El impacto de China sobre el comercio global

octubre 2, 2016

China cambia el comercio global

El año pasado, 128 millones de turistas chinos viajaron al exterior y gastaron US$292.000 millones, o sea, US$8.870 por viaje y persona, superior al gasto de los turistas norteamericanos y alemanes.

Por Jorge Castro.

chinaEl comercio internacional muestra este año dos factores disruptivos: los servicios representan un porcentaje mayor que los bienes físicos en el alza del intercambio global; y es la primera vez que esto sucede en la historia del capitalismo desde la revolución industrial (1780-1840).

El Organismo de Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo (UNCTAD) señala que la suma de turismo, entretenimiento y servicios empresarios fue responsable de 62% del auge del comercio internacional en 2014, mientras que los bienes industriales representaron 38%. Esta pauta se repite desde entonces.

La proporción fue exactamente la contraria en 2013: la manufactura ascendió a 62% y a 38% los servicios. En el período 2006-2011, los servicios nunca superaron la barrera de 15% anual.

La segunda anomalía es que el volumen del comercio global aumentaría sólo 1,7% anual, por debajo del auge del PBI mundial (2,1% en el año / OMC). Es la primera vez que sucede desde 2001, cuando se incorporó China a la OMC. A partir de ese momento – y hasta 2010 –, el comercio internacional chino aumentó 30% por año, y convirtió a la República Popular en la primera exportadora mundial de manufacturas, eje del proceso de globalización.

El intercambio global de mercancías se expandió 1,1% anual en el primer trimestre de 2016 (en volumen), que implicó una caída de 30% respecto al año anterior; y desmintió la regla histórica vigente a partir de 1991 (caída de la Unión Soviética), que afirmaba que el comercio internacional crecía el doble que el PBI global, y se expandía al triple la inversión de las empresas transnacionales (ETN’s). Por eso más de 80% del intercambio mundial es hoy obra de las ETN’s integradas en las cadenas globales de valor.

Las importaciones de los países emergentes representaron 75% del incremento de las compras globales entre 2011 y 2013 (+6% anual). Pero a partir de 2014 las importaciones mundiales crecieron sólo 0,4% por año, y el capitalismo avanzado fue responsable del 91% del incremento.

EE.UU., Europa y Japón experimentaron en esta etapa situaciones recesivas o de bajo crecimiento. En el caso norteamericano, el PBI aumentó 1,1% anual en el segundo trimestre de 2016, el nivel más bajo en los últimos 6 años.

En este período 2009-2015, China dejó de crecer sobre la base del aumento del comercio internacional y el alza de la tasa de inversión. Así, el saldo neto de la cuenta corriente resultó nulo o negativo como contribución al crecimiento económico.

En cambio aumentó exponencialmente el turismo al exterior. El año pasado, 128 millones de turistas chinos viajaron por el mundo, y gastaron US$292.000 millones, con una inversión de US$8.870 por viaje y persona, por encima del gasto de los turistas norteamericanos y alemanes.

Hay una relación directa entre caída del comercio internacional y emergencia de una nueva revolución industrial (fusión digitalizada de la manufactura y los servicios), que ha provocado la eliminación definitiva del crecimiento industrial en los países emergentes sobre la base de la sustitución de importaciones, debido a su bajísimo nivel de productividad. Esto ha desatado intensos procesos de “desindustrialización” en los países de industrialización sustitutiva (caso Brasil).

Las exportaciones manufactureras del mundo emergente eran el principal canal de expansión del intercambio global en la etapa previa a la crisis financiera internacional 2008-2009.

China se ha convertido ahora – turismo mediante –, en la principal exportadora mundial de servicios, al tiempo que lidera, con EE. UU. y Alemania, la nueva revolución industrial. De ahí que los productos industriales de nuevo tipo que exporta posean un nivel de productividad 2 o 3 veces superior a los de la fase previa de producción manufacturera, debido a su mayor densidad tecnológica.

Todo indica que el papel mundial de China en el capitalismo avanzado recién comienza.

Fuente: Clarín, 02/10/16.

invertir no es un juego de azar

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¿Qué pasa en China?

septiembre 1, 2016

Pese a la tranquilidad del yuan, crecen las preocupaciones por China

El aumento del estímulo y una mejor comunicación del banco central han calmado a la moneda, pero siguen faltando medidas claves para la salud económica de la nación asiática.

Por Carolyn Cui en Nueva York y Lingling Wei en Beijing.
 

La calma de la moneda china está haciendo que algunos inversionistas se pongan nerviosos.

chinaDos veces en el último año, la caída repentina en el valor del yuan sacudió a los mercados mundiales, generando la preocupación de que una caída más profunda estaba a la vuelta de la esquina en tanto que los funcionarios chinos, tras años de crecimiento alimentado por deuda, trataban de orquestar un “aterrizaje suave” de la economía.

Desde entonces, el Banco Popular de China ha calmado las aguas mediante una mejora de las comunicaciones y el gobierno, en un intento por estabilizar el crecimiento, aumentó el estímulo. Al mismo tiempo, la decisión de la Reserva Federal de retrasar los aumentos de las tasas de interés en EE.UU. ha mantenido a raya el valor del dólar, aliviando así en parte la presión sobre el yuan.

Sin embargo, y repitiendo el refrán conocido por inversionistas de todo el mundo, los analistas están ahora preocupados de que el estímulo por sí solo no sea suficiente para poner de nuevo en marcha el crecimiento de China y para sostener indefinidamente al yuan.

Los indicadores fundamentales de la salud económica de China siguen deteriorándose, una señal para los escépticos de que el yuan sigue estando sobrevaluado y un recordatorio de los desafíos que enfrenta la segunda mayor economía del mundo.

“China ha hecho un buen trabajo anclando las expectativas del mercado y usando de todas las herramientas [disponibles] para estabilizar la economía, pero no ha solucionado los problemas subyacentes”, dijo David Loevinger, director gerente de TCW Group, que tiene US$194,600 millones de activos bajo gestión.

Desde la devaluación de agosto de 2015, el yuan se ha depreciado 6,9% frente al dólar, menos que la libra esterlina y el peso mexicano. Después de perder alrededor de US$800.000 millones de reservas, China ha logrado recientemente frenar la fuga de capitales.

Pero la estabilidad llegó “a costa del retraso de las reformas”, dijo Hung Tran, director ejecutivo del Instituto de Finanzas Internacionales. Para sostener el crecimiento, China ha postergado la reestructuración de sus empresas estatales, muchas de las cuales se ven afectadas por un exceso de capacidad y por la mala calidad de su deuda.

En junio y julio, la inversión privada en activos fijos cayó respecto de igual período del año anterior. Es la primera vez que esto ocurre en China por lo menos desde 2012.

Se trata de “un signo de pérdida de confianza empresarial (…) la gente está preocupada porque agregar más crédito ya no es eficiente”, dijo Claire Dissaux, economista de Millennium Global Investments Ltd.

Este retroceso refleja en parte los costos de la rápida acumulación de deuda que tuvo lugar en China desde la crisis financiera global.

La deuda total del país se ha elevado del 274% de su producto interno bruto hace un año a 298% ahora, según el IIF. El rápido aumento de la deuda tiende a estar asociado con la desaceleración del crecimiento debido a que aumentan los riesgos de una mala asignación de capital y de la cesación de pagos.

Abundan las señales de que tanto los consumidores como las empresas de China se están preparando para una mayor devaluación. Algunos exportadores han estado acumulando dólares y mantienen sus ganancias en el extranjero, una medida que según los analistas podría limitar la afluencia de moneda extranjera y dejar a los bancos cortos de fondos para prestar.

Fuera del país, los inversionistas son reticentes a invertir su dinero en bonos chinos y en otros activos denominados en yuanes a pesar de los esfuerzos del gobierno para atraer capital extranjero. Los bonos del gobierno chino cuentan con rendimientos mucho más altos que sus homólogos occidentales.

“La depreciación sigue siendo una gran preocupación para mucha gente”, dijo Larry Hu, economista para China de Macquarie Securities, un banco de inversión con sede en Sydney.

En los últimos meses, los movimientos del tipo de cambio en China han estado marcados en gran medida por el dólar. Cuando el dólar está débil, el Banco Popular de China ancla el yuan con la divisa estadounidense y la deja caer contra un grupo más amplio de monedas que incluye el euro, el yen, y el mismo dólar.

Pero cuando éste se aprecia, el banco central chino permite que el yuan se siga debilitando contra él, mientras se mantiene prácticamente estable respecto de la canasta. Este año, el dólar se ha debilitado más de lo que se ha fortalecido, lo que resulta en un yuan más débil frente a la canasta que frente al dólar.

Muchos dentro de China creen que se debería permitir que el yuan caiga más para acompañar la desaceleración de la economía, pero el banco central ha cuidado que esas depreciaciones sean lo suficientemente graduales como para no acelerar la salida de capitales.

Ya hay indicios de que las salidas de capital, que se habían suavizado a comienzos de año, están acelerándose de nuevo, en medio del debilitamiento del yuan. US$55.000 millones netos abandonaron China en julio, según Goldman Sachs Group Inc., en comparación con un estimado de US$49.000 millones del mes anterior.

El desafío de Beijing es cómo seguir quitando un poco de aire al yuan sin provocar excesivas salidas de capital y desestabilizar el mercado.

Dissaux cree que el mercado está subestimando el riesgo de depreciación del yuan frente al dólar. Los inversionistas en el mercado de yuanes esperan ahora que este se debilite 2% durante los próximos 12 meses, frente al 7% que estimaban a principios de año.

Los estrategas de Bank of America Merrill Lynch dicen en una nota reciente que el yuan sigue siendo vulnerable a la renovada fuga de capitales.

Sin embargo, aun los escépticos concuerdan en que el momento de un cambio en el mercado sigue siendo difícil de predecir.

“Los chinos van a hacer todo en [su] poder para mantener la estabilidad interna y externa” en el período previo a la cumbre del G-20 a principios de septiembre y a la incorporación del yuan a la canasta oficial de monedas de reserva del Fondo Monetario Internacional en octubre, dijo Eswar Prasad, ex funcionario de China en el FMI. “Es improbable que China misma sea una fuente de inestabilidad al menos durante los próximos tres a cuatro meses”.

La verdadera prueba para el yuan y para la política cambiara de Beijing llegará cuando el mercado empiece a descontar aumentos más agresivos de las tasas de interés de la Fed y el dólar reanude su marcha ascendente, dicen los inversionistas.

Altos funcionarios chinos han prometido en repetidas ocasiones mantener la estabilidad del yuan y no hacer devaluaciones que beneficien a China en detrimento de sus socios. Muchos dicen que es probable que China repita estos compromisos el mes que viene, cuando los líderes del Grupo de los 20 se reúnan en Hangzhou, una ciudad del oriente de China, para una cumbre.

“En teoría, una depreciación [del yuan] debería beneficiar a las exportaciones”, dijo un alto funcionario chino. “Pero no es una buena idea”, en parte porque el gobierno se ha comprometido a reequilibrar la economía apartándose de las industrias de exportación y orientándose hacia las empresas de bienes de consumo.

Cualquier cambio en la postura de los inversionistas hacia China tendrá probablemente un impacto profundo en los mercados financieros internacionales. En un nuevo informe titulado “Lo que puede afectar a la ‘calma china’”,” analistas de UBS Group AG dicen que una mayor presión devaluatoria sobre el yuan podría generar “una mayor aversión global al riesgo de los inversionistas”.

Fuente: The Wall Street Journal, 31/08/16.

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China apuesta a los robots

agosto 23, 2016

China recurre a los robots para mantener su ventaja manufacturera

Por Robbie Whelan en Estocolmo y Esther Fung en Suzhou, China.
Una fábrica de Kuka en Augsburgo, Alemania.
Una fábrica de Kuka en Augsburgo, Alemania. 

Una fábrica cerca de Shanghai confía en que una nueva clase de trabajadores le ayude a mantener su ventaja competitiva en el ensamblaje de dispositivos electrónicos: unos pequeños robots diseñados en Alemania.

robot industrialYugen Gao, presidente de la junta de Suzhou Victory Precision Manufacture Co., dice que los días en los que la empresa extraía su fortaleza de empleados baratos y dedicados han quedado atrás.

“Hemos estado perdiendo esa ventaja en los últimos tres años”, dice Gao en su oficina con vista a hileras de edificios donde un batallón de robots arma teclados de computadoras. “Es uno de los efectos de la política de hijo único”.

El apetito de China por los robots industriales hechos en Europa aumenta rápidamente a medida que un alza de los salarios, una fuerza laboral que se encoge y cambios culturales llevan a más empresas chinas hacia la automatización. Los tipos de robots favorecidos por los fabricantes chinos también están cambiando, conforme la automatización se expande de industrias pesadas como la fabricación de autos hacia sectores que requieren robots más precisos y flexibles capaces de manejar y ensamblar productos más pequeños, incluyendo electrónicos de consumo y ropa.

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Lo que está en juego es el predominio de China en el sector manufacturero.

“China está diciendo: ‘Tenemos que robotizar nuestra industria para mantenerla’”, señala Stefan Lampa, presidente de la junta de la división de robótica de Kuka AG , empresa de automatización alemana y proveedora de Suzhou Victory.

La carrera por comprar robots se produce en parte porque la población de trabajadores de entre 15 y 59 años de China empieza a reducirse, lo que obliga a las empresas manufactureras a recurrir a la automatización. Naciones Unidas estima que el número de trabajadores en China llegó a su nivel máximo en 2010, de más de 900 millones, y caerá a menos de 800 millones para 2050.

Sumado a ello, el costo laboral promedio por hora —definido como salario más prestaciones— de US$14,60 en el bastión manufacturero en la costa se ha más que duplicado como porcentaje de los salarios manufactureros en Estados Unidos, de casi 30% en 2000 a 64% en 2015, según Boston Consulting Group. Esta evolución torna al país menos competitivo como destino para los fabricantes.

En 2013, China se convirtió en el mayor mercado para robots industriales, sobrepasando a toda Europa Occidental, según la Federación Internacional de Robótica. En 2015, las fábricas chinas compraron cerca de 67.000 robots, casi un cuarto de las ventas globales, y se proyecta que la demanda se más que duplique para 2018, a 150.000 unidades al año.

Las compañías chinas también invierten en tecnología industrial, con la mira puesta en la fabricación de sus propios robots. En mayo, Midea Group Co., fabricante de electrodomésticos chino, hizo una oferta de compra por Kuka de más de US$5.000 millones y ahora posee casi 86% del constructor de robots. Algunos políticos alemanes criticaron el acuerdo, diciendo que Kuka es un activo estratégico que debió permanecer en manos alemanas o europeas.

En una conferencia de investigación de robótica llevada a cabo en mayo en Estocolmo, compañías como Kuka y la suiza ABB Ltd. mostraron robots ligeros con brazos ágiles capaces de manipular objetos tan pequeños como tapas de botellas.

El año pasado, ABB presentó una versión de dos brazos de su robot YuMi, un modelo liviano diseñado específicamente para el mercado chino. El robot puede ensamblar los componentes electrónicos del tablero de un auto, relojes de pulsera y gafas.

Robots en una fábrica de Kuka en Shanghai
Robots en una fábrica de Kuka en Shanghai. 

YuMi, que se fabrica tanto en una planta de Suecia como en una instalación hermana que abrió hace una década en Shanghai, fue diseñado como un robot de “colaboración”, es decir que es pequeño y lo suficientemente seguro como para compartir la línea de ensamblaje con humanos, sin requerir una caja protectora como muchos grandes robots industriales.

En los últimos cinco años, China se ha convertido en el mayor mercado de clientes de robótica para ABB, de acuerdo con Steven Wyatt, director de marketing y ventas de la empresa de Zúrich.

Wyatt señala que China comenzó a adoptar la automatización en masa en respuesta a las preocupaciones sobre la calidad de los productos manufacturados en el país. Ahora, sin embargo, las fábricas chinas, incluidas aquellas que hacen productos de consumo, compran robots para llenar las vacantes que de otra manera seguirían vacantes debido a las altas tasas de rotación de empleados.

“Por difícil que sea de creer, a pesar de tener 1.300 millones de habitantes, China no encuentra suficiente gente para cubrir el trabajo que generan sus fábricas”, dice Wyatt.

Otro factor son los costos. Las tecnologías de robótica que alguna vez fueron increíblemente costosas son ahora lo suficientemente económicas como para ser viables en las fábricas chinas.

OptoForce Ltd., de Budapest, fabrica sensores de 2.500 euros (US$2.796) que pueden ser incorporados a los brazos de los robots y ser usados para pulir partes metálicas que van dentro de las cajas de cambio de los autos y otros productos. Su director de ventas, Szabi Fekete, cuenta que en los últimos años esos sensores se han vuelto considerablemente más baratos de producir.

“Hace 10 años, cuando un sensor de fuerza costaba 20.000 euros, nadie quería automatizar el pulido, porque era más barato contratar a 100 trabajadores”, explica Fekete.

Suzhou Victory, que ensambla computadoras portátiles para Dell Inc. y Lenovo Group Ltd. y relojes inteligentes para Fitbit Inc., comenzó a aumentar su inversión en robots hace dos años, impulsado por la reducción de los ciclos de productos, el aumento de los salarios y la alta rotación de los trabajadores, sobre todo después de las vacaciones anuales alrededor del Año Nuevo Lunar. Este año, el fabricante firmó un acuerdo para comprar 160 robots de brazo articulado hechos por Kuka.

“Tenemos que considerar la inversión en robots para que la empresa pueda sobrevivir por más tiempo”, sostiene Gao.

Fuente: The Wall Street Journal, 16/08/16.

sea su propio jefe

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Cómo el auge de China hizo surgir a Trump

agosto 12, 2016

Cómo el auge de China ‘creó’ a Donald Trump

Su surgimiento como potencia comercial sacudió a la economía estadounidense con más violencia que la que los economistas y las autoridades fueron capaces de prever.

Por Bob Davis y Jon Hilsenrath.
Frances Wade, una empleada de la fábrica de muebles Century Furniture en Hickory, Carolina del Norte.
Frances Wade, una empleada de la fábrica de muebles Century Furniture en Hickory, Carolina del Norte.

usa y chinaHICKORY, Carolina del Norte —A finales de la década de los 90, este centro de fabricación de muebles parecía estar protegido de las fuerzas destructivas de la globalización. Trabajadores siderúrgicos despedidos de Virginia Occidental, Tennessee y otros estados llegaban aquí para conseguir nuevos trabajos construyendo camas, mesas y sillas para los hogares estadounidenses. La tasa de desempleo era de menos del 2%.

Hickory es una ciudad ubicada en el condado de Catawba en el estado estadounidense de Carolina del Norte. La localidad en el año 2000, tenía una población de 37.222 habitantes. En el 20002 la renta per cápita promedia del hogar era de $37.236, y el ingreso promedio para una familia era de $47.522. El ingreso per cápita para la localidad era de $23.263. En 2000 los hombres tenían un ingreso per cápita de $31.486 contra $23.666 para las mujeres.

Hoy, Hickory aún sufre las consecuencias de una serie de crisis económicas que la afectaron desde entonces, ninguna de ellas más poderosa que el ascenso de China como potencia exportadora. La invasión de muebles importados hizo quebrar fábricas, eliminó miles de puestos de trabajo y contribuyó a que el desempleo superara el 15% en 2010.

Stuart Shoun, un obrero de 59 años, se quedó sin empleo tres veces desde 1999. Después de uno de esos despidos, Hickory se puso a estudiar arquitectura en una universidad local, pero no pudo encontrar trabajo y regresó a la industria de los muebles. Ahora gana US$45,000 al año, lo mismo que hace casi 20 años y US$14.000 menos después de ajustar ese valor por inflación.

Su hijo Steven es un tapicero que maneja un depósito de chatarra y que desalienta a su propio hijo, actualmente en la universidad, de trabajar en la industria que dio a Carolina del Norte el mote de “Capital Mundial de los Muebles”. Steven dice que su padre culpa a “la gente que dirige nuestro país y que dirige nuestras empresas” por los padecimientos económicos de Hickory.

Ambos apoyan la candidatura de Donald Trump a la presidencia, a pesar de que no tienen intención de votar. “No creo que un voto haga diferencia”, dice Stuart Shoun.

Cuando el auge de importaciones de Japón, México y los “Tigres” asiáticos como Taiwán llegó a EE.UU., muchas ciudades y pueblos fueron capaces de adaptarse.

Pero con China fue un caso diferente. Su surgimiento como potencia comercial sacudió a la economía estadounidense con más violencia que la que los economistas y las autoridades fueron capaces de prever y aun de entender hasta muchos años más tarde. La mano de obra de EE.UU. se adaptó a los cambios más lentamente de lo que se esperaba.

Ver Video: El Futuro del Trabajo en el Siglo XXI

Lo que ocurrió con las importaciones chinas es un ejemplo de cómo gran parte de la sabiduría económica convencional que imperaba a finales de 1990 —incluyendo el papel del comercio internacional, la tecnología y los bancos centrales— se ha ido desmantelando lentamente desde entonces.

Las consecuencias de esta transformación están sembrando un profundo descontento político en EE.UU. en este año electoral. La desilusión con la globalización ha alimentado una de las temporadas políticas menos convencionales de la historia moderna de este país, con Bernie Sanders, y sobre todo Donald Trump, sacando provecho del potente sentimiento adverso al libre comercio.

Ambos candidatos presidenciales dirigieron gran parte de sus críticas al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC o Nafta), de 1994, que impulsó las importaciones desde México. Pero el verdadero culpable, aun en aquel entonces, fue China, dicen hoy los economistas.

Muchas fábricas que se trasladaron de EE.UU. a México lo hicieron para igualar los precios de China, y algunas de las nuevas fábricas mexicanas ayudaron a mantener empleos al norte de la frontera. Por ejemplo: telas hechas en EE.UU. se convierten en prendas de vestir en México que luego son vendidas alrededor del mundo por empresas estadounidenses.

David Autor, un economista del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), que estudia las relaciones entre el comercio internacional, los mercados laborales y el cambio tecnológico, llama a la economía de China una “roca de 500 toneladas parada sobre una cornisa”. En algún momento se va a caer y aplastará todo lo que está por debajo de ella. “Simplemente no sabemos cuándo” ocurrirá, dice.

Los economistas han sostenido durante mucho tiempo que si bien el libre comercio crea ganadores y perdedores, los resultados netos son beneficiosos para la mayoría. Los consumidores estadounidenses ganaron con las importaciones de bajo costo, que les permitieron comprar a bajos precios bicicletas, joyas y utensilios de cocina, entre muchos otros productos. Las empresas estadounidenses ganaron el acceso a los mercados extranjeros.

Se esperaba que los trabajadores de las industrias expuestas a las importaciones mejoraran su capacitación laboral o se mudaran a alguna parte del país que ofreciera nuevas oportunidades.

En la década de 1970, la invasión japonesa golpeó en gran medida industrias ubicadas en ciudades con grandes bases manufactureras que podían ofrecer otras alternativas a quienes perdían su trabajo. En Akron, Ohio, tradicional centro de la industria del neumático de EE.UU., químicos de la universidad local ayudaron a crear una industria de polímeros que hoy emplea a decenas de miles de trabajadores, dijo David Lieberth, ex vicealcalde de Akron que se ha convertido en una suerte de historiador de la ciudad.

China puso de cabeza muchos de esos supuestos. Ningún otro país se ha acercado a su combinación de vasta población en edad laboral, salarios súper bajos, apoyo del gobierno, moneda barata y aumento de la productividad.

Las importaciones procedentes de China como porcentaje de la producción económica de EE.UU. se duplicaron en los cuatro años siguientes a la incorporación del país a la Organización Mundial del Comercio en 2001. México tardó 12 años en lograr lo mismo después del Nafta. Japón tardó el mismo tiempo después de haberse convertido en un gran proveedor de EE.UU. en 1974.

William Hicks, operador de la banda de lijado de Century Furniture.
William Hicks, operador de la banda de lijado de Century Furniture.
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Al año pasado, las importaciones procedentes de China representaban el equivalente de 2,7% del Producto Interno Bruto de EE.UU. Esto es un punto porcentual más del máximo logrado por Japón o México.

Por otro lado, la ola de importaciones de Japón afectó a un grupo limitado de industrias avanzadas, en su mayoría automóviles, acero y electrónica de consumo. Las importaciones de bajo costo de China, en cambio, barrieron todo EE.UU. y afectaron a todo tipo de sectores, desde los productores de electrónicos en San José, California, los de artículos deportivos en el condado de Orange, California, los de joyería en Providence, Rhode Island, los de zapatos en West Plains, Missouri, los de juguetes en Murray, Kentucky, y los de sillas en Tupelo, Mississippi, entre muchas otras industrias y comunidades.

“Al alentar a China a comerciar [con nosotros], necesitábamos políticas internas que minimizaran el impacto de lo que iba a suceder”, dice Gordon Hanson, profesor de economía de la Universidad de California, San Diego. La falta de estas políticas, dice, fue “un error catastrófico”.

Un grupo de economistas que incluye a Hanson y Autor estima que la competencia de China fue responsable de la pérdida de 2,4 millones de puestos de trabajo en EE.UU. entre 1999 y 2011. En el mismo período, el empleo total en el país creció 2,1 millones, a 132,9 millones.

Esta región de Carolina del Norte solía ser un motor de crecimiento, pero las importaciones chinas hundieron la economía local.
Esta región de Carolina del Norte solía ser un motor de crecimiento, pero las importaciones chinas hundieron la economía local. 
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En la década de 2000, en los distritos del Congreso donde la competencia de las importaciones chinas aumentó rápidamente, también aumentó la polarización política, dicen ambos investigadores tras examinar el historial de votación. Los candidatos “ideológicamente estridentes” reemplazaron a los moderados, escribieron en un estudio.

En las primarias republicanas presidenciales de este año, según un análisis realizado por The Wall Street Journal, Donald Trump ganó en 89 de los 100 condados más afectados por la competencia de China, entre ellos Catawba, donde se encuentra Hickory. En las primarias de marzo, Trump obtuvo aquí el 44% del voto republicano, imponiéndose a otros 11 candidatos.

Sanders ganó las primarias demócratas en 64 de los 100 condados más expuestos en los estados del norte y en el centro del país. Ese patrón no se mantuvo en el sur, donde Hillary Clinton era fuerte entre los votantes negros.

Hickory, una ciudad tranquila de cerca de 40.000 habitantes, solía tener un fragante olor a laca de madera. A finales de los 90 era una ciudad en auge. La competencia extranjera desplazó a la industria local de la confección, pero la de los muebles prosperó.

Los fabricantes de muebles pensaron que estaban relativamente a salvo de las importaciones porque sus productos eran voluminosos, costosos para el envío de larga distancia y a menudo involucraban trabajo artesanal. Pero luego cayeron los costos del transporte, y muchos estadounidenses optaron por los bajos precios por encima de todo lo demás.

El empleo manufacturero en el condado de Catawba y sus alrededores cayó de 79.000 en 2000 a 38.000 en 2014. Casi la mitad de la caída fue causada por la pérdida de trabajos en la industria del mueble.

El año pasado, las importaciones totales de muebles y accesorios procedentes de China por parte de EE.UU. alcanzaron los US$20.400 millones, frente a US$4.400 millones de 2000, según cálculos de la Oficina del Censo. Entre los estados especialmente afectados se encuentran Carolina del Norte, Virginia, Tennessee, Iowa y Wisconsin.

EE.UU. importa hoy el 73,5% de todos los muebles que consume, dice Jerry Epperson, un analista del banco de inversiones Mann, Armistead & Epperson Ltd. en Richmond, Virginia. Más de la mitad de ese porcentaje procede de China.

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“Estábamos todos bastante sorprendidos por la velocidad” del cambio, dice Alex Bernhardt Jr., presidente ejecutivo de Bernhardt Furniture Co., un fabricante de propiedad familiar con sede en Lenoir, Carolina del Norte, a unos 30 kilómetros de Hickory.

Bernhardt y otros fabricantes de muebles dicen que sin darse cuenta ayudaron a China cuando enviaron técnicos para ofrecer orientación. Otros fabricantes de muebles enviaron también herramientas, piezas e instrucciones para la fabricación, completamente en máquinas, de muebles con intrincados diseños.

Alex Shuford, de 42 años, es el presidente ejecutivo de la empresa familiar RHF Inc., propietaria de Century Furniture, en Hickory. La ayuda estadounidense a los fabricantes chinos, dice, “fue como si Ford hubiera ayudado a Toyota”.

Century y Bernhardt sobrevivieron gracias a que se concentraron en hacer muebles a pedido, en especial tapizados, para consumidores de EE.UU. Bernhardt ahora cuenta con 1.600 empleados en Carolina del Norte, frente a 2.800 que tenía en 2000, mientras que Century redujo los 1.323 trabajadores que empleaba en el estado en 2003 a 845 hoy.

Las políticas del gobierno para hacer frente a las importaciones chinas fallaron, incluyendo esfuerzos para cobrar derechos de importación. En 2004, una coalición de fabricantes de muebles ganó un caso comercial contra China y recaudó US$309 millones en aranceles.

Stanley Furniture Co. , de High Point, Carolina del Norte, recibió la mayor tajada, que ascendió a US$83,5 millones. Pero al año pasado sólo tenía 71 trabajadores, en comparación con 2.600 en la década anterior. Stanley invirtió fuertemente en una línea de muebles para niños hecha en EE.UU., pero fracasó.

Alex Shuford III, presidente de Century Furniture.
Alex Shuford III, presidente de Century Furniture. 

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“Invertimos millones en el esfuerzo por salvar puestos de trabajo”, dice el presidente de la empresa, Glenn Prillaman.

Stuart Shoun, el maquinista de Hickory, dice que en 1977, cuando se mudó de Mountain City, Tennessee, a Hickory, era un “hillbilly” (algo así como pueblerino) de 20 años en busca de un trabajo estable. Las rutas que conducían a los trabajos en Hickory eran llamadas Hillbilly Highway, algo así como la Autopista de los Pueblerinos.

Cuando llegaron los despidos, a Shoun le sorprendió ver que algunos de sus compañeros despedidos le pedían ayuda con las instrucciones para los formularios de ayuda porque no sabían ni leer ni escribir. “¿Cómo podían siquiera llenar las solicitudes [de trabajo]?”, recuerda haber pensado.

Más tarde fue contratado para dirigir una fábrica de muebles en China, con un salario de cerca de US$100.000, casi el doble de lo que ganaba antes. “La oferta decía: ‘Usted tal vez quiera irse de Carolina del Norte a China, porque allí es adónde va la industria’”, dice. Pero no quiso dejar a su familia y rechazó el puesto.

Durante las oleadas de importaciones anteriores, ciudades y trabajadores de EE.UU. se reinventaron. En la década de los 80, Detroit se recuperó de la competencia japonesa cuando el fabricante de automóviles Chrysler, bajo el liderazgo de Lee Iacocca, emergió como símbolo del renacimiento americano. Chrysler es ahora parte de Fiat Chrysler Automobiles NV.

Hoy los trabajadores despedidos se ajustan más lentamente al impacto de China. En Hickory y en todo EE.UU. hay menos gente dispuesta a desarraigarse para seguir oportunidades de trabajo en otras partes del país, según datos migratorios. Entre los motivos para no mudarse de ciudad, los economistas citan el aumento de familias con dos ingresos, el envejecimiento de la población, la crisis habitacional y el aumento del costo de la vivienda en lugares como San Francisco y Austin, Texas.

Los esfuerzos del gobierno para ayudar a los trabajadores despedidos no han ayudado mucho. El programa formal de Washington para reentrenar a los trabajadores golpeados por la competencia de las importaciones paga por dos años de matrícula universitaria y extiende los pagos de seguro de desempleo.

Una evaluación que el Departamento de Trabajo encargó en 2012 halló que los participantes en ese programa, especialmente los mayores de 50 años, por lo general ganan menos cuatro años después de haber comenzado el programa que los que no lo comenzaron nunca. Estos últimos volvieron a trabajar con mayor rapidez.

Shuford, el presidente ejecutivo de Century, llama a este programa “una curita para una economía que tiene cortada una arteria”.

En Hickory, los trabajadores despedidos fueron a las universidades locales [que también dan títulos vocacionales después de dos años de estudio, y que son consideradas de menos jerarquía que un programa universitario de cuatro años], pero a menudo no pudieron conseguir empleo luego de graduarse. Tras perder su puesto en 2006, Shoun pensó que aprender diseño arquitectónico le ayudaría a conseguir un mejor trabajo. Pero cuando egresó en 2008, el mercado de vivienda se estaba derrumbando, así que volvió al negocio de los muebles.

Un gabinete de aserradoras en la fábrica de Century Furniture en Hickory.
Un gabinete de aserradoras en la fábrica de Century Furniture en Hickory. 

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Su ex esposa, Michelle Surratt, que apenas terminó la escuela primaria, perdió su trabajo en 2006 y recurrió a la Asistencia de Ajuste del Comercio Internacional para obtener un diploma de educación secundaria, pero nunca tomó el examen de matemáticas requerido porque le tiene “miedo de los números”, dice. Surratt, de 58 años, gana US$9.69 por hora reparando tapizados. Hace unos 15 años ganaba cerca de US$1 más por hora como operadora de maquinaria en una fábrica.

Muchos trabajadores suponen que no están hechos para la universidad y recurren a un subsidio por discapacidad de la Seguridad Social después de haber trabajado años en una fábrica. Entre 2000 y 2013, el número de residentes del condado de Catawba con esos subsidios aumentó 86%, en comparación con un aumento del 61% en Carolina del Norte y 65% en todo EE.UU.

Anthony “Tony” Crawford, un tapicero, se lesionó una rodilla y la espalda cuando tropezó con marcos de madera apilados en el piso de una fábrica de muebles en 2009. Durante el auge de la industria, ganaba US$29 por hora y trabajaba horas extras. Hoy de 45 años, ahora vive con una fracción de sus antiguos ingresos. “Gané mi dinero con mis manos”, dice. “Volver a la escuela no era una opción”.

En años recientes, Hickory ha mostrado algunos signos de recuperación. La tasa de desempleo fue en junio de 5%, ligeramente superior al promedio nacional. Gran parte de la mejoría en la tasa de desempleo de Hickory se debe a la reducción de la fuerza laboral en alrededor de 25.000 puestos de trabajo, o 13%, desde 2001. Esto significa que hay menos gente para contar como desempleados.

Apple Inc., Google, de Alphabet Inc., y Facebook Inc. han establecido centros de datos en un tramo de la autopista nacional 321, antiguamente conocida como Furniture Row (algo así como El camino de los muebles). Pero estas plantas no emplean a mucha gente. Bed, Bath & Beyond Inc. tiene un centro de datos de 4.500 metros cuadrados con 10 trabajadores.

Frente a la escasez de mano de obra especializada, Bernhardt hace publicidad en los cines pidiendo tapiceros y ofrece bonos de US$1.000 para hacer más atractivo el empleo.

Autor, el economista del MIT, dice que ahora que los salarios en China están en alza y que la producción ha empezado a trasladarse a países de costos más bajos, como Vietnam, lo peor probablemente ya ha pasado. Pero esto es poco consuelo para las víctimas de la industria de los muebles de Hickory. Pocos de ellos podrán recuperar el terreno económico que perdieron.

“Todo lo que oíamos era China, China, China”, dice Lonnie Joiner, ex jefe de Shoun. “Yo culpaba a las grandes corporaciones y a su codicia”.

Joiner dice que apoya a Trump, quien ganó su simpatía con “honestidad cruda y descaro” y con sus duras palabras sobre el comercio internacional.

Fuente: The Wall Street Journal, 11/08/16.

Más información:

¿El fin del sueño americano?

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China lidera la robotización

agosto 7, 2016

China lidera la nueva revolución

Por Jorge Castro.

La robotización en China comenzó. Tiene 36 robots cada 10.000 obreros, mientras que Alemania tiene 292 y Corea del Sur, 478.

chinaChina encabeza la nueva revolución industrial en la “Internet de las Cosas” (IoT), conexión que realizan chips inteligentes en un sistema cibernético integrado que vincula sociedad, naturaleza e individuos a escala global. El mercado chino de IoT ascendió a US$193.000 millones en 2015, y treparía a US$361.000 millones en 2020. Abarca líneas aéreas, empresas de telecomunicaciones y proveedoras de equipos.

Las conexiones inteligentes alcanzaron a 80 millones en 2015 y superarían 360 millones en 5 años. Este desarrollo explosivo del sistema cibernético integrado agregaría al PBI chino –sólo en la industria manufacturera– US$736.000 millones en 2030. En EE.UU., es 40 millones en 2015 y serán 150 millones en 2020.

La IoT entró en una fase tecnológicamente superior. Surgieron 4 protocolos globales –Siemens, GE, China Móvil, Huawei– que establecen los softwares para conectar automáticamente la industria del mundo a través de la “nube” (cloud computing), la nueva revolución tecnológica más allá de Internet.

Las áreas cruciales de la nueva revolución industrial son “Internet de las Cosas” y robotización. Y China encabeza las dos. Ha comprado más robots industriales por año que cualquier otra de las grandes potencias manufactureras (Alemania, Japón, Corea del Sur) desde 2013. El año pasado adquirió 66.000 robots (en todo el mundo se vendieron 240.000), y superaría este año a Japón como el mayor operador mundial de robots industriales. Esto sucede cuando el costo de los robots disminuye 20% por año y sus capacidades mejoran 5% anual.

La robotización en China recién ha comenzado. Dispone de 36 robots cada 10.000 trabajadores industriales, en tanto Alemania tiene 292; Japón, 314 y Corea del Sur, 478. Al ritmo actual, que se triplica por año, lograría el nivel surcoreano en 2030.

El gobierno chino prevé que más de 80% de las 340.000 fábricas del cinturón manufacturero costero que se despliega desde Shenzen/Hong Kong a Shanghai se volcaran a la robotización en los próximos 15 años.

China ha desatado una política deliberada de robotización de su industria, incentivada, financiada y liderada por la conducción política. Motiva esta decisión estratégica el rostro irreductible de la necesidad económica. La fuerza de trabajo china se reduce en términos absolutos y tendría 40 millones de operarios menos en 2030.

Al mismo tiempo, el ingreso per cápita crece por encima del PBI nominal (8% anual/6,5% por año en 2015). Por eso, los salarios reales han crecido 20% anual a partir de 2009. Mao advirtió que la única forma de conducir una tendencia es acelerarla.

La República Popular solo puede crecer a partir de la innovación desde 2009, cuando completó la convergencia estructural (ingreso per cápita/alza de la productividad) con EE.UU. De ahí que el liderazgo chino en la nueva revolución industrial tenga hasta ahora un significado cuantitativo, no cualitativo. Lo cualitativo en robótica es la fabricación de nuevos equipos, tecnológicamente más avanzados, no ser la mayor compradora.

Los fabricantes de robots chinos con tecnología propia se han especializado en equipos más baratos (20%/30% inferiores en precio a los alemanes y japoneses) y adecuados a las exigencias locales. Falta la tecnología de punta, aún en manos de la alemana ABD y la japonesa Kuka; y el liderazgo auténticamente innovador de la nueva revolución industrial se decide en la frontera tecnológica.

El desarrollo capitalista es desigual y combinado, y las diferencias de productividad marcan los saltos cualitativos que lo caracterizan. La nueva revolución industrial en China se funda en un movimiento masivo de innovación que se realiza a través del comercio por Internet. Más de 40 millones de nuevos emprendedores han surgido a partir de 2009, y crecen 4/5 millones por año. La innovación en China es un movimiento de masas, no un monopolio de los laboratorios, provocada por una cultura de creatividad.

China puede ocupar la frontera de la nueva revolución industrial en 5/10 años.

Fuente: Clarín, 07/08/16.

Más información:

Diez claves sobre el Trabajo del Futuro

El Futuro del Trabajo en el Siglo XXI

Las Oportunidades que brinda internet

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La innovación es la clave de China

junio 19, 2016

La innovación es la clave de China

El crecimiento económico no significa un suba del PBI nominal, sino un verdadero cambio de estructuras.

Por Jorge Castro.

chinaLa economía china es la segunda del mundo medida en dólares constantes (US$11,4 billones) después de EE.UU. (US$17,4 billones); y es la primera, si el PBI se mide por capacidad de compra doméstica (US$17,6 billones).

Por eso, si China crece 7% anual (en 20015 se expandió 6,9%), el producto aumenta US$800.000 millones por año, lo que implica un auge superior al 10% anual que experimentó en 2010. Allí culminó la década de crecimiento excepcional iniciada en 2001 (ingreso en la OMC), cuando la tasa promedio de alza fue 11% por año.

De ahí que el producto se haya duplicado entre 2008-2015 y que China crezca, metafóricamente, una Australia (US$1,6 billones) cada dos años y un Reino Unido (US$2,6 billones) cada tres.

El resultado es que la creación de empleo es mayor ahora que cuando se expandía 11% anual. En 2007, (+11% en el año), China generó 10 millones de puestos de trabajo; y en 2015 (6,9% anual) creó 13 millones de empleos urbanos.

El crecimiento no es sinónimo de auge del PBI nominal, sino de cambio de estructuras, con transferencia del capital y el trabajo desde los sectores de menor productividad a los de mayor eficacia productiva.

Este proceso –“destrucción creadora”– equivale al alza de la productividad de todos los factores (PTF), donde lo decisivo no es el incremento de uno u otro (capital/trabajo), sino la aparición de lo nuevo y cualitativamente distinto: innovación.

La totalidad del transporte urbano será eléctrico en las grandes ciudades chinas en 2020, y lo mismo ocurrirá en todo el país 10 años después. Entonces, 30% de los automotores vendidos serán eléctricos o híbridos y treparan a 60% en 2040.

La clave de lo que pasa en China no es la creación de empleo (fuerza de trabajo), sino la conversión de sus 900 millones de trabajadores en emprendedores, que son innovadores creadores de valor.

China intenta una novedad histórica. No es la creación de puestos de trabajo en gran escala. Ha desatado una campaña de masas destinada a liquidar la relación salarial en términos históricos, quiere terminar con el núcleo de la acumulación capitalista desde la Revolución Industrial (1780-1840).

Trata de activar la sociedad civil y convertir en objetivos de vida del pueblo chino a la creatividad y la innovación. El instrumento de esta empresa histórica es el comercio online. Los nuevos emprendedores que colocan sus productos on-line aumentan 4 millones por año, y los venden desde allí al mundo. Más de 40 millones de emprendedores online han surgido a partir de 2009.

La experiencia china indica que el desarrollo es una forma avanzada de dinamismo social, una manifestación de energía dotada de contenido económico, que provoca mayor demanda, más consumo y alza de la inversión.

Por eso han eliminado prácticamente todos los requisitos para crear nuevas empresas. En los primeros 6 meses de 2015 surgieron 8 millones de compañías (+61% que en 2014); y entre el 70% y el 75% aparecieron en los servicios.

El producto chino se multiplicó por 4 entre 2002 y 2012 (US$2 billones a US$8,7 billones); y el gasto en investigación y desarrollo (I&D) científico y tecnológico pasó de 1% a 2% del PBI: se multiplicó por 8 en términos reales.

Las patentes reconocidas internacionalmente aumentaron 17,4% por año desde 2007, las publicaciones científicas crecieron 22,9% anual, los graduados en ciencias duras eran 1.337.000 en 2002 y treparon a 6.081.600 en 2012 (+ 16,4% anual), en tanto los PhD se elevaron 6 veces (80.800 en 2002 a 486.500 en 2012).

No hay “modelos” en China. Lo más importante es el camino – eterno creador de novedades –, no los resultados, provisorios por definición.

Fuente: Clarín, 19/06/16.

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Los efectos del crédito en China

febrero 16, 2016

Por qué el auge del crédito en China no sería tan bueno como parece

Por Alex Frangos.

El monstruo del crédito de China se despertó rugiendo en enero, pero hay razones para creer que ese poderío es solo aparente.

El nivel de financiación total en la economía creció notoriamente en enero, empujado por los préstamos bancarios y las hipotecas de propiedades comerciales. El stock total de financiamiento social, la medida más amplia del crédito tomada en cuenta por el gobierno, creció ese mes 12,7%, el ritmo más rápido en 10 meses y un gran salto desde diciembre. Quienes apuestan al alza de China (y de las materias primas) pueden entusiasmarse pensando que las políticas de estímulo están finalmente dando sus frutos.

chinaPero el crédito ha estado fluyendo a la economía durante algún tiempo, con poco efecto. La medida de financiación social supuestamente subestima el crecimiento del crédito desde que el año pasado Beijing puso en marcha un canje de deuda del gobierno local. Este programa reemplaza los préstamos bancarios a los vehículos financieros de los gobiernos locales, que están incluidos en la financiación social total, por bonos, que no están incluidos.

Tomando en cuenta esos bonos, Capital Economics destaca que la creación de crédito en realidad comenzó a subir a mitad del año pasado. Esto hace que la cifra de enero sea un tanto impresionante, ya que ese mes no hubo nueva emisión de bonos de gobiernos locales. Sin embargo, la respuesta de la economía real ha sido débil hasta el momento.

Una razón para ello puede ser que, si bien las tasas de interés reales están cayendo, no están bajando lo suficiente como para que los prestatarios industriales se animen a pedir un crédito. La tasa de interés activa promedio ponderada, según la medida del Banco Popular de China, fue 5,27% en el cuarto trimestre, una disminución significativa respecto del 6,78% del año anterior. Pero si se considera la caída de los precios de los bienes producidos por la economía, la tasa de interés real para el sector industrial se mantiene por encima del 11%. Con crecientes niveles de deuda que ya rondan el 220% del PIB, gran parte de la nueva deuda está destinada a saldar deuda vieja, no a financiar nueva actividad productiva.

También hay factores estacionales. Enero es normalmente el mes más importante para el crecimiento del crédito porque es cuando los bancos reajustan las cuotas de los préstamos. Un Año Nuevo Lunar más temprano este año también significó que más préstamos tuvieron que concentrarse en menos semanas.

ANZ destaca que las compañías chinas continúan cancelando deuda internacional en dólares y reemplazándola con nueva deuda tomada en yuanes en el circuito interno. Eso podría ser bueno en términos de reducción de los riesgos de una devaluación de la moneda china, pero no es una verdadera medida de crecimiento del crédito.

Una posible respuesta es que el aumento de crédito aún tiene que llegar a la base de la economía y que el crecimiento repuntará en los próximos meses. El aumento del gasto público registrado desde mediados del año pasado apoya el razonamiento a favor de un futuro rebote.

O podría ser que todo el estímulo esté simplemente amortiguando lo que de otro modo habría sido un ciclo mucho más pronunciado hacia abajo. Si esto es así, más crédito sólo podría significar más de lo mismo.

Fuente: The Wall Street Journal, 16/02/16.

La crisis del yuan

enero 10, 2016

El banco central de China, el yuan y los mercados: anatomía de una crisis

Por Lingling Wei y Anjani Trivedi.
A fines de noviembre, cuando el Fondo Monetario Internacional admitió el yuan en el exclusivo club de monedas de reserva mundial, los funcionarios del banco central chino se felicitaron por un trabajo bien hecho. “Había una sensación de misión cumplida”, reconoce uno de ellos.

El sello de aprobación del FMI puso la moneda china en la misma categoría que el dólar, el yen y la libra esterlina, un objetivo largamente buscado por China y acorde con su estatus como segunda economía del mundo.

chinaBeijing también consideró que esto les daba luz verde para cambiar sus prioridades desde fortalecer el yuan a depreciarlo para estimular la economía, de acuerdo con entrevistas de The Wall Street Journal con más de una decena de funcionarios y asesores del Banco Popular de China.

Las autoridades se internaron en el peligroso camino de tratar de debilitar gradualmente al yuan para abaratar las exportaciones chinas, dicen las fuentes. Los planes para facilitar las transacciones con la divisa china fueron archivados.

El enorme riesgo de esa estrategia se hizo dolorosamente evidente esta semana, golpeando a los mercados globales, desde las acciones a las materias primas. El intento del banco central de orquestar una devaluación ordenada del yuan fue abortado por los inversionistas, que salieron a vender yuanes en masa y se entreveraron en una batalla titánica con el banco central por el control de la magnitud y la celeridad de la caída.

Después de haber llevado el yuan a su nivel más bajo frente al dólar en cinco años este jueves, el banco central se vio obligado a salir a comprar de nuevo para impedir que el descenso se convirtiera en una estampida de los operadores globales, muchos de los cuales están instalados en los rascacielos de Hong Kong.

Las sacudidas del Banco Popular de China dejaron atónitos a los operadores, que vieron cómo apuestas de hasta US$50 millones hechas por fondos de cobertura que transan yuanes fuera de China eran puestas en riesgo, dijeron fuentes del mercado. “Es casi imposible que alguien tenga confianza y tome una posición porque en apenas cinco minutos uno podría quedar completamente descolocado”, diceAshley Perrott, director de renta fija asiática de UBS Global Asset Management en Singapur.

Las consecuencias en otros mercados también fueron severas. Los inversionistas interpretaron las medidas del banco central de dos maneras: como una señal de que la economía china se está desacelerando más rápido de lo que muchos esperaban y como una indicación de que el gobierno no sabe cómo abordar la situación, una preocupación recurrente desde mediados del año pasado.

El jueves, menos de media hora después de la apertura, una rápida caída de 7% activó una regla de interrupción de operaciones, resultando en la jornada más breve en 25 años. Fue la segunda vez que ello ocurre en la primera semana del actual sistema. Más tarde, el regulador de valores suspendió el mecanismo.

Mientras tanto, las bolsas de todo el mundo cayeron y los precios del petróleo se vinieron abajo. El volumen de transacciones de yuanes fue bajo el jueves debido al desconcierto del mercado sobre el próximo paso del Banco Popular de China, que resultó ser una diatriba contra los inversionistas.

“Algunas fuerzas especulativas están tratando de obtener ganancias (…) del renminbi” (el nombre oficial del yuan), dijo el comunicado del banco central. Tales actividades “no tienen nada que ver con la economía real (de China)” y sólo han causado “fluctuaciones anormales” en la moneda, sentenció el organismo.

El comunicado trató de aplacar los nervios al indicar que la entidad “tiene la capacidad de mantener la estabilidad del renminbi en un equilibrio razonable” y que los fundamentos económicos no son compatibles con la depreciación a largo plazo de la divisa.

De todos modos, el tono combativo dejó en evidencia que el esfuerzo por controlar los mercados se ha convertido en un costoso callejón sin salida para Beijing. Desde mediados de agosto, cuando realizó una devaluación sorpresiva, el banco central ha estado recurriendo a sus reservas de divisas para dar batalla a quienes apuestan contra el yuan.

Las reservas chinas cayeron US$108.000 millones en diciembre, respecto del mes anterior, una cifra récord, para quedar en US$3,33 billones, según datos divulgados del jueves. La cifra casi quintuplicó las estimaciones de los analistas.

“China está pagando el precio de su falta de entusiasmo hacia la liberalización del mercado y su incapacidad para cortar el cordón del control estatal de mano dura de los mercados y la economía”, afirma Eswar Prasad, profesor de la Universidad de Cornell y ex responsable de China del FMI. El experto añadió que un claro compromiso con las reformas es la única opción que China tiene a su disposición para estabilizar los mercados y restaurar la confianza.

Beijing ha tratado de hacer una pausa en la liberalización de la economía desde mediados de 2015, cuando las oscilaciones en los mercados de acciones y divisas fueron más violentas de lo esperado por las autoridades y pusieron a prueba su capacidad para manejar la situación. En lugar de proseguir con las reformas, el gobierno ha tomado medidas para impedir la salida de dinero de China. El banco central, por ejemplo, suspendió las operaciones de divisas de algunos bancos extranjeros en China para hacer más difícil a los inversionistas extranjeros apostar contra el yuan.

“El aumento de los costos asociados con las apuestas de divisas va en contra de la meta de la internacionalización del renminbi”, dice Zhong Zhengsheng, director de investigaciones económicas de Hua Chuang Securities, una firma estatal de corretaje. “Esto demuestra que ese objetivo está tomando un segundo plano ante la necesidad de estabilizar el tipo de cambio”.

La decisión del FMI el 30 de noviembre de declarar el yuan una moneda de reserva oficial eliminó un incentivo para que el banco central siguiera apuntalando su valor. El objetivo actual parece ser dejar que el yuan se deprecie gradualmente para hacerlo subir un poco durante el segundo semestre, según asesores del Banco Popular de China. Es entonces cuando Beijing será sede de la cumbre del Grupo de los 20 mayores países industrializados y en desarrollo, ansioso por mostrar el poderío económico de China.

La estrategia, sin embargo, está llena de riesgos. El principal de ellos, dicen los analistas, es la dificultad de revertir las expectativas del mercado de una mayor devaluación. En Hong Kong, donde el yuan puede comprarse y venderse libremente, se negocia con un gran descuento respecto de China, donde su valor se cotiza dentro de una banda dictada por el gobierno.

La brecha ha llevado a algunos inversionistas a tratar de sacar provecho de los diferentes tipos de cambio, provocando un flujo irregular de fondos a través de las fronteras de China.

Analistas de HSBC Holdings PLC escribieron en una nota de investigación que al intervenir en el mercado de Hong Kong el jueves para tratar de limitar la cotización offshore del yuan y, al mismo tiempo, permitir una depreciación más acelerada en China continental, el banco central parece estar tratando de encontrar “un nivel de equilibrio a corto plazo que puede ayudar a la convergencia de las tasas de cambio”.

A fines de septiembre, la deuda externa de China ascendía a US$1,53 billones. Más de dos tercios de esa suma vence dentro de un año, según datos oficiales. Entre los grandes deudores en moneda extranjera están las empresas inmobiliarias, que tienen más de US$60.000 millones de dólares de deuda, según Dealogic.

Preocupados por el continuo debilitamiento del yuan, algunas compañías tratan de cancelar su deuda por adelantado. La aerolínea estatal China Eastern Airlines, por ejemplo, pagó hasta US$1.000 millones de deudas el lunes, citando la necesidad de reducir su exposición a las fluctuaciones del tipo de cambio.

El banco central ha intentado a menudo convencer a los inversionistas para que vean el yuan como una moneda que fluctúa en ambas direcciones, al igual que el dólar, el yen o el euro.

“El banco central quiere claramente una volatilidad bidireccional del tipo de cambio”, dice Larry Hu, economista para China de Macquarie Securities, un banco de inversión australiano. “Pero es más fácil decirlo que hacerlo”.

Fuente: The Wall Street Journal, 08/01/16.

 

 

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Pronósticos pesimistas para la economía china

enero 9, 2016

El pesimismo se apodera de la economía china

Por Mark Magnier.

Una fábrica de bombillos en Suining, China.
Una fábrica de bombillos en Suining, China. 

BEIJING — La paliza que están recibiendo el yuan y las acciones chinas es un síntoma del pesimismo que empieza a extenderse acerca de muchos aspectos de la segunda economía del mundo.

Las empresas que operan en el corazón industrial del sur y el oriente del país, desde fabricantes de electrónicos a talleres textiles y fábricas de muebles, no dejan de hablar de una disminución de los pedidos y atrasos en los pagos. Mientras tanto, motores tradicionales de la industria pesada, como el acero, el cemento y el vidrio, sufren las consecuencias de un exceso de capacidad acumulado durante los años de bonanza.

“Todos creen que será un año muy complicado”, reconoce Willy Lin, director gerente de Milo’s Knitwear Ltd., una empresa de Taiwán que exporta faldas, trajes y otros tipos de ropa a Europa y Estados Unidos desde su fábrica en Dongguan, una ciudad en la provincia de Guangdong, en el sur de China. “Ninguna cifra apunta a un panorama optimista. Será bastante turbulento”, predice.

Esta sombría evaluación se ha trasladado a la bolsa y a la cotización del yuan. Economistas y empresarios opinan que los desafíos que afronta el país y las dudas sobre si el gobierno está implementando las políticas adecuadas para abordarlos justifican el clima de pesimismo.

La caída de las bolsas se acentuó el jueves luego de que el banco central orquestó una brusca devaluación del yuan frente al dólar. El descenso de la moneda china ha ayudado a los exportadores, pero ha generado interrogantes en los mercados acerca de la salud de economía. La Bolsa de Shanghai suspendió las operaciones a media hora de comenzar luego de que el índice de acciones líderes cayó 7%, el nivel que desata una suspensión inmediata. A finales de la tarde, la agencia reguladora eliminó la norma, días después de haberla implementado, al señalar que exacerbaba las pérdidas.

China banderaLa economía china, de US$10 billones, ha logrado hasta el momento atenuar la desaceleración y todavía exhibe aspectos positivos. El consumo, por ejemplo, se mantiene firme y el sector de servicios ha absorbido parte de los trabajadores despedidos por las compañías de manufacturas. La producción industrial muestra signos de estabilización, aunque a un nivel bajo, debido a un aumento de la inversión en infraestructura.

En su discurso de Año Nuevo, el presidente Xi Jinping dijo que la economía sigue creciendo a una de las tasas más aceleradas del mundo y que las reformas ya están en marcha.

Pero inversionistas y empresas están perdiendo confianza en la capacidad del gobierno para resolver problemas complejos en un momento en que la demanda se frena y el crecimiento pierde fuerza. La intervención estatal, que durante años pareció acelerar el crecimiento, está provocando ahora preocupación de que las nuevas políticas, a menudo mal comunicadas, generen turbulencias en los mercados de acciones y de divisas.

“La gente que hace negocios a largo plazo ha sabido desde hace un par de años que el crecimiento es mucho más bajo de lo que dice el gobierno”, dice Andrew Polk, economista de The Conference Board, quien cree que la cifra real es más cercana a 4%. “Ahora, los mercados mundiales se están percatando de esta debilidad económica que comenzó a mediados del año pasado. No me caben muchas dudas de que se producirá más volatilidad económica y financiera en China”.

Los problemas más recientes tienen lugar tras la reunión anual de política económica del gobierno (realizada el mes pasado) en la cual se establecen las políticas de corto plazo. El gobierno prometió reducir el costo de hacer negocios en China para estimular la inversión y reducir el exceso de fábricas, la cantidad de edificios de departamentos vacíos y los altos niveles de endeudamiento. Un alto funcionario señaló que el objetivo de las medidas es apuntalar la oferta y que el gobierno prevé una recuperación más prolongada en forma de L, en lugar de una más vigorosa en forma de V.

Algunas empresas ya están sucumbiendo. En Shenzhen, un centro manufacturero de tecnología en el sur del país, una serie de fabricantes pequeños han cerrado sus puertas en los últimos meses, víctimas de la desaceleración económica y la consolidación de la industria. Las manifestaciones laborales se han duplicado.

Una reciente damnificada es Shenzhen G. Credit Electronics Co., que en Navidad anunció el cese de operaciones y el despido de sus 4.000 empleados, según la prensa local. La empresa, que no pudo ser contactada para comentar al respecto, era proveedora de Huawei Technologies Co. y Motorola Inc., según su página web.

Los economistas advierten que el temprano y duramente ganado impulso podría desvanecerse en el primer trimestre, cuando las plantas cesen operaciones para celebrar el Año Nuevo Lunar en febrero y los gobiernos locales aguarden la publicación de las metas económicas, habitualmente publicadas en marzo. El gasto minorista también podría decaer este año si aumenta el desempleo.

“El principal problema no es un alza de los costos. El problema es que hay poca demanda”, manifiesta Li Chao, un fabricante de camisas y pantalones del centro textil de Jiangyin, cerca de Shanghai. “La mayoría de las firmas que conozco tienen el mismo problema”.

Li no planea reducir su fuerza laboral de 20 empleados, pero tampoco contempla una expansión. Los clientes, señala, demoran más en saldar sus cuentas. “El pago es un tema cada vez más complicado”, confiesa. “Somos una pequeña empresa. Esto no tiene buena cara”.

La mayoría de los economistas indica que el gobierno parece renuente a adoptar las dolorosas medidas necesarias para cambiar el motor de la economía de las industrias tradicionales al consumo interno y las pequeñas empresas y evitar quedar atrapado en un período de crecimiento bajo y estancamiento de los ingresos.

Un motivo que frena el avance de las reformas es la preocupación de que el cierre de empresas no rentables le restará dinamismo a la economía, elevará el desempleo e intensificará los disturbios sociales, dicen economistas. China ha indicado que planea fijar una meta de crecimiento económico promedio quinquenal de 6,5%. La mayoría de los economistas calcula que esto exigirá que el gobierno deje las reformas en un segundo plano y se enfoque en el gasto.

Tal perspectiva es la que llena de pesimismo a las empresas y los inversionistas. “Cualesquiera sean las intenciones del gobierno, las fuerzas del mercado están teniendo un impacto cada vez mayor e indeleble”, afirma Polk. “Y tales fuerzas ejercen más presión sobre la necesidad de reformar la economía. En estos momentos, pareciera haber una gran tensión entre los maestros y el mercado”.

—Eva Dou, Liyan Qi, Chuin-Wei Yap y Pei Li contribuyeron a este artículo.

Fuente: The Wall Street Journal, 08/01/16.

 

 

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¿Volverán crisis como las de 1997 o 2008?

agosto 28, 2015

Efecto China: ¿se vendrán crisis como las de 1997 o 2008?

Los especialistas no estiman que suceda una crisis financiera pero advierten que el desaceleramiento de China afectará al crecimiento mundial y especialmente a los países emergentes.

chinaEl miedo por el futuro de China, que movió cual montaña rusa los índices de los mercados, reanimó viejas pesadillas: ¿se repetirán arrasadoras crisis mundiales como las de 1997 o 2008?

Analistas descartan descalabros de aquella magnitud debido a las reformas económicas realizadas desde entonces. Empero advierten que la turbulencia desatada por el enlentecimiento de la economía de China pasará factura al crecimiento de la economía mundial, especialmente a los países emergentes.

La caída de 8,5% de la bolsa de Shangai el lunes hizo desplomar las bolsas de todos los continentes, provocó la caída de los precios de las materias primas e hizo depreciar monedas. Las pérdidas bursátiles en Europa y Estados Unidos fueron de tal magnitud que se perdió lo ganado en lo que va del año.

El desastre fue grande para los países emergentes y aun cuando los mercados, salvo el de China, se recuperaban algo el martes, se tornó inevitable recordar el pavor de la crisis de 1997. En ese año las economías del este y sureste asiático se fueron a pique y terminaron pidiendo auxilio al Fondo Monetario Internacional (FMI).

En aquel entonces China era sólida como una roca. Hoy, en cambio, es una fuente de pánico.

Pekín no consiguió calmar su propio mercado de capitales ni frenar el enlentecimiento económico interno y los problemas se exacerbaron por la devaluación del yuan hace dos semanas, todo lo cual llevó a inversores a desprenderse de activos.

La mayoría de las economías emergentes sufrió el golpe de la devaluación china y devaluaron también sus monedas para defender su competitividad

Creciente preocupación

La preocupación ante la ineficacia de las medidas tomadas por Pekín ante sus problemas está creciendo. «Lo que vemos ahora es la creciente falta de confianza en la capacidad de las autoridades chinas para manejar la transición de la economía», dijo el economista Angel Ubide del Peterson Institute for International Economics en Washington.

Las fallidas intervenciones de Pekin en el mercado sólo aumentaron interrogantes sobre si los chinos «están a la altura del problema», añadió.

Debido a los problemas de China y otros emergentes, el FMI ya había recortado en julio de 3,5% a 3,3% la previsión de crecimiento anual de la economía mundial. «Hay problemas persistentes que implican un persistente impacto en la economía mundial», dijo Charles Collyns, economista jefe del Instituto Internacional de Finanzas de Washington.

Observó que hay un generalizado malestar en los mercados emergentes y mencionó las crisis políticas de Brasil y Turquía, las estancadas reformas de India, el impacto de las sanciones a Rusia y el ingreso de menos dinero en países exportadores de crudo como Nigeria.

Aún así, Collins y otros analistas no avizoran una crisis financiera mundial en el horizonte. Tras la crisis de Asia de 1997, las economías emergentes liberaron sus monedas y el mercado de capitales y sus empresas dejaron de depender de los hasta entonces baratos créditos en dólares.

«En aquel entonces, se derrumbó el castillo de naipes. Sin embargo hoy, sin ataduras, las tasas de cambio pueden funcionar como una válvula de seguridad», dijo Song Seng Wun, economista de CIMB Private Banking, de Malasia.

Reformas bancarias rigurosas

En tanto en Japón, Europa y Estados Unidos las fuentes de la crisis de 2008, los bancos, fueron reformados y recapitalizados y están mejor colocados para enfrentar embates. Los respectivos bancos centrales siguen alerta con sus tasas de interés cercanas a cero y, en el caso de Japón y Europa, prosiguen inyectando liquidez para estimular el crecimiento. Desde el años 2008, billones de dólares han sido volcados para apuntalar bancos y alentar el consumo, las inversiones y empleo.

«Desde hace tiempo lo único que ha evitado otra crisis financiera ha sido la extraordinaria liquidez de los bancos centrales y las intervenciones generales de autoridades mundiales, y esperamos que todo eso continúe», dijo Jim Reid analista del Deutsche Bank.

El apoyo podría ser fácilmente sostenido, incluso si la economía se enlentece más. Tokio y el Banco Central Europeo podrían expandir sus programas de reducción de las tensiones financieras, Pekín podría agregar apoyo al crecimiento, y la Reserva Federal de Estados Unidos podría aplazar el aumento de las tasas de interes, que están en casi cero para estimular la economía.

Ubide alega que sería prematuro que los bancos centrales fuera del de China tomaran medidas. «Es cierto que es aterrador. Pero, en momentos como estos, los bancos centrales deben mostrar mano firme y mantener la calma», añadió.

«Lo que deberían hacer es esperar y ver cuánto dura ésto, cómo es la situación dentro de dos o tres semanas y luego reaccionar», afirmó.

Fuente: Clarín, 28/08/15.

 

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