¿Qué son las Tácticas de Desinformación?

octubre 21, 2022

Tácticas de Desinformación

Los actores de desinformación utilizan diversas tácticas para influir en otros, incitarlos a actuar y causar daño. Comprender estas tácticas puede aumentar el nivel de preparación y promover la resiliencia al enfrentar la desinformación.

Si bien esta serie analiza ejemplos de fuente abierta de desinformación atribuida por otros a gobiernos extranjeros, no representa que gobierno de los Estados Unidos confirma la exactitud de dicha atribución.

¿Qué son las tácticas de desinformación?

Los actores de desinformación utilizan diversas tácticas y técnicas para llevar a cabo operaciones de información y difundir narrativas de desinformación que representan un riesgo para la infraestructura crítica. Cada una de estas tácticas está diseñada para hacer que los mensajes de los actores de desinformación sean más creíbles o para manipular a su audiencia con un fin específico.

A menudo buscan polarizar a su grupo objetivo divisiones políticas o polémicas sociales, haciendo que la audiencia sea más receptiva a la desinformación.

Estos métodos pueden y han sido utilizados como armas por actores de desinformación para así generar amenazas a la infraestructura crítica de los EE. UU. La serie Tácticas de Desinformación ayuda a las organizaciones a comprender y a manejar los riesgos que genera la desinformación al desglosar

tácticas comunes, compartir ejemplos reales y proporcionar acciones concretas para contrarrestar dichas narrativas con información veraz. Cualquier organización, al igual que su personal pueden ser el objetivo de las campañas de desinformación, y todas las organizaciones tienen un papel que desempeñar en la construcción de un entorno de información resiliente. Este y otros productos disponibles en la Biblioteca de Recursos de CISA MDM, apoyan a las organizaciones de infraestructura crítica a evaluar su situación de riesgo y a desarrollar resiliencia en sus comunidades.

Descripción general de las tácticas

Mantener personas y sitios web falsos o engañosos: Los actores de desinformación crean redes con personas y sitios web falsos para aumentar la credibilidad de su mensaje en su público objetivo. Las redes de expertos falsos utilizan credenciales inauténticas (por ejemplo, «expertos» falsos, periodistas, grupos de expertos o instituciones académicas) para otorgar credibilidad indebida a su contenido influyente y hacerlo más creíble.

Crear ultrafalsos [deepfakes] y medios artificiales: El contenido de medios artificiales puede incluir fotos, videos y clips de audio que han sido manipulados digitalmente o fabricados en su totalidad para engañar al espectador. Las herramientas de inteligencia artificial (IA) pueden hacer que el contenido sintético sea casi indistinguible del real. El contenido de medios artificiales puede implementarse como parte de las campañas de desinformación para promover información falsa y manipular audiencias.

Idear o ampliar teorías: Las teorías de conspiración intentan explicar eventos importantes como tramas secretas de actores poderosos. Las teorías de la conspiración no solo afectan la comprensión que un individuo tiene sobre un tema en particular; ellas pueden dar forma e influir en toda su visión del mundo. Los actores de desinformación aprovechan al máximo las teorías de conspiración para generar narrativas de desinformación alineadas con la cosmovisión de la conspiración, lo que aumenta la probabilidad de que la narrativa resuene en el público objetivo.

Astroturfing e inundación del entorno de información: Las campañas de desinformación a menudo publican cantidades inmensas de contenido con mensajes idénticos o similares provenientes de varias cuentas inauténticas. Esta práctica, conocida como astroturfing, crea la impresión de un amplio apoyo u oposición a un mensaje por parte de los grupos base, al tiempo que oculta su verdadero origen.

Una táctica similar, la inundación, consiste en enviar correos basura [spam] a las publicaciones de las redes sociales y a las secciones de comentarios, con la intención de dar forma a una narrativa o de minimizar puntos de vista opuestos.

Abuso de plataformas alternas: Los actores de desinformación pueden abusar de plataformas de redes sociales alternas para aumentar la creencia de grupos de usuarios específicos en una narrativa de desinformación.

Los actores de la desinformación pueden buscar aprovechar plataformas con menos protecciones para el usuario, políticas de moderación de contenido menos estrictas y menores controles para la detección y eliminación de contenido y cuentas inauténticas, que otras plataformas de redes sociales.

Aprovechar las brechas de información: Los vacíos de datos, o las brechas de información, ocurren cuando no hay suficiente información creíble para satisfacer una consulta de búsqueda. Los actores de desinformación pueden explotar estas brechas generando su propio contenido de influencia y sembrando el término de búsqueda en las redes sociales para alentar a las personas a buscarlo. Esto aumenta la probabilidad de que las audiencias encuentren contenido de desinformación sin resultados de búsqueda precisos o autorizados para refutarlo.

Manipular a los actores desprevenidos: Los actores de desinformación identifican a personas y organizaciones destacadas para ayudar a amplificar sus narrativas. Dichos objetivos a menudo no saben que están repitiendo la narrativa de un actor de desinformación o que la narrativa está destinada a manipular.

Difundir contenido específico: Los actores de desinformación producen contenido de influencia personalizado y que probablemente resuena con una audiencia específica en función de su visión del mundo y sus intereses.

Estos actores obtienen un estatus de información privilegiada e incrementan el número de sus seguidores en línea, lo cual puede hacer que los futuros esfuerzos de manipulación sean más exitosos. Esta táctica a menudo toma un enfoque de «juego largo» con el fin de difundir contenido específico en un margen amplio de tiempo para generar confianza y credibilidad dentro del público objetivo.

Acciones que usted puede tomar

Si bien las tácticas de desinformación están diseñadas para engañar y manipular, la evaluación crítica del contenido y la verificación de la información con fuentes confiables antes de decidir compartirla puede aumentar la resiliencia contra la desinformación y retrasar su propagación. Comparta estos consejos:

  • Reconozca el riesgo. Comprenda cómo los actores de desinformación aprovechan estas tácticas para impulsar su agenda. Tenga cuidado con contenido manipulador que intente crear división.
  • Cuestione la fuente. Evalúe críticamente el contenido y su origen para determinar si es confiable. Investigue las credenciales del autor, considere la intención de la fuente y verifique los hechos que lo respaldan.
  • Investigue el problema. Realice una búsqueda exhaustiva e imparcial de los temas polémicos observando lo que las fuentes creíbles dicen y analizando otras perspectivas. Confíe en fuentes de información fidedignas, como sitios gubernamentales.

Fuente: CISA, 2022.


Más información:

Propaganda y Contrapropaganda

Rumores y mentiras al estilo Goebbels

Desinformación versus Decepción

Manipulación mediática

Un mundo que cambia. César Vidal

Ciberespionaje, influencia política y desinformación

La propaganda usa la pasión para sustituir a la razón

.

Desinformación versus Decepción

junio 28, 2021

Por J. M. Veiga. Curso Superior de Inteligencia de las FAS.

La desinformación es un término que está de moda, se utiliza en todos los ámbitos, en las conversaciones entre amigos, en las tertulias, en los medios de comunicación, en la vida política, en definitiva, se ha extendido al gran público. Esta extensión ha provocado que se pierda un poco la perspectiva de su verdadero alcance. A la distorsión del término también ha contribuido su asociación con la decepción, incluso se llegan a utilizar como sinónimos, poniendo a la decepción en el mismo plano que la desinformación.

Esta situación y confusión de términos merece una reflexión, identificando qué tienen en común y en qué difieren. Con esta reflexión se pretende hacer ver que desinformación y decepción son dos cosas diferentes, que si bien tienen aspectos en común, existe una clara diferencia a poco que se indague en ellas.

Un buen comienzo es empezar por la definición de la Real Academia Española (RAE). Desinformación es «acción y efecto de desinformar», o «dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines» en su primera acepción y «dar información insuficiente u omitirla» en su segunda acepción. Por otra parte, decepción se define en su segunda acepción como «engaño», y engañar como «hacer creer a alguien que algo falso es verdadero».

Con las definiciones de la RAE ya aparecen las primeras diferencias, mientras en desinformación es proporcionar información manipulada para alcanzar ciertos propósitos, la decepción busca que alguien se crea algo que no es verdad. Pero sigamos con el estudio de estos dos conceptos.

DESINFORMACIÓN

Julia Alicia Olmo y Romero, ex embajadora en Misión Especial para las Amenazas Híbridas y la Ciberseguridad, define desinformación en Desinformación: concepto y perspectivas (ARI 41/2019 – 9/4/2019) como «la difusión intencionada de información no rigurosa que busca minar la confianza pública, distorsionar los hechos, transmitir una determinada forma de percibir la realidad y explotar vulnerabilidades con el objetivo de desestabilizar».

Pero la desinformación no se debe entender como una actividad aislada, debemos enmarcarla en una finalidad superior. Para tal fin podemos fijarnos en cómo Rusia, unos maestros en este ámbito, emplea esta actividad.

Aunque hablemos de Rusia, esta actividad puede ser desarrollada por cualquier organización pública o privada que cuente con la capacidad e intención de llevarla a cabo. Por lo tanto, hay que hacer el ejercicio intelectual de que a medida que se leen los siguientes párrafos, ir sustituyendo Rusia por cualquier otro actor, ya sea del mundo corporativo, de la política nacional o internacional o de entidades nacionales o internacionales que puedan tener la intención y capacidad de desarrollarla, cada uno a su escala y con sus objetivos.

En la Estrategia de Seguridad Nacional rusa se plasman los objetivos estratégicos rusos: garantizar su supervivencia como nación y recuperar el protagonismo de primer orden en la esfera internacional. También identifica los adversarios que Rusia considera que pueden hacer peligrar la consecución de sus dos principales objetivos estratégicos. Para Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN, son esas fuerzas que se pueden oponer a sus intereses.

Por otra parte, la Estrategia de Seguridad Nacional rusa nos da unos primeros esbozos de cómo pretende Rusia alcanzar sus objetivos estratégicos y cómo contrarrestar la amenaza que sus adversarios representan para alcanzar esos objetivos. Entre las medidas que contempla la Estrategia de Seguridad Nacional se encuentran las del ámbito de la información, que las sitúa en pie de igualdad con las medidas políticas, militares, técnico-militares, diplomáticas y económicas.

En la Doctrina Militar de las Fuerzas Armadas rusas se concretan esas medidas del entorno de la información, enuncia que se desarrollarán en el concepto denominado Guerra de la Información, en su doble vertiente, psicológico y tecnológica. En este caso nos centraremos en la psicológica.

Según la monografía publicada por el NATO Defense College Manual de la Guerra de Información rusa (GILES, 2016), dentro del concepto ruso de Guerra de la Información se integran las siguientes disciplinas: Operaciones sobre redes de ordenadores (Computer Network Operations, CNO), operaciones psicológicas, comunicación estratégica (STRATCOM), operaciones de influencia, inteligencia, contrainteligencia, decepción (maskirovka), desinformación, guerra electrónica, debilitación de las comunicaciones, degradación de ayudas a la navegación, presión psicológica y destrucción de las capacidades informáticas enemigas.

Finalmente, y dependiendo del adversario, se establecen tres niveles de campañas en la Guerra de la Información: control reflexivo, ambiente permisivo y subversión y desestabilización. Todo ello sin perder de vista sus objetivos estratégicos. Como vemos, la definición de Julia Alicia Olmo encaja con el tercer nivel de campaña de la guerra de información rusa. Por lo tanto, si cogemos el modelo de la figura 1 y sustituimos los objetivos estratégicos rusos por los de otra organización, podremos desarrollar un modelo de empleo de la desinformación, como herramienta para alcanzar un objetivo superior.

Desinformación y decepción conceptos

Figura 1. Esquema general de la Guerra de la Información rusa (elaboración propia).

En definitiva, la desinformación es una acción netamente ofensiva, que utiliza la manipulación de la información como un medio para alcanzar unos objetivos, buscará causar un efecto en el ámbito cognitivo de la audiencia objetivo. Posteriormente, ese efecto en el ámbito cognitivo, junto a los efectos de otras actividades como se muestran en la figura 1, tendrá un reflejo en el mundo físico, su verdadero objetivo final.

DECEPCIÓN

Retomando la definición de la RAE, definíamos decepción como «engaño» y a su vez engañar como «hacer creer a alguien que algo falso es verdadero». Pero ahondemos un poco más, para ello vamos a utilizar como guía de este concepto la obra Deception. Counterdeception and Counterintelligence de Robert M. Clark y William L. Mitchell.

La decepción se define como un proceso que intenta imponer de forma ventajosa una falsedad en la percepción de la realidad de un objetivo, tiene como finalidad que éste tome decisiones que nos favorezcan. Esas decisiones las deberá tomar en base a la percepción de la realidad que se ha moldeado por medio de un relato falso.

Pero hay que tener en cuenta un elemento esencial y que será clave para entender la decepción. La condición necesaria para que el adversario o competidor llegue a tener la percepción de la realidad que nosotros queramos que tenga, es que ese adversario o competidor realice acciones de inteligencia sobre nuestra organización. Esto es, monitorización, observación, vigilancia o cualquier otra actividad que pueda estar relacionada con la obtención de información.

Aprovecharemos la labor de obtención de información sobre nosotros para que éste obtenga la información que nosotros queramos que obtenga. Siguiendo la filosofía del Judo, «si te empujan tira, si te tiran empuja», si hacen inteligencia sobre nosotros, hagámoselo fácil, dejemos que obtengan información, pero la información que nosotros queremos que obtengan.

Entonces, cuando sepamos que un adversario o competidor realiza labores de obtención de información, por ejemplo en una licitación por un contrato, es el momento de desplegar la decepción. Empleamos la decepción como apoyo a nuestra propia operativa, en el caso del ejemplo, la decepción nos ayudará a alcanzar la sorpresa, que a su vez, permitirá hacernos con la licitación en la que competimos. En definitiva, la decepción está protegiendo a la organización, por ese motivo la contrainteligencia tendrá un papel destacado, ya que será la que mejor conozca el sistema de inteligencia del adversario, o dicho de otro modo, cómo el adversario obtiene y elabora la información que apoya sus decisiones.

En la decepción se va a jugar con cuatro elementos esenciales, la verdad, necesaria para ganar credibilidad ante los canales de obtención del adversario; la negación, para ocultar nuestras verdaderas capacidades e intenciones; el engaño, para fabricar una realidad que no es tal; y la distracción, desviar la atención de la verdad hacia una percepción falsa.

Con estos cuatro elementos, verdad, negación, engaño y distracción, hay que planificar la decepción. Primero, determinar qué situación nos queremos encontrar llegado el momento de la verdad, por ejemplo en la apertura de los sobres de la licitación. Después, identificar las acciones y las decisiones previas que alguien debe tomar para que se materialice la situación deseada. Seguidamente, habrá que desarrollar una historia que ese alguien debe conocer para que tome las decisiones buscadas. A continuación, se deben identificar los canales que utiliza para obtener la información y que le conduzca a creerse la historia. Y finalmente, conocer qué información debe estar disponible y cómo se debe presentar para que los canales del competidor la obtengan.

En definitiva, la decepción es una acción que busca la protección de la organización ante las acciones agresivas de un adversario. Un adversario que busque obtener una ventaja por medio de acciones de inteligencia contra la parte esencial de nuestro negocio. El objetivo de la decepción es hacer creer a alguien una historia para que tome una determinada decisión, esto es, por medio de la información, actuamos en su ámbito cognitivo para que tenga una repercusión en el entorno físico.

DESINFORMACIÓN VS DECEPCIÓN

Como hemos podido ver a través del artículo, hay una clara diferencia entre una actividad y la otra. La desinformación es una actividad reprobable porque ataca el plano cognitivo de un individuo o colectividad, sin que ésta haya entablado o pretenda entablar una relación con el primero. Mientras que en la decepción, nos estamos defendiendo de una manera activa contra la agresión de un actor externo, simplemente intentamos sacar provecho de su agresión, no somos en primer término hostiles contra ese agresor.

Por otra parte, las similitudes las encontramos en este símil castrense: ambas actividades utilizan la información como munición; los canales de difusión o canales de obtención de información son las armas; el ámbito cognitivo es empleado por ambos como campo de batalla, y modificar el entorno físico, es el efecto que tanto uno como otro busca. En todos los ámbitos, militar, político, corporativo, etc. se buscará que ese efecto, sumado a los efectos de otros entornos (ventas, logística, terrestre, etc), permita alcanzar los objetivos de cada organización.

En conclusión, con sus similitudes y diferencias, la desinformación es una actividad rechazable, que se debe combatir, ya que busca atacar el plano cognitivo de los individuos sin que estos hayan hecho nada contra el agresor. Mientras que la decepción es una herramienta licita, que dentro de los límites legales, está a disposición de las organizaciones para protegerse y contribuir a alcanzar sus objetivos.

Fuente: inteligenciayliderazgo.com

.

.

¿Cuál es el costo de las mentiras?

febrero 28, 2020

China y el sofisticado laboratorio de la mentira que impidió luchar contra el coronavirus desde el comienzo

El aparato propagandístico del Partido Comunista Chino imposibilitó que el mundo y su población supieran qué ocurría con el COVID-19, el virus que ya mató a más de 2.800 personas en todo el planeta

Por Laureano Pérez Izquierdo. Twitter: @TotiPI

Xi Jinping, presidente de China y blanco de las críticas de los habitantes de su país por la lenta e ineficiente respuesta al brote del coronavirus
Xi Jinping, presidente de China y blanco de las críticas de los habitantes de su país por la lenta e ineficiente respuesta al brote del coronavirus

¿Cuál es el costo de las mentiras?”. La frase, densa, es atribuida al científico ruso especializado en química inorgánica Valery Legasov. Legasov fue aquel que con valentía inusual desafió y denunció la inoperancia del aparato soviético pero sobre todo el ocultamiento sistemático que antecedió y precedió el desastre de Chernobyl. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas no podía exponerse ante el mundo como ineficiente y tras su sincero alegato ante una corte, la maquinaria del silencio intentó confinarlo al ostracismo, al desprecio y al olvido. Sin embargo, como un fantasma, su legado lo sobrevivió en forma de grabaciones que actuaron como una pesadilla para sus censores. En aquellas cintas reveló todo. Él ya estaba muerto -se suicidó dos años después del accidente nuclear- pero pudo demostrar que la verdad, finalmente, siempre predomina.

China tiene por estos días y en otra escala a su propio LegasovLi Wenliang fue el primer médico en alertar a otros siete colegas sobre el peligro que implicaba el coronavirus cuando el mal siquiera tenía todavía un nombre asignado (COVID-19). Compartió la información luego de que siete pacientes suyos fueran diagnosticados con una enfermedad similar al SARS en Wuhan, epicentro de la creciente epidemia. Relató los síntomas que observaba y los graves peligros que implicaba el nuevo microorganismo.

Era el 30 de diciembre pasado y Wenliang sabía que lo que acababa de confiar a su círculo de médicos más cercanos podría costarle caro. Así fue. Cuatro días pasaron y fue citado a una central de policía donde lo acusaron formalmente de “perturbar el orden público” con sus comentarios… “falsos”. Lo obligaron a retractarse y a comprometerse a no volver a hablar del tema. “Entendido”, firmó al pie. El aparato de medios estatal comenzó a llamarlos como «los ocho chismosos” para denigrarlo tanto a él como a sus amigos profesionales. Una semana después, mientras atendía a una mujer con un glaucoma, se contagió el virus del que no tenía permitido hablar. El jueves 6 de febrero murió.

Li Wenliang

Cuando la historia vio la luz, millones de chinos reivindicaron la memoria de Wenliang y su trabajo en las redes sociales hipercontroladas de China. Al mismo tiempo fustigaban al régimen por las mentiras, el ocultamiento y la censura.

Xu Zhangrun, profesor universitario, desapareció. Fue luego de que publicara un ensayo en el que cuestionaba el pobre e irresponsable manejo que Beijing hizo de la crisis por el coronavirus. “La epidemia ha revelado el núcleo podrido del gobierno chino. El nivel de furia popular es volcánico y un pueblo así enfurecido puede, al final, dejar de lado su miedo (…). Independientemente de lo buenos que son para controlar Internet, no pueden mantener cerrados los 1.400 millones de bocas en China. Ahora puedo predecir con demasiada facilidad que seré sometido a nuevos castigos; de hecho, esta puede ser la última pieza que escriba«, había escrito el académico en su trabajo titulado “Alarma viral: cuando la furia supera el miedo”. Como Legasov, también valoró la verdad por sobre la mentira: “No puedo permanecer en silencio”, había dicho.

Además de desaparecer, el régimen se encargó de que Zhangrun también se esfumara del plano digital. Barrieron sus perfiles en Weibo (el Twitter chino) y en WeChat (el WhatsApp chino) y su móvil está apagado e ilocalizable.

Pero los casos de feroz silenciamiento a Wenliang Zhangrun no fueron los únicos. Más de 3 mil sanitaristas contrajeron el COVID-19 en China mientras combatían con escasísimos recursos el coronavirus. Rogaban a diario por asistencia urgente pero las autoridades de la salud de la gran nación no hicieron nada para facilitarles el trabajo y evitar su propio contagio. Falta de mascarillas, de mamelucos quirúrgicos, de anteojos, eran recurrentes mientras Beijing insistía en que todo estaba bajo control, que los materiales no faltaban mientras dedicaba su esfuerzo en bloquear hashtags y usuarios incómodos en las redes sociales..

El aparato propagandístico del Partido Comunista Chino (PCC) y de la administración central es tan severo y brutal que entrelaza tanto la censura como la persecución policial y judicial. La información que llega a la población es controlada y sólo puede ser emitida una vez que pasa los sucesivos filtros que responden a los intereses de Beijing. Cuando nace una crisis -como la del coronavirus- esas capas aumentan. Los problemas parecerían no existir en China y el estado omnipresente y omnipotente no puede mostrarse débil ante el mundo.

Nada de eso ocurrió desde fines de diciembre. La imagen del presidente Xi Jinping quedó sensiblemente deteriorada por el pobre manejo de la creciente epidemia cuyos alcances creyó podría acallar como hace siempre sin brindarle a la población los datos precisos para defenderse de ella. La protección a la ciudadanía estuvo ausente. Una vez más. La tradicional cultura del PCC de esconder los problemas es la que el régimen pretende exportar al resto del planeta. Las consecuencias están a la vista.

“La gente en China ha vivido bajo censura por parte del gobierno desde hace muchos años, pero ahora muchas personas están cuestionando cómo la censura pudo haber retrasado acción efectiva al brote de virus y haber puesto muchas vidas en riesgo”, señaló una campaña reciente de Amnistía Internacional.

Esa fábrica de desinformación y censura funciona desde hace décadas. El régimen la aplica tanto en tierra propia como en el exterior. Esa maquinaria inmensa está compuesta por múltiples divisiones: el Departamento de Propaganda del PCC, la Oficina de Información del Consejo de Estado, agencia de noticias XinhuaChina Media GroupCadena Global de Televisión ChinaRadio Internacional ChinaChina DailyChina WatchGlobal TimesChina International Publishing GroupLeading Hong Kong MediaWeChatWeiboBaidu y los Institutos Confucio dependiente del PCC y los ministerios de Cultura y Educación y que están presente en 154 países donde se dedica a transmitir las verdades del partido, entre otras funciones.

Sus embajadores también contribuyen a esa misión clara. Tienen la orden de responder a cada periodista que intente esgrimir una crítica al partido o al gobierno. Pero también transmitir las bondades del sistema del que son beneficiarios privilegiados. En las últimas horas varias sedes diplomáticas en todo el mundo enviaron un comunicado en el cual ponderaban el manejo que Beijing hizo de la crisis.

En la carta a la que tuvo acceso Infobae, los delegados cumplen su papel de actuar como cajas de resonancias del régimen con frases grandilocuentes y pasajes de ¿ficción?. “La velocidad, el espíritu y la fuerza reflejados en los esfuerzos de China impresionaron profundamente al mundo”; “bajo la conducción del Comité Central del PCC y del presidente Xi Jinping, todo el partido, el ejército, el país y el pueblo chino de diversas etnias han logrado progresos relevantes en la prevención y control de este brote, lo cual pone de manifiesto la eficacia del sistema de gobierno chino en situaciones de crisis, el ingente poderío nacional y la valiosa fuerza cohesiva y centrípeta de la nación china, dando a conocer la imagen de un país responsable«; “China conseguirá el triunfo definitivo en esta lucha, haciendo realidad su objetivo de contribuir al crecimiento económico mundial y a la causa de la paz y el progreso de la humanidad”.

Las historias de Wenliang Zhangrun, las experiencias vividas en los últimos dos meses en todo China como también las manifestaciones censuradas de millones de chinos no reflejan ese mismo espíritu de eficiencia descomunal que describe la nota diplomática. Por el contrario. En ellos resurge el espíritu de Legasov ante los mismos desafíos y la frase que se torna más poderosa a medida que se descubren más fraudes del régimen en la conducción de la crisis: ¿Cuál es el costo de las mentiras?

Fuente: infobae, 28/02/20.


Vincúlese a nuestras Redes Sociales:  LinkedIn      Twitter


.

.