Europa y su crisis podrían arrastrar al mundo

junio 17, 2012

Europa y su crisis podrían arrastrar al mundo

Por Dani Rodrik

 

CAMBRIDGE – Consideremos el siguiente escenario. Después de una victoria del partido de izquierda Syriza, el nuevo gobierno de Grecia anuncia que renegociará los términos de su acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea. La canciller alemana, Angela Merkel, se mantiene firme en su postura y dice que Grecia debe cumplir con las condiciones existentes.

Por miedo a la inminencia de un colapso financiero, los depositantes griegos corren hacia la salida. El Banco Central Europeo se niega a salir al rescate y los bancos se quedan sin efectivo. El gobierno instituye controles de capital y se ve obligado a emitir dracmas para proporcionar liquidez doméstica. Tras quedar Grecia fuera de la eurozona, los ojos viran hacia España. Alemania es categórica: hará lo que haga falta para impedir una corrida bancaria. El gobierno español anuncia recortes. Aliviada por los fondos del Mecanismo de Estabilidad Europeo, se mantiene a flote durante varios meses.

Pero la economía española sigue deteriorándose y el desempleo se encamina a 30%. Protestas contra las medidas de austeridad del primer ministro Mariano Rajoy lo llevan a convocar a un referendo. Su gobierno no obtiene el apoyo necesario y renuncia, hundiendo al país en un caos político. Merkel reduce el respaldo a España con el argumento de que los alemanes ya hicieron lo suficiente. Lo que viene, una corrida bancaria, una crisis financiera y una salida del euro en España.

En una minicumbre convocada a las apuradas, Alemania, Finlandia, Austria y Holanda anuncian que no renunciarán al euro. Esto no hace más que aumentar la presión financiera sobre Francia, Italia y el resto de los miembros. Conforme se instala la realidad de la disolución parcial de la eurozona, la crisis financiera se propaga de Europa a Estados Unidos y Asia.

Nuestro escenario continúa en China, donde el liderazgo enfrenta su propia crisis. La desaceleración de la economía ya exacerbó el conflicto social y los recientes acontecimientos en Europa echaron más leña al fuego. En un momento en que las órdenes de exportación europeas se cancelan, las fábricas chinas se enfrentan a despidos generalizados.

El gobierno chino decide no arriesgarse a más conflictos y anuncia un paquete de medidas para impulsar el crecimiento económico e impedir los despidos. Estas medidas incluyen un respaldo financiero directo a los exportadores y una intervención en los mercados de divisas para debilitar el renminbi.

En Estados Unidos, el presidente Mitt Romney acaba de asumir, luego de derrotar a Barack Obama por ser demasiado blando con las políticas económicas chinas. La combinación del contagio financiero de Europa, que ya derivó en una crisis de crédito, y una inundación de importaciones a bajos precios provenientes de China dejó a la administración Romney en un brete. Anuncia derechos generalizados de importación sobre las exportaciones de ese origen. Sus seguidores del Tea Party, críticos a la hora de movilizar el respaldo electoral, lo instan a retirarse de la Organización Mundial de Comercio.

En los años siguientes, la economía mundial cae en la Segunda Gran Depresión. El desempleo aumenta y los gobiernos optan por soluciones como protección comercial y depreciación del tipo de cambio competitivo. Conforme los países se hunden en la autarquía económica, repetidas cumbres económicas globales arrojan escasos resultados.

Son pocos los países que se salvan de la carnicería económica. Aquellos a los que les va relativamente bien comparten tres características: bajos niveles de deuda pública, dependencia limitada de las exportaciones o los flujos de capital y sólidas instituciones democráticas. De modo que Brasil e India se podrían considerar refugios, aunque sus perspectivas de crecimiento también se reducen.

Como en la Gran Depresión, las consecuencias políticas son más serias y las implicancias a más largo plazo, importantes. El colapso de la eurozona obliga a una realineación importante de la política europea. Francia y Alemania compiten como centros de influencia frente a los estados más pequeños. Los partidos de centro pagan el precio por su respaldo a la integración europea y son repudiados en las encuestas por los partidos de extrema derecha o extrema izquierda. Los gobiernos nativistas comienzan a expulsar a los inmigrantes.

Para los países cercanos, Europa ya no brilla como un faro de democracia. El Medio Oriente árabe toma un giro decisivo hacia estados islámicos autoritarios. En Asia, el conflicto económico entre Estados Unidos y China se desborda hasta rayar en el conflicto militar.

Años más tarde, le preguntan a Merkel, ya retirada y vuelta una ermitaña, si piensa que debería haber hecho algo diferente. Su respuesta llega demasiado tarde como para cambiar el curso de la historia. ¿Un escenario remoto? Tal vez, pero no lo suficiente.
Fuente: La Nación, 17/06/12.

Con o sin el euro, Europa deberá redefinirse

mayo 29, 2012

Con el euro o sin él, Europa deberá repensar su juego

Por Alan Wheatley.

 

LONDRES- La apertura de un tramo de ruta a ninguna parte la semana pasada en el nordeste de España, con un costo de 37 millones de euros, es una metáfora inevitable de lo que sucede con el euro: un ambicioso proyecto concebido en mejores tiempos y que ahora parece a punto de descarrilarse.

Debido a la cuantiosa deuda española, las autoridades no tuvieron los recursos para terminar la ruta, pero inauguraron un tramo de seis kilómetros cerca de Lleida para impedir, por lo menos, que se transforme en una pista para correr picadas de auto.

Es que el euro no está dando ninguna alegría. Tal vez esa ruta española se complete algún día, pero por el momento es un recordatorio más de que Europa ha vivido por encima de sus posibilidades.

En ese sentido, las desventuras del euro son mayormente irrelevantes. Con moneda única o sin ella, Europa tendrá que arremangarse la camisa. Los verdaderos grandes desafíos que enfrenta el estándar de vida europeo provienen de la globalización, del cambio tecnológico y del envejecimiento poblacional.

En otras palabras, si Europa quiere tener infraestructura de primer nivel y un Estado de bienestar abarcador sin seguir acumulando deuda, los gobiernos deberán cambiar los hábitos laborales para generar un crecimiento que impulse la recaudación.

Sin embargo, la respuesta de Europa, con sus planificadores políticos preocupados por la imparable crisis monetaria, ha sido tardía. Y mientras tanto, el resto del mundo, especialmente Asia, sigue avanzando.

El auge de China, la India, Brasil y Turquía le asesta a Europa un doble golpe. Son países capaces de producir más barato, firmando así el acta de defunción de muchas industrias europeas de mano de obra intensiva, y manteniendo al mismo tiempo los salarios a raya. Sin embargo, debido a sus necesidades energéticas y de materias primas, los mercados emergentes hacen aumentar los costos de producción en el continente europeo.

El resultado es una contracción del ingreso real que Europa -y Estados Unidos- fueron capaces de esconder durante mucho tiempo, contrayendo deuda. Eso se terminó.

Andy Xie, un economista independiente de China, dijo que la única salida de los países europeos que no tienen ventajas competitivas es trabajar más y gastar menos. Por el contrario, si lo que quieren es seguir viviendo como vivieron hasta ahora, no tendrán más remedio que aplicar reformas laborales y desregular el mercado de trabajo.

El índice de desocupación juvenil en Alemania en marzo fue del 7,9%, el más bajo de los 27 países de la Unión Europea, una insignificancia comparada con la misma tasa en Grecia y España, que ya superó el 51 por ciento.

Ese aumento se debió, en parte, a los recortes presupuestarios que exigió la crisis del euro. Pero Marc Chandler, economista de Brown Brothers Harriman, de Nueva York, dice que, de todos modos, la globalización habría terminado por exprimir a las economías más elementales y periféricas del sur europeo.

Desafíos

Se trata de uno de los desafíos que Europa tiene que enfrentar. El uso de computadoras se sumó al «efecto China» para eliminar ingentes cantidades de trabajos tradicionales, desde los empleados bancarios hasta los torneros. Al mismo tiempo hicieron eclosión los servicios que exigen mayor preparación, con la consecuente valorización de quienes se capacitaron en nuevas tecnologías.

Pero un informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), que agrupa a los países más desarrollados, dice que uno de cada cinco jóvenes abandona la escuela sin haber completado siquiera el secundario. Y la mayoría de las veces los adultos no reciben la ayuda que les permita recapacitarse y reinsertarse en el mercado. Por ejemplo, Inglaterra que, al igual que Estados Unidos, tiene un irreductible índice de desempleo juvenil que no baja del 20 por ciento.

Paul Sissons, de la Fundación Trabajo, un grupo de estudios de Londres, dice que en 2011 sólo el 8% de los británicos de entre 16 y 24 años trabajó en la industria manufacturera, mientras que en 1981 ese índice se ubicaba en el 24%. La industria de servicios tomó la posta, pero los jóvenes no están adquiriendo la capacitación necesaria, como las habilidades comunicativas o de trabajo en equipo.

Otro de los problemas que Europa deberá enfrentar, con el euro o sin él, es el rápido envejecimiento de su población. La crisis de la eurozona tiene al menos la virtud de obligar a los políticos a proponer formas de solucionar el problema de la creciente carga de las jubilaciones y de la atención de la salud de la tercera edad.

«Estamos atravesando una transición demográfica de enormes proporciones que se suma a la crisis de la deuda debido a su impacto sobre la pirámide poblacional, así como sobre los niveles de crecimiento y de todo aquello que es sustentable y estable a largo plazo en términos de gasto público», dijo Edward Hugh, un economista que vive cerca de Barcelona.
Traducción de Jaime Arrambide .
Fuente: La Nación, 29/05/12.

 

El reto de Europa es ser más productiva para crecer

mayo 27, 2012

El reto de Europa es ser más productiva para crecer

Por Kemal Dervis

 

WASHINGTON – La crisis de la eurozona se desarrolló principalmente como una crisis de deuda soberana que, en su mayor parte, afectó a países de la periferia meridional de Europa. Estos países se encontraron con que para emitir bonos soberanos debían pagar tasas de interés que por momentos llegaron al 6 o 7%, en el caso de Italia y España, o a valores todavía más altos para otros países. Como los bancos de la eurozona tienen una parte importante de sus carteras de activos constituidas por bonos de países de la eurozona, la crisis de deuda soberana se convirtió en una crisis bancaria en potencia, agravada por el hecho de que los bancos ya habían sufrido otras pérdidas originadas, por ejemplo, en el derrumbe de los precios inmobiliarios en España. De modo que uno de los desafíos más importantes que es preciso encarar para resolver la crisis de la eurozona es reducir la carga de la deuda para los países del sur de Europa.

La variación del peso de la deuda de un país refleja la relación entre el volumen del saldo fiscal primario (el saldo una vez deducido el pago de intereses) y el PBI, así como la diferencia entre el costo de tomar prestado y la tasa de crecimiento del PBI. Cuando la diferencia entre el costo de financiación y el crecimiento se torna demasiado grande, el superávit fiscal primario que se necesita para evitar que la deuda siga creciendo se hace inalcanzable. En la práctica, se prevé que el crecimiento de los países del sur de Europa será próximo a cero o incluso negativo durante los dos próximos años, y aún después de eso, no se espera que supere un 2 o 3 por ciento.

Los titulares de prensa no siempre dejan entreverlo, pero una causa subyacente de la crisis de la eurozona (y que ahora también es un obstáculo para el crecimiento del Sur) ha sido la divergencia que se creó entre los costos de producción de los países periféricos, notablemente los del «Sur» (en concreto, Grecia, España, Italia y Portugal), y los del «Norte» (para simplificar, Alemania); divergencia que se desarrolló durante la primera década que siguió a la introducción del euro. Entre 2000 y 2010, el costo laboral unitario en los países del Sur aumentó un 36%, 28%, 30% y 25%, respectivamente, mientras que en Alemania ese aumento fue inferior al 5%. Esto produjo para fines de 2010 una divergencia acumulada de más del 30% en relación con Grecia y más del 20% para Portugal, Italia y España.

El costo laboral unitario se relaciona con el nivel salarial y con la productividad, de modo que un aumento de la productividad puede compensar un aumento de los salarios. Entre 2000 y 2010, no hubo grandes diferencias de productividad entre los países del norte y los del sur de Europa: de hecho, la tasa anual media de crecimiento de la productividad fue mayor en Grecia (1%) que en Alemania (0,7%). Pero en el Sur, el costo laboral creció a un ritmo mucho más veloz; esto produjo un aumento del diferencial de costos, que mientras la unión monetaria siga existiendo, no se podrá resolver con una devaluación.

En tanto y en cuanto esta divergencia interna se mantenga, no habrá una solución completa de la crisis del euro, porque el déficit de cuenta corriente, la falta de crecimiento o ambas cosas a la vez seguirán acosando a los países del sur de Europa, lo que perpetuará los temores relacionados con la deuda pública y la situación de la banca comercial.

En este contexto, el aumento de la productividad (sea por medio de avances técnicos, mejor asignación de los recursos o mayor inversión productiva) es para las economías del sur de Europa una variable tan importante como lo es la contención salarial. De hecho, es previsible que una deflación salarial excesiva tenga efectos negativos sobre la productividad, ya que probablemente acelerará la emigración de mano de obra calificada; y la combinación de austeridad extrema, deflación de precios y altos niveles de desempleo (con el consiguiente riesgo de tensión social) no es precisamente la mejor manera de fomentar las inversiones, la innovación o la movilidad de la fuerza laboral.

Si bien la reducción del nivel de empleo es un modo de impulsar la productividad, implica altos costos macroeconómicos en términos de pérdida de ingresos y aumento del gasto social. Sin olvidar lo más importante: ninguna política económica debería destruir la confianza de las sociedades en sí mismas, porque eso que los economistas llaman «espíritus animales» [las motivaciones y expectativas emocionales] debe ser tal que permita a la gente abrigar esperanzas respecto de su futuro.

Por todo lo dicho, tanto el exceso de austeridad como la deflación podrían ser contraproducentes y hacer que las «reformas» necesarias para aumentar la competitividad de los países del sur de Europa sean imposibles de implementar. La solución correcta habrá de combinar un grado razonable de contención salarial y tasas de inflación bajas (pero no negativas), junto con políticas microeconómicas que alienten el aumento de la productividad.
Fuente: La Nación, 27/05/12.

La Europa previa a la gran crisis del 2008 no existe más

mayo 13, 2012

La Europa previa a la gran crisis del 2008 no existe más

Por Jorge Castro

 

El triunfo del socialista Francois Hollande en las elecciones presidenciales de Francia ha colocado en primer plano la cuestión de la recuperación del crecimiento económico en Europa, en especial en la Zona Euro en crisis (Italia, España, Grecia y Portugal).

El trasfondo de esta preocupación es la situación recesiva que experimentan algunas de las mayores economías europeas ( entre ellas Italia, España y Francia) y la cuestión que presenta esta recesión es si tiene un carácter cíclico, vinculado a la depresión de la demanda provocada por la crisis financiera, o si, por el contrario, es de naturaleza estructural.

En el primer caso, el problema se presenta por el lado de la demanda, contraída por la restricción financiera, y la respuesta sería un estímulo a su expansión, que requeriría inyectar liquidez en el sistema financiero , y por su mediación en la economía real.

En el segundo, la dificultad surge por el lado de la oferta (producción), que en el capitalismo es el factor decisivo del proceso de acumulación; y lo que allí se advierte es que los parámetros de la producción capitalista, profundamente globalizada, se han modificado irreversiblemente en los últimos 4 años, no sólo por el traslado del eje del proceso de acumulación a los países emergentes, sino también por la irrupción de una nueva revolución tecnológica en Estados Unidos, que abrevia el ciclo del producto e intensifica la competencia a escala mundial.

En este nuevo “modo capitalista de producción” sólo las empresas y actividades hipercompetitivas logran crecer y permanecer en el mercado , integradas a redes trasnacionales de producción y distribución de alcance global.

Esto implica que retomar el crecimiento económico no significa volver a la forma de expansión previa a la crisis de 2008-2009, porque el “statu-quo” entonces vigente no existe más. Su lugar lo ocupa un sistema hipercompetitivo de empresas trasnacionales que acumulan la innovación tecnológica y el incremento de la productividad , y cuyas ganancias récord les proporcionan una extraordinaria capacidad de concentración y reproducción.

En este sistema, más de 30% de sus actores -empresas trasnacionales- provienen de los países emergentes, nuevo eje de la acumulación global, y sobre todo de China, India, Brasil y México.

El resultado es que para recuperar el crecimiento económico, la política de corto plazo se asimila en el mundo avanzado con las reformas estructurales de largo plazo . Corto y largo plazo son sinónimos cuando la prioridad son las reformas estructurales y estas se convierten en el único camino para adecuarse a las nuevas condiciones globales de acumulación.

Los países de la Eurozona en crisis no tienen posibilidad de aumentar su déficit fiscal para incentivar la demanda , por la razón de que los mercados financieros internacionales se niegan a financiar un incremento del gasto público, cualquiera sea su objetivo. Si pudieran aumentar su endeudamiento recurriendo al financiamiento internacional, no habría crisis del euro y el colapso de Lehman Brother’s (15-09-08) en EE.UU. nunca hubiera ocurrido. La idea de que las decisiones económicas responden a una orientación doctrinaria determinada desconoce el papel ineludible de la necesidad. Cualquiera sea la ideología de quienes ejercen el poder político en Europa, hoy no hay posibilidad de incentivar la demanda a través del gasto público.

El lenguaje de la necesidad es el que fija la diferencia entre lo posible y lo imposible, y transforma a la política en el hacer de lo que es necesario. “La política es la arte de conducir lo inevitable”, dice De Gaulle.

Schumpeter sostuvo en El Estado fiscal que el financiamiento de los Estados nacionales dependía del cobro de los impuestos internos.

Ahora ese Estado se ha convertido en trasnacional y está sometido a los mercados financieros internacionales para su funcionamiento . No hay un “statu-quo” al que volver previo a la crisis global de 2008-2009.

Fuente: Clarín, 13/05/12.
El Dr. Jorge Castro es analista internacional y presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico.
Más información en: www.agendaestrategica.com.ar
 
    

 

Las defensas de la zona euro

abril 13, 2012

Midiendo el tamaño del las defensas de la zona euro

Por Richard Barley

 

España insiste en que no necesita un rescate. Pero el incremento de la rentabilidad de la deuda estatal española está consiguiendo que las herramientas de la eurozona para combatir la crisis se analicen con lupa. El Fondo Europeo de Estabilidad Financiera ha logrado aumentar sus poderes y se ha adelantado la entrada en vigor del nuevo Mecanismo Europeo de Estabilidad en un año. ¿Pero cómo funcionarán en la práctica?

La eurozona afirma que el FEEF y el MEDE juntos pueden prestar otros 700.000 millones de euros. Pero esta cantidad no está disponible inmediatamente. Al FEEF aun le quedan 248.000 millones de euros, que están disponibles hasta mediados de 2013, cuando el FEEF deje de existir. El MEDE entrará en vigor en julio de 2012. Tiene un volumen crediticio máximo de 500.000 millones de euros, pero el importe total no será accesible hasta 2014, dado que los países deben aportarle capital en un periodo de dos años. Y el MEDE, al igual que el FEEF, tendrá que pedir dinero prestado en los mercados para poder conceder fondos.

El importe de los fondos disponibles, junto al desajuste temporal, hace que la barrera sea inadecuada para hacer frente a crisis importantes. Después de todo, si se produce un desastre, los inversionistas querrán acceder al dinero inmediatamente en lugar de tener que esperar meses. RBS calcula que la cifra total de ayudas –en caso de que Italia y España la necesiten, y que Grecia, Irlanda y Portugal requieran más fondos– podría ascender a entre 1,1 billones de euros y 1,2 billones de euros (millones de millones) en los próximos tres años. Por ahora, lograr ayuda fuera de la eurozona parece improbable.

Un rescate con éxito de un país grande, por tanto, tendrá que incluir un mecanismo para preservar su acceso a la financiación de los mercados. Aquí es donde entra en juego la nueva flexibilidad del FEEF. Puede comprar bonos en el mercado primario o secundario, conceder un préstamo para recapitalizar los bancos o incluso proporcionar a los países una línea de crédito preventiva. Los planes de compra de bonos pueden hacer ganar tiempo al intentar frenar la subida de la rentabilidad, que asustaría a los inversionistas del sector privado. Mientras, las ventas del mercado primario podrían favorecerse mediante un seguro de crédito parcial provisto por el FEEF. Y las compras en el mercado secundario podrían contar con el impulso de fondos de inversión en los que los inversionistas han comprometido 60.000 millones de euros.

El problema es que estos instrumentos no se han puesto a prueba. En una fuerte pérdida de confianza de los mercados, el seguro parcial podría no suponer el incentivo suficiente para que los inversionistas compren, dados los temores de pérdidas extremadamente elevadas en un escenario de impago. Las compras del mercado secundario podrían simplemente dar a los inversionistas actuales un salida más que atraer nuevos compradores.

El mayor obstáculo podría ser que para que cualquiera de estas opciones esté disponible, un país debe pedir ayuda, y la eurozona debe estar de acuerdo a la hora de darla. Esto será un amargo trago político para ambas partes. Además corre el riesgo de que la confianza del mercado se vea mermada antes de que se entregue la ayuda. Incluso un préstamo para recapitalizar los bancos exigiría un tratamiento delicado para evitar el pánico.

Debido a los fallos de la barrera, el Banco Central Europeo podría verse de nuevo forzado a jugar el papel de bombero reacio.
Fuente: The Wall Street Journal, 12/04/12.

El desempleo en la zona euro alcanza un máximo histórico

abril 2, 2012

El desempleo en la zona euro alcanza un máximo histórico

Por Paul Hannon

 

LONDRES (EFE Dow Jones) — El número de personas desempleadas en los 17 países que comparten el euro aumentó en febrero a un nuevo máximo histórico, mientras que la tasa de paro volvió a aumentar.

La agencia de estadísticas de la Unión Europea, Eurostat, informó que la tasa de paro se incrementó a 10,8% desde 10,7% en enero. La tasa estuvo en línea con las previsiones y es la más elevada desde junio de 1997.

El número de personas desempleadas aumentó en 162.000 a 17,134 millones, el más elevado desde que comenzó a recabarse la cifra en enero de 1995.

El continuo incremento del paro probablemente afectará negativamente al gasto de los consumidores en los próximos meses y limitará la capacidad de la economía de la eurozona para crecer rápidamente.

El Producto Interior Bruto de la eurozona se contrajo 0,3% en el último trimestre del pasado año y el índice Eurocoin de actividad publicado el viernes indicó que probablemente volvió a caer en el primer trimestre.

Parece improbable que haya un cambio en el mercado laboral a corto plazo. El informe de gestores de compras del sector manufacturero en la eurozona, publicado el lunes, mostró que el desempleo bajó por segundo mes consecutivo en marzo y al mayor ritmo en dos años.

Pero en el seno de la eurozona hay enormes diferencias en las perspectivas del empleo, ya que los miembros que tienen problemas de deuda y han recurrido a los programas de austeridad sufren los crecimientos más rápidos del paro.

Así que, aunque la tasa de paro se mantuvo estable en 5,7% en Alemania, en España creció a 23,6% desde 23,3% y se mantuvo en 21% en Grecia, aunque esta cifra fue la de diciembre y, probablemente, habrá aumentado desde entonces.
Fuente: The Wall Street Journal, 02/04/12.

Nouriel Roubini: El euro debe depreciarse para impulsar el crecimiento

marzo 30, 2012

El euro debe depreciarse para impulsar el crecimiento, dice Roubini

Por Giovanni Legorano

 

CERNOBBIO, Italia (EFE Dow Jones) — La barrera de rescate europea cuenta con una serie de recursos, pero su uso no solucionará el problema de la ausencia de crecimiento económico en la periferia de la Unión Europea, dijo el viernes Nouriel Roubini, cofundador y presidente de Roubini Global Economics.

En declaraciones a la prensa durante una conferencia, Roubini dijo que la liquidez por sí misma no relanzará el crecimiento, en referencia al problema inmediato que afrontaron los rescates de Grecia, Portugal e Irlanda, si no se adoptan otros cambios. «La única manera de estimular el crecimiento de la periferia europea es aumentando sus exportaciones, lo que sólo puede ocurrir con una enorme reducción del valor del euro», afirmó Roubini.

Mientras que Alemania podría arreglárselas con tasas en el cruce euro/dólar de entre 1,30 y 1,40, no puede aplicarse la misma variable a la periferia del continente, indicó, para añadir que está «seriamente preocupado» por la economía española.

«España podría perder acceso al mercado en los próximos meses si los diferenciales suben más. Entonces habrá recursos del fondo de rescate, pero vimos lo que pasó con Grecia y Portugal, te ayudan pero no solucionan tus problemas de deuda pública. En Grecia no funcionó, en Portugal no está funcionando y en Irlanda está funcionando parcialmente», apuntó.
Fuente: The Wall Street Journal, 30/03/12.

La crisis financiera queda atrás, pero Europa no reacciona

marzo 18, 2012

La crisis financiera queda atrás, pero Europa no reacciona

Por Jorge Castro

 

La crisis de la deuda europea queda atrás. La aprobación del canje de títulos griegos por acreedores que representan 86% del total, y que aceptaron un recorte “voluntario” de 75%, es un éxito político de envergadura para el gobierno de Atenas y la Zona Euro, Alemania y Francia en primer lugar . El objetivo del canje era reducir en 107.000 millones de euros (U$S 139.742 millones) la deuda griega; y ha logrado hacerlo por 177.000 millones de euros (U$S 231.162 millones).

Lo notable de lo ocurrido en Europa en los últimos 30 días no tiene su eje en Grecia, sino en Italia y España . En ambos, la tasa de interés para pagar el refinanciamiento de su deuda cayó en más de 40% en relación a octubre pasado; y esto ha sucedido mientras la crisis griega se agravaba. En marzo, la tasa de interés por los títulos italianos a 10 años descendió a 4,09%; y en España a 4,83%. En agosto ambos ofrecieron tasas superiores a 7,5%.

La Zona Euro no enfrenta solo una crisis financiera. Por debajo de ella, y todavía más importante debido a su carácter histórico-estructural, se encuentra su incapacidad de competir en una economía globalizada , en la que el eje del proceso de acumulación se ha trasladado a los países emergentes (China/India/Brasil), al tiempo que Estados Unidos experimenta una nueva revolución tecnológica (Facebook/Twitter/Steve Jobs). Esto se presenta como el doble filo de una tijera cuyo corte es letal.

La dificultad de Europa para adaptarse a las nuevas condiciones globales de competitividad, se agrava por la reducción en términos absolutos de su población, sumada a su envejecimiento generalizado . Italia es representativa de esta situación demográfica: su crecimiento poblacional es negativo (0,1% anual entre 2003 y 2008). Más de 24% de los italianos tienen 60 años o más; y 40% de la franja entre 30 y 40 años viven solteros con sus padres.

Al unificarse el sistema mundial por la implosión de la Unión Soviética (1991), Europa intentó competir a través de la ampliación y profundización de su mercado interno. Para eso incorporó a los países de Europa Oriental, más las dos pequeñas islas de Chipre y Malta y lanzó la moneda única (Euro/1999), asumida por los 17 integrantes de la Zona. El resultado fue una etapa de crecimiento y aumento del comercio internacional, sobre todo intra-europeo. Pero las dos medidas de orden doméstico pronto se revelaron como limitaciones decisivas en el nuevo contexto global. En primer lugar, el punto de referencia respecto a la competitividad/productividad regional no estuvo situado en lo más avanzado de la economía mundial, sino en el marco interno europeo.

Fue sinónimo de Alemania, potencia productiva e industrial sólo que en el sector de la manufactura tradicional (automotores, máquinas-herramientas) y no en las actividades altamente innovadoras de informática e Internet, ajenas a la República Federal.

La moneda única terminó de unificar a los 17 países de la Zona, pero lo hizo tras eliminar el riesgo en los préstamos a Europa periférica (Italia, España, Grecia, Portugal e Irlanda) ; y así logró el “milagro” de que préstamos a 30 años en Grecia tuvieran el mismo costo que en Alemania. Por eso los países de la periferia europea crecieron durante 10 años, a pesar de que sus niveles de productividad eran negativos o divergentes con los de la República Federal. Así, el intento europeo de competir en la nueva economía global tuvo un doble carácter interno; y esto mientras el capitalismo experimentaba la más grande transformación productiva y tecnológica desde la Revolución Industrial (1780).

El capitalismo es un proceso de “destrucción creadora”, que se ha acelerado con la irrupción de un sistema hiperconectado y global; y en los últimos 10 años, toda la “creación” ocurrió fuera de Europa y prácticamente nada de la “destrucción” sucedió dentro de sus fronteras. Llegó para Europa el momento de la verdad; y esto cuando la crisis de la deuda queda atrás.
Fuente: Clarín, 18/03/12.
El Dr. Jorge Castro es analista internacional y presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico.
Más información en: www.agendaestrategica.com.ar

El Banco Central Europeo inyecta liquidez

marzo 1, 2012

El Banco Central Europeo inyecta otra gigantesca dosis de liquidez

Por David Enrich y Charles Forelle

 

LONDRES — El Banco Central Europeo otorgó 529.500 millones de euros (US$712.810 millones) en préstamos baratos a tres años a 800 bancos, el esfuerzo más reciente de la entidad por detener una crisis financiera que está entrando en su tercer año.

Los préstamos del miércoles se suman a los 489.200 millones de euros en créditos similares que el BCE repartió a 523 bancos a fines de diciembre. La meta de la entidad es ayudar a bancos con problemas a pagar deudas que vencen y persuadirlos para que presten a gobiernos y clientes con pocos recursos. La aceptación de los préstamos de esta semana fue más o menos consistente con lo que banqueros, inversionistas y analistas habían previsto.

Los préstamos de diciembre contribuyeron a un gran impulso de la deuda española e italiana, en particular entre bonos que vencen antes de que se venzan los préstamos del BCE. Esta vez, los títulos españoles e italianos a dos años registraron alzas moderadas, lo que redujo los rendimientos.

El precio del bono de Italia a 10 años, un indicador clave de la confianza de los inversionistas en la zona euro, también se fortaleció, lo que impulsó el retorno a 5,19%, comparado con 5,31% antes de que el BCE revelara la magnitud de sus créditos.

De todos modos, la reacción del mercado en general fue tibia, una señal de que el tamaño del programa no sorprendió. La gran disponibilidad de liquidez es suficiente para aliviar los temores de que los mercados de bonos podrían quedarse sin dinero, pero no tan grande como para sugerir que habrá grandes volúmenes de efectivo que inundarán los mercados.

El BCE no revela las identidades de los bancos que pidieron prestado, con la esperanza de evitar se que le asigne cualquier estigma al programa. Cerca de dos tercios de los créditos fueron a bancos de tres países de la zona euro: dos en la llamada «periferia», probablemente España e Italia, y uno en el «corazón», tal vez Francia o Alemania.

Una serie de bancos europeos informó que participó. En España, Banco Bilbao Vizcaya Argentaria SA, que pidió prestados 11.000 millones de euros en diciembre, afirmó que recibió una cantidad similar en esta ocasión. El banco británico Lloyds Banking Group PLC tomó 11.400 millones de libras (US$18.100 millones) luego de no participar en la ronda anterior. Intesa Sanpaolo SpA, de Italia, tomó prestados 24.000 millones de euros, duplicando los 12.000 millones que recibió dos meses antes.

«Nos está dando una póliza de seguros contra cualquier problema de liquidez», señaló en una entrevista el presidente de la junta directiva de Intesa, Andrea Beltratti.

La Operación de Refinanciación a Largo Plazo (LTRO, por sus siglas en inglés) del BCE ha emergido como quizás el arma más poderosa en el arsenal europeo para combatir la crisis.

Antes de que se anunciara el año pasado, los préstamos del BCE en general tenían que ser devueltos en un año como mucho. Ahora los bancos pueden pedir prestado virtualmente cantidades ilimitadas durante tres años a una tasa de interés de 1%, bien por debajo de lo que pagarían si tomaran un crédito en otro lado.

Un fenómeno similar de carry trade, o bicibleta financiera, ayudó a los bancos de EE.UU. a salir de la crisis de 2007-2008.

La primera entrega de liquidez del BCE en diciembre eliminó en gran medida el riesgo de que un banco se desplomara de repente por quedarse sin dinero.

También redujo las probabilidades de que los bancos tuvieran que deshacerse de grandes cantidades de préstamos y otros activos para reducir sus necesidades de financiación.

Algunos bancos, en particular en España e Italia, usaron partes de esos fondos para comprar bonos con mayores retornos emitidos por sus gobiernos en un momento en que muchos inversionistas seguían nerviosos, lo que ayudó a reducir los costos de financiación de los gobiernos.

Muchos bancos, en cambio, usaron los fondos principalmente para pagar deudas que vencían o simplemente depositaron el dinero en otros bancos o en el mismo BCE, aunque ofrecieran un retorno menor. La inyección no logró satisfacer la esperanza de algunos políticos de que estimulara los préstamos de los bancos a los consumidores en economías europeas con problemas.

La pregunta ahora es si los bancos usarán la segunda dosis de liquidez del BCE para financiar nuevos préstamos e inversiones, en especial a individuos y pequeñas empresas sedientas de crédito en medio de la crisis bancaria.

Beltratti, por ejemplo, indicó que Intesa usará una parte de los 24.000 millones de euros que tomó prestados esta semana para comprar bonos del gobierno italiano con vencimientos a tres años o menos.

«Aún hay margen para una estrategia de corretaje rentable», dijo, y agregó que el banco también destinará dinero a crétidos nuevos.
Fuente: The Wall Street Journal, 29/02/12.

La (des)Unión Europea: cómo se globalizó la crisis

febrero 19, 2012

La (des)Unión Europea: cómo se globalizó la crisis

Por Charles Forelle y Marcus Walker

 

Durante una reunión a puertas cerradas en Washington el 14 de abril (de 2011), el esfuerzo de Europa por contener su crisis de deuda comenzó a desmoronarse.

En la mansión de 19 dormitorios del embajador francés, ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales de las mayores economías del mundo escucharon a Dominique Strauss-Khan, entonces cabeza del Fondo Monetario Internacional, lanzar un ultimátum.

Grecia, el país que desató la crisis de deuda, necesitaría un rescate mucho mayor al planeado, indicó Strauss-Khan. A no ser que Europa aportara más efectivo, el FMI, que un año antes había acordado compartir la carga con los países europeos, no entregaría más ayuda para Atenas.

La advertencia causó una división entre los representantes de la zona euro sobre quién debería pagar para salvar a Grecia de la mayor bancarrota nacional de la historia. ¿Sólo los contribuyentes europeos? ¿O los bancos que le habían prestado a Grecia demasiado durante la burbuja de crédito global también deberían sufrir las consecuencias?

Al FMI no le importaba cómo, mientras todo quedara resuelto para mediados de año. «Necesitamos una decisión», afirmó Strauss-Khan.

Iba a ser un período fatídico para Europa. Una investigación de The Wall Street Journal, basada en más de dos decenas de entrevistas con autoridades de la zona euro, reveló la forma en que la unión monetaria cayó en la indecisión y no logró hacer frente ni a las preocupaciones inmediatas de los inversionistas ni a la debilidad fundamental que socavaba al euro. La consecuencia fue que una crisis en unas pocas economías pequeñas se convirtió en una amenaza para la supervivencia de la moneda común de Europa y un peligro para la economía global.

En abril, tras un año de drama y rescates, la zona euro parecía haber contenido la crisis inmediata a Grecia y otros países pequeños. De forma crucial, economías del bloque como España e Italia habían evitado la fuga desesperada de capitales.

Pero para julio, la división entre líderes de la zona sobre quién debía soportar la carga de la deuda de Grecia había llevado a los inversionistas a rehuir todos los países del euro con finanzas frágiles. Como un incendio fuera de control, la creciente incertidumbre amenazaba con envolver a todo el sur endeudado de Europa, arrasar con los recursos de su norte más rico y destruir el símbolo del sueño europeo de unidad, su moneda común.

Ahora, cuando los líderes del bloque se apresuran a labrar una alianza política más cercana, la lección de ese período se amplifica. La confianza del inversionista en la deuda pública es parte del cimiento del que dependen todos los estados. Y en la moneda común europea —un experimento único con el sustento de 330 millones de personas— los países ganarán o perderán esa confianza juntos.

La disputa en la reunión de Washington dividió a dos de los grandes hombres del continente, ambos nacidos en 1942 y ambos entre los padres del euro.

Wolfgang Schäuble, el ascético e irascible ministro de Finanzas de Alemania, comprendió el ultimátum del FMI. La zona euro debía idear un segundo paquete de rescate para Grecia para mediados de año, justo un año después de acordar un préstamo por 110.000 millones de euros, o US$140.000 millones.

Pero entonces, afirmó Schäuble: «No podemos simplemente comprar la parte de los inversionistas privados» con dinero de los contribuyentes. Los tenedores de bonos de Grecia tendrían que prestar más dinero, propuso Schäuble, en vez de tomar el pago por los bonos cuando venzan.

Jean-Claude Trichet, el cortés presidente francés del Banco Central Europeo, advirtió que no era conveniente obligar a los bonistas a aportar más dinero, lo que definitivamente retrasaría el pago. «Los inversionistas evitarían todos los bonos de la zona euro», dijo.

La reunión de abril terminó sin conclusiones.

El debate sobre obligar a los bonistas a contribuir al nuevo rescate para Grecia —conocido como involucramiento del sector privado— dividió a los países de la zona euro.

Alemania tenía aliados. En Holanda y Finlandia, gobiernos nuevos les habían prometido a los votantes que no pagarían por los problemas en países mediterráneos menos frugales. Romper esas promesas podría causar rebeliones en el Parlamento.

Pero Francia se sumó al BCE a la hora de resistirse a compartir la carga con los tenedores de bonos.

Tres semanas después de la reunión en Washington, el viernes 6 de mayo, irrumpió el pánico. El semanario alemán Der Spiegel reportó que Grecia pensaba abandonar la zona euro, y que las autoridades sostendrían una reunión secreta esa noche en Luxemburgo. El informe era cierto a medias. Hubo una reunión, pero Grecia no iba a marcharse.

Dentro de una casa de campo, altos funcionarios de la zona euro le dijeron al ministro de Finanzas de Grecia que esperaban más austeridad y reformas más rápidas a cambio de un nuevo paquete de ayuda.

Entonces Schäuble dijo que quería hablar sobre cómo funcionaría compartir la carga con los bonistas. Trichet, habitualmente de modales serenos, perdió la paciencia. «Quiero dejar sentada mi posición», insistió. «No estoy de acuerdo con que se involucre el sector privado, así que no tomaré parte en una discusión sobre los detalles prácticos».

La determinación de Trichet fue vital. Si el BCE dejaba de aceptar los bonos griegos como garantía por sus préstamos a bancos debido a que los bonos estaban en cesación, entonces los bancos griegos, que estaban llenos de los bonos de su gobierno, se quedarían rápidamente sin efectivo y colapsarían. Eso aumentaría radicalmente el costo de un rescate.

En Grecia, se iniciaba una nueva ola de huelgas y protestas masivas. Los manifestantes, enojados sobre la imposición europea de más recortes del gasto y aumentos de impuestos, chocaron con la policía frente al Parlamento de Atenas en las protestas más extensas y violentas en un año.

El jefe del FMI debía hablar del tema con la canciller alemana, Angela Merkel, en Berlín el 15 de mayo, y con ministros de la zona euro en Bruselas al día siguiente.

Strauss-Khan no pudo asistir. La policía de Nueva York lo sacó del avión con destino a París en el que se encontraba y lo acusó de atacar sexualmente a una mucama de hotel. (Los cargos fueron retirados luego, y los fiscales afirmaron que dudaban de la confiabilidad de la mucama).

El FMI envió a Bruselas un funcionario de menor rango, quien no tenía peso para apartarse del plazo impuesto por el Fondo.

El 1 de junio, el segundo de Schäuble, Jörg Asmussen, presentó un plan alemán durante una reunión de autoridades de Finanzas en Viena, en el palacio de Hofburg. Implicaba presionar a los bonistas griegos para que canjearan su deuda griega por nuevos bonos que vencerían mucho más adelante. Eso recortaría la cantidad de financiación que Grecia necesitaría de los contribuyentes europeos.

Grecia se sumergía en el caos. La exigua mayoría del acorralado primer ministro, George Papandreu, se desgastaba. El 15 de junio, una manifestación en la plaza central de Atenas se salió de cauce.

Solo en su oficina, Papandreu llamó al líder de la oposición parlamentaria y ofreció abrir el camino hacia un gobierno de unidad nacional. Las conversaciones fracasaron, y el gobierno griego siguió adelante muy debilitado.

Incluso Merkel tenía algunas dudas sobre la férrea insistencia de su ministro de Finanzas en que los bonistas griegos soportaran pérdidas. El 17 de junio, conversó sobre un plan más suave con el presidente francés Nicolás Sarkozy: un acuerdo de caballeros por el cual los bonos griegos serían pagados pero los bonistas se ofrecerían a comprar otros nuevos.

Schäuble se plantó. El veterano político conservador era el mayor partidario en Berlín del sueño europeo, pero también era el guardián de las finanzas de Alemania.

Cuando los ministros de Finanzas se volvieron a reunir el 20 de junio, Schäuble fue más allá. Debería decírseles a los bonistas griegos que no sólo deben aceptar un retraso en el pago, sostuvo, sino también perdonar parte de la deuda griega.

A medida que la economía griega avanzaba hacia una caída libre, sus deudas aumentaban más allá de la capacidad del país de pagar, sostuvieron los alemanes y sus aliados del Norte. Trichet y los países del Sur se resistieron. Las conversaciones se prolongaron durante horas. Los ministros sabían que no podían irse sin lograr algún tipo de acuerdo.

El Parlamento griego debatió las medidas de austeridad adicionales que pedía Europa.

Europa no había resuelto cómo mantener a flote a Grecia. El FMI —cuya demanda de una decisión había desatado toda la discusión— suavizó su ultimátum. Funcionarios del Fondo sostuvieron que estaban satisfechos con que Europa ideara algún tipo de rescate nuevo, y le envió a Grecia su ayuda el 8 de julio.

No fue suficiente para calmar a los mercados. La venta generalizada en los mercados de bonos obligó a los líderes a convocar a una cumbre de emergencia el 21 de julio.

Decidida a no permitir que la cumbre culminara sin un acuerdo, Merkel invitó a Berlín a Sarkozy, quien se oponía a la propuesta alemana sobre pérdidas para los bonistas.

Finalmente, Sarkozy afirmó que aceptaría que se involucrara el sector privado, si Merkel dejaba de oponerse a darle al fondo de rescate de la zona euro amplios poderes para comprar deuda de países débiles directamente y tomar medidas para proteger a países como España e Italia contra el contagio en el mercado de bonos. Merkel accedió.

A regañadientes, Trichet dio su aprobación. Pero fijó condiciones. Los gobiernos deberían asegurar los bonos griegos contra cesación de pagos para que el BCE pudiera continuar aceptándolos como colateral. Y deberían dejar en claro que ningún otro país excepto Grecia podría reestructurar su deuda.

Cuando los líderes de reunieron en la cumbre, Merkel admitió que el fantasma de las pérdidas para los bonistas estaba causando agitación en los mercados. Pero, indicó, reducir parte de la deuda griega era esencial.

Los 17 países del euro debieron acordar la participación del sector privado. Pero ante los cálculos de que el plan reduciría la deuda griega en sólo 19.000 millones de euros sobre más de 350.000 millones de euros en total, el primer ministro holandés, Mark Rutte, no quiso seguir adelante.

Horas más tarde, los líderes emitieron un comunicado. Para apaciguar a los que se resistían, mencionó los puntos clave de forma amplia y sin expresar compromiso; ofrecía la posibilidad de garantías para Finlandia (que quería más colateral a cambio de más crédito para Grecia) y describía el complejo acuerdo sobre bonistas en unas pocas oraciones y un lenguaje vago que le traería problemas al bloque más adelante.

Funcionarios tuvieron problemas para explicar el nuevo rescate griego y las pérdidas para bonistas. Analistas bancarios emitieron informes imprecisos.

La confianza de los inversionistas tambaleó cuando se hizo evidente que el compromiso alcanzado por Europa incluía lo peor de ambos mundos. Grecia sería empujada a un incumplimiento histórico: la primera vez en casi 60 años que un país desarrollado de Occidente no podía pagar sus deudas. Pero la cesación era tan pequeña que a Grecia aún le quedaba con una agobiante carga de deuda.

Y luego los funcionarios europeos se fueron de vacaciones. Los bonistas no. Huyeron en masa.
Fuente: The Wall Street Journal, enero 2012.

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