Larry Dossey es un autor y médico estadounidense cuyas publicaciones resultan un tanto controvertidas por la importancia que otorga, dentro del campo de la medicina, a cuestiones de carácter espiritual que poco tienen que ver con la ciencia.
En 1982, Dossey acuñó el término “enfermedad del tiempo” para definir la creencia que tienen muchas personas de que el tiempo está siempre escapando, que nunca hay suficiente, y que tienes que ir cada vez más rápido para mantenerte.
Es evidente que la gestión del tiempo es un tema que preocupa mucho en nuestra sociedad actual, como lo demuestran los 500 millones de resultados que genera en Google la búsqueda del término “time management”. En ocasiones, esta preocupación por el tiempo o, mejor dicho, el modo de vida que resulta de estar siempre luchando contra el reloj, nos termina produciendo problemas físicos reales, tales como el estrés, ansiedad, insomnio, agotamiento…
Los horarios, las agendas, las fechas límite y la rapidez con que debemos hacer nuestro trabajo se contagia a todas las áreas de la vida. Cada vez nos reunimos menos nuestros amigos y esas reuniones cada vez duran menos. La sensación de que el tiempo vuela nos convierte en personas impacientes, que no saben escuchar ni disfrutar del momento presente.
El culto a la velocidad no solo afecta a nuestra salud, también nos hace más infelices y menos productivos. Pero resulta que podemos moderar nuestro ritmo de vida y ser incluso más productivos gracias a ello. Para ello debemos dejar de preocuparnos tanto por el tiempo y aprender a gestionar mejor dónde ponemos nuestra atención. Tomar nuestras propias decisiones sobre lo que hacemos en cada momento de nuestra vida nos pone en el asiento del conductor.
Es por lo que abogan métodos inteligentes de gestión personal, como GTD. Nada de gestionar el tiempo. Se trata de conocer nuestros compromisos, aclararlos y tomar decisiones sobre ellos. De una manera humanizada y con sentido, en equilibrio con todas nuestras áreas de responsabilidad: trabajo, vida familiar, ocio, salud, bienestar, finanzas, desarrollo personal, etc.
No es fácil, pero debemos cambiar nuestra relación con el tiempo. El tiempo no es el enemigo, es la esencia misma de la vida, y debemos aprender a convivir con él e incluso a disfrutar de él.
En vez de vivir cada segundo como si fuera el último, de mirar de reojo el reloj con desaprobación cada vez que las cosas no se hacen “en su momento”, relájate y tómate las cosas con más calma.
Disfruta de una buena comida lenta. Saborea un buen libro. Apaga el móvil y disfruta del placer de estar con tus amigos, con tu familia o con tu pareja. Disfruta de un trabajo bien hecho, tranquilamente pero con pasión y precisión. Deja de pelearte con el tiempo. Disfrútalo.
Atentados terroristas, ideas destructivas y el constante ataque a los sistemas de economías libres
“En la edad en la que uno florece fueron tierra labrada
para que germinara cualquier fruto.
Y eligieron la peor semilla.”
(GC)
Por Mario Šilar.
La locura de la violencia
Llevo largo tiempo viviendo en Navarra, España. Aprendí a amar esta tierra y sus habitantes. Uno de mis hijos se llama Santiago. Se puede intuir por qué. El pasado jueves 17/08/17 hacia las cinco de la tarde un terrorista de origen marroquí condujo una camioneta que se introdujo en una zona peatonal muy turística, el paseo de Las Ramblas (Barcelona), atropellando masivamente a las personas que paseaban por allí, en un recorrido de casi 600 metros, antes de detenerse por un fallo en el sistema eléctrico del vehículo. Horas después de este ataque, se produjo otro atentado en la localidad costera catalana de Cambrils, a unos 120 kilómetros de la ciudad condal. La célula terrorista estaba integrada por doce miembros. Algunos de ellos encontraron su muerte enfrentándose a las fuerzas policiales al grito de al-lâhu akbar (Alá es el más grande).
Causa gran dolor el sufrimiento de las víctimas inocentes, hasta la fecha son 16 fallecidos y 130 heridos, de 35 nacionalidades distintas y de todas las edades. Hay víctimas del norte y del sur del planeta, de oriente y de occidente; dos de las víctimas fallecidas eran de la Argentina, Silvina y Carmen, al tiempo que dos heridos también son oriundos del país. Pienso en las familias y amigos de todos ellos. ¡Cuánto sufrimiento! Y todo ello fruto de la barbarie irracional de la violencia terrorista.
Pasados poco más de diez días, las noticias no dejan de causar perplejidad. A los presuntos errores de advertencia de las fuerzas y cuerpos de seguridad, principalmente de Cataluña –a cargo de los operativos y de la investigación– y también del estado español, se suma la casi certeza de que el atentado perpetrado fue simplemente un “plan b”. En efecto, los terroristas se vieron obligados a ejecutar un cambio de planes luego de que la casa ocupada, en la que llevaban acumulando y preparando materiales explosivos durante meses, estallara por los aires, quitando la vida a tres de los terroristas, uno de ellos el iman instigador de todo el macabro plan. Las investigaciones realizadas revelan que los planes originales contemplaban el ataque a puntos sensibles y emblemáticos de Barcelona, se estima que la Sagrada Familia era uno de los objetivos inicialmente previstos.
Dolor y perplejidad
Las reacciones y algunas de las manifestaciones de la opinión pública han despertado algo de esa congoja que Unamuno condensó en su “me duele España”. Aunque en la actualidad, probablemente el viejo profesor bilbaíno (salmantino por adopción) sería censurado por haber utilizado un término tan desafortunado…, como dijera un presidente de gobierno hace más de diez años –en una sentencia que se hizo célebre–, “la nación (española) es un concepto discutido y discutible”. Al mismo tiempo, no dejo de tener cierta sensación de extrañeza ante lo que me rodea, como si fuera una especie de observador no del todo participante, una especie de Tocqueville con residencia permanente. Sin embargo, más que centrarme en la crónica de este terrible suceso lo que deseo ofrecer son algunas consideraciones a la luz de esas reacciones expresadas por diversos actores políticos, medios de prensa, redes sociales y parte de la opinión pública. En efecto, a medida que se va conociendo mejor el perfil sociológico de los integrantes de la célula terrorista que perpetró los dos atentados, la perplejidad y el desconcierto siguen aumentando.
Dicho en pocas palabras: el perfil socio-cultural de los jóvenes que cometieron estos atentados rompe con todos los esquemas que el pensamiento único quiere imponer sobre el origen que permite explicar (¿incluso justificar para algunos?) el bestial sinsentido que constituye la violencia terrorista. La información disponible indica que se trata de jóvenes –algunos menores de edad, incluso– que estaban sólidamente integrados en su contexto social; tenían estudios completos y un buen desempeño académico. Todos ellos tenían trabajo –a uno de ellos le esperaba un empleo con contrato indefinido el próximo mes de septiembre, y otro tenía un salario de unos 2000 euros al mes y vivía en una vivienda de protección oficial–; y a tenor de lo que se pudo ver en sus redes sociales, solían viajar, disfrutaban del deporte, y de los pasatiempos propios de la adolescencia. Algunos tenían vehículo propio –uno incluso tuvo tres coches, un BMW entre ellos. Todo esto coincide con los estudios recientes que revelan que casi el 50% de los terroristas en España es de origen autóctono, tratándose de ciudadanos españoles –nacidos principalmente en Ceuta y Melilla– e integrados en su entorno. El porcentaje restante está compuesto principalmente por ciudadanos de origen marroquí, que llevan largo tiempo viviendo en España. La síntesis de todo esto se encuentra en las palabras de Raquel Rull, una educadora social de Ripoll –la ciudad donde vivían los terroristas– que tuvo mucho contacto con estas personas durante su niñez y adolescencia: “Estos chicos eran niños como todos. Como mis hijos, eran niños de Ripoll”. Se trata de personas que en su niñez no sufrieron la violencia de la guerra, no vieron las bombas caer sobre sus cabezas, no tuvieron que huir de un barrio arrasado por causa de los conflictos bélicos ni padecieron el flagelo de la pobreza, el drama del hambre o el desarraigo.
Otros testimonios de amigos, vecinos y conocidos no solo confirman las palabras de la educadora social sino que causan incluso mayor perplejidad, si cabe. Se sabe que los terroristas tenían hermanas trabajando en pizzerías y restaurantes, padres con trabajo y una red social bastante funcional. Otros testimonios dan cuenta de que uno de ellos había vendido su bicicleta pocos días antes del atentado, y que otro había decidido regalar sus botines de fútbol. Algunas entrevistas a compañeros de los terroristas fueron hechas en tiendas de kebab, al hilo de las preguntas los entrevistados bebían cerveza y se liaban algún que otro porro. Unos amigos recordaban que uno de los terroristas había dado una paliza a otro de ellos en los tiempos de escuela secundaria.
Un vecino de Ripoll, Manel López, se había mudado recientemente –junto con su pareja y su hija de cuatro años– a un portal al lado de donde se reunían los jóvenes con el iman, quien habría sido el artífice intelectual e instigador de la masacre. De hecho, a Manel le separaba solo una pared 30 centímetros, de quienes perpetraron los atentados. Podía incluso escucharles, aunque como hablaban en árabe no podía entender el contenido de aquellas charlas. En la entrevista afirma: “no podíamos pensar que se reunían para tramar algo. Creía que eran personas normales, que se juntaban para fumar algún porro o jugar a la Play”. Nunca antes una célula terrorista yihadista había resultado tan cercana y familiar. Algunos amigos notaron algún cambio de comportamiento reciente, producido hace pocos meses; habían dejado de salir por las noches, y quienes lo hacían, dejaron de beber y de fumar.
¿Qué es lo que hemos estado haciendo mal? es la pregunta silenciosa que flota en el aire. La educadora social citada más arriba, tal vez acierta en la diana cuando, algo enigmáticamente, afirma en una especie de proclama para la convivencia pacífica “ni dioses, ni banderas, ni religión”. La integración social parece haber sido efectiva en darles un trabajo pero no una vocación, les dio la posibilidad de acceso a bienes pero no la orientación para incardinarlos bajo un prisma vital más sustantivo. Se les proveyó de canales para la diversión pero parece que no se logró introducirlos en la alegría. Muchos sienten que quienes han cometido estos asesinatos son uno de los nuestros. ¿Qué es lo que ha sucedido para que a pesar de tanto empeño por formar una sociedad sin dioses, ni banderas, ni religión, se terminen formando ciudadanos con trayectorias vitales que encuentran “sentido” en las expresiones patológicas de la divinidad, las banderas y la religión? ¿Qué les lleva a encontrar allí el punto de apoyo para intentar destruir, autodestruyéndose, todo lo que representa la sociedad que les dio cobijo y su temprana identidad? ¿En qué momento los comportamientos algo anómalos pasaron a resultarnos normales y los comportamientos normales, algo anómalos?
Ideas que conducen a la barbarie
Toda esta perplejidad ofrece una arista positiva. En efecto, a las personas no suele gustarnos la incertidumbre y algunos, tal vez por una honestidad inconsciente, se ven impelidos a llevar las convicciones a sus últimas consecuencias. El intento desesperado por reducir la incertidumbre y resolver la perplejidad les impulsa a confesar lo inconfesable. Casi sin quererlo, ponen así blanco sobre negro. En algunos casos ello implica introducirse en otro tipo de barbarie: la barbarie de las ideas que diluyen las diferencias entre la inocencia y la culpa, entre la víctima y el verdugo.
Lamentablemente, a pesar del poco tiempo que ha transcurrido desde el terrible acto de violencia asesina, algunos actores políticos no han dudado en utilizar lo sucedido para avanzar su agenda ideológica, poniendo de manifiesto este otro tipo de barbarie que quiero señalar. ¿Qué es lo que se repite insistentemente, una y otra vez en la mayoría de los medios de comunicación y es defendido más o menos explícitamente por todo el arco ideológico progresista? Se afirma que estos atentados casi nos resultan “merecidos”. Se trata, efectivamente de “la respuesta violenta a una violencia anterior”. ¿A qué violencia se refieren? Se mencionan Irak (siempre Irak, en España), Afghanistán[1], los bombardeos en Siria[2]…, la violencia en la franja de Gaza…, también se señala la venta de armas de España al gobierno saudí y las buenas relaciones entre la corona española y las monarquías de la península arábiga[3]. En última instancia, la violencia del sistema… “No se trata de justificar”, dicen con gesto ampuloso, sino de “comprender” y ver el tema “en toda su amplitud”. Otros aportan incluso una impostada mueca compasiva y señalan que “no se deben olvidar las otras víctimas, los muertos en el atentado X en África, o los fallecidos por causa de la inundación Y, en Asia… ¿qué pasa, acaso las muertes duelen más cuando quienes mueren son occidentales?”. Pasan por alto la lista de países que han tenido víctimas fallecidas y heridas en los atentados. Un auténtico elogio de la impostura…
¿Qué estamos haciendo mal, entonces? La respuesta fácil: el sistema. Estas sociedades libres, materialistas, relativistas, consumistas, que aman la buena vida y que no se preocupan por el cinturón de muerte que rodea a las sociedades opulentas, es para algunos, la causa –“indirecta”, dicen, como para revestir con un barniz de mesura la crueldad de esta idea–, de que existan terroristas yihadistas. Decir que los únicos culpables de los atentados son los terroristas es para ellos afirmar algo vacío, retardatario, implica en el fondo ser funcional al sistema; propio en última instancia de fascistas. Todo esto puede sonar incluso bonito como explicación, para algunos…, si hasta parece que nos permite resolver la perplejidad dándole un aura de análisis global al asunto. Lo cierto es que es perverso. Muy perverso.
En efecto, creo que cubrir lo sucedido bajo un manto de impostada actitud comprensiva aplicado sobre la brutalidad explícita del ataque perpetrado, diciendo de modo amable que “hay una violencia mucho más cruel, que nos rodea aunque no la queramos reconocer”, es moralmente vituperable e intelectualmente execrable. Encima vienen a ser ellos, estos profetas “pacíficos” –del tipo que no mataría ni una mosca–, quienes están llamados a sacarnos la venda de los ojos y explicarnos los males del mundo. Y se quedan tan tranquilos, igualando a la víctima con el victimario. España, y la zona en la que vivo particularmente, tienen larga experiencia en este juego macabro de circunloquios.
Destruir a través de la palabra
Vincent Ostrom, reconocido economista político, esposo de Elinor Ostrom –ganadora del premio Nobel de Economía en 2009– (ambos fallecidos en 2012) afirmaba que “las guerras de palabras pueden destruir civilizaciones”. ¿Qué es lo que ha ocurrido? ¿En qué momento las ideologías políticas en democracia han adquirido formas tan siniestras como para ser capaces de generar tanta ceguera y albergar tanta sinrazón? ¿Cómo pueden personas aparentemente civilizadas, pacíficas y cultas afirmar algo tan deleznable (y potencialmente disparador de la violencia) como que la posibilidad de utilizar 150 kilos de explosivos contra civiles inocentes que se encuentran en un sitio religioso y turístico, como la Sagrada Familia, por ejemplo, puede ser la consecuencia violenta de una violencia mucho mayor y anterior, la que ejercería el sistema de economías medianamente libres y de gobiernos democráticos occidentales? ¿Cuánto odio bajo apariencia de paz y civismo pueden soportar las palabras?
Pocas cosas son peores que un mal diagnóstico de la situación a la hora de intentar la solución de un problema. Aunque pensándolo bien tal vez haya algo peor: ser capaces de reconocer cuál es el diagnóstico correcto y rechazarlo por no ser funcional a la agenda ideológica que se quiere hacer avanzar.
No importa que la ideología no encaje con la realidad. Algunos ahora guardan silencio. Tal vez queda algún mínimo de decoro (¿anhelo que sea decencia?) por el que callan en público lo que no tuvieron miedo de proclamar a los cuatro vientos, cuando los atentados se produjeron a más kilómetros de distancia, en París, Bruselas y Niza. Allí están las hemerotecas, donde encontramos que los alcaldes de Valencia y Zaragoza afirmaron que los atentados de Bruselas fueron fruto de “la violencia que hemos sembrado en Irak”. También las declaraciones iniciales de la cuenta oficial del grupo político Podemos en la localidad de Vallecas, cuando con motivo del atentado en Niza publicó que se trataba de “un accidente de tráfico instrumentalizado como ataque terrorista para difundir miedo”. Podría seguir con la lista.
En cuanto a los atentados de Barcelona y Cambrils tal vez el acto deleznablemente más honesto lo haya llevado a cabo el grupo político catalán “independentista, socialista, ecológicamente sostenible, desligado de las formas de dominación heteropatriarcal, y que aspira a sustituir el modelo socioeconómico capitalista”. Me refiero a la CUP-Capgirem[4]. El comunicado oficial del grupo municipal, el mismo día del primer ataque, afirma lo siguiente:
“Ante la situación de terror vivida hoy en nuestras calles, desde la CUP CAPGIREM Barcelona manifestamos nuestro apoyo y solidaridad con las viandantes que han sido víctimas del atentado y nuestro rechazo frontal a todas las formas de terrorismo fascista fruto de las lógicas internacionales del capitalismo.
Rechazamos, también frontalmente, todas las interpretaciones y actuaciones racistas y clasistas que estos hechos desencadenarán con el objetivo de profundizar los procesos de represión y militarización de la sociedad. Llamamos a la unidad popular, a la solidaridad y a la reflexión colectiva en clave antifascista, anticapitalista e internacionalista.”
La CUP expresa sin medias tintas lo que muchos piensan aunque no encuentran un modo más amigable de expresarlo: el terrorismo islamista[5] (descripción que se intenta evitar en los medios de comunicación españoles) como tal no es una entidad a tener en cuenta. Lo que existe son distintas formas de “terrorismo fascista fruto de las lógicas internacionales del capitalismo”. La clave es ser capaces de ver todo esto desde una “reflexión colectiva en clave antifascista, anticapitalista e internacionalista”. O sea, el actual sistema tiene lógicas tan violentas y crueles que hay personas –las famosas víctimas del sistema– que salen a matar porque no encuentran otra salida.
Más arriba decía que toda esta descripción de la situación, que no debe ser interpretada a la ligera –aunque parezca dantesca y ridícula– es perversa. Muy perversa. Veamos por qué. En efecto, si es “el sistema” el principal ente de violencia, disparador de toda otra violencia, que siempre será meramente reactiva; en la medida en que un ciudadano no se comprometa con sangre, sudor y lágrimas por acabar con este sistema, ¿de qué modo podrá sentirse inocente de los episodios de violencia criminal que pueda llegar a padecer? Dicho de modo más directo: si tú nunca has hecho nada concreto por acabar con el sistema, con las “lógicas internacionales del capitalismo”, no puedes en rigor ni siquiera arrogarte el derecho moral a sentirte víctima o enfadarte por el sufrimiento que generan estos ataques –ya sea que los sufras en primera persona, o que lo sufra un amigo o familiar–. Y el ciudadano que ha visto esta tragedia “desde las gradas” no tendría ni siquiera derecho a mostrar compasión o dolor genuino, si en conciencia no siente que haya luchado con uñas y dientes contra el sistema. Desde esta perspectiva toda compasión y dolor, en el fondo, no son más que residuos afectivos atávicos y egoístas. No es más que el simple miedo cobarde a pensar que esto le pueda ocurrir a uno. Es el deleznable miedo burgués del que quiere seguir viviendo en la opulencia que le ofrece el sistema, mientras mira hacia otro lado respecto de la violencia que su nivel de vida causa en otras partes del globo.
Las injusticias del sistema serían un grito que clama “al cielo” de la utopía y que golpea a la puerta en forma de seres humanos que se inmolan o que utilizan lo que encuentran a mano para ajusticiar a verdugos anónimos, ciudadanos del mundo. El miedo o la compasión que puede sentir el ciudadano medio no es más que la expresión del aferramiento miserable e individualista a la buena vida consumista y materialista, que anida en él.
Pero la perversión de este planteo puede implicar un paso más. En efecto, si uno realmente coincide con este perverso diagnóstico, se encontraría probablemente con que se siente moralmente obligado a contemplar incluso el uso de la violencia (que no será interpretada como violencia inicial sino “legítima defensa”) para “defenderse” de la violencia del sistema económico capitalista-explotador imperante. El colmo de la impostura lo encontramos cuando estas personas se describen a sí mismas como hombres de paz y pacifistas… porque “están en contra de la violencia global del capitalismo”. He escuchado esta frase demasiadas veces ya.
El desprecio hacia las sociedades libres
Decía que me duele España o, a falta de un término menos conflictivo, me duelen los ciudadanos que habitan la península ibérica… parece estar incoándose una vocación de descomposición autodestructiva que puede disparar los odios más viscerales. Se trata de una vivencia que corroe la vida social, la esmerila y diseca… y todo ello aunque no exploten vehículos en los aparcamientos de los supermercados, ni se disparen tiros en la nuca y por la espalda a quien le toque en la víspera. Me duele tanta falta de entendimiento… algunos creen que se nos mata porque no hay suficiente lucha anticapitalista en el mundo, otros –más “moderados”–, porque defendemos sociedades plurales y tolerantes (con la debida carga de laicismo y anticlericalismo en la interpretación que hacen de estos términos), y no importa que los mismos perpetradores se empeñen en proclamar que nos asesinen por el simple hecho de no ser musulmanes (y si caen musulmanes, son apóstatas, por vivir a gusto en Occidente). Nos matan por algo que nadie dice muy alto, porque pareciera que coinciden en no valorarlo. Nos matan porque, a pesar de todos los controles político-gubernamentales, todavía vivimos en sociedades medianamente libres. Demasiado libres a ojos de los yihadistas…. y de los anticapitalistas.
En cierta medida, se puede afirmar que este ejercicio de rivalidad política llevado al paroxismo del intento de aniquilación retórica del enemigo lleva largo tiempo en el ADN de la vida sociopolítica española. No en vano muchos colegas españoles suelen referirse a su país como un país de tendencias “cainitas”. Lo que impacta es la capacidad de subsumir eventos tan dramáticos como las acciones terroristas bajo esta lógica de lucha partisana entre conciudadanos. Nada parece quedar fuera del afán de superioridad moral, que camufla en verdad el resentimiento vital, de buena parte del ala progresista de España.
Es sintomático que las tendencias liberticidas, que se expresan en los más diversos ámbitos de la vida social suele tener en el ataque a la libertad económica que necesita el sistema capitalista, a uno de sus principales enemigos. Si algo resulta claro en las sociedades modernas es que el ataque a un ámbito de la libertad –sea la libertad civil, religiosa, política, cultural o económica–, tarde o temprano, resulta en la amenaza al resto de libertades. Es evidente que no existe la libertad absoluta y que nuestras decisiones siempre están constreñidas por multitud de variables que limitan el ejercicio libre. Sin embargo, este faktum suele ser a menudo utilizado como excusa por parte de las tendencias tecnócratas para avanzar con la ingeniería social sobre la ciudadanía. Las expresiones más radicales del progresismo político, aunque puedan estar equivocadas, son coherentes en su puntuación causal poniendo a las instituciones de libre mercado en el fundamento de todos los males que padecen las sociedades actuales. En verdad, al afirmar esto ponen de manifiesto lo que en realidad piensan. En efecto, las acciones libres vinculadas al ejercicio de la libertad económica es algo que escapa al control gubernamental y necesitan, tarde o temprano, acallar estos espacios de libertad si quieren tener alguna mínima esperanza de instaurar el modelo social que tienen en mente. Por ello, muchos autores señalan la importancia de atender al carácter indivisible de la libertad. De este modo, y sin ánimos de caer en perspectivas reduccionistas, no se puede negar que –dada la complexión de la vida social contemporánea– la corrosión de la libertad económica daña progresivamente el resto de libertades. Y no es casual que quienes más quieren aumentar la cuota de intervención estatal sobre la vida social no dudan en señalar al sistema de libertad económica como el primer enemigo a combatir y pretenden acusarlo de todos los males que padecen las sociedades actuales.
En realidad, el análisis que hace el progresismo radical por el que acusa al sistema de economías libres de ser la base y la causa remota del terrorismo resulta tan confuso y desacertado como peligroso. Esta aproximación se apoya en confundir o pasar por alto la distinción entre una sociedad civil empoderada y con un marco institucional sólido que cobije la libertad religiosa y el sistema contemporáneo prevaleciente en Europa occidental, vinculado a estados de bienestar fuertes y sistemas tecnocráticos de amplia envergadura. Perder de vista esta distinción lleva a que endilguen a esa entelequia que sería el “perverso capitalismo neoliberal” algunos de los males sociales que padecen las comunidades europeas (anomia y fragmentación social, despersonalización, falta de sentido, vacío existencial, etc.) y que bien pueden vincularse a los problemas del Estado de bienestar, que cuando se lleva a niveles desproporcionados contribuye a disparar incentivos perversos en la comunidad: cultura del subsidio, comportamientos free rider, abusos, debilitacion de la cultura del trabajo, daños en la autoestima, cultura del entitlement o “el tengo derecho a”, etc.; todos elementos que constituyen un caldo de cultivo para las tendencias anómicas que suelen estar a la base de muchos de los ciudadanos europeos que terminan integrándose en células yihadistas. Como se señaló más arriba, el sistema del estado de bienestar puede favorecer la provisión de bienes y ayudas, pero es muy cuestionable que sea capaz de generar pertenencia y comunidad. No en vano, varios expertos señalan la falta de pertenencia como uno de los elementos que debe ser abordado, si se pretende comprender el fenómeno de captación terrorista en sociedades avanzadas. Cada vez resulta más claro que la cohabitación o coexistencia pacífica en una sociedad entre distintas culturas no es lo mismo que la integración genuina de la sociedad en torno a una cultura plural.
En última instancia, la defensa de las libertades civiles, y la libertad económica entre ellas, no es un asunto baladí, como si fuera algo propio de burgueses bienpensantes…, se trata casi del último reducto de sensatez vital e institucional desde el que mostrar que puede haber una salida que asegure –siempre de modo falible, y sin utopías– una convivencia genuinamente pacífica y medianamente justa, frente a todo este drama y sinsentido que se está incoando a nuestro alrededor.
El autor agradece los comentarios de Gloria Cruz Latorre, Eugenio Díaz Jausoro y José Cerrone a una versión anterior del texto.
[1] De nada importa que estos escenarios suponían la lucha contra Al Qaeda sea un enemigo declarado en esta cruel competencia por ver quién tiene el monopolio del protagonismo en el terrorismo internacional. Lo importante es usar los argumentos como arma arrojadiza para debilitar al rival político interno.
[2] Se observa aquí un claro indicio de “provincialismo”. En efecto, suele producirse una interpretación de la lacra del terrorismo internacional en clave meramente de política interna. Ello genera toda clase de esperpentos. El argumento anticapitalista-marxista afirma que es la perversa alianza con los Estados Unidos y los países de la OTAN en la postura adoptada contra el régimen de Damasco el que haría a las democracias europeas “merecedoras” de estos atentados. Se pasa por alto que el ISIS es enemigo del régimen de Barhar al-Ásad (Siria) y que, en todo caso, si alguien quisiera tomar represalias por esta alianza no es precisamente el ISIS. Otra referencia que se hace en esta línea es que la venta de armas de España a Arabia Saudita, implica el uso de estas armas por parte de Arabia Saudita en los conflictos que mantiene, por ejemplo, con Yemen. Pero, de nuevo, también se afirma que Arabia Saudita alimenta el terrorismo del ISIS, que también está actuando –de modo funcional con Arabia Saudita– contra la población en Yemen. Nuevamente, si alguien quisiera tomar represalias por la venta de armas a Arabia Saudita, no sería este país ni el ISIS sino los opositores en Yemen, que sufren fruto de la lucha con Arabia Saudita, donde esta usa las armas que ha comprado a España. Como se puede apreciar, el escenario del terrorismo yihadista es mucho más complejo que las simplistas consignas, cegadas por la ideología, que intentan imponer los partidos del ala progresista.
[3] La referencia que se ha hecho desde líneas independentistas y anticapitalistas catalanas a la venta de armas del gobierno español a diversos países del mundo árabe resulta, como mínimo, muy imprecisa. Se ha utilizado estar idea para dar a entender, nuevamente, que parte de la responsabilidad de este drama reside “en el estado español” y no en la propia Cataluña. Sin embargo, Cataluña, es la segunda comunidad que más armas exporta al exterior, lo que supone un 25% de los envíos de armas al exterior que hace el Reino de España. Según el periódico El Español, que recoge datos oficiales de las Cámaras de Comercio y Aduanas, dependientes de la agencia tributaria española, se puede afirmar que “entre los clientes principales de Cataluña se encuentran Estados Unidos(18,1 millones de euros), Francia (2,7 millones), la República del Congo(1,8 millones) o, en cuarto lugar, Arabia Saudí (1,5 millones), que tras los atentados de Cataluña ha protagonizado los mensajes contra el Gobierno o el Rey por sus relaciones con este país.”
[4] Esta agrupación, que juega un rol clave en la actual gobernabilidad de Cataluña cuenta con tres concejales en el ayuntamiento de Barcelona.
[5] Otro aspecto macabro en todo esto es que también se trata de desvincular completamente la deriva violenta de los terroristas con el Islam y las enseñanzas del Coran. No importan lo rigurosos que puedan ser los estudios de auténticos expertos sobre el islam y las religiones, como es el caso de H. Boulad, R. Salam Naaman, S. Khalil Samir SJ o R. Brague, o sobre cómo se forma el fanatismo, como es el caso del filósofo N. Grimaldi. No. El Islam no tiene ninguna autocontradicción y es una religión de paz. Punto. Quien ose mínimamente a cuestionar esto será incinerado en la pira adonde van los islamófobos, nueva etiqueta con que se tacha –junto con la de fascista– a todo aquel que pretenda contradecir el pensamiento único que se pretende imponer en este tema.
Senior Researcher del Instituto Acton Argentina Es Bachiller, Profesor y Licenciado en Filosofía por la Universidad del Norte “Santo Tomás de Aquino”. Hizo estudios de Posgrado en Organización y Gestión Educativa, en la Universidad Austral. Tiene un Máster en Derecho de la Integración Económica, por la Université Paris I Panthéon-Sorbonne y un Máster en Formación del Profesorado por la UNED (España). Es Diploma de Estudios Avanzados en Filosofía por la Universidad de Navarra.
Los conflictos relacionados a las finanzas del Vaticano continúan agravándose, luego de que el exauditor de la Santa Sede, Libero Milone, afirmó en una rueda de prensa que fue despedido en junio pasado debido a que investigaba asuntos dudosos e incómodos relacionados a varios de los integrantes de la sede católica.
Libero Milone fue nombrado auditor en 2015 como parte de la estrategia del Papa Francisco para hacer más transparentes las finanzas de la organización religiosa más influyente del mundo. En junio de este año, Milone abandonó el cargo con un presunto “acuerdo mutuo”. Sin embargo, el pasado 24 de septiembre, reveló que la iglesia lo amenazó con detenerlo si no firmaba la renuncia.
Milone, quien se desempeñó como presidente de Deloitte Italia, explicó que los estatutos le permiten al auditor general aplicar controles para detectar formas de corrupción y lavado de dinero, pero hay una “maniobra para ralentizar o bloquear la reforma financiera emprendida por el Papa Francisco”.
Según denunció, para poder obtener información sustancial de las finanzas del Vaticano debía exigirla a numerosos miembros de la institución religiosa, los cuales no estaban obligados a darla, gracias a la falta de leyes clara y precisas.
En contraposición, Giovanni Angelo Becciu, sustituto en la Secretaria de Estado vaticana, señaló que Milone espió la vida privada de representantes de la iglesia y traspasó fronteras indebidas, agregando que si Milone no dimitía, hubiera sido procesado por sus actos ilegales cometidos en el desempeño de sus funciones.
El reporesentante del Vaticano, agregó que Milone fue “más allá de sus competencias y encargó a una sociedad externa actividades investigativas sobre la vida privada de personas de la Santa Sede, un delito que ha dañado la confianza depositada en él”.
La reforma del Papa Francisco creó una trinidad de entes para gestionar y dirigir las finanzas del Vaticano. Dicho triángulo está compuesto por el Consejo para la Economía, liderado por el cardenal Reinhard Marx; el Superministerio de Finanzas, presidido anteriormente por el cardenal George Pell; y el Auditor General, posición la cual ocupaba Libero Milone. Sin embargo, hoy en día solo el cardenal Reinhard ocupa su puesto, mientras que las otras dos ramas están sin representante alguno.
Por su lado, el Instituto para las Obras de Religión (IOR), mejor conocido como el banco vaticano, actualmente presidido por Jean-Baptiste de Franssu, maneja millonarias sumas de dinero donde parte del capital son depósitos de aproximadamente 14.960 clientes. Dicho banco se ha visto envuelto en escándalos financieros, como el de Ettore Gotti Tedeschi, el cual había sido nombrado por Benedicto XVI como encargado de dicha institución, para posteriormente ser destituido del cargo y ser acusado de falta de transparencia.
Fraude Millonario
Por otra parte, el IOR señaló un fraude de €17 millones y activara acciones legales en contra de terceros ante la justicia de Malta. La Santa Sede no especificó el esquema fraudulento que afecto su patrimonio, pero aseguró daños significativos a la entidad.
El desconocimiento del operativo explica de manera explícita como el IOR y las ramas financieras del Vaticano están envueltas en barreras de opacidad y de poca transparencia, pues la Santa Sede no indica en qué medida está involucrado el banco religioso.
La Serenísima invertirá más de $ 50 millones en robotizar procesos
La empresa ampliará así un 25% su productividad, aunque habrá baja de empleos y se reducirán de dos a uno los turnos de trabajo.
La Serenísima. .
La Serenísima invertirá más de $ 50 millones para robotizar varios procesos de producción en 10 de sus plantas, algo que le permitirá ampliar un 25% su productividad. Sin embargo, la contracara es que esto traerá «un ahorro considerable de mano de obra poco calificada y la posibilidad de reducir de dos a uno los turnos de trabajo».
La inversión fue anunciada en España por el grupo Hurtado Rivas, empresa que tendrá a su cargo, a través de Rivas Robotics (RR), del diseño e instalación de los equipos.
«Esta operación supone una nueva etapa comercial con Argentina tras la finalización del anterior periodo político que frenaba las importaciones», afirmó Carlos Hurtado, gerente de RR. «Consolidamos además nuestra presencia en el país al firmar un acuerdo con (…) Mastellone Hermanos, con más de 85 años de trayectoria y una cuota de mercado de leche del 95% en Argentina», agregó.
La robotización de los procesos de producción tendrá lugar en las instalaciones de Canals (Córdoba), Villa Mercedes (San Luis), y Trenque Lauquen (Buenos Aires).
Comprende dos sistemas de puesta en caja robotizados para queso rallado que permitirán manipular 120 paquetes de queso por minuto y la automatización personalizada para el encajado de bloques de queso antes del proceso de salmuera, que permitirá manipular hasta 650 unidades de 20 kilos por hora.
Además, Rivas Robotics se encargará de automatizar, mediante dos robots, el desmoldeo tras el proceso de curación de los quesos para su etiquetado y envasado hasta la entrega en el lineal de venta.
Estos equipos se añadirán a los instalados en 2016 para la robotización de sacos de leche en polvo, indicaron desde Hurtado Rivas. La primera fase de la operación, cinco instalaciones, se ejecutará entre fines de 2017 y principios de 2018, mientras que la segunda parte -otras cinco-, en el segundo semestre de 2018.
La firma alude a la situación de incertidumbre política y jurídica en Catalunya para mudar la sede de su hólding.
Por Agustí Sala.
Imagen del recinto de Codorniu. .
Nuevo mazazo empresarial al ‘procés‘. Codorníu también trasladará su sede social de Catalunya a otra zona de España, en concreto a La Rioja. El paso dado por la empresa de la familia Raventós tiene un profundo simbolismo ya que es la más antigua de España, con orígenes en 1551 y con forma de sociedad mercantil desde el siglo XIX.
La firma no ha esperado al final del cruce de cartas entre el ‘president’ Carles Puigdemont y el del Gobierno, Mariano Rajoy, para optar por la mudanza de su hólding, Unideco, de la que penden sociedades como Codorniu,Raimat, Bodegas Bilbaínas, cuya sede está en Haro (La Rioja) o Legaris, con sede en la denominación de origen (DO) Ribera de Duero.
«Ante la situación de incertidumbre política y jurídica en la que se encuentra sumida Catalunya y con el objetivo de garantizar los intereses de sus trabajadores y clientes», las embelmáticas bodegas, cuya sede más emblemática se encuentra en la mansión didseñada por Josep Puig i Cadafalch en Sant Sadurní d’Anoia ha decidido sumarse a las compañías que ven en una posible declaración unilateral de independencia (DUI) una amenaza para sus intereses.
Sin consecuencias económicas
El consejo de administración de Unideco, S.A., empresa hólding del grupo Codorníu Raventós, ha aclarado que mantiene la estructura operativa de producción de todas sus bodegas, así como el total de sus empleados en sus actuales centros de trabajo. La compañía más antigua del sector, con sede actualmente en Sant Sadurní de Noia, el corazón dela comarca vitivinícola del Penedès, asegura que la medida de trasladar la sede no tendrá consecuencias económicas en Catalunya.
A este cambio de domicilio social de la compañía presidida por María del Mar Raventós puede sumarse en breve la de su principal competidora, Freixenet. Sobre si esta continuará en Catalunya, su presidente (y de la Cámara de Comercio de España), Josep Lluís Bonet, ha indicado que ha convocado un consejo de administración para final de mes en el que «este tema está encima de la mesa». Una de las hipótesis que se baraja es Cantabria, si bien la empresa cuenta con bodegas en varias denominaciones de origen (DO) españolas.
La industria farmacéutica se prepara para una posible salida de Cataluña
Genera el 7% del PIB catalán y da empleo a 42.000 trabajadores.
Por Alberto Vigario.
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Las multinacionales farmacéuticas asentadas en España tienen la mayoría de sus fábricas en Cataluña. Hasta ahora, ninguna de estas compañías había tomado una postura oficial sobre qué harían si se daba una declaración de independencia por parte de la Generalitat. Pero en los últimos días, algunos laboratorios ya han empezado a reconocer que cuentan con un plan de salida si se produce una secesión de España.
Así, las multinacionales Boehringer Ingelheim y Bayer, ambas alemanas, admitieron recientemente que tomarán las medidas necesarias para proteger sus negocios si cambian las reglas y leyes actuales en Cataluña.
«Bayer, como cualquier otra compañía, precisa de un marco político, económico y jurídico estable que asegure el normal desarrollo de su actividad. Ante la situación en Cataluña, la compañía confía en que se alcance una solución que permita mantener estas condiciones», aseguró la compañía.
La dueña de la aspirina había aparecido hace días en las quinielas de empresas que tendían previsto salir con una declaración de independencia, aunque no se había manifestado aún de manera oficial. Bayer tiene su sede central en España en Sant Joan Despí (Barcelona), donde cuenta con 850 empleados. Su mayor planta de producción la tiene en Asturias, donde fabrica el ácido acetilsalicílico para todo el mundo.
Por su parte, la farmacéutica Boehringer Ingelheim también aseguró que tomarán «las necesarias iniciativas para asegurar la continuidad del negocio». De todas formas, la filial española con sede y dos fábricas en Sant Cugat del Vallés aclaró que «no van a especular sobre posibles cambios» y que «la posición de BI España sobre la situación actual en Cataluña se basa en el respeto a la legislación actual».
Oryzon, la primera
Aparte de las multinacionales, de momento han sido Oryzon -que fue la primera- y el grupo Indukern (dueño del mayor laboratorio de genéricos en Cataluña, Kern Pharma) las únicas compañías del sector que se han mudado de Barcelona. Mientras, entre los otros grandes laboratorios catalanes, Almirall, Esteve y Ferrer guardan silencio y Grifols ha comunicado que, de momento, se queda.
No se trata de un sector cualquiera. En Cataluña, el 7% del PIB ya corresponde a la actividad que generan las empresas de las ciencias de la vida y la salud, que a su vez dan empleo a un total de 42.133 trabajadores (cifras de 2014). Además, según el último informe de la patronal biotecnológica Asebio, la región lidera este sector en España. El negocio de las ciencias de la vida y la salud cuenta en Cataluña con 734 empresas, de las cuales 221 son biotecnológicas, 46 farmacéuticas, 94 de tecnologías médicas innovadoras, 208 proveedoras e ingenierías, 139 de servicios profesionales y consultoría y 26 entidades de inversión activas.
Cambio de las inversiones
Sin embargo, hace años que la región catalana ha dejado de ser el foco principal de las inversiones en investigación de la industria farmacéutica presente en nuestro país, algo que había sucedido siempre en España. Desde 2015, la Comunidad de Madrid supera a Cataluña como el destino principal en España del gasto en I+D que las farmacéuticas realizan cada año tanto dentro de sus instalaciones, como en sus colaboraciones con hospitales y otros centros de investigación.
Apenas tres años antes, en 2012, Cataluña superaba ampliamente a Madrid en este reparto, al ser destinataria del 52% de las inversiones internas de los laboratorios, seguida de Madrid, con apenas el 35%. Desde entonces, año a año, la región catalana ha ido perdiendo peso en el porcentaje hasta ser superada por la comunidad madrileña.
Distribución geográfica
Otro aspecto destacado en los últimos años ha sido el cambio de tendencia en la distribución geográfica de los laboratorios farmacéuticos a lo largo y ancho de nuestro país. Si históricamente, Cataluña era la región que concentraba la mayor parte de este sector, el número ha pasado a igualarse en la actualidad.
Así, de las 183 compañías farmacéuticas presentes en España -asociadas a la patronal Farmaindustria- en 2015, un total de 86 tenían su sede en Cataluña y 85 estaban en Madrid. Hace apenas seis años, en 2010, la diferencia era aún muy notable: 99 laboratorios estaban radicados en Cataluña por 76 en la Comunidad de Madrid.
Nobel 2017: aire renovado para la «Palermo» de la economía
Richard Thaler, galardonado por la Academia Sueca, le hizo ganar protagonismo a la economía del comportamiento; esa rama de estudios, en la que interviene la psicología, es aspiracional.
Por Sebastián Campanario.
¿Cuál es la mejor manera de medir qué tan cool y sólida a nivel académico es una persona? Una posibilidad es el «número de Erdos-Bacon», que mide cuál es el grado de separación de cualquier mortal con el prolífico matemático húngaro Paul Erdos (a cuántos papers de distancia se encuentra uno cuando se van relacionando coautores) y del también muy prolífico actor Kevin Bacon. Richard Thaler, el flamante premio Nobel de Economía, tiene un bajísimo número de Erdos-Bacon: la suma da 5. Escribió un paper con Peter Waker (que tiene un Erdos 2) y actuó en The Big Short con Ryan Gosling, que compartió cartel en otra película con el protagonista de Footloose.
Esta buena combinación de solidez teórica e histrionismo y dotes de divulgación no es trivial en el aporte de Thaler a la discusión económica por el que fue reconocido días atrás por la Academia Sueca. Fundada por los psicólogos israelíes Daniel Kahneman y Amos Tversky a mediados de los 70, la economía del comportamiento -la rama que toma enseñanzas de la psicología- permaneció casi una década y media en lugares muy marginales de la academia, casi como una excentricidad. Colin Camerer, uno de los teóricos más respetados en esta disciplina, que combina en sus trabajos sesgos cognitivos con teoría de los juegos, solía decir que en los 80, cuando salían a navegar los asistentes a un seminario de economía comportamental, si se hundía el bote desaparecía el campo emergente por completo.
Thaler y sus colaboradores en la Universidad de Chicago fueron los encargados de hacer el upgrade que llevó a la economía del comportamiento a ponerse de moda y vivir, en la última década, un boom sin precedentes, con centros de estudio, best sellers, journals propios, miles de tesis de posgrado y espacio creciente en la agenda de los gobiernos.
Richard Thaler Nobel de Economía 2017. .
La «chispa» que encendió Thaler se activó en 1987, cuando empezó a publicar una muy popular columna, «Anomalies», en el prestigioso Journal of Economics Perspectives. «La columna de anomalías fue muy importante para poner sobre la mesa problemas de la teoría de decisión usual y la variedad de patrones de conducta observables que están ahí para ser sistematizados», explica a LA NACION Daniel Heymann, profesor de la UBA y uno de los primeros en traer a la Argentina, a sus clases, las ideas de Thaler para discutir con sus alumnos, entre ellos Eduardo Levy Yeyati, Javier Finkman o Walter Sosa Escudero. «Los sesgos de cuentas mentales, statu quo y aversión a las pérdidas son ideas elegantes y relevantes, que su trabajo ayudó a incorporar al debate», completa Heymann.
La economía del comportamiento comenzó una etapa de crecimiento empinado, a tal punto que la consultora de tendencias tecnológicas Gartner, que elabora anualmente su Hype Cycle (curva de exageración de distintas tecnologías, modas y tendencias) la puso años atrás en su zona de «sobrecalentamiento», ya cerca de que explote la burbuja.
En 2002, el Nobel a Kahneman y Tversky hizo que la rama subiera un escalón importante. Y los reproches por los mercados imperfectos que arreciaron con la crisis subprime de 2007 y 2008 trajeron más agua para el molino conductual. De hecho, la película The Big Short trata sobre esta cuestión, y allí se lo ve a Thaler junto a la estrella pop Selena Gómez explicando la «falacia de la mano caliente»: la ilusión por la cual creemos que la distribución de probabilidades de un evento nuevo está relacionado con los anteriores (se piensa que un basquetbolista que viene encestando tiene más chances de volver a hacerlo), cuando no es así.
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¿Qué tienen en común Palermo, la inteligencia artificial y la economía del comportamiento?
Que todos son etiquetas aspiracionales que hacen que se coloquen bajo su paraguas superficies fronterizas, para tratar de captar su «efecto halo». Si fuera por las inmobiliarias, Palermo tendría la superficie del imperio mongol de Gengis Kahn; cualquier programa de software hoy se hace llamar inteligencia artificial para atraer inversores y atención mediática. Lo mismo ocurre con la economía del comportamiento: estudios de psicología experimental (sin nada de economía), de neuroeconomía, de economía de la felicidad o de cualquier tópico «raro» (penales de futbol, etcétera) son etiquetados erróneamente bajo este rótulo de moda.
El propio Kahneman alertó el año pasado sobre los riesgos reputacionales de esta burbuja. Las promesas desmedidas suelen derivar en fracasos más sonoros, y esto fue lo que sucedió para la economista Allison Schrager, quien en un informe para la OCDE informó sobre un estado más bien decepcionante de las políticas públicas basadas en aportes de la economía del comportamiento. Las más de 30 oficinas que existen en el mundo con esta tarea (behavioral units) no vienen mostrando resultados agregados importantes, según Schrager, para quien «la mayor parte de las acciones relevadas tienen que ver con obligar a empresas y a organismos a dar más información y a ser más trasparentes, y no está claro que ésos sean aportes de la economía conductual o simplemente el sentido común de que estas comunicaciones deberían ser más honestas».
El contraargumento es que tal vez sea demasiado pronto para exigir resultados robustos, y que de todas formas se trata de políticas en general muy baratas de implementar, por lo que vale la pena seguir intentando.
En este panorama algo amesetado, el Nobel a Thaler fue un espaldarazo para que la rama fundada en los 70 siga evolucionando o tal vez logre reinventarse. Thaler es un académico muy querido entre sus colegas, afable y amigo de las discusiones abiertas: solía jugar el tenis en Chicago con Eugene Fama, uno de sus enemigos más acérrimos, defensor de la hipótesis de los mercados racionales y ganador del Nobel en 2013.
Su último libro, Misbehaving, fue reseñado meses atrás en este espacio por Javier Finkman, bajo el título de Vamos a portarnos mal. En otra reseña más larga, que se puede leer en la página de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Pablo Mira, autor de Economía al diván, recuerda el genial y muy divertido relato que hizo Thaler de una mudanza de oficinas del Departamento de Economía de la Universidad de Chicago, donde el esquema diseñado para repartir los nuevos espacios contradecía todas las teorías que se propagan desde el faro ideológico neoclásico: el sistema era poco trasparente (insuficiente información), repleto de arbitrariedades (intervencionista) y dejó como saldo peleas interminables entre profesores (ineficiencia paretiana).
En The Undoing Project, el último libro de Michael Lewis, que cuenta la historia de la colaboración entre Kahneman y Tversky, hay un primer capítulo que narra cómo en la década pasada la NBA cambió por completo su forma de juego, gracias a una combinación de insights de las ciencias cognitivas y análisis de big data. El juego se volvió mucho más cooperativo, menos especulativo, subió la visibilidad de las ventajas del trabajo en equipo y del sacrificio en defensa. El resultado: una liga en la que todos ganaron, los espectadores, los clubes y los jugadores. ¿Podrá la economía del comportamiento, con el motor del big data, lograr una reinvención similar, con tanta eficiencia paretiana como el basquet?
Ser o no ser “Knowmad”, esa es la cuestión: quiénes y cómo son estos trabajadores que ya pisan fuerte en las empresas
Por Celina Novoa.
El término knowmad es un neologismo que combina las palabras know (conocer, saber) y nomad (nómada) y que da cuenta del perfil del sujeto capaz de ser un nómada del conocimiento. Fue creado por John Moravec para referirse a los trabajadores nómadas del conocimiento y la innovación. Se caracteriza por ser innovador, imaginativo, creativo, capaz de trabajar en colaboración con casi cualquier persona, en cualquier momento y lugar. Un knowmad es valorado por su conocimiento personal, lo que le proporciona una ventaja competitiva con respecto a otros trabajadores. Fuente: Wikipedia, 2016.
Ellos cuestionan la idea de que cumplir las ocho horas, marcar tarjeta y estar atrás de un monitor es sinónimo de trabajo. No necesitan un horario fijo o espacio físico para aportar valor. Una serie de características diferencian a los profesionales “nómades del conocimiento” del resto. El perfil:
Ellos experimentan. No tienen miedo a equivocarse. Trabajan en red. Aprenden y desaprenden con facilidad. Son flexibles. No necesitan ser motivados, ya lo están. Utilizan la información para generar conocimiento. Son creativos e innovan todo el tiempo. Y, como si todo esto fuera poco, también se adaptan con rapidez a diferentes entornos. Con ustedes, los Knowmads.
Este nuevo perfil pisa cada vez más fuerte en el mundo del trabajo. Y se encamina a ocupar las posiciones de liderazgo y los puestos clave de las empresas en apenas unos años.
Con el término Knowmad, el investigador norteamericano John Moravec hace referencia a profesionales nómades del conocimiento -también entendido como trabajadores del conocimiento nómade- un concepto ampliamente analizado en su libro “Knowmad Society”, dedicado a explorar el futuro del trabajo y el aprendizaje.
Tal como los describe Moravec, los Knowmads son personas creativas, imaginativas e innovadoras que pueden trabajar con casi todo el mundo, en cualquier momento y desde cualquier lugar.
Y aunque el concepto aún no es conocido en la Argentina, ya suena fuerte a nivel mundial, en un escenario en el que, como la sociedad industrial está dando paso a un modelo de trabajo y competitividad basado en el conocimiento y la innovación, se empiezan a priorizar otras aptitudes y habilidades.
En este nuevo contexto global, las tareas no son tan concretas o específicas y el lugar de desempeño no es tan relevante como sí lo era en la industrialización. Además, la tecnología permite a estos perfiles trabajar de forma más amplia y combinar los espacios “presencial” y virtual permanentemente.
Alejandro Frenkiel, investigador sobre temas vinculados a liderazgo, inteligencia colectiva, motivación y cambio cultural, señala que en la industria de IT es donde mayor cantidad de Knowmads se pueden encontrar.
“La presencia de Knowmads en IT es constante y creciente, porque sus características encajan con los modelos de negocios de las compañías de tecnologías de la información y de aquellas ligadas a la innovación, al marketing digital”, enfatiza.
“Ellos trabajan por proyectos, en forma globalizada, en red y son sumamente adaptables”, describe Frenkiel, también director de Insightixs, la unidad que pertenece a Archenti Group que está dedicada a la capacitación en empresas.
Ser o no ser
Ser o no un Knowmad no es una cuestión de edad. Sin embargo, tal como refiere Moravec, muchos de sus rasgos remiten a la Generación X pero, sobre todo, a los Y (jóvenes nacidos entre 1982 y 1994).
En el libro Aprendizaje Invisible, que el español e investigador del Oxford Internet Institute de la Universidad de Oxford Cristobal Cobo escribió en conjunto con Moravec, existen 19 habilidades que distinguen a un Knowmad:
No está limitado a una edad determinada.
Creativo, innovador, colaborativo y motivado.
Utiliza la información y genera conocimientos en diferentes contextos.
Altamente inventivo, intuitivo, capaz de producir ideas.
Capaz de crear sentido socialmente construido.
No sólo busca acceder a la información, procura utilizarla abierta y libremente.
Creador de redes, siempre conectando a personas, ideas, organizaciones, etcétera.
Capacidad para utilizar herramientas para resolver diferentes problemas.
Alfabetizado digitalmente, comprende cómo y por qué funcionan las tecnologías digitales.
Competencia para resolver problemas desconocidos en contextos diferentes.
Aprende a compartir (sin límites geográficos).
Es adaptable a diferentes contextos y entornos.
Consciente del valor de liberar el acceso a la información.
Atento a los contextos y a la adaptabilidad de la información.
Capaz de desaprender rápidamente, sumando nuevas ideas.
Competente para crear redes de conocimiento horizontales.
Aprendizaje permanente y para toda la vida (formal-informal).
Experimenta constantemente las TIC (colaborativas).
No teme el fracaso.
Tal como sostiene Moravec, un Knowmad puede reconfigurar y recontextualizar sus ambientes de trabajo de forma instantánea y esta mayor movilidad les permiten la creación de nuevas oportunidades.
Están rompiendo el concepto de barreras geográficas y de las reglas de trabajo estancas basadas en jerarquías, ya que se desempeñan de forma transnacional y su trabajo va más allá de la organización de la que forman parte.
Un Knowmad sólo elige un empleo siempre y cuando pueda agregar valor a una organización y sea valorado. Si no es así, busca otros proyectos profesionales.
En general, suelen participar en programas de aprendizaje y de voluntariado. Y, dado su espíritu emprendedor, son responsables de diseñar su propio futuro personal y profesional.
Frenkiel, experto en temáticas generacionales, define a los Knowmads como “intérpretes del modelo de época, que entienden que las organizaciones van hacia un determinado modelo, que sea cual fuere les calza perfecto porque el cambio forma parte de su estilo de trabajo”.
“Son hijos del Posmodernismo, personas que fluyen más fácilmente a través de las organizaciones y que no necesariamente tienen que cumplir un horario u ocupar un espacio físico”, añade Frenkiel.
Las empresas, ¿preparadas?
Aunque la virtualidad le dio a los empleados la posibilidad de tener mayor flexibilidad, muchas empresas se siguen manejando con el modelo industrial, donde cumplir las ocho horas, marcar tarjeta y estar atrás de un monitor es sinónimo de trabajo.
“No todas las organizaciones están preparadas para trabajar en este nuevo paradigma. Incluso, a las compañías que ya lo implementan en sus oficinas y casas centrales, les suele ser muy difícil trasladarlo a las plantas”, dice Frenkiel.
Y completa: “Es un terrible desafío, hay sectores que utilizan este modelo de trabajo nuevo pero hay otros en los que resulta casi imposible aplicarlo dado que todavía no está desarrollada la tecnología necesaria, o si ya lo está, todavía no se animan a tomarla”.
El consultor también hacer hincapié en que, por su naturaleza, los Knowmads tienen altos niveles de movilidad. Como su nombre en inglés lo indica, son nómades del conocimiento, personas que van de lugar en lugar.
“Como están siempre creando redes y en constante contacto con otras personas, aportan ideas, creatividad y un gran valor agregado a las empresas, pero a éstas les cuesta retenerlos. Si les dan un modelo de trabajo por objetivos tienen más chances de que se queden”, advierte.
Ellos saben que si no lo hacen, pueden encontrarlos en otro lado: trabajando por su cuenta, en otra industria, o lo que es peor, en la competencia.
Banana y palta: por qué son dos alimentos importantes para incluir en la dieta
Un estudio de la Universidad de Alabama puso en manifiesto el impacto de seguir un régimen alimentario rico o deficiente en potasio. Qué beneficios aportan estas frutas para el organismo.
Los alimentos ricos en potasio disminuyen el riesgo de deposición de calcio en los vasos sanguíneos.
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La banana es una de las frutas más populares y consumidas en la mayoría de los hogares. Alimento nutritivo y delicioso, además no presenta mucha dificultad para comerlo. Es ideal para cualquier momento. Y a pesar de que algunos tratan de evitarlo por su alto contenido de azúcar y carbohidratos, hace su aporte al bienestar general.
Por su parte, la palta también contiene varios componentes que son muy positivos para distintas funciones corporales. Llamados plátanos o aguacates, estas dos frutas fueron objeto de estudio de un equipo de científicos de la Universidad de Alabama, en Estados Unidos, que trataron de definir su valía para el organismo.
El consumo de bananas es importante, aunque no en exceso .
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En concreto, la investigación de los expertos estadounidenses mostró por primera vez cómo los alimentos ricos en potasio protegen frente al desarrollo de la aterosclerosis. Son aliados para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Ayudan a proteger el organismo de ataques al corazón, regulando la calcificación vascular y la rigidez arterial.
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La calcificación vascular es un factor de riesgo que predice complicaciones cardiovasculares adversas de varias enfermedades, incluyendo la referida aterosclerosis. La información recopilada se suma a anteriores en la que se relacionaba la ingesta dietética reducida de potasio con enfermedades cardíacas, como la hipertensión, y el accidente cerebrovascular.
Llevar una dieta saludable es indispensable para mantener un corazón sano.
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Los análisis se realizaron en roedores, que fueron divididos en tres grupos a los que se administró una dieta con distintos niveles -bajos, normales o elevados- de potasio. Los animales con una alimentación deficiente en potasio experimentaron un incremento muy significativo de la calcificación vascular. Por el contrario, aquellos que disfrutaron de una dieta rica en potasio no sufrieron una calcificación de sus arterias y venas.
Los resultados, publicados en la revista JCI Insight, también mostraron que los ratones que seguían una dieta baja en potasio presentaron arterias más sólidas, endurecidas, lo que se traduce en más posibilidades de sufrir coágulos, mientras que aquellos a los que se les habían administrado altas dosis tenían la aorta más dilatada.
La palta, un alimento de moda en la última década. .
Para los investigadores, su trabajo sienta «un papel causal potencialmente nuevo de la ingesta dietética de potasio en la regulación de la calcificación vascular aterosclerótica y la rigidez». Los estudios «descubrieron mecanismos que ofrecen oportunidades para desarrollar estrategias terapéuticas para controlar la enfermedad vascular».
Paul Sanders, profesor de nefrología y uno de los autores del estudio, aseguró: «Los resultados del estudio tienen importantes implicaciones porque demuestran los beneficios de una dieta rica en potasio a la hora de prevenir calcificaciones cardiovasculares y arterioesclerosis en ratones y los efectos adversos de una pobre en esta sustancia».
No lo voy a negar: me gusta trabajar desde la casa. Hace algunos años ni siquiera me hubiera imaginado trabajando desde una oficina en casa y, sin embargo, hoy no podría pensar en otra forma de trabajar o, al menos, no podría hacerlo sin incluir una parte de las tareas de trabajo desde casa.
Pero no se trata de algo irracional o de la simple comodidad por lo bien que estoy en mi casita.
Existen varios motivos por los que me gusta tanto el lugar desde el que desarrollo mi trabajo y sí, algunos de ellos tienen que ver con las ventajas de la libertad del trabajo autónomo desde casa, aunque más bien apuntaría a que la razón principal es la oportunidad de desarrollo profesional que esta alternativa me ha ofrecido y que considero que no hubiera podido tener de otra forma…
Me gusta trabajar desde la casa y estas son las razones
Oportunidad de trabajar en lo mío
Si tuviera que dar una única razón, creo que sería que me gusta trabajar desde la casa porque me permite trabajar “de lo mío”, como suele decirse a trabajar en el ámbito de la propia formación y competencias.
Quizás en su momento fuera algo de suerte, aunque creo que también fue mucho de empeño y de esfuerzo por convertir una oportunidad en una realidad, pero sea como sea aún ahora me sorprendo por cómo he logrado convertir mi formación en un trabajo por mi cuenta, y todo ello desde casa.
Oportunidad de trabajar (y de ganar dinero por ello)
Más allá de poder desarrollar un trabajo relacionado con mi formación y mi experiencia, el trabajo desde casa me permitió mantenerme en el mundo laboral en un momento en el que las oportunidades escaseaban, y en el que la mayoría de ofertas de trabajo que recibía eran en forma de prácticas no remuneradas.
Nunca he sido muy fan de las prácticas porque considero que las empresas aprovecha esta opción para disponer de jóvenes muy bien formados, incluso por encima de las necesidades del puesto, a coste cero, y la excusa de que se paga con experiencia no me vale. Pero cuando, tras terminar los estudios, las prácticas son la única opción para empezar a trabajar es difícil decir que no, y más si se añade la promesa de un posible contrato más adelante…
Claro que una opción que puede ser la mejor, o la única, al salir de la Universidad, deja de ser interesante, adecuada e incluso conveniente, cuando ya hace dos, tres o cuatro años que los estudios universitarios se concluyeron; cuando ninguna de las promesas de contrato se ha materializado; cuando la idea de “es una oportunidad para aprender” se convierte en “estoy regalando mi tiempo“. Y en ese punto me encontraba yo, más o menos, cuando el trabajo desde casa apareció en mi vida, dándome una salida profesional que, tenía como principal desventaja que se trataba del inestable mundo del autoempleo a la que se añade la invisibilidad inicial para nuevos clientes al estar casa, pero con el que trabajar podía significar obtener remuneración por mi trabajo.
Gestionar cartera de clientes
Me gusta trabajar y me encanta trabajar en algo en lo que puedo utilizar mi formación y mi experiencia, pero el trabajo desde casa por cuenta propia me ha permitido descubrir qué significa tener un negocio propio, con lo bueno y lo malo que ello conlleva.
De lo malo no toca hablar en esta ocasión, porque errores, malas prácticas y demás, son tema habitual en mis post; hoy se trato de dar razones por las que me gusta trabajar desde la casa… Pero entre los aspectos positivos destacaría todo el proceso de captación y fidelización de clientes.
Es una parte del proceso que un trabajador por cuenta ajena suele perderse, salvo que trabaje en ese sector, claro. Para mí es un reto constante, y el hecho de tener que mantener y ampliar la cartera de clientes trabajando de forma virtual ha sido uno de los motivos por los que más me gusta trabajar de forma autónoma.
Elección de proyectos
Ya sé que en el idílico mundo del trabajo en casa y el emprendimiento se habla mucho sobre lo bonito que es elegir clientes y proyectos, como si fuera tan fácil como contactar con una empresa y decirle:
“Ey, que a partir de mañana empiezo a trabajar para vosotros de forma freelance, el trabajo que haré será muy sencillo y además me daréis todas las facilidades… Por no hablar de lo rápido que pagaréis“.
La realidad es mucho menos idílica y encontrar al cliente perfecto es muy difícil, pero bueno, cierta libertad sí que hay, y también es cierto que puedo descartar proyectos que no me resultan interesantes e incluso dejar de trabajar con clientes cuando las condiciones dejan de interesarme.
Libertad de horarios
Y, por supuesto, si hablo de cosas que me gustan de mi trabajo desde casa, no puedo dejar de mencionar la libertad de horarios de la que dispongo que, lejos de lo que se tiende a pensar, no es libertad para trabajar cuando me de la gana (o sí me apetece), y que, dicho sea de paso, no es un privilegio que compartimos todos los que trabajamos en casa. Para que quede claro: trabajo en casa y completa libertad de horarios no son sinónimos.
Tengo muchos y buenos motivos para tener un horario de trabajo fijo en casa, así que la libertad es parcial, pero de vez en cuando me puede saltar el horario y modificarlo para realizar otras actividades o, simplemente, para disfrutar de un poco de tiempo libre, uno de los mejores regalos, uno de los más accesibles para quien trabaja por cuenta propia, y uno que se ajusta bien a cualquier presupuesto.