El canje de bonos griegos no pone fin a la crisis

marzo 10, 2012

El canje de bonos griegos no pone fin a crisis

Por Richard Barley

 

La mayoría de los tenedores de bonos griegos cedieron ante lo inevitable. Cuando les pidieron que formaran parte de la mayor reestructuración de deuda soberana de la historia, de 206.000 millones de euros, los tenedores de 172.000 millones de euros en bonos accedieron. Las cláusulas de acción colectiva elevarán la aceptación a 197.000 millones de euros, que corresponde al 95,7% del total, lo que posiblemente activará los canjes por incumplimiento crediticio, o CDS. Grecia debería obtener su segundo rescate, y la amenaza que representaba para los mercados mundiales debería amainar. Pero aún hay algunos cabos sueltos.

Algunos tenedores de bonos decidieron no aceptar el canje. Los 25.000 millones de euros en bonos bajo las leyes griegas que aún están en circulación serán tratados a través de cláusulas de acción colectiva. Lo que es más importante, cerca de 9.000 millones de euros en bonos regidos por leyes internacionales y de emprendimientos estatales, donde los inversionistas podrían tener una posición más fuerte, no aceptaron el canje. Grecia ha extendido la subasta para esos bonos hasta el 23 de marzo, y advirtió que después de esa fecha, no habrá una oferta mejor.

Si persisten los indecisos, tendrán que llegar a un acuerdo con ellos. Una cesación de pagos sobre esos bonos es una posibilidad, porque ya no representan un problema sistémico. Es poco probable que los gobiernos de la zona del euro destinen más efectivo de los contribuyentes para repagar completamente a algunos tenedores de bonos privados. Los tenedores de bonos tendrán entonces que buscar sus oportunidades a través de los tribunales.

En tanto, los inversionistas que participan aún no pueden respirar tranquilos. Obtendrán un 15% de sus tenencias en títulos similares al efectivo y un 31,5% en nuevos bonos griegos, más un valor vinculado al crecimiento del producto interno bruto de Grecia. Pero los nuevos bonos se negociaban el viernes entre 20 y 25 centavos por cada euro, lo que sugiere que los inversionistas no creen que la deuda griega sea ahora más sustentable.

La mayor parte de la deuda griega estará ahora en manos oficiales, lo que hará cualquier cesación de pagos futura más un dolor de cabeza para los gobiernos de la eurozona que para los mercados. Y las necesidades de financiamiento de Grecia han sido fuertemente reducidas gracias a los bajos cupones de los nuevos bonos -de apenas el 2% hasta el 2015 y del 3% hasta el 2020, con aumentos posteriores- al recorte de las tasas de interés y la extensión a los vencimientos de los préstamos oficiales. El programa es difícil, pero no está inevitablemente destinado al fracaso como sugieren algunos.

Una preocupación mayor es que el éxito del canje ha proporcionado un parámetro para futuras reestructuraciones de deudas soberanas. Se ha roto un tabú. Hasta ahora, hay pocas señales de que el acuerdo haya generado un contagio hacia Portugal. Pero si la dinámica de la deuda portuguesa empeora significativamente este año, la zona del euro podría tener problemas para persuadir a los mercados a creer en su mantra de que Grecia es un caso aislado.
Fuente: The Wall Street Journal, 10/03/12.

El rescate para Grecia deja sólo una sensación de alivio temporal

febrero 22, 2012

El rescate para Grecia deja sólo una sensación de alivio temporal

Por Stephen Fidler

 

Las señales de triunfalismo brillaron por su ausencia luego de que se anunciara el acuerdo de rescate financiero y reestructuración de la deuda griega en la madrugada del martes. La crisis de la zona euro, que se prolonga por dos años, ya ha causado demasiadas decepciones.

La sensación que imperaba era de alivio después de que meses de negociaciones orientadas a reducir el oneroso endeudamiento de Grecia finalmente llegaran a buen puerto. El acuerdo «cierra la puerta a un escenario de una cesación de pagos descontrolada, con todas sus graves implicaciones económicas y sociales», dijo José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea.

No sólo eso. El pacto elimina, al menos durante el futuro cercano, la ansiedad de que algunas autoridades alemanas y de otros países estaban tratando de expulsar a Grecia de la zona euro.

Los ministros de Finanzas de la zona euro ultimaron los detalles de un paquete de rescate de 130.000 millones de euros, cerca de US$172.000 millones, bajo el cual los acreedores aceptan una reducción de 53,5% en el principal de sus bonos griegos como parte de un gigantesco canje que recortará 107.000 millones de euros de la deuda del país.

El convenio, no obstante, aún deja a Grecia con una deuda pública enorme y su ejecución no será nada fácil. El programa podría descarrilarse e impedir la reactivación de la economía después de varios años de una recesión devastadora que ha provocado malestar social e incertidumbre política.

El pacto «demuestra que el imperativo de mantener a Grecia en la zona euro es más importante que el resto de las consideraciones», dijo Daragh Maher, estratega cambiario de HSBC Global Research. «También socava las teorías de la conspiración que sostenían que algunos estataban tratando de marginar a Grecia de la zona euro».

El pacto del martes, sin embargo, no marca el fin de la crisis griega. Los inversionistas privados tendrán que intercambiar sus bonos viejos por nuevos instrumentos, lo que obligará a algunos a asumir pérdidas que podrían ascender a una tercera parte de la inversión.

Si una cantidad lo suficientemente importante de tenedores de bonos se niega a hacerlo (el pacto contempla una participación inusualmente alta de 95% de los acreedores privados), el proceso podría derivar en una serie de demandas judiciales. Los recursos para financiar el plan, así como los 30.000 millones de euros en bonos de alta calidad ofrecidos para atraer a los inversionistas, tienen que ser aprobados antes de fines de marzo por los parlamentos de los países miembros de la zona euro. Eso significa que el canje no se puede completar antes del 20 de marzo, cuando vence un importante pago de deuda.

Si bien esta situación podría generar nerviosismo, lo que moderó el entusiasmo por el acuerdo fue la sobria evaluación del Fondo Monetario Internacional. Los riesgos en este programa económico «propenso a los accidentes» se inclinan hacia el lado negativo, dijo la entidad, que agregó que no sería de extrañar que la deuda griega «tome una trayectoria de aumento constante».

Sony Kapoor, director ejecutivo del centro de estudios financieros Re-Define dijo que incluso esta sombría opinión del FMI recurre a la «gimnasia aritmética» para producir las proyecciones optimistas necesarias para que la meta de la deuda de Grecia llegue a 120,5% del PIB en 2020. En la actualidad, la deuda pública griega equivale a más de 164% del PIB.

El problema, como lo reconoce el propio FMI, es el tratamiento que se ofrece para curar al paciente. Se le está pidiendo que rebaje su deuda respecto al PIB al mismo tiempo que lleva a cabo una reducción necesaria de salarios y otros costos para elevar la competitividad de la economía. A su vez, mejorar la competitividad y aumentar las exportaciones será un proceso lento. Como resultado, muchos observadores no se preguntan si el severo e impopular programa se desbaratará, sino cuándo.
Fuente: The Wall Street Journal, 21/02/12.

El rescate no es el fin de la historia griega

febrero 21, 2012

El rescate no es el fin de la historia griega

Por Simon Nixon

 

Tras semanas de llevar la situación al borde del precipicio, mucha animosidad y el incumplimiento de fecha límite tras fecha límite, un acuerdo de deuda griega finalmente podría estar al alcance de la mano. Los ministros de Finanzas europeos se reunirán el lunes para decidir si aprobar un paquete de rescate de 130.000 millones de euros (US$170.900 millones) diseñado para reducir las deudas de Grecia a 120% de su PIB para 2020.

En los últimos días, un acuerdo había parecido imposible, tomando en cuenta el colapso casi total de la confianza de la euro zona en la clase política griega en general y en el líder de la oposición —y probable próximo primer ministro— Antonis Samaras. Incluso ahora, un acuerdo depende de que Grecia acceda a realizar sacrificios aún más humillantes en cuanto a la soberanía del dinero de rescate para priorizar el pago de intereses de deuda, y donde la zona euro tenga poderes extra en el escrutinio de los asuntos griegos.

Pero un acuerdo será un alivio para Grecia, la zona euro y los mercados: una cesación de pagos grave casi sin dudas llevaría a Grecia a abandonar la zona euro en circunstancias desconocidas pero potencialmente catastróficas. Por supuesto, Grecia aún deberá sortear muchos más obstáculos antes de recibir el dinero. El rescate depende de que Atenas logre asegurarse 100.000 millones de euros en alivio de deuda por parte de bonistas del sector privado, ya sea un acuerdo voluntario o al poner en marcha cláusulas de acción colectiva que deberán ser agregadas a los bonos en retrospectiva. Además, Grecia aún tiene que cumplir con más de 20 condiciones pendientes impuestas en su rescate previo de 110.000 millones de euros.

En tanto, el rescate deberá ser ratificado por buena parte de los parlamentos nacionales de la zona euro, incluidos los de Alemania, Finlandia y Holanda, países que tienen reservas sobre el acuerdo.

El que alivio proporcionado por el acuerdo sea de corto plazo o más duradero depende de lo que suceda a continuación. El segundo rescate griego sólo contribuirá a una resolución de la crisis del euro si las autoridades europeas reconocen que es sólo un paso en lo que seguramente sea un largo proceso para solucionar las fallas en la unión monetaria europea y no el último paso de ese proceso.

La racha favorable en los mercados desde diciembre le debe mucho al optimismo cauto de que la euro zona finalmente esté desarrollando una respuesta política coherente a la crisis del euro como a las medidas decisivas tomadas por el Banco Central. Los inversionistas apuestan a que los cambios de gobierno en Italia y España, y la creación de un pacto fiscal han generado el espacio político para la integración política y fiscal más profunda que se necesita para terminar con la crisis. Los mercados considerarán el acuerdo griego como una confirmación más de que existe la voluntad política para salvar al euro. Si los líderes, en cambio, interpretan este alivio como evidencia de que su trabajo está hecho y no realizan reformas más profundas, los mercados se tomarán una venganza terrible.

Eso es así porque pocos creen que un rescate que deja a Grecia con una carga de deuda equivalente a 120% de su PIB tenga posibilidades de funcionar. Cierto, cualquier evaluación de la sustentabilidad de la deuda griega posterior al rescate dependerá en parte de la tasa de interés y el perfil de vencimiento de la nueva deuda de país, incluyendo cualquier cambio a los términos de préstamos del sector oficial. La proporción deuda-PIB incluso podría caer por debajo de 120% antes de 2020 si la aceptación del canje de bonos por parte del sector privado es de 100% y el BCE accede a renunciar a las ganancias sobre su propia exposición de 45.000 millones de euros, según Credit Suisse. Pero esto depende en gran medida de lo que suceda con la economía griega. Muchos temen que tras cinco años de recesión durante los cuales el PIB cayó 14%, Grecia esté experimentando una fatiga ante la austeridad y que ya no hay apoyo político para implementar las reformas estructurales vitales para impulsar el crecimiento. Además, luego de dos años de objetivos no conseguidos, la confianza en los pronósticos oficiales es comprensiblemente muy baja.

La percepción de que este rescate no funcionará es tóxica ya que significa que la membresía de Grecia en la zona euro sigue en entredicho. Luego del acuerdo más reciente, el sector privado quedará con apenas un 30% de la deuda soberana griega, la cual se encontrará amparada por las leyes británicas, limitando las posibilidades de una nueva reducción de deuda en el futuro. Eso sugiere que cualquier pérdida futura quedará en manos de los contribuyentes griegos, algo que lo hace más difícil de vender políticamente y que podría alimentar las demandas de que Grecia sea expulsada de la unión. ¿Quién comerciará con Grecia si pende esa amenaza sobre ella? ¿Quién proveerá las inversiones vitales para crear nuevos empleos y crecimiento?

Por lo tanto, los líderes deben usar cualquier respiro que les de el rescate para profundizar la integración europea. Los inversionistas necesitan convencerse de que existe la voluntad política para salvar al euro, los votantes en Grecia necesitan convencerse de que vale la pena salvarlo.

La crisis ha desatado fuerzas poderosas y poderosamente repelentes a lo largo del continente, lo cual se refleja en el creciente apoyo a los partidos extremistas. Al mismo tiempo, la creciente aversión al riesgo entre los bancos, inversionistas y empresas amenaza con resquebrajar silenciosamente a la euro zona, a medida que los flujos de capital trasnacionales y el comercio se congelan. El BCE ha contribuido a esta balcanización del sistema financiero al permitir que los bancos centrales nacionales fijen reglas de colateral individuales.

Sólo una poderosa demostración de acción política colectiva puede revertir estas tendencias. Aliviar los términos del rescate de Portugal e Irlanda, reconociendo el cumplimiento de sus programas de austeridad, enviaría una señal de que la euro zona entiende la importancia de la zanahoria tanto como del garrote. La Unión Europea también debe profundizar urgentemente el mercado común, incluyendo el continuar con las medidas para liberalizar los sectores de energía y servicios y reformar la política agrícola común. También debería expandir el Banco de Inversión Europeo e impulsar los fondos estructurales para financiar un Plan Marshall genuino para Grecia y otros países periféricos.

Finalmente, la euro zona necesita reconocer que no habrá una solución a la crisis hasta que el destino de su sistema bancario se separe del de sus bonos soberanos. Eso requerirá la creación de un seguro de depósitos pan europeo y finalmente los euro bonos para darle a los bancos un activo alterno sin riesgos.

A menos que esto es lo que tengan en mente los ministros de finanzas de la euro zona cuando se sienten el lunes, no tienen por qué estar firmando el acuerdo. Para continuar con un rescate imperfecto, sin un plan para acelerar la integración de la euro zona y crear una unión monetaria funcional sería un acto de cinismo calculado que simplemente profundizaría la agonía griega, y la europea.
Fuente: The Wall Street Journal, 20/02/12.

La (des)Unión Europea: cómo se globalizó la crisis

febrero 19, 2012

La (des)Unión Europea: cómo se globalizó la crisis

Por Charles Forelle y Marcus Walker

 

Durante una reunión a puertas cerradas en Washington el 14 de abril (de 2011), el esfuerzo de Europa por contener su crisis de deuda comenzó a desmoronarse.

En la mansión de 19 dormitorios del embajador francés, ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales de las mayores economías del mundo escucharon a Dominique Strauss-Khan, entonces cabeza del Fondo Monetario Internacional, lanzar un ultimátum.

Grecia, el país que desató la crisis de deuda, necesitaría un rescate mucho mayor al planeado, indicó Strauss-Khan. A no ser que Europa aportara más efectivo, el FMI, que un año antes había acordado compartir la carga con los países europeos, no entregaría más ayuda para Atenas.

La advertencia causó una división entre los representantes de la zona euro sobre quién debería pagar para salvar a Grecia de la mayor bancarrota nacional de la historia. ¿Sólo los contribuyentes europeos? ¿O los bancos que le habían prestado a Grecia demasiado durante la burbuja de crédito global también deberían sufrir las consecuencias?

Al FMI no le importaba cómo, mientras todo quedara resuelto para mediados de año. «Necesitamos una decisión», afirmó Strauss-Khan.

Iba a ser un período fatídico para Europa. Una investigación de The Wall Street Journal, basada en más de dos decenas de entrevistas con autoridades de la zona euro, reveló la forma en que la unión monetaria cayó en la indecisión y no logró hacer frente ni a las preocupaciones inmediatas de los inversionistas ni a la debilidad fundamental que socavaba al euro. La consecuencia fue que una crisis en unas pocas economías pequeñas se convirtió en una amenaza para la supervivencia de la moneda común de Europa y un peligro para la economía global.

En abril, tras un año de drama y rescates, la zona euro parecía haber contenido la crisis inmediata a Grecia y otros países pequeños. De forma crucial, economías del bloque como España e Italia habían evitado la fuga desesperada de capitales.

Pero para julio, la división entre líderes de la zona sobre quién debía soportar la carga de la deuda de Grecia había llevado a los inversionistas a rehuir todos los países del euro con finanzas frágiles. Como un incendio fuera de control, la creciente incertidumbre amenazaba con envolver a todo el sur endeudado de Europa, arrasar con los recursos de su norte más rico y destruir el símbolo del sueño europeo de unidad, su moneda común.

Ahora, cuando los líderes del bloque se apresuran a labrar una alianza política más cercana, la lección de ese período se amplifica. La confianza del inversionista en la deuda pública es parte del cimiento del que dependen todos los estados. Y en la moneda común europea —un experimento único con el sustento de 330 millones de personas— los países ganarán o perderán esa confianza juntos.

La disputa en la reunión de Washington dividió a dos de los grandes hombres del continente, ambos nacidos en 1942 y ambos entre los padres del euro.

Wolfgang Schäuble, el ascético e irascible ministro de Finanzas de Alemania, comprendió el ultimátum del FMI. La zona euro debía idear un segundo paquete de rescate para Grecia para mediados de año, justo un año después de acordar un préstamo por 110.000 millones de euros, o US$140.000 millones.

Pero entonces, afirmó Schäuble: «No podemos simplemente comprar la parte de los inversionistas privados» con dinero de los contribuyentes. Los tenedores de bonos de Grecia tendrían que prestar más dinero, propuso Schäuble, en vez de tomar el pago por los bonos cuando venzan.

Jean-Claude Trichet, el cortés presidente francés del Banco Central Europeo, advirtió que no era conveniente obligar a los bonistas a aportar más dinero, lo que definitivamente retrasaría el pago. «Los inversionistas evitarían todos los bonos de la zona euro», dijo.

La reunión de abril terminó sin conclusiones.

El debate sobre obligar a los bonistas a contribuir al nuevo rescate para Grecia —conocido como involucramiento del sector privado— dividió a los países de la zona euro.

Alemania tenía aliados. En Holanda y Finlandia, gobiernos nuevos les habían prometido a los votantes que no pagarían por los problemas en países mediterráneos menos frugales. Romper esas promesas podría causar rebeliones en el Parlamento.

Pero Francia se sumó al BCE a la hora de resistirse a compartir la carga con los tenedores de bonos.

Tres semanas después de la reunión en Washington, el viernes 6 de mayo, irrumpió el pánico. El semanario alemán Der Spiegel reportó que Grecia pensaba abandonar la zona euro, y que las autoridades sostendrían una reunión secreta esa noche en Luxemburgo. El informe era cierto a medias. Hubo una reunión, pero Grecia no iba a marcharse.

Dentro de una casa de campo, altos funcionarios de la zona euro le dijeron al ministro de Finanzas de Grecia que esperaban más austeridad y reformas más rápidas a cambio de un nuevo paquete de ayuda.

Entonces Schäuble dijo que quería hablar sobre cómo funcionaría compartir la carga con los bonistas. Trichet, habitualmente de modales serenos, perdió la paciencia. «Quiero dejar sentada mi posición», insistió. «No estoy de acuerdo con que se involucre el sector privado, así que no tomaré parte en una discusión sobre los detalles prácticos».

La determinación de Trichet fue vital. Si el BCE dejaba de aceptar los bonos griegos como garantía por sus préstamos a bancos debido a que los bonos estaban en cesación, entonces los bancos griegos, que estaban llenos de los bonos de su gobierno, se quedarían rápidamente sin efectivo y colapsarían. Eso aumentaría radicalmente el costo de un rescate.

En Grecia, se iniciaba una nueva ola de huelgas y protestas masivas. Los manifestantes, enojados sobre la imposición europea de más recortes del gasto y aumentos de impuestos, chocaron con la policía frente al Parlamento de Atenas en las protestas más extensas y violentas en un año.

El jefe del FMI debía hablar del tema con la canciller alemana, Angela Merkel, en Berlín el 15 de mayo, y con ministros de la zona euro en Bruselas al día siguiente.

Strauss-Khan no pudo asistir. La policía de Nueva York lo sacó del avión con destino a París en el que se encontraba y lo acusó de atacar sexualmente a una mucama de hotel. (Los cargos fueron retirados luego, y los fiscales afirmaron que dudaban de la confiabilidad de la mucama).

El FMI envió a Bruselas un funcionario de menor rango, quien no tenía peso para apartarse del plazo impuesto por el Fondo.

El 1 de junio, el segundo de Schäuble, Jörg Asmussen, presentó un plan alemán durante una reunión de autoridades de Finanzas en Viena, en el palacio de Hofburg. Implicaba presionar a los bonistas griegos para que canjearan su deuda griega por nuevos bonos que vencerían mucho más adelante. Eso recortaría la cantidad de financiación que Grecia necesitaría de los contribuyentes europeos.

Grecia se sumergía en el caos. La exigua mayoría del acorralado primer ministro, George Papandreu, se desgastaba. El 15 de junio, una manifestación en la plaza central de Atenas se salió de cauce.

Solo en su oficina, Papandreu llamó al líder de la oposición parlamentaria y ofreció abrir el camino hacia un gobierno de unidad nacional. Las conversaciones fracasaron, y el gobierno griego siguió adelante muy debilitado.

Incluso Merkel tenía algunas dudas sobre la férrea insistencia de su ministro de Finanzas en que los bonistas griegos soportaran pérdidas. El 17 de junio, conversó sobre un plan más suave con el presidente francés Nicolás Sarkozy: un acuerdo de caballeros por el cual los bonos griegos serían pagados pero los bonistas se ofrecerían a comprar otros nuevos.

Schäuble se plantó. El veterano político conservador era el mayor partidario en Berlín del sueño europeo, pero también era el guardián de las finanzas de Alemania.

Cuando los ministros de Finanzas se volvieron a reunir el 20 de junio, Schäuble fue más allá. Debería decírseles a los bonistas griegos que no sólo deben aceptar un retraso en el pago, sostuvo, sino también perdonar parte de la deuda griega.

A medida que la economía griega avanzaba hacia una caída libre, sus deudas aumentaban más allá de la capacidad del país de pagar, sostuvieron los alemanes y sus aliados del Norte. Trichet y los países del Sur se resistieron. Las conversaciones se prolongaron durante horas. Los ministros sabían que no podían irse sin lograr algún tipo de acuerdo.

El Parlamento griego debatió las medidas de austeridad adicionales que pedía Europa.

Europa no había resuelto cómo mantener a flote a Grecia. El FMI —cuya demanda de una decisión había desatado toda la discusión— suavizó su ultimátum. Funcionarios del Fondo sostuvieron que estaban satisfechos con que Europa ideara algún tipo de rescate nuevo, y le envió a Grecia su ayuda el 8 de julio.

No fue suficiente para calmar a los mercados. La venta generalizada en los mercados de bonos obligó a los líderes a convocar a una cumbre de emergencia el 21 de julio.

Decidida a no permitir que la cumbre culminara sin un acuerdo, Merkel invitó a Berlín a Sarkozy, quien se oponía a la propuesta alemana sobre pérdidas para los bonistas.

Finalmente, Sarkozy afirmó que aceptaría que se involucrara el sector privado, si Merkel dejaba de oponerse a darle al fondo de rescate de la zona euro amplios poderes para comprar deuda de países débiles directamente y tomar medidas para proteger a países como España e Italia contra el contagio en el mercado de bonos. Merkel accedió.

A regañadientes, Trichet dio su aprobación. Pero fijó condiciones. Los gobiernos deberían asegurar los bonos griegos contra cesación de pagos para que el BCE pudiera continuar aceptándolos como colateral. Y deberían dejar en claro que ningún otro país excepto Grecia podría reestructurar su deuda.

Cuando los líderes de reunieron en la cumbre, Merkel admitió que el fantasma de las pérdidas para los bonistas estaba causando agitación en los mercados. Pero, indicó, reducir parte de la deuda griega era esencial.

Los 17 países del euro debieron acordar la participación del sector privado. Pero ante los cálculos de que el plan reduciría la deuda griega en sólo 19.000 millones de euros sobre más de 350.000 millones de euros en total, el primer ministro holandés, Mark Rutte, no quiso seguir adelante.

Horas más tarde, los líderes emitieron un comunicado. Para apaciguar a los que se resistían, mencionó los puntos clave de forma amplia y sin expresar compromiso; ofrecía la posibilidad de garantías para Finlandia (que quería más colateral a cambio de más crédito para Grecia) y describía el complejo acuerdo sobre bonistas en unas pocas oraciones y un lenguaje vago que le traería problemas al bloque más adelante.

Funcionarios tuvieron problemas para explicar el nuevo rescate griego y las pérdidas para bonistas. Analistas bancarios emitieron informes imprecisos.

La confianza de los inversionistas tambaleó cuando se hizo evidente que el compromiso alcanzado por Europa incluía lo peor de ambos mundos. Grecia sería empujada a un incumplimiento histórico: la primera vez en casi 60 años que un país desarrollado de Occidente no podía pagar sus deudas. Pero la cesación era tan pequeña que a Grecia aún le quedaba con una agobiante carga de deuda.

Y luego los funcionarios europeos se fueron de vacaciones. Los bonistas no. Huyeron en masa.
Fuente: The Wall Street Journal, enero 2012.

Construyendo puentes para el euro

febrero 19, 2012

Construyendo puentes para el euro

Por Nicholas Hastings

 

LONDRES — Un crédito puente para Grecia podría ser justo lo que necesita el euro.

Mientras los mercados esperan la reunión de ministros de finanzas del Eurogrupo el lunes con la esperanza de que finalmente aprueben el rescate por 130.000 millones de euros para Grecia, se supone que el riesgo de incumplimiento se eliminará y el euro repuntará.

Pero este no es el caso.

Un acuerdo el lunes se verá más como una medida precipitada que deja dividido al gobierno de Alemania, al gobierno griego alienado y dominado por la Unión Europea, y al propio pueblo griego con mayores probabilidades de elegir a un gobierno contrario a la austeridad en abril.

Agregue el intento del Banco Central Europeo de crear otros 15.000 millones de euros en financiamiento mediante un canje de bonos que hará que otros tenedores de bonos se sientan engañados, y las probabilidades de que el plan de rescate completo fracase y Grecia de todos modos caiga en un incumplimiento, seguirán siendo tan altas como antes.

Hace unos días surgió una propuesta en Alemania para proporcionar un crédito puente a Grecia con el fin de cubrir el pago programado para el 20 de marzo y postergar un paquete de rescate hasta después de las elecciones del país. Pero la propuesta fue descartada rápidamente con el apuro de los políticos por cumplir el plazo del lunes.

Sin embargo, ese ejercicio podría tener mucho más mérito de lo que parece a primera vista.

En primer lugar, y quizás lo que es más importante, un crédito puente daría tiempo para aliviar las tensiones entre Alemania y Grecia.

Puede que los fuertes intercambios entre los líderes políticos de ambas naciones hayan sido beneficiosos para la muchedumbre, pero sólo dificultan las negociaciones.

Un crédito puente también permitiría a Grecia realizar las elecciones en una atmósfera un poco menos frenética al eliminar parte de los plazos inmediatos para el pago. Cualquier rescate que se negocie después de las elecciones atraería mucha más confianza del mercado que un plan elaborado antes de que Grecia decida su nuevo gobierno.

Pero existen otras dos razones muy importantes para un crédito puente.

Están los planes del BCE de ofrecer otra operación de refinanciamiento a largo plazo a los bancos europeos al final de este mes. En cuanto a su predecesor en diciembre, se espera que los ingresos de estos créditos baratos sean usados por los bancos para apuntalar los mercados locales de bonos y reducir más los costos de financiamiento.

La otra razón es la continua mejoría de la economía mundial.

Cada semana que pasa, surgen nuevas cifras que muestran que la recuperación en Estados Unidos está cobrando fuerza, e incluso los funcionarios de la Fed exhiben posturas menos acomodaticias de lo que lo hacían no hace mucho. La noticia de que las solicitudes de beneficio por seguro de desempleo disminuyeron alentó las esperanzas de que el sector de consumo recibirá más flujos de dinero y que finalmente acelerará la recuperación de las empresas.

Las sólidas cifras de empleo de Australia e incluso la inesperada mejora en las ventas minoristas del Reino Unido el mes pasado contribuyen a dar la impresión de que la amenaza de una recesión global se está desvaneciendo.

Para los países de la eurozona en crisis, y en particular para Grecia, estas solo pueden ser buenas noticias y proporcionan un telón de fondo más positivo para negociar un rescate más convincente y reducir las probabilidades de contagio hacia otros países periféricos.
Fuente: The Wall Street Journal, 17/02/12.

El PIB de Grecia revela los efectos de la austeridad en su economía

febrero 14, 2012

El PIB de Grecia revela los efectos de la austeridad en su economía

Por Stelios Bouras y Nektaria Stamouli

 

ATENAS — Grecia estaba hundiéndose más en la recesión a finales del año pasado, mostrando la devastación de la economía del país incluso antes que se implementen los planes de austeridad recién aprobados.

El producto interno bruto de Grecia se contrajo a una tasa anualizada de 7% ajustado por inflación, según datos preliminares reportados por la oficina de estadísticas del gobierno griego el martes. La cifra fue mucho peor que las predicciones de un declive de hasta 5% y mostró una aceleración de la contracción con respecto al 5% registrado en el tercer trimestre.

La profundización del declive económico griego, que ahora se encuentra en su quinto año, se presentó después de la implementación de estrictas medidas de austeridad impuestas en septiembre pasado. El deterioro de la confianza de los consumidores también ha empeorado las cosas, a la vez que el desempleo de dos dígitos sigue al alza y las dudas sobre el futuro del país y la membresía de la euro zona abruman a sus habitantes.

«Esperábamos que la recesión empeorara, pero no a este ritmo», dijo Nikos Magginas, economista del Banco Nacional de Grecia.

El hundimiento de la economía griega ha arrojado una sombra sobre las negociaciones del país con sus socios europeos, los cuales exigen aún más reformas y más apretones fiscales como condición para un nuevo rescate. Los ministros de finanzas de los 17 países que comparten el euro se reunirán en Bruselas el miércoles para revisar las propuestas de Grecia para cerrar las brechas presupuestales de 2012.

Las medidas de austeridad de septiembre pasado incluyeron mayores impuestos especiales, además de nuevos gravámenes a la propiedad y los ingresos. La crisis política a principios de noviembre que llevó al colapso del gobierno anterior del país contribuyó a que la confianza del consumidor cayera a niveles nunca antes vistos.

Las cifras más recientes significan que el declive del año pasado fue mucho peor que el descenso de 5,5% previsto por el gobierno para 2011. Los economistas ahora prevén una contracción de entre 6,7% y 6,8% para el año pasado.

Si esas predicciones son avaladas cuando las cifras revisadas del PIB sean publicadas el próximo meses, la reciente revisión al alza de la predicción de déficit presupuestal de Grecia para 2011 podría resultar demasiado optimista.

Por otra parte, la economía de Portugal se contrajo ligeramente menos de lo que se esperaba el año pasado, pero un fuerte caída en la actividad económica durante el cuarto trimestre señaló que las medidas de austeridad están golpeando al país.

El producto interno bruto se contrajo 2,7% en el cuarto trimestre anualizado y 1,3% frente al tercer trimestre, según un cálculo del Instituto Nacional de Estadística. Para todo 2011, la contracción fue de 1,5%, ligeramente mejor que el 1,6% calculado por el gobierno, pero lejos de la expansión de 1,4% de 2010. para 2012, el gobierno espera una contracción de 3%.

Los economistas aseguran que la verdadera prueba de fuego de Portugal se dará este año, cuando tenga que recortar su déficit presupuestal del 9,8% del PIB que registró en 2010 a 4,5%, a la vez que implementa medida que incluyen un gran recorte a los sueldos públicos.
Fuente: The Wall Street Journal, 14/02/12.

El euro ahora necesita observar a los griegos

febrero 10, 2012

El euro ahora necesita observar a los griegos

Por Nicholas Hastings

 

LONDRES — El euro posiblemente esté descontando a Grecia, pero no puede permitirse descontar a los griegos.

En las últimas semanas, la moneda única ha permanecido firme debido a que las inyecciones de liquidez, conocidas como LTRO, del Banco Central Europeo han ayudado a reducir los costos de financiamiento de la deuda de los países periféricos.

Debido a que el riesgo de contagio desde Grecia ha disminuido y las perspectivas de crecimiento mundial en general han mejorado, los inversionistas se han mostrado contentos por seguir realizando coberturas de sus posiciones al descubierto en euros.

Las promesas de la canciller alemana Angela Merkel de mantener a Grecia en la unión monetaria, y las sugerencias del BCE de que está preparado para flexibilizar sus normas de financiamiento monetario para proporcionar a Grecia incluso más efectivo, han ayudado para que el euro sortee con éxito las últimas etapas de la crisis de deuda de Grecia.

De hecho, los inversionistas se han confiado tanto en que el gobierno griego alcanzará un acuerdo con la troika —lo que le asegurará obtener un segundo rescate de 130.000 millones de euros y cumplir con su primer vencimiento de pagos por 14.500 millones de euros para el 20 de marzo— que las opciones de divisas muestran que la volatilidad a un mes ha caído a un mínimo de nueve meses.

En pocas palabras, eso significa que los temores de un colapso indeseable del euro en el corto plazo están cediendo rápidamente.

Esto sigue siendo así pese a que siguen aumentando las tensiones.

Los ministros de Finanzas de la zona euro han rechazado el último paquete de austeridad, y el ministro de Finanzas griego, Evangelos Venizelos, volvió el jueves por la noche a Atenas con instrucciones de recortar otros 325 millones de euros, proporcionar seguridad sobre su implementación y obtener la aprobación general del parlamento para el domingo.

Luego, el lunes debería complementarse con un acuerdo con los tenedores de bonos del sector privado, permitiendo a los ministros volver a reunirse y sellar todo el miércoles.

Pero, todo esto justo en momentos cuando los griegos podrían comenzar a tener algo más que decir.

Datos de esta semana muestran que, incluso sin la última ronda de fuertes reducciones de gastos, la economía griega ya está implosionando. La producción industrial cayó 11,3% adicional, el desempleo se sitúa sobre 20% y la tasa de desempleo juvenil ascendió sobre 45%.

Los sindicatos ya han respondido con una serie de huelgas, que incluyen la última paralización por 48 horas el viernes y sábado. El ministro de Trabajo ya renunció y aunque el gobierno afirma que tendrá una saludable mayoría para aprobar la votación del domingo, el resultado difícilmente se puede dar por hecho debido a que más miembros del parlamento han recibido presión para votar en contra del paquete.

Como admitieron funcionarios griegos, la votación será más una votación sobre la permanencia del país como miembro del euro que otra cosa.

Todo esto, por supuesto, se produce antes de cualquier implementación real de los últimos recortes, los cuales posiblemente no encuentren mucho respaldo antes de las elecciones una vez que el gobierno tecnócrata de Lucas Papademos renuncie dentro de unos pocos meses.

A medida que aumente el riesgo de mayores desórdenes sociales y se ponga más en duda la pertenencia de Grecia en el euro, los inversionistas bien podrían encontrar que asumir nuevas posiciones al descubierto en la moneda única sea probablemente su mejor forma de defensa.

Esto bien podría explicar que aunque la volatilidad a corto plazo posiblemente haya caído en el mercado de opciones, las de más largo plazo aún están aumentando a medida que los inversionistas cubren sus apuestas sobre cómo se las arreglarán los propios griegos.
Fuente: The Wall Street Journal, 10/02/12.

Grecia y sus acreedores están cerca de un acuerdo para quitar 50% de su deuda

enero 20, 2012

Grecia y sus acreedores están cerca de un acuerdo para quitar 50% de su deuda

Por Alkman Granitsas y Costas Paris

 

ATENAS — Grecia y sus acreedores privados están cerca de alcanzar un acuerdo sobre la quita de 50% de su deuda, mediante un canje de los bonos existentes por otros nuevos con vencimientos más lejanos y tasas de interés más bajas.

Una fuente con conocimiento de las negociaciones indicó que ambas partes están debatiendo un periodo de gracia «de alrededor de una década» en el pago del principal y que la quita final para los acreedores privados podría alcanzar entre el 65% y el 70%. «Los detalles finales aún se están discutiendo, así que las cosas podrían cambiar», señaló.

Además, autoridades del país europeo reanudaron el viernes las conversaciones con la delegación de auditores internacionales para un nuevo préstamo de rescate, coincidiendo con las negociaciones paralelas con los acreedores privados para reestructurar la deuda del país.

Las conversaciones con los auditores de la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo —conocidos como la troika— podrían centrarse en cambios estructurales que Grecia debe afrontar para asegurarse el nuevo paquete de rescate financiero.

«La mayoría del énfasis estará en las reformas estructurales», dijo un portavoz del gobierno griego. Concretamente en las medidas necesarias para relanzar la rígida economía de Grecia, que ahora atraviesa su quinto año de recesión, liberalizando sectores y reduciendo los trámites burocráticos.

También hay presión sobre el gobierno para que compense el incumplimiento de los objetivos de déficit el año pasado, y para que detalle los nuevos recortes fiscales de 12.500 millones de euros para reducir el déficit público de Grecia en los próximos cuatro años, según una fuente cercana a la situación.

En octubre, los socios europeos de Grecia y el FMI llegaron a un acuerdo para entregar un préstamo al maltrecho país de 130.000 millones de euros para cubrir sus necesidades financieras hasta 2015.

El rescate sería el segundo que recibe Grecia en sólo dos años, después de que el primer crédito, firmado en mayo de 2010, fuera insuficiente para cubrir el creciente déficit público del país.

Aunque Grecia ha sido capaz de reducir su déficit público en una tercera parte desde entonces —hasta 9,6% del Producto Interno Bruto el año pasado—, el país no se ha embarcado en reformas estructurales muy necesarias.
Fuente: The Wall Street Journal, 20/01/12.

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