Científicos españoles logran revertir el envejecimiento prematuro
Por Graciela Salas.
El equipo del científico Juan Carlos Izpisúa, investigador del Laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk, ha logrado revertir el envejecimiento y prolongar la vida en un animal vivo, en ratones.
“El envejecimiento es un gran problema social y el principal factor de riesgo para todas las enfermedades que sufrimos. Mejorando la forma de envejecer, reduciremos el riesgo de padecer muchas enfermedades. Nuestro objetivo no es sólo lograr que vivamos más años, sino que vivamos más años sanos, que los años sean saludables y que no tengamos que sufrir los síntomas y enfermedades del envejecimiento”, señala Izpisúa.
Una pista sobre cómo detener el envejecimiento la proporciona la reprogramación celular. El proceso, descubierto en 2006 por el japonés Shinya Yamanaka, consiste en introducir una combinación de cuatro genes (conocida como OSKM) que permite que una célula adulta se convierta en una célula madre pluripotente (similar a la embrionaria), es decir, con capacidad de dividirse indefinidamente y convertirse en cualquier tipo de célula de nuestro organismo. Para conseguir ese proceso los factores de Yamanaka deben expresarse de dos a tres semanas.
Los investigadores primero aplicaron la reprogramación parcial -indujeron los factores de Yamanaka sólo de dos a cuatro días- en células de la piel de ratones con progeria (envejecimiento prematuro). Esas células rejuvenecieron, pero no tanto como para alcanzar la pluripotencia y perder su identidad como células de la piel. El siguiente paso fue usar el mismo método en ratones vivos con progeria, con grandes resultados: los roedores reprogramados parecían más jóvenes que los no tratados. Su función cardiovascular y la de otros órganos mejoró, y además vivieron un 30% más de tiempo que los no tratados y sin desarrollar cáncer.
Cómo hacen las mujeres de Corea del Sur para vivir más de 90 años
La esperanza de vida de las mujeres en varios países romperá la barrera de los 90 años en 2030, según un estudio
Se espera que las mujeres surcoreanas sean las que tengan un promedio de vida más alto.
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Las mujeres en Corea del Sur serán las primeras en el mundo en tener una expectativa de vida que superará los 90 años de edad, según un estudio del Colegio Imperial de Londres y la Organización Mundial de la Salud.
Investigadores analizaron el promedio de vida de los habitantes de 35 países industrializados y concluyeron que en todos las personas vivirán más para 2030 y que la diferencia entre hombres y mujeres se hará más pequeña en casi todos los países.
Según los investigadores, los hallazgos supondrán grandes desafíos en el sector de las pensiones y el cuidado de ancianos. «Corea del Sur tiene las mejores condiciones», dijo a la BBC Majid Ezzati, del Colegio Imperial de Londres y el autor principal del estudio.
«En apariencia es un país más equitativo con elementos que benefician a las personas. La educación y la nutrición han beneficiado a la mayoría de sus habitantes«.
«Y hasta el momento, están manejando mejor problemas como la hipertensión y además tiene uno de los índices de obesidad más bajos del mundo«, añadió.
Los datos también sugieren que Japón, considerado una vez como el país de la longevidad, caerá en el ranking global. Actualmente, Japón tiene la esperanza de vida más grande para las mujeres, pero pronto será sobrepasado por Corea del Sur y Francia, según el estudio.
Por otro lado, el promedio de vida más alto en los hombres pasará del cuarto al puesto once de los países estudiados. Mientras, Estados Unidos, es el país peor parado y está en vías de convertirse en el que tendrá la menor esperanza de vida de los países más ricos del mundo para 2030 .
Según el estudio, alcanzará un promedio de 80 años entre los hombres y 83 entre las mujeres, lo mismo que tendrán México y Croacia. «Estos países son los opuestos de Corea del Sur», añadió Ezzati.
«La sociedad en Estados Unidos es muy desigual al punto que afecta a todo el país -es el único país desarrollado que no cuenta con seguro universal de salud«. Una alta desigualdad es parte de razón por la que el promedio de vida en Estados Unidos sea el más bajo entre los países industrializados.
«Además, el el primer país en el que sus habitantes han dejado de crecer en altura, lo que demuestra algo sobre los primeros años de nutrición». Estados Unidos será superado por Chile, donde se espera que las mujeres que nazcan en 2030 vivan 87 años y los hombres 81. Por otro lado, entre 2015 y 2030, se espera que el promedio de vida para de 79 a 82 en los hombres y de 83 a 85 entre las mujeres.
Los hombres se acercan cada vez más
El estudio, publicado en Lancet, también muestra cómo la distancia en cuanto al promedio de vida entre hombres y mujeres es cada vez menor. «Tradicionalmente, los hombres han llevado un estilo de vida menos saludable y por lo tanto una expectativa de vida menor», dijo Ezzati.
«Fuman y beben más alcohol, y tienen más accidentes de tráfico y sufren más asesinatos. No obstante, al tiempo que el estilo de vida entre hombres y mujeres es cada vez más similar también es su esperanza de vida».
Tradicionalmente, los hombres han fumado y bebido alcohol más que las mujeres, pero esto esta cambiando. Los factores que más influyen en este fenómeno son las mejorías en las personas de más de 65 años más que la disminución del número de muertes durante la infancia.
El estudio realizó sus proyecciones en una manera similar al método que utilizan los meteorólogos cuando predicen el tiempo. Combinó 21 modelos matemáticos separados que analizaron tendencias pasadas para hacer proyecciones futuras.
Esta fórmula toma de forma indirecta en cuenta todos los diferentes factores -tabaquismo, avances médicos, patrones de obesidad- que están cambiando las expectativas de vida.
El estudio asume que los países continuarán progresando como lo están haciendo, por lo que acontecimientos excepcionales e imprevisibles, como la caída de la Unión Soviética o la aparición de una vacuna para cualquier tipo de cáncer, alterará de forma inmensa las predicciones.
«Los países que tienen una buena proyección son los que invierten en su sistema de salud y asegurándose que alcanza a todo el mundo», resumió Ezzati.
70 a full: más allá de los 60 años, una renovada juventud
Se sienten tan bien que llevan a revisar el comienzo de la vejez
Por Loreley Gaffoglio.
Mientras la ciencia debate en qué momento del calendario biológico y vital la adultez languidece y sobreviene ese mote incómodo (y para muchos estigmatizante) de «adultos mayores», los especialistas propugnan la adopción del término «cuarta edad» para designar a los que superan los 80 años, etapa donde hoy comenzaría la vejez.
La proposición de «cuarta edad» tiene su lógica por efecto de la longevidad y la esperanza de vida, de los cambios sociales y, especialmente, por el corrimiento de los 65 años como la antigua fecha de inicio de la vejez o tercera edad. En la Argentina, los mayores de 60 años son más de 5, 7 millones de personas y representan el 14% de la población.
Pero el dilema para demógrafos, sociólogos y gerontólogos no se ciñe sólo a las coordenadas de la ancianidad. Abarca una discusión mayor, en la que los sexagenarios son el centro de las cavilaciones. Esa franja etaria desconcierta y tiene hoy una difícil categorización. Especialmente por la porción creciente de adultos vitales, de clases media y alta, que en su séptima década se jactan de un excelente estado físico y mental. Son en su mayoría abuelos deportistas, hiperactivos y actualizados.
Independientes, viajeros, estetas y jóvenes de espíritu, emancipados de prejuicios, son hacedores de su propio destino con un encomiable libre albedrío.
A fuerza de experiencias capitalizadas, años de análisis y ansias de superación práctica y emocional, los guían el optimismo y una visión positiva sobre el paso del tiempo, en la que se incluyen los fracasos como forma de aprendizaje. Frente a esos dolores, reflexionan, aprenden, elaboran duelos más cortos y pasan a otra cosa. No hay tiempo que perder, pero sí mucho por vivir y redescubrir, parecieran decir con su actitud. En síntesis, son mentes jóvenes en cuerpos que ya no lo son, aunque gozan de un estado atlético que muchos de 30 y 40 envidiarían.
Con su saber emocional y su economía resuelta, también sacan ventajas sustanciales frente a otras generaciones más jóvenes. En su mayoría no se jubilan y continúan trabajando en aquello que alguna vez eligieron por vocación. Todos sin excepción renuncian a ser llamados sexagenarios. Identifican en esa etiqueta una connotación negativa y desactualizada y buscan una nueva nomenclatura capaz de definirlos.
Las voces anónimas en las redes sociales ya los bautizaron. Los llaman «sexalescentes», en alusión a un nuevo tipo de despertar sexual. Una nueva adolescencia para un erotismo renovado, en la que la irrupción del sildenafil (Viagra) pero también el yoga y los deportes ayudan.
Diversos estudios han dado cuenta de esta «novedad demográfica»: uno reciente del Pew Research Center, de los Estados Unidos, arrojó que en ese país el 79% de los encuestados de entre 60 y 74 años ubicó la vejez después de los 85 años.
¿La razón? Ellos mismos afirmaron sentirse todavía jóvenes y así lo proyectaban. En el estudio, casi la mitad de los participantes de 60 años aseguró sentirse al menos 10 años más joven que su edad biológica, mientras que entre los 65 y los 74 años, un tercio dijo sentirse entre 10 y 19 años más joven que en su edad real. ¿Rapto de optimismo o un indicio de que habría que repensar las propias creencias respecto de la edad vital?
Claudia Schnaider, empresaria porteña de 62 años, madre de tres hijas de 39, 35 y 21 años y abuela, luce su cabellera lacia y retinta hasta la cintura, tiene un estado físico encomiable, juega al tenis, hace yoga iyengar y baila tango cuatro veces por semana, viaja con frecuencia a México y a San Pablo para visitar a sus hijas y nietos, y conduce con éxito (junto con su segundo ex marido) su empresa deportiva. Años atrás, estudió diseño interior, luego se recibió de chef, abrió su negocio de comida saludable, Paia, en el gimnasio Ocampo Wellness Club, y cuando se divorció por segunda vez, se refugió en el estudio de la Kabbalah. Si bien como muchos de sus coetáneos, tanto hombres como mujeres, jamás dice su edad, aceptó que se revelara en esta nota.
«No la digo porque hay una histeria colectiva respecto de la mujer de 60 años en adelante, que parte de una cultura decadente, con valores muy pobres, que interpreta, sin saber, que a esa edad una no pueda ser vital, enérgica, estar y sentirse plena y bien. Es como si la energía fuera sólo potestad de la juventud, cuando en realidad es también un estado del espíritu», dice. Y concede que se ha sentido estigmatizada al decir su edad por «la ignorancia y el temor generalizado de la sociedad a envejecer».
Aunque hace meses comenzó a salir con un abogado de su misma edad, Schnaider admite que entre sus amistades elige relacionarse con gente más joven, de entre 45 y 55 años. «No me identifico con la gente de mi edad. Soy hiperactiva culturalmente, tengo avidez por las nuevas vivencias y soy optimista. Y, la verdad, es difícil encontrar a alguien así de mi edad. Aunque si bien es cierto que cada vez somos más las personas saludables, curiosas y activas, no tengo en mi entorno cercano nadie así», se lamenta. Cuando se le pregunta sobre la clave para mantener la «juventud espiritual», dice: «Todos tenemos la capacidad para reinventar nuestra vida y yo estoy en eso permanentemente. No digo que no cueste esfuerzo, pero a esta altura uno ya conoce todos los riegos y los pondera. Y cuando algo no sale bien, toma nota y a otra cosa».
Luego, a modo de decálogo, enumera otras claves más íntimas y en su caso, dice, muy efectivas: «Ser optimista y agradecida; cuidarse tanto física como mentalmente, tener una alimentación consciente y un buen terapeuta, realizar mucha actividad física, nutrirse de cultura, tener amplitud de criterio, desestructurarse, abrir el corazón y brindar mucho amor».
Etapas que se alargan
«Al extenderse la vida, todas las etapas vitales también se alargan y cambian los comportamientos. Y los de 60, Viagra y gym mediante, hoy se asemejan más a la gente de 40 en sus comportamientos que a sus madres a esa edad. Ese grupo va claramente in crescendo», apunta la doctora en psicología Mirta Cohen, especialista en adultos mayores. Según cuenta Cohen, la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) elevó al Congreso una propuesta para extender a 68 años para las mujeres y a 70 para los hombres la edad jubilatoria.
«Hoy existe una discriminación al revés, por parte de los jóvenes que buscan su lugar en el mercado laboral y en la sociedad. Pero nosotros creemos que cuanto más tarde sea obligada la gente a jubilarse, mayor salud mental habrá en esa franja, ya que cuando uno se retira, aumentan las depresiones. Esto sucede por quedarse fuera de la red social», explica.
«En líneas generales -agrega Cohen-, la vejez comienza cuando decae el deseo, fallan las fuerzas y se pierde el sentido de la vida. Y eso pude pasar a cualquier edad. Aunque lamento ser cruel, no es cierto que a los 60 sobrevenga un renacimiento sexual. Las hormonas trabajan mucho menos», corrige.
El sexólogo Adrián Sapetti, autor del libro Sexo: Un camino hacia el placer compartido (Ediciones Lea), también desmitifica esa creencia, surgida de las propias voces de esa generación: «No se puede afirmar que a partir de los 60 haya un renacimiento sexual, sino más bien una manera diferente de vivir la sexualidad: el varón tardará más tiempo en lograr la erección y la mujer posiblemente presente un deseo sexual hipoactivo. Pero ambos redescubrirán sus zonas erógenas y encontrarán una manera más tranquila de hacer el amor. Se supone que uno llega a esa edad conociendo cuáles son sus limitaciones, pero también sus potencialidades. Pueden pedir por lo que les gusta y orientar cómo deben ser estimulados. Es el encuentro con un nuevo erotismo», explica.
«Al negar los aspectos vitales de la gente de 60, lo que el conjunto de la sociedad hace en realidad es desechar la idea de cambio y de adaptabilidad. Cada etapa trae lo suyo y desestimar la autonomía o el aporte de la experiencia, como algo secundario o superfluo, termina siendo bastante suicida», opina el filósofo Miguel Álvarez Giesso.
En Diario de la guerra del cerdo, Adolfo Bioy Casares llevó el enfrentamiento entre la juventud y la vejez al extremo. Planteó una guerra juvenil de caza de ancianos. Bioy, que despreciaba la vejez, atribuyó a los jóvenes en ese relato una violencia irracional, incapaz de descifrar el motivo que los urgía a perseguir a los mayores. Sin embargo, sembró indicios al escribir: «En esta guerra los chicos matan por odio contra el viejo que van a ser». Y ahondó: «A través de esta guerra [los jóvenes] entendieron de una manera íntima, dolorosa, que todo viejo es el futuro de algún joven».
Tanto Cohen como Álvarez Giesso citaron a Bioy justamente para explicar los temores que la vejez produce en la sociedad junto con el desafío -y el esfuerzo y dinero- que conlleva llegar plenos, vitales, satisfechos y felices pasado el umbral los 60. Sean estos sexalescentes, como se autodenominan en las redes sociales, o adultos mayores, miembros plenos de la tercera edad o integrantes de una nueva casta que pondere y actualice el renovado combo de salud, vitalidad y deseo pasados los 60.
Como dice Schnaider, «los años vividos no dejan de ser un gran privilegio».
“La longevidad es la recompensa de la virtud.” Simone de Beauvoir
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“Envejecer no es nada; lo terrible es seguir sintiéndose joven”, dijo una vez el escritor irlandés Oscar Wilde.
Bienvenido a la era del envejecimiento. Con más de 800 millones de personas mayores de 60 años, y más centenarios que la población de Islandia (eso son unas 329.000 personas), el mundo se tiene que preparar para las consecuencias económicas… y sociales.
Desde un aluvión de enfermedades a flacidez de la piel y el entumecimiento de los sentidos, la tercera edad está asediada de insidiosas fallas, intervenciones médicas y pocas expectativas.
Pero, ¿puede haber un resquicio de esperanzas para aquellos que se unen a la brigada del cabello gris?
Desde la antigüedad, envejecer ha sido sinónimo de decadencia corporal.
Los griegos tenía una visión particularmente extrema, pues muchos consideraban la vejez una enfermedad.
Sin embargo, el último estudio científico sugiere que el envejecimiento, después de todo, no se traduce en un declive sin más.
Tal y como BBC Future ha explicado antes, la vida alcanza su plenitud más tarde de los que piensas.
Así que, ¿cuándo empieza la tercera edad?
El poeta florentino Dante Alighieri pensaba que a los 45.
Una encuesta hecha en Reino Unido concluyó que empieza a los 59. Y mientras mayor era el encuestado, mayor la edad que marcaba como el comienzo de la vejez.
Mientras tanto, las Naciones Unidas –y la mayoría de los científicos- la ubican a partir de los 60 años.
Menos resfríos
No sólo es el cerebro el que se hace más sabio con la edad.
El sistema inmune humano se encuentra cada día con millones de potenciales peligros. Como la fuerza policial del cuerpo, necesita aprender a detectarlos.
Para ello, produce glóbulos blancos que adaptan su apariencia a los millones de distintos invasores. Cuando reconocen a un enemigo se quedan cerca, formando una “memoria inmune”.
Así, la próxima vez que aparezca, ayudarán a movilizar una respuesta rápida.
John Upham, de la universidad de Queensland, en Australia, señala que esta memoria puede durar mucho tiempo.
“Las personas que han pasado por varias epidemias tienen un sistema inmune que puede en algunos casos recordar los virus durante40 o 50años”, explica.
“Empieza a desaparecer cuando llegas a los 70 o 80. Pero hay una buena etapa, en particular a partir de los 40 hasta los 60 y principios de los 70, en el que el sistema inmune recuerda los virus que ha experimentado a lo largo de los años”.
Esta protección acumulativa se traduce en menos resfríos.
Mientras que los veinteañeros suelen contraer dos o tres al año, el promedio para quienes están en los 50 es sólo de uno o dos.
Sin embargo, otras defensas inmunes tienden a debilitarse con los años.
El cuerpo produce menos glóbulos blancos, y se hacen perezosos.
Un sistema inmune viejo también produce menos anticuerpos, las proteínas que se adhieren a los patógenos para ayudar a identificar y eliminarlos.
Pero, ¿y si esto pudiera salvar la vida?
Sobreviviendo a brotes
La pandemia de gripe de 1918, también conocida como gripe española, fue la más mortal de la historia de la humanidad: por su causa murieron más de 50 millones de personas.
Fue más letal para aquellos que consideramos fuertes, con edades entre los 20 y 40 años.
El brote de la gripe H1N1 siguió el mismo patrón; la mayoría de las muertes fue de personas menores de 65 años.
Se cree que los virus hicieron que el sistema inmune de las víctimas reaccionara de forma exagerada.
Aquellos con un sistema inmune más vigoroso lanzaron las respuestas más dramáticas y dañinas, en lo que se conoce como “tormenta de citocina”.
Una respuesta inmune sana depende de una respuesta positiva. Cuando se detecta un patógeno, los tejidos que le rodean liberan mensajes químicos llamados citocinas que piden ayuda.
En la medida que llegan las células, estas también son alentadas liberar sustancias químicas, lo que hace que lleguen más células.
Pero algunas veces este ciclo se sale de control, matando células sanas y originando una inflamación potencialmente fatal.
Todavía no se sabe qué desata esta tormenta, pero su constante estudio ha inspirado un nuevo tratamiento para la gripe que actúa en la tormenta de citocina, en vez de en el virus.
Menos alergias
Para los que sufren de alergias también hay buenas noticias.
Si bien todavía la principal causa de las alergias es objeto de mucho debate, todas están mediadas por anticuerpos.
El principal culpable es inmunoglobulina E y, como los otros anticuerpos, su producción disminuye con la edad.
Mitchell Grayson, del Hospital de Niños de Wisconsin, Estados Unidos, señala quemientras más edad tiene la persona, menos severos tienden a ser los síntomas.
“Es en la niñez cuando las alergias tienen su punto cumbre, luego parecen disminuir en la adolescencia y en los 20. En los 30 hay un resurgimiento hasta que las personas llegan a sus 50 y 60, cuando los síntomas tienden a ser menos comunes”.
Más inteligencia
“El diablo sabe por diablo. pero más sabe por viejo.” Martín Fierro
No escasean los términos para describir los efectos destructivos de la vejez en el cerebro.
Sin embargo, en una serie de habilidades de vital importancia, los cerebros de más edad resultan ser más inteligentes.
Michael Ramscar, de la universidad de Tubinga, en Alemania, explica quetenemos una confusión sobre cómo envejece el cerebro.
“El número de neuronas del cerebro humano llega a su máximo durante las 28 semanas después de nacer, y hasta la mitad de las neuronas producidas mueren hacia el final de la adolescencia. Debido a que no solemos pensar en el período desde que nacemos hasta los 18 años como uno de declive horrible, parece seguro concluir que el tamaño del cerebro medido por el número de neuronas no es un gran indicador de nada”.
El estudio longitudinal de Seattle ha hecho un seguimiento de las habilidades mentales de 6.000 personas desde 1956.
Es la investigación más larga de su tipo, en el que se examina a los mismos voluntarios cada siete años.
Mientras que los más mayores no son tan buenos en matemáticas y son más lentos en la respuesta de comandos, quienes se encontraban a finales de los 50 y los 60 fueron mejores que los veinteañeros en lo que se refiere a vocabulario, orientación espacial, memoria verbal y habilidades para responder problemas.
Gary Small, quien estudia psiquiatría geriátrica en el Instituto de la Investigación del Cerebro de la Universidad de California, considera que esto se debe al conocimiento acumulado a lo largo de la vida.
“Las personas desarrollan una mayor perspectiva sobre lo que de verdad importa, la capacidad para responder problemas se simplifica tras años de práctica. Y también está la acumulación de ciertos tipos de conocimiento, lo que se conoce como inteligencia cristalizada”.
Mejor sexo
Varios estudios han demostrado que las personas de más edad tiene más –y mejor- sexo de lo que se cree.
Un estudio sobre la actividad sexual y satisfacción de las mujeres en los 80 años arrojó que la mitad de las encuestadas todavía tenía orgasmos “siempre” o “la mayoría de las veces” durante el acto sexual.
Otros estudios han llegado a conclusiones similares – uno sobre personas de más de 60 años determinó que el 74% de los hombres y el 70% de las mujeres informaron tener más satisfacciones sexuales que cuando estaban en los 40.
Tara Saglio, una terapeuta de relaciones de pareja en Londres, considera que estos resultados se deben a que las mujeres de más edad son menos inseguras.
“Las mujeres mayores se muestran más seguras para expresar su sexualidad, y es esto lo que hace que el sexo sea mejor”.
Menos migrañas
Con la edad, las migrañas se pueden convertir en algo más suave que un dolor de cabeza.
Un estudio sueco con pacientes mayores de 18 años descubrió que los episodios se hacen más cortos, menos dolorosos y menos frecuentes en la medida que la gente se hace mayor.
De las 374 personas que participaron en la investigación, solo cuatro desarrollaron dolores de cabeza crónico.
Menos sudor
Las glándulas sudoríparas se encogen y se hacen menos numerosas con la edad.
La ciencia indica que las personas que están en los 20 pueden esperar sudar más que quienes están en los 50 y a principios de los 60.
Engañando a la muerte
¿Todavía no estás convencido? Incluso a una edad avanzada, la muerte no necesita estar tan cerca como se podría esperar.
Hoy en día los más mayores están más sanos que nunca, y se encuentran frente una buena probabilidad de celebrar algunos cumpleaños más.
Entre 2011-2014, la persona promedio de 25 años tenía una expectativa de vida de 84 años (para las mujeres) u 80 años (para los hombres), mientras que alguien de 95 años podría esperar celebrar su cumpleaños 98 (mujeres) o 97 (hombres).
Incluso a los 80, las mujeres tienen un 95% de probabilidades de vivir otro año más.
El problema del empobrecimiento de la anciana población alemana
Por Vicent Selva Belén.
La estructura demográfica de Alemania, poco equilibrada y envejecida, pone en riesgo el bienestar de sus ciudadanos a medio plazo. Se estima que si no se realizan cambios y reformas, la población mayor verá empeorada su cada vez más deteriorada situación.
El envejecimiento que desde hace tiempo viene sufriendo la población europea es un problema que nadie duda. Pero que ese problema vaya a tener algunas de sus peores efectos en un país como Alemania, puede parecer menos obvio.
La imagen que desde hace décadas ha proyectado la República Federal de Alemania es la de un país serio y disciplinado. Y eficiente, sobre todo eficiente. Un país que desde el fin de la II Guerra Mundial logró resurgir con fuerza, especialmente en el aspecto económico. En definitiva, un ejemplo a seguir por el resto de economías de la Unión Europea.
No obstante, la realidad no es tan dulce y, a tenor de algunos datos, el futuro del país, tampoco. El progresivo envejecimiento de la población alemana ha resultado en una situación insostenible entre los ingresos futuros y las deudas. Con esto no nos referimos a la deuda explícita, que atendiendo al Tratado de Maastricht no debería superar el 60% del PIB. Nos referimos a otros tipos de obligaciones a las que se debe, o deberá, hacer frente.
La realidad es que la esperanza media de vida se sitúa casi en los 81 años. Al mismo tiempo, la tasa de natalidad se mantiene baja, con nueve nacimientos por cada mil habitantes. Esta situación puede generar un desequilibrio muy acentuado en el futuro, dado que se prevén grandes dificultades para mantener el actual sistema de pensiones en un futuro a medio plazo. Ilustra esta situación, el hecho de que el Estado se ve obligado a transferir cantidades multimillonarias al fondo de pensiones. Por ejemplo, para el 2016 la cantidad ha sido de 14.000 millones de euros. Si no se produce un cambio demográfico, la situación empeorará en los próximos años.
Además, otros ámbitos tienen una situación similar, por lo que las expectativas no son muy optimistas. Ámbitos como los de las pensiones básicas, las ayudas a personas con discapacidad u otros tipos de prestaciones para personas con dificultades especiales, forman parte de esas “deudas implícitas”.
De hecho, la brecha de sostenibilidad, que es la diferencia entre deudas implícitas y explícitas, alcanzó en 2013 el 237% del PIB alemán. Dicho en términos absolutos, esa diferencia es de 6.484.000 millones de euros.
Yendo más aya de estos datos macroeconómicos, podemos observar algunos elementos que no carecen de importancia. Así, se comienza a constatar un alarmante aumento de la pobreza en personas mayores. La cifra de personas en esta situación se aproxima al millón. De hecho, en 2003 eran algo más de 500.000 los pensionistas que debían complementar sus ingresos con minijobs. En cambio, a mediados del 2015, tal cifra superaba las 900.000 personas. Por tanto, se puede constatar que la situación de pobreza en la vejez ha aumentado de forma rápida y realmente peligrosa.
Algunos expertos señalan que algunas medidas políticas implementadas por el gobierno de coalición de los conservadores y los socialdemócratas, pueden tener como consecuencia un empeoramiento de esta situación al poner en entredicho la viabilidad del sistema de pensiones. Entre esas medidas, algunos expertos señalan, por ejemplo, adelantar la edad de jubilación hasta los 63 años o que las madres reciban una renta adicional. No obstante, no hay que olvidar que la causa principal es de naturaleza demográfica.
Ante este problema, la inmigración controlada y adaptada a las necesidades productivas del país puede ser parte de la solución. Y es que la necesaria renovación de la mano de obra en Alemania pasa, casi sin alternativa, por insertar en su mercado de trabajo trabajadores provenientes de otros países.
Esta opción plantea problemas, dada la situación política que se están viviendo en Alemania, como muestran algunas elecciones regionales celebradas recientemente. Por ejemplo, la conservadora CDU de Merkel quedaba sobrepasada por la extrema derecha de Alternativa para Alemania. La pujanza de esta fuerza situada muy a la derecha en el arco ideológico es su mensaje cuasi apocalíptico en relación con la inmigración. De tal forma, se denota que una parte importante de la población ha asumido ese mensaje, con fuerte componente xenófobo.
Un caso muy claro que apunta en este línea es del estado federado de Mecklemburgo-Antepomerania, En este estado, aunque vencieron los socialdemócratas, se situó al partido de Merkel en tercera posición por detrás del partido ultra. Un fuerte revés teniendo en cuenta que este estado conforma el distrito electoral de la actual Canciller.
Otras posibilidades no resultan menos polémicas, a bien seguro, para la población alemana. Una posibilidad sería dar marcha atrás en la rebaja de edad de jubilación, como propone el Bundesbank. Ello implicaría pasar de los 63 años, en determinados casos, a los 69, es decir seis años más. Una rebaja que fue uno de los grandes acuerdos de la Gran Coalición.
Sea como fuere la realidad a la que se enfrente este país, todavía considerado el motor de Europa, es complicada. Es innegable que habrá que tomar decisiones importantes, independientemente de la línea que se siga. Pero, en cualquier caso, la polémica será un elemento de la cualquier decisión que se tome no podrá deshacerse.
Los que se animan a una nueva vida después de la jubilación
En entidades públicas y privadas, hay más iniciativas de diversión y aprendizaje para personas mayores.
Por Valeria Román.
Sadi Vergona, integrante del ballet 40/90.
“Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla enseguida”, sostenía el pintor español Pablo Picasso. En la Argentina, hay diferentes iniciativas en marcha para hacer que las personas mayores pueden desarrollar actividades que les interesen. Algunas se enfocan en asignaturas pendientes y otras descubren pasiones que las motivan a seguir adelante y favorecen su salud.
Como le pasó a Maria Ester Litvak, que se jubiló como docente y ahora se dedica a “hacer todo lo pendiente”. Pasa a buscar a sus nietos por la escuela, viaja al exterior y toma todos los cursos posibles. “Aprendí sobre cine, inglés y Borges en el Centro Cultural Rojas de la UBA”. Se anotó como voluntaria en un programa de la Fundación Navarro Viola para personas mayores: ya recibió entrenamiento para ser “mediadora cultural” en museos de la ciudad de Buenos Aires. “Preparamos cada visita de una manera creativa”, contó a Clarín la mujer, que también hace caminatas diarias. “Yo no tengo el oficio de abuela cuida-chico. Mis hijos lo saben. Tengo mi vida y la amo. No me siento desvalorizada. Sé que hay que saber escuchar, y que la valoración social pasa por el lugar en que te ubicás en la vida”.
Maria Ester Litvak, voluntaria que acompaña a adultos mayores en visitas a museos.
En la sala de teatro Apacheta, que cuenta con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro y se encuentra en el barrio porteño de Balvanera, la obra Mi hijo sólo camina un poco más lento es una apuesta a la integración de las diferentes edades y perspectivas. Allí, Elsa Bloise y Luis Blanco brillan con sus actuaciones. “Yo me casé y me dediqué a hacer trámites para la empresa que tenía mi marido. Pero desde chica me gustaba el teatro, y cada tanto tomaba talleres. Después de cumplir 60, empecé a trabajar en obras de teatro. Los directores veían mi entusiasmo y se me abrieron puertas. Hasta estuve actuando en Berlín. Fue algo inesperado”, comentó Bloise a Clarín. La mujer vive en el barrio de Parque Patricios, hace expresión corporal, y tiene muchos amigos. “Con el elenco del teatro, me siento muy bien. Creo que también depende mucho de uno. Si uno habla todo el tiempo de enfermedades, aburre. Yo siento que no hay que ser pesada. Es una cualidad que hace que la juventud te acepte. A mi me encanta tejer, y les hago escarpines a todos los que me conocen”. Su compañero, Luis, se jubiló como mecánico de autos hace 26 años, pero ahora se le dio la oportunidad como actor: “Me enganché de entrecasa en un taller del centro cultural de Parque Chacabuco, y más adelante empecé con la obra en Apacheta. Hacer teatro me cambió la vida. Es pura felicidad. El grupo es todo amor”.
Sadi Vergona, de 86 años, fue enfermera en hospitales y sanatorios. Y ahora se luce en un ballet todos los viernes por la noche en el teatro Empire, de Capital. “Después de jubilarme, empecé otra vida. Me formé como instructora de tai chi, y ahora doy una clase por semana. También tomo clases de clown. Soy integrante del ballet 40/90 creado por Elsa Agras para mujeres sin experiencia en baile. Había que tener ganas de bailar y comprometerse con ir. A mí me aportó mucho el movimiento. Siempre es salud y socializante. Cuando era chica, veía las películas de Ginger Roger y Shirley Temple, y nunca pensé que iba a bailar como ellas. Me encanta que el público se vaya feliz y con mucha energía. Uno no puede impedir que los años no vengan, pero hay que darles vida”.
La ciencia busca el secreto de la longevidad en un pequeño pueblo del sur de Italia
Investigan por qué más del 10% de los habitantes logra superar los 100 años.
Lunes 05 de septiembre de 2016
Antonio Vassallo, de 100 años, y su mujer, Amina Fedollo, de 93, en su casa en Acciaroli, en el sur de Italia.
ACCIAROLI, Italia (AFP) — En Acciaroli, un pequeño pueblo de pescadores entre el mar y la montaña en el sur de Nápoles, más de un habitante de cada diez es centenario. La longevidad de los vecinos llamó la atención de científicos norteamericanos que estudian el misterio que encierra esta localidad que consigue burlar a la muerte.
Investigadores de la Universidad de San Diego en California, con la colaboración de la Universidad de La Sapienza en Roma, se trasladaron a Acciaroli esta primavera boreal realizar sus investigaciones.
«Somos los primeros científicos que recibimos permiso para estudiar a los habitantes de Acciaroli», dijo Alan S. Maisel, profesor de medicina cardiovascular en San Diego.
En el pueblo hay 81 personas centenarias, entre tan sólo 700 habitantes, pero nadie se asombra. «Sólo comemos cosas sanas», explica Antonio Vassallo, que festejó hace poco sus 100 años.
La alimentación es un indicio importante para los científicos. Sobre todo porque la famosa dieta mediterránea fue identificada en esta misma zona, en la región del Cilento, por el estadounidense Ancel Keys, hace casi 60 años.
El norteamericano Key, biólogo, fisiólogo y «padre» de la dieta mediterránea bautizó esta zona del sur de Italia como el «triángulo de la larga vida».
«Comemos mucho pescado, productos del campo que cultivamos nosotros mismos. Tenemos nuestros propios conejos, nuestros pollos. Todo son productos de la tierra», revela la mujer de Antonio, Amina Fedollo, de 93 años.
Respecto del aceite de oliva, del que se dice que es fuente de juventud, la anciana reitera: «Consumimos el que producimos». Además de avanzados análisis sanguíneos (ADN, metabolismo, etc.), los investigadores realizaron controles cardíacos y neurológicos, explica Maisel.
La genética, junto con la alimentación, es otra buena pista para dilucidar la misteriosa longevidad de los habitantes de Acciaroli. Las personas centenarias podrían tener un gen que logra extraer las propiedades beneficiosas de ciertos productos consumidos regularmente, «como el romero, que mejora las capacidades del cerebro», precisa el profesor Maisel.
Entre las 80 personas ancianas que participaron en el estudio, 25 de las cuales eran centenarias, ninguna sufría la enfermedad de Alzheimer.
Eso sí, todas practicaban una actividad física a diario, como la pesca, el mantenimiento de su huerto o el paseo, en este pueblo de calles escarpadas.
«Muchas de estas personas parece que mantienen una actividad sexual», agrega el investigador. ¿Sería entonces el secreto de esta longevidad algo tan simple como una vida sana, al aire libre, un poco de actividad física y un estilo de vida mediterráneo?
Los científicos siguen estas hipótesis y buscan crear un modelo en Acciaroli, un ejemplo que podría exportarse a otras partes del mundo, para vivir mejor y durante más tiempo. «Lo que nos gustaría hacer al final es crear un cuadro clínico que establezca una especie de puntuación que se debe mantener», afirma Salvatore Di Somma, profesor de medicina en la Universidad de La Sapienza, en Roma.
«El proyecto no sólo va ayudar a develar algunos secretos para envejecer bien, además servirá para unir a científicos alrededor del mundo para lograr un mejor cuidado clínico de la población más envejecida», agregó Di Somma.
La idea sería establecer el tipo de alimentación, de actividad física, de vida social e incluso de filosofía, que están en la base de esta longevidad excepcional, explica. Pero no será fácil reproducir por doquier un entorno como el de Acciaroli, un pequeño pueblo situado entre el mar y un parque natural, lejos de la contaminación, donde todo se toma con mucha calma.
Longevity is increasing, but these nine factors play a role in how long people actually live.
Longevity has been increasing over the past century thanks to medical advances and lifestyle improvements. Not only has the average life expectancy increased since 1900, but a larger number of people are living to older ages, driven in part by a steep decline in the high infant mortality rate that characterized the early 1900s.
Life expectancy once a person reaches age 65 is now about to 84 years of age in the United States and about 86 in Japan. Life expectancy in Australia, Canada and the United Kingdom fall between 84 and 86 for people at age 65, according to statistics from the Organisation for Economic Co-Operation and Development.
R. Dale Hall and Andrew Peterson of the Society of Actuaries detailed trends in longevity and factors that affect it at LIMRA’s Retirement Industry Conference earlier this month in Boston. The pair then introduced a new longevity tool, designed to help consumers and advisors estimate how long of a retirement they may need to plan for. Life expectancy likely will continue to increase but at a slower rate in the future, including at older ages, they said.
Hall and Peterson outlined several factors, based on data from the Institute and Faculty of Actuaries, associated with mortality that affect whether a person is likely to live to or beyond the average life expectancy. Multiple factors influence mortality and are important to consider in financial planning for retirement.
Here are nine factors that may impact mortality and longevity.
Gender
According to the Institute and Faculty of Actuaries, mortality rates for females are lower at each age than those of men. Women live longer than men, on average.
The current overall life expectancy for U.S. men is 76.4 years, and 82.9 years for men at age 65. Overall life expectancy for U.S. women is 81.2 years, or 85.5 years for women at age 65.
Some studies attribute this gap in part to riskier behavior among men that may lead to higher rates of accidents.
Genetics
There appears to be a link between genetic factors and mortality rates. Genetics may play a role in nine of the top 10 causes of death, according to the Centers for Disease Control. The CDC lists the leading causes of death in the United States as:
Heart disease
Cancer
Chronic lower respiratory disease
Accidents
Stroke or cerebrovascular disease
Alzheimer’s disease
Diabetes
Influenza and pneumonia
Kidney disease
Intentional self-harm or suicide
Prenatal and childhood conditions
Poor conditions in utero, at birth and in very early childhood are associated with higher mortality even at advanced ages, according to IFA. The Society of Actuaries has been studying the impact of early childhood conditions on exceptional longevity, including whether growing up in a city or farm environment affects longevity, as well as whether growing up in certain geographic areas is associated with differing life expectancies.
Marital status
Married people have lower mortality rates than those who were never married, are divorced or are widowed, according to IFA. Various studies suggest that marriage or committed relationships may improve cardiac health, help combat isolation and loneliness that can negatively impact mental health, and motivate people to make healthier choices like keeping regular doctor visits and giving up unhealthy habits.
Socio-economic status
As socio-economic status decreases, so does life expectancy, according to the IFA. Among other things, socio-economic status can affect a person’s ability to access adequate medical care and their participation in healthier lifestyle habits like exercising more, smoking less and maintaining a healthy weight.
Education
Higher education levels are linked to higher socio-economic status and both are linked to improved longevity, according to Hall and Peterson.
For those with a bachelor’s degree or higher, life expectancy at age 25 increased by 1.9 years for men and 2.8 years for women, according to the CDC. On average, a 25-year-old man without a high school diploma has a life expectancy 9.3 years less than a man with a bachelor’s degree or higher. Women with a high school diploma have a life expectancy 8.6 years less than their counterparts with a bachelor’s degree or higher, the CDC said.
Higher education levels were also associated with lower levels of obesity and tobacco use, which may correlate with greater longevity, according to CDC data.
Ethnicity/migrant status
The CDC tracks data related to ethnicity and life expectancy. According to 2011 data compiled by the CDC, life expectancy is highest among Hispanic people — both male and female. Life expectancy ranged from 71.7 years for non-Hispanic black males to 83.7 years for Hispanic females.
Ethnicity or migrant status may also be associated with socio-economic status. Mortality of migrant people appears to vary as a result of differences in average mortality between host and home countries, as well as healthy selection for migration or return and length of residence in the host country, IFA said.
Lifestyle
Historically, lifestyle factors that affect mortality include an unhealthy diet, inadequate exercise, tobacco use, excessive use of alcohol, risky behaviors, food safety, work place safety and motor vehicle safety. Today, the major lifestyle factor that affects mortality is obesity. Nearly 5 percent of adults are considered extremely obese, compared with about 1 percent in 1962; more than 30 percent are considered obese compared with about 13 percent in 1962; and nearly 70 percent of adults are overweight today compared with about 46 percent in 1962.
Medical technology
Advances in medicine and medical technology have had a major impact on increased longevity. Development of antibiotics and immunizations, as well as improvements in imaging, surgery, cardiac care and organ transplants all have helped push the average life expectancy higher.
Tiene 85 años y corrió los 21k en menos de 2 horas
Es un jubilado canadiense que logró el récord mundial para la categoría de 85 a 90 años en el Medio Maratón de Waterloo. Ya ostentaba la marca en la de 80 a 85.
Whitlock ostenta más de 80 mejores marcas mundiales en diferentes grupos de edad y distancias que van desde los 1.500 metros hasta el maratón.
Los que han corrido un medio maratón lo saben perfectamente. Se trata de una exigente prueba que requiere preparación física y mental. La mayoría se contenta con completar los 21 kilómetros sin importarles el tiempo, y está bien que así sea. Pero no es el caso del canadiense Ed Whitlock, que con sus hermosos 85 años a cuestas sigue con energías y capacidad para continuar batiendo récord en pruebas de larga distancia.
Ingeniero especializado en minas jubilado, Whitlock completó el Medio Maratón de Waterloo, en Canadá, que se llevó a cabo el fin de semana pasado, en 1 hora, 50 minutos y 47 segundos y batió así el récord mundial para la categoría de 85 a 90 años, que poseía desde 2006 el alemán George Gabriel. Whitlock mejoró 9 minutos y 18 segundos la plusmarca del alemán.
“Tenía previsto correr aún más rápido para bajar la hora cincuenta aunque mi objetivo principal era establecer el récord mundial en mi categoría Master”, explicó Ed Whitlock, quien hace tres temporadas con 82 años, completó el Medio Maratón de Ontario en su ciudad natal de Milton en 1h 38m 11s quebrando por 48 segundos el récord mundial de la franja de 80 a 85 años que él estableció en la edición anterior de estos 21K canadienses.
No hay secretos, la clave consiste en realizar actividad física diaria, él lo fue un gran corredor durante toda su juventud, hacer ejercicio fortalece los huesos, beneficia al torrente sanguíneo y colabora con la función pulmonar, cerebral y cardiológica
Proveniente de una familia de longevos, dado que su tío Arthur vivió hasta los 107 años y su madre llegó a los 93 (aunque ninguno de ellos fue deportista), Whitlock hace trece temporadas en Toronto, se convirtió en el único hombre mayor de 70 años que bajó la barrera de las tres horas en los 42 kilómetros del maratón.
Whitlock ostenta más de 80 mejores marcas mundiales en diferentes grupos de edad y distancias que van desde los 1.500 metros hasta el maratón. En 2004, a los 73 años, corrió un maratón en 2:54:48, lo que le permite continuar como la única persona de más de 70 años capaz de romper la barrera de las tres horas en los 42,195km.
“No hay secretos, la clave consiste en realizar actividad física diaria, él lo fue un gran corredor durante toda su juventud, hacer ejercicio fortalece los huesos, beneficia al torrente sanguíneo y colabora con la función pulmonar, cerebral y cardiológica”, sostuvo el fisiólogo deportivo Greg Well, a la cadena de noticias CTV News.
La larga vida de Celina: tiene 118 años y creen que es la más vieja del mundo
Por Mariana Iglesias.
Historia increíble de una tucumana que vive en Merlo.El 15 de febrero cumplirá 119 y no toma ningún remedio. Es analfabeta, tuvo 12 hijos y cobra una pensión de sólo $ 2.700.
Todo el cariño. Celina tuvo 12 hijos y crió a otros. Irma (en la foto) es una de sus hijas biológicas.
Los gallos han acompañado a Celina. Los tuvo en su granja tucumana de Famaillá, y ahora en su casita del barrio Samoré, en Merlo. Pero ese canto agudo llega cada vez más débil a sus oídos. Lo mismo ocurre con los colores, los rostros de sus hijos, los olores. De a poco, todo se desvanece mientras ella se achica. Sus manos se retuercen, sus pies se contraen, aunque todavía mantiene cabellos negros, que se mezclan con los grises. Ya no camina, casi no abre la boca hundida, que aprieta mucho cuando le viene el hambre. Pero dicen que su corazón es el de una muchacha. Lo dijo un doctor y su hija Irma lo repite emocionada, con los ojos todos mojados y una sonrisa de gracias. Celina es un secreto perdido en el conurbano profundo: su documento dice que el 15 de febrero va a cumplir 119 años, lo que le daría el título de persona más vieja del mundo. Y así lo dicen los registros que hay en el país.
La casa de Celina Del Carmen Olea no tiene número, porque está en el medio de una manzana marcada por pasillos de alambres y montañas de basura. Allí vive con Alberto, su hijo menor. Alberto es analfabeto como su mamá, que tuvo otros once hijos. A algunos, los que pudo, Celina los mandó a la escuela. Se despertaba con los gallos, hacía el pochoclo, se los metía a los nenes en los bolsillos de los guardapolvos y les daba un empujón para que desandaran solos el camino hacia las aulas. Ella se quedaba trabajando en el campo, el mismo en el que nació, en febrero de 1897.
Todos sus hijos nacieron ahí mismo también. Fueron saliendo de su cuerpo con la única ayuda de su marido, José Inocencio Segovia. Alberto dice que él sí nació en un hospital, que fue el único. Le da cierta vergüenza mostrarlo, pero en su brazo izquierdo tiene un tatuaje que dice “MAMA”, y tiene una corona sobre las letras. Es su reina, imposible de destronar. Alberto es soltero y quien cuida a su madre. “Conmigo habla, claro que sí. Habla de sus hermanos, mi papá, otros hijos. Todos muertos”.
Se le murieron siete de los doce hijos. Dos de meningitis cuando eran muy chiquitos. El hospital estaba muy lejos en Famaillá. A otros logró salvarlos llevándolos ella misma a caballo todos esos kilómetros. Celina también crió más hijos de los que tuvo su cuerpo. Como Gladys, que tenía cuatro días cuando su mamá se la dejó a Celina, que entonces ya tenía 70 años.
Gladys la adora. Vive a la vuelta y se la quiso llevar varias veces a su casa, pero Celina no quiere moverse de su lugar, ya no. “Lo mejor de esta mujer es como nos crió, el amor que nos dio. Las sopas que hacía. Las mazamorras también”.
Fue a fines de los 60 que se vinieron a probar suerte a Buenos Aires. José murió enseguida.
No hay manera de sacar la cuenta de los nietos, bisnietos, tataranietos y choznos que hoy tiene Celina. La última fiesta fue cuando cumplió los 115 y ya eran montones. Muchos la visitan, otros no tanto.
Celina vive casi en la pobreza. Cobra una pensión de 2.700 pesos. Dicen que se la dio Raúl Alfonsín, el último presidente que votó.
Hasta un par de años atrás caminaba y se hacía su sopa. Ahora pasa de la cama a la silla de ruedas. Celina no toma medicamentos, no los necesita. Sólo deben ponerle una crema por sus quistes en la piel. Nunca fumó, pero tampoco comió demasiado bien ni tuvo obra social. Sus armas fueron el trabajo constante, el ir caminando a todos lados y el amor, siempre el amor.