El agro provoca la recuperación de la economía brasileña

septiembre 10, 2017

El agro empuja la recuperación de la economía brasileña

Las exportaciones brasileñas dejaron atrás en términos de crecimiento a las de China y Estados Unidos.

Por Jorge Castro.

El agro empuja la recuperación de la economía brasileña

En el puerto de Santos (Brasil), un buque carga soja con destino a China, su principal mercado.
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El sistema agroalimentario brasileño creció 15% anual en el primer semestre de 2017 –el mayor nivel de incremento de su historia-, con una producción de soja que aumentó 19,7%; de maíz, 56,1%; algodón, 9,8%; y 16,3% la de arroz.

brasil banderaEl resultado es que Brasil tendría este año un superávit comercial de más de U$S 60.000 millones, un récord absoluto. También implica que las exportaciones brasileñas del primer semestre superaron en más de 10 puntos porcentuales las ventas externas del sistema mundial.

El valor de las exportaciones brasileñas aumentó 19,34% anual entre enero y junio de 2017; y las exportaciones totales del resto del mundo crecieron en esa misma etapa 8,5%. Son las ventas externas de las 70 principales economías nacionales responsables de más de 90% del intercambio global, según la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Las exportaciones brasileñas dejaron atrás en términos de crecimiento a las de China y Estados Unidos, cuyas ventas externas aumentaron 8,5% y 6,7% anual respectivamente. Las ventas de soja de Brasil treparon 20% en los primeros 6 meses de 2017; y se dirigieron en más de 90% a un sólo mercado, que es China, el eje de la demanda agroalimentaria mundial; y principal socio comercial de Brasil desde 2009.

También se han duplicado las exportaciones de mineral de hierro, de las que Brasil es el segundo proveedor mundial de China, después de Australia, que pasaron de U$S 4.700 millones en diciembre de 2016 a U$S 8.900 millones en julio de este año. La empresa Vale (antigua Vale do Río Doce) es la mayor exportadora mundial de mineral de hierro a la República Popular.

El superávit comercial de Brasil alcanzó en junio a U$S 42.600 millones. Significa que se ha duplicado virtualmente en relación a los niveles alcanzados el año pasado (U$S 28.200 millones). El saldo externo de Brasil alcanzó a U$S 47.700 millones al concluir 2016, el mayor de la serie histórica desde que existen registros (1971). La Asociación de Comercio Exterior de Brasil (AEB) estima que este año ascendería a U$S 63.200 millones el saldo neto de las exportaciones brasileñas.

Brasil proveyó más de 50% de las importaciones chinas de soja (92 millones de toneladas) el año pasado, 15 puntos por encima de la oferta norteamericana; y la cosecha de este año sería de 114 millones de toneladas de soja, nuevo récord histórico.

La producción agroalimentaria es la que le permite a Brasil recuperar el crecimiento en los primeros 6 meses de este año, con una expansión de 0,8% anual, después de 3 años de recesión –la más grave y profunda de la historia brasileña-, en la que el producto cayó 9,2% anual en forma combinada.

Brasil tiene una relación de privilegio estratégico con la República Popular, porque es el principal proveedor de soja cuando experimenta una gigantesca transición dietaria, con el vuelco masivo de su población al consumo de proteínas cárnicas.

Brasil y la Argentina tienen exactamente la misma inserción internacional respecto a China, eje de la economía mundial del siglo XXI. Por eso reciben entre los dos países más de 60% de la inversión china en América Latina, cuando se ha convertido en la principal fuente de capitales del sistema mundial.

Fuente: Clarín, 09/09/17.


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La tasa de crecimiento potencial de los países avanzados se redujo a la mitad

septiembre 6, 2017

Se redujo la suba potencial de la economía global

La tasa de crecimiento potencial de los países avanzados ha caído más de la mitad, pasando de 2% anual en 2009/2010 al 1% por año, o menos. 

Por Jorge Castro.Se redujo la suba potencial de la economía global

Estados Unidos y China, las dos superpotencias de la época, son a su vez las que encabezan la nueva revolución tecnológica.
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El principal resultado de los seis años de estancamiento experimentados por la economía mundial entre 2010 y 2016 ha sido que la tasa de crecimiento potencial de los países avanzados ha caído más de la mitad, pasando de 2% anual en 2009/2010 al 1% por año, o menos. Y en el caso de EE.UU. se orienta a caer todavía más, y sería 0.5% por año en 2025, inferior a la de Japón.

Esto se contrapone con el hecho de que la economía mundial volvió a crecer en los primeros 6 meses de 2017 (+4.3% anual en el segundo trimestre), lo que implica 3,5 puntos porcentuales por encima de la tendencia potencial de largo plazo.

La causa mayor de esta disminución ha sido el debilitamiento de la productividad de todos los factores (PTF), que se ha reducido a 0,5% anual en este período (en EE.UU. cayó a 0,2% por año en 2016).

El cálculo que hace la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) es que por cada 2 puntos de aceleración de la productividad de todos los factores (PTF) en los países avanzados – esencialmente EE.UU. – hay un crecimiento de 0,3 puntos porcentuales en el resto del sistema mundial que comercia con ellos.

usa y chinaLa fuerza de trabajo declina en todo el mundo avanzado por el envejecimiento generalizado de la población y su disminución en términos absolutos. Por eso el aumento de la productividad depende ahora en forma prácticamente exclusiva del alza de la innovación (que es sólo PTF); y por lo tanto de lo que ocurra con el cambio tecnológico en los dos países centrales, que son EE.UU y China.

No hay cuestión más importante para el sistema capitalista en los primeros 20 años del siglo XXI que lo que ocurra en materia de cambio tecnológico en los 2 países más avanzados, y entre ellos. De esto depende la recuperación sostenida de la economía mundial o su fracaso.

El riesgo mayor que enfrenta la economía global en 2017 es que se produzca una ruptura entre las dos superpotencias de la época, que son a su vez las que encabezan la nueva revolución tecnológica, y que esto suceda bajo la forma de guerra comercial.

Esta ominosa eventualidad sumergiría a la economía mundial en un proceso de proteccionismo generalizado y de ruptura de los lazos internacionales, que hundiría sin alternativa la recuperación experimentada este año.

EE.UU. y China son las dos mayores economías del mundo. Entre ambas tienen un producto combinado de US$30 billones (EE.UU., US$18 billones y China, US$11,4 billones), que es la mitad del PBI mundial (US$67 billones).

Una guerra comercial entre EE.UU y la República Popular implicaría por necesidad la quiebra del proceso de integración mundial del capitalismo, que es el verdadero significado histórico de la globalización como fenómeno central de la época.

De ahí la importancia decisiva del pacto establecido por Donald Trump y Xi Jinping en Palm Beach, Florida (6 y 7 de abril de este año), en el que las dos superpotencias fijaron un acuerdo completo sobre comercio e inversiones, que se ha convertido en el nuevo punto fijo de los acontecimientos mundiales y la principal decisión política-estratégica de 2017.

La nueva revolución industrial (informatización completa de la manufactura y los servicios) implica el pleno despliegue de tres tecnologías fundamentales: Inteligencia artificial (AI), Internet de las Cosas (IoT), y robotización. EE.UU. tendría 5,2 robots por cada 1.000 trabajadores en 2025, lo que equivaldría a un aumento de la productividad de más del 30% en este período. Alemania prevé un porcentaje similar de incremento de la PTF por este mismo fenómeno (Industrie 4).

El mundo está en las vísperas de un extraordinario surplus de productividad. La única cuestión no es si va a acontecer, sino que se hace con él, como se lo redistribuye. La Reserva Federal de San Francisco señaló que la revolución tecnológica del procesamiento de la información (IT) fue responsable de un aumento de la productividad en la economía mundial de 3% anual entre 1990 y 2004.

Pero esta revolución tecnológica se agotó en 2004, y esto sumergió a la economía global en una fase depresiva que se acentuó a partir de la caída de Lehman Brothers en 2008.

Significa que la recuperación del crecimiento mundial en 2017 no tiene un carácter cíclico, sino estructural. Responde a una nueva revolución tecnológica (la “nube” o cloud computing), en la que convergen bajo la categoría de nueva revolución industrial las tres grandes tecnologías de la época (AI, IoT, robotización).

El crecimiento económico no es en el capitalismo un fenómeno agregado de tipo cuantitativo, sino una serie de saltos cualitativos que se despliegan a través de sucesivas revoluciones tecnológicas. El capitalismo es un sistema autoinducido de revolución permanente, altamente inestable por necesidad.

La recuperación de la economía mundial en 2017 es un fenómeno real, no monetario, de carácter cualitativo, que aumenta el producto potencial a través de un auge sostenido de la productividad de todos los factores.

La realidad siempre tiene razón.

Fuente: Clarín, 03/09/17.


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Hay que transnacionalizar el complejo sojero industrial argentino

septiembre 6, 2017

El complejo sojero argentino debe invertir en China y EE.UU.

El problema es la superior productividad del complejo sojero industrial argentino, el primero del mundo.

Por Jorge Castro.El complejo sojero argentino debe invertir en China y EE.UU.

La planta de molienda de soja de Renova en Timbúes, cerca de Rosario, es una de las más grandes del mundo.
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La imposición de un arancel especial de 56%/64% al biodiésel argentino por el Departamento de Comercio de Estados Unidos no es una medida “proteccionista” promovida por la presión del lobby agrícola.

Es una reafirmación inequívoca del criterio central del gobierno de Donald Trump para el cual los intereses nacionales de la producción de Estados Unidos están por encima de sus responsabilidades globales.

“America First” no es un slogan de campaña. Es la razón de ser de Donald Trump que aspira a reposicionar a EE.UU. en todos los planos del poder mundial.

El complejo sojero industrial argentino -del que surge el biodiesel- es el más competitivo del mundo. Es el resultado de una combinación imbatible entre recursos naturales, distancia a puertos oceánicos, y capacidad tecnológica y organizativa, que le otorga un nivel de productividad que es el primero del sistema mundial, por encima de Estados Unidos.

argentina mapa banderaLa Argentina es el primer productor mundial de bienes industriales basados en la soja (aceites, harina de soja, biodiésel), como constata Héctor Huergo en su artículo de Clarín Rural del 26 de agosto.

La decisión de EE.UU. no es una medida contra la Argentina, ni una discriminación fundada en la nacionalidad de las empresas. Las grandes exportadoras industriales sojeras de la Argentina son transnacionales, muchas de ellas estadounidenses (Bunge, Louis Dreyfus, Cargill, entre otras).

Es una cuestión “industria versus Industria”, no de nacionalidad. El problema es la superior productividad del complejo sojero industrial argentino, el primero del mundo.

En la misma semana, China abrió sus importaciones de aceite de soja provenientes de la Argentina. No puede haber lugar a equívoco: el único interés estratégico de la República Popular en la producción agroalimentaria argentina son los granos para la alimentación animal (soja y maíz), sustento de su transición dietaria (vuelco al consumo de proteínas cárnicas). Por eso China no compra harina de soja a la Argentina.

China importó el año pasado 90 millones de toneladas de soja, queserían 200 millones de toneladas o más en 2025 (USDA). El interés de la República Popular es producir harina de soja en su país, con los granos argentinos, dentro de su industria manufacturera.

En los dos casos –Estados Unidos y China- es una cuestión “industria versus Industria”; y la competencia en el sistema capitalista no es un torneo de argumentos jurídicos. Es una puja que se resuelve a favor del sector de mayor productividad, lo que se revela en el terreno decisivo de las inversiones.

Ha llegado el momento en que el complejo sojero industrial de la Argentina pase de la fase exportaciones de su producción a laetapa de las inversiones en el exterior, que es inherente al capitalismo del siglo XXI.

Hay que invertir en la producción industrial de soja en Estados Unidos y en China. Hay que transnacionalizar al complejo sojero industrial argentino a través de sus inversiones en el exterior.

Este el lenguaje del capitalismo avanzado en el siglo XXI.

Fuente: clarin.com, 02/09/17.


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Alemania y China, ganadoras de la globalización

agosto 22, 2017

Alemania y China, ganadoras de la globalización

Por Jorge Castro.Alemania y China, ganadoras de la globalización

Valiente. Merkel incorporó 1,2 millones de refugiados al trabajo alemán.
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Alemania trasladó más de 1/3 de sus líneas de producción manufactureras a Europa Oriental a partir de 2003 (4% del producto por año); y estableció allí 3.500 plantas en operaciones y creó más de 650.000 puestos de trabajo.

Alemania banderaLo hizo sobre todo en la industria automotriz y en la de componentes electrónicos así como en la de maquinaria pesada de alta tecnología. El objetivo de este éxodo estructural fue aprovechar las ventajas comparativas surgidas de los menores costos laborales de esa región (1/3 o 1/5 de los alemanes). Europa del Este (Polonia, Hungría, República Checa) ocupa en relación a Alemania un papel similar en la economía mundial al que tienen Canadá y México respecto a EE.UU.

El dato característico de la producción manufacturera alemana es que es la mayor del mundo referida al producto (25% del PBI). En el proceso de globalización (1991/2008), Alemania ha sido la única potencia manufacturera que no ha experimentado un agudo proceso de desindustrialización como el que sufrió EE.UU. y el resto de Europa. Por el contrario, experimentó un extraordinario impulso hiperindustrializador.

Como parte del mismo movimiento geopolítico hacia el Este, la República Federal desató un proceso doméstico de reducción de los costos laborales (aumento por debajo de la productividad), a través de las reformas Hartz dispuestas por el gobierno socialdemócrata de Gerhard Schröder (1998/2005).

A partir de allí, Alemania comenzó a exportar productos cada vez más competitivos fuera de Europa y orientó estratégicamente las ventas hacia los grandes mercados emergentes de Asia (China e India en primer lugar).

El siguiente paso consistió en el traslado de las líneas de producción – ante todo automotrices – hacia los países asiáticos. Volkswagen, la mayor empresa automotriz del mundo, produce y vende hoy en China más vehículos que en Europa.

Desde entonces, las exportaciones automotrices a la República Popular se han multiplicado en valor 18 veces, mientras que las ventas de maquinaria pesada de alta tecnología a India crecieron por un múltiplo de 8.

Por eso, en los 7 años previos a la crisis financiera internacional 2008/2009, las exportaciones de Alemania Federal crecieron 76%, 20 puntos por encima del mejor desempeño del resto de Europa (Holanda).

El resultado de esta proeza exportadora fue que Alemania obtuvo el mayor superávit de cuenta corriente del mundo en 2016 (US$297.000 millones), más de 8% del producto, y por encima de China en términos absolutos. El Deutsche Bank prevé que la RFA duplicaría el superávit de cuenta corriente en los próximos 20 años, debido a la superior productividad de sus exportaciones manufactureras.

Toda la transformación (reducción de costos) y el notable crecimiento de las exportaciones alemanas tienen un carácter estructural: se produjeron por el lado de la oferta, no de la demanda. Este extraordinario proceso de expansión de la productividad ocurrió antes de 2008, tras haber absorbido y reestructurado a la antigua Alemania del Este (RDA), con un costo de transferencias verdaderamente asombroso que alcanzó a US$1,5 billones a contar de 1990 (reunificación alemana).

Este proceso de ajuste y reestructuración de un país de 16 millones de habitantes exigió la eliminación de más de 8.000 compañías industriales, con una planta de 4,1 millones de trabajadores, en un plazo de 15 años. El sistema industrial de la RDA era obsoleto en términos tecnológicos, altamente contaminante y completamente incapaz de crear valor.

La tasa de desocupación de Alemania alcanzó a 4,3% en 2016 (1/3 del promedio europeo), en tanto que sus exportaciones treparon a US$1,3 billones (+50% del PBI) y representaron 9% de las ventas globales. Las exportaciones manufactureras alemanas son las segundas del mundo después de las chinas.

La República Federal ha sido inequívocamente una de las dos grandes ganadoras de la globalización (la otra es China); y la razón de fondo de este logro histórico ha sido su notable aptitud para adecuarse a las nuevas condiciones globales.

La última muestra de esta especial capacidad alemana para innovar y ajustarse a lo nuevo fue la decisión de la canciller Angela Merkel –tomada con el pleno respaldo de la opinión pública– de incorporar a su fuerza de trabajo más de 1,2 millones de refugiados sirios, revirtiendo así, en un sentido ascendente, la curva particularmente negativa de su población, debido al proceso de envejecimiento generalizado, que es el segundo mayor del mundo después de Japón.

La fuerza de trabajo de la RFA pierde 350.000 trabajadores por año, lo que significa que contará con 1,8 millones de trabajadores menos en 2030, que serían 3,9 millones de operarios que desaparecerían en 2050 por el efecto combinado de la biología y el envejecimiento poblacional.

Alemania es uno de los grandes pueblos de la historia, cuyos infortunios son a la medida de su grandeza, y para él, el destino no es lo irreversible necesariamente.

Fuente: Clarín, 20/08/17.


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La Nube y el sistema integrado transnacional de producción

agosto 17, 2017

El proceso productivo bajo la nube

Las 4 principales plataformas norteamericanas de hipercomputación —Amazon, Microsoft, Google y Facebook— sumadas a las 2 mayores chinas (Alibaba y Tencent) constituyen la punta de lanza del sistema integrado transnacional de producción.

Por Jorge Castro.

El proceso productivo bajo la nube

Amazon encabeza la revolución tecnológica de la “nube” o cloud computing.
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Las 4 principales plataformas norteamericanas de hipercomputación —Amazon, Microsoft, Google y Facebook— sumadas a las 2 mayores chinas (Alibaba y Tencent) disponen en conjunto de más de 5.000 millones de usuarios en el mundo (70% de la población mundial). Y constituyen la punta de lanza del sistema integrado transnacional de producción, integrado por 88.000 empresas transnacionales y sus 600.000 asociadas o afiliadas, ante todo en materia de productividad e innovación. Este sistema de seis gigantescas plataformas digitalizadas es liderado por Amazon, porque encabeza la revolución tecnológica de la “nube” o cloud computing, que es el fundamento y la máxima expresión del carácter superintensivo que posee en esta etapa de su historia el capitalismo de avanzada.

La “nube” es la infraestructura que permite a las empresas del mundo que acceden a ella —más de 2 millones se incorporan por año a partir de 2009— construir sus propias redes, reestructurar a sus integrantes y reorganizar sus mercados; y allí, en su entramado, es que se realiza la nueva revolución industrial. Las plataformas estadounidenses disponen de la primacía. El valor de mercado de Amazon aumentó 29% en 2015 y más de 40%, en 2016, y cubre 29% del mercado global de la “nube”, 3 veces más que sus principales competidores sumados:Microsoft y Google.

La tasa de retorno de las cuatro grandes de EE.UU. es 25% anual, y sus ganancias combinadas superaron US$93.000 millones en 2016, cuando representaron más de 1/3 de las ganancias totales de las compañías estadounidenses. Esto significa que su tasa de retorno es 8 veces superior al resto de las firmas norteamericanas, y la distancia se ha multiplicado por 3 en los últimos 10 años.

Amazon exacerba todas estas tendencias. Su capacidad de computación es 15 veces superior a la de sus 14 principales competidores combinados, Microsoft y Google incluidos, y el valor de su stock accionario ha crecido más de 800% desde que se transformó en empresa pública, en 1997 (50% por año). Las inversiones de capital de Amazon en la “nube” aumentaron más de 70% en 2017. Y creció 42% el gasto en el incremento de la fuerza de trabajo, con un plantel altamente calificado que alcanzó a 382.000 trabajadores.

Alibaba y Tencent no se quedan atrás. Invirtieron US$6.900 millones en EE.UU. en equipos para la “nube” este año. Alibaba posee una red de 15 servers en China y 17 en el resto del mundo, y aspira a duplicarlos en los próximos 10 años. Sus ingresos en la “nube” aumentaron 121% en 2017, y son solo 4% de sus ventas totales.

La banca digital de Alibaba —Alipay/Ant Financial— recibió inversiones por US$4.500 millones en 2016, y esto hizo que elevara su valor de mercado a US$60.000 millones, convirtiéndose en la empresa privada de mayor cotización en Internet. La digitalización de las finanzas agregaría US$1,05 billones al PBI de la República Popular, que ascendió en 2016 a US$11,4 billones.

Las ventas de las tres principales plataformas chinas (Alibaba, Tencent y Baidu) aumentaron 28,6% entre enero y junio de 2017, y alcanzaron a US$350.000 millones. Las acciones de Tencent se han valorizado 28.000% desde su debut en la Bolsa de Hong Kong, en el año 2004. Se puede resumir la situación en China señalando que todo lo que la sociedad produce, trabaja y vive está digitalizado o se apresta a serlo en los próximos 2 o 3 años.

El rasgo económico fundamental de la nueva revolución industrial es que los costos marginales de producción caen a cero, mientras que las plataformas globales de hipercomputación, al concentrar y agregar la actividad de múltiples sectores y protagonistas, aumentan exponencialmente las economías de escala. Esto multiplica la tasa de retorno de las empresas que despliegan su potencial en la “nube”, en un proceso que tiene lugar en tiempo real y escala global, guiado por el principio de la instantaneidad.

Las plataformas hiperdigitalizadas se han convertido en el instrumento que permite capturar el inmenso valor agregado creado por la revolución tecnológica del cloud computing. Es un fenómeno similar, aunque de una intensidad cualitativamente superior, al que posibilitó a las empresas transnacionales capturar el valor surgido de la revolución del procesamiento de la información e Internet.

La aparición de nuevas fuentes de valor es sinónimo en el capitalismo de impulsos novedosos de productividad; y las plataformas digitalizadas poseen un nivel de incremento de la productividad de 5% a 7% anual, o más, en línea ascendente.

Lo real es lo actual y lo posible. Amazon y sus cinco grandes rivales son el mundo posible que desde el futuro se vuelca al presente y lo transforma. Ya han surgido y están a la vista en Estados Unidos y China los trazos fundamentales del capitalismo de la segunda fase del siglo XXI.

Fuente: Clarín, 13/08/17.

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China, donde el futuro es hoy

julio 25, 2017

El futuro ha llegado a China

El consumo individual aumentó 10,4% entre enero y junio, con un alza del PBI per cápita de 8,8% anual.

Por Jorge Castro.

El futuro ha llegado a China

En China hay un auge excepcional del consumo, con un sistema de pagos totalmente digitalizado.
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Lo decisivo que ha ocurrido en China en los últimos 6 meses es que el 45,6% del total de las inversiones industriales se ha destinado a las nuevas manufacturas de alta tecnología, que ya son 10% del PBI —serían 15% en 2020—, y generarían un producto (valor agregado) de US$1,47 billones.

china bandera botonEn este período, las nuevas industrias ocuparon a 5,85 millones de trabajadores de alta calificación (grado universitario o terciario), que aumentarían a 10 millones en 3 años. Las ganancias de estas nuevas empresas crecieron 13,3% en los 5 primeros meses del año, 1,8 puntos porcentuales por encima del nivel alcanzado en 2016.

Las nuevas firmas industriales se han fusionado con Internet, y despliegan todo su potencial a través de las plataformas de e-commerce (Alibaba, Tencent, Baidú), cuyas ventas crecieron 28,6% entre enero y junio de este año, y alcanzaron a US$350.000 millones.

Esto ha ocurrido cuando el consumo final implicó 77% del alza del PBI en el primer trimestre de 2017 (fue 43% en 2013); los servicios cubrieron 56,5% del producto (eran 46,7% hace 4 años); y el superávit de cuenta corriente se hundió a 0,7% del PBI, tras haber alcanzado a 11% del producto en 2007.

China crece hoy sobre la base excluyente de la demanda doméstica —el gigantesco mercado interno—, que representó 96,1% del auge del PBI; y lo hace arrastrada por el mayor nivel de consumo individual del mundo.

La clave de China en materia de consumo es la nueva clase media, constituida por unos 300 millones de personas —que serían 400 millones en 2020 y 1.000 millones diez años después— , cuyo nivel de ingreso per cápita es comparable con el norteamericano (US$45.000/US$ 55.000 anuales).

Lo que ha sucedido en la República Popular en estos últimos 6 meses es que lo que se proponía realizar — el cambio del denominado “modelo de acumulación” desde la inversión y las exportaciones a la innovación y el consumo doméstico— en lo esencial ya ha ocurrido. Lo cuantitativo se ha tornado cualitativo.

El cambio de “modelo económico” hace que las importaciones crezcan más que las exportaciones, y que al mismo tiempo se modifique la naturaleza de los bienes que compra del exterior, en el sentido de mayor valor agregado y complejidad tecnológica.

Por ejemplo, tras el acuerdo entre Donald Trump y Xi Jinping del 6 y 7 de abril en Palm Beach, Florida, las exportaciones de bienes y servicios de EE.UU. a China se duplicarían en los próximos 10 años, y alcanzarían a US$369.000 millones anuales, que serían US$520.000 millones en 2050; y prácticamente la totalidad, salvo las exportaciones agroalimentarias, estaría constituida por bienes y servicios de alta tecnología.

El tiempo de verbo es crucial en el análisis económico. El único que interesa es el que se formula en tiempo “presente”. Los 300 millones de chinos que disponen del mayor nivel de consumo del mundo adelantan lo que viene. La China posible llega al presente desde el futuro y lo transforma. Ha emergido una economía superintensiva de alto valor agregado que encabeza la nueva revolución industrial del sistema capitalista.

El consumo individual aumentó 10,4% entre enero y junio de este año, con un crecimiento del PBI per cápita de 8,8% anual. Lo notable es que este auge excepcional del consumo crece prácticamente sin usar dinero en efectivo.

El sistema digitalizado de pagos tiene solo 3 años de antigüedad (surgió en el primer trimestre de 2015); y es inseparable del hecho de que China es el país más interconectado del mundo, con 820 millones de usuarios de Internet.

Todo se realiza a través de un sistema plenamente digitalizado que tramitan dos grandes plataformas (Wechat y Alipay), cuyas ventas alcanzaron a US$5,5 billones en 2016 y se elevarían a US$7,7 billones a fines de este año.

wechatWechat/Tencent procesa 806 millones de consumos diarios (+43% anual), y Alipay/Alibaba realiza 175 millones de transacciones por día (+60% anual). Los usuarios realizan compras promedio de US$1.526 anuales.

McKinsey Global Institute estima que la digitalización de las finanzas agregaría US$6,7 billones a la producción mundial en 10 años. En China, el añadido sería de US$1,05 billones, que implica un alza de 4,2% del PBI.

TencentLos usuarios chinos de Internet tienen las siguientes particularidades: la edad promedio es 18/29 años, con educación universitaria o terciaria, muchos (quizás 30%) lo han hecho en el exterior; y la totalidad dispone de Internet móvil (smartphones).

Entre ellos, 530 millones utilizan unidades 4G, y la totalidad de los usuarios dispondrá en 10 años de equipos 5G, intervención del gobierno chino mediante, que realiza una inversión de US$3.000 millones anuales para instalar en todo el territorio de la República Popular una red de interconexión hiperintensiva de alcance global.

El futuro se conjuga en tiempo presente en China, y por definición se despliega -según la visión estratégica fundadora de Mao- de modo superintensivo y “prolongado”.

Fuente: Clarín, 23/07/17.


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La nueva revolución industrial impulsa la economía global

julio 18, 2017

La nueva revolución industrial impulsa la recuperación mundial

Por Jorge Castro.
La nueva revolución industrial impulsa la recuperación mundial

Cambio. La revolución industrial robótica.
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Tres datos centrales caracterizan la situación norteamericana en los últimos 10 años: el producto ha crecido 2,1% anual a partir de 2009, 1 punto y medio por debajo de la tendencia histórica; en ese período, se han creado más de 15 millones de puestos de trabajo, virtual pleno empleo (4,7% de desocupación); por último, los ingresos reales de 80% de la fuerza de trabajo se han estancado o retrocedido en esta etapa, acentuando la polarización social y la quiebra del consenso nacional en EE.UU. hasta extremos nunca hasta ahora conocidos en la historia estadounidense.

economía globalUn hilo rojo vincula internamente y en forma necesaria los tres factores; y es la caída fenomenal experimentada por la productividad que ha aumentado sólo 1,1% por año, o menos, en la década pasada y se ha hundido a 0,2% anual en 2016, por debajo de los niveles de Japón (0,4% anual) y de la Eurozona (0,3% anual). Es la 1/3 parte del incremento de la productividad obtenido por los Estados Unidos entre 1997 y 2004.

Lo notable es que la causa fundamental de la caída de la productividad estadounidense ha sido el debilitamiento de la denominada “productividad de todos los factores (PTF)”, la medida que revela la calidad de la fuerza de trabajo y el monto del capital invertido (fijo/hundido), sinónimo de pura innovación.

El resultado es que la capacidad de crecimiento potencial de EE.UU. —y en general del mundo avanzado— es ahora 1,5% anual, menos de la mitad de lo que era hace 30 años, y tiende a decaer hasta alcanzar en 2025 el nivel de Japón (0,5% por año).

Por eso el riesgo mayor de la situación depresiva norteamericana de la última década ha sido caer en un pozo deflacionario, con una reducción persistente del nivel general de precios al consumidor.

El nivel de inflación en EE.UU. en los primeros seis meses del año es 1,9% anual y la core o subyacente asciende ahora a 1,3% anual. En abril, la inflación se redujo a 1,5% y la core aumentó levemente a 1,4%. Esta disminución de la inflación sucede cuando la Reserva Federal ha retomado el ciclo alcista y llevó la tasa de interés sobre los fondos federales a 1,25% por año.

La economía mundial volvió a crecer en los primeros seis meses de 2017, después de seis años de estancamiento, con un alza coordinada de 4,3% anual en el segundo trimestre del año, que equivale a 0,5 puntos porcentuales por encima de la tendencia de largo plazo, que virtualmente ha duplicado el nivel obtenido en el primer trimestre de 2016, cuando comenzó a esbozarse la actual fase de recuperación global.

El eje de este nuevo período de crecimiento está en los países avanzados, que han crecido 3% anual en los primeros 6 meses del año, un punto porcentual por arriba de la tendencia potencial de largo plazo. A la cabeza del mundo emergente, China creció una tasa anualizada de 8,1% en mayo y junio, un punto y medio por encima del objetivo fijado para 2017.

Este auge global tiene la particularidad de que la inflación subyacente (core) ha caído por debajo del alza del producto real (1,5% vs. 1,1%); y esto ha ocurrido cuando la inflación nominal ha mostrado un leve aumento debido a la estabilización del precio del petróleo (US$49/US$ 52/ barril).

El alza real de precios que muestra la economía mundial es obra del aumento del producto, no del auge de la inflación nominal. Significa que no hay un proceso reflacionario en la recuperación de la economía global de los últimos seis meses, obra de la política monetaria y fiscal, sino una expansión real, que se realiza por el lado de la oferta, no de la demanda.

La razón de este fenómeno crucial de la economía mundial de los últimos dos trimestres es el cambio cualitativo experimentado por la economía china (US$11,4 billones, que crece 6,7% por año), como revela el alza de 26,6% anual de la inversión en las nuevas industrias de alta tecnología, que ya representan 10% del PBI y serían 15% en 3 años.

En este mismo período, los tres índices fundamentales de Wall Street—Standard & Poor 500, Nasdaq y Russell de las pequeñas y medianas empresas— han recibido, encabezados por el de alta tecnología, inversiones por US$3,4 billones a contar desde el 8 de noviembre.

La nueva revolución industrial ha comenzado a desplegarse con creciente intensidad en el sistema mundial, y a diferencia de las tres anteriores es un fenómeno inmediatamente global, no solo británico o norteamericano.

Esto es lo que convierte a la recuperación de la economía mundial en el primer semestre de 2017 en un proceso de expansión realde carácter cualitativo que aumenta estructuralmente el producto potencial de largo plazo a través de un incremento de la productividad de todos los factores (PTF).

Es la obra de la nueva revolución industrial, que es el gran instrumento de transformación del capitalismo del siglo XXI por el lado de la oferta. En este período de enero/julio de 2017 ha ocurrido un punto de inflexión en la historia mundial.

Fuente: Clarín, 16/07/17.


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China lidera la nueva revolución industrial

julio 11, 2017

China encabeza la nueva revolución industrial

Por Jorge Castro.

China encabeza la nueva revolución industrial

Clave. El encuentro entre el presidente chino Xi Jinping y Donald Trump en Palm Beach.
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china bandera botonChina creció 6,9% en el primer trimestre de 2017 y 6,7% en el segundo, con un aumento del ingreso per cápita de 7% anual, sustentado en el auge del consumo doméstico que representó 64,6% del alza del PBI y en el incremento del sector servicios, que fue más de la 1/2 del aumento del producto (51,6%), 12 puntos por encima de la producción manufacturera.

La demanda interna es la que fundamenta en forma prácticamente excluyente la expansión de la economía de la República Popular (95,8% del total), acompañada por una caída del superávit de cuenta corriente que ahora ha descendido a 1,8% del producto, lo que implica una contribución prácticamente nula a la construcción del PBI.

Lo más revelador del cambio cualitativo de la economía china es que el 77% de la expansión es consecuencia del aumento de la productividad de todos los factores (PTF), pura innovación; y este fenómeno central está acompañado por el hecho decisivo de que los nuevos sectores de alta tecnología —manufactura de última generación, biotecnología, industrias creativas y digitales— crecieron 15,3% en los primeros 3 meses del año y ya representan más del 10% del PBI (serían 15% en 2020).

Todo esto es acompañado por un incremento de la inversión de 22,6% en los nuevos espacios de tecnología de punta, lo que se manifiesta con la presentación de 950.000 pedidos de patentes internacionalmente reconocidas en ese período, dos tercios de alta tecnología.

Los nuevos vectores del crecimiento económico se despliegan a partir de las plataformas del comercio por Internet (Alibaba, Tencent, Baidu/BAT), que tuvieron ventas por US$3,8 billones el año pasado, con un crecimiento de 19,8% anual y un activo de 467 millones de usuarios.

El PBI chino asciende a US$11,4 billones (dólares constantes) y se ha duplicado en los últimos 10 años (era US$5,4 billones en 2007). Significa que 1 punto de alza del producto hoy equivale a 2 puntos de expansión hace 10 años. Luego, el aumento de 6,7% en 2017 equivale a un incremento de 11%/14% una década atrás.

Es un crecimiento estable: la tasa de expansión promedio desde 2009 ha sido 6,5% anual, el saldo neto de cuenta corriente, que era 11% del producto en 2007, se reduce sistemáticamente y se acerca a cero, y el nivel de inflación es 1,9% por año.

La pobreza que resta en la República Popular asciende a 53 millones de personas (4% de la población), que se aspira a absorber por la creciente clase media en 2020. Todo esto a contar de los 840 millones de pobres que tenía la China en 1978, cuando Deng Xiaoping volcó el sistema al capitalismo.

Lo fundamental en China no es la expansión agregada del producto, sino los aspectos cualitativos, históricamente novedosos de su desarrollo. Lo decisivo es que la República Popular lidera hoy la nueva revolución industrial que está reestructurando la manufactura y los servicios del capitalismo avanzado, y lo hace a través de su liderazgo en las tecnologías de punta, en especial la “inteligencia artificial” (AI).

Funda su dominio en su ventaja competitiva única, que es la masa de información digital que dispone —Big Data—, contracara necesaria y estructural de la “inteligencia artificial”, que es 50 veces mayor que la norteamericana.

El desarrollo chino fue sinónimo de convergencia estructural con EE.UU. en los 40 años transcurridos desde 1978, con un alza de la productividad y el ingreso per cápita por encima de los niveles estadounidenses.

El vínculo con EE.UU. adquirió un carácter horizontal, superintensivo, a partir de 2008, como es propio de la nueva revolución industrial. Lo notable es que esta expansión hiperintensiva no tiene un carácter elitista, sino que integra un movimiento de innovación de masas.

Más de 50 millones de empresas han sido creadas a partir de 2009, encabezadas por las start ups de alta tecnología (+57% por año). Los científicos devienen en China en emprendedores a través de sus propias empresas.

Ayuda a esta innovación multitudinaria el hecho de que los graduados universitarios superan ya los 170 millones, y aumentan 13 millones por año. Lo que está ocurriendo en la República Popular es un fenómeno sin precedentes, una novedad histórica. Tiende a convertir la fuerza de trabajo de 900 millones de operarios en un universo de emprendedores de la sociedad del conocimiento. (“La inteligencia es capacidad de sorpresa”, dice Peguy).

China no es un lugar, sino un vínculo específico de la economía mundial en su fase de globalización. Fue el eje de la acumulación global cuando se convirtió en la primera exportadora manufacturera del mundo entre 2001 y 2008. Ahora ha modificado su naturaleza y encabeza la nueva revolución industrial.

Por eso tiene en sus manos la iniciativa frente a EE.UU. (acuerdo Donald Trump/ Xi Jinping, Palm Beach, Florida, del 6 y 7 de abril de este año) y dispone de una extraordinaria libertad de acción en el sistema mundial.

Se trata siempre —Mao lo afirmó desde un comienzo— deacelerar una tendencia para dominarla.

Fuente: Clarín, 09/07/17.


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El desafío de Ford

junio 9, 2017

Ford enfrenta la nueva revolución industrial

Por Jorge Castro.

ford motor company logoFord, la mayor empresa automotriz norteamericana después de General Motors (GM), tuvo una pérdida en sus ganancias (antes del pago de impuestos) de 43% en el primer trimestre de 2017.

A esto se suma el hecho de que el valor de su stock accionario ha experimentado una caída de más de 40% en los últimos 3 años; y esto ha ocurrido en el contexto de una disminución secular de su participación en el mercado estadounidense, que se ha reducido a la mitad desde el pico de 1970. Ha pasado de 30% a 15% del total en ese período, y lo mismo ha sucedido a escala global, donde su control del mercado internacional se ha reducido de 15% a 7%.

Hay que agregar que la tasa de inversiones en capital de Ford ha sufrido una caída de 20 puntos a contar de 2013, en comparación con la que obtuvo en igual etapa General Motors (GM), su principal rival y competidor.

Lo notable es que este debilitamiento estratégico ha tenido lugar cuando Ford ha logrado ganancias récord en 2015, y ha obtenido la segunda mejor performance de su historia en 2016, mientras experimentaba 3 años continuados de los mejores resultados financieros conseguidos desde la década del 30.

Ford enfrenta una marcada declinación de sus ventas en EE.UU. ante la creciente competencia de las automotrices asiáticas (japonesas y surcoreanas en primer lugar), y el desafío cada vez más vigoroso de los nuevos productores de unidades eléctricas y autónomas (sin conductor), sobre todo Tesla, cuyo valor de activos es ya superior en el mercado a los de la empresa fundada por Henry Ford hace 114 años.

Las automotrices asiáticas han ganado 14 puntos de participación en el mercado norteamericano en los últimos 15 años, y las europeas, primordialmente alemanas, algo menos (8 puntos).

Ford dispone de un fondo de inversiones de capitales líquidos por US$28.000 millones, que se apresta a lanzar, junto con una cifra similar a recaudar en el mercado, en el desarrollo de las nuevas tecnologías eléctricas y autónomas.

El desafío de Ford es múltiple, simultáneo, y convergente. Tiene que incrementar las ventas tradicionales y revertir la pérdida experimentada en el mercado estadounidense, mientras clausura o desactiva los sectores que ofrecen retornos negativos o declinantes, en tanto tiene que multiplicar las inversiones de capital en la industria del futuro, cuya rentabilidad es incierta; y todo esto debe hacerlo en un solo movimiento, caracterizado por la celeridad – la velocidad es esencial –, múltiple y coordinado.

El cierre de las actividades declinantes -por definición de baja productividad– que se ve forzada a realizar la gran empresa automotriz estadounidense tiene por objetivo liberar el capital necesario para realizar las nuevas y gigantescas inversiones en las actividades del futuro, que son ineludibles. Ford se apresta a lanzar inversiones por US$50.000 millones en los próximos 2 años.

La razón por la que la velocidad hace a la esencia de las decisiones que es necesario tomar de inmediato surge del hecho estructural del capitalismo de que EE.UU. y en general el mundo avanzado, incluyendo a China, se encuentra hoy en la fase inicial de una nueva revolución tecnológica y organizativa. Y el crecimiento económico no es en la acumulación capitalista un fenómeno cuantitativo de tipo agregado, sino que es el resultado de saltos cualitativos en el proceso de desarrollo capaces de aprovechar en todo su potencial las nuevas y profundamente disruptivas tecnologías.

Si Ford no lo hace, sus proveedores de robótica e inteligencia artificial (AI) lo harán por él, y se convertirá en una ensambladora rutinaria de componentes ajenos. En ese caso, pasaría de la vanguardia a la retaguardia del proceso de acumulación, y el siguiente paso sería la irrelevancia, la desaparición.

Tesla, el principal fabricante de unidades eléctricas en EE.UU., es la contracara de Ford. Su valor de mercado es US$5.000 millones superior al de Ford, y esto ocurre cuando vendió 100.000 unidades el año pasado, mientras que Ford colocó 12 veces más (1,34 millones). Tesla no tuvo ganancias en 2016 y Ford logró un récord histórico en 2015.

El caso Ford revela los desafíos que enfrentan las grandes empresas manufactureras norteamericanas ante la nueva revolución industrial, cuando el sistema productivo –originado en la segunda revolución industrial (1873/1940)– quedó definitivamente atrás, y los nuevos motores del crecimiento aún no han mostrado su rentabilidad.

Según Cisco, la nueva revolución industrial tiene en EE.UU. el siguiente significado: implica un incremento de valor de US$14 billones en 8 años (27% corresponde a la manufactura/US$3,88 billones), con una tasa de retorno de US$1,6 billones.

Por eso es que el gasto en capital se duplica en 10 años (pasaría de US$11 billones a US$24 billones en 2025), y cubriría entonces 25% de las actividades manufactureras (hoy es 10%).

Ford está en el medio de este vendaval económico y productivo.

Fuente: Clarín, 04/06/17.


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El porqué de las fusiones en la industria agroalimentaria

abril 18, 2017

Las tendencias detrás de las fusiones en la industria agroalimentaria

Por Jorge Castro.

agroindustria

La Comisión Europea (CE) aprobó la compra de Syngenta, la mayor empresa suiza productora de semillas y agroquímicos, realizada por ChemChina, el principal holding de la actividad agroalimentaria en la República Popular, en U$S 43.000 millones. La compra tiene el objetivo de aumentar de manera inmediata la producción de la compañía suiza para satisfacer el gigantesco mercado chino, y luego, accesoriamente, el mundial.

Las ventas de Syngenta alcanzaron a U$S 12.800 millones en 2016, y menos del 15% correspondió a la región Asia – Pacifico. La cuestión a partir de la compra realizada por Chem China es multiplicar esa proporción por tres en los próximos 5 años.

El objetivo estratégico chino es nítido. Se trata de desarrollar una cadena agroalimentaria que se ubique entre las 3 primeras del mundo en los próximos 5 años, capaz de disputar la primacía a la número 1, que es la estadounidense Cargill, y apta para abarcar la totalidad de la producción agrícola más avanzada, para asegurar la alimentación de la población china de 1.340 millones de habitantes a través de un aumento significativo e inmediato de la oferta agroalimentaria en el mundo.

La compra de Syngenta por ChemChina es parte del proceso de consolidación de la industria agroalimentaria mundial. Dow Chemical compró el año pasado a Dupont en U$S 130.000 millones, y Bayer, la gran empresa química y agroquímica alemana, adquirió Monsanto, el gigante estadounidense del sector, en U$S 61.000 millones.

La lógica atrás de este proceso de compras y fusiones es la siguiente: la tendencia de fondo del negocio agroalimentario mundial se revela a través de una doble dimensión. Por un lado, la demanda mundial de agroalimentos se duplica en los próximos 15 años, con una población global que alcanza 10.000 millones de personas en 2050, de las cuales dos tercios -los países emergentes y en desarrollo- disponen de un ingreso per cápita que crece 8% por año.

Asimismo, se ha ingresado en una etapa de bajos precios de los commodities agrícolas, que puede durar 10/15 años, debido a las 4 supercosechas de Estados Unidos (los farmers han sembrado este año 36 millones de hectáreas de soja y otras 36 millones de hectáreas de maíz).

Esta época de bajos precios de los productos agrícolas ocurre en el contexto de una demanda excepcionalmente acelerada por ellos. Esto significa que las grandes trasnacionales agroalimentarias tienen una tasa de retorno sobre sus inversiones de capital, cada vez menor, acompañada por un aumento creciente de sus costos marginales de producción, mientras enfrentan la imperiosa necesidad de ampliarla más de 70% en los próximos 15 años.

El resultado es que se exacerba la competencia en el plano mundial; y no hay forma de aumentar los precios agrícolas sin agregar valor a través de nuevos productos. Esto exige multiplicar la inversión científica y tecnológica entre 5 y 8 veces en los próximos 10 años. De ahí la tendencia a la consolidación.

Esta es una nueva época del negocio agroalimentario mundial, y la Argentina, que es uno de los tres países de punta tecnológica y científica del sistema, es parte necesaria e inescindible de esta tendencia fundamental.

Fuente: Clarín, 13/04/17.

Más información:

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