El Dinero en Efectivo favorece la Libertad individual
marzo 21, 2025 · Imprimir este artículo
Por Gustavo Ibáñez Padilla.
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El efectivo: un pilar de la libertad y la estabilidad social
En una sociedad donde la digitalización de los pagos avanza a un ritmo acelerado, el dinero en efectivo sigue siendo un elemento esencial para garantizar la inclusión financiera, la privacidad y la estabilidad económica. Lejos de ser un vestigio del pasado, los billetes y monedas representan un mecanismo insustituible para preservar la libertad individual y la cohesión social.
Un bien público con impacto social
El efectivo es dinero público, emitido por instituciones estatales, pero su función va más allá de un simple medio de pago. Su uso no discrimina ni excluye: cualquier ciudadano, sin importar su situación económica o su acceso a tecnología, puede utilizarlo. A diferencia de los sistemas digitales, que dependen de infraestructuras privadas y conexiones electrónicas, el efectivo no requiere intermediarios y es accesible en cualquier circunstancia.
Además, su tangibilidad lo convierte en una herramienta indispensable para adultos mayores, personas sin acceso a servicios bancarios y ciudadanos que prefieren gestionar sus finanzas sin vigilancia o restricciones tecnológicas. En este sentido, el dinero en efectivo no solo facilita transacciones, sino que también protege derechos fundamentales, como la privacidad y la libertad de elección.
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Resiliencia económica y estabilidad en tiempos de crisis
La importancia del efectivo se hace evidente en momentos de crisis económica, desastres naturales o fallos tecnológicos. Cuando los sistemas electrónicos colapsan, el efectivo sigue funcionando. Su carácter físico lo convierte en un respaldo confiable ante eventuales interrupciones en los sistemas de pago digitales, que pueden verse afectados por cortes de energía, ciberataques o restricciones impuestas por los operadores financieros.
A nivel macroeconómico, la disponibilidad de efectivo también estabiliza el sistema financiero, evitando que el control total de los medios de pago quede en manos de entidades privadas. Mientras que los pagos digitales dependen de la infraestructura de empresas cuyo objetivo es la rentabilidad, el efectivo se mantiene como un bien público que garantiza la soberanía monetaria de los ciudadanos.
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La privacidad y la libertad en juego
En un mundo donde la recopilación de datos personales se ha convertido en un lucrativo negocio, el uso de efectivo es una de las pocas maneras de mantener transacciones al margen de la vigilancia financiera. Los sistemas digitales pueden registrar cada compra, trazar perfiles de consumo y, en casos extremos, restringir el acceso a bienes y servicios con base en criterios ajenos al consumidor.
El derecho a pagar en efectivo es, por lo tanto, una garantía de autonomía en una era donde la información se ha convertido en una moneda de cambio. Abandonar el efectivo significaría ceder el control absoluto de las transacciones a intermediarios que pueden imponer condiciones o, incluso, restringir la participación económica de ciertos sectores de la población.
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Una decisión política, no técnica
El futuro del dinero en efectivo depende de decisiones políticas y regulatorias que deben reconocer su valor como bien público. No se trata de una simple elección entre lo digital y lo físico, sino de una cuestión de derechos y acceso equitativo al sistema financiero.
Para preservar este recurso, es necesario que los gobiernos implementen marcos jurídicos que garanticen su disponibilidad y aceptación universal. La promoción de una infraestructura que facilite el uso del efectivo, junto con campañas informativas sobre su importancia, será clave para evitar que su desaparición genere exclusión y vulnerabilidad económica.
La defensa del efectivo: un compromiso ciudadano
El efectivo no es solo un medio de pago, es un pilar de la democracia económica. Su defensa no es una batalla contra la innovación, sino una garantía de que los ciudadanos puedan seguir eligiendo cómo gestionar su dinero sin imposiciones externas.
Si permitimos que el efectivo se vuelva obsoleto, perderemos una herramienta fundamental para proteger nuestra privacidad, nuestra independencia financiera y nuestra capacidad de afrontar crisis económicas. Es momento de exigir regulaciones que aseguren su acceso y su permanencia como parte esencial del sistema monetario. Defender el dinero en efectivo es defender nuestra libertad.
Fuente: Ediciones EP, 21/03/25.
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El efectivo posee características únicas, que en su mayoría no son comparables a las de los instrumentos de pago alternativos.
El efectivo también genera beneficios a la sociedad que no están directamente vinculados a su función de pagos.

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