Helmut Norpoth predice de nuevo que Trump ganará las elecciones
Según sus cálculos la victoria de Trump está asegurada de nuevo, con un 90 por ciento de posibilidades, a pesar de lo que marcan las encuestas.
Por Redacción Miami Diario
Helmut Norpoth es profesor del Departamento de Ciencias Políticas de la universidad de Stony Brook. Su figura es extraordinariamente reconocida después de que en el año 2016 predijese acertadamente el resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
El modelo de análisis de Helmut Norpoth, The Primary Model, o el Modelo Primario, se le da al presidente Donald Trump “un 91% de posibilidades de ganar las elecciones presidenciales de 2020″. Por su parte, “el demócrata Joe Biden tiene solo un 9% de posibilidades. Trump obtendría 362 votos electorales, Biden 176”.
Como añade esta página del Modelo Primario, “en 2016, cuando las encuestas, los expertos y los pronosticadores predecían una cierta victoria para Hillary Clinton, el MODELO PRIMARIO estaba prácticamente solo en predecir la victoria de Donald Trump. Lo hizo ya el 7 de marzo de ese año, poniendo sus posibilidades de ganar en 87%”.
“Para que conste”, se explica en la página, este modelo ha acertado con el “ganador de 25 de las 27 elecciones desde 1912, cuando se introdujeron las primarias presidenciales. Los fallos son 1960, una de las elecciones presidenciales más reñidas, y 2000, cuando el último recuento en Florida le dio la victoria a Bush”.
Norpoth añade otro factor a la reelección
Según el politólogo algo particularmente extraño que favorecería a Donald Trump este año, además del resultado de las elecciones primarias republicanas, es el carácter cíclico de la historia electoral de los Estados Unidos. Según el análisis previo al establecimiento de este método, tras un mandato en la Casa Blanca, el partido en el poder es el favorito para ganar la reelección.
No obstante, si se aplica este modelo estadístico y sus principales varas de medir (los resultados en las primarias y la tendencia a la reelección) a todas las elecciones estadounidenses desde 1912, no siempre acierta. De 27 comicios, hay dos en los que fallaría: los de 1960, «una de las elecciones presidenciales más reñidas», y los anteriormente nombrados de 2000, «cuando el último recuento en Florida le dio la victoria a Bush; aun así, Al Gore terminó ganando el voto popular». No ocurrió lo mismo, sin embargo, con las últimas elecciones: el experto en ciencias políticas contradijo a todas las encuestas que daban por sentada la derrota de Trump y apostó por su victoria sobre Hillary Clinton (le dio 87% de probabilidad de éxito). Su estudio fue publicado el 7 de marzo de 2016; el 8 de noviembre de ese mismo año los resultados electorales le dieron la razón.
Poco margen de error
Por su parte, tal y como publicó el corresponsal de ABC en Washington, David Alandete, «las encuestas electorales en Estados Unidos reflejan una distancia por parte de Joe Biden de al menos seis puntos sobre Donald Trump. Lo cierto es que algunos de los sondeos han llegado a reflejar una diferencia de hasta 14 puntos, aunque han sido escasos. Esta semana, la media de sondeos de RealClearPolitics apunta a una distancia del demócrata de casi nueve puntos».
En este sentido, Norpoth afirma que su método es invariable y no tiene en cuenta el momento histórico-social, la popularidad de los candidatos en el momento: «Mi predicción es lo que llamo «final incondiciona». No cambia. Es un modelo matemático basado en cosas que han sucedido. La elección presidencial de 2016 ha sucedido, los resultados de las primarias ya están disponibles. Puedo agregar los resultados de más primarias, pero incluso esos números han sucedido y tampoco pueden cambiar».
La aparente conducta cuestionable de Donald Trump debe enmarcarse en la nueva etapa que transita la economía estadounidense en el mundo.
El foro de banqueros globales que se reúne anualmente en Jackson Hole, Wyoming, formuló coincidencias básicas en 2019. En primer lugar, afirmó que la economía global experimentó un “cambio de régimen” en sus condiciones básicas de funcionamiento — señaló James Bullard, titular de la Reserva Federal de St. Louis —; y esto obliga a revisar todos sus indicadores fundamentales (tasas de interés, nivel de inflación, política monetaria y comercial, papel del dólar, etcétera), en un contexto histórico en que el statu quo pertenece irreversiblemente al pasado. El criterio de “normalidad” ha perdido significado.
Para eso, es necesario dejar de lado las referencias a sus “condiciones erráticas” e “imprevisibilidad”, para discernir su sentido en términos objetivos y de acuerdo a los parámetros de la época, y mostrar de esa formauna cierta coherencia a través del conflicto, lo que le otorga una dosis inicial (modesta) de previsibilidad.
Es revelador lo que sucede con el dólar norteamericano: por un lado, es la moneda que se utiliza en más del 80% de los intercambios globales, con la totalidad de los indicadores del sistema financiero internacional —reservas, activos, tasas de interés, entre otras— en las manos hegemónicas de EE.UU.
Por otro, la certidumbre de que EE.UU. es sólo 10% del intercambio mundial y 25% del PBI global. En estas condiciones, hay que subrayar que la importancia del dólar es hoy mayor que lo que era cuando se produjo el colapso de los acuerdos de Bretton Woods en 1971.
Esta es la razón por la que hay una baja estructural de las tasas de interés en el mundo (la tasa de interés “natural” de EE.UU es hoy +0,5% anual, según la Reserva Federal de Nueva York). Por eso es que la política monetaria de los bancos centrales del sistema global ha perdido toda relevancia.
Esto se ve agudizado por el crecimiento récord de la economía norteamericana — +3% anual en los últimos 6 trimestres consecutivos, con un PBI que asciende a US$21.9 billones —, y que es mayor que el resto de los países del G-7 sumados.
Más de las dos terceras partes de la economía global crece por debajo de su tasa potencial en 2019, proporción que sería cinco sextos a fin de año. Este profundo desnivel desató una nítida tendencia deflacionaria en el mundo entero, salvo en EE.UU.
Esta honda disparidad entre el resto de la economía global y EE.UU. es un fenómeno reciente: más de cuatro quintas partes de la economía mundial crecía por encima del potencial en 2018, y ahora se ha reducido a un sexto esa proporción, porcentaje que corresponde en su totalidad a la economía norteamericana. El Banco de Inglaterra (BoE/Mark Carney/2019) advierte que no hay ningún motivo estructural o macroeconómico que explique esta drástica reducción de la expansión global en sólo 12 meses.
Hay un segundo dato estratégico a destacar: las dos superpotencias – EE.UU. y China — que se encuentran sumergidas en una “guerra comercial” de extraordinaria intensidad— son al mismo tiempo las economías más integradas de la historia del capitalismo.
El comercio bilateral chino-norteamericano alcanza a US$2.000 millones por día; y en él, el intercambio de bienes y servicios intermedios (fragmentados) —característico de la transnacionalización productiva— se ha triplicado entre 1989 y 2018, con un valor agregado de las importaciones sobre las exportaciones que se multiplicó por cuatro en este periodo.
Se puede afirmar inequívocamente que la competencia estratégicaentre las dos superpotencias tiene lugar dentro y a partir de una integración profunda e irreversible del sistema, que ha adquirido un carácter prácticamente absoluto desde el punto de vista productivo, en especial en los sectores high tech.
El sistema integrado transnacional de producción, constituido por 88.000 empresas transnacionales y sus 600.000 asociadas o afiliadas, de las cuales 44% son norteamericanas y 25% chinas, constituye el vínculo estructural del capitalismo en el siglo XXI.
Esto es lo que explica el enorme impacto que ha tenido en el mercado mundial el choque (denominado “guerra comercial”) entre EE.UU. y China en los últimos dos años; y por carácter inverso, lo que puede implicar para el mundo en un sentido expansivo un acuerdo entre Donald Trump y Xi Jinping en 2019.
Esta es la lógica que guía a Donald Trump cargada del sentido de la época. Se puede asegurar que los hombres de Estado carecen de aparato psíquico, y no poseen en absoluto ni filias ni fobias, sólo intereses de largo plazo en lo que hace a la participación de su país en el proceso de acumulación capitalista.
Subestimar a Donald Trump, considerarlo una figura “errática e imprevisible”, es un error letal, ante todo desde el punto de vista analítico. La lucidez es la virtud esencial de los que deciden en el siglo XXI.
La verdad no es lo que está oculto, sino lo que está a la vista. Lo difícil es verla.
La demanda le da impulso a la productividad en los EE.UU.
La productividad aumentó 3,5% anual en el primer trimestre de 2019.
La inversión aumentó debido al drástico recorte de impuestos de Donald Trump.
La productividad de EE.UU. aumentó 3,5% anual en el primer trimestre de 2019, mientras que el producto se expandió 3,2% anual, la mayor alza desde 2009; y así culminaron 6 trimestres consecutivos de crecimiento con un promedio de 3% anual, a partir del último trimestre de 2017. Esta expansión sostenida coincidió con una tasa de desocupación de 3,6%, la menor en 5 décadas; y cuando en EE.UU. se crean más puestos de trabajo que las personas existentes en condiciones de ocuparlos (1 millón más de empleos que el total de desocupados en junio de 2019).
Se crearon 5,3 millones de puestos de trabajo entre 2017 y 2018; y la fuerza laboral creció 5 puntos (63,2%), el mayor nivel en 6 años. Lo decisivo es que los salarios reales aumentaron 3,2% anual, con el 10% de abajo creciendo por encima del promedio (5% anual). Más de 5 millones de norteamericanos dejaron de recurrir al subsidio estatal para alimentarse (food stamps).NEWSLETTERS CLARÍN
Más de 60% de la inversión en EE.UU. se realiza en “capital intangible” (marcas, patentes, propiedad intelectual) y no en “capital fijo”.
La productividad es la categoría fundamental del capitalismo, y el núcleo del proceso de acumulación a partir de la 1ª Revolución Industrial; y este es un mecanismo de acumulación autoinducido que despliega todo su potencial al convertir el ahorro en inversión y reproducirse en forma ampliada.
El momento decisivo en que se produce el salto de productividad ocurre en el intersticio entre inversión y expansión, cuando la ampliación sucede mediante el momento cualitativo de la innovación. Este cambio en la forma de producir identifica a la productividad como un salto tecnológico por el lado de la oferta.
De ahí que la acumulación se haya transformado en un fenómeno tecnológicamente dependiente, un vínculo determinista entre inversión y crecimiento (Schumpeter dice que el capitalismo se desarrolla “…a través de la absorción y despliegue de sucesivas revoluciones tecnológicas”), cada una propia de una época. No es el caso de EE.UU., que ha mostrado 1 punto y 1/2 por encima del promedio mundial de productividad en los últimos 100 años.
Este porcentaje excepcional se mantuvo hasta 2004, tras hundirse en la década del 70 y recuperarse notablemente en los 90, al emerger en gran escala la revolución tecnológica del procesamiento de la información (IT). La productividad estadounidense se agotó en 2004, y cayó a 1,5% por año, o menos, para virtualmente desaparecer en 2008, y transformarse en nula o negativa en los 8 años posteriores.
Ha vuelto a crecer notablemente en los últimos 2 años, hasta superar el promedio histórico de 2,5% anual (3,5% en los primeros 3 meses de 2019). Significa que no hay determinismo tecnológico en EE.UU. en el alza de la productividad; y que el último y excepcional despliegue ha ocurrido en condiciones de pleno empleo y expansión récord.
La productividad en EE.UU. es un fenómeno por el lado de la demanda y no de la oferta; y esto ocurre cuando es imperativo aumentar la producción para satisfacer una creciente demanda, y no hay límites en la utilización del capital y de la fuerza de trabajo. Más de 60% de la inversión en EE.UU. se realiza en “capital intangible” (marcas, patentes, propiedad intelectual), en conocimiento, y no en “capital fijo” o “hundido” (aunque sean bienes de última generación tecnológica).
El fenomenal aumento de la inversión es lo que ha aumentado la fenomenal productividad norteamericana en los últimos 2 años: recibió US$11 billones en 2017 y 2018 debido al drástico recorte de impuestos de Donald Trump (la tasa de ganancia corporativa pasó de 35% a 21%, una mejora de 30% en el nivel de retorno empresario).
Solo las transnacionales estadounidenses (44% del total mundial) han repatriado US$2,4 billones en 2018 (de los US$4,2 billones que tienen en el exterior). Según UNCTAD (Organización de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo) la magnitud de este fenómeno ha modificado la direccionalidad de los capitales y del comercio internacional, que ahora se dirigen desde el resto del mundo hacia EE.UU.
EE.UU. se ha adelantado al futuro y ya está en la 2ª fase de la nueva revolución industrial, centrada en el conocimiento y no en lo meramente tecnológico (hardware). Este último es un valor adquirido, ampliamente disponible para las compañías norteamericanas y las transnacionales del mundo radicadas allí.
Este inmenso proceso disruptivo ha sucedido cuando emerge una nueva revolución industrial en el capitalismo avanzado (informatización completa de la manufactura y los servicios), que eleva estructuralmente la productividad a través de la inversión en “capital humano” e “intangible”.
La acumulación capitalista ha dado un giro de 180 grados en el país-frontera del sistema por definición, y al dejar atrás el estancamiento experimentado entre 2009 y 2016, ahora crece sostenidamente por el lado de la oferta en un gigantesco ejercicio de “destrucción creadora”, convertido en la fuente estructural de la productividad en el capitalismo definitivamente integrado y supercompetitivo del siglo XXI.
El Twitter de Donald Trump, el más poderoso del mundo
Un tuit del presidente puede hacer que Wall Street se derrumbe. Lo llaman “arma de destrucción masiva”.
Vista de una pantalla con información durante el cierre de la jornada de trabajo en la Bolsa de Nueva York. .
El presidente Donald Trump dispara un tuit desde la Casa blanca. Los mercados tiemblan.»
Así arranca este miércoles una nota del diario The New York Times después del desplome el martes en Wall Street (perdió 3,1%), agitado por una serie de tuits presidenciales acerca de la fragilidad de la tregua pactada con China sobre aranceles comerciales.
El terremoto no paró el martes. Siguió este miércoles, cuando las bolsas en Asia abrieron y cerraron en baja, siguiendo la tendencia neoyorquina. Lo mismo pasó con las plazas en Europa, que a media jornada del miércoles seguían para abajo.
Que los mercados tambaleen por malos pronósticos económicos es una cosa, pero que tiemblen por un tuit es algo muy diferente.
Pero el poder de Donald Trump es una cuestión aparte.
Alguien describió el fenómeno como «un arma de destrucción masiva».
Un corredor de bolsa reacciona durante el cierre de la jornada de trabajo este martes en la Bolsa de Nueva York(./ EFE
«Ni el influencer más grande se puede comparar al poder de la cuenta de Twitter de Donald Trump. Los corredores de Wall Street ya hablan del ‘riesgo del tuit presidencial'», alertaba ya hace dos años el sitioLetras Libres, poco después de la victoria de Trump en noviembre de 2016.
Ponía como ejemplo un tuit de Trump (por entonces presidente electo) criticando el alto costo de un nuevo Air Force One construido por Boeing. «El costo está fuera de control, más de 4 mil millones de dólares. ¡Cancelen el pedido!», escribió.
Twitter @realDonaldTrump
Acto seguido las acciones de Boeing cayeron, costándole a los accionistas de la empresa más de mil millones de dólares. Eventualmente, la acción se recuperó, pero el mundo financiero comenzó a ponderar los riesgos que representa un desplante trumpiano.
Lo mismo pasó con un tuit de Trump contra la firma de armamentos Lockheed Martin, el enorme contratista militar que desarrolla la nueva generación de aviones de combate estadounideses, el F-35.
Trump, aún presidente electo, escribió en Twitter: «El programa del F-35 y su costo están fuera de control. Miles de millones de dólares pueden y serán ahorrados en compras militares después del 20 de enero».
Twitter @realDonaldTrump
De nuevo, el tuit provocó una caída de 4 mil millones de dólaresen el valor de las acciones de la empresa. Según un cálculo hecho entonces por el diario The Guardian, Lockheed perdió 28 millones de dólares por cada carácter tuiteado.
Para los operadores de bolsa este es un nuevo factor de riesgo y lo llaman «riesgo del tuit presidencial».
Pero no solo Wall Street padece los trasnochados o tempraneros tuits del presidente, con 56,1 millones de seguidores. Hay un lado más siniestro, y es su capacidad de canalizar la agresión de todos esos seguidores contra personas específicas. Y se sabe que Trump en Twitter se ha peleado con medio mundo.
Consciente de su poder en las redes sociales, el martes Trump escribió: «Tendremos un ACUERDO DE VERDAD con China o no tendremos ningún acuerdo, en cuyo caso impondremos importantes tarifas a los productos chinos importados a los Estados Unidos. Finalmente, creo, tendremos un acuerdo, ahora o en el futuro…»
Semejante ambigüedad dejó a Wall Street en un ataque de nervios el martes, después de haber festejado la tregua entre China y Estados Unidos, acordada en Buenos Aires en la cumbre del G20.
En la mañana de este miércoles, el presidente intentó poner paños fríos al clima de nervios al indicar que China no quiere aranceles, y citó una publicación que advierte que Beijing «oficialmente se hizo eco del optimismo de Donald Trump sobre las negociaciones comerciales bilaterales».
Pero del otro lado no hubo nadie para atajar la buena noticia. Este miércoles es día de luto nacional en Estados Unidos por los funerales de Estado del ex presidente George H.W. Bush. Y Wall Street por lo tanto no abrió y no funcionará hasta el jueves.
Estados Unidos quiere ponerle fin al aborto legal, instaurado en 1973
El vicepresidente Pence dijo que es hora de restituir «la santidad de la vida» y que Trump es el presidente más pro-vida de la historia.
Mientras en Argentina se abre el debate por la legalización del aborto, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, auguró hoy el fin de la práctica legal del aborto «en nuestro tiempo», consagrada en el país norteamericano desde 1973.
«Si todos hacemos todo lo que está en nuestras manos, podemos restituir, otra vez y en nuestro tiempo, la santidad de la vida en la ley estadounidense», dijo Pence durante un acto de una organización antiabortista en Nashville, en el estado de Tennessee.
«En lo mas profundo de mi corazón, sé que esta será la generación que restaurará la vida en Estados Unidos», afirmó.
El Tribunal Supremo de Estados Unidos legalizó el aborto en 1973 al declarar inconstitucional cualquier interferencia del Estado en la decisión de la mujer sobre el embarazo.
No obstante, en los últimos años, varios estados obstaculizaron el acceso al aborto al promulgar restricciones amparadas en los derechos religiosos.
El presidente Donald Trump también creó un grupo dentro de su gobierno destinado a defender a los doctores que, alegando motivos religiosos, se niegan a practicar abortos y prohibió el uso de fondos públicos para financiar a organizaciones que practican el aborto en el extranjero. Todo esto llevó a Pence a definiro como el «presidente más pro-vida» de la historia.
Donald Trump habló durante la marcha de los opositores al aborto y prometió que defenderá el «derecho a la vida»
Es la primera vez que un presidente habla en esta movilización que se celebra hace 45 años en Washington. El vicepresidente Mike Pence lo definió como el mandatario «más pro-vida de la historia» de los EEUU.
El presidente estadounidense Donald Trump participó el viernes de la manifestación que se hace cada año en Washington contra del derecho al aborto en el país. Es la primera vez que un primer mandatario da un discurso durante una de estas protestas.
En su alocución criticó la decisión de la Corte Suprema de 1973 ante el caso Roe versus Wade -que habilitó el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo en el país-, y prometió que defendería el que es el primer derecho consagrado en la Declaración de Independencia: el derecho a la vida.
«El fallo Roe versus Wade ha resultado en una de las leyes de aborto más permisivas del mundo», dijo Trump ante miles de personas reunidas en el National Mall. «Está mal, tiene que cambiar», afirmó también sobre los abortos tardíos habilitados en algunos estados.
Donald Trump es el primer presidente en hablar en la marcha que se celebra hace 45 años, a través de una pantalla en vivo vía Skype. El año pasado, apenas una semana después de asumir el cargo, había participado del evento el vicepresidente Mike Pence.
Durante su discurso de este año, Pence -quien es un conocido activista por esta causa con fuertes lazos con los conservadores- dijo que Trump «ha hecho una diferencia en favor de la vida» durante su primer año de mandato y que «es el presidente más pro-vida de la historia de los Estados Unidos».
Mientras tanto, el gobierno develó el viernes una serie de normas con las que busca proteger a entidades médicas que se nieguen a practicar abortos por motivos religiosos, una posibilidad conocida como «objeción de conciencia».
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (HHS por sus siglas en inglés) delineó la normativa a seguir para proteger a toda entidad que se niegue a aplicar procedimientos, como el aborto, por motivos religiosos.
Además anuló una directriz aprobada bajo la presidencia de Barack Obama que le dificultaba a los estados negarles el programa asistencial Medicaid a entidades de planificación familiar como Planned Parenthood.
La nueva norma busca «garantizar que se cumplan leyes que hasta ahora no se han aplicado a cabalidad», dijo Roger Severino, un abogado conservador que será director del nuevo departamento. «Estas normas son aspectos estándar cuando se trata de hacer cumplir leyes de protección de derechos civiles».
Bajo esa ley, los hospitales, universidades, clínicas y otras entidades que reciben fondos de programas del departamento federal como Medicare y Medicaid tendrán que certificar que están obedeciendo unas 25 leyes federales de protección de conciencia y de religión. La mayoría de estas leyes se refieren a procedimientos como aborto, esterilización y suicidio asistido. Cualquier infracción podría acarrear la pérdida de fondos federales.
¿Curva de Laffer en EEUU? Los ingresos fiscales suben un 12% tras la rebaja de Trump
La rebaja de impuestos impulsada por Trump el año pasado empieza a dar sus frutos.
Por Diego Sánchez de la Cruz.
La histórica rebaja de impuestos impulsada por Donald Trump y aprobada a finales de 2017 por la Cámara y el Senado de Estados Unidos empieza a dar sus frutos. Según los datos del primer trimestre del año, la economía está creciendo a una tasa del 2,3%, por encima del promedio del 1,9% registrado en los años de gobierno de Barack Obama. Además, la tasa de paro se está reduciendo a buen ritmo, de modo que ya ha caído al 3,9% y marzo ha registrado el nivel más bajo desde el año 2000.
Pero la aprobación de la rebaja impositiva no ha sido aplaudida de forma unánime. Buena parte de la izquierda estadounidense la ha denostado por «neoliberal», pero también hay ciertas voces en el espectro de la derecha que han cargado contra la medida por «agravar el déficit». Esta última crítica ha sido matizada recientemente por dos voces autorizadas del espectro liberal-conservador americano.
En primer lugar, vale la pena conocer la reflexión que ha planteado Stephen Moore, todo un gurú en materia de políticas de oferta. Según explica el analista económico, «Trump no ha creado los déficits de un billón de dólares con los que va a tener que lidiar, sino que los ha heredado del gran maestro del endeudamiento, su antecesor Barack Obama. En su primera legislatura, el ex presidente llegó a aumentar ladeuda en 1,5 billones de dólares, un récord olímpico de irresponsabilidad fiscal que no parecía preocupar a los progresistas».
Como apunta Moore, «la deuda alcanzaba 11 billones de dólares cuando Obama llegó al poder, pero hoy se mueve en el entorno de los 20 billones. No tiene sentido que muchas voces que permanecieron calladas o incluso aplaudieron las políticas de Obama se muestren ahora alarmadas por lo que ocurre con el déficit».
El analista económico señala que «un billón del aumento de la deuda proyectado por la Oficina Presupuestaria del Congreso para 2018-2028 proviene, en teoría, de la rebaja de impuestos. Pero, si ponemos esta cifra en perspectiva, encontramos que supone un 2,5% de los ingresos esperados para la próxima década. De modo que no hablamos de una hemorragia de ingresos fiscales, ni mucho menos».
Sin embargo, el columnista recalca que «en la práctica, lo que arrojan las primeras cifras disponibles es que los ingresos del fisco están creciendo. Si nos fijamos en abril, el primer mes en el que las nuevas reglas tributarias están plenamente en vigor, encontramos que los ingresos de Hacienda han roto todos los récords, con un repunte del 12% frente a los niveles observados en abril del pasado año».
Lynn explica también que el mes de abril no solo no se cerró con números rojos, sino que arrojó el superávit presupuestario mensual más grande desde abril de 2011: «los ingresos fueron de 510.000 millones de dólares, frente a unos gastos de 296.000 millones. Esto supone un superávit de 214.000 millones, por encima del anterior récord histórico de 180.000 millones, observado en abril de 2001. Nada mal para una economía que aún no crece al 3%».
La economía de EE.UU. arrastra el crecimiento global
En los últimos 2 años hubo un crecimiento generalizado en todos los países.
Por Jorge Castro.
El dólar se aprecia cada vez más, producto de la expansión excepcional de EE.UU. .
Los títulos del Tesoro a 10 años ofrecieron rendimientos de 3%/3,05% anual la semana pasada, y el precio del petróleo trepó a US$75 por barril (Brent), un alza de más de 10% en 30 días. El dólar estadounidense se aprecia cada vez más (+3%/3,5% anual), en una tendencia que lo lleva a un récord de +4%/+4,5% en 2018/2019.
La razón es la expansión excepcional de EE.UU., que creció 4,1% en el segundo trimestre del año (Reserva Federal de Atlanta), con una inflación de 2% anual y una desocupación de 3,9%, la menor en 17 años.
La trayectoria estadounidense ha sido la siguiente: creció 1,5% anual en los 4 trimestres de 2016 (1,2% en los últimos 3 meses) y se expandió 2,5% por año en 2017, con un desempleo de 4,1%.
Donald Trump. .
La perspectiva de largo plazo de EE.UU. (próximos 10 años) asciende a sólo 2,2% anual, si no se toma en cuenta el recorte de impuestos de Donald Trump, que desató un boom de inversiones de 2 puntos del PBI (pasó de 14% a 16%), con efectos hondamente disruptivos.
El PBI norteamericano se expande 2,5 puntos por encima del promedio que experimentó entre 2009 y 2016 en este momento; y lo hace con un alza del gasto en bienes de capital que ascendió a 8,9% anual a partir del último trimestre de 2017, que implica +34% en 2018/2019 (Goldman Sachs).
Hay que agregar la desregulación generalizada realizada en los últimos dos años, con un valor estimado de US$2 billones, y el alza de la participación laboral, con la incorporación de más de 2 millones de trabajadores que estaban fuera del mercado hasta 2017.
Lo previsible ahora es un aumento del PBI de 1,3%/1,6% por año en la próxima década, que agregaría US$4.7 billones/US$7.4 billones en ese periodo; y una fuerza de trabajo que se incrementaría en 8.7 millones de trabajadores para entonces (Citi Research).
El contexto mundial se modificó profundamente en los últimos dos años, con un crecimiento generalizado de todos los países, tanto avanzados como emergentes, que alcanzaron una expansión coordinada de 5% anual en 2018, medido en capacidad de compra doméstica (PPP).
El mérito fundamental del gobierno de Macri consiste en haber colocado nuevamente a la Argentina en el sistema mundial cuando experimenta el mayor nivel de auge desde la crisis financiera internacional 2008/2009; y el mérito es doble porque ocurrió tras 12 años de aislamiento y conflicto con el mundo entre 2003 y 2015. Este es el punto decisivo para juzgar históricamente a la Argentina en los últimos dos años.
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Conviene advertir que hay ahora una visión de largo plazo del crecimiento argentino, que puede considerarse racional y positiva, acorde a la época, que cuenta con el respaldo —como se ha mostrado en la reciente crisis cambiaria—de los principales líderes del mundo, ante todo Trump, Xi Jinping, y Angela Merkel.
Esta visión ha permitido desarrollar proyectos significativos de inversión, como la explotación de shale gas/shale oil en Vaca Muerta que atrajo más de US$15.000 millones en 2018, así como el programa de infraestructura denominado “público/privada” (PPP) que recibió ofertas por US$38.000 millones.
La decisión estratégica más relevante de los últimos dos años ha sido el acuerdo con los acreedores hold outs (“fondos buitre”), que permitió recuperar el financiamiento internacional tras 18 años de aislamiento, cuando experimenta una extrema hiperliquidez con las tasas de interés más bajas de la historia.
El acuerdo con los holdouts (abril 2016) fue la expresión de un nuevo consenso argentino, y contó con el respaldo de las dos Cámaras del Congreso por más de dos tercios de los votos.
La historia argentina indica que el problema no ha sido nunca el económico, sino el estrictamente político, la ausencia o carencia de consenso nacional en los grandes cambios de la economía mundial.
Esta es la “excepcionalidad argentina”, que hizo que el extraordinario éxito histórico que tuvo a partir de 1880 —fue el país que más creció durante 30 años (+5,5% anual) después de EE.UU.— se derrumbara hasta adquirir el menor nivel de expansión de América Latina en términos de ingreso per cápita (1973 en adelante).
La Argentina reunió en 1880 las tres condiciones que posibilitan su éxito histórico: un consenso nacional sobre su ubicación en el mundo; un instrumento eficaz para realizarlo, ya sea Estado o sistema político; y una economía mundial en expansión sostenida.
El éxito de la “Generación del 80” no respondió a una constelación astral favorable sino a una política deliberada, que mostró que el país era capaz de transformarse en 30 años de un desierto vacío en una Nación que construyó su identidad nacional con 6 millones de inmigrantes europeos sobre 1 millón de argentinos originarios.
La Argentina es un país deslumbrante, no cabe duda; y esto también es parte de la “excepcionalidad argentina”.
Bajo la denominación de la Generación del 80 se conoce a la élite gobernante de la República Argentina durante el crucial período de la República Conservadora que se extendió entre 1880 y 1916.
Procedente de familias aristocráticas de las provincias y de la capital, se nucleó primero en la Liga de Gobernadores y luego en el Partido Autonomista Nacional, fusión de las fuerzas dominantes en el período precedente, el Partido Autonomista de Adolfo Alsina y el Partido Nacional de Nicolás Avellaneda, que junto al Partido Nacionalista de Mitre eran las tres ramas en las que se había dividido el Partido Unitario. En 1880, lanzó la candidatura a la presidencia del general Julio Argentino Roca, que había dirigido la Conquista del Desierto un año antes, y que fue el artífice de la generación y del modelo de país que ésta representó.
Tuvo a su cargo las más importantes funciones políticas, económicas, militares y religiosas, manteniéndose en el poder mediante el fraude electoral. Pese a la creciente oposición, nucleada en lo político en torno a la Unión Cívica Radical y el Partido Socialista y las corrientes sindicales anarquistas, socialistas y sindicalistas revolucionarias, ejerció el gobierno durante más de tres décadas a través del Partido Autonomista Nacional, hasta la sanción de la Ley Sáenz Peña, de sufragio secreto y obligatorio para varones, impulsada a instancia de sus propios representantes como respuesta a la presión de las revoluciones radicales, que marcó la transición a la Argentina contemporánea.
Por qué la cuenta de Twitter de Donald Trump desapareció por 11 minutos
El presidente de Estados Unidos es un ávido usuario de Twitter con 41,7 millones de seguidores. Durante la campaña presidencial en 2016 y desde que asumió el cargo en enero, ha estado utilizando activamente la plataforma para promover sus políticas y atacar a sus oponentes.
Durante un breve período de tiempo, los visitantes solo pudieron ver un mensaje que decía: «¡Lo siento, esa página no existe!».
Si en algún momento del jueves buscaste la cuenta de Twitter de Donald Trump, tal vez hayas visto el mensaje «¡Lo siento, esa página no existe!».
La página del presidente de Estados Unidos en esta red social desapareció brevemente.
La compañía explicó que la cuenta @realdonaldtrump había sido«desactivada» por un trabajador y luego agregó que era su último día en la empresa.
La página estuvo inactiva durante 11 minutos, hasta que fue restaurada, dijo la red social.
Hasta horas después de que se conociera la noticia Trump, que es un usuario activo de Twitter con 41,7 millones de seguidores, no había hablado sobre el tema.
Donald Trump usa Twitter activamente para promocionar sus políticas y atacar a sus oponentes.
Después de que se restableció la cuenta, el primer tuit de Trump fue sobre el plan de recortes de impuestos del Partido Republicano.
@POTUS, la cuenta oficial del presidente de EE.UU., no se vio afectada por el«error humano», que fue como Twitter llamó a lo que hizo el extrabajador.
La red social dijo que estaba investigando el hecho y tomando medidas para que no se repita.
«Gracias a nuestra investigación, supimos que esto fue hecho por un empleado de atención al cliente en su último día de trabajo. Estamos llevando a cabo una revisión interna completa», dijo en un tuit.
Trump se unió a Twitter en marzo de 2009.
Durante la campaña presidencial en 2016 y desde que asumió el cargo en enero, ha estado utilizando activamente la plataforma para promover sus políticas y atacar a sus oponentes.
El ex trabajador de Twitter que eliminó la cuenta de Donald Trump cuenta cómo lo hizo
Por Manuel Moreno.
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Fueron sólo unos minutos, 11 exactamente, los que la cuenta de Twitter de Donald Trump estuvo desactivada el pasado 3 de noviembre. Es un periodo de tiempo demasiado breve y no tendría que tener demasiada relevancia la noticia, sin embargo, el hecho se hizo viral al saberse que había sido un empleado de Twitter el que había desactivado la cuenta en su último día de trabajo.
El hecho llamó la atención de los internautas y miles de tuiteros dieron las gracias a este “héroe popular” que, supuestamente, en un arrebato por ser despedido, había tomado la justicia por su mano y había hecho callar la cuenta del presidente de los Estados Unidos hasta que “alguien” la volvió a activar.
Hoy sabemos que no fue exactamente así la historia y que Bahtiyar Duysak, como se llama el ex empleado de Twitter, no desactivó la cuenta de Donald Trump por los contenidos incendiarios que suele publicar en ella. Si se tratase de cualquier otro usuario, Twitter posiblemente actuaría, pero al ser el presidente de los Estados Unidos, la red de microblogging asegura que sus mensajes son “noticiosos” y, por tanto, de interés suficiente como para no censurar la cuenta.
¿Qué fue lo que pasó entonces aquel 3 de noviembre? Duysak, empleado de origen alemán que trabajaba entonces en la división de Seguridad de Twitter, ha asegurado en una entrevista en TechCrunch que todo fue “producto de la casualidad”. Aquí el vídeo:
Al parecer, el ahora ex empleado de Twitter recibió la denuncia de un usuario contra la cuenta de Trump, una más de las miles que se producen cada día, y dio los pasos habituales y necesarios para reportar la cuenta.
Duysak jamás pensó que la denuncia fuese a tener efecto precisamente por estar “protegida” por Twitterdado su carácter noticioso. Para él fue un trabajo rutinario como hacía con miles de denuncias al día.
Fue, por tanto, producto de la casualidad. Duysak asegura que no lo hizo de manera consciente y que, por tanto, no se considera un héroe. De hecho, solicita en la entrevista “vivir una vida normal” porque, al parecer, desde lo ocurrido, no ha dejado de sufrir el acoso de la prensa…
JOEL LUNENFELD | VICEPRESIDENTE DE ESTRATEGIA GLOBAL DE MARCA Y CREATIVIDAD DE TWITTER
“El uso que hace Trump de Twitter es fascinante”
La red social de los 140 caracteres busca convertirse en una plataforma de noticias y aborda su futuro comercial con el deseo de volverse una pantalla global
Por Javier Arroyo.
Twitter ya no quiere ser una red social, sino una plataforma de noticias y busca –quizá ya lo ha encontrado– ser influyente. Joel Lunenfeld, su vicepresidente de estrategia global de marca y creatividad, ha visitado Granada para explicar, en el marco del congreso Talking About Twitter 2015, qué es ahora su empresa. Acuerdos con numerosas televisiones, creadores de contenidos y productoras del mundo están ya en marcha porque quiere convertirse también en una pantalla global. No en vano, su portal es ya el medio de información primaria para millones de personas. Pero no solo vive de eso: los datos de sus usuarios son cruciales para otras empresas. Esa es la segunda fuente de ingresos tras la publicidad.
Pregunta. ¿Qué es Twitter 11 años después de su fundación?
Respuesta. El año pasado, por primera vez en 10 años, definimos quiénes éramos. Mucha gente tenía una opinión sobre Twitter, sobre quiénes éramos y qué hacíamos. Pero nosotros tuvimos que hacer alguna investigación y mirar hacia dentro para descubrirlo. Finalmente, y dicho de manera simple, Twitter es lo que está pasando y aquello de lo que habla la gente.
P. ¿Esa es la realidad o un logo bonito?
Es real… Ahora, cualquier cosa que ocurre en el mundo aparece en vivo en nuestra plataforma. Una de las percepciones erróneas sobre Twitter es que es una red social como otras. Realmente es un espacio para noticias y para lo que está ocurriendo. De hecho, hemos cambiado nuestra definición en el App Store y nos hemos trasladado desde redes sociales a noticias. En más de 50 países somos ya la app de noticias número uno. Al cumplir 10 años, nuestro crecimiento se estaba ralentizando. Tras cambiar nuestros productos y marketing llevamos año y medio de crecimiento de dos dígitos.
«Es muy importante que oigamos directamente a nuestros líderes, desde Trump hasta el papa Francisco»
P. ¿En audiencia, usuarios o ingresos?
En usuarios activos cada día. Estos últimos cuatro meses hemos tenido un crecimiento de un 17% sobre el mismo periodo del año pasado y estamos ahora en 328 millones de usuarios al mes.
R. ¿Qué impacto social tiene Twitter?
El que le da el hecho de que la utilice la gente más influyente del mundo, desde el papa Francisco hasta los futbolistas más famosos. En España, por ejemplo, las dos cuentas más importantes son las del Real Madrid y el FC Barcelona y todos los jugadores están en Twitter. Lo mismo ocurre con los políticos. Este es el modo en el que los líderes mundiales hablan ahora y es cómo la gente se entera de las noticias hoy.
P. Habla usted de noticias. Pero Twitter, ¿es noticias, charletas o cotilleos? ¿Se puede hacer una información con 140 caracteres?
R. Sí porque es la historia, la noticia, más la conversación a su alrededor. Nosotros lo vemos como el primer borrador o la primera versión de una historia en el momento en el que está ocurriendo.
P. ¿Se puede ser fuente de noticias sin depender de enlaces a los medios de comunicación?
R. Ocurrió, por ejemplo, con la salida de Estados Unidos del Acuerdo del Clima. De pronto, Macron tuitea para responder al presidente de Estados Unidos. Es ocasiones como esa es cuando vemos que la información y las noticias son ahora el corazón de Twitter.
P. ¿En relación con otras redes sociales, cuál es la influencia de Twitter?
R.Twitter es la plataforma más influyente del mundo. Cuando enciendes la televisión o abres el periódico, ¿qué ves? Twitter en todos sitios. Si algo aparece en Twitter se convierte en una historia de verdad.
P. Twitter era en sus principios un servicio casi de puro texto. Ahora es más audiovisual.
«Mucha gente ve la tele y tuitea a la vez. El año pasado combinamos ambas modalidades de pantalla»
R. Efectivamente, hemos evolucionado del texto a fotos, vídeos e incluso vídeos en directo. No solo Twitter. Todo se está moviendo hacia un modo de narración mucho más visual. En un tuit hay más de 140 caracteres; hay vídeo y fotografías que enriquecen la narración. No se trata ya de una frase. Cuando le añades vídeo o imágenes, eres capaz de entender todas las facetas de una historia.
P. ¿De dónde proceden los ingresos de Twitter?
R. Tenemos dos fuentes de ingresos. La primera es la publicidad. Unimos anunciantes con la gente a partir de sus intereses comunes. Si eres Starbucks, Pepsi o Coca-Cola y te quieres anunciar en algún campeonato UEFA, nos aseguramos de que llegues a la gente que tuitea de fútbol. La segunda fuente de ingresos son los datos. Se han generado muchas industrias alrededor de los datos de Twitter. Empresas que intentan entender lo que la gente piensa; compañías de comunicación que quieren comprender cómo llegar a la sociedad.
P. Twitter apuesta ahora por la emisión en directo. ¿Por qué?
R.Twitter y la televisión siempre han sido muy populares. De hecho, mucha gente ve la tele y tuitea a la vez. El año pasado combinamos ambas modalidades de pantalla. Ahora se pueden ver en directo muchos acontecimientos y leer la conversación que genera. Lo hicimos, por ejemplo, en las últimas elecciones en Reino Unido. Nos hemos dado cuenta que esa combinación atrae a usuarios muchos más jóvenes que aquellos que solo ven la televisión. Twitter genera nuevos usuarios de televisión. Si eres una compañía de televisión y pasas un vídeo en Twitter, alcanzamos un seis por ciento más de gente de la que llegarías solo en televisión. Se trata de una audiencia nueva y más joven. Por eso estamos firmando acuerdos con televisiones y productoras en todo el mundo.
P. Es el caso de HBO y su ‘Juego de Tronos’. ¿Están flirteando con las series de éxito? ¿Veremos esas series a través de Twitter?
R. Flirtear es una buena definición. No se pueden ver los episodios de la serie. Sí otro material. HBO emitió hace algunos meses After the Thrones (Después de los tronos), un programa que iba a continuación de cada episodio. Ese se podía ver en Twitter y ahí la gente comentaba. Para la próxima temporada también hemos firmado con HBO nuevas acciones. Tendremos material específico que solo podrá verse en Twitter. Ahí estamos trabajando directamente con HBO, tanto como anunciante como generador de contenidos. Somos conscientes de la necesidad de tener buenas relaciones con los medios, con las compañías de televisión y con los creadores de contenidos.
P. Usted es vicepresidente de estrategia global de marca y creatividad. La creatividad en Twitter parece más un asunto de los usuarios. A veces, parece un concurso de ingenio.
R. Cualquier persona creativa le dirá que el factor número uno para desarrollar la creatividad es la restricción. Esta inspira la creatividad. Y esa creatividad es aprovechada por las marcas. Apple, que presta atención a los tuits que se escriben sobre ella, ha creado un anuncio a partir de esos comentarios. Cuando salió el iPad Pro alguien tuiteó que no se parecía ni de lejos a un ordenador. le pidieron permiso a esa persona y rodaron un anuncio con esa idea.
«Cuando pensamos en todos los aspectos que puede tener una historia, el humor es una de las más socorridas en hechos extraordinarios o situaciones difíciles»
P. Hoy día, las celebridades ganan muchísimo dinero anunciando productos en sus cuentas de Twitter. ¿Consigue Twitter algo de esas ganancias?
R. En ocasiones. Trabajamos con creadores de contenidos y con compañías de televisión y de contenidos. Emitimos sus vídeos y eso genera conversación alrededor de esas emisiones e ingresos. En esos casos, firmamos acuerdos y compartimos ingresos. Hemos creado la compañía Niche (niche.co) en la que contamos con más de 35.000 creadores que son relevantes; a veces para audiencias enormes y otras para audiencias más pequeñas. estamos en el mundo de la moda, belleza, deportes, comedia, etc. y conectamos a esos creadores con las marcas para generar contenidos en la voz de cada uno de ellos. Ayudamos a las dos partes a hacer dinero y, sí, en esos casos compartimos ganancias.
P. ¿Cómo es España en lo que se refiere a Twitter?
R.Los españoles son usuarios extremadamente activos que generan muchos tuits. Les encanta hablar entre ellos y hablar sobre televisión y sobre política. Y los políticos aquí hacen un uso fascinante de Twitter. Hablan entre ellos y le hablan a la gente. Es, en ese sentido, totalmente, diferente de sitios como Japón, donde los usuarios principales son los jóvenes y la gente corriente. Y una curiosidad, los caracteres japoneses, además, por sus características especiales, permiten que los tuits parezcan casi blogs por lo que puedes decir muchas más cosas.
P. En España, con frecuencia Twitter parece más un festival del humor que otra cosa. ¿Es eso un rasgo puramente español o sucede en todos sitios?
R. Cuando pensamos en todos los aspectos que puede tener una historia, el humor es una de las más socorridas en hechos extraordinarios o situaciones difíciles. Hay, sin duda, mucho humor en España. Probablemente más de la media pero porque la cultura española es así. De todas formas es un rasgo muy frecuente, pero Europa es líder. Reino Unido es probablemente el país que más tira de humor en Twitter.
«Tenemos cientos de historias de tuits que han salvado a una persona, cambiado el curso de la historia o aumentado el valor de unas acciones»
P. ¿Cómo de poderoso puede ser un solo tuit?
R. Un ejemplo. Elon Musk, el presidente de Tesla, tuiteó que algo nuevo iba a ocurrir en su empresa. Ese tuit generó una subida del valor en bolsa de su compañía del 10%. Tenemos cientos de historias de tuits que han salvado a una persona, cambiado el curso de la historia o aumentado el valor de unas acciones.
P. ¿Qué le parece a su empresa el uso casi diario que hace Trump de Twitter?
R. Es muy importante que oigamos directamente a nuestros líderes, desde Trump hasta el papa Francisco. El uso que hace Trump de Twitter es fascinante y cómo lo usa para hablar a los líderes y dialogar con ellos en una ida y vuelta muy interesante. Para nosotros es muy importante que la gente pueda ver y escuchar y pueda dar su opinión.
P. ¿Le importa a Twitter el mensaje de Trump?
R.Para Twitter, la prioridad es hacer una plataforma más segura y que garantice la libertad de expresión. Eso es lo que nos importa, que la gente pueda hacerse oír.
P. Jack Dorsey (Twitter), Mark Zuckerberg (Facebook), Jeff Bezos (Amazon). ¿Dónde tienen pensado estos señores llevarnos a todos? ¿Qué están planeando para el mundo?
R.La misión de Twitter es asegurarse de que cualquiera puede ver lo que ocurre y darle voz a todo el mundo. Y aunque no puedo hablar por los demás, pienso que esa es la tendencia en Silicon Valley: darle voz a quien no la tiene y ofrecerle más conocimiento. En general, tratamos de hacer la vida más fácil gracias a la tecnología.
P. ¿Veremos grandes cambios en los próximos dos o tres años?
R. Hace apenas una semana acabamos de lanzar una versión de Twitter más simple y con más posibilidades de directo. El futuro al que vamos será uno en el que utilicemos mucho el aprendizaje automático y la inteligencia artificial para comprender los intereses de nuestros usuarios y encontrar lo que es mejor para ellos.
Trump tiene defectos que quizás acaben con él, pero en hipocresía le ganan sus enemigos.
Por Hermann Tertsch.
Paola Benefo.
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El diario New York Times publicaba ayer en primera página un largo artículo sobre el drama de la deportación de los padres de una estudiante ghanesa llamada Paola Benefo. Se titulaba “Cómo se siente uno cuando sus padres son deportados”. No hace falta leer más que el título para saber la respuesta de cualquier lector decente y compasivo.
¿Cómo se va uno a sentir? Terriblemente mal. Había que empezar al menos el artículo para enterarse de que la madre de la estudiante fue deportada hace un año. Y que su padre ya había sido deportado un par de años antes, porque también había llegado con visado de turista a Estados Unidos que había caducado años atrás. Y ambos eran muy conscientes de que residían allí ilegalmente.
Lo cierto es que padre y madre fueron deportados bajo la administración de Barack Obama. Como otros 2.8 millones de residentes ilegales. Vienen a ser unos mil al día repartidos en los ocho años del presidente idolatrado por las ONG y los profesionales del humanitarismo mundial.
Es curioso que estos casi tres millones de deportados no generaran ni un solo titular escandaloso en la prensa norteamericana. Como también resulta bastante sorprendente que la estudiante Paola Benefo no se pusiera a escribir sobre el drama de la deportación cuando fue deportado su padre. Ni cuando corrió la suerte su madre, siempre bajo Obama. Sorprende tanto como que el NYT, que durante ocho años consideró que su deber periodístico no era fiscalizar al poder sino actuar como su socio y abogado defensor, creyera oportuno publicar en primera con gran relieve un artículo sobre el drama de la deportación ahora con Trump y no con Obama cuando sucedieron los hechos relatados.
La pobre estudiante tenía que hacer todo un regate argumentativo para explicar que ahora será peor, aunque sus padres fueran deportados antes. Porque en principio, escribe la buena de Paola, Obama solo deportaba a ilegales con graves delitos a sus espaldas. Aunque al menos con sus padres se equivocó la maquinaria del beatífico presidente negro.
Inocentes, fueron deportados de forma inapelable por Obama como otros 2.8 millones. Claro que afirmar que, salvo los padres de Paola, los 2.8 millones eran ilegales con graves crímenes a sus espaldas sería dar la razón a los peores halcones racistas, que, según el guión del buenismo internacional, han de militar en las filas de Trump. Menudo lío. Porque por otro lado negarlo sería reconocer que Obama también ha deportado a inmigrante ilegales por exactamente las mismas razones que lo empieza a hacer ahora Donald Trump. Y sería reconocer también que Trump ha de darse prisa para superar en deportaciones al piadoso y solidario Obama. A ese presidente que parecía pasar las tardes, no jugando al golf con multimillonarios en Martha’s Vineyard , sino con Michelle y las dos niñas, rezando para que Dios les permitiera dar cobijo a más hermanos mexicanos, centroamericanos y de todos los rincones de este mundo en el que ejercía de elocuente autoridad moral global.
Los medios ahora reprochan a Trump que no vaya a la Gala de Corresponsales. Donde le esperan quienes le insultan, quienes propugnan un golpe de Estado para derribarle, quienes llaman al desacato para sabotearlo, quienes le desean la muerte por derrame cerebral o por asesinato, quienes pasan el día injuriando y vertiendo vejaciones contra su mujer y agreden y ridiculizan a su hijo menor de edad.
Trump tiene una montaña de defectos. Y puede que algunos acaben finalmente con él. Pero no parece ser muy dado a la hipocresía. Eso se lo deja al New York Times, al periodismo de ambos lados del Atlántico y a la Gala de los Oscar.
Hermann Tertsch @hermanntertsch Periodista español. Columnista del ABC de España. Comentarista de Televisión.