A pesar de todo, mejoran en el mundo los índices de desarrollo
La ONU presentó un informe donde consignó avances globales; la pobreza extrema se redujo a la mitad.
.
En septiembre de 2015, los países parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU) firmaron un acuerdo global no vinculante, en el cual se comprometieron a cumplir 17 objetivos para 2030. Entre las metas se incluyen erradicar la pobreza, lograr un crecimiento económico continuo e inclusivo, promover el consumo responsable y proteger el medio ambiente.
Ayer se presentó el primer informe de Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), donde se analizó los avances globales en los 17 propósitos planteados. Aunque en la mayoría de los objetivos se puede notar un avance, «el reporte muestra que la tasa de progreso en muchas áreas es mucho más lenta de lo necesario para alcanzar los objetivos en 2030», según advirtió el secretario general de la ONU, António Guterres.
Entre los progresos se destaca la disminución de la pobreza: mientras que en 1999, el 28% de la población vivía en la pobreza extrema, esa proporción disminuyó a 11% en 2013; es decir la cantidad de personas se redujo de 1700 millones a 767 millones. A nivel regional, América latina disminuyó la proporción del 13,9% en 1999 al 5,4% en 2013.
Asimismo, si bien el reporte muestra que más de 100 millones de personas se curaron de la desnutrición, aún hay 793 millones que no tienen acceso a una comida saludable.
Por otro lado, el informe es alentador con respecto a la salud de los recién salidos: entre 2000 y 2015 hubo una disminución del 37% en la tasa de mortalidad materna y del 44% en la de mortalidad de los chicos menores de 5 años. Sin embargo, todavía 303.000 mujeres murieron durante el embarazo o el parto y 5,9 millones de chicos menores de 5 años fallecieron en todo el mundo en 2015. La mayoría de estas muertes eran de causas prevenibles, aclara el reporte.
En cuanto al objetivo de lograr una mayor igualdad de género, el informe señala que una de cada cinco mujeres (entre los 15 y los 49 años), que alguna vez estuvo casada o en unión, informó haber sido objeto de violencia física y/o sexual por parte de su pareja en los 12 meses anteriores, según encuestas realizadas entre 2005 y 2016, en 87 países.
A nivel profesional, en el plano de la política, del estudio se desprende que la participación de las mujeres en las cámaras legislativas nacionales en todo el mundo alcanzó sólo el 23,4% del total en 2017. En América latina, ese porcentaje aumentó en los últimos 17 años de 15,2% a 29,4%.
El reporte analizó también el acceso de la población a la electricidad, que se incrementó del 77,6% en 2000 a 85,3% en 2014. Sin embargo, 1060 millones de personas todavía viven sin este servicio básico.
En el mismo objetivo, el informe señala que la proporción de energía renovable en el consumo final de energía creció modestamente de 2010 a 2014, del 17,5 al 18,3%. La energía hidráulica, solar y eólica representó la mayor parte del incremento.
En cuanto al desempleo mundial, la tasa cayó de 6,1% en 2010 a 5,7% en 2016. A pesar del progreso general, los jóvenes (entre 15 y 24 años) son casi tres veces más propensos que los adultos a no tener empleo, con tasas de desempleo de 12,8%.
Asimismo, el número de chicos de entre 5 a 17 años dedicados al trabajo infantil disminuyó de 246 millones en 2000 a 168 millones en 2012. Aun así, alrededor de 1 de cada 10 chicos en todo el mundo estaban involucrados en el trabajo infantil en 2012; más de la mitad de ellos (85 millones) estaban expuestos a formas peligrosas de trabajo. En América latina, el 8,8% de los chicos de la región participaba en el trabajo infantil en 2012, y el 6,8% realizaba trabajos peligrosos.
Por otro lado, el informe indica que la cobertura de Internet por celular se volvió casi universal: en 2016, el 95% de la población mundial estaba en el rango de al menos una señal con 2G, mientras que el 84% obtuvo al menos 3G.
En cuanto al nivel de contaminación en las ciudades, el reporte muestra un análisis alarmante: en 2014, 9 de cada 10 personas respiraban aire que no cumplía con las directrices de la Organización Mundial de la Salud.
A su vez, el calentamiento del planeta continuó en 2016 estableciendo un récord de aproximadamente 1,1 grados centígrados por encima del período preindustrial, y la extensión del hielo marino global cayó a 4,14 millones de kilómetros cuadrados, el segundo más bajo registrado.
Los progresos a nivel mundial
11%
Pobreza extrema
El porcentaje de la población disminuyó en 2013 comparado al 28% que vivía sin alguna de las necesidades básicas en 1999
37%
Mortalidad materna
Es la disminución entre 2000 y 2015 de las tasas de muertes de las mujeres durante el embarazo o el parto
8,8%
Trabajo infantil
Es el porcentaje de la población de América latina en 2012; el 6,8% de ellos realizaba trabajos peligrosos
Una política que intensifica la hiperliquidez mundial
China comenzó a financiar en renminbis el intercambio con países y regiones muy vecinas en 2009.
Por Jorge Castro.
El Banco del Pueblo de Beijing (PBoC) ha firmado 25 acuerdos bilaterales de utilización del renminbi (RMB) en moneda local, o swaps, por más de US$500.000 millones desde diciembre de 2008.
Hay que sumarle a este esfuerzo de liquidez internacional los préstamos del Banco Chino de Desarrollo (CDB) por US$400.000 millones y los créditos externos del Banco de Exportaciones e Importaciones de China (EIBC), que alcanzaron a US$300.000 millones en 2016.
Conviene agregar a esta lista los Fondos creados por la República Popular en los últimos 3 años con recursos por US$116.000 millones, distribuidos entre los Fondos de la Ruta de la Seda, del Desarrollo Industrial de América del Sur y de China-África.
La clave de esta estrategia de financiamiento del desarrollo es el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), constituido en 2013 en Beijing por China y otros 56 países, encabezados por Alemania, Gran Bretaña, Francia y Australia — se acaban de sumar recientemente Perú, Venezuela, Canadá y Hungría, entre otros —, con un capital de US$100.000 millones, que treparía a US$350.000 millones en 2020.
Los swaps del PBoC surgieron en 2009 como respuesta a la crisis financiera internacional desatada por el colapso de Lehman Bros. en Wall Street (15-09-2008). En ese momento, el comercio global chino era financiado en más de 70% en dólares estadounidenses y el resto en euros, yenes y libras esterlinas, entre otras.
La caída de Lehman Bros. hundió el comercio internacional de la República Popular en más de 30% entre 2008 y 2010. A partir de allí, China comenzó a financiar el intercambio con los países y regiones cercanas en renminbi, prácticamente todos ellos en el área Asia-Pacífico.
Pero esta regla de estricta vecindad mostró dos excepciones de extrema importancia, que revelaron una nueva prioridad estratégica de la República Popular: la Argentina y Brasil. El vínculo prioritario con estos dos países está estrictamente referido a su condición de grandes productores mundiales de agroalimentos, en especial granos para la alimentación animal (soja, harina de soja, maíz). Junto con EE.UU, los tres países producen más de 90% de los granos para la alimentación animal del mercado mundial, y el primero —como se sabe— es su rival geopolítico.
Esto ocurría cuando China comenzaba a experimentar una gigantesca transición dietaria, con el vuelco masivo de su población al consumo de proteínas cárnicas. Este fenómeno histórico está directamente vinculado al hecho de que el PBI per cápita crece por encima del PBI nominal desde 2009 (8% por año vs. 6,5% anual).
Esta coincidencia o particular constelación astral es lo que le otorga a Brasil y la Argentina una situación de privilegio estratégico en relación con China, y asegura que más de 60% de la inversión directa (IED) de la República Popular en América Latina se dirija exclusivamente a estos dos países . (“Todo nace de una particularidad”, dice Hegel).
El objetivo de China al desatar en 2009 el proceso de internacionalización del RMB no ha sido desafiar la hegemonía mundial del dólar estadounidense, sino financiar en moneda propia y en forma creciente su comercio internacional; y esto lo hizo ante la situación de extrema carencia de dólares norteamericanos provocada en la economía global por el colapso de Wall Street de 2008.
La multiplicación de la liquidez global que realiza deliberadamente China es parte del proceso de internacionalización del renminbi, que consiste en la plena incorporación de su ahorro doméstico (US$6 billones) al sistema financiero internacional.
Éste experimenta una situación de extrema hiperliquidez, con las tasas de interés más bajas de la historia (0,5% / 0% anual). Ahora, la conversión del ahorro doméstico chino en ahorro global —proceso que culminaría en 10 años— equivaldría a la triplicación de la hiperliquidez actual. Es un salto cualitativo que requiere nuevas categorías económicas, ante todo las que suplanten las de “restricción” o “escasez”.
El ritmo de la internacionalización del RMB lo marca el porcentaje del intercambio internacional de la República Popular que cubre su divisa. Esa pauta era 0% en 2008, aumentó a 17% en 2013, trepó a 30% en 2016, y a este ritmo superaría 40% en 2020. El Banco de Inglaterra (BoE) prevé que más de 50% del comercio internacional estará cubierto en 2025 por el RMB.
En el fondo, lo que sucede es que la divisa china está alcanzando a su comercio internacional, que es el primero del mundo desde 2009, cuando dejó atrás a Alemania y a EE.UU.
El intercambio global chino representa hoy 10,4% de las exportaciones y 9,4% de las importaciones mundiales, mientras que EE.UU. ocupa el segundo lugar, con 8% y 12%, respectivamente.
El principio fundamental de Mao es que “(…) la única forma de conducir una tendencia es acelerarla”, y esto es lo que está ocurriendo con el RMB.
El riesgo político gana peso en la decisión de los inversionistasglobales
Por Jon Sindreu.
Partidarios festejan el resultado del referendo sobre el Brexit en la mañana del 24 de junio.
.
Los mercados se han vuelto verdaderamente globales, pero el lugar de residencia de los inversionistas podría ser cada vez más determinante en sus decisiones.
Es probable que los inversionistas estén menos preocupados por los riesgos políticos que ven en muchos países occidentales si viven en el país que causa esas inquietudes. Algunas señales sugieren que, ante la complejidad de la política exterior, prefieren invertir en mercados con los que están más familiarizados.
Este año, las elecciones en Francia, Holanda y, posiblemente, Italia podrían afectar el futuro de la zona euro, al tiempo que se prevé el inicio de las negociaciones para la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Algunos inversionistas temen que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, promulgue políticas proteccionistas que afecten la economía mundial.
“Diferentes regiones y diferentes países a menudo ven un evento muy similar de forma muy, muy diferente”, afirma Michael Kelly, director del equipo multiactivos de PineBridge Investments, que tiene alrededor de US$82.600 millones bajo gestión.
Los inversionistas dicen que se ven obligados a volverse expertos en relaciones internacionales. Ante esta perspectiva, muchos se están refugiando en lugares que conocen mejor y vendiendo activos en el exterior en el corto plazo. A menudo se han equivocado.
En diciembre, los italianos votaron en contra de las reformas constitucionales propuestas por el primer ministro Matteo Renzi, lo que provocó su renuncia. Muchos gestores de fondos internacionales habían advertido que tal resultado amenazaría la existencia de la zona euro, pero los inversionistas locales estaban mayormente convencidos de que no habría grandes cambios.
.
“Todos los inversionistas importantes, que saben muy poco acerca de nuestro país, hicieron esta conexión entre la derrota del referendo y las consecuencias para la zona euro”, asevera Paolo Basilico, presidente ejecutivo de Kairos Partners SGR SpA, con sede en Milán. “Hay una dificultad histórica para entender la política italiana”, dice en referencia a un país que ha tenido 65 gobiernos en 70 años.
Desde el referendo, el índice de referencia de la bolsa italiana, el FTSE MIB, ha trepado 9%.
Debido a que los inversionistas extranjeros habían vendido su portafolio italiano en anticipación a la consulta popular, las compras se multiplicaron durante el repunte, dicen inversionistas locales.
Las predicciones sobre un colapso de los activos británicos después de la decisión sobre el brexit también han resultado incorrectas, pese a un derrumbe de 17% de la libra esterlina inmediatamente después del referendo del 23 de junio. La explicación podría ser que los inversionistas regionales mantuvieron la calma, sugieren los datos. En las cuatro semanas posteriores al brexit, los fondos domiciliados en EE.UU. que invierten en renta variable europea sufrieron retiros de casi 9% de todos los fondos que administran, de acuerdo con cifras de la proveedora de datos EPFR Global. Eso se compara con 1,7% en el caso de los fondos con sede en Europa que invierten en las acciones de la región.
Los propios británicos estaban más relajados sobre los potenciales riesgos. Su gasto ha ayudado a la economía del Reino Unido a superar las expectativas, un desempeño que ha impulsado aún más los mercados locales.
Tras la victoria de Trump en noviembre, los inversionistas estadounidenses parecían tener una opinión más positiva sobre su posible impacto en la economía mundial que sus pares europeos. “Un gran sesgo nacional ha llevado a un desempeño drásticamente superior de los activos estadounidenses”, afirma Neil Dwane, estratega global con sede en Londres de Allianz Global Investors.
En la semana siguiente al triunfo de Trump, los fondos domiciliados en EE.UU. que invierten en acciones globales registraron ingresos de US$8.200 millones, o aproximadamente 0,2% de todo el dinero que manejan. En cambio, los fondos de acciones globales con sede en Europa sufrieron la salida de US$6.100 millones, o cerca de 0,3% de los activos bajo gestión.
Si bien es difícil llegar a una conclusión basada en los datos de flujos de fondos, evidencia anecdótica sugiere que los inversionistas europeos tienen una visión más negativa sobre el presidente de EE.UU. que quienes que se encuentran en ese país.
A Kelly, de PineBridge, no le agradan las declaraciones de Trump sobre el libre comercio. Sin embargo, cree que los planes del presidente republicano de reducir los impuestos y aumentar el gasto en infraestructura tendrán un efecto positivo sobre la economía global.
“No creemos que la mordida sea tan grave como el ladrido”, expresa.
Chris Zaccarelli, director de inversión de Cornerstone Wealth, con sede en Charlotte, Carolina del Norte, es otro que piensa que “las políticas procrecimiento ganarán al final”.
Días después de la asunción de Trump, Erik F. Nielsen, economista jefe en Londres del banco italiano UniCredit, envió una nota de investigación a los clientes en la que decía que el nuevo presidente estadounidense planteaba “una gran amenaza para el orden mundial”. Afirmó que “si esta amenaza empieza a desplegarse, la volatilidad del mercado aumentará a medida que el capital internacional se dirija a lugares más seguros”.
Más recientemente, los inversionistas europeos han comenzado a invertir nuevamente en su región pese a que las próximas elecciones podrían sacudir el entorno local.
Una ronda de cifras económicas positivas ha atraído flujos de capital a fondos de acciones globales domiciliados en Europa, al tiempo que el dinero salió de los fondos equivalentes con sede en EE.UU.
La francesa Amundi, la mayor gestora de fondos de Europa, está comprando bonos soberanos franceses y vendiendo bunds alemanes. Aunque algunos inversionistas estadounidenses se han mostrado preocupados de que la líder de extrema derecha Marine Le Pen gane la presidencia de Francia en abril, Amundi está menos preocupado. Le Pen aboga por retirar a Francia de la zona euro y renegociar su membresía en la Unión Europea.
Vincent Mortier, subdirector de inversión de Amundi, dice que las probabilidades de un triunfo de Le Pen son “cero”.
“La razón por la que decimos esto es que somos franceses, porque conocemos a nuestro país y a nuestra gente”, asegura.
Aun así, en junio muchos gestores de fondos con sede en el Reino Unido proyectaron que el voto a favor de permanecer en el bloque triunfaría. “Si estamos equivocados, será un desastre para Francia y para Europa”, advierte Mortier.
Las reservas de divisas de China alcanzan un mínimo de casi 6 años
Por Liyan Qi.
Sede de la dirección de la tasa de cambio en Beijing, China.
.
BEJING (EFE Dow Jones) — Las reservas de divisas de China se situaron por debajo del nivel de los US$3 billones por vez primera en casi seis años debido a que el capital sigue saliendo de la segunda economía mundial, según los datos publicados el martes por el Banco Popular de China.
Las reservas se redujeron en enero respecto a diciembre en US$12.310 millones a US$2,998 billones, tras bajar en US$41.080 millones en el último mes de 2016. Los economistas consultados por The Wall Street Journal esperaban un descenso de US$1.000 millones en enero.
Se trata de la séptima caída mensual consecutiva de las reservas, que quedan en su nivel más bajo desde febrero de 2011, cuando totalizaban US$2,991 billones, según los datos del banco central.
El descenso indica que en enero se siguió registrando una salida del capital del país pese a los intentos del Gobierno por aumentar el control de los flujos y estabilizar el tipo de cambio del yuan, que subió en torno al 1% frente al dólar en el primer mes del año.
Un dólar más débil debería haber reducido la presión sobre el banco central para intervenir con el fin de defender el yuan y haber incrementado el valor en dólares de la cartera de divisas de Beijing, indicaron los economistas antes de conocerse el dato de reservas.
Si Estados Unidos aumenta las tasas de interés en marzo y da a entender que habrá más subidas en el futuro, se intensificarán los flujos de salida de capital de China, señalan los economistas.
La innovación no se traduce en una mayor productividad en la economía
El mayor problema de la economía es la falta de grandes ideas.
Por Greg Ip.
Adriana Cabrera sostiene una órtesis de un brazo que se conecta al sistema nervioso del usuario.
.
Todo parece indicar que estamos en una era dorada de la innovación. Todos los meses vemos adelantos en ámbitos como inteligencia artificial, terapia genética, robótica y aplicaciones de software. La investigación y desarrollo como porcentaje del Producto Interno Bruto está en el nivel más alto de la historia y en Estados Unidos, al menos, nunca habían existido tantos científicos e ingenieros como en la actualidad.
El problema es que nada de esto ha producido avances significativos en el estándar de vida de los estadounidenses.
Las economías se expanden al proveer más capital a una creciente fuerza laboral, como maquinaria, software y edificios, que luego combinan ese capital y esa mano de obra de manera más creativa. Este último elemento, que los economistas denominan “productividad total de los factores” captura el aporte de la innovación. Su crecimiento en EE.UU. alcanzó su punto máximo de 3,4% en los años 50, cuando adelantos previos como la electricidad, la aviación y los antibióticos tuvieron su mayor impacto. A partir de ahí ha caído paulatinamente y el promedio de la década actual es un patético 0,5%.
Al margen de la tecnología personal, las mejoras en la vida cotidiana han sido incrementales, no revolucionarias. Las casas, los electrodomésticos y los autos son muy semejantes a los de hace una generación. Los aviones no vuelan más rápido que en los años 60 y de los 20 medicamentos más recetados en EE.UU. ninguno llegó al mercado en los últimos 10 años.
El bajón de la innovación es una de las principales razones por la que los estándares de vida estadounidenses se han estancado desde 2000. En realidad, de no haber un vuelco, lo más probable es que el estancamiento continúe y ahonde la indignación que se ha apoderado de la clase media.
Las razones de este estancamiento son sujeto de un acalorado debate entre los economistas, pero hay varios factores en juego. Los obstáculos para transformar ideas en productos comerciables han aumentado. Los avances más fáciles de lograr en ciencia, medicina y tecnología ya se hicieron y los nuevos adelantos son más caros, complejos y susceptibles a error. La innovación es fruto de un proceso de ensayo y error, pero la sociedad se ha vuelto más reacia al riesgo.
No es un problema insoluble. Abunda el capital y empresas tradicionales se han aliado con emprendedores jóvenes para hacer apuestas de alto riesgo en rubros como los automóviles, los viajes espaciales y los drones. Además, algunas autoridades tratan de tolerar un mayor riesgo de modo que esta clase de apuestas rinda frutos.
Los economistas más optimistas recalcan que los adelantos revolucionarios pueden demorar años en transformar una economía. Tuvieron que pasar 40 años después de la introducción del bombillo eléctrico en 1879 antes de que la electricidad tuviera un impacto medible en el crecimiento de la economía estadounidense. Tuvieron que pasar unos 20 años después de la introducción de la computadora personal en los años 70 para que la tecnología de la información impulsara la productividad.
“Recientemente se ha observado un brote de innovaciones, especialmente en inteligencia artificial, que pueden dar resultados dentro de los próximos cinco a 15 años”, predice Erik Brynjolfsson, economista del Instituto de Tecnología de Massachusetts. “Es fácil imaginar que conforme estos avances maduran e invaden la economía, los efectos serán asombrosos”.
Sanofi, farmacéutica francesa, ha formado una alianza llamada Warp Drive Bio, con la ayuda de un profesor de Harvard para desarrollar medicinas.
.
No hay que olvidar, sin embargo, que al margen de la informática, los obstáculos a la innovación están aumentando y en ninguna parte eso se puede apreciar con mayor claridad que en la medicina.
En los últimos cien años, las vacunas, los antibióticos y el agua limpia derrotaron a los mayores asesinos de la humanidad. Pero la mayoría de las enfermedades comunes ya tienen sus tratamientos. “Ya no existe una razón comercial o científica para buscar más remedios contra la úlcera”, dice Jack Scannell, del Centro para el Avance de la Innovación Médica Sustentable de la Universidad de Oxford.
Lo que queda, advierte, son males como el Alzheimer, donde no hay una teoría útil del tratamiento. Scannell junto a otros autores estiman que la cantidad de nuevos fármacos aprobados en EE.UU. por dólar de investigación y desarrollo ha caído en la mitad cada nueve años entre 1950 y 2010. Las aprobaciones de medicamentos han aumentado, pero 40% corresponde a medicinas que atacan enfermedades que afligen a menos de 200.000 personas.
La innovación es resultado de un proceso de ensayo y error que, en ocasiones, mata personas. Los accidentes de avión, los derrames tóxicos y las crisis financieras condujeron a nuevas regulaciones que han hecho del mundo un lugar más seguro, pero incrementan los obstáculos para las innovaciones futuras.
Joel Mokyr, un historiador de tecnología de la Universidad Northwestern, define la innovación como un proceso desordenado que inevitablemente genera algunas reacciones negativas. “Pero siento que nos hemos vueltos más reticentes al riesgo; estamos menos dispuestos a aceptar la realidad de que las cosas pueden salir mal”.
Los aficionados y las fuerzas armadas estadounidenses operaron drones durante años, aunque no ofrecían muchas ventajas comerciales sobre las naves tripuladas. En la última década, sin embargo, el costo de un componente fundamental, el giroscopio que mantiene la estabilidad del vehículo, se desplomó puesto que empezaron a ser usados en los smartphones. Pero el uso de drones comerciales estaba prohibido, con algunas salvedades.
A petición del Congreso, la Administración Federal de Aviación de EE.UU. introdujo nuevas normas que todavía restringen la operación de drones, que tienen que permanecer en el campo visual del operador y por debajo de cierta altitud. Las limitaciones no sólo restringen su uso para fines comerciales por parte de empresas como el gigante del comercio electrónico Amazon.com, sino para fines que podrían salvar vidas. Los ferrocarriles, por ejemplo, tienen que inspeccionar regularmente sus rieles, túneles, puentes y señalizaciones, a menudo en territorios remotos. Es una labor peligrosa y que requiere mucha mano de obra. Los drones podrían ser una solución ideal.
Pese a los contratiempos, la innovación sigue adelante y, en algunos ámbitos a una velocidad extraordinaria, como queda de manifiesto en internet y los teléfonos inteligentes.
Exhibición de un fabricante japonés en el que niños interactúan con robots pequeños e instalan piernas alternativas hechas de alas.
.
Amazon.com Inc. impulsa la productividad de las cadenas minoristas casi por su cuenta. El banco de inversión J.P. Morgan calcula que el minorista electrónico promedio genera US$1,3 millones en ventas por empleado, comparado con US$279 en el caso de las tiendas físicas. Conforme la participación de mercado de Amazon se expande, la productividad de todo el sector repunta. La producción minorista por hora subió 3% en los últimos 12 meses, comparado con 0,8% para la industria en general.
El auge, sin embargo, tiene un lado menos halagador. Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos halló que el crecimiento de la productividad se ha acelerado en las empresas que denomina “de frontera”, las que usan los procesos y las tecnologías más eficientes, y ha disminuido en el resto. En otras palabras, la incapacidad de los rivales de cerrar la brecha con compañías como Amazon, Facebook y Google desacelera la productividad.
Frente a esta clase de obstáculos, ¿cuál es la solución?
Una alternativa es explotar el conocimiento en el extranjero. Históricamente, los países se han desarrollado al copiar las ideas de los ricos, como lo demuestra China. Ahora, el flujo de ideas puede ir en la dirección opuesta a medida que el volumen de investigación aumenta en China e India. Los reguladores, por su parte, tendrán que ser más tolerantes al riesgo, algo que ya ha empezado a ocurrir con los vehículos de conducción autónoma.
En mayo pasado, Joshua Brown, un residente del estado de Ohio de 40 años, falleció cuando el Tesla que operaba en modo de “piloto automático” chocó contra un camión. El incidente pudo haber desatado una ofensiva regulatoria que habría frenado el desarrollo de la tecnología. En su lugar, la Administración Nacional de Seguridad de Tráfico en las Carreteras emitió en septiembre normas no vinculantes para que las automotrices se cercioren de la seguridad de sus sistemas.
“Es muy distinto de nuestro modelo habitual”, señaló Anthony Foxx, secretario de Transporte de EE.UU. En esta ocasión, “estamos dejando espacio para que el sector establezca estrategias de seguridad que tal vez a nosotros no se nos hubieran ocurrido”.
El triunfo de Trump el 8 de noviembre está directamente vinculado al hecho de que una fase de la globalización ha terminado, y la que viene – que tiene sólo dos protagonistas, Estados Unidos y China –, recién comienza a esbozar sus trazos fundamentales.
A partir de 1980, las tecnologías del procesamiento de la información (IT) modificaron radicalmente el costo de las transmisiones – cayeron 20% por año –; y al permitir tomar decisiones estratégicas en tiempo real a escala global, impulsaron el surgimiento de las cadenas globales de producción, núcleo estructural de la globalización capitalista del siglo XXI.
Esta vía abrió a los países asiáticos el proceso de industrialización, ante todo a China; y este desarrollo industrial, impulsado por la inversión de las empresas transnacionales (ETN), rápidamente tuvo un impacto exportador (producción fragmentada + alto porcentaje de insumos importados por unidad de producto).
La combinación de tecnología de punta y los costos laborales más bajos del sistema, otorgó a la producción asiática una competitividad excepcional, y los niveles de rentabilidad más elevados de la historia del capitalismo.
El resultado fue el traslado de la industria trabajo-intensiva de los países avanzados a los emergentes; y esto coincidió con la mudanza que las ETN realizaron a China de su conocimiento más avanzado (gerenciamiento, marketing, diseño, know-how).
Así comenzó a aumentar la escala del valor agregado y la complejidad tecnológica de las exportaciones chinas, mientras surgía una diferencia de productividad de 9 a 1 entre el sector exportador y la industria nacional.
El punto de inflexión en la industrialización asiática – salto cualitativo – se produjo al incorporarse China a la OMC (2001). La fórmula alta tecnología/fuerza de trabajo china adquirió un carácter explosivo. Las exportaciones de la República Popular se duplicaron en valor cada 4 años (+30% anual) y 40% de sus colocaciones en el exterior fueron equipos de capital intensivos en conocimiento.
De esta forma se desplegó la convergencia estructural (alza de la productividad + auge del ingreso per cápita) del capitalismo chino sobre el norteamericano. En este período (2001-2009), China creció 11% anual, el PBI per cápita trepó 9% por año y la productividad se incrementó a un ritmo de 9,2% anual.
El superávit de cuenta corriente chino se transformó en esta etapa en el primero del mundo (11% del PBI/U$S 380.000 millones en 2007), y las reservas treparon a U$S 3,4 billones, triplicando al siguiente en orden de importancia, que es Japón con U$S 1,2 billones.
La convergencia estructural de China se completó en 2009. Coincidió con la crisis financiera internacional de 2008. Allí se produjo el traslado definitivo del eje de la acumulación global del mundo avanzado al emergente (China a la cabeza constituida en categoría propia), y cambió la historia del mundo.
La contrapartida fue que EE. UU. se sumergió en un ruinoso proceso de desindustrialización, con la desaparición virtual de su industria trabajo-intensiva, sumada a la pérdida de 2,6 millones de puestos de trabajo manufactureros y a la emigración – fundamentalmente a México – de gran parte de la industria automovilística.
Ahora surge un nuevo sistema de producción global completamente horizontalizado, donde se compite sólo a través de la innovación y el capital es básicamente intelectual (inteligencia colectiva), mientras que los equipos de producción se vuelcan a la robotización.
Los únicos dos protagonistas – por ahora – del nuevo mecanismo de acumulación se han volcado en esta etapa de transición a una “fase nacional” para procesarlo. Uno lo hace con el liderazgo de Xi Jinping y el otro con Donald Trump.
El 8 de noviembre quizás tenga un significado histórico semejante al de China en la OMC, sólo que a una escala mayor, propia del gigante estadounidense.
Qué dicen de la economía global los «jinetes del apocalipsis»
Por Sebastián Campanario.
Varios de los oráculos que vaticinaron en su momento la crisis de las hipotecas subprime salieron a alertar que, otra vez, «se viene el invierno»; qué hay de cierto detrás de eso.
¿Qué pasa si todo es una ilusión y nada realmente existe? En ese caso, definitivamente pagué de más por la alfombra que compré», dijo una vez Woody Allen. En la discusión actual de los mercados globales, realidades, ilusiones y burbujas aparecen una y otra vez. ¿Se aprendió algo de la crisis de 2007-2008? ¿O hay activos sobrevalorados en una situación de base tan o más frágil que hace ocho años, por los cuales se están pagando de más, como Woody Allen por su alfombra?
Hay un dato interesante y colorido (e inquietante) que surgió en las últimas semanas: varios de los oráculos que vaticinaron en su momento la crisis de las hipotecas subprime ocho años atrás salieron a alertar que, como sucede en la serie Juego de tronos que estrenó su sexta temporada, «el invierno se aproxima». Algunos de estos analistas son más conocidos, otros más marginales. Todos tienen algo en común: meses o años antes de la caída de Lehman Brothers venían alertando sobre la catástrofe en forma sistemática, aunque los tildaran de lunáticos.
«Sentí como si estuviera viendo un avión que se estrellaba», recordó la semana pasada, en un reportaje con el New York Times, Michael Burry, el operador que personificó el actor Christian Bale en la película The Big Short, basada en el libro de Michael Lewis sobre la crisis financiera de 2008. «De hecho, por esa época soñaba con el accidente aéreo una y otra vez. Sabía lo que iba a pasar, pero también sabía que ni yo ni nadie lo podía evitar», dice Burry.
¿Podría suceder algo así de nuevo? Burry cree que sí. «Tenía la esperanza de que entráramos en una nueva era de responsabilidad personal. En cambio redoblamos la apuesta del juego de culparnos unos a otros. Increíblemente, la crisis hizo que los grandes bancos sean hoy más grandes aún, y que la Fed tenga más poder que antes. Y aquí estamos de nuevo, tratando de estimular el crecimiento con dinero barato, y eso es algo que no funciona, pero es lo único que la Fed sabe hacer. En el medio aumenta la desigualdad y se alimenta el extremismo político. Esto es tóxico. Las «tases» son un mecanismo de asignación de precios para el riesgo, y en este contexto ese mecanismo está roto», opinó.
Burry fue retratado en detalle en la película y en el best seller que le dio pie de Michael Lewis, quien semanas atrás también se mostró muy pesimista con respecto al futuro de los mercados financieros. «La gente se comportó mal, tomando más riesgo del que podían, porque estaban los incentivos dados para que eso ocurra. Y los incentivos no han cambiado demasiado. Los bancos son más grandes que antes. Si no hubo reformas tras el crash, cuando la gente estaba realmente enojada y las entidades financieras tenían menos apoyo político, no la va a haber ahora», sostuvo Lewis.
En 2014, Lewis publicó Flash Boys, un libro de no ficción sobre los secretos, las miserias, los héroes y villanos del mundo de las «transacciones electrónicas de alta velocidad» (en inglés, HFT, High Frecuency Trading). Para Lewis, los mercados financieros, que supuestamente habían sido «reformados» y contaban con mayor regulación luego de la crisis de las hipotecas de 2007-2008, continúan siendo turbios y con zonas muy opacas que son explotadas por los jugadores que primero se dan cuenta. La única diferencia es que todo sucede a una velocidad mucho mayor que antes, con sus consecuencias multibillonarias y sus riesgos asociados.
Otro analista que hizo de su pesimismo pre-2008 un activo y una marca personal, y que ahora volvió a encender luces naranja en sus reportes, es Nuriel Roubini, profesor de la Universidad de Nueva York y director de RGE Monitor. Roubini, que en su momento fue apodado Dr. Doom («Doctor Catástrofe») por sus previsiones negras, viene lanzando advertencias desde reportes que llevan títulos como «2008, revisitado», y que alertan sobre un nuevo statu quo en la economía global, al que llama the new abnormal, cacacterizado por mercados volátiles, turbulencias en China, crecimiento débil, deflación, crisis de identidad en Europa y surgimiento de gobiernos de ideología extrema en varios países, que alimentan el círculo vicioso.
¿Cuán extendido está este déjà vu con 2008? José Fanelli, economista del Cedes, cree que se trata de visiones algo exageradas. «En sentido estricto, algo muy parecido no podría ocurrir porque el mundo de hoy es muy distinto al de 2009. Cambiaron las regulaciones bancarias, la mezcla de política fiscal y monetaria de los desarrollados no tiene nada que ver, y seguro China o los emergentes van a jugar un papel destacado, algo que no ocurrió en 2008-2009», cuenta el profesor de la UBA y de Udesa a LA NACION. De todas formas, «que pueda aumentar mucho la fragilidad financiera es un riesgo que corremos de manera permanente -remarca-, así que un cimbronazo no se puede descartar».
Para Fanelli, el riesgo más grande es la tentación de la «guerra de monedas» para «robarle» demanda agregada al resto exportando más. Para ganar la guerra de monedas los desarrollados tienen que depreciar su moneda y para eso tienen que expandir la oferta monetaria, con el riesgo de generar una burbuja por exceso de liquidez.
Con respecto a los efectos sobre la Argentina y la región, Fanelli cree que «con o sin cimbronazo estamos muy complicados. Están presentes los ingredientes: fuerte restricción externa con caída de términos del intercambio y competitividad muy erosionada por diez años de bonanza. Sólo nos salva de algo peor que todos -excepto nosotros- acumularon reservas y por ahora la liquidez no es el problema».
Este exceso de liquidez es uno de los motores -si no el principal- por el cual Jesse Colombo, otro economista al que en su momento el London Times reconoció por haber anticipado la crisis de 2008, hoy habla del «capitalismo burbuja» y cree que hay varios mercados con activos de precios excedidos, a punto de explotar de nuevo. Ya sea el negocio inmobiliario en China, el de créditos en ese país, el boom de capital de riesgo en Silicon Valley o en las compañías de biotecnología en la costa este: Colombo se suele quejar de que los grandes medios de su país ignoran sus alertas y habla de una bubble-covery (una recuperación débil y frágil porque está apalancada en burbujas de precios).
Entre los economistas de más renombre que hoy advierten sobre burbujas peligrosas está el Nobel Robert Shiller, autor del libro Exuberancia irracional, donde describió en detalle la burbuja puntocom de fines de los 90 y la de las hipotecas de 2007-2008. Shiller bautizó a la que se empezó a inflar en 2009 como la New Normal Bubble, y cree que es muy distinta a las anteriores. Aunque siempre con un punto en común: manadas de agentes económicos guiados por una «ilusión de precios» y pagando de más por activos. Como Woody Allen con su alfombra.
¿Por qué los mercados se siguen derrumbando? Cinco explicaciones
Por Saumya Vaishampayan.
El aumento de la volatilidad en los precios de acciones, bonos, divisas y materias primas este año ha dejado a los inversionistas perplejos y en busca de respuestas.
Las turbulencias se intensificaron el jueves, cuando los inversionistas vendieron acciones y se refugiaron en los bonos del Tesoro estadounidense, el yen y el oro. El Promedio Industrial Dow Jones cayó 255 puntos, 1,6%, a 15.660 unidades mientras que el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años, la referencia del mercado, descendió a 1,642% (los rendimientos caen cuando los precios suben). Por su parte, la cotización del oro subió 4,5% a US$1.247,90 la onza. El precio del petróleo, en cambio, cayó 4,5% y cerró en US$26,21 el barril en la Bolsa Mercantil de Nueva York, su menor nivel desde 2003.
Encontrar una tesis aceptada por la mayoría se ha vuelto difícil. En lugar de ello, hay múltiples explicaciones, la mayoría poco satisfactorias, que compiten entre sí. Presentamos cinco teorías:
El crédito barato
Durante gran parte de 2015, mientras la Reserva Federal se disponía a elevar las tasas de interés de corto plazo, los inversionistas apostaron a que los bancos se beneficiarían al embolsar la diferencia entre lo que cobran por sus préstamos y lo que pagan por los depósitos. Sin embargo, este año las acciones financieras se desplomaron cuando los inversionistas concluyeron que las tasas no subirán mucho durante varios años. El Banco de Japón sacudió a un sector financiero ya herido cuando recortó el 29 de enero las tasas y las dejó en territorio negativo.
El episodio pone de manifiesto tanto las sombrías perspectivas sobre la economía mundial como la volatilidad que ha acompañado a los principales temas macroeconómicos en los últimos 12 meses.
“El dinero fácil se trasladó a los bancos a finales de 2015 porque se preveían aumentos de tasas, y luego el dinero salió igual de rápido”, manifiesta Diane Jaffee, gerente de cartera de TCW Group Inc.
Nerviosismo por el yuan
Muchos inversionistas creen que China no tendrá más remedio que devaluar el yuan, una medida que probablemente agravará los problemas de la economía global. El gobierno asegura que no tiene la intención de devaluar, pero algunos fondos de cobertura tratan de doblarle la mano al apostar miles de millones de dólares contra su moneda.
Los analistas observan de cerca esta pelea desde que en agosto una devaluación del yuan provocó una ola mundial de ventas en medio de preocupaciones de que China se encamina a un aterrizaje forzoso.
Los fondos soberanos
Cuando los precios del crudo estaban más altos, los países productores de petróleo inyectaron miles de millones de dólares en fondos soberanos de inversión. Algunos estiman que ahora esos fondos están liquidando acciones que compraron en tiempos más felices, acelerando la ola de ventas en EE.UU.
La información sobre quién está vendiendo es escasa y hay razones para preguntarse si estos fondos, por más grandes que sean, podrían realmente tener un efecto significativo en los mercados de EE.UU.
Aunque J.P. Morgan prevé que los fondos soberanos se verán forzados este año a vender US$75.000 millones en acciones en todo el mundo, el mercado de EE.UU. fue recientemente estimado en US$20,95 billones.
EE.UU. no despega
Muchos inversionistas temen que EE.UU., la economía de mejor rendimiento del mundo desarrollado, sea arrastrado por fuerzas globales como el fortalecimiento del dólar.
El sector manufacturero se contrajo en enero por cuarto mes consecutivo. El crecimiento del empleo, durante mucho tiempo el aspecto más positivo de la expansión económica, se desaceleró el mes pasado. La Reserva Federal no ha escondido su preocupación.
Al mismo tiempo, el desempleo cayó y los salarios subieron en enero. Además, muchos indicadores que podrían apuntar a futuras dificultades parecen exagerados (téngase en cuenta, por ejemplo, la caída de las acciones de los bancos, que ha dejado a muchos de los principales prestamistas comerciales de EE.UU. negociando por debajo del valor declarado de sus activos netos). Esto acentúa la incertidumbre.
“El mayor riesgo en la mente de todos es que se produzca una brusca desaceleración en los mercados emergentes que vaya a repercutir en EE.UU.”, dice David Lefkowitz, estratega de acciones de UBS Wealth Management Americas.
El crecimiento se estancó
La caída de los precios del petróleo desde junio de 2014 ha sido atribuida al exceso de oferta. No obstante, cuando este año los precios de referencia cayeron por debajo de US$30, los inversionistas comenzaron a apuntar a una desaceleración de la demanda.
“Si los precios de las materias primas en su conjunto son en general débiles, esto me dice que, en general, la demanda mundial es débil”, afirma Paul Nolte, gestor de cartera de Kingsview Asset Management, que administra cerca de US$150 millones.
—Timothy Puko, Georgi Kantchev y Chao Deng contribuyeron a este artículo.
El exceso de commodities, mano de obra y capital complica a la economía global
Por Josh Zumbrun y Carolyn Cui.
Trabajadores llenan una barcaza con carbón en Pittsburgh. Bloomberg News
La economía mundial nada como nunca antes en la abundancia, no sólo de materias primas como petróleo, algodón y mineral de hierro, sino también de capital y mano de obra. Este exceso de oferta plantea varios desafíos a los responsables de política económica que intentan reavivar la demanda.
“Lo que estamos viendo es un entorno de bajo crecimiento, baja inflación (y) bajas tasas”, señala Megan Greene, economista jefe de John Hancock Asset Management. Greene considera que la economía global podría pasar la próxima década resolviendo esta situación.
El actual estado de abundancia genera confusión en varios frentes. El exceso de commodities deprime los precios y alimenta el temor de una deflación. Credit Suisse estima el total de riqueza mundial en alrededor de US$263 billones, más del doble de los US$117 billones de 2000. Esta suma representa una vasta oferta de ahorro y capital que ayuda a mantener bajas las tasas de interés, lo cual socava el poder de la política monetaria. Asimismo, el excedente de trabajadores deprime los salarios.
Mientras tanto, el endeudamiento público en Estados Unidos, Japón y Europa limita la capacidad de los gobiernos para impulsar el crecimiento a través del gasto fiscal. Eso deja en manos de los bancos centrales la tarea de suministrar a la economía tanta liquidez como sea posible, a pesar de que las últimas rondas de flexibilización cuantitativa no han ni remotamente acercado dichas economías a sus anteriores niveles de crecimiento.
“La noción clásica es que no se puede tener una condición de exceso de oferta”, afirma Daniel Alpert, un banquero de inversión y autor de “The Age of Oversupply” (algo así como La Edad de la sobreoferta), un libro sobre el significado de esta abundancia. “La ciencia de la economía se basa en la escasez”.
El colapso de la Unión Soviética y el ascenso de China agregaron más de mil millones de empleados a la fuerza laboral internacional, lo que significa que los trabajadores enfrentan hoy una mayor competencia global por empleo y salarios. Muchos de los nuevos países emergentes tienen superávits fiscales y sus ciudadanos ahorran más que los de los países desarrollados, contribuyendo así a lo que Alpert describe como un exceso del capital.
Ejemplos de sobreoferta abundan.
En Cushing, Oklahoma, uno de los mayores centros de almacenamiento de petróleo de EE.UU., el crudo está llenando los tanques hasta el borde. Hace poco, el inventario de crudo en ese país se elevó a 489 millones de barriles, el máximo histórico desde que se empezaron a contabilizar estos datos en 1982.
Al final de esta temporada, se estima que unos 110 millones de fardos de algodón estarán apilados en fábricas textiles o depósitos estatales de todo el mundo, un récord desde 1973, cuando EE.UU. comenzó a publicar datos sobre existencias de esta materia prima.
A medida que la abundancia se propaga a lo largo de la cadena de suministro, los grandes excedentes se observan también en muchos mercados de bienes terminados. En febrero, los inventarios totales de bienes manufacturados duraderos en EE.UU. crecieron a US$413.000 millones, el nivel más alto desde 1992, cuando la Oficina del Censo comenzó a divulgar esos datos. En China, los concesionarios de automóviles registran sus mayores inventarios de vehículos no vendidos en casi dos años y medio.
Un elemento central de este problema es la combinación del enfriamiento de la economía china con la tibia demanda de muchos países desarrollados. A medida que China deja atrás su dependencia de industrias intensivas en commodities tales como la siderurgia y la textil, la demanda de muchas materias primas se ha desacelerado y en algunos casos contraído.
“Esta caída de la demanda de bienes básicos contradice la lógica, y sólo hemos visto la punta del iceberg”, afirma Cynthia Lim, economista de Wood Mackenzie.
No hay exceso en todas las materias primeas. El voraz apetito de China por cobre, gasolina y café mantendrá la oferta ajustada en estos mercados.
Durante casi una década, los productores se esforzaron por mantenerse al día con la robusta demanda de China. Sin embargo, ante la desaceleración de su producción —se prevé que su Producto Interno Bruto se expanda 7% este año, frente a 10,4% hace cinco años—, ninguna otra economía ha surgido para llenar el vacío.
La desaceleración ha sorprendido a muchos productores con la guardia baja, mientras los inventarios siguen creciendo.
Esta acumulación causa revuelo en muchos mercados conforme los productores se pelean por encontrar dónde almacenar sus excedentes, lo que presiona a la baja los precios de los commodities en todos los ámbitos y presagia dolorosos recortes de producción en algunos sectores. Durante los últimos 12 meses, el S&P GSCI —un índice amplio de los precios de materias primas a nivel mundial— ha caído 34%, dejando los precios a los niveles de 2009.
“Estos inventarios tienen que bajar, al menos hasta cierto punto. Entonces, los precios volverán a subir”, dice Jeff Christian, director gerente de CPM Group, una consultora de commodities.
Los países que enfrentan un déficit de la demanda a menudo recurren al gasto deficitario para estimular sus economías, especialmente con tasas de interés tan bajas. No obstante, muchas naciones son reacias a aumentar su carga de deuda.
En los años transcurridos desde la crisis de crédito, las principales economías del mundo han seguido endeudándose, según cálculos de Greene. Desde 2008, la deuda combinada del gobierno, empresas y consumidores de EE.UU. ha aumentado de US$17 billones a US$25 billones, un salto de 167% del PIB a 181%. En Europa, la deuda ha subido de 180% del PIB a 204% y en China de 134% del PIB a 241%, indica Greene.
Aunque hay gobiernos que tienen la capacidad de proveer más estímulos fiscales, pocos tienen la voluntad política de hacerlo. Por lo tanto, los únicos que pueden ocupar ese lugar son los bancos centrales. La Reserva Federal y el Banco de Inglaterra han ampliado sus balances de cerca de 6% del PIB en 2008 a alrededor de 25% hoy. El Banco Central Europeo lo ha incrementado de 14% a 23% y el Banco de Japón de 22% a casi 66%.
En tiempos más normales, esto habría sido suficiente para hacer que las economías se echaran a andar de nuevo. Sin embargo, Lawrence Summers, economista de la Universidad de Harvard, es uno de los expertos que dicen que las tasas de interés tienen que caer aún más para que los abundantes ahorros disponibles se interesen por las limitadas oportunidades de inversión. Este escenario, denominado “estancamiento secular”, implica una disminución del potencial de crecimiento.
No todos están de acuerdo. El ex presidente de la Fed, Ben Bernanke, escribió recientemente que EE.UU. parece estar encaminándose a una situación de pleno empleo con mercados laborales más constreñidos e inflación acorde.
Una economía cercana al pleno empleo en EE.UU. podría ayudar, así como el crecimiento de la demanda de los mercados emergentes podría compensar la menguante influencia de China. Esto es precisamente lo que representa India: la demanda de energía y materias primas del segundo país más poblado del mundo ha estado creciendo rápidamente.
Algunos analistas son escépticos acerca de si el aumento de esa demanda es suficiente para llenar el vacío dejado por China.
La reciente abundancia pone también de manifiesto los riesgos que enfrenta el comercio global a medida que el dólar se aprecia contra casi todas las demás divisas. Los exportadores de países como Brasil y Rusia están produciendo azúcar, café y petróleo a un ritmo más rápido, ya que pueden ganar más en términos de moneda local luego de convertir sus ganancias en dólares.
Los productores tienen su propia parte de culpa. En un entorno de menores precios de los bienes básicos, aquellos suelen ser reacios a recortar la producción en un esfuerzo por mantener sus cuotas de mercado. En algunos casos, incluso aumentan su producción para compensar las pérdidas de ingresos que sufren debido al descenso de los precios, lo que agrava el problema de exceso de oferta.
“Por lo general, esto crea un ciclo de retroalimentación donde los precios caen aún más debido al exceso de oferta”, sostiene Dane Davis, analista de materias primas de Barclays.