El rescate para Grecia deja sólo una sensación de alivio temporal

febrero 22, 2012

El rescate para Grecia deja sólo una sensación de alivio temporal

Por Stephen Fidler

 

Las señales de triunfalismo brillaron por su ausencia luego de que se anunciara el acuerdo de rescate financiero y reestructuración de la deuda griega en la madrugada del martes. La crisis de la zona euro, que se prolonga por dos años, ya ha causado demasiadas decepciones.

La sensación que imperaba era de alivio después de que meses de negociaciones orientadas a reducir el oneroso endeudamiento de Grecia finalmente llegaran a buen puerto. El acuerdo «cierra la puerta a un escenario de una cesación de pagos descontrolada, con todas sus graves implicaciones económicas y sociales», dijo José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea.

No sólo eso. El pacto elimina, al menos durante el futuro cercano, la ansiedad de que algunas autoridades alemanas y de otros países estaban tratando de expulsar a Grecia de la zona euro.

Los ministros de Finanzas de la zona euro ultimaron los detalles de un paquete de rescate de 130.000 millones de euros, cerca de US$172.000 millones, bajo el cual los acreedores aceptan una reducción de 53,5% en el principal de sus bonos griegos como parte de un gigantesco canje que recortará 107.000 millones de euros de la deuda del país.

El convenio, no obstante, aún deja a Grecia con una deuda pública enorme y su ejecución no será nada fácil. El programa podría descarrilarse e impedir la reactivación de la economía después de varios años de una recesión devastadora que ha provocado malestar social e incertidumbre política.

El pacto «demuestra que el imperativo de mantener a Grecia en la zona euro es más importante que el resto de las consideraciones», dijo Daragh Maher, estratega cambiario de HSBC Global Research. «También socava las teorías de la conspiración que sostenían que algunos estataban tratando de marginar a Grecia de la zona euro».

El pacto del martes, sin embargo, no marca el fin de la crisis griega. Los inversionistas privados tendrán que intercambiar sus bonos viejos por nuevos instrumentos, lo que obligará a algunos a asumir pérdidas que podrían ascender a una tercera parte de la inversión.

Si una cantidad lo suficientemente importante de tenedores de bonos se niega a hacerlo (el pacto contempla una participación inusualmente alta de 95% de los acreedores privados), el proceso podría derivar en una serie de demandas judiciales. Los recursos para financiar el plan, así como los 30.000 millones de euros en bonos de alta calidad ofrecidos para atraer a los inversionistas, tienen que ser aprobados antes de fines de marzo por los parlamentos de los países miembros de la zona euro. Eso significa que el canje no se puede completar antes del 20 de marzo, cuando vence un importante pago de deuda.

Si bien esta situación podría generar nerviosismo, lo que moderó el entusiasmo por el acuerdo fue la sobria evaluación del Fondo Monetario Internacional. Los riesgos en este programa económico «propenso a los accidentes» se inclinan hacia el lado negativo, dijo la entidad, que agregó que no sería de extrañar que la deuda griega «tome una trayectoria de aumento constante».

Sony Kapoor, director ejecutivo del centro de estudios financieros Re-Define dijo que incluso esta sombría opinión del FMI recurre a la «gimnasia aritmética» para producir las proyecciones optimistas necesarias para que la meta de la deuda de Grecia llegue a 120,5% del PIB en 2020. En la actualidad, la deuda pública griega equivale a más de 164% del PIB.

El problema, como lo reconoce el propio FMI, es el tratamiento que se ofrece para curar al paciente. Se le está pidiendo que rebaje su deuda respecto al PIB al mismo tiempo que lleva a cabo una reducción necesaria de salarios y otros costos para elevar la competitividad de la economía. A su vez, mejorar la competitividad y aumentar las exportaciones será un proceso lento. Como resultado, muchos observadores no se preguntan si el severo e impopular programa se desbaratará, sino cuándo.
Fuente: The Wall Street Journal, 21/02/12.

El rescate no es el fin de la historia griega

febrero 21, 2012

El rescate no es el fin de la historia griega

Por Simon Nixon

 

Tras semanas de llevar la situación al borde del precipicio, mucha animosidad y el incumplimiento de fecha límite tras fecha límite, un acuerdo de deuda griega finalmente podría estar al alcance de la mano. Los ministros de Finanzas europeos se reunirán el lunes para decidir si aprobar un paquete de rescate de 130.000 millones de euros (US$170.900 millones) diseñado para reducir las deudas de Grecia a 120% de su PIB para 2020.

En los últimos días, un acuerdo había parecido imposible, tomando en cuenta el colapso casi total de la confianza de la euro zona en la clase política griega en general y en el líder de la oposición —y probable próximo primer ministro— Antonis Samaras. Incluso ahora, un acuerdo depende de que Grecia acceda a realizar sacrificios aún más humillantes en cuanto a la soberanía del dinero de rescate para priorizar el pago de intereses de deuda, y donde la zona euro tenga poderes extra en el escrutinio de los asuntos griegos.

Pero un acuerdo será un alivio para Grecia, la zona euro y los mercados: una cesación de pagos grave casi sin dudas llevaría a Grecia a abandonar la zona euro en circunstancias desconocidas pero potencialmente catastróficas. Por supuesto, Grecia aún deberá sortear muchos más obstáculos antes de recibir el dinero. El rescate depende de que Atenas logre asegurarse 100.000 millones de euros en alivio de deuda por parte de bonistas del sector privado, ya sea un acuerdo voluntario o al poner en marcha cláusulas de acción colectiva que deberán ser agregadas a los bonos en retrospectiva. Además, Grecia aún tiene que cumplir con más de 20 condiciones pendientes impuestas en su rescate previo de 110.000 millones de euros.

En tanto, el rescate deberá ser ratificado por buena parte de los parlamentos nacionales de la zona euro, incluidos los de Alemania, Finlandia y Holanda, países que tienen reservas sobre el acuerdo.

El que alivio proporcionado por el acuerdo sea de corto plazo o más duradero depende de lo que suceda a continuación. El segundo rescate griego sólo contribuirá a una resolución de la crisis del euro si las autoridades europeas reconocen que es sólo un paso en lo que seguramente sea un largo proceso para solucionar las fallas en la unión monetaria europea y no el último paso de ese proceso.

La racha favorable en los mercados desde diciembre le debe mucho al optimismo cauto de que la euro zona finalmente esté desarrollando una respuesta política coherente a la crisis del euro como a las medidas decisivas tomadas por el Banco Central. Los inversionistas apuestan a que los cambios de gobierno en Italia y España, y la creación de un pacto fiscal han generado el espacio político para la integración política y fiscal más profunda que se necesita para terminar con la crisis. Los mercados considerarán el acuerdo griego como una confirmación más de que existe la voluntad política para salvar al euro. Si los líderes, en cambio, interpretan este alivio como evidencia de que su trabajo está hecho y no realizan reformas más profundas, los mercados se tomarán una venganza terrible.

Eso es así porque pocos creen que un rescate que deja a Grecia con una carga de deuda equivalente a 120% de su PIB tenga posibilidades de funcionar. Cierto, cualquier evaluación de la sustentabilidad de la deuda griega posterior al rescate dependerá en parte de la tasa de interés y el perfil de vencimiento de la nueva deuda de país, incluyendo cualquier cambio a los términos de préstamos del sector oficial. La proporción deuda-PIB incluso podría caer por debajo de 120% antes de 2020 si la aceptación del canje de bonos por parte del sector privado es de 100% y el BCE accede a renunciar a las ganancias sobre su propia exposición de 45.000 millones de euros, según Credit Suisse. Pero esto depende en gran medida de lo que suceda con la economía griega. Muchos temen que tras cinco años de recesión durante los cuales el PIB cayó 14%, Grecia esté experimentando una fatiga ante la austeridad y que ya no hay apoyo político para implementar las reformas estructurales vitales para impulsar el crecimiento. Además, luego de dos años de objetivos no conseguidos, la confianza en los pronósticos oficiales es comprensiblemente muy baja.

La percepción de que este rescate no funcionará es tóxica ya que significa que la membresía de Grecia en la zona euro sigue en entredicho. Luego del acuerdo más reciente, el sector privado quedará con apenas un 30% de la deuda soberana griega, la cual se encontrará amparada por las leyes británicas, limitando las posibilidades de una nueva reducción de deuda en el futuro. Eso sugiere que cualquier pérdida futura quedará en manos de los contribuyentes griegos, algo que lo hace más difícil de vender políticamente y que podría alimentar las demandas de que Grecia sea expulsada de la unión. ¿Quién comerciará con Grecia si pende esa amenaza sobre ella? ¿Quién proveerá las inversiones vitales para crear nuevos empleos y crecimiento?

Por lo tanto, los líderes deben usar cualquier respiro que les de el rescate para profundizar la integración europea. Los inversionistas necesitan convencerse de que existe la voluntad política para salvar al euro, los votantes en Grecia necesitan convencerse de que vale la pena salvarlo.

La crisis ha desatado fuerzas poderosas y poderosamente repelentes a lo largo del continente, lo cual se refleja en el creciente apoyo a los partidos extremistas. Al mismo tiempo, la creciente aversión al riesgo entre los bancos, inversionistas y empresas amenaza con resquebrajar silenciosamente a la euro zona, a medida que los flujos de capital trasnacionales y el comercio se congelan. El BCE ha contribuido a esta balcanización del sistema financiero al permitir que los bancos centrales nacionales fijen reglas de colateral individuales.

Sólo una poderosa demostración de acción política colectiva puede revertir estas tendencias. Aliviar los términos del rescate de Portugal e Irlanda, reconociendo el cumplimiento de sus programas de austeridad, enviaría una señal de que la euro zona entiende la importancia de la zanahoria tanto como del garrote. La Unión Europea también debe profundizar urgentemente el mercado común, incluyendo el continuar con las medidas para liberalizar los sectores de energía y servicios y reformar la política agrícola común. También debería expandir el Banco de Inversión Europeo e impulsar los fondos estructurales para financiar un Plan Marshall genuino para Grecia y otros países periféricos.

Finalmente, la euro zona necesita reconocer que no habrá una solución a la crisis hasta que el destino de su sistema bancario se separe del de sus bonos soberanos. Eso requerirá la creación de un seguro de depósitos pan europeo y finalmente los euro bonos para darle a los bancos un activo alterno sin riesgos.

A menos que esto es lo que tengan en mente los ministros de finanzas de la euro zona cuando se sienten el lunes, no tienen por qué estar firmando el acuerdo. Para continuar con un rescate imperfecto, sin un plan para acelerar la integración de la euro zona y crear una unión monetaria funcional sería un acto de cinismo calculado que simplemente profundizaría la agonía griega, y la europea.
Fuente: The Wall Street Journal, 20/02/12.

Cuando se enciende Internet, se apagan las inhibiciones

febrero 20, 2012

Cuando se enciende Internet, se apagan las inhibiciones; por qué contamos todo.

Por Matt Ridley

 

Es bien sabido que la gente en general es precisa y (a veces demasiado) honesta acerca de su personalidad en sus perfiles en sitios de redes sociales. Los pacientes están más dispuestos a compartir sus síntomas psiquiátricos con un doctor automatizado en línea que con uno real. Los encuestadores hallan que las personas dan respuestas más sinceras en un sondeo por Internet que por teléfono.

No obstante, la honestidad en línea tiene su aspecto negativo. Los blogueros notan que los lectores que comentan sus entradas son a menudo francos pero que esos mismos críticos groseros se vuelven más amables cuando son contactados directamente. He aquí un curioso patrón que va en contra de las viejas preocupaciones sobre la amenaza del disimulo en la web. De hecho, el medio mecanizado de Internet no genera encubrimiento sino desinhibición, lo que nos da una actitud de confesión y brusquedad. Cuando el medio es impersonal, la gente está dispuesta a ser personal.

Al parecer, la Iglesia Católica ha reconocido esto desde hace mucho, razón por la cual el confeso está separado del sacerdote por una rejilla o una cortina. Para hacer que los pacientes se abran, los psicoanalistas les piden que se acuesten en un sofá mirando en dirección contraria. En las escenas de interrogatorios en las películas, el que hace las preguntas muchas veces se para y camina detrás del detenido en momentos cruciales de la conversación.

¿Cuál es el motivo? ¿Por qué nos volvemos más honestos cuanto menos miramos al otro? La respuesta parecería obvia: porque nos sentimos incómodos al confesar o desafiar a otros cuando estamos cara a cara. Pero esto no hace más que enfatizar la pregunta de por qué. Este es uno de los casos en los que es útil comparar a los seres humanos con otras especies para poner nuestro comportamiento en contexto.

En muchos simios, el contacto cara a cara es esencialmente antagónico. El mirar fijamente es una amenaza. Para que dos monos que no se conocen no se peleen, hay que evitar el contacto visual entre ellos. Sucede algo similar con dos personas en un ascensor: para aliviar la tensión, se dicen cosas como «qué frío que hace hoy».

En nuestra psique, el acto de escribir una crítica furiosa en línea de la opinión de alguien no se siente como una confrontación, mientras que decir lo mismo por teléfono o cara a cara sí.

El fenómeno tiene un nombre, el efecto de la desinhibición en Internet. John Suler, de la Universidad de Rice, en Estados Unidos, quien inventó el término, señala que en línea, los indicios de estatus y jerarquía están ausentes. Como sucede con los monos de menor nivel, la gente es renuente a decir lo que realmente piensa a alguien con autoridad por temor a ser desaprobada o castigada. «Pero en línea, en lo que se siente como una relación entre pares —con las apariencias de ‘autoridad’ minimizadas— las personas están mucho más dispuestas a hablar abiertamente o comportarse mal».

El agravio en Internet y su equivalente benigno, la honestidad en línea, son una sorpresa. Dos décadas atrás, la mayoría de la gente pensaba que el anonimato de la web daría lugar a una epidemia de deshonestidad. Luego llegaron las redes sociales e Internet se volvió no sólo social sino también bochornosamente honesta. Los peligros más grandes que percibe la mayoría de la gente respecto a la participación de sus hijos en redes sociales son que pasen demasiado tiempo siendo «sociales» y que admitan cosas que los perjudiquen más tarde cuando se postulen a un trabajo.
Fuente: The Wall Street Journal, 19/02/12.

La (des)Unión Europea: cómo se globalizó la crisis

febrero 19, 2012

La (des)Unión Europea: cómo se globalizó la crisis

Por Charles Forelle y Marcus Walker

 

Durante una reunión a puertas cerradas en Washington el 14 de abril (de 2011), el esfuerzo de Europa por contener su crisis de deuda comenzó a desmoronarse.

En la mansión de 19 dormitorios del embajador francés, ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales de las mayores economías del mundo escucharon a Dominique Strauss-Khan, entonces cabeza del Fondo Monetario Internacional, lanzar un ultimátum.

Grecia, el país que desató la crisis de deuda, necesitaría un rescate mucho mayor al planeado, indicó Strauss-Khan. A no ser que Europa aportara más efectivo, el FMI, que un año antes había acordado compartir la carga con los países europeos, no entregaría más ayuda para Atenas.

La advertencia causó una división entre los representantes de la zona euro sobre quién debería pagar para salvar a Grecia de la mayor bancarrota nacional de la historia. ¿Sólo los contribuyentes europeos? ¿O los bancos que le habían prestado a Grecia demasiado durante la burbuja de crédito global también deberían sufrir las consecuencias?

Al FMI no le importaba cómo, mientras todo quedara resuelto para mediados de año. «Necesitamos una decisión», afirmó Strauss-Khan.

Iba a ser un período fatídico para Europa. Una investigación de The Wall Street Journal, basada en más de dos decenas de entrevistas con autoridades de la zona euro, reveló la forma en que la unión monetaria cayó en la indecisión y no logró hacer frente ni a las preocupaciones inmediatas de los inversionistas ni a la debilidad fundamental que socavaba al euro. La consecuencia fue que una crisis en unas pocas economías pequeñas se convirtió en una amenaza para la supervivencia de la moneda común de Europa y un peligro para la economía global.

En abril, tras un año de drama y rescates, la zona euro parecía haber contenido la crisis inmediata a Grecia y otros países pequeños. De forma crucial, economías del bloque como España e Italia habían evitado la fuga desesperada de capitales.

Pero para julio, la división entre líderes de la zona sobre quién debía soportar la carga de la deuda de Grecia había llevado a los inversionistas a rehuir todos los países del euro con finanzas frágiles. Como un incendio fuera de control, la creciente incertidumbre amenazaba con envolver a todo el sur endeudado de Europa, arrasar con los recursos de su norte más rico y destruir el símbolo del sueño europeo de unidad, su moneda común.

Ahora, cuando los líderes del bloque se apresuran a labrar una alianza política más cercana, la lección de ese período se amplifica. La confianza del inversionista en la deuda pública es parte del cimiento del que dependen todos los estados. Y en la moneda común europea —un experimento único con el sustento de 330 millones de personas— los países ganarán o perderán esa confianza juntos.

La disputa en la reunión de Washington dividió a dos de los grandes hombres del continente, ambos nacidos en 1942 y ambos entre los padres del euro.

Wolfgang Schäuble, el ascético e irascible ministro de Finanzas de Alemania, comprendió el ultimátum del FMI. La zona euro debía idear un segundo paquete de rescate para Grecia para mediados de año, justo un año después de acordar un préstamo por 110.000 millones de euros, o US$140.000 millones.

Pero entonces, afirmó Schäuble: «No podemos simplemente comprar la parte de los inversionistas privados» con dinero de los contribuyentes. Los tenedores de bonos de Grecia tendrían que prestar más dinero, propuso Schäuble, en vez de tomar el pago por los bonos cuando venzan.

Jean-Claude Trichet, el cortés presidente francés del Banco Central Europeo, advirtió que no era conveniente obligar a los bonistas a aportar más dinero, lo que definitivamente retrasaría el pago. «Los inversionistas evitarían todos los bonos de la zona euro», dijo.

La reunión de abril terminó sin conclusiones.

El debate sobre obligar a los bonistas a contribuir al nuevo rescate para Grecia —conocido como involucramiento del sector privado— dividió a los países de la zona euro.

Alemania tenía aliados. En Holanda y Finlandia, gobiernos nuevos les habían prometido a los votantes que no pagarían por los problemas en países mediterráneos menos frugales. Romper esas promesas podría causar rebeliones en el Parlamento.

Pero Francia se sumó al BCE a la hora de resistirse a compartir la carga con los tenedores de bonos.

Tres semanas después de la reunión en Washington, el viernes 6 de mayo, irrumpió el pánico. El semanario alemán Der Spiegel reportó que Grecia pensaba abandonar la zona euro, y que las autoridades sostendrían una reunión secreta esa noche en Luxemburgo. El informe era cierto a medias. Hubo una reunión, pero Grecia no iba a marcharse.

Dentro de una casa de campo, altos funcionarios de la zona euro le dijeron al ministro de Finanzas de Grecia que esperaban más austeridad y reformas más rápidas a cambio de un nuevo paquete de ayuda.

Entonces Schäuble dijo que quería hablar sobre cómo funcionaría compartir la carga con los bonistas. Trichet, habitualmente de modales serenos, perdió la paciencia. «Quiero dejar sentada mi posición», insistió. «No estoy de acuerdo con que se involucre el sector privado, así que no tomaré parte en una discusión sobre los detalles prácticos».

La determinación de Trichet fue vital. Si el BCE dejaba de aceptar los bonos griegos como garantía por sus préstamos a bancos debido a que los bonos estaban en cesación, entonces los bancos griegos, que estaban llenos de los bonos de su gobierno, se quedarían rápidamente sin efectivo y colapsarían. Eso aumentaría radicalmente el costo de un rescate.

En Grecia, se iniciaba una nueva ola de huelgas y protestas masivas. Los manifestantes, enojados sobre la imposición europea de más recortes del gasto y aumentos de impuestos, chocaron con la policía frente al Parlamento de Atenas en las protestas más extensas y violentas en un año.

El jefe del FMI debía hablar del tema con la canciller alemana, Angela Merkel, en Berlín el 15 de mayo, y con ministros de la zona euro en Bruselas al día siguiente.

Strauss-Khan no pudo asistir. La policía de Nueva York lo sacó del avión con destino a París en el que se encontraba y lo acusó de atacar sexualmente a una mucama de hotel. (Los cargos fueron retirados luego, y los fiscales afirmaron que dudaban de la confiabilidad de la mucama).

El FMI envió a Bruselas un funcionario de menor rango, quien no tenía peso para apartarse del plazo impuesto por el Fondo.

El 1 de junio, el segundo de Schäuble, Jörg Asmussen, presentó un plan alemán durante una reunión de autoridades de Finanzas en Viena, en el palacio de Hofburg. Implicaba presionar a los bonistas griegos para que canjearan su deuda griega por nuevos bonos que vencerían mucho más adelante. Eso recortaría la cantidad de financiación que Grecia necesitaría de los contribuyentes europeos.

Grecia se sumergía en el caos. La exigua mayoría del acorralado primer ministro, George Papandreu, se desgastaba. El 15 de junio, una manifestación en la plaza central de Atenas se salió de cauce.

Solo en su oficina, Papandreu llamó al líder de la oposición parlamentaria y ofreció abrir el camino hacia un gobierno de unidad nacional. Las conversaciones fracasaron, y el gobierno griego siguió adelante muy debilitado.

Incluso Merkel tenía algunas dudas sobre la férrea insistencia de su ministro de Finanzas en que los bonistas griegos soportaran pérdidas. El 17 de junio, conversó sobre un plan más suave con el presidente francés Nicolás Sarkozy: un acuerdo de caballeros por el cual los bonos griegos serían pagados pero los bonistas se ofrecerían a comprar otros nuevos.

Schäuble se plantó. El veterano político conservador era el mayor partidario en Berlín del sueño europeo, pero también era el guardián de las finanzas de Alemania.

Cuando los ministros de Finanzas se volvieron a reunir el 20 de junio, Schäuble fue más allá. Debería decírseles a los bonistas griegos que no sólo deben aceptar un retraso en el pago, sostuvo, sino también perdonar parte de la deuda griega.

A medida que la economía griega avanzaba hacia una caída libre, sus deudas aumentaban más allá de la capacidad del país de pagar, sostuvieron los alemanes y sus aliados del Norte. Trichet y los países del Sur se resistieron. Las conversaciones se prolongaron durante horas. Los ministros sabían que no podían irse sin lograr algún tipo de acuerdo.

El Parlamento griego debatió las medidas de austeridad adicionales que pedía Europa.

Europa no había resuelto cómo mantener a flote a Grecia. El FMI —cuya demanda de una decisión había desatado toda la discusión— suavizó su ultimátum. Funcionarios del Fondo sostuvieron que estaban satisfechos con que Europa ideara algún tipo de rescate nuevo, y le envió a Grecia su ayuda el 8 de julio.

No fue suficiente para calmar a los mercados. La venta generalizada en los mercados de bonos obligó a los líderes a convocar a una cumbre de emergencia el 21 de julio.

Decidida a no permitir que la cumbre culminara sin un acuerdo, Merkel invitó a Berlín a Sarkozy, quien se oponía a la propuesta alemana sobre pérdidas para los bonistas.

Finalmente, Sarkozy afirmó que aceptaría que se involucrara el sector privado, si Merkel dejaba de oponerse a darle al fondo de rescate de la zona euro amplios poderes para comprar deuda de países débiles directamente y tomar medidas para proteger a países como España e Italia contra el contagio en el mercado de bonos. Merkel accedió.

A regañadientes, Trichet dio su aprobación. Pero fijó condiciones. Los gobiernos deberían asegurar los bonos griegos contra cesación de pagos para que el BCE pudiera continuar aceptándolos como colateral. Y deberían dejar en claro que ningún otro país excepto Grecia podría reestructurar su deuda.

Cuando los líderes de reunieron en la cumbre, Merkel admitió que el fantasma de las pérdidas para los bonistas estaba causando agitación en los mercados. Pero, indicó, reducir parte de la deuda griega era esencial.

Los 17 países del euro debieron acordar la participación del sector privado. Pero ante los cálculos de que el plan reduciría la deuda griega en sólo 19.000 millones de euros sobre más de 350.000 millones de euros en total, el primer ministro holandés, Mark Rutte, no quiso seguir adelante.

Horas más tarde, los líderes emitieron un comunicado. Para apaciguar a los que se resistían, mencionó los puntos clave de forma amplia y sin expresar compromiso; ofrecía la posibilidad de garantías para Finlandia (que quería más colateral a cambio de más crédito para Grecia) y describía el complejo acuerdo sobre bonistas en unas pocas oraciones y un lenguaje vago que le traería problemas al bloque más adelante.

Funcionarios tuvieron problemas para explicar el nuevo rescate griego y las pérdidas para bonistas. Analistas bancarios emitieron informes imprecisos.

La confianza de los inversionistas tambaleó cuando se hizo evidente que el compromiso alcanzado por Europa incluía lo peor de ambos mundos. Grecia sería empujada a un incumplimiento histórico: la primera vez en casi 60 años que un país desarrollado de Occidente no podía pagar sus deudas. Pero la cesación era tan pequeña que a Grecia aún le quedaba con una agobiante carga de deuda.

Y luego los funcionarios europeos se fueron de vacaciones. Los bonistas no. Huyeron en masa.
Fuente: The Wall Street Journal, enero 2012.

Construyendo puentes para el euro

febrero 19, 2012

Construyendo puentes para el euro

Por Nicholas Hastings

 

LONDRES — Un crédito puente para Grecia podría ser justo lo que necesita el euro.

Mientras los mercados esperan la reunión de ministros de finanzas del Eurogrupo el lunes con la esperanza de que finalmente aprueben el rescate por 130.000 millones de euros para Grecia, se supone que el riesgo de incumplimiento se eliminará y el euro repuntará.

Pero este no es el caso.

Un acuerdo el lunes se verá más como una medida precipitada que deja dividido al gobierno de Alemania, al gobierno griego alienado y dominado por la Unión Europea, y al propio pueblo griego con mayores probabilidades de elegir a un gobierno contrario a la austeridad en abril.

Agregue el intento del Banco Central Europeo de crear otros 15.000 millones de euros en financiamiento mediante un canje de bonos que hará que otros tenedores de bonos se sientan engañados, y las probabilidades de que el plan de rescate completo fracase y Grecia de todos modos caiga en un incumplimiento, seguirán siendo tan altas como antes.

Hace unos días surgió una propuesta en Alemania para proporcionar un crédito puente a Grecia con el fin de cubrir el pago programado para el 20 de marzo y postergar un paquete de rescate hasta después de las elecciones del país. Pero la propuesta fue descartada rápidamente con el apuro de los políticos por cumplir el plazo del lunes.

Sin embargo, ese ejercicio podría tener mucho más mérito de lo que parece a primera vista.

En primer lugar, y quizás lo que es más importante, un crédito puente daría tiempo para aliviar las tensiones entre Alemania y Grecia.

Puede que los fuertes intercambios entre los líderes políticos de ambas naciones hayan sido beneficiosos para la muchedumbre, pero sólo dificultan las negociaciones.

Un crédito puente también permitiría a Grecia realizar las elecciones en una atmósfera un poco menos frenética al eliminar parte de los plazos inmediatos para el pago. Cualquier rescate que se negocie después de las elecciones atraería mucha más confianza del mercado que un plan elaborado antes de que Grecia decida su nuevo gobierno.

Pero existen otras dos razones muy importantes para un crédito puente.

Están los planes del BCE de ofrecer otra operación de refinanciamiento a largo plazo a los bancos europeos al final de este mes. En cuanto a su predecesor en diciembre, se espera que los ingresos de estos créditos baratos sean usados por los bancos para apuntalar los mercados locales de bonos y reducir más los costos de financiamiento.

La otra razón es la continua mejoría de la economía mundial.

Cada semana que pasa, surgen nuevas cifras que muestran que la recuperación en Estados Unidos está cobrando fuerza, e incluso los funcionarios de la Fed exhiben posturas menos acomodaticias de lo que lo hacían no hace mucho. La noticia de que las solicitudes de beneficio por seguro de desempleo disminuyeron alentó las esperanzas de que el sector de consumo recibirá más flujos de dinero y que finalmente acelerará la recuperación de las empresas.

Las sólidas cifras de empleo de Australia e incluso la inesperada mejora en las ventas minoristas del Reino Unido el mes pasado contribuyen a dar la impresión de que la amenaza de una recesión global se está desvaneciendo.

Para los países de la eurozona en crisis, y en particular para Grecia, estas solo pueden ser buenas noticias y proporcionan un telón de fondo más positivo para negociar un rescate más convincente y reducir las probabilidades de contagio hacia otros países periféricos.
Fuente: The Wall Street Journal, 17/02/12.

¿Llegó la hora de tirar el efectivo a la basura?

febrero 18, 2012

¿Llegó la hora de tirar el efectivo a la basura?

Por David Wolman

 

En la economía moderna no hay ateos. Puede que alguien no tenga a Dios o a Buda en su vida, pero sí tendrá mucha fe… en el dinero. No me refiero a la adoración del dinero en el sentido de que la codicia es algo bueno, sino a la fe en su valor. Su confianza en él depende de la de todos los demás, lo que significa que nuestra fe en el valor del dinero es finalmente sobre la confianza mutua, o por lo menos una alucinación compartida.

El dinero en efectivo, ya sea en billetes o monedas, nos ayuda a mantener ese pensamiento mágico. Es real en la medida que uno puede sostenerlo, olerlo y quiera lavarse las manos después de manipularlo. A través de su uso en forma de efectivo, llegamos a entender la poderosa tecnología de la civilización que representa el dinero.

Pero, ¿necesitamos todavía el efectivo? En una época en la que los libros, películas y música transmutan su forma de átomos a bits, los billetes y las cada vez más costosas monedas metálicas se ven como objetos de una historia análoga. Últimamente, pareciera que las únicas personas que llevan dinero en efectivo son los aspirantes a terroristas, funcionarios gubernamentales corruptos, narcotraficantes, ladrones de bancos, evasores de impuestos, falsificadores y jóvenes ricos que compran sus bolsitas de marihuana en la universidad.

A pesar de que las predicciones sobre el fin del efectivo son tan antiguas como las tarjetas de créditos, una serie de acontecimientos conspira contra el dinero físico como nunca antes: la desconfianza en las monedas nacionales, nuevas herramientas de pago, la ansiedad acerca de la deuda pública, el triunfo de los teléfonos celulares, monedas alternativas innovadoras, las preocupaciones medioambientales y una creciente evidencia de que el dinero en efectivo es más perjudicial para los miles de millones de personas que no lo tienen en abundancia.

Cuanto más pobre sea alguien, mayores se vuelven los costos y riesgos de tener dinero en efectivo. Cualquier conocido podría pedirle dinero prestado o robarle los ahorros duramente ganados. O también, un incendio o desastre natural podría terminar con sus escasas reservas de efectivo. Y puede que tenga que viajar horas o días a zonas rurales para entregar o recibir el dinero en efectivo de un pariente.

En las grandes ciudades, el dinero, en su mayor parte, ya se ha convertido en forma de unos y ceros en alguna computadora remota. Si por casualidad necesita dinero en efectivo, puede ir al cajero automático más cercano. De lo contrario, utiliza una tarjeta de crédito o débito, o tal vez alguna nueva tecnología, como Google Wallet o PayPal Mobile.

Mientras que nosotros podemos saltar del dinero en papel al electrónico a nuestro antojo, los pobres están atrapados con el efectivo. El problema es que nunca ha sido rentable poner sucursales bancarias en los barrios o los pueblos donde viven los pobres.

Teniendo en cuenta que los teléfonos están en todas partes, la tecnología móvil se está promocionando como una solución para ofrecer servicios financieros a los cerca de 1.000 millones de personas en el mundo que ya poseen un teléfono celular, pero no una cuenta bancaria. Los modelos varían, pero, en esencia, el dinero móvil es el almacenamiento electrónico o la transferencia de valores a través del teléfono. Para la banca móvil, la idea es hacer posible que casi cualquier persona abra y use una cuenta de ahorros de bajo costo y haga transacciones a través de una red de comerciantes asociados. Promotores como el Banco Mundial y la Fundación Gates ya están invirtiendo fuertemente en esta área.

Otra innovación prometedora es la que tiene que ver con la NFC (por Near Field Communication), una tecnología de comunicación inalámbrica. Con una pequeña antena dentro de un dispositivo digital, como un teléfono móvil, se puede transmitir la información de pago hacia un lector o el teléfono móvil de otra persona. Se espera que para 2014, las transacciones realizadas a través de conexiones inalámbricas de teléfonos alcancen un total de US$1,13 billones (millones de millones) en todo el mundo.

El golpe final podría venir también de innovadores de divisas. Las monedas alternativas son sorprendentemente comunes y van mucho más allá de los clásicos ejemplos como los billetes de Disney (utilizados en sus parques de diversiones) y las millas de aerolíneas. Hoy en día hay versiones locales en distintos lugares de EE.UU., como Ithaca, estado de Nueva York, y BerkShare, en Massachusetts, y otras en línea, como los créditos de Facebook.

¿Es posible que mañana, o en cinco años, tiremos el efectivo a la basura? No. La actividad económica que depende de él aún es significativa. El efectivo es útil si su niñera no acepta PayPal o si quiere comer en un pequeño restaurante que sólo acepta efectivo.

La idea no es hacer la vida más difícil para aquellos que dependen de transacciones modestas, es examinar el efectivo ya que ha pasado siglos sin ser ni siquiera blanco de críticas. Una mirada en detalle a la larga historia del dinero en efectivo, sus costos actuales y la inundación de las tecnologías emergentes sugiere que puede que estemos al borde de una revolución monetaria.

—David Wolman es autor del libro ‘The End of Money’, publicado la semana pasada en EE.UU.
Fuente: The Wall Street Journal, 17/02/12.

——————————————————

 

The End of Money

For ages, money has meant little metal disks and rectangular slips of paper. Yet the usefulness of physical money—to say nothing of its value—is coming under fire as never before. Intrigued by the distinct possibility that cash will soon disappear, author and Wired contributing editor David Wolman sets out to investigate the future of money…and how it will affect your wallet.

Wolman begins his journey by deciding to shun cash for an entire year—a surprisingly successful experiment (with a couple of notable exceptions). He then ventures forth to find people and technologies that illuminate the road ahead. In Honolulu, he drinks Mai Tais with Bernard von NotHaus, a convicted counterfeiter and alternative-currency evangelist whom government prosecutors have labeled a domestic terrorist. In Tokyo, he sneaks a peek at the latest anti-counterfeiting wizardry, while puzzling over the fact that banknote forgers depend on society’s addiction to cash. In a downtrodden Oregon town, he mingles with obsessive coin collectors—the people who are supposed to love cash the most, yet don’t. And in rural Georgia, he examines why some people feel the end of cash is Armageddon’s warm-up act. After stops at the Digital Money Forum in London and Iceland’s central bank, Wolman flies to Delhi, where he sees first-hand how cash penalizes the poor more than anyone—and how mobile technologies promise to change that.

Told with verve and wit, The End of Money explores an aspect of our daily lives so fundamental that we rarely stop to think about it. You’ll never look at a dollar bill the same again.

Advance Praise for The End of Money

“A world with different and new money will be a different and new world.  We are headed there more rapidly than most suppose.  The lives of citizens and central bankers alike will be profoundly altered.  This book should be read by everyone who cares and that should be almost everyone.”

—Lawrence H. Summers, President Emeritus of Harvard University, former Secretary of the United States Department of the Treasury, and Charles W. Eliot University Professor at Harvard’s Kennedy School of Government.

 

“Cash is a mystifying artifact of a bygone era. It’s inefficient, inconvenient and downright dirty—yet we still have wallets full of it. But not for much longer. Over the next few years, money will change more than it has for centuries. David Wolman’s globetrotting exploration tells how, with riveting anecdotes and insights into the past and future of payment.”

—Chris Anderson, Editor in Chief of Wired magazine and author of The Long Tail and Free: The Future of a Radical Price

 

“Gather up your 25 rectangles of colored cotton fiber and assorted scrap metal plugs and put them down on the bookstore counter, my friends.  This is the sharpest, most amazingly well-researched and fascinating book to come along in a very large while.  Especially stunning chapter on counterfeiting, past (fake wampum!) and present (North Korean supernotes!). Read this book and you will understand how the world works and where it is headed, and why a culture perched on the brink of cashlessness is still minting pennies.”

—Mary Roach, author of Stiff and Packing for Mars

 

“Say what you will about sophisticated financial instruments like credit default swaps and collateralized mortgage obligations. Our biggest financial blind spot may be the cold, hard cash in our pockets. David Wolman uncovers the hidden costs of coins and currency in this entertaining and eye-opening book that will appeal to anyone with a pocketbook.”

—Daniel H. Pink, author of Drive and A Whole New Mind

 

“Alternating between in-depth reporting and personal rumination, Wired contributing editor Wolman tries to figure out what a cashless society would mean and whether it is an idea whose time has come…He has plenty of thoughts about what could replace physical money, but he is wise enough to understand that he cannot imagine all of the unexpected outcomes. An intriguing book on a topic that many readers have always taken for granted: the cash in their purses and wallets.”

—Kirkus Reviews

 

Fuente: http://www.david-wolman.com/p/books_16.html

El dólar se encamina a un período de fortaleza

febrero 17, 2012

El dólar se encamina a un período de fortaleza

Por Nicholas Hastings

 

LONDRES — Ahora el sol está brillando aún más fuerte sobre el dólar.

La percepción sobre la moneda de Estados Unidos ha ido mejorando gradualmente desde hace algún tiempo, pero aún hay algunas nubes en el horizonte.

Sin embargo, en los últimos días, la mayoría de esas nubes ha desaparecido, lo que ha dejado al dólar disfrutando bajo los rayos del sol.

Los crecientes temores de que un plan de rescate para Grecia esté a punto de fracasar, señales de que la Reserva Federal finalmente podría estar respondiendo a un mayor crecimiento en EE.UU. y una sorpresiva medida de Japón para relajar su política monetaria aún más, deberían contribuir a la fortaleza del dólar.

Las expectativas de que los líderes europeos alcancen un acuerdo esta semana para un paquete de rescate por 130.000 millones de euros y eviten que Grecia caiga en un incumplimiento en su próximo pago de deuda el 20 de marzo, se han diluido rápidamente debido a que los políticos griegos no han entregado todas las garantías que querían los acreedores y las relaciones entre Grecia y Alemania empeoraron.

En medio de recriminaciones entre ambas partes, parece que un rescate podría no producirse hasta después de las elecciones que se celebrarán en abril en Grecia, lo que deja al país a merced de un crédito puente para evitar una cesación de pagos.

Debido a la incertidumbre sobre los resultados de las elecciones y la creciente resistencia de los griegos a aceptar medidas adicionales de austeridad, la confianza mundial de que se alcanzará una solución para mantener a Grecia en el euro está comenzando a desmoronarse.

Tras semanas de mantenerse bastante estable pese a los vaivenes en las negociaciones, el euro ha caído bajo nuevas presiones vendedoras esta semana, lo que llevó a la moneda a descender bajo US$1,30 por primera vez en tres semanas.

A medida que se desvanecen las esperanzas de un acuerdo, las probabilidades indican que la percepción mundial y la moneda única permanecerán bajo presión y los inversionistas se trasladarán hacia el dólar en busca de refugio.

De manera similar, el dólar debería ser capaz de salir de su reciente rango de negociaciones frente al yen a medida que los cambios en la política monetaria tanto en Japón como en EE.UU. juegan a su favor.

Esta semana, el Banco de Japón sorprendió a los mercados financieros con su decisión de aumentar sus compras de activos en otros 10.000 millones de yenes.

Las compras, que parecen ser parte de un plan para contrarrestar las dañinas consecuencias fiscales de un aumento en el impuesto a las ventas, deberían reducir aún más el atractivo del yen como activo de refugio y ayudar al Banco de Japón a evitar una intervención en el mercado para impedir que el yen se siga fortaleciendo.

Además, luego que las actas de la última reunión de la Fed, que también fueron publicadas esta semana, mostraran que algunos de los miembros del Comité de Mercados Abiertos creen que en este momento hay poca necesidad de una flexibilización cuantitativa adicional en EE.UU., la política estadounidense parece estar alejándose más de una posición acomodaticia.

Y, considerando que los datos económicos de Estados Unidos que han sido publicados desde la reunión de política del mes pasado han seguido mostrando señales de una mejora económica, el comité podría ser aún menos flexible la próxima vez.

Finalmente, hay otra razón para esperar que la condición de refugio del dólar aumente: los precios del petróleo.

A medida que Irán continúa impulsando su agenda nuclear y los operadores se inquietan ante el riesgo de embargos petroleros, el precio del crudo Brent ha subido a un máximo de seis meses de alrededor de US$120 el barril.

El aumento en los precios de la energía no sólo tendrá un impacto perjudicial sobre las perspectivas de crecimiento mundial, sino que también empeorará aún más la percepción del mercado global y probablemente impulsará a más fondos de inversión hacia el dólar.
Fuente: The Wall Street Journal, 17/02/12.

Europa: Recomiendan fomentar los planes privados de jubilación

febrero 17, 2012

Bruselas pide que se fomenten los planes privados de jubilación complementarios

 

La Comisión Europea presentó ayer su Libro Blanco sobre las pensiones en el que recoge sus planes y recomendaciones para conseguir unas pensiones adecuadas, seguras y sostenibles. Entre las medidas que se defiende en este documento, Bruselas aboga constituir planes privados de jubilación complementarios animando a los interlocutores sociales a crearlos y a los Estados miembros a optimizar los incentivos fiscales y de otro tipo.

Bruselas pide que se fomenten los planes privados de jubilación complementarios Asimismo, pide que se mejore la seguridad de estos planes complementarios, por ejemplo mediante la revisión de la Directiva sobre fondos de pensiones de empleo y la mejora de la información al consumidor. Además, solicita que los planes de pensiones sean compatibles con la movilidad, protegiendo, a través de la legislación, los derechos de pensión de los ciudadanos que se desplazan e impulsando el establecimiento de servicios de rastreo de pensiones en toda la UE. De este modo, según la Comisión, es posible proporcionar a los ciudadanos información sobre sus derechos de pensión y previsiones sobre sus ingresos tras la jubilación.

Además, Bruselas anima a los Estados miembros a que fomenten la prolongación de la vida laboral, vinculando la edad de jubilación a la esperanza de vida, restringiendo el acceso a la jubilación anticipada y eliminando las diferencias que existen entre hombres y mujeres en materia de pensiones. También defiende la creación de mejores oportunidades para los trabajadores de más edad, instando a los interlocutores sociales a adaptar los lugares de trabajo y las prácticas de los mercados laborales y recurriendo al Fondo Social Europeo para que los trabajadores de más edad puedan acceder al empleo.

Finalmente, en esa serie de pautas que Bruselas ofrece en su Libro Blanco, remarca que hay que continuar con el seguimiento de la adecuación, la sostenibilidad y la seguridad de las pensiones y apoyar las reformas de los Estados miembros en materia de pensiones.

AUMENTAR LA EDAD DE JUBILACIÓN ES IMPORTANTE

La Comisión recuerda que las pensiones cada vez ejercen más presión financiera en los presupuestos nacionales, en particular con el factor añadido de la crisis financiera y económica. Para respaldar estos esfuerzos, ha publicado este Libro Blanco, que ese se basa en los resultados de una amplia consulta que se puso en marcha en julio de 2010. En él se examina de qué manera la UE y los Estados miembros pueden trabajar para combatir los principales problemas por los que atraviesan los sistemas de pensiones.

“Garantizar unas pensiones adecuadas para el futuro es posible, si cumplimos hasta el final nuestros compromisos de reforma. Ya estamos notando el impacto del envejecimiento; los nacidos del boom de natalidad se están jubilando y cada vez son menos los jóvenes que se incorporan al mercado laboral. Pero aún no es demasiado tarde para superar estos retos”, afirmó László Andor, comisario de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión de la UE, en la presentación del documento. Destacó que aumentar la edad de jubilación es importante y ratificó que una encuesta reciente del Eurobarómetro ha puesto de manifiesto que muchos europeos seguirían en el mercado de trabajo después incluso de la edad en la que podrían cobrar una pensión si las condiciones fueran adecuadas.

“UN PASO POSITIVO Y EN LA DIRECCIÓN CORRECTA”

El Instituto Aviva de Ahorro y Pensiones ha valorado el contenido de este Libro Blanco de la Comisión Europea, destancado que las propuestas son un “paso positivo y en la dirección correcta, pero es necesario que se tomen acciones en firme rápidamente”. En palabras de Guillermo de la Dehesa, chairman del Foro de Expertos del Instituto Aviva, “ha llegado el momento de proporcionar un enfoque novedoso; un acuerdo entre la Comisión Europea, los países miembros y el sector asegurador con el fin de promover una cultura del ahorro más profunda”. En su opinión, se hace necesario “cambiar las actitudes de la personas frente al ahorro y ayudarles a comprender mejor las decisiones financieras que necesitan tomar”.

Mientras, Ignacio Izquierdo, consejero delegado de AVIVA, aputna que “la concienciación sobre cuánto esperan las personas recibir en su retiro les animaría a pensar sobre su planificación de cara a la jubilación. Por ello estamos convencidos de que proporcionar un informe anual sobre pensiones instaría a los consumidores a tomar medidas. Todos los ciudadanos europeos deberían recibir, anualmente, un único informe que les permitiera estimar los ingresos que recibirían de cara a su jubilación y que integrara tanto pensiones públicas, como de empleo y privadas”. Así, añade “animamos a la Comisión Europea, Estados Miembros e industria aseguradora a trabajar juntos para establecer unos estándares mínimos en los informes anuales de pensiones y evitar que los ciudadanos reciban información divergente”.
Fuente: BDS AL, 17/02/12.

Las nuevas enfermedades de la pobreza

febrero 16, 2012

Las nuevas enfermedades de la pobreza

Por Adolfo Rubinstein

 

Aproximadamente el 60% de las muertes en el mundo son debidas a cuatro enfermedades crónicas: la enfermedad cardiovascular, la diabetes, la enfermedad pulmonar crónica y algunos tipos de cáncer. La muerte prematura y la discapacidad que producen podrían combatirse enfrentando tres factores de riesgo: el consumo de tabaco, la alimentación no saludable y la falta de actividad física. A diferencia de las enfermedades infecciosas, vinculadas con microorganismos específicos, las crónicas se asocian mayoritariamente con estilos de vida y conductas de riesgo que están profundamente condicionados por determinantes sociales, como el ingreso económico, la educación y la inclusión social. Pensamos que el infarto de corazón, la obesidad o la diabetes son enfermedades de las sociedades más ricas. Nada más desacertado: las enfermedades cardiovasculares, primera causa de muerte en nuestro país, afectan mucho más a los más pobres que a los más ricos. Por ejemplo, la diabetes aumentó en la Argentina de poco más del 8% de la población en 2005 a casi 10% en 2009 y la obesidad aumentó de casi el 15% de la población al 18%. Sin embargo, estos aumentos no fueron homogéneos: entre los de mayores ingresos y mejor educación, la diabetes bajó mínimamente, mientras que en la población de bajos ingresos y menor educación, aumentó más del 10%. Y si bien la obesidad aumentó en ambos estratos, en los más ricos lo hizo en un 6%, mientras que en los más pobres, en más del 20%. Por todo esto, es necesario que todos los actores sociales -gobierno, organizaciones civiles, instituciones académicas, junto con el público en general- comencemos a articular acciones factibles para modificar las conductas de riesgo, sin olvidar las causas de estos problemas enraizados profundamente en sociedades desiguales como la nuestra.
Adolfo Rubinstein es Director general del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS).
Fuente: La Nación, 16/02/12.

 

banner bajar de peso con platos ricos 01

.
.

Krugman el memorioso

febrero 16, 2012

Krugman el memorioso

Por Charles Philbrook

 

“La expansión, no la recesión, es el momento idóneo para la austeridad fiscal”, le recomendaba Keynes al presidente norteamericano Roosevelt en 1937, nos lo recuerda en un reciente ensayo el profeta del neokeynesianismo, el profesor Krugman  (“Keynes tenía razón”, ElPais.com, 3/enero/2012).  Qué otra cosa, desde la óptica krugmanita, puede explicar lo que pasa con europeos y norteamericanos, si no es el hecho de que el gasto público está siendo recortado.  Y el resultado es uno: gente sin trabajo que sale a las calles a protestar.  “La austeridad —sentencia bíblicamente— debe esperar hasta que se haya puesto en marcha una fuerte recuperación.”  Pero, y si la recuperación no llegase, ¿hay que gastar hasta quebrar?

“Recortar el gasto público cuando la economía está deprimida deprime la economía todavía más”, asegura sin rubor alguno este peculiar economista, a quien las metidas de pata del pasado no le quitan el sueño: ¿no fue acaso asesor de Enron poco antes del colapso de esta empresa el 2001?  ¿Y poco antes de que reventara el grano lleno de pus, no escribió un ensayo en la revista Fortune, “The Ascent of E-Man”, en el que poco faltaba para que pidiera para Enron el título de empresa del año?   Y el 2002, ¿no le recomendaba públicamente al presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, que generase una burbuja en el sector inmobiliario para acabar con la recesión del 2001?  (“Dubya’s Double Dip?”, Paul Krugman, New York Times, 2/agosto/2002).  ¿Quién es el padre de la burbuja?  Quién, Paul.  ¿Tú… o el maestro Keynes?

Sucede, sin embargo, que lo que hoy pasa con norteamericanos y europeos se explica por los excesos del pasado.  Ésta no es una recesión producto de una repentina disminución del consumo y de la inversión.  Ésta es una recesión producto de los excesos del pasado en el consumo y en la inversión.  (Le dicen ‘factura’).  Y ahí está la deuda para probarlo. Krugman olvida con gran facilidad que el consejo que generosamente nos ofrece hoy, y que El País y otros medios de la región con agenda propia publican, también se lo ofreció a los japoneses en los noventa (“What’s Wrong with Japan?”), luego de que sus dos burbujas, la inmobiliaria y la financiera, estallaran a fines de los ochenta.

Estas dos burbujas se gestaron a raíz del Acuerdo del Plaza de 1985.  Estados Unidos buscaba reducir su déficit en cuenta corriente, y para ello era necesaria la cooperación de Francia, Alemania Occidental, el Reino Unido y Japón.  El objetivo era intervenir en los mercados cambiarios para lograr la apreciación del yen en relación al dólar.  El objetivo se alcanzó, vaya que sí, pero lo que nunca se previó fue la formación de estas burbujas: entre 1985 y 1990, el índice de precios del sector vivienda se disparó 190%, y el índice del mercado de valores, el Nikkei 225, pasó de 10,000 a casi 40,000 puntos.

El consejo generosamente ofrecido a los japoneses por el memorioso Krugman fue el mismo que hoy le brinda a norteamericanos y europeos: imprimir y gastar masivamente dinero como si no hubiese un mañana. Los orientales le hicieron caso: imprimieron todo el dinero del mundo que gastaron en carreteras que iban al cielo,  en puentes a ningún lado y en incontables obras públicas.  ¿El resultado? (redoblan los tambores): la tasa de interés del Banco de Japón desde hace casi veinte años es prácticamente cero, la deuda pública como porcentaje del PBI pasó de 50% a casi 250%, el índice Nikkei 225 bordea los 8,000 puntos y el mercado inmobiliario ha perdido un 70% de su valor desde el punto máximo.  ¿Y el PBI real japonés?: desde comienzos de los noventa, en promedio, (su crecimiento) no supera el 1%.  Vaya consejo.  Consejo que la memoria del memorioso Krugman ha decidido cómodamente borrar.  El dios Keynes NO tenía razón, y el profeta Krugman lo sabe.  Pero calla, y para eso está la tupida barba, que hace de broquel entre el rubor y la vergüenza.  Quién diría.

Fuente: HACER, 13/02/12.   http://www.hacer.org/latam/?p=13176

—————————————

 
«Algunos chicos no saben cuándo parar… (hic) dame otra»
Spending: Gasto
———————————————————————————–

 

Paul Robin Krugman (n. 28/02/1953) es un economista, divulgador y periodista norteamericano, cercano a los planteamientos neokeynesianos. Actualmente es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton. Desde 2000 escribe una columna en el periódico New York Times. En 2008 fue galardonado con el Premio Nobel de Economía. Fuente: Wikipedia.

« Página anteriorPágina siguiente »