Cómo preparar a un niño para un trabajo que aún no existe

agosto 15, 2017

Cómo se prepara a un niño para un trabajo que aún no existe

El 65% de los jóvenes ocupará puestos que todavía no se crearon. Cuáles son las habilidades clave para afrontar la incertidumbre. «Lo único predecible es que todo va a ser impredecible», remarcaron los especialistas a Infobae.

El 65% de los niños trabajarán en puestos que no existen (iStock)
El 65% de los niños trabajarán en puestos que no existen.
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Medicina, derecho, contaduría. Hace no tanto tiempo, cuando un niño cursaba sus primeros años escolares ya tenía una idea aproximada de lo que seguiría en la universidad. Las opciones eran más bien acotadas. El mercado laboral era predecible. Hoy el panorama no puede ser más distinto: incierto e inestable.

Por caso, un informe de la consultora argentina Scoop Consulting determinó que el 65% de los menores que empezaron la escuela primaria en las últimas semanas dedicarán su carrera profesional a puestos de trabajo que no existen en la actualidad. El desafío es concreto: ¿cómo preparar a un niño para un futuro incierto?

«Lo único predecible es que todo va a ser impredecible», dijo a Infobae Alejandro Melamed, director general de Humanize Consulting y autor de El futuro del trabajo y el trabajo del futuro. «El cambio cada vez es más veloz y tiene ciclos de innovación cada vez más cortos, lo cual implica estar permanentemente en estado de alerta. Se debe incorporar el músculo de la agilidad», agregó.

El cambio cada vez es más veloz (iStock)

El cambio cada vez es más veloz.
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En la misma línea, el año pasado el portal norteamericano de búsquedas laborales Glassdoor elaboró una lista con los 25 empleos más prometedores para 2016. Los primeros cinco fueron: 1) Analista de datos 2) Gestor de impuestos 3) Arquitecto en soluciones 4) Director de proyectos 5) Desarrollador móvil. La conclusión es obvia: tecnología e innovación. Las dos ramas que más crecen. Sin embargo, de acá a diez años, el mercado laboral puede ser otro.

Menos de una década antes era inimaginable pensar en ciertas profesiones que hoy son indispensables. Los community managers, por ejemplo: los imprescindibles gestores de marcas para empresas y celebrities en las redes sociales. Los expertos en Big Data y Data Scientist, dos de los puestos más solicitados del momento, eran solo dos palabras raras hace un puñado de años. La evolución laboral, se espera, será aún más profunda en el futuro inmediato.

De acuerdo a Melamed, es difícil prever cuáles serán los trabajos más solicitados, pero «es sencillo imaginar la caída de aquellos repetitivos y de menor valor agregado». En ellos, el robot -la inteligencia artificial- reemplazará al ser humano.

En los trabajos mecánicos el robot desplazará al ser humano (iStock)

En los trabajos mecánicos el robot desplazará al ser humano.
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¿Es posible saber qué habilidades se requerirán? «Por un lado, está la habilidad dura. Ciencia, tecnología, ingeniería e informática. Por otro lado, las habilidades blandas: la inteligencia emocional, la creatividad, la innovación, la influencia, el liderazgo, la comunicación. Ambas se complementan y potencian. Una sola sin la otra pierde potencia y energía. Lo que más se va a necesitar es la capacidad de aprender a aprender«, detalló Melamed.

robotLa tecnología en la educación y la educación en la tecnología, dice el experto. Se deben cruzar para entender hasta qué punto la tecnología afecta a la educación y hasta qué punto la educación aporta a la tecnología. «Son una pieza indisoluble», remarcó.

Para María Cortelezzi, directora ejecutiva de Educar 2050, la tecnología ya está en las escuelas argentinas, pero se requiere aclarar su incorporación. «Uno de los grandes desafíos es capacitar a los docentes que trabajan desde antes de la irrupción de la tecnología. Enseñarles cómo encarar una clase con las nuevas posibilidades que hay hoy», señaló a Infobae.

La tecnología acoplada a la educación (iStock)

La tecnología acoplada a la educación.
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Por ello, desde Educar 2050, llevan adelante «Directores líderes» en conjunto con la Universidad de San Andrés. El programa busca proporcionar herramientas de innovación en el aula. «Se debe problematizar la educación que tenemos hoy y así prepararse para un futuro incierto. Además de las habilidades cognitivas -las tradicionales- tenemos que educar a nuestros alumnos en habilidades blandas: competencias socio-emocionales, intrapersonales e interpersonales», puntualizó.

Según Cortelezzi, «muchos piensan que ya se enseña todo esto». Los valores, el respeto, la perseverancia, el compañerismo se intentan inculcar desde el comienzo mismo de la escolaridad. Lo que falta ahora, dice, es profundizar y sistematizar.

Fuente: infobae.com


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Elon Munsk -CEO de Tesla- augura problemas en el mundo laboral

julio 18, 2017

El sombrío pronóstico del CEO de Tesla sobre los riesgos que enfrenta la humanidad

Elon Musk advirtió que la tecnología amenazará todos los trabajos hoy en manos de humanos.

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Ante un audiencia compuesta por los gobernadores más importantes de los EEUU, el empresario multimillonario y referente de la Silicon Valley Elon Musk advirtió sobre los potenciales riesgos y consecuencias casi inevitables del ascenso de tecnologías apalancadas en la inteligencia artificial.

El sudafricano radicado en los EEUU al mando de la firma de vehículos eléctricos Tesla Motors y de la startup de viajes comerciales al espacio SpaceX destacó la importancia de crear cuanto antes un organismo regulatorio para guiar el desarrollo y la implementación de la tecnología que se perfila como la más influyente para la humanidad en el mediano plazo.

El pasado sábado durante la reunión de la Asociación Nacional de Gobernadores que tuvo lugar en Rhode Island, Musk se mostró pesimista en cuanto al impacto de la inteligencia artificial sobre los puestos de trabajo hoy ocupados por seres humanos y hasta se atrevió a anticipar que podría generarse una guerra debido a la expansión de la influencia de robots con capacidades humanoides.

 Es el mayor riesgo que enfrentamos como civilización. Cuando digo que los robots lo harán todo es todo, sin duda

Riesgos vinculados al desempleo masivo y la desestabilización social son los dos aspectos fundamentales que el cofundador de PayPal recomienda abordar desde un punto de vista regulatorio a la brevedad.

«Tengo acceso a la inteligencia artificial más vanguardista, y creo que la gente debería estar realmente preocupada por ello. La inteligencia artificial es un riesgo fundamental para la existencia de la civilización humana» aseguró Musk.

Además alertó sobre el peligro de que dispositivos con inteligencia artificial conectados a Internet puedan generar una rebelión en contra de la humanidad, algo que se ha visto hasta el hartazgo en filmes de ciencia ficción donde las máquinas se unen para «vengarse» de sus creadores.

«Se podría comenzar una guerra haciendo falsas noticias, falsificando cuentas de correo electrónico y emitiendo falsos comunicados de prensa. Simplemente manipulando información. La pluma es más poderosa que la espada» compartió Musk ante los gobernadores presentes.

El multimillonario ayudó a crear OpenAI, un grupo de investigación sin fines de lucro que aboga por el desarrollo seguro de la inteligencia artificial. «Una vez que se gane conciencia a nivel masivo, la gente tendrá mucho miedo» advirtió.

Criticado por algunos de los presentes por, supuestamente, alentar la desaceleración del progreso y la innovación que coloca a los EEUU como el referente tecnológico a nivel mundial, Musk aseguró que las regulaciones no harán que compañías nacionales dejen el país.

robotsMás allá de su postura alarmista, Musk se encuentra desarrollando Neuralink, un proyecto que busca conectar el cerebro con dispositivos electrónicos y sus vehículos eléctricos cuentan con tecnología de inteligencia artificial que permite un manejo completamente autónomo sin depender del conductor.

Fuente: infobae.com, 2017.

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Internet brinda oportunidades a todos

mayo 9, 2017

La conmovedora historia de la blogger de moda a la que le falta un brazo

Sarah es un ejemplo de vida y lo demuestra a través de las redes sociales.

Sarah alienta a todos a verse y sentirse bellos y orgullosos
Sarah alienta a todos a verse y sentirse bellos y orgullosos. Foto: Instagram.
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No se siente especial en una manera negativa sino que haber nacido sin una parte de su brazo la hizo fijarse una meta en la vida: demostrar que todas las personas somos distintas y que deberíamos aceptarnos con nuestros defectos y virtudes.

Por eso sigue sumando seguidores en sus redes sociales, desde que su mensaje es claro y concreto: todos son hermosos a su manera.

redes socialesDesde su cuenta de Instagram «Imperfectamente Sarah» publica todo tipo de imágenes inspiradoras y amorosas, muchas protagonizadas por ella y sus afectos. La joven norteamericana no tiene miedo de posar con poca ropa, maquillada o a cara lavada sin disimular la falta de su brazo.

«Yo quiero cambiar el mundo, quiero cambiar la idea de perfección, impactar a quienes me rodean y ayudar a otros que estén experimentando las mismas situaciones que yo tuve», escribió Sarah en su blog personal y agregó que quiere que a través de su historia otras personas se den la oportunidad de aceptarse y superar los tiempos difíciles.

Fuente: La Nación, 09/05/17.


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La mutación del Trabajo

abril 16, 2017

El mito de los empleos de calidad

En una economía digital, como es la que empieza a extenderse, una gran parte de los nuevos empleos no van a ser fijos sino temporales.

Por Amando de Miguel.

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No hay como repetir enfáticamente una tontería para que se convierta en verdadera, en un axioma. Un ejemplo exasperante es el del momento en que desgranan las estadísticas mensuales de empleo. Ante el dato de que desciende el número de parados y aumenta el de cotizantes a la Seguridad Social, surge el obligado comentario de algún funcionario sindical. Digo bien «funcionario», pues mantiene un puesto fijo para toda la vida y el sueldo se lo paga indirectamente el Estado. Solo que no se llega a ese puesto mediante una oposición y unos títulos académicos. Basta con que el sindicalista diga lo que tiene que decir y acudir puntualmente a las manifestaciones rituales de su organización.

El comentario del fiel sindicalista reza así: «Se crean nuevos empleos, pero la mayor parte son temporales, precarios. Hace falta crear empleos fijos y de calidad en una economía que se aprovecha de las nuevas tecnologías». Más necedades no se pueden decir en un discurso tan breve y que siempre se repite.

Precisamente en una economía digital, como es la que empieza a extenderse, una gran parte de los nuevos empleos no van a ser fijos sino temporales. De esa forma se asegura la necesaria movilidad espacial (entre empresas o entre territorios) y vertical (entre unas y otras tareas). Lejos de ser un descrédito, los nuevos empleos de la economía digital tienden a ser muy móviles. La tendencia alcanzará también a muchos funcionarios, con excepción de los sindicales.

Lo que ocurre es que nuestro sistema educativo y empresarial no prepara adecuadamente a los jóvenes que buscan sus primeros empleos. Habría que ver también si los nuevos demandantes de trabajo muestran una decidida ética del esfuerzo. Me temo lo peor. Circula en el ambiente la ética contraria del hedonismo, trabajar lo menos posible, esmerarse lo justo, aspirar a un buen sueldo ya desde el comienzo de la carrera laboral. Así pues, la productividad de las nuevas hornadas de trabajadores no parece muy alta. En cuyo caso los sueldos de entrada no pueden ser muy elevados.

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Si yo fuera el director de una gran empresa (Dios no lo quiera), preferiría contratar a jóvenes técnicos o directivos que hubieran pasado por varios empleos, a poder ser en diferentes centros de trabajo, en distintas regiones o países.

La gran paradoja de la economía digital en la que ya nos encontramos es que muchos puestos de trabajo son bastante rutinarios, de auxiliares de los procesos informáticos. Con la extensión de las últimas técnicas (que llaman «nuevas tecnologías») se van a extinguir muchos puestos laborales. Ya desaparecieron hace tiempo los cobradores de autobuses o tranvías. Es de esperar que pronto se extinguirán también algunos conductores de autobuses o similares. Lo mismo se puede decir de los cajeros de los supermercados y tantos oficios que hoy nos parecen insustituibles.

Con seguridad se puede observar que, en el futuro que ya es presente, no va a subsistir la figura del empleo para toda la vida. El último en gozar de tal privilegio será el funcionario sindical o el político que no tuvieron otro interés que medrar en su correspondiente partido. Un verdadero empleo de calidad será el que suponga haber pasado antes por distintos trabajos en España y en otros países. Disponemos de un ministerio entero dedicado a la igualdad. Sería preciso que algún otro se ocupara de la movilidad.

Fuente: libremercado.com, 16/04/17.

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Renuncié a un buen trabajo porque me sentía un sapo de otro pozo

abril 8, 2017

Renuncié a un buen trabajo porque me sentía un sapo de otro pozo en la empresa: mi deseo era escribir.

El dilema no siempre es sencillo porque se arriesga demasiado. La opción de hacer lo que a uno le gusta se enfrenta al temor a no poder mantenerse y quedar marginado.

Mundos íntimos. Renuncié a un buen trabajo porque me sentía un sapo de otro pozo en la empresa: mi deseo era escribir.

Dualidad. Ariel recuerda: Fue difícil tomar la decisión. Mi sueldo había aumentado y parecía que seguiría aumentando».
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Mientras los demás disfrutaban el trabajo que hacían —brindar soporte técnico para un gigante de la informática—, yo estaba más cerca de padecerlo. Había en la oficina un fanatismo general por las computadoras, los servidores, los programas de software y todo tipo de novedades tecnológicas que yo no compartía. Eran años muy difíciles para el país. La crisis de 2001 lentamente iba quedando atrás, pero los estragos que produjo aún se hacían sentir. Haber conseguido ese trabajo significaba un alivio y un desafío pero igual, me sentía un sapo de otro pozo.

Había arrancado con muchas ganas, pero el entusiasmo no me duró demasiado. La lógica empresarial se me atravesaba, nunca la pude asimilar. No sé en qué momento fue que me di cuenta de que mi vida estaba yendo hacia un lugar que no era el yo que quería. Trabajar en una empresa, fuera cual fuese el rubro o el puesto, no era mi vocación. Lo que realmente quería era escribir. Y por alguna razón que desconozco, mientras trabajé en una oficina nunca pude ponerme a escribir al llegar a casa o los fines de semana. Necesitaba otro tipo de trabajo. Uno que me permitiera manejar mejor mis tiempos y que se relacionara más con la palabra. Esta idea se me fue haciendo cada vez más clara, hasta llegar al punto en que ya no podía entender siquiera cómo se me había ocurrido estudiar Sistemas. Por la crisis, solía decirme. Pero echarle la culpa a la crisis era desentenderme de lo que realmente deseaba para mi futuro.

Tal vez por todo esto me pasaba que, cuando se barajaba la posibilidad de un ascenso, tenía sentimientos encontrados. Me gustaba la idea de contar con un mejor sueldo, pero al mismo tiempo sabía que la estabilidad económica me podía condicionar a hacer carrera en la compañía. Años de carrera, cambios de sector. Horas extras. Nuevas capacitaciones, nuevos jefes, nuevos índices de satisfacción del cliente con los cuales cumplir. Tarde o temprano me ofrecerían otro puesto.

¿Me interesaba un ascenso en el organigrama de la empresa, un ascenso que no necesariamente significaba un crecimiento personal? ¿Qué ganaría y qué perdería? Yo entendía que un ascenso podía significar un progreso, pero también una rutina de la cual sería imposible salir. Sentía que el tiempo pasaba y que aquello que en definitiva quería —escribir— se alejaba cada vez más.

Aunque parezca paradójico, en esos años leí como pocas veces. No escribía, pero leía mucho. Al regresar a casa, en el horario del almuerzo y hasta en el trabajo, al menos cuando trabajé en el horario tarde-noche y cumplía una especie de guardia esperando, a las 21 o 22 horas, una improbable llamada de un desarrollador de sistemas. Ya a eso de las 20, cuando los jefes se iban, yo apoyaba un libro sobre el teclado y me concentraba en la lectura. Por suerte, había días en los que a esa hora no entraba una sola llamada. Mis compañeros me miraban extrañados. Se darían cuenta de que yo no pertenecía a ese lugar.

Un día, el jefe del sector nos llamó a todos, uno por uno, para hablar con él en su oficina. La compañía se encontraba en expansión y quería saber si estábamos dispuestos a cambiar de sector o a dar servicio de un producto diferente al que estábamos acostumbrados. Claro que el cambio conllevaba un mayor esfuerzo, una mayor dedicación. Cuando fue mi turno, el jefe me dijo que, si bien era cierto que hacía bien mi trabajo, notaba que me faltaba iniciativa para anticiparme a los problemas.

Fui sincero con él: yo estaba dispuesto a cumplir con todo lo que mi trabajo exigía, pero no tenía expectativas de hacer carrera en la empresa. Mis intereses eran otros. Incluso le confesé que había empezado a estudiar el traductorado de inglés, que quería dedicarme a la traducción. No sé si le mencioné que me gustaba escribir; lo más probable es que no. A juzgar por lo que pasó después, mi jefe le restó importancia a mis comentarios. Supongo que habrá pensado que se trataba de una vaga intención que no iba a prosperar. O tal vez no me mostré muy convencido. Yo mismo lo veía como algo lejano, difícil de concretar en el corto plazo.

Pocos meses después, mi jefe se me acerca y me dice: “¿Tenés tu pasaporte al día? OK, andá a hacer las valijas. Mañana salís para México”. El apuro se debía a que la persona seleccionada en primer lugar no había podido tramitar su pasaporte a tiempo. Me enviaban a México para hacer una capacitación, y al regreso trabajaría en otra área, dando soporte de un programa que antes ni siquiera sabía que existía. Me pregunté por qué el jefe me había elegido a mí, habiendo tantos otros con más conocimientos y mejor predispuestos. ¿Acaso se había olvidado de la charla que habíamos tenido? Enviar a alguien a hacer una extensa capacitación en el exterior representa una inversión, y yo, en el fondo, sabía que no estaban invirtiendo bien, que si por mí fuera, dejaría ese trabajo en la primera oportunidad que se me presentara, mucho antes de que la empresa pudiera recuperar lo invertido.

Mundos íntimos. Renuncié a un buen trabajo porque me sentía un sapo de otro pozo en la empresa: mi deseo era escribir.

México corporativo. En este edificio el autor tuvo su formación, pero no se sentía feliz.
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Mundos íntimos. Renuncié a un buen trabajo porque me sentía un sapo de otro pozo en la empresa: mi deseo era escribir.

Otro México. Cuando podía, Ariel se «escapaba» a las pirámides de Teotihuacán.
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El viaje a México (viaje que, muchos años después, me sirvió a la hora de buscar las voces de los personajes del libro No hay risas en el cielo) y el cambio de sector hicieron que por un tiempo recuperara el interés por mi trabajo. A diario sostenía conversaciones telefónicas con clientes de toda Latinoamérica, especialmente de México y Colombia. Conversaciones que a veces derivaban en otros temas (como fútbol, política o aspectos idiosincráticos o culturales de los diferentes países) y que resultaban muy interesantes.

Tal vez es eso lo que más extraño de esa época. El sistema para el que yo daba soporte no había sido implementado aún por ninguna empresa argentina. ¿Por qué capacitar a alguien para que, desde Buenos Aires, diera soporte a otros países? La respuesta es simple y conocida por todos. La Argentina se estaba recuperando de la crisis de 2001 y el peso argentino, devaluado, hizo que muchas compañías internacionales buscaran personal en nuestro país para brindar servicio vía telefónica o por internet.

Mi trabajo en el nuevo sector no empezó de la mejor manera. El primer día tras mi capacitación en México, encendí la computadora y leí un mensaje anónimo. Era un insulto interminable acompañado por mi nombre. Nunca llegué a saber quién lo había escrito ni por qué. Creo que no le di demasiada importancia. Digo “creo” porque no tengo muy vivo ese recuerdo (supongo que de eso se trata la memoria selectiva). La cuestión es que en poco tiempo llegué a tener un muy buen trato con mis nuevos compañeros y también con mi nuevo jefe.

Antes de cumplirse un año desde mi cambio de sector, se me presentó la oportunidad de trabajar como traductor freelance. Era 2006; no había terminado mi carrera de traductor (de hecho, nunca la terminé) pero poco importaba. Ya para entonces había hecho algunos trabajos esporádicos los fines de semana, y ahora surgía una propuesta para hacer traducciones de forma regular, lo que significaba tener que dejar mi trabajo.

Fue muy difícil tomar la decisión. Mi sueldo había aumentado y todo indicaba que seguiría aumentando. Tenía un trabajo estable, el ambiente laboral no era malo y, algo no menor, con mi novia estábamos a punto de mudarnos a un departamento nuevo. A pesar de todo esto, y aunque lo pensé mucho antes de aventurarme, creo que en el fondo ya estaba decidido desde el mismo instante en que recibí la oferta. Había llegado el momento que tanto había esperado y no podía desperdiciarlo. Pero por otro lado estaba la presión social, el mandato que determina que un trabajo fijo en una oficina, con un sueldo en blanco y con posibilidades de ascender, siempre será mejor que trabajar por nuestra cuenta para diferentes clientes, con la incertidumbre de no saber cuáles serán exactamente nuestros ingresos mensuales.

Cuando se enteró de que me iba, mi antiguo jefe (el que me había enviado a México a pesar de mi advertencia sobre cuáles eran mis planes) intentó convencerme de que me quedara. Mi nuevo jefe también lo había intentado, pero yo me mantuve firme en mi postura, simulando tener todo resuelto aunque mi cabeza fuera pura confusión. Pensaba en la mudanza que estábamos preparando con mi novia, en el sueldo que hacía solo un par de meses acababan de aumentarme, en la gran incógnita que eran por entonces mis futuros ingresos como traductor. Al enterarse de la noticia, mis padres hicieron silencio. Un silencio que fue más claro que cualquier comentario. Mi suegro, en cambio, fue más directo: “¿Te parece que este era el momento oportuno, che?”.

Yo de alguna manera sabía que sí, que era el momento adecuado a pesar de que todo pareciera indicar lo contrario. Pero no tenía argumentos para poder convencer a nadie, ni siquiera a mí mismo.

Podría decir que finalmente todo salió bien, aunque más de una vez me pregunté si había sido correcto irme de la empresa, sobre todo cuando otras personas de mi entorno me invitaban a hacer comparaciones: “¿Ganás mejor ahora?” “Cuando querés tomarte vacaciones, ¿alguien te las paga?” “¿Tenés garantizado que siempre va a haber trabajo haciendo esas traducciones que hacés?”. Mi respuesta para todas esas preguntas era “no”. Así y todo, desde entonces me he dedicado a hacer traducciones y trabajos de corrección de textos de manera ininterrumpida. Y lo mejor de todo fue que la escritura, que había estado entumecida varios años, con el nuevo trabajo se fue reactivando. Recuperar el hábito de escribir fue lo que me terminó de convencer de que había tomado la decisión correcta.

De todas maneras, no fue fácil; todavía no lo es. Hay veces que, después de varias horas de traducir o corregir, mi mente está contaminada por voces ajenas, o me encuentro demasiado cansado como para concentrarme en un texto propio. Pero por otro lado, en la traducción y la corrección de textos encuentro un placer cercano al de la escritura. Jugar con las posibilidades del idioma, saborear las palabras, buscar la frase más apropiada.

Creo que cuando somos jóvenes nos resulta difícil elaborar un plan de ruta que se aparte del que han seguido las personas de nuestro entorno. Si nadie cercano a nosotros hizo algo parecido a lo que pretendemos hacer, es posible que ni siquiera podamos visualizar con claridad el camino que queremos seguir. Lo que tomamos como parámetros es lo que nos resulta familiar, lo que hacen las personas que nos rodean. Tal vez por eso mi idea era que debía buscarme un trabajo en relación de dependencia y, en todo caso, hacerme un tiempo para escribir, desarrollar en mi casa ese otro mundo paralelo. Y si bien este modelo puede funcionar (qué mejor ejemplo que el de Franz Kafka, que trabajó durante muchos años en una oficina como inspector de seguros), en mi caso sentía que la rutina empresarial no se llevaba bien con mi personalidad y, sobre todo, con mi proceso creativo. Necesito ser dueño de mis tiempos. Si es necesario, traducir o hacer correcciones durante diez o doce horas seguidas si eso me garantiza poder contar después con unas cuantas horas para concentrarme en la escritura. Trabajar hasta cualquier hora de la madrugada un día y al siguiente escribir todo lo que tenga ganas o simplemente salir a caminar mientras pienso en un argumento o trabajo un personaje en mi cabeza.

………………….

—Ariel Urquiza es escritor, traductor y corrector. Estudió también periodismo y análisis de sistemas. Es más bien de pocas palabras; tal vez por eso el estilo de su escritura es conciso. Con el libro “No hay risas en el cielo”, publicado en 2016 por Ediciones Corregidor, ganó el premio Casa de las Américas 2016 en la categoría cuentos. En 2013, su novela inédita “Ya pueden encender las luces” fue finalista del III Premio Eugenio Cambaceres, organizado por la Biblioteca Nacional. Además de la literatura y el teatro, lo que más le gusta es conocer y recorrer ciudades, a las cuales considera dotadas de un alma que se trasluce en la gente y sus costumbres.

Fuente: Clarín, 08/04/17.


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¿Qué es el Job hopping?

abril 5, 2017

La nueva tendencia ‘job hopping’ de los jóvenes universitarios 

Algo que se ha vuelto tendencia en los últimos años es el denominado ‘job hopping’ o el cambio frecuente de trabajo. Casi todos los menores a 32 años se ven en vuelto en este fenómeno.

No es de extrañarse en la sociedad que los jóvenes entren a un nuevo trabajo y al poco tiempo ya estén intentando cambiarse a otro. Algo que no se ha podido evitar pasar por alto y que ha captado la atención de muchos, entre ellos, de la comunidad Linkedln, tanto que han realizado un estudio el cual demuestra cómo los jóvenes cambian más de trabajo que sus padres.

Se ha convertido normal que los llamados ‘millennials‘, los graduados entre el 2006 y el 2010, cambien de empleo hasta cuatro veces en la primera década tras terminar sus estudios universitarios, lo cual duplica el rango de la generación anterior a ellos.

Según Linkedln los denominados ‘Generación X’, los jóvenes graduados entre 1986 y 1990, cambiaban dos veces de trabajo en sus primeros 10 años después de egresar de la universidad.

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La generación de millennials

Un tema que también ha captado mucho la atención , es que los jóvenes actuales no sólo cambian muchas veces de trabajo, sino que también cambian de industrias o a campos totalmente diferentes.

El estudio realizado por Linkedln nos permite apreciar varias cosas de los millennials y su tendencia job hopping.

Lo primero que se observa es que los que más suelen cambiar de trabajo son los que laboran en el entretenimiento, en los medios, el gobierno y entidades sin fines de lucros.

En segundo lugar, los que duran más tiempo en sus empleos son los que trabajan en industrias productivas tales como la automotriz, el petróleo y la manufactura.

Un tercer punto; Los jóvenes quieren subir rápidamente de cargo. El cambiar de empleo muchas veces viene acompañado de un cargo más elevado y un mejor sueldo.

Existen muchas teorías del porque los llamados millennials se encuentran en la tendencia job hopping, pero lo cierto es que claramente los jóvenes de hoy día son mucho más inquietos que sus predecesores, ya que van en camino de superar los cuatro cambios de empleo antes de llegar a sus 32 años.

Fuente: Grandes Medios.

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El implacable avance de los Robots

abril 4, 2017

Robots inteligentes ofrecen servicios de información a pasajeros en Estación de Ferrocarril Jinan Oeste

Imagen del 29 de diciembre de 2016 de una agente de seguridad pidiendo ayuda a un robot inteligente en la Estación de Ferrocarril Jinan Oeste, en Jinan, capital de la provincia de Shandong, en el este de China. Tres robots inteligentes ofrecieron servicios de información a los pasajeros en la estación del ferrocarril.
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El mundo se prepara para cambiar de la atención personalizada humana a la atención a través de robots inteligentes.

¿Estamos preparados para el cambio?


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El impacto de la Inteligencia Artificial

marzo 19, 2017

Quién podrá ganar y quién perder frente a la inteligencia artificial

La revolución digital destruye más puestos de los que crea. Las tareas artísticas y las que requieren empatía tienen más chance de sobrevivir.

Por Patricio O’Gorman.

inteligencia artificialLa automatización resultante del encuentro entre la inteligencia artificial (IA) y la tecnología es una amenaza real y tangible para muchos empleos actuales. La revolución digital está siendo marcadamente distinta a las previas; mientras que éstas destruían empleo atado a la tecnología anterior, creaban mucho más empleo atado a la nueva. En esta instancia digital, el efecto reemplazo es potencialmente más alto. Y la mayoría de las personas que se quedan desempleadas carecen de recursos para adaptarse y competir con máquinas y software que ni siquiera se toman feriados o vacaciones. Este año en un foro laboral en Davos se estimó que la robótica, la IA y la nanotecnología desecharán 5 millones de empleos para el 2020 en el mundo, aunque crearán otros 2,1 millones nuevos, alrededor de habilidades como matemáticas, arquitectura e ingeniería.

La ola digital apunta a los empleos administrativos simples, que no requieren criterios sofisticados de decisión, pero también a tareas complejas como la revisión de imágenes médicas de alta resolución para detectar patologías y también revisiones contractuales de alta complejidad.

Un estudio de la firma 24/7 Wall Street que analizó proyecciones del Bureau of Labor Statistics en EE.UU. establece que entre las profesiones más afectadas están los operadores telefónicos, analistas estadísticos, agentes de viaje y operadores de plantas gráficas. Los operadores telefónicos tendrían la caída más grande, de aproximadamente 42% entre 2014 y 2024 en Estados Unidos.

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Otro estudio de mediados del 2015 de NPR indica que telemarketers, cajeros y choferes tienen una probabilidad superior al 97% de desaparecer en los próximos 10 años. Las disciplinas más valoradas en el futuro tienen mucho que ver con lo “humano”. De este modo, algunas ocupaciones de “menor riesgo” son trabajadores en salud mental y abuso de drogas, terapistas ocupacionales, dentistas y nutricionistas, todos con chances de desaparecer inferiores al 0,4%, según el mismo estudio.

Las fuerzas de seguridad también estarían a salvo de ser reemplazadas masivamente. Los empleos menos afectados se relacionan con las habilidades sociales y las tareas que requieren un enfoque basado en la empatía y cooperación, habilidades de muy difícil replicabilidad en las máquinas.

Sin darnos cuenta, ya hemos dejado entrar a los algoritmos a nuestras vidas laborales (LinkedIn), transporte diario (Waze), entretenimiento (Netflix), compra (Amazon) e inclusive los llevamos a la cama (Tinder, Happn).

A tal punto llega la intromisión de la tecnología que Yuval Noah Hakari, en su más reciente obra “Homo Deus”, habla no sólo de la potencial pérdida del empleo sino de la pérdida de individualismo y libertad al ceder una parte representativa de nuestras elecciones a las máquinas. Si no fuera así … ¿Cuántos de nosotros nos animamos a “contradecir” a Waze y tomar un camino alternativo al que nos sugiere? Son capaces de entender dónde hemos comprado y ofrecernos redimir puntos de programas de fidelidad luego de hacer la compra, cosa que elimina la necesidad de tener presente la batería de promos a la que estamos expuestos. Este tipo de acciones es relativamente simple, pero muestra cómo pequeños esfuerzos tecnológicos pueden resultar en grandes ventajas bien valoradas por los clientes.

Las estadísticas muestran que en los últimos años, pasamos más tiempo en prácticamente la misma cantidad de apps, lo cual implica que no estamos dispuestos a “trabajar de más” para una empresa, sino que el cliente empieza a esperar un retorno automático por parte de la empresa. Amazon está testeando un piloto de su tienda AmazonGo sin empleados, ni personal de atención al cliente ni cajeros ni nada.

El usuario se identifica a través de su cuenta de Amazon de su smartphone, y una batería de sensores y cámaras hace el resto, debitando nuestra cuenta al salir. Ni siquiera debemos pasar por el supervisor de las cajas de autoservicio: las cámaras registran los movimientos de mercadería de manera tal que eliminan la necesidad de controles. Nuevamente, ¿no es una pérdida de tiempo colocar los ítems en el carro de compras del supermercado, retirarlos para escanearlos, volver a colocarlos para llevarlos al auto y luego volver a retirarlos para almacenarlos en nuestras heladeras o alacenas? Amazon promete reducir esos tiempos de ineficiencia a través de un proceso fluido, con la mínima intromisión posible de parte de la empresa. Es un principio de minimalismo muchas veces presente en sitios web; que no requieren intervención humana a menos que ésta sea realmente indispensable. Las implicancias de estas tendencias son muchas, profundas y no siempre agradables. Resulta casi una obviedad a esta altura decir que el empleo se verá al menos afectado.

En el mejor de los casos, las personas que resulten redundantes en un proceso de automatización podrán re-entrenarse en otras tareas; aunque vale aclarar que esto implica necesariamente un esfuerzo de capacitación y reubicación que no todas las empresas podrán brindar y no todos los empleados aceptarán. En el caso extremo de un aumento masivo del desempleo estructural, Bill Gates, Stephen Hawking y Elon Musk mencionan diversas alternativas, tales como el impuesto al robot e instauración de un régimen de Ingreso Básico Universal sin una contraprestación laboral. Estas ideas son bastante disruptivas y están siendo estudiadas (e inclusive probadas) con minuciosidad, ya que muchos gobiernos reconocen que la tendencia hacia la automatización es prácticamente irreversible.

Quizá podamos aspirar a una Argentina donde gracias a la tecnología no tengamos que tolerar piquetes, paros o cortes de ruta –algo que en estos días sería bienvenido por cualquier porteño. Todos tendríamos un ingreso asegurado sin depender de una actividad específica, al menos hasta que los robots organicen su sindicato y nos corten Internet.

—Patricio O’Gorman, consultor en innovación de negocios digitales.

Fuente: Clarín, 19/03/17.

Más información:

La digitalización moldea el futuro del trabajo


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Los hábitos de trabajo de los millennials

marzo 14, 2017

Nómades laborales: cambiar de trabajo, el hábito millennial

Privilegian experiencias nuevas y la flexibilidad; rechazan la rutina.

Por Fernando J. de Aróstegui.
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Aspira a ser algún día «su propia jefa»; rechaza la rutina y proyectar su carrera laboral a largo plazo. Además, exige que su empleo cumpla una función social positiva y privilegia la empatía con sus jefes y compañeros. No teme cambiar de empleo hasta encontrar uno que se ajuste a sus expectativas, aunque sospecha que «el trabajo definitivo» -que dure hasta la edad de jubilación- no aparecerá nunca. Ni le interesa.

Lejos de ser excepcional, el caso de Rosario Pereda, de 25 años, abogada, expresa la cultura de los millennials, o generación Y, nacidos entre 1980 y 1999. Ellos están modificando muchos valores tradicionales del mercado laboral, como incorporarse a una compañía importante que garantice estabilidad y permita «hacer carrera», y contribuyendo a cambiar los modelos de organización verticalistas, según coinciden especialistas, investigaciones y estudios elaborados por consultoras. «Se prevé que alguien que inicia hoy su vida laboral tendrá en promedio unos siete trabajos a lo largo de su carrera», afirma Alejandro Melamed, director general de Humanize Consulting, especialista en recursos humanos.

Para Melamed, los jóvenes profesionales buscan cada seis meses una experiencia nueva que los motive y los entusiasme, «y si la empresa no se la provee, se van».

A pesar de su corta edad, Rosario Pereda ya sumó muchas experiencias laborales: a los 21 años ingresó en un estudio mediano de abogados, luego pasó a uno más chico, después escribió artículos para una editorial especializada en derecho, más tarde transitó por el mundo académico dictando clases de derecho de familia y como ayudante de un taller de escritura, hasta que por fin ingresó al Poder Judicial, donde ya pasó por dos fueros, el civil y el penal.

Ella siente que cada cambio le permitió ajustar mejor sus aspiraciones con respecto a la oferta del mercado laboral y la ayudó a precisar hacia dónde dirigir su carrera.

Renunció a su primer trabajo a los 23 años porque sintió que se «estaba estancando», una frase que repiten muchos millennials al describir los riesgos de permanecer varios años en un mismo empleo. Su paso por el mundo académico le dejó algo muy claro: «La docencia no es para mí». Y, tras siete meses de actuación en el fuero penal del Poder Judicial, comprobó que esa especialidad no le interesaba.

¿Estás cansado de tu Trabajo?

Alertadas por la alta rotación, cada vez más empresas buscan retener y atraer talentos con «propuestas de valor» para los empleados. El 47% de las empresas argentinas consultadas en un relevamiento presentado este mes por Pricewaterhouse Coopers (PwC), una de las consultoras más importantes del mundo, dijo trabajar especialmente en el desarrollo de estrategias con este fin.

Sucede que mientras tradicionalmente la pertenencia a una empresa con una «marca importante» era suficiente para motivar a los empleados, hoy los jóvenes exigen más, como recibir estímulos constantes, participar en la toma de decisiones a través de la inclusión en grupos interjerárquicos, una relación de empatía con los compañeros y jefes y reconocimiento público de sus logros.

coworking 02«Algunos de los antiguos incentivos, como tener una oficina propia, ya no significan nada para los jóvenes, que prefieren trabajar todos juntos en una gran mesa», ilustró Daniel Iriarte, director asociado de Glue Executive Search, consultora especialista en recursos humanos.

Según explicó Melamed, los millennials buscan sumar «experiencias diferentes» a lo largo de su vida. Y cuando una empresa no logra ofrecer nuevos desafíos, los jóvenes intentan cambiar de trabajo.

«El costo de perder un talento equivale de seis a 24 sueldos mensuales», sostuvo María Fernanda Álvarez Apa, gerente de People & Change de PwC Argentina. Según explicó, a un empleado nuevo suele tomarle unos seis meses aprender los procedimientos para ejecutar sus tareas, pero con frecuencia algún tiempo después de cumplido ese plazo renuncia. Luego la empresa debe empezar otra búsqueda y aguardar la nueva adaptación.

«Se calcula que hoy un joven de 25 años puede permanecer entre dos y tres años en un trabajo antes de cambiar», afirma Andrés Mascó, head hunter de MR Partners, consultora en recursos humanos.

sea su propio jefe

Rodrigo Canessa, ingeniero industrial, no les teme a los cambios: ya pasó por ocho empresas, muchas de ellas de primer nivel: «No me da miedo cambiar porque sé que tengo una gran facilidad para incorporarme a nuevos grupos». Agregó que a la hora de elegir un empleo evalúa sobre todo tres factores: la proyección que el cargo pueda ofrecerle, la posibilidad de participar en las mesas chicas de toma de decisiones y un reconocimiento salarial justo.

«Si veo que como mucho en dos años el puesto no tiene una clara proyección, me voy», añadió Canessa. Cada uno de sus ocho cambios, además, significó un salto salarial. Actualmente trabaja para el gobierno nacional en el Puerto de Buenos Aires.

teletrabajoAunque muchas empresas se esfuerzan por seducir a los empleados jóvenes con incentivos de distinto tipo, a veces ni siquiera eso es suficiente. Juan Paladini, de 31 años, licenciado en Administración de Empresas, contó que dejó su trabajo en una empresa líder en servicios tecnológicos a pesar de que tenía la posibilidad de trabajar dos días a la semana desde su casa, sus jefes eran flexibles y de que logró ascensos rápidamente (dos veces fue incluido en el «top 5» de los empleados mejor ranqueados). La razón: a los seis meses de ingresar en esa compañía sintió que «la curva de aprendizaje se había agotado» y decidió buscar otra cosa.

«Cada cambio de trabajo fue como patear el tablero», dijo Paladini, que se fue corriendo de un área técnica y analítica -el análisis de fusiones y adquisiciones de empresas- a otra mucho más «relacional»: ahora trabaja seleccionando personal para empresas en la consultora de reclutamiento Michael Page. «Por primera vez estoy donde quería», celebra.

«Los currículums de los jóvenes son cada vez más abultados debido a la suma de experiencias», admitió a LA NACION el gerente de recursos humanos de una importante empresa multinacional.

Otra de las principales causas que explican la alta rotación laboral es la tendencia creciente al emprendedorismo: ser su propio jefe. Para 2030, se calcula que el 66% de la población mundial será su propia empleadora, según datos presentados en julio en el Congreso de Educación y Desarrollo Económico por su presidente, Juan María Segura.

Así imagina su futuro Magdalena Dodds, licenciada en Enfermería, que con 30 años acumula cinco experiencias laborales en su rubro: «Me gustaría crear una pequeña empresa con algunos socios para enseñar primeros auxilios en colegios, barrios cerrados y grupos de madres». Hoy trabaja seis horas diarias en relación de dependencia, pero dice que a su propio proyecto estaría dispuesta a dedicarle mucho más tiempo.

«Antes se valoraban más la antigüedad y la fortaleza de las compañías. Pero esos valores van quedando desplazados por otros, como la transparencia, la responsabilidad social empresaria y la calidad del vínculo con los compañeros», dijo Alejandro Mascó, head hunter de MR Partners. Añadió que la generación Y no negocia con los jefes y rechaza a quienes no demuestran creatividad y flexibilidad. «El modelo de líder omnipotente e intransigente ya resulta inviable», precisó.

Magdalena Dodds también menciona ese factor. La falta de empatía con su jefa y con el equipo de trabajo terminó por convencerla de dejar su puesto en una empresa multinacional de la industria farmacéutica.

Varios especialistas coincidieron en que esta cultura de cambio vertiginoso es propia de la era digital; manda la instantaneidad. «A un millennial le resulta difícil fijarse objetivos a cinco años. Cuando piensan a futuro, lo hacen con plazos mucho más cortos», opinó el gerente de operaciones de una empresa química multinacional. Melamed, en tanto, señaló que se trata de una generación que sube una foto a Facebook y «a los dos minutos ya espera recibir una catarata de likes».

Para Carlos F. De Angelis, sociólogo y profesor de opinión pública, la economía vira de la «cinta de montaje chaplinesca» al «proyecto», forma productiva de colaboración de carácter efímero. «La modalidad anterior, de trabajo de por vida y forma de ingreso basada en el salario, tenía incorporada la idea de la estabilidad, mientras que la nueva incorpora otras tensiones y formas de competencia que tienen como aspecto paradójico el fin del tiempo libre y la caída de la frontera entre espacio laboral y de ocio», concluyó De Angelis.

Casos como el de José Auletta, que desde 1938 trabaja en una escribanía, son propios de una época que parece haberse ido para siempre.

El fenónemo en números

7  Trabajos

En promedio, es lo que se estima tendrá a lo largo de su carrera un joven de la Generación Y, nacidos entre 1980 y 1999.

66 por ciento

De la población mundial será su propia empleadora para 2030, según anticipan especialistas en trabajo.

Fuente: La Nación, 22/10/16.


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trabajo siglo xxi

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Redes Sociales y Mercado de Trabajo

febrero 28, 2017

V Informe Infoempleo-Adecco sobre Redes Sociales y Mercado de Trabajo

adecco informe

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Ver informe:

Empleo-y-Redes-Soc-Infoempleo-Adecco-Informe-2016

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La forma de buscar empleo ha cambiado mucho en los últimos años y las redes sociales han ido ganando protagonismo, hasta llegar a ser imprescindibles. Este es un estudio sobre el papel que tienen las redes sociales en el mercado laboral, tanto para los profesionales de Recursos Humanos como para las personas que buscan trabajo.

Fuente: Adecco, 28/02/17.

Más información:

Las claves de Linkedin para conseguir un mejor trabajo

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