Las cinco razones por las que la inflación no cede
Dólar, tarifas, emisión, falta de inversiones y expectativas en alza forman el cóctel inflacionario argentino.
Por Annabella Quiroga.
La evolución de la inflación, según el IPC Congreso de diciembre 2017. .
El ministro Hacienda, Nicolás Dujovne, acaba de reconocer que la inflación no baja al ritmo que el Gobierno quiere. Tras la «recalibración» de las metas para este año que la plana mayor del equipo económico anunció el 28 de diciembre pasado -cuando llevó el techo de 2018 al 15% anual-, los precios retomaron la escalada y para algunos economistas existe riesgo de que la inflación de este año iguale o incluso supere la de 2017.
En enero, los analistas estiman que el índice llegó a 2,4% y para febrero prevén una suba de 2%. Así, el primer trimestre acumularía un alza de al menos 6%, lo que consumiría el 40% de la nueva meta inflacionaria prevista para todo el año. Detrás de la escalada anidan las expectativas de los agentes económicos, los aumentos de los servicios regulados, la suba del dólar, la emisión monetaria a gusto del fisco y la falta de inversión para ampliar la matriz productiva.
Expectativas: el viernes pasado, el Banco Central difundió el primer Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del año, con una inflación anual de 19,4%, casi cinco puntos arriba de la meta oficial y dos puntos por encima de lo que se estimaba hace 40 días atrás. El incumplimiento de la meta del año pasado -era de 17% y la inflación fue del 24,8%- y la recalibración, golpearon la credibilidad del Banco Central y empujaron hacia arriba las previsiones futuras. Para la consultora Economía & Regiones, «el Banco Central tiene menos credibilidad y reputación que a comienzos de 2017, con lo cual su capacidad para influenciar (a la baja) sobre las expectativas de inflación es menor. Si la política monetaria no cambia, lo más probable es que la inflación de este año sea similar a la del año pasado; o incluso puede subir un poco».
Servicios regulados: el Gobierno decidió arrancar el año con una escalada tarifaria, que no por anunciada tuvo menos impacto en los bolsillos y en las expectativas. Las subas de transporte, luz, gas y prepagas generaron malhumor y quejas y a la vez, le fijaron un piso alto a la inflación del primer trimestre. Según la consultora LCG, a partir de estos aumentos el piso de enero quedó en 1,5%, el de febrero en 1,8%, el de marzo en 1,7% y el de abril en 1,9%.
Repunte del dólar: la divisa estadounidense subió 15% entre diciembre y enero. Sólo en el primer mes del año aumentó 5%. Si bien venía de varias meses planchada y en 2017 perdió por varios cuerpos contra la inflación, el repunte de enero hizo que muchas empresas remarcaran los precios, con el argumento de que dependen de insumos o de los precios internacionales de loscommodities. C&T Consultores detectó una suba del 3,1% en los alimentos en el primer mes del año, con una inflación general de 2,4%. Así, el pass throught meterá la cuchara en la inflación 2018. Pero para todo el año, el REM prevé que la devaluación será del 17%, por lo que la divisa volvería a perder la carrera contra la inflación.
Emisión monetaria: con un déficit fiscal del 4%, la emisión de pesos está condicionada por las necesidades del fisco. Un informe del economista Ramiro Castiñeira puntualiza que en 2016 y 2017 el Banco Central «emitió para financiar al fisco $300.000 millones, y para duplicar las reservas -de US$25.000 a 55.000 millones- emitió otros $475.000 millones». Para «esterilizar» estos pesos, en dos años emitió Lebac por $400.000 millones y expandió la base monetaria por $377.000 millones. Así, la mayor cantidad de pesos en la calle presiona sobre los precios. «Desde 1944 ,salvo contados períodos, tenemos inflación de dos dígitos. Todos los programas antiinflacionarios fracasaron porque ninguno reconoce el origen del problema: el déficit fiscal,» dice Castiñeira. [Nota de EconomiaPersonal: Esta es la verdadera causa de la inflación, la emisión sin respaldo para pagar el déficit fiscal]
Falta de inversión: “Afuera nos dicen que cuanto más rápido baje la inflación, más van a invertir”, dijo el presidente Mauricio Macri durante su última gira por Europa. Mientras para unos la inflación es un freno sobre las inversiones, para otros es una causa directa: la falta de inversiones impide aumentar la matriz productiva y esto limita la oferta. Cuando el consuma repunta y la demanda aumenta, la oferta escasa juega a favor de la suba de precios.
Aranguren: «Estamos bajando la inflación de una manera sustentable»
Por Santiago Dapelo.
MOSCÚ — Juan José Aranguren es determinante sobre lo que aún se le demanda a la Argentina desde el exterior. Todo tiene que ver con un valor que la Argentina viene desgastando desde hace décadas: la confianza. Para el ministro de Energía , los inversores aún le demandan más credibilidad a nuestro país.
Horas antes de partir hacia Davos , Suiza, en una entrevista con LA NACION, Aranguren destacó que en los dos primeros años del gobierno de Mauricio Macri»se han hecho muchas cosas», el país necesita «varias décadas de continua insistencia en mantener los principios y la regulación». Y defendió la suba de tarifas para aliviar el déficit.
-¿Qué esperan los inversores de la Argentina?
-La economía argentina, como es una economía chica o mediana, necesita tener mucha más competencia. En un momento determinado, cuando la economía de escala te hace restrictivos los sistemas financieros, es mejor tener más atomizado el desarrollo.
-¿Cuáles son las preocupaciones que le manifiestan en el exterior?
-La confianza. Nosotros necesitamos varias décadas de continua insistencia en mantener los principios y la regulación. Un ejemplo es haber salido de la emergencia pública. Tuvimos durante 15 años, desde el 6 de enero del 2002 hasta el 22 de diciembre del 2017, sometidos a una ley que le daba al Poder Ejecutivo facultades por encima de lo que el Congreso había desarrollado. Nosotros no la renovamos, no vimos necesidad de hacerlo.
-El Gobierno desplegó en estos años varias reformas que le reclamaban desde el exterior para venir a la Argentina. ¿Alcanza con eso?
-Cuando hablamos de inversiones, nosotros hemos adjudicado en el sector energético solamente en producción de energía eléctrica 27.500 millones de dólares. También adjudicamos 5000 megawats en energía térmica y 5000 megawats en energía renovable. Todo eso suma 7500 millones de dólares. Hay inversores que confían.
-¿Y qué falta para que lleguen en un número mayor?
-Lo que necesitamos es mantener las leyes y respetar los marcos. El proceso licitatorio es muy importante, que los procesos sean transparentes, que sean públicos, que sean abiertos y que se respeten. Además, que haya multas cuando no se cumplen. Nosotros hemos adjudicado 144 contratos renovables, 59 ya se han firmado, más 10 que heredamos de la anterior administración que se firmaron en enero. Tenemos la obligación que cuando uno incumple con el período de construcción sea multado no importa quién sea. Esto es lo que da certeza y confianza.
-¿Alcanzan las medidas que tomó el Gobierno para recuperar la confianza?
-Sí, sin duda. La confianza, así como se pierde muy rápido, reconstituirla toma un tiempo. En los dos primeros años se han hecho muchas cosas para lograrlo y cada paso se va logrando restablecer. Es un proceso.
-Se viene un nuevo aumento de las tarifas públicas de servicios.
-Sí, el 1 de febrero es la audiencia pública para Edenor y Edesur , y la última de tres etapas de valor agregado de distribución para esas empresas porque en marzo del año pasado, cuando hicimos la primera revisión tarifaria integral , para poder alcanzar los niveles de tarifas que corresponde para una inversión próxima, daba un aumento exagerado. Por eso lo partimos en tres etapas. Y esta tercera etapa es la que se termina en febrero. Después, el 1 de abril, es el correspondiente al gas natural conforme a lo que presentamos en la audiencia pública del 2016. Es eso gradual, para ir recomponiendo el precio, pero siempre con exclusión de la tarifa social. Seguimos reformulando los subsidios para que en lugar de que vayan para todos y para todas, que vayan para aquellos que lo necesitan. Si hacemos las cosas bien, el éxito de nuestra administración va a resultar en que cada vez sean menos los que necesitan la tarifa social.
-¿La nueva meta inflacionaria no modificó el cronograma?
-No, no porque las metas inflacionarias son la consecuencia de algo. Hay una política de precios para los regulados y precios para los no regulados. Cuando el mercado pretende regular esos precios la consecuencia es la inflación. Estamos bajando la inflación de una manera sustentable. La inflación va a ir bajando. Ese es el camino, es como la confianza.
Zimbabue: los billetes de 100 billones que valen US$5
Por Patrick McGroarty y Farai Mutsaka – 13/05/2011.
En Zimbabue, un billete de 100 billones (millones de millones) de dólares locales vale unos US$5. (año 2011)
Esa es la tasa de cambio para el billete de más alta denominación del país africano, el mayor jamás producido para una moneda de circulación legal, y símbolo nacional de una política monetaria descontrolada. En determinado momento de 2009, un billete de 100 billones no alcanzaba para comprar un pasaje de autobús en Harare, la capital del país.
Desde entonces, el valor del dólar de Zimbabue ha subido. No en el país, donde la moneda ha sido abandonada, sino en eBay.
Los billetes son codiciados entre coleccionistas de monedas y compradores de novedades, y se venden hasta a 15 veces el valor oficial en circulación. En la década pasada, el presidente Robert Mugabe y sus aliados intentaron apuntalar la economía —y su gobierno— imprimiendo rampantemente dinero. El resultado fue una hiperinflación alimentada con billetes con más ceros.
El billete de 100 billones de dólares zimbabuenses, que circuló por apenas unos meses antes de que la moneda fuera oficialmente abandonada en el país en 2009, representaba el límite diario que se permitía a la gente retirar de sus cuentas bancarias. Los precios subieron, causando caos.
La inflación desenfrenada obligó a los zimbabuenses a hacer fila para comprar pan, pasta dental y otros productos básicos. Con frecuencia, llevaban bolsas más grandes para su dinero que para los pocos artículos que estaban en condiciones de comprar.
Hoy, todas las transacciones son en monedas extranjeras, principalmente en el dólar estadounidense y el rand sudafricano. Pero los billetes sin valor de Zimbabue son valiosos, al menos fuera del país.
«La gente los muestra y hace chistes acerca de cuándo ocurrirá eso aquí», dice David Laties, dueño de Educational Coin Company, un vendedor mayorista de monedas en Nueva York.
Los comerciantes lo suficientemente inteligentes como para comprar los billetes de mayor denominación de Zimbabue mientras estaban en circulación están ahora disfrutando de su inversión. Laties gastó US$150.000 comprando billetes de gente en Sudáfrica y Tanzania con experiencia en sacar el dinero y otro cargamento clandestino de Zimbabue. Al intuir que los últimos dólares del país africano «serían los mejores billetes hasta la fecha» en el mercado de coleccionistas, pagó por adelantado US$5.000 a alguien que se comunicó con él por Internet. «Funcionó», dice. «Recibí mis billetes».
El presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Representantes de EE.UU., Paul Ryan, y John B. Taylor, economista de Stanford, están entre los nuevos dueños de dólares de Zimbabue. Ambos guardan un billete, mostrándolo en momentos oportunos como prueba de las ramificaciones más extremas de la inflación. «Ningún economista monetario que se respete sale sin un billete de 100 billones de dólares», dice Taylor con una sonrisa.
En un centro comercial de Harare que es popular entre turistas, una visitante alemana no logró encontrar entre vendedores callejeros el codiciado billete de 100 billones de dólares, pero quedó conforme cuando encontró uno de 1.000 millones, por el que pagó US$5. «De todas formas es enorme» dijo. Fuente: The Wall Street Journal, 13/05/11.
Billete de Cien Billones (en denominación inglesa 100 trillones)
Los terribles efectos de la hiperinflación:
100.000.000.000.000=US$ 5
Información complementaria:
Zimbabue (o Zimbabwe) es un país situado al sur del continente africano, entre el río Zambeze, las cataratas Victoria y el río Limpopo. Carece de costas oceánicas y limita al oeste con Botsuana, al norte con Zambia, al sur con Sudáfrica y al este con Mozambique. Sus territorios se corresponden con la antigua Rodhesia del Sur. El idioma oficial es el inglés.
Su Índice de Desarrollo Humano (IDH) es el más bajo de todo el mundo.
El partido del actual Presidente Robert Mugabe, Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF), ha dominado la vida política del país desde su independencia ganando siempre las elecciones.6 En 1987 el entonces primer ministro Robert Mugabe reformó la Constitución y se nombró Presidente[cita requerida]. El ZANU ha vencido en todas las elecciones desde la independencia. Las elecciones de 1990 fueron nacional e internacionalmente criticadas por sospecharse que habían sido manipuladas, ya que el Zimbabwe Unity Movement, el segundo partido en la oposición de Edgar Tekere, solo obtuvo el 16% de los votos.7 Las elecciones de 2002 se celebraron entre denuncias de manipulación de votos, intimidación y fraude.8 Las siguientes elecciones se celebraron el 20 de marzo de 2008.9
Tanto la Unión Europea como Estados Unidos han decretado sanciones contra el gobierno del actual presidente, Robert Mugabe por la violación de los derechos humanos.
Billetes de gran denominación y Presidente Robert Mugabe
Estudio privado descarta que pueda cumplirse la meta de inflación en 2017
Para la consultora Economía & Regiones la inflación de agosto se ubicó en el 1,4%. Proyectó que cerraría el año «en torno al 23%».
La inflación de agosto se ubicó en el 1,4%, con una desaceleración frente al 2% de julio, estimó Economía & Regiones (E&R), y proyectó que cerraría el año «en torno al 23 por ciento», con lo cual se incumpliría la meta anual oficial que prevé un techo de 17 por ciento.
Asimismo, la consultora calculó que la inflación núcleo (no toma en cuenta bienes y servicios con precios regulados, o que tienen alto componente impositivo) fue en agosto de1,8%, «el mismo valor» que en julio, y advirtió que «sigue siendo elevada y se encuentra ‘clavada’ hace 13 meses» en ese guarismo.
«Es decir, hay inflación porque hay inflación, no porque suben las tarifas. Esto es sinónimo de que el proceso desinflacionario continúa abortado, descartándose la posibilidad de cumplir la meta de 2017″, evaluó.
De acuerdo a sus estimaciones, el Índice de Precios al Consumidor en términos interanuales llegó en agosto a 23,4%, mientras que la tasa de la inflación núcleo en la variación anual fue de 23,1 por ciento.
El análisis planteó que «la inflación de agosto se explica más por aumentos de no regulados que por regulados». Según el relevamiento de E&R, el aumento de precios en rubros no regulados en agosto fue: Mantenimiento del hogar (+2,5%), Esparcimiento (+2,12%); Indumentaria (+1,50%), y Educación (+1,11%), que «aportaron al índice +0,10; +0,06; +0,12; y +0,02 puntos porcentuales, respectivamente».
Además, señaló que Alimentos y Bebidas (+1,2%) «se aceleró» en agosto frente a julio (+0,9%) «siendo los fiambres, panificados, huevos y lácteos los que más se incrementaron», contribuyendo al índice general «+0,45 puntos porcentuales».
El informe indicó que los únicos rubros regulados que se incrementaron fueron Medicina (+4,43%), y Comunicaciones (+4,56%) «aportando al índice conjuntamente +0,54 puntos porcentuales».
«En paralelo, no hubo aumentos de Combustibles ni de Servicios Públicos«, puntualizó.
En contrapartida, remarcó que «los peajes sufrieron una baja en relación al mes anterior (-13,1%)» y explicó que en ese sentido la caída del rubro transporte «tira para abajo la inflación general de agosto», que se desaceleró según la medición 0,6 puntos porcentuales contra el 2 por ciento de julio.
La consultora auguró que «los meses siguientes no serían fáciles en materia de precios» porque se prevé una suba «de la Medicina Prepaga en septiembre (+5%)», no descarta «otro aumento» en los combustibles, y «se espera un incremento del 19% en la luz para noviembre». Para E&R, «la inflación promedio mensual difícilmente rompa el piso de 1,3% promedio mensual» en lo que resta del año, con lo cual «la inflación cerraría el año en torno a 23% interanual en diciembre 2017, y se incumpliría el techo de la meta(17%)».
«El BCRA pretende terminar el año con una inflación en torno al 0,8 y 0,9 por ciento mensual, de manera que esta inflación en términos anualizados se ubique en línea con la meta de 2018 (8/12 por ciento). Según nuestro análisis, no es sencillo alcanzar este objetivo de corto plazo con la actual política monetaria», concluyó.
El BCRA ratificó las metas de inflación para 2017 y 2018
El presidente de la entidad, Federico Sturzenegger, calificó de «muy consistente» la política de establecer rangos para el aumento de precios previsto.
El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, dijo que «se ven las primeras mejoras importantes» en materia de inflación, al tiempo que ratificó la meta de 17% para este año y del 10% para 2018.
Sturzenegger expresó estos conceptos durante una jornada sobre Gestión Pública organizada por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad de Buenos Aires.
Al responder algunas preguntas de los asistentes afirmó que el Banco Central ha sido «muy consistente» con su política de metas de inflación y señaló que «la economía está creciendo a un ritmo del 4% anual desde hace 9 meses«.
En materia de inflación, explicó que al principio «fuimos agresivos» con la suba de la tasa de interés y que desde mayo se ubica en un nivel anual del 18 por ciento.
El presidente del Banco Central indicó que «los analistas dicen que va a seguir bajando«, al hacer referencia al Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM).
«La meta del año que viene es 10 por ciento en más o menos uno o dos puntos. Los analistas dicen que es 15% y que en 2019 será de un dígito», explicó.
El funcionario señaló al respecto que «vemos las primeras mejoras importantes» en materia de reducción de la inflación.
Por otro lado, relativizó el impacto del déficit fiscal en la evolución de los precios de la economía, al afirmar que «lo relevante es ver cuánto le pide el gobierno al Banco Central«.
«El Gobierno aplica una política gradual para bajar el déficit pero con el Banco Central fue más abrupto. De pedir 2,5 puntos del PBI en el primer año, bajó al 1,5 y en 2018 será menor. Lo va a anunciar el ministro de Hacienda (Nicolás Dujovne)», indicó.
En materia de optimización de la gestión del Estado, el funcionario indicó que «entre 2008 y 2015 por no ampliar la familia de billetes el anterior gobierno tuvo un mayor costo de 640 millones de dólares«.
Indicó que este año, por la impresión de billetes de 200, 500 y 1.000 pesos el Banco Central ahorrará poco mas de 2.200 millones de pesos.
El titular de la máxima autoridad monetaria también defendió el camino seguido por el Gobierno en materia económica al indicar que «esta no es una recuperación efímera«.
Opinión: El dictador que se robó la Navidad en Venezuela
Por Mary Anastasia O’Grady.
Los venezolanos hicieron cola para depositar sus billetes de 100 bolívares antes de que perdieran todo su valor.
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La decisión del hombre duro de Venezuela, Nicolás Maduro, de sacar de circulación el billete de mayor denominación, el de 100 bolívares, no fue lo que desató las protestas y saqueos alrededor del país el fin de semana. Fue el fracaso de la dictadura en proveer al país un mecanismo ordenado para el intercambio público de billetes viejos por nuevos.
Pero al final de cuentas, ¿qué se podría esperar de un régimen que ha puesto a una de las naciones más rica en recursos naturales de América del Sur en la senda del colapso hiperinflacionario?
Maduro anunció al país el 11 de diciembre que contrabandistas en la frontera con Colombia estaban acaparando los billetes de 100 bolívares, con un valor cercano a los tres centavos de dólar estadounidense, creando una escasez en Venezuela. Su solución fue declarar súbitamente ilegales estos billetes, con lo que esperaba perjudicar a las “mafias” que los retenían.
Los venezolanos recibieron un plazo de cuatro días para depositar el efectivo en bancos comerciales y recibir crédito en sus cuentas y otros tres días si los llevaban a las oficinas del banco central para recibir un pagaré.
Pero los bancos no dan abasto con las multitudes. Además, se estima que un tercio de los venezolanos no tiene cuenta bancaria y al menos una oficina del banco central, la de Maracaibo, no abrió el viernes como fue prometido. El sábado, en medio de la agitación social, Maduro extendió el plazo al 2 de enero, pero puede que millones de personas aún se queden con pilas de billetes sin valor.
Entre tanto, nadie quiere aceptar los billetes de 100 bolívares y los nuevos de 500 bolívares aún no están disponibles. Tampoco ha llegado el prometido billete de 20.000 bolívares, que se convertiría en el de mayor denominación. Esto significa que una semana antes de la Navidad, el país está hambriento de efectivo.
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La incompetencia monetaria es aterradora. Steve Hanke, economista de la Universidad Johns Hopkins y experto en medir la hiperinflación alrededor del mundo, dice que la tasa de inflación anual de Venezuela se ubica alrededor de 289%.
Detrás de la disparada de precios hay una moneda cada vez más depreciada. La tasa oficial de cambio es de 10 bolívares por dólar. La tasa de cambio en el mercado negro ascendió recientemente a 2.800 bolívares por cada dólar. La moneda se ha devaluado rápidamente porque el banco central ha estado imprimiendo dinero —o creando crédito— para cerrar la brecha fiscal causada por gastar más de los ingresos que se reciben. El manejo de la deuda de la petrolera estatal Petróleos de Venezuela S.A. ha sido particularmente costoso.
La dictadura ha impuesto control de precios para tratar de mantener a raya el explosivo costo de vida. Esto ha producido escasez extrema de incluso los artículos más básicos.
El esfuerzo épico por sobrevivir día a día puede ser visto en un reciente documental de 17 minutos realizado por “Reporters”, un programa en inglés de la cadena televisiva de noticias internacionales France24: una mujer en un modesto apartamento en Caracas acaricia una botella de aceite de maíz Mazeite como si fuera un recién nacido. La mujer dice que la consiguió en un trueque, que se ha convertido en una forma común de comprar. Las personas hacen largas colas, compran lo que está disponible y luego lo canjean entre amigos y vecinos por algo que necesitan más.
“Hacía tiempo que no cocinaba con aceite”, dice mientras mueve delicadamente sus dedos sobre su tesoro. “Para mí es algo grande”.
Los venezolanos han decidido cruzar la frontera para conseguir alimentos. En las casas de cambio en Colombia reciben pesos por billetes de 100 bolívares. Algunas tiendas recibían bolívares antes del anuncio de Maduro. Los intermediarios que llevan bienes al interior de Venezuela también usan las casas de cambio. Incluso el gobernador chavista del estado fronterizo del Táchira maneja una tienda de abarrotes con artículos que trae de Colombia, lo que significa que vende bolívares y compra pesos.
Sitios web recopilan y publican el precio del colapsado bolívar que se negocia en las casas de cambio. Esto enloquece a la dictadura de Maduro. El mes pasado, un reporte del corresponsal de The Wall Street Journal Anatoly Kurmanaev señaló que el segundo al mando en el gobierno, Aristóbulo Istúriz, había declarado a uno de esos portales, DolarToday.com, como enemigo del pueblo y parte de una conspiración de EE.UU. con el fin de depreciar la divisa.
Al eliminar el billete de 100 bolívares y cerrar y militarizar la frontera con el fin de evitar el ingreso de bolívares desde Colombia y Brasil, Maduro golpea a los operadores de divisas.
Pero reemplazar un billete devaluado por uno de mayor denominación no pondrá fin a las casas de cambio en Colombia ni detendrá la caída del bolívar. Entre tanto, sacar billetes de circulación sin reemplazarlos de inmediato con nuevos billetes paraliza a la economía en efectivo. El daño colateral a los venezolanos comunes y corrientes es enorme.
Algunos pueden usar tarjetas de débito o crédito, pero muchos pequeños comerciantes no están equipados para procesar pagos electrónicos. Y buena parte de la economía es informal.
El domingo, un desesperado Maduro atribuyó la demora en recibir los nuevos billetes al Departamento del Tesoro de Estados Unidos, pero dijo que llegarán a la brevedad. El ejército aún lleva ventaja pero el hambre es un motivador poderoso, como lo dejaron claro las iracundas multitudes este fin de semana.
Do you have change for a billion? The mad world of Zimbabwe’s currency
By Keith Breene.
If President Mugabe was expecting his people to welcome news that the country was to get its own currency again, he will have been sorely disappointed.
There has been a rather hostile reception from Zimbabweans to plans for new ‘bond notes’, pegged to parity with the US dollar.
For the past seven years, the country has been running entirely on foreign currency after 500 billion percent inflation led to the national dollar being abandoned.
The new bond notes are an attempt to complement those foreign currencies, which are in short supply following a collapse in exports.
Despite the promise that the new notes will mirror the US dollar’s value, many are sceptical after what happened last time they trusted local currency.
Going up
Zimbabwe was once so gripped by hyperinflation that the central bank could no longer afford paper on which to print practically worthless trillion-dollar notes.
The government reported in July 2008 that Zimbabwe was experiencing inflation of 231 million percent (231,000,000%). However, the Libertarian think tank, the Cato Institute, believes that the real inflation rate was 89.7 sextillion percent or 89,700,000,000,000,000,000,000%.
It is interesting to note that the country is now grappling with the opposite problem.
Like Britain, Japan, the US and other nations dealing with the consequences of weak demand and cheap oil, Zimbabwe is threatened more by the prospect of falling prices. But that doesn’t mean its people are ready to trust that hyperinflation won’t happen again.
Gold standard
Large denomination notes are not the preserve of developing nations, though.
The United States printed high value notes until in 1969 when denominations of US currency over $100 were declared obsolete by executive order of President Nixon, partly due to concerns about their use in organized crime.
The largest denomination bill printed by the US was the $100,000 gold certificate, with a portrait of President Woodrow Wilson.
Atlas Obscura says 42,000 of these were printed in the 1930s for use within the Federal Reserve. They are considered government property and illegal for collectors to own, but one specimen is kept by the Smithsonian.
Union currency
The European Union currently uses a €500 note but Italy printed a 500,000 lire note until it adopted the single currency.
World record
The worst case of hyperinflation is regarded as being in post-war Hungary. During this period a 100 million billion pengő bill was issued but was still not enough to buy anything of real value.
Hungary introduced its new currency in 1946, the forint, and a famous photograph shows a street sweeper sending very large pengő bills into the sewer.
One new forint was exchangeable for 400 octillion (400,000,000,000,000,000,000,000,000,000) pengő.
Further inflation
While many of these high denomination notes were worthless at the time they were in circulation, many have gained in value considerably since.
Collectors are keen to own notes with exceptionally high values because of the novelty of being a paper trillionaire and the absurdity of the professed values.
Ironically, trillion dollar notes which would not buy a bus ticket in Zimbabwe seven years ago are now sometimes selling for hundreds of US dollars around the world.
Los datos surgen del último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) realizado entre varios analistas por el BCRA. Para 2019, la inflación bajaría al 9,3%.
Presidente del BCRA, Federico Sturzenegger.
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Los analistas proyectan que la inflación será del 19,7% en 2017, con una lenta tendencia bajista hasta el 9,3% al final del mandato del Gobierno.
Los datos surgen del último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) realizado entre el 27 y el 31 de octubre entre varios analistas especializados hecho por el Banco Central (BCRA).
Para finales del mes próximo, la tasa de inflación llegará al 39,4% según el REM, mientras que para diciembre de 2017 se ubicará en el 19,7%. Para fines de 2018 los pronósticos la sitúan en el 14,8% y para 2019 en el antes mencionado 9,3%.
Si bien el REM coincide con los pronósticos del Central de inflación en baja, muestra un ritmo de caída menor a la del ente monetario, que prevé que la tasa rondaría el 5% para finales de 2019.
En lo que hace al PBI de 2016, el REM proyecta una caída total del 2% para todo el año, aunque para los próximos tres años habría un crecimiento del 3%.
Por otra parte, del estudio surge que la tasa de rendimiento de las Lebac será del 26% a finales de este mes -frente al actual 26,75%- y descenderá al 25,1% en diciembre.
Precios locos: un saquito de marca cuesta igual que un lavarropas
Impuestos, márgenes y costos ocultos. Un auto usado sale casi tanto como un 0km y una estadía en Cariló, como una semana en el Caribe.
Por Natalia Muscatelli.
Local de electrodomésticos.
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Comprar un jean de marca por $1.800 o un par de zapatillas por $2.500 o un saquito con tachas de diseñadora de moda ($ 7.800) o un pantalón de lino ( $ 7.200) puede resultar un gasto “exorbitante” si se lo compara con el precio de un electrodoméstico. Por ejemplo, un lavarropas que hoy cuesta aproximadamente unos $ 8.000, o un lavavajillas ( $ 7.500). También el precio de un auto usado puede resultar sumamente caro respecto de otro similar cero kilómetro, como consecuencia de la gran dificultad para acceder a este último. Y hasta un paquete turístico al Caribe hoy puede insumir un costo similar a una estadía en Cariló.
Estas aparentes “inconguencias” en los precios de los bienes y servicios aparecen a diario en la vida de los consumidores. Algunas, se enmarcan en ciertas características de la economía local, como la distorsión de precios.
“Cuando una economía está muy cerrada, hay licencias no automáticas o impuestos y regulaciones en exceso, empiezan a gestarse distorsiones que tal vez, no existen en otros mercados del mundo”, explica Fausto Spotorno, de Ferreres &Asociados. Y recuerda una regla que bien puede aplicarse a la economía doméstica: “En los países desarrollados, las cosas son baratas y las personas, (los salarios que implican la elaboración de esos bienes), son caras. En cambio, en los países en desarrollo, (como la Argentina), la ecuación es exactamente al revés”.
El caso más emblemático en cuanto a las distorsiones de precios es el de las tarifas de los servicios públicos, agrega Soledad Perez Duhalde, de abeceb. Si bien, tuvieron un ajuste importante en la nueva gestión de gobierno, tenían uno de los mayores retrasos de la economía. “Entonces, la distorsión en las tarifas sumado al tipo de cambio que se fue apreciando, también dieron lugar a la distorsión en los precios de otros productos”, señala. En muchos casos, lo que sucede es que la demanda convalida esos precios muy altos. O sea, “la gente está dispuesta a pagarlos aunque no lo valgan”, señala la analista.
“Al no ser ésta una economía autosustentable, muchas veces, la gente convalida subas de precios en otros bienes como la ropa, los electrodomésticos o el transporte de pasajeros”, dice Spotorno. Y coincide en que el sector energético sigue siendo uno de los más distorsionados a pesar de las subas”.
Según Diego Giacomini, de Economía & Regiones, el gran desafío para corregir las distorsiones de precios es “bajar la presión tributaria. El tipo de cambio no es el problema: no está atrasado respecto de los otros países de la región”, dijo. Para Giacomini, los problemas de competitividad mejorarían a partir de una rebaja de unos 8 puntos en la presión tributaria. “La Argentina tiene una presión tributaria 12 puntos mayor al resto de los países, tres veces más de deficit fiscal y todo eso lleva a encarecer el costo de financiamiento y laboral. Y, a su vez, todo esto lleva a encarecer los productos respecto de otros países de la región.
El concepto de una moneda sana, como un instrumento para proteger las libertades civiles
Por Martín Krause.
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Con los alumnos de la UBA Económicas vemos a Ludwig von Mises y la idea clásica de la moneda sana (de “Reconstrucción Monetaria”):
El principio de una moneda sana que guió las doctrinas y políticas monetarias del siglo XIX fue un producto de la economía política clásica. Constituyó una parte esencial del programa liberal, tal como lo desarrolló la filosofía social del siglo XVIII y lo difundieron los partidos políticos más influyentes de Europa y América durante el siglo siguiente.
La doctrina liberal ve en la economía de mercado el mejor, inclusive el único sistema posible de organización económica de la sociedad. La propiedad privada de los factores de la producción tiende a transferir el control de ésta a manos de quienes se hallan mejor capacitados para la tarea, y, de esta suerte, a procurar a todos los miembros de la sociedad la satisfacción más completa posible de sus necesidades. Ella atribuye a los consumidores el poder de elegir a aquellos proveedores que los abastezcan más barato de los artículos que solicitan con mayor urgencia y en esa forma sujeta a los empresarios y a los propietarios de los factores productivos, es decir, a los capitalistas y terratenientes, a la soberanía del público consumidor. Ella hace que las naciones y sus ciudadanos sean libres y proporciona sustento abundante para una población cada vez más numerosa.
Como sistema de cooperación pacífica con arreglo a la división del trabajo, la economía de mercado no podría funcionar sin una institución que garantizara a sus miembros que estarán protegidos en contra de los malhechores de adentro y de los enemigos de afuera. La agresión violenta únicamente puede frustrarse mediante la resistencia y la represión armadas. La sociedad necesita un aparato defensivo, un estado, un gobierno, una fuerza policíaca. Su funcionamiento sin tropiezos ha de salvaguardarse mediante el apresto incesante a repeler a los agresores. Mas entonces surge un nuevo peligro. ¿Cómo es posible mantener bajo control a aquellos a quienes se confía la dirección del aparato gubernamental, a fin de que no volteen sus armas contra aquellos a quienes deben servir? El problema político esencial estriba en cómo impedir que los gobernantes se conviertan en déspotas y esclavicen a los ciudadanos.La defensa de la libertad individual en contra de los abusos de los gobiernos tiránicos constituye el tema esencial de la historia de la civilización occidental. El rasgo característico de occidente se encuentra en el afán de sus pueblos por ser libres, preocupación que es desconocida de los orientales. Todas las maravillosas proezas de la civilización occidental son otros tantos frutos que han crecido en el árbol de la libertad.
Es imposible asir el significado de la idea de la moneda sana si no se hace uno cargo de que se concibió como un instrumento destinado a proteger las libertades civiles contra las invasiones despóticas por parte de los gobiernos. Ideológicamente pertenece a la misma categoría que las constituciones políticas y las declaraciones de derechos. La exigencia de garantías constitucionales y de declaraciones de derechos representó una reacción contra los regímenes arbitrarios y la inobservancia por los reyes de las costumbres tradicionales. El postulado de una moneda sana se esgrimió como respuesta a la práctica de los príncipes de rebajar la ley de la moneda acuñada. Más tarde se elaboró y perfeccionó con cuidado en la época que, como resultado de su experiencia con la Moneda Continental de las Colonias Norteamericanas, con el papel-moneda de la Revolución Francesa y con el período de restricción en Inglaterra, había aprendido lo que un gobierno puede hacer al sistema monetario de una nación.
El cripto-despotismo moderno, que en los Estados Unidos de América ha usurpado el nombre de liberalismo, critica la negatividad del concepto de libertad. Esta censura carece de valor, toda vez que se relaciona puramente con la forma gramatical de la idea y no entiende que todos los derechos civiles pueden definirse con igual propiedad en términos afirmativos que en términos negativos. Son negativos en cuanto tienen por finalidad cerrar la puerta a un mal, como es la omnipotencia del poder público, e impedir que el Estado se convierta en totalitario. Son afirmativos en cuanto tienden a preservar el funcionamiento sin obstáculos del sistema de propiedad privada, el único sistema social que ha creado lo que llamamos civilización.
De esta suerte, el principio de la moneda sana reviste dos aspectos. Es afirmativo cuando sanciona la elección por el mercado de un medio de cambio de uso general. Es negativo cuando se opone a la propensión del gobierno a entrometerse con el sistema monetario.