Esquema Ponzi catalán

enero 15, 2020 · Imprimir este artículo

El madoff catalán, estafador por “obligación”

Antonio Mas: “Nadie en 12 años se ha dignado a llamar a Coca-Cola o a Repsol. En el momento que uno solo hubiese llamado a uno de esos clientes, hubiese saltado todo”


Por Carlota Guindal.

Antonio Mas estafó cerca de 300 millones de euros a miles de inversionistas durante una década. Sus principales perjudicados fueron miembros de la burguesía catalana, empresarios, dueños de sicavs, altos cargos de inmobiliarias, deportistas o ricos de cuna. También de otros lugares de España. Vieron el negocio de Publiolimpia, una empresa que ofrecía una alta rentabilidad, que a veces superaba el 12% de beneficio, por espacios publicitarios. El negocio era sencillo y rentable. El único problema es que era un fraude. Cuando la gran mentira se hizo insostenible, el propio Mas acudió a los Mossos d’Esquadra a autodenunciarse. Se había tirado a una “piscina sin agua”, como él mismo reconoce, y finalmente se había estrellado.

La farsa no se sostuvo. Era una estafa piramidal de libro. Decía tener espacios con empresas de comunicación, como Mediaset o Atresmedia, que a su vez ofrecía a grandes clientes. Repsol, Coca-Cola, Samsung, Hawuei, Nintendo, o Movistar, entre otros. Lo que se le ocurriera. Daba igual e nombre de los clientes porque eran falsos.

A los inversores se les iba pagando sus beneficios con la entrada de más dinero de nuevos inversores. El negocio iba bien mientras seguía habiendo flujo de dinero. Una vez que se frena o algún inversor reclama recuperar toda su cantidad, el castillo de naipes se hunde. Y eso fue lo que ocurrió.

“Me amenazaron”

Él mismo se lo ha relatado detalladamente al juez de la Audiencia Nacional Alejando Abascal, que le tiene investigado por los delitos de estafa y blanqueo de capitales, en una declaración a la que ha tenido acceso La Vanguardia. El fiscal inició su interrogatorio con una pregunta sencilla. ¿Por qué lo hizo? El dueño de Publiolimpia, más conocido como el ‘madoff’ catalán por la gran estafa cometida, se justificó: “No paraban de atosigarme, de amenazarme, no paraban de presionarme muchísimo, y al final me vi obligado a cometer toda una serie de irregularidades que conllevaron a toda esta situación que nos encontramos ahora”.

Segunda pregunta obligada. ¿Quién le amenazó? “Luis Pascual Franquesa y Carlos Campdelacreu”. El primero es el hijo del famoso juez condenado por corrupción Luis Pascual Estevill. Antonio Mas, inició su vida profesional como técnico de RTVE. Decidió montar una empresa, Ata Producciones, y fue en ésta donde se asoció con los dos anteriores. De golpe y porrazo empezaron con inversiones muy grandes de dinero.

Sete Gibernau como inversor

Uno de sus inversores era Sete Gibernau, el corredor de motos. Estaba en un proceso de separación con su esposa, y lo que intentó de alguna manera es esconder su dinero. Mi sorpresa fue cuando un día apareció Luis Pascual y me dijo que tenía 11 millones de euros para invertir”, relató Mas al juez el pasado 3 de diciembre.

Sete Gibernau en el Circuito de Catalunya, en junio de 2015
Sete Gibernau en el Circuito de Catalunya, en junio de 2015 (GTY)

A raiz de esa inversión, sus dos socios le reclamaron 18 millones de euros. “Recibo la visita de dos sicarios en mi despacho. Venían de una oficina de reclamaciones de impagados desde Colombia”, explica. “Me pusieron un cuchillo aquí y apretaron de lo lindo. Afortunadamente el cuchillo no traspasó nada más, aparte de pegarme cuatro mamporrazos, tirarme al suelo y ya está. Me dijeron, ‘te vamos a matar si no pagas, los 18 millones, mañana venimos a buscarlos’”.

El origen: 18 millones de deuda

Fue entonces cuando creó Publiolimpia. Su único fin era captar inversores para, con su dinero, pagar la deuda con sus dos socios. Necesitaba 18 millones de euros.

En un escrito de la Fiscalía, que consta en el sumario judicial al que ha tenido acceso este diario, se detalla cómo Mas “para saldar la deuda con los primeros inversores y poder pagarles los intereses pactados, el investigado fue recurriendo a nuevo capital, lo que le supuso cada vez un mayor endeudamiento hasta que para poder continuar con su actividad empresarial simuló de la forma relatada que su empresa gestionaba espacios publicitarios”.

“De esta forma, el investigado sería autor de una estafa piramidal y falsedad documental que habría afectado a numerosos grupos de inversores, tras los que encontramos miles de perjudicados en todo el territorio nacional y algunos en el extranjero, ascendiendo el perjuicio causado a centenares de millones de euros, -sin perjuicio de que siendo muchos de dichos inversores extranjeros que operarían desde paraísos fiscales, dicha operativa también implicaría la comisión de delitos contra la Hacienda Pública y blanqueo de Capitales”, recoge.

“No he ganado nada”

El negocio se le fue de las manos. Él reconoce que ingresó 200 millones de euros, aunque la Fiscalía cifra la estafa en cerca de 300 millones. Sin embargo, sostiene que devolvió 198 millones a los inversores. “El único capital que había está bloqueado en las cuentas. 860.000 y 750.000 euros. Yo no he ganado nada”, espetó en su interrogatorio. Aseguró que no tiene yates y que vive de alquiler. Según él, no tiene nada.

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Mas reconoce que falsificó contratos con grandes compañías. Se lo inventó. El dinero se quedaba en la cuenta y no se movía. Nunca fueron a ninguna campaña de publicidad porque no existían. Ha tenido conocimiento a posteriori, que detrás de esos grupos de inversión “son gente de muy altísimo nivel”. Pero, a su juicio, de ellos también es la culpa: “Nadie en 12 años de todos los que están aquí representados se ha dignado a llamar a Coca-Cola, nadie, o a Repsol, nadie. Nadie. En el momento que uno, uno solo, hubiese llamado a uno de esos clientes, hubiese saltado todo, nadie. Y hay gente…”, advirtió a todos los abogados presentes en su interrogatorio.

Tres años de investigación

(LVE)

La Audiencia Nacional acaba de reactivar esta investigación, después de que se iniciara en 2017, tras la denuncia puesta por el propio Antonio Mas contra él mismo. El asunto arrancó en el Juzgado de Instrucción número 31 de Barcelona pero debido a las grandes cantidades presuntamente estafadas se trasladó a la Audiencia Nacional. En la firma de uno de sus negocios, mientras esperaba en la notaría, esperó sentado “porque en cualquier momento yo estaba seguro que o iba a aparecer la policía o algo. Era inaudito lo que estaba pasando”. Él mismo reconoce al juez que la estafa era clamorosa. Falsificó la firma de sus clientes, como por ejemplo de Repsol, para seguir con aquella mentira.

El llamado ‘madoff’ catalán relató cómo su negocio era, de cara al exterior, un gran éxito. De ahí, que una empresa dedicada a la gestión de facturas, Finalter, se puso en contacto con él para ofrecerle una línea de crédito de 50 millones de euros. “Ese tema es realmente esperpéntico”, recordó a preguntas del fiscal, a quien quiso detallarle milimétricamente lo que ocurrió con esa empresa.

Un negocio “inviable”

Era 2015, dos años antes de que saltara el escándalo, y un responsable de aquella empresa le ofreció hacer negocios juntos. “Me dijeron, nosotros te podemos ofrecer financiación para el descuento de facturas. Evidentemente cuando me hablan de descontar facturas como no son reales no le puedo llevar una factura a descontar”, explicó.

Según apuntó, inicialmente rechazó el negocio porque parte del contrato era el deber de enseñar al cliente la factura que después sería gestionada por esa empresa. Esas facturas, como él mismo reconoce, no existían porque no había negocio, así que era “inviable”.

Sin embargo, todo cambia cuando se ve en la tesitura de tener que devolver a un inversionista de Publiolimpia 300.000 euros. “Me veo agobiado porque tengo unos vencimientos de unos inversionistas que no puedo atender, no tengo capital. Ante esta situación me lanzo a la piscina sin agua, por así decirlo”.

“Falsifiqué las firmas”

Lo primer que hace es falsificar una factura de Repsol y enviársela a Finalter. “Yo evidentemente sólo pensaba que en cualquier momento iban a llamar diciendo ‘oye de que va estar historia’. Y no, no. No solo no llaman, sino que me convocan en una prestigiosa notaria de Madrid a firmar el primer contrato. Me mandan la primera adenda famosa donde el cliente tiene que firmar reconociendo que ha recibido la factura. Evidentemente falsifico esa firma. Y se la vuelvo a remitir a ellos”, recuerda.

Les prometo a todos los que esta aquí que no entendía nada de nada. Me voy para Madrid. Tengo en mi mano la factura y la adenda modificada, falsificada, bueno firmada por mi. Me siento en la puerta de la notaria porque en cualquier momento yo estaba seguro que o iba a aparecer la policía o algo. Era inaudito lo que esta pasando”.

Esta estafa dejó un listado de afectados, que se agrupan en diversos grupos de inversores, como el grupo San Martí, el grupo Boceta Villagrá, grupo Danta, grupo Hortalá, grupo Gonzalbo, grupo Vitaly, grupo Capdevila o grupo Calber, ente otros.

Ocultación de fondos

La suma actual de afectados de forma directa e indirecta sería, según la Fiscalía, de aproximadamente unos 1.120 afectados, repartidos entre Catalunya, Valencia, Madrid, Asturias, Aragón, Navarra, Islas Baleares, Andalucía y Galicia. Así mismo, el Ministerio Público cuenta con información de que podría haber víctimas de otros Estados como Andorra, Reino Unido, Suiza, Francia o Luxemburgo.

A pesar que fue el propio Antonio Mas quien decidió dar el primero paso y denunciar la estafa que había montado, diversos oficios de los Mossos detallan que a pesar de su confesión, “lejos de colaborar con la Justicia y tratar de reparar el daño causado, ha seguido disponiendo de los fondos obtenidos fraudulentamente en su propio beneficio valiéndose, para ello, de diferentes sociedades en las que no constaba él personalmente como administrador de las mismas”.

Fuente: lavanguardia.com, 15/01/20.

Más información:

Ponzi, Madoff, Blaksley: Variaciones de la estafa piramidal

Eugenio Curatola: El Madoff argentino

R. Allen Stanford es condenado a 110 años de prisión

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