Más dudas en el caso Nisman

febrero 18, 2015

Más nubarrones sobre la muerte del fiscal

Por Eduardo van der Kooy.

No reaccionó bien Viviana Fein. La fiscal de la causa sobre la muerte de Alberto Nisman advirtió que la testigo público, Natalia Jimena Fernández, “deberá hacerse cargo” acerca de su relato sobre lo que aconteció en el departamento de Puerto Madero la madrugada del 19 de enero. Fein señaló, además, que la descripción de la joven que trabaja de camarera en la zona (anticipada por Clarín) fue falsa y descabellada. Arriesgó, incluso, que podrían haberle “plantado” a la testigo. Como insinuando alguna trama conspirativa.

Fernández contó lo que vio y padeció. Porque fue llevada de prepo por Prefectura a la escena de la tragedia donde habría permanecido casi 7 horas. Puede haber distorsionado imágenes, producto quizás del desconocimiento, de la hora y la horrible circunstancia. Pero lo que la testigo describió pareció encajar a la perfección con lo que cualquier observador externo, incluído el periodismo, imaginó que podía haber ocurrido en Puerto Madero ni bien el destino del fiscal muerto se convirtió en un enigma.

dudas 02Desde la conducta incomprensible de su custodia, defendida por la ministro de Seguridad María Cecilia Rodríguez, hasta la búsqueda de la señora Sara Garfunkel –la madre de Nisman– para ingresar al departamento, la larga presencia del secretario de Seguridad, Sergio Berni y el exilio en Israel del periodista (Damián Patcher) por detonar la primicia en tuiter. En ninguna de esas conductas habría rasgos de razonabilidad.

En vez de enfadarse, la fiscal Fein debió pensar antes en la desprotección de Fernández. En el abandono que fue dejada después de ser obligada a transformarse en testigo. Dijo que vive bajo miedo y ahora se animó a pedir resguardo.

La fiscal Fein debió pensar en la desprotección de la testigo, en el abandono en que fue dejada.

No era la testigo de un accidente callejero o un choque entre automóviles. Fue quien estuvo en el lugar donde misteriosamente murió Nisman, que acusó a Cristina Fernández y al canciller Héctor Timerman por presunto encubrimiento terrorista por el atentado en la AMIA en 1994, que dejó 85 muertos. El fiscal debía concurrir al Congreso el lunes 19 a explicar su denuncia.

Nadie estaría colocando en duda la buena voluntad de Fein para enfrentar el caso mas difícil de su carrera en la Justicia. Pero estaría claro que las divisiones en el Poder Judicial y el comportamiento del Gobierno, ajeno a lo que pasa con el esclarecimiento de la tragedia, la ayudarían muy poco. Exactamente a un mes de la muerte de Nisman, que será recordado hoy con una marcha entre el Congreso y la Plaza de Mayo, nada se sabe sobre lo sucedido.

No hay certeza de que el arma Bersa 22 haya sido, al final, la que puso fin a la vida del fiscal. Los dos rastreos de pólvora, uno efectuado por la Policía bonaerense y otro por un laboratorio especializado de Salta, arrojaron resultados negativos. No pudieron concluirse aún los estudios de los videos de los ascensores y pasillos del  edificio Le Parc.

Se postergó la declaración indagatoria a Diego Lagomarsino, el hombre que le habría facilitado el arma al fiscal. También se dilata el interrogatorio al ex agente de la Secretaria de Inteligencia (SI), Jaime Stiuso, que habría hablado por teléfono no menos de cinco veces con Nisman el dia antes de la muerte. Quizás hoy puedan conocerse los análisis toxicológicos realizados al fiscal. Recién ahora Fein habría caído en la necesidad de convocar a Berni. ¿Alguien podría negar que el caso avanza con exasperante lentitud?.

Esa lentitud, tal vez, podría adjudicarse a cierta actitud deliberada. Pero también a la inoperancia de un Estado que en esta década resultó tomado de rehén por el kirchnerismo. Nadie alcanza a comprender –aún menos en el exterior donde el tema sigue retumbando—como una cuestión de tanta gravedad depende sólo de la tenacidad de una fiscal y un reducido equipo de colaboradores. Eso tendría una explicación: las desconfianzas internas que han invadido a la Justicia desde que Cristina Fernández pugnó por su colonización y la terminó partiendo. Fein preferiría arreglarse sóla antes de transar con Alejandra Gils Carbó, que hace un par de semanas le ofreció colaboración. La fiscal del caso Nisman teme resultar infiltrada. Por uno de esos lados podría explicarse el empantanamiento de las cosas.

La testigo Fernández reveló datos significativos que, difícilmente, pueda haber inventado. Le permitieron usar un baño del departamento de la muerte. Estuvo recostada en un sofá. Aún cuando otros tramos del relato no fueran verídicos –como el de los policías tomando café y mate y pidiendo mediaslunas– aquel par de precisiones estaría desnudando un claro descuido de la escena.

La descripción haría inexplicables otros perfiles del caso. Si tanta gente pasó aquella noche trágica por el departamento –incluída la testigo Fernández– ¿cómo pudo ser que sólo se haya encontrado un rastro de ADN distinto al de Nisman en un pocillo de café? Por ese motivo, la jueza Fabiana Palmaghini prometió indagar a Lagomarsino.

Recién hace cinco días se comunicó el hallazgo de algunos pelos y un ínfimo rastro de sangre en el departamento de Puerto Madero. Pero esa novedad surgió por una inspección dispuesta por la parte querellante, la ex exposa de Nisman, Sandra Arroyo Salgado. La jueza concurrió al lugar con un criminalista y ex jefe policial, Daniel Salcedo, que utilizó una tecnología para el rastreo (luminol) de la cual carecen las fuerzas policiales y de seguridad. Así lo admitió ayer la propia fiscal Fein. Una demostración más de las precariedades en que estaría sumido el Estado.

La presencia de Arroyo Salgado será la más simbólica y potente de la marcha. El Gobierno intentó que no fuera.

La intervención de Arroyo Salgado no habría sido casual. La ex esposa de Nisman tendría dudas sobre la eficacia de la investigación. En especial, porque partiría de la base que Nisman no pudo haberse suicidado. Esa presunción no pertenece a su mundo secreto. Sembró el parecer dos veces: a los pocos días de la tragedia y cuando concurrió al Congreso.

La jueza confirmó que estará hoy en la marcha de homenaje a Nisman, junto a sus dos hijas. El Gobierno le presta más atención a esa movida que a lo que sucede en torno a la tenebrosa muerte del fiscal. Hubiera preferido –lo intentó—que Sandra Arroyo no concurriera. Será la presencia más simbólica y potente. Concederá a la movilización, además, un sentido de legitimidad indiscutida. Algo que el kirchnerismo  pretende poner en duda hasta el último minuto.

Con sus mejores malas artes.

Fuente: Clarín, 18/02/15.

 

 

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El Aleph Nisman

febrero 17, 2015

El Aleph Nisman

Por Santiago Canton.

La vorágine irracional del Gobierno argentino rompió los pocos frenos que contenían su autoritarismo.

alephCarlos Argentino Daneri le aclaró a Borges que el Aleph es uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos. Borges, en ese “instante gigantesco” en que se acercó al Aleph, vió “millones de actos deleitables o atroces”. Al igual que el Aleph, el caso Nisman ha logrado unir, en un instante gigantesco, las características del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Lamentablemente en este caso, “la pequeña esfera tornasolada” sólo muestra instantes atroces.

La vorágine irracional del Gobierno argentino al momento de responder por la acusación y muerte del Fiscal Nisman rompió los pocos frenos que débilmente contenían a un gobierno autoritario, corrupto y con escaso respeto a la ley. Repasemos algunos de esos instantes que nos muestra el Aleph Nisman, y que ya pueden ir tallándose en el frontispicio del legado de Cristina Fernandez de Kirchner.

División de Poderes
La Presidenta y sus robóticos funcionarios, desde la denuncia del fiscal Nisman hasta el presente, todos los días, de manera sistemática, han presionado al Poder Judicial para influenciar la investigación. Por Facebook, por Twitter, por radio y televisión, la Presidenta y sus robots les indicaron a la fiscal y jueza los nombres de las personas y las líneas de investigación que debían seguirse. O sea, es como que el zorro le diga a la gallina donde tiene que esconderse.

En el Congreso no es muy distinto. Apenas conocida la denuncia, el kirchnerismo atacó al fiscal, profesional y personalmente. Cuando forzados por la muerte de Nisman, se vieron obligados a reformar la ley de inteligencia, la obediencia debida bajó velozmente desde la Casa Rosada y los congresistas cumplieron militarmente con las instrucciones presidenciales, dando media sanción a una ley que ni siquiera convence a sus aliados más serios.

Tampoco se puede pretender que la presidenta lea todas las mañanas el Espíritu de las Leyes de Montesquieu, pero ayudaría a la República que, entre baile y baile, repase algunos capítulos.

Libertad de Prensa
El teatro del absurdo que el jefe de gabinete, Jorge Capitanich, interpreta naturalmente todas las mañanas, tuvo su mejor momento cuando, frente a las cámaras, hizo trizas el diario Clarín, repitiendo obedientemente “Clarín Miente”. Al día siguiente, cuando se comprobó que la información era correcta, ya era tarde para tragarse los restos de la prensa destruida.

Pero el ataque a la prensa no se limita al histrionismo mañanero. El periodista que hizo pública la muerte de Nisman tomó la decisión de irse del país por temor a su seguridad personal. A las pocas horas, la página oficial del Gobierno confirmó el temor del periodista al publicar su pasaje electrónico diciendo que se había ido de vacaciones a Uruguay, mientras el periodista, desde Israel, explicaba al mundo las persecuciones de las que fue víctima en Argentina.

Espionaje
Alguien debe avisarle a los espías argentinos que en 1983 volvió la democracia. En el año 2005, parecía que Néstor Kirchner había tomado esa decisión, cuando se comprometió ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y las víctimas de la AMIA, a reformar la ley de inteligencia. Lamentablemente, la propuesta de los espías pudo más que la memoria de las víctimas, y Néstor Kirchner no cumplió con su compromiso. Mientras tanto, durante estos 10 años, el Gobierno mantuvo a los espías ocupados espiando a sus “enemigos” internos.

Corrupción
Nisman murió luego de denunciar a la presidenta, al canciller Héctor Timerman y otras tres personas por negociar un acuerdo secreto con Irán para encubrir el atentado de la AMIA. Si bien el canciller negó sistemáticamente dicho acuerdo, los audios que son parte de la prueba que presentó el fiscal, revelan que existió una negociación paralela realizada por personas que no forman parte del Gobierno, y que son más conocidas por posiciones antisemitas, violentas y por actuar como primera línea de choque del Gobierno. Antes que Timerman, los cancilleres Bielsa y Taiana rechazaron sistemáticamente todas las ofertas de Irán para negociar políticamente el caso AMIA. Bielsa mencionó que los iraníes ofrecían mejoras comerciales de hasta 4 mil millones de dólares. Parece que con Néstor, Bielsa y Taiana, los principios tenían más solidez.

Los enemigos y nosotros
A partir de la denuncia del fiscal, el enemigo, usado sistemáticamente por el kirchnerismo para polarizar a la sociedad y evitar la dispersión de la base propia, pasó a llamarse Nisman, fiscales, jueces y golpismo jurídico. La marcha convocada en homenaje a Nisman, en palabras de la presidenta y sus robots, es la marcha de los “otros”, de los “golpistas”, de los que “odian”, de los “narcos”, de los “antisemitas”, de los “infames”, de los “mentirosos”, entre otros calificativos.

La construcción de un enemigo está en el ADN de la historia, pero alguien debería decirle a la presidenta, que su uso puede tener graves consecuencias. Los Protocolos de los Sabios de Sion, los “Enemigos del Estado” de Hitler y el “Eje del Mal” de Bush son algunos ejemplos que deberían hacer reflexionar a la presidenta sobre el riesgo del uso inmoral de la construcción de un enemigo.

El Aleph, ese “microcosmo de alquimistas y cabalistas”, se perdió cuando derrumbaron la casa de los padres de Carlos Argentino Daneri. Por suerte Borges nos relata que el Aleph siempre ha existido. Esperemos que cuando reaparezca se hayan ido los alquimistas y cabalistas y haya más imágenes “deleitables” que “atroces”. Sin perjuicio de siempre querer seguir viendo los bailes y la alegría de la presidenta mientras nuestra casa se derrumba.

Santiago Canton es director ejecutivo del Centro Robert F. Kennedy para los Derechos Humanos y profesor de Derecho de la Universidad de Georgetown. Twitter @SantiagoACanton

Fuente: El País, 16/02/15.

 

 

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Testigo clave: en la casa de Nisman no se cuidaron las pruebas

febrero 17, 2015

Una testigo clave afirma que en la casa de Nisman no se cuidaron las pruebas

Por Natasha Niebieskikwiat.

Dudas en la investigación.Natalia Fernández asistió al operativo en Le Parc la noche en que hallaron muerto al fiscal. Usó un baño y vio cómo manipulaban su cafetera, subrayaban sus papeles y tomaban mate.

Testigo. Natalia trabaja en un restorán de Puerto Madero. La prefectura la detuvo en la calle la madrugada del 19 de enero, para que veas las maniobras en Le Parc. Rolando Andrade.

Testigo. Natalia trabaja en un restorán de Puerto Madero. La prefectura la detuvo en la calle la madrugada del 19 de enero, para que veas las maniobras en Le Parc. Rolando Andrade.

Así como a veces hay que salir a buscar dadores de sangre con urgencia para una operación quirúrgica, en la larga madrugada del 19 de enero pasado, horas después de que se supiera que el fiscal Alberto Nisman estaba muerto en su departamento de Puerto Madero, las autoridades judiciales allí apostadas necesitaron conseguir testigos del operativo. Era sólo el comienzo de una escena bastante aterradora para una chica de apenas 26 años, camarera de un restorán de la zona, que le gusta salir, le gusta la música, los recitales. Obligada por la ley a ser testigo de algo que ocurría a varias cuadras de su lugar de trabajo, la joven relató a Clarín con lujo de detalles y desde su sentido común detalles de lo que observó y escuchó en aquellas más de siete horas que permaneció en el departamento del fiscal especial para la causa AMIA.

asesinato politicoFue una reseña con algunas descripciones imprecisas fruto del desconocimiento, pero que dan cuenta de serios descuidos cometidos en el primer operativo policial y judicial en torno a la muerte que conmueve al país: un portero que manipula la cafetera del fiscal, supuestos peritos que tocan, leen y subrayan las carpetas y papeles en los que estaba trabajando Nisman, efectivos que toman mate con medialunas en la escena de la muerte, inquietantes diálogos sobre la distancia del disparo que mató al fiscal y la aparición de cinco misteriosos “pititos”, balas o casquillos que la fiscal Fein habría mencionado.

“Tengo miedo, pero hay muchas cosas que me han indignado”, dijo Natalia Gimena Fernández al aceptar hablar con este diario ante el que dirá una y otra vez que nadie le dijo ni cómo cuidarse ni qué debía hacer. La hicieron firmar papeles que no sabe lo que eran, entre ellos el acta con su supuesto testimonio. Lo que sigue es una síntesis de la conversación que tuvo con ella este diario ayer, al salir de su trabajo, donde un desconocido ya se le acercó a preguntarle si es “Natalia, la testigo del caso Nisman”.

El domingo 19 de enero, a la una de la mañana, ella y una amiga caminaban por Alicia Moreau de Justo cuando las abordó un auto de Prefectura. “Unos tipos nos pidieron los documentos. Nos preguntaron la edad, si estábamos drogadas o habíamos tomado alcohol”. Poco después estaban las dos en el edificio, en el hall que da a la entrada de servicio del departamento de Nisman. Había una camilla vacía. “Cuando estábamos sentadas en la escalera, metieron la camilla y en ella sacaron el cuerpo. Eran como las 3.30. Estaba envuelto en una bolsa negra. Se lo llevaron para la derecha, pero a los 15 minutos lo volvieron a meter y se lo llevaron para la izquierda. ‘No boludo, por acá no. Es por allá’, decían con risas. Y después, cuando lo metieron en el departamento no vi por dónde lo sacaron”. Natalia dice haber visto llevarse sábanas y trapos “sucios”.

La joven pidió que dejaran irse a su amiga. Cuenta que la “trocaron” por el portero de Nisman, quien le decía que el fiscal muerto era “un buen tipo”. Natalia querían ir al baño, y al rato la dejaron usar uno de los baños del departamento, no importó si contenían pruebas.

Afirma que al entrar vio carpetas y papeles que decían palabras como ‘causa’ y ‘secretos’, todas ordenadas. “Había como 25 carpetas. Ellos leían cada página, hacían un resumen, lo escribían y me hacían firmar a mí”, cuenta Natalia, y dice que vio cómo los peritos pedían más marcadores indelebles porque los que había estaban “secos”, y que intervenían las hojas del fiscal subrayando y marcando. “Natalia, quiero que sepas que esto está así tal cual nosotros lo encontramos”, intentaban calmarla.

El clima era de jarana. “Tomaban mate y pidieron medialunas. Tocaban todo. Había unas cincuenta personas. La fiscal preguntaba ¿la cortamos acá y la seguimos mañana?”, recuerda. Y dice que ella le mostró una bolsa con cinco “casquillos de bala, pititos o algo así”. Afuera, la noche se hacía día. “El portero se sentó al lado mío. Yo me puse a llorar. Estaba muerta de sueño, y me ofreció un café. Y el café era de la cafetera que estaba enfrente a la mesa de papeles. Era la cafetera de Nisman.

Natalia vio a uno de los “astronautas” (los peritos con su traje especial) venir con el teléfono de Nisman y pedir que no lo tocaran. Pero cinco minutos después, como sonaba todo el tiempo, una agente lo agarró con la intención de atender las llamadas. “Yo misma empecé a decir ‘no, no, dijeron que no lo toquen, es el teléfono del tipo al que mataron’. La mina soltó el teléfono y hubo carcajadas. Se fue  pasadas las 8 de la mañana.

Fuente: Clarín, 17/02/15.
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Un acta que, casi sin leerla, sólo pudo firmar un día después del operativo en la torre Le Parc

Por Natasha Niebieskikwiat.

 

Dudas en la investigación. Aunque pasó horas con policías y peritos en la casa del fiscal, un prefecto le llevó el escrito para firmar el 20 de enero.

La constancia de la declaración

La constancia de la declaración

“¿Y los testigos?”, dice haber oído Natalia de Viviana Fein aquella noche, ya sentada en el sillón de Nisman. “Es ella”, le contestaron a la fiscal cuando la compañera de trabajo de la chica se pudo ir a su casa. “¿Esta es la testigo? ¿Esto es lo mejor que conseguiste?” escuchó de la Fiscal que investiga la muerte de Nisman tras lo cual la encaró. “Disculpá. Yo no estoy acá por gusto. Si vos querés que yo me vaya, yo me voy”, retrucó. Nunca se fue. La necesitaban. Después de firmar papeles esa noche, cuyo contenido desconoce, Natalia dice haber firmado otros tantos el lunes 20. Pero también se llevó, en su memoria, un registro clave por el que merece ser protegida: los detalles sobre cómo se trabajó en el departamento de Le Parc aquella madrugada del 19 de enero.

Natalia tiene consigo una constancia como testigo de las “actuaciones caratuladas: “MUERTE DUDOSA”, que Clarín reproduce en esta página, y que lleva la firma y sello del subprefecto Sergio Ariel Esquivel.

Natalia no se llevó bien con la fiscal, al parecer, pero tuvo ojos y oídos en un lugar privilegiado: el living de Nisman. Dice haber visto al secretario de Seguridad, Sergio Berni, pero no se enteró de ninguno de sus movimientos.

¿Y la mamá del fiscal?
“No sé. Andaba por ahí, era como que no entendía nada. Yo lo que sí sé es que apenas lo vio (al fiscal muerto) no quiso interactuar (da entender que le causaba dolor).
A mi me daba la sensación de que yo estaba más adentro del departamento que la madre. Es como que no le dieron participación. En un momento es como que me dormí en el living, y después escuchaba cosas.”

¿Cómo qué?
“La fiscal vino con una bolsa tipo ziploc diciendo que tenía cinco pitutos, o canutos de bala.»

Pero afirman que encontraron un solo casquillo de bala.
“No, no, ella dijo que había ‘cinco casquillos’», reafirmó Natalia. Pero, como la gran mayoría de la gente, ella no sabe bien lo que es una bala y su vaina. Una Bersa calibre 22 tiene contiene seis balas.

Natalia compartió con Clarín sus opiniones sobre el caso, habló de otras cosas que escuchó de los efectivos y peritos aquella madrugada, como que “el disparo a Nisman salió a 11 centímetros de su cabeza”, pese a que la fiscal sigue ratificado que fue a no más de tres centímetros y siguen habiendo sospechas forense sobre estas pruebas.

Otro aspecto muy oscuro, pero que afirma haber escuchado de los efectivos, es que unos días antes de la muerte de fiscal encontraron casquillos de balas de un arma difícil de encontrar en la Argentina en un edificio frente al de Nisman.

La constancia de la declaración
Durante la interminable madrugada del 19 de enero, en Le Parc, a Natalia le hicieron firmar decenas de papeles. Pero el acta con su supuesta declaración -supuesta, porque ella admite no haberla leído- la firmó al día siguiente. En sus manos quedó la constancia.

Fuente: Clarín, 17/02/15.
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La muerte de Alberto Nisman: Verdades o disparates

febrero 15, 2015

Verdades o disparates

Por Vicente Massot.

signo-pregunta-01Conforme transcurra el tiempo y las dudas respecto de la muerte de Alberto Nisman sigan acumulándose sin solución de continuidad es lógico que lo verosímil, en el mejor de los casos, o los chimentos lisos y llanos, en el peor, invadan sin pedir permiso el campo de las pruebas. Por eso no es de extrañar la cantidad de versiones que han comenzado a circular no sólo en los mentideros políticos sino en todos los rincones del país. Las hay, por supuesto, creíbles y las hay también disparatas según el cristal con el que se las mire. La de mayor calado —por su gravedad y por los personajes que involucra— la echó a correr uno de los hombres mejor informados de la Argentina, Jorge Asís, y la repitió en su última columna dominical el periodista de La Nación, Joaquín Morales Solá.

Quienes la cuentan sin pelos en la lengua dicen que, antes de conocerse el paso que iba a dar Nisman —cuando las preocupaciones de la Casa Rosada estaban centradas en la supuesta intención del juez Bonadío de llamar a indagatoria a Máximo Kirchner— una rabiosa Cristina Fernández le habría dicho a su todavía jefe de Inteligencia, Francisco Larcher, que debía deshacerse de ese magistrado. Como el funcionario en cuestión le preguntara a la presidente a qué se refería, la viuda de Kirchner habría insinuado o, directamente, pedido la cabeza del juez.

Siguiendo con esa versión, Paco Larcher entonces habría exigido para cumplir la tarea una orden por escrito, que nunca recibió. Días después era despedido de la Secretaría de Inteligencia y reemplazado por Oscar Parrilli.

¿Es capaz Cristina Kirchner de mandar matar a un enemigo? La pregunta hubiese carecido de todo sentido hasta el 18 de enero pasado. Después de que se encontrara a Nisman con una bala en la cabeza, un día antes de presentarse en el Congreso de la Nación para explicar las razones en virtud de las cuales creía que la presidente, el canciller y otros funcionarios menores de la actual administración eran responsables de un encubrimiento en el caso AMIA, en combinación con Irán, la pregunta no está falta de fundamento. Al menos para aquellos que consideran que lo del fiscal no fue un suicidio y que, despedida la vieja cúpula de la ex–SIDE, un grupo operativo paragubernamental cumplió órdenes y eliminó a Nisman.

A muchos lo expuesto puede parecerles un disparate sonoro. Pero hay gente, de no poca importancia, que lo cree. A tal grado hemos llegado en este clima de crispación y odio que separa al kirchnerismo del antikirchnerismo. Cuanto delatan estas versiones y toda una serie de especulaciones concernientes a lo que, en su retirada, podría estar decidida a hacer —sin reparar en medios— la presidente, es la imposibilidad de gestar una transición ordenada —o si se prefiere, civilizada— de aquí a diciembre. Cualquier búsqueda de un acuerdo, aunque fuese mínimo, a los efectos de atemperar los rigores del enfrentamiento antedicho resulta hoy impensable.

En el tiempo que falta hasta el fin del mandato de Cristina Fernández todo será posible en nuestro país. Con la particular coincidencia que, si acaso hubiese otro muerto de peso, la sombra de la violencia política clandestina —que parecía sepultada— volvería a recortarse en el horizonte con toda su carga ominosa. No hay pizca de exageración en lo escrito antes. No es una parrafada lanzada de manera irresponsable o una teoría que no resista el análisis. Sólo imaginemos qué pasaría si mañana nos enteráramos de que Claudio Bonadio o Ariel Lijo han sido objeto de un atentado similar al que le costó la vida a Nisman. Ya recibieron amenazas y, en atención a lo que ocurrió en el edifico Le Parc hace menos de un mes, convendría otorgarle crédito a este tipo de mensajes.

Para decirlo de otra manera o quizá darle al tema una nueva vuelta de tuerca: si Nisman se hubiese suicidado, las especulaciones predichas pecarían de abstractas y no harían pie en la realidad; pero si en lugar del suicidio la cuestión se analiza con base en un asesinato, entonces no sólo los jueces antes mencionados pasan a ser blancos de un posible atentado sino cualquiera que haya estado al tanto —y, en consecuencia, conozca— secretos comprometedores para la presidente. Amado Boudou y Lázaro Báez —por citar dos ejemplos emblemáticos— entrarían en la misma categoría de Bonadío y de Lijo.

La gravedad radica en dos factores de distinta índole aunque relacionados a esta altura del proceso: por un lado, el que nunca se sabrá a ciencia cierta cuál de las hipótesis es la verdadera; por el otro, que para muchos es verosímil la teoría del crimen. Con lo cual, aún si las conclusiones a las que tarde o temprano arribe la fiscal convalidasen la muerte por mano propia, igual no terminarían nunca de convencer a quienes dan por descontado que a Nisman alguien lo eliminó; y no por razones económicas o pasionales, precisamente.

El gobierno, en sus desesperación de ponerle coto al escándalo que lo envuelve y tratar de situar el peso de la acusación lejos de sí, ha intentado —de momento de manera infructuosa— dirigir las culpas en dirección de Diego Lagomarsino y ahora, en mucho mayor medida, ha cargado en contra de Jaime Stiuso. Ello al mismo tiempo que no ha ahorrado munición a la hora de desacreditar la acusación de Nisman. Basta leer y escuchar a sus principales valedores mediáticos, Horacio Verbitsky y Aníbal Fernández, para darse cuenta de ello.

El libreto del kirchnerismo, esbozado y puesto en práctica a horas apenas del magnicidio, no termina de convencer por varios motivos. Es cierto que la transcripción de las tres o cuatro escuchas desgravadas que han salido a la luz, e involucran a D’Elía y a Esteche, no parecen suficientes para arrastrar a la presidente y a su canciller. También lo es que, según los trascendidos, hay cientos de grabaciones adicionales que todavía no se han desclasificado, por decirlo de alguna forma. ¿Y si también Cristina Fernández y Héctor Timerman hubiesen sido objeto de pinchaduras y estuviesen comprometidos? En otro orden, abalanzarse sobre Lagomarsino y Stiuso es poco serio. No porque no tengan nada para decir. Seguramente el segundo mucho más que el primero de los nombrados, si abre la boca y cuenta todo lo que sabe, a más de un funcionario gubernamental, le correría un frío gélido por la espalda. Pero de ahí a insinuar siquiera que pudiese tener alguna razón para matar a Nisman, hay un abismo.

Pasada la conmoción inicial de la muerte de Nisman y dada la enorme repercusión que el caso ha tomado aquí y en buena parte del mundo, todavía no se han hecho visibles todas las consecuencias. Por ejemplo, falta saber —y es demasiado pronto como para determinarlo con precisión— si tendrá un efecto electoral decisivo o si sólo afectará la imagen de Cristina Fernández. Además, asumiendo que una de las colectividades más poderosas del mundo ha sido afectada, aún desconocemos los alcances de su reacción.

Fuente: www.laprensapopular.com.ar – 15/02/15

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Un delito de lesa humanidad

febrero 15, 2015

Se trata de un delito de lesa humanidad

Por Andrés Gil Domínguez (*).

Alberto Nisman, el fiscal que investigaba la causa AMIA.

Alberto Nisman, el fiscal que investigaba la causa AMIA.

lesa humanidad
El requerimiento de instrucción promovido por el fiscal Pollicita imputando a un conjunto de personas, dentro de las cuales se destaca la figura de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, por la elaboración, concreción y consumación del encubrimiento del atentado terrorista a la AMIA violando los deberes que tienen como funcionarios públicos implica una ratificación y solidificación de la denuncia que oportunamente presentara el fiscal Nisman antes de su muerte.

El atentado a la AMIA configura un delito de lesa humanidad. Esto implica que es un crimen que vulnera los sentimientos que la comunidad internacional ha construido respecto de aquello que se entiende por tutela de la dignidad humana y límite al mal absoluto. Encubrir un delito de lesa humanidad implica cometer un delito de lesa humanidad. De allí que la imputación realizada a la presidenta adquiera una dimensión en torno a su gravedad que trasciende las fronteras nacionales y se proyecta al mundo. De eso se trata la investigación penal de un delito de lesa humanidad: que no exista ningún territorio, institución o ley que posibilite las más mínima impunidad.

Ejerciendo potestades constitucionales y legales, ambos fiscales presentaron una denuncia con hechos objetivos sostenidos por elementos probatorios concretos. Quizás también debería ser tenida en cuenta la declaración de inconstitucionalidad del Memorando de Entendimiento con Irán realizada por la Cámara Federal de Apelación, por cuanto, en el contexto explicitado por las denuncias, aprobar una norma teniendo pleno conocimiento de su inconsistencia constitucional y convencional se vincula directamente con los delitos imputados.

A partir de este momento serán los jueces y el proceso penal quienes tendrán la última palabra en cuanto a la verdad y la justicia. Los funcionarios y legisladores imputados están encuadrados en las inmunidades establecidas por la Constitución y la ley 25.320 que impide cualquier detención salvo que se concrete la previa destitución de sus cargos. Sostener que la necesidad de investigar la existencia de un delito de lesa humanidad implica un “golpe de Estado judicial” configura un “fallido político” que denota una desesperada búsqueda de impunidad y desigualdad ante la ley. Si la democracia argentina siguió marchado sin problema alguno con un vicepresidente procesado, no existe ninguna clase de impedimento para que siga funcionando normalmente con una Presidenta penalmente imputada, quién podrá ejercer su derecho de defensa con abogados que no confundan el Estado con las personas.

Desde su muerte, el fiscal Nisman ha recibido muchos agravios institucionales y ningún cumplido. La presentación realizada por el fiscal Pollicita es, sin lugar a dudas, el mejor homenaje que desde la Constitución y el Ministerio Público le podrían haber hecho a su carrera, memoria, capacidad y valentía.

(*) Profesor Titular de Derecho Constitucional, UBA.

Fuente: La Nación, 15/02/15.
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Crimen contra la humanidad

La definición de crimen contra la humanidad o crimen de lesa humanidad recogida en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional comprende las conductas tipificadas como asesinato, exterminio, deportación o desplazamiento forzoso, tortura, violación, prostitución forzada, esclavitud sexual, esterilización forzada y encarcelación o persecución por motivos políticos, religiosos, ideológicos, raciales, étnicos, de orientación sexual u otros definidos expresamente, desaparición forzada, secuestro o cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, siempre que dichas conductas se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque.

Estos actos también se denominan crímenes de lesa humanidad. «Leso» significa agraviado, lastimado, ofendido: de allí que crimen de lesa humanidad aluda a un crimen que, por su aberrante naturaleza, ofende, agravia, injuria a la humanidad en su conjunto.

Evolución histórica

Resulta inescindible del delito de genocidio, siendo luego este segundo una especie del género de lesa humanidad.

El Acuerdo o Carta de Paris de 8 de agosto de 1945, que estableció el Estatuto del Tribunal de Núremberg, definió como «crímenes contra la humanidad» el «asesinato, exterminio, esclavitud, deportación y cualquier otro acto inhumano contra la población civil, o persecución por motivos religiosos, raciales o políticos, cuando dichos actos o persecuciones se hacen en conexión con cualquier crimen contra la paz o en cualquier crimen de guerra».

En 1946, la Asamblea General de las Naciones Unidas confirmó los principios de Derecho internacional reconocidos por el Estatuto del Tribunal y proclamó la resolución 96 (I) sobre el crimen de genocidio, que define como «una negación del derecho de existencia a grupos humanos enteros», entre ellos los «raciales, religiosos o políticos», instando a tomar las medidas necesarias para la prevención y sanción de este crimen.

Esta resolución cristalizó en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 260 A (III), de 9 de diciembre de 1948, y que entró en vigor en 1951.

La definición de genocidio plasmada en la Convención de 1948 ha sido acogida en el artículo 4 del Estatuto del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, de 1993, el artículo 2 del Estatuto del Tribunal Penal Internacional para Ruanda, de 1994, y el artículo 6 del Estatuto de Roma de 1998, por el que se creó la Corte Penal Internacional.

Características de estos delitos

  • Sujeto activo: los crímenes pueden ser realizados por funcionarios estatales (con independencia de su jerarquía o cargo) o por miembros de una organización política. Ha fracasado todo intento por definir «organización política», pues podría resultar que gobiernos autoritarios lo utilicen para perseguir a opositores políticos.1 2
  • Sujeto pasivo: debe tratarse de un ataque contra la población civil.
  • Acción típica:
    • No sólo se refiere a ataques militares: puede producirse tanto en tiempo de guerra como en tiempo de paz.
    • El ataque tiene que ser generalizado o sistemático, por lo que los actos aislados o cometidos al azar no pueden ser considerados incluidos en esta tipificación.

La imprescriptibilidad de los crímenes contra la humanidad

La prescripción en derecho penal es el instituto jurídico por medio del cual se produce la extinción de la persecución de los delincuentes en razón del transcurso del tiempo.

Los crímenes contra la humanidad tienen la especial característica de ser imprescriptibles, es decir que pueden ser perseguidos en todo tiempo.3

Tipos de delitos

Según el Estatuto de Roma, pueden constituir crímenes de lesa humanidad los 11 tipos de actos siguientes:

  • Asesinato: homicidio intencionado.
  • Exterminio: imposición intencional de condiciones de vida, entre otras la privación del acceso a alimentos o medicinas, encaminadas a causar la destrucción de parte de una población.
  • Esclavitud: ejercicio de derechos de propiedad sobre una persona, incluido el tráfico de personas, en particular de mujeres y niños;
  • Deportación o traslado forzoso de población: expulsión de personas de la zona donde están presentes legítimamente sin motivos autorizados por el derecho internacional, entendiéndose que la deportación supone cruzar fronteras nacionales, mientras que el traslado forzoso ocurre dentro de ellas.
  • Encarcelamiento u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional.
  • Tortura: dolor o sufrimientos graves, físicos o mentales, causados intencionadamente a una persona que el acusado tenía bajo su custodia o control.
  • Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzosa u otros abusos sexuales de gravedad comparable. La violación y otros abusos sexuales también pueden constituirse en crímenes de competencia de la Corte como tortura, en tanto que éste es un crimen de lesa humanidad o un crimen de guerra.
  • Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia por motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos o de género o por otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional, en conexión con cualquier crimen comprendido en el Estatuto. Por persecución se entiende la privación intencionada y grave de derechos fundamentales en violación del derecho internacional en razón de la identidad de un grupo o colectividad. Se castiga en relación con otro acto que constituya un crimen de lesa humanidad, un crimen de guerra o un genocidio.
  • Desaparición forzada de personas: detención o secuestro de personas por un Estado o una organización política, o con su autorización, consentimiento o aquiescencia, junto con la negativa a reconocer la privación de libertad o a proporcionar información sobre la suerte que han corrido los «desaparecidos» con la intención de privarlos de la protección de la ley durante un largo periodo.
  • Crimen de apartheid: actos inhumanos cometidos en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial por otro con la intención de mantener ese régimen.
  • Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionadamente grandes sufrimientos o atenten contra la integridad física o la salud mental o física: actos inhumanos de gravedad similar a otros crímenes contra la humanidad.

Referencias:

Bibliografía

Enlaces externos

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El fantasma de Nisman

febrero 15, 2015

Entramos en un momento desconocido

Por Jorge Fernández Díaz.

asesinato politicoEl fantasma de Nisman, tantas veces vejado por sus enemigos, se levantó de su tumba reciente y ejecutó su jugada suspendida. Su jugada final. El hecho, sin embargo, sólo entraña gravedad simbólica. Dependerá ahora de la evaluación del juez y de la energía con que encare la eventual investigación, y en todo caso se tratará de un proceso largo y escabroso de muy incierto desenlace. Las causas judiciales de corrupción en la Argentina -a modo de parámetro tardan en resolverse un promedio de quince años. Y convengamos que este gobierno, experto en anomalías y malformaciones, no se sonroja ni se conmueve por nada: fue capaz de seguir adelante sin siquiera despeinarse con un vicepresidente procesado, un cepo cambiario, un default técnico, una inflación galopante, varios muertos y trescientos expedientes por irregularidades, cohechos y mal desempeño en distintos juzgados del país. Diez meses antes de retirarse de Balcarce 50, el único peligro estriba en que el cristinismo piense en tirar del mantel. Pero no parece tener resto ni aliento ni aliados para una «salida heroica». En su ofuscación y con los números en picada de las encuestas se les pasa por la mente toda clase de delirios. Por ejemplo, desempolvar a Braden, que huele a alcanfor, o armar una nueva 125, que los condujo a una derrota electoral de proporciones. Es cierto que esa «batalla cultural» le permitió recrear su militancia joven, pero ahora con la secta no alcanza. Si el proyecto unipersonal de Cristina Kirchner pretende sobrevivir a diciembre y garantizarle influencia y protección, debe enamorar a muchos más argentinos que a los «pibes para la liberación» y a los obedientes de Carta Abierta. Recordemos que no tiene candidato ni reelección. Y que en su ruinosa retirada, con una sorprendente y letal sobredosis de autoestima, les declaró la guerra a los jueces, que le perdonaban la vida y cajoneaban sus dolores de cabeza, y a los agentes de inteligencia, a quienes incentivó como nunca para manejarse con carpetazos. Muchas veces el kirchnerismo ganó con un cuatro de copas una partida, pero el jugador de barajas fue perdiendo su toque mágico; ahora hace malos cálculos, blufea con migajas y pierde todas las manos. Un proyecto feudal está concebido para ser eterno y no tener que vérselas nunca con la alternancia ni con la faena última de los jueces: Cristina hizo todo lo posible para que la Argentina fuera Santa Cruz, pero no lo consiguió. Y esta tormenta es hija de ese error de apreciación fundamental.

En las entrañas del propio gabinete se comentan en voz baja las malas decisiones que toma el timonel. La pifiada más notoria es ese tremendismo, originado en una mezcla de ira y pavor, que amplifica todos los problemas. Así como el Gobierno hubiera podido encajar con estoicismo y relativa serenidad la denuncia y posterior muerte de Nisman, sin caer en esa compulsión depredadora para imponer su «verdad» y profundizar su campaña de desprestigio, es también cierto que podría aceptar democráticamente la Marcha del Silencio como una expresión cívica sin mayores consecuencias. Pero hizo siempre todo lo contrario: sus tapones de punta agrandaron la acusación y convirtieron a Nisman en un mártir, y ahora sus insultos a los manifestantes no hacen más que robustecer la convocatoria. La gran dama es la más importante propagandista de la marcha del miércoles.

«Estamos entrando en un momento desconocido», se estremecía el viernes un referente del peronismo al comentar los insólitos baldazos de nafta que la jefa lanzaba al fuego. Estaba anonadado por esa provocación suicida, que adjudicaba menos al razonamiento pausado que al trampolín psíquico que a veces guía la lengua presidencial. Cristina confunde últimamente la iniciativa con el acto reflejo. «Nosotros somos el amor; ellos, el odio. Nosotros nos quedamos con el canto y la alegría; a ellos les dejamos el silencio», declaró desde los balcones interiores de la Casa Rosada. Ellos y nosotros. Una apuesta a la grieta y a la polarización, mientras pronunciaba de remate una frase surrealista: «Vamos a seguir pregonando la unidad de los argentinos».

Para los profesionales que integran el buque oficial, curtidos en cien refriegas, cartoneros de ideologías y cínicos de corazón, quizá lo más aterrador sea la constatación diaria de que hay un marcado deterioro en la conducción estratégica. Tienen un ejemplo muy cerca. Más allá de la inocencia o culpabilidad de Cristina en el presunto encubrimiento, la firma del Memorándum de Entendimiento resultó un Waterloo pocas veces visto. Esa determinación fue tomada en soledad total, impuesta a presión y sostenida con soberbia frente a los reparos de la mayoría de la comunidad politizada. Fue el paroxismo de la sordera y del capricho, y esta crisis inédita que hoy está en las portadas de los principales diarios del mundo deviene también de esa praxis endogámica y absolutamente agotada.

Otra resolución errada consiste en simular fortaleza extrema mientras se alarma a la población con un ficticio «golpe blando». Lógica y semántica. Ningún gobierno fuerte puede temerle a un movimiento «suave», y a nadie le interesa empujar del poder a quien le quedan pocos meses para abandonarlo. Al contrario, los opositores más enconados siguen apostando a su lento y progresivo desgaste, a que los cristinistas se vayan convertidos en verdaderos cadáveres políticos, y para eso faltan meses de gestiones fallidas. El nuevo relato se hunde en el puerto, antes de zarpar. Pero tiene, créase o no, ilustres personajes dispuestos a comprarlo. Algunos de ellos, que en su momento apoyaron con vehemencia las marchas por María Soledad y las movilizaciones por José Luis Cabezas, promueven hoy solicitadas para boicotear la concentración del miércoles. Sólo un movimiento esencialmente autoritario puede propugnar que una marcha de silencio es un acto de golpismo. Si marchás por el esclarecimiento de un crimen, sos un destituyente; si te preocupa la República, sos de derecha; si pensás que hasta un presidente puede ser juzgado, sos un desestabilizador, y si advertís sobre el atraso cambiario, sos un devaluacionista. También ese chantaje emocional ha entrado en una espiral de decadencia. Pero mantiene entusiasmados a pensadores y artistas de variedades del kirchnerismo, quienes encima dicen luchar contra el poder sin entender que ahora ellos lo encarnan y adulan, y que se transformaron en lo que abominaban. Aducen, en el colmo, realizar este boicot en nombre de la Constitución, la democracia, la justicia, los derechos humanos y la paz de la República. A la Constitución la hirieron varias veces, a la democracia la adulteraron, a la Justicia la avasallaron, a los derechos humanos los ensuciaron, a la paz la alteraron con sus antagonismos feroces y a la República la combaten día y noche: nunca creyeron en ella.

Vienen produciéndose, en opinión de algunos constitucionalistas, microgolpes de Estado en la Argentina. Se practican desde adentro, amparados en un sufragio circunstancial, y suceden cada vez que el Ejecutivo desoye sentencias o altera el régimen federal, ordena leyes de fondo y las impone con mayorías automáticas, vulnera las instituciones o extorsiona a otros poderes del Estado. Hay muchos ciudadanos indignados por este neogolpismo intestino que viene operando en nuestro país desde hace rato. Los muertos que vos matáis gozan de buena salud: el fantasma de Nisman es hoy el catalizador de esos indignados.

Fuente: La Nación, 15/02/15.

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Cristina Kirchner y la rebelión judicial

febrero 15, 2015

Cristina, ante una rebelión judicial

Por Joaquín Morales Solá.

cfk silencio 02Cuando cae la noche sobre su poder, Cristina Kirchner, que siempre despreció a sus opositores, se enfrenta a una de las batallas más difíciles que le tocó. Tendrá que zigzaguear en lo que le queda de mandato con la abierta sublevación de jueces y fiscales. Éstos no están haciendo nada que no debieran hacer; por el contrario, están haciendo, en varios casos, lo que antes no hicieron. Hay certezas en la Justicia de que la Presidenta ofende y descalifica; hay viejas y nuevas operaciones para desplazar o desestabilizar a jueces y fiscales.

Y hay, por último, pruebas documentadas de supuestos delitos que ningún juez que aspira a permanecer puede ignorar.

La culpa directa de Irán en el atentado criminal a la AMIA no es sólo una hipótesis de Alberto Nisman y del juez Rodolfo Canicoba Corral, que ratificó en su momento las conclusiones del fiscal muerto. La responsabilidad de Irán es una hipótesis que suscribe toda la justicia argentina, desde la Corte Suprema hasta la mayoría de jueces y fiscales federales de primera instancia. Para todos ellos hubo un crimen masivo en la AMIA y, por eso, debe investigarse si el tratado con Irán no significa el encubrimiento de un delito enorme.

La propia Corte Suprema no podría pensar de otra manera. El máximo tribunal tiene a su cargo, por competencia propia, la investigación del atentado que voló la embajada de Israel en Buenos Aires. En esa investigación existen tres pedidos de capturas internacionales, la de un libanés y las de dos iraníes. El libanés, que murió, es el mismo libanés sospechoso de haber reducido a cenizas, dos años después, la mutual de la colectividad judía. Pertenecía a la organización político-terrorista Hezbollah. Los dos iraníes forman parte también del lote de cinco iraníes con pedido de captura internacional por la masacre de la AMIA. Las mismas personas para los dos atentados terroristas más importantes que sufrió el país. ¿Queda alguna duda? ¿Era necesario borrar todo ese trabajo y empezar de nuevo a buscar «la verdad» con Irán?

La fragilidad de la justicia argentina está en otro aspecto de la investigación: nunca encontró las complicidades internas indispensables para hacer ambos atentados. ¿Chocó con secuaces en la propia estructura del Estado? Nada se sabe.

Cristina Kirchner desafió esa certeza judicial cuando firmó el acuerdo con Irán sin consultar con nadie, ni con las victimas, ni con la dirigencia opositora, ni con la Justicia, que llevó las investigaciones. La denuncia más grave de los fiscales Nisman y Gerardo Pollicita es la que muestra un coqueteo permanente entre el gobierno argentino y el ex agregado cultural iraní en Buenos Aires en tiempos del atentado contra la AMIA, Moshe Rabbani. Rabbani es para los jueces argentinos «el asesino», a secas. Parece que ya no necesitan demostrar nada más. Si se probaran definitivamente diálogos directos de funcionarios argentinos con Rabbani, o mensajes enviados desde el Gobierno a él, la situación de la Presidenta y su canciller podría agravarse aún más de lo que ya está.

Daniel Rafecas, el juez de la denuncia de Nisman y Pollicita, anticipó el final de sus vacaciones y estará en su despacho el miércoles, el primer día hábil de la semana en los tribunales. Diferentes versiones circularon en los últimos días sobre la supuesta actitud de Rafecas. Sus colaboradores, que hablaron con él, descartaron todas. «El juez va a trabajar en esta causa más que nunca, según la ley y el derecho», dijeron. Esas mismas personas cercanas a Rafecas aseguran que los que perseguían al juez en el Consejo de la Magistratura ya no están, sobre todo la ex SIDE de Antonio Stiuso. «Nunca se sintió condicionado y nunca el oficialismo tuvo los votos necesarios para desplazarlo», dijeron. El propio Rafecas, con una excelente relación afectiva con la dirigencia de la comunidad judía, nunca disintió de la teoría de Nisman sobre la culpabilidad de Irán. Otra cosa es, desde ya, la investigación sobre el presunto encubrimiento.

Tal vez no esté lejano el día en que la propia muerte de Nisman pase de la justicia ordinaria, donde está ahora, a la justicia federal. Para algunos funcionarios judiciales ya es un caso federal. Muerte dudosa de un fiscal federal. ¿Qué más se necesita para que sea un caso federal? Algunos jueces y fiscales argumentan que fue correcto que la primera parte de la investigación estuviera en manos de la justicia ordinaria. «Ellos ven muertos todos los días. Nosotros vemos sólo muertos políticos», ironizó un juez federal.

La muerte de Nisman supone otra certeza de la Justicia. Ningún interlocutor serio, sea juez o fiscal, suscribe la hipótesis del suicidio simple. Nisman fue asesinado, dicen, sea cual fuere el método al que recurrieron los asesinos. Los médicos forenses que practicaron la autopsia a Nisman abonan la teoría de que no fue un suicidio. En el 70 por ciento de los casos, los suicidas con armas de fuego se disparan en la sien; casi el 30 por ciento restante lo hace en la boca. Una pequeña minoría se dispara en el corazón. Siempre, en el 100 por ciento de los casos, el arma se dispara apoyada sobre la piel del suicida. Nisman tenía el disparo a dos o tres centímetro de la oreja, no en la sien, y el tiro se había hecho también a dos o tres centímetros de la piel. Es lo que dicen los forenses. ¿Es cierto que vecinos de Nisman escucharon muchos ruidos y pasos en el departamento de Nisman y en la escalera de servicio el mediodía del domingo, no en la noche cuando dicen haberlo encontrado? ¿Es cierto que la Prefectura llevó a una testigo circunstancial que vio cosas extrañas en el departamento, que no suscribió un acta, como manda el protocolo, y que sólo dos días después le dieron un certificado de testimonio?

Esta certeza de la Justicia está acompañada por otra convicción: Nisman murió por la denuncia que hizo contra la Presidenta, contra su canciller y, por aproximación, contra Irán. Diplomáticos de países occidentales aseguran, a su vez, que sus servicios de inteligencia se acercan cada vez más a la teoría de que el fiscal fue muerto por sicarios iraníes con complicidades locales. Fue la primera teoría (y única, hasta ahora) del gobierno de Israel. Hubo después, para peor, otros casos de sospechosos seguimientos contra fiscales que precisamente tuvieron protagonismo en el caso de la muerte de Nisman. Las custodias de varios jueces federales están ahora bajo alerta roja, la máxima precaución para asegurar la vida de los magistrados.

No todo termina en Nisman, en su muerte, en su denuncia o en Irán. La Cámara Federal confirmará antes de fin de mes el procesamiento del vicepresidente Amado Boudou por todos los delitos por los que lo procesó el juez Ariel Lijo. La Cámara estaba remolona. Ya no lo está. Después vendrá el envío del caso a juicio oral y público y, por lo tanto, el consiguiente pedido de desafuero del vicepresidente. El escándalo tendrá la magnitud de un tsunami político.

Alejandra Gils Carbó le ordenó a uno de sus fiscales que pidiera la declaración indagatoria del juez Claudio Bonadio por enriquecimiento ilícito. Bonadio tiene el 20 por ciento de una estación de servicio, que es una empresa que comparte con un hermano y un cuñado. «Los que lo acusan son, según sus declaraciones juradas, mucho más ricos que Bonadio», dijo otro juez. Bonadio investiga el supuesto lavado de dinero de la familia Kirchner en complicidad con el empresario kirchnerista Lázaro Báez, aunque también está apareciendo Cristóbal López, tan amigo como Báez de la familia presidencial. El más comprometido de los Kirchner en esa causa es el hijo de la Presidenta, Máximo Kirchner, porque él firmó las actas del directorio de los hoteles, presuntamente lavadores, en nombre de la sucesión de su padre.

¿Lograrán amedrentar a Bonadio? No. Bonadio no es un juez fácil de presionar. La investigación ha llegado tan lejos, además, que ningún juez, ni Bonadio ni otro, podría esconderla ya. La revolución de jueces y fiscales es la obra perfecta de una estirpe política torpe y engreída.

Fuente: La Nación, 15/02/15.

 

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Un respaldo póstumo al fiscal Nisman

febrero 14, 2015

Un respaldo póstumo, un futuro muy complicado

Por Joaquín Morales Solá.

El fiscal Gerardo Pollicita hizo ayer el más grande homenaje a la memoria de su colega muerto, Alberto Nisman. Desarticuló en poco más de 60 páginas la calificación de «débil» que el Gobierno y sus voceros habían hecho de la denuncia de Nisman sobre el presunto delito de encubrimiento de la Presidenta, de su canciller y de otros cristinistas de poca monta y peor calaña. Cristina Kirchner ingresó, así, en un escalón más elevado de la crisis política que provocaron aquella denuncia y, sobre todo, la posterior y extraña muerte del fiscal. El conflicto político y judicial es más intenso ahora y el futuro de la Presidenta es, al menos en los tribunales, mucho más comprometido.

Nadie en su sano juicio puede darle una explicación racional a la existencia de una diplomacia paralela. No porque las diplomacias paralelas no existan, sino por la poquedad intelectual y moral de los diplomáticos paralelos que eligió Cristina Kirchner. Luis D’Elía, con claros antecedentes antisemitas, y Fernando Esteche, jefe del violento Quebracho, eran los mensajeros ante Irán. El diputado y jefe camporista Andrés «Cuervo» Larroque era el correveidile del Gobierno ante tales diplomáticos inverosímiles. Con semejantes operadores, la Presidenta no necesita de opositores ni de destituyentes para terminar sentada ante un juez. Ellos la llevarán.

Hubo un diálogo telefónico, que Pollicita reproduce, entre D’Elía y su amigo Jorge «Yussuf» Khalil, quien era (¿es?) el enlace con la embajada iraní en Buenos Aires, que es tan inquietante como sugestivo. D’Elía le dice a Yussuf que están hablando por teléfono con manos libres (es decir, por altavoces), que está «en Presidencia» y que no le puede decir el nombre de la persona que lo está escuchando. ¿Quién los estaba escuchando en la cima del poder? ¿Acaso el entonces secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, viejo amigo de D’Elía? ¿O era la propia presidenta de la Nación? Las respuestas a esas preguntas son cruciales para conocer el grado de involucramiento de Cristina en la causa.

Pollicita suscribió una reflexión política de Nisman. Cristina Kirchner cambió radicalmente la política de su esposo, luego de que murió, porque éste promovía la persecución de los iraníes reclamados por la justicia argentina. El fiscal pone como pruebas las declaraciones públicas de ex ministros de Néstor Kirchner, como Alberto Fernández, Rafael Bielsa, Jorge Taiana y Roberto García Moritán, este último vicecanciller durante cuatro años. La estrategia de los fiscales es interesante: coloca al Gobierno contra la memoria del fundador del kirchnerismo y esposo de la actual presidenta. Dicho de otro modo: ¿podría haber un golpismo nestorista contra Cristina, si son las declaraciones de los ministros de Néstor las que acusan a Cristina? La hipótesis es desopilante, pero no se puede descartar en el paranoico universo del cristinismo.

Lo que Nisman hizo, y Pollicita ratificó, fue relacionar los hechos públicos con los secretos en las negociaciones con Irán. Es cierto que existen muchas referencias a publicaciones periodísticas, pero casi todas son para dejar constancia de declaraciones que hicieron funcionarios públicos argentinos e iraníes. O para anotar la existencia de una o de varias decisiones tomadas en Buenos Aires o en Teherán. No existe una sola referencia que aluda a opiniones periodísticas. Vale la pena hacer esta aclaración porque voceros oficiales habían dicho que la denuncia de Nisman se limitó a «reproducir artículos periodísticos».

Esas publicaciones fueron, a su vez, vinculadas con lo que concretamente pasaba en la realidad. Debe subrayarse que la política argentina, la que no tiene acceso al chato círculo que controlaba esas negociaciones, y el periodismo no encontraron nunca una explicación razonable al acuerdo con Irán. El tratado había convertido en nada la investigación de la justicia argentina sobre la devastadora masacre a la AMIA, que acusó al gobierno iraní, incluido el entonces presidente de ese país, de haber orquestado y financiado el atentado. El acto criminal lo habría ejecutado la organización Hezbollah.

El drástico giro geopolítico de Cristina Kirchner resultó en su momento sorprendente e inexplicable, aunque la única razón que se entrevió, sin pruebas importantes hasta ahora, fue la que imponía el creciente déficit energético del país. Siempre se dijo, además, que el nexo entre Cristina e Irán había sido el extinto presidente de Venezuela Hugo Chávez. D’Elía y Esteche han sido siempre, también, interlocutores privilegiados y defensores acérrimos del régimen chavista. ¿Es cierto que todo tiene que ver con todo, como dice Cristina?

Vinculadas las publicaciones periodísticas y la realidad, los fiscales respaldaron sus conclusiones con lo más sabroso de la causa: las grabaciones de conversaciones telefónicas. Ése el problema del Gobierno, porque esas grabaciones confirman las conclusiones que surgen de aquella vinculación. La denuncia tiene sustancia, dice Pollicita, para iniciar una investigación, aunque obviamente deben probarse todavía muchas cosas. El proceso sólo ha comenzado, pero Pollicita deslizó una posible acusación muy grave contra Cristina: encubrimiento de un crimen de lesa humanidad.

Dicen los que han escuchado las grabaciones de las conversaciones telefónicas que está probado en ellas que a los iraníes sólo les interesaba que cayeran las cédulas rojas de Interpol, que significan la máxima alerta para capturas internacionales, de cinco jerarcas del régimen de Teherán. Hay un dato que respalda esa certeza. El tratado se hizo sólo para que eventualmente declararan los cinco iraníes afectados por esas cédulas rojas de Interpol. Resulta que Nisman pidió la captura de tres más (ocho en total) y de un libanés. El libanés murió, pero los otros tres iraníes están vivos. Son el entonces presidente de Irán, el entonces canciller de ese país y el entonces embajador iraní en Buenos Aires. Interpol reconoció al ex presidente inmunidad de jefe de Estado e inmunidad diplomática a los otros dos. ¿Por qué el tratado habla sólo de cinco iraníes y no de ocho? ¿No es ésa la mejor prueba de que sólo se buscaba beneficiar a los que estaban perseguidos por Interpol?

El oficialismo argentino se enredó con la interpretación de la «pista iraní» o la «pista siria». Son la misma cosa. Irán y Siria tienen un acuerdo que viene de muy lejos y se mantiene hasta ahora. De hecho, fue Siria la que colocó el territorio y el escenario para la primera reunión secreta entre el canciller Héctor Timerman y su colega iraní, Ali Akbar Salehi. El déspota de Damasco, Al Asad, no hubiera sobrevivido a la última revuelta popular sin la ayuda de Irán y Rusia. Los nuevos mejores amigos de Cristina Kirchner. Aquella reunión de Timerman con Salehi, en la ciudad siria de Alepo, ahora destruida, fue una primicia del periodista Pepe Eliaschev, que Timerman desmintió y Salehi confirmó. A Timerman no sólo lo maltratan en Buenos Aires.

Tal vez la historia se habría escrito de otra manera si hubieran intervenido profesionales de la diplomacia. Quizás éstos hubieran hecho las cosas de manera que el tratado con Irán quedara registrado sólo como una decisión política, polémica y mala seguramente, pero decisión política al fin. D’Elía, Esteche y Larroque colocaron, en cambio, a la Presidenta y a su canciller al borde (o en el centro) del delito.

Fuente: La Nación, 14/02/15.

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Inteligencia financiera para enemigos

febrero 13, 2015

Inteligencia financiera para enemigos

Por Juan Félix Marteau.

Juan Félix Marteau

Juan Félix Marteau

La fisura institucional que ha generado la muerte del fiscal Alberto Nisman -en mi opinión el asesinato por sicarios profesionales más sórdido de nuestra democracia- ha comenzado a poner en evidencia que buena parte de la información reunida por los dispositivos de inteligencia del Estado no se destina a proteger a la Nación y sus ciudadanos, sino a alimentar los intereses facciosos del grupo gobernante.

Quienes intervenimos en el campo de la inteligencia financiera -sin dudas, el mecanismo actual más efectivo para obtener datos sensibles sobre un blanco determinado-, hemos tenido la posibilidad de comprobar que la degradación de este tipo procedimientos estratégicos obedece a una lógica política de varios años.

A comienzos de 2010, se produjo el desplazamiento intempestivo de los funcionarios de la UIF, incluidos muchos colegas honestos, capaces y competentes con los que tuve la posibilidad de trabajar durante la gestión de Néstor Kirchner. El motivo era que la actual Presidente necesitaba “soldados obedientes” para golpear al Grupo Clarín de la manera que fuese posible. Con el armado de una serie de falsas acusaciones sobre lavado de activos funcional al “relato”, se pretendía corroer la larga reputación de esta empresa y, en el asalto final, lograr la imposición de multas millonarias y condenas graves para sus directivos.

El semanario Veintitrés, del Grupo Spolsky, que recibe desde hace diez años una millonaria pauta publicitaria del gobierno, publicaba, el día 19 de agosto de aquel año, una larga nota sobre supuestas maniobras criminales de la compañía de multimedios. Este aparato de propaganda realizaba un montaje con información financiera confidencial que sólo se podía obtener de las agencias estatales que pergeñaban una artificiosa investigación. Luego se pudo comprobar que ese mismo día se producía el “pase administrativo” a la UIF de un expediente que por mandato legal debía ser estrictamente reservado. La operación era burda, pero efectiva en un país donde la impunidad es un cáncer avanzado. Este es un ejemplo concreto en los que la violación de los secretos de inteligencia se mezcla con el abuso de autoridad, la tentativa de cooptación de jueces y fiscales y la utilización ominosa de medios de prensa.

En aquel momento, muchos pensaron que este era un problema estrictamente de Clarín sin advertir que el éxito de este tipo de maniobras volvía posible cualquier operación contra el enemigo de turno, en nombre del Mov. Nacional y Popular.

En un momento crítico del país, en el que resulta prioritario el reordenamiento de las funciones esenciales del Estado de acuerdo a la Constitución y para beneficio de la ciudadanía, genera una expectativa alentadora la circunstancia de que la Justicia Federal haya avanzado en el esclarecimiento de este tipo de prácticas ilícitas.

– Juan Félix Marteau es abogado. Profesor de Criminología (UBA).

Fuente: Clarín, 13/02/15.

Más información:
El Lavado de Dinero en la Argentina K
El lavado del dinero y la corrupción política
El Lavado de Dinero en Argentina
El vaciamiento del castigo al terrorismo

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Cristina Kirchner imputada en causa penal

febrero 13, 2015

Imputan a Cristina por la denuncia de Nisman

JUSTICIA. Lo decidió el fiscal Pollicita. Es por posible encubrimiento a iraníes por el atentado a la AMIA. También fueron imputados Timerman, D’Elía y el diputado Larroque.

El fiscal federal Gerardo Pollicita decidió imputar este viernes a la Presidenta de la Nación, al canciller Héctor Timerman, al piquetero Luis D’Elía y al diputado Andrés Larroque por la denuncia efectuada por el fiscal Alberto Nisman cuatro días antes de su muerte.

La Causa 777/15 fue abierta tras la denuncia de Nisman sobre encubrimiento de iraníes involucrados en el atentado a la sede de la AMIA en julio de 1994 y que está radicada en el juzgado de Daniel Rafecas.

cfk iranAsí, Pollicita decidió darle curso a la acusación y requirió numerosas medidas de prueba para que se inicie de hecho una pesquisa al respecto.

En el dictamen, que Pollicita presentó esta tarde en el juzgado de Daniel Rafecas, también fueron involucrados el canciller Héctor Timerman, el dirigente kirchnerista Luis D’Elía y el diputado Andrés «Cuervo» Larroque, entre otros.

La denuncia de Nisman, hecha el 14 de enero, posee escuchas donde se habla de las relaciones del Gobierno con Irán.

En su resolución, Gerardo Pollicita, Fiscal titular a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nro. 11, señala que “corresponderá en lo sucesivo iniciar la pertinente investigación con miras a comprobar, en base a los elementos de convicción que se vayan incorporando y siguiendo los lineamientos del  art. 193 del ordenamiento de forma, la existencia del hecho y, consecuentemente, si el mismo puede ser penalmente reprochado a sus responsables”.

“En principio, resultan imputados en la denuncia que dio inicio a las presentes actuaciones la Sra. Cristina Fernández de Kirchner –Presidenta de la Nación-, los Sres. Héctor Marcos Timerman –Ministro de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación -, Andrés Larroque –Diputado Nacional-, Jorge Alejandro  “Yussuf” Khalil, Héctor Luis Yrimia –ex Fiscal Federal-, Luis Ángel D`Elia, Fernando Esteche y un sujeto identificado como “Allan” que sería Ramón Allan
Héctor Bogado”, detalla el fiscal.

“Esta confabulación habría sido orquestada y puesta en funcionamiento por las altas autoridades del gobierno nacional argentino, con la colaboración de terceros, en lo que constituye un accionar criminal configurativo, según refiere la denuncia, de los delitos de encubrimiento por favorecimiento personal agravado, impedimento o estorbo del acto funcional e incumplimiento de los deberes de funcionario público (arts. 277 incisos 1 y 3, 241 inciso 2 y 248 del Código Penal de la Nación)”, continúa  en su resolución el fiscal Pollicita.

Fuente: Clarin.com – 13/02/15

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