«Hace 35 años que [mis hijas] saben que yo no creo en las herencias. Tener dinero sin esfuerzo no sirve: malogra a los hijos, les anula su capacidad y potencial», sentenció Douglas Tompkins en su última nota con LA NACION, dos años antes de morir de hipotermia en un accidente en kayak en Chile. Se refería a su decisión, en 2012, de no incluir en su testamento a sus dos hijas, Quincey y Summer (fruto de su primer matrimonio, con Susie Russell). Pero Summer no está de acuerdo con la resolución que tomó su padre y a principios de este año comenzó lo que promete ser una dura batalla legal en los tribunales de Chile -donde Tompkins tuvo su último domicilio legal- contra Kristine McDivitt, la segunda mujer de Douglas. Sus objetivos: impugnar el testamento que el millonario redactó en Buenos Aires, ya que no cumpliría con requisitos formales básicos, y, según lo estipula la ley chilena, ser reconocida como heredera forzosa del 25 por ciento de la fortuna de su papá, estimada en 200 millones de dólares.
MARK ZUCKERBERG
7.4 mil millones de dólares
2 hijas
CARTA ABIERTA A MAX
El día en que contó que su primera hija, Máxima, había nacido, Mark Zuckerberg (33) hizo otra gran declaración. Fue en una carta abierta que posteó el 1 de diciembre de 2015 en Facebook, en la que anunció que a lo largo de su vida él y su mujer, Priscilla Chan (33), se desprenderán del 99 por ciento de sus acciones de la red social en favor de obras benéficas. Desde ese entonces, Zuckerberg, que también es padre de August, maneja la Chan Zuckerberg Initiative, una sociedad de responsabilidad limitada cuya principal misión es erradicar y controlar todas las enfermedades para el año 2100.
WARREN BUFFETT
8.8 mil millones de dólares
3 hijos
EL PIONERO
Creador, junto con Bill Gates, de The Giving Pledge, una campaña para que los más ricos del mundo donen la mayor parte de sus fortunas, Warren Buffet (87) es pionero en esta política. Fue en 1986 cuando el «Oráculo de Omaha» dio su visión en una nota con la revista Fortune. «Mis hijos van a construir su propio lugar en este mundo. Les voy a dejar suficiente plata para que sientan que pueden hacer cualquier cosa, pero no tanto como para que no hagan nada», dijo entonces Buffet, cuya última donación a sus tres hijos [Susan, Howard y Peter] fue en 2012. Les dio 600 millones de dólares en acciones a cada uno para apoyar sus respectivas iniciativas benéficas.
BILL GATES
9.1 mil millones de dólares
3 hijos
LA FUNDACIÓN PRIVADA MÁS GRANDE DEL MUNDO
El hombre más rico de Estados Unidos tomó la gran decisión en 2011. Sus tres hijos, Jennifer, Rory y Phoebe, sólo heredarán 10 millones de dólares cada uno. «Necesitan sentir que su propio trabajo tiene sentido. Es importante que sean conscientes de sus propias habilidades», dijo en aquel entonces Bill Gates (62), impulsor, con Warren Buffett, de The Giving Pledge desde 2010. Al mando junto a su mujer de la fundación de caridad privada más grande del mundo, Gates comenzó su camino filantrópico en 1994, cuando, inspirado por Carnegie y Rockefeller, donó parte de sus acciones de Microsoft para crear su primera fundación, que hoy es parte de The Bill and Melinda Gates Foundation.
ELTON JOHN
279 millones de dólares
2 hijos
INSPIRADO EN STING
«Es terrible darles a tus hijos una cuchara de plata. Les arruina la vida. Necesitan tener algo de normalidad y respetar el trabajo», fueron las palabras que Sir Elton John (70) eligió, dos años atrás, para explicar por qué les dejará sólo una pequeñísima porción de su fortuna (el Daily Mail la estima en 279 millones de dólares) a Zachary y Elijah, los hijos que tiene con su marido, David Furnish. Inspirado por Sting, que no les dejará ni un centavo a sus herederos, Sir Elton contó, además, que en su casa «los chicos levantan la mesa, ayudan en la cocina y en el jardín y ordenan sus cuartos».
ASHTON KUTCHER Y MILA KUNIS
255 millones de dólares
2 hijos
LA IMPORTANCIA DE UN BUEN PLAN DE NEGOCIOS
No voy a crear un fondo para ellos. [Con Mila] decidimos que vamos a donar nuestra plata a instituciones de caridad y otros proyectos», contó Ashton Kutcher (40) en una entrevista reciente. «Nuestros hijos [Wyatt y Dimitri] viven una vida muy privilegiada. No lo saben y nunca lo sabrán», agregó el actor que está casado con Mila Kunis (34), su compañera en la famosa serie That ’70s Show, desde hace tres años. Eso sí, en el futuro, Ashton dijo que está dispuesto a ayudarlos con una condición: «Si quieren empezar un negocio, van a tener que hacer un buen plan de negocios y recién ahí invertiría en ellos».
Los empleos en EE.UU. aumentaron 313.000 en febrero, el mayor incremento desde julio de 2016, y superaron en más de 100.000 puestos de trabajo las estimaciones más optimistas del mercado. Esto ocurrió con una tasa de desocupación de 4,1%, la más baja desde la década del 60, salvo el breve interregno 2000/2001 (boom de la burbuja Dot.Com).
El nivel récord de creación de empleo en febrero no modificó la tasa de desocupación porque más de 60% de los nuevos puestos de trabajo fueron ocupados por hombres adultos (25/54 años de edad) ajenos a la fuerza laboral, que resolvieron reintegrarse a ella por la fuerte demanda y los mejores salarios reales.
La participación laboral en EE.UU. entre 2010 y 2017 (62,4% de la población económicamente activa) ha sido la menor de los últimos 20 años, lo que significa que más de 8 millones de adultos en condiciones de trabajar han permanecido voluntariamente ajenos a la fuerza de trabajo en ese periodo.
La tasa de participación laboral aumentó de 62,7% a 63% en febrero de 2018, lo que equivale a afirmar que se incorporaron a la fuerza de trabajo 806.000 operarios. En los últimos 2 meses comenzaron a elevarse los salarios reales estadounidenses (+2,8% anual en enero/ +2,6% en febrero); y todo esto sucede con una tasa de inflación menor que 2% anual, inferior al nivel de referencia establecido por la Reserva Federal para enfrentar el riesgo deflacionario.
Puede concluirse que no hay ningún síntoma de que se haya agotado la capacidad productiva norteamericana, usualmente denominada “sobrecalentamiento”; y esto ha ocurrido cuando ha vuelto a crecer el nivel de productividad de todos los factores (PTF), que ascendió a +1,5% anual en enero, lo que implica que ha quedado definitivamente atrás la etapa abismal en que la PTF fue inferior a 0,5% por año (2010/2016), la más baja de la historia de EE.UU.
El recorte de impuestos de Trump implica una disminución de 14 puntos porcentuales (p.p.) en la tasa marginal de ganancia de las corporaciones estadounidenses. Equivale a una reducción de 8 p.p. en el costo del capital y a una mejora en el retorno empresario de 20%/30%.
También el recorte disminuye 2.75 p.p. el impuesto marginal a los ingresos de los trabajadores estadounidenses, que implica un alza de US$4.000 por año en los salarios efectivos que llevan a sus hogares. El nuevo sistema impositivo ha desatado un auge extraordinario de los incentivos económicos a la inversión y a la fuerza de trabajo.
El resultado ha sido un aumento nítido de la capacidad potencial, que podría alcanzar a 2 o 3 puntos porcentuales del PBI en los próximos 2/3 años. Lo que sucede es un fenómeno por el lado de la oferta, no de la demanda; y por eso aumenta la productividad de todos los factores y se incrementan los salarios reales, sin inflación.
La Reserva Federal de Dallas advierte que el recorte de impuestos aumentará 1,3% el PBI en 2020, y que la mayor parte del alza ocurrirá en 2018. Este recorte impositivo (la tasa de ganancia pasa de 35% a 21%) es el más drástico de la historia norteamericana desde el gobierno de Ronald Reagan, con el agregado de que las mejorías en las ganancias de individuos y corporaciones tienen un carácter permanente, estatutario, de una vez para siempre.
El nuevo sistema tiene un carácter territorial, que sujeta exclusivamente a las empresas norteamericanas a la obligación de tributar en los ingresos que obtengan dentro de sus fronteras. Más del 60% de las compañías estadounidenses son transnacionales, y representan 44% del total de las firmas que integran el sistema integrado transnacional de producción, núcleo estructural del capitalismo del siglo XXI.
Esto significa que ha terminado la doble imposición sobre las empresas norteamericanas en EE.UU. y en el exterior. Esta es la razón fundamental que hace que las firmas estadounidenses tengan afuera más de US$3,4 billones, y de los que este año repatriarían (según la UNCTAD) US$2,4 billones.
La bajísima tasa de inversión en EE.UU. (12,9% del PBI entre 2010 y 2016) era la consecuencia de este fenómeno de la doble imposición y del hecho de imponer a sus empresas el impuesto a las ganancias más elevado del capitalismo avanzado.
Esto sumergió a EE.UU. en un estancamiento depresivo entre 2010 y 2016 (el PBI aumentó 2,1% anual en ese periodo), al tiempo que frenó el pleno despliegue de la nueva revolución industrial a pesar del liderazgo científico y tecnológico de Silicon Valley.
La Reserva Federal de Dallas estima que las firmas norteamericanas disminuirán en 29% el pago de impuestos en los próximos 10 años, y que 7,8% de este recorte tendrá lugar en 2018.
Por eso el recorte de impuestos de Donald Trump tiene una importancia mundial, y modifica, a través del boom de inversiones que recibe EE.UU., la direccionalidad del flujo de capitales a escala global.
Un cambio crucial ha ocurrido en el capitalismo norteamericano.
Birgit Heike Kelle, periodista y publicista alemana, explica como la ideología de género se ha introducido en la política de estado en Alemania dirigiéndola y manipulándola para conseguir sus própositos y revela los lineamientos de género que está ideología persigue, a los cuales ha títulado como «gagá» (persona que ha perdido sos facultades mentales).
Facebook se volvió peligroso para todos, incluso para Zuckerberg
Antes de que estallara el escándalo de Cambridge Analytica, a Mark Zuckerberg lo acusaron de permitir la propagación de noticias falsas, la manipulación de opiniones políticas y la incitación al racismo a través de sus algoritmos. Él reconoció que la red social se le estaba yendo de las manos, pero ¿por qué sigue sin revelar cómo decide qué vemos y qué no en nuestros muros? ¿Qué nos oculta?
Mark Zuckerberg, el quinto hombre más rico del mundo, recordará 2017 como el año en que se volvió adulto. De su espíritu adolescente solo le quedó el uniforme: las remeras grises con las que sale de su «discreta» mansión de US$7 millones en Silicon Valley todas las mañanas. Durante el resto del día, el dueño de la red social y de un patrimonio de más de US$70.000 millones tuvo que aprender a esquivar las balas y a solucionar los problemas de un imperio.
«Facebook tiene mucho trabajo por hacer. Ya sea para proteger a nuestra comunidad del abuso y del odio, defenderla de las interferencias de los Estados y hacer que el tiempo aquí sea bien usado», escribió como mensaje de Año Nuevo 2018 en el muro de la red social que él mismo creó, sin sospechar que tres meses después estallaría el escándalo que hoy lo tiene en los portales, tapas y redes del mundo. El año anterior, su compañía había alcanzado los 2.000 millones de usuarios conectados, es decir, el 30% de las personas del mundo. Pero el hito no lo encontró con espíritu festivo: el Zuck adulto parecía haberse dado cuenta de que manejar una empresa en la que cada persona pasa un promedio de 50 minutos por día era una cosa seria. Tal vez, incluso, se equiparaba a la responsabilidad de un líder mundial.
Tras más de una década sosteniendo que Facebook era una empresa de tecnología que no intervenía en cuestiones políticas o sociales, tuvo que admitir que su influencia superaba la red de conexiones universitarias que había montado en 2004. Admitió entonces que su compañía estaba cometiendo «muchos errores» y dijo que dedicaría su año a «resolver esos problemas juntos». En su lista de propósitos para cumplir, se comprometió a rodearse de más expertos en historia, cívica, filosofía política, medios y temas de gobierno, además de seguir confiando en sus ingenieros y científicos de datos. Y, para sorpresa de todos los que venían alertando del problema de concentrar la tecnología en unas pocas empresas, escribió sobre las críticas a la gran centralización del poder de estas empresas, hoy alejadas del rol idealizado que alguna vez tuvieron como emancipadoras de las sociedades: «Hoy, muchos perdieron la fe en esa promesa», admitió. «Con el crecimiento de un pequeño grupo de grandes compañías tecnológicas -y gobiernos que usan la tecnología para espiar a sus ciudadanos-, mucha gente ahora cree que la tecnología centraliza el poder en vez de descentralizarlo». Por primera vez, el creador de Facebook asumía que escuchaba las críticas a su fenomenal poder.
Guerra en redes
La preocupación de Zuckerberg no era casual. En 2017, mientras él cumplía el recorrido que le había preparado su equipo de prensa por el Estados Unidos profundo en una campaña de marketing para mejorar su imagen, los problemas explotaban. Las batallas habían empezado en 2016, con el «escándalo de las tendencias», que acusaba a su plataforma de manipular los temas de actualidad que los usuarios veían en sus muros. Luego, tras el triunfo de Donald Trump, el «problema de las noticias falsas» señaló a Facebook como uno de los responsables de dañar la democracia, al haber funcionado, entre otras cosas, como el intermediario para difundir campañas de publicidad pagadas por el gobierno ruso contra su país y como medio para difundir noticias falsas que beneficiaban al republicano (aunque en la empresa y en Silicon Valley, en general, la candidata preferida era la demócrata Hillary Clinton). El escándalo preocupó a dueños de medios, ONG y hasta a políticos, que anunciaron proyectos gubernamentales para luchar contra la diseminación de mentiras, con la red social como intermediaria (y beneficiaria del negocio). Durante 2017, también, la gran red social comenzó a enfrentar los resultados de otros hallazgos que desnudaban la poca transparencia de su algoritmo (la fórmula que ordena qué vemos y qué no vemos en nuestros muros) y casos de censura de contenidos reiterados, que pusieron a los abogados de la compañía a enfrentar los primeros juicios de este tipo.
En términos económicos, Facebook y Zuckerberg seguían ganando. El 2017 terminaría con ingresos de casi US$13.000 millones, es decir, un 48% más que el año anterior. Sin embargo, su hechizo había comenzado a romperse para la sociedad.
Las redes sociales, que alguna vez se nos habían presentado como un espacio de diálogo para conocer más opiniones y mejorar el mundo -la famosa idea de la «democratización» acompañó a la red en sus inicios-, empezaron a verse como otro espacio de enfrentamiento. «La guerra se hace viral: Las redes sociales están siendo usadas como armas a lo largo del mundo», alertaba ya en 2016 una tapa de la revista The Atlantic. Ese año, tras el ascenso de Trump, el mundo anglosajón se sumergió en un pánico moral y se preguntó si la mezcla de la tecnología con la política no sería un trago letal para la democracia.
Facebook reconoció que su crecimiento había tenido efectos políticos «no previstos». Hizo algunos cambios en la plataforma para denunciar informaciones falsas y comenzó a contratar a editores humanos para ubicar las metas sociales de la información por delante de los comerciales. A fines de 2017, Mark Zuckerberg anunció que contrataría entre 10 y 20.000 personas en el mundo para moderar en forma detallada cada contenido problemático reportado por la comunidad. En octubre de ese año, en Essen, una zona industrial de Alemania, se inauguró una oficina con 500 empleados que cobran entre ?10 y ?15 la hora por revisar cada posteo, foto y video de la red social. Junto a otro espacio en el este de Berlín, el lugar es gestionado por la compañía Competence Call Center (CCC), a quien Facebook, PayPal e eBay, entre otras empresas tecnológicas, contratan para lidiar con la información que aportan cada día los usuarios a las plataformas. Con escritorios transparentes, sillas negras y monitores Dell, los trabajadores realizan un trabajo repetitivo muy similar al de quienes revisan imágenes de cámaras de seguridad en los centros de monitoreo. Según sus responsables, el trabajo de moderadores de contenidos de las grandes plataformas crecerá en su demanda en los próximos años, tal como alguna vez se multiplicaron los call centers.
Pasados los primeros síntomas («oh, en las redes son todas mentiras»), la preocupación dio paso a nuevas preguntas: ¿Cómo cambiaron las redes sociales la manera en que nos informamos? ¿Dónde encontrar la verdad, si también en ellas hay mentiras? ¿Será que nos hicimos adictos a las redes y tenemos que encontrar un nuevo equilibrio para vivir mejor? Junto con esas preguntas, algunos comenzamos a cuestionar otro aspecto, quizás el más peligroso de Facebook: la poca transparencia con la que maneja su enorme poder.
Problema viejo, monopolio nuevo
En nuestra época, la del imperialismo tecnológico, unos pocos monopolios concentran el poder: Microsoft, Google, Facebook, Uber. Los dueños de internet son plataformas y están reemplazando a los poderosos y millonarios de otras generaciones.
También la información y las noticias están concentradas. Facebook y Google son los nuevos guardianes o «gatekeepers» de las noticias y se llevan el 85% de los ingresos por publicidad digital del mundo. Ese poder de regular lo que vemos o no como noticias es una de las razones por las que Mark Zuckerberg es uno de los hombres más influyentes del mundo y su marca, Facebook, se volvió más valiosa que otras antes icónicas, como General Electric, Marlboro o Coca-Cola.
Facebook es el tercer sitio y la primera red social más visitada del planeta. En Argentina, es el sitio número uno en visitas, algo que se repite en casi toda América Latina, Europa y Asia. Si le sumamos sus otras propiedades, WhatsApp (1.300 millones de usuarios) e Instagram (700 millones), sus interacciones se acumulan en 4.000 millones de personas y sus ganancias se incrementan. Sus usuarios pasan cada vez más tiempo en esas plataformas, por lo tanto, ven más avisos publicitarios, que equivalen al 63% de los ingresos de la compañía. Los usuarios se sienten tan cómodos dentro de la plataforma que la interacción aumenta cuantas más personas se unen a ella, al contrario de lo que les sucede a otras compañías con sus productos, en los que el interés decae luego de la novedad inicial. En 2012, cuando Facebook llegó a 1.000 millones de usuarios, el 55% de ellos lo utilizaba todos los días. En 2017, con 2.000 millones, el uso diario trepó al 66%. Y su número de consumidores sigue creciendo un 18% al año.
En los últimos años, Facebook se convirtió en la principal fuente de noticias del mundo. El muro de nuestra red social es el lugar en donde leemos -clasificadas según la fórmula de la empresa- las novedades. Según estudios de Ogilvy Media y Pew Research Center, aunque no dejemos de utilizar los medios como la televisión, los diarios o la radio, el 40% y el 60% de las personas del mundo nos informamos por medio de las redes sociales. En Argentina, después de la televisión, el 60% de los jóvenes elige las redes para informarse.
Luego del triunfo de Trump en las elecciones de 2016 en Estados Unidos, Facebook recibió la acusación más grave, antesala del escándalo actual. La red social fue señalada por haber aumentado la polarización de una sociedad ya dividida, especialmente por conflictos raciales. Su diseño algorítmico nos hacía convivir con otros en burbujas cerradas y, desde allí, lanzar catapultas llenas de odio a los que no pensaran como nosotros. También, se la señaló como la culpable de expandir la epidemia de noticias falsas, una acusación que fue la excusa preferida de políticos y dueños de medios periodísticos para reclamar a la red social por su poder inusitado.
Facebook fue señalado como el responsable de llevarnos a una sociedad cada vez más dividida. En 2011, en su libro El filtro burbuja, el activista y escritor norteamericano Eli Pariser comenzó a advertir sobre las consecuencias de informarnos a través de medios sociales. Pariser sostiene que las redes nos imponen burbujas de filtros donde las decisiones ya no solo las toman personas, sino también algoritmos programados para mostrarnos lo que más nos gusta para que pasemos una gran cantidad de tiempo en ellas. Vivimos en mundos cómodos, donde leemos cosas que nos gustan y nos interesan, pero no necesariamente donde nos enteramos de cosas distintas o importantes. «La pantalla de tu computadora es cada vez más una especie de espejo unidireccional que refleja tus propios intereses, mientras los analistas de los algoritmos observan todo lo que cliqueás», dice Pariser.
La lógica que promueve las burbujas en las redes es a la vez tecnológica y económica y responde a una palabra clave: personalización. Los dos objetivos de Facebook son crecer y monetizar, es decir, obtener dinero a partir de la publicidad que recauda cada vez que alguien hace clic en sus anuncios. Para esto, tiene que hacer que pasemos la mayor cantidad de tiempo posible en su plataforma, lo que se logra haciéndonos sentir cómodos. Para eso, Facebook aplica un algoritmo llamado Edge Rank que hace que cada muro (o News Feed) sea personalizado, distinto para cada persona según sus gustos. Cada acción que realizamos se estudia al detalle para ofrecernos exactamente lo que nos gusta, tal como hacen en los restaurantes de tres estrellas Michelin, donde en la información de cada cliente se especifica con cuánta sal prefiere la ensalada y a qué punto degusta mejor la carne. En la cuenta final de Facebook, lo que importa es la permanencia dentro de su ecosistema. Si eso implica estar expuestos a contenidos verdaderos, falsos, de procedencia cierta o dudosa, no incumbe a su diseño. O sí, pero se pasaba por alto en favor del éxito comercial. O así fue hasta 2016, cuando las quejas y las preguntas sobre la responsabilidad de la red social en la difusión de noticias falsas comenzaron a acumularse. Y entonces, además del dinero, empezó a importarle la verdad.
Con noticias verdaderas o falsas, la empresa de Mark Zuckerberg todavía no explica cómo funciona su algoritmo, es decir, el mecanismo con el que decide qué vemos y qué no. Tampoco por qué, con una frecuencia cada vez mayor, algunos contenidos desaparecen de los muros de sus usuarios sin infringir las normas (por ejemplo, sin publicar imágenes de violencia), dando sospecha a acciones de censura por motivos políticos o ideológicos.
Mejor no hablar del algoritmo
«La primera regla del Club de la Pelea es: Nadie habla sobre el Club de la Pelea«, decía Brad Pitt antes de empezar la lucha en la película de David Fincher basada en el libro de Chuck Palahniuk. Con más énfasis, por si a alguien no le había quedado claro, repetía: «La segunda regla del Club de la Pelea es: Ningún miembro habla sobre el Club de la Pelea». La lógica de Facebook con su algoritmo funciona igual. Dentro de la empresa y fuera de ella nadie habla del algoritmo. Es más, gran parte de la lógica de la compañía responde a no revelar la fórmula, y una parte de su presupuesto se destina a financiar equipos de relaciones públicas para que realicen todo tipo de maniobras disuasorias para ocultar la receta. Sin embargo, mientras sostienen ese modelo opaco para afuera, las reglas de Facebook se aplican a todos los usuarios de Facebook que den «Aceptar» en sus términos y condiciones.
Pedirle a Facebook información sobre su algoritmo es una carrera imposible. Mientras escribía esta nota y mi próximo libro, hice varios pedidos para que la empresa, a través de su departamento de prensa, su agencia de comunicación externa y su encargada de asuntos públicos para América Latina me concediera una entrevista, o al menos una charla para explicarme -como periodista especializada en el tema- ese asunto. Con una amabilidad absoluta (llegué a creer que con las encargadas de prensa habíamos sido amigas en el pasado y yo no lo recordaba), las representantes de la empresa primero me pidieron «un poco más de información sobre el foco de la nota», tras lo que alegaron repetidas dificultades para «coordinar la entrevista por un tema de agenda». Al responderles que podía esperar a que la persona en cuestión despejara sus compromisos, me escribieron con un «te quería dejar al tanto de que no tengo una previsión de tiempos» y me ofrecieron conversar con otra persona de la empresa. Respondí que sí, con gusto. Pero luego transcurrieron seis mails durante tres semanas en los que, por una razón u otra, el encuentro no podía concretarse. También pedí que me compartieran un material que ilustrara cómo funcionaba el algoritmo. Facebook me respondió que «no contaba con ese material». Pero mientras tanto, a través de las redes sociales, la misma empresa ofrecía esa información de manera privada a periodistas (profesionales o aficionados), influencers de redes sociales y personalidades del mundo del espectáculo. La compañía compartía esa información con ellos, por una razón económica: les interesaba que entendieran la lógica para generar contenidos patrocinados con publicidad. «Están en su derecho», me dijo alguna vez un amigo periodista sobre el doble estándar de la empresa. En cierto punto, como empresa, lo están, acepté yo. Pero también, dada su influencia en los asuntos públicos, Facebook debería rendir cuentas sobre cómo maneja la información.
Durante 2016 y 2017, la periodista y activista Julia Angwin, junto con un equipo de investigación del sitio Pro Publica, dio a conocer una serie de artículos que desnudaron la falta de transparencia del algoritmo de Facebook y el doble estándar de la empresa. Su trabajo también fue esencial para desenmascarar sus mecanismos corporativos.
Angwin reveló que la plataforma publicitaria de Facebook permitía segmentar anuncios de venta y alquiler de casas solamente a blancos, excluyendo a personas de piel negra de las ofertas, asumiendo que son compradores menos atractivos. También a madres con niños en edad escolar, personas en sillas de ruedas, inmigrantes argentinos e hispanoparlantes. A todos ellos se los podía, explícitamente, eliminar de los destinatarios inmobiliarios de las plataformas, lo cual violaba la Ley de Acceso Justo a la Vivienda de Estados Unidos, que prohíbe publicar avisos que indiquen «cualquier preferencia, limitación o discriminación basada en la raza, el color, la religión, el sexo, el estatus familiar o el país de origen» de las personas interesadas. Sin embargo, en Facebook esto no solo se podía hacer, sino que los anuncios eran aprobados por la plataforma, luego de revisarlos, en unos pocos minutos. Bajo sus propias normas, la red social podría haber rechazado estos anuncios. Sin embargo, su política prefería no perder los ingresos de esas publicidades a cambio de violar una ley.
Pro Publica también descubrió que la red social permitía publicar avisos segmentados a la categoría «odiadores de judíos». Anteriormente, la compañía ya había recibido quejas y había quitado de su lista de publicidad a la categoría «supremacistas blancos», luego de la oleada de ataques contra comunidades negras en todo Estados Unidos. Con el descubrimiento de Angwin, la empresa debió eliminar también las categorías antisemitas y prometió monitorear mejor los avisos publicados para que el mecanismo de inteligencia artificial no creara sesgos de odio. Sin embargo, en otro de sus trabajos, el equipo encontró que el algoritmo protegía a los hombres blancos de contenidos de odio, pero no generaba los mismos mecanismos de defensa para evitar que los vieran los niños negros. Al escándalo se sumó la confirmación de que, durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016, Facebook había permitido la creación de avisos ocultos desde 470 cuentas rusas contra Hillary Clinton. La compañía, que había intentado desestimar esta información durante un año, finalmente tuvo que aceptarla.
Estas historias demuestran que, por el momento, Facebook toma acciones para revertir sus errores solamente después de que se descubre una nueva manipulación o censura en su plataforma. Y que lo hace cuando estos hechos salen a la luz a través de investigaciones o denuncias externas. Entre tanto, la empresa sigue ganando millones a través de los anuncios; sus equipos de relaciones con la comunidad cubren estos problemas con filantropía, y sus departamentos de prensa organizan eventos publicitarios para periodistas amigos, mientras niegan información a los periodistas que les hacen preguntas concretas sobre el funcionamiento de su plataforma. Si Facebook dice estar comprometido en la lucha contra la publicación de noticias falsas, ¿no debería promover la transparencia de la información empezando por su propia empresa?
Lo que está en juego no es la información verdadera de ayer o de hoy, sino que, si continuamos en este camino de oscuridad, no podremos diferenciar nada de lo que se publique en el futuro. A Facebook, por ahora, no le interesa hablar del algoritmo. Pero si a nosotros nos interesan las conversaciones públicas, tenemos que hacer visible eso que las empresas quieren esconder.
Facebook es como la dopamina
Además de Computación, Mark Zuckerberg estudió Psicología. La clave de la adicción que ejerce Facebook sobre nuestra atención está en el corazón de su interfaz y su código. «Está diseñado para explotar las vulnerabilidades de la psicología humana», dijo Sean Parker, el primer presidente de la empresa. «Las redes sociales se diseñan pensando cómo consumir la mayor cantidad de tiempo y atención posible de los usuarios. Eso se hace dándote un poquito de dopamina cada tanto, cuando alguien pone me gusta o comenta una foto o un posteo. Eso te lleva a querer sumar a vos tu propio contenido, para conseguir un feedback de validación social», explicó Parker. Desde esos inicios hasta hoy, ese poder se amplificó tanto que se habla de las redes sociales como de una nueva epidemia de tabaquismo, que por ahora avanza sin gran preocupación, pero que quizá en un futuro sea un problema de salud pública.
Los efectos negativos en nuestra salud mental y física ya están comprobados en estudios científicos a gran escala de universidades de todo el mundo, y también por el propio departamento de Ciencia de Datos de Facebook en sus experimentos de manipulación de nuestras emociones. Justin Rosenstein, el creador del botón «Me gusta» de la red social, admitió que su invento está teniendo efectos negativos. «Es muy común que los humanos desarrollen cosas con las mejores intenciones y que tengan consecuencias involuntarias negativas», dijo, haciendo un mea culpa. Además de hacer que «todos estén distraídos todo el tiempo», reconoció que el uso político de la plataforma, si no se controla, podría dañar seriamente la democracia. Como primera medida, Rosenstein, que también trabajó en Google, ya se borró de la red social. Con él, otros periodistas prestigiosos, como Farhad Manjoo del New York Times, están quitando las aplicaciones de sus teléfonos e iniciando un movimiento para dejar de usar las redes sociales como principal fuente de información.
*Natalia Zuazo es autora de Guerras de internet (Debate). Próximamente se publicará su segundo libro, Los dueños de internet.
Los contenidos, duración y exigencias para aprobar este curso de posgrado se corresponden con los del primer módulo de la Especialización en Inteligencia Estratégica y Crimen Organizado.
La ausencia de carreras de grado en inteligencia estratégica y las limitadas opciones en los campos de seguridad y defensa, plantean la necesidad de un proceso de capacitación destinado a crear y consolidar habilidades en profesionales y funcionarios, con destino a su empleo en la actividad pública o privada. El planeamiento estratégico en la conducción política del Estado, exige conocimientos diversos sobre planeamiento, toma de decisiones, seguridad interior, inteligencia estratégica, inteligencia de negocios, inteligencia criminal y demás niveles que la integran. Sugiere la oportunidad de dar inicio al curso, articulado por la Universidad de Buenos Aires con la colaboración de la Escuela Nacional de Inteligencia. Los contenidos académicos, además de su uso en la gestión estatal y privada, contribuyen a la comprensión del rol que cumple la inteligencia en la anticipación de riesgos ciudadanos, ante el avance del crimen organizado, sin pausa y sin fronteras.
El curso de posgrado en Inteligencia Estratégica y Crimen Organizado transmite aptitudes para el análisis, comprensión, asesoramiento y difusión especializada de la información, transformada en inteligencia. Integra estudios de los sistemas Institucionales y políticos del Estado, de la seguridad y defensa de la Nación.
Duración: 80 hs. martes y jueves
de 17 a 21 hs.
Inicio martes 3 de abril
Lugar Libertad 1235
Escuela Nacional de Inteligencia
Transmitir conocimientos, técnicas, procedimientos y aptitudes profesionales para dirigir e integrar equipos técnicos de investigación en ámbitos de la inteligencia aplicada, defensa nacional, seguridad interior y escenarios de toma de resoluciones, en los ámbitos estatales y privados.
Introducir al conocimiento del crimen organizado trasnacional.
Introducir a la identificación de técnicas y procedimientos de análisis criminal.
DESTINATARIOS Profesionales y funcionarios de áreas de seguridad, defensa e inteligencia.
El contenido viral es hoy un 50% menos efectivo que hace tres años. El exceso de contenido y el menor interés en las redes sociales públicas son claves. También se reduce el tiempo que pasamos en el móvil y se incrementa lo que gastamos.
Sobredosis de contenido y saturación de redes sociales. Son los dos factores que están a punto de enterrar el márketing viral. El que comenzamos a experimentar en España en 2006 con el vídeo de ‘Amo a Laura’. Es la historia de un éxito efímero: el contenido concebido para captar a las masas con ideas muy llamativas pero engañosas y a veces incluso falsas.
Seguir hoy una estrategia viral, según un reciente estudio de Buzzsumo, es un 50% menos efectivo que hace tres años. A ello contribuyen varios factores.
Uno es la saturación de contenidos de este tipo. Cuando surge un fuerte interés social en torno a una temática, la oferta crece de forma exponencial sin que lo haga la demanda.
Tomemos el caso del bitcoin: en julio de 2017 se publicaban menos de 10.000 artículos al mes sobre el tema. En diciembre se superaban los 40.000 sin que la atención disponible para leerlos se incrementará en la misma medida. Por eso a finales de enero la cifra se acercó de nuevo a los 10.000. No hay tiempo para leerlo todo.
Otro motivo es el cambio de enfoque de las redes sociales. Al tiempo que los usuarios migran hacia plataformas donde pueden cuidar mejor su privacidad -Whatsapp, Snapchat, Instagram…-, Facebook hace cambios para fomentar las relaciones interpersonales y con ello decae la posibilidad de que un contenido sensacionalista se difunda tan rápido como era habitual hace sólo tres años.
En 2015, cada contenido se compartía de media ocho veces. En 2017 solo cuatro. Hoy, para estar en el 1% de lo más distribuido es necesario que el contenido se comparta 2.409 veces. Estar en el 10% es mucho más fácil: bastan 62 mensajes.
El exceso de información unido a la limitación de la atención humana, al menor interés por compartir en público y a los cambios en los algoritmos de las plataformas hace que lograr un efecto viral sea cada vez más difícil.
Y también más caro. La mayor parte de lo que se publica se sitúa en una franja de interés y alcance muy bajo. Apenas el 1% o 2% de los mensajes que pretenden explotar las redes sociales resultan rentables.
Si hasta hace unos meses los medios de comunicación enfocados en las redes sociales estaban de moda, hoy están moribundos. Algunos, como LittleThings, ya están incluso muertos. Le seguirán más: VT, 9GAG o Bored Panda son algunos de los que están en el punto de mira. También lo harán las estrategias de publicidad y márketing viral, que tendrán que adaptarse al nuevo paradigma.
Un efecto negativo para algunos y positivo para otros. Según el mismo estudio de Buzzsumo, las páginas y medios con mayor prestigio y reputación apenas se ven afectadas. Por poner un ejemplo: dos de los artículos más compartidos de The Economist en los últimos cinco años son de 2017. La autoridad de su marca pesa más que cualquier cambio en el algoritmo de Facebook.
Algo que no solo ocurre con los grandes medios de comunicación. También pasa en los nichos. CoinDesk.com, especializado en informar sobre criptomonedas, no se ha visto afectado por la eclosión del contenido en torno al Bitcoin. El interés por el medio se disparó al ritmo que el interés por la moneda pero al disiparse este último se mantuvo por encima de su nivel original.
Es cierto que hay contenidos que se comparten más que otros, en especial aquellos que fortalecen un punto de vista social o político. Pero la reputación de quien publica algo comienza a ser más importante que el sensacionalismo con que se promociona.
Un viraje que es causa y en cierto modo consecuencia de la eclosión de los modelos de pago por contenidos. Según un informe publicado esta semana por el American Press Institute, un 74% de quienes se suscriben a un medio digital eran usuarios activos durante al menos varios meses. Además, el 78% de quienes pagan buscan información fiable y precisa y un 43% comparte de forma regular dicho contenido.
La otra gran causa de este cambio es el tiempo que tenemos disponible. Cada visita que hacemos a una plataforma digital con el móvil es hoy un 7,3% más corta que en 2015 y un 8,6% menos profunda (en páginas vistas). Y cada vez consumimos más, según los datos de Adobe: la brecha de gasto en el móvil frente al ordenador se ha reducido en un 11%.
Todos estos datos no hacen sino confirmar la idea de que buscamos que el tiempo que pasamos conectados -al menos de forma consciente- sea cada vez más corto pero de mejor calidad.
Pasada la eclosión digital, es el momento de estabilizar el consumo y ajustar la oferta. Una situación en la que la reputación y la autoridad adquirirán cada vez más peso… siempre que se combinen con la excelencia.
La peor crisis de Facebook: escándalo por la filtración de datos de 50 millones de usuarios
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Lo explicó de forma concisa e implacable en un mensaje en Twitter Edward Snowden: «Facebook gana plata explotando a sus usuarios y vendiendo detalles de la vida privada de millones de personas, mucho más allá de lo que postean voluntariamente. (Facebook) No es una víctima. Es cómplice».
El exespía hizo esa declaración al compartir la nota que el sábado golpeó fuerte a Facebook. The New York Timesreveló cómo la empresa Cambridge Analytica, la consultora que asesoró a Donald Trump en su campaña presidencial, consiguió los datos de millones de usuarios de la red social y los usó para identificar la personalidad de los votantes e influir en su comportamiento. La noticia hizo que las acciones de la red social cayeran, y también que la Unión Europea le pida explicaciones a la compañía.
How Trump Consultants Exploited the Facebook Data of Millions
Cambridge Analytica harvested personal information from a huge swath of the electorate to develop techniques that were later used in the Trump campaign.
nytimes.com
Según la investigación que llevó adelante junto a de The Observer, la edición dominical del diario británico The Guardian, Cambridge Analytica habría recolectado datos de varias decenas de millones de usuarios y los habría utilizado para crear un programa destinado a prever e influenciar el voto de los electores. El Times adelanta que todavía existen copias de los datos obtenidos por la consultora que asesoró al equipo de Trump.
Filial estadounidense de la empresa británica de marketing SCL, Cambridge Analytica trabajó para la campaña presidencial de Trump en 2016 y es conocida por haber suministrado soluciones de recolección de datos y de identificación de público objetivo durante la campaña del grupo pro-Brexit «Leave».
La empresa fue financiada con 15 millones de dólares por Robert Mercer, un hombre de negocios estadounidense que hizo fortuna en los fondos buitre y que es uno de los principales donantes del Partido Republicano.
Los detalles de la adquisición y el uso de datos de Facebook por parte de Cambridge habían empezado a aparecer en los medios desde que la empresa comenzó a trabajar en la campaña de 2016, lo que generó un fuerte debate sobre los méritos de las llamadas «técnicas de modelado psicográfico de la empresa».
Pero la escala completa de la filtración de datos que involucra a los estadounidenses no se ha divulgado previamente, y Facebook, hasta ahora, no lo reconoció. Las entrevistas del NYT con media docena de ex empleados y contratistas, y una revisión de los correos electrónicos y documentos de la empresa, revelaron que Cambridge no solo confió en los datos privados de Facebook, sino que aún posee la mayor parte o la totalidad del tesoro.
Cambridge pagó para adquirir la información personal a través de un investigador externo que, según Facebook, afirmó que lo estaba recogiendo para fines académicos.
Durante una semana de consultas de The Times, Facebook restó importancia al alcance de la fuga y cuestionó si alguno de los datos aún permanecía fuera de su control. Pero el viernes, la compañía publicó una declaración expresando alarma y prometiendo tomar medidas: al otro día dio de baja de su red a Cambridge Analytica. Pero el daño ya estaba hecho y la noticia generó suspicacias que se extendieron más allá del territorio estadounidense.
En el Reino Unido también expresaron «preocupación» por la protección de datos y abogados de ese país quieren que la red social explique cómo una empresa de datos políticos pudo acceder a la información privada de más de 50 millones de perfiles de la plataforma.
La Comisión Europea pedirá «aclaraciones» a Facebook tras las revelaciones sobre la explotación de datos personales de millones de usuarios de la red social por parte de la empresa Cambridge Analytica, implicada en la campaña electoral de Donald Trump.
En Estados Unidos, los políticos también le piden explicaciones a la red social. Senadores de ese país llamaron a Mark Zuckerberg para que testifique ante el Congreso sobre cómo hará para proteger a los usuarios.
Las consecuencias para la compañía de Mark Zuckerbergtambién son financieras: las acciones de Facebook cayeron en la apertura de Wall Street, perdiendo un 4,83% de su valor, cayendo a 176,15 dólares.
Después de las revelaciones de Cambridge Analytica, caen las acciones de Facebook en Wall Street. Minutos después de la apertura de la Bolsa de Nueva York, la acción de Facebook perdía 4,83%, afectando netamente al índice Nasdaq, de alto dominio tecnológico: -0,84%
Este es un nuevo golpe para Facebook, que está vinculado a la debacle que reveló hace unos días Wired, uno de los medios de tecnología más importantes de Estados Unidos. La revista entrevistó a 51 empleados y exempleados y explicó que la red social manipuló la forma en la que muestra las noticias, ignoró las «fake news» y la acusó de haber afectado la elección presidencial de Donald Trump.
Lo impulsa el secretario de Vivienda. Es «para evitar tener que sufrir el impacto del dólar».
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El secretario de Vivienda del Ministerio de Interior, Iván Kerr, anunció que buscan llevar todo el sistema del crédito hipotecario Procrear Ahorro Joven a la medida de valor UVA, para evitar el impacto de la suba del dólar.
«Lo que estamos haciendo desde Procrear para evitar tener que sufrir el impacto del dólar es tratando de ir llevando todo a UVA: no sólo que el crédito hipotecario esté dado en UVA, sino que el subsidio que damos dentro del programa sea en UVA y que el ahorro inicial que les pedimos a las familias también puedan hacerlo en una cuenta en UVA, que ajuste todo de la misma manera», indicó Kerr en diálogo con el programa Sábado Tempranísimo, por radio Mitre.
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Se trata del programa por el que se puede comprar una casa nueva o usada de un valor de hasta 60 mil UVAs (hoy $ 1.344.000), para aquellos ciudadanos de entre 18 y 35 años y que cobren entre $ 17.720 y $ 35.440. El Estado entrega un subsidio no reembolsable de hasta 12 mil UVAs ($ 268.800), pero los que acceden antes deben ahorrar durante 12 meses en un Plazo Fijo UVAs, de al menos del 5% del valor de la vivienda a adquirir, que será un ahorro mensual mínimo de 200 UVAs ($ 4.480). El valor de la UVA hoy es de $22,40.
«Lo que ha sido la serie del aumento de la UVA respecto del salario real, inflación, claramente estuvo por abajo. Tuvo un aumento, hoy está en cerca de 22 puntos y hace un año atrás estaba en 14, fue menor a lo que fue el salario real y a lo que fue la inflación y ni que hablar de lo que fueron los alquileres. Según el INDEC el aumento de alquileres estuvo por arriba del 30%, con lo cual a los que sacaron crédito en UVA les convino», agregó Kerr.
«En la relación cuota ingreso, está en un promedio del 22%. O sea, que no llego al 25% del tope de la cuota y en los alquileres la gente denuncia que paga hasta el 40% de su ingreso», remarcó Kerr, para mostrar la conveniencia del tipo de crédito.
«No vamos a negar que el tema del dólar impacta sobre los créditos hipotecarios pero en enero y febrero los números fueron muy buenos. Hubo cerca de $22 mil millones otorgados en crédito hipotecario y mantuvieron el mismo nivel de crecimiento que habíamos tenido en 2017«, señaló Kerr.
El funcionario adelantó que el mes próximo habrá un nuevo llamado para el plan Procrear. «Vamos a tratar de que sea algo previsible para el sector. Tratar de ir manteniendo dos llamados importantes al año. Seguramente haremos uno nuevo para abril o mayo de este año y otro para el último trimestre y vamos a tratar de incorporar de vuelta la modalidad del ahorro en los bancos para descalzar el anticipo de dinero que es algo que nos dio muy buen resultado», informó Kerr.
Planeta retail: adiós a la barrera entre el comercio físico y digital
La integración entre los dos modelos es uno de los cambios que se profundizarán a corto plazo; también pronostican la reinvención de los programas de lealtad y la consolidación de la economía colaborativa.
Por Sofía Terrile.
Para sus fanáticos, Charlie Brooker, creador de la serie británica «futurista»Black Mirror, tiene fama de gurú: las historias que creó «predijeron» algunos de los avances tecnológicos que hoy son realidad. Mientras tanto, las tendencias digitales avanzan a ritmos dignos de la ficción de Brooker. La agencia global de medios Carat lanzó un reporte en el que señala los principales cambios que se verán en el mundo en 2018.
«Estas son tendencias que se adaptan mejor a unos mercados que a otros -explican Victoria Wolcoff y Santiago Rubio, del área de Investigación de la filial local de Carat-. Para tratar de estar a la vanguardia, las empresas no deben solo ver lo que sucede localmente sino también lo que pasa afuera». Entre diez tendencias que menciona el informe, hay cinco que tienen más posibilidades de desarrollarse en la Argentina con la tecnología actual.
La primera es la integración entre el comercio físico y virtual. El caso más resonante de los últimos tiempos fue el de la tienda Amazon Go, un supermercado sin cajas registradoras en el que los clientes escanean los productos y pagan automáticamente con sus smartphones. En la Argentina, la compañía de software Globant desarrolló una tecnología similar con la ayuda de cámaras y sensores de peso para saber qué productos se «vendieron» y cuáles hay que reponer. «Les mostramos a nuestros clientes lo que podría significar ese modelo para su negocio: es adelantarse para entender lo que está haciendo el consumidor», explica Juan José López Murphy, director técnico y jefe de actividad de Data Science de la empresa.
El informe de Carat también menciona casos del mundo físico que buscan una gran presencia en línea: señala que la cadena de supermercados Walmart compró «varios minoristas online» como el e-commerce Jet.com para expandir su huella digital. Mientras tanto, Mercado Libre todavía no tiene planes de desembarcar en el mundo físico pero sí planea «apalancarse en socios estratégicos» para poder integrarlo: la red de pinturerías Rex es ahora un centro para retirar paquetes que se compran online, y varias marcas ya ofrecen la posibilidad de buscar las compras en sus tiendas físicas.
El e-commerce argentino apuesta por otra de las tendencias que, según Carat, pisarán fuerte este 2018: se trata de los partnerships de marcas, los acuerdos entre compañías para potenciar los negocios de ambas. El informe señala especialmente aquellas combinaciones entre las habilidades de las marcas tecnológicas con las necesidades de las marcas de consumo. «En nuestro caso, las tiendas oficiales nos aportan la oferta destacada, aquella que buscan nuestros consumidores, pero también la confianza de los clientes, porque se trata de un lugar oficial de la marca», explica Karen Bruck, directora de Ventas de la compañía. Otra de las alianzas de este tipo fue la que realizaron Coca-Cola y la plataforma de delivery en línea PedidosYa, que se unieron para ofrecer combos en los envíos.
General Motors integró ambas tendencias en su plataforma Marketplace que permite que los conductores adquieran bienes y servicios mientras manejan. Aún no está disponible en la Argentina, pero Pericles Mosca, director de la tecnología OnStar, explica que la idea es seguir expandiéndola a medida que avance la autonomía de los vehículos.
OnStar es el servicio de conectividad de GM que ya está disponible para los autos de alta gama Chevrolet en la Argentina. Con la herramienta, los conductores pueden pedir asistencia si tocan un botón, pero a nivel global la compañía está trabajando en «diversas experiencias de voz», detalla Mosca, «para que la experiencia de manejo sea lo más segura posible». Esa es la tercera tendencia que señala el informe de Carat: el reconocimiento de voz para la búsqueda. «La principal barrera en la Argentina es la diferencia de dialectos que hay en los distintos países de habla hispana. Nadie quiere cambiar su manera de hablar para poder preguntar. La tasa de error en Estados Unidos es actualmente menor al 5%, y ese es el punto a desarrollar acá, porque una vez que hablemos el mismo idioma que el asistente de voz, la potencialidad es enorme», explica Rubio.
Bruck analiza que la interacción por voz le podría dar a Mercado Libre la posibilidad de ofrecer compras más recurrentes, es decir, aquellas en las que no hace falta analizar cada detalle porque se hacen con frecuencia, como sucede con la comida para mascotas, por ejemplo. La ejecutiva afirma que es parte de un plan estratégico para tener «una relación más fluida» con los clientes. En ese sentido, hace poco lanzó el programa de lealtad Mercado Puntos: invirtió $1000 millones para crear un sistema que permite acumular puntos en las distintas operaciones que se realizan dentro de la plataforma, para que luego sean utilizados para obtener envíos gratuitos.
La reinvención de los programas de lealtad y recompensas es otra de las tendencias que señala Carat en su informe, y resalta el ejemplo de Burger King, que en Rusia creó su propia criptomoneda, la WhopperCoin, para que los clientes guarden en su propia billetera móvil. «El modelo está migrando hacia algo que le dé valor al cliente cuando lo usa. Es decirle al usuario: Vos dame tu información y yo te ofrezco un beneficio, porque te quiero hacer sentir especial por usar mi marca'», detalla López Murphy.
Por último, el informe también señala la tendencia de los nichos en la economía colaborativa y la creación de plataformas que facilitan transacciones entre particulares. «A medida que los nuevos modelos de negocios como Airbnb se acercan a su décimo aniversario, otras compañías están comenzando a dirigirse a nichos pequeños, pero potencialmente lucrativos, por ejemplo, en el segmento de lujo», destaca el texto. El último hit en la Argentina fueron las entregas a domicilio, con el desembarco de la española Glovo y la colombiana Rappi.
1000 millones de pesos
Es la inversión que realizó Mercado Libre para crear un programa de fidelidad que permite acumular puntos con las operaciones.
WhatsApp y Facebook sancionados por mal uso de información de sus usuarios
La Agencia Española de Protección indicó que los usuarios nuevos en la plataforma de mensajería instantánea no tienen la opción de negarse a que sus datos sean cedidos a Facebook.
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La Agencia Española de Protección (AEPD) impuso una multa de 300.000 euros a Whatsapp y a Facebook tras considerar que la política de privacidad de los servicios que ofrecen no se ajustan a la normativa vigente.
La empresa alegó que la infracción impuesta a Whatsapp se hizo por haber suministrado información a Facebook sin el consentimiento de los usuarios.
En 2016, Whatsapp realizó un cambio en la política de privacidad y autorizó compartir información de las personas con Facebook sin ofrecer a los usuarios la opción de mostrar su negativa.
AEPD indicó que los usuarios nuevos en Whatsapp no tienen la opción de negarse a que sus datos sean cedidos a Facebook para fines publicitarios.
“Facebook destina esos datos a su propia finalidad publicitaria y de mejorar sus productos así como para otras finalidades, por lo que requiere de un consentimiento libre, específico e informado de los usuarios para tratar esos datos”, se lee en un comunicado de la agencia.