Ya adelantaba Alberdi cómo las leyes pueden alterar la Constitución, y habría que agregar los fallos de la Corte
Por Martín Krause.
Con los alumnos de Economía Política y Economía Argentina de Derecho, UBA, vemos El Sistema Económico y Rentístico, de Juan Bautista Alberdi. Al autor le preocupaba que los principios de libertad de la Constitución fueran alterados por las leyes que reglamentaran su ejercicio (lo que efectivamente sucedió). Esto dice al respecto:
“La libertad declarada no es la libertad puesta en obra.»
Consignar la libertad económica en la Constitución es apenas escribirla, es declararla como principio y nada más; trasladarla de allí a las leyes orgánicas, a los decretos, reglamentos y ordenanzas de la administración práctica, es ponerla en ejecución: y no hay más medio de convertir la libertad escrita en libertad de hecho.
Ninguna Constitución se basta a sí misma, ninguna se ejecuta por sí sola. Generalmente es un simple código de los principios que deben ser bases de otras leyes destinadas a poner en ejecución esos principios. A este propósito ha dicho Rossi, con su profunda razón habitual, que las disposiciones de una Constitución son otras tantas cabezas de capítulos del derecho administrativo.
Nuestra Constitución misma reconoce esta distinción. Los principios, garantías y derechos reconocidos (dice el art. 28) no podrán ser alterados por leyes que reglamenten su ejercicio. – El artículo 64, inciso 28, da al Congreso el poder de hacer todas las leyes y reglamentos que sean convenientes para poner en ejercicio los poderes concedidos por la Constitución al gobierno de la Confederación Argentina.
Según esto, poseer la libertad económica escrita en la Constitución, es adquisición preciosa sin la menor duda: pero es tener la idea, no el hecho; la semilla, no el árbol de la libertad. La libertad adquiere cuerpo y vida desde que entra en el terreno de las leyes orgánicas, es decir, de las leyes de acción y de ejecución; de las leyes que hacen lo que la Constitución dice o declara solamente.
A los tiranos se imputa de ordinario la causa de que la libertad escrita en la Constitución no descienda a los hechos. Mucha parte tendrán en ello: pero conviene no olvidar que la peor tiranía es la que reside en nuestros hábitos de opresión económica, robustecidos por tres siglos de existencia; en los errores económicos, que nos vienen por herencia de ocho generaciones consecutivas; y, sobre todo en nuestras leyes políticas, administrativas y civiles, anteriores a la revolución de América, que son simples medios orgánicos de poner en ejercicio los principios de nuestro antiguo sistema de gobierno colonial, calificado por la ciencia actual como la expresión más completa del sistema prohibitivo y restrictivo en economía política. Somos la obra de esos antecedentes reales, no de las proclamas escritas de la revolución.
Esas costumbres, esas nociones, esas leyes, son armas de opresión que todavía existen y que harán renacer la tiranía económica porque han sido hechas justamente para consolidarla y sostenerla.
Es necesario destruirlas y reemplazarlas por hábitos, nociones y leyes, que sean otros tantos medios de poner en ejecución la libertad proclamada en materias económicas. Cambiar el derecho de los virreyes, es desarmar a los tiranos, y no hay más medio de acabar con ellos. El tirano es la obra, no la causa de la tiranía; nuestra tiranía económica es obra de nuestra legislación de Carlos V y Felipe II, vigente en nuestros instintos y prácticas, a despecho de nuestras brillantes declaraciones de principios.
Mientras dejéis que nuestros gobernadores y presidentes republicanos administren los intereses económicos de la República según las leyes y ordenanzas que debemos a aquellos furibundos enemigos de la libertad de comercio y de industria, ¿qué resultará en la verdad de los hechos? – Que tendremos el sistema colonial en materias económicas, viviendo de hecho al lado de la libertad escrita en la Constitución republicana.
En efecto, todas las libertades económicas de la Constitución pueden ser anuladas y quedar reducidas a doradas decepciones, con sólo dejar en pie una gran parte de nuestras viejas leyes económicas, y promulgar otras nuevas que en lugar de ser conformes a los nuevos principios, sean conformes a nuestros viejos hábitos rentísticos y fiscales, de ordinario más fuertes que nuestros principios.”
Se mantienen los pronósticos de cosecha récord a pesar de las inundaciones
El Departamento de Agricultura de EEUU proyecta para la Argentina una producción de 56 millones de toneladas de soja y 38,5 millones de maíz.
Por Juan Gasalla.
Silos bolsa.
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El avance de las aguas en los campos de las zonas productivas amenaza la cosecha argentina, que en las estimaciones del primer trimestre de 2017 apuntaba a un récord histórico. No obstante, el Departamento de Agricultura de los EEUU (USDA, por su sigla en inglés) elevó esta semana su estimación para la cosecha de soja argentina de soja a 56 millones de toneladas, medio millón más que los 55,5 millones previstos en marzo.
En cuanto al maíz, los rindes previstos por el USDA serán máximos históricos, en torno a los 38,5 millones de toneladas, un millón más que el anunciado en su anterior informe de marzo.
En el mismo sentido, el organismo norteamericano, cuyos datos son centrales para definir las cotizaciones internacionales de las materias primas, subió su pronóstico de exportaciones de maíz argentino a 26 millones de toneladas en la actual campaña 2016/17, que concluye a mediados de año. Esto significa ventas un 2% superiores (500.000 toneladas más), que las pronosticadas en marzo.
En cuanto a las exportaciones de soja sin procesar, USDA mantuvo su estimación de un aporte argentino de 9 millones de toneladas. Con respecto al trigo, la actual campaña alcanzó los 16 millones de toneladas, de los cuales 10,1 millones Se dispusieron para exportación, según los cálculos del USDA.
De todos modos, los embarques del agro, que representan más del 40% de las ventas externas de la Argentina, se cimientan en los derivados industriales, de los que el país es proveedor líder del mercado global: aceite y harina de soja. Los precios de estos productos están correlacionados con los de los granos sin procesar.
La evolución de precios y el volumen de cosecha no compensan el perjuicio del clima, la caída del dólar y la inflación
Justamente, la movimiento mixto de los precios en el mercado de Chicago en 2017 se está sumando a la debilidad del dólar en la economía doméstica y la inflación, lo que complota contra la rentabilidad del agro. Un informe del IERAL de la Fundación Mediterránea concluyó que «se ajustan los márgenes agrícolas por menores precios internacionales y apreciación cambiaria», en el orden del 33 al 38 por ciento, según las muestras relevadas.
En el transcurso de 2017 el poroto de soja se depreció un 4,8% en Chicago (de USD 366,16 a USD 348,48 por tonelada) y la harina de soja bajó 0,9% (de USD 345 a USD 342 por tonelada), mientras que el valor del dólar retrocedió un 4% en el mercado de cambios local y la inflación acumulada en el primer trimestre superó el 6 por ciento.
En tanto, el maíz subió 4,9% (de USD 138,580 a USD 145,4 por tonelada); el aceite de soja ganó 10,6% (de USD 759 a USD 686 por tonelada) y el trigo subió 6,4% (de USD 149,92 a USD 159,61).
«De no haber cambios en las variables exógenas (precios internacionales, tipo de cambio, impuestos), que mejoren los ingresos esperados, en el próximo ciclo los productores deberán trabajar mucho sobre la baja de costos a los efectos de recuperar atractivo en el negocio; los alquileres en campos arrendados aparecen como una de las variables que seguramente deberá adaptarse a un contexto menos favorable», consideró el estudio del IERAL, elaborado por Juan Manuel Garzón y Nicolás Torre.
IMPACTO DEL CLIMA ADVERSO
Hay que advertir que las consecuencias de las inundaciones en el país todavía no están mensuradas por completo y comprometen el cumplimiento de los pronósticos. Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA) determinó que el impacto de las contingencias climáticas adversas del primer tramo del año será importante.
Un sondeo entre los productores integrantes de CREA reflejó que el 37% de los agricultores registraron anegamientos, con un 13% de área perdida para el maíz y un 16% para la soja.
A su vez, se reportó un 22% de superficie que tuvo afectación por anegamiento temporario para maíz y 20% de soja, con pérdidas estimadas de rinde de 24% y 24,7% respectivamente. Por su parte, 27% de las empresas consultadas por CREA registraron condiciones de sequía, con pérdidas de área que promediaron un 7% para el maíz y 13% para la soja.
«Vale aclarar que las precipitaciones reportadas en últimos días en regiones productoras de La Pampa, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y NOA no están contenidas en este relevamiento, aunque seguramente tendrán impacto negativo en las producciones», sostuvo el reporte de CREA.
WASHINGTON — ¿Qué tienen en común Sting, Bill Gates y Warren Buffett? Los tres tienen inmensas fortunas y ninguno de ellos piensa dejárselas a sus hijos.
Sting acaba de revelar que la mayor parte de sus 300 millones de dólares no terminará en manos de sus seis hijos adultos. «Estoy seguro de no querer dejarles fideicomisos que sean una carga», declaró el músico a la prensa en junio. «Que trabajen. Todos mis hijos lo entienden y rara vez me piden algo; realmente aprecio y agradezco que sea así.»
Philip Seymour Hoffman, que murió en febrero por una sobredosis de heroína, dejó indicaciones muy claras en su testamento, que se hizo público el mes pasado: su hijo debía criarse en alguna gran ciudad norteamericana y «exponerse a la cultura, a las artes y la arquitectura» que ese entorno ofrece. En su testamento, el actor deliberadamente no les dejó a sus hijos sus 35 millones porque no quería que se convirtieran en «hijos del fideicomiso».
Ese castigo a los «hijos del fideicomiso» -chicos malcriados con más dinero que sentido común- es por temor a que hagan elecciones equivocadas o lleven vidas improductivas si cuentan con acceso a una enorme herencia.
Las familias acaudaladas siempre tuvieron este problema. Pero ese mismo drama ahora toca también, en menor escala, a los millones de hijos del baby boom, que en los próximos 30 años están condenados a dejar más de 30 billones de dólares, la mayor transferencia de bienes de la historia de Estados Unidos, según la firma consultora Accenture.
Lo que solía ser un problema familiar privado se convirtió en una discusión pública sobre la riqueza, los privilegios y la responsabilidad personal. ¿Quién se queda con el pozo? ¿Deberían ser los herederos? ¿O les irá mejor sin él?
Según se sabe, Bill y Melinda Gates dejarán 10 millones de dólares a cada uno de sus tres hijos; casi un vuelto, frente a su fortuna de 76.000 millones de dólares. Los tres hijos de Buffett tienen cada uno un fideicomiso de 2.000 millones, establecido por su papá. ¿Y el resto de su dinero? Para beneficencia, al igual que Gates y muchos otros megamillonarios que han comprometido sus fortunas para mejorar el mundo.
Como dijo Buffett con su célebre frase, la cantidad perfecta para dejarles a los hijos «es el dinero suficiente para que sientan que pueden hacer cualquier cosa, pero no tanto como para que no hagan nada».
«Tal vez sea el problema que más nos atormenta», dice un multimillonario que se hizo de abajo. El empresario y su mujer, que tienen cientos de millones de dólares, crecieron modestamente en familias de clase media y quisieron elaborar un plan financiero que tomara en cuenta el bienestar de sus hijos sin malcriarlos, en caso de que la pareja muriera de improviso.
«Nos horrorizaba lo que podía pasar si tomaban control de mucho dinero siendo muy jóvenes», dice.
Inspirándose en el ejemplo de Buffett, crearon un fondo para cada uno de sus hijos, actualmente en edad universitaria. Cada uno de ellos tiene 2,5 millones de dólares controlados por un albacea, quien sólo puede liberar dinero para educación, cuidado de la salud o el inicio de un negocio.
Esas restricciones siguen en pie hasta que cada hijo alcance los 40 años; después de eso, el dinero es de ellos para hacer lo que quieran.
El resto de los millones de la fortuna familiar irán a una fundación, que eventualmente será administrada por los hijos.
«La verdad es que están encantados -dice el padre-. Quieren ser alguien por ellos mismos.»
Jamie Johnson estuvo toda su vida entre los muy, muy ricos. En 2000, al cumplir 21 años, el heredero de Johnson & Johnson recibió una inmensa suma de dinero -algunos estiman que la cifra ronda los 600 millones de dólares- de un fideicomiso familiar. Cada uno de sus cinco hermanos y hermanas recibieron una cantidad igual, sin restricciones para su uso. Su documental de 2003, Born Rich (Nacido rico) es un estudio del dinero de su familia y de otros amigos superricos.
«Cuando la gente inmensamente rica dice que no les va a dejar el dinero a sus hijos, no suele ser cierto», dice Johnson. Aunque los hijos no tengan acceso inmediato al efectivo, tienen la mejor educación, las mejores casas, los mejores contactos y las mejores oportunidades. «Son todas cosas que sólo las familias ricas pueden hacer. Son formas diferentes de transferir la riqueza y las influencias.»
Que sea bueno o malo que los «hijos del fideicomiso» tengan tanto dinero depende de la educación familiar que tuvieron los chicos, de sus personalidades y de qué tan bien saben lidiar con las presiones de una inmensa fortuna y el miedo a ser desheredados. Por cada chica festiva como Paris Hilton hay una Ivanka Trump, que se graduó en negocios en Wharton y aprovechó el dinero y la fama de su familia para hacerse una próspera carrera propia. Johnson usó su herencia en iniciarse como cineasta y para llevar, dentro de todo, una vida bastante normal en Nueva York.
Ocasionalmente, los padres ricos ponen estrictas condiciones de buena conducta y amenazan con desposeerlos. Se dice que Tori Spelling heredó apenas 800.000 dólares de los 600 millones de la fortuna de su padre. Las cuestiones de dinero son un problema recurrente entre ella y su madre, a cargo del control de los bienes. En una entrevista con The New York Times, este año, Candy Spelling explicó que su hija «hacía cerrar los negocios y se patinaba 50.000 o 60.000 dólares. Yo nunca hice algo así. Pero ella se volvió lisa y llanamente loca».
La maldición del dinero
Tomemos por ejemplo a los Vanderbilt. Cuando murió, en 1925, Reginald Vanderbilt se había gastado más de siete millones de dólares (unos 94 millones en la actualidad) de la fortuna que había amasado su abuelo con los trenes y los barcos. Pero todavía quedaba un fideicomiso de cinco millones para sus dos hijas. Una de esas hijas, Gloria Vanderbilt, amasó su propia fortuna de 20 millones con sus diseños de ropa y decoración.
Gloria le dijo a su hijo, Anderson Cooper, que no piensa dejarle un centavo. «Mamá me dejó muy claro que no hay fideicomiso para mí», le dijo a Howard Stern hace unos meses. Y Anderson lo acepta: el dinero no ganado, dijo, es una maldición.
Entonces ¿qué tiene que hacer un padre que ama a sus hijos?
Tradicionalmente, los ricos les dejaban su dinero a sus hijos y nietos, y esperaban lo mejor. Los hijos del baby boom, dice el director ejecutivo de Accenture, Bob Gach, viven hasta mayor edad y hacen esfuerzos por equilibrar las necesidades de su propio retiro y sus inclinaciones benéficas con el bienestar de sus hijos.
En 2012, Accenture divulgó un influyente informe sobre los alrededor de 12 billones de dólares que los hijos de los baby boomers están heredando actualmente de sus padres, y de los 30 billones estimados que les dejarán a sus herederos y a las organizaciones de ayuda. Se trata de los más afortunados: no los toca la recesión y siguen provechosamente empleados o se han jubilado con jugosos ahorros.
Los baby boomers son diferentes de las generaciones anteriores: más proclives a dar dinero en vida y más preocupados por el futuro laboral de sus hijos adultos. El excedente de bienes suele colocarse en fondos protegidos de los impuestos, que pueden ser pródigos o muy restringidos.
«Algunos dicen que se rompieron el alma trabajando para ganar todo ese dinero y que no quieren que sus hijos lo usen para vivir panza arriba en el Caribe, sino que quieren que les sirva como red de seguridad», dice Nancy Fax, experta en fideicomisos de la ciudad de Bethesda, Maryland. «Y otros dicen que no quieren seguir controlando todo desde la tumba. Pero hay excelentes razones para dejar las cosas arregladas de manera inteligente, y formas de alentar, con el dinero, estilos de vida productivos y saludables en los hijos.»
Muchos fideicomisos están diseñados para que el heredero tome posesión de la herencia al cumplir determinada edad. Una práctica muy común es entregar un tercio a los 25 años, otro tercio a los 30, y lo demás a los 35. Algunas herencias son constituidas como «fondos de incentivo», que exigen a los herederos recibirse de la universidad, casarse o conservar un trabajo durante cierta cantidad de años antes de poder acceder a los bienes. Pero Nancy Fax no está de acuerdo: el futuro es impredecible y los fondos de incentivo dejan muchas lagunas. «Es muy difícil de controlar y de definir.»
Una lección para sus hijos
Sting. Músico británico
Dijo que no dejará su fortuna de 300 millones de dólares a sus seis hijos. «Tienen que trabajar. Todos mis hijos saben eso y raramente me piden cosas», sostuvo el músico.
Bill Gates. Empresario norteamericano
Bill y Melinda Gates eligieron dejarles 10 millones de dólares a cada uno de sus tres hijos; casi un vuelto, frente a la fortuna del fundador de Microsoft, de 76.000 millones de dólares.
Warren Buffett. Empresario norteamericano
Sus tres hijos tienen cada uno un fideicomiso de 2000 millones creado por él; Buffett, uno de los hombres más ricos del mundo, dijo que donará el resto de su fortuna.
Traducción de Jaime Arrambide.
Fuente: La Nación, 24/08/14.
Mauro Bono: «Emprender es animarse a pensar fuera de la caja»
Por Sofía Terrile.
Mini-bio
Origen: Mauro Bono nació en El Tío, una localidad a 130 kilómetros de la capital de Córdoba, donde también está el complejo industrial de su empresa.
Inicios: fundó el laboratorio Savant en 1993, a los 22 años, y un día antes de recibirse de la carrera de Farmacia.
Crecimiento: con ayuda del gobierno de su pueblo natal, que le brindó un terreno a cambio de que construyera un laboratorio y generara empleo, Savant apostó fuerte a la industrialización y hoy exporta a América latina, Asia y África.
Expansión: Mauro Bono desea crecer dentro de la región y consolidarse en Chile y Brasil, dos mercados que dan la posibilidad de obtener ingresos «en monedas fuertes».
Faltaban 24 horas para que se sentara frente a los profesores y volcara por última vez todo el conocimiento que había estudiado durante semanas. Mauro Bono tenía 22 años y un objetivo por delante, pero decidió emprender otro. Sabía que le gustaba la parte industrial de su carrera de Farmacia y lo aprovechó: fundó su propio laboratorio, Savant, que hoy cuenta con 350 empleados y exporta a 10 países de América latina, Asia y África.
En 1993, el emprendedor oriundo de la localidad cordobesa de El Tío comenzaba un proyecto que hoy cuenta con oficinas en la provincia de Buenos Aires y un complejo industrial en aquel pueblo de 1903 habitantes donde nació. Hoy afirma que el entorno nunca debe ser un limitante y que el impulso personal es la clave para emprender contra todos los pronósticos.
1 – Éxito o fracaso: cuestiones personales
Bono sintetiza el espíritu del self-made man, el hombre que triunfó a pesar de las adversidades. A su juicio, el éxito y el fracaso son obra de un mismo creador: uno mismo. Sobre el primero, afirma que el origen está en la capacidad de las personas de traducir ideas a la acción. «En el terreno de las ideas no se pone nada en riesgo, pero tampoco se gana», relata.
Cuando comenzó, dice, no conocía nada sobre finanzas, manejo de capital humano, planes de negocios ni aspectos jurídicos, todos factores decisivos a la hora de iniciar un proyecto empresario. Sin embargo, no se dejó amedrentar por el desafío que implica empezar un emprendimiento desde cero. «Tenía simplemente una visión que me guiaba y una perseverancia enorme -apunta-. A medida que me enfrentaba con cada desafío, me daba cuenta de que no sabía nada: eso era lo más frustrante y lo más motivante a la vez.»
Los fracasos también son responsabilidad de las personas, dice, y asegura que su empresa logró crecer porque, a pesar de haber cometido muchos errores, su equipo y él lograron capitalizarlos.
2 – Pensar en escala
«Siempre fue difícil -afirma-. La Argentina se caracteriza por ser inestable, compleja. Es un mercado chico, pero difícil. Tiene muchísimo potencial, pero siempre es conflictiva.» ¿Cómo sobrevivir todos estos años en ese entorno? Bono se guía por dos claves. La primera, no esperar a que todo esté alineado para tomar decisiones. La segunda, pensar en escala: la Argentina, América latina y el mundo.
En la actualidad, Savant vende sus productos en más de diez países de América latina, Asia y África, y su titular asegura que el objetivo estratégico es apostar a la regionalización del laboratorio cordobés. «Estamos enfocados en expandirnos en Brasil y Chile, ya que eso no solamente nos da un ingreso en monedas más duras, sino también un entrenamiento para ser una organización que tiene estándares de calidad más altos y que busca ser siempre más sustentable», sostiene el empresario.
3 – Capitalizar las desventajas
Su proyecto no contó siempre con apoyo: «La probabilidad de que avanzara era más cercana a cero que a cien», rememora. Las principales voces en contra le señalaban como obstáculos su corta edad a la hora de fundar la compañía y el hecho de haber nacido en el interior.
Sin embargo, Bono transformó esos obstáculos iniciales. «La inconsciencia que tenía y el desconocimiento de los problemas eran muy grandes, entonces inicié un camino casi sin pensarlo. Ser joven, equivocarse, volver a empezar y no tener nada que perder son motores muy válidos», explica, sobre el primero.
Sobre su nacimiento en El Tío, Córdoba, detalla que tuvo que esforzarse por vencer una barrera inicial contra aquel prejuicio, pero que, una vez que la derribó, encontró «un sí para hacer rodar la pelota».
4 – Sin miedo a los saltos
Tenía un objetivo de emplear a 90 personas en diez años, pero en un año y medio reclutó a 140 y hoy cuenta con 350 colaboradores. Bono no le teme a los saltos y a rebuscárselas. Cuando estaba por comprar un terreno en Arroyito, Córdoba, para expandir su empresa, la localidad donde nació, El Tío, le ofreció un predio de cinco hectáreas donde finalmente montó su primer laboratorio.
El miedo tampoco lo paralizó cuando tuvo que invertir en la adquisición de tecnología para su proyecto. «En la Argentina no existía ningún laboratorio que produjera sus propias cápsulas blandas. Desarrollamos todo el know-how, nos rodeamos de proveedores y junto a nuestros ingenieros pudimos habilitar la primera planta en todo el país para desarrollar este tipo de cápsulas.»
5 – El contexto no es el límite
Según datos del último Censo Nacional, El Tío tiene 1903 habitantes. «Me crié en un pueblo muy pequeño y tuve una educación muy simple», recuerda. Para el emprendedor, su historia de vida y la de muchos que se criaron en entornos similares son una oportunidad para demostrar que «no hace falta tener todos los recursos y todos los conocimientos», porque «todo puede mejorar».
Además de la planta industrial de El Tío, Savant cuenta con oficinas en la localidad de Florida, en el norte del conurbano bonaerense, y planea continuar creciendo en otros mercados de América latina. «Emprender es salir del statu quo -resume-. Es animarse a más, pensar fuera de la caja, encontrar un sí a todos los no», sostiene Bono.
«Lo más importante es que, cuando uno va logrando aquellas metas que se propuso, pueda compartir los logros de crear una mejor empresa y una mejor sociedad, y pueda transmitírselo a sus hijos y a todo su entorno, para que ese círculo virtuoso que se generó se extienda», concluye el emprendedor.
Le Pen-Melenchon, el posible ballottage de extremistas que aterra a toda la Unión Europea
Inquieta el rápido ascenso del candidato de ultraizquierda; es eurofóbico, como la líder del Frente Nacional; Hollande intervino en la campaña para lanzar una señal de alerta.
Por Luisa Corradini.
PARÍS — ¿Y si terminara por suceder lo impensable? ¿Si el 23 de abril Francia abandonara el perímetro de la razón y escogiera para la segunda vuelta un duelo entre la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen , y el de extrema izquierda, Jean-Luc Melenchon? Entre otros absurdos, dos eurofóbicos en un país donde el 75% de la gente quiere conservar el euro y permanecer en la Unión Europea (UE).
Ése es el escenario que provoca escalofríos a políticos y analistas ante el vertiginoso avance registrado en los últimos días por Melenchon, líder de La Francia Insumisa (LFI). Según un sondeo publicado anteayer por el instituto Ifop, si bien Le Pen y el social-liberal Emmanuel Macron siguen liderando las intenciones de voto, Melenchon (19%) consiguió relegar al cuarto puesto al conservador François Fillon (18%).
Marine Le Pen, candidata del Frente Nacional, en un acto cerca de Troyes. .
Las encuestas también demuestran que la erosión continúa para los dos favoritos que perdieron medio punto en 48 horas: Marine Le Pen, candidata del Frente Nacional (FN), conserva 23,5% de intenciones de voto y el líder de En Marcha, Emmanuel Macron, 22,5%. En las últimas semanas, ambos habían superado el 25%.
La situación parece lo suficientemente dramática como para que el presidente, François Hollande, haya decidido salir de su reserva para lanzar una señal de alarma: «Esta campaña huele mal. Ha despegado de la realidad», confiesa esta semana en una entrevista concedida al semanario Le Point.
El jefe de Estado deplora que «la emoción» y la dinámica electoral hayan reemplazado a «la razón» y los contenidos «de fondo»: frente a la «moda Melenchon» y al «populismo», «las simplificaciones que consiguen que uno mire el espectáculo del tribuno en vez del contenido de su texto representan un real peligro», precisó, en alusión a las remarcables dotes oratorias del líder de LFI. Y aunque se cuidó muy bien de llamar a los franceses a votar por Macron, en filigrana le otorgó sus preferencias: «Creo que la política necesita renovación», declaró.
A su juicio, también «puede existir en los electores la tentación de abatir al o a los favoritos», simplemente por frustración. Eso es lo que parece confirmar otro estudio publicado anteayer por el instituto Ipsos, en el cual 67% de los franceses reconocen que esta campaña les provoca frustración, repugnancia e indignación.
Una proporción apenas inferior (64%) afirma que la campaña electoral «no les aportó gran cosa sobre los programas y las personalidades» de los 11 candidatos.
Ese sentimiento generalizado de cólera permite comprender las razones de otro dato fundamental que agrega a la incógnita de la primera vuelta. A saber, el elevado abstencionismo previsto para el 23 de abril: sólo 66% de los franceses tienen intenciones de acudir a votar. Si se confirma esa tendencia, esa cifra pulverizaría el récord de 28% de ausentismo registrado en 2002.
Como siempre sucede, la franja más movilizada corresponde al electorado senior: 73% de los mayores de 65 años están decididos a votar. Los más abstencionistas, en cambio, son los jóvenes de 18-24 años. Solo 45% de ese grupo acudirá a las urnas.
Una encuesta diferente de Ipsos reveló otra tendencia inquietante. Los llamados «primo votantes», es decir, los jóvenes que acuden a las urnas por primera vez, parecen resueltos a votar en forma masiva por Marine Le Pen: 29% de esa franja, que representa 3,3 millones de electores, confiesa que votará por el FN para «patear la mesa» o «para ver si funcionan las ideas [de Le Pen] que nunca fueron aplicadas» en Francia.
Muchos de esos jóvenes reconocen que su actitud está inspirada en la exasperación y no les importa que Marine Le Pen represente un peligro para la democracia: «No me importa nada», declaró Rudy Le Blanc a la cadena de noticias BFM TV.
Melenchon convocó a una multitud ayer en Marsella. .
Más que en cualquiera de las elecciones anteriores, en las que siempre hubo un «candidato de la esperanza», esta vez «los electores parecen resignados a escoger el menos malo». Una gran parte de la población se considera «no representada» por la clase política y los candidatos a estas elecciones: «¿Votar? ¿Para qué? No creo en nada más […] Las cosas no cambian», es una de las respuestas más escuchadas por los encuestadores del Centro de la Vida Política Francesa (Cevipof).
En un país con 3 millones de desocupados, según las cifras oficiales, y otros 2 millones de desempleados de larga duración que salieron de las estadísticas, «existe una sensación generalizada de ser víctimas del abandono y el desprecio de la clase dirigente, que no hizo el menor esfuerzo para protegerlos de la crisis y de la erosión del nivel de vida», afirma el economista Michel Santi, autor del libro Miseria y opulencia.
De los 67,5 millones de habitantes de Francia, quinta potencia económica del planeta, 9,6 millones (14,3% de la población) viven bajo el umbral de pobreza, casi un millón de personas no tienen domicilio fijo, 3 millones carecen de vivienda digna y 4 millones pueden comer gracias a los alimentos distribuidos por las ONG y las asociaciones caritativas.
Ese dramático panorama permite comprender por qué razón, aunque la lógica y las encuestas confirmen las posibilidades de un duelo final entre Le Pen y Macron, es legítimo preguntarse si, esta vez, Francia no será capaz de abandonar el perímetro de la razón.
Es clave comprender y compartir el esqueleto conceptual de la sociedad abierta, las estadísticas favorables se dan por añadidura.
Parecería que si no se pueden medir resultados éstos no existen o se los subestima sin percatarse de otra dimensión no cuantificable que es en definitiva la que marca el propósito de las acciones humanas. Es cierto que el cálculo económico en general y la evaluación de proyectos en particular son indispensables al efecto de conocer si se consume o si se incrementa el capital. De allí es que resulta indispensable la institución de la propiedad privada y los consiguientes precios de mercado, sin cuya existencia se opera a ciegas.
Pero no es menos cierto el abuso de las mediciones en teoría económica. Incluso en la pretendida ilustración de las transacciones comerciales, el signo igual es inapropiado puesto que los precios expresan pero no miden el valor. El precio es consecuencia de valorizaciones distintas y cruzadas entre compradores y vendedores de lo contrario no habría operación alguna. El vendedor valora en más el dinero que recibe que la mercancía o el servicio que entrega y al comprador le ocurre lo contrario.
Además “medir” valores a través de precios en rigor significaría que si una mesa se cotiza en mil media mesa se debiera cotizar en quinientos cuando en verdad pude muy bien traducirse en un valor nulo y así sucesivamente. La medición requiere unidad de medida y constantes (por ese motivo -en “The Place of Mathematical Reasoning in Economics”- Paul Painlavé concluye que “medir el valor de algún objeto resulta imposible”). Asimismo, la expresión algebraica de “función” no es aplicable en el ámbito de la ciencia económica puesto que conociendo el valor de una variable no permite conocer el de otra. Tampoco es pertinente recurrir a las llamadas “curvas de indiferencia” al efecto de ilustrar elecciones puesto que toda acción implica preferencia ya que la indiferencia es la negación del actuar. Ni siguiera es aceptable recurrir a las “curvas” de oferta y demanda puesto que significa el tratamiento de variables continuas cuando la acción inexorablemente significa variables discretas.
En otros ensayos y artículos me he referido a los graves problemas referidos a la “renta nacional” y al “producto bruto”, al supuesto de considerar producción-distribución como fenómenos susceptibles de escindirse y a las falsedades inherentes al modelo de “competencia perfecta”, pero en esta oportunidad no tomaré espacio para ese análisis ya efectuado con insistencia, para en cambio aludir a aquella otra dimensión no cuantificable a que me referí al comienzo.
En realidad, todas las acciones (y no digo humanas puesto que sería una redundancia ya que lo no humano no es acción sino reacción) apuntan a satisfacciones no monetarias. Incluso para quien el fin es la acumulación de dinero, puesto que la respectiva satisfacción siempre subjetiva, no puede manifestarse en números cardinales, solo ordinales pero personales ya que son imposibles las comparaciones intersubjetivas.
En nuestro léxico convencional podríamos decir que esta dimensión no sujeta a medición alguna se refiere al rendimiento o la productividad psíquica. Por ejemplo, se compra un terreno para disfrutar de las puestas de sol debido a que esa satisfacción posee para el comprador un valor mayor que el dinero que entregó a cambio, pero no resulta posible articular la medida de ese delta y lo mismo ocurre con todo lo adquirido. En otros términos, lo más relevante no está sujeto a medición.
Esto es lo que confunde y altera a los megalómanos planificadores que se manejan a puro golpe de cifras que aunque fueran fidedignas no cubren lo medular del ser humano. No deja de ser curioso que esta inundación de estadísticas se pretenden refutar con otras, lo cual no va al meollo del asunto. Es en este sentido que Tocqueville escribe que “El hombre que le pide a la libertad más que ella misma, ha nacido para ser esclavo”. Por eso es que las cifras globales (llamadas macroeconómicas) son, en última instancia, intrascendentes puesto que en liberad simplemente serán las que deban resultar. Este es el significado de la sentencia de James Buchanan en cuanto a que “mientras el intercambio sea abierto y mientras se excluya la fuerza y el fraude, el acuerdo logrado, por definición, será calificado como eficiente”. Por esto mismo es que Jacques Rueff repetía en que no deben compilarse estadísticas del sector externo “puesto que constituyen una tentación para los gobiernos de intervenir, en lugar de permitir las ventajas que proporciona la libertad”.
Desde luego, lo dicho no es para eliminar las estadísticas, sino, por un lado, para diferenciar las relevantes de las irrelevantes y, por otro, mostrar que aunque se recurra a veces a números como circunstancial apoyo logístico (todos los economistas lo hacemos pero lo dramático es cuando se revela que eso es lo único que hay en la alforja), lo transcendente no radica allí puesto que hay un asunto de orden previo o de prelación que apunta a lo no cuantificable en lo que se refiere a la esfera del aparato estatal y dejar que en el sector privado se compilen las series que se conjetura requiere la gente.
A título de anécdota, señalo que cuando Alfredo Canavese de la Universidad Di Tella, por entonces colega en la Academia Nacional de Ciencias Económicas en Buenos Aires, solicitó mi nombre para una declaración contra las manipuladas cifras oficiales del INDEC en la Argentina, le manifesté que las tergiversaciones oficiales producirían como resultado positivo la preparación de índices por parte del sector privado lo cual esperaba termine con los números estatales que exceden su misión específica con el correspondiente ahorro de recursos de los contribuyentes y que los gobiernos se circunscriban estrictamente a las cuentas de las finanzas públicas, liberando energía para controlar al siempre adiposo Leviatán.
Preciso un poco más la idea: en el supuesto de que el gobierno pudiera hacer multimillonarios a todos (irreal por cierto si tenemos en mente ejemplos de sociedades iguales pero con regímenes distintos como era Alemania Occidental y Alemania Oriental o como es hoy Corea del Sur y Corea del Norte), nada se ganaría si simultáneamente la gente no puede elegir que productos comprar del exterior, si los padres no puede elegir las estructuras curriculares que prefieren para la educación de sus hijos, si no se puede elegir el contenido de los periódicos, las radios y las televisiones, si no se puede afiliarse o desafiliarse a un sindicato sin descuentos coactivos de ninguna naturaleza, si no se puede profesar el culto que cada uno prefiera sin vinculación alguna con el poder, si no se cuenta con una Justicia independiente, si no se puede pactar cualquier cosa que se estima pertinente sin lesionar derechos de terceros, etc. etc. Como en el cuento de Andersen, de nada vale que ingresen al bolsillo de cada uno miles y miles de kilos de oro si se ha vendido la liberad, es decir, la condición humana.
Es clave comprender y compartir el esqueleto conceptual de la sociedad abierta, las estadísticas favorables se dan por añadidura. Por el contrario, si se tratara de demostrar las ventajas de la libertad a puro rigor de estadísticas ya hace mucho tiempo que se hubiera probado su superioridad, el asunto es que, en definitiva, con cifras no se prueba nada, las pruebas anteceden a las series estadísticas, el razonamiento adecuado es precisamente la base para interpretar correctamente las estadísticas. Es por eso que resulta tan esencial la educación en cuanto a los fundamentos éticos, jurídicos y económicos de la sociedad libre y no perder el tiempo y consumir glándulas salivares y tinta con números que desprovistos del esquema conceptual adecuado son meras cifras arrojadas al vacío.
En resumen, el oxígeno vital es la libertad, si los debates se centran exclusivamente en las cifras se está desviando la atención del verdadero eje y del aspecto medular de las relaciones sociales. Como bien ha escrito Wilhelm Röpke en Más allá de la oferta y la demanda: “La diferencia entre una sociedad abierta y una sociedad autoritaria no estriba en que en la primera haya más hamburguesas y heladeras. Se trata de sistemas ético-institucionales opuestos. Si se pierde la brújula en el campo de la ética, además, entre otras muchas cosas, nos quedaremos sin hamburguesas y sin heladeras”.
Wilhelm Röpke nació el 10 de octubre de 1899 en Schwarmstedt, un pueblo cercano a Hannover, y murió el 12 de febrero de 1966 en Ginebra. Fue uno de los padres espirituales más importantes de la economía social de mercado alemana.
Vida
Nació en Schwarmstedt, Hannover, Alemania el 10 de octubre de 1899. Fue educado en base a la tradición protestante alemana y años después participó de la Primera guerra mundial, en donde se convirtió en un profundo enemigo de las confrontaciones bélicas. Estudia Sociología y Economía y en 1921 obtiene un doctorado en la Universidad de Marburgo, dedicándose posteriormente a dictar clases en las universidades de Jena, Graz y Marburgo.
En 1933 los nazis llegan al poder en Alemania y Röpke debe exiliarse en Turquía, en donde se dedica a hacer clases de economía en la Universidad de Estambul hasta 1937, cuando viaja a Ginebra a hacerse cargo de un puesto en el Instituto de Estudios Internacionales de Ginebra, en donde permanecerá hasta su muerte.[1]
Después de la Segunda guerra mundial, participa en la fundación de la Sociedad Mont Pelerin, y se convierte en su presidente entre 1961 y 1962. También en esos años fue asesor del gobierno del primer ministro alemán Konrad Adenauer.
Muere de un ataque al corazón el 12 de febrero de 1966 en Ginebra.
Teoría
Para Röpke los derechos, los hábitos morales y las normas y valores sociales eran elementos decisivos que tienen que ser tomados en cuenta por la autoridad, puesto que el solo actuar del mercado degeneraría en materialismo absoluto, con la consecuente pérdida de los valores morales necesarios para la configuración de una sociedad sana.[2]
Mediante una política social, económica y financiera, el cometido del estado es el de proteger a los débiles, igualar intereses, establecer las reglas del juego, y limitar el poder del mercado. Röpke apostaba por un orden económico basado en un «humanismo económico», algo a lo que también denominaba como tercera vía. Röpke apoyaba una sociedad y una política social en la cual a los derechos humanos se les concediera la máxima importancia. Creía que el individualismo debe ser equilibrado por un principio de sociabilidad y humanidad.
«Tan de temer es que la exageración de los derechos de la sociedad degenere en colectivismo como que las demasías de los derechos individuales desemboquen en el límite extremo del anarquismo. La propiedad privada degenera en plutocracia, la autoridad en esclavitud y opresión, la democracia en capricho y demagogia. Cualesquiera que sean las orientaciones o corrientes políticas que quieran ponerse como ejemplo, todas ellas se cavan su propia tumba si se consideran a sí mismas como valores absolutos y no respetan sus propios límites«[3]
Wilhelm Röpke
Sin embargo, Röpke fue un fuerte crítico del incremento del estado del bienestar, debido a que un estado-billetera ganaría demasiada influencia en la vida y en la propiedad de sus ciudadanos, resultando en una forma de sumisión (Röpke se refería en particular a la política alemana anterior y vigente durante la segunda guerra mundial). Por lo tanto, la política social nunca debería sustituir al mercado libre.[4]
Colaboró en el desarrollo del concepto del Ordoliberalismo junto a los economistas de la Escuela de Friburgo, lo que sería la base de la política económica conocida posteriormente como Economía social de mercado.
Obra
Against the Tide, 1969
Civitas Humana, 1948
Crises and Cycles, 1936
The Economics of the Free Society, 1963
A Humane Economy, 1960
International Economic Disintegration, 1942
International Order and Economic Integration, 1959
«Repressed Inflation,» Kyklos, No. 1, 1947
The Social Crisis of Our Time, 1950 ( La crisis social de nuestro tiempo. Ciudadela Libros. 2010.)
«Socialism, Planning, and the Business Cycle,» Journal of Political Economy, 44, no.3, 1936
2. Röpke, Wilhelm, Más allá de la oferta y la demanda (Unión Editorial), p. 122
3. Röpke, Wilhelm, Más allá de la oferta y la demanda (Unión Editorial), p. 119
4. Röpke, Wilhelm, Más allá de la oferta y la demanda (Unión Editorial), pp. 38-39
Bibliogafía sobre Röpke en español
Dejando a un lado los artículos, reseñas y necrológicas de Lucas Beltrán, Luis Díez del Corral o Valentín Andrés Álvarez, en español han aparecido algunos libros sobre Röpke:
Andreas A. Böhmler, El ideal cultural del ordeoliberalismo, Unión Editorial 1998.
Jerónimo Molina, Wilhelm Röpke y la Tercera vía, Instituto Empresa y Humanismo 2001.
Jerónimo Molina, Wuilhelm Röpke, conservador radical, en Revista de Estudios Políticos, nº 136, 2007.
Marcelo F. Resico, La estructura de una economía humana, Ediciones de la Universiad Católica de Buenos Aires 2008.
La OMS declaró en 1997, el Día Mundial del Párkinson, coincidiendo con el aniversario del neurólogo, James Parkinson.
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El Parkinson es una enfermedad que aunque no vemos todos los días, sabemos que existe a través de algún familiar o amigo que la padece. Sólo conocemos que su característica principal son los temblores involuntarios, pero hay mucho más allá.
Síntomas del Parkinson
Nos enfrentamos a una enfermedad neurodegenerativa, que al principio es muy leve y pasa desapercibida, pero que sin darnos cuenta se sigue desarrollando, hasta encontrarnos con la enfermedad ya madura.
Síntomas del Parkinson – Temblores
De labio, de mentón, de manos, de dedos… cuando se sienta relajado y la pierna le tiembla. A no ser que haya hecho mucho ejercicio, tenga una herida o haya tomado algún medicamente, los temblores, serían una llamada de atención.
Síntomas del Parkinson – Letra pequeña
Un hecho que llama mucho la atención es que al escribir el tamaño de la letra se ha reducido drásticamente y las palabras escritas están muy pegadas, entre ellas.
A veces podemos confundirlo por la rigidez de las manos, debido a un dolor, el frío, el cansancio… es solamente pasajero, pero si se repite, es mejor consultar con un médico.
Síntomas del Parkinson – Pérdida de olfato
Especialmente con los alimentos que suelen tener un olor fuerte, como los pepinillos, la canela o los plátanos, alimentos que con sólo estar en la habitación, se huelen.
Si ha estado resfriado o lo está, es posible que el olfato esté afectado, pero será cuestión de horas, poder recuperar el olfato. Especialmente, cada vez que elimine las mucosidades.
Síntomas del Parkinson – Problemas con el sueño
Movimientos repentinos a la hora de dormir, porque da patadas, puñetazos… no con violencia, sino de manera involuntaria, como si los músculos estuviesen despiertos. También empieza a caerse de la cama, cuando estás en un sueño muy profundo.
Síntomas del Parkinson – Dificultad para caminar o moverse
Se siente rigidez en el cuerpo y al principio cuesta mover y la rigidez desaparece al rato, pero vuelve a repetirse. Se siente que los pies se quedan pegados al suelo o la rigidez a la hora de caminar, que no es natural.
Es un síntoma que puede confundirse con el dolor por alguna lesión o haber dormido con mala postura. En ese caso, la dificultad para caminar, será temporal.
Síntomas del Parkinson – Estreñimiento
Tener dificultades para ir al baño, no tiene por qué ser un síntoma, pero está dentro de los síntomas del Parkinson, ya que los músculos no trabajan para poder defecar.
Por supuesto hay que descartar que el estreñimiento sea congénito, la alimentación que tiene o si padece de riñones, por ejemplo, ya que no puede abusar del agua ni de la fibra de las frutas y verduras.
Síntomas del Parkinson – Voz baja
Cambiar de repente el tono de voz a hacerla mucho más baja. Puede pensar que no la oyen, pero en verdad es su voz la que está cambiando de tono.
Si has sufrido de afonía por un resfriado, por una operación de garganta o algún virus que haga que hable bajito de manera temporal, no hay de qué preocuparse. Sólo debería llamarnos la atención, si se produce de manera continua.
Síntomas del Parkinson – Falta de expresión facial
El rostro se ve triste o enojado, cuando a lo mejor ni lo está, pro los músculos de la cara no responden a las señales del cerebro, por lo que se manifiesta de esa forma. Se le llama efecto máscara.
Podemos descartar la enfermedad si por ejemplo, el rostro se mantiene así porque se ha sometido a alguna operación de estética, sufre de un dolor de muela, tiene la cara anestesiada… Algunos medicamentos pueden provocar esta reacción también, por lo que tendrá que consultar con su médico para suspender el tratamiento que tenga y le paraliza la cara.
Síntomas del Parkinson – Mareos o desmayos
Especialmente cuando se levanta de la silla o de la cama. Es un signo de la presión arterial baja, algo muy característico en las personas que padecen Parkinson.
Solemos marearnos a veces, especialmente si nos levantamos de manera rápida, porque nuestro oído interno se desequilibra. Pero si lo hacemos de manera tranquila, sin prosas y aún así, nos mareamos, podemos consultar con nuestro médico.
Síntomas del Parkinson – Encorvamiento de la espalda
No puede mantener la postura recta, ni siquiera es consciente de que la posición de su espalda es encorvada y que no tiene una postura natural. Un amanera de descartar la enfermedad es conocer si ha tenido una lesión en la espalda, ha estado enfermo y aún está cansado o tiene algún tipo de afección en los huesos.
Parkinson causas
Este trastorno degenerativo crónico que afecta a una de cada cien personas mayores, siempre ha afectado en su mayoría a los mayores de 60 años, pero eso no significa que sea un grupo de lo más exclusivo, porque según recientes estudios, se han encontrado indicios de Parkinson en jóvenes mayores de 18 años.
Esto quiere decir, que hay ciertas causas, que aunque varían, están muy implicadas a la hora de hacer que un individuo, con el tiempo, desarrolle Parkinson. Veamos, cuáles son las más destacadas.
Parkinson causas – Genética
Se trata de una mutación genética que se ha ido estudiando en los pacientes que presentan este trastorno y que debido a su composición, va transmitiéndose de generación en generación. Esto da lugar a que si en la familia hay muchos casos de Parkinson, es muy probable que se haya heredado o que se pase a otras más recientes.
Parkinson causas – Ambiente
Debido a la contaminación, el exceso de alcohol, el abuso de las drogas… No cambiaría la genética, a no ser que se expusieran a radiación, pero el consumo o la exposición a estos elementos químicos, afecta al sistema nervioso de manera crónica, mostrando una variedad de Parkinson provocado por causas ambientales.
Parkinson causas – Combinación de ambos factores
Existen casos en donde hay personas en donde la genética hace un papel muy fuerte y posee varios familiares que presentan este trastorno y si se le añade causas ambientales, como el abuso de sustancias tóxicas, podrían aparecer casos de Parkinson a una temprana edad.
Parkinson grupo de riesgo
Aparte de las causes que pueden conllevar a una persona a sufrir este trastorno crónico, hay ciertos grupos de riesgos que son aquellas personas que tienen varios factores a su alrededor que implicarían los daños en su sistema nervioso y el desarrollo de la enfermedad a una temprana o más avanzada edad.
Antecedentes familiares
Exposición a pesticidas, como ocurre en las causas ambientales
Consumo de agua de bebederos y residencia en medios rurales, ya que el agua no suele ser de primera calidad, ya que en un bebedero o en algunas zonas rurales, el agua está estancada y puede estar lleno de parásitos y compuestos químicos que pasarían a nuestro organismo, dañándolo gravemente.
Sexo masculino: que sea del sexo masculino, no significa que sólo los hombres pueden padecerlo, significa que las mujeres son menos propensas a padecerlo.
Lesión craneal: traumatismo, golpes repetidos, como ocurre en el boxeo. Por eso, muchos boxeadores, acaban con este trastorno, porque lo acaban desarrollando. Aunque actualmente se trabaja con el boxeo, para reducir los síntomas.
Pertenecer a este grupo de riesgo, tampoco significa que estés en el punto de mira para padecer esta trastorno degenerativo. Todo depende de lo fuerte que sea tu sistema nervioso, cómo te cuidas, cómo te proteges. Pero si sabes que te rodean estos factores, no dejes de visitar al médico, para tenerlo controlado.
De esta manera, con la prevención, podemos conseguir que mejore y no llegue a puntos tan graves como lo que se puede padecer.
Parkinson tratamiento
El tratamiento del Parkinson consiste en mejorar o al menos, detener la evolución de la enfermedad, para que la funcionalidad y autonomía de la persona que lo padece, se alargue todo lo que haga falta. Nos podemos encontrar con diferentes tratamientos.
Parkinson tratamiento – Farmacológicos
A través de ciertos medicamentos son los encargados de regular la incursión de la dopamina en el cerebro, de manera que pasen del torrente sanguíneo a éste.
Se trata de trabajar con la dopamina, porque muchas de las características de los síntomas de la enfermedad, están relacionadas con la deficiencia de la dopamina en el cerebro.
Parkinson tratamiento – Quirúrgico
Debido a que antaño, las operaciones quirúrgicas no ayudaban a mejorar, y gracias a la aparición de las alternativas farmacológicas, las operaciones para la enfermedad del Parkinson se redujeron drásticamente.
Pero gracias a las últimas evoluciones en el campo de la cirugía, se vuelve a confiar en ella y se han podido observar grandes mejoras, gracias a la estimulación con marcapasos cerebral o anulando la señal que provoca los temblores.
Parkinson tratamiento – Rehabilitador
Con la ayuda de un logopeda que le ayude de nuevo a entablar una conversación, eligiendo las palabras, la entonación y trabajando la parte motora del habla.
Pero sin duda, el mejor tratamiento, es tener paciencia y apoyarle en todo momento, porque es un momento que no se debería pasar solos, sino acompañados para que les cuiden y se les apoye a superarlo.
Y con estas indicaciones, os introducimos en el mundo del Parkinson, para que conozcáis sus síntomas y podáis detectarlo a tiempo, para que comience con el tratamiento lo antes posible y poder disfrutar de la vida autónoma, todo lo que pueda.
Más Seguridad: ¿Cómo habilitar la doble verificación de WhatsApp?
Con esta nueva función de la doble verificación podrás incrementar la seguridad de tu aplicación y de los datos que allí almacenas.
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En noviembre del año pasado WhatsApp anunció la verificación en dos pasos en la versión beta, pero ahora es cuando finalmente ha llegado a todos los usuarios.
Activarla es muy sencillo, y nos da una capa extra de seguridad contra la probable “curiosidad” de quienes pretendan leer nuestras conversaciones.
Lo que hace esta función de doble verificación es agregar una segunda contraseña de entrada. Hasta hoy, WhatsApp se vinculaba a un número de teléfono solicitándonos un código que la misma aplicación envía por SMS o a través de una llamada.
Si alguien nos “clona” la tarjeta SIM o se apodera de nuestro ‘smartphone’ desbloqueado puede instalar WhatsApp en otro dispositivo y habilitarla recibiendo un nuevo SMS. Con la doble verificación, se añadirá un código de 6 dígitos que cada usuario tiene que elegir.
Así entonces, cada vez que instalemos la aplicación necesitaremos introducir ese código, que además será solicitado de vez en cuando para mayor seguridad. Puede resultar molesto tener que introducirlo cada cierto tiempo, pero sin duda tendremos más protegida nuestra información.
¿Cómo activar la verificación en dos pasos?
Para habilitar esta función solo hay que seguir las siguientes indicaciones:
Abre WhatsApp e ingresa en Configuración
Entra al menú Cuenta y selecciona Verificación en dos pasos
Selecciona Activar
La aplicación te irá indicando. Debes determinar un número de 6 cifras y suministrar una dirección de correo electrónico para su recuperación en caso de que se te olvide. Aunque esto último no es obligatorio, sí es muy aconsejable porque te puedes quedar varado si es una nueva instalación y no has recibido el código por SMS.
Esta opción comenzará a llegar de forma gradual a todos los usuarios. Si todavía no aparece en tu móvil espera un momento e intenta actualizar WhatsApp cuando veas que la nueva versión esté disponible en la tienda de aplicaciones.
Renuncié a un buen trabajo porque me sentía un sapo de otro pozo en la empresa: mi deseo era escribir.
El dilema no siempre es sencillo porque se arriesga demasiado. La opción de hacer lo que a uno le gusta se enfrenta al temor a no poder mantenerse y quedar marginado.
Dualidad. Ariel recuerda: Fue difícil tomar la decisión. Mi sueldo había aumentado y parecía que seguiría aumentando». .
Mientras los demás disfrutaban el trabajo que hacían —brindar soporte técnico para un gigante de la informática—, yo estaba más cerca de padecerlo. Había en la oficina un fanatismo general por las computadoras, los servidores, los programas de software y todo tipo de novedades tecnológicas que yo no compartía. Eran años muy difíciles para el país. La crisis de 2001 lentamente iba quedando atrás, pero los estragos que produjo aún se hacían sentir. Haber conseguido ese trabajo significaba un alivio y un desafío pero igual, me sentía un sapo de otro pozo.
Había arrancado con muchas ganas, pero el entusiasmo no me duró demasiado. La lógica empresarial se me atravesaba, nunca la pude asimilar. No sé en qué momento fue que me di cuenta de que mi vida estaba yendo hacia un lugar que no era el yo que quería. Trabajar en una empresa, fuera cual fuese el rubro o el puesto, no era mi vocación. Lo que realmente quería era escribir. Y por alguna razón que desconozco, mientras trabajé en una oficina nunca pude ponerme a escribir al llegar a casa o los fines de semana. Necesitaba otro tipo de trabajo. Uno que me permitiera manejar mejor mis tiempos y que se relacionara más con la palabra. Esta idea se me fue haciendo cada vez más clara, hasta llegar al punto en que ya no podía entender siquiera cómo se me había ocurrido estudiar Sistemas. Por la crisis, solía decirme. Pero echarle la culpa a la crisis era desentenderme de lo que realmente deseaba para mi futuro.
Tal vez por todo esto me pasaba que, cuando se barajaba la posibilidad de un ascenso, tenía sentimientos encontrados. Me gustaba la idea de contar con un mejor sueldo, pero al mismo tiempo sabía que la estabilidad económica me podía condicionar a hacer carrera en la compañía. Años de carrera, cambios de sector. Horas extras. Nuevas capacitaciones, nuevos jefes, nuevos índices de satisfacción del cliente con los cuales cumplir. Tarde o temprano me ofrecerían otro puesto.
¿Me interesaba un ascenso en el organigrama de la empresa, un ascenso que no necesariamente significaba un crecimiento personal? ¿Qué ganaría y qué perdería? Yo entendía que un ascenso podía significar un progreso, pero también una rutina de la cual sería imposible salir. Sentía que el tiempo pasaba y que aquello que en definitiva quería —escribir— se alejaba cada vez más.
Aunque parezca paradójico, en esos años leí como pocas veces. No escribía, pero leía mucho. Al regresar a casa, en el horario del almuerzo y hasta en el trabajo, al menos cuando trabajé en el horario tarde-noche y cumplía una especie de guardia esperando, a las 21 o 22 horas, una improbable llamada de un desarrollador de sistemas. Ya a eso de las 20, cuando los jefes se iban, yo apoyaba un libro sobre el teclado y me concentraba en la lectura. Por suerte, había días en los que a esa hora no entraba una sola llamada. Mis compañeros me miraban extrañados. Se darían cuenta de que yo no pertenecía a ese lugar.
Un día, el jefe del sector nos llamó a todos, uno por uno, para hablar con él en su oficina. La compañía se encontraba en expansión y quería saber si estábamos dispuestos a cambiar de sector o a dar servicio de un producto diferente al que estábamos acostumbrados. Claro que el cambio conllevaba un mayor esfuerzo, una mayor dedicación. Cuando fue mi turno, el jefe me dijo que, si bien era cierto que hacía bien mi trabajo, notaba que me faltaba iniciativa para anticiparme a los problemas.
Fui sincero con él: yo estaba dispuesto a cumplir con todo lo que mi trabajo exigía, pero no tenía expectativas de hacer carrera en la empresa. Mis intereses eran otros. Incluso le confesé que había empezado a estudiar el traductorado de inglés, que quería dedicarme a la traducción. No sé si le mencioné que me gustaba escribir; lo más probable es que no. A juzgar por lo que pasó después, mi jefe le restó importancia a mis comentarios. Supongo que habrá pensado que se trataba de una vaga intención que no iba a prosperar. O tal vez no me mostré muy convencido. Yo mismo lo veía como algo lejano, difícil de concretar en el corto plazo.
Pocos meses después, mi jefe se me acerca y me dice: “¿Tenés tu pasaporte al día? OK, andá a hacer las valijas. Mañana salís para México”. El apuro se debía a que la persona seleccionada en primer lugar no había podido tramitar su pasaporte a tiempo. Me enviaban a México para hacer una capacitación, y al regreso trabajaría en otra área, dando soporte de un programa que antes ni siquiera sabía que existía. Me pregunté por qué el jefe me había elegido a mí, habiendo tantos otros con más conocimientos y mejor predispuestos. ¿Acaso se había olvidado de la charla que habíamos tenido? Enviar a alguien a hacer una extensa capacitación en el exterior representa una inversión, y yo, en el fondo, sabía que no estaban invirtiendo bien, que si por mí fuera, dejaría ese trabajo en la primera oportunidad que se me presentara, mucho antes de que la empresa pudiera recuperar lo invertido.
México corporativo. En este edificio el autor tuvo su formación, pero no se sentía feliz. .
Otro México. Cuando podía, Ariel se «escapaba» a las pirámides de Teotihuacán. .
El viaje a México (viaje que, muchos años después, me sirvió a la hora de buscar las voces de los personajes del libro No hay risas en el cielo) y el cambio de sector hicieron que por un tiempo recuperara el interés por mi trabajo. A diario sostenía conversaciones telefónicas con clientes de toda Latinoamérica, especialmente de México y Colombia. Conversaciones que a veces derivaban en otros temas (como fútbol, política o aspectos idiosincráticos o culturales de los diferentes países) y que resultaban muy interesantes.
Tal vez es eso lo que más extraño de esa época. El sistema para el que yo daba soporte no había sido implementado aún por ninguna empresa argentina. ¿Por qué capacitar a alguien para que, desde Buenos Aires, diera soporte a otros países? La respuesta es simple y conocida por todos. La Argentina se estaba recuperando de la crisis de 2001 y el peso argentino, devaluado, hizo que muchas compañías internacionales buscaran personal en nuestro país para brindar servicio vía telefónica o por internet.
Mi trabajo en el nuevo sector no empezó de la mejor manera. El primer día tras mi capacitación en México, encendí la computadora y leí un mensaje anónimo. Era un insulto interminable acompañado por mi nombre. Nunca llegué a saber quién lo había escrito ni por qué. Creo que no le di demasiada importancia. Digo “creo” porque no tengo muy vivo ese recuerdo (supongo que de eso se trata la memoria selectiva). La cuestión es que en poco tiempo llegué a tener un muy buen trato con mis nuevos compañeros y también con mi nuevo jefe.
Antes de cumplirse un año desde mi cambio de sector, se me presentó la oportunidad de trabajar como traductor freelance. Era 2006; no había terminado mi carrera de traductor (de hecho, nunca la terminé) pero poco importaba. Ya para entonces había hecho algunos trabajos esporádicos los fines de semana, y ahora surgía una propuesta para hacer traducciones de forma regular, lo que significaba tener que dejar mi trabajo.
Fue muy difícil tomar la decisión. Mi sueldo había aumentado y todo indicaba que seguiría aumentando. Tenía un trabajo estable, el ambiente laboral no era malo y, algo no menor, con mi novia estábamos a punto de mudarnos a un departamento nuevo. A pesar de todo esto, y aunque lo pensé mucho antes de aventurarme, creo que en el fondo ya estaba decidido desde el mismo instante en que recibí la oferta. Había llegado el momento que tanto había esperado y no podía desperdiciarlo. Pero por otro lado estaba la presión social, el mandato que determina que un trabajo fijo en una oficina, con un sueldo en blanco y con posibilidades de ascender, siempre será mejor que trabajar por nuestra cuenta para diferentes clientes, con la incertidumbre de no saber cuáles serán exactamente nuestros ingresos mensuales.
Cuando se enteró de que me iba, mi antiguo jefe (el que me había enviado a México a pesar de mi advertencia sobre cuáles eran mis planes) intentó convencerme de que me quedara. Mi nuevo jefe también lo había intentado, pero yo me mantuve firme en mi postura, simulando tener todo resuelto aunque mi cabeza fuera pura confusión. Pensaba en la mudanza que estábamos preparando con mi novia, en el sueldo que hacía solo un par de meses acababan de aumentarme, en la gran incógnita que eran por entonces mis futuros ingresos como traductor. Al enterarse de la noticia, mis padres hicieron silencio. Un silencio que fue más claro que cualquier comentario. Mi suegro, en cambio, fue más directo: “¿Te parece que este era el momento oportuno, che?”.
Yo de alguna manera sabía que sí, que era el momento adecuado a pesar de que todo pareciera indicar lo contrario. Pero no tenía argumentos para poder convencer a nadie, ni siquiera a mí mismo.
Podría decir que finalmente todo salió bien, aunque más de una vez me pregunté si había sido correcto irme de la empresa, sobre todo cuando otras personas de mi entorno me invitaban a hacer comparaciones: “¿Ganás mejor ahora?” “Cuando querés tomarte vacaciones, ¿alguien te las paga?” “¿Tenés garantizado que siempre va a haber trabajo haciendo esas traducciones que hacés?”. Mi respuesta para todas esas preguntas era “no”. Así y todo, desde entonces me he dedicado a hacer traducciones y trabajos de corrección de textos de manera ininterrumpida. Y lo mejor de todo fue que la escritura, que había estado entumecida varios años, con el nuevo trabajo se fue reactivando. Recuperar el hábito de escribir fue lo que me terminó de convencer de que había tomado la decisión correcta.
De todas maneras, no fue fácil; todavía no lo es. Hay veces que, después de varias horas de traducir o corregir, mi mente está contaminada por voces ajenas, o me encuentro demasiado cansado como para concentrarme en un texto propio. Pero por otro lado, en la traducción y la corrección de textos encuentro un placer cercano al de la escritura. Jugar con las posibilidades del idioma, saborear las palabras, buscar la frase más apropiada.
Creo que cuando somos jóvenes nos resulta difícil elaborar un plan de ruta que se aparte del que han seguido las personas de nuestro entorno. Si nadie cercano a nosotros hizo algo parecido a lo que pretendemos hacer, es posible que ni siquiera podamos visualizar con claridad el camino que queremos seguir. Lo que tomamos como parámetros es lo que nos resulta familiar, lo que hacen las personas que nos rodean. Tal vez por eso mi idea era que debía buscarme un trabajo en relación de dependencia y, en todo caso, hacerme un tiempo para escribir, desarrollar en mi casa ese otro mundo paralelo. Y si bien este modelo puede funcionar (qué mejor ejemplo que el de Franz Kafka, que trabajó durante muchos años en una oficina como inspector de seguros), en mi caso sentía que la rutina empresarial no se llevaba bien con mi personalidad y, sobre todo, con mi proceso creativo. Necesito ser dueño de mis tiempos. Si es necesario, traducir o hacer correcciones durante diez o doce horas seguidas si eso me garantiza poder contar después con unas cuantas horas para concentrarme en la escritura. Trabajar hasta cualquier hora de la madrugada un día y al siguiente escribir todo lo que tenga ganas o simplemente salir a caminar mientras pienso en un argumento o trabajo un personaje en mi cabeza.
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—Ariel Urquiza es escritor, traductor y corrector. Estudió también periodismo y análisis de sistemas. Es más bien de pocas palabras; tal vez por eso el estilo de su escritura es conciso. Con el libro “No hay risas en el cielo”, publicado en 2016 por Ediciones Corregidor, ganó el premio Casa de las Américas 2016 en la categoría cuentos. En 2013, su novela inédita “Ya pueden encender las luces” fue finalista del III Premio Eugenio Cambaceres, organizado por la Biblioteca Nacional. Además de la literatura y el teatro, lo que más le gusta es conocer y recorrer ciudades, a las cuales considera dotadas de un alma que se trasluce en la gente y sus costumbres.
YouTube no pondrá avisos en canales que tengan menos de 10.000 vistas
Así será el nuevo requisito para participar que los creadores puedan tener ingresos mediante las pautas publicitarias que los anunciantes establecen en la plataforma de videos on line de Google.
Los canales de los productores de contenidos deberán tener al menos 10.000 vistas para comenzar a tener avisos publicitarios de acuerdo a las nuevas reglas establecidad por YouTube. .
YouTube no mostrará anuncios publicitarios en los canales que no alcancen las 10.000 visualizaciones en total, en un intento por garantizar que «solo los creadores que cumplan con las normas reciban ingresos», según anunció la plataforma de videos de Google en un comunicado.
«A partir de hoy, ya no mostraremos anuncios en los videos del Programa de socios de YouTube hasta que el canal alcance 10.000 visualizaciones en total. Este nuevo mínimo nos brinda información suficiente para determinar la validez de un canal, nos permite confirmar si éste cumple con nuestros lineamientos de la comunidad y nuestras políticas de anunciantes antes de que comience a obtener ingresos», explicó YouTube en su blog oficial para creadores.
En este punto, el gigante de los videos aclaró que «todos los ingresos que los canales con menos de 10.000 vistas obtuvieron hasta hoy no se verán afectados».
En 2007, YouTube creó su Programa de socios (YPP), lo cual que generó un incremento significativo de creadores de videos dentro de la plataforma para ganar dinero.
«Sin embargo, con el aumento en los ingresos de los creadores, comenzamos a ver casos de abuso donde contenido original de creadores estaba siendo subido de nuevo a YouTube por terceros que buscaban ganar dinero», según advirtió.
Por eso, anunció que con el «fin de proteger los ingresos de los creadores», optimizaron el proceso para denunciar canales que roban la identidad de otros.
«Este cambio nos permitió rescindir cientos de miles de canales que infringen nuestras políticas. Ahora, daremos otro paso para proteger a los creadores mediante la actualización de los mínimos obligatorios para unirse al Programa de socios de YouTube», agregó.
Asimismo, informó que en unas semanas, agregará un nuevo proceso de revisión para los creadores que soliciten participar en el Programa de socios de YouTube.
«Después de que un creador alcance las 10.000 visualizaciones totales en su canal, revisaremos sus actividades en relación con nuestras políticas. Si no hay ningún problema, incorporaremos el canal al Programa de socios de YouTube y comenzaremos a publicar anuncios en su contenido. Estos nuevos mínimos permitirán garantizar que solo los creadores que cumplan con las normas reciban ingresos», precisó.
Por otro lado, hizo hincapié en que si una persona es un creador nuevo que acaba de comenzar a desarrollar su canal, la Academia de creadores de YouTube tiene sugerencias sobre cómo crear contenido original y aumentar el público para que pueda alcanzar las 10.000 vistas y más.
De esta forma, una vez que el nuevo creador solicite participar en el Programa de socios de YouTube, podrá ver el estado de su solicitud en la pestaña Canal de la sección «Monetización en Creator Studio», explicó la plataforma.