¿Y si gana Donald Trump?

octubre 10, 2016

Percepción de crisis en Estados Unidos

La economía estadounidense frente a una crisis sistémica de envergadura, ante un posible triunfo de Donald Trump. 

Por Jorge Castro.

Un posible triunfo de Trump enfrenta a Estados Unidos con una posible crisis.

Un posible triunfo de Trump enfrenta a Estados Unidos con una posible crisis.

La Reserva Federal prevé una nueva disminución del PBI norteamericano este año, y lo ha reducido a 1,8% anual, por debajo del 2% estimado en junio (el FMI lo ha disminuido todavía más: 1,6%). Agrega una previsión aún más preocupante, y es que la tasa de crecimiento potencial de largo plazo (5/ 10 años) ha caído en una proporción similar. Asciende ahora a 1,8% anual y sería 1,5% por año a partir de 2018.

USA banderaEsto significa que la actual situación depresiva de los Estados Unidos –el nivel de expansión de los últimos 7 años ha sido 2% anual, y cayó a 1,1% en el segundo trimestre de 2016– se prolonga y se proyecta en los próximos 5 a 10 años. Esta fase de recuperación de la economía estadounidense, que comenzó en julio de 2009, es la más débil desde la década del 30.

Lo notable es que se trata de una situación depresiva estable, y por eso se la ha denominado “nueva normalidad”. Pero a medida que esta estabilidad depresiva se extiende, se profundiza la caída de la tasa de crecimiento potencial y se acentúan las simientes de una nueva crisis. Es una estabilidad hondamente desestabilizante.

El futuro se torna en riesgo creciente al volcarse hacia el presente, porque las menores expectativas sobre el crecimiento futuro se convierten en incentivos negativos para la inversión y el consumo, lo que debilita aún más el crecimiento económico. La economía norteamericana –la primera del mundo– está en la búsqueda de una crisis de envergadura, probablemente de carácter sistémico. La cuestión no es si va ocurrir o no una crisis en Estados Unidos –y por extensión en el sistema mundial–, sino cuándo. Ocasiones no faltan, ante todo surge la fecha del 8 de noviembre de 2016, con la posibilidad de un triunfo de Donald Trump.

El límite de lo que está ocurriendo no lo fija el estallido de una crisis, sino lo contrario. La cuestión es saber cuándo el sistema político norteamericano logrará crear una estructura de incentivos capaces de desatar una etapa de expansión económica, con un dinamismo acorde a su fundamento tecnológico, que es a la nueva revolución industrial.

La globalización (1991/2016) muestra cuatro grandes acontecimientos geopolíticos: caída de la Unión Soviética (1991), ingreso de China a la OMC (2001), colapso de Lehman Brothers (2008) y elecciones norteamericanas del 8 de noviembre (2016). Las crisis orgánicas buscan una ocasión. “La crisis no es un rayo en un día de verano, sino el mal tiempo persistente” (Hobbes).

La disminución de las oportunidades de inversión que provoca la caída de la tasa de crecimiento potencial hace que la inmensa masa de capitales disponibles se concentre en las restantes. El Dow Jones alcanzó un récord histórico el 12 de julio de 2016 (18.347,67 puntos); S&P 500 logró su propio récord ese mismo día (2.152,67 puntos) y lo mismo hizo el Nasdaq (5.022,82).

Esto ocurre cuando el rendimiento de los títulos del Tesoro a 10 años ha caído a su menor nivel histórico en julio de este año (1,32% anual), lo que muestra que los inversores unen a su euforia bursátil una creciente preocupación por los equilibrios macroeconómicos. El nivel de los treasuries indica que el mercado percibe que EE.UU. enfrenta una perspectiva inminente de crisis grave. Wall Street es un sistema hipersofisticado de percepción de riesgos, donde “euforia y miedo” están estrechamente vinculados. No se trata de categorías psicológicas. Wall Street carece de aparato psíquico.

La falta de oportunidades de inversión acentúa la tendencia a la concentración de la riqueza en el segmento de arriba de la pirámide social, al tiempo que agrava la caída de la demanda doméstica y profundiza la estabilidad depresiva estadounidense.

La política de bajísimas tasas de interés de la Reserva Federal (0,25%/0,5% anual) no ha provocado la excepcional hiperliquidez del mercado financiero internacional, sino que es su consecuencia. El orden de los factores es esencial al producto.

Fuente: Clarín, 09/10/16.

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La revolución del shale gas en Estados Unidos

octubre 6, 2016

La revolución del shale gas en EE.UU.

 Por Jorge Castro.

Jorge CastroLa producción de shale gas en Estados Unidos ha reducido sus costos entre un 40% y un 50% en los últimos 2 años. Incluso en algunos estados, ante todo Texas, ha logrado costos de extracción propios de Arabia Saudita (U$S 2,5 por barril), al tiempo que ha comenzado el envío de gas liquido (LNC) estadounidense a los mercados de Dubai, Kuwait y Emiratos Arabes.

Los costos de la energía renovable, en especial los de nuevo tipo (solar, eólica, biocombustibles), han caído 20% anual en los últimos 6 años, lo que implica un precio de U$S 0,03 por kilowatt/hora en la energía solar.

Aún así, la energía renovable proveyó solo 2,5% de la demanda mundial en 2015. Pero se multiplican los indicios de que está en marcha un giro estratégico fundamental, con un vuelco acelerado hacia los combustibles renovables. Las grandes trasnacionales prevén que serán los insumos primordiales en tres décadas.

El incentivo principal de este vuelco estratégico es la irrupción del cambio climático, sobre todo tras el acontecimiento geopolítico que fue la Cumbre de París (diciembre de 2015), en la que participaron 195 países.

El shale en Estados Unidos no existía hace 10 años, y ahora encabeza nuevamente el proceso de innovación energética mundial. Si el barril de petróleo trepa a U$S 60 en los próximos 2 años más de 65% de la producción de shale vuelve a ser competitiva a escala global, por encima de los precios de Arabia Saudita.

En los campos de Eagle Ford (en el sur de Texas y en el norte de México), el shale se torna competitivo a U$S 48 el barril, en tanto que en la Cuenca del Permian (oeste de Texas) basta un barril a U$S 39.

Medio Oriente ha perdido su condición de eje de la producción petrolera global en los últimos 6 años y su lugar lo ha ocupado Estados Unidos, shale mediante.

Arabia Saudita produce 10,6 millones de barriles por día. Hace 2 años, dejó caer deliberadamente el precio del crudo (U$S 27 por barril en febrero de 2016), con el objetivo de aplastar al shale estadounidense, cualquiera fuera el costo financiero.

La política saudita ha fracasado. Pero más de U$S 200.000 millones de nuevos proyectos han sido postergados indefinidamente y 46 de los principales han resultado cancelados, en especial en las aéreas de altos costos de extracción (por ejemplo en Rusia, Golfo de México, pre-sal de Brasil, entre otros).

Un indicio de la excepcional productividad del shale de Estados Unidos es que la producción ha aumentado 35% en los últimos 3 años, a pesar de que más de 30% de los pozos han sido clausurados en ese período.

Arabia Saudita es el mayor petroestado del mundo. El FMI estima que el déficit fiscal saudita alcanzaría a 20% del producto (U$S 140.000 millones) en 2016.

El petróleo provee más de 90% de sus ingresos fiscales; y el punto de equilibrio del precio del petróleo que necesita es U$S 106 el barril (el precio de equilibrio en Venezuela es U$S 150/barril). Las reservas del Banco Central de Saudi Arabia ascendieron a U$S 672.000 millones en mayo de 2016, y caen un promedio de U$S 12.000 millones mensuales.

Lo que está ocurriendo en el negocio petrolero mundial es uno de los grandes cambios geopolíticos del siglo XXI y tiene una enorme influencia en el agro porque impacta en las cotizaciones de los granos, en el mercado de los fertilizantes y es un insumo estratégico.

Fuente: Clarín, 30/09/16.

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El impacto de China sobre el comercio global

octubre 2, 2016

China cambia el comercio global

El año pasado, 128 millones de turistas chinos viajaron al exterior y gastaron US$292.000 millones, o sea, US$8.870 por viaje y persona, superior al gasto de los turistas norteamericanos y alemanes.

Por Jorge Castro.

chinaEl comercio internacional muestra este año dos factores disruptivos: los servicios representan un porcentaje mayor que los bienes físicos en el alza del intercambio global; y es la primera vez que esto sucede en la historia del capitalismo desde la revolución industrial (1780-1840).

El Organismo de Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo (UNCTAD) señala que la suma de turismo, entretenimiento y servicios empresarios fue responsable de 62% del auge del comercio internacional en 2014, mientras que los bienes industriales representaron 38%. Esta pauta se repite desde entonces.

La proporción fue exactamente la contraria en 2013: la manufactura ascendió a 62% y a 38% los servicios. En el período 2006-2011, los servicios nunca superaron la barrera de 15% anual.

La segunda anomalía es que el volumen del comercio global aumentaría sólo 1,7% anual, por debajo del auge del PBI mundial (2,1% en el año / OMC). Es la primera vez que sucede desde 2001, cuando se incorporó China a la OMC. A partir de ese momento – y hasta 2010 –, el comercio internacional chino aumentó 30% por año, y convirtió a la República Popular en la primera exportadora mundial de manufacturas, eje del proceso de globalización.

El intercambio global de mercancías se expandió 1,1% anual en el primer trimestre de 2016 (en volumen), que implicó una caída de 30% respecto al año anterior; y desmintió la regla histórica vigente a partir de 1991 (caída de la Unión Soviética), que afirmaba que el comercio internacional crecía el doble que el PBI global, y se expandía al triple la inversión de las empresas transnacionales (ETN’s). Por eso más de 80% del intercambio mundial es hoy obra de las ETN’s integradas en las cadenas globales de valor.

Las importaciones de los países emergentes representaron 75% del incremento de las compras globales entre 2011 y 2013 (+6% anual). Pero a partir de 2014 las importaciones mundiales crecieron sólo 0,4% por año, y el capitalismo avanzado fue responsable del 91% del incremento.

EE.UU., Europa y Japón experimentaron en esta etapa situaciones recesivas o de bajo crecimiento. En el caso norteamericano, el PBI aumentó 1,1% anual en el segundo trimestre de 2016, el nivel más bajo en los últimos 6 años.

En este período 2009-2015, China dejó de crecer sobre la base del aumento del comercio internacional y el alza de la tasa de inversión. Así, el saldo neto de la cuenta corriente resultó nulo o negativo como contribución al crecimiento económico.

En cambio aumentó exponencialmente el turismo al exterior. El año pasado, 128 millones de turistas chinos viajaron por el mundo, y gastaron US$292.000 millones, con una inversión de US$8.870 por viaje y persona, por encima del gasto de los turistas norteamericanos y alemanes.

Hay una relación directa entre caída del comercio internacional y emergencia de una nueva revolución industrial (fusión digitalizada de la manufactura y los servicios), que ha provocado la eliminación definitiva del crecimiento industrial en los países emergentes sobre la base de la sustitución de importaciones, debido a su bajísimo nivel de productividad. Esto ha desatado intensos procesos de “desindustrialización” en los países de industrialización sustitutiva (caso Brasil).

Las exportaciones manufactureras del mundo emergente eran el principal canal de expansión del intercambio global en la etapa previa a la crisis financiera internacional 2008-2009.

China se ha convertido ahora – turismo mediante –, en la principal exportadora mundial de servicios, al tiempo que lidera, con EE. UU. y Alemania, la nueva revolución industrial. De ahí que los productos industriales de nuevo tipo que exporta posean un nivel de productividad 2 o 3 veces superior a los de la fase previa de producción manufacturera, debido a su mayor densidad tecnológica.

Todo indica que el papel mundial de China en el capitalismo avanzado recién comienza.

Fuente: Clarín, 02/10/16.

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Capitalismo concentrado

septiembre 26, 2016

El capitalismo se concentra más

La innovación revierte la ley de rendimientos decrecientes del capitalismo, que lo empuja a un estancamiento secular.

Por Jorge Castro.

Jorge CastroLas 100 mayores compañías norteamericanas generaban 33% del PBI en 1994, y ese porcentaje había trepado a 46% en 2013. Los 5 principales bancos de EE.UU. disponían de 25% de los activos financieros en 2000 y los duplicaron en 2013.

Ford, General Motors y Chrysler disponían de un nivel combinado de capitalización de US$36.000 millones en 1990, en tanto ocupaban a 1,2 millones de trabajadores. Apple, Microsoft y Amazon superaban una capitalización de US$1 billón en 2014 y tenían 137.000 empleados, la mitad fuera de EE.UU.

El año pasado, las compras y fusiones (M&A), instrumento que utilizan las empresas transnacionales (ETN) para realizar el proceso de concentración/centralización, fueron récord histórico, y alcanzaron a US$4,7 billones. Excedieron el PBI de todas las naciones salvo dos: EE.UU. y China.

El valor de las M&A creció más de 30% respecto a 2014 (US$3,4 billones) y dejó atrás el récord de 2007 (US$4,3 billones), tendencia que culminó la semana pasada con la compra de Monsanto por Bayer en US$66.000 millones.

La concentración en el capitalismo se acentúa cuando la competencia se acelera, y la forma de competir es a través de la inversión de capital. La empresa que no dispone de las sumas necesarias para hacerlo quedará fuera del mercado o será adquirida.

El incentivo fundamental para intensificar el proceso de concentración no es la necesidad de aumentar las operaciones frente a un mercado mundial en expansión, sino que responde al imperativo de innovar, que es la forma de competir en el capitalismo avanzado. Esto obliga a multiplicar las inversiones de capital, sobre todo en investigación científica y tecnológica (I&D).

La concentración no disminuye la competencia, sino que, por el contrario, la exacerba. Es lo que sucede cuando estalla una nueva revolución tecnológica, como pasa con la “nube” o cloud computing en el momento actual.

En una etapa de revolución tecnológica el mercado que importa es el que todavía no existe, aunque está configurado en el terreno de lo posible. Facebook compró WhatsApp en US$22.000 millones en 2014, para utilizar sus servicios de mensajería en los 1.400 millones de usuarios que tendría en 2020 (el plantel de WhatsApp eran 99 empleados en 2014).

El costo marginal de ampliar los nuevos mercados virtuales es prácticamente cero. De ahí que las ETN high-tech realicen toda su inversión en capital, porque éste es el nuevo mercado. Mark Zuckerberg dice: “Hay que moverse rápido y quebrar cosas”. El capitalismo avanza por el lado de la oferta, no de la demanda. La regla es que la oferta crea su propia demanda.

La industria high-tech desató un nuevo ciclo de inversiones y desde sus plataformas hiperconectadas se dirigen a transformar actividades enteras. Más de medio millón de personas utilizan ya los servicios financieros de Alibaba (Alipay), y Amazon/AWS se ha propuesto transformar los medios de comunicación (Washington Post).

Esta tendencia a la concentración se revela en los siguientes datos: AWS tiene más de 1/3 del mercado de cloud computing en el mundo y Google procesa 4.000 millones de búsquedas por día. Ambas compañías crecen 50% por año.

Cada una de las 100 mayores ETN estadounidenses controla 20 holdings y dispone de 500 asociadas o afiliadas que operan en no menos de 50 países (UNCTAD) y es la cabeza de una cadena global de producción, en constante proceso de competencia e integración con las restantes cadenas globales de valor. Los ingresos de General Electric (GE) fuera de EE.UU. ascendieron a US$4.800 millones en 1980, y treparon a US$65.000 millones en 2015.

La innovación es lo que revierte la ley de rendimientos decrecientes del capitalismo, que lo empuja a un destino inexorable de estancamiento secular. El mundo que viene –concentración mediante– es cada vez más complejo, diferenciado y rico.

Fuente: Clarín, 25/09/16.

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La mutación del comercio internacional

septiembre 18, 2016

La caída del comercio internacional

El intercambio de bienes físicos cayó, pero aumentó de manera exponencial el flujo de datos de la economía digital.

Por Jorge Castro.

Jorge Castro

El comercio internacional disminuyó en valor 13,8% en 2015 medido en dólares constantes, la mayor caída desde 2008-2009 (crisis Lehman Brothers), mientras que aumentó 2,5% anual en volumen, por debajo del auge de la economía global (3,1%). Esto mismo es lo que ha ocurrido en los últimos 6 años y constituye una pauta no experimentada desde la década del’70.

La regla de los 15 años previos a 2008 ha sido que el comercio internacional crecía el doble que el PBI mundial, en tanto aumentaba el triple la inversión extranjera directa (IED) de las empresas transnacionales (ETN).

Esta era la ecuación básica de la globalización. Por eso, el comercio internacional –sumando exportaciones e importaciones– era en más de 80% obra del intercambio de las ETN entre sí, cada vez más integradas en un mismo sistema de producción internacional.

Las ETN ascendieron a 88.000 en 2015, y contaron con 600.000 asociadas y afiliadas en todo el mundo. Disponen de 3% de la fuerza de trabajo mundial, pero originan más de 80% del alza global de la productividad. Como sistema integrado, son sólo 15% de la economía internacional.

La causa inmediata de la caída del comercio internacional es la desaceleración de la economía china (pasó de 11% en 2007 a 6,5% en 2015) y de su consecuencia inmediata, el derrumbe del mercado mundial de commodities (se ha hundido más de 40% en los últimos 5 años).

De ahí que el canal del comercio global que más ha disminuido (60%) es el Sur-Sur (Asia-América Latina/China-Brasil). Pero mientras el intercambio de bienes ha disminuido sistemáticamente, ha aumentado como contrapartida en forma exponencial el flujo de datos de la economía digital, sobre todo a través del comercio por Internet (e-commerce).

Web 3.0 - Die Zukunft der Zukunft im InternetAsí, se ha duplicado el flujo de información digitalizada entre 2013 y 2015 y ha alcanzado ahora a 290 terabytes por segundo (+30% anual). Esto significa que ha aumentado 20 veces entre 2008 y 2016 y tiende a crecer 60% por año a partir de 2018 (McKinsey).

Esto tiene una conclusión: la fase histórica de la acumulación capitalista fundada en el intercambio de bienes físicos y la expansión de las empresas transnacionales se ha agotado.

Implica que la globalización, como interconectividad e integración del sistema, se profundiza aceleradamente. El resultado es que el flujo de valor agregado de la economía digital asciende ya a US$2,8 billones por año, con una tasa de crecimiento similar a la de su expansión (30% anual).

La historia del comercio internacional de bienes y servicios en la era de la globalización (1991-2008) se puede formular en los siguientes términos: ha aumentado más de US$20 billones en tres décadas, y ha pasado de US$4 billones en 1990 a US$24 billones en 2014. Era 20% del PBI mundial en 1991 y trepó a 30% en 2015 (UNCTAD).

Dentro del comercio internacional, 15% del total es ya intercambio digitalizado, que alcanzaría a 20% en 4 años, para extenderse a 50% en 2030. La economía mundial se transforma en virtual en este período.

Los actores de la nueva fase de la globalización –esencialmente digitalizada– ya no son las compañías transnacionales, sino nuevas empresas –ante todo pequeñas y medianas– que utilizan el e-commerce como plataforma de producción y reproducción, convertido en la electricidad de la época.

Esto coincide con la aparición en gran escala de una ola antiglobalización y anticomercio internacional en EE. UU. (Donald Trump/ Bernie Sanders) y Europa (Brexit). Se trata de una reacción contra el pasado. Es el rechazo a una fase histórica que en lo esencial ha terminado. El conocimiento sólo surge al atardecer, y la protesta también.

El futuro transforma al presente. La nueva revolución industrial digitaliza completamente la manufactura y los servicios, y los convierte en un código de señales virtualmente transmitido.

Lo real no es sólo lo actual, sino también lo posible; y en el mundo de hoy, lo virtual ha adquirido más realidad que el presente.

Fuente: Clarín, 18/09/16.

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La inversión, prioridad en Estados Unidos

septiembre 4, 2016

La inversión, prioridad en EE.UU.

El proceso de acumulación de capital (maquinarias, equipos, capital intelectual) prácticamente ya se ha frenado.

Por Jorge Castro.

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EE.UU. dispone virtualmente de pleno empleo (4,7% de desocupación) y la inflación ha sido menos de 1% anual en los 12 meses previos, en tanto la subyacente (core) es 1,6% y treparía a 2% en diciembre.

Por eso la Reserva Federal anunció que se reinicia el ciclo de alza de las tasas de interés, quizás en septiembre. Sucede que el nivel de crecimiento (1,1% anual en el segundo trimestre) es el más bajo de todas las fases de recuperación desde la Segunda Guerra Mundial, debido a una caída de más de 2 puntos porcentuales de la tasa de inversión (14,7% del PBI en 2000/ 12,9% en 2015), el menor nivel en 3 décadas.

El proceso de acumulación de capital (maquinarias, equipos, capital intelectual) estadounidense prácticamente se ha frenado; y en el modo capitalista de producción lo decisivo es el crecimiento económico, no los equilibrios macroeconómicos o financieros.

El poder de EE.UU. depende de su tasa de formación de capital: Y si el primer país del mundo acumula menos de 1% de capital por año, significa que renunció a la primacía. El capitalismo es un mecanismo de acumulación y un sistema de hegemonía al mismo tiempo.

EE.UU. necesita crecer 3%/4% por año para enfrentar su principal debilidad estructural, que es la bajísima tasa de participación laboral (61,7% en 2015/65,4% en 2000), que hace que 1 de cada 4 hombres en condiciones de trabajar haya dejado de buscar empleo.

La siguiente falla estructural de EE.UU. es el retroceso de los ingresos de la clase media (-30% en 20 años), cuyo componente fundamental es la trituración que experimentan los trabajadores industriales, sometidos a una combinación letal de reducción en sus filas, menores salarios y pérdida de autoestima, mezcla tóxica convertida en el mayor factor revulsivo de la política norteamericana (Donald Trump/ Bernie Sanders).

Las compañías estadounidenses cuentan en el exterior con un stock de capitales inmediatamente disponibles por US$2,1 billones. Entre ellas, 8 de las grandes high-tech encabezadas por Apple, Microsoft, Google y Facebook, tienen ganancias acumuladas por US$500.000 millones (+US$64.000 millones en 2015). Apple sola posee US$215.000 millones. Los titulares de S&P500 tienen a la vista U$S1,2 billones en el sistema financiero regulado por la Reserva Federal.

EE.UU. es el único país avanzado que impone tributos a sus empresas por sus ganancias en el exterior, lo que hace que paguen dos veces por los mismos ingresos. También ha fijado el mayor impuesto a las ganancias del G-7 (39%).

La doble imposición surgió en una fase previa del proceso de globalización, cuando EE.UU. era el eje de la demanda global (1948-2008), mientras que la tasa del 39% nació en la década del 60 (Gran Sociedad/Lyndon Johnson); y ambas han quedado definitivamente atrás. Son historia.

Las transnacionales norteamericanas despliegan en EE.UU. entre 50% y 60% de su producción, con un porcentaje superior de productividad. Por esta circunstancia, la doble imposición implica una pérdida de competitividad de 30% o más, y la consecuencia es la negativa a invertir.

La débil expansión norteamericana es una creación local, no global. Es obra de la relación existente entre Estado y economía privada, mediada por un sistema impositivo anacrónico. Esta disparidad coincidió a partir de 2001 con el mayor nivel de gasto público de la historia de EE.UU. La deuda pública creció 50 puntos porcentuales (pp.) en 3 décadas: era 58% del PBI en 1980 y ha trepado ahora a 105% (U$S19 billones). El presupuesto 2016 asciende a US$3,95 billones.

Si EE.UU. se vuelca hacia adentro y opta por invertir internamente la inmensa masa de capitales de que dispone en el exterior, sería lo mejor para la economía mundial. La ayudaría a superar la trampa de estancamiento estructural en la que se encuentra sumergida. No hay riesgo de aislacionismo en esta decisión. EE.UU. no se puede aislar de sí mismo en el siglo XXI.

Fuente: Clarín, 04/09/16.

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El impacto de la Nube en la economía global

agosto 14, 2016

“Nube”: la nueva revolución industrial

Por Jorge Castro.

El rol de Amazon y la “nube” en la actual configuración del capitalismo. Punto de partida de la nueva revolución industrial.

El núcleo del capitalismo avanzado del siglo XXI está constituido por cinco gigantescas plataformas de hipercomputación: Amazon, Apple, Facebook, Google y Alibaba (4 norteamericanas, 1 china), que cubren el planeta entero y cuentan con más de 5.000 millones de usuarios superpuestos, 70% de la población mundial.

cloud computingSe trata de espacios digitalizados de conexión superintensiva entre consumidores y productores, destinados al intercambio de bienes, servicios e informaciones a escala global. Lo hacen a través de la creación de mercados especializados y altamente expansivos, que son nichos específicos del mercado mundial.

Amazon (AWS) es la plataforma decisiva porque canaliza la nueva revolución tecnológica más allá de Internet, que es la “nube” o cloud computing. AWS invirtió US$9.500 millones en 2015 para ampliar sus redes de servers ubicadas en 41 países. Por eso, su stock de capital es 4 veces superior al de sus 4 principales competidores (Microsoft, Google, entre otros) sumados.

Así ha logrado aumentar su capacidad de procesamiento de la información más de 400% en los últimos 6 años. La “nube” se ha convertido en la plataforma de las plataformas, infraestructura básica de la nueva economía global.

Los clientes directos de AWS son más de 50% de las compañías S&P500, 80% de las startups estadounidenses y 900 agencias estatales norteamericanas (Pentágono, CIA, entre otras).

La clave de AWS no es el nivel de ganancias sino el gigantesco e incesante proceso de inversión de capital que realiza, con el objetivo de ampliar la plataforma global de computación y mantener el liderazgo de la nueva etapa histórica.

En la “nube” se procesa la nueva revolución industrial, que es un emprendimiento altamente disruptivo de reestructuración generalizada de la manufactura y los servicios, convertida en el signo productivo del actual momento.

Al tornarse pública en Wall Street, Alibaba mostró una cotización de US$100,5 por acción, que implicó una capitalización de US$247.000 millones, una de las 10 mayores de la historia bursátil norteamericana.

Alibaba canaliza el desarrollo explosivo del comercio por Internet en China, y crecientemente el alza del intercambio global. El e-commerce chino tramita hoy 12% del comercio internacional (OMC), que sería 20% en 2020, y aumenta 59% por año. El comercio chino por Internet es hoy 40% del total mundial (el doble que en EE.UU.), y sería 50% del total en 2018, más que el resto del mundo sumado.

Pero Alibaba es la excepción, no la regla, en las plataformas de alta tecnología. La regla es norteamericana. EE.UU. ha sido hasta ahora la fuente de la innovación tecnológica del capitalismo avanzado. Sin embargo, el número de startups por cada 100.000 habitantes ha caído más de la mitad entre 1977 y 2015 (160/60).

Además, más de 60% de las startups en EE.UU. surgen en sólo 20 condados, situados en la costa Este y Oeste, más Austin (Texas). El resto de EE.UU. parece un páramo desde el punto de vista innovador. La gran excepción ha sido en los últimos 10 años la explosión de shale gas y shale oil en Dakota del Norte, Texas, Utah y Pensilvania.

EE.UU. no producía un barril de shale en 2004 y logró 4,5 millones de barriles diarios (b/d) en 2010; y pasó de depender del petróleo importado en más de 60% a obtener el autoabastecimiento en 4 años.

La disminución del número de startups coincide con la caída de la productividad, que ascendió este año a +0,5% anual, tras haber logrado un nivel de 3% por año entre 1993 y 2003, y caer luego a 1,5% anual hasta derrumbarse a los niveles actuales.

Edmund S. Phelps ha advertido que la innovación es un fenómeno social y cultural, no tecnológico. Cuando se limita a la alta tecnología, es que se ha agotado en la sociedad.

Si esto es cierto, una etapa de la historia norteamericana ha quedado atrás.

Fuente: Clarín, 14/08/16.

Cloud Computing: Cómo Ganar Dinero en la Nube

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Los sectores medios: Los perdedores de la globalización

julio 21, 2016

Los perdedores de la globalización

Por Jorge Castro.

La unificación del sistema capitalista en 1991 duplicó la fuerza de trabajo global que pasó de 1.500 a 3.500 millones de personas.

clase media

Los tres precandidatos presidenciales de EE.UU., Hillary Clinton, Donald Trump, Bernie Sanders, se oponen al Tratado del TransPacífico (TPP), el acuerdo de libre comercio suscripto por el gobierno de Barack Obama y 11 países de la región, incluyendo Japón.

Jorge Castro

Jorge Castro

El TPP es el mayor pacto comercial sellado a partir de 2001 y abarca 40% del PBI mundial, en la región de más rápido crecimiento de la historia del capitalismo. Ha sido creado a instancia de EE.UU., como instrumento geopolítico de contención de China.

El rechazo al TPP entre republicanos y demócratas se eleva a 70% / 80% en los votantes de sus primarias; y un porcentaje similar ha manifestado su insatisfacción en el Congreso de Washington.

Este año se cierra un ciclo iniciado en 1991, cuando la caída de la Unión Soviética generó la unificación del sistema y desató el proceso de globalización del capitalismo, al abarcar a los grandes países del continente asiático por primera vez en la historia.

El primer efecto económico de la unificación del sistema fue la duplicación de la fuerza de trabajo mundial, que pasó de 1.500 millones de trabajadores en 1990 a 3.500 millones tres años después. Esto modificó la ecuación básica de la acumulación capitalista, y le otorgó un rumbo nítido a la época.

El resultado fue que el nivel de ganancias del sector capitalista se multiplicó por dos, mientras que el fondo salarial de los trabajadores cayó a la mitad, inaugurando la etapa de mayor rentabilidad de la historia del capitalismo desde la Revolución Industrial.

Los grandes beneficiarios de la disminución del costo laboral han sido China e India, que al irrumpir en el mercado mundial han invertido los términos de intercambio globales (relación entre el precio de las exportaciones vs. el de las importaciones).

Al hacerlo, incrementaron el ingreso per cápita de los grandes países emergentes de Asia durante 30 años, y esto le permitió a China extraer de la pobreza extrema a más de 600 millones de personas, y a 190 millones India. Por eso, la República Popular se ha convertido en la más extraordinaria reductora de la pobreza de la historia mundial.

La duplicación de la fuerza de trabajo global disminuyó la estructura de costos de la producción industrial y fijó el piso de la competitividad en el mundo en el nivel asiático. En este período, los trabajadores industriales de EE.UU. y Europa han visto sus ingresos reales (ajustados por la inflación) estancados o en retroceso desde 1991.

El cuadro que surgió de este cruce de tendencias es el siguiente: el 1% de arriba de la pirámide global ha visto sus ingresos incrementados en más de 60% entre 1988 y 2008 (Banco Mundial), pero los mayores beneficiarios han sido las nuevas clases medias de los países emergentes, con un alza de más de 80% para 200 millones de chinos, 90 millones de indios y 30 millones de brasileños, indonesios y egipcios, que han resultado los grandes ganadores del proceso de globalización.

También ha mejorado la situación del 30% de abajo, con alzas en sus ingresos de 40% / 70%, con la excepción del 5% de la extrema pobreza, cuyos ingresos no han crecido, aunque su número se ha reducido a menos de la mitad. La pobreza extrema – US$1,25 por día / PPP – ha caído 10 puntos en 20 años.

La gran perdedora ha sido la clase media de los países avanzados, en especial los trabajadores industriales, cuyos ingresos han crecido en todos los casos por debajo del alza de la productividad.

clase mediaLa globalización ha creado un escaso número de perdedores, pero éstos están concentrados prácticamente en su totalidad en los países avanzados.

Este desequilibrio estructural ha adquirido un carácter explosivo a partir de la crisis financiera internacional 2008-2009. De ahí el resultado del referendo británico, donde el factor decisivo en el triunfo de la opción “por salir” han sido los trabajadores industriales del norte de Inglaterra. De ahí también el probable triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EE.UU. el próximo primer martes de noviembre.

Fuente: Clarín, 17/07/16.


Más información:

Video: El Futuro del Trabajo en el Siglo XXI

Diez claves sobre el Trabajo del Futuro

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El peso de las tasas negativas

julio 3, 2016

Los capitales, a tasas negativas

El Reino Unido actuó como adelantado en la política de EE.UU. Si la pauta se mantiene, el Brexit anticiparía un triunfo de Trump.

 Por Jorge Castro.

tasas negativasYa ascienden a US$10,4 billones los bonos soberanos cubiertos por tasas de interés negativas, ya representan 25% del PBI mundial, y si se le suman los títulos abarcados por tasas entre 0% y 1% anual, el total implica más de 40% del producto global.

Son las tasas de interés más bajas de la historia, con un rendimiento promedio de 0,67% anual a escala global. Significa que casi la mitad de los inversores del mundo pagan por el privilegio de prestarles a los gobiernos, lo que incluye prácticamente a la totalidad de los europeos (+0,38% anual) y japoneses (-1,3% por año), mientras que el rendimiento de los títulos del Tesoro norteamericano a 10 años alcanzó a +1,16% anual, el menor en 4 décadas.

El resultado es que aumenta la hiperliquidez del sistema financiero internacional y se acentúa la presión deflacionaria sobre la economía global, disminuyendo así la previsión de crecimiento para este año, que sería 2,5% anual (-0,5% respecto a los pronósticos de enero 2016). Lo más significativo es que disminuye la tasa global de crecimiento potencial, que ahora sería 2,5% por año y se reduciría a 2% a partir de 2020.

El vuelco de los capitales del mundo a las zonas con las tasas de interés negativas se desató en la tercera semana de junio por un acontecimiento geopolítico, la posibilidad cierta –confirmada luego– de que Gran Bretaña saliese de la Unión Europea (UE), lo que implicaría una derrota del statu quo británico, respaldado por todos los organismos internacionales –FMI, Banco Mundial, OCDE–, incluyendo el G-20, plataforma de gobernabilidad del sistema mundial.

La derrota del “Sí” en Gran Bretaña (“permanecer en Europa”) abre un periodo histórico de intensa incertidumbre –aguda crisis–, que desencadena una nueva situación mundial de rasgos desconocidos, ciertamente novedosa.

El Reino Unido ha actuado históricamente como adelantado de EE.UU. en la política mundial (Churchill/Roosevelt /Thatcher/ Reagan). Si esa pauta se mantiene, el Brexit anticiparía un triunfo de Donald Trump el primer martes de noviembre.

En términos de crisis mundial, esta posibilidad tendría un carácter cualitativamente superior al Brexit, y equivaldría –metáfora adecuada– a la caída de la Unión Soviética en 1991.

A medida que la crisis se profundiza, los riesgos aumentan. Goldman Sachs estima que si los títulos del Tesoro estadounidense aumentan su rendimiento 1 punto porcentual –lo que implica que su precio caería en forma proporcional–, las pérdidas superarían US$1 billón; y si igual fenómeno ocurre con los títulos europeos y japoneses, el saldo negativo alcanzaría a US$3 billones o más, nivel superior al quebranto experimentado en 2008 (Lehman Brothers).

Lo que sucede no es una aguda disrupción financiera provocada por el Brexit, sino una crisis de gobernabilidad que afecta al sistema en su conjunto en un mundo completamente unificado, sin distinción entre países avanzados y emergentes.

La causa de fondo de la deflación mundial es la desaceleración de la economía china (+6,5% en 2015/ +11% en 2007), y la razón decisiva de la hiperliquidez es la conversión del ahorro chino (US$5 billones) en ahorro global, a través del proceso de internacionalización del renminbi.

Este año, con epicentro en dos acontecimientos geopolíticos –Brexit británico/eventual triunfo de Trump en EE.UU.–, las raíces del sistema se ponen en juego, con un cambio cualitativo de las condiciones mundiales.

Los Estados nacionales surgieron para enfrentar la desintegración de Europa generada por la Guerra de los 30 años (1618-1648). Quizás el Estado mundial –cuya plataforma inicial es el G-20– nazca este año, como un punto de inflexión en la historia del mundo.

Fuente: Clarín, 03/07/16.


Más información: El impacto global de la baja de las tasas de interés

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La innovación es la clave de China

junio 19, 2016

La innovación es la clave de China

El crecimiento económico no significa un suba del PBI nominal, sino un verdadero cambio de estructuras.

Por Jorge Castro.

chinaLa economía china es la segunda del mundo medida en dólares constantes (US$11,4 billones) después de EE.UU. (US$17,4 billones); y es la primera, si el PBI se mide por capacidad de compra doméstica (US$17,6 billones).

Por eso, si China crece 7% anual (en 20015 se expandió 6,9%), el producto aumenta US$800.000 millones por año, lo que implica un auge superior al 10% anual que experimentó en 2010. Allí culminó la década de crecimiento excepcional iniciada en 2001 (ingreso en la OMC), cuando la tasa promedio de alza fue 11% por año.

De ahí que el producto se haya duplicado entre 2008-2015 y que China crezca, metafóricamente, una Australia (US$1,6 billones) cada dos años y un Reino Unido (US$2,6 billones) cada tres.

El resultado es que la creación de empleo es mayor ahora que cuando se expandía 11% anual. En 2007, (+11% en el año), China generó 10 millones de puestos de trabajo; y en 2015 (6,9% anual) creó 13 millones de empleos urbanos.

El crecimiento no es sinónimo de auge del PBI nominal, sino de cambio de estructuras, con transferencia del capital y el trabajo desde los sectores de menor productividad a los de mayor eficacia productiva.

Este proceso –“destrucción creadora”– equivale al alza de la productividad de todos los factores (PTF), donde lo decisivo no es el incremento de uno u otro (capital/trabajo), sino la aparición de lo nuevo y cualitativamente distinto: innovación.

La totalidad del transporte urbano será eléctrico en las grandes ciudades chinas en 2020, y lo mismo ocurrirá en todo el país 10 años después. Entonces, 30% de los automotores vendidos serán eléctricos o híbridos y treparan a 60% en 2040.

La clave de lo que pasa en China no es la creación de empleo (fuerza de trabajo), sino la conversión de sus 900 millones de trabajadores en emprendedores, que son innovadores creadores de valor.

China intenta una novedad histórica. No es la creación de puestos de trabajo en gran escala. Ha desatado una campaña de masas destinada a liquidar la relación salarial en términos históricos, quiere terminar con el núcleo de la acumulación capitalista desde la Revolución Industrial (1780-1840).

Trata de activar la sociedad civil y convertir en objetivos de vida del pueblo chino a la creatividad y la innovación. El instrumento de esta empresa histórica es el comercio online. Los nuevos emprendedores que colocan sus productos on-line aumentan 4 millones por año, y los venden desde allí al mundo. Más de 40 millones de emprendedores online han surgido a partir de 2009.

La experiencia china indica que el desarrollo es una forma avanzada de dinamismo social, una manifestación de energía dotada de contenido económico, que provoca mayor demanda, más consumo y alza de la inversión.

Por eso han eliminado prácticamente todos los requisitos para crear nuevas empresas. En los primeros 6 meses de 2015 surgieron 8 millones de compañías (+61% que en 2014); y entre el 70% y el 75% aparecieron en los servicios.

El producto chino se multiplicó por 4 entre 2002 y 2012 (US$2 billones a US$8,7 billones); y el gasto en investigación y desarrollo (I&D) científico y tecnológico pasó de 1% a 2% del PBI: se multiplicó por 8 en términos reales.

Las patentes reconocidas internacionalmente aumentaron 17,4% por año desde 2007, las publicaciones científicas crecieron 22,9% anual, los graduados en ciencias duras eran 1.337.000 en 2002 y treparon a 6.081.600 en 2012 (+ 16,4% anual), en tanto los PhD se elevaron 6 veces (80.800 en 2002 a 486.500 en 2012).

No hay “modelos” en China. Lo más importante es el camino – eterno creador de novedades –, no los resultados, provisorios por definición.

Fuente: Clarín, 19/06/16.

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