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Por segundo año consecutivo, la esperanza de vida en Estados Unidos ha disminuido.

USANo es difícil entender por qué: en 2016 hubo un aumento del 21 por ciento en el número de muertes causadas por sobredosis de drogas, y los opiáceos causaron dos tercios de ellas. En 2016, la epidemia de opiáceos mató a 42,000 personas, más de las que murieron de Sida en cualquier año en el punto álgido de la crisis.

«Deberíamos tomar esto muy en serio», señala Bob Anderson, jefe de la Rama de Estadísticas de Mortalidad en el Centro Nacional de Estadísticas de Salud, a mis colegas Lenny Bernstein y Christopher Ingraham. «Si nos fijamos en los otros países desarrollados del mundo, no están viendo este tipo de cosas. La esperanza de vida está aumentando«, advierte.

En otras palabras: en ningún otro país desarrollado hay personas que mueren a causa de los opiáceos con las tasas registradas en Estados Unidos.

¿Qué explica la discrepancia?

El sistema médico de Estados Unidos.

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A los estadounidenses se les prescriben opiáceos significativamente más a menudo que en otros países. En Estados Unidos se toman 50,000 dosis de opiáceos al día por cada millón de residentes. Eso es casi un 40 por ciento más alto que la tasa de Alemania y Canadá, y el doble de la tasa de Austria y Dinamarca. Es cuatro veces más alta que en Gran Bretaña y seis veces más alta que en Francia y Portugal. Como lo expresó la BBC, «los médicos estadounidenses prescriben, mucho».

Eso es en gran parte resultado de nuestra estructura de seguro de salud. A diferencia de los países que brindan servicios de salud universales financiados con impuestos estatales, Estados Unidos tiene un sistema de atención principalmente privatizado. Y los expertos dicen que es mucho más probable que las aseguradoras paguen una píldora que la terapia física o la repetición de tratamientos.

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«La mayoría de los seguros, especialmente los de los pobres, no pagarán nada más que una píldora«, comenta a la BBC Judith Feinberg de la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia Occidental. «Digamos que tienes un paciente que tiene 45 años. Tiene un dolor fuerte en la parte inferior de la espalda, lo examinas, y ves que tiene un espasmo muscular. Realmente lo mejor es la terapia física, pero nadie pagará por eso. Así que los médicos se preparan para tirar de la plataforma de recetas. Incluso si el seguro cubre la terapia física, probablemente necesite autorización previa, lo que implica mucho tiempo y papeleo».

Como resultado, a los estadounidenses se les receta opiáceos. A menudo, se les dan varias pastillas más de las que se podría esperar que usaran, para evitar más visitas. «Otros países lidian con el dolor de manera mucho más saludable», comenta Feinberg, profesora del Departamento de Medicina Conductual y Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la WVU.

El sistema de atención de salud de Estados Unidos también es diferente en comparación con los demás países. Hay presión para enfrentar el dolor y hay una actitud generalizada de que todo es reparable. Como resultado, los médicos en Estados Unidos son mucho más propensos a proporcionar analgésicos que los médicos de otros países. Un estudio comparativo encontró que los facultativos japoneses trataban el dolor agudo con opiáceos casi la mitad del tiempo. En Estados Unidos, el número fue del 97 por ciento.

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«Tengo 51 años«, comenta el profesor Keith Humphreys de la Universidad de Stanford a la BBC. «Si voy a un médico estadounidense y le digo: ‘Oye, corrí la maratón que solía correr cuando tenía 30 años, y ahora estoy adolorido’, mi médico intentará arreglar la situación. Si lo haces en Francia, el doctor dirá: ‘Es vida, toma una copa de vino ¿qué quieres de mí?'».

También hay otros culpables. Estados Unidos es uno de los dos únicos países que permite que las compañías de medicamentos con receta se publiciten en televisión (el otro es Nueva Zelanda). Las compañías hacen publicidad, y mucho. En 2016, las compañías farmacéuticas gastaron USD 6.4 mil millones en publicidad. Los expertos también dicen que las escuelas de medicina de Estados Unidos no han hecho lo suficiente para educar a los estudiantes sobre el manejo del dolor, la adicción, el uso y el abuso de los opiáceos.

Las compañías farmacéuticas también tratan de cortejar a los médicos con regalos. Algunas empresas organizan cenas lujosas y otras patrocinan conferencias. En 2016, por ejemplo, el fabricante de OxyContin Purdue Pharma gastó USD 7 millones en regalos para médicos y hospitales. De 1996 a 2001, la compañía patrocinó 40 «simposios nacionales de manejo del dolor» en distintos lugares. En el mismo período, la compañía duplicó su fuerza de ventas y distribuyó cupones para que los médicos pudieran ofrecer a los pacientes suministros de OxyContin por 30 días, además de otros medicamentos altamente adictivos. En esos seis años, las recetas de OxyContin aumentaron de más de 670,000 a más de 6 millones.

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Eso alarmó al menos a un grupo de salud pública, que publicó un boletín en 2009 titulado La promoción y comercialización de OxyContin: Triunfo comercial, tragedia de salud pública.

Para entonces ya era demasiado tarde.

Fuente: infobae.com, 03/02/18.


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