Lo que ha sucedido en Grecia se ha quedado, por una vez, en Grecia, ¿o no?
En términos generales, no ha habido un contagio a los mercados de bonos europeos de las disputas griegas con la eurozona. Para la mayoría de inversionistas, Grecia debería dejar de centrar la atención y quedar en segundo plano, al menos durante un tiempo, ahora que se ha alcanzado un acuerdo provisional para prorrogar el plazo de su rescate. Pero siguen existiendo otras fuentes de riesgo político. España podría plantear desafíos e Italia podría ofrecer oportunidades.
El año pasado, los bonos españoles e italianos tuvieron un desempeño espectacular. España tenía ventaja, ya que ofrecía una rentabilidad del 16,7% frente al 15,1% de la deuda italiana, según Barclays. Para finales de octubre, la rentabilidad del bono español a 10 años era 0,4 puntos porcentuales inferior a la rentabilidad del bono italiano equivalente debido a que las reformas económicas de Madrid y el mayor crecimiento de España contrastaban con el estancamiento económico en Italia.
Pero este año, España va por detrás. Los bonos italianos ofrecen una rentabilidad del 3,2%, muy superior al 1,8% de la deuda española. La distancia entre las rentabilidades de los bonos a 10 años de ambos países se ha reducido a menos de 0,1 puntos porcentuales. Y la tendencia podría continuar.
Esto podría parecer sorprendente. Mientras que España ha recuperado el crecimiento, el desempeño económico de Italia es lamentable: lleva sin registrar un trimestre de crecimiento desde 2011. La deuda en el tercer trimestre de 2014 se situó en el 132% del Producto Interno Bruto, según Eurostat. La baja tasa de crecimiento nominal en Italia significa que el país aún no ha estabilizado ese ratio, pese a los tipos de interés históricamente bajos.
Sin embargo, los planes de compra de deuda soberana por parte del Banco Central Europeo están acabando con los temores que suscita esa situación. Tanto España como Italia se beneficiarán de ello. Pero a lo que las políticas del BCE no pueden hacer frente es al riesgo político, de igual manera que tampoco pueden mejorar la solvencia innata de los prestatarios.
España se enfrenta a desafíos tanto regionales como nacionales este año. El asunto de la independencia catalana sigue coleando. En la simbólica consulta soberanista de noviembre en Cataluña, cerca del 80% de los participantes estuvo a favor de la independencia, aunque el porcentaje de participación fue bajo. En enero, el presidente del Gobierno catalán, Artur Mas, anunció la convocatoria de elecciones anticipadas en Cataluña para el próximo 27 de septiembre, lo que garantiza que la atención seguirá puesta en el asunto de la independencia.
A nivel nacional, el partido de izquierda Podemos ha crecido con tanta fuerza que rivaliza con el Partido Popular por ocupar el primer puesto. Podemos ha hablado de reestructurar la deuda, de una masiva expansión monetaria, de aumentar los impuestos y de nacionalizar compañías concretas de sectores clave. No habrá elecciones parlamentarias hasta finales de año en España, pero el auge de Podemos influirá en la postura de otros partidos políticos.
Mientras tanto, el primer ministro italiano, Matteo Renzi, ha empezado a realizar progresos en materia de reformas, entre ellos en los mercados laborales y en el sistema bancario. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico afirma que si las implementa totalmente, las reformas previstas podrían aumentar el PIB en un 6% en 10 años.
La pregunta de si decantarse por Italia o España podría importar más que el año pasado. Los bajos niveles de rentabilidad significan que será más difícil obtener un rendimiento. La política en Grecia ya ha robado el protagonismo. Podría suceder lo mismo en España.
Fuente: The Wall Street Journal, 02/03/15.

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El BCE se prepara para la posible salida de Grecia de la zona euro

Ante la complicación de las negociaciones entre Grecia y el Eurogrupo, el Banco Central Europeo (BCE) se estaría preparando para los posibles escenarios a los que podríamos asistir, entre ellos, una salida de Grecia de la unión monetaria, según publica Der Spiegel.
Las alarmas han saltado después de que la reunión del Eurogrupo haya sido aplazada para las 16:30 horas de esta tarde, mientras que el ministro de finanzas alemán, Dijssembloem, hará declaraciones a las 15:00 horas en el marco de este encuentro.
A pesar de todas las negociaciones que se están llevando cabo entre las autoridades monetarias europeas y Grecia, los socios europeos estarían preparándose incluso para la salida de Grecia del euro, según publica el medio alemán Der Spiegel.
Desde hace meses hemos oído declaraciones de líderes europeos, principalmente alemanes, diciendo que la eurozona está preparada para una salida de Grecia del euro, ya que los cortafuegos levantados en los últimos meses, evitarían el contagio a otros países.
Ahora bien, para la propia Grecia, una salida de la zona euro podría provocar que sus costes de devolución de la deuda se multiplicaran incluso por 3. Esto restaría libertad al país para proseguir con las reformas propuestas. Como explica José Lizán, gestor de SICAVs de Auriga SV, «si Grecia quiere acabar con la austeridad, va a tener el triple porque si sale del euro no va a tener ni el tercio de los ingresos que tiene ahora. Tendría un shock de dos o tres años y luego vendría la regeneración de la economía. Pero si se piensan que no van a tener austeridad, los primeros años van a ser peores de lo que piensan. Si que ganarían una competitividad brutal con la devaluación del dracma, pero tardaría unos dos años en regenerarse después de un shock inicial tremendo. Además, que sus deudas con el euro se triplicarían por la devaluación de sus divisas«.
Hoy los ministros de Finanzas del euro discutirán en una reunión especial el futuro financiero de Grecia. El programa de crédito y la reforma actual expiran la próxima semana, poniendo en peligro la situación económica del país, que no puede hacer frente a los vencimientos de deuda y el pago de pensiones que le sobrevienen en los próximos meses. La eurozona –con Alemania a la cabeza- han rechazado una extensión puramente técnica del préstamo y exigen mayores de compromiso con las reformas.
Ayer, Grecia solicitó formalmente la aprobación de un ‘crédito puente’ que le dé 6 meses más de tiempo para renegociar la devolución de su deuda. Mientras, el Ejecutivo heleno prometía cumplir con las exigencias del rescate e, incluso, reconocer la supervisión de la troika. En cambio, las condiciones del ‘crédito puente’ que ha propuesto Grecia serían bastante más laxas. Alemania no está dispuesta a pasar por este aro. No obstante, aunque las negociaciones hoy en el Eurogrupo no lleguen a buen puerto, Daniel Pingarrón, estratega de mercados de IG, cree que «será la próxima semana cuando haya un acuerdo. Ahora con el Ibex por encima de 10.800 puntos, las posibilidades que se dan al Grexit son nulas«.
Grecia está asfixiada por los compromisos de devolución de la ayuda pues entre febrero y julio se concentran vencimientos de deuda por más de 20.000 millones de euros y, hasta el final del año, las amortizaciones alcanzan los 30.200 millones. En total, Grecia tiene que afrontar el reembolso de algo más de un 10% de su deuda, pero la recesión, la caída de los ingresos públicos y las presiones de la banca reducen su margen de maniobra. Además, una salida de la zona euro empeoraría las cosas para el país heleno, pues volver al dragma podría suponer triplicar su deuda por el efecto de la devaluación de la divisa.
Actualmente, la deuda de Grecia asciende a 315.509 millones de euros, lo que supone el 176% de su PIB. Tres cuartas partes de ésta se encuentra en manos de la troika. El Fondo Monetario Internacional, por su parte, es prestamista del 10% de la suma y el Banco Central Europeo, del 6%. Por países, Alemania es el mayor prestamista de Grecia, habiéndole dejado hasta 66.310 millones de euros, seguido de Francia (49.800 millones) , Italia (43.750 millones) y España (29.080 millones).

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Por Ulrike Dauer.
FRÁNCFORT — Una semana de cifras muy negativas sugiere que la economía alemana se ha estancado y corre el riesgo de caer en una recesión. La tendencia, combinada con la debilidad exhibida por otros países de la zona euro, entorpece los intentos del bloque económico para sentar las bases de un crecimiento sostenible después de una contracción de 18 meses de la que recién escapó el año pasado.
La fragilidad de la zona euro es uno de los factores que ha contribuido a la volatilidad en los mercados. El Promedio Industrial Dow Jones ha oscilado en más de 200 puntos, en ambas direcciones, durante tres jornadas consecutivas. El indicador retrocedió 334,9 puntos el jueves, o 2%, revirtiendo los avances del miércoles, para cerrar en 16.659,25 unidades. Las acciones estadounidenses atraviesan por su período de mayor volatilidad desde 2011 ante la preocupación por la falta de dinamismo de la economía global y de Europa en particular. El índice S&P 500 cayó 2,1% y el Índice Compuesto Nasdaq 2%.
Uno de los sectores más vapuleados fue el de empresas de energía, que acumula una baja de 10% en los últimos 30 días. El precio del petróleo para entrega en noviembre declinó 1,8% en Nueva York para quedar en US$85,77 el barril, el nivel más bajo desde diciembre de 2012. La cotización siguió cayendo después del cierre a US$84,41 en horas de la tarde, un descenso de 3,3%.
Los inversionistas pueden encontrar que las últimas jornadas evocan, a una escala menor, los acontecimientos de agosto de 2011, cuando arreciaba la crisis de la deuda europea.
El nerviosismo de la jornada comenzó con el dato de que las exportaciones alemanas cayeron 5,8% en agosto frente al mes anterior, su mayor declive mensual desde la recesión de 2009. El dato se suma a otros indicadores negativos, como el nivel deficiente de la producción fabril, y ayuda a conformar un panorama sombrío para Europa.
Los principales centros de estudios alemanes recortaron el jueves sus previsiones de crecimiento para este año y el próximo y advirtieron que la menor confianza de las empresas y la caída de las exportaciones repercutirán en la actividad de la mayor economía de Europa. Los centros de estudio proyectan, en un informe elaborado en conjunto, una expansión de 1,3% este año y de 1,2% en 2015, frente a previsiones iniciales de 1,9% y 2%, respectivamente.
El debilitamiento de Alemania coincide con el estancamiento de la recuperación de la zona euro, que ha sido anémica desde que se inició en 2013, y corre el riesgo de agotarse. El déficit comercial de Francia, por ejemplo, se amplió en agosto. Entre los sectores más afectados por la menor demanda externa figuran los equipos industriales y los químicos.
Las empresas francesas se quejan de que el negativo entorno interno agrava la debilidad de la demanda externa. “Hay un clima de temor y desconfianza, de modo que los líderes de las pequeñas empresas son renuentes a asumir riesgos”, señaló Michel Druger, delegado de la federación de exportadores Club des Exportateurs de France.
La fragilidad de las economías del continente y las altas tasas de desocupación en muchos países de la zona euro obligan a los gobiernos a replantearse su reciente énfasis en políticas de austeridad fiscal. En momentos en que la inflación está muy por debajo de los niveles habituales, el Banco Central Europeo siente presión para estimular la economía mediante un programa de compra de activos, una propuesta que no ha tenido una buena acogida en Alemania.
La postración de la zona euro ha mermado las ventas de las compañías alemanas en la región. Hasta hace poco, la robusta demanda de los mercados emergentes había contribuido a compensar esa deficiencia. Ahora, el enfriamiento de Asia y las economías emergentes está cerrando esa válvula de escape. “La desaceleración del crecimiento en las economías emergentes sigue siendo la única explicación factible del bajón de la economía alemana”, señaló Jörg Krämer, el economista jefe de Commerzbank.
Muchas empresas alemanas no esconden su nerviosismo. “Temo que las ventas apenas crecerán 3% este año”, manifestó Rainer Hundsdörfer, presidente de la junta directiva de EBM Papst, fabricante de ventiladores y equipos de ventilación. El año pasado, las ventas crecieron 12%, añadió.
George Osborne, ministro de Finanzas de Reino Unido, advirtió que los problemas del continente pueden perjudicar la recuperación de Gran Bretaña, que se ha afianzado desde 2013. “La zona euro corre el riesgo de volver a caer en crisis. Gran Bretaña no es inmune a eso, en realidad ya está teniendo un impacto en nuestras manufacturas y nuestras exportaciones”, indicó.
La canciller alemana, Angela Merkel, dijo en una rueda de prensa el jueves que busca formas de reactivar la inversión, en particular en el ámbito digital, y reducir los trámites burocráticos para las empresas. “Estamos decididos a seguir por este sendero y hablaremos sobre estos asuntos en Europa”, aseveró.
Alemania ha sido el blanco de críticas de otros países europeos por negarse a aumentar el gasto y poner en riesgo la promesa de Merkel de presentar el próximo año el primer presupuesto equilibrado del gobierno federal desde 1969. El Fondo Monetario Internacional, Estados Unidos y algunos países de la zona euro han exhortado a Berlín a elevar el gasto interno como una forma de estimular la zona euro.
Wolfgang Schäuble, ministro alemán de Finanzas, reiteró el jueves la oposición del país a utilizar fondos de los contribuyentes para fomentar el crecimiento de la zona euro y resaltó, en cambio, la necesidad de que el bloque ponga en marcha reformas estructurales.
Los líderes empresariales de Alemania han solicitado una mayor inversión. “Necesitamos más inversión en forma desesperada”, aseveró Volker Treier, economista jefe internacional de la Cámara Alemana de Industria y Comercio.
—William Horobin, Christopher Alessi, Andrea Thomas y Harriet Torry contribuyeron a este artículo.
Fuente: The Wall Street Journal, 10/10/14.
Hay que preocuparse si no sube la rentabilidad en la eurozona.
Por Alen Mattich.
Las rentabilidades en la eurozona han caído más desde que el Banco Central Europeo anunció un conjunto de nuevas medidas monetarias. La experiencia de Estados Unidos sugiere que esta tendencia podría durar poco. Por otro lado, si las rentabilidades permanecen en niveles bajos, esto podría ser una señal preocupante para las perspectivas de la moneda única.
Aunque las grandes medidas monetarias adoptadas por la Reserva Federal estadounidense desde el estallido de la crisis financiera han incluido la compra de activos en el mercado -entre ellos valores del Tesoro-, la reacción del mercado ha sido, a primera vista, perversa. Normalmente, el aumento de las compras de bonos elevaría sus precios y, por ende, haría bajar las rentabilidades. Pero, pocas semanas después que la Fed anunciara su política monetaria, la rentabilidad de los valores del Tesoro estadounidenses a 10 años ha tendido al alza.
¿Por qué? Porque, según una postura ampliamente aceptada, aunque la intervención de la Fed aumenta la demanda a corto plazo de bonos, a largo plazo estas políticas aumentan las perspectivas económicas y, en consecuencia, aumentan la probabilidad de que aumente la tasa de inflación y de que la Fed endurezca su política más adelante. Dado que la actual rentabilidad de los bonos a 10 años representa la idea que tiene el mercado de cómo serán los tipos de media durante el periodo de vencimiento del bono, el incremento de las rentabilidades supone la previsión de más crecimiento e inflación.
En la teoría, el mecanismo debería funcionar de la misma manera en Europa. Cuantas más medidas aplique el BCE, más deberían aumentar las perspectivas económicas del euro y de inflación para los próximos años.
Sin embargo, parte de la caída de las rentabilidades en la eurozona sin duda supondrá una mayor compresión de los diferenciales. Esto se debe a que los inversores están cada vez más convencidos de que el BCE respaldará estos bonos y por eso no se diferencian mucho de la deuda alemana. Así que, podría merecer la pena centrarse en la deuda alemana.
Sin embargo, si la deuda estatal alemana no repunta, podría estar sucediendo otra cosa. En este caso, el mejor modelo predictivo no serán los bonos estatales estadounidenses sino la deuda soberana japonesa.
Las rentabilidades de la deuda estatal japonesa han caído durante la mayor parte del último cuarto de siglo debido a la deflación. Algunos economistas creen que la eurozona avanza por el mismo camino, hacia un periodo de deflación. En este caso, las expectativas apuntarían a que las medidas monetarias del BCE no funcionarán y que la eurozona se dirige hacia sus propias décadas perdidas.
Fuente: The Wall Street Journal, 09/06/14.

Hemos retrocedido una generación
Por Jędrzej Bielecki
En los países más afectados por la crisis, se necesitarán varias decenas de años para recuperar el nivel de vida anterior. Y las diferencias con aquellos a los que les va mejor no dejan de aumentar, lo que pone en peligro la unidad y la estabilidad de la Unión.
Ya lo advertía Angela Merkel en 2009: no podíamos esperar ningún milagro, porque ninguna decisión política, por audaz que fuera, podría ahuyentar el hundimiento de la economía europea. Entonces nadie compartía su manera de contemplar el futuro. Hoy nos damos cuenta de que estaba en lo cierto, como comenta Nicolas Veron, experto del instituto bruselense Bruegel. Cinco años después del inicio de la crisis, la situación económica de la Unión sigue siendo lamentable: nada más y nada menos que 17 de los 27 Estados miembros están en recesión.
En los países más afectados por la crisis, como España o Portugal, tendrá que pasar al menos una generación para compensar el descenso en el nivel de vida. Un lapso de tiempo así podría resultar insoportable para la UE. Por primera vez desde su creación, la Unión Europea, al contrario que la eurozona, corre el riesgo de hundirse. Cada mes, este escenario se precisa un poco más, sin que podamos decir claramente qué acontecimiento sucederá: el de la construcción de una eurozona reforzada en torno a Alemania, o bien el de la desintegración del bloque de países euroescépticos, liderado por Reino Unido.
Un mercado único inexistente
Lo que sí es seguro es que esta tendencia no es lo que deseaba Angela Merkel, que ha intentado frenarla. Ante todo quería que la nueva Unión más integrada dejara espacio a Polonia y a los demás países de Europa Central. Estos países no sólo sirven a la República Federal de base industrial (pues las empresas alemanas han trasladado a ellos gran parte de su producción), sino que además son sus fieles aliados dentro del Consejo de la UE, ya que defienden como Berlín las reformas estructurales y una política presupuestaria responsable.
Pero el proyecto de esta Unión ha fracasado. Bajo la presión de los mercados, los dirigentes de la eurozona finalmente han forjado las bases de un sistema institucional distinto con una supervisión bancaria, un control de la política monetaria y un presupuesto independiente. Estas medidas debían constituir un mínimo vital para garantizar el buen funcionamiento de la eurozona, sin perjudicar los fundamentos de la Unión Europea. Hoy podemos comprobar que se trataba de una hipótesis irrealista, admite Cinzia Alcidi del CEPS (Center for European Policy Studies).
La situación particularmente peligrosa es la relativa a la piedra angular de la integración: el mercado único. En los países cuya economía inspira confianza a los inversores, como Alemania y Países Bajos, el coste de los créditos contraídos por los empresarios es mucho menor que en los países periféricos. Por lo tanto, ya no podemos hablar de esa competencia igualitaria por la que Bruselas ha trabajado en los últimos cinco decenios.
El fin del modelo social europeo
Otra prueba del fracaso es la caída del modelo europeo, cuyo objetivo era encontrar un cierto equilibrio en los niveles de vida de la Unión. Gracias a los fondos estructurales, pero también garantizando el libre acceso al mercado de la UE a todas las entidades económicas, efectivamente se han logrado reducir los desequilibrios del nivel de vida entre los países europeos. Por ejemplo, Grecia aún en 2009 podía presumir de unos ingresos por habitante correspondientes al 94% de la media de la Unión. Aún estaba muy lejos de lo que ofrecía Alemania (115%). Pero hoy, las diferencias entre estos dos países se han incrementado enormemente: el nivel de vida en Grecia ha descendido hasta el 75%, llegando a un nivel similar al de Polonia, mientras que el de Alemania ha ascendido al 125%.
Según las estimaciones de los economistas, estos desequilibrios se acentuarán más aún en los próximos años. Esta evolución significa que los intereses de los Estados miembros divergirán cada vez más. Mientras que los rumanos, los búlgaros, los griegos o los portugueses intentarán asegurar la supervivencia de sus poblaciones, insistiendo sobre este aspecto ante Bruselas, Alemania y Suecia preferirán hacer hincapié en la ecología y las fuentes energéticas alternativas. Será un diálogo de sordos, predice Veron.
La crisis acaba también con otro gran logro de la integración: el modelo social europeo que todo el mundo envidiaba. Los sucesivos recortes presupuestarios no sólo en España y en Grecia, sino también en Francia y en Reino Unido, acarrean una reducción drástica de la protección social, en materia de derecho del trabajo, de pensiones o de desempleo, lo que crea una generación de jóvenes sin perspectivas de empleo estable y carente de las condiciones materiales para fundar una familia.
El fracaso de la política exterior común
Incluso el semanario alemán pro-europeo «Der Spiegel» admite que el centro de decisión de la UE se ha desplazado de Bruselas a Berlín. Es algo que no se ha producido por presión de los alemanes, sino por eliminación. Entre los seis principales países de la UE, dos de ellos, Italia y España, se han quedado fuera de juego por sus enormes problemas económicos. Reino Unido se ha desmarcado voluntariamente. En cuanto a Polonia, debido a que su potencia económica aún es demasiado débil y a que no pertenece la eurozona, no puede pretender asumir una función clave. Hubo un tiempo que Europa parecía estar dominada por el tándem franco-alemán, el famoso «Merkozy». Pero desde la elección del nuevo presidente francés, François Hollande, se ha vuelto evidente que París, enfrentado a grandes problemas económicos, tampoco está en posición de actuar de igual a igual con Alemania. Por consiguiente, Berlín se encuentra solo en el campo de batalla.
Europa, al estar centrada en sus propios problemas, ya no puede ocuparse del resto del mundo. De este modo, el desmoronamiento de la política exterior común es otra profecía negra que se hace realidad ante nuestros ojos. La evolución autoritaria de Ucrania, el drama de Siria, el abandono de la lucha por los derechos humanos en China, son sólo algunos ejemplos de la impotencia que genera la crisis de la UE.
El asunto de las futuras ampliaciones de la Unión también se ha dejado a un lado: ahora sólo se podrían plantear la adhesión a la Unión los países de los Balcanes situados en el interior del espacio de la Europa Unida. Y tampoco se contempla una oferta más ambiciosa, en concreto con respecto a los países de la antigua Unión Soviética y a Turquía.
Cinco años después del estallido de la crisis, Europa sobrevive, al menos de momento. Pero las pérdidas registradas son colosales y la Unión Europea ha retrocedido en la vía de la integración para volver a sufrir problemas que parecían resueltos hace 30 o 40 años. Ahora, incluso los optimistas dicen «esperemos que no empeore la situación».
Fuente: Dziennik Gazeta Prawna, 23/11/12. Varsovia.


El verdadero riesgo para la eurozona es político
Por Richard Barley
Cuando lo único que se tiene es un martillo, cualquier problema se ve como un clavo. El Banco Central Europeo ha apuntado al riesgo de convertibilidad que, a su juicio, ha empujado al alza el rendimiento de los bonos españoles e italianos y ha reducido a martillazos los rendimientos de los instrumentos a corto plazo. La caja de herramientas del BCE puede contener presiones de mercado relacionadas con el temor de un colapso del euro. Sin embargo, no contiene el equipo necesario para administrar el riesgo político.
El BCE apunta a abordar un escenario relacionado con la convertibilidad: el temor a que la crisis de la eurozona se salga de control debido a tensiones de mercado, con la posibilidad de que España e Italia enfrenten escasez de financiamiento y que los fondos de rescate de Europa resulten inadecuados para lidiar con ello, obligando así a la eurozona a tomar una decisión de vida o muerte, de unión o desunión fiscal. El evidente potencial para compras de bonos por parte del BCE ha reducido el riesgo de este escenario de desastre.
Sin embargo, hay otros factores importantes. Uno es la percepción entre inversionistas y ejecutivos del riesgo de convertibilidad. Los primeros están divididos en partes iguales ante la posibilidad de que Grecia deje al euro en los próximos 12 meses, según un sondeo de Citigroup a 440 clientes. Las compañías están tomando medidas: International Airlines Group, la empresa matriz de British Airways y de las españolas Iberia y BMI, señaló que dio inicio a un plan de contingencia en caso de que España salga del euro, reduciendo su exposición a los bancos españoles de un 27% a un 3% en solo seis meses. Estas percepciones y medidas corren el riesgo de convertirse en una profecía autocumplida.
Quizás lo más importante es la visión política y popular del euro. Los encargados de política argumentan que los mercados no aprecian el capital político que respalda al euro. Ese capital es significativo. Sin embargo, no puede considerarse permanente, ya que depende de la voluntad de los votantes.
La crisis podría impulsar una «desintegración psicológica de Europa», advirtió el primer ministro italiano, Mario Monti, en una entrevista concedida a Der Spiegel. Recientes encuestas sugieren que ese riesgo es real. La confianza en la Unión Europea ha caído a un mínimo histórico del 31%, según una encuesta de Eurobarometer, mientras que el 51% de los encuestados señala que no se siente más cerca de los ciudadanos de otros países europeos como resultado de la crisis. Dados el creciente desempleo y la posibilidad de años de doloroso reequilibrio económico, es difícil que aquellas actitudes se reviertan.
Se avecinan pruebas políticas para Europa. Las elecciones holandesas en septiembre servirán como una prueba anticipada del compromiso con el euro de los votantes de un país fiscalmente fuerte. Las elecciones italianas, en abril de 2013, serán aún más importantes para determinar el futuro del euro. Las alianzas políticas tradicionales podrían estar cambiando, con partidos nuevos y más radicales obteniendo cada vez más apoyo.
En definitiva, una unión monetaria impulsada políticamente no tiene nada de irreversible. El temor del costo de fracasar todavía podría mantenerla unida, junto con soluciones rápidas martilladas por el BCE. Pero su sobrevivencia está en las manos de los políticos y los votantes, no de los bancos centrales.
Fuente: The Wall Street Journal, 07/08/12.


Un capítulo más en la saga soberana del euro
Los acontecimientos del pasado mes en España, Francia y Grecia y la tensión renovada que han acusado en los mercados financieros han llevado a ING IM a publicar un informe con varios escenarios posibles para la Eurozona y su posible final.
¿Cuál será el escenario que prevalezca? Es complicado de predecir, según comenta la gestora en su último informe “Focus Point – Another Chapter on the Euro Sovereign Saga”: mientras ING IM tiene muchas esperanzas en que se encuentre una solución a largo plazo, incluso este escenario optimista se alcanzaría tras un camino largo, arduo y muy volátil. El camino estará sembrado de encrucijadas que llevarán al euro a diversos escenarios, desde la supervivencia tensa al colapso parcial. Por lo tanto, ING IM aconseja en este informa que los inversionistas no se cieguen con el final del euro. Por el contrario, deben monitorizar de cerca los acontecimientos y ser capaces de adaptarse a los escenarios que surjan por el camino.
Grecia vota su permanencia en el euro
A muy corto plazo ING IM sugiere que el abandono de Grecia del euro es una posibilidad. Primero vendrán las elecciones del 17 de junio, y luego con mucha probabilidad, otras elecciones en las que los griegos voten sobre su permanencia en la Eurozona. Primero tenemos que preguntarnos si Grecia permanecerá en el euro pero sobre todo, debemos plantearnos las consecuencias de que no lo haga.
El sistema financiero griego peligra
En el caso de que Grecia salga del euro es posible que los fondos procedentes de la UE y del FMI desaparezcan y no parece probable que el sistema privado esté dispuesto a reemplazarlos. Por el contrario, según opina ING IM, es previsible una salida masiva de fondos privados depositados en los bancos griegos buscando destinos más seguros. El gobierno impondría controles de capital y límites a la retirada de efectivo de los bancos, pero no hay nada pueda frenar por completo el dinero en pánico. Este escenario situaría el sistema financiero griego al borde del colapso con necesidad de recapitalizarse y acceder a cantidades ilimitadas de liquidez.
¿Volver al dracma?
Según apunta ING IM en su informe, el país no tendría otra opción que volver a reintroducir el dracma para recuperar la capacidad de proveer liquidez al sistema financiero y monetizar la deuda pública. Se sucedería una escalada de la inflación dado el bajo grado de credibilidad de la nuevo moneda que erosionaría en parte las ganancias de competitividad que se hubieran conquistado con una divisa débil como el dracma.
ING IM apunta que algunos expertos hablan de la posibilidad de introducir un comité monetario encargado de fijar la cotización de la divisa, pero esto eliminaría los “beneficios” de un banco central que pueda proporcionar liquidez al sistema bancario. En definitiva, se produciría un endurecimiento de las condiciones financieras y de la disponibilidad del crédito en Grecia que, combinados con la pérdida de confianza en el país, generarían una caída en picado del PIB. ING IM añade que en esta tesitura, no sería de extrañar una desintegración social y política del país.
El contagio es inevitable
Desde el punto de vista de ING IM, la salida de Grecia del euro provocaría un contagio sustancial a otros países periféricos, tanto a través de los mercados de deuda soberana como del sistema financiero, y también por medio de la economía real a medida que el sentimiento empresarial y del consumidor se traslade a otros países. Tampoco puede descartarse un contagio de las protestas sociales. Como respuesta (o meramente ante la amenaza) de estos hechos, ING IM cree que los fondos del ESM y del FMI, al igual que el BCE, prepararían una respuesta contundente para contener estos acontecimientos.
En el mejor de los casos, todo derivaría en una sistema bancario único europeo, con una supervisión coordinada y un marco legal único que condujera la recapitalización del sistema financiero. ING Investment Management ha argumentado con anterioridad que el talón de Aquiles de Europa es que la unión monetaria ha generado una integración financiera profunda sin estar acompañada de una unión regulatoria.
Seguimos improvisando
Lo descrito anteriormente, incluyendo la salida de Grecia del euro, se engloba en el escenario de “improvisación”, en el que ING IM sitúa a la Eurozona. En este escenario las autoridades, a la vista de las restricciones políticas a las que se enfrentan, van realizar reformas mínimas, aunque encaminadas a mejorar la integración del sistema en Europa. Según ING IM la salida de Grecia del euro no va a considerarse como el final de la Eurozona porque los restantes mercados periféricos se perciben de forma sustancialmente distinta en lo relativo a reformas estructurales y al cumplimiento de los objetivos de déficit. La salida de Grecia de la Eurozona no será el detonante de una solución rápida y completa al problema soberano del euro pero irónicamente, puede actuar como catalizador para acelerar el proceso.
Fuente: Funds Americas, 01/06/12.
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→ Solicite el informe completo (en inglés) enviando un e-mail a: [email protected]


El divorcio será millonario y vertiginoso
Por Luisa Corradini
PARIS – ¿Cuánto costará el «Grexit», es decir la salida de Grecia de la zona euro? La respuesta a esa pregunta es: entre 150.000 y 350.000 millones de euros, según estimaciones realizadas por economistas especializados y gobiernos de la región. Pero no es todo. Si Atenas abandona el euro para reemplazarlo por el dracma, que sufriría una devaluación de 50% a 60%, el país experimentaría una brutal recesión con una abrupta caída del PBI de 15% y una inflación de 30%.
Un golpe de esa naturaleza desangraría a las instituciones multilaterales que financiaron los planes de rescate acordados desde 2010, pero sobre todo sería un mazazo para los otros 16 países de la zona euro, teniendo en cuenta la feroz desaceleración económica que afecta a toda Europa (ver aparte).
Las simulaciones que circulan en gobiernos, ministerios, bancos y fondos de inversiones muestran que todos los actores políticos y económicos se preparan febrilmente para un posible big one de la zona euro provocado por la salida de Grecia. A pesar de las instrucciones de secreto impartidas por Bruselas, la Unión Europea (UE) también terminó por admitir que los países de la unión monetaria preparan planes de emergencia para el caso de que Grecia abandone la moneda única.
El Banco Central Europeo (BCE), por su parte, puso en funcionamiento una célula encargada de estudiar los diversos escenarios de crisis. Esa war room, que funciona en la sede de vidrio y cemento del BCE, en Fráncfort, fue confiada al alemán Jörg Asmussen, miembro del directorio y ex consejero del ministro de Finanzas germano, Wolfgang Schäuble.
Alemania y Finlandia reconocieron que trabajaban en un escenario de esa índole y hasta el Bundesbank consideró en su último informe mensual que la salida de Grecia era una hipótesis «manejable».
Esta es la primera vez que los planes de contingencia incluyen estimaciones cifradas sobre el costo que tendría el «Armagedón», como empiezan a decir los analistas cuando aluden a la salida de Grecia.
La alternativa ideal sería un «divorcio de común acuerdo», que tendría un costo de 50.000 millones de euros, sobre todo para la UE y el FMI. Pero esa hipótesis no entusiasma demasiado a los actores políticos griegos que son partidarios de una «ruptura completa». En la práctica, el cambio de signo monetario equivaldrá a un default. Eso significa que -en el mejor de los casos- Grecia suspenderá sine die el pago de la deuda y, en la peor de las hipótesis, dejará de «honrar su firma», como se dice en la jerga bancaria.
Los primeros afectados por la Grexit serían la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE, y el FMI, que entre ambos prestaron 73.000 millones de euros en los diferentes programas de rescate acordados al gobierno de Atenas de 2010. El Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), creado especialmente en 2010 para acudir en ayuda de Grecia, perdería en ese huracán financiero 40.000 millones de euros.
El costo piscológico
El BCE atesora en sus arcas títulos de la deuda griega, comprados sobre todo en el mercado secundario, por valor de 45.000 millones de euros. Esos bonos probablemente se convertirán en papeles tan valiosos como los títulos del empréstito ruso de 1906, repudiado por los bolcheviques en 1918. Otros bancos centrales, incluyendo el de China, acumularon bonos por 11.000 millones.
A esa cifra es preciso agregar los 62.000 millones de euros que poseen todavía los bancos privados y que, en caso de default, deberán pasar a «pérdidas y ganancias» o reducir su valor a una suma insignificante.
El costo total de la salida de Grecia sumaría unos 335.000 millones de euros, cifra equivalente al PBI de Bélgica.
Las simulaciones preparadas hasta ahora son incapaces de cifrar los daños colaterales que causaría esa decisión: la repercusión psicológica que tendría para los 311 millones de habitantes que quedan en la zona euro, el riesgo de un auténtico efecto dominó sobre los países más endeudados -España, Portugal, Irlanda, Italia e incluso Francia- y, sobre todo, la posibilidad de una corrida bancaria.
Fuente: La Nación, 25/05/12.
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El ‘Grexit’ podría hacer perder un billón de euros
El coste de la salida de Grecia del euro, llamado ‘Grexit’, es ya un rompecabezas para los posibles afectados. Algunos cálculos sitúan entre quinientos mil millones y un billón de euros las consecuencias. Empezando por los propios contribuyentes que, a través de sus países, el Banco Central Europeo y el Fondo de Estabilidad Financiera, han destinado 291.000 millones en ayudas al país heleno. A ello, hay que añadir la exposición de los bancos con más de setenta mil millones.
“Aunque Grecia no tiene un peso considerable en la eurozona, su salida supondría un choque, una situación nueva”, analiza este responsable del banco francés Natixis. “Esto modificaría los equilibrios en el seno de la Unión Europea para saber si el coste de que Grecia salga es superior o inferior al dre que se quede… “.
Precisamente, las entidades financieras más expuestas son las francesas, seguidas de las alemanas. Entre ambas, suman más de la mitad de los poseedores de bonos públicos y, sobre todo, de créditos a empresas griegas. Portugueses, italianos o españoles llegan mucho más lejos.
Pero, esta posible salida de Grecia de la moneda única, podría crear un verdadero contagio a otros países periféricos. El caso de riesgo más alto es el de la filial Emporiki, del francés Crédit Agricole. El conjunto de los bancos europeos poseen de de más de un billón de euros en deuda de España, Portugal, Italia e Irlanda.
Fuente: Euronews, 23/05/12.
Ver video: http://es.euronews.com/2012/05/23/el-grexit-podria-hacer-perder-un-billon-de-euros/


La UE prepara un plan B por si Grecia sale de la zona euro
Por Willian Boston, Brian Blackstone y Matthew Dalton
BRUSELAS — La zona euro está acelerando la planificación para contener las repercusiones de una posible salida de Grecia de la zona euro, pese a que los líderes reunidos aquí el miércoles tuvieron dificultades para acordar una solución común para resolver la crisis.
Los ministros de Finanzas de los 17 países que comparten el euro acordaron esta semana desarrollar planes de «contingencia» en caso de que Grecia salga de la zona euro, dijeron fuentes cercanas. Los planes tratan de aliviar las probables turbulencias en la deuda soberana, la banca y otros mercados financieros que producirían una salida griega del euro. «Todos los planes de contingencia giran en torno a lo mismo: ser responsable como gobierno significa estar preparado para lo que esperas evitar», dijo el miércoles Steven Vanackere, ministro de Finanzas belga, antes de asistir a la cumbre de líderes de la Unión Europea.
El primer ministro italiano, Mario Monti (izq.), la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande en la cumbre de Bruselas.
.Las autoridades europeas hicieron hincapié en que quieren que Grecia permanezca en la zona euro y advirtieron que las consecuencias de una salida serían desastrosas. No obstante, crecen los temores de que Grecia no está en condiciones de cumplir las estrictas medidas de austeridad necesarias para que siga siendo parte de la zona euro.
Los mercados financieros cayeron el miércoles, una reacción de los inversionistas a la mayor probabilidad de que Grecia abandone el euro, el escaso avance hacia una resolución de la crisis y la falta de crecimiento económico.
El índice Stoxx Europe 600, que agrupa a las principales empresas del continente, cayó 2,1% a 239,51 puntos, su segundo cierre más bajo del año. Las tasas de interés de los bonos soberanos alemanes a 30 años cayeron a 1,995%, un mínimo histórico. La tasa de la deuda del gobierno español a 10 años subió y la diferencia con las tasas comparables de Alemania se amplió a su mayor nivel en años, una señal del mayor riesgo del país.
Las autoridades europeas son cada vez más temerosas del escenario que podría producirse después de las elecciones del próximo mes en Grecia. Las encuestas muestran a Syriza –el partido de izquierda que quiere renegociar el acuerdo de rescate— empatado en las encuestas con Nueva Democracia, el partido conservador que ayudó a que las medidas de austeridad fueran aprobadas por el Parlamento griego.
Una victoria de Syriza arrojaría a Grecia a una confrontación con sus acreedores internacionales, el Fondo Monetario Internacional y los gobiernos de la zona euro, que insisten en que Grecia cumpla sus promesas. Un enfrentamiento a largo plazo podría dejar al gobierno del país sin financiación y a sus bancos sin acceso a los préstamos del Banco Central Europeo. Es probable que después de eso Grecia no tarde en salirse del bloque.
La cumbre del miércoles tenía el objetivo de trazar una hoja de ruta para la toma de «decisiones firmes» sobre las medidas necesarias para impulsar el crecimiento durante la cumbre de la UE del próximo mes, dijo Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, en unas breves declaraciones televisadas antes de inaugurar las negociaciones. «Nuestras discusiones esta noche deberían estar enfocadas y ser francas. Estamos preparando el terreno para las decisiones firmes de junio, dentro de cinco semanas», señaló. Varios líderes dijeron que aún estaban lejos de adoptar políticas más ambiciosas para frenar la crisis, tales como emitir «euro bonos», o deuda combinada garantizada por los gobiernos de la zona euro, lo que permitiría a las economías más débiles acceder a préstamos a tasas de interés más bajas. «Los euro bonos no contribuirían al crecimiento», apuntó la canciller alemana, Angela Merkel.
Los costos directos de una salida de Grecia de la zona euro no serían tan catastróficos. La mayoría de los bancos ya han asumido cuantiosas pérdidas sobre sus activos griegos, aunque los gobiernos tendrían que rebajar el valor contable de los créditos que ya concedieron a Grecia.
Fuente: The Wall Street Journal, 23/05/12.
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Se profundiza la contracción económica de la zona euro
Por Alex Britain
LONDRES (EFE Dow Jones) — La actividad empresarial de la eurozona se contrajo en mayo a su nivel más bajo en casi tres años, lo que agrava los temores de una recaída de la economía un día después de que los líderes europeos no fueran capaces de llegar a un acuerdo sobre la manera de impulsar el crecimiento y combatir la crisis de deuda.
El índice compuesto de gerentes de compra preliminar en los 17 países que comparten el euro descendió a 45,9 en mayo desde 46,7 en abril, de acuerdo con los datos de Markit Economics. Es la cuarta caída consecutiva del indicador y la marca más baja desde junio de 2009, cuando la eurozona estuvo por última vez en recesión.
El índice compila los resultados de las encuestas a gestores de compras tanto del sector manufacturero como del de servicios. Un dato por debajo de 50 significa que la actividad se está contrayendo mes a mes.
Las señales de debilidad en la actividad empresarial de la eurozona se añaden al mal dato de confianza empresarial de Alemania. El instituto Ifo dijo que su índice de confianza para la mayor economía de Europa cayó a 106,9 en mayo desde 109,9 en abril, afectada por la incertidumbre en torno al conjunto de la eurozona.
Otras cifras oficiales también mostraron el jueves que la confianza empresarial de Francia descendió bruscamente en mayo.
Entre los PMIs, el de Francia fue marcadamente débil, al caer a un mínimo de tres años de 44,7 en mayo desde 45,9 en abril. El índice de Alemania tuvo mejor comportamiento, contrayéndose ligeramente al llegar a 49,6 desde 50,5 en abril.
Fuente: The Wall Street Journal, 24/05/12.
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¿Para qué sirve el euro?
Por Alen Mattich
¿Tiene el euro todavía un propósito?
Aunque la moneda única fue un proyecto político desde el principio, también se le otorgó un fuerte fundamento económico. Una moneda europea rebajaría los costos comerciales, mejoraría los flujos y recortaría los costos del capital y, por ello, impulsaría el crecimiento económico al tiempo que uniría al continente evitando los sangrientos conflictos que habían caracterizado la primera mitad del siglo XX.
El grado en que el euro beneficiaba a sus estados miembros es una cuestión abierta.
Desde su introducción en 1999 hasta finales de 2011, los 17 estados miembros de la zona euro alcanzaron una tasa media de crecimiento anual del 1,5%. Mientras, Reino Unido, Suecia, Noruega y Suiza, todos fuera de la zona euro, crecieron un 2%, 2,7%, 1,7% y 1,8%, respectivamente, en el mismo período.
Si bien es cierto que en el mercado de bonos el diferencial entre cada uno de los miembros de la zona euro y Alemania se derrumbó a los mínimos alemanes, la baja rentabilidad desde la llegada del euro hasta la crisis financiera –casualmente desencadenando burbujas insostenibles de consumo y propiedades en Irlanda, España y Grecia, cuyos pinchazos han aplastado sus economías– no se ha vuelto a ver. Los diferenciales de los bonos se han recuperado con firmeza a los niveles anteriores a la introducción del euro.
Pero si el argumento económico para la moneda única parece flojo, el argumento político es todavía más endeble.
Mientras partes de la zona euro estaban cada vez más endeudadas con otras partes de la eurozona, las fricciones políticas sólo podían crecer.
El euro ya no es un barco que transporta a las economías de los países miembros a climas soleados, sino más bien una cadena para mantenerlos atados entre sí mientras el barco se hunde.
Sólo hay que mirar a las dificultades que la zona euro está teniendo para deshacer el lío griego –y la economía de Grecia es apenas un 2% del total.
En última instancia, la mayoría de los economistas y políticos están empezando a darse cuenta de que Grecia no pueda cumplir con sus obligaciones de deuda. Así que, pase lo que pase, las pérdidas de deudas pasadas tendrán que ser compartidas. Esto se puede hacer a través de una repentina quiebra griega y su salida del euro, lo que sería muy complicado y potencialmente paralizaría a los bancos alemanes y franceses, incluso ahora, o con la continuación de un mecanismo mediante el cual las deudas griegas son transferidas de los bancos al Banco Central Europeo.
La condonación de la deuda, en este caso, significaría que el BCE asumiría pérdidas y el resto de Europa cumpliría con ellas, pero de una manera estable.
¿Será esto bueno para Grecia? ¿Va a poner fin a la depresión?
Si usted piensa, como yo, que Grecia sigue siendo poco competitiva en relación al núcleo de la eurozona, el proceso de deflación continuará. A Grecia se le negarán nuevos préstamos y será aislada de los mercados de deuda, por lo que tendrá que ejecutar un presupuesto público primario. Esa es otra manera de decir que el gobierno no podrá incurrir en déficit año tras año. Grecia podría ser autorizado a permanecer en el euro, aunque sólo sea para evitar que el pánico se extienda a Portugal y otros países periféricos. Sin embargo, en muchos aspectos, Grecia estará sola. La condonación de antiguas deudas no detendrá la necesidad de una reforma estructural de su sector público y su economía en general.
El principal problema al que deberá enfrentarse Grecia no es la deuda pasada, es el hecho de que no se le permitirá endeudarse en el futuro, porque nadie va a confiar en el país. Y allí donde pueda vender deuda, los intereses a pagar serán altos y las condiciones duras.
Desgraciadamente, los primeros años del euro dieron al pueblo griego una falsa impresión de lo rico que era su país –la riqueza está determinada por el potencial productivo de un país, que se reduce a factores como condiciones laborales, sistema jurídico, inversiones en infraestructura y personas. Y lo que está sucediendo ahora es un reajuste doloroso de los estándares de vida griega a la riqueza del país.
El euro, en otras palabras, creó una ilusión de riqueza.
Y ahora que la ilusión se ha roto y no va a volver, es difícil ver para qué propósito sirve la moneda única.
Fuente: The Wall Street Journal, 21/05/12.

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