Las primeras 7 profesiones que caerán en el olvido por culpa de la inteligencia artificial
Ante el rápido avance de las tecnologías, estos empleos serán los primeros en caer en el olvido en un futuro próximo.
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Muchas personas comparten cierto entusiasmo sobre las comodidades que los algoritmos inteligentes y los robots van a traer a nuestra vida cotidiana y permanecen optimistas sobre sus puestos de trabajo. Mientras tanto los empleos de los que se empezará a expulsar a los humanos en primer lugar no se limitarán simplemente al trabajo para los que carecen de experiencia o la labor manual.
La automatización robótica será responsable para el 2020 de la pérdida de más de 5 millones de puestos de trabajo en 15 naciones desarrolladas, informa la revista ‘Forbes’ citando un informe del Foro Económico Mundial.
Otro estudio, elaborado por la corporación IDC, supone cambios dramáticos en la mano de obra y la cultura laboral debido a innovaciones robóticas, incluidas nuevas leyes, nuevos cargos y nuevos métodos de trabajar al lado de compañeros no solamente humanos.
Camioneros
Hay unos 3,5 millones de camioneros en Estados Unidos hoy en día, pero si se cumplen las predicciones de que dentro de menos de una década un tercio de todos los camiones circularán de manera autónoma, ya es tiempo que los conductores empiecen a entrenarse para nuevos empleos.
Otto Motors, una empresa con apoyo financiero de Uber fundada por exempleados de Google responsables de la inteligencia artificial, tiene como objetivo convertir a los conductores humanos en obsoletos.
Obreros
El sistema SAM es dos a tres veces más productivo que los albañiles humanos. Coloca 1.200 ladrillos al día, en comparación con los 300-500 colocados por los humanos. Y esto es solo el comienzo de la automatización en la construcción.
Los operadores de grúas y los conductores de buldóceres deben prepararse para que las máquinas inteligentes les arrebaten los empleos en breve.
Personal de apoyo jurídico
Conforme al informe de Deloitte Insight, el 39% de los empleos en el sector jurídico será automatizado para el 2020. Revisar la documentación y buscar información pertinente para los casos legales son tareas que van bien con las capacidades de la inteligencia artificial.
Por el momento la infiltración de la inteligencia artificial se limita a diligencias de auditoría, la búsqueda de datos electrónicos y evaluación de contratos, pero su aplicación va expandirse en el futuro, sin duda alguna.
Doctores y otro personal médico
Los robots ya están siendo empleados en la medicina de hoy en día y van a responder a la demanda crítica de servicios médicospor la creciente población mundial.
Varias organizaciones médicas ya están introduciendo sistemas computarizados para la detección y tratamiento del cáncer. Los diagnósticos y cirugía son ámbitos apropiados para el uso de robots.
Contables
Calcular cifras, manejar hojas de balance, cuentas a pagar y recibir, evaluar pérdidas y ganancias y mantener el inventario son tareas donde los robots pueden ser más competentes que los humanos. Por lo tanto hay que esperar un significativo crecimiento en la contabilidad robótica en los próximos años.
El trabajo de analistas financieros también corre riesgos, dado que el análisis de la inteligencia artificial es capaz de detectar una tendencia de forma más rápida y precisa.
Escritores de informes
Los novelistas, tal vez, van a mantener el trabajo pero los escritores de informes y los escritores financieros probablemente estén en riesgo de irse al paro.
Las máquinas están siendo enseñadas y son cada vez más competentes en la creación del contenido legible.
Vendedores
A medida que más personas se fijan en el comercio electrónico y la búsqueda basada en precio, especificaciones y disponibilidad de cada artículo que quieren comprar, la figura del vendedor tradicional -de productos simples- va siendo eliminada de la ecuación.
El futuro es hoy: el mundo turístico se asoma a la inteligencia artificial
Habitaciones inteligentes, apps que conocen de antemano lo que el cliente quiere, recorridos virtuales de los sitios que se quieren visitar… las nuevas tecnologías están tomando el sector turístico, que espera aprovechar la mina de oro de los datos personales.
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Una habitación de hotel personalizada de forma automática según los gustos del cliente, apps que permiten elegir de antemano la temperatura y la luz de los cuartos, así como a Picasso o Van Gogh en las pantallas digitales de las paredes, un espejo de reconocimiento facial en lugar de un recepcionista, anteojos de realidad virtual en reemplazo de folletos, valijas-robot… las nuevas tecnologías están tomando el sector turístico, que espera aprovechar la mina de oro de los datos personales.
“Incluso la cerradura es inteligente. Se abre y se cierre con la aplicación Whatsapp del teléfono del cliente”, explicaba Carlos Méndez, responsable de innovación en la consultora tecnológica francesa Altran, que presentó su prototipo esta semana en el salón internacional de turismo “Fitur”, que se celebra en Madrid.
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Si bien algunos hoteles proponen versiones más básicas, dicha habitación, destinada a los hoteles de lujo, integra los últimos avances en materia de reconocimiento de voz. De esta forma, el cliente puede pedir una pizza en 40 idiomas. El colchón, equipado de captores, registra todos los movimientos del huésped, lo que permite al dueño del establecimiento ofrecerle café si ve que no ha dormido bien.
Más allá del aspecto tecnológico, la inteligencia artificial promete un conocimiento extremadamente íntimo del cliente. “La tecnología nos va a permitir conocer las necesidades del cliente antes de que el cliente sepa que tiene esas necesidades“, augura Álvaro Carrillo de Albornoz, director del Instituto Tecnológico Hotelero. Un conocimiento forjado gracias a los datos personales facilitados en el momento de reservar en internet, pero también una vez el cliente en el hotel. Y todo ello por obra y gracia de la tecnología “beacon” -más o menos autorizada según los países-, un dispositivo que permite detectar el emplazamiento de los teléfonos inteligentes en el hotel o en la ciudad.
Un mundo de algoritmos
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Alimentados por estos datos, los algoritmos de la inteligencia artificial perfilan las costumbres y preferencias del cliente, para fidelizarlo ofreciéndole un recibimiento a medida, o bien venderle productos adicionales. Si el algoritmo “sabe que cuando vienes con tu mujer al hotel no sueles cenar en el restaurante porque pides room-service (servicio a la habitación), te dicen que en ese momento hay menú especial en la habitación con botella de champán. En cambio, si vienes con niños, te intentarán dar una oferta con menú para niños en el restaurante del hotel“, explica Carrillo de Albornoz.
Aparte, estas herramientas tecnológicas pueden ayudar a mejorar el rendimiento del hotel. “Se puede automatizar perfectamente todas las compras. Por ejemplo, cuando (el hotel) tiene una llegada masiva de ingleses, va a tener que comprar más bacon (tocino)”, explica Rodrigo Martínez, director de la asesoría Hotel Servicers.
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Los fabricantes del artilugio más de moda, las gafas de realidad virtual (RV), también buscan entrar en el sector turístico. De momento “estamos en una fase totalmente pionera. Mostramos la realidad virtual, la gente dice ‘oh qué maravilla’, pero a la hora de contratar, no compra. No está en las prioridades de su presupuesto de marketing”, expone Marcial Correal, presidente de la Sociedad española de agencias de viaje con realidad virtual, que promociona esta herramienta.
La cadena hotelera Palladium, con sede en las islas Baleares, se lanzó en la aventura. Sus agentes comerciales ya no van con folletos para presentar sus establecimientos a las agencias de viaje, sino que trabajan con lentes de realidad virtual. Para cada hotel hay videos disponibles, en los que se pueden “visitar” las habitaciones, las piscinas y los restaurantes. “Es mucho mas difÍcil engañar con anteojos de realidad virtual”, dice César Urbina, de la agencia de realidad virtual “Iralta”. Los anteojos están disponibles a precios accesibles, entre 50 y 600 euros, aunque los videos producidos a medida pueden costar de 2.000 a 150.000 euros.
Anatoly Karpov y una lección sobre cómo aprendemos
La velocidad con que las máquinas «aprenden» a jugar al ajedrez hace pensar sobreel ritmo en el que la inteligencia artificial puede desarrollarse e influir en la economía.
Por Sebastián Campanario.
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A mediados de 2010, Anatoly Karpov, ex campeón mundial de ajedrez, visitó Buenos Aires invitado por la Fundación Najdorf. Además de su fama como gran maestro, Karpov es economista -tiene un doctorado por la Universidad de Moscú- y encabeza un exitoso grupo inversor, con foco en el sector hotelero de Europa del Este. En su viaje a la Argentina participó en distintas exhibiciones y brindó una entrevista, en la que se le preguntó quién consideraba que había sido el mejor jugador de la historia. Puntualmente, si se juntaban en un torneo todos los ex campeones mundiales (él, Garry Kasparov, Bobby Fischer, Raúl Capablanca, etcétera), cada uno en su mejor momento o pico de juego, quién ganaría.
Karpov meditó la respuesta por un momento, como si estuviera pensando una jugada. Es una persona modesta, de un perfil mucho más bajo que su rival histórico, Kasparov, con quien durante años protagonizó lo que Harvard Business Review calificó como «la rivalidad más enconada de la historia de los deportes en el siglo XX». Su primera respuesta fue que el Fischer de 1972 -cuando derrotó en el match del siglo al ruso Boris Spassky, en Islandia- probablemente haya sido el ajedrecista que más lejos estuvo del pelotón que lo seguía. «Ganó algunos de los matchs clasificatorios por 6-0, aplastando a sus rivales -me dijo en una entrevista-. En términos estadísticos fue un outlier total, una proeza equivalente a ganar un torneo de grand slam sin ceder un solo game«.
Pero luego precisó su respuesta: el vencedor sería sin duda el último campeón (el indio Viswanathan Anand al momento de la charla, el noruego Magnus Carlsen hoy). «En ajedrez hay aprendizaje, y muchas aperturas que se jugaban hace algunas décadas fueron descartadas porque se les encontraron puntos débiles. Así que hay una ventaja grande para el último campeón», explicó.
La respuesta de Karpov resuena a partir de un nuevo hito de la inteligencia artificial logrado en forma reciente. El programa Alpha Zero logró aplastar a otro software fuerte en un match a cien partidas sin perder ninguna. Pero lo revolucionario no fue el resultado, sino cómo se logró: Alpha Zero no necesitó aprender de millones de partidas anteriores, sino que simplemente se le enseñaron las reglas y en 24 horas se convirtió en el jugador más potente del planeta. Las décadas que a los humanos nos llevaron desechar aperturas se transformaron en horas en al caso del algoritmo: en las primeras dos horas, el programa parecía entusiasta probando la apertura francesa, pero luego la descartó. Su enamoramiento de la Caro-Kahn duró mucho menos.
«Lo interesante aquí es que no se necesitó big data para superar la performancehumana: sólo las reglas y tiempo para aprender (un día)», dice a LA NACION Marcelo Rinesi, experto en ciencia de datos e investigador del Instituto Baikal. «La observación inevitable, creo, es que la experiencia y el conocimiento acumulados por la especie humana son realmente pocos: no sabíamos nada de ajedrez, y seguramente no sabemos nada de matemáticas, programación, medicina, diseño industrial ni arquitectura», agrega.
Tres años atrás, la empresa DeepMind, que pertenece a Google, se puso como objetivo desarrollar un algoritmo que pudiera competir contra los mejores jugadores de Go del mundo, un juego tremendamente complejo, con trillones de jugadas probables, que no puede abordarse con la «fuerza bruta» computacional como la que IBM usó con Deep Blue 20 años atrás para derrotar a Kasparov. En marzo de 2016, cuando el programa Alpha Go se enfrentó a Lee Sedol, el mejor jugador del mundo, las apuestas estaban diez a uno a favor del humano. El resultado fue un 4-1 para el algoritmo. El programa aprendía, a velocidad supersónica, de millones de partidas previas, y un año después derrotó con un inapelable 3-0 al chino Ke Jie, un joven prodigio cuyo talento en Go es comparable al de Carlsen en ajedrez.
El salto cuántico se produjo luego, cuando la firma logró una versión más potente sin necesidad de acudir a partidas previas y pudo, en muy pocas semanas, traducir esa expertise del Go al ajedrez. Demis Hassabis, el fundador de DeepMind, fue a los 13 años un genio del juego ciencia, segundo a nivel mundial en esa categoría detrás de la húngara Judit Polgar.
Para Axel Rivas, experto en educación y profesor de la Udesa, la experiencia de Alpha Zero implica una lección relevante para la forma en que adquirimos conocimientos en el siglo XXI: «Tenemos que ser capaces de enseñar una serie de reglas y métodos fundamentales a nuestros alumnos. Pero también tenemos que enseñarles a cuestionar esos principios y reconstruirlos de maneras alternativas. Durante siglos enseñamos reglas (quizá como las primeras máquinas fueron programadas paso a paso), pero para enseñar metacognición tenemos que enseñar a vulnerarlas, o al menos a intentarlo«.
Según Rinesi, este tipo de eventos dan la pauta de que «se acelerarán los tiempos de avances esperados para biología, medicina e ingeniería. La única diferencia entre una partida de ajedrez y diseñar un nuevo dispositivo es que las reglas son más imperfectas y la partida, más complicada, pero ambas cuestiones implican sólo el desafío de acumular datos para refinar modelos y aumentar la escala de procesamiento».
En el último mes aparecieron varios estudios que buscan mapear los últimos avances de la inteligencia artificial y buscan responder la pregunta de cuán rápido, y en qué intensidad, esta tecnología exponencial transformará la economía. Uno de estos trabajos es un «AI Index» del MIT. Según un artículo de Steve Lohr en The New York Times, todos estos trabajos coinciden en que la inteligencia artificial en su estado actual sirve para menos cosas de las que creemos, pero que avanzará más rápido de lo que estimamos y tendrá un impacto mucho mayor que el que se pronostica.
La historia de Alpha Zero no está exenta de críticas. La semana pasada, José Camacho Collado, matemático, investigador en IA y gran maestro de ajedrez, publicó un análisis en Medium donde señaló una decena de razones para tomar con cautela el logro de DeepMind, entre ellas que sólo se publicaron algunas partidas y que no se eligió como contrincante la versión de software más poderosa.
La respuesta de Karpov, con la humildad de no mencionarse a sí mismo como probable ganador del hipotético torneo con los mejores del mundo, viene con una reivindicación: la forma de juego de Alpha Zero, resaltó Albert Silver, el sitio de ajedrez Chess News, es mucho más «humana»: su dinámica se basa en «filtrar» los caminos que parecen más promisorios y enfocar la profundidad y esfuerzo de análisis por ahí, como hacen los jugadores de carne y hueso.
Al contrario de los programas anteriores, mucho más agresivos, que van «a todo o nada», Alpha Zero no escapa de posiciones cerradas, en las cuales se trata de sacar una mínima ventaja y luego exprimirla con paciencia al máximo, ahogando al contrincante en forma lenta. Esta estrategia de boa constrictor fue refinada en su momento por el ex campeón Tigran Petrosian y llevada a su máximo nivel de brillantez por el propio Karpov. Por eso, destacó el artículo de Chess News, si Alpha Zero tuviera que emparentar su juego con alguno de los humanos conocidos, sería sin duda con el de Anatoly Karpov.
La robótica eliminará hasta 800 millones de empleos en pocos años
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Entre 400 y 800 millones de personas en todo el mundo se verán afectadas por la automatización y tendrán que encontrar una nueva ocupación desde hoy hasta el 2025, según un informe realizado por la consultoría McKinsey Global Institute.
Los efectos del fenómeno calculados por la consultoría varían de acuerdo con la proyección que se tome en cuenta: si la automatización de las economías avanza a un ritmo intenso o gradual.
Los responsables del documento de McKinsey señalan que los bajos sueldos en México conllevarán a un impacto menos intenso de la automatización en el país latinoamericano: del total de 68 millones de personas que formarán la fuerza laboral mexicana en el 2025, unos 9 millones se verán desplazadas.
“México tiene una población joven y una fuerza laboral que está creciendo. El nivel de los sueldos puede disminuir la implementación de la automatización en el país”, destaca la consultoría.
McKinsey analizó el efecto de la robotización en 46 economías que representan casi el 90% del PIB mundial. Además, hizo proyecciones detalladas del impacto de la automatización en seis países: Estados Unidos, China, Alemania, Japón, México e India. La consultoría destaca que los países tienen que encontrar maneras de reubicar a los trabajadores desplazados por la automatización. “En los escenarios en que algunos de los desplazados llevan años para encontrar un nuevo trabajo, el desempleo crece en el corto y medio plazo. A largo plazo se reduce el desempleo y el mercado laboral se ajusta, pero con un menor crecimiento de los sueldos”, afirman.
Además, los cambios tecnológicos golpearán con más fuerza a los trabajadores con menos estudios. Por otro lado, las personas con formación universitaria o posgrado serán los que menos se verán afectados. Entre las actividades más afectadas señaladas por la consultoría, están los operadores de maquinas y los empleados en cadenas de fast food, además de trabajadores que hacen la colecta y procesamiento de datos.
“Las profesiones altamente dependientes de las actividades que identificamos como más susceptible a la automatización —trabajos físicos o procesamiento de datos— serán probablemente las más afectadas”, afirman los responsables del informe. “Ocupaciones que requieren alto nivel de especialización o una alta exigencia de interacción social y emocional serán menos susceptibles a la automatización hasta el 2025”, dicen.
Pese a los efectos esperados en el mercado laboral, los investigadores destacan que la innovación, el crecimiento económico adecuado y las inversiones pueden generar una creación de empleos suficiente para compensar los puestos que serán perdidos por la automatización.
Santiago Bilinkis: «En vez de repartir el dinero se podrá distribuir el trabajo»
Según el emprendedor y tecnólogo podría ser una solución alternativa al ingreso universal, ya que se logrará producir la misma riqueza con la mitad del empleo.
Por Sofía Terrile.
Santiago Bilinkis. .
¿Están cómodos?», preguntó el emprendedor y tecnólogo Santiago Bilinkis al auditorio. «Bien, porque mi meta es que dejen de estarlo», continuó. Luego trajo una «buena noticia»: la Argentina lidera a nivel global. El problema es en qué: en el porcentaje de trabajos que van a ser reemplazados por robots. «Seguramente no les sorprenda porque se está hablando de esto en todos lados», dijo. Explicó que no es una tendencia nueva: basta con ver empleos como los de las operadoras telefónicas, que se fueron perdiendo con los avances tecnológicos.
Sin embargo, señaló una diferencia entre esos avances del pasado y los del presente: «Las computadoras primero reemplazaron trabajos más físicos. Después los manuales. Ahora se viene el mayor cambio en la historia del trabajo: reemplazarán nuestras piernas, nuestras manos y nuestra cabeza». ¿Cómo será posible? Con la tecnología de deep learning o aprendizaje profundo, es decir, la capacidad de las máquinas de aprender de su propia experiencia.
Un ejemplo es la evolución de AlphaGo (un programa de inteligencia artificial desarrollado por Google que le ganó al campeón del juego oriental Go), llamada AlphaGo Zero: esta versión aprendió sola, ningún humano intervino para enseñarle. El resultado es que le gana a todos los seres humanos que existen e incluso a su precursor, y que logró todo eso en sólo cuarenta días. Bilinkis dio un dato más en su disertación: se trata de computadoras que no solamente calculan sino que además innovan. «Cuando triunfó ante el número uno del Go, este calificó las movidas de la máquina como «hermosas», con un nivel de creatividad jamás visto», dijo.
Abogados, médicos, periodistas… nadie se salvará, pero además, las máquinas serán superadoras en capacidad de aprendizaje y procesamiento de información. «Ya tenemos inteligencias artificiales mejores que cualquier ser humano en diseñar inteligencias artificiales: esto se vuelve iterativo y el terremoto recién empieza», advirtió, y siguió: «No estamos reaccionando. Todos vieron estas noticias y nadie hizo nada al respecto: no cambiaron su plan de carrera en el mediano plazo, no se pusieron a pensar qué es lo que la inteligencia artificial tiene para aportar a sus empleos, no se sentaron con sus hijos a plantearles un cambio en sus estudios».
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Visión de futuro
En las columnas de radio que el creador de Officenet hace regularmente, encuesta a personas respecto del futuro del empleo. Una de estas preguntas fue: «¿Creen que su trabajo va a ser transformado por la inteligencia artificial?» El 70% de los oyentes respondió que no. Otra pregunta: «¿Te considerás listo para los cambios?» El 70% dijo que sí. Explicó el problema del futuro del empleo: «Sabemos que nuestros trabajos van a dejar de existir tal como los conocemos en los próximos diez años y que van a ser reemplazados por empleos completamente nuevos, pero no sabemos cómo pueden llegar a ser».
Bilinkis también contó cómo se están preparando los gerentes de Recursos Humanos. Hace 10 años, reclutaban personas con conocimiento técnico y dedicación, gente que llegara temprano, se quedara hasta tarde y que tuviera habilidades bien orientadas a las tareas requeridas. Actualmente, las palabras en boga son «habilidades blandas e interpersonales«, «resiliencia» y «comunicación». Pero dentro de 10 años todo girará alrededor de la innovación, la creatividad y el aprendizaje continuo.
«Lo más importante es redefinir la educación -continuó el especialista-. Si en el colegio de sus hijos les están enseñando habilidades duras y ética del trabajo, los están preparando para el pasado. Necesitamos rompedores de reglas, no cumplidores».
Detalló que las personas de entre 15 a 19 años dedican casi 1200 horas anuales a aprender, es decir, seis horas por cada día hábil; pero entre los de 35 y 54 ese promedio baja drásticamente hasta 23 horas al año; y luego de los 55 es insignificante, es decir, más cercano a cero.
«En vez de dedicar 100% del tiempo a aprender durante el 20% de nuestra vida y después trabajar y tener experiencia, la fórmula debería ser la inversa: el 20% de nuestro tiempo el 100% de nuestra vida», expresó. Y añadió que «todas las organizaciones quieren ser innovadoras», pero que eso sólo puede suceder «si la gente está actualizada», y recomendó incentivar las capacitaciones en las empresas.
Centauros y empatía
Para finalizar, compartí dos conceptos con el auditorio. El primero, convertirse en «centauros». Rememoró el caso de Gary Kasparov, el reconocido jugador de ajedrez ruso, quien en 1997 jugó una partida contra la máquina Deep Blue, capaz de procesar 200 millones de jugadas por segundo, y perdió. Luego surgió el concepto de «ajedrez centauro», en el que juega una persona junto a una máquina contra otra persona con otra máquina. «Es decir, híbridos que reúnen lo mejor de los dos mundos. No gana el mejor ajedrecista ni el mejor software, gana quien mejor armoniza ambas virtudes. Si vamos a tener que pelear contra las computadoras, estamos fritos», dijo.
Lo conectó con el segundo concepto: la empatía. «Las máquinas seguro harán diagnósticos médicos mucho más rápidos, ningún doctor va a vencer a una computadora en conocimiento, pero si a mí en algún momento me tienen que dar una mala noticia en materia de salud, voy a preferir que me lo diga una persona», sostuvo. Recomendó aprender a lidiar con el ego y apostar por la conexión para «llenar de humanidad lo que hacemos». Por otro lado, aconsejó desarrollar el pensamiento prospectivo, ya que cuanto más rápido se mueve algo, más lejos hay que poder ver.
Para las ideas finales, dijo que «nadie garantiza que el trabajo alcanzará para todos» y que tampoco se sabe qué podrá ocurrir en un futuro no tan lejano. «Esto lleva a otra discusión que está teniendo mucho lugar y que es separar el ingreso del trabajo y crear un ingreso universal para que todas las personas puedan tener sus necesidades básicas cubiertas. Esto no se discute en Corea del Norte sino en Silicon Valley y en buena parte del mundo desarrollado», advirtió el emprendedor.
En sus encuestas radiales, también consultó a sus oyentes si podrían ser felices con una asignación universal y sin la posibilidad de volver a trabajar. Una gran mayoría respondió que no: «Sentir que es tratada con justicia es muy importante para la gente», aclaró, y agregó que «en el futuro, si se puede producir la misma riqueza y hace falta la mitad del trabajo, en vez de repartir el dinero se puede repartir el trabajo» y que eso dará lugar a cuidar mejor las relaciones personales y a tener tiempo para desarrollar hobbies. [Esto es: reducción de la jornada laboral]
Finalmente, Bilinkis concluyó: «Si creen que cambiar es arriesgado, prueben el riesgo de no cambiar».
El desafío de cara al futuro
Tips para entender los empleos que vienen:
23 – Aprendizaje
Son las horas anuales que ocupan los adultos de entre 35 y 55 para aprender. Los de entre 15 y 19 emplean 1200 horas anuales
Empatía: Ningún doctor va a vencer a una máquina en velocidad para hacer un diagnóstico, pero la persona seguirá siendo necesaria para comunicar, sobre todo en momentos difíciles
Riesgo: «Los que creen que cambiar es un riesgo deben probar el riesgo que implica no cambiar», dice Santiago Bilinkis
El sombrío pronóstico del CEO de Tesla sobre los riesgos que enfrenta la humanidad
Elon Musk advirtió que la tecnología amenazará todos los trabajos hoy en manos de humanos.
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Ante un audiencia compuesta por los gobernadores más importantes de los EEUU, el empresario multimillonario y referente de la Silicon Valley Elon Musk advirtió sobre los potenciales riesgos y consecuencias casi inevitables del ascenso de tecnologías apalancadas en la inteligencia artificial.
El sudafricano radicado en los EEUU al mando de la firma de vehículos eléctricos Tesla Motors y de la startup de viajes comerciales al espacio SpaceX destacó la importancia de crear cuanto antes un organismo regulatorio para guiar el desarrollo y la implementación de la tecnología que se perfila como la más influyente para la humanidad en el mediano plazo.
El pasado sábado durante la reunión de la Asociación Nacional de Gobernadores que tuvo lugar en Rhode Island, Musk se mostró pesimista en cuanto al impacto de la inteligencia artificial sobre los puestos de trabajo hoy ocupados por seres humanos y hasta se atrevió a anticipar que podría generarse una guerra debido a la expansión de la influencia de robots con capacidades humanoides.
Es el mayor riesgo que enfrentamos como civilización. Cuando digo que los robots lo harán todo es todo, sin duda
Riesgos vinculados al desempleo masivo y la desestabilización social son los dos aspectos fundamentales que el cofundador de PayPal recomienda abordar desde un punto de vista regulatorio a la brevedad.
«Tengo acceso a la inteligencia artificial más vanguardista, y creo que la gente debería estar realmente preocupada por ello. La inteligencia artificial es un riesgo fundamental para la existencia de la civilización humana» aseguró Musk.
Además alertó sobre el peligro de que dispositivos con inteligencia artificial conectados a Internet puedan generar una rebelión en contra de la humanidad, algo que se ha visto hasta el hartazgo en filmes de ciencia ficción donde las máquinas se unen para «vengarse» de sus creadores.
«Se podría comenzar una guerra haciendo falsas noticias, falsificando cuentas de correo electrónico y emitiendo falsos comunicados de prensa. Simplemente manipulando información. La pluma es más poderosa que la espada» compartió Musk ante los gobernadores presentes.
El multimillonario ayudó a crear OpenAI, un grupo de investigación sin fines de lucro que aboga por el desarrollo seguro de la inteligencia artificial. «Una vez que se gane conciencia a nivel masivo, la gente tendrá mucho miedo» advirtió.
Criticado por algunos de los presentes por, supuestamente, alentar la desaceleración del progreso y la innovación que coloca a los EEUU como el referente tecnológico a nivel mundial, Musk aseguró que las regulaciones no harán que compañías nacionales dejen el país.
Más allá de su postura alarmista, Musk se encuentra desarrollando Neuralink, un proyecto que busca conectar el cerebro con dispositivos electrónicos y sus vehículos eléctricos cuentan con tecnología de inteligencia artificial que permite un manejo completamente autónomo sin depender del conductor.
La carambola a dos bandas de los vehículos que no necesitan conductor
Los automóviles automanejados revolucionarán no sólo el mundo del transporte, sino que también traerán nuevos negocios en otros rubros que se nutrirán de los efectos de esta tecnología; las automotrices hoy debaten el timing de la producción de las unidades.
Por Sebastián Campanario.
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En los meses que siguieron a los atentados terroristas del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas en Nueva York, millones de estadounidenses dejaron de viajar en avión. Mientras duró el miedo, la gente optó por hacer los traslados cortos por vía terrestre, y las autopistas se congestionaron como nunca había pasado. La tasa de muertes por accidentes en las rutas es mucho mayor que la de desastres aéreos, con lo cual se estima que en el año siguiente a los atentados murieron más personas por este diferencial de accidentes de autos que los fallecidos en el ataque del 11 de septiembre de 2001.
Este fenómeno fue destacado por Nassim Taleb, el autor de El Cisne Negro, e ilustra cómo a menudo efectos «de segundo (o tercer, cuarto, etcétera) orden» -indirectos- pueden ser más intensos que las consecuencias directas, que son las que estamos acostumbrados a analizar. Por eso, aunque pueden tener un impacto mayor en los negocios y en la vida cotidiana, también resultan más impredecibles.
Algo similar podría estar ocurriendo con la evolución de los vehículos autónomos, que se manejan solos, sin conductor, y que apuntan a revolucionar el mercado del transporte, pero también otros rubros menos previstos, en una suerte de carambola a dos bandas.
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En 2016, el formato de vehículos sin conductor dejó de ser un espacio de debate recluido en Silicon Valley y otros centros de innovación y se incorporó a la visión mainstream de prácticamente todas las automotrices. Hoy se discute el timing de esta disrupción -que además se combina con el abaratamiento exponencial de las baterías eléctricas-, y qué tipo de transportes serán los primeros en masificarse sin conductores. A diario aparecen noticias sobre un nuevo estado o un país que autoriza la circulación de autos, camiones o micros automanejados, pero por ahora son historias a nivel anecdótico. Los expertos en inteligencia artificial más optimistas estiman que la automatización «total» recién podrá lograrse de aquí a entre cinco y diez años. Esto es, la factibilidad tecnológica para dar el salto. Y aún así hay otros factores (regulaciones, de comportamiento, preferencias de los consumidores, etcétera) que determinarán cuán rápido el actual stock de vehículos terrestres (estimado en 1100 millones de unidades, más de uno cada siete habitantes en el planeta) se reemplaza por opciones automatizadas.
La tecnología se difunde por capas (aún hoy hay gente que manda telegramas o circula a caballo en zonas rurales), con lo cual lo más probable es que las dos opciones (autónomos y manejados) convivan por décadas.
Entre los efectos de primera derivada (los directos y más obvios) aparecen la pérdida de empleo para los conductores profesionales, la baja en los accidentes (se estima que la automatización reducirá en un 90% la cantidad de muertes en calles y rutas, que en 2016 llegaron a 1,3 millones) y la reconversión de negocios relativos (seguros para autos, talleres mecánicos, estaciones de servicio, estacionamientos, etcétera). Hasta aquí, lo obvio.
Benedict Evans, un inversor de riesgo de Silicon Valley que trabaja en la firma de venture capital Andressen Horowits, exploró semanas atrás, en un reporte, algunas de las consecuencias indirectas que podrían surgir de la revolución del transporte que se viene. Sólo la disrupción de la electrificación (que corre en paralelo con la automatización) tendrá consecuencias geopolíticas insospechadas, porque empobrecerá a los países petroleros, alterando el ya de por sí frágil equilibrio de Medio Oriente, por ejemplo.
En Estados Unidos hay economistas que aseguran que ya detectaron un efecto de vehículos autónomos (o más bien en su carácter de profecía autocumplida, por el hecho de que este escenario ya está seteado en la mente de consumidores y fabricantes de autos) en un aumento del precio de las propiedades suburbanas: el costo de vivir en las afueras baja si podemos hacer el trayecto hasta el centro leyendo, trabajando o mirando una serie por Netflix. Se estima que en las ciudades de América latina pasamos de entre 15 y 28 días al año «atrapados» por el tráfico.
Evans señala otras curiosidades. Por ejemplo, cómo la venta de combustible tiene poco margen, las estaciones de servicio generalmente consolidan su ganancia con los bares-quioscos muy rentables, y donde se venden -en los Estados Unidos- más de la mitad de los cigarrillos. Como está comprobado que el impulso a consumir tabaco está muy asociado a tener una oferta visible del producto, es muy probable que si no tenemos que bajarnos en una estación de servicio (tanto porque el vehículo irá allí sin nosotros en su momento ocioso como porque podremos -y esta es la visión de Elon Musk, el dueño de Tesla- cargar las baterías en casa) disminuya el consumo de tabaco. Como a nivel global el cigarrillo causa más muertes que el mal manejo en las rutas, tal vez los autónomos terminen produciendo una reducción adicional en fatalidades que nadie había previsto. Una dinámica muy parecida a la descripta por Taleb con los atentados a las Torres Gemelas.
Evans también cree que la industria de las aerolíneas debe prepararse para un shock de demanda. Si los vehículos automanejados resultan mucho más baratos (porque se elimina el costo del conductor, el seguro será menor por la menor tasa de accidentes, no habrá más nafta y bajarán los costos de reparación, dado que el 50% de los arreglos tiene que ver con el motor de combustión) y cómodos, entonces muchos vuelos cortos -por ejemplo, entre capitales europeas- serán reemplazados por opciones terrestres. No más traslados, colas en migraciones ni esperas enojosas.
Una nueva ola
Las consecuencias «de segundo orden» imaginables son infinitas. Dado que los vehículos autónomos deberán tener cámaras que capten los 360 grados alrededor del auto, se generará un torrente de información que podrá, por ejemplo, servir a las fuerzas de seguridad: estos «panópticos en movimiento» registrarán todo tipo de imágenes relativas a ilícitos que hoy están fuera del radar de la policía. La combinación de este océano de datos con deep learning y tecnologías de reconocimiento facial podría elevar la efectividad del trabajo policial en varios órdenes de magnitud. Detectando ilícitos o alertando sobre personas con pedido de captura que caminan por la calle o están a bordo de otros vehículos.
Desde 2007, más de la mitad de la población mundial vive en grandes ciudades, cuyo diseño y planificación en buena medida «se inspiró» en la fuerza que comenzó a irradiar desde Detroit en los años 20 y 30, cuando se masificó el uso de vehículos conducidos por humanos. Modelos de negocios superexitosos (como Wal Mart o los locales de comida rápida) se han desarrollado a partir de la conveniencia de ir a hacer las compras en auto. ¿Qué nuevos modelos de negocios, que pivoteen en consecuencias de segunda, tercera o infinita generación surgirán a partir de los coches automanejados? Las especulaciones hoy apenas están en la prehistoria.
China tiene 731 millones de usuarios de Internet y 95,1% de ellos utiliza smartphones (Internet móvil), y prácticamente la totalidad lo hace con equipos de última generación (4G /5G).
Entre ellos, los que realizan sus pagos en forma digitalizada son 496 millones, y los que contratan diariamente los servicios de taxi ascienden a 168 millones. Ambas actividades han crecido 30% anual en los últimos 5 años.
El resultado ha sido que la masa de información digital —Big Data— de que dispone la República Popular es 50 veces mayor que la norteamericana; y es a partir del cruce con esta gigantesca base que despliega su liderazgo en la inteligencia artificial (AI), la tecnología decisiva de la nueva revolución industrial.
La inteligencia artificial (AI) implicaría un mercado (oferta y demanda) de US$15.260 millones en 2018, que se duplicaría cada 3/4 años a partir de entonces. El potencial de mercado de AI sería 10 veces superior al de Internet móvil en los próximos 10 años.
La vanguardia de la investigación científica sobre AI está en China: 43% de los papers académicos publicados en el mundo respecto a AI han sido obra de uno o varios investigadores de la República Popular.
Shanghai disputa con San Francisco (Silicon Valley) el carácter de núcleo decisivo de la industrial high tech global, y lidera a la vez la experiencia de desregulación e integración al sistema mundial más avanzada de China (Shanghai FTZ).
El comercio chino por Internet (e-commerce), constituido por las tres grandes trasnacionales —Alibaba, Baidú, Tencent— es el sector que más rápidamente crece en el intercambio internacional (59% anual), y sería 20% del total mundial en 2020.
Esta es la base material de la ola de innovación tecnológica que experimenta China, centrada en la inteligencia artificial (AI), y cuyo sustento son las “startups” de alta tecnología, que aumentan 57% por año. En este sector reside la apuesta de la República Popular de aumentar la productividad 7% anual, que equivaldría a un alza acumulada de 38% en 4 años.
Para eso China ha establecido un fondo de US$320.000 millones destinado a incentivar las tecnologías de punta: AI en primer lugar, con la creación de 320 espacios de innovación (hubs) desplegados en todo el territorio nacional.
En términos históricos, lo que está ocurriendo en China es que tras haber dejado atrás definitivamente la etapa del catch- up (convergencia estructural) con EE.UU., le disputa ahora el liderazgo de la tecnología de punta de la nueva revolución industrial. Esto significa que la relación entre EE.UU. y China ha adquirido a partir de 2008/2009 un carácter irreversiblemente horizontal.
Es la consecuencia de tres décadas de reformas y vuelco al capitalismo. Hacia el pasado, el logro fundamental es haber extraído a más de 700 millones de chinos de una situación de pobreza extrema (84% de la población/834 millones vivía con menos de US$1 por día en 1981, y ahora son 54 millones, según datos del Banco Mundial).
En el presente, lo decisivo y más cargado de futuro es la aparición de una clase media de 300 millones de personas —que serían 400 millones en 2020—, con ingresos per cápita comparables a los norteamericanos (US$35.000/US$50.000 anuales), y 12 millones de graduados universitarios por año, que constituyen la población más interconectada y de mayor nivel tecnológico/digital del mundo. La cultura de esta comunidad, esencialmente joven (18/35 años de edad), es la del riesgo, la innovación y la apuesta al futuro.
El cambio tecnológico surge del cruce de dos variables: la multiplicación del número de protagonistas y la intensidad de su interconexión. Por eso, estos 300 millones de chinos disputan la vanguardia de la innovación con sus congéneres de California, Texas y New York.
Quién podrá ganar y quién perder frente a la inteligencia artificial
La revolución digital destruye más puestos de los que crea. Las tareas artísticas y las que requieren empatía tienen más chance de sobrevivir.
Por Patricio O’Gorman.
La automatización resultante del encuentro entre la inteligencia artificial (IA) y la tecnología es una amenaza real y tangible para muchos empleos actuales. La revolución digital está siendo marcadamente distinta a las previas; mientras que éstas destruían empleo atado a la tecnología anterior, creaban mucho más empleo atado a la nueva. En esta instancia digital, el efecto reemplazo es potencialmente más alto. Y la mayoría de las personas que se quedan desempleadas carecen de recursos para adaptarse y competir con máquinas y software que ni siquiera se toman feriados o vacaciones. Este año en un foro laboral en Davos se estimó que la robótica, la IA y la nanotecnología desecharán 5 millones de empleos para el 2020 en el mundo, aunque crearán otros 2,1 millones nuevos, alrededor de habilidades como matemáticas, arquitectura e ingeniería.
La ola digital apunta a los empleos administrativos simples, que no requieren criterios sofisticados de decisión, pero también a tareas complejas como la revisión de imágenes médicas de alta resolución para detectar patologías y también revisiones contractuales de alta complejidad.
Un estudio de la firma 24/7 Wall Street que analizó proyecciones del Bureau of Labor Statistics en EE.UU. establece que entre las profesiones más afectadas están los operadores telefónicos, analistas estadísticos, agentes de viaje y operadores de plantas gráficas. Los operadores telefónicos tendrían la caída más grande, de aproximadamente 42% entre 2014 y 2024 en Estados Unidos.
Otro estudio de mediados del 2015 de NPR indica que telemarketers, cajeros y choferes tienen una probabilidad superior al 97% de desaparecer en los próximos 10 años. Las disciplinas más valoradas en el futuro tienen mucho que ver con lo “humano”. De este modo, algunas ocupaciones de “menor riesgo” son trabajadores en salud mental y abuso de drogas, terapistas ocupacionales, dentistas y nutricionistas, todos con chances de desaparecer inferiores al 0,4%, según el mismo estudio.
Las fuerzas de seguridad también estarían a salvo de ser reemplazadas masivamente. Los empleos menos afectados se relacionan con las habilidades sociales y las tareas que requieren un enfoque basado en la empatía y cooperación, habilidades de muy difícil replicabilidad en las máquinas.
Sin darnos cuenta, ya hemos dejado entrar a los algoritmos a nuestras vidas laborales (LinkedIn), transporte diario (Waze), entretenimiento (Netflix), compra (Amazon) e inclusive los llevamos a la cama (Tinder, Happn).
A tal punto llega la intromisión de la tecnología que Yuval Noah Hakari, en su más reciente obra “Homo Deus”, habla no sólo de la potencial pérdida del empleo sino de la pérdida de individualismo y libertad al ceder una parte representativa de nuestras elecciones a las máquinas. Si no fuera así … ¿Cuántos de nosotros nos animamos a “contradecir” a Waze y tomar un camino alternativo al que nos sugiere? Son capaces de entender dónde hemos comprado y ofrecernos redimir puntos de programas de fidelidad luego de hacer la compra, cosa que elimina la necesidad de tener presente la batería de promos a la que estamos expuestos. Este tipo de acciones es relativamente simple, pero muestra cómo pequeños esfuerzos tecnológicos pueden resultar en grandes ventajas bien valoradas por los clientes.
Las estadísticas muestran que en los últimos años, pasamos más tiempo en prácticamente la misma cantidad de apps, lo cual implica que no estamos dispuestos a “trabajar de más” para una empresa, sino que el cliente empieza a esperar un retorno automático por parte de la empresa. Amazon está testeando un piloto de su tienda AmazonGo sin empleados, ni personal de atención al cliente ni cajeros ni nada.
El usuario se identifica a través de su cuenta de Amazon de su smartphone, y una batería de sensores y cámaras hace el resto, debitando nuestra cuenta al salir. Ni siquiera debemos pasar por el supervisor de las cajas de autoservicio: las cámaras registran los movimientos de mercadería de manera tal que eliminan la necesidad de controles. Nuevamente, ¿no es una pérdida de tiempo colocar los ítems en el carro de compras del supermercado, retirarlos para escanearlos, volver a colocarlos para llevarlos al auto y luego volver a retirarlos para almacenarlos en nuestras heladeras o alacenas? Amazon promete reducir esos tiempos de ineficiencia a través de un proceso fluido, con la mínima intromisión posible de parte de la empresa. Es un principio de minimalismo muchas veces presente en sitios web; que no requieren intervención humana a menos que ésta sea realmente indispensable. Las implicancias de estas tendencias son muchas, profundas y no siempre agradables. Resulta casi una obviedad a esta altura decir que el empleo se verá al menos afectado.
En el mejor de los casos, las personas que resulten redundantes en un proceso de automatización podrán re-entrenarse en otras tareas; aunque vale aclarar que esto implica necesariamente un esfuerzo de capacitación y reubicación que no todas las empresas podrán brindar y no todos los empleados aceptarán. En el caso extremo de un aumento masivo del desempleo estructural, Bill Gates, Stephen Hawking y Elon Musk mencionan diversas alternativas, tales como el impuesto al robot e instauración de un régimen de Ingreso Básico Universal sin una contraprestación laboral. Estas ideas son bastante disruptivas y están siendo estudiadas (e inclusive probadas) con minuciosidad, ya que muchos gobiernos reconocen que la tendencia hacia la automatización es prácticamente irreversible.
Quizá podamos aspirar a una Argentina donde gracias a la tecnología no tengamos que tolerar piquetes, paros o cortes de ruta –algo que en estos días sería bienvenido por cualquier porteño. Todos tendríamos un ingreso asegurado sin depender de una actividad específica, al menos hasta que los robots organicen su sindicato y nos corten Internet.
—Patricio O’Gorman, consultor en innovación de negocios digitales.
AI is rewriting John Keynes equation of employment
By Denis Sproten.
Back in 1930, Keynes predicted that the working week would be drastically cut, to perhaps 15 hours a week, with people choosing to have far more leisure as their material needs were satisfied. His prediction is slowly becoming true, but not because of satisfied material needs, but more due to automation and eventually AI and robots.
The famous equation about the rate of involuntary unemployment (see left one below) is driven by labor supply and rigid wages.
Supply and demand balance out and set wages, but if labor supply would rise (and demand fall) and wages stay rigid, this would increase involuntary unemployment.
Here are some of my own projections, the point being that salaries keep increasing just with inflation, but real wages have been flat since 1970.
A short introduction, first there were the luddites, destroying machinery, which automated mundane tasks. People tell us, we should be happy that we don’t need to do these anymore. This is all history, from which we moved on:
Working the fields / weaving: Let’s assume that required a machine with IQ 80 or MIQ of 80, production increased and more products were sold on markets, consumption increased, transportation was needed and distribution of goods into shops. More roads were needed etc, we found a replacement occupation in the next layer.
Working as a driver / service industry : assume it requires a machine of IQ 100-110, more complex tasks, product knowledge, navigation, forms to be filled, start of knowledge industry. These jobs are being replaced now as we get automated trucks, drones delivering, online shops replacing shops on the street.
Working in an office Knowledge Industry : assume it requires an IQ of 100-120, even more complex tasks, which involve creation of new products, design, programming, lawyers, accountants, doctors etc. We are not there yet, but we soon will have AI which can do basic tasks of doctors, writing news articles, design thinking, algorithms which categorise knowledge and lets you search it.
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People are being pushed to become Data Scientists, AI programmers, math geniuses writing algorithms, all jobs which likely require an IQ of 130+. Programs can now write music and are starting to be creative.
The trend I see is that, yes we will be able to find new jobs, but they will require really highly intelligent people, which covers only a small percentage of the population, no matter how much education they have received. Maybe becoming cyborgs will be the answer, if we believe Elon Musk.
So automation does create new jobs but not as many as it destroys. Inevitably AI and computing will outsmart people and what work will there be left for people to do? One argument which speaks against that is that the more robots and AI we have the more goods they will produce and the cheaper they will become. We will be richer. But who is this «we» group? In the last economic conference at Davos it was announced that in 2010, 43 people were as rich as 50% of the poorest on this earth. In 2016, this has now gone down to 8 people! 8 people as rich as half the world combined.
This points to the inequality gap becoming bigger and bigger, and only those who own robots will earn an income.
The economic counter-argument is that it will balance itself out, robots will not produce goods which people cannot buy. Or have no money to buy, hence if people lose their jobs there will be less robots producing things. In my opinion, this may balance the economics formula, but not the rate of unemployment.
And so, robots will start producing the goods for people who do have the money, exactly how it is in the world right now. The West produces goods for the western world (at their income rate) and not for 3rd or 4th world countries, where there is very little income. This will increase the inequality even further, effectively raising the rate of unemployment, as less money is spent. Goods will be produced for the rich.
What will countries do to protect themselves? Raise taxes on robots? Factories will just move to a safe-haven country. For now the only savior I see is the IOT industry, which will create millions of jobs installing devices in all sorts of places which require maintenance and support. This will provide even more data to the rich and grow the knowledge industry. Knowledge after all is power!