George Osborne is threatening the EU with a giant tax haven right on its doorstep
By Juliet Samuel –
The Chancellor’s plan to cut corporation tax to 15 per cent is a canny negotiation ploy.
George Osborne wants us to know: he’s still here. Maligned by Tories and Lefties alike after the EU referendum, the Chancellor (he is still Chancellor) is nonetheless determined to grab column inches rather than fading away into the background. One might almost think he has his eye on some kind of prize like, I don’t know, the Foreign Office?
I don’t think we should feel sorry for ourselves as a country. We’ve got to pick ourselves up and make the best of it and make the most of it.George Osborne
Either way, Mr Osborne had a helpful suggestion today. Britain needs to act fast to signal to international investors that it is going to be a hospitable and profitable place to do business. His statement that Britain should aim for corporation tax rate of 15 per cent is not a bad start. That would be a cut of 5 percentage points and give us the lowest rate in the G7 by some margin.
The exact rate he has recommended might not end up being part of the optimum policy mix, because even if austerity is being abandoned, the Government has to be careful with the public finances. But it sends the right message to large multinationals that are having doubts about how open and attractive Britain will be in future as a hub for their businesses.
But there’s also another, cannier reason why Britain should do everything in its power to appeal to large corporations that employ people across the EU: it improves our negotiating position. As I’ve written, I believe getting a good deal from the EU is going to be extremely tough, because there are powerful forces on the continent determined not to grant us full single market access if we want any concessions on free movement.
One strategy we should use to loosen their resolve is to give the EU an idea of what an excluded Britain on the edge of the market might look like. And one potential answer to that is obviously: a giant tax haven.
This is not my idea of a grand vision for our economy. But the option needs to be on the table if we’re going to get a good deal.
The logic of cutting taxes in response to Brexit is obvious. If the EU decides to make it more expensive and difficult for businesses based here to sell their goods and services into its market, we will need to offset that cost in order to encourage a similar level of investment as we currently enjoy.
We need to tread somewhat carefully, because we don’t want to anger those elements in Europe who are inclined to be helpful and, ultimately, what we want is single market access. So Britain should not be too brazen about this strategy. But it could certainly be a helpful backdrop to negotiations.
Of course, our economy also requires a number of structural reforms to get more houses built and encourage more long-term capital investment that will improve prospects for people suffering from Britain’s industrial decline. But as a simple way to show that companies will be rewarded for keeping faith with Britain, offering them a low-tax, business friendly regime is a good idea.
The underlying message it sends to the EU is a harsher one: if you wilfully lock us out of your market, you leave us only one way to compete. And you won’t like it.
In quotes | George Osborne’s first statement post-Brexit vote – 27 June, 2016
«I said we had to fix the roof so we were prepared for whatever the future held and thank goodness we did.
«Our message to businesses large and small is very simple: Britain is open for business.
«This is not the outcome I wanted or threw everything into campaigning for – but we in this democracy must accept this result.
«Only the UK can trigger Article 50. And in my judgement, we should only do that when there is a clear view about what new arrangements we are seeking with our European neighbours. In the meantime, during the negotiations that will follow, there will be no change to people’s rights to travel and work and to the way our goods and services are traded or to the way our economy and financial system is regulated.»
«There have been questions about the future of the Conservative Party and I will address my role within that in the coming days.»
Leonardo Fariña, el valijero de Lázaro Báez, brindó nuevos detalles sobre La ruta del dinero K que involucran a la ex-presidenta Cristina Fernández de Kirchner, Julio De Vido, exministro de Planificación y al extitular de la AFIP, Ricardo Echegaray.
Fariña habló con el periodista Luis Majul y cuando fue consultado por los montos que transportaban, comentó: «Han llegado a traer en un solo saque 10 millones de dólares».
Además, Fariña declaró que «Cristina sabía, De Vido sabía, Echegaray sabía y Sbatella sabía. Todos sabían y todos se hicieron ricos».
Durante la entrevista, el valijero de Báez cargó contra el hijo de la exjefa de Estado al declarar que «Máximo era el caballo de batalla de Cristina. Él iba a buscar la que era del padre».
Hoy Fariña se encuentra bajo prisión domiciliaria en un domicilio mantenido en secreto por la Justicia para protegerlo.
Cómo Finlandia dejó de ser el país del mundo donde más gente moría porque le fallaba el corazón
El gobierno le asignó a un médico de 27 años con un máster en Ciencias Sociales la tarea de resolver la situación.
A principios de los 70, una de las regiones de Finlandia le pidió ayuda urgente al gobierno pues las muertes de los hombres locales por problemas del corazón se habían convertido en algo cotidiano.
«Cuando le preguntaban a la gente si sufría de enfermedad coronaria, respondían ‘aún no'».
Así ilustró la dimensión del problema que Finlandia enfrentó en los años 70 Vesa Korpelainen, gerente ejecutivo del Centro para la salud pública de Carelia del Norte, una región en la frontera con Rusia.
Por aquellos años, los ingredientes favoritos de los norcarelios -así como de todos los finlandeses- eran la mantequilla, la leche entera, salchichas y sal.
Además, uno de sus hobbies era fumar.
Eso contribuyó a que Finlandia tuviera la tasa más alta de incidencia de muertes por enfermedades cardíacas del mundo. Y en Carelia del Norte era 40% más alta que en el resto del país.
Fue entonces que el gobierno le asignó a un médico de 27 años con un máster en Ciencias Sociales la tarea de resolver la situación.
Se llamaba Pekka Puska y lo nombraron Director General del Instituto Nacional de Salud Pública de Finlandia.
En menos de dos generaciones, la reducción en la mortalidad fue dramática y el estilo de vida de los finlandeses se tornó en un modelo para el mundo.
El precio de la celebración
El reto era inmenso.
En Carelia del Norte, donde vivían 180.000 personas, llegaron a haber mil ataques al corazón al año, la mitad de las víctimas eran hombres menores de 65 años y 40% eran fatales.
Eso a pesar de que la mayoría de los hombres eran madereros o granjeros, trabajos físicamente activos.
¿Qué había ocurrido?
En parte, la II Guerra Mundial.
Muchos la pasaron al borde de la inanición.
Así que cuando llegó a su fin, en 1945, celebraron dándose gusto con leche cremosa, mantequilla abundante, carnes suculentas y esos cigarrillos que no habían podido comprar por tanto tiempo.
Las frutas y los vegetales casi dejaron de ser parte del menú.
¿Cómo se logra un cambio a gran escala?
En 1972, cuando Stevie Wonder sonaba por todas partes y Francis Ford Coppola hacía historia en la pantalla grande con «El Padrino», en Finlandia «había mucho sufrimiento», recuerda Puska, en conversación con la BBC.
«El equipo que trabajaba conmigo había participado en las protestas que hubo en las universidades europeas y estábamos dispuestos a cambiar el sistema; en este caso, cambiar la salud pública, así que nos pusimos a trabajar».
Empezaron en donde la situación era peor: ese lugar tan remoto y bello que su paisaje inspiró al compositor finlandés Jean Sibelius a escribir la Suite Karelia… y uno de los lugares más malsanos del planeta.
«Era un área relativamente pobre, en la que la gente tenía vacas que le daban leche y productos lácteos. Pensaban que el trabajo que hacían era muy duro, así que debían consumir mucha grasa», explica Puska.
De por sí, eso no es un problema. Lo que pasaba era que habían dejado de comer otras cosas.
«Los hombres en esa época solían decir que los vegetales eran para los conejos, no para verdaderos machos: no se podía trabajar duro comiendo vegetales».
Lo revolucionario fue que ese equipo de jóvenes radicales entendieron que para enfrentar el problema no podían centrarse en una sola cosa. Tenían que transformar todo el sistema.
Así que la provincia se puso a dieta
Convencieron a políticos y profesores, trabajaron con grupos comunitarios y medios de comunicación y entraron en los hogares con un mensaje de cambio uniendo fuerzas con un grupo cuya influencia era enorme.
«Había una organización nacional de esposas (la Organización Marta) muy sólida y trabajamos muy de cerca con ellas. El mensaje tenía que ser positivo: nada de ‘no debes comer grasa o sal’ sino ‘disfruta de la comida buena para la salud de tu corazón'».
«La salud debe ser positiva», declara Puska.
Las estrategias eran diversas, para atacar por todos los flancos.
Con «las Martas» cambiaron las recetas de platos tradicionales para volverlos más sanos.
Ni siquiera el a veces llamado «plato nacional de Finlandia», el estofado careliano -que se hacía friendo en mantequilla pedazos de carne y con mucha sal- se salvó. Si buscas la receta hoy, probablemente dirá que uses aceite de oliva o ningún tipo de grasa, más verduras y poca sal.
La reafirmación positiva también era importante.
Cuando los restaurantes reducían el uso de sal, ponían la que no habían usado en frascos a la vista de los comensales.
Había competencias de reducción de colesterol entre pueblos, en las que «la gente entraba en las casas de otros para revisar las neveras y comprobar que tenían vegetales en ellas», señala Puska.
En una especie de reality show, el equipo de doctores le hacían seguimiento a personas en riesgo que estaban dejando de fumar o cambiando sus hábitos alimenticios. Las cifras de audiencia eran considerables.
En 1977, el proyecto piloto de Carelia del Norte se extendió a toda la nación.
Para cambiar la alimentación, tienes que cambiar la comida
A escala más grande, con el respaldo del gobierno, pudieron replantear las prácticas agrarias de la nación.
«El gran problema eran las frutas, pues en ese clima helado hay pocas posibilidades de cultivar frutas. Pero nos dimos cuenta de que sí se podía tener muchas y deliciosas bayas, que son buenas para la salud».
«Con la ayuda de los ministerios de Agricultura y de Comercio lanzamos el Proyecto Bayas, para impulsar a los granjeros lácteos a cultivar frutas».
Hubo cooperación, pero también oposición.
En lo que ahora se conoce como «las guerras de la grasa», fueron retados por uno de los más poderosos de los protagonistas en la economía finlandesa.
«La industria láctea se resistió con vehemencia pues consideraban que la iniciativa iba en contra de sus intereses. Pero eventualmente, más y más compañías empezaron a abordarnos trayendo productos que se ajustaban al programa», recuerda Puska.
¿El resultado de este pionero experimento?
Para ser precisos, citemos a la Organización Mundial de la Salud:
«Los niveles de los factores de riesgo de la población se han reducido en gran medida, en consecuencia, la tasa de mortalidad por enfermedad coronaria ajustada por edad entre 30-64 años de edad de la población masculina se ha reducido de 1970 a 1995 por un 73% en Carelia del Norte y el 65% en toda Finlandia».
«También se demostraron cambios muy favorables con respecto al cáncer y todas las causas de mortalidad y la salud general de la población».
Hoy en día, es 80% más bajo. Y llevan años con un aumento en la tasa de obesidad de 0%.
No sorprende que el mundo se interesó. Políticos y funcionarios viajaron de otros países para enterarse de cómo lo habían logrado.
Pero, ¿qué aconsejaría el director de tan exitoso programa a los que no han logrado controlar el problema?
«En términos de dieta, en muchos lugares la discusión es muy confusa. Hay muchos intereses creados. Lo que la gente necesita es acciones firmes basadas en evidencia sólida», responde Pekka Puska.
El Reino Unido actuó como adelantado en la política de EE.UU. Si la pauta se mantiene, el Brexit anticiparía un triunfo de Trump.
Por Jorge Castro.
Ya ascienden a US$10,4 billones los bonos soberanos cubiertos por tasas de interés negativas, ya representan 25% del PBI mundial, y si se le suman los títulos abarcados por tasas entre 0% y 1% anual, el total implica más de 40% del producto global.
Son las tasas de interés más bajas de la historia, con un rendimiento promedio de 0,67% anual a escala global. Significa que casi la mitad de los inversores del mundo pagan por el privilegio de prestarles a los gobiernos, lo que incluye prácticamente a la totalidad de los europeos (+0,38% anual) y japoneses (-1,3% por año), mientras que el rendimiento de los títulos del Tesoro norteamericano a 10 años alcanzó a +1,16% anual, el menor en 4 décadas.
El resultado es que aumenta la hiperliquidez del sistema financiero internacional y se acentúa la presión deflacionaria sobre la economía global, disminuyendo así la previsión de crecimiento para este año, que sería 2,5% anual (-0,5% respecto a los pronósticos de enero 2016). Lo más significativo es que disminuye la tasa global de crecimiento potencial, que ahora sería 2,5% por año y se reduciría a 2% a partir de 2020.
El vuelco de los capitales del mundo a las zonas con las tasas de interés negativas se desató en la tercera semana de junio por un acontecimiento geopolítico, la posibilidad cierta –confirmada luego– de que Gran Bretaña saliese de la Unión Europea (UE), lo que implicaría una derrota del statu quo británico, respaldado por todos los organismos internacionales –FMI, Banco Mundial, OCDE–, incluyendo el G-20, plataforma de gobernabilidad del sistema mundial.
La derrota del “Sí” en Gran Bretaña (“permanecer en Europa”) abre un periodo histórico de intensa incertidumbre –aguda crisis–, que desencadena una nueva situación mundial de rasgos desconocidos, ciertamente novedosa.
El Reino Unido ha actuado históricamente como adelantado de EE.UU. en la política mundial (Churchill/Roosevelt /Thatcher/ Reagan). Si esa pauta se mantiene, el Brexit anticiparía un triunfo de Donald Trump el primer martes de noviembre.
En términos de crisis mundial, esta posibilidad tendría un carácter cualitativamente superior al Brexit, y equivaldría –metáfora adecuada– a la caída de la Unión Soviética en 1991.
A medida que la crisis se profundiza, los riesgos aumentan. Goldman Sachs estima que si los títulos del Tesoro estadounidense aumentan su rendimiento 1 punto porcentual –lo que implica que su precio caería en forma proporcional–, las pérdidas superarían US$1 billón; y si igual fenómeno ocurre con los títulos europeos y japoneses, el saldo negativo alcanzaría a US$3 billones o más, nivel superior al quebranto experimentado en 2008 (Lehman Brothers).
Lo que sucede no es una aguda disrupción financiera provocada por el Brexit, sino una crisis de gobernabilidad que afecta al sistema en su conjunto en un mundo completamente unificado, sin distinción entre países avanzados y emergentes.
La causa de fondo de la deflación mundial es la desaceleración de la economía china (+6,5% en 2015/ +11% en 2007), y la razón decisiva de la hiperliquidez es la conversión del ahorro chino (US$5 billones) en ahorro global, a través del proceso de internacionalización del renminbi.
Este año, con epicentro en dos acontecimientos geopolíticos –Brexit británico/eventual triunfo de Trump en EE.UU.–, las raíces del sistema se ponen en juego, con un cambio cualitativo de las condiciones mundiales.
Los Estados nacionales surgieron para enfrentar la desintegración de Europa generada por la Guerra de los 30 años (1618-1648). Quizás el Estado mundial –cuya plataforma inicial es el G-20– nazca este año, como un punto de inflexión en la historia del mundo.
La isla olvidada: Martín García cumple 500 años y pierde habitantes y turistas: “Nos abandonaron”
Patrimonio histórico, a solo dos horas de la Ciudad. Los isleños se quejan por la falta de lanchas y de servicios. De los 4.700 habitantes que había en los ‘50, quedaron 105. Se perdió el 70% del turismo.
Por Diego Geddes.
28-6-2016- Recorrida por la isla Martín García.
Una historia que dispara mil historias: en 1516, Juan Díaz de Solís navegó por primera vez las aguas del Río de la Plata. El despensero de esa expedición, que venía bajando desde Brasil, murió y Solís decidió desembarcar en una isla para darle cristiana sepultura. Esa isla y ese despensero se llaman Martín García. Desde entonces, las mil historias: Guillermo Brown la defendió ante los realistas españoles. Sarmiento quiso fundar la capital de “Argirópolis”, una unión de Argentina, Uruguay y Paraguay. Los inmigrantes hacían la cuarentena antes de desembarcar en Argentina. Fue refugio de masones y de nazis. Cuatro presidentes estuvieron presos en la isla. Dos célebres médicos –Luis Agote, desarrolló la técnica de la transfusión de sangre, y Salvador Mazza, investigador del mal de Chagas– dirigieron el hospital Lazareto. Menem la recorría habitualmente para comprar el pan dulce, que aún se sigue fabricando ahí. Y tantas historias en estos 500 años desembocan hoy en un presente no muy feliz. A pesar de que forma parte del patrimonio histórico de los argentinos, los isleños dicen que está al borde del abandono.
En su época de mayor esplendor, en los años 50, llegó a estar habitada por 4.700 personas, pero ahora solo tiene una población estable de 105. Los isleños se quejan de la falta de transporte, que dificulta la llegada del turismo, principal motor económico de la isla. Solía recibir 35 mil turistas por año, pero ahora llegan menos de 10 mil. La luz se corta todas las noches, de 3 a 7 de la mañana. Y el transporte de mercaderías también tiene problemas por la poca frecuencia de lanchas. Casi no hay emprendimientos privados y muchas de las casas están abandonadas y sepultadas por la vegetación. Los docentes que van a la isla no se pueden quedar a dormir en la casa que debería alojarlos porque no está en condiciones. En lugar de eso, deben ir y volver en el día algo que, como mínimo y dependiendo de la lancha que haga el viaje, les toma 4 horas.
Clarín viajó a la isla esta semana. La lancha salió a las 9 de la mañana desde Tigre y llegó a las 11. Viajaban solo 5 turistas, algunos pocos isleños y docentes que iban a dar clase. Al llegar al muelle (también en mal estado, otro reclamo de los isleños), asoma un cartel de la gestión de Scioli, aunque con un naranja ya descolorido. Es que la isla depende de la provincia de Buenos Aires y la mayoría de los isleños son empleados provinciales, que se ocupan del mantenimiento. “Siempre hubo políticos acá, estamos acostumbrados a eso”, dice Roberto, que vive desde chico en la isla. Y son conscientes del abandono: “Acá la provincia pierde plata”, dice.
Los docentes llegan y de algún modo se pone en marcha la isla. Hay 32 alumnos, desde el jardín de infantes hasta la secundaria. “Hasta no hace mucho tiempo venían muchas escuelas con sus alumnos. Es que acá se puede aprender historia, pero no solo eso. También se les puede enseñar a los chicos todo lo relacionado con los límites geográficos, flora y fauna, astronomía. Acá sí se ven las estrellas”, dice José, encargado del comedor Solís. “No sé si la isla tendría que ser un boom turístico, porque tampoco está preparada para eso, pero ahora no vienen ni las familias de los isleños. Hay que buscar un equilibrio”, agrega. Además de que nunca hubo un plan desde el estado, el destino de la isla choca también contra su condición de reserva natural y de patrimonio histórico: no se podría emplazar una pequeña industria, por ejemplo. Y tampoco se pueden reformar las casas. Todo implica burocracia.
Hay algunas excepciones. Los hermanos Luciano y Fernando, que llegaron a la isla porque su papá trabajó en el servicio penitenciario, tienen un bar que elabora cerveza artesanal y unos alfajores de nuez que, de ser más conocidos, competirían en las grandes ligas. Betty y Norberto atienden el almacén de ramos generales, que vende fiado “salvo alcohol y cigarrillos”. Piki Aranda trabaja en el camping que creó su papá, el poblador más viejo de la isla. Domingo Ramón Aranda tiene 77 años, llegó en 1959 para hacer el servicio militar y se quedó a vivir. Piki, ahora, vía Facebook lamenta cómo se vive hoy en la isla. “La cuidamos entre todos pero se hace muy difícil. Nos abandonaron”. La lancha parte a las 5 de la tarde y se lleva a los docentes. Algunos van al muelle para la despedida. Son los que quedan en la isla y pelean contra el olvido.
Sus cortes son los que menos sufrieron la inflación de los últimos meses. También el cerdo avanza sobre el pollo.
Por Martín Grosz.
Exquisito. El cerdo cada vez más presente en las mesas argentinas.
Del jugoso sándwich de bondiola al carré horneado con puré de manzana. De las costillitas a la plancha al matambrito a la parrilla, pasando por el jamón las salchichas de la picada. Con sus distintos cortes y presentaciones, el cerdo no para de ganar terreno en la mesa de los argentinos. Y este año, por la disparada en los precios del pollo y la carne, alcanzó un nuevo récord.
El consumo interno de carne porcina fue creciendo gradualmente desde enero y en mayo -último dato disponible- fue un 23,8% mayor al del mismo mes del 2015, según estadísticas del Ministerio de Agroindustria de la Nación.
En los primeros cinco meses del año, en tanto, se comió en promedio un 16,6% más de cerdo que un año atrás. Los argentinos sirvieron esta carne a un ritmo de 12,6 kilos anuales por habitante. Para encontrar una marca mayor hay que remontarse a los registros históricos de hace siete décadas, hasta 1945, cuando se había llegado a 15,3 kilos.
La contracara de este auge es que, también entre enero y mayo, la ingesta de carne de vacuna cayó un 8,2% interanual al nivel más bajo de los últimos cinco años: 55 kilos anuales por persona. Y el consumo de pollo, que venía creciendo, acumula este año un derrumbe del 12%, al haber pasado de 43,5 kilos anuales per cápita a 38,3. ¿Qué pasó?
Para David Miazzo, economista y director de investigaciones de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), una nueva configuración de los precios impulsó un “efecto sustitución”. “Como la carne vacuna se encareció mucho -explica-, la gente buscó opciones más baratas. Pero esta vez eso no favoreció al pollo, que también aumentó fuerte, sino al cerdo, que por un exceso de oferta tiene sus precios deprimidos”.
En efecto, según la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes (Ciccra), los precios en mostrador del pollo crecieron 52,4% en el último año y un 44,4% los de la carne vacuna, contra sólo un 20,8% del cerdo.
Así, por ejemplo, el kilo de pechito de cerdo era 8% más caro que el bife ancho vacuno hace un año, pero ahora cuesta 14% menos; antes el pechito era 15% más caro que el roastbeef, y actualmente cuesta 9% menos, según los registros del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva).
En los súper, el bife de paleta ronda los $ 78 el kilo, el bife de jamón los $ 83 y las costillitas se ofrecen a $ 94. Tanto el carré con hueso como el pechito con manta y la bondiola parrillera pueden comprarse por menos de $ 100. Frente a eso, como referencia, el kilo de asado ronda los $ 114 y el de vacío supera los $ 150, relevó Clarín.
“Es cierto que el consumo de cerdo se incrementó”, confirma Gustavo Nogués, gerente de Marketing de Cabaña Argentina, firma productora de carne porcina, fiambres y embutidos. “Es algo que se viene logrando desde hace 10 años por la mejora de la calidad del cerdo, de las carnes, de los procesos industriales, la comercialización, la promoción y difusión”, agrega.
“Más allá de lo ocurrido con los precios -coincidió Miazzo-, se observa que en los últimos años la carne porcina sumó calidad y se metió en los hábitos de la población. Antes el asado y la carne al horno eran un terreno casi exclusivo de la vaca, pero ahora todo asado ya tiene al menos una costillita o un matambrito, y las familias compran carré u otros cortes para hacer al horno. Ya casi no quedan supermercados y carnicerías sin cerdo, y la gente se está acostumbrando a comerlo.”
__
Ahora los uruguayos comen más carne de vaca que los argentinos
Los argentinos llevaban largo tiempo como los mayores devoradores de carne vacuna del planeta. Pero este año, como en «el país de la carne» el consumo cayó a 55 kilos anuales por habitante, los uruguayos pasaron al frente.
Del otro lado del Río de la Plata, según el último informe del Instituto Nacional de Carnes de Uruguay, se comen 57,6 kilos per cápita por año.
La última vez que Argentina había perdido el primer lugar ante Uruguay había sido en 2012. Desde entonces, y hasta este año, había vuelto a tomar la delantera, recuerdan en FADA.
Titulada Cómo convertir al estrés en tu amigo se ha convertido en uno de los vídeos de referencia en YouTube sobre estrés recogiendo las ideas que esta especialista estadounidense ha abordado en bestsellers motivacionales como The Upside of Stress (El lado positivo del estrés).
McGonigal reconoce que durante parte de su carrera consideró el estrés como el principal enemigo para la salud de sus pacientes, pero las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años hicieron que cambiase su metodología.
La importancia de la perspectiva
Para explicar por qué es importante olvidar el estigma McGonigal lanza la siguiente pregunta «¿Cambiar nuestra perspectiva sobre el estrés puede hacernos más saludables?». La respuesta de la ciencia, explica, es que sí. Y muestra algunos datos de una investigación realizada en EE. UU. con 30.000 adultos: el riesgo de muerte se incrementó en un 43% entre quienes decían haber experimentado ‘mucho estrés’. Pero eso solo fue cierto para la gente que también creía que el estrés es perjudicial para la salud». Por el contrario, la probabilidad de morir era mínima para aquellos que no lo consideraban algo nocivo. «De hecho», añade la psicóloga, «presentaban el menor riesgo de muerte en todo el estudio, incluyendo a las personas que habían tenido poco estrés».
Los efectos en el cuerpo
Cuando estamos en tensión nuestro cuerpo experimenta una serie de reacciones físicas: sudores, taquicardias, sensación de ahogo o ansiedad… Lo que nos plantea la psicóloga es qué pasaría si en lugar de interpretar esas señales como algo negativo, las asumiésemos como necesarias, como la forma que tiene nuestro cuerpo de prepararse antes de enfrentar un desafío o una preocupación. «Eso es exactamente lo que se les dijo a los participantes de un estudio realizado en la Universidad de Harvard», recuerda McGonigal. “Antes de que tuvieran la prueba de estrés social, les enseñaron a repensar su respuesta al estrés como provechosa.» El resultado: no solo estuvieron más relajados y confiados, sino que su presión sanguínea y el estado de su corazón eran mucho mejor.
La relación entre el estrés y la vida social
Otra de las conclusiones que apunta McGonigal es que el estrés beneficia nuestras relaciones sociales. «La oxitocina -que libera la glándula pituitaria- es una hormona del estrés» que nos «empuja a decirle a alguien lo que sentimos en lugar de guardárnoslo». Un contacto humano fundamental para combatir las situaciones de tensión, pues está probado que las personas experimentamos bienestar cuanto más tiempo pasamos relacionándonos: «Por cada experiencia sumamente estresante, como las dificultades financieras o una crisis familiar, el riesgo de morir aumenta en un 30%. Pero eso no es cierto para todos. La gente que pasó tiempo cuidando a los demás no mostró ningún aumento del riesgo de muerte por estrés. Ayudar a los demás crea resiliencia».
Con todo ello, reflexiona McGonigal, la ciencia pone de manifiesto que nuestra visión sobre el estrés es importante. «Cuando se elige ver la respuesta al estrés como algo útil, se crea la biología del coraje». Y si tuviese que elegir entre un trabajo estresante y otro más cómodo lo tiene claro: «es mejor para la salud buscar algo que tenga significado que tratar de evitar las molestias. Y yo diría que esa es realmente la mejor manera de tomar decisiones, ir tras lo que crea significado en tu vida y después confiar en ti mismo para manejar el estrés que conlleva».
Fuera del poder, la secta muestra su verdadera identidad: “El gobierno se va a caer y vamos a ayudar a que se caiga”, dice Fernando Esteche (quien pasó de Quebracho –nombre artístico de la SIDE– a la autoría intelectual del pacto con Irán). Como la generación que veneraban, la del setenta, la secta nunca tuvo a la democracia entre sus prioridades. El peronismo sólo se organiza desde el poder, marca de nacimiento de un movimiento fundado por un General. Pero en la versión siglo XXI quienes bajaron de la Sierra Maestra fueron José López, Julio De Vido, Ricardo Jaime, Aníbal Fernández, Amado Boudou y Sergio Schocklender. Una extensa lista de excepciones que se resiste a confesarse regla. Como la secta es “el pueblo”, el resto de los habitantes somos un grupo de foráneos peligrosos. Tan tercos para algunos conceptos, para otros los miembros de la secta son más versátiles que una modelo de Vogue; la palabra que mejor define su credo es “depende”: el pueblo es tal cuando los apoya, pero deviene en oligarquía cuando apoya a Macri; los millonarios son explotadores, pero no todos; los millonarios propios socializan los hoteles y ganan fortunas en la obra pública (aunque las Madres, tal vez una excepción, les pagaban en negro a gran parte de sus empleados, y el empresario Sergio Spolsky dejó a sus periodistas que hacían el trabajo sucio colgando de empresas que pertenecían a su chofer o a la secretaria). Fuera del poder, la secta es cada vez más secta: en la foto arengan Mariotto y Boudou con D’Elía y Papaleo (definido por Marcelo Larraquy en su libro “López Rega” como “uno de los brazos políticos de la Triple A”). En la diagonal de la escena Fernando Espinoza, intendente de La Matanza, se reúne con doscientos punteros; el tema es la toma de supermercados. A esto la secta llama “resistencia”, a complots golpistas como los que ellos mismos critican en Brasil. Pero bueno, depende, un golpe contra la derecha es justo. La democracia –ya se lo dijo Zamba a los niños– siempre es de izquierda, y la izquierda es aquello que reúne al asesor de López Rega, al de la UCeDe que quiso robarse la Casa de la Moneda, a varios narcos, al contador que vio el filón, al constructor que mató a los padres, a varios guerrilleros que pelearon contra la democracia de Cámpora, o la del propio Perón, al cajero del Banco Nación, al rey de los casinos y también a algunos muertos. Porque hubo muertos.
Hábiles en la construcción del relato, ahora intentan construir una historia de persecución política; viene haciéndolo ya Cristina hace unos meses, hablándole más a la Historia que a la gente (aunque su historia termina cada vez más cerca de las páginas de policiales, y quizá sea escrita por mediocres como Brienza o Sandra Russo). Esta es una cuestión penal, no tiene siquiera atisbos políticos: en los bolsos con diez millones no hay dialéctica, hay billetes verdes húmedos. En Aníbal Fernández no hay plusvalía, hay narcotráfico. En Lázaro Báez no hay planes de desarrollo, hay coimas de la obra pública. ¿Dónde está lo político del choreo? La secta argumenta como si hubiéramos pasado de Noruega a Ghana.Los Panamá Papers –historia que Macri nunca aclaró lo suficiente y en la que Grindetti da vergüenza ajena–hablan, en el peor de los casos, de empresarios evadiendo impuestos. No vi aún las cien mil hectáreas de Rodríguez Larreta y sus hoteles en la Patagonia, ni tampoco me encontré en La Rosadita con María Eugenia Vidal fumándose un habano. Y en cualquier caso, aunque así fuera, no es este un juego de cartas en el que un delito emparda al otro. La persecución política tiene charme; siempre es mejor que te persigan por las Veinte Verdades peronistas que por los diez palos afanados. Asistimos, por primera vez, a lo que sucede cuando la ley se aplica. Quienes lo hacen no son carmelitas ni mucho menos, a veces son iguales a los que juzgan. Pero la ley está por encima de ellos. Si este país cambia alguna vez, será por este camino y no por ningún otro.
George Osborne is threatening the EU with a giant tax haven right on its doorstep
By Juliet Samuel –