] imaginó, que era que el poder estuviera repartido entre cientos de miles de mineros anónimos e independientes y que por tanto no pudieran confabularse.
¿Satoshi no era tan listo?
A principios de los 90, científicos de la computación ya demostraron que no podías tener un sistema de pagos descentralizado. Su idea era que una red de voluntarios asumiera los costes. Probaron que no podía haber una red descentralizada porque si la mitad de voluntarios era deshonesta podía sabotear el sistema y prevenir que hubiera consenso del estado de las cuentas: la mitad de la red podía pensar que Alice había pagado a Bob y la otra mitad que Alice había pagado a Charlie. Pero los ciberpunks, la comunidad que sueña con construir una sociedad en internet fuera del alcance de los gobiernos, seguían ilusionados con algo así porque era esencial para que funcionara su sociedad: un modo de pagar sin depender de bancos que pudieran ser controlados por gobiernos.
Y llegó Satoshi.
Satoshi creyó que había encontrado una solución. Era brillante de algún modo porque dijo: intentemos construir una red a partir de cabrones egoístas codiciosos a quienes solo les preocupa el dinero. Así cualquiera que quiera dinero querrá cumplir las reglas. Si un minero trata de sabotear, no ganará nada.
¿Qué calculó mal?
Dos cosas. Uno, que minar en lugar de distribuir entre miles de voluntarios anónimos no acabara en un grupo de redes enormes. Él no imaginó esas redes al principio, que aparecieron en 2010 o así. La situación con la que hemos acabado es que todas las criptos son parecidas: un pequeño grupo de mineros que controla redes y la mayoría del poder. La segunda cosa es que creía que la inflación era mala. Puso un límite para que no hubiera inflación. Pero ya en 2009 el primer usuario de bitcoin después de Satoshi vio que lo mejor era conservarla porque iba a ser más valiosa en el futuro. En lugar de una moneda se convirtió en algo que invertir y conservar. Eso es terrible para el dinero. Si la gente mantiene el dinero bajo el colchón hay menos en circulación, el valor sube. Pero si alguien decide vender un puñado, el valor se desploma. Es lo que hemos visto desde 2009, sube y baja, lo que la convierte en inútil como divisa de comercio. No puedes vender algo en una moneda que pierde 10% de su valor unas horas después de recibirlo.
¿No podría ser como el oro?
El oro también sube y baja, pero en escalas de años. No tan rápido como bitcoin. El oro es un metal que tiene una demanda fija para joyería y otras aplicaciones. Incluso si nadie invirtiera en oro, tendría un precio determinado. Bitcoin no tiene este tipo de demanda.
Las cripto no funcionan bien como una moneda excepto que seas un criminal.
Es el único sistema digital que no sigue las normas de blanqueo de capitales. Por eso lo usan los criminales. Una vez has pagado, no hay manera de que la víctima pueda cancelar el pago y recuperar el dinero, ni siquiera el gobierno puede hacerlo fácilmente. Es anónimo y cuando un hacker cifra tus archivos, no tiene que entrar en tu sistema directamente, donde dejaría rastro. Tiene botnets, computadoras que ya ha hackeado, así que rastrearle es difícil. Con bitcoin solo se paga a una cierta dirección en blockchain y nada la une con el hacker. El pago puede quedarse ahí durante años. El criminal no tiene que interactuar con el sistema y puede esconderse de la policía.
¿Qué le parece la Web3?
Web3 básicamente trata de usar blockchain para hacer todo tipo de cosas que internet ya tiene: foros, mail, servicios. Como la tecnología blockchain no tiene nada nuevo que ofrecer, ni cumplir lo que promete, Web3 es charlatanería, un fraude tecnológico igual que blockchain. No hay nada nuevo.
¿Y los famosos NFT?
Una manera de pensar en los NFT es como una criptodivisa que tiene solo una moneda que no puedes dividir. Así, el mercado de NFT es igual al de las cripto, solo que hay solo un vendedor y un puñado de compradores. El precio de un NFT es indefinido porque no hay un mercado. El propietario de un NFT puede decir que lo vende por 1 millón de dólares. Si alguien se lo compra el precio será de 1 millón de dólares. Pero después de eso ya no sabremos el precio porque no sabemos si habrá un segundo tipo dispuesto a comprarlo por 1 millón. Cada NFT es un archivo digital que es una obra de arte. Pero no tiene mucho sentido porque no puedes ser propietario de un archivo digital igual que una pintura o una casa o un objeto físico. El objeto físico puede estar solo en un lugar. En cambio, el archivo digital puede estar en mil lugares y las copias no son copias, son exactamente iguales que el original.
Los NFT, ¿un fiasco?
¿Qué peligros tiene?
El problema del copyright en archivos digitales es que no funciona igual. Los NFT incluyen un hash, que es una especie de numeración que sirve de resumen mágico único del archivo. Pero eso no establece tu copyright, sino que te da la propiedad de ese archivo específico. Pero si cambias un simple bit en la imagen obtienes un hash distinto y entonces no tienes ningún modo automático de decir que uno es copia del otro. Tú haces copyright de una imagen específica, pero cualquier imagen suficientemente similar a la original se considera cubierta por el copyright. ¿Quién decide que dos imágenes son suficientemente iguales?
La historia de Carlos Atachahua, el narco que simulaba ser albañil y construyó un imperio global desde Caballito
Nacido en Perú, de extremo bajo perfil se convirtió en uno de los principales narcos de Buenos Aires. Blanqueó sus ganancias con la compra de 31 propiedades en la ciudad; sus contactos con la mafia italiana ‘Ndrangheta, el crimen de su delator y su escape en Montevideo
Por Iván Ruiz.
Carlos Atachahua Espinoza no paseaba en Mercedes Benz ni exhibía sus lujos en Instagram. Tampoco usaba remeras Armani, como muchos de sus colegas. Nada de eso le hizo falta para convertirse en uno de los más importantes narcotraficantes de Argentina.
Nacido en Perú, hoy de 52 años, Atachahua estilaba vestirse con ropa de obrero. En una ocasión, se sentó a tomar un café en un bar sobre la avenida Santa Fe enfundado en un overol manchado de pintura. Pasaba desapercibido, como si fuera un albañil más de las casas de la zona. Su ropa estaba sucia porque iba a picar paredes de un departamento cercano para esconder lingotes de oro en sus tuberías según le contó a Diego Guastini, su contador.
El narcotraficante había cedido uno de sus departamentos a una pareja de ancianos con el único objetivo de darle apariencia de normalidad a ese búnker de oro, que se habría escondido tras los cimientos del edificio, relató el contador ante la justicia. El propio Guastini había tenido que cruzar la frontera para comprar los lingotes en Montevideo, porque la demanda del peruano era tan alta que ya no conseguía en el mercado local. Pero las autoridades nunca pudieron encontrar el oro en las decenas de allanamientos que ejecutaron cuando lo detuvieron.
Atachahua, el anti-narco, supo construir desde las sombras un imperio que se derrumbó por la confesión de su contador, un arrepentido que terminó asesinado a tiros en Quilmes en 2019. Su negocio llegó a facturar USD 6 millones cada tres meses y blanqueó, por lo menos, USD 35 millones, según información oficial. Un traficante meticuloso y obsesivo, diseñó un modelo de narcotráfico que desde Buenos Aires expandió sus tentáculos por toda Sudamérica, para llevar la cocaína hasta Europa, donde tejió conexiones con la mafia italiana ‘Ndrangheta.
Infobae reconstruyó junto al centro periodístico Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) cómo sus camiones salieron desde Buenos Aires para atravesar toda América del Sur y luego confluir los puertos de Brasil y Uruguay. Pero también se revela por primera vez su estrategia de lavado de dinero a través de envíos de remesas internacionales y mediante la compra de 31 propiedades en Buenos Aires, muchos de ellos en Caballito.
Tanto Atachahua como su mujer, que fue procesada en noviembre de 2021, están ahora detenidos con prisión domiciliaria en un palacete sobre la avenida Pedro Goyena, a la espera del juicio oral, tras una investigación realizada por la Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR). Pero su historia en Buenos Aires empezó hace dos décadas. Desembarcó primero en el mundo de las casas de cambio del microcentro, donde empezó a tener contacto con el dinero en efectivo.
El know-how sobre el tráfico ilegal era una herencia familiar que reactivó cuando comenzó con el comercio minorista de drogas en el sur de la ciudad de Buenos Aires, según consta en el expediente judicial. Pero las ganancias se multiplicaron cuando se enfocó la exportación de cocaína. El bajo perfil y su metodología estratégica dieron su resultado. “Siempre decía que una persona tiene que conocer hasta el 20% de la operación, que si sabía más del 20 era riesgoso, incluso que hasta si su mujer sabía más que eso”, confesó su contador, convertido en informante de la Justicia, asesinado por sicarios en Quilmes en 2019, un crimen irresuelto hasta hoy.
Atachahua solía presentarse ante las inmobiliarias locales como ingeniero en fluidos de una universidad de Lima, aunque nunca había pisado una facultad. Guastini aseguró que Atachahua quería dejar sus vínculos con el narcotráfico y transformarse en un empresario del real-state en Buenos Aires. A medida que los millones ingresaban, él compraba propiedades en distintos lugares de la ciudad, pero también en otros países como Perú, según pudo reconstruir esta investigación. Una docena de propiedades en Caballito, el barrio donde vivía, fueron sus principales operaciones de blanqueo.La adquisición más llamativa fue la del estacionamiento de la calle Rosario 740, junto al Bingo Caballito, que se pagó USD 5 millones en cash, según consta en el expediente judicial.
Durante años, la táctica de Atachahua funcionó: logró mantenerse por debajo del radar y dirigió sus operaciones durante más de una década, con conexiones en España, Uruguay, Chile, Brasil, Bolivia y Canadá, según su relató contador. El grupo de medios de comunicación que elaboró esta investigación contactó a Atachahua a través de su abogado, pero rechazó responder las preguntas enviadas por los periodistas.
Complicidad uruguaya
Las primeras alarmas se encendieron en Montevideo. La policía uruguaya abrió una investigación por narcotráfico en noviembre de 2012 contra la banda de Atachahua tras una denuncia anónima. Informados de que extranjeros buscaban introducir un cargamento de droga de Argentina a Uruguay. Así, arrestó a varios sospechosos que dejaron entrever la red global que había detrás de ese cargamento.
Atachahua y Guastini lograron escapar, pero hay videos de sus encuentros con los detenidos. Infobae logró detectar su salida de Uruguay: su Renault Megane que cruzó la frontera en el puente de Fray Bentos a las 1.13 de la madrugada del 24 de noviembre de 2012, según registros oficiales.Las autoridades uruguayas consultadas aseguran que el italiano Pisano tenía un acuerdo con un traficante uruguayo para mandar la droga, que supuestamente había proveído el peruano, para salir desde el puerto de Montevideo rumbo a Calabria.
Pero Atachahua tuvo suerte. La policía uruguaya no compartió la información a sus pares argentinos, dijeron desde los tribunales de Montevideo. Una fuente policial uruguaya consultada por OCCRP que conoció el caso dijo que “no confiaban” en la Policía Federal en ese momento porque “no se cumplieron varias órdenes en esa operación”.
Guastini aportó otro indicio en su confesión a la PROCUNAR: indicó que habían logrado intimidar a los testigos del expediente uruguayo para que no se presentaran a declarar en una audiencia clave, lo que afectó aún más la investigación judicial. Tras un cambio de fiscales, señaló el contador, la causa contra ellos se “paralizó” y no prosperó. Tras este episodio, Atachahua se mantuvo por fuera del radar algunos años, a pesar de que fuentes afirman que la DEA, la agencia antidroga de Estados Unidos, recibía información sobre sus operaciones.
Las relaciones con el crimen organizado fue una herencia para Atachahua. En Huánuco, una ciudad en el centro de Perú, aprendió la inteligencia criminal de su familia, que estuvo por décadas involucrada en el negocio de las drogas. Tuvo su primer roce con la ley en 1999, cuando fue arrestado y condenado a nueve años de prisión en su país natal por tráfico de drogas, después de que encontraran cocaína en su coche.
El peruano fue detenido en octubre de 2020
Tras ser liberado, se mudó a Buenos Aires mediados de los 2000. Fijó domicilio en Caballito, donde comenzó vendiendo drogas a nivel barrial, pero pronto amplió sus horizontes. Guastini explicó a las autoridades cómo su jefe se relacionó con colombianos, uruguayos, chilenos e italianos, todos con sus propias rutas de tráfico establecidas, en un esfuerzo por “corporativizar” su negocioy sacarlo de los barrios marginales. Los datos migratorios recopilados en esta investigación respaldan este relato y muestran que en diciembre de 2002 el ambicioso Atachahua ya viajaba a Brasil y Chile.
La cocaína se movía por tierra a través de Sudamérica con camiones que transportaban productos como bananas o artículos de aseo. Los paquetes se introducían en compartimentos secretos del chasis y lo inyectaban con poliuretánica expandible, relató Guastini. Podía hacerlo con toda la tranquilidad: entre las propiedades que la justicia le atribuye había camiones y depósitos para el cargamento de los mismos en la zona norte del conurbano.
Los camiones de Atachahua evitaban los puestos de control, aunque eso incluso lo obligara a planear viajes más largos. No tenía ningún apuro. En algunas ocasiones una sola operación podía demorar hasta 40 días -agregó Guastini cuando lo delató- con cargamentos que recorrían rutas sinuosas hacia Brasil y otros lugares para, luego, ser enviados por mar hacia Europa.
Guastini afirmó que Atachahua “nunca habían tenido una sola pérdida” en 23 años de negocios. Era normal que siguiera sus envíos alrededor del mundo, organizando citas para conocer compradores y comunicarse con contactos del bajo mundo. Registros de inmigración de Argentina y Perú analizados por Infobae muestran que usó al menos ocho pasaportes o documentos de identidad nacionales en sus viajes por tierra y aire.
Registros migratorios argentinos muestran que entre 2008 y 2020, Atachahua salió y entró al país más de 200 veces, casi dos tercios de las veces para ir a Perú. También viajó 18 veces a Canadá, donde vivía su hija. Los documentos peruanos prueban que salió 290 veces del país entre 2002 y enero de 2020, 132 fue a Argentina y también registra varios desplazamientos a Panamá.
Según las autoridades argentinas, su hija empezó a recibir donaciones ficticias de sus padres cuando cumplió 18 años en 2012. Estas transacciones, apuntan las autoridades, fueron pensadas para “quitar esa sombra” de sus activos que habían sido blanqueados. Los Atachahua también hicieron donaciones a una exclusiva escuela secundaria en Columbia Británica, Canadá.
Una máquina de lavado
Después de entregar su cocaína en Europa, Atachahua tenía que traer sus ganancias a Sudamérica. La ex ministra de Seguridad, Sabina Frederic, dijo que el peruano había blanqueado USD 35 millones en la última década cuando lo detuvieron, pero ese número podría ser mucho mayor si se tienen en cuenta sus ingresos y que, además, la estrategia de lavado no sólo se ejecutó en Argentina.
La primera dificultad era traer el efectivo desde Europa. La banda usó mulas en algunos casos puntuales para mandar el efectivo a Buenos Aires y Lima en equipajes de mano en vuelos comerciales. Pero tras algunos inconvenientes, como una detención de mulas en Barcelona, dejó de ser la estrategia más utilizada. El presunto jefe narco había organizado una estrategia virtual: los billetes pasaban por casas de cambio de divisas en Italia, la clave de esta operación.
El contador Guastini relató que recogía personalmente el dinero en efectivo en España antes de llevarlo al norte de Italia en un auto alquilado. Allí le entregaba el dinero a Héctor Valdivia Chávez, un peruano instalado en Milán que dirigía la casa de cambio Chavin Cash, cerca de la estación de tren Milano Centrale. Cuando miles de inmigrantes mandaban, de manera legítima, dinero para ayudar a sus familias desde Italia a Perú, Valdivia le añadía uno o dos ceros a la cantidad enviada. Guastini, según el expediente penal argentino, daba a Valdivia un contacto en Lima que podía retirar el dinero extra.
Guastini agregó que Gomer River Cortez, dueño de la casa de cambio Mister Dólar en Perú, recibía el dinero en el otro extremo de la cadena. En 2017, River Cortez fue sancionado por fraude y por no aplicar procedimientos para detectar transacciones sospechosas. Contactado por teléfono para esta investigación, negó conocer a Atachahua o a Guastini. “Acá llega todo tipo de personas con dinero a cambiar, a querer cambiar dólares”, dijo.
Expertos consultados por Infobae en Uruguay y Perú indicaron que para que este tipo de estafas funcionen, las casas de cambio tienen que estar en connivencia. También sugirieron, incluso, que es posible que el destinatario que recibiera el dinero ganara un porcentaje de la plata que se movía.
Una porción del dinero era blanqueado en Perú, pero la principal parte tenía que llegar a Argentina, donde los Atachahua extendieron su imperio de real-state hasta adquirir, mediante empresas de papel, 31 inmuebles, según la investigación que lideró el fiscal Diego Iglesias, titular de la Procunar. El dinero habría llegado desde Lima hasta Buenos Aires a través del mismo circuito que recorría la cocaína. Como ocurría con la droga, los camiones recorrían medio Sudamérica con millones de dólares ocultos en su chasis, según relató Guastini.
El dinero se lavaba a través de cuatro empresas creadas por la organización, con testaferros que luego compraban estacionamientos y propiedades inmobiliarias. Según las autoridades, la esposa de Atachahua, Maribel del Águila Fonseca, eran parte del esquema, por eso fue detenida y procesada en noviembre de 2021, luego de haber estado prófuga más de un año.
La familia también parece haber invertido dinero en la industria de las gasolineras en Perú, que solían estar ubicadas en las mismas rutas que recorrían sus camiones. En la región amazónica de San Martín, los Atachahua constituyeron la empresa de venta de combustible NCN S.A.C, con sucursales en las provincias norteñas de Rioja, Moyobamba y Mariscal Cáceres. La gerente general de la compañía es Neddy Luz Atachahua Espinoza, la hermana de Atachahua.
Los trabajadores con los que hablaron los reporteros dijeron que las operaciones del día a día estaban a cargo de administradores externos y que la hermana de Atachahua rara vez los visitaba.
La caída de Atachahua
La rutina se repetía en cualquier lado. Atachahua caminaba sin parar sobre los pisos acerados del aeropuerto de Ezeiza o en las calles oscuras de Caballito. Como sabía que era observado, había ajustado sus protocolos de seguridad meses antes de su detención, en octubre de 2020. La situación había empeorado desde 2018, cuando Guastini fue desplazado dentro de la banda y, entonces, comenzó a colaborar con la Justicia argentina.
Cada vez que llegaba a Argentina por el aeropuerto de Ezeiza, daba vueltas en las instalaciones por al menos una hora para perder a los agentes de inteligencia. “Siempre lograba escabullirse. No lo podían seguir”, señaló una fuente cercana al caso.
El peruano podía comprarse el último modelo de teléfono celular. Pero no. Obsesivo de su seguridad, salía cada noche a caminar por el barrio de Caballito para esconderse en locutorios que sólo usan sus compatriotas. Sus llamadas sobre negocios nunca fueron interceptadas por las autoridades, informaron desde Tribunales.
Eran meses intensos. Guastini había sido asesinado a tiros en octubre de 2019, pocos días después de hablar por tercera vez con las autoridades sobre Atachahua. Una camioneta Toyota se interpuso en el camino del Audi A4 mientras el contador conducía por Quilmes. Un sicario en una motocicleta le disparó tres veces y Guastini murió poco tiempo después en un hospital cercano.
Atachahua no fue acusado por el asesinato, que también tenía vínculos con otros grupos criminales. Hasta el momento, ni siquiera enfrenta cargos por narcotráfico en Argentina; sólo es acusado por lavado de dinero.
Pero su suerte se acabó. Atachahua fue finalmente arrestado por cargos de lavado de dinero en Argentina en octubre de 2020, dos años después de que su antiguo contador empezara a colaborar con la Justicia y entregara muchos de sus secretos. Justo antes de la captura de Atachahua, su esposa Maribel -en ese momento prófuga y con orden de captura internacional- logró viajar a Perú. Volvió a Argentina en octubre de 2021 y afirmó, tras ser arrestada, que se había ido a visitar a sus padres enfermos.
Pero las redes internacionales reconstruidas por Infobae y OCCRP todavía están fuera del foco de las autoridades. Fuentes italianas indicaron que no han investigado ni a Atachahua, ni a Guastini, ni a Valdivia, el compatriota de Atachahua que controla la casa de cambio en Milán. En España, donde Atachahua supuestamente realizaba parte de sus negocios, tampoco hay indagaciones sobre su caso, indicaron fuentes policiales. Las autoridades peruanas, por su parte, señalaron que no tienen información sobre Valdivia o las transacciones que Guastini supuestamente realizó para la banda criminal.
De hecho, ni siquiera existen antecedentes penales de Atachahua en Perú. Un fiscal peruano que la ley de ese país permite borrar de los registros a las personas que ya han cumplido una condena, para que se puedan reinsertar en la sociedad. La hija de Atachahua fue interrogada cuando viajó a Argentina en 2020. No le impusieron restricciones a su libertad, pero le prohibieron salir del país.
En su declaración, la esposa de Atachahua manifestó que era la primera vez que estaba “vinculada a un expediente judicial”. El grupo “no era una banda ni una asociación ilícita”, dijo. “Somos una familia”.
Visualización de datos: Andrés Snitcofsky
Participaron de esta investigación internacional Miguel Gutiérrez (El Comercio), Gabriel Di Nicola (La Nación), Guillermo Draper (Búsqueda), Cecilia Anesi (IrpiMedia), Milagros Salazar (Convoca), Gonzalo Torrico (Convoca), Daniela Castro (OCCRP), Nathan Jaccard (OCCRP), y Romina Colman (OCCRP)