Anatomía del alza relámpago del yen

marzo 18, 2011

Anatomía del alza relámpago del yen

Por Tom Lauricella y Katie Martin

 

Un día después de uno de los ascensos más pronunciados en la historia del yen, los operadores y banqueros atribuyeron el hecho a una avalancha anómala de compras forzadas por inversionistas particulares japoneses y fondos de cobertura. La avalancha se produjo en el preciso momento en el que el mercado cambiario es más vulnerable.

En un movimiento que evocó la brusca caída del Promedio Industrial Dow Jones en mayo pasado, cuando el índice perdió cerca de 1.000 puntos en cuestión de minutos, el yen subió 4,6% en pocos minutos, un alza violenta que hizo que la divisa batiera un récord que se mantuvo durante 16 años y causó estragos en los portafolios de los inversionistas de todo el mundo.

El movimiento, que llevó el dólar de 80 yenes a 76,32 yenes poco después de las 5 de la tarde en Nueva York, fue uno de los mayores en la historia de la moneda japonesa. La cotización, sin embargo, retrocedió casi con igual rapidez, ubicándose en más de 79 yenes por dólar en el momento en los mercados asiáticos estaban en plena actividad. «No fue bonito», dijo Robert Sinche, jefe global de estrategia cambiaria de RBS Global Bank and Markets. «Hubo un período en que hubo muchas compras forzadas del yen y no había nadie del otro lado.»

Lo que más llamó la atención fue que la súbita alza tuvo lugar en uno de los rincones más activamente negociados de los mercados financieros. El volumen de transacciones entre el dólar y el yen bordea los US$570.000 millones diarios y los movimientos tan pronunciados son muy poco comunes.

No obstante, la confluencia de compras de inversionistas particulares japoneses, que pueden representar hasta 30% de la negociación del yen, y fondos de cobertura, muchos de los cuales habían estado prediciendo una caída de la moneda tras el devastador terremoto y tsunami, se produjo en el momento menos activo del mercado, cuando muchos operadores no estaban en sus escritorios.

La negociación de divisas es a menudo una actividad de 24 horas, pero todos los días, alrededor de las 17.00 de Nueva York, la mayoría de las plataformas electrónica cierran durante 10 o 15 minutos. En ese momento, hay un cambio de guardia entre el personal de Nueva York y el de Asia. Luego, los sistemas de computadoras se reinician.

El jueves, el yen se recuperó en Asia y cotizó en una banda bastante estrecha en Estados Unidos, llegando a alrededor de 78,87 unidades por dólar durante la jornada, pero sigue por sobre su máximo anterior.

Para sorpresa de muchos, el jueves el Banco de Japón se mantuvo al margen. Muchos analistas esperaban que la entidad interviniera cuando el yen llegó a 80. Algunos estiman que la intervención se podría producir después de una reunión de funcionarios del Grupo de los Siete que al cierre de esta edición aún no se había concretado. A algunos les inquietaba que el banco central tal vez no intervenga para aplacar el ascenso del yen.

Los gobiernos suelen ser reacios a intervenir en los mercados, en parte porque se trata, con frecuencia, de una medida estéril. Las intervenciones también pueden desestabilizar los tipos de cambio y las autoridades con frecuencia tienen intereses enfrentados. Pocos quieren que sus monedas se aprecien por temor a menoscabar las exportaciones. La última vez que los bancos centrales actuaron conjuntamente en los mercados cambiarios fue en 2000 para apuntalar el euro, cuando la joven moneda padecía de una crisis de confianza.

Jeffrey Frankel, profesor de la Universidad de Harvard, dijo que las intervenciones sólo tienden a funcionar cuando las acometen varios países, entre ellos Estados Unidos, o cuando la tasa de cambio se considera «muy desalineada respecto a los fundamentos».

Durante buena parte del miércoles, el yen estaba en alza pero no cruzó el nivel de 80. Justo antes de las 5 de la tarde, hora de Nueva York, súbitamente traspasó la barrera. Al comienzo rebotó de su máximo histórico de 79,75, pero luego una avalancha de compras, predominantemente contra el dólar estadounidense pero también contra el dólar australiano, se apoderó de los mercados.

Entretanto, los fondos de cobertura que usan estrategias algorítmicas pugnaban por volver al mercado, del cual suelen salir cuando sus plataformas electrónica no están disponibles. Pero el yen había hecho un movimiento enorme y se vieron obligados a volver. Esos fondos también estaban tratando de comprar yenes.
Fuente: The Wall Street Journal, 17/03/11.

Japón y la falacia de la ventana rota

marzo 17, 2011

Japón y la falacia de la ventana rota

Por George Melloan

 

A Japón le sobran los problemas: una población envejecida, 20 años de lento crecimiento económico y un gobierno inestable debido a que los reaccionarios en el parlamento se resisten a significativas reformas de libre mercado. Ahora ha sido golpeada por la gran tragedia del terremoto y la crisis nuclear. Un importante peligro post-desastre es que las autoridades japonesas gestionen mal la recuperación, con desafortunadas consecuencias para la economía global.

La primera prueba para el gobierno se presentó casi inmediatamente y su reacción ha generado preguntas. Luego de la catástrofe de la semana pasada, el valor del yen japonés en realidad subió frente al dólar de Estados Unidos. Aunque a primera vista esto podría parecer contraintuitivo, los corredores de divisas ofrecieron una explicación plausible.

Su apuesta era que la demanda de yenes subiría a medida que las empresas japonesas y el gobierno se veían forzados a convertir parte de sus amplias reservas en dólares a yenes para financiar la reconstrucción. Con el dólar ya débil a nivel internacional, no hizo falta mucho para inclinar la balanza a favor de un yen más fuerte.

Naturalmente, esto hizo sonar las alarmas en el Banco de Japón (BOJ, por sus siglas en inglés). Un yen fortalecido, que ya está atrayendo capital internacional en busca de un refugio más seguro que el dólar, podría debilitar la competitividad de los exportadores japoneses en el momento más inoportuno. El terremoto derrumbó el índice Nikkei de la bolsa de Tokio. Como respuesta, el BOJ prometió una masiva inyección de efectivo en el mercado: la cantidad récord de 15 billones de yenes (unos US$183.000 millones). El gobernador del BOJ, Masaaki Shirakawa, prometió una «masiva» liquidez para combatir la apreciación del yen. La intervención del banco estabilizó el lunes la relación entre el yen y el dólar.

Se trata de una reacción típica del presidente de un banco central a un acontecimiento semejante. Podría argumentarse que las compañías que ya han sido golpeadas con pérdidas materiales incalculables y el trauma de una gran cantidad de víctimas mortales en sus comunidades deberían quedar protegidas, en la medida de lo posible, de un incremento de los costos del mercado cambiario, a medida que se preparan para la reconstrucción. Los compañías de seguros ya enfrentan pérdidas masivas; los cálculos preliminares las cifran en alrededor de US$35.000 millones. Y, por supuesto, el desastre incrementó los riesgos crediticios.

Pero, ¿qué pasa con el riesgo a una sobrerreación no solamente al desastre en Japón sino a la estabilidad financiera internacional? Con la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) inyectando dólares y Europa luchando contra la posibilidad de que sus deudas soberanas amenacen la solidez del euro, el mundo se había fijado en el BOJ como un posible salvavidas en un mar de incertidumbre financiera. ¿Están el tsunami y Shirakawa hundiendo esta frágil esperanza mediante una impresión excesiva de yenes que debilitará la moneda?

Hay un precedente a tener en cuenta. La Fed reaccionó de forma parecida en 2005 luego de que el huracán Katrina arrasara Nueva Orleans y otras ciudades de la costa del Golfo de México. Prolongó una ya generosa política del dólar en un momento en que la economía se estaba recuperando.

A pesar de Katrina, la economía estadounidense creció 3,1% en el tercer trimestre de ese año y alcanzó un nivel de crecimiento de 5,4% en el primer trimestre de 2006. Pero todos sabemos que la consecuencia del fracaso de la Fed a la hora de endurecer la política monetaria fue una burbuja de créditos y activos que causó estragos en los mercados financieros del mundo cuando se desinfló en 2007.

El Japón de hoy no es el Estados Unidos de 2005. Sufrió su propia crisis activos en la década de los 80 y pagó un alto precio cuando el BOJ deliberadamente pinchó la burbuja para evitar que se siguiera inflando. La economía no estaba recuperándose a toda máquina en el momento en que azotó el terremoto el viernes pasado. El crecimiento ha estado relativamente estancado este año.

Larry Summers, el ex asesor económico del presidente Barack Obama, sostiene que la reconstrucción que seguirá al sismo podría incluso estimular el nivel de crecimiento económico, como ocurrió después del terremoto de Kobe en 1995. Bueno, quizás, aunque eso no es seguro dado el daño que ha sufrido la red eléctrica como consecuencia del cierre de las instalaciones nucleares debido a los problemas que el terremoto generó en sus sistemas de enfriamiento. Es difícil que un crecimiento mayor del Producto Interno Bruto compense las gigantescas pérdidas en vidas y riqueza nacional. Como señaló el renombrado economista del siglo XXI Frédéric Bastiat en la «falacia de la ventana rota», el crecimiento del PIB que se produce por la reconstrucción no trae ninguna ganancia neta a la riqueza de la sociedad. Simplemente sustituye, con el tiempo, lo que se perdió. «La destrucción no es rentable», escribió.

Algunos economistas tienen la esperanza de que el desastre, al unificar al pueblo japonés y a la clase política en la tarea de la reconstrucción, conducirá a las necesarias reformas políticas, como la reducción de la burocracia del gobierno. Esto tiene sentido. Los desastres crean una nueva unidad y determinación.

Pero también puede ocurrir lo contrario. La clase política japonesa, al igual que el gobierno actual en Washington, está fuertemente influida por las teorías keynesianas que ven el gobierno como la solución para todos los problemas. Por ejemplo, parece improbable que Japón altere su sistema de ahorros postal (que castiga a los pequeños ahorristas con bajos retornos) en un momento en que el gobierno enfrentará inmensos gastos para la reparación de la infraestructura. Tampoco es probable que se embarque en una reducción de la masiva deuda soberana.

Como recientemente hizo notar el economista David Malpass: «Katrina puede haber disminuido la capacidad del gobierno de George W Bush de lograr reformas estructurales de cara a los impuestos, el Seguro Social y el presupuesto, y puede haber desviado la atención de los desastres en curso en ese momento en materia de política monetaria, regulatoria y de vivienda».

La reacción del Banco de Japón al desastre del viernes 11 de marzo no es muy alentadora en este sentido. Es lo que se podría esperar de un banco central bajo esas circunstancias, y se parece mucho a la forma en que la Fed reaccionó a Katrina y a la crisis financiera a fines de 2008. ¿Pero acaso ha tenido eso un gran éxito?

 

—Melloan, ex columnista y subdirector de la página editorial de The Wall Street Journal, es autor de ‘The Great Money Binge: spending our way to socialism’ (algo así como ‘El gran derroche monetario: nuestro camino al socialismo a golpe de bolsillo).
Fuente: The Wall Street Journal, 17/03/11.

¿Por qué «todos» quieren comprar yenes?

marzo 17, 2011

¿Por qué todo el mundo quiere comprar yenes?

Por Martin Vaughan. Dow Jones Newswires.

 

SINGAPUR (EFE Dow Jones) — Uno de los mayores terremotos jamás registrados y un enorme tsunami afectaron a Japón, causando miles de muertos y paralizando la producción de la tecnología en el norte del país, además de desencadenar la peor crisis nuclear desde Chernóbil. La suma de todos estos factores hace muy probable que el crecimiento de Japón se va afectado durante medio año.

Entonces, ¿por qué todo el mundo quiere comprar yenes?

El rápido ascenso del yen desde el viernes, cuando el terremoto de 9,0 grados de magnitud y la ola de 10 metros del maremoto sacudieron la costa noreste, parece una anomalía sorprendente en medio de uno de los peores desastres de Japón. Pero la subida del yen —que podría ser de corta duración— es el resultado de la hipótesis del mercado de que Japón es una nación netamente acreedora y de la experiencia tras el terremoto de Kobe en 1995, cuando el yen también se apreció temporalmente.

El dólar cayó desde alrededor de 82,80 yenes marcados cuando el terremoto sacudió Japón a un mínimo histórico de 76,25 marcados la madrugada del jueves. La caída ha sido impulsada por inversionistas que buscan sacar provecho de la repatriación de fondos del extranjero prevista, dicen los economistas.

Los inversionistas japoneses mantenían cerca de 2 billones de yenes en activos en el extranjero a finales de 2010. Los especuladores están apostando a que una buena parte de este flujo volverá a Japón para la reconstrucción del país y las compañías de seguros comenzarán a pagar las reclamaciones de seguros de vida y de propiedad.

«Sabemos que Japón tiene una enorme posición de activos extranjeros. Dada la magnitud de la catástrofe que hemos visto en los últimos días, tiene todo el sentido que Japón vaya a recurrir a esos fondos», dijo Robert Rennie, estratega de divisas de Westpac Institutional Bank en Sydney.

«Aquellos que están tratando de repatriar han tomado ejemplo del terremoto de Kobe, y se acuerdan de que entonces el yen se apreció», dijo Endre Pedersen, director de la oficina de Hong Kong de Manulife Asset Management. «Los flujos especulativos son los que están haciendo que haya poco volumen de negocio y creo que eso es lo que está haciendo subir al yen».
Fuente: The Wall Street Journal, 17/03/11.

El impacto del terremoto sobre la economía Japonesa alimenta la incertidumbre global

marzo 16, 2011

El impacto del terremoto sobre la economía Japonesa alimenta la incertidumbre global

Por Kathleen Madigan

 

NUEVA YORK (Dow Jones)-Los economistas están tratando de evaluar el impacto del terremoto japonés sobre las perspectivas de la nación y el mundo usando palabras como «tentativo» y «prematuro».

Las primeras valoraciones sugieren que la demanda y la producción podrían contraerse en el corto plazo, pero que el producto interno bruto de Japón será impulsado más tarde por la reconstrucción.

Las comparaciones se están basando en el terremoto de Kobe de 1995, pero con algunas diferencias. La región de Kobe era más importante para la economía japonesa, ya que generaba cerca del 12,4% del PIB. Las dos prefecturas golpeadas más duramente por el terremoto del 11 de marzo representan menos del 7% de la producción del país.

Además, el panorama económico era diferente en 1995. La economía mundial se estaba expandiendo de manera sólida y Japón estaba saliendo lentamente de su propia recesión. En esta oportunidad, la economía japonesa se contrajo en el cuarto trimestre, aunque los datos mensuales sugieren un mejor desempeño en el primer trimestre anterior al sismo.

Incluso así, tiene más sentido comparar el terremoto del 11 de marzo con el sismo de Kobe-Sendai que con otros recientes terremotos ocurridos en todo el mundo, dicen economistas de Nomura Global Economics, debido a que las «características específicas de Japón posiblemente tengan mucha influencia para determinar la cantidad de tiempo que les tomará a los consumidores y a las empresas volver a la normalidad, o qué tipo de medidas de estímulo decidirá implementar el gobierno».

Ciertamente, la tragedia humana es lo que más importa a todos, y la suerte de las plantas nucleares dañadas es una variable significativa en las perspectivas. Pero los economistas plantean dos preocupaciones centrales que podrían perjudicar a la economía nacional.

Debido a los daños sufridos en las plantas de energía, Japón ha tenido que instituir apagones rotativos, lo que lleva a interrumpir la producción en algunas áreas del sector industrial de Japón, un lastre sobre el producto interno bruto.

Por ejemplo, IHS Global Insight dice que varias plantas automotrices de la prefectura Miyagi y sus alrededores están cerradas, y que muchas más plantas en todo Japón están en riesgo de cierre debido a los apagones e interrupciones en las cadenas de suministro.

No obstante, la economía japonesa ha estado agobiada por años, lo que significa que su sector empresarial no ha estado desempeñándose a toda su capacidad. Eso significa que los apagones rotativos no necesariamente provocarán un déficit de bienes o un aumento prolongado en la inflación.

El mayor peligro para una escasez de bienes es el daño sufrido por el sistema de distribución: puertos y ferrocarriles están cerrados, y las carreteras inhabilitadas.

La imposibilidad de conseguir partes japonesas podría ser un problema no sólo para los productores japoneses de bienes finales. Los fabricantes asiáticos y estadounidenses, especialmente de los sectores automotriz y de tecnología, también dependen de Japón para la provisión de partes. Los flujos comerciales que atraviesan Japón podrían ser un lastre sobre la economía mundial.

Pese a que continúan las misiones de búsqueda y rescate, el Banco de Japón tomó rápidas medidas para respaldar a la economía. El banco central está listo para inyectar cerca de US$183.000 millones de liquidez adicional en el sistema bancario para estabilizar a los mercados.

Estimaciones iniciales ubican las pérdidas aseguradas en el rango de US$25.000 a US$30.000 millones, mientras que las expectativas apuntan a que el gobierno invertirá otros US$30.000 millones para la reconstrucción.

La opinión prevaleciente es que la reconstrucción sumará al PIB de Japón a partir de la segunda mitad del año. Por lo tanto, aunque el PIB se contraiga entre un 1% y un 2% en el primer semestre, la reconstrucción actuará como un programa de estímulo para alentar el crecimiento.

Por ahora, sin embargo, la situación sigue cambiando constantemente. Podrían pasar semanas o meses antes que se conozca el impacto económico final.

Fuente: The Wall Street Journal, 15/03/11.

Los problemas de Japón no afectarían a los bonos del Tesoro de EE.UU.

marzo 16, 2011

Los problemas de Japón no deberían desestabilizar a los bonos del Tesoro de EE.UU.

Por David Reilly

 

Los tres mayores tenedores de bonos del Tesoro de Estados Unidos enfrentan problemas que podrían reducir su entusiasmo por la deuda del Tio Sam.

La Reserva Federal tiene programado desmontar su programa más reciente para comprar US$600.000 millones en deuda a mediados del año. China está tratando de enfriar su economía y domar la inflación, lo cual podría reducir las exportaciones y reducir el apetito por los bonos del Tesoro. Mientras tanto, Japón debe reconstruir después del terremoto, lo cual podría conducir a la venta de activos en dólares, especialmente ahora que las aseguradoras enfrentan cerca de US$30.000 millones en pólizas a pagar.

Cuando se trata de Japón, el riesgo que representa para los bonos del Tesoro no debe ser subestimado. En primera instancia, el Banco de Japón no desea que el yen se fortalezca aún más, lo cual se ha desprendido de las medidas iniciales para repatriar fondos. Los exportadores japoneses, que enfrentan una disrupción de su producción por el sismo, ya pasaban apuros con los niveles históricos del yen frente al dólar, pese a que a economía parecía estar regresando a la recesión.

Al anunciar planes de doblar el tamaño de su programa de compra de activos a 10 billones de yenes (millones de millones) o US$122.000 millones, el banco central de Japón también se ha asegurado de que las empresas «tengan una variedad de canales para recaudar efectivo en Japón, a parte de vender bonos del Tesoro», indica Ward McCarthy, economista financiero jefe de Jefferies & Co.

Si nos remitimos a la historia, el terremoto Gran Hanshin que afectó a Kobe en enero de 1995 nos da una razón para ser optimistas, dice Richard Gilhooly, director en EE.UU. de estrategias de tasas de interés de TD Securities. Cifras del Departamento del Tesoro de EE.UU. muestran que los inversionistas japoneses continuaron comprando más deuda estadounidense de la que vendieron en los meses posteriores a esa catástrofe y no se convirtieron en vendedores netos sino hasta septiembre y octubre de ese año.

Con los grandes déficit de EE.UU., una potencial alza de la inflación y el fin de la compra de bonos por parte de la Fed pesando sobre las perspectivas de los economistas, cualquier confirmación de que las empresas japonesas no se verán forzadas a vender serán una noticia de alivio para los que creen que los bonos del Tesoro seguirán subiendo.

Fuente: The Wall Street Journal, 15/03/11.

Japón: El terremoto costaría a las aseguradoras 35 mil millones de dólares

marzo 14, 2011

Japón: El terremoto costaría a las aseguradoras 35 mil millones de dólares

Son las primeras estimaciones de la evaluadora de riesgos AIR Worldwide. Sin embargo‚ lo calculado hasta el momento podría aumentar mucho más. En tanto‚ desde la calificadora Moody’s sostienen que el alcance de las pérdidas dependerá del tipo de cobertura facilitada‚ la cantidad de reaseguro comprado y la estructura de los programas de reaseguro.

 

El mundo aún no sale de su asombro. Las imágenes que recorrieron durante todo el fin de semana sobre el desastre ocurrido el viernes en Japón parecían ser sacadas de la más ficticia película hollywoodense de cine catástrofe‚ pero estaba ocurriendo de verdad‚ y sus consecuencias son muy difíciles de calcular.

Sin embargo‚ la evaluadora de riesgos AIR Worldwide ya se ha animado a arrojar las primeras estimaciones sobre el impacto económico que tendrá sobre las aseguradoras.

La empresa estadounidense evalúa que los daños a las propiedades privadas cubiertas por las compañías de seguros serían entre 14.500 y 34.600 millones de dólares‚ pero destaca‚ sin embargo‚ que numerosas observaciones sobre el terreno siguen sin estar disponibles‚ lo que podría aumentar las estimaciones.

La compañía advirtió que sus cálculos son apenas los primeros y que sus resultados no cuentan los efectos del tsunami que siguió al sismo ni cualquier pérdida potencial por daño nuclear.

AIR dijo que en muchos casos‚ los edificios habrían sido dañados por el sismo de magnitud 8.9 y barridos por la posterior inundación‚ lo que haría difícil un balance preciso

«Las operaciones de salvamento siguen en curso y la evaluación de los daños apenas ha comenzado‚ y aún hay una gran incertidumbre en torno a los parámetros» del sismo‚ destaca AIR en un comunicado.

La compañía precisa que su modelización no tiene en cuenta los daños ocasionados por el tsunami que siguió al terremoto de 8‚9 grados en la escala de Richter‚ el más intenso jamás registrado en Japón.

El sismo superará con creces al más costoso de la historia moderna en términos de pérdidas por seguros: los cerca de 15.000 millones de dólares del terremoto de Northridge de 1994 en California.

De todos los desastres ocurridos desde 1970‚ ajustados por la inflación‚ sólo estaría detrás en costos de seguros del huracán Katrina en el Golfo de México en Estados Unidos.

Por su parte‚ la agencia de calificación de riesgo Moody’s informó hoy de que las compañías de seguros y reaseguros‚ tanto en Japón como en todo el mundo‚ sufrirán fuertes pérdidas tras el devastador terremoto del viernes en ese país y‚ además‚ el impacto del crédito será negativo para los dos sectores.

El vicepresidente y destacado analista de Moody’s en Nueva York‚ James Eck‚ y el analista de Tokio‚ Kenji Kawada‚ han señalado en un comunicado divulgado hoy que el alcance de las pérdidas dependerá del tipo de cobertura facilitada‚ la cantidad de reaseguro comprado y la estructura de los programas de reaseguro.

La agencia cree que hacer una estimación de las reclamaciones será un proceso largo‚ ya que el tamaño y el alcance de la tragedia aumentarán la presión sobre los recursos de las aseguradoras.

Si bien es prematuro estimar el alcance de los daños‚ los citados analistas identifican a los aseguradores de Japón‚ las aseguradoras y reaseguradoras internacionales como las más afectadas.

Entre los aseguradores japoneses‚ los grupos MS&AD Insurance Group‚ Tokio Marine Group y NKSJ Group representan el 90% del mercado de Japón‚ indica la agencia.

A nivel internacional‚ Moody’s menciona a ACE Limited‚ Chartis‚ Allianz y Zurich‚ pero tienen una pequeña participación en el mercado y utilizan el reaseguro para cubrirse.

Moody’s cree que parte de las pérdidas fluirán a la industria global del reaseguro‚ puesto que el reaseguro por catástrofe que cubre los terremotos japoneses es un mercado importante.

La agencia estima que las importantes empresas globales de reaseguros -incluidas Munich Re‚ Swiss Re‚ SCOR‚ Hannover Re‚ Berkshire Hathaway‚ PartnerRe‚ y Everest Re-‚ sufran las mayores pérdidas sobre una base nominal.
Fuente: Buenafuente.com, 14/03/11.

Impuesto a la Herencia (Prov. de Buenos Aires)

marzo 13, 2011

 


Carga fiscal, la otra reforma agraria

El injusto impuesto a la herencia bonaerense ignora desaprensivamente la estructura tributaria nacional en su conjunto.

 

Aprovechando la distracción de la gente durante las vacaciones estivales, el gobierno de la provincia de Buenos Aires acaba de cometer otra tropelía fiscal. Aumentando gravemente una presión fiscal ya asfixiante, en una actitud que ignora la necesidad de coordinar, por respeto a la gente, la política tributaria provincial con la nacional, la administración de Daniel Scioli ha sucumbido a un mal conocido: el de la voracidad fiscal ilimitada e insaciable.

La norma de la provincia de Buenos Aires que establece el impuesto a la herencia y transmisión gratuita de bienes es ciertamente de 2010, pero no había sido reglamentada. Para este año, no obstante, el impuesto aludido está vigente, lo que provoca un fuerte e injustificado incremento de los costos fiscales no sólo de los residentes de esa provincia, sino de otras.

Los residentes de la provincia deben tributar el nuevo impuesto por la totalidad de lo recibido por herencia o transmisión gratuita de bienes. Cabe apuntar que los domiciliados en otras partes del país también deberán pagarlo, aunque sólo con relación a los bienes que reciban y estén efectivamente radicados en la provincia de Buenos Aires.

El gobierno bonaerense no sólo dispuso motu proprio una drástica reducción de los mínimos no imponibles de este nuevo impuesto, sino que elevó sustancialmente las alícuotas del tributo que, para los herederos forzosos, llega ahora al 16 por ciento y para los demás parientes al 22, lo que es una enormidad en un país en el que el gobierno federal ha eliminado el impuesto sucesorio y establecido, en su reemplazo, el impuesto a los bienes personales, con una elevada tasa anual que va del 0,5 al 1,25 por ciento del patrimonio. Lo ocurrido es un desaliento directo al ahorro y a la formación de capital.

Lo cierto es que hoy la provincia de Buenos Aires ha ignorado -en rigor, burlado- desaprensivamente la estructura tributaria nacional en su conjunto, como si ella no existiera y la provincia no fuera parte de la Nación, acumulando arbitrariamente impuestos, en actitud injusta y groseramente avasalladora, lo que es muy lamentable y desdibuja la imagen del gobernador provincial.

Para el campo esto se suma a la confiscación de su renta dispuesta por el gobierno nacional mediante las llamadas retenciones, en realidad una reforma agraria disfrazada que, en lugar de apoderarse de la propiedad de las empresas rurales, las priva (después de la carga impositiva habitual) de una parte sustancial de su renta, esto es, del fruto de su esfuerzo. Un caso único en el mundo.

Como si el desatino sustancial fuera poco, la provincia de Buenos Aires pretende, además, imponer la extraterritorialidad de su enormidad al desdibujar la personería de las sociedades que puedan haber sido constituidas en otras jurisdicciones, gravando caprichosamente sus acciones en proporción a los bienes que cada sociedad tenga ubicados en el distrito bonaerense, lo que es un audaz despropósito y otra fuente tremenda de inseguridad jurídica.

Fuente: La Nación, 13/03/11.

Ver: Impuesto a la Herencia en la Provincia de Buenos Aires

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La Unión Europea acuerda ‘un pacto por el euro’

marzo 13, 2011

La Unión Europea acuerda ‘un pacto por el euro’

Por Charles Forelle y Stephen Fidler

 

BRUSELAS — Los líderes europeos acordaron en las primeras horas del sábado un programa de reformas económicas a largo plazo para los 17 miembros de la eurozona, y autorizaron engordar el fondo de rescate de la región para países en problemas.

Pero la reunión estuvo marcada por varias disputas acaloradas. Irlanda, que buscaba unas condiciones mejoradas para el paquete de rescate de 67.500 millones de euros que recibió el año pasado, fue duramente criticada por negarse a contemplar una subida en sus bajos impuestos de sociedades.

El presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, se enfrentó a Francia y Alemania para permitir que el fondo de rescate compre parte de los bonos de los países débiles que el banco central ha estado acumulando durante la crisis.

Los líderes acordaron formalmente, como se esperaba, incrementar la cantidad que puede prestar el fondo temporal de rescate de la UE hasta los 500.000 millones de euros. También acordaron crear un mecanismo permanente del mismo tamaño en 2013, cuando expira el fondo temporal.

La reunión, que empezó la tarde del viernes, fue un paso de gigante para alcanzar un acuerdo final para el 25 de marzo, según prometieron los líderes. El tiempo apremia. Las tensiones se redoblaron en Grecia tras unas decepcionantes informaciones presupuestarias anunciadas el viernes y en Portugal también, después de que los mercados apretaran al país para que aplicara más recortes fiscales adicionales.

Los líderes aprobaron otros dos cambios. Primero, los fondos de rescate estarán disponibles para comprar bonos directamente de los países de la eurozona, presumiblemente en las subastas de deuda periódicas. Ahora, el fondo sólo puede hacer préstamos. Y segundo, el fondo de rescate en sí mismo se financiará al menos en parte a través de contribuciones de capital de los países, en vez del actual sistema de garantías.

El primer cambio dará al fondo más flexibilidad, aunque no se explicaron los detalles. Lo segundo implica que los países cuyas garantías no son tan valiosas como los países con triple A como Alemania, Francia y Países Bajos, podrían tener que poner efectivo.

Los líderes también acordaron que los préstamos del fondo deberían suponer menores tipos de interés, y acordaron que los tipos para Grecia se recortaran un punto porcentual. Atenas, que recibió el rescate la pasada primavera, había pedido un recorte de dos puntos.

Pero la disputa más dramática fue con Irlanda. Los líderes dijeron a los irlandeses que no recibirían un recorte de un punto porcentual de los intereses si no subían su impuesto de sociedades.

El recién nombrado primer ministro irlandés, Enda Kenny, dijo tras la reunión que dijo a sus homólogos que «no podía contemplar» un cambio en los impuestos. Los irlandeses argumentan que su impuesto de sociedades –en el 12,5%– es central para atraer la inversión extranjera y revitalizar su crecimiento. Otros países se quejaron de esto, particularmente cuando están firmando miles de millones en cheques de rescate.
Fuente: The Wall Street Journal, 12/03/11.

Argentina impasible ante el 25% de inflación

marzo 10, 2011

Argentina impasible ante el 25% de inflación

 

La gastronomía alemana es famosa por sus salchichas con chucrut, la española por la paella, la japonesa por el sushi, mientras que Argentina se destaca por el asado y las milanesas de carne de vaca. Este último plato es tradicional y popular sobre todo entre los niños, que adoran acompañar la milanesa -carne rebozada que se fríe o se cocina al horno- con papas fritas bien crujientes.

Hace tres semanas, Cristina Fernández de Kirchner lanzó «Milanesas para todos», un plan para que se vendan a $ 21 (U$S 5,25) el kilo en el Mercado Central de Buenos Aires. De esta manera, la mandataria intentó demostrar que la alta inflación que denuncian los economistas privados no es cierta y que en realidad hay una distorsión de precios, es decir, que hay que buscar para poder comprar mejor. «Me llegó a Olivos –la residencia presidencial- una caja de ‘Milanesas para todos’, de 1 kilo. Las probé en familia. Máximo (por su hijo) me preguntó si serán así para todos. Estaba buenísima, yo comí», dijo Cristina Kirchner durante una conferencia de prensa.

Pero lo que no contó la presidenta en su peculiar declaración es que el Mercado Central de Buenos Aires, donde se concentra la distribución de frutas y verduras que se producen en todo el país, está ubicado en los suburbios de la ciudad, y para llegar es necesario trasladarse en auto o tomarse un bus. Para lo primero habría que pagar peajes y para lo segundo, desde el microcentro porteño, es necesario al menos 40 minutos de viaje.

Mientras algunas consultoras privadas de prestigio como la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) y Ecolatina estimaron que la inflación de 2010 se ubicó cercana al 25%, en el Gobierno la calcularon en un 10,9%. Esta diferencia no es novedosa ya que se produce desde que el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) fue intervenido por el Gobierno de Néstor Kirchner en octubre de 2006. Desde entonces cambió su metodología de medición para la Canasta Básica Alimentaria y el Índice de Precios al Consumidor, por lo que comenzó a perder credibilidad tanto a nivel local como internacional.

En opinión de Enrique Dentice, profesor e investigador de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), esta falta de credibilidad genera “que las estadísticas oficiales dejan de ser utilizadas para los distintos procesos de toma de decisiones tales como salarios o inversiones”.

Como ejemplo de la falta de credibilidad en el INDEC, la propia justicia recurre a la información de las consultoras privadas para dictar sentencias. En una nota publicada en el diario La Nación el juez en lo civil Lucas Aon aseguró que para fijar cuotas alimentarias [en casos de divorcio] “tenemos en consideración el notorio aumento del costo de vida, que no tiene nada que ver con las estadísticas oficiales, sino con la inflación real».

Según Carlos Olivieri, director de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral de Buenos Aires, la distorsión que crea el INDEC produce dos efectos: «imposibilidad de ajustar la economía siguiendo la evolución real de precios, y la distorsión de los bonos que se ajustan de acuerdo con la inflación argentina. Este hecho provoca importantes «ahorros» para el Estado y el consiguiente perjuicio para el inversor».

Las causas de la inflación

Uno de los mayores flagelos que ha sufrido la economía argentina desde hace muchos años es la inflación, con tasas que alcanzaron el 5000% anual en 1989, lo que se conoció como la “hiperinflación”. La situación cambió radicalmente gracias al Plan de Convertibilidad instituido por el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, en 1991, que mantuvo la paridad entre el peso y el dólar. Sin embargo, este sistema entró en crisis en 2001 y nuevamente aparecieron altos índices de inflación en el país.

Las causas que explican la inflación en la actualidad son múltiples pero una de las más mencionadas por los especialistas es la expansión monetaria. Según explica la economista Belén Pagone, Coordinadora Académica de la Universidad Austral, ésta responde “al mantenimiento de un tipo de cambio competitivo que obliga al Banco Central de la República Argentina (BCRA) a comprar dólares -más de U$S 3.500 millones en 2010- con una fuerte emisión, que solo es neutralizada parcialmente. El superávit comercial indudablemente exige que el Estado absorba una gran cantidad de divisas que, de otra manera, produciría una importante reducción del tipo de cambio”.

El aumento del gasto de los consumidores es otra de las variables que vinculan los economistas al índice de inflación. Para Dentice, de la UNSAM, las causas son múltiples y tienen distintos enfoques. «Una de ellas es la fuerte demanda impulsada por los créditos y promociones; el aumento de los precios de los productos agrícolas; las expectativas de los empresarios para adelantar ganancias, sin invertir en capacidad instalada; y el consumo de las familias frente a los pocos instrumentos para ahorrar”.

Además, Olivieri sostiene que hay un incentivo al gasto y no al ahorro: “Las tasas de interés real negativas que se obtienen en el sistema bancario local incentivan el consumo de bienes durables que también empujan la inflación”. Televisores, notebooks, pasajes de avión, autos e indumentaria son algunos de los rubros que más se comercializan en planes de cuotas que, a veces, superan los 24 meses sin interés.

Durante las Fiestas y el comienzo de las vacaciones de verano de 2011, en el hemisferio sur, se produjo una fuerte falta de efectivo por el constante aumento del consumo de los argentinos. Hubo que emitir billetes tanto en Argentina como en Brasil para solucionar este problema. La falta de dinero se debe al aumento del consumo y a que la inflación le quita valor a los billetes y, para comprar lo mismo, se necesitan más pesos. Por eso en época de compra de regalos y de vacaciones no alcanzó el dinero disponible y hubo que emitir más de lo programado.

Los ciudadanos no son los únicos que “derrochan” lo que ganan ya que el propio Estado viene aumentando su gasto de forma considerable. Dentice señala que la expansión del gasto “producto de jubilaciones, planes universales [subsidio del Gobierno a los sectores de menores recursos] y empleo público, entre otros, tiene una expansión de casi 35% y ello requiere ser financiado. Para poder curbrir esos gastos el Gobierno recurre a las utilidades del BCRA (Banco Central) y las colocaciones de ANSES (Administración Nacional de Seguridad Social), pero ceba la bomba de nafta”, comenta.

Los sindicatos también están poniendo su granito de arena para empujar la inflación ya que, en estos momentos, están presionando para que se aumente los sueldos de sus trabajadores en un 20%.

En resumen, para Ernesto A. O’ Connor, director del Programa de Análisis de Coyuntura del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina (UCA), las principales causas detrás del fenómeno inflacionista son: «la política monetaria, con la emisión y tasas reales negativas; la política fiscal muy expansiva; la política de ingresos que exacerba la puja salarial; las presiones en la estructura económica por un PIB que crece por encima de su potencial». En todo este escenario, señala, «la única ancla inflacionaria es el tipo de cambio, que se sigue atrasando”. Es decir, el Banco Central sigue comprando divisas para sostener el dólar, ya que de otra forma se dispararía.

Argentina no está sola

El problema inflacionario no es exclusivo de Argentina, ya que otros países de la región acompañan este ritmo. Sobre todo Venezuela, que en 2010 registró una inflación superior al 26%. Sin embargo, Brasil, Chile y Perú lograron mantener este factor en un rango del 6% anual. Un porcentaje que, aunque inferior, preocupa a los economistas por su tendencia alcista, lo que previsiblemente llevaría a los bancos centrales a subir las tasas de interés en los próximos meses. Este panorama complicaría, en particular, a Brasil que busca contener la inflación y bajar sus de por sí elevadas tasas de interés, situadas en 11,25 puntos porcentuales.

¿Pero por qué se descontroló este indicador en Argentina y Venezuela? En opinión de Pagone, de la Austral, “En los últimos años, Brasil, Chile y Perú han logrado generar un clima de inversión propicio para evitar los “cuellos de botella” a nivel productivo que padece hoy la economía argentina. Al mismo tiempo, estos países han sido prudentes en las decisiones de gasto público y emisión monetaria”.

Además, Olivieri añade que “Argentina tiene un alto componente de commodities en su canasta de consumo que hace que sus precios dependan fuertemente de lo que sucede a nivel internacional, mientras que dichos países tienen una mayor diversificación de sus exportaciones, como es el caso de Brasil; o exportan productos con mucho menor peso en su canasta de consumo, como es el caso de Chile y Perú”.

Por otro lado, O’ Connor, de la UCA, menciona que tanto Argentina como Venezuela manejan “políticas económicas que no asignan al Banco Central un rol estabilizador. Son gobiernos muy intervencionistas, y para ello es necesario tener inflación alta, pues justifica la redistribución”.

El aumento constante de precios en los productos de primera necesidad perjudica mayormente a las clases sociales más bajas, que ven reducidos sus ingresos en forma sistemática. “Evidentemente los asalariados no registrados [no hacen aportes jubilatorios y no cuentan con seguridad social] son los más afectados, que equivalen al 36% de la fuerza laboral, e incluyen buena parte de la población bajo la línea de pobreza, que estaría -según mediciones privadas- en una banda amplia de entre el 25% (según la consultora situación laboral y social-SEL) y el 40% (según el programa observatorio de la deuda social argentina-UCA)”, apunta O’ Connor.

Pero no están solos, el mundo empresarial también sufre los efectos inflacionarios. “Sin dudas las empresas ven incertidumbre y ello las lleva a esperar y mirar; y aprovechar la capacidad instalada que tienen pues no saben cuánto durara la demanda presente”, explica Dentice, de la UNSAM.

Pagone destaca que “el efecto más importante es la falta de incentivo a la inversión. Los capitales internacionales le temen a la inflación por los estragos que produce a la caída del valor real de sus inversiones si no tienen experiencia en economías inflacionarias. En los últimos años, las altas de activo fijo de las empresas cotizantes han sido inferiores a su amortización actualizada”.

Elecciones, ¿y después?

Si bien la inflación preocupa a los economistas, por ahora la sociedad no se muestra impaciente. Olivieri señala que en una encuesta realizada a comienzos de 2011 por la consultora Poliarquía, «la inflación no es, para los argentinos, el principal problema. En tanto, los problemas que más le preocupan a la sociedad son la inseguridad (34%), el desempleo (15%) y la inflación (8%)”.

De ahí que los expertos no consideren que, de momento, este factor vaya a jugar un papel definitorio en las elecciones presidenciales que tendrán lugar a finales de año y para las que el tablero político no hace más que deparar sorpresas, sobre todo después de la inesperada muerte del ex presidente Néstor Kirchner de un paro cardíaco el pasado 27 de octubre. Aunque no ha oficializado su candidatura, todo parece indicar que Cristina Fernández de Kirchner intentará la reelección.

Queda la incógnita si el próximo Gobierno, que sumirá el 10 de diciembre próximo, tomará medidas para paliar la inflación. En Brasil, por ejemplo, a poco más de 1 mes de haber asumido la presidencia, Dilma Rousseff anunció una reducción de gastos de U$S 30.000 millones, lo que equivale al 7% de las erogaciones del Gobierno central. El motivo fue explicitado: una presión inflacionaria que estaba llevando el ritmo de aumento de precios por encima de la meta del 4,5% anual fijada.

Ernesto O’ Connor, de la UCA, recomienda al Gobierno que salga de las elecciones “un shock de política, con Banco Central independiente, acuerdo con el FMI -para revisar las mediciones de los índices económicos-, reestructuración e independencia del INDEC. Luego, medidas monetarias y fiscales adecuadas, en un esquema de metas de inflación de un dígito en un par de años”.

Desde la Universidad Austral, Pagone sostiene que lo primero que debería hacer el Gobierno es “equilibrar el presupuesto y consecuentemente limitar sus gastos al flujo de fondos genuino proveniente de su recaudación». Por otro lado, la economista señala que deben crearse condiciones de seguridad jurídica, «que hoy Argentina carece en el corto plazo, para aumentar la inversión productiva, o bien crear incentivos para que esa inversión permita aumentar la oferta de bienes y servicios”.

Fuente: Wharton Universia, 09/03/11.

El futuro del euro

marzo 10, 2011

El futuro del euro

¿Hacia dónde va la moneda común?

 

Los líderes europeos se reúnen en Bruselas esta semana para debatir el futuro del euro. Cuatro expertos —Barry Eichengreen, Martin Feldstein, Pedro Solbes y Steve H. Hanke— se suman al intercambio de ideas sobre la moneda común.

 

Si repara los bancos, repara la moneda

Por Barry Eichengreen

Para que el euro crezca y se convierta en un adulto feliz y saludable, deben suceder muchas cosas. Lo más importante es que Europa repare su sistema bancario. Muchos bancos europeos, empezando por los de Alemania, está peligrosamente sobre-apalancados, sub-capitalizados y expuestos a la deuda de Grecia, Irlanda y Portugal. Pruebas de resistencia rigurosas seguidas de inyecciones de capital son el paso más importante que pueden dar los gobiernos para asegurar el lugar del euro.

Ya que los líderes europeos parecen estar concentrados en qué hacer luego de que se acabe el paquete de rescate de Grecia en 2013 —a menudo, parece, en detrimento de problemas más inmediatos— también deberían contemplar trasferir la responsabilidad de supervisar sus bancos, desde el nivel nacional a la recién creada Autoridad Bancaria Europea. La creencia errónea de que una moneda única es compatible con reguladores bancarios nacionales separados es, al nivel más básico, el motivo por el cual Europa está metida en este baile.

Los déficits presupuestales de Europa son principalmente un resultado de la enconada crisis bancaria del continente. Grecia podría ser la excepción, pero es única. La zona euro claramente se beneficiaría de una disciplina más enérgica sobre los prestatarios y prestamistas. Sin embargo, es irreal pensar que esto se puede lograr al imponer los techos de deuda germanos a todo el continente.

La única disciplina que garantiza que se impedirán los excesos financieros es la disciplina del mercado. Los prestatarios y prestamistas imprudentes deben ser obligados a pagar por sus acciones. Los gobiernos con deudas insostenibles deberían ser obligados a reestructurarlas, dañen su calificación de crédito soberana o no. Los bancos que les prestaron dinero a estos países deberían sufrir consecuencias de forma similar, así como los bonistas que les dieron fondos a esos bancos.

—Eichengreen es profesor de la Universidad de California en Berkeley y autor del libro «Exorbitant Privilege: The Rise and Fall of the Dollar and the Future of the International Monetary System» (2011)

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Aún es un error económico

Por Martin Feldstein

Sigo creyendo que la creación del euro fue un error económico. Quedó claro desde el comienzo que imponer una política monetaria única y una tasa de cambio fija sobre un grupo heterogéneo de países causaría un mayor desempleo y desequilibrios comerciales persistentes. Además, la combinación de una moneda única y presupuestos nacionales independientes inevitablemente produjo los enormes déficits fiscales que se registraron en Grecia y otros países. Y la pronunciada caída en las tasas de interés en varios países cuando el euro fue lanzado causó la cantidad excesiva de préstamos privados y públicos que eventualmente creó la actual crisis bancaria y de deuda soberana en España, Irlanda y otros países.

Pero la historia no puede cambiarse. A pesar de estos problemas, el euro seguirá existiendo en el futuro cercano. Un motivo de la probable supervivencia del euro es puramente político. Las elites políticas que apoyan el euro creen que le da a la zona euro un rol prominente en temas internacionales que de otra forma los países miembro no tendrían individualmente.

También hay un motivo económico para que el euro sobreviva. Mientras los trabajadores votantes alemanes podrían ver con resentimiento la transferencia del dinero de sus impuestos a otros países que disfrutan de políticas de jubilación con menos edad y semanas laborales más cortas, la comunidad empresarial alemana apoya pagar impuestos para preservar el euro porque reconoce que las empresas alemanas se benefician de la tasa de cambio fija que impide que otros países de la zona euro compitan con Alemania al devaluar sus monedas.

El euro no sólo sobrevivirá pero probablemente continúe aumentando su valor en relación al dólar. Los inversionistas habían estado diversificando poco a poco sus fondos de inversión hacia el euro antes de que comenzara la crisis en Grecia. Dejaron de hacerlo de forma temporal debido a la incertidumbre sobre el futuro de la moneda. Pero eventualmente reconocieron que los problemas de los países periféricos no eran un problema para el euro y deberían ser reflejados en las tasas de interés específicas de cada país y no en el valor del euro. El resultado fue un euro en alza y un renovado cambio de balances en los portafolios de euros a dólares. Mientras ese proceso continúe, el valor relativo del euro seguirá en aumento.

—Feldstein, presidente de la junta directiva del Consejo de Asesores Económicos de EE.UU. durante el gobierno de Ronald Reagan, es profesor de economía de la Universidad de Harvard.

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Una década de éxito

Por Pedro Solbes

Luego de 10 años con el euro, la crisis económica y sus consecuencias en algunos países de la zona euro han reabierto el debate sobre la conveniencia de una moneda única en ausencia de un alto nivel de integración política.

Pero el euro ha sido un gran éxito conjunto, que ha permitido un período más largo de crecimiento y estabilidad de precios en Europa. Ha tenido un impacto diferente en cada país, pero sus beneficios se han visto en todos lados. El euro ha permitido una acción más coordinada en Europa y ha impedido devaluaciones competitivas. Esto ha sido clave no sólo para la zona euro sino también para el resto de Europa e incluso para la economía global. Sin el euro, hubiéramos presenciado un aumento en el proteccionismo, que a su vez hubiera agravado el impacto de la crisis en Europa y otros lugares.

Unos cuantos países de la zona euro ya enfrentaban riesgos significativos antes de la crisis, tanto reales (burbuja de bienes raíces, deuda pública y/o privada) como financieros (administración de riesgo inadecuada o dependencia excesiva de financiación externa). La crisis ha dejado al descubierto la falta de un mecanismo para ayudar a países con problemas antes de que sus problemas terminen por afectar a toda la zona euro.

Como suele suceder con el proceso de construcción europea, el problema reside no sólo en diagnosticar el problema. Hay una necesidad urgente de soluciones claras y rápidas, respaldadas por la voluntad política para cumplir con lo que se ha acordado, algo que no siempre es fácil de lograr cuando están involucrados 27 países distintos.

Aunque no ha sido adoptado por todos los estados miembro de la Unión Europea, hoy el euro es, como expresó hace poco la canciller alemana Angela Merkel, un elemento inherente del proceso de integración europeo. El euro llegó para quedarse y el desafío real es cómo hacerlo más eficiente.

—Solbes es presidente del directorio del Comité Ejecutivo de FRIDE y ex ministro de Economía español.

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Una moneda política

Por Steve H. Hanke

Desde su instauración en junio de 1998, el Banco Central Europeo (BCE) ha sido propenso a cometer errores. Una falla de diseño inicial y significativa apareció cuando el BCE se sumó a la política de moda: atacar la inflación. En consecuencia, el BCE ha mostrado una disposición a endurecer o flexibilizar la política monetaria justo en los momentos equivocados.

Uno de esos episodios poco auspiciosos se produjo a mediados de 2008, cuando el BCE subió las tasas de interés. Al aferrarse a ciegas a la problemática de la inflación, el BCE subió las tasas de interés, aunque Europa había estado presa de una recesión durante dos trimestres. Peor aún, la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión se estaba gestando, un hecho que había comenzado a dar señales a mediados de 2007, cuando los mercados interbancarios de Europa se habían congelado.

En lugar de diagnosticar correctamente los desperfectos interbancarios de Europa como un síntoma de insolvencias soberanas y bancarias, el BCE y las elites políticas europeas apretaron el botón que decía «deficiencia de liquidez». Esto puso al euro en el escenario central y alejó la vista del público de la fuente del problema: demasiada deuda e insolvencias asociadas. El corazón del problema es simplemente que demasiados préstamos nunca pueden ser devueltos en los términos prometidos, no un problema del euro en sí mismo.

El mejor antídoto para el exceso de deuda es un buen corte de cabello. Pero los cortes de cabellos no están en las cartas políticas. En cambio, le BCE se convirtió en el «banco incobrable» de la zona euro, al suscribir una cantidad de créditos cuestionables suficientes como para hundir un barco de guerra.

El euro sigue siendo una criatura de la política, no de la economía y las finanzas. De hecho, la mayoría de los argumentos económicos —tanto a favor como en contra— han sido y siguen siendo o bien equivocados o bien irrelevantes. Los sellos de este proyecto han sido más politización, más centralización y más «armonización».

¿Qué le deparará el futuro al euro? Si la historia sirve de guía, los franceses aportarán la dirección y los alemanes pagarán la cuenta. Pero la historia no es una guía infalible. Todo depende de los políticos europeos, cuyas prioridades son desconocidas. Hay buenos motivos para que los escépticos sigan siendo, bueno, escépticos.

—Hanke es profesor de economía aplicada de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore.

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Fuente: The Wall Street Journal, 08/03/11.

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