Descifrando el Laberinto Empresarial: La danza de los cuatro elementos

abril 11, 2024 · Imprimir este artículo

Por Gustavo Ibáñez Padilla.

En el telón de fondo del teatro empresarial, se despliega una danza enmarañada y misteriosa, una coreografía que desafía las leyes de la lógica y la previsibilidad. Esta danza, queridos lectores, es la danza de los cuatro elementos: el Principio de Peter, la Ley de Parkinson, la Ley de Murphy y la Matriz de Eisenhower. Estos no son simplemente conceptos abstractos, sino fuerzas cósmicas que influyen en el destino de las empresas y los individuos que las componen. ¿Listos para sumergirse en este baile de destinos y decisiones? ¡Ajusten sus cinturones, aférrense a sus asientos y prepárense para un viaje por el tumultuoso mundo del management!

Comencemos por el Principio de Peter, esa deliciosa paradoja que afirma que “en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”. Esta joya de la psicología organizacional nos recuerda que el éxito no garantiza la competencia y que el ascenso dentro de una organización puede llevarnos a terrenos desconocidos y desafiantes. Pero no solo lo digo yo, ¡también lo afirma el incomparable Peter Drucker, el padre del management moderno! Como él solía decir: “La gerencia es hacer las cosas bien; el liderazgo es hacer las cosas correctas”.

Imaginemos a Victoria, una talentosa ingeniera que siempre ha destacado en su trabajo técnico. Su habilidad para resolver problemas y su ingenio la llevan a ser promovida como jefa de departamento. Sin embargo, una vez en el puesto, se encuentra luchando con la gestión de equipos y la diplomacia interdepartamental. ¡Ah, el dulce sabor del ascenso seguido de una caída abrupta!

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Pero no se vayan todavía, porque la Ley de Parkinson está lista para hacer su entrada triunfal. Esta ley, formulada por el célebre Cyril Northcote Parkinson, sostiene que “el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para su realización”. ¡Ah, qué brillante observación sobre la procrastinación humana! ¿Quién no ha experimentado la sensación de que una tarea se vuelve más compleja y demorada a medida que se acerca su fecha límite?

Imaginen a Alfonso, un contador encargado de preparar un informe financiero mensual. A pesar de que podría completarlo en un par de días, decide tomarse toda la semana para hacerlo. ¿Por qué? Porque, según Parkinson, el trabajo se extenderá para llenar el tiempo disponible. ¡Ah, la dulce melodía de la procrastinación y el estrés laboral!

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Pero no podemos olvidar la Ley de Murphy, ese despiadado dictamen que proclama que “todo lo que pueda salir mal, saldrá mal”. Esta ley, enunciada por el ingeniero aeroespacial Edward A. Murphy Jr., es un recordatorio implacable de la fragilidad de nuestros mejores planes y la inevitabilidad del caos en el mundo empresarial. Como dijo una vez el brillante empresario Elon Musk: “Si las cosas no están fallando, no estás innovando lo suficiente.”

Imaginen a Carolina, una diseñadora de moda que ha trabajado durante meses en una colección para un importante desfile. Todo está perfectamente coordinado: los diseños son innovadores, las telas son exquisitas y los modelos están listos para desfilar. Sin embargo, el día del evento, una tormenta repentina causa estragos en el transporte de las modelos y una de las máquinas de coser se descompone. ¡Gracias, Murphy, por tu inquebrantable sentido del humor!

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Pero en medio de este caos y confusión, emerge la Matriz de Eisenhower como un faro de sabiduría y claridad. Esta herramienta de gestión, popularizada por el presidente Dwight D. Eisenhower, nos enseña a distinguir entre lo urgente y lo importante, permitiéndonos priorizar nuestras tareas y enfocarnos en lo que realmente importa. Como recalcaba Eisenhower: “Lo importante es rara vez urgente y lo urgente es rara vez importante”.

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Imaginen a Geraldo, un ejecutivo de ventas abrumado por una montaña de correos electrónicos y reuniones. Utilizando la Matriz de Eisenhower, identifica las tareas importantes pero no urgentes que requieren su atención a largo plazo. Luego, asigna las tareas importantes y urgentes a su equipo operativo y delega las tareas urgentes pero no importantes a su equipo de auxiliares. Por último, elimina las tareas que no son ni importantes ni urgentes. ¡Y así, recupera el control sobre su tiempo y su agenda!

Pero hay otro factor crítico en este intrincado juego empresarial, y ese es el Azar. A menudo subestimado pero siempre presente, el azar puede influir en el curso de nuestras vidas y carreras de maneras impredecibles e inesperadas. Como dijo una vez el escritor francés Jean Cocteau: “La suerte es la forma en que el azar se disfraza de destino”. Reconocer la influencia del azar en nuestras vidas nos ayuda a mantener una humildad saludable y a prepararnos para lo inesperado.

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Entonces, ¿cómo podemos aplicar estos cuatro elementos para mejorar nuestro desempeño profesional y empresarial? Primero, reconociendo que el éxito no es solo ascender la escalera corporativa, sino también saber cuándo detenerse y reflexionar sobre nuestras habilidades y limitaciones. Segundo, comprendiendo que el tiempo es un recurso finito y que debemos utilizarlo sabiamente, priorizando nuestras tareas y enfocándonos en lo que realmente importa. Tercero, aceptando que las cosas saldrán mal en ocasiones, pero que podemos prepararnos para ello mediante una planificación cuidadosa y una actitud resiliente. Y cuarto, recordando que el azar puede jugar un papel importante en nuestras vidas y carreras, y que debemos estar preparados para adaptarnos a las circunstancias cambiantes.

En resumen, en el fascinante y complejo mundo del management y los negocios, el Principio de Peter, la Ley de Parkinson, la Ley de Murphy, la Matriz de Eisenhower y el azar son como los elementos de un ballet empresarial, cada uno contribuyendo a la danza de la vida empresarial de manera única y poderosa. ¡Así que bailemos con gracia, enfrentemos los desafíos con determinación y recordemos siempre mantener nuestros ojos en el premio!

Fuente: Ediciones EP, 11/04/24.

Información sobre Gustavo Ibáñez Padilla

Este artículo también ha sido publicado en Mendoza Today


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