Los riesgos del sedentarismo
noviembre 15, 2018 · Imprimir este artículo
El sedentarismo y sus malas consecuencias
Las comodidades de la sociedad actual y el apego a la televisión y la computadora impiden que se realice el ejercicio necesario para una vida saludable.
De acuerdo con una investigación realizada en países europeos durante el curso de más de una década, el sedentarismo es causa de enfermedades que provocan el deceso de 600.000 personas en el curso de un año, lo que representa el doble de los fallecimientos que origina la obesidad. Ese estudio ha sido dado a conocer recientemente en el prestigioso American Journal of Clinical Nutrition.
El sedentarismo es un hábito caracterizado por la escasa o nula actividad física en la vida cotidiana, lo cual pone al organismo en un estado de vulnerabilidad propicio para ser afectado por diversas enfermedades.
El riesgo de convertirse en sedentario ha ido creciendo con los avances de la sociedad urbanizada y, especialmente, con la tecnificación de los servicios de los que dispone el habitante de las ciudades, a fin de ahorrar tiempo y esfuerzos físicos, como ocurre con el empleo de los medios de transporte en cortas distancias o el uso del ascensor en lugar de las escaleras, aunque sea por pocos pisos. Últimamente, la omnipresencia de la TV, la computadora y los juegos a los que son tan afectos los chicos y los adolescentes fomentan, además, la aparición del sedentarismo a muy tempranas edades.
Las consecuencias de ese «ahorro» de movimiento y esfuerzo se concretan especialmente en un insuficiente «gasto» de las sustancias grasas que se ingieren y que se van almacenando en distintas partes del cuerpo, como ocurre con el abdomen, cuyo aumento revela el sobrepeso que se va acumulando para perjuicio del funcionamiento normal del organismo.
En ese cuadro de males acechantes por la ausencia de actividades físicas que demanden esfuerzo, se pueden sumar el aumento de colesterol, lo cual contribuye al depósito de grasa en los conductos venosos, que afecta la normal circulación sanguínea y, principalmente, al corazón, que por esa causa debe esforzarse para cumplir su función; también se daña el sistema muscular, ya que la inactividad lo debilita. Asimismo, sufren los huesos, que se tornan susceptibles a la osteoporosis.
En síntesis, el sedentarismo disminuye la capacidad física, con el riesgo de que signifique para el organismo la entrada temprana en un proceso de declinación.
Hipócrates, recordado médico de la Antigüedad, vio claramente que lo que no se utiliza del cuerpo se atrofia. De ahí que el mal del sedentarismo, calificado como «plaga contemporánea», debe ser combatido y, mejor aún, prevenido.
En este sentido, es de fundamental importancia promover el valor del ejercicio físico y la práctica deportiva. Quien por su profesión o trabajo realiza una vida sedentaria, tiene que proponerse compensar las muchas horas de escritorio, lecturas y computadoras con una agenda cotidiana en la que no falte un paréntesis de actividad física para cumplir con regularidad, que puede estar ligada a actividades elementales como caminar -tarea siempre beneficiosa y de fácil concreción- o bien la práctica de deportes como la natación y el ciclismo, claro que sin la necesidad de prepararse para competir.
Fuente: La Nación, 03/02/15.
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