México emerge como plataforma mundial exportadora

abril 30, 2012

México emerge como plataforma mundial exportadora

Por Jorge Castro.

 

México fue el país de América Latina cuya economía se hundió más profundamente en la crisis global 2008-2009, con una caída del producto de 6% ese último año. La economía mexicana se ha recuperado en los niveles previos a la crisis, con una tasa de crecimiento de 3,5% este año , una pauta de expansión baja, pero estable (nivel de inflación en los últimos 12 meses: 3,73% anual), como ha ocurrido en los últimos tres lustros.

Lo importante son los cambios estructurales que ha experimentado el país en ese período, en especial en relación a la economía global. México ha emergido de la crisis convertido en una de las principales plataformas exportadoras de la industria manufacturera trasnacional, y ha vuelto a ganar posiciones en el mercado norteamericano frente a la competencia china , primera exportadora mundial.

A pesar de la intensificación de la violencia provocada por el conflicto con el narcotráfico, la inversión, sobre todo en la industria manufacturera y automovilística, crece significativamente y en forma acumulada, solo por detrás de Brasil en América Latina.

En 2011, recibió U$S 19.600 millones de inversión extranjera directa (IED), que fueron U$S 20.200 millones en 2010, y alcanzaron a U$S 15.900 millones en 2009.

Una característica fundamental que diferencia a la IED que recibe México con la del resto de América Latina, y en especial la de América del Sur, es que más de dos tercios del total se dirige a la industria manufacturera y posee una tipología “vertical”, que integra esas inversiones como segmentos o anillos de las cadenas trasnacionales de producción , núcleo productivo del capitalismo en su fase de globalización.

Las que se dirigen a América del Sur y ante todo a Brasil, son de naturaleza “horizontal”, orientadas a cubrir la demanda del mercado interno, como manifestación actualizada de la estrategia tradicional de sustitución de importaciones.

Esta particularidad de la IED mexicana, implica que cada una de estas inversiones “verticales” profundiza su integración con el núcleo estratégico de la acumulación capitalista en el siglo XXI, que es la expresión más avanzada de la internacionalización de la producción.

La pujanza de los cambios estructurales en México se sobrepone incluso a la ola de criminalidad desatada por el crimen organizado. Los estados fronterizos con EE.UU. han sido el epicentro de la violencia en los últimos 5 años; y en el período previo a la agudización del conflicto, recibieron 22,5% del total de la IED; y luego, en la sangrienta etapa 2006-2010, ese porcentaje aumentó a 28,5%.

En el período 2000-2003, al irrumpir China en gran escala en el comercio internacional, y ganar espacios significativos en el mercado norteamericano, México perdió más de 30% de las empresas extranjeras radicadas en el país , sobre todo de la maquila, que se dirigieron al mercado asiático en busca de mejores condiciones de competitividad. Ahora en gran parte han regresado , y las exportaciones mexicanas han aumentado entre 7% y 9% su participación en el mercado estadounidense, sobrepasando a los productos chinos.

Lo que diferencia a los países emergentes en relación al mercado mundial es su distinta inserción internacional (camino de doble vía por el que transcurren el comercio y las inversiones). En el caso de México, esa inserción internacional se realiza con la economía norteamericana (EE.UU. + Canadá), al igual que lo que sucede con Centroamérica y el Caribe.

Distinta es la situación de América del Sur, cuya inserción internacional tiene lugar con la región asiática, con eje en China. En el mundo de hoy, la fortaleza de un país y su relevancia internacional no dependen de su PBI, sino de su vinculación estructural con el núcleo productivo del sistema mundial (cadenas trasnacionales de producción); y en este punto específico, estratégicamente decisivo, México está a la cabeza de América Latina, y en cierta forma adelanta un futuro posible.
Fuente: Clarín, 29/04/12.
El Dr. Jorge Castro es analista internacional y presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico.
Más información en: www.agendaestrategica.com.ar

 

La Argentina agotada

abril 30, 2012

Agotamiento

Por Enrique Szewach

 

La economía argentina muestra claros signos de desaceleración.

Esto podría considerarse normal, después de varios años de crecimiento a tasas altas, aún bien medidas.

Sin embargo, más que una lógica convergencia a un escenario más estable, lo que enfrentamos son las inevitables consecuencias de una política económica que ha resultado ser contraria a la posibilidad de sostener una evolución fuertemente positiva por mucho tiempo.

En efecto, gran parte de las medidas que impulsaron el aumento del producto en los años pasados, significaban «gastar a cuenta del futuro». Pues bien, una parte de ese futuro es ahora presente.

Esta situación resulta evidente en el caso de la energía, discutido en estos días, dónde subsidiar a los consumidores, para mejorar sus ingresos, con fondos públicos se ha hecho infinanciable sin poner en peligro la estabilidad macroeconómica y en dónde repartir desbalanceadamente la renta petrolera a favor también del sector público y los consumidores, en sentido amplio y, en parte, a favor de la «compra» de YPF, con dividendos, redujo la inversión privada en exploración y producción, haciendo insostenible, ahora, el financiamiento de las importaciones de combustibles.

Esta falta de pesos para subsidiar y de dólares para importar, es lo que ha llevado al asalto final del Banco Central, y al estricto control de cambios y de importaciones.

Y es ese control de cambios y de importaciones, y no la «crisis internacional», la que lleva, a su vez, a la desaceleración de la economía.

Por un lado, porque controlar importaciones es afectar nivel de actividad, dada la dependencia natural de insumos y bienes de capital importados que tiene la producción industrial  más moderna e integrada al mundo.

Por el otro, porque dado que el ahorro de los argentinos es en dólares (nadie ahorra en una moneda que pierde un cuarto de su valor por año), el control de cambios dificulta la salida de capitales, pero también el ingreso de capitales de argentinos, destinados a inversión.

A este panorama se le suma el hecho de que el fuerte aumento del salario real formal de los últimos años, bien por arriba de la productividad privada y pública, redujo sustancialmente las ganancias «extraordinarias» de las empresas, que hasta ahora compensaban con más volumen,  camino al pleno empleo. Pero llegado al pleno empleo, con desmedida presión fiscal, y una política cambiaria y monetaria que incrementa los costos en dólares, las ganancias han pasado a ser “ordinarias” y no alcanzan dado el adverso clima de negocios que hoy impera.

A esto hay que sumarle la caída, en los últimos años, de la inversión extranjera directa, y el deterioro creciente de la infraestructura en sentido amplio, por el énfasis puesto en el gasto público en empleo y salarios, o en obras públicas, sin prioridades, y con alta «ineficiencia» por decirlo de manera elegante.

Modificar este panorama implica modificar la política económica llevada hasta aquí.

Pero, justamente, esto es lo que no se quiere hacer.

La expropiación de YPF, y las nuevas medidas intervencionistas que seguramente seguirán, se inscriben en la necesidad de seguir dándole vida a un modelo que hace rato que está agotado.

Y esto deja al gasto público y al escaso crédito “subsidiado” como únicos motores de crecimiento, más allá de la inercia derivada de los sectores plenamente exportadores como los agrícolas que dependen del mundo y del clima.

Pero en el marco de una desaceleración privada, cae la recaudación, y sin ahorros previos, (no hay fondo anticíclico), mantener un gasto público creciente, para evitar la recesión, implica un uso más intensivo de las máquinas de Ciccone (¡Este es el único negocio “privado” que crece fuerte!), es decir mayor inflación y atraso cambiario, o implica seguir buscando “cajas” privadas o semiprivadas para expropiar y seguir consiguiendo, de esa manera, dólares para importar, o pesos para subsidiar.

En síntesis, intentar evitar la desaceleración de la economía obliga o a un uso cada vez más intenso de la emisión monetaria o de las reservas del Banco Central, u obliga a continuas búsquedas de “bolsones” de dólares y pesos, para expropiar.

Lo que se expropiará, entonces, es el crecimiento del sector privado, para seguir financiando la expansión del sector público. Como se trata de “dineros ajenos”, la mayoría de la clase política, está de acuerdo.
Fuente: Perfil, 29/04/12.
Más información: www.szewachnomics.com.ar

 

La Argentina no cumple los contratos

abril 29, 2012

«La Argentina adiestró al mundo a esperar que no cumpla contratos»

Entrevista con Moisés Naím

Por Silvia Pisani

 

Lúcido observador de las relaciones internacionales, autor y columnista, Naím considera que la estatización de YPF fue «un manotazo de ahogado» del Gobierno, afirma que tendrá un impacto «muy negativo» para el país y cree, además, que no resolverá la crisis energética de la Argentina.

 

La Argentina es el país en el mundo que más cantidad de psicoanalistas tiene por habitante», gusta decir Moisés Naím, cada vez que la realidad de nuestro país desafía su reconocida capacidad de análisis político.

Desde la perspectiva de este académico venezolano residente en Estados Unidos, no exenta de ironía, no hay modo de entender la estatización de Repsol YPF sino desde una contumaz incapacidad social para aprender de las experiencias del pasado. Le cuesta, como investigador y observador lúcido de la escena internacional, aceptar que un país que hoy invierte más dinero en tratar de mantener a flote tres empresas estatizadas que el que deriva a programas de bienestar infantil aplauda una decisión de la que mucho duda que sirva para superar el déficit energético.

«El relato oficial no se cree», asegura. Desde su punto de vista, la más controvertida decisión de Cristina Kirchner no hace sino ratificar el perfil de la Argentina como un país donde los contratos no se cumplen y la realidad se intenta torcer para el lado que convenga. «El problema es que esto no es sólo obra de un gobierno sino, también, de numerosos actores sociales, absolutamente incapaces de servir como el necesario contrapeso en una democracia», dice.

En una conversación en Washington, Naím sostuvo que, al final de cuentas, en una triste historia de idas y venidas con privatizaciones y estatizaciones, el nuevo giro con la estatizada petrolera no es otra cosa que «un poco más de lo mismo» en una calesita histórica de corrupción y malos negocios para los contribuyentes, que, al final, son los que pagan por el pato de la boda.

 

¿Qué efecto tiene en la percepción de la Argentina en el mundo la decisión de estatizar Repsol YPF?

 

-Es un efecto muy negativo. Lo que se ha aprendido en el mundo es que las políticas económicas nunca son brochazos aislados para que las cosas funcionen bien. Las políticas económicas, para que funcionen bien, son un conjunto de medidas congruentes, consistentes a mediano y largo plazo. Esta decisión es, a todas luces, una medida aislada, que no parece responder -ni habíamos oído antes ni ahora- a un plan nacional de energía. Ciertamente, esto no forma parte ni está enmarcado en un plan de desarrollo. Esto no resuelve los problemas macroeconómicos ni mucho menos los energéticos que padece la Argentina como legado de muchos años de malas políticas, de descuido y de falta de inversión, al menos en el sector de energía y en el sector eléctrico. Esto nadie lo está interpretando como una nueva política económica o como una profundización en una visión de largo plazo para el país. Esto está visto, generalmente y salvo en la Argentina, como un manotazo de ahogado.

 

– ¿No hay oído para el argumento oficial en el sentido de que el país viene de importar 3000 millones de dólares en petróleo y que esa situación es insostenible?

 

-Sí, claro, hay gente que lo escucha y que lo cree. El presidente [de Venezuela Hugo] Chávez ha declarado su admiración y respeto por esta decisión. Lo hizo al mismo tiempo en que declaró solidaridad y respeto por el gobierno de Bashar al-Assad, en Siria, y le mandaba cargueros con suministros, como quince fueron, para apoyar al gobierno «heroico», según él, de Bashar al-Assad.

 

– ¿Quiere sugerir con eso que, desde la visión internacional, este paso acerca a la Argentina al eje «chavista» en la región?

 

-Lo más importante es que en la mente de los que mueven el mundo, en la mente de los que hacen análisis político, la Argentina no entra. Nadie tiene en mente a la Argentina como un jugador influyente en ningún campo. La Argentina no es un país sistémico. Es un país percibido esencialmente como un exportador de soja y con una de las tasas de inflación más altas del mundo, de la que, dicho sea de paso, tiene prohibido informar. Pero no es que los analistas y los inversores en los Estados Unidos ni en ninguna otra parte del mundo estén evaluando el rol geopolítico o el peso de la Argentina en el mundo.

 

– Se lo pregunto de otra manera: ¿hay algún espacio en el mundo exterior en que se preste oído a los argumentos esgrimidos a favor de esta medida y se los convalide?

 

-El gobierno argentino lo está haciendo, está tratando de explicarlo. El problema es que, en el mundo de hoy, la información fluye a gran velocidad y las cosas, por más que los gobiernos intenten opacarlas, disfrazarlas o pintarlas como sea, la realidad termina apareciendo.

 

– ¿Qué quiere decir con eso?

 

-Que de este caso se sabe ya mucho como para que vengan, de pronto, con esos argumentos. Quiero decir que es conocida ya la trayectoria que venía llevando la relación con Repsol; que es conocida la decisión oficial de empujar a Repsol a unirse con la familia Eskenazi; que es conocida la relación cercana y la alineación del gobierno de Kirchner y de la familia Eskenazi, y que es conocido el hecho de que, últimamente, esa relación ya no era tan cálida. Son conocidos, también, los términos extraordinariamente ventajosos que el Gobierno le concedió a la familia Eskenazi para entrar en la operación; que es conocido el contexto de regulación, control y demás políticas que imperaron y que se impusieron a la empresa y que realmente hicieron muy difícil que pudiera cumplir sus objetivos funcionales. Entonces, con todo eso, criticar y afirmar que la decisión de estatizar resulta del mal manejo «de una empresa colonialista española que está abusando de la benevolencia y del sentido ético del gobierno argentino» es una narrativa que en el mundo de hoy y a la luz de las muchas informaciones que hoy se tienen no es fácil de creer ni de aceptar. El «relato» no se cree.

 

-Desde ese punto de vista, ¿esto es un golpe para la credibilidad del gobierno argentino o la del país? ¿O es un momento incómodo del que puede salirse adelante con la probada habilidad del Ejecutivo para tejer alianzas y salir a flote en el momento oportuno?

 

-Esto es algo que trasciende al gobierno kirch- nerista. Sin duda, es el actor principal, pero aquí hay otro tipo de actores y lo cierto es que, con o sin la familia Kirchner, el mundo queda perplejo de la gran cantidad de actores sociales argentinos que aplauden esta medida.

 

– ¿Por qué?

 

-Porque no se puede estar menos que perplejo ante la incapacidad o ante la ausencia de otros actores sociales y políticos capaces de poner esta decisión en su contexto y en su balance; para hacer una lectura de pesos y de contrapesos, que es lo básico que en toda democracia debe existir para impedir justamente este tipo de acciones unilaterales.

 

-Pero es que, del otro lado, España no parece acompañar en este reclamo. Por ejemplo, el G-20 ni el FMI ni la misma Unión Europea (UE) parecen tomar un partido decidido. La UE, por caso, hace declaraciones alarmistas, pero no pasa de las palabras. Nadie parece acompañar decididamente a España en su queja. ¿Significa eso que la Argentina tiene razón?

 

-Creo que en el mundo hay problemas mucho más importantes. No estamos hablando de un evento que va a sacudir las finanzas mundiales. Esto no es la quiebra de Lehman Brothers ni la quiebra de la aseguradora AIG. Esto no es más que una nacionalización más, en un país que tiene una tradición de no cumplir con sus compromisos y de no honrar sus contratos.

 

– Entonces, no habría que sorprenderse.

 

-Tristemente, la Argentina ha adiestrado al mundo a esperar que no cumpla los contratos ni los compromisos. Diferentes gobiernos argentinos en distintos momentos políticos así lo han hecho. Lo otro que hay que destacar es que el mundo les pone atención a los fenómenos que son sistémicos. Un país es sistémico cuando lo que hace o deja de hacer afecta o tiene impacto en el resto del mundo. Una empresa es sistémica cuando lo que le ocurre tiene impacto en varias partes del mundo. En este caso, el impacto es limitado, porque la Argentina está crecientemente aislada del mundo y el contagio es muy limitado.

 

– O sea, ¿que no importa?

 

-Yo lo sintetizaría así: para la Argentina, es más de lo mismo.

 

– Uno de los vaticinios que se hacen es que la estatización tendrá un efecto adverso sobre el clima de inversión. Sin embargo, del otro lado, cuando uno habla con inversores, su prioridad es buscar lugares en el mundo donde haya crecimiento y, hoy, eso ocurre en la Argentina.

 

-En el mundo hay calidades de inversores. Por supuesto que hay inversores con mayor aversión y otros, con mayor apetito por el riesgo. Pero estos últimos también actúan de modo de poder recuperar su inversión y obtener pingües ganancias en muy corto plazo, para seguir viniendo a la Argentina con un ánimo más especulativo. O sea, beneficios a corto plazo con la menor inversión posible. Eso puede ser celebrado como elección. Pero con eso cierran la puerta a inversores de alta calidad, que le den al país permanencia, previsibilidad y empleo de alta calidad y a la economía una sostenibilidad a largo plazo y competitividad. Yo no dudo que la Argentina seguirá atrayendo inversores, pero son inversores que operarán con mucha cautela y con un ánimo más orientado a este tipo de actividad, con mínima inversión y máxima ganancia. Y eso no es socialmente deseable.

 

– Usted dice que esto es algo que trasciende a un gobierno, ya que la oposición y enormes sectores sociales lo celebran. ¿Puede ser que tanta gente esté equivocada?

 

-No sé qué le pasa a la sociedad argentina. Me encantaría que alguien me diera una buena explicación. Ya lo dije hace poco, en un artículo en el que hablaba de la propensión al psicoanálisis que tienen los argentinos?

 

– Sí, lo vi. Algunos dicen que el psicoanálisis es salud.

 

-Lo que quiero decir es que todos conocemos personas que comentan que cómo es posible que «El», en su momento, o que «Ella», ahora, esté cometiendo estos errores de nuevo. ¿Cómo es posible? ¿Qué es lo que ocurre? ¿Cuál es esta dificultad de aprendizaje que tiene la sociedad argentina, que no aprende de lo que le ha sucedido? Experiencia no es lo que le ocurre a un país. Experiencia es lo que ese país hace con lo que le pasa. Lo que estamos aprendiendo es que la Argentina no hace cosas diferentes con lo que le ocurre y sigue cometiendo los mismos errores.

 

– En la Argentina, hay encuestas con un resultado a favor de la nacionalización.

 

-Es verdad. Hay una andanada de críticas en todo el mundo, excepto en la Argentina. Y eso es sorprendente, ya que se trata de un país que sufrió una larga, conocida y triste historia de nacionalizaciones que sólo trajeron pérdidas, corrupción y miseria.

 

– Generalmente, se habla más del daño de las privatizaciones que del daño de las estatizaciones?

 

-Mire, en la década pasada, la compañía de agua de Buenos Aires, Aerolíneas Argentinas y varias empresas de electricidad que habían sido privatizadas en los años noventa fueron renacionalizadas con argumentos muy parecidos a los que ahora ha utilizado la Presidenta para justificar la toma estatal de Repsol. El resultado de estas renacionalizaciones ha sido catastrófico. No sólo sus servicios y desempeño general han empeorado, sino que incurren en pérdidas gigantescas que pagan los argentinos con sus impuestos. Según ha explicado Jorge Colina, economista del Instituto para el Desarrollo Social Argentino, al periodista Charles Newbery, el subsidio estatal a estas tres empresas el año pasado fue un 80% mayor que el gasto gubernamental en el programa de bienestar infantil.

 

– Del otro lado, lo que señalan las autoridades es el caso de las petroleras que, en el mundo, están en manos del Estado.

 

-No todos son para aplaudir. Los argentinos que lo hacen también pueden echar una mirada a los casos de la mexicana Pemex y de la venezolana Pdvsa, que son muy aleccionadores. Estas dos grandes compañías petroleras tienen más en común que el hecho de ser estatales o ejercer un virtual monopolio sobre la exploración y producción de petróleo y gas en países ricos en hidrocarburos. Su similitud más sorprendente es que, a pesar de que los precios del petróleo han estado en pleno auge, las dos empresas han declinado. Su producción, reservas y el potencial son inferiores a lo que solían ser, y su rendimiento es mucho peor de lo que fácilmente podría ser.

 

– Eso nos lleva, otra vez, al eterno debate sobre si es mejor una empresa estatal o una privada para la explotación de recursos naturales.

 

-No necesariamente. Hay experiencias de todo tipo. Por ejemplo, están los casos de Brasil y de Colombia. Hasta hace poco, ambos eran importadores de hidrocarburos. Hoy la brasileña Petrobras es un actor global que va en camino de convertirse en una de las petroleras más importantes del mundo, mientras que en Colombia la producción de petróleo se ha disparado. En ambos casos, el gobierno se reserva un papel central, pero ha creado estructuras que protegen la gestión de la empresa de interferencias políticas.

 

– Volviendo al mapa internacional y al perfil que usted describe para la Argentina como un país que acumula celebridad en el incumplimiento de contratos. ¿Fue ingenua España cuando, en 2005, lanzó una «asociación estratégica» con la Argentina?

 

-En este caso, hay que recordar que las empresas petroleras están condenadas a operar adonde las lleve la geología, no la ideología. Para producir gas y petróleo hay que ir a los lugares en cuyo subsuelo haya gas y petróleo. Esto es tan cierto para Repsol como lo es para ExxonMobil o para Shell, que también deben operar en ambientes inciertos y, a veces, hostiles.

 

– ¿Hay espacio para que otras empresas españolas en la Argentina -y existen unas cuantas de mucho peso- teman represalias de las autoridades argentina en el caso de que Madrid presione demasiado con sus reclamos con Repsol?

 

-Es obvio que las empresas extranjeras deben estar viendo con preocupación lo que le sucedió a Repsol. Pero esto parece más bien un caso aislado, motivado por cálculos muy específicos del Gobierno y no el resultado de una estrategia deliberada en contra de las empresas extranjeras en general, o de las españolas en particular. De hecho, no me sorprendería que, para compensar, el Gobierno lanzara una ofensiva de relaciones públicas y acciones positivas en favor de los inversionistas extranjeros.

– ¿Comparte las hipótesis que conjeturan que la oportunidad de la nacionalización incluyó alguna lectura sobre el momento de debilidad y vulnerabilidad de Madrid, acuciado por un sinfín de problema y con escasa capacidad de reacción?

-Ignoro eso. Pero, desde afuera, y sin elementos concretos de información, la manera como fue tomada y ejecutada la nacionalización pareciera reflejar más improvisación que un sofisticado análisis geoestratégico o económico. No da la impresión de que haya habido aquí mucha reflexión ni análisis.-

 Moisés Naím

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MANO A MANO

Moisés Naím habla suave, con una musicalidad evocadora de la Venezuela donde nació, en 1952. Inmune, casi, su español, a los extranjerismos de quienes, como en su caso, residen desde hace años en los Estados Unidos. Se expresa con humor y con ironía, y con voracidad por los datos: los incorpora con la misma velocidad con que los suelta en cada análisis.

Viaja por el mundo, lee periódicos, conversa con quienes toman decisiones alrededor del planeta. Comprender y luego explicar es la vocación de quien tiene un paso por la gestión pública como ministro de Industria de Venezuela y como directivo del Banco Mundial, pero que luego derivó en académico e investigador, hoy, del Carnegie Endowment for International Peace, en esta ciudad.

Descubrió el «columnismo» y nunca más lo abandonó. Sus textos semanales de opinión son hoy reproducidos por los principales periódicos en América latina y Europa. «Me siento periodista», confiesa con orgullo. Ganó, hace un par de años, el reconocido premio Ortega y Gasset por su trayectoria en el oficio.

Su libro Ilícito: cómo traficantes, contrabandistas y piratas están cambiando el mundo ha sido editado en 18 idiomas y fue seleccionado por The Washington Post como uno de los mejores libros del año. Un documental basado en ese texto y producido por National Geographic fue merecedor de un premio Emmy hace un par de años.
Fuente: La Nación, 29/04/12.

Los inversores compran deuda venezolana y venden la argentina

abril 28, 2012

Los inversionistas compran deuda venezolana y venden la argentina

Por Prabha Natarajan

 

NUEVA YORK (Dow Jones) — En un giro de percepciones, los inversionistas ahora prefieren los bonos denominados en dólares de Venezuela a los de Argentina.

Los administradores de fondos y los especuladores esperan con ansias la posibilidad de un cambio político en Venezuela y adquirir la deuda del país. Esperan aprovechar una rápida alza en los precios de estos bonos si un nuevo gobierno reemplaza al enfermo presidente Hugo Chávez.

En tanto, muchos inversionistas han comenzado a vender la deuda argentina por las impredecibles políticas de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien ha decidido expropiar a la petrolera YPF SA, una filial de la española Repsol YPF SA.

En cierto sentido, los inversionistas perciben que estos países están estancados en los años 80 y 90, cuando las políticas fuertemente influenciadas por las ideologías y el populismo llevaron a muchos países latinoamericanos a caer en cesación de pagos.

Ninguna de estas naciones corre este riesgo y ambas ofrecen altos rendimientos: más de 600 puntos base sobre el índice general de bonos de mercados emergentes.

Pero en semanas recientes la percepción y las expectativas en torno a ambos países han cambiado de manera tangible. Hay una clara preferencia por Venezuela sobre Argentina.

«Estamos convencidos de que habrá un cambio y Chávez no será el próximo presidente de Venezuela, aunque es difícil saber qué rumbo tomará», dijo Sam Finkelstein de Goldman Sachs Asset Management. Esa, señaló, es la razón para comprar deuda venezolana a largo plazo.

Chávez, quien ha gobernado el país desde 1999, padece un cáncer y sus esporádicas apariciones han generado preocupación sobre su salud y capacidad para gobernar el país. Analistas y observadores del mercado esperan que el 1 julio, cuando se da el inicio oficial a la campaña electoral, haya una señal clara sobre si el mandatario decidirá ir a la reelección.

La ponderación de Argentina en el Índice Global de Bonos de Mercados Emergentes de J.P. Morgan —la referencia para la deuda denominada en dólares que sigue la mayoría de los inversionistas— no registra cambios, lo que refleja la perspectiva neutral para el país. Pero el índice tiene una ponderación superior —o más del promedio— para Venezuela. Ambos países representan 1,3% y 9,5%, respectivamente, del índice en términos de capitalización de mercado, según J.P. Morgan.

Joyce Chang, titular global de mercados emergentes e investigación de crédito en J.P. Morgan, destacó que los inversionistas obtuvieron «cuantiosas ganancias sobre la deuda venezolana en el primer trimestre, pero aún se justifica mantener una alta ponderación venezolana debido a los altos rendimientos».

Por otro lado, la trayectoria de la deuda argentina parece muy clara para los inversionistas.

«Argentina avanzaba por el largo camino de regreso, tras caer en cesación de pagos, para acceder a los mercados internacionales, y ahora a retrocedido varios pasos», señaló Russ Rowley, administrador de cartera en Principal Global Investors.

La semana pasada su fondo comenzó vender sus ya bajas ponderaciones de bonos corporativos y soberanos argentinos.

Aunque los rendimientos argentinos siguen siendo altos y atractivos, Rowley teme una fuga de inversionistas y la imposición de controles por parte del gobierno si la situación empeora.

«No estamos siendo compensados en forma adecuada por estos riesgos», agregó.

«El verdadero riesgo en Argentina es que su patrocinio podría caer; eso ya sucedió en Venezuela», indicó Chang. «La reserva de inversionistas será bastante menor y esto probablemente resultará en una mayor volatilidad».

Sin embargo, algunos inversionistas prefieren esperar que haya más claridad.

«Las cosas están cambiando un poco y se comienza a generar una mayor cautela», expresó Catherine Elmore de Standish Asset Management. «Hay una reevaluación en términos de cuán expuestos estamos a estos países».

Por ejemplo, su fondo iguala la ponderación para la deuda de referencia argentina y venezolana, pero observa de cerca los acontecimientos en este último país y no descarta incrementar su exposición a Venezuela.
Fuente: The Wall Street Journal, 27/04/12.

El sucesor de Warren Buffett

abril 28, 2012

Y el sucesor de Warren Buffett en Berkshire será…

Por Jason Zweig

 

¿Quién puede llenar los zapatos de Warren Buffett?

El presidente de Berkshire Hathaway, que lleva al frente de la firma de inversión desde 1965, anunció recientemente que tiene cáncer de próstata. La enfermedad fue detectada a tiempo y el inversionista de 81 años está por lo demás en excelente estado de salud. Su pronóstico es bueno.

La noticia, sin embargo, volvió a plantear la pregunta de quién será al fin de cuentas su sucesor. Buffett, que es un habilidoso jugador de bridge, ha sabido guardar sus cartas. El inversionista ha dicho que los miembros de la junta directiva de Berkshire han escogido un sucesor que conocen y admiran, así como dos ejecutivos de respaldo.

Pero Buffett no ha dado a conocer la identidad exacta de dicha persona, ni siquiera al propio elegido. El inversionista tampoco quiso revelar nada durante una conversación que tuve hace poco con él.

Anunciar públicamente el nombre del sucesor no sólo dificultaría que Berkshire cambie de opinión si las circunstancias cambian, sino que desmoralizaría a los dos ejecutivos de respaldo, que a su vez serían blancos más fáciles de contratación por otras empresas.

El sucesor será «alguien que probablemente nos sorprenderá», señala David Winters, accionista por más de dos décadas y cuyo fondo de inversión, Wintergreen Fund, tiene US$67 millones en acciones de Berkshire. «Le apostaría a alguien que no tiene un perfil conocido y que no está en la lista de nombres que se rumorean».

Con la esperanza de desenterrar algunos de esos nombres inesperados, les pedí a dos equipos independientes de investigadores financieros, Paul Tetlock y Tim Scully de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia, y Richard Peterson, de la firma de inversión de Los Ángeles, MarketPsych, que analizaran lo que Buffett ha escrito en sus famosas cartas anuales sobre los ejecutivos que encabezan las divisiones de Berkshire.

Los dos grupos de investigadores se especializan en el «análisis de texto», o el uso de fórmulas matemáticas para medir la frecuencia y el tono negativo o positivo del lenguaje. Por ejemplo, en estudios previos de la forma en que son redactados los documentos financieros de algunas empresas, estos métodos han mostrado que mejoran las proyecciones sobre rentabilidad.

Desde 1977, Buffett ha escrito cerca de 400.000 palabras en sus cartas anuales a los inversionistas. Tetlock y Scully descubrieron que Buffett ha mencionado a Ajit Jain, director del grupo de reaseguradoras, muchas más veces que las que ha mencionado a cualquier otro director de división, 102 veces, frente a 60 para el siguiente ejecutivo más citado, Tony Nicely, de la aseguradora Geico.

Los investigadores encontraron que Buffett se refirió a Jain ligeramente de forma más positiva que sobre cualquier otro gerente de Berkshire. Sin embargo, Tad Montross, presidente ejecutivo de General Re, se ubicó en un segundo lugar muy cerca en la categoría de menciones positivas en general e incluso le ganó a Jain en cuanto a la proporción de palabras financieras positivas que Buffett usó. Por ejemplo, en su carta de 2002, Buffett escribió «progreso enorme» bajo Montross. No muy lejos se ubicó Brad Kinstler, presidente ejecutivo de See’s Candies; Greg Abel, presidente ejecutivo de MidAmerican Energy; Don Wurster, presidente ejecutivo de National Indemnity; Nicely de Geico y Kevin Clayton, de Clayton Homes.

Con el uso de una metodología diferente que le asigna un puntaje a las palabras en función de su asociación con la felicidad, Peterson encontró que Jain se ubicó en un lugar considerablemente inferior.

Dentro de los actuales ejecutivos a los que Buffett se ha referido en términos emocionales en al menos ocho veces, el que más alto se clasificó fue Danny Goldman, director general de finanzas de Iscar, una división de herramientas con sede en Israel de Berkshire (por ejemplo, en la carta de 2009, Buffett escribió «increíble»).

Nicely quedó en el segundo lugar («estelar» en la carta de 2005), seguido de Abel de MidAmerican («estupendo» en 2008), Kinstler de See’s Candies («extraordinario» en 2007), Tom Nerney de U.S. Liability Insurance («fabuloso» en 2002) y Jain («increíble» en 2006).

Entre los jefes de división a los que Buffett se ha referido al menos cuatro veces en términos emocionales, Peterson otorga un alto puntaje en positivismo a Paul Andrews, del distribuidor de electrónicos TTI; Jacob Harpaz, de Iscar; Grady Rosier, de la gestora de cadena de suministro McLane; y Matt Rose, de la compañía ferroviaria Burlington Northern Santa Fe.

De todos modos, la persona que Buffett ha mencionado en muchas más ocasiones es Ajit Jain. «Esto es cierto midiendo el número de referencias, número de palabras o simplemente el número de años que lo ha mencionado», dice Tetlock. Sin embargo, cualquier deducción basada, como estas, en un número relativamente pequeño de referencias «debería asumirse con mucha cautela».

Cabe aclarar que ser elogiado no es lo mismo que ser coronado. Varios ejecutivos que Buffett halagó generosamente en el pasado, incluyendo David Sokol, Joe Brandon y Rich Santulli, ya no trabajan en Berkshire.

De todas formas, el análisis de texto es «mejor que adivinar, ya que tiene algún apuntalamiento estadístico», asegura Peterson.
— Rob Barry contribuyó a este artículo.
Fuente: The Wall Street Journal, 27/04/12.

 

Argentina: ya vimos la película

abril 25, 2012

Argentina: ya vimos la película

Por Alberto Benegas Lynch (h)

 

Casi todo lo que viene ocurriendo en la Argentina es la repetición de políticas populistas que se enancan a la agresión al poder judicial y a la prensa independiente en la esperanza de poder arrasar con más facilidad con lo poquísimo que queda de la tradición alberdiana.

 

Me recibí en la facultad de economía en 1964, el 28 de diciembre, día de los inocentes. En 1968, recién llegado de una beca en la Foundation for Economic Education de New York, el entonces presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires me invitó a que dictara un curso en el recinto principal de esa institución. Elegí como tema la necesidad de privatizar empresas estatales, circunstancias en las que esos centros políticos estaban desangrando al país, a pesar de lo cual, en esa instancia, la opinión dominante era que la sola propuesta de traspasar activos a manos privadas se consideraba traición a la patria. Mientras dictaba el curso, entre el público, mi mujer y uno de mis cuñados escucharon de boca de algunos de los asistentes -disgustados por mis reflexiones- referencias injuriosas y muy poco elegantes respecto a mi madre. Con el correr del tiempo se fue entendiendo y aceptando la idea, especialmente en ámbitos universitarios, pero en un momento dado se bastardeó tanto la privatización traspasando monopolios estatales a monopolios privados en el contexto de una alarmante corrupción y ensanchamiento del gasto público que ahora, cuarenta y cuatro años después de mi aludido curso, la Argentina vuelve a fojas cero, por eso remarco aquello del día de los inocentes.

Se acaba de anunciar la re-estatización de la petrolera YPF, expropiando la mayoría accionaria en manos privadas y ha sido designado como interventor un ministro acusado de corrupción secundado por un ideólogo marxista, una combinación ideal a ojos de los dromedarios estatistas de turno.

En esta ocasión me veo obligado a repetir lo que dije hace más de cuatro décadas en la referida Bolsa de Comercio de Buenos Aires, lo cual naturalmente produce una buena dosis de cansancio moral, por no decir extenuación intelectual al repasar puntos que en toda buena universidad se enseñan en seminarios introductorios al estudio de la economía, pero antes de eso formulo algunas consideraciones específicas sobre el rubro energético.

La situación argentina en esta área (y en otras) se debe principalmente a la machacona política de manipular compulsivamente tarifas. Cuando un precio se mantiene artificialmente deprimido, la demanda se expande mientras que la oferta se contrae (y, consecuentemente, las inversiones disminuyen hasta que, en su caso, debe recurrirse a la importación de energía para suplir el zafarrancho). En un arranque tragicómico, el gobierno argentino pretende resolver el problema con lo dicho y a la situación deficitaria de caja del momento agrega la necesidad de indemnizar a los accionistas (con o sin juicios) y hacer frente a los pasivos de la empresa confiscada en su porción mayoritaria.

Estas señales horrendas son recibidas por los proveedores del otro setenta por ciento del mercado energético, ya que la empresa de marras solo abastece el treinta por ciento. Esos signos de inseguridad jurídica mayúscula hacen que esas otras empresas naturalmente se abstengan de invertir, todo lo cual agrava el problema de la energía argentina.

En la era de Carter en Estados Unidos (quien se hacía sacar fotografías en mangas de camisa en verano al efecto de mostrar que no usaba aire acondicionado “para ahorrar energía”), se fijó un techo a los precios del petróleo lo cual hizo acelerar el consumo y aparecieron colas en las estaciones de servicio al tiempo que se obstruyeron las señales para encarar fuentes alternativas de energía, es decir, el peor de los mundos, lo cual fue criticado, entre otros, por el premio Nobel en economía Milton Friedman, el ex secretario del tesoro William Simon y el entonces presidente de Citicorp Walter Wriston quienes señalaron enfáticamente los peligros y contribuyeron a modificar drásticamente la política.

Hasta el modo en que algunos burócratas se refieren a temas energéticos revela desconocimiento de magnitud respecto a cuestiones elementales, como cuando aluden a las reservas petroleras extrapolando al futuro el precio y la tecnología presentes, sin percibir que la provisión de energía y su consumo se modifican completamente al modificarse el precio respectivo, consecuencia de situaciones cambiantes que refleja el mercado. En otros términos, como ha destacado Friedman “si quieren sobrantes de petróleo el gobierno debe fijar precios mínimos, si quiere faltantes debe imponer precios máximos, pero si se desea que oferta y demanda se equilibren y las cosas funcionen bien, hay que dejar los precios libres”.

Creo que en buena medida lo que anquilosa las mentes es la idea de soberanía. Bertrand de Jouvenel en Los orígenes del estado moderno explica que el concepto del soberano como sinónimo del rey fue derribado al señalar la limitación natural de todo ser humano, sin embargo al trasladarse la idea al pueblo parece que el límite se franqueó con el resultado de que, en definitiva, volvió a recaer en el gobernante con un áurea más contundente y más fuerte que en la época de las monarquías absolutas. Esta idea atrabiliaria se aplicó a distintos bienes y así se declama sin rubor alguno que el petróleo pertenece a la soberanía popular, lo cual es tan idiota como sostener la soberanía de la zanahoria o el garbanzo. En el caso argentino, se ha llegado al extremo en el que el secretario de cultura (subrayo el cargo) lanzó al ruedo la peregrina noción de la “soberanía cultural” al efecto de dictaminar sobre la lectura de lo que conviene y lo que no conviene leer, es decir, una nueva versión del Index y la inquisición cultural.

Solo parapetados en conceptos de esa laya es que puede envolverse empresas estatales en el pabellón nacional alegando que se trata de “bienes estratégicos”, sin percatarse que cuanto más vital un bien más razón para que funcione bien y para que se desarrolle con todos los rigores del mercado sin privilegios de ninguna naturaleza.

Por supuesto que hay empresas que la juegan de privadas pero llevan a cabo sus negocios en los despachos oficiales y las hay que están sometidas al manotazo en sus flujos de fondos por parte de los aparatos estatales. Ninguna de las dos cosas representa el benéfico proceso de mercado: en un caso con ladrones de guante blanco y en el otro son víctimas del atropello del Leviatán.

Empresa estatal es una denominación que constituye una contradicción en términos puesto que no resulta posible simular y hacerse pasar por empresario, el cual arriesga recursos propios en la administración de los factores productivos, y si tiene éxito en satisfacer los deseos de los consumidores obtiene ganancias y en la medida en que se equivoca incurre en quebrantos, a diferencia de lo que sucede cuando se politiza el proceso, situación en la que la asignación de activos y conveniencia de pasivos opera a espaldas del mercado.

Más aun, la sola constitución de la llamada empresa estatal o la estatización de una privada inexorablemente significa derroche de capital puesto que, como todo no puede hacerse al mismo tiempo, se alteraran las prioridades de la gente (si se hace lo mismo que se hubiera decidido en el plebiscito diario del mercado, no tiene sentido intervenir y pueden ahorrarse los gastos administrativos correspondientes).

Incluso si por ventura la “empresa estatal” (en base a contabilidades confiables) arrojara ganancias, habría que preguntarse el por qué de ese resultado y si no estarán las tarifas demasiado altas. Por otra parte, la competencia tampoco es un simulacro: se está en el mercado con todo que ello implica o se está en la órbita política con todos los privilegios consiguientes (si se dijera que se abrogan todas las prebendas para “competir” no hay razón para mantener la empresa en el sector estatal).

Se suele argumentar la conveniencia de estatizar porque las privadas “no reinvierten lo suficiente” y las extrajeras giran sus utilidades al exterior. Toda actividad empresaria que se mantiene a flote en el mercado sin privilegios ofrece bienes y servicios que mejoran la situación de los consumidores. Lo que hacen con el resultado de esa mejora dependerá de las condiciones económicas del país en cuestión y, sobre todo, de su marco jurídico. De todos modos, como queda dicho, los beneficios para el consumidor ocurren, la contrapartida debe ser analizada por cuerda separada, ya se sabe que sería más atractivo que todos los capitales del orbe inviertan en cierto país, pero es harina de otro costal.

Todas estas consideraciones son aplicables a las empresas mixtas en la parte que corresponde al aporte estatal (léase compulsivamente de los contribuyentes) y si se recluta el capital privado en base a exenciones y otras canonjías debe extenderse el análisis también a esa parte.

No es que los burócratas sean malas personas y los que se desempeñan en el sector privado sean por su naturaleza buenas, ni que en un caso sean profesionales de menor calado que en el otro, se trata de incentivos. La forma en que se prenden las luces y se toma café es distinta en un caso que en otro. Lo que es de todos no es de nadie y aparece indefectiblemente la “tragedia de los comunes”.

El economista decimonónico Frédéric Bastiat nos recuerda que el análisis de estas cuestiones requieren de una visión muy amplia al efecto de prestar debida atención “a lo que se ve y a lo que no se ve”. Se ve un edificio estatal reluciente en mármoles y otras delicadezas para cobijar funcionarios en reparticiones varias (que, además, suelen emprenderla contra actividades pacíficas y voluntarias), pero, en cambio, lo que no se ve son los faltantes de biberones y leche como consecuencia que los recursos fueron a parar al mencionado edificio.

La transferencia de activos de las llamadas empresas estatales al sector privado puede realizarse a través de licitaciones abiertas al mejor postor, venta en el mercado de capitales si se encuadrara en la figura de la sociedad anónima o directamente la entrega sin cargo de acciones a residentes bajo diversos procedimientos que han sido aplicados en otros países.

Desde luego que lo dicho es aplicable a todas las empresas en manos del Estado incluyendo bancos, los cuales en la medida en que otorgan créditos subsidiados acentúan el derroche de capital que hemos mencionado y, por tanto, contribuyen a reducir salarios e ingresos en términos reales puesto que éstos solo puedan elevarse como consecuencia de las tasas de capitalización.

En resumen, casi todo lo que viene ocurriendo en la Argentina es la repetición de políticas populistas que se enancan a la agresión al poder judicial y a la prensa independiente en la esperanza de poder arrasar con más facilidad con lo poquísimo que queda de la tradición alberdiana, que desde la organización nacional hasta la incursión del fascismo socialista hizo de la Argentina uno de los países más prósperos del orbe. Ya vimos la película de lo que hoy sucede, esperemos que se reaccione a tiempo antes de que sea tarde y nos convirtamos en otra Venezuela o Cuba.
Fuente: Economía para todos, 23/04/12.
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Argentina: El límite está en la economía

abril 25, 2012

El límite está en la economía
Por Roberto Cachanosky

 

Si bien el gobierno no deja macana por hacer en materia de política económica, hay que reconocer que esas macanas apuntan a sostener su poder político. Hoy vemos como, encandilada por televisores, autos y celulares, una mayoría relativa le otorgó un cheque en blanco a Cristina Fernández que, por ahora, lo sabe usar muy bien. No porque esté generando políticas sustentables de largo plazo, sino porque está acumulando un poder que anula el sistema republicano y tiende a una autocracia cada vez más marcada.

Cristina Fernández tiene el monopolio de la fuerza. Muy pocos confían en la justicia y el parlamento está controlado por sus seguidores que votan sin chistar cuanto proyecto de ley le envía el Ejecutivo. En definitiva, Cristina Fernández detenta hoy un poder casi absoluto. Ese poder absoluto determina que aquellos que no comparten la política del gobierno tengan miedo de hablar. No digo en público solamente, sino por teléfono. Por mi profesión de asesor económico son muchas las charlas telefónicas que tengo y la gente tiene pánico a ser escuchada por miedo a tener sus teléfonos intervenidos. Hasta en los mails se observa ese temor. La gente se siente observada y controlada. La impunidad con que se mueve el gobierno puede llegar a límites inconcebibles. ¿Será cierto que en la Secretaría de Comercio, a los empresarios que van a tramitar un permiso de importación, los atiende el Sr. 12, 34, o 17? ¿Será cierto que no dan a conocer sus nombres y se manejan con números?

Lo concreto es que Cristina Fernández interpreta que el 54% de los votos que obtuvo en octubre pasado la autoriza a utilizar esa mayoría circunstancial para imponer leyes que pueden ser sancionadas por el Congreso pero que no tienen legitimidad. Y cuando digo que no tienen legitimidad quiero decir que una ley, por más que sea votada por la totalidad de los miembros de la Cámara de diputados y senadores, no pueden violar el derecho a la libertad y a la propiedad. Nadie decide pertenecer a una sociedad para ser sometido como un esclavo por el monopolio de la fuerza del Estado.

Las personas están dispuestas a sacrificar parte de sus ingresos y mantener un Estado para que éste defienda sus derechos, no para que los viole. El problema se presenta cuando, ya estando dentro de la sociedad, una mayoría relativa le otorga poderes a una persona para que use el monopolio de la fuerza a su antojo, por más que los fundamente en leyes ilegítimas, y someta a la población con el monopolio de la fuerza que le fue delegado para otra cosa. Y en este punto insisto una y otra vez: las leyes votadas por una mayoría no son legítimas cuando violan los derechos de las personas.

La estatización de YPF, más allá de si cumplió con las inversiones comprometidas o no, es solo un paso más en ese contante avance del Estado sobre la propiedad privada y explica la fuga de capitales que tiende a acelerarse. Basta con ver como escaló el dólar contado con liquidez para advertir que la gente entró nuevamente en pánico ante esta arremetida estatizadora. Puesto en otros términos, la estatización de YPF es otro paso más en la aplicación de políticas que buscan sostener el poder político del gobierno aún violando el derecho de propiedad.

Recordemos que los intentos por avanzar sobre los derechos de propiedad incluyen a la fallida 125, la confiscación de los ahorros en las AFJP, la apropiación de reservas del BCRA y luego la reforma de la Carta Orgánica, la prohibición de ejercer toda industria lícita como es la de importar o vender los bienes que uno produce al precio de mercado y mil formas más de intervencionismo y estatismo.

Cristina Fernández sabe que solo puede sostenerse en el poder si mantiene económicamente conforme a unos 10 u 11 millones de electores. Si uno mira la última elección, sobre 28,7 millones de electores, Cristina Fernández obtuvo 11,6 millones de votos que representan el 40% del electorado. Es decir, entre los votos en blanco, los impugnados y los que no van a votar, Cristina Fernández necesita el apoyo de unos 10 millones de personas para alzarse con la victoria. El resto, por una oposición incompetente, por desidia de la gente o lo que sea, queda sometida a los caprichos del kirchnerismo.

Debo reconocer que buena parte de la oposición tampoco se diferencia tanto de las propuestas kirchneristas. Puesto en otros términos, ofrece una especie de kirchnerismo bueno. Basta con ver cómo van a votar por la estatización de YPF y sus discursos en los medios para advertir que tampoco es que ofrecen una propuesta tan diferente. El gran interrogante es si existe demanda para una propuesta totalmente diferente. Me pregunto si prendería en el electorado un discurso que hable de la cultura del trabajo, de lo denigrante que son los llamados planes sociales, de las ventajas de participar del comercio internacional e integrarse al mundo, de los beneficios de la competencia, de la seguridad jurídica para atraer inversiones y generar más puestos de trabajo, en fin ¿prenderá en el electorado un discurso sobre la libertad que debe imperar en un país para que pueda desarrollarse la capacidad de innovación de la gente y de esta forma progresar? Francamente no tengo una respuesta categórica al respecto. Por ahora me inclino a pensar que esos 10 millones de votantes están más cómodos recibiendo una asignación universal por hijo, un subsidio, el empresario PYME feliz de no tener que competir con productos del exterior y grandes empresarios haciendo suculentos negocios con el Estado…hasta que se convierten en enemigos.

Lo cierto es que la base de apoyo de Cristina Fernández, que le permite arremeter contra la propiedad privada y atemorizar a la gente con el aparato de compulsión del Estado, es mantener relativamente tranquilos a esos 10 millones de votos que le otorgan la mayoría dada lo impresentable de la oposición y sus divisiones y vedetismos.

Si se acepta la tesis de los 10 millones de votantes conformes, entonces, lo que cabe esperar es que, ante la creciente escasez de recursos para mantener contento a esos 10 millones de electores, en el futuro veamos nuevas confiscaciones y avances sobre los derechos de propiedad. Los que producimos todos los días en base a nuestro esfuerzo sin privilegios ni subsidios, tendremos que redoblar nuestro trabajo para sostener a esos 10 millones de personas. Y creo que la tarea va a ser agotadora porque al esfuerzo diario se le agregará las trabas que impone el Estado con su intervencionismo y creciente apriete fiscal.

El único límite que le veo al poder absoluto que ostenta el kirchnerismo, es la economía. En la medida que no se generan los recursos necesarios para mantener contento a los 10 millones que viven a costa de los que producen, el escenario político y social puede complicarse seriamente para el gobierno. Ellos saben que solo pueden seguir con este atropello institucional solo si redoblan continuamente la apuesta expoliando a los que producen y confiscan flujos e ingresos en nombre de la solidaridad social y la soberanía nacional.

El gran interrogante es el siguiente: ¿cómo reaccionaría el kirchnerismo ante un escenario de descontento social si cada vez hay menos recursos para repartir? ¿Utilizará la fuerza pública para disciplinar a los descontentos acentuando al autoritarismo o buscará alguna salida decorosa denunciando conspiraciones que no los deja gobernar?

Francamente no tengo la respuesta al interrogante del párrafo anterior, pero lo que sí me queda claro es que, por ahora, el único límite que le veo a esta destrucción de la república es la economía. Si la economía no les financia la fiesta de consumo, se acaba el apoyo de los 10 millones para los que gobierna el kirchnerismo.

Seamos sinceros, si bien es necesario insistir en el valor de las instituciones y los beneficios de un gobierno limitado, a la inmensa mayoría de la población poco le interesa ese tema. El bolsillo manda a la hora de votar. Por lo tanto, reconozcamos que el kirchnerismo leyó muy bien el comportamiento de la mayoría de los argentinos y actuó en consecuencia para construir su poder en detrimento de la democracia republicana.    

En definitiva, como el límite está en la economía, me parece que antes de perder el apoyo de los 10 millones de votantes veremos nuevos avances sobre los derechos de propiedad y las libertades individuales. Salvo que obre un milagro, se vienen tiempos difíciles.
Fuente: Economía para todos, 21/04/12.
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La evolución del euro

abril 24, 2012

Hay que mirar fuera, no dentro de la eurozona

Por Nicholas Hastings

 

LONDRES (Dow Jones) — Los acontecimientos fuera de la zona euro dictarán ahora el desempeño de la moneda.

Durante semanas, el euro pareció estar a punto de desplomarse nuevamente por debajo de US$1,30. Las crecientes tensiones políticas en los países periféricos, los mayores costos de financiamiento, la evidencia de que incluso la economía alemana está desacelerándose, y los temores de que el pacto fiscal tendrá que ser abandonado, tuvieron un impacto mínimo.

Incluso la noticia de esta semana acerca de que el gobierno holandés del primer ministro Mark Rutte había colapsado en las negociaciones sobre la austeridad fiscal no pudieron amainar el viento que hace navegar al euro. De hecho, el euro continuó encontrando un respaldo bastante bueno, y se negoció al alza en torno a US$1,32.

La razón para esto es que los inversionistas siguen confiando en Alemania y continúan inyectando su dinero en los bonos del gobierno alemán, donde los rendimientos han sido presionados hacia nuevos mínimos récord y el bono a 10 años ofrece solo 1,56%.

Por supuesto, en algún momento esos bajos rendimientos comenzarán a perder atractivo, especialmente si la propia economía alemana comienza a enfilar hacia una recesión, o si el gobierno de Angela Merkel aparece demasiado aislado.

Sin embargo, por el momento, los rendimientos alemanes, los bonos del gobierno alemán, y por extensión el euro, no lucen tan mal.

El problema es que la mayoría de las alternativas no tienen mucho que ofrecer. Una combinación de un menor crecimiento a nivel mundial, junto con los problemas de la deuda de zona euro, están teniendo consecuencias en todo el mundo.

Empecemos con Estados Unidos. El dólar posiblemente haya lucido brevemente como una buena alternativa ante el euro a comienzos de este año, cuando la recuperación en EE.UU. lucía fuerte y la Fed parecía estar volviéndose más restrictiva.

Pero todo eso ha cambiado. El crecimiento de EE.UU. ha sido decepcionante y se especula que la Fed podría anunciar una relajación preventiva de la política monetaria tan pronto como esta semana.

En el resto del mundo, la libra y la corona sueca han estado desempeñándose bastante bien frente al euro, pero ambas monedas parecen encaminarse a una reversión, la libra por los temores de que el déficit presupuestario del Reino Unido no se esté reduciendo tan rápidamente como se esperaba, y la corona debido a la fuerte exposición de Suecia a la rápida contracción de la economía de la zona euro.

Incluso el dólar australiano ha perdido lustre. La moneda ha sido respaldada desde hace tiempo por la fortaleza de la economía australiana y el alto nivel de las tasas de interés de ese país. Pero ahora está bajo una presión de venta debido a que la inflación está cayendo mucho más rápido de lo esperado, mientras que el lento crecimiento de China ha llevado al Banco de la Reserva de Australia a adoptar una postura más expansiva. En otras palabras, los rendimientos australianos están también en una senda descendente.

La única moneda que parece estar demostrando ser una fuerte competencia para el euro es el yen.

Como muchos otros bancos centrales, el Banco de Japón también está contemplando un mayor expansionismo monetario, y los mercados esperan que el banco extienda su programa de compras de activos este mismo viernes. Pero esto probablemente no perjudicará al yen, debido a que Japón sufre una deflación.

Como destaca Bank of Tokyo-Mitsubishi: «La continua convergencia de los rendimientos mundiales hacia los bajos rendimientos ofrecidos en Japón sigue siendo un soporte para el yen, donde la deflación en Japón tiene como resultado una elección de los rendimientos reales, contrariamente a las otras grandes economías, donde los rendimientos reales siguen profundamente en territorio negativo».

De modo que el euro posiblemente siga siendo por ahora menos atractivo frente al yen, pero existen ciertos indicios inmediatos de que va a volverse menos popular frente a la mayoría de las otras grandes monedas.

Como sugieren los sorpresivamente buenos resultados de la subasta de bonos alemanes del martes, los inversionistas están contentos de respaldar a los mercados del centro de la zona euro en el futuro, sin importar cuán altos se hayan vuelto los riesgos políticos y económicos.
Fuente: The Wall Street Journal, 24/04/12.

Argentina según Enrique Szewach

abril 23, 2012

Autoabastecimiento

Por Enrique Szewach

 

Le propongo el siguiente test: Usted gana 10.000 pesos, y gasta 9.000. Lo que gana le alcanza para vivir y hasta puede ahorrar 1.000 pesos.  Suponga que alguien le ofrece 15.000 pesos para hacer el mismo trabajo en otra empresa. Usted se dirige a su empleador y le plantea que, o le aumenta el sueldo a 15.000 pesos o se va, y su empleador le responde “¿Por qué te voy a aumentar el sueldo, si con lo que ganás te alcanza, y encima te sobra el 10%?”.

Todo lo demás igual ¿Usted que haría, cambia de trabajo o no? Apuesto a que respondió que sí.

Bueno, el gobierno argentino intenta hacer  lo mismo que ese empleador ficticio.

Me explico. Para los hacedores de política económica, las empresas no tienen que maximizar sus ganancias, deberían conformarse con ganar “lo suficiente” y entregar el resto al gobierno, a los consumidores, o a otros empresarios que usan su producto o servicio como “insumo crítico”.

Por ejemplo, cuando el precio de la carne en el mercado internacional empezó a subir, el gobierno, para proteger la mesa de los argentinos,  y que los consumidores estén contentos a la hora de votar, decidió prohibir la exportación de carne, de manera que el productor local tuviera que vender al precio vigente en el mercado interno.

Muchos, que no pueden hacer otra cosa, siguieron produciendo carne, pero los que sí pueden, decidieron “cambiar de trabajo”, y se pusieron a producir soja u otros productos.

Se criaron menos vacas, cayó la oferta de carne, el precio interno explotó, cayó el consumo, y muchos frigoríficos cerraron por falta de materia prima.

En lugar de permitir, como en el resto de la región, que rigiera el precio internacional, maximizar la producción, el nivel de actividad y los ingresos de los productores y, en todo caso, “ayudar” , con subsidio directo, al segmento de la población que no podía consumir carne a los nuevos precios, se pretendió que el subsidio al consumo de carne lo dieran los productores de vacas y estos, -como usted, en el ejemplo del principio- se negaron, dado que podían “cambiar de trabajo”.

En el caso de la energía sucedió algo similar.  El gobierno pretendió  aislar a la Argentina de la suba de los precios internacionales del petróleo y derivados. Para ello, les congeló los precios a los productores de gas y petróleo, y  pagó, con fondos públicos, a los  generadores y distribuidores de electricidad y gas, la diferencia entre el precio congelado a los consumidores y los aumentos de costos –salarios y otros rubros diferentes al del combustible-, lo mínimo necesario para mantener el servicio funcionando.

Al igual que los productores de carne o trigo, aquéllos productores de petróleo y gas que pudieron, decidieron invertir en otro lado. Hubo otros productores locales que, como no pueden irse a otro lado, ni tienen capital o tecnología, no hicieron nada, a la espera de revender las concesiones cuando los precios mejoraran, o hicieron lo que pudieron. (Todo esto con la connivencia y aceptación de las provincias que dieron las concesiones. Y con la presión del gobierno central, que favoreció a sus amigos en este negocio).

Los generadores y distribuidores, por su parte,  o vendieron sus participaciones a quienes apostaron a que las cosas cambiarían, o entraron en problemas con sus acreedores, o “aguantan”, mientras pueden, a la espera de mejores momentos.

Pero producción en caída y demanda creciendo, resultado, el Estado importa, a precio internacional, lo que falta. Ahora, entonces, no sólo hacen falta pesos, para subsidiar los costos internos, (para eso es la maquinita del Central/Ciccone) si no que, también, hacen falta dólares para pagar las importaciones. (De allí el control).

Solución, la expropiación de la “caja” de YPF para usar esos pesos para acelerar producción, en el corto plazo,  agotando más rápido las reservas, cosa que no haría una YPF “profesional”.

También se busca la asociación con empresas internacionales para lograr el autoabastecimiento.

Pero ésta depende de concesiones bien hechas, precios internacionales y libre disponibilidad de parte de  las divisas.

Mientras la Argentina tuvo eso, exportábamos y las reservas crecían.

Cuando empezamos a vivir la fantasía populista de precios alejados de los internacionales, nos quedamos sin reservas e importando.

Lo curioso es que a este ¨zafarrancho¨,  lo llaman, todos los que apoyan, “recuperación de la soberanía”.
Fuente: Perfil, 22/04/12.
Más información: www.szewachnomics.com.ar

 

Estados Unidos se recupera mientras profundiza su brecha social

abril 22, 2012


Estados Unidos se recupera mientras profundiza su brecha social
Por Jorge Castro

 

Estados Unidos emerge de la crisis, recupera el crecimiento económico y retorna al primer plano mundial como eje de la innovación tecnológica y del incremento de la productividad, pero lo hace con una sociedad fracturada en dos tercios , una muestra histórica novedosa de un país avanzado que experimenta una situación de dualismo estructural cada vez más profunda e irreversible.

Hay cinco millones de trabajadores menos que los que había a comienzos de 2008. Esto ocurre en una fuerza de trabajo que experimenta una tasa de desocupación de 8,2%, 3 años después de iniciada la recuperación, tras la crisis global 2008-2009 y la recesión que fue su consecuencia.

Estas cifras significan que, si a la actual fuerza de trabajo se le sumaran los cinco millones de trabajadores que dejaron de presentarse en el mercado desde 2008 -lo que hace que el nivel de participación laboral haya declinado de 66% a 64% en enero de 2012- el nivel de desempleo sería más de 10%. Al mismo tiempo, la industria manufacturera, con una fuerza laboral que es 11% del total, ocupa hoy 30% menos de trabajadores que en 2007, pero obtiene un producto que es 30% mayor al de entonces.

El resultado es paradójico: en un país cuya economía se recupera desde hace tres años, y que a pesar de ello tiene una tasa de desocupación de 8,2%, la industria manufacturera (trasnacional y de alta tecnología), dispone de dos millones de puestos de trabajo que no logra ocupar, debido a la carencia de una fuerza laboral calificada para hacerlo. Esta divergencia estructural se inserta en una tendencia de largo plazo, de carácter demográfico. La fuerza de trabajo crece a una tasa que es menos de la mitad de lo que era hace dos décadas. Crecía entonces 1,7% anual, y cayó a 0,6% a fines de 2011. En estas condiciones, el crecimiento potencial también debe declinar, en la medida en que disminuye la mano de obra; y el resultado es que se deteriora el nivel de vida (U$S 46.000 anuales), salvo que, como compensación, sea arrastrada por un salto más que proporcional de incremento de la productividad.

El inconveniente de una compensación semejante es que, a medida que aumente, mayor será la fuerza que profundice la divergencia de la fuerza de trabajo; y creciente será la conversión de EE.UU. en una sociedad profundamente fracturada. El segmento de arriba tiene prácticamente todos los nuevos empleos de alta calificación, monopoliza la productividad y asume los mayores ingresos, mientras que los de abajo se sumergen en la desocupación, pierden en sus salarios reales y disminuyen su participación en el ingreso nacional. Esto coincide con una creciente diferenciación interna en la economía estadounidense. Las exportaciones han crecido 16% anual desde 2007, aunque a China han aumentado 40% en 2011.

En ese período, representaron más de la mitad del crecimiento de Estados Unidos (a pesar que solo son 14% del PBI). Los sectores protegidos de la competencia internacional (salud, educación, gobierno) se encuentran cada vez más alejados del indicador crucial de productividad, exclusividad del segmento hipercompetitivo e innovador, sometido a la compulsión de una puja global ineludible.

En los dos segmentos de la sociedad hay una visión crecientemente enfrentada del futuro de EE.UU., “optimista” y ganadora entre los de arriba, y cada vez más lúgubre entre los de abajo. La actitud psicológica tiene un sustento estructural, y manifiesta una lucidez que bebe de fuentes distintas.

Esta divergencia se transforma en enfrentamiento político en este año electoral; y sigue, aproximadamente, las líneas que encabezan Mitt Romney y Barack Obama. Se desvanece el consenso norteamericano, fundado en el común “excepcionalismo” estadounidense, cuyo núcleo – desde que fue identificado por Alexis de Tocqueville – es la certidumbre de que la “edad de oro” no está en el pasado sino en el futuro. Algo ha cambiado para siempre en la civilización estadounidense.
Fuente: Clarín, 22/04/12.
El Dr. Jorge Castro es analista internacional y presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico.
Más información en: www.agendaestrategica.com.ar

 

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